Actas de jornada antrópica extraordinaria memoria bugossi

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Saludos y mensaje del Profr. Dr. en Fil. Tomaso Bugossi. (traducción del escrito de Tomaso Bugossi por el Dr. en Fil. José Ricardo Perfecto Sánchez)

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Saludos y mensaje del Profr. Dr. en Fil.

Tomaso Bugossi. (traducción del escrito de Tomaso Bugossi por el Dr. en Fil. José Ricardo Perfecto Sánchez)

Buenos días. Es con viva alegría que dirijo a todos los aquí presentes mi más deferente saludo; sin su presencia, esta “Jornada” no habría sido posible; pero, para estar presentes aquí, antes que todo, debió haber sido pensada y luego realizada. Si es así, además de mi saludo, mi agradecimiento debe dirigirse a dos personas que, desde hace muchos años, han sido para mí muy cercanos, y diría, que han estado a mi lado. El Dr. Profr. José Ricardo Perfecto Sánchez, espíritu encarnado, me atrevería a decir, estructurado en el pensamiento antrópico y junto a él, El Dr. Margarito Ortega Ballesteros, rector de la Universidad de Ixtlahuaca CUI, quien nos hospeda, nos regala y nos abre las puertas de su casa desde hace muchísimos años, junto con sus colaboradores en esta Universidad de Ixtlahuaca. Parecía un sueño, pero gracias al amigo fraterno Margarito, el sueño se ha convertido siempre en una realidad. ¿Qué decir de estos dos amigos fraternos? Sólo el silencio puede hablar, sólo el silencio puede comunicar… y mi eterna gratitud. Y después los amigos de siempre, agarrados a una cuerda resistente y unidos en los caminos poliédricos y más variados del mundo… Mundo de sabor italiano, pero con un sustrato hibéricoamericano muy fuerte y esencialísimo. ¡Cuántos sois… españoles, mexicanos, argentinos, peruanos, chilenos, uruguayos, brasileños…!; y volviendo a la Europa antigua no podemos olvidarnos de los franceses, ingleses, belgas…No quiero dar nombres, pero solamente quiero hacer memoria de aquéllos que nos han precedido en Casa del Padre y para mí, fueron muy íntimos. No puedo menos que nombrar a Miguel Federico Sciacca, María Adelaida Rasquini, Fernando María Volpati, Pablo Rostenne… La puerta ha estado siempre abierta para mí…; ¡Cuántos Congresos, Convenios, Simposios, Jornadas, juntos! El tiempo pasa y los amigos aumentan. Estamos seguros que surgirán otros de este encuentro de hoy…

Infinitas gracias a los relatores que han querido “testimoniar” en este momento tan significativo para mí. Saben y sobre todo han comprendido, cómo considero a cada uno de ustedes, que cada hombre está llamado a cumplir una misión cualquiera que sea ésta. En el curso de mi vida yo he buscado encaminarme hacia una verdad que no cambie y he deseado fuertemente recuperar los valores de la Metafísica. El hombre no es una “caña” zarandeada por el viento, en poder de las circunstancias y de los acontecimientos externos, sino que es la capacidad de dominarse y dominar los acontecimientos que lo empujan de todos lados. El momento crítico es esencial para el filosofar auténtico. No logro resignarme a la suerte que le ha tocado a la Metafísica en el ámbito del filosofar contemporáneo y me opongo fuertemente a la reducción de la Filosofía a la Metodología de las Ciencias. Me he esforzado por suscitar en el pensamiento de hoy un renacimiento de la Metafísica, y para ello he proyectado un camino, que lo he denominado “Metafísica Antrópica”. He siempre defendido al intelecto humano, disminuido y encerrado en una mera función psicológica, por ciertas corrientes pseudo-filosóficas del pensamiento contemporáneo, sobre el que pesa un fuerte poder ateo que está empeñado exclusivamente en el “hacer” por el hacer, en una sola dirección horizontal y mundana. Considero que he hablado suficiente y queda mucho “dentro”, y el tiempo es tirano… sólo deseo testimoniarles que estoy cercano a cada uno de ustedes…

Más adelante diré otras cosas…. Tomaso Bugossi


Exposición de motivos. Dr. en Fil. José Ricardo Perfecto Sánchez.

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Exposición de motivos. Dr. en Fil. José Ricardo Perfecto Sánchez.

A esta Jornada Antrópica le hemos agregado el calificativo de Extraordinaria por el objetivo primordial que se persigue, a saber, hacer un homenaje público en vida a Tomaso Bugossi, filósofo genovés, quien ha abrevado sus conocimientos de una serie incontable de pensadores, desde Heráclito y Parménides, pasando por la terna inmemorable de Sócrates, Platón y Aristóteles; Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, críticos constructivos de ellos; Hobbes, Locke y Hume, iniciadores del Empirismo Inglés; Descartes, Kant y Hegel, protagonistas del Racionalismo e Idealismo, francés y alemán respectivamente; Marx, máximo representante del materialismo dialéctico e Histórico; hasta Husserl, creador de ña Fenomenología y Heidegger, reconocido existencialista del siglo XX, pero sobre todo se alimentó de las doctrinas de Platón, Agustín de Hipona, Rosmini, y Michele Fedrico Sciacca, su maestro y sucesor en su cátedra. Los antiguo filósofos griegos hablaron de un Logos, que no rebasó la palabra y ley humanas, que identificaban con la razón en general como algo superior, pero nunca lograron descubrir la trascendencia ontológica, habiendo permanecido en una sola dimensión cosmológica. Los filósofos modernos y contemporáneos han exaltado a la razón humana hasta endiosarla, pero sin conseguir los resultados esperados de la ciencia como fruto de esta razón. En cambio, el filósofo genovés, finca su pensamiento filosófico no sólo en la dimensión cosmológica, no sólo en la razón discursiva propia de la ciencia y ni siquiera en la sola empeiría, sino también en una visión trascendente óntica, en donde el Logos no es tan solo

una palabra, una ley general, no simplemente la razón, sino que es la Palabra Creadora, el Logos que es Principio último y fin último de todo lo que existe. Tomaso Bugossi es un filósofo de hoy, cuya dialéctica es más que sumatoria de todas las contribuciones de sus antecesores y contemporáneos, pues es más bien unitiva e integradora de todas aquellas contribuciones, que son sustentables desde la perspectiva de una realidad total, que comprende la realidad inmanente e histórica y la realidad trascendente y ultrahistórica, donde reposa eternamente la Verdad, el Logos Creador, el Amor, como expresión del supremo Bien, de modo que toda verdad científica y toda manifestación de amor humano, si no están ancladas en estas raíces, serán cualquier otra cosa pero no expresiones de aquéllas. Estas ideas son leves destellos de algunos de sus escritos tales como “Interioridad y Hermenéutica”, “Diálogo y organicidad del saber”, “Metafísica del hombre y Filosofía de los valores según M.F. Sciacca” y especialmente de su libro titulado “El Evidente velado”. A sus escritos debemos agregar sus constantes viajes dentro y fuera de Italia, organizando y colaborando en Congresos, Simposia, otros eventos nacionales e internacionales. En todos ellos se respira un aire diáfano de humanismo puro, sin más calificativos que el ser humano considerado en su totalidad. Más aún, Tomaso Bugossi, es una persona comprometida con lo piensa, dice y hace. Tiene sus defectos propios como todo ser humano, pero él ha sido siempre coherente consigo mismo, con los demás, y especialmente con Dios. Por todo esto y más, rendimos este homenaje convencidos de que lo merece.

GRACIAS.

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LA PLENITUD INACTUAL

Por Roberto Rossi y trad. por W. R. Darós.

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L’INATTUABILE PIENEZZA di Roberto Rossi


LA PLENITUD INACTUAL

Por Roberto Rossi y trad. por W. R. Darós.

L’INATTUABILE PIENEZZA di Roberto Rossi

... ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo del hombre para que de él tengas cuidado?

…che cosa è l’uomo perché te ne ricordi, il figlio dell’uomo perché te ne curi?

Esta pregunta del salmista, lleno de reconocimiento hacia el Creador se hizo eco en la tierra durante miles de años, y se propone de nuevo a la inteligencia reflexiva de todos aquellos hombres que exploran el significado, con su sed inquieta de Ser, en el silencio de la interioridad. La interioridad, "... primera y fundamental verdad, el fundamento del pensamiento y de todo acto humano "única y auténtica" ...sede y manifestación de lo divino en el hombre ", lugar del silencio y de la comunicación del amor del Verbum; la interioridad, dije, quiere descubrir el Misterio que se ha descubierto en sí misma; y que ha descubierto porque la propia condición ontológica es desestabilizada, porque experimenta que no está apagada nuestra condición de simples animales. Nuestro estatuto ontológico, de hecho, es precisamente éste: hemos sido significados por lo divino, por lo eterno, por la Verdad del Ser en aquel acto creativo primordial que nos ha dado la semejanza con él y, al mismo tiempo, la pertenencia al universo. Y aquel soplo de Dios en nosotros, ahora, después de la caída, nos hace sufrir la precariedad del mundo, su grandeza efímera, nos permite ver su falta de plenitud respecto de nuestras expectativas más profundas. Como lo hizo Agustín, también nosotros hemos preguntado a la naturaleza, esa naturaleza que, sin embargo, nos habían dicho que era nuestra madre, pero la naturaleza ha callado. ¿Recordad los versos del gran “hermano separado”?

Questa domanda del salmista, carica di riconoscenza nei confronti del Creatore, echeggia sulla terra da millenni e si ripropone all’intelligenza riflessiva di tutti quegli uomini che esplorano il significato, con la loro inquieta sete dell’Essere, nel silenzio dell’interiorità. L’interiorità, «…verità prima e fondamentale, fondamento del pensiero e di ogni atto umano» unica autentica «…sede e manifestazione del divino nell’uomo», luogo del silenzio e della comunicazione d’amore del Verbum, l’interiorità, dicevo, vuole disvelare il Mistero che ha scoperto in se stessa e che ha scoperto perché la propria condizione ontologica è destabilizzata, perché si trova a sperimentare che è inappagata la nostra condizione di semplici animali. Il nostro statuto ontologico, infatti, è precisamente questo: siamo stati segnati dal divino, dall’eterno, dalla Verità dell’Essere in quel primigenio atto creativo che ci ha donato la somiglianza a Lui e, nel medesimo tempo, l’appartenenza all’universo. E quel soffio di Dio in noi, ora, dopo la caduta, ci fa soffrire la precarietà del mondo, la sua effimera grandezza, ci permette di scorgere la sua inadempienza rispetto alle nostre aspettative più profonde. Come fece Agostino, anche noi abbiamo chiesto alla natura, quella natura che, pure, ci avevano detto essere nostra madre, ma la natura ha taciuto. Ricordate i versi del grande ‘fratello separato’?

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Dime, oh Luna: que vale al pastor su vida, ¿Nuestra vida para vosotros? Dime: a dónde tiende este mi breve vagar...

Dimmi, o luna: a che vale Al pastor la sua vita, La nostra vita a voi? Dimmi: ove tende Questo vagar mio breve…

Entonces hemos buscado soluciones en las ideologías históricas, producidas precisamente para responder a las penas humanas; pero incluso en este caso, entre confidencias traicionadas y errores, ninguna respuesta nos ha tranquilizado, ninguno ha puesto fin a nuestra inquietud.

Abbiamo poi cercato soluzioni nelle ideologie storiche, prodotte proprio per rispondere agli affanni umani, ma anche qui, tra fiducie tradite ed errori, nessuna risposta ci ha rasserenato, nessuna ha posto fine alla nostra inquietudine.

Y la pregunta del salmista, que es la oración y el asombro por el acto de amor de Dios, nos toca y nos desafía incluso aquí, mientras hablamos de aquel ser antrópico que se reconoce finito, pero abierto al más-allá de lo finito. Esta apertura al más-allá de lo finito es escucha, disponibilidad hacia el otro, es el diálogo. Al entrar en diálogo con Dios hacemos luz sobre nuestra identidad como hombres, clarificamos lo que somos para con nosotros mismos, y nos abrimos a nuestros hermanos y a toda la creación. ¿Cuál es, entonces, el hombre, este extraño animal inacabado, en constante desequilibrio, que vive en un estado de dinamismo perpetuo? ¿Qué destino ha tenido en la creación este animal deficiente, que se sorprende, pregunta y se interroga? Si “el espíritu del hombre se sorprende, quiere decir que la realidad desatiende sus demandas, y eso significa que el hombre en lugar de sentirse atraído por lo que está presente”, seducido e involucrado, lo que es, de lo que experimenta y que debería ser suficiente para que viva al igual que cualquier otro organismo vivo”, parece en vez ser solicitado por lo que falta, por lo que está ausente en la realidad” y que , aunque ausente, logra velo percibiéndolo como problema.

