4 Pág. 8 Pág. 16 Pág. Mateo y la diversidad del buen vivir Año 2021 10.000 ejemplares gratuitos Editorial 2/ Mujeres 3/ Diversidad 4/ Medio ambiente 8/ Cultura 10/ Salud 12/ Economía16/ Foto: Jonatan Castañeda ¡Volvimos a encontrarnos! Renovación verde Economía Edición 81 ISSN 2346-1276 Acciones que transforman conciencias Una tienda que abastece de esperanza
Editorial
Produce:
¡Nos reinventamos, somos resilientes!
La crisis que enfrentamos por la contingencia del coronavirus llevó a la institucionalidad, empresarios y emprendedores a reinventarse, obviamente, los procesos sociales y comunitarios no fueron ajenos al cambio.
En la edición 81 de nuestro periódico comunitario, queremos conocer y reconocer las experiencias y acciones que algunos procesos sociales y organizaciones comunitarias realizaron, en medio de las restricciones por la pandemia, para mantenerse y fortalecer sus bases sociales. De acuerdo con estas experiencias, podemos evidenciar que, pese a las dificultades, lo social y lo comunitario se convierte en un bálsamo que aliviana las cargas que produce la incertidumbre y la soledad. e la Raza; cómo van las escuelas de la No violencia y la caracterización de las organizaciones sociales en la ciudad.
Director: Alexis Castrillón Jiménez
Coordinación Editorial: Mayrena Estefanía Vélez Restrepo
Periodistas Comunitarios: Andrea Betancur
Elbin Pino Paola Vásquez Gabriel Tiberio Cifuentes Felipe Giraldo
Fotografía: Jonatan Castañeda Alcaldía de Medellín
Diseño, diagramación e ilustración: Jonatan Castañeda
Impresión: Periódico La Patria
Síguenos en Facebook: Periódico Sexto Sentido
Contáctenos: comunicaciones.asercomunitaria@gmail.com
Esperamos que disfrutes de nuestro regreso. Recuerda si tienes alguna duda, inquietud, comentario y sugerencia puedes escribirnos al correo electrónico: comunicaciones.asercomunitaria@gmail.com; también puedes seguirnos en Facebook Periódico Sexto Sentido.
Contenido
Edición 78 2
Pág Pág Pág Pág Diversidad C.D Senderos de paz Salud Mental para adultosnuestrosmayores Renovación verde Pág Una dosis de danza Economía Pág Claudia Montoya y su rol como lideresa 3 4 Pág Edición 81 6 8 10 12 13 palpita desde sus Medellín territorios 2021 “Este medio es ganador de la Convocatoria Medellín Palpita desde su territorios 2021 de la Alcadía de Medellín”
Una mujer que suela piedra a piedra el territorio Claudia Montoya
Una mujer que se sabe osada pasea matinalmente por el barrio Pedregal. Cada día, en compañía de su perra pincher o de su octogenario padre, se dirige por un tinto a la tienda de la esquina. Sentada allí se entrega a la conversa diaria con habitantes del barrio, gentes que se dirigen a sus trabajos o estudios, paseantes erráticos de la calle; a ellos les ofrece con disimulo sus reflexiones y erosiona, sutilmente, el patriarcado. Esta mujer es Doralba Inés Agudelo: integrante del Colectivo de Mujeres de la Comuna Seis, representante electa por votación popular del sector social poblacional de mujeres ante el Consejo Comunal o Corregimental de Planeación –espacio donde diferentes actores poblaciones apoyan e impulsan la Planeación Participativa de los territorios a través del Plan de Desarrollo Local y el Presupuesto Participativo –, profesional en Planeación y Desarrollo Social, la mayor de seis hermanos y madre soltera de dos hijos. Habita Pedregal hace 25 años y hace 16 que se articuló a procesos de participación política y comunitaria. “El trabajo político genera un entorno de afectación”, dice. Así que labra con tesón ese entorno que en su vida se hila cotidianamente con el reconocimiento del territorio; la construcción de buenas relaciones con la comunidad; la formación intelectual que traspasa los linderos del libro y se esparce en los encuentros con ellas, las mujeres con las que en su día a día se entrecruza para aprender, confrontar y confrontarse.
Los procesos de transformación social y política no son nada fáciles y menos cuando se trata del patriarcado: algo intrincado en las más hondas fibras de nuestra costumbre que opera destruyendo y ocultándose, “eso atraviesa el ser”, piensa Doralba. Sin embargo, ella trabaja en su transformación y la de su territorio, el mismo trabajo comunitario la alienta a formarse. “Si no hubiera estado en procesos de participación participación territorial en la Comuna Seis seguramente no hubiese pensado en retomar los procesos de formación académica”, cuenta. Cree, además, que esa transformación necesita de argumentos, y es ahí donde se pone en juego su deseo de saber: “Eso es lo que yo he querido, seguir aprendiendo un poco. Y todos los días descubro que hay muchísimas cosas por aprender”,expresa
Desde el Colectivo de Mujeres se han generado, principalmente, procesos de formación: Talleres que proponen brindar herramientas a las mujeres para que participen en los diferentes escenarios territoriales y sepan en qué consiste esa participación, sobre el porqué del enfoque de género o de su necesidad, sobre cómo puede proponerse este en los proyectos de desarrollo territorial. Algunos cursos de esos se ofrecerán vía virtual desde el 15 al 19 de diciembre. Entre sus temas está el del Plan de Desarrollo: el sistema municipal de planeación, sus instrumentos de planeación; estrategias metodológicas, formulación de proyectos.
