Revista Nuestra Ciencia N° 16 Enero 2013

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ISSN 1852-4613

Enero 2013


Nuestra Ciencia. Revista 15. ENERO 2013. Dirección Aris Yosifides Coordinación General Lic. Claudia Simonini Comité Editorial Lic. Aris Yosifides Lic. Griselda Sananez Lic. Claudia Simonini. Coordinación Periodística Héctor Carignano Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. Miembro de FEPRA Y FEPUC. Ovidio Lagos 163. Teléfonos: (0351) 42227034259367 5000 Córdoba

4 Prólogo Angélica L. Dávila / Presidenta del C.P.P.C.

5 Introducción

Aris Yosifides / Secretario científico

6 Jornadas Nacionales de Capacitación y Reflexión para el Abordaje en Situación de Violencia. Herramientas y Dispositivos 2 y 3 de noviembre de 2012 Dra. Eva Giberti / Conferencia Inaugural

10 Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis Aris Yosifides / MP: 2135 - ME: 427

16 La escuela ¿lugar de encuentros? Acoso Escolar

ISSN 1852-4613

Ilustración tapa: Carlos Alonso

Bargiela María Eugenia / Luján Cristian Ricardo / Martínez Adriana Elsa

24 Trabajo de riesgo e insalubre. Producción colectiva de la planta de empleados/las pertenecientes a la Direccion de Violencia Familiar del Ministerio de Justicia Gobierno de la Provincia de Córdoba Equipo de Trabajo de la Dirección de Violencia Familiar

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44 Prevención de la violencia en adolescentes: Conductas prosociales

68 Expresiones violentas y psicopatología de los trastornos de expresión comportamental en la niñez y la adolescencia

Lic. y Prof. Carina Gioacchini

52 Particularidades del (Psico)Diagnostico en Abusadores y Drogadependientes

Alejandro Rostagnotto / Mariela Yesuron

Mgter. Rodrigo Moreno / M.P. 4199

54 Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Córdoba- Argentina. Dirección de Violencia Familiar Unidad de Constatación. “El proceso de valoración de riesgo en violencia familiar” 63 Tratamiento de la violencia familiar en instituciones públicas Una propuesta de abordaje desde la perspectiva sistémica Lucía Stiberman

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Prólogo

Angélica L. Dávila / Presidenta del C.P.P.C.

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sta revista presenta trabajos de profesionales, que promueven la reflexión acerca de la temática de la Violencia, y también vías de acción que puedan favorecer la implementación de discursos y prácticas transformadoras. Pienso que existen Patrones Culturales que generan y sostienen las relaciones vinculares violentas. Patrones y significaciones sociales que tienen profunda raigambre en las representaciones sociales y significaciones del imaginario colectivo. Ellas generan subjetividades, orientan las prácticas y establecen las pautas de relacionarse entre los actores sociales. El concepto de Violencia Simbólica, introducido por P.Bourdieu , consiste en aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente social con la anuencia de este. El autor señala que existe un desconocimiento porque es una violencia que se ejerce en la medida que en que se la desconozca como violencia. Ello implica aceptar un conjunto de premisas, prerreflexivas, que los agentes sociales confirman al considerar al mundo como autoevidente, como natural, porque le aplican estructuras cognoscitivas surgidas de la estructura misma de dicho mundo. El poder simbólico consiste en poder constituir una realidad enunciándola, actuando sobre el mundo a partir de la representación del mismo. La existencia humana es indisociablemente psíquica y social. La sociedad no constituye algo exterior al sujeto – que lo “influye”- sino que tiene implicancias decisivas en la organización y en los contenidos de la vida psíquica. A través del proceso de socialización que ocurre en el entramado social, se construyen las subjetividades. La persona transita inmersa en las interacciones sociales instituídas. Ser socializado significa investir la institución

existente de la sociedad y las significaciones imaginarias insertas en ella – “contrato narcisista”-( Castoriadis, C.). El lazo entre lo psíquico y lo social se produce porque el ser humano es un ser de necesidades que se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan, como lo enunciara E. Pichon Riviere, y estas necesidades son materiales y simbólicas – fundamentalmente la necesidad psíquica de sentido-. Esta necesidad psíquica de sentido debe ser satisfecha por el medio social en que el niño se encuentra. El medio social está conformado por individuos ya socializados que transmitirán las significaciones absorbidas por ellos mismos. De esta manera es como las instituciones sociales tienden a reproducirse. La familia y la escuela son en nuestra sociedad las principales instituciones de socialización. El Estado Moderno se constituyó como aparato en base a tres pilares: la creación de un ejército , un sistema de recaudación impositiva y la escuela. Eso le sirvió para garantizar el monopolio de la violencia física en un territorio y el monopolio de la violencia simbólica ,esto es la capacidad que necesitaba el Estado para imponer una serie de significados en la sociedad que le permitieran darle una forma a las relaciones sociales necesarias para el desarrollo del capitalismo. Hoy aparecen los medios de comunicación como agentes socializadores que disputan el otorgamiento de sentido con las otras instituciones sociales. Nuestro aporte es poder pensar en caminos para la construcción de nuevos significantes culturales. Un trabajo al que debemos apuntar para develar y desmontar los discursos de dominación naturalizados en torno a las relaciones: mujer/hombre, adulto/ niño, estado/ ciudadanos, docente/alumno, etc.

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Introducción

Aris Yosifides / Secretario científico

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n este segundo número de nuestra revista científica “Nuestra Ciencia” en formato digital, elegimos el tema de la violencia justificada por varios motivos. A nivel profesional nos encontramos con un gran requerimiento de nuestros colegas por adquirir mayor conocimiento para abordar esta problemática que nos interpela cotidianamente en nuestra praxis: la violencia escolar, el femicidio, la violencia de los adolescentes, el incesto, los abusos sexuales entre otros, son algunas de las problemáticas que nos toca enfrentar en nuestros días. A nivel institucional nuestros propios colegas y la sociedad en general nos piden respuestas ante los hechos de violencia que vemos y escuchamos en los medios de comunicación. Esto me hace recordar las palabras de Freud, “cosas vistas y oídas más tarde comprendidas”, haciendo referencia a como van a ser interpretadas más tarde, a posteriori estas cosas por cada sujeto. Lo traumático, lo violento en este caso viene dado en como lo ha vivido cada uno a estos hechos convertidos en violentos, violencia secundaria, intromisión como

algunos autores la llaman, y que traen aparejados consecuencias en la estructuración del psiquismo. Desde el colegio funciona una comisión específica sobre la violencia, la cual se encarga entre varias funciones, la de organizar conjuntamente con la secretaría científica eventos sobre la temática. Dos jornadas importantes a nivel internacional, con profesionales reconocidos es lo que hemos logrado, y que se intentan plasmar en artículos publicados. Los trabajos de esta revista son de aquellos colegas interesados en esta temática y que cada uno aporta su experiencia con el fin de enriquecernos con el conocimiento que nos transmiten cada día. Se incluyen investigaciones, una de las cuales es producto de incentivar la investigación en el interior de nuestra provincia, más específicamente, es el trabajo que ganó el primer premio en un concurso que se realizó en el Valle de Punilla. Lograr un número más de la revista “Nuestra Ciencia”, la segunda con formato digital, inscripta en ISSN, manteniendo el referato, nos orgullece como profesionales que quieren seguir creciendo en nuestra profesión.

Ilustración: Carlos Alonso.

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Jornadas Nacionales de Capacitación y Reflexión para el Abordaje en Situación de Violencia Herramientas y Dispositivos 2 y 3 de noviembre de 2012 Dra. Eva Giberti / Conferencia Inaugural

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Ilustración: Sofía Ballarino. Artista Plástica de Cosquín.

esulta imprescindible para quienes hemos elegido la Piscologia como ocupación y preocupación preguntarnos por la instalación de la palabra violencia, de la idea violencia , los discursos múltiples acerca de ella. Cuando Habermas1 describía la formación de la opinión pública en el modelo de Estado de derecho y de política deliberativa vinculaba la dinámica del mundo simbólico y la interacción comunicativa, afirmando que de ese modo se generaba opinión, consenso, voluntad común y acciones cooperativas frente a los conflictos sociales. Enunciaba la importancia que habían adquirido los diarios y revistas sumadas a las reuniones en las confiterías de la época. La transmisión de los hechos que hoy denominaríamos violencias quedaban encerrados en los títulos de los periódicos que describían el estado de distintas guerras, algún robo en la zona, accidentes en la vecindad, mensajes educativos para la domesticidad de las mujeres: el hogar y el cuidado de los niños y casi siempre alguna receta de cocina. Podía suceder que obrero de un barrio marginal hubiese golpeado a su mujer y se describiera la brutalidad de ese sujeto en el ámbito de policiales. No se trataba de violencia de género ni contra las mujeres sino de lo que se denominan lesiones leves o graves con intervención policial. También podían leerse las descripciones de escenas de pugilato entre vecinos como formas erróneas de la convivencia, los porcentajes de los costos en los mercados internacionales de determinados productos y las cotizaciones de algunas monedas. También había referencias a la moda de las mujeres y en algún caso la mención de la ruptura de

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Jornadas Nacionales de Capacitación y Reflexión para el Abordaje en Situación de Violencia - Herramientas y Dispositivos un noviazgo entre personas de la alta sociedad del momento. En algún lugar, rescatada de alguna hoja del periódico quizás se describía la golpiza de un obrero a su mujer como problema propio de las clases bajas No había cosa alguna caracterizable como la violencia que hoy describimos Estábamos ante un discurso leve, si pudiésemos evaluar la calidad, la densidad del discurso con el que se mencionaba algún ataque a una mujer. La palabra violencia existía pero no se utilizaba tal como hoy la conceptualizamos, aun reconociendo el exceso brutal de cualquier orden físico o psicológico, como crueldad mental por ejemplo, que la costumbre llevaba a justificar. Alcanza con leer la Historia de la Violación, de Vigarello para encontrar las descripciones de ese delito en los diarios del siglo XIX y aun de comienzos del XX. Entre ese modelo que se conocía por los primeros periódicos y la chismografía de los cafés donde se reunían las masculinidades de la época y lo que nos aportan los medios de comunicación de hoy existe una interfase2 donde la palabra violencia adquirió categoría propia y se ha transformado en un atractor semántico, ideológico y discursivo. Es sin embargo una categoría vacía que progresivamente va completándose. Recodemos que al agrupar los conceptos se generan categorías En esta interfase se ha logrado visibilizar a los sujetos que son considerados violentos. Que siempre lo fueron pero sin haber sido consignados y significados como tal porque no existía esa categoría. Al mismo tiempo el desarrollo de la interfase produce un nuevo orden de sujeto que si bien podemos denominar victimas, arriesgamos ignorar que la palabra víctima es una palabra antigua, asi como su sentido. Entonces las victimas siempre existentes como hijas de las guerras, los incendios, los ataques de diversa índole no son las mismas que hoy denominamos victimas. Son otros sujetos que hoy se incluyen en el nomenclador porque son el producto de una violencia categorizada al margen de las tradicionales sino las actuales son hijas de la actual concepción de violencia que posiciona a las víctimas como nuevos sujetos

sociales históricos. Son las víctimas de violencia familiar, víctimas de ataques a la integridad sexual, víctimas de la explotación sexual, de la trata de personas, de los efectos radioactivos de Chernobyl e Hiroshima, víctimas de la exclusión social, del mobbing y del bulling, victimas del burnout, víctimas del hacinamiento en las áreas villeras. Estas víctimas de toda la vida hoy en día se recortan de otro modo, porque en la ecuación: violación=ataque a la vida de alguien=víctima Se ha modificado un término y son víctimas de un ataque no a su vida sino a su existencia, de acuerdo con la aparición de las definiciones de los Derechos Humanos como proceso internacionalmente avalado. Con cuidado de no derrapar hacia un esencialismo al clasificarlas, sus condiciones son móviles y no fijas, mientras atraviesan por distintos avatares, preponderantemente la humillación y exclusión o sea normativizadas por un poder despótico y con conciencia de opresión. “En una arena donde manda la clase dominante” dirá W.Bejnamin”3 Esas nuevas víctimas, que son históricas en su postura como sometidas a dichos poderes, aparecen cuando los medio de comunicación las integra en los discursos, las visibilizan. Surgen mediadas por les medios de comunicación que son los encargados de visibilizarlas, difundirlas, descalificarlos o no y de transformarlos en la antigua víctima que provenía de hechos de la vida como las guerras y los accidentes, pero no de la Violencia como instancia mayor e iniciática. ¿Por qué digo iniciática? Porque en tiempos homéricos y en tiempos bíblicos las violencias compaginaron hechos y discursos .sostenidos por hechos violentos Entre las “violencias” destinadas a la supervivencia del Paleolítico, las que se sucedieron en épocas subsiguientes y las que ahora nominamos de este modo se produjo una interfase que no puede interpretarse como aumento de violencias sino como nomenclatura de actividades violentas con otras nominaciones que hoy se unifican, porque ha disminuido la tolerancia al ataque, se ha encogido la pasividad de algunos/as. No figuraban en el nomenclador como tales. Lo que ahora

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Jornadas Nacionales de Capacitación y Reflexión para el Abordaje en Situación de Violencia - Herramientas y Dispositivos podemos discernir es una interfase de la crueldad. La interfase de la crueldad se alarga desde las crueldades fundadores que debieron ser inenarrables ,transitando los caminos cotidianos hasta las actuales que por ser registradas se consagran como feroces merced a la sacralización que de ellas producen los medios Se suben a los altares de los videoclips y de las pantallas televisivas, y desde allí inspiran la devoción de los violentos. Es verdad que ahora “se ve más” la violencia, pero realmente ¿habrá más que antes? Es la pregunta periodística, crónica, de rigor, obligada, rutinaria e inevitablemente irrelevante. ¿porqué? ¿Porque queremos saber si somos más o menos violentos que quienes nos precedieron?¿ Mataron a más mujeres o a hubo menos muertes? ¿Violaban más o menos? ¿para qué se quiere saber y comparar? La pregunta se asemeja a una acumulación intestinal que no logra liberar las compuertas de una fluidés capaz de pensar en la violencia contra las mujeres antes , ahora y después. La erudición estadística nos aporta los datos, arrastrando omisiones, silencios y opacamientos de lo que todos los días se sabe pero esa estadística es un cuidadoso amontonamiento de datos que conforma el ánimo de los investigadores y la curiosidad de los periodistas. Podemos obtener conclusiones que ya han sido expuestas por los filósofos de finales del milenio anterior (Beck, Badiou, Bordieu, Coehn, Levinas, Marramao, Nusbaum y otros) y con ese dato ilustrar la preocupación social y los diseños sociopoliticios de la época para afirmar que, la violencia contra las mujeres permanece, persiste, se torna necesaria, acumulativa y motivadora para quienes pretendemos desactivarla La interfase de la crueldad es un recurso que permite diferenciar entre lo que se padecía, se sabía y se repetía pero en las sombra y la otra realidad con la que se convive. No se trata de violencia y tampoco de información sino de pantalla que muestra y reproduce los discursos de quienes hablamos y decimos. Hablar de violencia equivale a procesarla en nuestros pensamientos y contribuye para que las victimas griten con más fuerza,

se muestren, se oigan y sea posible registrarlas. Pero la violencia no es registrable a pesar a las caracterizaciones de quienes las miden por cartabones que las mentan como máxima, media, regular o mínima. La interfase de la crueldad introdujo los grupos “para hombres” intentando amainar lo ya sabido, lo que existió trabajando con los violentos, para lograr una filosofía de la responsabilidad que los atempere. Sabemos que la violencia no es esencial en el sujeto. No es la esencia, es el placer que se abre camino por donde sea. La interfase de la crueldad es la ruta de los placeres históricos logradas mediante el más débil, el perdedor. Estas violencias contra las mujeres es una violencia selectiva, antítesis de la intimidad y sus fueros estuvieron anticipados por la figura materna y fogoneada en contrario por la globalización de las violencias en los medios Entonces, entre el primer punto, el texto de Habermas en la formación de la opinión pública hasta ahora nos podemos sugerir una interpretación derivada de una extensión ilícita de los pensamientos la escuela Lacaniana merced a Hyppolite. Introduje uno de sus textos que contribuye a pensar que nos sucede con este afán de saber si hoy “hay más o menos violencia que antes”. Las preguntas de esta índole se repiten como en el síndrome maníaco, las mismas preguntas, “aplastados por el presente” como diría Marramao4 Voy a utilizar un modelo pensado para ser aplicado al sujeto y lo extenderé a un fenómeno social como Freud lo hacía a menudo (y asi son las críticas de los epistemólogos metodólogos), Me lo permitiré para proponer una perspectiva inhabitual. Y evitaré la tentación de interpretar el fenómeno como una proyección socialmente habilitada. A los excesos de violencia que se reconocen diariamente se les opone el interés por saber “a que se debe tanta violencia” como si el interlocutor no tuviera que ver con el tema, como si la pregunta fuera “a que se debe la violencia de los otros” “¿AUMENTO LA VIOLENCIA (DE LOS OTROS)? Que puede traducirse: “Yo que pregunto, no formo parte del mundo de los

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Jornadas Nacionales de Capacitación y Reflexión para el Abordaje en Situación de Violencia - Herramientas y Dispositivos violentos”, que equivale a “yo no soy así” ¿Que hemos aprendido cuando alguien niega y rechaza mediante una respuesta afirmativa o sea mediante un procedimiento intelectual? Cuando intelectualmente se rechaza la afirmación acerca de uno mismo y se responde “ yo no soy así…” se niega desde la inteligencia la manera de ser en tanto sujeto cuyo afecto queda al margen de la respuesta Estoy diciendo que no soy y ese modo de “no serlo” es mi negación que niega lo que rechazo. Por eso es doble negación. Cabe el análisis de una doble negación, la Verneinung Freudiana que Hippolyte traducirá como dénégation:5·”presentar lo que se es en el modo de no serlo” según su traducción Al preguntar “¿Hay más violencia ahora que antes?” O bien “¿Aumentó la violencia?” afirmo que yo no formo parte del mundo de la violencia. La pregunta indica que rechazo lo que niego (no soy parte de los violentos que son otros) Es una denegación que introduce un tercer término-los otros- implícito y consistentemente presente, necesario para inscribir la denegación en el discurso que sostiene la actual posición de la violencia. Discurso sin el cual la violencia no sería hoy una protagonista globalizada. Desde un borde seguro, lejano y interesado se asoma los que preguntan ¿por qué tanta violencia, a qué se debe? Desde el borde miran hacia los que están en la hondonada, padeciendo o actuando distintas formas

de violencia. Pienso que no contamos con borde alguno ni estamos asomados a u paisaje ajeno y desconocido Por el contrario, soy la que dice:” Yo no soy la madre que le pega dos trompadas a la maestra porque porqué aplazo al nene. Yo no soy el que violo sistemáticamente a mi hija. Yo no soy quien coimea para sacar provecho de mi lugar como funcionario. Yo no soy la autoridad que se encoge de hombros ante la miseria de las comunidades indígenas.” No hay borde ni arista sino una interfase que nos abarca a todos y a todas. Se recurre a la asistencia-sin duda necesaria pero no es lo que tratamos aquí -como intento de domesticación de esa violencia actual que describen los discursos que al mismo tiempo busca suprimir y conservar las prácticas violentas y elevar a quien asiste a las víctimas. Yo no voy a explayarme acerca de lo que pienso de la expresión Asistencia a las Víctimas Tan solo pensar que este recorrido que propuse desde Habermas hasta la hondonada muestra por lo menos alternativas: la primera, el alerta. Revisar la repetición neurótica que se pregunta ingenuamente ¿por qué tanta violencia, Hay más o menos? Y siendo psicólogos/as Recordar que repetir es u mecanismo necesario para el estribillo de una canción y para aprender las tablas de multiplicar. Pero sin alerta puede generar somnolencia intelectual.

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HABERMAS, J. (1981). Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Barcelona: G. Gili.

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Cuando uno usa una herramienta, o accede e interactúa con un sistema, suele haber “algo” entre uno mismo y el objeto de interacción.Ese algo, que es a la vez un límite y un espacio común entre ambas partes, es la interfaz. http://foros. hispavista.com/diseno_web/394/42482/m.Tambien Interfaz como espacio: desde esta perspectiva la interfaz es el lugar de la interacción, el espacio donde se desarrollan los intercambios y sus manualidades.En Biologia se dividen en tiempos de espera y de sintesis

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Walter Benjamín 1971:Pour une critique de la violente» en, Mithe et Violente, Denoël, París.

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MARRAMAO ,G.( 2009) :LA PASION DEL PRESENTE Ed. Gedisa.

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Hyppolite J.1925, 1954: Commentairte parlé sur la Verneinung de Freud, pag 29.

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Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis Aris Yosifides / MP: 2135 - ME: 427

Resumen:

Ilustración: Carlos Alonso.