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E la domanda del salmista, che è preghiera e stupore per l’atto d’amore di Dio, ci tocca e c’interpella anche qui, mentre parliamo di quell’essere antropico che si riconosce finito, ma aperto all’oltre-finito. Questa apertura all’oltre-finito è ascolto, disponibilità verso l’altro, è dialogo. Entrando in dialogo con Dio facciamo luce sulla nostra identità di uomini, chiariamo ciò che siamo a noi stessi e ci apriamo ai nostri fratelli e a tutto il creato. Che cos’è, dunque, l’uomo, questo strano animale incompiuto, costantemente squilibrato, che vive in uno stato di dinamismo perenne? Quale sorte ha avuto nel creato questo animale mancato, che si stupisce, chiede e s’interroga? Se «lo spirito dell’uomo si stupisce, vuol dire che la realtà disattende le sue richieste, e ciò significa che l’uomo invece di essere attratto da ciò che è presente», sedotto e coinvolto da ciò che c’è, da ciò che sperimenta e che dovrebbe bastare perché viva come ogni altro organismo, «sembra invece essere sollecitato da ciò che manca, da ciò che è assente nella realtà» e che, pure se assente, riesce a scorgere percependolo quale problema.


Claramente, la plenitud, mientras lo trasciende, está en él, lo ilumina, y lo inquieta, lo solicita y le hace nacer preguntas, colocándolo en el camino de la investigación.

Evidentemente la Pienezza, pur trascendendolo, è in lui, lo illumina e lo inquieta e lo sollecita e gli fa nascere domande, ponendolo sulla via della ricerca.

“Hay un `desequilibrio´ ontológico irreparable entre la existencia ontológica y la esencia del hombre; y el hombre -añade Sciacca- afortunadamente, este desequilibrado, en la búsqueda del equilibrio, que de por sí solo no puede actuar”.

«Vi è uno ‘squilibrio’ ontologico irreparabile tra l’esistenza e l’essenza nell’uomo; e l’uomo –aggiunge Sciacca- fortunatamente, è questo squilibrato, in cerca dell’equilibrio, che da solo non può attuare».

Cada uno de nosotros es, por tanto, un ente finito dialéctico, ya que, en el pleno espíritu de Agustín, como lo recuerda Bugossi , “la búsqueda es inherente a la constitución del hombre. Es deseo de saber, de conocer, de saberse, de conocerse que proyecta al hombre hacia la sabiduría”, cada vez más allá, cada vez hacia el otro.

Ognuno di noi è, dunque, un ente finito dialettico, perché, in pieno spirito agostiniano, come ricorda Bugossi, «la ricerca inerisce allo statuto dell’uomo. E’ desiderio di sapere, di conoscere –di sapersi, di conoscersi-, che proietta l’uomo verso la sapienza » , ogni volta oltre, ogni volta verso altro .

El hombre tiene la condición de ser el que “se pregunta como yo, para saberse, para ponerse como un ente cognocente, para desarrollarse como la racionalidad, para fundamentarse como inteligencia”1. Por lo tanto, toda la forma de conocimiento “surge... del descubrimiento de este excedente ausente que ...es por esto interpretada como un problema”2. Si fuéramos animales entre animales, todo se habría escurrido, porque ninguna conciencia habría abierto los ojos en la sombra que el pecado había hecho caer sobre la creación.

L’uomo ha in sorte la condizione di essere colui che «si interroga come io, per sapersi, per porsi come ente conoscente, per svolgersi come razionalità, per consistere come intelligenza». Dunque, ogni forma di conoscenza «sorge … dalla scoperta di questa eccedenza assente che …è perciò interpretata come problema». Se fossimo animali tra animali, tutto sarebbe scivolato via, perché nessuna consapevolezza avrebbe aperto gli occhi sull’ombra che il peccato aveva calato sul creato.

T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 23. 2 R. Rossi, Prefazione a C. Giannantoni, Il principio della massima potenza emergetica come base per una termodinamica della qualità, Sigraf, Pescara 2006, p. XVI. 1

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Pero “ya sólo plantear el problema, ...significa reconocer la distinción entre el ente que somos y el fundamento, esto es, evidenciar la discontinuidad”3con respecto a la linealidad horizontal de la naturaleza: hay una Presencia en nosotros, que en su trascenderse, diseña en cada uno, una pregunta, cargada de infinito hasta el punto de que no hay una respuesta que pueda agotarla.

Ma «già solo porre il problema, … significa riconoscere la distinzione tra l’ente che siamo e il fondamento, cioè evidenziarne la discontinuità» rispetto alla linearità orizzontale della natura: in noi c’è una Presenza, che nel suo trascenderci, disegna in ciascuno, proprio in quanto uomo, una domanda carica di infinito al punto che non c’è risposta che la possa esaudire.

El animal no tiene la libertad, como el resto de la naturaleza, debido a que entre la pregunta y la respuesta hay completa congruencia: nada queda de la relación. Nuestra libertad proviene del desequilibrio, y el desequilibrio nace de un signo distintivo que nos hace hombres: el signo de Dios. Por esta razón, nuestra inquietud nos acompaña, descubrimiento tras descubrimiento, lo que nos permite la libertad que es la fuente de nuestra historia como de nuestra civilización. “Y el descubrimiento es siempre un escuchar para ver, descubrir, para desvelar. Descubro un camino, lo recorro: comienza la fatiga”4.

L’animale non ha libertà come il resto della natura perché tra domanda e risposta c’è totale congruenza: niente residua dalla relazione. La nostra libertà nasce dallo squilibrio, e lo squilibrio nasce da un segno distintivo che ci rende uomini: il segno di Dio. Per questo motivo, la nostra inquietudine ci accompagna scoperta dopo scoperta, permettendoci la libertà che è l’origine della nostra storia come delle nostre civiltà. «E la scoperta è sempre un ascoltare per vedere, per scoprire, per disvelare. Scopro una strada, la percorro: inizia la fatica».

Así que, fiel a la enseñanza del maestro Sciacca, y al espíritu rosminiano, Bugossi recupera el verdadero valor de la filosofía precisamente en esta dimensión metafísica, vertical; pero también recupera la identidad consciente del hombre, su estatus ontológico en su fundamento metafísico: por esta razón, “la filosofía es el recorrido que hace el ser en sí mismo para llegar a la revelación del ser”5.

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Così, fedele all’insegnamento del maestro Sciacca e nello spirito rosminiano, Bugossi recupera il vero valore della filosofia precisamente in questa dimensione metafisica, verticale, ma recupera anche l’identità consapevole dell’uomo, il suo statuto ontologico nella sua fondazione metafisica: per questo motivo, «la filosofia è il percorso che fa l’ essere in se stesso per pervenire al disvelamento dell’Essere».

R. Rossi, Lineamenti per una filosofia dell’intersoggettività, in “Filosofia Oggi”, IV, 1992, n. 60, p. 33. Il testo integrale è uscito diviso in più numeri della rivista: III, 1991, PP. 353- 390; iv, 1992, PP. 1- 35; II-IV 1993, pp. 293- 316; III, 1994, pp. 365- 387; I-II, 1996 pp. 45-68. 4 T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 49. 5 T. Bugossi, La domanda: visione cosmologica e prospettiva metafisica, in La metafisica antropica, cit., p. 88. 3


La tarea de la reflexión filosófica común es, por lo tanto, aquella de recomponer la unidad del conocimiento y de la totalidad del hombre en su pensar-obrar-contemplar, tríada que es, sin embargo unitaria, ya que detenerse para contemplar es el máximo de su actividad6. Se trata del auténtico misticismo que Bugossi, a lo largo de la tradición del "proyecto de la verdad " de Rosmini y de las instrucciones del maestro Sciacca7, identifica con la humanidad en su integralidad, con la unitotalidad del hombre antrópico. Por otra parte, y son todavía palabras de Bugossi del texto Interioridad y Hermenéutica, "... el lugar al hombre como "señor" de la creación, con su rebelión interior ha "desequilibrado" también lo creado, comunicando la propia laceración de la naturaleza, de cuya 'amargura' es causa. Está, pues, en el hombre recolocarse en el orden espiritual (posibilidad que se da vuelta con el advenimiento de Cristo), recomponiendo la naturaleza en armonía con Dios”8. Y “ Dios que nos hizo tomar conciencia de lo que somos: recordando a Agustín, sabemos que el enigma hombre se revela en el misterio de Dios9. No se olvide nunca que la autoconciencia humana está fundada por / en / y mediante la Presencia de una plenitud tan evidente, cuanto discreta y oculta10: sin aquella plenitud de la Verdad que está in interiore hominis nunca habríamos podido descubrir, con asombro y consternación11, los incumplimientos de las realidades del mundo, ya sea que pertenezcan al mundo de la naturaleza o de la historia.

Il compito della nostra comune riflessione filosofica è, di conseguenza, quello di ricomporre l’unità del sapere e la totalità dell’uomo nel suo pensare-operare-contemplare, triade che è però unitaria, giacché sostare per contemplare è il massimo della sua attività. Si tratta di quell’autentico misticismo che Bugossi, lungo la tradizione del “progetto di verità” di Rosmini e delle indicazioni del maestro Sciacca, identifica con l’umanità nella sua integralità, con l’unitotalità dell’uomo antropico. Del resto, e sono ancora parole di Bugossi da Interiorità ed Ermeneutica, «…l’uomo posto come ‘signore’ del creato, con la sua interiore rivolta ha ‘squilibrato’ anche il creato, comunicando la propria lacerazione alla natura, della cui ‘amarezza’ è causa. Sta dunque all’uomo ri-porsi nell’ordine spirituale (possibilità ridonata con l’avvento del Cristo) ri-componendo la natura come ‘armonica’ con Dio». E’ Dio che ci ha reso consapevoli di ciò che siamo: ricordando Agostino, sappiamo che l’enigma uomo si disvela nel mistero di Dio Mai va dimenticato che l’autocoscienza umana è fondata dalla/nella/mediante la Presenza di una pienezza tanto evidente, quanto discreta e nascosta: senza quella pienezza della Verità che è in interiore hominis, mai avremmo potuto scoprire, con meraviglia e sgomento, le inadempienze delle realtà mondane, siano esse appartenenti al mondo della natura o a quello della storia.

Cfr. T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 54. Soltanto la filosofia, «risolvendo il problema del fondamento del conoscere, pone la sazietà che dà pace e sicurezza all’uomo, sottrae l’universo alla casualità, riconoscendo un ordine e un fine, fonda il valore della persona e pone l’uomo nella condizione di conoscersi quale essere antropico-paidetico, quindi di perfezionarsi e di porsi in relazione positiva con gli altri» (Ivi, p. 28). 7 Cfr. M. F. Sciacca, In spirito e verità, Marzorati, Milano 1960 (2°), p. 56. 8 T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., pp. 78- 799 Cfr. T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 103. 10 «La filosofia è la manifestazione del sacro. Da qui nasce l’inquietudine della ricerca, perché il divino è evidente ma velato. La ricerca è chiamata, è risposta al divino, a quel divino che si vuole manifestare» (T. Bugossi, La domanda: visione cosmologica e prospettiva metafisica, in La metafisica antropica, cit., p. 90) 11 «Inquietudine e sgomento che mi accompagnano, angelo custode, per tutto il percorso, dinamismo produttivo di idee» (T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 73). 6

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Nunca hubiéramos podido construir civilizaciones, proponer culturas, actuar históricamente: este es el deber perenne inscrito en cada hombre para cumplir su vocación de pertenencia a lo Verdadero, lo Bueno, lo Justo. "La presencia de la verdad se revela en su distancia, objetiva, y plantea la necesidad de la adecuación por parte de un ente al que siente pertenecer porque ella, en cierto modo, le pertenece a él"12. Por esta razón Sciacca escribió que "... Dios es una `disposición esencial ' de la razón, la exigencia de toda inteligencia finita, toda voluntad de cada contingente”13.

Per questo motivo Sciacca scriveva che «Dio è … una ‘disposizione essenziale’ della ragione, l’esigenza di ogni intelligenza finita, di ogni volontà contingente».

Cada persona está metafísicamente fundada y puede encontrar, si quiere, la presencia objetiva de esta plenitud en él: una presencia discreta, silenciosa, oculta y sin embargo evidente, obvio porque es a través de ella que me descubro límite, es decir, autoconciencia.

Ogni persona è metafisicamente fondata e può scoprire, se vuole, l’oggettiva presenza di questa pienezza in sé: una presenza discreta, silenziosa, nascosta eppur evidente, evidente perché è mediante essa che mi scopro limite, cioè autocoscienza.

"Es el hombre y la historia, con su mutabilidad inquieta que declara la perentoria presencia de un elemento excedente de su naturaleza, intuido en el interior de sí mismo"14, en su propia estructura ontológica.

“E’ l’uomo e la storia, con la sua mutevolezza inquieta che dichiara la perentoria presenza di un elemento eccedente la loro natura, intuito all’interno di sé”, nella propria struttura ontologica.

“La finitud del ser del hombre -leo en el texto de Interioridad y la hermenéutica- incluye el concepto de límite, cuya adquisición es signo de inteligencia, que es el rosgtro práctico de la sabiduría...”15.