3 Edición 78 Mujeres
Edición 81
“
Así pues, los sueños se van construyendo para Doralba que expresa: “Uno no destruye lo que uno quiere en un segundo. Yo no puedo destruir este territorio de la Comuna Seis, que me lo he soñado, que le he puesto granitos de arena para su construcción, tirándole la piedra que tengo dentro. Esa piedra yo la tengo que poner con mañita para que la construcción sea firme”.
Foto: Gabriel Tiberio Cifuentes
Foto: Gabriel Tiberio Cifuentes
Mateo y la defensa del buen vivir
Mateo Sánchez Blair, quien como líder empuja junto a sus compañeros el colectivo, reconoce la importancia de poder aparecer libremente en el espacio público, como persona diferente. Y sabe que para que eso ocurra, es necesario crear procesos de sensibilización hacia la comunidad, disolver los estigmas y las opresiones sociales, que tanto odio y dolor siembran. Pero no ha sido fácil arrancar ese proceso político, cuenta, pues las burlas, el rechazo y la censura que la población LGTBI recibe en sus cuerpos hace que sean un sector difícil de congregar. Según opina Mateo: “Es un sector sin recursos donde la mayoría de gente, por ser oprimida, no sale ni participa en espacios políticos”.
Este inquieto joven de 21 años, quien ha habitado siempre el Sector Jorge Eliécer Gaitán de la Comuna Seis, decidió tejer su vida entre acciones políticas inspirado por la labor comunitaria de su madre en la Junta de Acción Comunal. Ver el reconocimiento y el respeto con que es tratada despertó en él una cándida curiosidad por las labores comunitarias. De ahí que Mateo haga parte del Consejo Comunal o Corregimental –CCCP–de su comuna como representante poblacional LGBTI, un espacio creado para la participación ciudadana en el Plan de Desarrollo Territorial. Planeación y Desarrollo Social, la mayor de seis hermanos y madre soltera de dos hijos.
Edición 78 4 Diversidad Edición 81
Foto: Felipe Giraldo
El Colectivo Semillas se encuentra aún en una etapa incipiente. Empezó en octubre del 2019 y se ha visto entorpecido por la actual pandemia. Sin embargo, no ha dejado de amasar sus sueños y anhelos. Algunos de sus propósitos son generar espacios y proyectos de sensibilización con enfoque poblacional en el territorio de la Comuna Seis, incentivar la participación política de la población LGBTI.
Sueñan para el futuro con hacer salidas pedagógicas, charlas o conferencias, con construir un espacio de encuentro ético donde el reconocimiento mutuo, la aceptación y la visibilización de la diferencia sea un horizonte alcanzable. Sueño último que se ha hecho posible este año, a través de la virtualidad, pues es ahí donde han sostenido sus encuentros cada quince días. Estos han significado la posibilidad de construir ideas y diálogos que van hilando fuerte los vínculos políticos de la amistad. Han sido espacios lúdicos, adheridos a la reflexión, a las palabras que se piensan para transformar su propia existencia y la de los otros, para crear un mejor vivir para aquellos que son marginados por sentir y desear diferente.
Mateo agradece personalmente lo que los procesos comunales han traído a su vida: la posibilidad de escuchar y ser escuchado, de formarse intelectual y espiritualmente, de reconocer los procesos políticos que se desarrollan en su territorio y aprender de estos, de ser visto, reconocido y querido entre los habitantes de su comuna, de encontrar voces que le alienten amorosamente a seguir adelante, como la de Doralba Agudelo, líder feminista de su territorio que lo ha acompañado a él y a las demás Semillas de este colectivo desde el inicio en ese sueño.
“Cada día le metemos más ánimo, cada día le metemos más fuerza al Colectivo y cada día crecen más las ganas y la fuerza de sacar el sector adelante para poder visibilizarnos y sensibilizar a la ciudadanía para que la comunidad LGTBI se sienta plena y feliz en su propio territorio”, cuenta Mateo con una voz animosa y trepidante que muestra cómo en su inquietud se está gestando una defensa por eso que él llama el buen vivir.