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a violencia es un fenómeno de causalidad compleja y está sobredeterminada, tanto a nivel intrapsíquico como socio-culturalmente. La violencia es el uso de una fuerza, abierta u oculta, con el fin de obtener de un individuo o un grupo, algo que no quiere consentir libremente. Implica la intención de dominio o daño a la capacidad de pensar. Se rescatan dos perspectivas en las concepciones de violencia mencionadas: una, la constitutiva, entendida como oportunidad para establecer lazo con otros; la otra, como exceso de carga destructiva que perturba el vínculo con otros sujetos u objetos. . La primera tendencia contempla las vicisitudes de los sujetos ante determinadas condiciones y sus salidas posibles hacia la alteridad; la segunda pone el acento en los actos destructivos y sus efectos. Palabras claves: Subjetivación-violencia-agresión-agresividad

Desarrollo: Esta es una época en donde se intenta dar diferentes nominaciones a la violencia, hablar de parricidio, homicidio, filicidio, femicidio (se incluye la figura del femicidio en el código penal con las máximas penas) entre otras, son diferentes nombres que se le dan a la violencia. Con este trabajo intento explicar la violencia como producto de fallas en el vínculo temprano madre-niño a modo de poder entender como se genera la agresión contra el otro con la intención de provocar un daño. La violencia entra a formar parte de nuestra experiencia bajo diversos tipos de manifestaciones: simbólica y física, pública y privada, explícita y latente, incidiendo

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Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis

en la generación de las nuevas subjetividades. La violencia es el uso de una fuerza, abierta u oculta, con el fin de obtener de un individuo o un grupo, algo que no quiere consentir libremente. Implica la intención de dominio o daño a la capacidad de pensar. Todo acto violento se da en la intersección de tres factores: las determinaciones socioculturales, las que provienen del conflicto vincular mismo, y la conformación intrapsíquica de los sujetos comprometidos en dichos vínculos violentos. Foucault, analizando la especificidad de las relaciones de poder en las instituciones, diferencia el carácter de las relaciones de poder y el de las relaciones de violencia, aclarando que lo que define una relación de poder es que no opera de manera directa e inmediata sobre otros sujetos, sino que actúa sobre sus acciones. En cambio, señala que: “Una relación de violencia actúa sobre un cuerpo o sobre cosas: fuerza, somete, quiebra, destruye: cierra la puerta a toda posibilidad” (Foucault 1988). En 1920 Freud reformula su teoría pulsional proponiendo un nuevo dualismo: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. La pulsión erótica busca ligar energía prolongando la vida del individuo, mientras que la pulsión tanática busca regresar al origen primordial en donde no existiría tensión de energía acumulada (Freud, 1920). En este sentido la relación que establece el individuo con sus objetos se encuentra mediatizada por una ‘mezcla’ pulsional comportando componentes de vida y de muerte. Por tanto la agresividad supone un modo de expresión de la pulsión de muerte, pero al mismo tiempo comporta un componente sexual en la medida que supone vencer la resistencia propuesta por el objeto sexual a doblegar. Por otro lado autores postfreudianos, hacen hincapié en diferenciar conceptos tales como violencia primaria y secundaria, la primera íntimamente relacionada con la posibilidad de subjetivación, en cambio la segunda

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referida con la patología psíquica. Digamos que la violencia plantea una relación en cierta forma paradojal con los procesos de subjetivación, es al mismo tiempo portadora de la posibilidad de subjetivación, y por consiguiente necesaria, y también abre las puertas de entrada a la enfermedad psíquica. La violencia primaria es estructural y estructurante, vehiculiza el ingreso al mundo humano estableciendo a partir de la intersubjetividad, los elementos que le permitirán al niño abrirse paso en su camino de estructuración subjetiva. Violenta en el sentido de que tuerce o trastoca el derrotero de un cierto camino preestablecido por la naturaleza, abriéndolo a la dimensión del acontecimiento psíquico. Al mismo tiempo como lo expresa Piera Aulagnier “sienta las bases para una autonomía del pensar que permite el acceso a un universo de significaciones compartidas entre sujetos que se consideran iguales”. Por el contrario, la violencia secundaria se ejerce contra el yo, contra su posibilidad de dar sentido propio a los sucesos de la existencia y representa por lo tanto un exceso perjudicial para su funcionamiento. Otra paradoja de la violencia: se trata de una condición “necesaria para que la vida física y psíquica puedan alcanzar y preservar un nivel de autonomía por debajo del cual sólo puede persistir a expensas de un estado de dependencia absoluta” Jean Laplanche aporta a esta misma temática al referirse a las nociones de implantación e intromisión en los procesos iniciales de puesta en marcha del psi-


Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis quismo. En lo que él conceptualiza como proceso de “seducción originaria” designa como implantación “al proceso mediante el cual los significantes aportados por el adulto se ven fijados en la “dermis psicofisiológica” de un sujeto en el cual una instancia inconsciente no ha sido aún diferenciada”. La implantación es un fenómeno cotidiano “al lado del cual, como su variante violenta, hemos de considerar la intromisión”. Sobre los significantes recibidos pasivamente a través de la implantación se operan las primeras tentativas traductivo-represoras cuyos restos son lo reprimido originario. En el caso de la intromisión se obstaculiza esta recaptura activa de lo recibido pasivamente quedando de esta forma en el psiquismo un residuo resistente a toda metábola. Por otro lado Silvia Bleichmar sostiene que lo que fallan son los lazos amorosos y formulará una nueva precisión conceptual diferenciando agresividad, entendida como tensión simbólica, y agresión, como anulación de la representación y pasaje directo al acto. Existe un tipo de patologías que tiene “déficit metafórico”, es decir, donde no funcionan inhibidores y se da un pasaje directo al ejercicio de la destrucción o intento de destrucción del objeto. Jacques Lacan por su parte pone el acento etiológico de la agresividad en las imagos propias del cuerpo fragmentado, es decir, en el problema del narcisismo y el estadio del espejo. La imago es un ‘prototipo’ o representación inconsciente que orienta las actividades de un sujeto en el campo intersubjetivo. Se objetivan en el plano imaginario, por ejemplo la imagen que tiene un niño de su padre como débil; y no suponen un reflejo de la realidad, tal padre puede ser fuerte en la realidad. En este contexto las imagos del cuerpo fragmentado (imágenes de castración, destripamiento, dislocación corporal) representan las tendencias agresivas del individuo; comportan la función imaginaria que permite la formación de una identificación con el propio cuerpo en tanto gestalt. Por tanto la emergencia de la agresividad testimonia un trasfondo de fragmentación corporal (Lacan, 1948) que viene a denunciar la mascarada imaginaria del propio narcisismo. En el estadio del espejo

ocurre una transformación del sujeto por medio de la identificación con su propia imagen. Esta asunción se recibe con júbilo por cuanto se opone a la impotencia motriz del niño, acompañada de las turbulentas sensopercepciones que dan cuenta de un cuerpo fragmentado. Tal movimiento supone un adelantamiento de la matriz simbólica que determinará la condición de sujeto del inconciente del individuo, es decir del sujeto en cuanto tal (yo[je]), por medio de una operación puramente imaginaria al modo de un yo-ideal (yo[moi]). “La función del estadio del espejo se nos revela como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad” (Lacan, 1949,). Freud S (1914) postula su hipótesis del narcisismo primario como un momento particular en el cual la libido de la que dispone el individuo lo inviste a sí mismo siendo tomado como objeto sexual. La posibilidad de tomarse a sí mismo como objeto de investidura da cuenta de la relación entre la libido narcisista y la función enajenadora del yo[je] al tiempo que, si se considera la pulsión de muerte, explica la agresividad desprendida de dicha función en toda relación con el otro (Lacan, 1949). Es decir, la enajenación del sujeto supone que cualquier relación establecida con el objeto sexual, sea de la índole que sea, supone una cuota de agresividad en la medida que soporta la identificación imaginaria a una imagen idealizada que busca recubrir la propia fragmentación real del cuerpo.

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Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis Por tanto se puede postular que para Lacan, sustentado en Freud, la agresividad es resultado del anudamiento entre lo imaginario y lo real sin mediación de lo simbólico. Siguiendo el esquema propuesto por Lacan en su seminario sobre la relación con el objeto (1956-1957) en el plano imaginario opera la relación a-a’ desde el yo[moi] al otro, mientras que en el plano simbólico (del sentido y del lenguaje) opera la relación inconsciente entre el sujeto y el Otro (con mayúscula) que es obstaculizada por lo imaginario. La completitud imaginaria propia de la identificación especular sostiene una lógica de exclusión desde la gestalt corporal en donde existes tú o existo yo, nunca ambos. Esta aparición del otro en lo imaginario engendra la agresividad más radical en la medida que supone la libidinización total de la propia imagen: sino queda libido de objeto para erotizar a otro, este será destruido. En este sentido la relación especular comporta en sí misma una cuota de agresividad, siendo pacificada por la intervención y mediación de lo simbólico. El psicoanalista argentino Ricardo Rodulfo, por su parte, recupera en su lectura sobre Winnicott una insinuación que éste hace acerca de que la agresividad es necesaria y constitutiva de la subjetividad. Es decir, constituye la apertura a la alteridad”, Winnicott la propone entonces, siempre según Rodulfo, como un camino hacia la alteridad, “violencia para perforar, creando una salida” Desde esta perspectiva, entonces, la violencia aparece como una alternativa, según las vicisitudes del sujeto, para “ser con otros” Donald Winnicott al estudiar el tema de la agresión en el niño la vincula con la estructuración del psiquismo. Los aportes de Winnicott fueron más allá de la clínica psicoanalítica y se acercan a los padres y educadores con sus reflexiones y sugerencias respecto del cuidado y crianza de los niños a fin de favorecer un ambiente que responda a sus necesidades físicas y afectivas. Algunos conceptos importantes de la teoría winnicottiana son los de: falso self, objeto y fenómenos transicionales, y su particular perspectiva sobre la agresión. Para Winnicott el verdadero self se refiere al aspecto

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más singular de cada ser humano, a lo original de cada uno y lo más auténtico. Se basa en el gesto espontáneo del bebé vinculado con su omnipotencia. Siempre que la madre pueda ser el espejo que le permite al bebé crear la ilusión de que él creó al objeto (objeto subjetivo), dará el espacio para que luego el verdadero self sea creador y le permita al sujeto sentirse real. Inicialmente el self tiene sus raíces en el cuerpo y los cuidados maternos contribuyen a que se logre la unidad de lo psíquico con lo somático. Cuando la madre no es suficientemente buena, es decir, cuando no puede adaptarse a las necesidades psíquicas de su hijo y no puede identificarse con él en el periodo de dependencia absoluta (primer semestre de vida), es decir, cuando la madre no toma en cuenta las necesidades del bebé e impone las suyas, el niño deberá someterse a esta situación para sobrevivir y dará así lugar a un falso self que cumplirá la función de proteger al verdadero self y actuará como una defensa para reaccionar contra esta intrusión negativa del ambiente, intentando suplir las funciones de sostén que la madre no suministró. Más aún, cuando la intrusión de la madre es sorpresiva y desmesurada uno de los efectos es el odio; se altera así la realidad psíquica y se interfiere en el establecimiento del self, derrumbándose también la fe, la confianza, la capacidad de crear y la ilusión. Winnicott postula a la agresión como una fuerza que es manifestación de vitalidad y la desvincula del concepto de frustración; aclara además que no debe confundir-


Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis

se con el enojo, al que considera agresión reactiva y que se origina a causa de una respuesta adversa del ambiente; una intrusión que reprime tempranamente la agresividad-motilidad del niño. Para Winnicott el odio no es una emoción inicial en el bebé, sino que aparece muy tardíamente e implica poder reconocer al enemigo como otro. El odio se puede considerar como tal cuando hay un yo lo suficientemente integrado como para responsabilizarse de la intención agresiva, lo que se pone en evidencia en las patologías que incluyen problemas de autoestima, en las que se hace manifiesta la dificultad de sentir odio a pesar de la dimensión del daño recibido. La agresividad, para Winnicott, constituye una fuerza vital, un potencial que trae el niño al nacer y que podrá expresarse si el entorno lo facilita, sosteniéndolo adecuadamente. Cuando esto no sucede el niño reaccionará con sumisión, teniendo dificultad para defenderse, o con una agresividad destructiva y antisocial. En la consulta pediátrica Winnicott se dedicó a observar la actitud de los bebés de cinco a trece meses de edad frente a un baja lenguas que él tenía sobre el escritorio. Concluyó que la vacilación para apoderarse del objeto indicaba el grado de autorización o inhibición de la avidez que le había permitido su madre, es decir, hasta qué punto ella pudo aceptar o rechazar los impulsos agresivos del niño. Esta agresividad primaria adquiere diverso nombres para el autor: “avidez”, “amor o apetito primario”, “amor oral” y en todos los casos se refiere a un concepto ligado a la motilidad, a la actividad y no a la intención de daño. En el inicio el bebé no se diferencia de la madre, es el periodo de dependencia absoluta donde el encuentro con el objeto está signado por la omnipotencia que le hace creer que él ha creado al objeto; esto configura lo que para Winnicott es el área de ilusión, y al objeto así constituido lo llama objeto subjetivo. Progresivamente se presentan momentos en que esta ilusión vacila dando lugar a los fenómenos transicionales, en los que el niño no forma parte de la madre

pero aún no está separado de ella. El bebé de pocas semanas de vida se prende al pecho violentamente, pero sin intención de daño; esta conducta puede ser mal interpretada por la madre como un ataque y dependiendo de la forma como ella reaccione, será el destino que tomará la agresión. Cuando el ambiente reprime esta primitiva agresividad puede dar lugar a serios problemas en el desarrollo del sujeto. Winnicott considera que el primer conflicto importante que debe enfrentar el infante se da entre tener una experiencia de expresar la propia movilidad o agresión primaria, o tener que utilizar ésta para reaccionar a irrupciones, choques o ataques del ambiente al punto de quedar privado de sentir sus experiencias como propias. A esta última agresividad Winnicott la llama agresividad por reacción o reactiva, para diferenciarla de la agresión primaria no intencional. Zizek introduce también una diferencia entre violencia y agresividad. Señala al respecto: “… ¿cómo puede uno repudiar por completo la violencia cuando la lucha y la agresión son parte de la vida? La solución sencilla es una distinción terminológica entre “agresión”, que pertenece efectivamente a la “fuerza vital” y la “violencia” que es una fuerza mortal: “violencia“no es aquí la agresión como tal, sino su exceso que perturba el curso normal de las cosas deseando siempre más y más. La tarea se convierte en librarse de este exceso” (Zizek, 2009).

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Algunas puntualizaciones sobre la violencia en Psicoanálisis

A modo de conclusión: No es mi intención hacer un desarrollo exhaustivo sobre los autores señalados, sino simplementes puntualizar algunos conceptos concernientes a la agresión, diferenciándola del concepto de agresividad como constitutiva y necesaria para la constitución de la subjetividad. Para ir finalizando quisiera vincular estos conceptos a lo que ocurre a nivel social en la época en que nos toca vivir, diferente a aquella época que le tocó vivir al Padre del Psicoanálisis S. Freud. Estamos transitando una época de vertiginosos cambios en el macrocontexto dados por los descubrimientos científicos y las transformaciones en las áreas tecnológicas, sociales y económicas. Todos ellos influyen en la producción de subjetividad y en las diversas configuraciones familiares en que se desarrolla la vida de las personas. A partir de algunos conceptos planteados anteriormente se puede ver la importancia del vínculo intersubjetivo en el desarrollo del psiquismo y la relación con la agresión-violencia. Lo cierto es que habiendo repasado algunas nociones podemos convenir que los comportamientos violentos son: acciones que perturban, fuerzan, vencen resistencias. Por otra parte, luego de este recorrido conceptual, situamos una plataforma, un encuadre desde donde miramos los fenómenos que investigamos. Por ello, no podemos dejar de rescatar dos perspectivas en las concepciones de violencia mencionadas: una, la constitutiva, entendida como oportunidad para establecer lazo con otros; la otra, como exceso de carga destructiva que perturba el vínculo con otros sujetos u objetos. La primera tendencia contempla las vicisitudes de los sujetos ante determinadas condiciones y sus posibles salidas hacia la alteridad; la segunda pone el acento en los actos destructivos y sus efectos.

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Bibliografía: • Aulagnier, Piera. La Violencia de la Interpretación: del pictograma al enunciado. Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1977 • Bleichamar, Silvia (2007) “Violencia social-violencia escolar” Ed. Colección conjunciones Bs. As. • Freud, Sigmund (1979 [1920]), “Más allá del principio del placer”, en Obras completas, t. XVIII, Buenos Aires, Amorrortu. • Freud, Sigmund (1979 [1930]), “El malestar en la cultura”, en Obras completas, t. XXI, Buenos Aires, Amorrortu. • Lacan Jacques, Los Escritos de Jacques Lacan , Escritos 1. La agresividad en psicoanalisis, Tesis V. Buenos Aires, Siglo XXI 1975. • Lipovetsky, G. “Violencias salvajes, violencias modernas”. En La era del vacío. Barcelona, Anagrama, 1993. • Rodulfo, Ricardo. “El psicoanálisis de nuevo”. Editorial Eudeba. 2004 • Winnicott, Donald (1981 [1941]), “La observación de niños en una situación fija”, en Escritos de pediatría y psicoanálisis, Barcelona. • Winnicott, Donald (1981 [1950-1955]), “La agresión en relación con el desarrollo emocional”, en Escritos de pediatría y psicoanálisis, Barcelona. • Winnicott, Donald (1981 [1956]), “La tendencia antisocial”, en Escritos de pediatría y psicoanálisis, Barcelona, Laia. • Winnicott, Donald (1986 [1939]), “La agresión”, en El niño y el mundo externo, Buenos Aires, Ediciones Hormé. • Zizek, Slavoj. (2008). 1º ed en argentina 2009. Sobre la Violencia. Seis Reflexiones Marginales. Contextos Ideas. Buenos Aires. • Internet. Perfiles Educativos, vol. XXXIV, núm. 138, IISUE-UNAM. Suplemento 2012.


La escuela ¿lugar de encuentros? Acoso Escolar Bargiela María Eugenia1 / Luján Cristian Ricardo2 / Martínez Adriana Elsa3

Resumen

E

l acoso escolar incluye dos cuestiones o ejes, el hostigamiento sistemático por un lado y el ámbito en el que se da esta conducta, por otro. Con respecto al hostigamiento sistemático, es esa famosa burla o al manoteo que se da entre los chicos primero como un juego, como una carta de presentación o como un hito para ser aceptado dentro del grupo: Un lenguaje que se ha ido fragmentando y hoy se ha naturalizado entre la población estudiantil. El problema es que muchas veces el exceso y la perseverancia de estas conductas atentan contra la integralidad de víctimas y victimarios. Con respecto al ámbito donde se observa este hostigamiento: la escuela es muestra minúscula de lo acontece a gran escala, una sociedad que ejerce y habilita la violencia como practica, se refleja en este pequeño espejo, que ensaya posibles remedios a este tipo de males. Este equipo de investigación formado por profesionales de la salud y la educación persigue como objetivo conocer con mayor profundidad esta problemática en el I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” de la ciudad de Cosquin y hacer su aporte desde la teoría y la práctica al tratamiento del acoso escolar.

Descripción Pensar en violencia es hacerlo desde un punto de vista de un fenómeno complejo, cuya definición está relacionada a los valores de la cultura. El acoso escolar (bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico

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La escuela ¿lugar de encuentros? Acoso Escolar

y/o verbal y/o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado, transformándose de una forma característica y extrema de violencia. Este tipo de violencia, está dirigida fundamentalmente a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercido por un agresor mas fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. Estas situaciones-problema inciden directamente en el proceso de enseñanza- aprendizaje porque afecta la formación integral de los estudiantes y llevan al progresivo deterioro en la interacción de la comunidad educativa. Es por todo esto, que se considera necesario realizar una primera aproximación a esta realidad, mediante la realización de un anteproyecto para recolectar datos entre la población estudiantil del I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” (turno mañana y tarde) de la ciudad de Cosquin para poder conocer la magnitud y gravedad de la problemática abordada. En una segunda instancia se buscara profundizar sobre sus causas y tipos, para generar acciones que lleven a minimizar las mismas y proponer nuevas formas de interacción entre los adolescentes partiendo de la premisa de que es necesario analizar las prácticas pedagógicas y la autoridad del equipo docente de la institución.

Justificación La violencia es una problemática que afecta la salud y la educación porque sus manifestaciones inciden justamente en la salud y los procesos de enseñanza y aprendizaje de los adolescentes en todas sus dimensio-

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nes, más allá de su posibles causas y del ámbito donde se exprese (fuera y/o dentro de la escuela) el equipo docente y de salud tiene la posibilidad de visualizar el daño, evaluar el riesgo y, en consecuencia mitigar el impacto. Por todo esto es que se considera oportuno conocer objetivamente la realidad del I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” (turno mañana y tarde) de la ciudad de Cosquin, ya que los resultados que arrojan los datos obtenidos, serán la guía para una investigación-acción en un futuro próximo.

Marco Institucional El estudio se realizará, tomando como unidad de análisis la comunidad educativa del IPEM 157 PTE. SARMIENTO, de la ciudad de Cosquin de aproximadamente 30.000 habitantes, ubicado al norte de la ciudad capital, distante unos 55 Km. de la misma. La institución cuenta con una trayectoria de 55 años en la localidad, cuya matrícula actual es de 816 alumnos (entre 11 y 18 años de edad). Solo cuenta con nivel medio.


La escuela ¿lugar de encuentros? Acoso Escolar

Sus puertas se abren a las 6:30 hs. y se cierran a las 0:00 hs. El Plantel docente está compuesto por 105 docentes, diez preceptores, dos de los cuales cubren dos cargos, cuatro administrativos, un gabinetista psicopedagógico, dos bibliotecarias, un auxiliar de servicio y dos personales de limpieza. El equipo directivo está integrado por un Director y dos Vicedirectoras. La Cooperadora de padres está integrada por padres de alumnos del establecimiento y funcionan de acuerdo a lo establecido en la ley 8113. Docentes de la carrera de Enfermería Profesional del Instituto Superior San Nicolás, una de las ocho extensiones áulicas de dicho instituto que funciona en la ciudad de Cosquin a partir del año 2005. Cuenta con un promedio de 120 alumnos y 20 docentes e instructores.

comunidad educativa no disponía de una referencia semántica clara ni de palabras precisas para su expresión concreta, como sí ocurría con el fenómeno mobbying en la cultura escandinava (Olweus, 1977; 1989; 1993; Roland,1980; Roland y Munthe, 1991, 1993) y el llamado bullying en la cultura anglosajona (Mellor, 1988; Smith, 1989; Smith y Thompson, 1991; Smith y Sharp, 1994; entre otros). En aquel tiempo era difícil encontrar grupos de investigación, comunidades escolares o administraciones educativas que prestaran atención a la conflictividad escolar y mucho menos a la violencia. Lo que no significa que no hubiera una cierta sensibilidad a los problemas sociales de la escuela, sino que la atención no se focalizaba hacia la violencia interpersonal, como ya era común en otras culturas. Por nuestra parte, en aquellos primeros años noventa iniciamos una línea de investigación destinada a explorar, en las aulas escolares, el fenómeno del acoso (bullying), problema que carecía de una denominación en español que lo identificara. En una primera aproximación (Ortega, 1992, 1994a, 1994b y 1995), denominamos intimidación, acoso, exclusión social y malos tratos, al fenómeno ya internacionalmente conocido con la expresión popular inglesa bullying.4

Marco Teórico Con el paso del tiempo hemos ido dando mayor importancia a los sucesos de violencia en la escuela, comprendiendo los graves daños e incluso vidas que pueden ser resultado de su ejercicio. Rosario Ortega Ruiz, Catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba, comenta: “A principios de los años noventa (Ortega, 1990, 1992) destacamos la dificultad que encontramos para investigar e intervenir en un problema para el que la

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Beneficiarios Directos: estudiantes del I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” (turno mañana y tarde) de la ciudad de Cosquin. Indirectos: la comunidad educativa I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” de la ciudad de Cosquin

Caracterización de los educandos Actualmente la población estudiantil proviene de sectores socio-económicos medios/bajo. En su mayoría sus familias son comerciantes, docentes, empleados públicos, trabajadores independientes, beneficiarios de planes sociales y desocupados. Estas presentan una gran diversidad, más allá de su poder adquisitivo, las mismas en su mayoría, son ensambladas. Sin negar que también hay familias nucleares, cada una con características especiales. El P.E.I de la institución reconoce que su población estudiantil pertenece a los jóvenes en riesgo: “Nuestra población escolar es considerada en riesgo frente a las diferentes ofertas que la sociedad de hoy les presenta. Como consecuencia, se evidencian en nuestras aulas alumnos expuestos al consumo de drogas, trastornos alimenticios, maternidad y paternidad precoz”.

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Objetivos General “Conocer los tipos de violencia que presentan los estudiantes I.P.E.M Nº 157 Presidente Sarmiento (turno mañana y tarde) de la ciudad de Cosquin, en los meses Agosto-Septiembre del 2012”

Objetivos Específicos • Diseñar y aplicar instrumentos de recolección de datos. • Tabulación y presentación de datos. • Interpretación y análisis de datos obtenidos.

Instrumento de Recolección de datos • • • •

Encuesta: Estandarizada y anónima. (ver anexo 1) Fuente: Primaria Universo: 730 alumnos Muestra: Al azar que incluye el 70% de los estudiantes


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Tabulación y Presentación de los Datos Pregunta Nº 1:

Pregunta Nº 2:

¿En tu grupo de clase existe uno o más compañeros/as que sobresalen por ser lideres?

¿Es común que ustedes se burlen, desprecien y/o falten el respeto de algún compañero/ra, porque no es parte de ese grupo o por ser diferente?

Pregunta Nº 3:

Pregunta Nº 4: ¿Tus profesores o preceptores cuando observan situaciones de este tipo en la escuela, como actúan? A. Intervienen de inmediato B. No intervienen C. Hablan con el agredido D. Hablan con el agresor E. Imponen medidas de disciplinas F. Otr

¿Cuándo observas que un compañero/a es molestado reiteradamente por otro? ¿Qué haces? A. Te sumas B. Te es indiferente C. Lo defendes D. No lo incluís mas en las actividades E. Lo comunicas al profesor o preceptor F. Otros

Pregunta Nº 5: En tu casa se conversa sobre este tipo de conductas asociadas al acoso escolar. A. Si B. No C. A veces Fuente: resultados de la encuesta realizada a estudiantes del I.P.E. Nº 157 “Pte. Sarmiento” de la ciudad de Cosquín.

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Conclusión El objetivo de la práctica del acoso escolar es intimidar, apocar, someter, amedrentar y consumir emocional e intelectualmente a la víctima, con vistas a obtener algún resultado favorable para quienes acosan o, satisfacer una necesidad imperiosa de dominar, someter, agredir y destruir a los demás que pueden presentar los acosadores como un patrón predominante de relación social con los demás. La violencia impacta plenamente en la salud de las personas y en especial a este grupo etareo tan vulnerable, llevando al adolescente a un deterioro en la interacción social escolar donde es incapaz de recibir o expresar de manera satisfactoria sentimientos de pertenencia, afecto, interés o historias compartidas. Desde el punto de vista pedagógico el hostigamiento puede limitar a los estudiantes generando problemas en el aprendizaje como fracaso, ausentismo recurrente y deserción escolar, perdiendo la motivación para el esfuerzo personal y generando un clima donde, casi todas las relaciones sociales se tornan más o menos violentas, y donde todo se percibe como una alarma. Considerando los datos obtenidos donde sobresalen los siguientes porcentajes: • El 63% del alumnado se “burlan, desprecian y/o falten el respeto de algún compañero/ra, porque no es parte de ese grupo o por ser diferente”

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• El 25% es indiferente a las agresiones de sus pares y el 13% se suma a la agresión. • El 37% de preceptores y/o profesores no intervienen en situaciones problemáticas. • El 42% manifiesta que solo a veces en la casa se habla de esta problemática y un 25% no lo habla. Por esto es que, se estima que la intervención conjunta (salud/educación) sobre factores individuales, académicos y socioculturales es la única vía posible de Prevención de acoso escolar, aplicando medidas concretas sobre la población escolar, focalizada en el cambio de mentalidad respecto a la denuncia de los casos de los acosos, aunque no sea víctima de ellos y, sobre el equipo docente formándolo para que adquieran habilidades adecuadas para la prevención y resolución de conflictos escolares.