«La finitezza dell’essere dell’uomo –leggo da Interiorità ed ermeneutica- include il concetto di limite, la cui acquisizione è segno di intelligenza, che è il volto pratico della saggezza…».

R. Rossi, L’oggettività interiore. Lezioni postume da M. F. Sciacca, in “Studi Sciacchiani”, I 1986, p. 38. M. F. Sciacca, Il problema di Dio e della religione nella filosofia attuale, Marzorati, Milano 1964 (4°), p. 365 14 R. Rossi, L’oggettività interiore. Lezioni postume da M. F. Sciacca, in “Studi Sciacchiani”, cit., p. 87. 15 T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., pp. 39- 40. 12

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Mai avremmo potuto erigere civiltà, proporre culture, operare storicamente: tutto questo è il perenne dovere inscritto in ogni uomo di adempiere alla sua vocazione di apparteneza al Vero, al Bene, al Giusto. «La presenza della verità si rivela, nella sua distanza, oggettiva, e pone la necessità dell’adeguazione da parte di un ente che sente di appartenervi perché essa in un certo modo, gli appartiene».

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Por esta finitud signada por lo Infinito, el aliento edénico de YHWH, el desequilibrio ha generado las respuestas históricas y culturales16, las que marcan la definibilidad misma de lo humano, que es, precisamente, y sólo identificable en esta búsqueda inquieta, solidificada, en el tiempo, en esas maravillosas aunque precarias respuestas que son sus múltiples formas de civilización. La cultura, en efecto, en su más amplio espectro semántico, y recuerda bien Bugossi, “Es la investigación que el ente inteligente finito realiza una vez que se ha conocido para comprenderse y para saberse, [ para ] ser capaz de lograrse; en otras palabras, para actuarse, para hacerse en la dirección del propio fin. Siendo la cultura de esta investigación, acto inicial no puede ser de otra manera para el hombre, que la búsqueda del propio fundamento, de aquel Ser que nos dio el ser como acto de amor17. Ya sea que sepa o no acerca de esta relación indisoluble vital entre la pregunta que se plantea a partir de la Plenitud que hay en nosotros y que nos trasciende, y respuestas históricas que describen la trayectoria de la continua investigación humana; que se sea consciente o no -he dicho-, queda claro, en palabras de Bugossi, que “el hombre es viator, un ser itinerante, cara a la visión beatífica de Dios”18, [porque] “pensar es pensar en el significado de la vida, aquel pensado nos pone en la existencia19“.

Per questa finitezza segnata dall’Infinito, l’edenico soffio di JHWH, lo squilibrio ha generato le risposte storiche e culturali, quelle che segnano la definibilità stessa dell’umano, che è precisamente e soltanto identificabile in questa ricerca inquieta, solidificatasi, nel tempo, in quelle meravigliose eppur precarie risposte che sono state le sue molteplici forme di civiltà. La cultura, infatti, nel suo più ampio spettro semantico, e lo ricorda bene Bugossi, …è la ricerca che l’ente intelligente finito compie una volta che si è conosciuto, per comprendersi e per sapersi, [per] potersi realizzare; in altri termini per attuarsi, per farsi verso il proprio fine. Essendo la cultura questa ricerca, atto iniziale non può essere altro per l’uomo, che la ricerca del proprio fondamento, di quell’Essere che ci ha donato l’essere come atto d’amore. Che si sia consapevoli o meno di questo indissolubile vitale rapporto tra la domanda che scaturisce dalla Pienezza che è in noi e che ci trascende, e le risposte storiche che delineano il cammino della continua umana ricerca, che si sia consapevoli o meno dicevo, resta chiaro, secondo le parole di Bugossi, che «l’uomo è viator, un essere itinerante, volto alla visione beatifica di Dio», [perché] «pensare è pensare il senso della vita, quel pensato che ci pone nell’esistere».

Cfr. il mio Fondamento e storia, Leonardo da Vinci, Roma 2005 (4° ed.), pp. 23- 29. T. Bugossi, Informazione divulgazione e cultura, in “El Uno y lo múltiple”, Convivio Filosófico Ediciones, Villa Maria, Cordoba 1998, p. 39. 18 T. Bugossi, La domanda: visione cosmologica e prospettiva metafisica, in La metafisica antropica, cit., p. 95. 19 T. Bugossi, Informazione divulgazione e cultura, in “El Uno y lo múltiple”, cit., p. 34. 16 17

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Y, por lo tanto, incluso para los no creyentes y nuestros contemporáneos que desconocen este bien preciado, la historia se convierte en una forma de oración, de ascesis, a menudo llena de errores y de sangre, pero también de los extraordinarios ejemplos de la fidelidad a la verdad: "... pensar es orar también. En estos términos, se configura todo el hombre... El pensamiento, así entendido, es la apertura al ser vertical, la raíz de la interioridad"20. No se trata, por lo tanto, de adherir con la fe: cada hombre, justamente en cuanto hombre vive su propio desequilibrio ontológico en las respuestas de la historia. Estos expresan, en su implacable ser el uno para el otro y en su finalizar, su propio estado de precariedad, su propio sentido implícito de la inadecuación que impulsa la búsqueda otra vez, constantemente21. Constantemente, porque la naturaleza de la pregunta que está en cada hombre, y cada hombre es superior a toda expresión histórica; constantemente porque, en palabras de Sciacca, “... el horizonte de lo finito nunca puede adecuar la verticalidad del pensamiento: el existente, aunque puede existenciarla nunca adecua la idea que lo hace ente espiritual”22.

Non si tratta, dunque, di aderire con la fede: ogni uomo, proprio in quanto uomo, vive il proprio squilibrio ontologico nelle risposte della storia. Queste esprimono nel loro incalzante avvicendarsi e finire, il proprio stato di precarietà, il proprio implicito senso di inadeguatezza che spinge la ricerca oltre, costantemente. Costantemente perché la natura della domanda che è in ciascun uomo eccede ogni uomo ed ogni espressione storica; costantemente perché, secondo le parole di Sciacca, «…l’orizzontale del finito non può mai adeguare la verticalità del pensiero: l’esistente, per quanto possa esistenziarla, non adegua mai l’idea che lo fa ente spirituale».

T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., pp. 106- 107. Ho cercato di evidenziare questo aspetto della «comune appartenenza alla Verità, di un’unica fondazione metafisica degli enti» in R. Rossi, Maria Adelaide Raschini. L’intelligenza della carità. Lo spirito della filosofia di Rosmini dopo Nietzsche, Marsilio, Venezia 2003, p. 12. 22 M. F. Sciacca, M. F. Sciacca, L’uomo, questo ‘squilibrato’. Saggio sulla condizione umana, cit., p. 274. 20

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E, dunque, anche per i nostri contemporanei non credenti ed ignari di questo bene prezioso, la storia diventa una forma di preghiera, di ascesi, spesso piena di errori e di sangue, ma anche di straordinarie testimonianze di fedeltà al Vero: «…pensare è anche pregare. In questi termini si configura l’uomo intero… Il pensiero, così inteso, è apertura alla verticale dell’essere, radice dell’interiorità».

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La fe, en esta perspectiva, procede de la inteligencia de la historia, de la capacidad de hacerse consciente de lo que es y lo que sucede, leyendo dentro (intus - legendo) el fundamento y el sentido 23. La razón es ya capaz de delimitar el desequilibrio que alimenta el asombro de la investigación, pero es la inteligencia que mirando más allá descubre el fundamento y el significado. Es un acto radical, es decir, un acto que sabe cómo ir a la raíz y "... nada puede escapar a la radicalidad sin sustraerse a la grandeza del hombre y de lo divino, sin rechazar la inteligencia y permanecer de esa manera 'obscurecido', cerrado en el ámbito de la razón"24. El conocimiento humano es, sin duda limitado, "... a causa del límite ontológico constitutivo del hombre; pero la misma constitución ontológica del hombre - advierte Bugossi- funda la objetividad del conocimiento de lo que es capaz"25. Se trata de iluminar la razón con la inteligencia, el mundo de la posesión del saber con el de la donación del amor, encontrando el delicado y verdadero equilibrio entre racionalidad e inteligencia, entre las exigencias del ego y las del alter (otro): de hecho, con tonos agustinos Bugossi recuerda que “... el valor de la razón humana debe ser afirmado unido a su límite”26.

La fede, in questa prospettiva, procede dall’l’intelligenza della storia, dalla capacità di rendersi consapevoli di ciò che si è e di ciò che accade, intelligendone (intuslegendo) il fondamento ed il senso. La ragione è già in grado di delimitare lo squilibrio che alimenta lo stupore della ricerca, ma è l’intelligenza che guardando oltre, ne scorge il fondamento ed il significato. E’ un atto radicale, cioè un atto che sa andare alla radice e «…niente può sottrarsi alla radicalità senza sottrarsi alla grandezza dell’uomo e del divino, senza rigettare l’intelligenza e rimanere così ‘oscurati’, chiusi nell’ambito della ragione». La conoscenza umana è certamente limitata, «…a causa del costitutivo limite ontologico dell’uomo; ma la stessa costituzione ontologica dell’uomo –avverte Bugossi- fonda l’oggettività della conoscenza di cui è capace». Si tratta di illuminare la ragione con l’intelligenza, il mondo del possesso del sapere con quello della donazione d’amore, trovando l’equilibrio delicato e veritativo tra razionalità ed intelligenza, tra le esigenze dell’ego e quelle dell’ alter : infatti, con toni agostiniani Bugossi ricorda che «….il valore della ragione umana deve essere affermato unitamente al suo limite».

Solo l’intelligenza permette di non si chiudersi nella tentazione del possesso, sia che appartenga al fideismo che al razionalismo. Una fede intelligente si apre alla ragione ed una ragione intelligente si apre alla fede. Cfr. su questo R.Rossi, Ragione e Intelligenza, Tau, Todi 2009. 24 T. Bugossi, Informazione divulgazione e cultura, in “El Uno y lo múltiple”, cit., 1998, p. 38. 25 T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 31. 26 Ivi, p. 30. 23

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Sciacca era imperativo en este sentido crítico del instrumento-razón: "Donde está el límite, hay allí un signo de inteligencia; donde se niega el límite, hay un signo de estupidez..."27.

Sciacca era perentorio su questo senso critico dello strumento-ragione: «dov’è il limite, là è il segno dell’intelligenza; dove il limite è negato, è il segno della stupidità…».

Este consciente reconocerse límite nos hace ver lo que no es como lo que debería ser: en otras palabras, lo creado que para todos los otros organismos se escabulle como es porque tiene que ser así, para el hombre es una serie de preguntas. Y plantearse cada vez el problema a través del "por qué " " ... evidencia que el hombre no se basa en la realidad y (en ) la estructura en la que vive (evidencia) que su ser es conciencia, y su ser conciencia es el presupuesto de su hacerse persona"28, condición que lo abre indisolublemente a la relación con la alteridad, más allá del mero individualismo29 : de hecho, "... la misión es personal, no subjetiva"30.

Questo consapevole riconoscersi limite ci fa vedere ciò che c’è non come ciò che dovrebbe esserci: in altre parole, quel creato che per tutti gli altri organismi scivola via così come è perché così deve essere, per l’uomo è un susseguirsi di domande. E porsi ogni volta il problema attraverso il “perché”

Este es el hombre paidético -escribe Bugossi-, este es el hombre como ser antrópico "... el que pone en acto toda una amplia reflexión, recorriendo no caminos rotos, sino el camino de su propia estructura y orden ontológico metafísico"31.

Questo è l’uomo ‘paidetico –scrive Bugossi-, questo è l’uomo quale essere antropico «…che pone in atto una riflessione a raggio intero, percorrendo non sentieri interrotti, ma la strada maestra della sua stessa struttura ontologica e dell’ordine metafisico».

M. F. Sciacca, L’oscuramento dell’intelligenza, Marzorati, Milano 1970, p. 37. T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 25. 29 Una tale distinzione tra individuo e persona, tra soggettività individuale ed oggettiva fondazione della persona quale base di una pedagogia cristiana, cfr. il mio Persona e personalità. Società scuola cultura educazione, Adierre Editrice, Ragusa 2003. 30 T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 90. 31 Ivi, p. 14. 27 28

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«…evidenzia che l’uomo non si adagia nella realtà e (nella) struttura in cui vive, (evidenzia) che il suo essere è coscienza, e il suo essere coscienza è il presupposto del suo farsi persona», condizione che lo apre indissolubilmente alla relazione con l’alterità, superando il mero individualismo: infatti «…la ricerca è personale, non soggettiva».


El ser antrópico, que describe Bugossi bajo múltiples perspectivas, es por lo tanto, " ... aquel ser presente a sí mismo en la interrelación de acción - contemplación - acción, el reconocimiento de lo divino que está en él y acción portadora de novedad, que, por lo tanto, no se puede prever al inicio de la misma"32.