5 Edición 78 Diversidad Edición 81
Club Deportivo Senderos de Paz:
Una organización Social
El Club Deportivo Senderos de Paz ya ha alcanzado un renombre significativo en la esfera ciudadana, no sólo por logros en la cancha, entre los arcos y la emoción del gol, sino también por un compromiso social que inició en marzo del 2010 como iniciativa de Johnatan Stiven Ruiz. Ante la expresión singular de un chico, Johnatan sintió una revelación fascinante: el pequeño quería ser un duro del barrio, custodiado por armas, con dinero y prestigio. Lo demás fue empeño y voluntad: abrió convocatoria, sembró la semilla, y con cincuenta jóvenes y poca experiencia fue naciendo el club deportivo; el único con conocimiento en el tema, Jaime Gómez –técnico graduado–, ponía su parte para entrenar al equipo. Así nació Senderos de Paz, en la parte alta de la Comuna Seis de Medellín: la alternativa de alcanzar metas con un rumbo espiritual, forjado en valores, y la intención de trabajar desde el cuerpo los principios de la vida en sociedad
Sin embargo, ¿cómo ha sido el presente, que promete menos ventura, y que ha implicado esfuerzos complejos? La pregunta no es sencilla, porque si bien en el campo laboral algunas personas relativamente privilegiadas lograron conservar sus empleos en la pandemia frente a una pantalla, para un club deportivo las cosas fueron más difíciles en este año particular de contagio, medidas de control y evidentes brechas sociales. “Recordemos que en febrero nos cerraron los espacios deportivos por la contaminación del aire en la ciudad; cuando ya iban a abrir de nuevo por la reducción de la contaminación, e iban a dar permisos para usar los escenarios administrados por el INDER, llega en marzo la pandemia, y de nuevo los cierran –explica Johnatan–. Empezamos a hacer entrenamientos virtuales: los filmábamos y los enviábamos por redes y whastapp a los grupos, y por categorías: sub 14, sub 16, etc. Pero eso no tenía buena respuesta; buscamos, entonces, la forma de hacerlo virtual pero en vivo”. Primer lío: agregar más tiempo ante el ordenador a jóvenes que ya tenían suficiente carga con los compromisos académicos. Las personas estaban agotadas, y debían pasar varias horas al día en reuniones de Zoom o Meet para responder con sus compromisos de la cotidianidad. “Muchos chicos no sentían el entrenamiento, y se disminuyó la cantidad de inscritos. Con las clases del colegio tenían casi todo el día”. El segundo reto vino con la preparación espiritual: luego de cada sesión presencial, antes de la pandemia, se reunían a conversar sobre principios, resolución de conflictos y valores en el hogar. Pero una vez más, tener este espacio en una plataforma virtual no lograba respuestas satisfactorias ante el objetivo concreto. Sin embargo, en el presente se han ido dando gradualmente los cambios. Desde agosto pueden salir de nuevo y pisar la grama sintética de la cancha del barrio Progreso número dos Tuvieron que conseguir todos los elementos de bioseguridad, y al tiempo volvieron a verse con los jóvenes en torno al balón. “Este año ha sido un reto para acompañar a las familias y a los jóvenes desde el deporte, pero también desde el acompañamiento espiritual; no paramos, sino que todo el tiempo hemos buscado los métodos para poder entrenar, y que los participantes siguieran ahí, en nuestros programas de prevención de drogadicción, delincuencia, y resolución de conflicto en la casa”. A la fecha, destaca Johnatan, siguen en la plana 150 inscritos en el Club, lo que habla de una constancia esperanzadora.
Edición 78 6 Deportes ilustración: freepik Edición 81
Foto: Felipe Giraldo
En el grupo de base de Senderos de Paz hay hoy diez personas que distribuyen sus funciones entre las consejerías, el entrenamiento, los planificadores organizacionales, y dos personas en el área contable. Otro proyecto esencial en el presente es ampliar la cobertura, conservando el horizonte solidario que ha sido su camiseta en el desafío de la pandemia: “queremos apoyar a los niños de algunas veredas y pueblos del departamento, y que son de escasos recursos, llevando regalos, alimentación y vestuario. Estamos yendo a empresas, y a hablar con amigos que tienen la forma, y recogemos”, cuenta Johnatan. Por medio de unos anfitriones en territorio, logran reunir la base de datos de los niños, con talla de ropa y datos personales. Este año se comenzará la labor en una vereda del municipio de Sopetrán, al occidente de Antioquia, llamada Filo grande, para cerrar una época que ha sido compleja, muy exigente para las organizaciones comunitarias.