Propuesta de intervención Como se ha reflejado en los datos obtenidos, es evidente que la violencia forma parte de la realidad institucional de esta escuela, deteriorando la salud y el desarrollo de estos adolescentes, ya que las posibles secuelas en algunos de ellos influirán y/o determinaran su futuro. Se considera necesario indagar en forma más profunda sobre sus causas, su instalación en la escuela, sus


La escuela ¿lugar de encuentros? Acoso Escolar

Bibliografía

manifestaciones y sus implicancias en la vida adulta. Es por esto que se piensa realizar una investigaciónacción para minimizar el impacto de esta problemática y acceder a diversas prácticas del proceso enseñanzaaprendizaje que contemplen la realidad socio-familiar e institucional que rodea a los adolescentes y tiene como uno de sus escenarios favoritos la escuela.

• http://www.educacionenvalores.org/spip. php?article1161 • La convivencia escolar: un modelo de prevención de la violencia. Rosario Ortega Ruiz • http://www.terapiafamiliar.org.ar/archivos/ACOSO%20 ESCOLAR.pdf • Sociedad Argentina de Terapia Familiar. El acoso escolar, una especial forma de violencia • Modernidad e influencia de las nuevas tecnologías.

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Bargiela, María Eugenia. Domicilio: Soberanía Nacional 655 . Localidad: Cosquín –Córdoba. E-mail: maugebar@yahoo.com. ar. Teléfono: 03541-454653. Celular: 03541- 15690130 Reseña Curricular: Profesora de Historia con Especialización en Alfabetización de Adolescentes y Adultos. Y Superior en Ciencias Sociales. Lugar de Trabajo: I.P. Ntra. Sra. Del Calvario de Valle Hermoso. I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” de Cosquín

2

Luján, Cristian Ricardo. Domicilio: Soberanía Nacional 655 . Localidad: Cosquín –Córdoba. E-mail: cristianlujan@hotmail. com. Teléfono: 03541-454653. Celular: 03541- 15678441 Reseña Curricular: Profesor de Informática cursando la Especialización en Educación y T.I.C Lugar de Trabajo: I.P.E.M Nº 157 “Presidente Sarmiento” de Cosquín. I.S. Bernardo Houssay de Capilla del Monte y otros. Coordinador del Aula Modelo de la Provincia de Córdoba en Córdoba Capital.

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Martínez, Adriana Elsa. Domicilio: Francisco Ramírez 1243. Localidad: Cosquín –Córdoba. Teléfono: 03541-451216. Celular: 03541- 15640418 Reseña Curricular: Lic. Mgt. En Enfermería. Diplomada en Violencia Familiar y Equidad de Género. Lugar de Trabajo: Hospital Colonia Santa María. Coordinadora de la Extensión Áulica Instituto Superior “San Nicolás” de Cosquin.

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http://www.educacionenvalores.org/spip.php?article1161 La convivencia escolar: un modelo de prevención de la violencia. Rosario Ortega Ruiz

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Anexo ENCUESTA ANÓNIMA PARA ESTUDIANTES DEL SECUNDARIO Edad: Sexo: ¿En tu grupo de clase existe uno o más compañeros/ as que sobresalen por ser lideres? ¿Es común que ustedes se burlen, desprecien y/o falten el respeto de algún compañero/ra, porque no es parte de ese grupo o por ser diferente? ¿Cuándo observas que un compañero/a es molestado reiteradamente por otro? ¿Qué haces? Te sumas Te es indiferente Lo defendes No lo incluís mas en las actividades Lo comunicas el profesor o preceptor Otros: ¿Tus profesores o preceptores cuando observan situaciones de este tipo en la escuela, como actúan? Intervienen de inmediato No intervienen Hablan con el agredido Hablan con el agresor Imponen medidas de disciplinas Otros: En tu casa se conversa sobre este tipo de conductas asociadas al acoso escolar. Si No A veces

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Trabajo de riesgo e insalubre Producción colectiva de la planta de empleados/ las pertenecientes a la Direccion de Violencia Familiar del Ministerio de Justicia Gobierno de la Provincia de Córdoba Producción realizada por el Equipo de Trabajo de la Dirección de Violencia Familiar. Ciudad de Córdoba. Argentina. 2010

I. Introducción Las personas que trabajan directa o indirectamente con víctimas o personas que cometen actos de violencia familiar, se encuentran en contacto con el dolor. Ello debido a la particularidad de tener que escuchar y leer a diario relatos de episodios violentos, como así también, corroborar los efectos de las acciones de violencia en las personas afectadas. Esas vivencias dejan rastros. “La violencia es contaminante, vulnerabiliza, afecta emocional y físicamente. Si bien no todos vivencian de igual manera estos efectos, está comprobado que muchas personas se alejan de este tipo de trabajo, poniendo barreras para protegerse del sufrimiento, la angustia y la frustración”1. Profesionales avocados a esta tarea llegan a sentirse sobrepasados ante actos que parecieran ser la negación de la vida misma, la solidaridad y la confianza en los seres humanos, incluso de los más allegados, ya que una de las particularidades de la violencia en la familia es el vínculo de afecto o consanguinidad entre víctima y agresor. De lo anterior se puede inferir que el trabajo con la problemática de violencia familiar está íntimamente relacionado con una tensión emocional creada por el contacto continuo con seres humanos emocionalmente demandantes que tienen problemas y/o motivos de sufrimiento. Lo anterior implica, en quienes interactúan directamente con los involucrados -sean estos víctimas o victimarios-, desgaste profesional, aún cuando el abordaje de la problemática sea en equipo y éste constituya un soporte para los profesionales en términos

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individuales. Al decir de Eva Giberti,2 los seres humanos no contamos con la capacidad biológica, psicológica y espiritual para afrontar la violencia interpersonal sin consecuencias. “A la luz de la experiencia de personas en contacto con esta problemática, hoy hay consenso en admitir que los actos de violencia interpersonal, incluyendo la que ocurre en las relaciones familiares, constituyen eventos traumáticos que desencadenan una gran variedad de efectos que afectan la integridad física y psíquica de los profesionales”. Lo expuesto anteriormente se agrava más aún si se considera que las condiciones de trabajo de los profesionales avocados a esta tarea, en muchas oportunidades, devienen en factores de riesgo (incluso de vida) en función del entorno laboral y el medio ambiente de trabajo en los cuales se encuentran inmersos. En las páginas siguientes se explicitarán tanto los riesgos derivados de la intervención en la problemática de violencia familiar como los riesgos derivados de las condiciones de trabajo de los profesionales, con la finalidad de argumentar por qué consideramos que nuestra labor diaria debería ser caratulada como TRABAJO INSALUBRE y DE RIESGO.

II. Fundamentacion Tan importante es proteger a las personas que se encuentran involucradas en situaciones de violencia familiar como a los profesionales que ayudan a mejorar las condiciones y la protección de dichas personas. Jorge

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Barudy Labrin3, afirma que es de suma importancia tener siempre presente que el recurso fundamental de la prevención y el tratamiento de la violencia familiar es la persona del profesional. Por lo tanto, todo lo que se pueda hacer para cuidarle es una forma directa de ayudar a las personas con las cuales éste trabaja. Un profesional que “se quema” significa no solamente una pérdida importante en términos del costo económico que implica su formación, sino sobre todo una pérdida de años de experiencia y competencia, garantía de una intervención adecuada en esta temática, además de los costos personales que implica esta problemática. A pesar de lo expuesto anteriormente (y a diferencia de la exposición ante un riesgo de accidente, del cual existe cierta conciencia preventiva), ante los riesgos psicosociales (donde la exposición a los mismos puede producir daños a la salud igualmente severos), no existe suficiente sensibilidad y sí cierta tolerancia por parte de la mayoría de los actores implicados. Se tiende a percibir como implícito a nuestro rol profesional, cualquier carga psíquica o riesgo psicosocial del trabajo. De hecho, si en el profesional se manifiestan algunos de los síntomas relacionados al desgaste profesional, el resultado tiende a interpretarse en términos de vulnerabilidad individual. Es sumamente importante recalcar que la prioridad en la atención de las personas implicadas en una situación de violencia familiar es cuidar los recursos humanos avocados a dicha tarea, desplegando acciones concretas a favor del profesional, que resguarden su integridad en el desempeño de la labor.


Trabajo de riesgo e insalubre

“Cualquier programa que se declare adecuado en relación a la prevención y tratamiento de la violencia familiar debe tener en su interior un dispositivo para despertar, promover, mantener y proteger la implicación ética y política de los profesionales que lo conforman. Descuidar a los profesionales implica una doble violencia: hacia ellos mismos y, por ende, hacia las familias que éste protege”4. Lo manifestado con anterioridad resulta más significativo aún cuando quedan expuestas las particularidades de la intervención profesional de quienes se desempeñan en la Dirección de Violencia Familiar. Por tal motivo, en el transcurso de este trabajo se presentarán no sólo las condiciones de insalubridad y los factores de riesgo que afectan a todas las áreas de la misma, sino también a cada una de ellas en su especificidad.

El desgaste emocional puede ser definido como un agotamiento progresivo, a nivel físico y psicológico, asociado a la demanda emocional propia del trabajo con personas en situación de extrema necesidad, dependencia o sufrimiento. Las manifestaciones mas frecuentes de desgaste emocional son: • • • • • • • •

Cansancio físico y mental Sensación de incompetencia Tensión e irritabilidad Ansiedad y angustia Impotencia y frustración Desanimo y falta de motivación Alteraciones del sueño y del apetito Síntomas físicos tales como: dolor de cabeza, tensión muscular en el cuello o espalda, trastornos digestivos • Mayor vulnerabilidad a todo tipo de enfermedades

III. Marco teórico

Por su parte, Graciela Tonón6 agrega a esta serie de manifestaciones otras que son importantes de rescatar: • Situaciones de tensión con familiares o amigos • Aumento del consumo de alimentos, medicamentos, alcohol o tabaco • Actividades para escapar de la realidad: por ejemplo compras compulsivas.

Según Ana María Arón , una crisis es el estado de desorganización producido por el impacto de una situación que altera la vida y que sobrepasa la capacidad habitual de las personas para enfrentar problemas. “Estas situaciones son conocidas como eventos críticos, es decir, situaciones que generan un gran estrés, debido a que exceden el rango de experiencias humanas habituales.” En este sentido, intervenir en crisis implica estar en contacto con personas afectadas por situaciones que generan un alto impacto emocional, lo cual conlleva una gran tensión y sobrecarga para las personas que se desempeñan en este ámbito, exponiéndolos a importantes riesgos emocionales. 5

Lo anteriormente expuesto esta contemplado como los efectos que produce el Síndrome de Burn-out (o del profesional “quemado”), el cual hace referencia al estrés crónico de aquellas profesiones de servicios que se caracterizan por una atención intensa y prolongada con personas que están en una situación de necesidad o de dependencia. Se trata de un proceso en el que

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Trabajo de riesgo e insalubre

se acumula un estrés excesivo por una desproporción entre la responsabilidad, la capacidad de recuperación y la gratificación del individuo. Está compuesto por tres dimensiones: Cansancio o agotamiento emocional: caracterizado por una progresiva pérdida de las energías vitales y una desproporción creciente entre el trabajo realizado y el cansancio experimentado. Las personas se vuelven más irritables, aparece la queja constante por la cantidad de trabajo realizado y se pierde la capacidad de disfrutar de las tareas. Deshumanización o despersonalización: se trata de un modo de responder a los sentimientos de impotencia, indefensión y desesperanza personal. En lugar de expresar estos sentimientos y resolver los motivos que los originan, las personas muestran una fachada hiperactiva que incrementa su sensación de agotamiento. Abandono de la realización personal: se produce una progresiva pérdida de los ideales y, fundamentalmente, un creciente distanciamiento de actividades familiares, sociales y recreativas. Autoreclusión. “Los profesionales que atienden victimas de violencia familiar son ellos mismos victimizados por las instituciones en las cuales se desempeñan. En nuestro país a las características que describe el síndrome del profesional quemado (burn-out), podríamos agregarle otras, que son productos del macrosistema en el cual se desarrolla el operar de las instituciones que intervienen. Y esto es tan así que en varias oportunidades el

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tiempo que utilizamos en efectuar las mediaciones institucionales necesarias en la resolución del caso, supera el tiempo que invertimos directamente en la atención del mismo”7. En este punto cabe destacar el aporte de María Dolores Peris8, quien pone de manifiesto que las conclusiones de diversas investigaciones, afirman que la mayoría de las disfunciones que vivencian los profesionales implicados en atención de personas en crisis (según lo ya descripto), como serian las victimas de violencia familiar, se explican por una limitación de la capacidad cognitiva. La necesidad de vigilar y reorganizar ambientes con diferentes grados de caos, anomia y hostilidad exige una continuada dedicación de gran parte de la capacidad cognitiva para comprenderlos y/o controlarlos, motivo por el cual se ocupa su reducido espacio en esta tarea, mermando así la capacidad de la memoria de trabajo. “Lo anterior obliga a realizar las tareas en situación de sobreesfuerzo continuado, incrementándose así los riesgos de accidentes y errores, además de producir los consabidos desgastes que afectan al organismo del trabajador con la larga lista de deterioros fisiológicos en gran medida irreversibles, por tener su origen en el desgaste por sobrefatiga neurológica” Queda de manifiesto entonces que estamos hablando de una sobrecarga de tareas cognitivas por encima del límite de la capacidad humana y, en este sentido, es que se puede aseverar que la obligación de trabajar sin la exigida dosificación es equivalente a exigir un trabajo muscular o de resistencia por encima de la capacidad muscular, respiratoria o cardiaca. “Porque si es conocido el límite de estos órganos físicos, igualmente es conocida la limitación neurológica, con el agravante de


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que la reposición neuronal es, hoy por hoy, prácticamente irreversible”. Lo que resulta indiscutible es que estos ámbitos de trabajo exigen al individuo una sobrecarga de la memoria a corto plazo o de trabajo por encima de sus limitaciones naturales, bien por exigirle una sobreatención, bien por tener parte de esta capacidad ocupada en la vigilancia de un ambiente hostil o en la búsqueda de soluciones a conflictos continuados. “En definitiva, la estructuración del caos que provoca la anomia o cualquier otra actividad que reduzca la capacidad de atención natural y obligue a cumplir con las tareas habituales en situación de stress, está provocando un traumatismo neurológico que es TOTALMENTE FÍSICO. Las neuronas, sus conexiones y los metabolismos implicados en su actividad no son ni intangibles ni irreales, si consideramos las consecuencias igualmente físicas que se siguen de su deterioro”. Por tanto la disyuntiva que se establece entre efectos, lesiones o daños físicos y psicológicos es inadmisible si consideramos que no nos estamos refiriendo a categorías desvinculadas. Es en este punto, donde se pueden advertir las falencias de la mayoría de los marcos jurídicos laborales, los cuales sólo toman en consideración los riesgos físicos y omiten la consideración de los riesgos psicosociales. También es importante destacar lo que diferentes teóricos han designado como Traumatización Vicaria. Como afirma Eduardo Cazabat “Traumatización Vicaria, estrés traumático secundario, o desgaste por empatía, son estos términos los que se han venido usando para nombrar el estrés post-traumatico sufrido por terapeutas, o cualquier otro profesional o trabajador involucrado en el manejo de situaciones

altamente estresantes y/o traumatizantes. Charles Figley acuño en 1995 el término Compassion Fatigue: Desgaste por Empatía. En ingles compasión significa sentimiento de profunda empatía y pena por otro que esta sufriendo, acompañado por un fuerte deseo de aliviar el dolor o de resolver sus causas. Y tal como resalta Figley, la capacidad de compasión y empatía parece estar en el centro mismo de nuestra capacidad para realizar el trabajo con nuestros consultantes, y al mismo tiempo en nuestra capacidad para ser lastimados por el trabajo” 9. A partir de la década del 80, sustentado en los movimientos pacifistas y en los movimientos contra la violencia domestica y sexual ha crecido el interés en el trauma psicológico, sus consecuencias y tratamiento. En el año 1980 se incorpora al DSM-III el diagnostico de trastorno por estrés post-traumático, reingresando así oficialmente en el campo de la psicología y la psiquiatría el concepto de trauma psicológico. Y aunque las reacciones psicológicas frente a hechos traumáticos han sido observadas desde hace aproximadamente un siglo a raíz de los estudios realizados sobre los efectos psicológicos en los soldados luego de la Primera Guerra Mundial, han caído mas de una vez en el olvido. Con la aparición del DSM-IV se produce un cambio de paradigma, poniendo el acento, no tanto en la calidad del hecho traumático, sino que lo determinante, radica en la reacción que tenga la persona expuesta. Es decir que si el individuo ha experimentado, ha presenciado o se ha enterado de “acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás y la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensivo” y como resultado

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de ello experimenta además tres clases de síntomas: • Reexperimentación del hecho traumático • Evitación y embotamiento psíquico • Hiperactivación Cuando se presentan estos trastornos se cataloga como Estrés Post-Traumático. Eduado Cazabat considera que es suficiente motivo para desarrollar un estrés post traumático el haber presenciado o haberse enterado de acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás. Vale decir, que el profesional esta continuamente expuesto a presenciar o enterarse de estos acontecimientos en la narración y vivencia de las personas que sufren violencia.

IV. Marco legal y jurisprudencia En España, la actual Ley de Prevención de Riesgos, al reconocer la organización y la ordenación del trabajo como condiciones susceptibles de producir riesgos laborales, incorpora la necesidad de diagnosticar y prevenir los riesgos psicosociales con el objetivo de erradicarlos y ofrecer entornos laborales más saludables. Dentro de los riesgos laborales de carácter psicosocial, el “Síndrome de Burnout” ocupa un lugar destacado, pues se trata de una de las principales consecuencias de las condiciones de trabajo nocivas, fuente asimismo de accidentalidad y absentismo. En este sentido, una sentencia del Tribunal Supremo (26 de octubre del 2000), ratificó la sentencia del 2 de noviembre de 1999 dictada por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma del País Vasco, la cual respaldaba legalmente

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como accidente de trabajo la patología del “Síndrome de Burnout” (en el caso referido, causante de periodos de incapacidad temporal). A partir de esta sentencia se han originado otras, las cuales se han pronunciado en el mismo sentido. También se ha reconocido que los trabajadores de centros de atención de personas con discapacidad deben cobrar un plus de peligrosidad por estar expuestos a condiciones de trabajo susceptibles de originar el “Síndrome de Burnout” (Juzgado de lo Social Nº 1 de Vigo, procedimiento 24/1999; Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, recurso Nº 5302/2001). En nuestro país, la Cámara Laboral de Bariloche pronunció una sentencia judicial en la cual se consideró el “Síndrome de Burnout” como una enfermedad y ordenó a una Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART) a hacerse cargo de la cobertura médica de esta patología considerada moderna, hecho que no cuenta con precedentes en el país. Se trata de un caso particular que impulsó la psicóloga y agente de la Policía de Río Negro, Lidia Maldonado (42), quien trabajó 18 años en la fuerza y comenzó a manifestar los síntomas de la enfermedad en 2006, los que le provocaron incapacidad total para ejercer su trabajo. Según los especialistas, el “Síndrome de Burnout” puede aumentar el nivel de glucosa en sangre, de lípidos y de la hipertensión arterial y, con el tiempo, aumenta el riesgo de infarto de miocardio y de accidente cerebrovascular. La sentencia es la primera en el país que reconoce la patología como una enfermedad laboral. El tribunal rionegrino consideró que la tarea diaria de la mujer, vinculada con la atención de casos de violencia familiar, abuso sexual y asistencia psicológica a los


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V. Condiciones laborales de las areas de la dirección de violencia familiar:

internos de la alcaldía, afectó su salud en la medida en que comenzó a manifestar “episodios frecuentes de crisis de angustia”, además de depresión, ideas de culpa y peyoración de la propia existencia. La comisión médica y los peritajes determinaron la patología, sin embargo, la ART Horizonte negó que ésta pudiera ser reconocida como enfermedad laboral, debido a que no se encontraba incluida en el listado de patologías profesionales elaborado por el Poder Ejecutivo Nacional, reglamentado mediante la ley de riesgos de trabajo. El juez en lo laboral que intervino en esta causa, Juan Lagomarsino, expresó: “... hay que ver cada caso concreto, ya que se presenta un componente psicológico y no biológico…” Asimismo, el magistrado opinó que, a su criterio, “hay una resistencia cultural” que evita reconocer este tipo de enfermedades laborales y agregó que “tal vez exista un temor a que haya un abuso por parte de los trabajadores, pero para eso están las juntas médicas para que determinen que el caso sea real”. En la actualidad ha sido aprobada una nueva Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, en la cual en su capitulo VI, Art. 13 hace referencia a los equipos interdisciplinarios y a la protección de los mismos: “Los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones para ocupar los cargos de conducción y gestión de los servicios y las instituciones, debiendo valorarse su idoneidad para el cargo y su capacidad para integrar los diferentes saberes que atraviesan el campo de la salud mental. Todos los trabajadores integrantes de los equipos asistenciales tienen derecho a la capacitación permanente y a la protección de su salud integral, para lo cual se deben desarrollar políticas específicas”.

• Constatación • Asistencia • Servicio telefónico El contenido de los relatos que escuchamos y el contacto permanente con el dolor característico de las víctimas de violencia en el momento en el cual éstas son atendidas, implican para el profesional la realización de un esfuerzo excesivo. Es imprescindible lograr una actuación que mantenga una tensión dialéctica entre el acercamiento y la distancia. El objetivo es conseguir la presencia conjunta de una posición crítica que no sea devaluadora y una posición cercana que sea empática y comprensiva, evitando tanto la sobre implicación como el rechazo. Por otra parte, las personas victimas de violencia que asisten a la institución, se encuentran en su gran mayoría, atravesando situaciones estructurales de carencias socioeconómicas que nos ubica en una situación de impotencia por la escasez de recursos para la resolución de la misma. Otra característica de la población que también nos deja en un lugar de inermidad, es la impulsividad que generalmente presentan las personas que ejercen violencia, dejando a los profesionales siempre expuestos a ser agredidos físicamente; como así también los efectos que causa la manipulación psicológica desplegada por estas personas, generando un estado de tensión y de alerta permanente, provocando finalmente desgaste emocional y cognitivo.