Porque, ciertamente, recorriendo a lo largo de la vía principal, la que fue testimoniada en la Revelación, entre los muchos caminos interrumpidos de las ideologías humanas, sé que llegaré a la meta del encuentro, "... pero las etapas del camino debo crearlas continuamente, porque yo no sé desde el principio cuál camino me querrá hacer la escucha de la Palabra"33. Un ser que se dispone a escuchar, de hecho, Bugossi añade, “... es aquel particular ser que llamamos antrópico, ya es la escucha lo que lo pone en acción, lo hace obrar: el ser antrópico surge como el hombre centro del escuchar”34.

Ivi, p. 94. Ivi, pp. 94- 95. 34 Ivi, p. 96. 32 33

L’essere antropico, che Bugossi delinea sotto molteplici prospettive, dunque, «…è quell’essere presente a se stesso nella inter-relazione azione-contemplazione-azione, riconoscimento del divino che è in lui e azione portatrice di novità, che dunque non può essere prevista all’inizio del percorso stesso».

Perché, certamente, percorrendo la strada maestra, quella che mi è stata testimoniata nella Rivelazione, tra i tanti sentieri interrotti delle ideologie umane, so che giungerò alla meta dell’incontro, «…ma le tappe di percorso debbo continuamente crearle, poiché non so dall’inizio quale percorso mi vorrà far fare l’ascolto della Parola». Un essere che si dispone all’ascolto, infatti, aggiunge Bugossi, «…è quel particolare essere che noi definiamo antropico, in quanto è l’ascolto che lo pone in azione, lo fa agire: l’essere antropico si pone come uomo centro dell’ascolto».

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En esta perspectiva, el hombre es una persona que no rechaza su propio ser individuo, su propia raíz biológica particular, no rechaza obtusamente su límite, una manifestación concreta de un ser íntegro: él es el espíritu y el cuerpo que se comunican una vital conjunción en la íntima dialéctica del et- et, y no del aut - aut 35, una dialéctica que es inclusiva y no exclusiva36. El camino a recorrer hacia el logro nunca alcanzado y sin embargo siempre presente, fue lanzado por nosotros en el reconocimiento de la Presencia plena en nosotros, la Presencia que nos trasciende y que nunca llegará a ser posesión. “Quien pregunta -del resto clarifica Bugossi- es un ente finito, es uno que no sabe la respuesta; si ya la supiera sería Dios. El hombre, por lo tanto, nunca podrá aferrar a Dios en su totalidad; el misterio será siempre el misterio; aquí está la fuerza y no la debilidad del pensar”37. Sólo cuando se absolutiza la razón, se expulsa el misterio del mundo y del hombre, porque el saber de la razón pretende una perfección que es ilusoria y que usurpa los caracteres de lo absoluto. La pretensión de poseer, por lo tanto, sólo se puede hacer con la razón, pero esta Plenitud que en nosotros nos trasciende es la Verdad-Persona, inasimilable a la dimensión unilateral de la razón y que, por el contrario, implica al hombre en su integralidad.

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In questa prospettiva l’uomo è persona che non rifiuta il proprio essere individuo, la propria particolare radice biologica, non respinge ottusamente il proprio limite, manifestazione concreta di un intero: egli è spirito e corpo che comunicano una vitale congiunzione nell’intima dialettica dell’et-et, non dell’aut-aut, una dialettica che è inclusiva e mai esclusiva. La strada da percorrere verso il compimento mai raggiunto e tuttavia sempre presente, ha preso avvio dal riconoscimento della Presenza piena in noi, Presenza che ci trascende e che non diventerà mai possesso. «Chi domanda –del resto, chiarisce Bugossi- è un finito, è uno che non conosce la risposta, se già la conoscesse sarebbe Dio. L’uomo pertanto non potrà mai cogliere Dio nella sua totalità, il mistero sarà sempre mistero, qui sta la forza e non la debolezza del pensare». Soltanto quando si assolutizza la ragione si espelle il mistero dal mondo e dall’uomo, perché il sapere della ragione pretende una compiutezza che è illusoria e che usurpa i caratteri dell’assoluto. La pretesa di possedere, dunque, si può realizzare soltanto con la ragione, ma questa Pienezza che in noi ci trascende è la VeritàPersona, inassimilabile alla dimensione unilaterale della ragione e che, viceversa, coinvolge l’uomo nella sua integralità.

Cfr. ivi, p. 17. Cfr. per questo ivi, p. 63. 37 T. Bugossi, La domanda: visione cosmologica e prospettiva metafisica, in La metafisica antropica, cit., p. 90. 35 36


"La unidad metafísica -se lee en Interioridad y hermenéutica- afirma el sin sentido de ser custodios de la verdad y el significado infinitamente dinámico de ser mensajeros"38.

«L’unità metafisica si legge da Interiorità ed ermeneutica- afferma il non senso dell’essere depositari della verità e il significato infinitamente dinamico dell’esserne messaggeri».

Es la Verdad-Persona que nos habla, nos desafía, y llama a nuestra inteligencia para ir a buscar en la historia para encontrarla, no para dominarla: " ... el camino que estamos recorriendo no es posible hacerlo si Alguien no nos viene al encuentro. Es la Palabra que nos busca, ..., tenemos que estar en la cita, al encuentro"39.

E’ la Verità-Persona che ci parla, c’interpella e chiede alla nostra intelligenza di andarla a cercare nella storia per incontrarla, non per dominarla: «…il percorso itinerante che noi stiamo percorrendo non è possibile effettuarlo se Qualcuno non ci viene incontro. E’ la Parola che ci cerca, …, noi dobbiamo essere presenti all’appuntamento, all’incontro».

El ser antrópico que Bugossi describe fielmente en las enseñanzas de Sciacca, es " ... el ente inteligente finito como únic capaz de volverse hacia la escucha de la Palabra, para encontrar alimento constante, para operar en el mundo, en el entendimiento de que su propósito es ultra- mundano"40. El lenguaje de esta Plenitud-en-nosotros que tenemos que escuchar, como ya he mencionado, es discreto, velado, alusivo, que habla de manera indirecta y se hace entender por aquellos hombres de buena voluntad que van al encuentro, se hacen disponibles para dialogar con lo invisible. Escuchar -Bugossi escribe- “... es ponerse en un camino y el camino también comporta a la fatiga, así como la alegría de llegar a la meta, al final de nuestro viaje”41.

L’essere antropico che Bugossi delinea fedelmente agli insegnamenti di Sciacca, è «…l’ente intelligente finito come unico ente capace di rivolgersi all’ascolto della Parola, per trovare costante alimento, per operare nel mondo, con la consapevolezza che il suo fine è ultra-mondano». Il linguaggio di questa Pienezza-in-noi che dobbiamo ascoltare, come ho già ricordato, è discreto, velato, allusivo, che parla indirettamente e si fa capire da coloro che, uomini di buona volontà, vanno incontro all’ascolto, si rendono disponibili a dialogare con l’invisibile. Ascoltare, scrive Bugossi, «…è porsi in un cammino e il cammino comporta anche la fatica oltre alla gioia di pervenire alla meta, il fine del nostro percorso».

T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 77. T. Bugossi, La domanda: visione cosmologica e prospettiva metafisica, in La metafisica antropica, cit.,, p. 95. 40 T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 114. 41 Ivi, p. 93. 38 39

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El ponerse en camino no está exento de referencias. Esa plenitud-en-nosotros dejó en cada uno de nosotros, indicaciones precisas: al igual que en la discreción oculta y alusiva Ella se ha revelado inicialmente en todos nosotros signándonos como hombres, por lo que, de manera similar, en la historia se deberá encontrar una Verdad-Persona que sepa conformarse a esta discreción, a este disponerse humildemente, a este querido descentrarse respecto al resplandor de lo mundano y de sus reglas, fuera de los sistemas de poder, de la charla cotidiana, sobre las seducciones del aplauso y el éxito. "El alter se alcanza porque es el alter quien nos alcanza y nos transforma"42. Sus pistas han sugerido leer en profundidad este tema, ir más allá de su mera solvencia racional o utilitaria, más allá de la conveniencia de un sistema: en definitiva, de utilizar, además de la razón, la inteligencia, el camino propedéutico de la fe, la que hace estar en silencio a su alrededor para ponerse a disposición de la escucha. "Ponerse en escucha es meditar y contemplar, el hacer del vacío a 'voces', para escuchar a la Voz, que significa, que da significado a las `palabras´, que el silencio ha transformado, sublimado43. La escucha nos llevará así "... al manantial, a la fuente de la propia existencia, a la Casa del Padre"44.

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Il porsi in cammino non è privo di riferimenti. Quella Pienezza-in-noi ha lasciato in ciascuno di noi indizi precisi: come nella discrezione nascosta ed allusiva Essa si è originariamente rivelata in ognuno di noi segnandoci come uomini, così, analogamente, nella storia si dovrà incontrare una Verità-Persona che sappia conformarsi a questa discrezione, a questo porsi umilmente, a questo voluto decentrarsi rispetto ai bagliori della mondanità e delle sue regole, fuori dai sistemi di potere, dalla chiacchiera quotidiana, oltre le seduzioni del plauso e del successo. «L’alter è raggiunto perché è l’alter a raggiungerci e trasformarci». I suoi indizi mi hanno suggerito di leggere dentro il problema, di andare oltre la sua mera risolvibilità razionale o utilitaristica, al di là della comodità di un sistema: insomma, di usare, oltre alla ragione, l’intelligenza, la facoltà propedeutica alla fede, quella che sa fare silenzio attorno a sé per rendersi disponibile all’ascolto. «Porsi in ascolto è meditare e contemplare, fare il vuoto delle ‘voci’, per ascoltare la Voce che significa, che dà significato alle ‘parole’, che il silenzio ha trasfigurato, sublimato». L’ascolto ci condurrà così «…alla sorgente, alla fonte della propria esistenza, alla Casa del Padre».

R. Rossi, Sull’ateismo. Aforismi, Studio Editoriale di Cultura, Genova 1983, § 90, p. 32. T. Bugossi, Interiorità ed ermeneutica, cit., p. 57. 44 T. Bugossi, La domanda: visione cosmologica e prospettiva metafisica, in La metafisica antropica, cit., p. 95. 42 43


Actualidad de la filosofĂ­a de Tomaso Bugossi:

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Actualidad de la filosofía de Tomaso Bugossi: Es evidente que la filosofía sufre en estos momentos una crisis de actualidad. El poder arrollador de la ciencia y sus innumerables éxitos ha llevado a considerar la filosofía como un intento caduco y retrógrado de intelección de la realidad. Por otra parte el fracaso del Racionalismo, que está viendo en nuestro momento su conclusión, pese a la importancia de autores como Kant, Hegel, Heidegger, etc., nos ha conducido a ese desprestigio del saber filosófico y especialmente de la Metafísica. Pero, como demuestro en mi reciente libro Tratado de Filosofía primera. Nuevos estudios de Metafísica a partir de Aristóteles, publicado por la Universidad de Málaga, la METAFÍSICA se ha distanciado del sentido primero que le diera el Estagirita. El Racionalismo adoleció del defecto de admitir como razón sólo la razón discursiva, ninguneando la razón intuitiva, cuya conjunción y síntesis con la razón discursiva constituye el saber filosófico, según Aristóteles: “Noûs kai episteme sophía” (La filosofía es intuición y razonamiento). Es cierto que Descartes parte del ”Cogito ergo sum” como intuición primaria de la que arranca todo su sistema, pero en realidad no es una intuición, sino un argumento abreviado como testimonia el “ergo” de este texto.

