![](https://assets.isu.pub/document-structure/220908210232-34e2c0c7b22028898104dda3daa373e1/v1/e8ae5ec19c810715ca23432bfc5919f6.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
5 minute read
Un error?
Rios, Valeria IIC
¿Cómo pudimos actuar así? No deberíamos estar aquí. No deberíamos estar haciendo esto…Todo fue un error. Fue una imprudencia. Desearía poder volver en el tiempo y evitar todo lo que está sucediendo en este momento. Pero no puedo. Nadie puede… Debo, debemos aceptar que fuimos absolutamente insensatos en el pasado. En ese pasado no tan lejano. De hecho, sólo han transcurrido dos semanas desde el incidente.
Advertisement
Me dirigí de nuevo a la cabaña con la excusa de tener que ir al baño, la realidad me golpeó en la cara. Me di cuenta de lo que había sucedido. De lo que estaba sucediendo… Un sentimiento de frialdad azotó mi espalda. Comencé a temblar ligeramente. Comencé a pensar en lo que podía suceder…
Pero una vez más, no debo ser tan pesimista. Mucha gente lo ha hecho y terminó viva. Sólo hay que tener cuidado y ser meticuloso. Y hay que tener algo de suerte con el
clima. Otro factor influyente. Otro problema. ¿Qué vamos a hacer si las condiciones climáticas son inoportunas? Es cuestión de estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado para que una tragedia suceda. El margen de error es pequeño. No podemos permitirnos ninguna equivocación, por más pequeña que ésta sea. Mucha gente lo ha hecho y terminó viva. Mucha gente lo ha hecho y terminó muerta… ¿De qué lado vamos a acabar nosotros?
Y pensar que fue todo un error…Un terrible error, el más terrible de los errores que haya cometido. Que hayamos cometido. Nunca debimos haber aceptado esa imprudente apuesta. ¿Por qué aceptamos? Sólo habíamos bebido demasiado esa noche. Danet y Hollye, estaban sobrios. Supieron aprovechar esa ventaja. Esa ventaja decisiva que los colocaba a ellos donde estaban y nos colocaba a nosotros donde estábamos…
Salí del baño. Me reuní con Hellen.
- ¿Estás listo? - preguntó.
- No. - respondí, ocultando ineficazmente mi incipiente nerviosismo. ¿Estoy listo? ¿Qué tipo de pregunta era esa? ¿Cómo podría estar listo? ¿Cómo cualquier persona podría estar lista? Estábamos a punto de morir.
- Bueno, aquí vamos. - dijo Hellen
Aquí va un intento absolutamente inútil.
Cuatro días después, estábamos en la cima. Nunca hubiera pensado que íbamos a llegar. Habíamos escalado El Monte. No obstante, debíamos bajar lo antes posible. Nos faltaba el aire. No contábamos con el oxígeno necesario.
En la cima del Everest, la presión atmosférica es aproximadamente un tercio de la del nivel del mar. Por lo tanto, sólo contábamos con un tercio del oxígeno del que estábamos acostumbrados a respirar. Sin embargo, Hellen y yo teníamos mucha experiencia. Conocíamos las formas de ahorrar la mayor cantidad de oxígeno posible…
Pero a veces la experiencia no es suficiente. Hellen comenzó a debilitarse cada vez más. Cuando estábamos a aproximadamente a 500 metros de acabar con nuestro objetivo, se desmayó. Tuvimos que acampar una noche más en la montaña. La comida y el agua se
agotaban. A las once de la noche, Hellen se despertó.
Pensé que no despertarías.
- ¡Hellen! ¿Cómo te sientes? - le pregunté, sumamente preocupado.
- Bien. Me siento mareada. ¿Dónde estamos? – respondió.
- Cerca. Como a 400 o 500 metros de llegar.
De repente, vi cómo pasó de una confusión al terror extremo. Su confusión se transformó en un rostro horrorizado.
¿Qué demonios pasó ahora?
-¡Sean! Mi brazo, ¡no puedo moverlo! - exclamó, un tanto agonizante.
- ¡¿Qué?! - estaba completamente sorprendido.
¿Por qué? Pensé que había hecho un buen trabajo protegiéndote del frío y del viento gélido. Aparentemente, fracasé rotundamente. Y lo peor de toda esta situación es que yo soy el culpable. Ahora, por mi mal accionar, probablemente termines muriendo congelada en esta implacable montaña.
Revisé durante unos momentos su brazo izquierdo. Estaba insensible. Se sentía separado, desconectado del resto de su cuerpo. No había nada que hacer. Aún debíamos recorrer una distancia considerable. No podía ocuparme de ella, y creo que, a juzgar por nuestros rostros, ambos habíamos aceptado la realidad. La realidad duele. Y pensar que por un momento tuve la ilusión de que íbamos a lograrlo. íbamos a olvidarnos de todo esto, dejarlo en el pasado, guardado en la profundidad de nuestro cerebro. Encerrarlo con llave para nunca más abrirlo. Pero esa ilusión fue absolutamente en vano. Todo fue en
vano.
- No, no puedo hacer nada. - dije, ocultando mi profunda tristeza.
- Lo sé. Vas a tener que seguir sin mí. Sabes, Sean, voy a tener que admitir que fue divertido mientras duró. Cuando comencé a escalar, acepté que los riesgos eran altos. Que cosas como estas podían pasar. Que quizás un día no vaya a verlos nunca más porque me fui haciendo lo que más disfruto. - respondió, lagrimeando levemente.
La abracé fuertemente, todos esos momentos de felicidad ante su presencia pasaron
frente a mí. Comenzamos a llorar desconsoladamente, era el fin.
No tienes idea de cómo voy a extrañarte, Hellen. No tienes idea.
- ¿Puedo pedirte un último favor? - me preguntó.
- Por supuesto, lo que quieras.
- Quiero que tomes ese carámbano y acabes con esto lo antes posible.
- No quiero sentir más frío. Quiero morir, Sean. - dijo.
Quedé estupefacto. No sabía qué hacer. Por un momento, me sentí completamente inmóvil. No sabía cómo reaccionar ante eso. Nunca pensé que alguna vez escucharía esas trágicas palabras, y mucho menos de mi mejor amiga.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/220908210232-34e2c0c7b22028898104dda3daa373e1/v1/e8ae5ec19c810715ca23432bfc5919f6.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
No comprendo. ¿Qué hago? Ella está desesperada. Puedo dejar que muera lentamente a mi lado, o puedo acabar con todo el sufrimiento atrapado dentro de ella y, bruscamente, asesinarla. realmente quiere morir…
- Hellen, no puedo hacer eso. - le dije, tartamudeando.
- Sí puedes. ¡Por favor, Sean, te suplico que lo hagas! ¡Lo necesito! exclamó.
Pensé en silencio durante cinco interminables minutos.
Voy a hacerlo. Tomé el afilado carámbano y acabé con su vida. Aún recuerdo esos gritos de dolor, de pánico inmenso. Resuenan en mi cabeza. Esos gritos de dolor.
Me prometí a mí mismo que intentaría no pensar en el tema, pero ¿Cómo olvidar el hecho de que asesiné violentamente a mi mejor amiga? Todo repercute en mi memoria. no puedo encerrar esos momentos con llave y guardarlos... No puedo vivir con la memoria de esa tragedia. Simplemente no puedo. No puedo soportarlo más. Por lo tanto, he
decidido tomar una cuerda y ... Mi alma finalmente será librada de tanto remordimiento.