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Constatación El Art. 20 de la Ley Nº 9283 promueve la creación de una Unidad de Constatación: “En toda cuestión de violencia familiar, además de las medidas previstas en la legislación vigente, el Juez -de oficio, a petición de parte o del ministerio publicodeberá disponer todas las medidas tendientes a la protección de la vida, la integridad física o emocional de la victima, la libertad y así como la asistencia económica e integridad patrimonial del grupo familiar. Para este fin se crea la Unidad de Constatación”. “El equipo de constatación es un equipo profesional que se especializa en una evaluación de riesgo, que tiene como característica principal la presencia en el lugar de los hechos y el relevamiento de la situación actual, teniendo en cuenta los antecedentes pasados”. El objetivo del Equipo de Constatación, es la evaluación de riesgo sobre una determinada situación de violencia denunciada. La particularidad de la labor reside en una valoración que se realiza con una orden judicial, que emana la mayoría de las veces de un Juzgado de Familia. Dicha evaluación de riesgo se lleva a cabo en el o los domicilios de los involucrados. De esta manera las tareas desarrolladas se centran en: • Protección tanto física como psicológica de las personas que sufren violencia. • Posibilidad de quien sufre violencia de ser escuchada/o por primera vez, por un profesional idóneo, que no solo estuvo atento a su relato, sino que realizó contención. • Envío al Tribunal interviniente de un informe a fin de revertir la situación que la víctima está viviendo; que

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en muchas ocasiones es de prolongada historia. • Asesoramiento a las personas involucradas sobre las distintas medidas que prevé la ley. • Información a los involucrados de la asistencia y abordaje psicológico, social y legal que de la problemática se realiza desde la Dirección de Violencia Familiar y que deviene en el acercamiento de los mismos a solicitar asistencia, lo que se traduce en un reconocimiento de las situaciones y un fortalecimiento de modelos de comunicación que eviten nuevos hechos de violencia. Ahora bien, considerando los aspectos mencionados anteriormente, es que nos adentraremos en adelante en algunas precisiones ligadas a experiencias concretas que dan cuenta de la exposición psicofísica de los profesionales. Claro está que el abordaje in situ de esta problemática, difiere absolutamente de cualquier tipo de intervención desarrollada al interior del espacio edilicio de las instituciones públicas, principalmente por no estar al resguardo de las mismas frente a cualquier imprevisto. La exposición de la que hablamos hace referencia a un cúmulo de riesgos implicados en el actuar profesional, teniendo en cuenta que nos constituimos desde una institución judicial, significada desde la población como expresión del control social, e irrumpimos en la dinámica familiar, las mas de las veces, poniendo en cuestión modos de relacionamiento, posiciones de poder, etc. Detallamos y ejemplificamos a continuación lo que a nuestro entender termina de definir lo que denominamos trabajo insalubre y de riesgo y que en algunos casos ha sido considerado desde este u otros planos de gobierno, como tal:


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• Ingreso a barrios considerados de alto riesgo. La población sobre la que mayoritariamente se trabaja está centrada en zonas consideradas riesgosas, hecho que en numerosas oportunidades ha generado situaciones cargadas de agravios hacia los profesionales y en algunos casos hacia choferes; por ejemplo: asalto a mano armada a las profesionales y secuestro temporario de un chofer, quebraduras de falanges de una mano a raíz de una piedra disparada por vecinos, arrojo de piedras y losetas sobre profesionales, insultos, amenazas de muerte, persecuciones, entre otras cosas. Este riesgo se objetiva también cuando en numerosas oportunidades el propio personal policial de la zona recomienda no ingresar por la peligrosidad del barrio, lo cual para los profesionales se hace imposible ya que se debe cumplir con lo solicitado en el oficio y por la demanda de atención de la problemática. Asimismo, la accesibilidad no solo se puede ver afectada por la población de dichos zonas de alta peligrosidad sino también por las condiciones urbanísticas de las mismas, como son caminos angostos, sendas, pasajes, pasillos, etc. donde no se puede ingresar con vehículos, lo que ocasiona que los profesionales tengan que hacerlo caminando. En el caso de las zonas rurales, es usual que el oficio de referencia mencione datos imprecisos, dificultando la localización del o los domicilios, obligando a los profesionales a transitar por terrenos desolados y en numerosos casos dificultosos sin medios de comunicación alguna. A ello se le suma, la lejanía de este lugar respecto de otras viviendas, instituciones, etc., a donde dirigirse en caso de emergencia o riesgo. Más allá de la cuestión geográfica y de accesibili-

dad a ciertos barrios considerados de alto riesgo, cabe aclarar nuevamente que la problemática en que se interviene por sí misma implica una exposición a diversas situaciones de riesgo. Desde el Ministerio de Educación de esta Provincia se ha entendido que el desempeño de actividades en áreas de este tipo (urbano marginales) significa un riesgo para los profesionales, aspecto que amerita ser reconocido económicamente, razón por la cual ha sido incluido dentro de lo que se denomina zonas desfavorables ampliando esta categoría antes vinculada solo a condiciones de accesibilidad geográfica. • Defensa ilimitada de los vecinos y/o familiares de las personas destinatarias de nuestra intervención, que en momentos llegan a atentar físicamente contra los constatadores. Ejemplos: persecución del automóvil ministerial que traslada a los profesionales, obstrucción del tránsito, etc. Es necesario dejar sentado que en la práctica, esta tarea que demanda para los profesionales un promedio de 30 minutos, tiene la contrapartida de significar para los mismos una alta exposición a situaciones extremas; además de lo señalado anteriormente: • Posesión de armas de fuego de algunos de los involucrados: reglamentarias, de guerra; y armas blancas como cuchillos, navajas, etc. • Actitudes intimidantes y amenazantes: en muchas ocasiones las entrevistas en el domicilio se realizan con la presencia de objetos contundentes y/o bajo circunstancias de amenazas o agresiones verbales que dificultan el desarrollo de la entrevista o bien la misma debe ser anulada ante la imposibilidad de establecer un diálogo con la persona.

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Ejemplos: una de las personas entrevistadas rompía botellas de vidrio sobre un tambor al frente de los profesionales y mostrando partes rotas de las mismas; persona que golpeaba con un cuchillo sobre la mesa durante las preguntas formuladas; negación a ser entrevistados haciéndolo de manera agresiva y echando del lugar a los constatadotes, etc. • Población psiquiátrica: Para mencionar algunos ejemplos de población psiquiátrica, en numerosas oportunidades se han entrevistado personas con sintomatología compatible con psicosis aguda (agitación, delirios, alucinaciones, alteración del ciclo biológico, comportamientos que no miden consecuencias, estado anímico eufórico, exaltado o expansivo con tendencia a la irritación o a la actuación, etc.), como así también con sintomatología que puede configurar lo que se denomina un cuadro de agitación violenta; en el mismo la persona “se presenta de forma amenazante o con historia de haber cometido un acto violento o agresivo. La agitación y la agresión pueden ser el resultado de un trastorno medico, neurológico o mental”.10 • Estados de alcoholismo y drogadicción presentes en los entrevistados: Es importante aclarar que los profesionales en ocasiones se encuentra a personas en estado de ebriedad o con signos de ingesta de algún tipo de drogas/s, lo que posibilita que el sujeto posea un menor control de sus impulsos. Se puede hacer referencia a hechos como: avalanzamiento sobre los profesionales encontrándose en estado de ebriedad, actitudes agresivas, se muestran más cargosos, con actitudes obscenas sobre los profesionales, etc. Cabe agregar que los profesionales trabajan, además

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del turno mañana y tarde y los fines de semana. En este último turno consideramos que aumenta el riesgo al que los mismos están expuestos, ya que son los días y horarios de mayor consumo de alcohol y drogas. Algunos aspectos a considerar en la realización de las entrevistas es que los profesionales intervinientes no conocen a priori el cuadro gnoseológico de los entrevistados. Además el ambiente donde se realizan las entrevistas no ofrece condiciones de seguridad recomendadas para el abordaje de este tipo de problemáticas. Si a esto agregamos que los profesionales irrumpen en el domicilio sin previo aviso, que los implicados en ocasiones desconocen que han sido denunciados y la relevancia que tiene la entrevista para el futuro cercano de los entrevistados, podemos pensar que la situación se configura de alto riesgo. • Falta de colaboración, NEGLIGENCIA e INOPERANCIA, de algunas dependencias policiales y su personal: lo que supone una deficitaria formación y falta de responsabilidad en los efectivos policiales para afrontar y acompañar a los profesionales durante los procedimientos judiciales (como exclusiones de hogar, retiro y/o traslado de niños, negación de entrar en ciertas zonas de la ciudad, etc.); agregando a esto la dificultad para disponer de recursos materiales para ello (móviles policiales y personal idóneo). • Acceso indiscriminado por parte de los involucrados a los informes, evaluaciones, sugerencias y nombres de los profesionales actuantes. En reiteradas oportunidades se emiten, por parte de los Jueces intervinientes, notificaciones a los


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involucrados de las medidas tomadas, fundamentadas en las sugerencias de los profesionales con los nombres de éstos, lo cual expone explícitamente a los mismos ante el denunciado. Ejemplo: “atento a lo sugerido por la Lic…………………y el Lic…………………… en el informe emitido por hechos de violencia familiar se ha dispuesto....”. Así podemos mencionar la demanda casi diaria de personas, víctimas y victimarios, que se presentan en la institución solicitándonos y preguntando el porqué no se lleva a cabo tal o cual medida y muchas veces haciéndonos responsables de lo que les pueda suceder, constituyéndose esto también en una amenaza. • Agresiones físicas directas y amenazas de muerte y de otra índole: las amenazas y agresiones verbales a los profesionales que concurren al domicilio de los involucrados son una constante durante y pos constatación; como así también fuera del horario y lugar de trabajo. Asimismo la fácil localización de los profesionales en su lugar de trabajo y/o lugares próximos a la Dirección de Violencia Familiar para algún tipo de represalias. Ejemplo: auto de un particular armado estacionado afuera de la Dirección de Violencia Familiar esperando la salida de los constatadores, amenazas de muerte de un profesional en un lugar de esparcimiento público, etc. Por otro lado, se puede mencionar como ejemplo de estos hechos la toma de uno de los profesionales del brazo dejándola inmovilizada, empujones contra la pared a fin de arrinconar, encierros en el domicilio dejando las puertas con llave por un largo tiempo, etc.

• Personas de alta peligrosidad: entrevistas a personas con antecedentes penales por homicidios a familiares y a otras personas, por robo calificado, por delitos contra la integridad sexual a niñas/os y adultos, con antecedentes de exclusión por hechos de violencia familiar, de secuestros, en condición de libertad condicional, prófugos de la cárcel, con custodia policial, personas involucradas en el tráfico de drogas y personas vinculadas a las fuerzas policiales, de seguridad y militares. • Condiciones ambientales: en numerosos casos se desarrolla la constatación en condiciones de insalubridad. • Exposición a accidentes de tránsito: la circulación en la vía pública, expone a los profesionales a posibles accidentes de tránsito provocando la muerte o lesiones de diferente grado. En el caso del equipo de constatación se han suscitado tres accidentes de tránsito a la fecha. Teniendo en cuenta que estas situaciones ocurren diariamente y que la Institución no cuenta con ningún tipo de terapia psicológica es importante remarcar que los profesionales se encuentran en un estado de indefensión total y con un altísimo riesgo de contraer patologías diversas tanto físicas como psicológicas.

Asistencia ASISTENCIA INSTITUCIONAL: es la atención interdisciplinaria de los sujetos involucrados en situaciones de violencia familiar. Está compuesta por las siguientes áreas, a saber:

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• • • •

Administrativa Social Psicológica Legal

Actividades desarrolladas por cada area de asistencia. Asistencia es la atención específica, tendiente a apoyar a las personas en situación de crisis y posible comienzo de un proceso de cambio, frente a la violencia familiar. La asistencia integral incluye la atención psicológica, el asesoramiento legal y la asistencia social que promueven la adopción de medidas necesarias para interrumpir la violencia. El horario de atención al público actualmente es de Lunes a Viernes de 08:00 a 20:00 hs. • AREA ADMINISTRATIVA: Atención al Público: está encargada de la recepción de las personas que asisten a la Dirección, sea por demanda espontánea o derivada por los Tribunales con competencia en materia de Violencia Familiar, policía, u otras organismos públicos, privados y comunitarios; derivación a los profesionales del Equipo Técnico. Esta área diferencia la demanda de los ciudadanos y, en su caso, deriva a otras instituciones cuando no se trata de situaciones de violencia familiar. El personal abocado a esta tarea debe brindar escucha (libre de prejuicios) y contener hasta la atención por parte del/los profesional/es. También existe personal especializado del área para la toma de Denuncia Ley N° 9283 – D.R. N° 308/07 – Anexo 2. • AREA SOCIAL: realiza la primera entrevista con la persona que ingresa a la Dirección.

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Los ejes de dicha entrevista son: escucha atenta, detección de la demanda expresa de la persona, indagación acerca de si hubo intervenciones previas, judiciales o no. Trabaja en conexión con otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, a modo de interconsulta o trabajo interinstitucional, como así también en la derivación pertinente de la persona asistida en la Dirección. Maneja los diferentes recursos materiales a fin de que pueda acceder la persona involucrada en situaciones de violencia familiar urgentes. Realiza el seguimiento de casos una vez que se han adoptado distintas medidas, por vía judicial o administrativa (Dirección, cuya modalidad es el trabajo interdisciplinario). Realiza informes de evaluación de riesgo de la persona, por oficio judicial. Pone en conocimiento a la Justicia, tras la evaluación de riesgo efectuada por el profesional, en forma escrita o telefónica, los casos de urgencia que así lo ameriten. En casos de alto riesgo, se realiza la evaluación para un posible alojamiento de la persona que se acerca y miembros de su grupo familiar, separando de esta manera a la persona que ejerce violencia, y por ende disminuyendo el riesgo. Para esto se evalúan los recursos reales, tanto económicos y sociales, con los que la persona cuenta. En situaciones similares pero de menor riesgo se realiza la evaluación y derivación de las personas a organizaciones de alojamiento y/o acogimiento. • AREA PSICOLOGICA: la violencia familiar para con las personas que la sufren y la ejercen (mujeres, niños/adolescentes y hombres) es abordada desde distintas modalidades, a saber: individual y grupal, respetando la especificidad de cada caso y trabajando con protocolos diferenciados. Realiza la aten-


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ción en crisis de las personas que concurren a la Dirección. También realiza la primera entrevista, ya que puede evaluar el riesgo en que está inmersa la persona asistida. Realiza la confección de informes sobre tratamiento y evolución de las personas asistidas en la Dirección, ordenados por el Poder Judicial. Pone en conocimiento a la Justicia, situaciones de violencia familiar. • AREA LEGAL: se encarga del asesoramiento específico sobre los dispositivos y acciones legales a realizar en materia de violencia familiar. Atiende consultas jurídicas requeridas por el personal de la Dirección. Se comunica personal o telefónicamente con los distintos fueros del Poder Judicial (Familia y Menores) y Ministerio Público (Unidades Judiciales y Fiscalías de Instrucción). Realiza la primera entrevista y evalúa riesgo. Maneja expedientes administrativos. Controla la formalidad legal de los distintos instrumentos jurídicos que realiza la Dirección (informes, denuncias, notas a diferentes organismos públicos y privados). Toma la Denuncia Ley N° 9283 – D.R. N° 308/07 – Anexo 2.

centros u organismos, implicando una primera entrevista, en la cual el profesional debe dilucidar la competencia de la intervención. A esto se suma personas que se presentan de manera esporádica para diversas consultas, solicitando la atención del profesional por ellos reconocido. Por otra parte la atención a situaciones de crisis, presentadas por personas que asisten de manera sostenida como por primera vez. Todo esto lleva a que sea muy dificultoso poder organizar las intervenciones, armar una agenda de actividades, desorganizando al profesional, en una intervención que como se ha dicho más arriba de por si a nivel cognitivo desorganiza. • Agresiones físicas directas y amenazas de muerte y de otra índole: Cuando el personal de asistencia (profesionales y administrativos) intervienen en forma directa en la atención cara a cara, quedan peligrosamente expuestos a agresiones físicas y verbales, debido a que muchas veces las personas asistidas en esta problemática tienen dificultades en el control de sus impulsos, incurriendo en amenazas y/o intimidaciones. • Población psiquiátrica y estados de alcoholismo y drogadicción presentes en los entrevistados: Cuando los asistidos presentan trastornos psiquiátricos o síntomas visibles de estar bajo efectos de drogas o alcohol, puede implicar peligrosidad para si y para terceros. En varias oportunidades estas personas y/o sus familiares irrumpen en los consultorios como así también en otros espacios privados de la institución, que no están destinados a la atención al público, sino al trabajo interdisciplinario del área asistencial. • Acceso indiscriminado por parte de los involu-

En el área asistencial los profesionales que conforman ese espacio de intervención se encuentran frente a una permanente exposición a situaciones de riesgo e insalubridad laboral, lo cual lleva a sufrir en reiteradas oportunidades trastornos psicosomáticos tales como: contracturas musculares, cefaleas, trastornos gastrointestinales, trastornos de ansiedad, debido a que la tarea desempeñada reviste ciertas características como las que a continuación pasamos a describir: • Sobredemanda de atención: Las personas son derivadas de manera indiscriminada por diversos

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crados a los informes, evaluaciones, sugerencias y nombres de los profesionales actuantes: Ser la cara visible de un proceso que puede implicar situaciones extremas como por ejemplo la exclusión de un denunciado, la pérdida de la tenencia de padres respecto a sus hijos, o modificaciones en regímenes de visita establecidos por la justicia, trae aparejado intimidaciones y presiones de los involucrados, familiares o profesionales de otros ámbitos (por ej: abogados particulares). En este sentido es dable mencionar que en muchos casos estas personas y sus patrocinantes tienen acceso a expedientes judiciales donde se encuentran informes elaborados por profesionales de la dirección quedando nuevamente expuestos a situaciones de riesgo y represalias. • Desgaste emocional y cognitivo: Tal como fue expuesto en el Marco Teórico, el desempeño de los profesionales queda afectado por las características que generalmente presentan las victimas: síntomas depresivos, vulnerabilidad material y socioeconómica, dependencia, no visualización del riesgo que atraviesan, entre otras. Como así también la atención de personas que ejercen violencia produce desgaste intelectual debido a los rasgos psicopáticos que estos presentan. • Personas de alta peligrosidad y actitudes intimidantes y amenazantes: Durante la atención a personas con un perfil violento, se genera en sus interlocutores angustia y temor. Necesidad de realizar psicoterapia individual: Todas las personas que trabajan en esta problemática tienen la necesidad de realizar psicoterapia individual fuera del ámbito laboral, implicando esto inversión de tiempo y dinero extra.

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• Tareas inespecíficas e inadecuadas: Debido a que la problemática de violencia implica trabajar con urgencias, el personal del área administrativa muchas veces debe atender a personas en situación de crisis aun cuando ésta no es su tarea especifica, y no están formados para ello. • Decisiones individuales en urgencias. El trabajo con situaciones de urgencia lleva a tomar decisiones individuales que pueden resultar trascendentales para la vida de las personas atendidas. Esto implica una sobrecarga para el profesional interviniente. Falta de colaboración, negligencia e inoperancia: El contacto con otras instituciones que carecen formación en esta problemática genera desgaste en el equipo al momento de intervenir. Desgaste de las relaciones interpersonales entre los miembros del equipo: Trabajar constantemente en estado de alerta y tensión, repercute en las relaciones personales dentro del ámbito laboral.

Servicio telefonico En primer lugar, creemos que es menester definir en rasgos generales la función del operador telefónico. El operador/a telefónico, es aquel trabajador/a que desempeña tareas de atención, recepción y/o emisión de conexiones telefónicas y/o telemáticas, durante un mínimo de tres (3) horas diarias en forma continua, realizando entre otras, tareas de atención, contención, información, asesoramiento, etc. A continuación delinearemos los puntos o aspectos por los cuales creemos que el desempeño de tareas en el Servicio Telefónico de la Dirección de Violencia


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Familiar expone a sus operadores a un riesgo considerable y por ende, debe ser reconocido como trabajo en riesgo y trabajo insalubre. En relación a las condiciones laborales se afirma lo siguiente: En relación a este punto es necesario distinguir la especificidad de la tarea llevada a cabo por los operadores/as de este 0 800. Los tiempos de descanso entre un llamado y otro no son manejados por el/la operador/a sino que son en relación a la demanda; lo que significa que en algunas oportunidades el lapso de tiempo transcurrido entre un caso y otro nuevo es muy escaso (menor a cinco minutos). No se trata de atención planificada con turnos o conocimiento de la persona que recibirá dicha atención, lo que permitiría al operador preparase de alguna forma, o contar con datos y antecedentes. En estas oportunidades el tiempo es escaso para que el/la operador/a pueda recuperarse del caso estresante que acaba de escuchar. Sin mencionar el desgaste que implica el solo hecho de tener que absorber toda la información por el único sentido de la audición y de que la duración de los llamados en la mayoría de los casos supera los diez minutos y en algunos alcanzan los cuarenta minutos. Estos puntos serán ampliados más adelante. • Atención de pacientes psiquiátricos: el 0 800 está planteado como una línea que atiende consultas acerca de violencia familiar pero también se trata de una línea anónima y gratuita y por ello queda a disposición de toda la población. Por lo tanto ingresan, entre otros, llamados de personas que en realidad necesitan atención psiquiátrica. Los/las operadores/ as están preparados para contener, informar, ase-

sorar y receptar denuncias en relación a violencia familiar, también cuentan con una importante base de datos para efectuar derivaciones en aquellos casos que no competen a nuestra institución. Pero no cuentan con los elementos para distinguir patologías psiquiátricas y sus distintas modalidades. Es decir, que el/la operador/a si bien puede sospechar que existe una patología de base, por su modalidad discursiva, no tiene los elementos para manejar la situación ni puede cortar la comunicación. Estos llamados suelen durar más de 30 minutos. Esto forma parte del quehacer diario de los/las operadores/as y es imposible predecir de antemano si quien efectúa la llamada se incluiría en este grupo, así es que la atención de estas personas genera mucho mayor desgaste psíquico y esfuerzo mental por parte del operador. • En relación al horario nocturno: abarca los horarios nocturnos de 19:00 a 01:00 hs. y de 01:00 a 07:00 hs. En estos horarios hay escaso movimiento de gente en la calle y el edificio se encuentra ubicado en una zona considerada como “roja” por ello los/ las operadores/as están expuestos a mayor riesgo de robo y diversos delitos. En lo fáctico ya han habido varios episodios de robos y compañeras que fueron perseguidas desde la parada del colectivo hasta el trabajo con todo el perjuicio material, económico y psicológico que éstos implican. • El fundamento sanitario: Múltiples estudios dan muestra del impacto negativo del trabajo nocturno en diversas áreas de la vida. Según estudios de la unidad del sueño del Instituto de Dexeus de Barcelona, las personas que trabajan de noche tienen el 40 por ciento más posibilidades de sufrir trastornos

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neurológicos, digestivos y cardiovasculares. Así mismo estos estudios concluyen que los trabajadores nocturnos pierden 5 años de vida por cada 5 trabajando en este turno. Las tasas de divorcio son 3 veces mayores que los que trabajan de día y el 90 por ciento de los accidentes laborales más graves ocurren en le turno de noche. Entre los problemas de salud que acarrea el trabajo nocturno figuran insomnio, irritabilidad, angustia, depresión, los ataques de pánico, el estrés crónico, la adicción al uso de tranquilizantes o estimulantes, entre otros. Se afirma además que si bien una persona puede dormir de día sus ocho horas completas, este sueño no es reparador debido a que los ritmos biológicos naturales del organismo coinciden justo con el día y la noche. En el caso de las personas mayores, esto se agudiza más, ya que tienen menor capacidad de adaptación que los jóvenes. • Riesgo de contraer enfermedades físicas: algunas resultan como consecuencia del trabajo en horarios nocturnos y otras se relacionan con la angustia que provoca la atención telefónica. Entre las primeras podemos mencionar que varios operadores/as telefónicos que trabajan ya hace tiempo en el servicio han sufrido trastornos gástricos: gastroenteritis, gastritis y reflujos gastroesofágico, algunos gastroenteritis crónicas y otros gastritis que no han visto ninguna mejoría hasta la fecha. Todas estas enfermedades están previstas médicamente como efectos comunes del trabajo nocturno. También hay agentes que han experimentado bajas importantes en sus defensas, por tal causa han estado enfermos por mucho tiempo con distintas patologías, primero de tipo respiratorias (faringitis, gripe, anginas) y

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luego enfermedades digestivas sin recuperarse de manera satisfactoria por el transcurso de dos meses. Entre aquellas enfermedades específicas relacionadas con la atención telefónica se encuentran problemas auditivos tales como enfermedades del conducto auditivo externo y enfermedades del oído interno, hipoacusia, disfonía, nódulos en cuerdas vocales, también trastornos posturales de columna cervical, dorsal y lumbar. • Perturbación psicológica que producen los llamados de violencia con el consecuente riesgo de contraer enfermedades psicosomáticas: en cada llamado de violencia hay una carga emotiva muy grande que el operador debe absorber para poder contener a la persona que llama; muchas veces la misma se puede encontrar en una situación límite, en estado de crisis. La temática es compleja y a ello se agrega que quien llama no se encuentra en una situación “cara a cara” con el operador; lo cual provoca en el mismo un mayor stress y aumenta el nivel de ansiedad. Quien llama puede demandar una resolución inmediata a su problema y, en muchas ocasiones, resulta difícil brindar una pronta solución. Esto genera en muchas oportunidades enojo, frustración, disgusto, que es trasmitido al operador en forma de insultos, amenazas y agresiones verbales. A su vez en repetidas oportunidades, se presentan tentativas de suicidios así como amenazas de daños a terceros, frases tales como “yo no soporto mas esto, ya mismo me corto las venas” “si esto sigue así un día me voy a defender y lo voy a matar yo a él”, se escuchan a diario. De este modo, el operador toma conocimiento de