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Para Aristóteles la Metafísica no es un saber posterior y trascendente, como ha entendido la filosofía tradicional, sino una “Filosofía primera” a la que la Física sigue como “Filosofía segunda”, según palabras del Estagirita. Hay que partir de la distinción que hace Aristóteles entre “conocer” y “saber”. “Conocer” es copiar en nuestra facultad cognitiva la realidad que percibimos con nuestros sentidos externos, en lo que los animales superiores frecuentemente superan al hombre, pero “saber” es “conocer según principios” y esos principios los estudia la “Filosofía primera” o Metafísica, según la entiende Aristóteles. Por tanto la Metafísica no es una “meta

ta phisica”, nombre que le asignó Andrónico de Rodas para designar ese conjunto de tratados filosóficos que Aristóteles dedicó a la “Filosofía Primera”, palabra –metafísica - que por su fuerza expresiva ha transformado el contenido aristotélíco de esta disciplina, sino un estudio previo a todo “saber científico” y de aquí el nombre que le asignara Aristóteles. Tomaso Bugossi, como la filósofa malagueña María Zambrano, a la que el filósofo genovés conocía y sobre la que escribió un interesante artículo, se sitúa en ese nuevo estilo de Filosofar que supone una vuelta al método filosófico de Aristóteles. San Agustín y Michele Federico Sciacca, los dos grandes maestros de Tomaso, comprendieron muy bien aquello que decía el santo de que “in interiore hominis hábitat veritas”, de donde el filósofo asume como intuiciónes primarias aquellos principios de los que S. Agustín decía que estaba más cierto que de la propia existencia. El Racionalismo adolece del defecto fundamental de no admitir ninguna aportación cognitiva racional que no haya sido conseguida por el esfuerzo de mi razón discursiva. Es lo que Ortega y Gasset llamó el “carácter autonómico” de la Filosofía. “Es la filosofía – escribe – una ciencia sin suposiciones. Entiendo por tal un sistema de verdades que se ha construido sin admitir como fundamento de él ninguna verdad que se dé por probada fuera de ese sistema. No hay, pues, una admisión filosófica que el filósofo no tenga que forjar con sus propios medios”. Y en otro lugar escribe: “Comienza el filósofo por evacuar de creencias recibidas su espíritu, por convertirlo en una isla desierta de verdades y luego, recluso en esta ínsula, se condena a un robinsonismo metódico”. Pero, como dice Bugossi, “la filosofía no puede reducirse solamente al acto racional; cualquiera prospectiva de esta índole es una señal de autoritarismo y de dogmatismo” Aristóteles afirma: “Exigen ciertamente algunos por ignorancia que también esto (lo intuido) se demuestre; es ignorancia, en efecto, no conocer de qué cosas se debe buscar demostración y de qué cosas no, pues es imposible que haya demostración absolutamente de todas las cosas (ya que se procedería al infinito, de manera que tampoco así habría demostración)”


El Racionalismo fue una filosofía chata y reductora en un doble sentido: primero porque restringió la filosofía, que en Aristóteles era intuición y razonamiento, a simple razón discursiva y por otra porque restringió la experiencia, visión de la realidad, a la simple intuición sensible sin advertir que hay una intuición más alta, que es la intuición intelectual, que nos permite acceder a los principios que hacen humana y racional la intuición sensible. “El racionalismo – escribe María Zambrano –se alza precisamente en oposición con la revelación y en algunas de sus más extremas formas hasta contra la humilde revelación diaria de la intuición” Tomaso Bugossi escribe: “Nosotros, sin embargo, nos colocamos en una senda de escucha, que es escucha de la palabra del Ser, que es la senda del hombre “antrópico” , cuya esencia es la existencia (…). La palabra “existencia” no indica la realidad efectiva que compete a toda cosa, como sostenía la metafísica tradicional, sino indica, en mi pensamiento, el modo de ser del hombre que está “disponible” a la manifestación, a la revelación del Ser”. García Morente había escrito: “La intuición se nos presenta insistentemente en la historia del pensamiento filosófico como el método fundamental, principal, de la filosofía moderna”. En esta misma línea Bugossi nos dice: “La concepción metafísica que aquí proponemos (la metafísica antrópica) ciertamente no se despliega con la intensión de querer identificar la visión científica con la visión metafísica de la realidad. Es el intento de querer volver a proponer una concepción metafísica de la experiencia interior que tiene su matriz en el filosofar de Agustín, Rosmini y Siacca: búsqueda del hombre en su interioridad: vida interior que lo funda y lo trasciende”. La metafísica antrópica tiene, como la aristotélica, ese carácter teológico que la fundamenta y trasciende. Tomaso escribe: “Lo más valioso que la filosofía nos dice es que ella misma cohabita con el “dios”; es relación intrínseca, es esencialidad del hombre. A través del tiempo milenario se ha llegado a negar esta esencialidad del hombre: la razón siempre más absolutista, así absolutizada, primeramente ha roto esta esencial cohabitación, y después ha unificado los dos términos: hombre y Dios”. Aristóteles por su parte había dicho en su Metafísica: “Pues de que en unos entes haya y en otros se produzca lo bueno y lo bello sin duda no es causa ni el Fuego ni la Tierra ni ninguna otra cosa seme-

jante, ni probablemente aquellos lo creyeron. Por eso cuando alguien dijo que, igual que los animales, también en la naturaleza había un Entendimiento que era la causa del mundo y del orden todo, se mostró como un hombre prudente frente a las divagaciones de los anteriores”. Por ello que Tomaso nos diga que “la filosofía es la manifestación de lo sagrado”. Lo sagrado es a un tiempo lo misterioso, lo profundo y lo fundante. “De aquí – escribe Bugossi – nace la inquietud de la búsqueda, porque el divino es evidente pero velado. La búsqueda es una llamada; es una respuesta al divino, a aquel divino que quiere manifestarse. La tarea del filósofo es, pues, de plantear preguntas a la manifestación de lo divino. El hombre es un finito que tiene sed de infinito” Tomaso concluye: “Quitada esta esencialidad, se ha hecho un buen juego para hacer precipitar hasta el abismo de la “nada infinita” tanto al hombre como a Dios, sin darse cuenta que, nulificado Dios, se nulifica también al hombre. Así, pues, para filosofar es esencial replantearse el sentido de Dios, no se puede hacer a un lado, ni olvidarlo, so pena de hacer lo mismo con el más (demás) filosofar. Olvidado el sentido del problema de Dios, se olvida también el pensamiento y así se hace imposible hacer cualquier pregunta”. “Por ello - afirma convencido que “la filosofía es la manifestación de lo sagrado”. Y el filósofo genovés critica así el Racionalismo: “La metafísica racionalista embebida del carácter absoluto de la razón, ha buscado la demostración de la existencia de Dios, demostración de por sí absurda tanto más que el presupuesto era precisamente aquel de hacer a un lado a Dios por la autonomía, la laicización del hombre”. Sin embargo Aristóteles en su Metafísica escribe: “Por eso es evidente que no hay demostración de la sustancia (y menos de la sustancia primera o Dios) ni de la quiddidad a base de tal inducción, sino que es otro el modo de su manifestación” Y concluye Bugossi: “Quitado lo divino de la escena, se da la arrogancia que no se da cuenta que se vuelve ciega, cayendo en la estupidez, pues se pone al servicio de la pura fenomenocidad, del mero dato descriptivo”, porque “olvidado el sentido del problema de Dios, se olvida también el pensamiento y se hace imposible hacer cualquier pregunta”, porque – insiste Tomaso – “es lo divino lo que da consistencia al filosofar, al pensar”.

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Como un animal herido, como un perro sin dueño, como un niño que ha perdido a sus padres, Nietzsche, al que la mayoría sólo recuerda por su afirmación de “la muerte de Dios”, llora angustiado la ausencia de Dios: “¡Todos los ríos de mis lágrimas / corren hacia Ti / y la última llamada de mi corazón / arde por Ti! ¡Oh, vuelve, mi dios desconocido! ¡Mi dolor! ¡Mi última felicidad!” La filosofía racionalista, cuando ha despertado de sus sueños idealistas , cuando ha dejado atrás su visión utópica y ha pretendido descender a pie de calle, ha descubierto que el hombre es “rey” en efecto, pero “rey mendigo”, en expresión de Zambrano, sujeto a su propia miseria, esclavizado por la cadena del tiempo, que le arroja al río de Heráclito a donde va a dar como a una cloaca con todos los desechos de la ciudad.

Juan Fernando Ortega Muñoz Catedrático Emérito de la Universidad de Málaga

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Annalisa Noziglia MEDITACIONES SOBRE LA MEDITAZIONI SULLA METAFÍSICA ANTRÓPICA METAFISICA ANTROPICA 25


Annalisa Noziglia MEDITACIONES SOBRE LA METAFÍSICA ANTRÓPICA

MEDITAZIONI SULLA METAFISICA ANTROPICA

La metafísica antrópica no es una manera de filosofar, sino más bien una forma de vida, o mejor aún, un modus vivendi (una forma de vida), de estar íntegrealmente presente, aquí y ahora . Hoy en día, mirando a mi formación, los años de estudio, la colaboración en la cátedra de Filosofía Teorética y Hermenéutica Filosófica con el prof. Tomaso Bugossi, luego un doctorado en Barcelona, y ahora aquí que mi actividad ha aparentemente cambiado , porque me dedico por completo a la familia y la educación del niño, que amablemente me ha dado el cielo, me doy cuenta de que esta forma de ver el mundo afecta a trescientos sesenta grados en mi vida y mi forma de vivir y de ver la vida.

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Creo que para un filósofo digno de ese nombre, el objetivo es precisamente eso, legar un modo de existir, sembrar algo que va más allá de la palabra, lo escrito, que penetrando en la interioridad, pueda dar mucho fruto en lo concreto de cada día. Educar para la metafísica antrópica significa educar al hombre del mañana para la integralidad, haciéndolo capaz de existir con máximo provecho de todas las dimensiones del propio yo, porque el hombre es una síntesis de dimensiones y no una suma; cada dimensión debe existir en perfecta armonía y comunión con todos los demás, ninguna deve prevaricar y todas cooperan a la integralidada la entereza de la persona.

La metafisica antropica non è un modo di filosofare, ma piuttosto un modus vivendi, o ancor meglio un modo di esistere, di essere integralmente presenti qui ed ora. Oggi, guardando al mio percorso formativo, gli anni di studio, la collaborazione alla cattedra di Filosofia Teoretica ed Ermeneutica Filosofica con il prof. Tomaso Bugossi, poi il dottorato a Barcellona e, ora, che la mia attività è apparentemente mutata, perché mi dedico interamente alla famiglia e all’educazione del bimbo, che il cielo mi ha benignamente affidato, mi rendo conto che questa modo di vedere il mondo condiziona a trecentosessanta gradi la mia esistenza e il mio modo di vivere e di vedere la vita. Credo che per un filosofo, degno di questo nome, l’obiettivo sia proprio questo, lasciare in eredità un modo di esistere, seminare qualcosa che vada oltre la parola, lo scritto, che penetrando nell’interiorità, possa dare molto frutto nella concretezza di ogni giorno. Educare alla metafisica antropica significa educare l’uomo di domani all’integralità, renderlo capace di esistere appieno tutte le dimensioni del proprio io, perche l’uomo è sintesi di dimensioni e non somma; ogni dimensione deve esistere in perfetta armonia e comunione con tutte le altre, nessuna deve prevaricare e tutte


La metafísica antrópica es exaltación de la persona humana en su integralidad, en su perfecta comunión y colaboración con sí misma, con sus semejantes, con la creación y con el Creador1. Nada en la persona debe suprimirse; todo lo que vive en el ser humano tiene el potencial positivo y edificante; para hacer que la persona sea capaz de expresar de la mejor foram su integralidad es necesario que cada aspecto sea educado al respeto y a compartir con las otras dimensiones que componen esta integralidad. Si educar significa sacar afuera, es necesario que mi yo contemple mi interioridad y, arrebatando el potencial, pueda exteriorizar el infinito que habita en el tabernáculo que vive dentro de cada uno de nosotros. Siempre esclarecedoras son las palabras de San Agustín: "El hombre retorna a sí mismo, en la interioridad habita la verdad"2. Volver a empezar desde el hombre, de la persona capaz de interrogarse, contempla-acción, pensamiento operante y actuar contemplante, acto de intus-legere, acto que nos hace capaces de poiesis, poieticos, creatividad del espíritu, capaz de obrar que van más allá de de nuestras más rosadas expectativas, los hombres capaces de infinito: " ... el que cree en mí hará también las obras que yo hago , y las hará aún mayores...3" . Abrirse a la interioridad es tener una sed de infinito, significa volver a sí mismo para

cooperano all’integralità, all’interezza della persona. Metafisica antropica è esaltazione della persona nella sua integralità, nella sua perfetta comunione e collaborazione con se stessa, con i propri simili, con la creazione e con il Creatore. Niente nella persona va soppresso; tutto ciò che vive nell’uomo ha potenzialità positive ed edificanti; per rendere la persona capace di esprimere al meglio la sua integralità è necessario che ogni aspetto sia educato al rispetto e alla compartecipazione con le altre dimensioni che compongono questa integralità. Se educare significa tirare fuori, è necessario che il mio io contempli l’interiorità e, carpendone le potenzialità, possa esternare l’infinito che abita nel tabernacolo che vive dentro ciascuno di noi. Sempre illuminanti sono le parole di S. Agostino «Uomo torna in te stesso, nell’interiorità abita la verità». Ripartire dall’uomo, dalla persona capace di interrogarsi, contempla-azione, pensiero operante e agire contemplante, atto di intus-legere atto che ci rende capaci di poiesis, poietici, creatività dello spirito, capaci di opere che vanno al di là delle nostre più rosee aspettative, uomini capaci di infinito: «…anche chi crede in me, compirà le opere che io compio e ne

T. BUGOSSI, Filosofia e comunicazione, Colors Edizioni, Genova, 1998, p. 39, «La natura e il mondo hanno un grande valore per l’uomo. L’uomo si eleva a Dio anche attraverso il mondo; la natura deve essere attraversata totalmente (se no si cade nell’ascetismo)». 2 AGOSTINO 3 GIOVANNI, 14, 12. 1