“Esta pandemia mostró que somos personas sociales, no islas”. Para Johnatan hay una reflexión muy básica, que desde este punto, arroja luces sobre lo que ha sido el encierro, producto de las medidas para contener la pandemia: “Los trabajadores sociales nos acostumbramos a la comunidad y abandonamos un poco a la familia; justamente la pandemia nos ayudó a volver a la familia, a fortalecer los vínculos familiares. Estar encerrados también nos ayudó a volver de nuevo a esos vínculos para construir desde la casa una sociedad diferente. Para poder mejorar la comunidad debemos empezar por el trabajo en nuestros hogares”, concluye.
se fracasa hasta que de deja de intentar”
7 Edición 78 Deportes Edición 81
Ilustración: freepik
“No
Foto: Gabriel Tiberio Cifuentes
Renovación Verde: Acciones que transforman conciencias
Minutos antes de que se anunciara al ganador de la categoría Dimensión físico-ambiental en la cuarta versión de los Premios a experiencias relevantes de participación, es probable que Deisy pensara en el lema de su organización: acciones que transforman conciencias. Salió al frente cuando escuchó el nombre de su grupo, Renovación Verde, y posó junto al secretario de participación de Medellín, quien sostenía en sus brazos una carpeta abierta que contenía el acta de reconocimiento; ella, ante la cámara que recogió el momento, sostuvo a la altura de su pecho la placa conmemorativa. Haber recibido este premio por parte de la Alcaldía de Medellín les trajo nuevas ideas, más dinamismo ante los ojos de la ciudad y del presente: acciones que transforman conciencias. El proyecto con el que Renovación Verde logró el reconocimiento que ya mencionamos se llama Aula viva. Mirando un poco hacia atrás, comenzaron a organizar sus ideas y sus personas a finales del año 2016, y a movilizar acciones entre las calles, los parques y las esquinas de Pedregal, en la Comuna Seis de Medellín. De tantas andanzas, consiguieron en alquiler un espacio en el barrio Doce de Octubre que tiene ese nombre vital, como antojo sutil de la fértil tierra: Aula viva. Deisy Carolina López es ingeniera ambiental, y hace parte del grupo desde su nacimiento. Me cuenta que “en Aula viva tenemos un espacio de separación y recuperación del material reciclable, que da un recurso pequeño ‘pa´pagar’ el espacio –de eso se encarga Daniel Ospina, otro integrante de la Corporación–. También tenemos allí el vivero: suculentas, cactus y especies forestales, para la venta o para los eventos –como los trueques ambientales–. Nosotros también organizamos jornadas de siembra en lugares de la comuna, y llevamos especies forestales que tenemos allí cultivadas”. Su papel en el grupo es estar al frente del semillero infantil, que es básicamente uno de los proyectos con los que nació la corporación. El semillero acoge a una veintena de niños y niñas entre los cinco y los doce años que no están por estar: han mostrado en las diversas etapas del proceso interés y voluntad de transformar desde el aprendizaje y la intervención medio ambiental en su comuna.
¿Cómo era, justo antes de la pandemia, una jornada con estos niños? –le pregunto a Deisy–: “Generalmente nos reuníamos en la Casa de la Cultura de Pedregal; hacíamos una parte del taller bajo techo y otra parte en campo. En la Casa de la Cultura explicábamos qué son los residuos sólidos, cómo se deben clasificar, pero con juegos: yo por ejemplo cogía una caneca, mezclaba varias balotas con dibujos de los residuos, y dividía a los niños por equipos. Los invitaba a separar los residuos, y el equipo que mejor lo hiciera se ganaba un premio. En trabajo de campo los llevábamos al Aula viva y les enseñábamos a sembrar, pero que además vieran la diferencia entre una semilla y una planta germinada; además, las condiciones y las distancias para sembrar bien”.
¿Cómo era, justo antes de la pandemia, una jornada con estos niños? –le pregunto a Deisy–: “Generalmente nos reuníamos en la Casa de la Cultura de Pedregal; hacíamos una parte del taller bajo techo y otra parte en campo. En la Casa de la Cultura explicábamos qué son los residuos sólidos, cómo se deben clasificar, pero con juegos: yo por ejemplo cogía una caneca, mezclaba varias balotas con dibujos de los residuos, y dividía a los niños por equipos. Los invitaba a separar los residuos, y el equipo que mejor lo hiciera se ganaba un premio. En trabajo de campo los llevábamos al Aula viva y les enseñábamos a sembrar, pero que además vieran la diferencia entre una semilla y una planta germinada; además, las condiciones y las distancias para sembrar bien”.
Edición 78 8 Edición 81 Medioambiente
ilustración: freepik
Foto: Felipe Giraldo
La pandemia con sus dinámicas confusas y sus restricciones trajo dificultades y golpes a la economía de muchos hogares. Los integrantes de Renovación Verde vieron casos de necesidad y escasez en las casas de algunos recuperadores de su barrio, y tomaron cartas: organizaron trueques ambientales, para que el espíritu de su organización estuviera presente en la campaña. Les llevaban a las personas plantas que tuvieran sembradas en el Aula, y a cambio la comunidad entregaba cosas de la canasta familiar. “Nosotros montamos una publicación en las redes sociales para hacer trueque, ‘¿qué tiene usted para entregar?’ La gente nos donaba cosas de la canasta familiar y nosotros le dábamos una planta; fue como volver al trueque de alimentos, el cambio solidario”, relata Deisy. Diez familias tuvieron este apoyo fundamental que surgió de ideas creativas y de la buena voluntad.