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estas situaciones lo que le genera angustia, culpa, impotencia, frustración, sentimientos con los que tiene que enfrentarse a diario. • Riesgo de persecución por parte de la gente que llama al 0800: Los/las operadores/as del servicio telefónico se exponen a ser agredidos/as físicamente o psicológicamente al momento de ingreso o salida de la institución. Ya que en varias oportunidades se han recibido amenazas por parte de aquellas personas que no obtuvieron la respuesta que deseaban por parte de la institución.

construcción. La amenaza a la integridad y por ende a la propia identidad puede devenir de cualquiera de los ámbitos que circundan y conforman la personalidad, ya que son dinámicas e interactúan mutuamente. Aunque se debe recordar que existen ciertos hechos esperables que producen crisis en la identidad y modifican la personalidad, siendo necesario para la adaptación al medio: son las crisis vitales, necesarias y esperables. La situación se complejiza cuando las amenazas a la integridad es constante, permanente y cotidiana, como en el caso de las personas/profesionales que intervienen o ejercen su rol profesional en problemáticas como la violencia familiar. Este es debido a que en muchas oportunidades la simple amenaza se transforma en un paso al acto, apareciendo las agresiones (verbales, físicas y psicológicas) de manera directas sobre el personal que interactúa con personas que sufren o ejercen violencia. En otras situaciones se produciría una identificación de los profesionales a las personas o familias involucradas generando desajustes permanentes, estrés, malestar, caos organizativo, conflictividad que supera la capacidad de autorregulación, llegando incluso a evolucionar a fenómenos de despersonalización. De todo ello se deduce que el trabajar en la problemática de violencia afecta a los tres ámbitos de la personalidad fundantes y constitutivos de la identidad: el cuerpo, la psiquis y la vida de relación: sintetizando 1). En el cuerpo afecta al aparato digestivo, respiratorio y cardiaco, la piel, los músculos y el cerebro. Provocando perdida de peso o de masa corporal, trastorno en la alimentación y fatiga crónica como indicadores preponderante. 2). En la psiquis afecta alterando los mecanismos de defensa, negación de las emociones, ausencia o perdida de memoria, disminución de la

VI. Conclusiones El intervenir en situaciones de violencia afecta la identidad personal del profesional actuante: La constitución de la identidad personal es un proceso que comienza desde el nacimiento y transcurre por diferentes y sucesivas etapas evolutivas. La carga genética/hereditaria, junto a los diferentes sucesos y vivencias que acontecen en el contexto general y particular del sujeto se van integrando a la estructura psíquica, conteniendo al cuerpo y conformando la imagen corporal. En este sentido a lo largo de la vida humana se construye la personalidad, integrando lo biológico/ fisiológico, lo psicológico/emocional y lo social/cultural, como una continuidad y mismidad a través de espacio y el tiempo transcurrido; tal integridad es el armazón de la identidad. Con el devenir del tiempo, existen hechos, fenómenos, momentos, ya sean internos o externos a la persona que amenazan desestabilizar o desequilibrar la integridad biopsicosocial lograda a lo largo de su

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estima personal y profesional, acompañado por irritabilidad permanente, sentimiento de culpa, desilusión, apareciendo fenómenos de despersonalización y depresión. 3). En lo social provoca ausentismo laboral, abandono personal, disminución de las redes familiares y de amigos (aislamiento y soledad), acompañado por respuestas desproporcionada hacia los demás. Lo arriba mencionado hace alusión principalmente a la sistematicidad de la exposición a situaciones relacionadas a violencia familiar que en un primer momento nos mantienen alerta y expectante pero luego; ante la exposición cotidiana, el cuerpo (físico, psiquis) comienza a responder con todo lo expresado y que está relacionado directamente con trabajo insalubre. A esto se suma el peligro constante del ataque físico y/o verbal en el momento de la intervención, lo cual nos puede exponer a un riesgo de vida en pocos segundos o minutos, riesgo que no podemos predecir ni prevenir ya que es parte de la intervención en esta problemática, lo cual establece el trabajo con esta temática como un trabajo de riesgo. Finalmente cabe hacer referencia a la ineludible responsabilidad del Estado frente a la protección de los trabajadores en su permanente exposición frente a situaciones de riesgo; reconociendo asimismo, política y materialmente, condiciones diferenciales en términos de derechos, vale decir: sistema jubilatorio especial, descansos extra, supervisión externa, abordaje psicoterapéutico, remuneración adecuada a desempeño en tal temática, entre otras. Si el Estado cumple su función de cuidar a los trabajadores, a la vez, de manera sinérgica, se producen consecuencias positivas sobre las personas atendidas y las demás instituciones relacionadas, pues el cuidado

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de la salud, optimiza la tarea. El diseño y ejecución de una política integral de tal índole como es la de “Erradicación de la Violencia Familiar”, necesariamente debería implicar por parte del Estado el abordaje de todos los aspectos atinentes al cuidado de sus equipos de trabajo siendo que son éstos y no otros quienes operativamente y de manera cualificada, se relacionan cara a cara con los sujetos implicados en las situaciones familiares. Son estos y no otros quienes a pesar de todo y a costa de su salud y seguridad reciben sistemática y directamente los embates propios de cada caso abordado. Somos nosotros, los trabajadores directamente involucrados, y no otros entonces quienes en definitiva estamos “en mejor situación para conocer de que manera los riesgos profesionales afectan la vida y la salud de los trabajadores” y es el Estado desde sus distintas esferas y no otro, quien debe embanderarse en la protección de los mismos11.

“La muerte, las invalideces permanentes totales o parciales no son susceptibles de reparación y las indemnizaciones nunca pueden equivaler a la vida humana ni compensar la pérdida de la salud” 12.

VII. Glosario • “Síndrome de Burn-out”: término con el cual se hace referencia al estrés crónico de aquellas profesiones de servicios que se caracterizan por una atención intensa y prolongada con personas que están en una situación de necesidad o de dependencia. Se


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trata de un proceso en el que se acumula un estrés excesivo por una desproporción entre la responsabilidad, la capacidad de recuperación y la gratificación del individuo. Está compuesto por tres dimensiones: Cansancio o agotamiento emocional: caracterizado por una progresiva pérdida de las energías vitales y una desproporción creciente entre el trabajo realizado y el cansancio experimentado. Las personas se vuelven más irritables, aparece la queja constante por la cantidad de trabajo realizado y se pierde la capacidad de disfrutar de las tareas. Deshumanización o despersonalización: se trata de un modo de responder a los sentimientos de impotencia, indefensión y desesperanza personal. En lugar de expresar estos sentimientos y resolver los motivos que los originan, las personas muestran una fachada hiperactiva que incrementa su sensación de agotamiento. Abandono de la realización personal: se produce una progresiva pérdida de los ideales y, fundamentalmente, un creciente distanciamiento de actividades familiares, sociales y recreativas. Autoreclusión. Los factores que contribuyen a la aparición del “Síndrome de Burnout” son los siguientes: Elementos del contexto: se refiere básicamente, al nivel de necesidad emocional de las personas a las cuales se asiste. Mientras más intensas sean las demandas de esas personas y más alto su grado de dependencia del trabajo del profesional, mayor probabilidad de que aparezca. A esto hay que agregarle las condiciones físicas y sociales del trabajo, generalmente poco jerarquizado, con escasos recursos y, adicionalmente, atacado por críticas externas. Condiciones personales: alude principalmente

al deseo de marcar una diferencia con los demás y de obtener resultados brillantes y a un trabajo muy comprometido con el dolor y el sufrimiento. Cuando se potencian las características contextuales y personales, aparecen efectos sobre la salud que se manifiestan en los siguientes niveles: Físicos: fatiga crónica, frecuentes dolores musculares, cefalea, perturbaciones del sueño, pérdida del apetito, disfunciones sexuales. Conductuales: absentismo laboral, incapacidad para vivir de forma relajada, superficialidad en el contacto con los demás, aumento de conductas violentas. Emocionales: aburrimiento y actitud cínica, impaciencia e irritabilidad, distanciamiento afectivo como forma de protección del yo, sentimiento de omnipotencia, desorientación, incapacidad de concentración, sentimientos depresivos. • “Traumatización Vicaria o Estrés Post Traumático Secundario” es una evidencia de la similitud entre los efectos del abuso directo y el de ser testigos de éste. Se trata de un fenómeno de aprendizaje de otros traumas, generado por conocer eventos altamente estresantes y/o traumatizantes experimentados por otros significativos. Señales de “Traumatización Vicaria o Estrés Post Traumático Secundario” en el trabajo con víctimas de violencia familiar: • Sentimientos de angustia hacia la persona • Impaciencia cuando cuenta su propia historia • Sobrepreocupación por su seguridad • Apatía con el agresor • Tristeza por no ser un buen profesional • Persuadirla de que lo que uno piensa es mejor.

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VIII. Bibliografía consultada

a otros. Guía para el autocuidado de quienes trabajan en el campo de la violencia intrafamiliar”. Organización Panamericana de la Salud. Programa mujer, salud y desarrollo. San José, Costa Rica. 1999. • Giberti, Eva. Psicóloga y Trabajadora Social. UBA. Coordinadora del Programa “Las víctimas contra las violencias.” • Peris, María Dolores. Catedrática de Sociología Universidad de Barcelona. • Tonon, Graciela. “Maltrato infantil intrafamiliar. Una propuesta de intervención¨. Editorial Espacio. • Asociación Colombiana de Facultades de Medicina. ASCOFAME. • http://www.hacienda.go.cr/centro/datos/Articulo/ conmetrab.pdf

• Arón, Ana María. ¨Violencia en la Familia. Programa de intervención en red: la experiencia en San Bernardo¨. Editorial Galdoc. Santiago. Chile. 2001. • Barudy Labrin, Jorge. “El dolor invisible de la infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil”. Editorial Paidós. Bs As. Argentina. 1998. • Barudy Labrin, Jorge. “Maltrato infantil. Ecología social: Prevención y reparación”. Editorial Galdoc. Santiago, Chile. 1999 • Cazabat, Eduardo. “Desgaste por empatía: las consecuencias de ayudar”.www.geocities.com/ hotsprings. • Claramunt, María Cecilia. “Ayudándonos para ayudar

1

María Cecilia Claramunt. “Ayudándonos para ayudar a otros: Guía para el autocuidado de quienes trabajan en el campo de la violencia intrafamiliar”. Organización Panamericana de la Salud. Programa Mujer, Salud y Desarrollo. San José, Costa Rica. 1999

2

Eva Giberti. Psicóloga y Trabajadora Social. UBA. Coordinadora del Programa “Las víctimas contra las violencias.”

3

Jorge Barudy Labrin: “El dolor invisible de la infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil”. Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina. 1998

4

Jorge Barudy Labrin: “Maltrato infantil. Ecología social: Prevención y reparación”. Editorial Galdoc. Santiago, Chile. 1999

5

Ana Maria Arón: ¨Violencia en la Familia. Programa de intervención en red: la experiencia de San Bernardo¨. Editorial Galdoc. Santiago. 2001.

6

Graciela Tonón: ¨Maltrato Infantil Intrafamiliar. Una propuesta de Intervención¨. Editorial Espacio.

7

Tonon Graciela: ¨ Maltrato infantil intrafamiliar. Una propuesta de intervención¨. Ed. Espacio 2001.

8

Peris Maria Dolores. Catedrática de Sociología - Universidad de Barcelona.

9

Eduardo Cazabat: Desgaste por empatia: las consecuencias de ayudar. WWW. Geocities.com/hotsprings

10 Asociación Colombiana de Facultades de Medicina. ASCOFAME. 11 http://www.hacienda.go.cr/centro/datos/Articulo/conmetrab.pdf 12 http://www.hacienda.go.cr/centro/datos/Articulo/conmetrab.pdf

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Prevención de la violencia en adolescentes: Conductas prosociales Lic. y Prof. Carina Gioacchini Ilustración: Carlos Alonso.

S

e ha realizado una investigación con adolescentes que asisten a los CENMAS (Centros Educativos de Nivel Medio para Adultos), a través de una encuesta anónima donde debían responde acerca de la violencia escolar y social y acerca de las conductas prosociales. Los resultados permiten arribar a conclusiones que si bien no es posible generalizarlas a todos los adolescentes de la ciudad de Córdoba, teniendo en cuenta el contexto en que fue realizado esta investigación, pero si permite a quienes trabajan en medios educativos con adolescentes poder pensar algunas estrategias y modos de solución en relación a prevenir la violencia y establecer acciones en relación a la promoción de la salud. Las edades de los encuestados son de 14 a 25 años, cabe aclarar que si bien es una modalidad escolar de “adultos” actualmente un gran número de adolescentes optan por esta modalidad por diferentes circunstancias (laborales, familiares, económicas, entre otras). En el caso de adolescentes de 14 a 17 años, hace poco menos de 4 años, el Ministerio de Educación comenzó a autorizar a los padres de alumnos que por motivos diversos (expulsión de escolaridad común, alumnos judicializados,paternidad y maternidad adolescentes,

entre otros motivos) a cursas la escuela secundaria en esta modalidad de adultos CENMA. Para esta investigación, se ha tomado un CENMA madre y cinco anexos, es decir, un total de 6 unidades académicas correspondientes a la zona norte de la ciudad de Córdoba. De los resultados obtenidos, y para brindar un contexto mas especifico a las conclusiones, se observa que la población total del CENMA es de 457 alumnos de los cuales 274 tienen entre 14 y 25 años -población que se ha tomado para esta investigación - y 183 tienen entre 26 y 67 años. En relación a los rangos de edad de la poblacion estudiada, observamos que el 50% tienen entre 14 y 17 años, el 44% tienen entre 18 y 21 años, y el 6% entre 22 y 25 años.

Marco teórico referencial Se requiere conocer las características positivas que surgen de la socialización a la hora de formular programas preventivos. Martorell (1982) hace referencia a las conductas sociales, entendiendo que abarcan desde un agrupamiento de habilidades básicas; hasta patrones

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conductuales del sujeto centrados tanto en conductas interpersonales como grupales y en especial en la relación interpares. Teniendo en cuenta el lugar de importancia y privilegio que ocupan los pares en la etapa adolescente, se hace notoria la necesidad de conocer los lazos y vínculos que allí se generan. La capacidad empática es imprescindible para superar conflictos con los demás, ocasión en la que resulta un desafío poder ejercerla, según Roche (2010) es muy importante ser consciente que en un conflicto o una discusión, la información que tiene cada parte es asimétrica y subjetiva. Es decir, ante un conflicto o discusión la comunicación progresivamente va aumentando el envío de mensajes no verbales “de disconfirmación” dice el mismo autor, y así va añadiendo mas obstáculos para el entendimiento. El concepto de altruismo en la mayoría de los autores se halla unido a aspectos morales y los valores, Eisenberg (1986) la define como la conducta que tiene por finalidad ayudar a los demás sin que su realización suponga, en todos los casos, beneficios para quien la realiza. Se toma una definición posible en relación a las conductas prosociales, “Actos realizados en beneficio de otras personas; maneras de responder a éstas con simpatía, condolencia, cooperación, ayuda, rescate, confortamiento y entrega o generosidad” Van der Zanden James, (1986, p. 617). Se trata de conductas positivas que no dañan a otras personas, todo lo contrario, ofrecen un beneficio hacia otro sin esperar un beneficio propio más que la gratificación de la acción misma para su autoestima, una conducta motivada con el fin de colaborar con otro. Estas conductas toman diferentes formas, como la solidaridad, las conductas de ayuda y de cooperación. Se asocia al concepto de altruismo, que implica conductas prosociales pero más costosas para quien las ejecuta y en beneficio de otro. La comunicación de calidad es fundamental, una

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comunicación satisfactoria constituye un enorme plus a la hora de decir y de hacer; todo se puede hablar, el tema es como se dice sin herir, sin afectar la autoestima del otro, sin que el otro se sienta amenazado. En una comunicación prosocial están presentes, la cortesía, cooperación, consenso, buenas maneras en toda situación, el significado de lo prosocial es perfectamente compatible con la capacidad de expresar los propios intereses de manera asertiva. La escuela es un lugar fundamental para fomentar y promover conductas prosociales. Distintas cartas internacionales y legislaciones educativas destacan como objetivo prioritario la formación para la paz, la solidaridad entre los pueblos, la libertad dentro de los principios de una convivencia democrática. Sin embargo, en función de una cultura que potencia el individualismo, la deshumanización producto del desarrollo de grandes urbes, con la industrialización cada vez mas creciente; los espacios para encuentros afectivos genuinos cada vez son más escasos, el contacto real y no virtual parecería ser cada vez menos frecuente y menos valorado. Una definición más amplia sería: “aquellas acciones que, sin la expectativa de una recompensa externa, favorecen a otras personas, grupos u objetivos sociales, y aumentan la posibilidad de generar una positiva reciprocidad que resultará en promover la solidaridad en las relaciones sociales e interpersonales que se establezcan, a la vez que resguarda la identidad, creatividad e iniciativa de los individuos y grupos involucrados” Roche (1998, p.16) Una acción prosocial es aquella que efectivamente beneficia a otro tal y como este quiere ser beneficiado. Se trata de realizar una mirada positiva de la realidad, lo que no significa no darse cuenta de lo negativo, priorizar la apuesta por focalizar todo lo positivo que observamos, especialmente referido a otras personas, interlocutores, o terceras personas. Es muy probable que


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a un acto de ayuda, de elogio o consideración, le siga otro. La atribución positiva de los actos de los demás es una de las vías más productivas para la transformación social. Roche (2010). Silvia Bleichmar,(2007) quien pudo pensar la constitución del sujeto atravesada por el contexto en el que esta inmerso, realizando importantes aportes para pensar nuestro país, y poder entender algunas situaciones como la violencia, de acuerdo a ella, la forma en que se manifiesta actualmente, es producto de una serie de acontecimientos histórico sociales determinantes y causales, interpreta… “La sociedad argentina se ha ido llenando, en estos últimos años, de cicatrices y síntomas que dan cuenta no sólo del grado de deterioro económico al que hemos quedado sometidos, sino a su vez de las dificultades que presenta el remontar las consecuencias de años de estafa, saqueos, asesinatos y crímenes de todo tipo. Luego de años de impunidad, ha ido decantando en el imaginario colectivo la convicción de que la justicia es, sino imposible, prácticamente inaplicable, dado que nadie puede dar garantía de su ejercicio”. S. Bleichmar, (2007) Se produce paulatinamente una sectorización, se desvanece la noción de conjunto, se fracturan las obligaciones hacia el semejante en cuanto a la solidaridad y la compasión. Pierde así valor la vida humana como también la noción de conjunto. La misma autora introduce el concepto de “malestar sobrante” haciendo referencia a la profunda mutación histórica sufrida en los últimos años, dejando a cada sujeto despojado de un proyecto trascendente que posibilite de algún modo, avizorar modos de disminución del malestar reinante. Lo que lleva a las personas a soportar la prima de malestar que cada época impone, es la garantía futura de que algún día cesará ese malestar, y en razón de ello la felicidad será alcanzada. Es la esperanza de remediar los males presentes, la ilusión de una vida plena.

En la sociedad actual las diversas transformaciones experimentadas a la luz de los cambios sociales, exclusión educativa y laboral, la desocupación, la desestructuración de redes sociales ya existentes, el auge de la urbanización en grandes centros poblacionales, el consumo excesivo de alcohol y otras drogas, los nuevos imaginarios sociales, entre otros, condicionan y modifican los ámbitos de integración social, de producción cultural y en la socialización de los diversos actores sociales, en especial en los adolescentes que no encuentran espacios propicios para la participación. Existe una fuerte representación de la adolescencia como una etapa en la cual se deben adquirir todas las habilidades y valores para una vida adulta productiva e integrada socialmente. Es decir, como una etapa de transición, Erikson (1968), pone énfasis en la importancia de la adolescencia como espacio de aprendizaje y como potencial de desarrollo e integración. Este autor desarrolla la noción de moratoria como signo distintivo de esta fase de la vida y la descripción de los procesos emocionales y de aprendizaje social que convergen a la constitución de la identidad juvenil. En la etapa adolescente, la persona tiene que atravesar diversos conflictos y crisis inherentes a la edad y al período, que de acuerdo a como los resuelva estará en diferentes situaciones para iniciar la etapa adulta. Existe una fuerte representación de la adolescencia como una etapa en la cual se deben adquirir todas las habilidades y valores para una vida adulta productiva e integrada socialmente. Es decir, como una etapa de transición, Erikson (1968), pone énfasis en la importancia de la adolescencia como espacio de aprendizaje y como potencial de desarrollo e integración. Este autor desarrolla la noción de moratoria como signo distintivo de esta fase de la vida y la descripción de los procesos emocionales y de aprendizaje social que convergen a la constitución de la identidad juvenil. En la etapa adolescente, la persona tiene que atravesar diversos conflictos y crisis inherentes a la edad y al

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período, que de acuerdo a como los resuelva estará en diferentes situaciones para iniciar la etapa adulta. La escuela no es en sí misma la generadora de violencia, pero si ocurre, como en otros ámbitos que la violencia social existente en el contexto, se reproduce en la escuela, tomando diferentes formas de expresión. Teniendo en cuenta, que se trata de la intención de dañar a otro, sea física o psicológicamente, en algunos casos llegando a situaciones extremas, como el deseo de aniquilar al semejante, son de público conocimiento los hechos acontecidos de extrema violencia, lo que hace a la necesidad de profundizar en el conocimiento de los modos que adquiere en cada contexto escolar, la violencia, como se traduce y se reproduce y cuáles son los elementos que funcionan de modo protector o moderador de dichas conductas. Por otro lado, sabemos que la estabilidad emocional constituye un factor fundamental para establecer relaciones empáticas y positivas con el entorno. La violencia escolar es una construcción social, un concepto que emana desde el imaginario colectivo e impuesto por la opinión publica, correspondiente a su vez a una realidad cotidiana violenta. Osorio F. (2000), refiere que este fenómeno de la violencia escolar nos permite construir una imagen de la realidad social, así podemos decir que se trata de la violencia social que irrumpe en las escuelas. Frente a este fenómeno aparecen como potenciales culpables los jóvenes violentos y los padres violento, así como la negligencia operativa de los docentes, esta afirmación no permite visualizar que se trata de un fenómeno mucho mas complejo y multicausal. Los nuevos paradigmas en salud, plantean el logro de un estado de plenitud, ya no se trata de la ausencia de enfermedad, sino que es necesario poner el foco en un concepto de salud más amplio que incluye el funcionamiento óptimo personal. Este marco de referencia conduce a pensar el bienestar humano desde elementos como fortalezas y emociones positivas. En

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este punto, se establece una relación con las conductas prosociales, ya que las mismas implican emociones positivas para sí y para el entorno, lo que permite tener ambientes sociales saludables, redes de contención a quienes acudir ante situaciones difíciles. El afecto positivo facilita la creación y mantenimiento de vínculos sociales, los cuales a su vez se transforman en protectores de un buen estado de salud psicofísica. Las personas que presentan mayor afecto positivo tienen menos conflictos sociales, con lo cual los niveles de estrés a los que hacen frente son mucho menores. Vazquez, Hervas, Rahona&Gomez (2009) La Psicología positiva, de acuerdo a Lamas Rojas (2004), estácentrada en estudiar y comprender los procesos, mecanismos que subyacen a las fortalezas y virtudes del ser humano. Remarca a su vez, la capacidad del individuo de adaptarse, de encontrar sentido y crecimiento personal, aún en situaciones traumáticas. Se aborda la prevención de situaciones problemáticas, enfermedades, violencia en los adolescentes desde el concepto de salud positiva, tomando como principal instrumento la promoción de la salud.