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beber en la fuente de la vida y de la sabiduría; no he dicho cerrarse, sino abrirse, porque nosotros somos el tabernáculo de la zarza que arde sin consumirse nunca. Es la síntesis de la vida y la sabiduría la que nos dona la existencia. Siempre me ha parecido genial la representación de la persona como un poliedro, tan caro a mi maestro; recuerdo que ya en las aulas universitarias, yo me detenía a pensar y repensar la sencillez y la increíble eficacia de esta comparación, las diversas dimensiones del hombre como las caras del poliedro, que atravesadas por la luz, pueden irradiar un arco iris de potencialidad. Aquí está el hombre nuevo, el hombre que no hace a sí mismo, pero dejando que la luz de la luz que hay dentro, la Luz Divina que mora en su interioridad, se desencadena en una multitud de virtudes capaces de volver a dar color a un mundo hecho gris por hombres unidimensionales, que se han dejado desmembrar y empobrecer por quien temeroso por el potencial real de un mundo formado por personas integralmente erectas ha aplanado drásticamente la esencia, nivelación de todo hacia abajo. En las entrañas más profundas de la persona cohabitan potencialidades inesperadas y depende de nosotros, como se indica en Bugossi , "leer la imagen de la verdad, como se refleja en el espejo de nuestro espíritu"4. Dar vuelta la dignidad de la persona, este es sin duda el primer gol del

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T. BUGOSSI, La Contempla-azione come fondamento dell’educare.

farà di più grandi…». Aprirsi all’interiorità è avere sete di infinito, significa tornare in se stessi per abbeverarsi alla sorgente della vita e della sapienza; non ho detto chiudersi bensì aprirsi, perché noi siamo il tabernacolo del roveto che arde senza consumarsi mai. E’ la sintesi di vita e sapienza a donarci l’esistenza. Ho sempre trovato geniale la rappresentazione della persona come poliedro, tanto cara al mio maestro; ricordo che già nelle aule universitarie, mi soffermavo a pensare e ripensare alla semplicità ed incredibile efficacia di questo paragone, le varie dimensioni dell’uomo come le facce del poliedro che, trafitte dalla luce, possono irradiare un arcobaleno di potenzialità . Ecco l’uomo nuovo, l’uomo che non si fa da se stesso, ma che lasciandosi illuminare dalla Luce che ha dentro, dalla Luce divina che abita nella sua interiorità, si scatena in una moltitudine di virtù capaci di ridere colore ad un mondo ingrigito da uomini unidimensionali, che si sono lasciti smembrare e depauperare da chi impaurito dalla reale potenzialità di un mondo costituito da persone integralmente erette ne ha appiattito radicalmente l’essenza, livellando tutto verso il basso. Nelle viscere più profonde della persona coabitano potenzialità inaspettate e sta a noi, come sintetizza Bugossi: «leggere l’immagine della verità, riflessa nello specchio del nostro spirito».


pensamiento metafísico de Tomaso Bugossi, objetivo que llega aser de todos los que en este modo de pensar determinan su existencia. Mucho es el trabajo que hay que hacer en primer lugar acerca de sí mismos, ya que es impensable que pueda ofrecer a los demás lo que no he incluido en mi ser interior. Bugossi habló de un espacio para el diálogo y, en mi opinión, en esta ocasión , es esencial para que el hombre perdido de hoy se rencuentre a sí mismo y con sus hermanos y con toda la creación y el Creador. Diálogo silencioso en primer lugar, que necesita un espacio de diálogo contemplativo y meditativo que se hace más profundo, más abierto al exterior convirtiéndose en tierra fértil de preguntas. La filosofía es la pregunta, no es respuesta; una filosofía que no sabe dar respuestas no tiene el derecho de llamarse así. El hombre es viator, un peregrino en continua investigación, "pregunta" que se abre más preguntas, al igual que un niño que entra en el mundo, al que no le son suficientes respuestas, pero cada respuesta es un incentivo para un "por qué " siempre más complejo y profundo. Por supuesto, es difícil, porque nuestra sociedad nos ha deseducado a todo esto, nos propina respuestas sin preguntas y nos engaña con que la ficción y la apariencia son la verdad. Tarea ardua que que nos espera y, en mi opinión, hay que empezar desde lo más pequeño, de aquellos que no han sido contaminados por los fuegos fatuos de esta sociedad que se siente omnisciente; a través de ellos

Riconsegnare dignità alla persona, questo è certamente il primo obbiettivo del pensiero metafisico di Tomaso Bugossi, obbiettivo che diventa di tutti coloro che in questo modo di pensare impostano la loro esistenza. Molto è il lavoro che bisogna fare prima di tutto su se stessi perché è impensabile che io possa trasmette alle altre persone ciò che non ho compreso nella mia interiorità. Bugossi parlava di spazio del dialogo e, a mio parere, questo momento è indispensabile affinché l’uomo smarrito di oggi ritrovi se stesso e con lui i suoi fratelli, la creazione tutta e il Creatore. Dialogo silente innanzitutto, che ha bisogno di uno spazio contemplativo e meditativo, dialogo che più si fa profondo, più si apre verso l’esterno diventando humus fecondo di interrogativi. Filosofia è domanda, non è risposta; una filosofia che non sa dare risposte non ha il diritto di chiamarsi tale. L’uomo è viator, pellegrino in continua ricerca, “domanda” che apre ad ulteriore domanda, proprio come fa un bimbo che si affaccia al mondo a cui non bastano le risposte, ma piuttosto ogni risposta è un incentivo ad un “perché” sempre più complesso e profondo. Certo è difficile perché la nostra società ci ha diseducati a tutto questo, ci propina risposte senza quesiti e ci illude che la finzione e l’apparenza siano la verità. Compito arduo quello che ci attende, e, a mio parere, bisogna partire proprio dai più piccoli, da coloro che non sono ancora stati

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llegar a sus familias y los que llegan antes o después a mirarse en el espejo se dan cuenta de la vacuidad en la que han caído. La metafísica antrópica es la filosofía de la contempla-ación de una acción, del ver operoso capaz de interiorizar para exteriorizar la potencialidad silente que habitan en las entrañas de la persona. Es el deseo de la verdad, la belleza, bien que mueve a la persona a darse, edificarse más allá de las cosas. "¿Quién es el hombre?" O, más bien , "¿Quién soy yo?". Esta es la pregunta que impulsa nuestro pensamiento. Sólo en la poiesis, en la creatividad, la persona encuentra su cumplimiento integral y en ella encuentra la alegría de existir a la luz de Dios. "Somos criaturas de contemplación creativa de Dios y renacemos en la contemplación silenciosa de nuestro camino creativo interno"5. Dar la propia dignidad al hombre y restaurar el orden de la creación entera: Creador, criatura, lo creado. El puente de hombre, puente esencial entre Dios y toda la creación, el hombre colaborador, por qué no sólo esta dotado de alma, bios, elemento vital, sino del espíritu, aquel espíritu que es el amor, y es sólo por amor que se construye, lo cual construye. En todas las acciones de la persona, incluso la más trivial, emerge el amor con las cuales que se realizaron. Porque el amor todo lo puede. "El amor es el silencio de la mente y de la voluntad, es la inteligencia que apoya palabra, es el amor que se abre y dice la palabra, entonces la inteligencia es la clave que da la posibilidad de tomar la creación"6. Amor Vincit Omnia!

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T.BUGOSSI, La Contempla-azione come fondamento dell’educare. T. BUGOSSI, Filosofia e comunicazione, Op. Cit., p.42.

contaminati dai fuochi fatui di questa società che si sente onnisciente, attraverso di loro giungere alle famiglie e a coloro che prima o poi guardandosi allo specchio si renderanno conto del vuoto in cui sono caduti. La metafisica antropica è filosofia della contempla-azione, del vedere operoso capace di interiorizzare per esteriorizzare le potenzialità silenti che abitano nelle viscere della persona. E’ il desiderio di verità, bellezza, bene che muove la persona a donarsi, ad edificarsi al di sopra delle cose. “Chi è l’uomo?” o meglio “Chi sono io?” Questo è l’interrogativo che muove il nostro pensare. Solo nella poiesis, nelle creatività, la persona trova il proprio compimento integrale ed in essa trova la gioia di esistere alla luce di Dio. «Noi siamo creature della contemplazione creatrice di Dio e rinasciamo nella contemplazione silenziosa del nostro interiore cammino creativo» Rendere la propria dignità all’uomo e ricostituire l’ordine dell’intera creazione: Creatore, creatura, creato. L’uomo ponte, tramite essenziale tra Dio e l’intera creazione, uomo collaboratore, perché non dotato solo di anima, bios, elemento vitale, bensì di spirito, quello spirito che è amore, ed è solo amando che si edifica, che si costruisce. In tutte le azioni della persona, anche le più banali, emerge l’amore con le quali sono state compiute. L’amore infatti può tutto.


La verdad, la belleza y el bien esta triada que vive en la persona, esta tríada en la imagen de la SS . Trinidad en la que tanto se ha insistido en nuestro maestro. Este el tesoro más grande que el hombre de hoy está llamado a redescubrir por sí mismo, entonces toda la creación ; este es el testimonio de que el hombre antrópico está llamado a dar hoy en día, en todas las etapas de su existencia. Mirando atentamente (en esto consiste el "ver" ) en los últimos años, con un poco de desapego, porque ahora, y desde hace mucho que no me tomo un momento para reflexionar / meditar y escribir lo que me viene a la cabeza, veo, que en cada etapa de nuestra existencia, experimentamos el ser humano, y en cada fase emerge la dimensión de nuestro educarnos. En su juventud, es bello ser la plena dimensión de ser despreocupado, cantar un himno a la vida y la belleza, a continuación, el tiempo maravilloso, en mi opinión, la familia, la fusión de la dimensión corporal y espiritual, la educación de los niños con las dificultades que esto implica; aprender a vivir una comunión especial en trabajos, alegrías, tristezas y sufrimientos y sacrificios de cada día. Cuando éramos estudiantes, el profesor, todavía me gusta llamarlo así, se dijo que para ver las cosas con claridad, un metafísico, debe subir: así como para ver una ciudad, no te vas al centro de la ciudad, sino a la montaña, y desde allí, se puede disfrutar de la vista completa. Así en nuestra existencia: esto es lo que trato de hacer hoy, porque si estos pensamientos que pretenden ser una meditación muy personal sobre el pensamiento, y por qué no, sobre la

«L’amore è il silenzio della mente e della volontà, è l’intelligenza che sostiene la parola, è l’amore che apre e che sostiene la parola, è quindi l’intelligenza la chiave che dà la possibilità di immettersi nella creazione». Amor vincit omnia! Verità, bellezza e bene questa la triadicità che abita nella persona, questa la triade ad immagine della SS. Trinità su cui tanto ha insistito il nostro maestro. Questo il grande tesoro che l’uomo di oggi è chiamato a riscoprire in se stesso, quindi nell’intera creazione; questa è la testimonianza che l’uomo antropico è chiamato a dare, oggi, in ogni fase della sua esistenza. Guardando attentamente (in ciò consiste il “vedere”) a questi anni, con un po’ di distacco, perché ora, è da molto, che non mi prendo un momento per riflettere/ meditare e scrivere ciò che mi passa per la testa, vedo, che in ogni fase della nostra esistenza, possiamo vivere l’esperienza antropica, ed in ogni fase affiora la dimensione del nostro educare. Nella giovinezza, è bello esistere appieno la dimensione dell’essere spensierati, cantare un inno alla vita e alla bellezza, poi il tempo meraviglioso, a mio parere, della famiglia, la fusione della dimensione corporale e spirituale, l’educazione dei figli, con le difficoltà che tutto questo comporta, imparare a vivere una comunione speciale nelle fatiche, gioie, dolori e sofferenzee nelle rinunce di ogni giorno. Quando eravamo studenti il Prof., mi piace chiamarlo tuttora così, ci diceva che

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existencia de mi maestro, este es sin duda un balance de cuánto y cómo he vivido hasta hoy . Mi maestro fue más allá; hoy existe en una etapa posterior, tal vez yo todavía no entiendo totalmente, pero que me gustaría abordar con profundo respeto y sufrimiento y que desde luego voy a apoyar en el futuro. Hay que decir que este nuevo paso del camino antrópico, puede ser vivido sólo cuando la persona ha encontrado un verdadero equilibrio interior en su integralidad, en la que todos los pasajes que hemos mencionado anteriormente, encuentran satisfacción, madurez humana a la que se trabajó durante el curso de la vida entera. La humildad, la verdad, la caridad, este hoy, -nuestro filósofo escribió-, esta tríada la nueva tríada que traza un nuevo estado de nuestro camino metafísico. Para entender plenamente las nuevas páginas de manual de la metafísica debe primero aclarar que el amor y el dolor se identifican en una única gran entidad, que se encarna en la figura de Cristo. Amor, dolor, felicidad perfecta es la nueva tríada que me parece emerge hoyactualidad; ningún escrito es más elocuente que el último trabajo de nuestro filósofo. Sería empobrecer toda la complejidad de los contenidos, se desmoronarlo en una serie de citas que, por lo tanto, no haré; para esto referencio totalmente el texto Reflexiones y , en particular, el capítulo de la humildad, la verdad, la caridad; me limito sólo para enfatizar ciertas palabras que, en mi opinión, tienen un valor clave y