Las claridades están muy presentes, no sólo desde el espacio que simboliza el Aula viva, o desde el proceso del semillero; se trata de avanzar con enfoques de sensibilidad social y territorial; eso lo tienen como norte todos los integrantes del grupo: Daniel, Sonia, las dos Deisy, Juan José, Rosaura y Alexander. “Queremos que la Corporación crezca en número de voluntarios, y que crezca en proyectos –explica Deisy–; la idea es que el próximo año cada uno tome una línea, y le pueda diseñar un proyecto de gestión. Se trata de liderar procesos ayudándonos mutuamente. Nos apasiona estar trabajando con la comunidad, y le vamos a dar más enfoque a ese impulso. (…) Por otro lado, vamos a ampliar más nuestra labor a todos los barrios de la comuna: ya conocemos a los líderes y a las personas, y ellas nos reconocen”. Un resumen preciso del porvenir podría ser, justamente, el lema que guía sus pasos: acciones que transforman conciencias.
9 Edición 78 Medioambiente Edición 81
Descarga Nuestra Aplicación ¡ y llévanos contigo! ilustración: freepik
Foto: Felipe Giraldo
Foto: Gabriel Tiberio Cifuentes
Un dosis de danza para enfrentar la pandemia
Una bandada de tángaras cabecirrufas llena el bosque de un fragor alegre. De los danzantes aleteos de esta ave exótica se desprenden estelas coloridas, curvas vibrantes, líneas giratorias, cantos agudos que se tejen como un amasijo de rutas en el aire. Sus delicados picos hurgan las frutas suavemente y dispersan, ágiles, la semilla.
Semejante a esas tángaras existe la Comparsa Luna Sol, en la Comuna Seis. La primera semilla de la que brotó este grupo artístico la dejó en los años noventa Soraya Cataño, líder comunitaria asesinada. En el brutal contexto de esa época algunos jóvenes hicieron un carnaval que recorrió la Avenida 80 resistiendo la violencia y el conflicto amedrentador de la ciudad. En él, le rindieron homenaje a la memoria de Soraya y a Ramón Sierra, otro líder asesinado de la Comuna. Del carnaval nació el deseo de continuar y desde entonces no han cesado de esculpir lo que ya hoy, 24 años después, es más que un fruto.
En 1997 fue la Comparsa, que nace de la necesidad de ofrecer otras posibles experiencias a los jóvenes de la Comuna, ser un lugar para otras búsquedas (distintas a las que generaba la violencia), que pudiera ser un epicentro de formación en las artes escénicas. En el año 2008 logran consolidarse como la Corporación Ramiquirí e Iraca, y actualmente cuentan con una sede en el sector La Torre que ofrece espacios formativos en danza, teatro y música. A esta, por ejemplo, pueden llegar personas de El Picacho, San Martín, Pedregal o Castilla. Dubán Blandón, director general, calcula que la Corporación beneficia directamente a través de sus espacios formativos a casi 190 personas. Granizal, Popular No.2 y Santa Cruz.
Con la pandemia sus procesos artísticos se vieron entorpecidos pero la perseverancia y el compromiso fueron importantes cartas de batalla. “Nos dimos cuenta de que fuimos los primeros afectados y sabemos que seremos los últimos en activarnos”, dice Dubán. El confinamiento ha traído acuciantes preocupaciones económicas, pues con sus procesos artísticos inactivos los recursos han menguado. “¿Qué tocó hacer? Aceptar la condición que impuso la pandemia, echarle mente. Era necesario conseguir los recursos para seguridad social y para nómina”, cuenta Dubán. Una de las tareas que no ha dejado de cumplir durante estos meses fue mantener y reactivar el contacto virtualmente con el equipo de la corporación, alentarlos a no rendirse. Fue una oportunidad para acercarse a los demás de manera más íntima, para saber más de sus vidas personales, para darse mutuo aliento en una situación tan angustiante. La distancia social permitió fortalecer otros caminos para el encuentro.
Con la pandemia sus procesos artísticos se vieron entorpecidos pero la perseverancia y el compromiso fueron importantes cartas de batalla. “Nos dimos cuenta de que fuimos los primeros afectados y sabemos que seremos los últimos en activarnos”, dice Dubán. El confinamiento ha traído acuciantes preocupaciones económicas, pues con sus procesos artísticos inactivos los recursos han menguado. “¿Qué tocó hacer? Aceptar la condición que impuso la pandemia, echarle mente. Era necesario conseguir los recursos para seguridad social y para nómina”, cuenta Dubán. Una de las tareas que no ha dejado de cumplir durante estos meses fue mantener y reactivar el contacto virtualmente con el equipo de la corporación, alentarlos a no rendirse. Fue una oportunidad para acercarse a los demás de manera más íntima, para saber más de sus vidas personales, para darse mutuo aliento en una situación tan angustiante. La distancia social permitió fortalecer otros caminos para el encuentro.