De los resultados obtenidos se puede concluir: • Si bien la mayoría de los alumnos, que pudieron contestar las preguntas sobre prosocialidad, mostraron en general una visión positiva de ellos mismos, valorándose como prosociales en diversos aspectos de su cotidianeidad, llamativamente un importante porcentaje (33%) no contesto esta parte de la encuesta. Esto alude a varios factores, el más importante es el desinterés por conductas que tienen que ver con ayudar a otro, ser amables, solidarios o amigables, apareciendo fuertemente la desconfianza, el individualismo, como valores predominantes en este subgrupo, que a su vez se repercute en riesgos


Prevención de la violencia en adolescentes: Conductas prosociales

como las conductas violentas.Se ha profundizado en las conductas prosociales como preventivas de conductas violentas en los adolescentes y jóvenes encuestados. Se ha podido visualizar, coincidiendo con otras investigaciones actuales, que las conductas prosociales actúan de un modo moderador y preventivo de conductas nocivas como la violencia, revisando la base de datos se percibe una alta coincidencia entre quienes no respondieron la encuesta referida a conductas prosociales y quienes manifestaron participar activamente, o como observador – cómplice de conductas violentas. • Teniendo en cuenta los resultados obtenidos en relación a riesgos de violencia escolar, específicamente al reconocimiento de riesgos, se observa los niveles más bajos en riesgo de victimización, con un 3,78%, le sigue el riesgo de agresión con 6.20 %, y el riesgo a la exposición de 8,30%. Hay un incremento paulatino de victimización-agresión-exposición. Comparados con otros resultados, se deduce que estas “instituciones para adultos”, los CENMA, presentan menor prevalencia en cuanto a riesgos de victimización, de agresión y de exposición a la violencia. Es decir, la presencia de adultos en los diferentes espacios escolares favorece un ambiente saludable y protector para los adolescentes escolarizados en estas instituciones. • En relación a las conductas prosociales, los resultados del análisis estadístico permiten deducir que no es significativa la diferencia entre varones y mujeres en ninguna de las categorías analizadas. Es decir, no es posible distinguir rasgos según sexo para estas conductas. Sin embargo las diferencias que aparecen nos permiten inferir que las mujeres se manifiestan más prosociales en aspectos como ayuda física, consuelo verbal, empatía y solidaridad, es decir coincidiendo con otras investigaciones hay una tendencia de las mujeres a actuar de un modo más prosocial que los varones. • En relación a la edad, teniendo en cuenta los da-

tos de observación, entrevistas y grupos focales, se puede deducir que a mayor edad hay mayor énfasis y consolidación de las conductas prosociales. • Las conductas prosociales con mayores porcentajes en este grupo de adolescentes y jóvenes son empatía, escucha profunda, confirmación y valorización positiva del otro y presencia positiva y unidad. • Una de las hipótesis que surge de este análisis de las encuestas, corroborado en los grupos focales, es que para el grupo minoritario que no respondieron esa parte de la encuesta, “las conductas prosociales están asociadas con la vulnerabilidad, poder perdonar, ser amable, ayudar a otro está asociado psicológicamente para ellos como “debilidad”, y por otro lado, parecieran valorar las conductas violentas en contraposición a las conductas prosociales”.Otra hipótesis que surge y relacionada con la anterior es que “ciertos adolescentes valoran las conductas violentas como un modo de reafirmación personal y grupal, como modos de diferenciarse del grupo de adultos, y mostrando una necesidad de presencia ante los demás como fuertes, potentes, enérgicos, dinámicos, infranqueables, difíciles e inaccesibles”. Teniendo en cuenta la edad, se observa una tendencia a visualizarse como prosocial a medida que avanzan en edad, retomando la hipótesis anteriormente planteada se podría concluir que ambas conductas (violencia y prosocialidad) están ligadas íntimamente a la identidad de los jóvenes y que a medida que pueden consolidarse en su personalidad e identidad, esto les permite ganar seguridad consigo mismos y con el medio, con lo cual no necesitan valerse de conductas defensivas como las conductas violentas, a diferencia de una etapa inicial de la adolescencia; además pueden pensar no solo en sí mismo sino en el otro, surgiendo así las conductas prosociales en una etapa de la adolescencia tardía, tendiente a consolidad y reafirmar relaciones positivas con el entorno. • En relación a las conductas violentas, si bien no se

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dan porcentajes altos en este grupo de jóvenes, llama la atención que se reitera en los adolescente la afirmación de ejercer algún tipo de violencia con los otros, como también si vio o estuvo presente cuando un compañero era víctima de violencia, es decir en el subgrupo que manifiesta ciertos rasgo de violencia, la mayoría remarca su posición de “violento” o de haber ejercido alguna conducta o haber visto y no así la de ser víctima de violencia. • Por otro lado, la ausencia de conductas prosociales en ellos, o la dificultad para la valoración de dichas conductas, permite pensar, que las mismas son percibidas y asociadas por ellos a debilidad, impotencia, pasividad, inercia. Es decir, “en contra posición a las conductas violentas, las conductas prosociales son subvaloradas, despreciadas, ignoradas, ya que están asociadas a la debilidad, y la debilidad a su vez no es un aspecto que estos adolescentes puedan reconocer en sí mismos, ya que esto los alejaría de su constitución, su personalidad e identidad. La debilidad está asociado a la enfermedad o a la posibilidad de enfermar, sin poder ver que la violencia se aleja de los aspectos sanos y se convierte poco a poco en un problema o patología, además del daño que provoca en el otro. • Incrementar la cantidad y calidad de las acciones prosociales incide en la prevención de los comportamientos agresivos o antisociales, así como mejora la educación emocional y el clima social en el aula. Y si bien es un aspecto fundamental promover conductas prosociales, son necesarios diversos dispositivos previos como la reflexión de las conductas violentas en relación a los resultados, ya que estamos muy lejos de promover la prosocialidad, cuando la violencia ha ganado tantos espacios, incluso en la misma escuela. Lamentablemente la violencia no es solo un problema de los adolescentes o jóvenes: la sociedad actual

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está rodeada de violencia; pareciera ser el medio óptimo y más rápido para conseguir un lugar, un espacio en la sociedad, ganar lugar a costa de violentar al entorno o a otro, conseguir lo que se quiere de manera violenta. Si bien hay una violencia necesaria y constitutiva como dice PieraAulagnier (1975), actualmente estamos inundados de violencia secundaria que tiene que ver con un exceso de violencia que provoca no solo riesgos para la salud psicofísica sino también patologías de diversa gravedad.

Propuestas: Reforzar y potenciar los aspectos positivos, recuperar experiencias válidas de un determinado grupo, permite colaborar en la promoción de la salud. Instalar con diferentes dispositivos la prosocialidad apunta directamente a fortalecer las conductas solidarias, positivas, de ayuda mutua, comprensión empática, de amistad y a su vez indirectamente prevenir o moderar las conductas violentas. Se entiende, que las acciones en función de prevenir la violencia fracasan en su mayoría, por apuntar a las conductas violentas en sí mismas. Esta propuesta intenta mostrar posibilidades de intervenir a través de la incorporación de conductas positivas y saludables. El convertir las ideas en acciones tiene la ventaja de producir consecuencias, las cuales actúan a su vez como retroalimentación que estimula de nuevo y aun más nuestra capacidad creativa. Es una capacidad que se multiplica por sí sola. Esto tiene beneficios en la superación de la rutina, la monotonía y el aburrimiento, indispensable para el logro de la felicidad personal. Siguiendo a Roche (2010, p. 31), “la sensibilidad moderna común y las recomendaciones psicológicas para una buena salud mental y física indican que este tipo de actividades (creatividad, iniciativa, cambio) constituyen un elemento muy importante de nuestra alimentación psíquica”.


Prevención de la violencia en adolescentes: Conductas prosociales

Coincidiendo con la Organización Panamericana de la Salud (2007) “Como parte de un programa de salud escolar, el servicio de salud mental escolar y los servicios sociales pueden desempeñar un papel primordial en fomentar el desarrollo social y emocional saludable entre los alumnos. Para ayudar a los alumnos a desarrollar una salud mental positiva, los servicios de salud mental de la escuela y los servicios sociales pueden enseñar técnicas de vida como resolución de problemas, pensamiento crítico, comunicación, relaciones con otras personas, empatía y métodos para saber vivir con emociones y crisis.” Además, los servicios de salud mental de la escuela y los servicios sociales pueden incluir la prevención, evaluación, tratamiento y gestión de casos para los alumnos, ya sea directamente o a través de programas recomendados o instituciones afines a través de un trabajo conjunto, interinstitucional como se dio en este caso. Por todo ello, en base a la bibliografía consultada y los resultados de la investigación realizada, se propone: • Generar espacios institucionales acordados con las autoridades escolares para introducir y sensibilizar a todos los estudiantes sobre las conductas prosociales, utilizando técnicas que faciliten la participación juvenil como “lluvia de ideas”, debates participativos, roll playing, entre otras. • Poner en práctica la prosocialidad, a través de la realización de listas individuales y grupales respecto a las acciones en función de ayudar a otros que serian capaces de hacer, luego proponer proyectos grupales donde puedan reflejarse dichas acciones. • Promover la realización con toda la comunidad educativa de talleres, charlas, debates donde se promocione, se discuta, se lleve a reflexionar sobre las conductas prosociales, intentando instalar modalidades desde todos los integrantes de la comunidad educativa. Posibilitando espacios de escucha atenta en relación a experiencias prosociales vividas por cada uno. • Posibilitar espacios de escucha atenta en relación a

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experiencias prosociales vividas por cada uno. Generar programas de salud escolar con el objetivo de crear ambientes de apoyo y cuidado en la escuela, y aportar a los alumnos los conocimientos, las habilidades que necesitan para desarrollar relaciones positivas con sus compañeros y familiares, así como ayudar a los alumnos a adquirir competencias comunicativas, de razonamiento crítico. Utilizar las nuevas tecnologías (internet) para realizar una promoción de conductas positivas, prosociales, sobre todo a través de redes como Facebook o Twitter, que son mas utilizadas por los adolescentes y jóvenes. La empatía y la solidaridad virtuales son fruto de la capacidad del medio por trasmitir información en varios formatos, así vemos que se puede leer, ver, oír iniciativas que promueven sentimientos empáticos y acciones solidarias, incluso llegando a traspasar las fronteras del ciberespacio. Generar campañas solidarias para personas, instituciones del contexto cotidiano de los jóvenes y propuestos por ellos mismos, cualquier programa requerirá conocer que proponen los jóvenes, a que le atribuyen valor e importancia, ya que sin la participación conjunta (profesionales, docentes y jóvenes por ej.) carecerá de efectividad. La actividad física ayuda a los adolescentes a que se mantengan alerta y se concentren mejor, los alumnos que están activos físicamente tienen más probabilidades de obtener mejores resultados académicos y menos comportamientos disruptivos, con lo cual se propone potenciar los encuentros interinstitucionales de intercambio grupal a través de encuentros deportivos, solidarios, y artísticos, en horarios escolares y extraescolares. Propiciar el liderazgo prosocial con la colaboración de docentes y directivos de la institución escolar, a través de trabajos institucionales de compromiso, fortalecimiento y sentido de pertenencia. Dicho liderazgo se podrá replicar en alumnos – líderes prosociales.


Prevención de la violencia en adolescentes: Conductas prosociales

• Organizar actividades que favorezcan la comunicación y desarrollen conductas prosociales orientadas a la ayuda física que resultaron los aspectos más comprometidos en este grupo. • Incluir espacios de debates, con algún disparador como puede ser una película, obra de teatro, powerpoint, que faciliten la reflexión grupal e individual.

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Particularidades del (Psico) Diagnostico en Abusadores y Drogadependientes Mgter. Rodrigo Moreno / M.P. 4199

Licenciado en Psicología. Magíster en Drogadependencia. Docente de posgrado en la temática en la UNC. Actividad Privada. Psicólogo del Servicio Penitenciario de Córdoba. Mail: lic.rodrigomoreno@hotmail.com

Resumen

cambio –mejoramiento o empeoramiento pero cambio al fin-. Por diversos fenómenos, los diagnósticos, en ámbitos profesionalizados y no, terminan por ser estigmas, revisten un carácter permanente y de resonancias negativas y no un carácter transitorio y abierto al cambio (por supuesto, con serias limitaciones en mas de un caso).

N

os encontramos con algunas particularidades a la hora de trabajar con pacientes abusadores o drogadependientes, el objetivo de este artículo es poner de manifiesto las más relevantes para poder avanzar en un proceso terapéutico. Una de las principales situaciones que se presentan es la ausencia de demanda de tratamiento, inclusive no existe conciencia de enfermedad porque en muchos casos el consumo ni siquiera es vivenciado como un problema. Se desarrolla la idea de doble diagnóstico en esta problemático: uno en relación a la sustancia y otro en torno a la personalidad prepatologica (o previa al desarrollo de la drogadependencia)

Particularidades del diagnostico y abordaje terapeutico Cuando trabajamos con pacientes abusadores de drogas o drogadependientes nos encontramos con algunas particularidades en su (psico) diagnóstico y es crucial conocer y dimensionar las circunstancias (concretas y materiales) de como, esta persona que esta siendo evaluada, llego a estar frente nuestro… o nosotros frente a ella, ya que en primera instancia, probablemente, sea por pedido o imposición de un tercero (juez, novia, madre, etc.). Genera molestia e inconveniencia el hecho de que en este, tal vez, futuro paciente generalmente no hay demanda de tratamiento, no hay conciencia de enfermedad y que tampoco existe en el la remota idea de que lo que ocurre allí, es algo mucho mas complejo y profundo que el solo hecho de consumir sustancias (aunque de por si, esto ultimo, es algo que reviste una gravedad significativa). Con frecuencia ocurre que el contar con toda una compleja y profunda versación teórica nos impide, o dificulta, pensar una intervención clínica, que por superficial y concreta, nos sirva para acercar al paciente a una estrategia terapéutica; el estar demasiado familiarizados con lo que generalmente hay en el fondo nos impide navegar con lo que asoma por la superficie, la punta del iceberg también tiene su complejidad. La mayoría de las veces nos encontraremos con un individuo que no siente tener un

Introducción Suele ocurrir, con mucha frecuencia, que en la práctica profesional del psicólogo los diagnósticos sirven al principio, para “abrir la oreja”1 y al final, trágicamente, en más de una ocasión terminan por “cerrarla”2. Podría decirse, al igual que con la transferencia, que pueden ser un instrumento o un obstáculo, pueden servir para ver que le esta pasando al paciente, como así también para dejar de escuchar lo que le esta pasando, pensando que ya se sabe que le ocurre y ocurrirá. Aunque podría presentarse como una dificultad teórico-conceptual considero de mayor alcance (en el plano de lo terapéutico) la idea, de: Aproximación Diagnostica, es menos rotularia y a su vez dinamiza y profundiza la psicología/psicopatología de quien es evaluado, no dejándola como algo estático y permanente, sino no podríamos pensar, de manera mas cómoda, la posibilidad de un

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Particularidades del (Psico) Diagnostico en Abusadores y Drogadependientes Ilustración: Carlos Alonso.

problema, ni quiere dejar (en sus no dichos) de consumir, porque le gusta, y mucho (aunque esto no guste o clínicamente sea un escollo para un tratamiento –convencional-. Pero allí esta, generalmente por otros, y ahí nos encontramos algunos profesionales; viendo un problema donde el otro encuentra (o encontró) una solución y demandando una demanda donde el otro no la tiene… no como gustaría escucharla. Adentrándonos en aspectos mas técnicos se destaca la idea del doble diagnóstico en estas problemáticas; uno en relación del sujeto con la sustancia (uso, abuso y adicción o dependencia, a grosso modo) y otro en torno a la personalidad (prepatológica) de base (sea esta psicótica o no). Nos planteamos un doble diagnostico solo a los fines esquemáticos, teóricos y, principalmente, conceptuales. Por supuesto que no podemos plantear dos abordajes terapéuticos en paralelo, uno por cada diagnostico, la estrategia terapéutica será una que englobe todo lo anteriormente evaluado. Si bien toda la valoración parece fragmentar y pluralizar lo emergente, la singularidad sigue siendo única y, principalmente, como podría sobreentederse: Singular. Volviendo al primer diagnostico; este es el mas fácil, pudiendo realizar una historia detallada del consumo3 se puede tener de manera clara y directa esta valoración, es fundamental saber que el nivel de dependencia (psíquica, física o psicofísica) va a guardar una relación directa con el malestar emergente ante la ausencia de la sustancia (síndrome de abstinencia). En este punto es donde se empieza a complejizar la cuestión; en este síndrome van a

surgir los elementos ligados a lo físico (consecuencia de la neuroadaptación por el consumo sostenido) pero también se va a abrir paso la trama subjetiva subyacente que hay detrás, la misma que en algún momento hizo surgir el habito del consumo, cuando este ultimo podía aun, ser interpretado como un mero síntoma. Esta trama subyacente va a seguir el guion y el formato de la personalidad de quien, abstinente del consumo, desplegara ideas, sensaciones y vacíos en estado mas puro, ya que nos esta la droga para taponar sus conflictos y sus dolores. Es por todo esto ultimo fundamental el logro de la abstinencia4. Es fundamental trascender las lecturas solamente sociales o químicas de las drogadependencias… la droga puede estar afuera pero la búsqueda y deseo de la misma le pertenecen a quien la consume.

Bibliografia • Gutiérrez Segú, Oscar (2007). “Las Adicciones, o como ir por lana y salir trasquilado”. Editorial Letra Viva. Buenos Aires. Argentina • Moreno, Rodrigo. “Paradigmas sobre el Diagnostico, Abordaje y Tratamiento de la Patología Drogadictiva”. Tesis de Maestría en Drogadependencia. Facultad de Ciencias Médicas. UNC. 2011. • Puentes, Mario (2005). “Detrás de la Droga”. Lugar Editorial. Buenos Aires. Argentina • Puentes, Mario (2009). “Estrategia Terapéutica en Drogadicción”. Lugar Editorial. Buenos Aires. Argentina. • Kalina, Eduardo (2000). “Adicciones. Aportes para la clínica y la terapéutica”. Editorial Paidos. Buenos Aires. Argentina.

1

Expresión metafórica que da cuenta de un primer momento en el cual es fundamental poder captar, de manera desprejuiciada y aséptica, que es lo que se presenta para poder “distinguir” (tal es la etimología de diagnostico, diagnus) que es lo que ocurre y que es lo que no.

2

Metafóricamente la imposibilidad de seguir escuchando, de poder percibir (o inferir) que es lo que le va ocurriendo a quien fue diagnosticado en una instancia previa.

3

Frecuencia de consumo, circunstancias del mismo (actuales y de inicio), droga de preferencia, etc. Un punto clave es indagar los motivos por los cuales quiere (o querría) dejar de consumir; esto suele ser significativamente más útil y clínicamente conveniente que pretender indagar, en un principio, sobre las motivaciones del consumo (“¿Por qué te drogas?”).

4. Posteriormente se vera sobre la posibilidad de sostenimiento de la misma, y los modos mas efectivos para cada paciente.

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Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Córdoba- Argentina Dirección de Violencia Familiar Unidad de Constatación

“El proceso de valoración de riesgo en violencia familiar” Ilustración: Carlos Alonso.

vincia de Córdoba. Comienza su funcionamiento en el mes de abril del 2006, integrado por seis profesionales. Es importante destacar que en la Argentina no habría antecedentes de equipos con estas características. Por este motivo, el quehacer de Constatación, se fue construyendo de acuerdo a las necesidades propias del contexto en que se desarrolla nuestra accionar y en una constante revisión de nuestra labor y de la bibliografía existente relacionada con la temática, continuando hasta la actualidad en un proceso de enriquecimiento permanente. En la actualidad funciona con 12 profesionales, de ambas disciplinas que operativamente se subdividen en 6 equipos (cada uno compuesto por un Lic. en Psicología y un Lic. en Trabajo Social), que funcionan durante los días hábiles de 8 a 20 horas. El equipo es coordinado por un abogado.

Objetivos de la unidad de constatación: Objetivo General: • Ampliar las acciones y /o mecanismos de abordaje de situaciones de violencia familiar.

Introducción

C

uando se sanciona la nueva Ley de Violencia Familiar 9283, en la Provincia de Córdoba, se prevé la creación de un equipo profesional técnico, al cual se denomina Equipo de Constatación, quien depende de la Dirección de Violencia Familiar del Ministerio de Desarrollo social de la Pro-

Objetivos Específicos: • Observar e identificar situaciones de violencia familiar en el domicilio de los involucrados. • Realizar evaluaciones de riesgo de violencia familiar, en un tiempo y espacio acotado valorando los obs-

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“El proceso de valoración de riesgo en violencia familiar”

táculos que afectan la integridad psicofísica y social de los sujetos y los recursos que se constituyen en factores protectores. • Brindar asesoramiento, contención y protección en situaciones de urgencia. • Informar a Tribunales lo constatado y la evaluación de riesgo arribada.

Marco teorico de referencia Partimos de concebir que por las consecuencias en lo personal, lo social y lo económico, la violencia familiar es considerada como una violación a los derechos humanos (a la vida, a la integridad física, a la seguridad y a la dignidad, entre otras), un problema de salud pública (con consecuencias en la salud física, mental, sexual y reproductiva) y un obstáculo para el desarrollo de la persona. Esta problemática es abordada desde la perspectiva de género, la cual permite el reconocimiento de la discriminación que afecta a las mujeres como así también evaluar las políticas, la legislación y el ejercicio de derechos.

Concepción de Sujeto Trabajamos con personas que se encuentran en situaciones de violencia y que recurren a “la Justicia” como forma de construir otras alternativas de resolución a la problemática que atraviesan. Formar parte del Ministerio de Desarrollo Social y operar con oficios judiciales nos habilita a intervenir en situaciones de violencia que un grupo familiar particular vivencia. En este marco de acción, nuestra intervención con los sujetos depende de “nuestros modos de ver” a los mismos y “nuestros modos de hacer” con ellos, entramados en un marco de referencia. Nuestras estrategias

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de intervención tienden a reconocer y a tomar en cuenta las percepciones, intereses y representaciones de los sujetos con los que intervenimos. Es necesario abordar pensando en sus condiciones objetivas y su proceso de subjetivación, identificando cómo las condiciones objetivas han sido internalizadas. Cada sujeto social es atravesado por una multiplicidad de posiciones de sujeto (la posición de género, clase, generación, etnia y otras) que se van articulando y producen distintas prácticas en espacios específicos. Por lo tanto, no existe un carácter unitario de sujeto, no hay homogeneidad de posiciones ni tampoco podemos comprender a los mismos según lógicas binarias (dominados- dominantes, ricos- pobres, victimas- victimarios), deben ser resignificados desde las distintas posiciones. Entendemos que trabajamos con sujetos que pueden ser protagonistas de sus propios procesos de transformación, sujetos activos, con los que nos vinculamos a partir de una necesidad, una demanda o por presentar alguna dificultad en la resolución de conflictos. Son sujetos con potencialidades, capacidades, con saberes y disposiciones para enfrentar obstáculos. Existen “identidades asignadas” a los sujetos con los cuales trabajamos que edifican categorizaciones con efectos sociales, simbólicos y materiales. Para la construcción de estrategias de intervención las identidades asignadas y los modos de interpretar los fenómenos sociales (pobreza, violencia, desnutrición, etc.) son las variables que se entrecruzan y dan sentido a la intervención, determinando las características de la misma (si es inclusiva o no; si es de carácter asistencialista; correctiva; si tiene en cuenta los intereses, saberes, propuestas de los sujetos con los que trabajamos; etc.) Las políticas estatales de “erradicación de la violencia familiar” nos ubican en un modo de abordar el problema y desde una concepción particularizada de entenderla. Como integrantes de una política estatal consideramos que deberán propiciarse otras políticas


“El proceso de valoración de riesgo en violencia familiar”

Intervencion profesional

de prevención, integración y universalidad, que permitan repensar a la violencia como un problema social y de salud pública para generar espacios y fortalecer prácticas conjuntas de articulación que apoyen nuestras intervenciones. Para esto es necesario la estrecha colaboración y articulación con entidades públicas y sociales que trabajen desde una visión contributiva, comunitaria y que sume a los esfuerzos de este equipo, único en la modalidad de intervención.

Concebimos a la intervención profesional como una estrategia global de acción que está enmarcada en el posicionamiento que adoptamos teórica, política, ideológica y éticamente. Esto permite pensar y conceptualizar el objeto de intervención, la concepción de sujeto con los que trabajamos y la relación que establecemos con ellos. Nuestra intervención desde la Unidad de Constatación de la Dirección de Violencia Familiar se articula en una dimensión material (condiciones objetivas de vida) y no material (lo simbólico, representaciones, saberes, etc.). Según Bourdieu, el sujeto no sólo se define por sus condiciones objetivas, sino también y fundamentalmente por lo que se ha llamado “habitus” o disposiciones, o lo social hecho cuerpo; es decir una estructura estructurada por las condiciones objetivas y estructurante de percepciones, pensamiento y acción. “Intervenir es venir entre, interponerse. Por esta razón en el lenguaje corriente esta palabra es sinónimo de mediación, de intercesión, de apoyo, de ayuda. Pero también al mismo tiempo y según el contexto, es sinónimo de intromisión, de injerencia, de intrusión en la que la intención violenta o cuando menos correctiva, se puede convertir en mecanismo regulador, puede asociar la coerción y la represión para el mantenimiento o el restablecimiento del orden establecido”2. Teniendo en cuenta que la Unidad de Constatación forma parte del Estado, esta posición es inherente al mismo. Por lo cual consideramos importante objetivarlo para poder problematizarlo.