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per vedere le cose con chiarezza, un metafisico, deve inerpicarsi, così come per vedere una città, non si va in centro, bensì su un monte, e da lì, si gode appieno il panorama. Così è della nostra esistenza; questo è quello che oggi cerco di fare, perché, se questi miei pensieri hanno la pretesa di essere meditazioni molto personali sul pensiero, e perché no, sull’esistenza del mio maestro, questo è sicuramente un bilancio di quanto e come ho vissuto sino ad oggi. Il mio maestro è andato oltre, oggi esiste in una fase successiva, che forse non riesco ancora a comprendere appieno, ma alla quale desidero con profondo rispetto e sofferenza avvicinarmi e che certamente mi sarà di sostegno nel futuro. Va detto, che questa nuova fase del percorso antropico, può essere vissuta solo quando la persona ha veramente trovato un equilibrio interiore integrale, nel quale tutti i passaggi di cui sopra abbiamo accennato, trovano compimento, una maturità umana alla quale si è lavorato per una vita intera. Umiltà, verità, carità, questo oggi scrive il nostro filosofo, questa la nuova triade che traccia una nuovo stato del nostro percorso metafisico. Per comprendere appieno le nuove pagine della metafisica antropica è opportuno innanzitutto chiarire che amore e dolore si identificano in un’unica grande entità, che si incarna nella figura di Cristo. Amore, dolore, perfetta letizia è la nuova triade che mi pare emerge oggi; nessuno scritto è più eloquente dell’ultimo lavoro del


también espero en vuestros caminos meditativos. Humildad como confianza: recibir de Dios como mi yo está lista para recibir, en cada etapa de la vida de la persona humilde está lista para recibir para descubrir el misterio que está "listo" para ella. Alegrías y tristezas vienen cuando mi yo es lo suficientemente robusto como para recibirlas, tolerarlos y comprenderlos. Creo que al contrario de cuanto se imagina también se debe estar preparado para recibir las alegrías. Existir en la alegría es una gran responsabilidad, porque la alegría tiene que ser atestiguado y el buen cristiano es aquel que propaga la alegría en el mundo que le rodea a imagen del amor trinitario y triádico que custocia dentro de sí. Es necesario ser lo suficientemente fuerte como para soportar el dolor como para soportar las alegrías; la misión radica en ser capaces de dar testimonio aquí y ahora en el "Vivir la `verdad´ todos los días. Mi oración es mi ser viviente: mi ser integral, mi trabajo, mis alegrías, mi dolor. Nosotros, colaboradores de Dios para poner a disposición nuestra vida. Él edifica nuestra interioridad. Nuestros "por qué" debe dar paso a Su Acción. Debemos donar nuestra vida y existencia a Su nombre recorriendo el camino, a menudo incomprensible, no es indicado. El Evidente velado es mi luz: seguir esta luz: no sé el camino, pero él lo sabe: yo existo en su sabiduría"7. Si antes era el hombre centro de la escucha, hoy el centro es la

nostro Filosofo. Sarebbe depauperare l’integrale complessità del contenuto, sbriciolarlo in una serie di citazioni che ,pertanto, non farò; per questo rimando totalmente al testo Riflessioni e, in particolare, al capitolo Umiltà, verità, carità; mi limito soltanto a sottolineare alcune parole che, a mio vedere, hanno un valore chiave nel mio e spero anche vostro percorso meditativo. Umità come affidamento, ricevere da Dio quanto il mio io è pronto a recepire, in ogni fase della vita la persona umile è pronta a ricevere per disvelare il mistero che è “pronto” per lei. Gioie e dolori arrivano quando il mio io è abbastanza robusto per riceverli, sopportarle e comprenderli. Penso che contrariamente a quanto si immagini bisogna essere preparati anche a ricevere le gioie. Esistere nella gioia è una grande responsabilità, perché anche la gioia deve essere testimoniata e il buon cristiano è colui che diffonde gioia nel mondo che lo circonda a immagine dell’amore triadico e trinitario che custodisce in sé. Bisogna essere tanto forti per sopportare i dolori quanto per sopportare le gioie, la missione sta nel essere capaci di testimoniare qui ed ora nel «Vivere la “verità” ogni giorno. La mia preghiera è il mio essere vivente: il mio essere integrale, il mio lavoro, le mie gioie, il mio dolore. Noi collaboratori di Dio. Per attuare questo

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T.BUGOSSI, Riflessioni,Et-Et Convivio Filosofico, 2014, p.19.


caridad, la escucha fecunda da paso a un diálogo profundo que se transforma en caridad, ofrecimiento del yo integral a la Voluntad de Dios; ser instrumento consciente que se lleva a cabo totalmente en el amor. Es difícil practicar la caridad, complejo es saber donarse totalmente aprender a abandonarse, como lo hace un niño con su madre, reencontrar esta pureza de corazón que nos permita desarrollarnos plenamente en Dios. Enseñar a los niños para ofrecer todo a Jesús significa para ayudarlos a no perder el camino del Señor a no perder el sendero que lleva directamente a la cumbre. Nuestra existencia es como un gran mosaico en el que cada pieza tiene su propia posición y cumplir el propósito de nuestra existencia es indispensable para el cumplimiento de la gran designio de la creación. Esta es nuestra tarea: colaborar con Dios, nadie puede hacer el trabajo de otra persona, cada uno de nosotros es único e irrepetible, y nada debe ser desperdiciado. Todo el mundo sigue su ruta paso a paso en plena libertad, porque la libertad, en mi opinión, es otro de los grandes misterios de la vida. Ser libre significa transformar la vida "bios " en existencia, aceptar, estar " dispuesto a aceptar la gracia en la forma que decidió presentarse"8. Leer hoy los pensamientos de mi maestro me ayuda a entender cuanto es el camino

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è il mettere a disposizione la nostra vita. Lui edifica nella nostra interiorità. I nostri “perché” devono lasciare spazio alla Sua azione. Si deve donare la nostra vita ed esistenza al Suo nome percorrendo il cammino, spesso incomprensibile, che ci viene indicato. L’Evidente velato è la mia luce: seguire questa luce: io non conosco il percorso, ma Lui sa: io esisto nella Sua sapienza». Se prima l’uomo era centro dell’ascolto oggi il centro è la carità, l’ascolto fecondo lascia il posto ad un dialogo profondo che si trasforma in carità, offerta dell’io integrale alla Volontà di Dio, essere strumento consapevole che si svolge totalmente nell’amore. Difficile è praticare la carità, complesso è sapersi donare totalmente, imparare nuovamente ad abbandonarsi come fa un bimbo con la sua mamma, ritrovare quella purezza di cuore che ci renda capaci di svolgerci pienamente in Dio. Insegnare ai bimbi ad offrire tutto a Gesù significa aiutarli a non perdere la Via del Signore a non perdere quel sentiero che porta sin sulla vetta. La nostra esistenza è come un grande mosaico ogni tassello ha la sua posizione e compiere il disegno del nostro esistere è indispensabile per il compimento del grande disegno della creazione. Questo è il nostro compito: cooperare con Dio, nessuno può compiere l’opera di un’altra persona, ognuno di noi è unico ed irripetibile e


que la persona hace en la vida, como el pensamiento va de la mano con las experiencias de cada día, cuanto sea verdadera la filosofía integral; el espíritu y el cuerpo perciben al unísono y en la interioridad; todo lo que se percibe se transforma en oración; cada acción está ofrecida es oración, amilento, luz perenne que ilumina el camino hacia el Evidente que se revela poco a poco a lo largo del camino. Sé que soy una hormiga ante el pensamiento de mi maestro, y tal vez voy a tomar tiempo para entender realmente estos sus últimos escritos, me va a tomar aún más para aprender a sufrir y para santificar el sufrimiento que él sabe hacer. Pero sé que para ser una hormiga trabajadora en mi pequeño cada día, con mi hijo, mi familia, la catequesis de los niños, la plantación de este pensamiento, con la seguridad de que a través de la metafísica antrópica y el testimonio vivo hecho por el hombre el camino será menos difícil. En este pensamiento nos encontramos con una guía segura sobre lo que confiar . Si debiese encontrar una descripción del hombre antrópico sin duda lo haría a través de la imagen fabulosa del Don Quijote Michele Federico Sciacca el "Don Quijote de la Mancha: el gran caballero sin igual ... sus "hazañas" no son "gestos”: obra no posa. Don Quijote, el caballero armado de humanidad generosa y magnánima; por lo tanto, le son suficientes armas "llenos de óxido y el moho", escudo de cartón, un rocín. Salido hacia ...el mundo, le suceden muchas

nulla deve essere sprecato. Ognuno segue passo dopo passo il suo percorso in piena libertà, perché la libertà, a mio parere è un altro dei grandi misteri di questa vita. Essere liberi significa trasformare la vita “bios” in esistenza, accettare, essere «disposti ad accettare la grazia in qualunque forma abbia deciso di presentarsi». Leggere oggi i pensieri del mio maestro mi aiuta a comprendere quanto è il percorso che la persona fa nella vita come il pensiero vada pari passo alle esperienze di ogni giorno, quanto sia vera la filosofia dell’integralità, lo spirito e il corpo percepiscono all’unisono e nell’interiorità tutto ciò che viene percepito si trasforma in preghiera, ogni azione offerta è preghiera, alimento, luce perenne che illumina il cammino verso l’Evidente che si svela a poco a poco lungo il percorso. So di essere una formica di fronte al pensiero del mio maestro, e che forse mi ci vorrà tempo per comprendere davvero questi suoi ultimi scritti, mi ci vorrà ancora di più per imparare a soffrire e a santificare la sofferenza come sa fare lui. So però di essere una formica laboriosa che nel mio piccolo di ogni giorno, con il mio bambino, la mia famiglia i bimbi del catechismo, semina questo pensiero, con la certezza che attraverso la metafisica antropica e la testimonianza vivente il cammino sarà meno difficile. In questo pensiero troviamo una guida sicura alla quale affidarci.

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cosas, extraordinarias todas. La mediocridad degradante del egoísmo y la mezquindad obtusa no entienden nada de él, el mal entendido, el burlado, el lastimado, el " loco ". No se desanima ni se ofende; sabe escusar, sabe ser indulgente, perdonar. Siempre derrotado y batido, paga de su bolsillo ..., siempre pronto a empezar de nuevo cada vez que hay para ayudar, para castigar a la villanía, para sanar las injusticias , ... Don Quijote no se desarma, no es consciente de las bufonadas, las incomprensiones: derrotado comienza de nuevo . ... Don Quijote ruega y sabe orar; no pide nada para sí, ni siquiera para comer y beber, que no le importaba si no se los ofrecen: él que va por el mundo para donar, sólo acepta sólo regalos. Él no deforma lo que es natural , no hace artificial su naturaleza; no oculta su debilidad humana come, bebe, ríe, llora y se queja. No en vano es el héroe: no tiene por qué suponer para ser; es suficiente para que él ser un hombre, vivir como un hombre. San Agustín escribe que el creyente en Dios llora y se ríe. La aridez de los sentimientos es propio del soberbio y del sabio ateo, del que cree ser Dios ... El bastión de la caballería de Don Quijote es su gran corazón, capaz de todas las locuras de sacrificio y amor. Don Quijote ... es un hombre de acción , pero él leyó y pensó en ello antes de armarse y salir al mundo, ... Filosofía de la "práctica" de la suya, que es "comprometido" con el fondo de la acción ; y también en el "derrocamiento de la práctica"; filosofía pues evolucionaria. Incluso para él, ya no se trata de conocer el mundo, sino para "transformarlo". ¿Cómo y en qué? ¿Con la

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Se dovessi trovare una descrizione dell’uomo antropico certamente lo farei attraverso la favolosa immagine del’Don Chisciotte di Michele Federico Sciacca «Don Quijote de la Mancha: il gran Cavaliere senza confronti, …le sue “gesta” non son “gesti”: agisce non posa. Don Quijote, il Cavaliere armato di umanità generosa e magnanima; perciò gli bastano armi “piene di ruggine e muffa”, celata di cartone, un ronzino. …Uscito per il mondo, gli capitano tantissime cose, straordinarie tutte. La mediocrità avvilente dell’egoismo e la meschinità ottusa dell’andazzo non capiscono niente di lui, l’incompreso, il deriso, il compatito, il “folle”. Non si scoraggia né si offende; sa scusare, indulgere perdonare. Sempre sconfitto e malmenato, paga di sua tasca, …, sempre pronto a ricominciare ogni qual volta c’è da soccorrere, da punir villania, da sanare ingiustizie,… Don Quijote non disarma, non si avvede nemmen delle beffe, delle incomprensioni: sconfitto comincia da capo. …Don Quijote prega e sa pregare; non chiede niente per sé, neppur da mangiare e da bere, se non gliene offrono: egli, che va per il mondo a donare, accetta soltanto doni. Egli non deforma quel che è naturale, non artificia la sua natura; non nasconde le sue debolezze umane: mangia, beve, ride, piange e si lamenta. Non per niente è eroe: non ha bisogno di atteggiarsi ad esserlo; gli basta esser uomo, vivere da uomo.


humilde ofrenda de sí mismo por el bien de los demás -conquistarlo donándose- y no es la revolución ..., ..., este reto, despojado de todo, como San Francisco, armado con el óxido y el papel, la estupidez de los mezquinos intereses de ensanchamiento, de modo que el oxígeno purifique la gran puerta de la inteligencia y del amor desinteresado?”9. Sciacca terminó su atenta disertación sobre el pragmatismo mundano de nuestra sociedad mediante la introducción de la esperanza de encontrar en algún "sobreviviente Europeo", realmente "desocupado" -y hoy en día hay tantos-, digo, que leídas las hazañas de este raro, lo hace, yo estaba por decir, para decidir hacer suya la misión, para decidir cómo hizo mi maestro y como intentamos hacer todos nosotros en nuestro pequeño cada día a "salir, un día a la madrugada para el país con armas que no cortan y sanan para vigorizar los corruptos en el espíritu y despertar la luz de la mente en la oscuridad de una humanidad perdida en la tierra a la codicia de la tierra"10. En conclusión, puedo y sólo tengo que agradecer a mi maestro, porque su testimonio de oración es la enseñanza más grande. La metafísica antrópica no es para mí una filosofía, sino una forma de vida, con la esperanza de que cada día sea capaz de construir mi vida plenamente y que, al final de mi viaje, mi existencia se cumpla en ese indispensable y única maravillosa pieza en el mosaico de la creación , así como el Señor quiere de mí.