Edición 78 10
Cultura Deporte en Pedregal. Foto: Cortesía Edición 81 Si quieres contar t us historias en Sexto Sentido, e scríbenos al correo electrónico comunicaciones.asercomunitaria@gmail.com
Luna Sol
Comparsa Luna Sol
Foto:Comparsa
Foto:
11 Edición 78 Edición 81 Cultura
de la actualidad de nuestro territorio en www.comuniquemos.co La plataforma de Medios de Comunicación de la comuna 6
Entérate
Salud
Cuidadores para la vida, por nuestros adultos mayores
Los datos de población adulta mayor en la Comuna Seis de Medellín no son asunto ligero, si además ponemos a contraluz las problemáticas que aquejan a este grupo de personas: tenemos en el territorio 54.550 habitantes que tienen entre 45 y 64 años; otro número nos da base para comprender el panorama: en esta comuna el estrato predominante de vivienda es dos (109.000 habitantes). Ambas cifras sobre la mesa generan un punto de reflexión: hay una cantidad grande de personas que se acercan a la vejez, en un territorio que todavía tiene problemas asociados con desempleo, inseguridad y cobertura escasa de servicios satisfactorios de salud. Agreguemos el tema predominante del año: medidas restrictivas y de movilidad para personas de edad –como forma de enfrentar la expansión de la Covid 19–, que mostraron con el paso de los días efectos devastadores en la salud mental y el nivel de relacionamiento intrafamiliar. Y probablemente no sea ingenuo afirmar que este tipo de resultados son más fáciles de tratar cuando las condiciones de vivienda, de cobertura en atención sicológica, de entretenimiento y de acceso a tecnología o a terapias oportunas se dan completas, sin los pesos de las dificultades económicas que suelen caer sobre estratos bajos de la periferia de la ciudad.
Jaime Fernando Duque Piedrahíta es uno de los creadores de la Fundación Cuidadores para la Vida, que tiene cerca de tres años desarrollando su objeto filosófico: trabajar en la formación de cuidadores para el adulto mayor, y cuidadores para niños y niñas; entre ambas razones van aportando a la construcción ciudadana en la Comuna Seis, y con el acompañamiento de profesionales, e incluso de la Administración Municipal. En el año 2019 recibieron el apoyo del programa Nadie toca mi cuerpo –enfocado en la prevención del abuso sexual–, que eventualmente lideró la primera dama de Medellín. “En la Fundación somos aproximadamente doce personas, pero tenemos además al grupo de las cuidadoras, que son cerca de veinte mujeres, y que son las que trabajan con el servicio social, visitando a los abuelos (también veinte), dando atención básica y control de salud”, cuenta Jaime. En los semilleros infantiles de formación hay, actualmente, un promedio de cuarenta niños, pero la pandemia trajo sus medidas de cuidado: no se pudo hacer mucha labor presencial en 2020, pero en los últimos meses del año se ha dado una apertura positiva, respetando las normas básicas: caretas, tapabocas, distanciamiento y uso constante de alcohol.
“El trabajo de las cuidadoras es muy bueno: ellas sacan su tiempo para visitar a los ancianos, conversar con ellos, apoyarlos con sus medicamentos, es decir, hacer todo el proceso de acompañamiento. Es un grupo de voluntariado; obviamente son amas de casa o cuidan sus hogares, y dan de su tiempo para ser cuidadoras. Algunas ejercen en hogares geriátricos o en clínicas, y de ahí tienen sus ingresos, explica Jaime. Para la selección de los beneficiarios de la Fundación se hacen recorridos puerta a puerta para conocer el estado de los adultos mayores, se visita su entorno y se levanta la información para tener una caracterización clara. Esto permite, primero, seleccionar al público para las cuidadoras, pero a la vez lograr una
lectura de la situación en el territorio. Jaime comparte una reflexión oportuna sobre la importancia de acompañar a los adultos mayores: “muchos se encuentran en situación de abandono, en casas de pocos recursos pero donde además la familia no tiene conocimiento sobre cómo cuidar a un anciano; se requiere atención sicológica, cuidados especiales, llevar un poco de esa luz que les falta. Esto motiva mucho a seguir luchando por estas personas que están en situación tan compleja, logamos darles una mano y mostrar otro camino para que sientan amados”. Hace énfasis en algo elemental, que nos ha puesto en contraste con los valores de hogar que cultivamos como ciudadanos, sobre todo luego de este año tan complejo: “esta pandemia ha traído cosas muy malas: nos hemos tenido que alejarnos mucho de ellos para cuidarlos del contagio. Pero estamos planteando de nuevo las estrategias para seguir con nuestro trabajo. La labor de la Fundación Cuidadores para la Vida posee un valor adicional, más allá del acompañamiento y el cuidado de los ancianos, especialmente los que sufren situaciones precarias en su entorno doméstico: se trata de la educación para toda la familia; que los hijos y nietos comprendan que su compromiso con la experiencia, con el respeto y con la protección de los adultos mayores no es tarea fácil, pero que es prueba fuerte del tejido social que entre todos debemos elaborar. Y allí nos hacemos más humanos: cuando leemos la necesidad del otro no como una carga sino como la oportunidad de construir la historia de nuestro hogar y nuestros barrios desde la solidaridad.