Interdisciplinariedad Pensar los equipos profesionales que realizan la constatación implica pensar en un abordaje interdisciplinario entendido como la organización de un esfuerzo colectivo alrededor de un problema común, donde la intercomunicación continua y la acción conjunta entre los miembros de las distintas disciplinas es imprescindible para llevar a cabo el trabajo. Es fundamental el apoyo de los distintos saberes de las disciplinas involucradas (Psicología y Trabajo Social) articulando los puntos de vista propios de cada disciplina, asumiendo la necesidad de sobrepasarlos, reconociendo la especificidad y limitación de las miradas. Se trata de una compleja labor, resultado de un trabajo común entre especialistas de diferentes disciplinas en cuya base se destaca el aspecto actitudinal, de apertura y disposición a la comunicación y a la construcción conjunta, que también requiere de superar múltiples obstáculos. “La aproximación interdisciplinaria surge de una concepción de la realidad como totalidad estructurante y cambiante, ni fija ni obvia. El riesgo de una práctica no interdisciplinaria es que el conocimiento quede aislado del contexto social, el abordaje de la violencia sin embargo; no se contenta con solo ser interdisciplinario sino también debe ser interinstitucional”.1

Técnicas de Actuación profesional Durante el proceso de constatación se utilizan tres técnicas de actuación profesional:

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• La entrevista en domicilio. • La observación participante. • El informe profesional. Si bien estas tres técnicas se distinguen metodológicamente, en la práctica los profesionales las utilizamos como parte de un mismo proceso para la evaluación de riesgo de situaciones de violencia familiar a fin de obtener los datos e información necesarios para elaborar una aproximación diagnóstica de la situación problemática. La entrevista en domicilio es una herramienta que permite obtener información sobre el ambiente en el cual la persona entrevistada desarrolla su vida cotidiana, distinto a lo que supone una entrevista realizada en un consultorio o espacio institucional determinado. Para definir la entrevista domiciliaria, hemos tomado en cuenta conceptos de varias disciplinas, como la psicología, la antropología, la sociología y el trabajo social. De allí se desprende el siguiente concepto adaptado a nuestro quehacer profesional específico e interdisciplinario: Es una técnica de interacción social desarrollada en el contexto particular (vivienda, barrio, instituciones, etc.) de los sujetos involucrados que nos permite obtener datos y ampliar información sobre las condiciones de vida psicosocial, cultural y económica de un grupo de personas vinculadas por una problemática específica (violencia familiar). A través de la escucha, la observación y el registro de las conductas y situaciones en el propio contexto de los sujetos; es que nos acercamos al conocimiento de la calidad de vida de los mismos, permitiendo la valoración de riesgo existente y la comprensión de una problemática que requiere ser transformada. La definimos como una técnica de actuación profesional complementaria a la observación, que facilita la interacción dialógica en el ambiente en el cual la persona desarrolla su vida cotidiana. Se basa en un proceso

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comunicacional verbal-no verbal que permite conocer la situación familiar, luego de realizada la denuncia, teniendo en cuenta los antecedentes existentes y hechos actuales de violencia. El objetivo es valorar el riesgo en la integridad psicofísica y social que pueda suscitarse entre los miembros y que aparezcan como obstáculos para la reproducción cotidiana de su vida. La utilización de esta técnica se justifica en la necesidad de ubicar los acontecimientos denunciados en el contexto de los sujetos. Ello supone una contextualización de la problemática de violencia en dos aspectos: por un lado porque los integrantes de la familia se encuentran en su contexto/ámbito familiar, cultural y social del cual emergen los procesos violentos; por otro lado porque para ampliar la información y establecer un diagnostico situacional se entrevista a otros referentes involucrados directa o indirectamente en la problemática como ser vecinos, escuelas, centros de salud, etc. Al visitar vivienda de una persona nos incluimos en su cotidianeidad. La observación de la vivienda nos dice mucho de la vida de cada persona y sus condiciones de vida no se pueden reducir a un simple listado de datos de la misma. El barrio en que se encuentra, también nos habla de sus condiciones de vida, ampliando su contexto al permitir una valoración directa de las condiciones de infraestructura, provisión de servicios públicos, etc. factores objetivos que se entrecruzan con los factores subjetivos y que inciden en los procesos de violencia. El desarrollo de la visita domiciliaria nos acerca al conocimiento de la calidad de vida de la persona, la cual implica la participación de los ciudadanos en la evaluación de lo que les afecta, convirtiéndose en un concepto con significación política, que contribuye al estudio del bienestar de las personas, desde la perspectiva del bienestar físico y psicológico, relacionando las necesidades materiales con las socio-afectivas e integrando mediciones psicológicas y sociales de per-


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cepción y evaluación de las propias experiencias de los sujetos. (Tonon, 2004). El encuadre de la entrevista en el proceso de constatación está determinado por la conjunción de factores propios del profesional actuante (metodológicos, políticos, éticos, teóricos, etc.) como así también de factores inherentes a los sujetos con los cuales se interactúa y su situación particular (la entrevista puede ser desarrollada en el patio de la casa, en un habitación, etc., o puede ser interrumpida por el denunciado u otras personas). Estos factores se presentan como dispositivos desencadenantes que configuran un espacio y momento único. Allí entra en juego el factor sorpresa como condición principal, lo cual permite observar la dinámica situacional del grupo familiar, disminuyendo la posibilidad de relatos preparados, situaciones simuladas y condiciones de vida alteradas. Si bien la entrevista en constatación constituye un espacio de encuentro y de relación entre actores sociales, tanto el entrevistador como el entrevistado son modificados por el intercambio y las subjetividades de cada uno, existiendo un desconocimiento previo y una relación asimétrica entre ellos donde el profesional tiene un status y rol social diferenciados, asignados y legitimados social e institucionalmente. La entrevista en domicilio se caracteriza por ser de tipo semi-estructurada, intentando un acercamiento con la intención de conocer la situación que viven las personas involucradas en la denuncia y lograr un clima de confianza que facilite la comunicación. Se utilizan preguntas abiertas facilitando el desarrollo de la expresión oral y repreguntando sobre aquellos detalles que resulten de interés para ahondar en la situación familiar y de violencia específicamente. Se intenta decodificar gestos, acciones, reacciones y conductas de los sujetos involucrados directa o indirectamente. Teniendo en cuenta los relatos, las representaciones,

sentimientos, necesidades, expectativas, etc. se tiende a reforzar en los sujetos el proceso personal y familiar utilizando intervenciones que apuntalan el proceso de resolución y modificación de la situación problemática, tendiente a evitar que se reitere la misma y que los entrevistados conozcan los alcances y posibilidades a partir de esta intervención judicial. La presencia de los/las profesionales en el lugar, aparece como un primer dispositivo de respuesta a la persona que sufre violencia, constituyéndose en una accesibilidad de tipo geográfica, económica y cultural. Además se constituye en una accesibilidad por la propia situación ya que la persona que sufre violencia puede encontrarse impedido de salir de su hogar, amenazada o bajo un control excesivo. A grandes rasgos se mencionan los ejes que son abordados como categorías de evaluación de la situación de riesgo familiar durante una entrevista en domicilio: • Datos de los involucrados. Grupo familiar conviviente y no conviviente. Vínculos e historia. • Características de la vivienda. Tenencia. Condiciones sociales, habitacionales y económicas. • Situación de violencia denunciada. Características, condiciones, antecedentes, etc. Factores de riesgo psicosociales relevantes. • Recursos sociales, familiares y personales existentes. Factores protectores. • Representaciones, expectativas y posibilidades de resolución de la situación problemática. Entrar en el espacio del otro, da al profesional una sensación de extrañeza sintiendo que invadimos el lugar del otro; pone en juego la percepción, definida como una inscripción en una experiencia simbólica fundante, capaz de posibilitar y guiar los intercambios posibles entre los humanos. La percepción no se da

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solo en los ojos, la piel y los oídos sino que es un sentir profundo de estar en el mundo, anudado por todos los sentidos (Santuc, 1999). En muchas ocasiones la persona entrevistada está invadida por la angustia, inmersa en una situación de indefensión, que a veces no le permite correrse de ese posicionamiento y poder buscar diferentes estrategias de resolución o afrontamiento de la problemática, incluso para preservar su integridad física y/o psíquica. Por esto es que la entrevista en domicilio tiene las características muchas veces de una entrevista en situación de crisis. En este sentido resulta indispensable un abordaje empático y comprensivo, en el cual la persona sienta que la escuchan y la entienden. En este sentido, es fundamental manifestar un apoyo emocional directo (para que no se perciba sola en esta situación traumática) y realizar intervenciones tendientes a fortalecer su autoestima. Asimismo, se considera de suma importancia establecer una relación directa entre su estado de crisis con la situación de violencia sufrida y ayudar a la persona a que operativice en dimensiones manejables los problemas, priorizando los inmediatos. También identificar las potencialidades con las que cuenta la misma para satisfacer las necesidades con las que se enfrenta. Se apunta a que la persona pueda problematizar su situación y analizar qué estrategias posee para frenar la violencia. La finalidad es otorgarle un rol activo en la resolución de sus problemas y la posibilidad de que contribuya con ideas respecto a cómo proceder.

Evaluación de riesgo Cuando hablamos de evaluación de riesgo, hacemos referencia a la realización de una valoración de factores

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pasados y actuales, que afecten o puedan afectar la integridad física, social y /o psicológica de las personas que se encuentran en situación de violencia. Hablar de riesgo, nos remite a una situación ya considerada como tal en una instancia judicial y ello supone que un derecho esté siendo vulnerado y que existen dificultades para hacerlo valer por sí mismo. En términos generales, el mayor riesgo esta dado por la diversidad e impredictibilidad de las situaciones de violencia. La violencia dentro del ámbito familiar no es consecuencia de una única variable, sino de las formas de dominación establecidas en el vínculo, donde hace cuña la desigualdad de poder entre los géneros, los factores sociales, culturales y económicos, los antecedentes generacionales de violencia y el impacto en la subjetividad, entre otros. Todas estas características se potencian y superponen en una interacción continua. Para la valoración de riesgo se tendrá en cuenta los siguientes indicadores. Estos no son sumatorios ni serán analizados de manera aislada, sino que se utilizarán como una guía para la evaluación de la situación.

Indicadores de riesgo • Existen hechos graves de violencia física y/o sexual. • Ataque/s con riesgo de muerte. Intento de ahorcamiento, asfixia, ataque con arma blanca contundente o de fuego, golpes. • Amenazas de muerte • Existe maltrato a niños/as, adolescentes, personas con discapacidad, adultos mayores. • Intento o amenaza de suicidio por parte de algunas de las personas que se encuentran en situación de violencia. • La idea de muerte aparece como única solución a la problemática. • La persona que ejerce violencia tiene antecedentes


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por delitos de agresión contra las personas. • La persona que sufre violencia carece de redes sociales de contención. • La persona que sufre violencia se encuentra en estado de inhibición y/o aislamiento. • Los antecedentes de episodios judicializados no implicaron la disminución o cese de la violencia, o por el contrario conllevaron a un aumento de la misma. • Hubo intervención médica como efecto de las agresiones o pueden observarse lesiones compatibles con episodios de violencia. • Síntomas psiquiátricos recientes por parte de las personas en situación de violencia. • Amenazas con objeto peligroso o arma de cualquier tipo. • Intención clara de causar lesiones graves o muy graves. • Resistencia violenta a la intervención de la autoridad pública. • Incumplimiento de medidas cautelares previas de la persona que ejerce violencia. • Incremento en la intensidad y frecuencia de los episodios de violencia. • Golpes durante el embarazo. • La violencia psicológica se da de manera sistemática y frecuente. • El abuso verbal es diario: la persona que ejerce violencia, desvaloriza, insulta, ridiculiza, humilla, utiliza juegos mentales e ironías para confundir, etc. • Arroja objetos o destroza elementos emocionalmente significativos. • Hay permanentes amenazas: de herir, matar y/o llevarse a los niñas/os. • Manipulación y/o control a través del dinero o bienes materiales. • Conductas recurrentes de celos y control. • Vinculo violento prolongado. • Denigra, cosifica y desvaloriza a la persona que sufre

violencia en frente de sus hijos/as y/o de terceros. • Han fracasado otras alternativas terapéuticas. • Exteriorización de violencia en el ámbito publico. Además para dicha valoración de riesgo, se tiene particularmente en cuenta la presencia o no de diversos factores protectores, tales como: • Las personas en situación de violencia concurren a solicitar ayuda a instituciones, familia y/o vecinos. • La persona expuesta a violencia tiene la firme decisión de no continuar con el vínculo con la persona agresora y desarrolla acciones concretas a tal fin. • La persona expuesta a violencia busca alternativas de resolución a la problemática. • Se observa en la persona expuesta a violencia fortalecimiento personal. • La persona expuesta a violencia concurre a asistencia psicológica y/o social. • La persona expuesta a violencia cuenta con redes sociales, familiares, comunitarias e institucionales fortalecidas. • La persona expuesta a violencia tiene capacidad económica de autoabastecimiento.

Indicadores a correlacionar: • Variación en la modalidad y/o frecuencia en el ejercicio de la violencia. • Abuso de alcohol o droga que inciden en la situación de violencia. • Crisis vitales o modificaciones familiares (embarazos, nacimiento, muerte separaciones o divorcio) • Antecedentes de violencia en familias de origen. • Historicidad del vínculo. • Situación que genera el pedido de ayuda. • Los hijos intentan defender a la persona que sufre violencia. • Internalización del discurso masculino como único y verdadero, los roles asumidos y la incidencia de los

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mandatos culturales en éstos. • Reacción del denunciado ante denuncias previas. • Redes sociales y/o familiares cercanas a la vivienda de los implicados. La situación es de mayor riesgo e implica una mayor urgencia en la intervención si: • La persona expuesta a violencia está embarazada, en periodo de posparto o de lactancia. • La persona expuesta a violencia tiene algún grado de discapacidad o alguna patología que aumente su vulnerabilidad. • La persona que sufre violencia es un adulto mayor o un niño/a. • Se observa en la persona expuesta a violencia baja autoestima y debilitamiento gradual de sus defensas físicas y psicológicas. El informe es una síntesis descriptiva y analítica, respecto a una situación dada como resultado de la valoración de la situación de riesgo. Permite dar cuenta de los datos relacionados con los hechos actuales, historia y antecedentes de violencia familiar de las personas involucradas, realizando el profesional una descripción, interpretación y apreciación de la situación general con el objetivo de dar cuenta de la existencia de riesgo y como afecta esto a los miembros del grupo familiar. En todo informe se debe dejar claro y explícito que lo vertido es el recorte que los/ las profesionales hacen desde una perspectiva teórico-práctica de una situación acotada y única. Debe conllevar una mirada que priorice los nexos y las relaciones de la vida social de los sujetos en toda su complejidad. Este informe va dirigido a los Jueces de Familia con intervención en Violencia Familiar, el cual consta de categorías o indicadores de valoración específicos, cuadro con frecuencia y tipo de violencia, observacio-

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nes, valoración profesional y sugerencias en base a la evaluación de riesgo profesional (no se realizan sugerencias de medidas cautelares). Es importante que se tenga en cuenta que el informe es un elemento más que el Tribunal considera al momento de la medida a tomar.

Conclusiones Posibilidades • Intervención en terreno que posibilita una visión de la dinámica familiar y de la situación de violencia en contexto. • Observar y evaluar no solo situaciones de riesgo sino también indicadores que afectan la integridad psicofísica y social de los miembros. • Es la primera intervención profesional luego de la denuncia y puede constituirse en el primer y único acercamiento profesional. • Problematizar una situación de violencia en la que estaría implicado el grupo familiar. • Identificar redes sociales potencialmente protectoras. • Empoderamiento de las personas que sufren violencia. • Protección tanto física como psicológica de la persona que sufre violencia y hospedaje en situaciones de altísimo riesgo. • Articulación con vecinos, familiares e instituciones para promover una mayor protección del grupo familiar. Hacer público “lo privado” tomado esto como una intervención de resguardo. • Articulación interinstitucional con los Juzgados de Violencia. Estrecha relación que contribuye a la toma de decisiones en el corto plazo. • Posibilidad de hacer uso preventivo del lugar otorgado por la investidura (frente a determinados casos) Acción preventiva.


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Limitaciones

Bibliografía

Irrumpimos desde un lugar de control social. Incidiendo con nuestra valoración al futuro cercano de los miembros del grupo familiar involucrado. Siendo nosotros referenciados como quienes toman las decisiones (determina posiciones de los entrevistados respecto a los entrevistadores). Poniendo en cuestión modos de relacionamiento y posiciones de poder posiblemente instaurados en el sistema familiar/social/cultural. Tiempo acotado de la intervención. Volumen de la demanda vs cantidad de recursos disponibles. Diferencia temporal entre el suceso denunciado y la presencia en el domicilio. Exposición de la persona que sufre violencia. Frustración de los profesionales ante la imposibilidad del seguimiento del proceso. Estado de vulnerabilidad de los profesionales ante la peligrosidad de ciertas situaciones. Abordaje desde el ámbito judicial de situaciones que están transversalmente cruzadas por un macro contexto estructural. Judicialización de la problemática de violencia. Dificultades para trabajar grupalmente sobre el impacto que genera en los profesionales, el abordaje cotidiano de esta problemática.

• Alemañi R., Cocca y Jaimovich A., Cocca A. L., Comba S., Fissore A., Gandolfo M., Igarzábal M. J. Laje C., Luque L., Magnasco P., Manes A., Nallino C., Pinsiroli C., Ponce C. “La constatación como proceso de evaluación de riesgo en situaciones de violencia familiar”.Noviembre de 2009. • Bourdieu, P. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona, Anagrama, 1997. • Castro María Clemencia. “La psicología, los procesos comunitarios y la interdisciplinariedad”. Universidad Veracruzana – Instituto de Investigaciones Psicológicas. 1993 • Jacques Ardaño. Intervención: ¿Imaginario del cambio o cambio de lo imaginario? • Moreno Jorge Daniel “Entrevista en situaciones de crisis” • Pan Mónica. “ Entrevista Domiciliaria”, RISAM. Mimeo, 1986. • Protocolo del Equipo de Constatación de la Dirección de Violencia Familiar. Ministerio de Justicia de la Provincia de Córdoba. Abril 2009. • Psicólogos del equipo de constatación. “El rol del psicólogo en el proceso de constatación de violencia familiar”. Agosto, 2009. • Santuc, V. “Desde donde mirar lo económico”. Lo político en América Latina. Ed. Bonum. Bs As. 1999. • Stolkiner Alicia. “La interdisciplina, entre la epistemología y la práctica”.1999. • Tonon Graciela (compiladora). “Las técnicas de actuación profesional del Trabajo Social”. Cap. 2 La entrevista, Cap. 3 La visita Domiciliaria. Ed. Espacio, Buenos Aires. 2005. • Tonon Graciela. “Calidad de vida de niños, niñas y jóvenes en Argentina”. Rizzini, I, Zamora, M y Fletes, R. (compiladores). CIESPI-PUC Editores. Río de Janeiro. 2004. • Velazquez, S. “Violencia Cotidiana. Violencia de Género, Escuchar, comprender y ayudar” Buenos Aires. Ed. Paidos. Pág. 227, 228. 2003. • Zachetti Mariela. “La entrevista en instituciones de Asistencia a la víctima”. Apunte de Entrevista Psicológica de la Facultad de Psicología UNC. 1998.

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Jacques Ardaño. “Intervención: ¿Imaginario del cambio o cambio de lo imaginario?”.

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Tratamiento de la violencia familiar en instituciones públicas Una propuesta de abordaje desde la perspectiva sistémica Lucía Stiberman

Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Córdoba Domicilio: Crisol 22, 2°A. B° Nueva Córdoba Localidad: Córdoba E-mail: luciastiberman@gmail.com Tel.: (0351)15-6696-323

Resumen

E

l objetivo central del presente trabajo consistió en reconocer la violencia familiar como pauta interaccional que se aprende en la familia y se transmite generacionalmente, afectando su funcionamiento. En consecuencia, el objetivo de las instituciones públicas debería estar vinculado a modificar las pautas disfuncionales que dan origen a la violencia. En este trabajo se propone un abordaje sistémico para transformar los acuerdos y reglas que promueven las interacciones violentas. Esto no supone que todas las familias deban estar juntas, sino que significa suponer que tienen recursos para romper el patrón de violencia y poner en práctica pautas alternativas más funcionales.

I. La familia como agente socializador La familia es el primer espacio donde se construyen las relaciones interpersonales, los acuerdos y las reglas que rigen la convivencia; en ocasiones suelen ser reproducidos consciente o inconscientemente de una generación a otra, hasta llegar a establecerse en la dinámica familiar patrones de comportamiento que definen quién es quién en la estructura del grupo, y determinan comportamientos o reacciones particulares ante determinadas situaciones y eventos que involucran a la totalidad de la familia (Minuchin, 1995). Las manifestaciones de violencia son muestras de

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Ilustración: Pablo Picasso. Mujer llorando.

que el funcionamiento del grupo familiar presenta, más que dificultades, un fenómeno que debe ser considerado como problema. La violencia familiar puede llegar a ser transmitida generacionalmente profundizando y agudizando la permanencia de patrones violentos, caracterizados por la repetición de formas de relación, mantenimiento de estructuras, organizaciones y fun-


Tratamiento de la violencia familiar en instituciones públicas

cionamientos familiares que sostienen dichos patrones (Herrera Santí, 1997). La violencia intrafamiliar como patrón de interacción entre los integrantes del grupo se puede concebir como un juego que va más allá de polarizar la relación entre víctima-victimario, por tal motivo debe ser visto como un fenómeno circular en el que todos los integrantes forman parte de ella. Esta dinámica de relaciones se consolida a través de la incorporación de patrones de comportamiento violento, que al ser reiterados en las interacciones cotidianas, generación tras generación, se naturalizan y constituyen en una forma de relación que, por un lado, orienta el proceso de socialización; y por el otro, va marcando pautas para que los miembros de las familias que viven este problema prevean con anterioridad cada suceso, se imaginen la secuencia de las acciones y prescriban parte del desenlace (Sánchez Jimenez & Valencia, 2007).

a los cuales no es capaz de consentir. • Grave descuido: un miembro (en general, menor) sufre los efectos de las omisiones o carencias con respecto a las necesidades físicas o psíquicas. • Maltrato psicológico: un miembro es víctima de una reiterada violencia verbal o de una presión psicológica tal que lo perjudica.

III. La violencia como pauta comunicacional La comunicación es una condición sine qua non de la vida humana y del orden social. Toda comunicación es conducta, y aceptar esto no supone el manejarse con una unidad-mensaje monofónica, sino más bien con un conjunto fluido y multifacético de muchos modos de conducta verbal, tonal, postural, contextual, etc; todos los cuales limitan el significado de los otros. Los diversos elementos de este conjunto son susceptibles de permutaciones que van desde lo congruente hasta lo incongruente y paradójico (Watzlawick, Helmick Beavin & Jackson, 1985). Tal como plantea Satir (1997), la comunicación es el factor determinante de las relaciones que la persona establecerá con los demás, por ende es el factor más importante que afecta la salud y las relaciones de una persona con las demás. En familias descontroladas se encuentra una comunicación caótica y empobrecida en su intercambio de información. Se observan patrones incongruentes de comunicación verbal y no verbal, lo que se manifiesta como ambivalencia relacional. Dicha ambivalencia e incongruencia encuadran una dificultad para “leer” adecuadamente los matices e implicancias de un mensaje y para desarrollar empatía en la comunicación. En situaciones de resolución de conflictos tienden a inter-

II. Violencia Familiar Bajo el rótulo de la violencia familiar se incluyen aquellos casos en que existe maltrato físico o amenaza de maltrato físico entre los miembros de una familia. El argumento más habitual que se usa para explicar su persistencia es que cada generación aprende a ser violenta siendo miembro de una familia violenta (Fishman, 1995). Esquemáticamente, tomando los aportes de Cirillo & Di Blasio (1991), los casos del maltrato en la familia pueden clasificarse del siguiente modo: • Maltrato físico: un miembro de la familia es objeto de agresiones por parte de otro/s, con consecuencias físicas (como lesiones, fracturas, quemaduras, etc). • Abuso sexual: un miembro de la familia se ve envuelto en actos sexuales que presuponen violencia o

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Tratamiento de la violencia familiar en instituciones públicas

pretarse las señales comunicativas como muestra de rechazo o abandono. Como el lenguaje ha perdido su capacidad mediadora, se instalan los golpes y los gritos, como solución de punto final y de descarga de la tensión acumulada (Gómez, Muñoz & Haz, 2007).