Edición 78 12
Edición 81
¡Cuidar
tu salud es ciudarte!
ilustración: freepik
Foto: Gabriel Tiberio Cifuentes
La Comuna Seis es un territorio
13 Edición 78 Salud Edición 81
Club de vida mi primera cana:
La salud mental y física para nuestros adultos mayores
tegrantes eran ambos reyes de la diarquía espartana. También varios siglos antes de Cristo, en la legendaria Cartago, la
Mediterráneo al norte de África, tenían un consejo de ancianos que incluso garantizaba a sus ciudadanos cierto equilibrio con relación a los reyes. El valor que se le daba a la experiencia era parte fundamental de sus principios como pueblo. Hoy, tomando como ejemplo Medellín, tenemos contrastes complejos: por un lado tenemos los núcleos en los que las personas mayores son base de conocimiento y saberes esenciales en los círculos comunitarios, o en grupos familiares que se congregan en torno a la abuela o el abuelo, y son eje de la vida familiar. Por otro lado, es evidente el abandono que sufre una cantidad considerable de adultos mayores –41 denuncias fueron presentadas ante la Personería de Medellín en los primeros cinco meses de 2020, es decir que la cifra puede ser más alta.
Sin embargo, hay que referirnos a otra dificultad significativa: el efecto directo de las medidas adoptadas por los entes de gobierno para contener la expansión de la Covid-19, y principalmente el encierro, sobre todo para las personas de la tercera edad: durante varios meses tuvieron prohibido salir, dado su nivel de riesgo y de padecimiento de otras enfermedades. “A mí me llamaban desesperadas, que cuándo íbamos a hacer alguna actividad”, cuenta Claudia Elena Montoya Arango, coordinadora y representante legal del Club de vida Mi primera cana, del barrio La Esperanza, en límites entre las comunas Cinco y Seis de Medellín. Este grupo, que nació el 12 de septiembre de 2012, es precisamente una alternativa de revitalización, movimiento y trabajo físico y de ejercicio mental para sus ochenta integrantes. Hace tres años tienen un profesor asignado por el Instituto de Deportes y Recreación de Medellín –INDER–, y justo antes de que iniciara el periodo de la pandemia tenían gimnasia tres días a la semana: lunes, martes y jueves en la tarde; hacían actividades lúdicas, baile y aeróbicos. Hoy las puertas del salón están cerradas. En un sondeo general hecho por el mismo INDER se indagó por los integrantes del Club con más enfermedades de riesgo; sólo a 31 se les permitió asistir a algunas clases, y divididas en tres grupos. “En el Club de vida ellos tienen manualidades, cursos, y cosas así; en ese horario todos están en un mundo distinto al que tienen en las casas, donde está siempre es cuidando nietos o muchachos. En cambio sacan la hora para ellos”, concluye Claudia.–
El tema no es menor. Un artículo publicado por la Facultad de medicina de la Universidad de los Andes a mediados de 2020, y escrito por la especialista Liliana Gutiérrez, afirma que “En el caso de COVID-19, estudios señalan que la progresión del virus y el riesgo de muerte es tres veces mayor en los ancianos”. Sin embargo, en la otra orilla está el otro riesgo latente y peligroso, que amenaza su salud mental y estabilidad: “La conexión social es vital durante el colapso de la salud pública, más aún cuando el ‘ageismo’ se convierte en un factor de estigmatización en esta población marginada. Esto lleva al abandono y al nihilismo terapéutico. Según la CEPAL, las personas de más edad (60 años) son los que menos consumen internet, no se sienten cómodos con los teléfonos inteligentes o el idioma de los medios”. Es por ello que escenarios como los clubes de vida revisten más importancia ante este panorama complejo.
“Hacíamos el bingo-huevo todos los jueves, el alguito cada mes y el Día de sol –una salida a alguna finca en las afueras de la ciudad, para tomar un aire campestre, me explica Claudia–. El bingo-huevo es así: todas las socias y los socios llevan dos huevos y mil pesos; con los mil pesos se juegan tres tablas, o sea que hay tres ganadores. Entre los tres se distribuyen todos los huevitos que recogemos, y lo que se recoge en dinero es para las fiestas y las despedidas”. ¿Cuáles son las fiestas? Hay un cronograma bien estructurado: abren con la celebración del Día de la mujer en marzo, luego el día de la madre y el día del padre, y la fiesta de Amor y amistad. Comparten torta y helado, participan de rifas y se pasa el tiempo entre la dicha de estar en familia y comunidad. En septiembre el Club de vida Mi primera cana recibió un apoyo con el programa de Procedas (Proyectos ciudadanos y comunitarios de educación ambiental), implementado por la Secretaría de Medioambiente a través de la Universidad de Antioquia, durante tres meses les dieron cursos y talleres de separación de residuos, reciclaje y cuidado de los espacios comunes de su barrio, todo en un ambiente de juego, la charla cordial, la manualidad y la labor puesta en los elementos.
Edición 78 14
Adulto Edición 80
En la historia del mundo antiguo encontramos registros del papel relevante que cumplían las personas de avanzada edad para los asuntos públicos; dos ejemplos prácticos pueden ayudarnos a ilustrar esta idea inicial. Primero, Esparta. Allí, varios siglos antes de cristo, contaban con un cuerpo de gobierno denominado Gerusía, que estaba conformado por treinta personas, y veintiocho de ellas debían tener más de sesenta años; los otros dos in-
vecina del
Foto: Gabriel Tiberio Cifuentes
La manera de cuidar a nuestros adultos mayores y así cuidar su salud mental
15 Edición 78 Adulto Edición 80 Fuente:Corporación Municipaledellín.
Una tienda que abastece de esperanza
Tenía 40 años cuando salió de un pueblo en el Norte de Antioquia con rumbo a Medellín. De una vida transcurrida al abrigo de la naturaleza, entre animales de granja, cultivos y montañas boscosas pasó al trajín urbano, la vida acelerada, el horizonte de ladrillo y calles empinadas; pero el itinerario de Roberto Emilio Porras Barrera estaba trazado para que llegara al Granero El Favorito, la tienda de barrio que adquirió hace 17 años en el Picacho. No tiene clara la historia previa de la tienda pero sabe que en el tiempo que ha estado a su cargo ha crecido de un modo especial, hasta el punto de ser uno de esos negocios que hunde sus raíces en el tejido social de la comunidad. Sin mudarse de local, sin incurrir en ampliaciones de espacio, el Granero El Favorito ha crecido a lo largo de estas casi dos décadas de trabajo de manera intangible: la amabilidad de quienes atienden y la variedad que se puede encontrar en sus estantes pasa de boca en boca y ya es un sitio indispensable para quienes viven a su alrededor. Es una tienda familiar con un surtido diverso a la que le encaja la frase conocida de “Pregunte por lo que no vea”. Allí, Roberto trabaja con su esposa, Martha Ubiele Sánchez y ocasionalmente lo ayuda un sobrino. A lo largo de las jornadas de 17 horas, desde el granero Roberto ha sido testigo de la historia del barrio: “Uno ve gente que llega, gente que se va. Ha habido cambios en las vecindades. Uno ha visto niños en brazos y ahora ya están grandes, eso es muy bello”.
Sin embargo, la situación enrarecida producto del Covid- 19 estuvo a punto de romper esa constancia de puertas abiertas que ha tenido el granero. La cuarentena decretada por la pandemia llevó a que El Favorito atravesara una época inusual de escasez. Esa rutina de 17 horas se vio reducida casi hasta la mitad. Aunque no suspendió el trabajo, las jornadas se redujeron a 10 horas y el desabastecimiento se empezó a notar en las estanterías. La lucha diaria por tener abarrotes y legumbres para la comunidad llevaba a Roberto a recorridos quijotescos por el centro de la ciudad. La plaza de mercado estaba cerrada por la ola de contagios que se presentó al principio de la cuarentena y Roberto debía buscar como un sabueso, por las calles del centro, esos lugares a los que llegaban los proveedores a descargar sus productos y venderlos a contrarreloj, antes de que las autoridades aparecieran para hacerlos dispersar o decomisar la mercancía. “Nos tocó andar la calle corriéndole a la ley”, dice Roberto.
Y así fue como el Granero El Favorito no dejó de tener lo indispensable para las familias que se surten en él. A su alrededor la situación económica era difícil para los habitantes. Cuando podía, Roberto donaba un mercado y no dejó de confiar en esas personas que dependen del fiado para poder tener sus despensas abastecidas. El apoyo entre el granero y sus clientes fue recíproco. “La comunidad es una belleza. Tengo mucho que agradecer, son personas que son fieles, lo conocen a uno hace 17 años y siguen viniendo a comprar aquí”. En estas palabras de Roberto se intuye el modo en que el Granero El Favorito se ha convertido en un referente del barrio, es la tienda que siempre abriga con un saludo, en la que se calma la sed después de un partido o se encuentran por puñados esos ingredientes que hacen falta para el sancocho decembrino.
Edición 78 16 Economía
Foto: Gabriel Tiberio
Edición 80
ilustración: freepik
“mañana si ”