IV. Las instituciones y el tratamiento de la violencia familiar La violencia es de dos clases: la que tiene lugar dentro de la familia y la que acarrean las intervenciones sociales. La primera es la más reconocida, y la segunda es externa, deriva de la intromisión y del poder que tiene la sociedad cuando ejerce funciones de control. El objetivo es la de la protección de los débiles, pero la intromisión en los asuntos de la familia es a veces irrespetuosa, daña los vínculos y desarticula las estructuras establecidas sin reconocer que los procedimientos son agresivos para las familias (Minuchin, Colapinto & Minuchin, 2000). No obstante, ha de tenerse en cuenta que tener vínculos no siempre es algo positivo sino que hay lazos perniciosos (Vidal Fernández, 2009). La intervención reguladora de una institución pública en la vida de una familia tiende a desligar las conexiones entre los miembros. Por lo general, proteger a un menor adquiere prioridad por encima de cualquier consideración sobre necesidades relacionales. La cuestión está en que además de interrumpir transacciones familiares existentes, las prácticas de servicios sociales también evitan que se desarrollen otras nuevas (Colapinto, 1995). Cuanto mayor es el número de agencias que intervienen, más difícil se hace para la familia recuperar los fragmentos de ese proceso, porque cada agencia protege los objetivos específicos del servicio de la interferencia de otros (Minuchin, 1984).

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V. Abordaje desde el Enfoque Sistémico Los servicios sociales tienden a estar organizados en torno a individuos y eso violenta el papel crucial que cumple la familia en las estrategias de supervivencia y progreso de las personas en exclusión. Las manifestaciones de violencia son señal de una disfunción que afecta al funcionamiento global de la familia. En consecuencia, el objetivo que debería perseguirse no es sólo comprender las razones de la violencia, sino también modificar las pautas disfuncionales que le dan origen, a fin de situar a la familia en condiciones de recuperar sus propias condiciones de educación de los hijos (Cirillo & Di Blasio, 1991). Cuando las instituciones y sus operadores se dirigen a la terapia familiar para la búsqueda de soluciones a los problemas que presentan las familias, pueden encontrarse con que la terapia familiar no está bien preparada para la tarea, ya que ésta ha desarrollado la mayor parte de sus interacciones con pacientes que llegan a la terapia por su propio acuerdo buscando soluciones para lo que ellos experimentan como sus problemas. Las familias sobre las que se interviene, en cambio, son enviadas a terapia por agencias reguladoras que están experimentando problemas con ellos. No obstante, la naturaleza involuntaria de la derivación no es la única o la principal dificultad que plantean éstas familias: un obstáculo más formidable es la debilidad de la vida interaccional de la familia (Colapinto, 1995). Sin embargo, una aproximación nutriente a la familia diluida requiere eludir una exploración de la disfuncionalidad y concentrarse en cambio en localizar y expandir la habilidad de los miembros de la familia para conectarse entre sí como familia. Debe ponerse énfasis en animar y sostener la producción de eventos transaccionales en los que los miembros de la familia


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se comporten como tales, unos respecto de otros (De la Revilla, Fleitas, Prados, Marcos & Bailón, 1998). Por otra parte, la terapia familiar no sólo depende de la disposición de los pacientes a aplicarse a un problema, sino también de un proceso familiar al que el problema puede finalmente referirse. En la medida en que los miembros de la familia se han vuelto mutuamente menos relevantes, experimentan entre sí menos conflictos, y menos la necesidad de negociar los conflictos que experimentan; no se sienten atascados porque no hay suficiente proceso entre ellos como para quedarse atascados. Dado que gran parte de su vida está regulada por gente ajena a su familia, no pueden realmente aceptar la noción de la terapia familiar de que sus conductas se regulan mutuamente y son capaces de cambiar conjuntamente. De modo que si ignoran los intentos del terapeuta de interesarlos, o participan en una especie de “terapia fingida” no es porque se resistan activamente a cambiar, sino simplemente porque no son lo bastante propietarios del proceso como para cambiarlo (Ackerman, 1981). Las familias diluidas también padecen un problema sistémico: hay algo que funciona mal en su proceso interpersonal. No se trata de que haya demasiado proceso malo, sino de que no hay suficiente proceso. Los miembros de la familia no están negociando esos límites, conflictos, y decisiones por sí mismos; otros lo hacen por ellos (Anderson, 1997). A esto se añade que la nutrición del proceso familiar exige el desbaratamiento del patrón complementario que vincula a la familia de bajo funcionamiento con el hiperfuncionamiento de las instituciones sociales. La resistencia a la nutrición del proceso familiar puede esperarse tanto de las agencias cuyo mandato organizacional es hacerse cargo y controlar a la familia, como de los miembros de la familia que se han acostumbrado a vivir los unos sin los otros, o que quieren

estar separados pero a los que se les ha dicho que deben intentar resolver sus problemas entre sí (Fishman, 1995).

VI. Conclusiones La dilución del proceso familiar ha sido presentada como un problema, y su nutrición como una solución. Esa postura lleva implícita la atribución de un valor positivo para el “proceso familiar”, la asunción de que hay algo intrínsecamente bueno en la familia que vale la pena proteger y realzar siempre que sea posible. Esta asunción no es universalmente aceptada, la misma terapia familiar ha sido ambivalente a ese respecto: originalmente desarrollada como un esfuerzo para liberar a los individuos de procesos familiares “patogénicos”, ha cambiado gradualmente hacia una apreciación de las fuerzas de las familias. Un examen de las propias creencias y valores en relación al significado de la familia para sus miembros individuales es un paso crucial en la preparación para el trabajo con una familia diluida. Si el terapeuta piensa en la familia como una comodidad dispensable o como un contexto de pesadilla, no debería ocuparse de ayudar a la familia a recuperar su proceso. El esfuerzo terapéutico para nutrir el proceso de la familia y sus límites sólo puede ser sostenido si uno valora la familia por convicción ideológica o por la observación pragmática de que las alternativas de ingeniería social para la familia no parecen funcionar como un recurso irreemplazable, como una ventaja que es un valor para sus miembros individuales. Eso no significa insistir en que todas las familias tienen que estar juntas sin considerar el destino de sus miembros individuales, sino que significa esperar que muchas familias negligentes sean capaces de romper el patrón complementario que

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ha diluido su propio proceso dentro del proceso de los servicios sociales (Colapinto, 1995). Un elemento fundamental a tener en cuenta es que no puede probarse lo negativo. No se puede probar que la violencia no ha de repetirse, por lo que la terapia debe basarse en la experiencia. Hay una serie de patrones característicos que pueden ser observados y transformados en la sala de terapia. El terapeuta debe interrumpir los patrones de escalada mutua a efectos de que los miembros de la familia comiencen a construir interacciones más funcionales, y además verificar la existencia de nuevas transacciones funcionales en sesión. Si estas nuevas conductas no se ponen de manifiesto, o si se reafirman los antiguos patrones, el terapeuta deberá tomar las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los miembros de la familia (Fishman, 1995).

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Expresiones violentas y psicopatología de los trastornos de expresión comportamental en la niñez y la adolescencia Alejandro Rostagnotto

Profesor Titular Cát. Psicopatología II. Prof. Adjunto Cát. Psicoanálisis. Investigador Secyt, Mincyt y docente de postgrado Psicopatía y perversión. Facultad de Psicología. UNC. Doctorando carrera de doctorado en Psicología. UNC

Mariela Yesuron

Mgter. Psicología Clínica. Profesora Asistente Cát. Psicopatología. Docente de Postgrado Psicopatía y perversión. Facultad de Psicología. UNC. Investigadora Secyt y Mincyt.

Introducción

E

ste trabajo aborda un conjunto diverso de conductas sintomáticas que deben ser entendidas como testimonio de la maduración progresiva del niño y del adolescente y no deben considerarse como tipología, estructura u organización psicopatológica definida y precisa. Dentro de este espectro, identificaremos aquellos comportamientos susceptibles de indicar futuros trastornos, según su repetición, acumulación u asociación. La importancia de esclarecer este tipo de comportamientos a edades tempranas, tiene como objetivo destacar el valor de la intervención precoz y la prevención. En la evaluación y estudio de los comportamientos de la niñez y la adolescencia, es posible observar conductas que se desplazan desde respuestas sanas, como por ejemplo: oposición, lúdicas, rabietas, fugas, hurtos, etc.; hasta comportamientos antisociales y la socialización del delito. Estos comportamientos, violentos o no, si se reiteran a lo largo del tiempo, pueden ser signos prematuros que indican un futuro trastorno.

Ilustración: Carlos Alonso.

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Expresiones violentas y psicopatología de los trastornos de expresión comportamental en la niñez y la adolescencia

Desarrollo La psicopatología de los trastornos del comportamiento, específicamente en la niñez, no forman una unidad psicopatológica, sino que se tratan de diversas conductas que habitualmente se relacionan en conjunto y su único punto en común es que son conductas sintomáticas, testimonio de la maduración progresiva del niño, en particular la discriminación progresiva entre fantasmas y realidad, dependencia e independencia, yo no-yo. Con excepción de la conducta suicida, existe para todas estas conductas un continuum que va desde la normalidad como proceso de desarrollo, hasta la expresión de organizaciones patológicas muy variables, y su evolución depende en gran medida del proceso de socialización y de sus desviaciones. Cuando estas conductas aparecen en forma intermitente o aislada, su repetición y reproducción en el tiempo, así como su asociación, pueden constituir los primeros signos de lo que en la adolescencia se convertirá en una organización antisocial manifiesta o en otro trastorno de la adolescencia, cuyas expresiones pueden de menor a mayor violencia. Describiremos algunas de estas manifestaciones: 1. Fuga: consiste en una partida voluntaria e inesperada, sin avisar y sin autorización. La ausencia debe ser de una duración suficiente como para que se considere que se ha transgredido una prohibición de los padres, de la sociedad. No se habla de fuga antes de que se tenga una clara conciencia del domicilio donde vive el niño (6 o 7 años). El tiempo de duración es variable según la edad, mientras más grande el sujeto, suelen ser más prolongadas. No suelen tener un objetivo (dar vueltas, ocultarse, ir al lugar predilecto donde pasear indeciso y ocioso).

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Algunas veces se inscribe como un comportamiento socializado en el seno de un grupo, en estos casos suele formar parte de un comportamiento psicopático y puede ser ocasión de una conducta antisocial más caracterizada (robo, violencia). Como motivo puede observarse en el niño antecedentes de rupturas reiteradas y precoces: separación de los padres, carencia afectiva, abandono, múltiples cambios de domicilio, etc. Una de las características principales de los niños fugitivos es la impulsividad, representando asó una descarga motora frente a una tensión insoportable de la que intentan escapar mediante este comportamiento. En algunas ocasiones la fuga es planificada o imaginada durante largo tiempo y puede representar una conducta relativamente adaptada para expresar sufrimiento o una demanda que los adultos se niegan a atender.

Contexto psicopatológico de las fugas: • Como comportamiento de evitación • Como respuesta a un sentimiento de abandono, intento de rencontrarse con su familia. • Para ir al encentro de uno de los padres cuando estos estas separados. Frecuentemente se trata de problemáticas de evitación. • Del niño autista o deficiente, mas se trata de vagabundeo o de un comportamiento de huida hacia adelante. Es poco elaborada debido a la falla puntos de referencia espacio temporal, y de identidad. Determinadas psicosis se caracterizan por una necesidad compulsiva del niño de escapar a todo límite impuesto, incluyendo los límites de espacio • Viaje patológico: fugas impulsivas y sin motivo, suelen ser de larga duración, suele aparecer durante una


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fase de descompensación delirante. • Fuga en un contexto de epilepsia durante el curso de una crisis compleja temporal, no existe partida voluntaria y se observa una amnesia más o menos completa. • Fuga histérica con amnesia, mas raramente se encuentra en niños pero si puede darse en adolescentes. La represión de esta manifestación conductual puede conducir, especialmente en el adolescente, a un recrudecimiento de las fugas, y puede provocar la cristalización de una conducta patológica, en la que el niño encuentra cierto beneficio en movilizar a su familia o incluso a la policía. El niño puede ver confirmado el apego que sus padres sienten por él, cada vez que duda de que este exista.

puede ser destruido o dado a otra persona (hurto generoso). A su vez existen variaciones del hurto ligadas a la edad. Al comienzo suele existir ni malestar no sentimiento de culpa. El niño pequeño se apropia del objeto sin culpabilidad, y según sea la reacción del entorno frente a estas primeras conductas, le serán conferido un sentido secundario, por lo que la respuesta frente a esta manifestación conductual es sumamente importante. A partir del hurto, el niño puede sentirse solo o inquieto y aparecer el sentimiento de culpabilidad que puede explicar la búsqueda de castigo. Otras veces no es acompañado ni de tensión, ni de sentimiento de culpabilidad, por lo que es experimentado como justa reivindicación o reparación de una carencia. Puede tratarse también de un rito de iniciación a una banda o incluso un hurto “deportivo”, es decir una competición entre adolescentes. El hurto puede considerarse como un comportamiento de grupo, su significación antisocial puede ser significativa. Significación psicopatológica: las descripciones del niño que comete hurtos, incluyen las nociones de carencia afectiva, de abandono intrafamiliar o real, de separación de los padres, de rigor extremo, o de despreocupación educativa. Para Winicott, la significación no siempre es negativa, hay una reivindicación, una esperanza hacia el objeto, y lo importante es no defraudar esa esperanza, Así pues la reacción de los padres es primordial y se sitúa entre dos extremos nefastos, a saber: • Excesivo rigor. Esto le confiere un carácter patológico a una conducta más bien banal, el niño es un ladrón y se convierte ipso facto en un sospechoso permanente, él puede encerrarse en una conducta masoquista repetitiva en la que sus temores son cada vez confirmados, tanto por parte del niño como

2. Hurto: es la conducta más frecuente en el niño y el adolescente, ya que representa aproximadamente el 70% de los delitos cometidos por menores. No puede hablarse de hurto antes que niño haya adquirido una clara noción de la propiedad. Suele comenzar en propio domicilio; el niño pequeño hurta objetos en su casa, en un principio a los miembros de su familia, luego se amplía el círculo a los vecinos o amigos a la escuela al club y puede terminar haciéndolo en la calle o los grandes supermercados. Los objetos al principio son anodinos, responden a los deseo del niño (caramelos, comida, pequeños juguetes), pero se hacen cada vez más utilitarios con la edad. La utilidad de los objetos es muy variable, en ocasiones es directamente consumido, o utilizado; otras veces el niño puede ocultar los objetos por sentimientos de angustia y temor o ser descubierto. En otras, el objeto es abandonado de manera ostensible como si quisiera ser descubierto o denunciado. Por último

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de sus padres o el entorno. • Tolerancia, o incluso complacencia con respeto a estas conductas. El niño se siente entonces excusado e incluso autorizado. Algunos padres proyectan así sobre su hijo su propia tendencia antisocial que son incapaces de limitar. A partir de este sentimiento de carencia inicial (real o fantaseada), y de la reacción de los padres frente a los primeros hurtos, esta conducta adquiere sentido en su organización psicopatológica. En el seno de los procesos mentales de interiorización de la ley de los padres (de la madre primero y del padre después) y de la ley social, es decir la organización progresiva del superyó, el hurto se sitúa en un continuum que va desde el excesivo rigor superyoico del cual el niño no puede librarse hasta la ausencia total de instancia crítica cuya consecuencia es de conducta antisocial. En una organización neurótica evidente, puede observarse comportamientos de hurto no útiles, que acompañan a veces un mecanismo compulsivo que empuja al niño a efectuarlos. La resolución del paso a la acción se experimenta como consuelo aunque también con angustia, y sentimiento de culpa (por ejemplo en hijos de padres separados), subyace a la vez la falta y la necesidad de castigo. El hurto es una de las conductas sintomáticas más habituales de la psicopatía y supone con frecuencia la vía de entrada en la delincuencia. Puede buscarse también la conducta antisocial como iniciación al grupo. Con frecuencia la culpabilidad es totalmente negada, proyectada al exterior a veces incluso con el beneplácito de los medios de comunicación: la culpa es de la sociedad. El hurto del objeto-fetiche o incluso la investidura perversa de la conducta del hurto. El placer solo puede

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obtenerse mediante delimitados objetos (lencería femenina), o por el paso a la acción en sí mismo. La culpabilidad o la venganza no acompañan necesariamente al paso a la acción pero a menudo le suceden. Por último, el hurto puede entenderse como una tentativa de afirmación del Yo, se trata de hurtos en un ambiente de rivalidad; se realiza por desafío en un contexto de lucha contra unos sentimientos depresivos o dificultades de identificación. Este tipo es particularmente frecuente en las bandas de pre adolescentes o adolescentes. En ocasiones tiene el valor de rito de iniciación. Mentira: a los 3-4 años tras la investidura del lenguaje, el niño descubre que su mundo interior puede ser afirmado como personal con su utilización, aquí la mentira es normal y articulada a proteger y producir dicha interioridad. El aprendizaje del lenguaje es una iniciación a la mentira. Paulatinamente, no mentir será incorporado como conducta social aprobada. En un principio no hay una clara distinción entre realidad y ficción, la mentira es considerada como una acción voluntaria de alterar una verdad. Antes de los 6 años no hay una clara diferenciación entre mentira, juego y fabulación (Piaget), es después de los 8 que será intencional (entre los 6 y los 8 años se significa la mentira como un error). Para Ferenzi la mentira se relaciona con la omnipotencia del pensamiento cuya función es preservar el narcisismo y el Yo ideal (mentir da la ilusión de recuperar la omnipotencia). Tausk, agrega que de este modo el niño descubre que sus pensamientos no son trasparentes (sus padres los escuchan, los adivinan). En este sentido M. Klein refiere que la mentira indica el declinar del poder de los padres. Aprender a decirla verdad (dado que mentir es nor-


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ma para el niño), se vincula con el valor que los padres suelen atribuirle, “confesar la verdad la convierte en testimonio de un comportamiento de responsabilidad impregnada de adultomorfismo”, un medio sutil para satisfacer a sus padres y a lo social, con el fin de satisfacer su propio narcisismo. Por lo cual la mentira articulada a la omnipotencia, en la evolución, deja de proteger al narcisismo dejándolo vacío. Desde la clínica se pueden distinguir tres tipos de mentira. 1. Mentira utilitaria: para obtener un beneficio o una ventaja (como en el adulto). El comportamiento del entorno es determinante. Si se muestra demasiado crédulo o desatento puede favorecer el desarrollo de mentir. Un entorno demasiado riguroso y moralizante puede provocar un círculo vicioso de mentir para tapar otra mentira. Lo aconsejable es corregir sin exhortar o intimar demasiado, lo que le permite al niño conservar su autoestima. Si los padres mienten a niño o incluso justifican hacerlo, pueden promover un modo comunicativo que se asocia a otros comportamientos desviados: hurtos y fugas. 2. Mentira compensatoria: implica la búsqueda de una imagen que se considera perdida o inaccesible. Se atribuyen éxitos (escolares, amorosos, deportivos), se inventan aventuras, una familia más rica. Si bien las novelas familiares, las fabulaciones o el doble son normales hasta los 6 años que permite elaborar el narcisismo, la imaginación, su persistencia indica psicopatología: personalidad “falso self”, incertidumbre o irresolución identificatoria, trastorno de la conciencia de sí, incluso prepsicosis. 3. Mitomanía: “tendencia patológica más o menos voluntaria u consciente a la mentira u a la creación de fabulas imaginarias”, descrita por Dupré en 1905, se caracteriza por su vanidad, malignidad y perversión. Es un apoyo narcisista, espejismo del vacío interior,

revelan una carencia afectiva, carencia ancestral e incertidumbre identificatoria. Es próxima al delirio de fantasía de Heuyer, niños que viven un mundo de sueños megalómano donde suele confundirse sueño/delirio, equivale a la parafrenia del adulto.

Discusión Frente a estas expresiones conductuales, con mayor o menor expresión violenta, podemos realizarnos la siguiente pregunta: ¿es necesario esperar la manifestación clara de un trastorno del comportamiento? O mejor dicho ¿es preciso esperar a que el individuo ya esté lo suficientemente implicado en su inserción – o falta de inserción social para entender la significativa importancia de estas primeras manifestaciones? Para establecer el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP) es necesario contar con la edad de 18 del paciente, no obstante esto existen algunos elementos que pueden servirnos de orientación y que se presentan mucho antes de la edad señalada: faltas injustificadas al colegio, expulsión mala conducta; delincuencia (arresto o comparecencia ante tribunal de menores por mala conducta); fugas nocturnas del domicilio de los padres o de los tutores; mentiras frecuentes; relaciones sexuales frecuentes en un tipo de relación esporádica; embriaguez o abuso de drogas reiterados; robos, vandalismo; etc. En el estudio de los antecedentes de los adolescentes psicópatas se ha observado, dentro de la aparente diversidad de los episodios puntuales, una similitud que nos debe llamar la atención: “un itinerario psicopático”. Esto quiere decir, una historia sin argumento compuesta por una serie de episodios salpicados de rupturas. En la primera infancia, se observa como ca-

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Expresiones violentas y psicopatología de los trastornos de expresión comportamental en la niñez y la adolescencia

racterística común la discontinuidad -multiplicidad de vínculos afectivos, diversas cuidadoras, la madre, la abuela, una tía, una hermana mayor, interrumpidos constantemente. A estos vínculos afectivos puede seguirle una serie de internamientos de duración variable, interrumpidos por retornos repentinos al domicilio. Con la escolarización el fracaso del proceso de aprendizaje provoca muy pronto, reacciones de rechazo tales como fugas, faltas a la escuela injustificada, robo, etc. De esta manera, reiteramos insistiendo que las manifestaciones conductuales descriptas deben ser persistentes, repetitivas, como para caracterizar algo fuera de lo normal, fuera de la norma, más allá de la maldad infantil o la rebeldía adolescente. Por ejemplo, un patrón persistente en el Trastorno Disocial implica una violación sistemática de los derechos básicos de los demás o de las normas importantes para la sociedad, según lo establecido para cada edad.

Conclusión El desarrollo normal del niño, lleva a la distinción progresiva entre realidad y fantasía, yo y no-yo, donde observamos, por ejemplo, la autoafirmación del yo en el negativismo lúdico o los berrinches, como conducta normal, igualmente en el adolescente la crisis normal del desarrollo en el proceso de identidad puede implicar comportamientos disociales aislados o actingout neuróticos. El interés por el estudio y esclarecimiento de este espectro de conductas sintomáticas o manifestaciones conductuales –violentas o no- que pudieren pronosticar futuros trastornos, reside en que la repetición de conductas problemáticas, su acumulación, así como su asociación, pueden ser signos precursores de lo que luego cristalizará en un trastorno conductual

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fijo o en un trastorno de personalidad. La continuidad y la complejización de algunos trastornos iniciados en la infancia, pueden vincularse a futuras patologías que impactan en el desarrollo biopsicosocial, la interacción y en la vida personal. Pretendemos el esclarecimiento de estas manifestaciones conductuales para la intervención precoz y preventiva y no para patologizar la infancia. Nuestro interés reside en evitar el diagnóstico peyorativo y el riesgo de desembocar en una utilización excesivamente amplia de los diagnósticos, lo cual se puede tornar peligroso, no el paciente, sino el terapeuta, por la estrategia terapéutica específica que conlleva.

Bibliografía • Almonte, C. y Montt, M.E. (2012) Psicopatología infantil y de la adolescencia. Chile: Mediterraneo. • American Psychiatric Association (2002). DSM-IVTR. Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales. Texto Revisado. Barcelona: Masson. • Marcelli, D. y Braconnier, A. (2005) Manual Psicopatología del adolescente. España: Masson • Marcelli, D. (2007) Manual Psicopatología del niño. España: Masson • Mesa Cid, P. y Rodriguez Testal, J. (2007) Manual de Psicopatología general. Madrid: Pirámide. • Valdivia, M. (2010) Manual de Psiquiatría infantil. Chile: Mediterraneo.


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