Scrive S. Agostino che il credente in Dio piange e ride. L’aridità dei sentimenti è del superbo e del saggio ateo, che crede di esser Dio … Lo spalto cavalleresco di Don Quijote è il suo grande cuore, capace di tutte le follie di sacrificio e d’amore. …Don Quijote è uomo d’azione, ma ha letto e pensato prima di armarsi ed uscire per il mondo, …Filosofia della “prassi” la sua, di chi è “impegnato” fino in fondo nell’azione; ed anche nel “rovesciamento della prassi”; dunque filosofia “rivoluzionaria”. Anche per lui non si tratta più di conoscere il mondo ma di “trasformalo”. Come e in che? Con l’umile offerta di sé per il bene degli altri – conquistarlo donandosi – … e non è rivoluzione,…, questa di sfidare, svestito di tutto come S. Francesco, armato di ruggine e carta, l’ottusità dei gretti interessi spalancando, affinché l’ossigeno purifichi, la grande porta dell’intelligenza amorosa e dell’azione disinteressata?». Sciacca terminava la sua attenta dissertazione sul pragmatismo mondano di questa nostra società immettendo la speranza di trovare in qualche “europeo superstite” davvero “disoccupato” e oggi ce ne sono davvero molti, dico io, che lette le gesta di questo strampalato, si fa per dire, ero, decida di farne sua la missione, decida come ha fatto il mio maestro e come cerchiamo di far noi tutti nel nostro piccolo di ogni giorno di «uscire, un giorno all’alba, per la campagna con armi che non tagliano e sanano per

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M.F. SCIACCA, Il Chisciottismo tragico di Unamuno, Marzorati, Milano, 1971, pp. 221-225. Ibdm., p. 227.

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rinvigorire i corrotti nello spirito e risvegliare luce di mente nella tenebra di una umanità perduta sulla terra per avidità di terra». Concludendo, posso e devo solo ringraziare il mio maestro perché la sua testimonianza orante è il più grande insegnamento. La metafisica antropica non è per me una filosofia, ma un modo di esistere, con la speranza che ogni giorno io riesca ad edificare appieno la mia esistenza e che, al termine del mio percorso, il mio esistere si compia in quell’indispensabile ed unico tassello nel meraviglioso mosaico della creazione così, come, il Signore vuole da me.

Annalisa Noziglia

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El deseo de Dios: en el horizonte hermenéutico de la filosofía antrópica

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El deseo de Dios: en el horizonte hermenéutico de la filosofía antrópica Alégrese el corazón de los que buscan a Dios Salmo 105,3

I. Introducción. El deseo de Dios es deseo de plenitud, de dar a los estrechos límites de la existencia un horizonte cada vez más luminoso y menos estrecho. Como se enseña multisecularmente, el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque éste ha sido creado por Dios y para Dios. En este caso, llamamos deseo a la incesante atracción que, sobre el hombre, ejerce Dios hacia sí; sólo así se encuentra la dicha que paradojalmente no cesa de buscarse. Como el desiderium es un reclamo sereno, aunque incesante, puede ser perfectamente desatendido y su raíz más profunda sea el timor Dei, que lleva a ocultarse de Dios (Gn 3,8-10), a huir de su presencia (Jon 1,3). La filosofía antrópica se presenta como tal y lleva su palabra sobre el tema de Dios, pues sus preocupaciones brotan del corazón humano. Se trata de uno de los modos en que nuestra época quiere encontrar itinerarios verdaderos que lleven a Dios, desenmascarando, aunque sin pretenderlo, los falsos recorridos del fideísmo y del racionalismo.

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El deseo, la memoria y el sufrimiento se han manifestado como procesos existenciales privilegiados para reflexionar sobre este deseo.

En la filosofía antrópica este deseo de Dios se presenta, por un lado, con toda la ponderación de lo que podríamos llamar “el mundo de la vida” y, por otro, como hermenéutica, como capacidad de engendrar un mundo que se revela en el sentido del texto (dinámica interna y proyección interna, según enseña P. Ricoer en Del texto a la acción). Esto implica que la hermenéutica posibilita el acceso del deseo (de Dios, en nuestro caso) al lenguaje, en el espacio abierto de los signos. Con esta finalidad desplegamos el siguiente dispositivo: a) los fundamentos de la hermenéutica; b) lo que se expresa como interpretación; c) el que se expresa en la interpretación; d) conclusiones.


II. Los fundamentos de la hermenéutica. Como señala Tomaso Bugossi1, una vez que se ha establecido una relación determinante entre Ser y lenguaje-palabra, el pensamiento, en tanto búsqueda filosófica, es hermenéutica. La auténtica hermenéutica pone en evidencia que lo “oculto” y el “misterio” no son la derrota del pensamiento sino el terreno fecundo sobre el cual aquél puede desarrollarse. Tal condición hermenéutica abre la posibilidad de fundamentar, es decir, de recorrer el espacio conceptual que establece los fundamentos o pilares del pensar. Esta actitud, que consideramos imprescindible, no debe llevar al equívoco de pensar que algo de dichos fundamentos ha caducado; por el contrario, se trata de advertir que la inteligencia contemporánea no los comprende como tales. Nuestra tarea consistirá tanto en re-descubrir (en hacer propios) los fundamentos cuanto renovar las sendas de acceso. Con razón H.G. Gadamer advierte que “ser histórico quiere decir no agotarse nunca en su saberse ... todo presente infinito tiene sus límites”2. En esta perspectiva, ¿qué sentido tiene la “posibilidad de la fundamentación” que le asignamos a la hermenéutica? En principio, hace presente que la no-fundamentación como teoría y la desfundamentación como actitud existencial (y sus innegables connotaciones intelectuales y aún espirituales) no se presentan sólo como un dato: por ser un dato es un problema. ¿De qué otro modo considerar este problema sino en los términos de crisis de la metafísica tradicional o metafísica sin más?

En este sentido lo erróneo no es lo ilegítimo, pues la justificación es propia de la indagación; su objetivo no es delimitar la diferencia sino comprenderla lo más plenamente posible. Esto significa que el logos se representa históricamente y esta representación descansa en el hecho en que de suyo es expresivo. Toda ciencia es histórica porque es histórico el logos en que se sostiene. Hermenéutica e historicidad deben conjugarse metodológicamente (es decir, fenomenológicamente) para que el logos sea comprendido aquí y ahora como razón de verdad o apropiación válida del ser. El interés de la cuestión no se limita a la hermenéutica de la semántica griega, pues, en última instancia, se trata del acontecer, es decir, la racionalidad del devenir. Sin embargo, racionalidad no es determinación: este ser por su realidad no está situado más allá del alcance posible de la razón. Ésta no deja escapar la novedad de cada momento de la existencia. Así entendemos la afirmación de Bugossi3, según la cual el ser no es sólo lo pensado, sino especialmente aquello que se toma a través de la ascultación: es palabra. El pensamiento como hermenéutica ahonda sus raíces en la palabra. Esto, entendemos, conlleva dos niveles congruentes de análisis: lo que se expresa como interpretación y el que expresa en la interpretación. Veamos el primero.

La simple formulación de la pregunta nos deja situados ya, aunque preliminarmente, en el recorrido de la investigación. La hermenéutica sólo será posible si es necesaria; dicha condición de necesidad entraña una indagación: ¿por qué esta posibilidad se ha mantenido latente a lo largo de buena parte de la historia de la filosofía? Interioridad y hermenéutica, Rosario, Et – Et Convivio Filosófico Ediciones, 2006, pp. 43 ss (trad. Carlos Daniel Lasa) 2 Wahrheit und Methode, Tübingen, Mohr, 1965, p. 285: “Geschlichtlichsein heisst, nie im Sichwissen aufgehen … Alle endiche Gegenwart hat ihre Schranken”. 3 Op.cit., pp. 44-45. 1

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III. Lo que se expresa como interpretación. En el universo vasto y variado, el ser humano expresa su condición, es decir, pone de manifiesto su naturaleza de “ser que interpreta”. Esto significa que la efectividad de cualquier expresión, la misma posibilidad de que un fenómeno sea interpretado (o intento de desentrañar los sentidos que transmite) “dice algo” propio de esa realidad puesta en palabras, cuanto de quien “se expresa, se dice, interpretando”. Lo peculiar de la hermenéutica antrópica reside en que esta perspectiva no funciona teoréticamente como “una idea de hombre”; en efecto, las “ideas de hombre” son expresiones del ser humano que se modifican en las sucesivas cosmovisiones, por cuanto son propiamente históricas. Por el contrario, la hermenéutica antrópica funciona existencialmente, porque proviene de una intuición directa de lo que expresa todo ser humano: su condición de ser-hombre4. Considerada constitutiva esta misma historicidad, ¿qué tienen en común las diversas ideas del hombre? La continuidad ontológica entre los diversos hombres que se han representado en su peculiar existir reside en la historicidad, justamente lo común de esta diversidad. Pero hay un dato, en el que se detiene el pensar antrópico, en el que lo histórico no es la constante: el hombre se presenta siempre como el ser que interpreta; este dato no requiere de un raciocinio o de ser reforzado por una teoría. ¿Qué estamos sosteniendo entonces? La sola presencia de un ser humano es suficiente para que, sin que exista una reflexión previa, se responda de algún modo a esa presencia.

No negamos, de ningún modo, la condición del hombre como ser histórico. No hay duda que el hombre es un ser histórico. Su existencia comienza por ser temporal, se realiza en forma sucesiva, sin detrimento. Y a su vez, esa existencia es dueña de sí –con el pasado y el futuro-, en primer lugar; por la inteligencia o conciencia, y en segundo lugar, por la libertad, por la que ejerce el dominio de la propia actividad y, por ella, sobre su persona entera y su destino. La existencia que es temporal por su carácter material, llega a ser histórica, por el carácter espiritual del hombre, que con la inteligencia y la libertad le confiere un doble dominio de sí. El espíritu convierte la simple duración temporal en historia. Cf. Derisi, O.N.; “Verdad, historia y hermenéutica”, p. 4 . 5 Bugossi, T.; op. Cit., pp. 44-45. 6 Ibidem. 4

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Las ideas del hombre no se añaden a las situaciones vitales. La interpretación modifica la situación (se pasa históricamente de una visión a otra) no en el sentido que puede transmitirlo una crónica sino de lo que es propio del acontecer, esto es, interpretar. Aunque el mismo despliegue temporal puede inducir a error, no se vive primero y luego se interpreta: vivir consiste en interpretar. Esto significa que la existencia humana no es el transcurso en el tiempo de un ser perfecto (en el sentido de completo) desde el comienzo; por ello, justamente, el recuerdo puede quedar olvidado. Por este motivo, entendemos, Bugossi refiere que la hermenéutica ontológica no tanto aclara y define lo que el “texto” dice sino que, esencialmente, pone en evidencia lo que no dice; la luz que se refleja, que nos devuelve a la revelación de la verdad, en la unidad de lo expresado y del que expresa. He aquí lo esencial: estupor del pensamiento que anuncia aquello que amerita ser pensado: nuestro habitar es diálogo con el Ser5. De tal modo se ubican en estrecho vínculo la interpretación y la respuesta, sacando a luz el significado del discurso como anuncio y comunicación. Por este motivo, el significado del discurso es nuevo en la conciencia de ponerse como un momento, como un aspecto de la unidad ontológica que se despliega en el comprender el Ser6. El logos no se agota en ninguno de estos procesos hermenéuticos, pues en todos los casos permanece inmutable el principio de razón. El acto de “dar razón” no implica un pre-juicio (en sentido negativo) en torno a la dirección de los procesos de la hermenéutica o, incluso, sobre sus conclusiones. En otros términos, racionalidad no implica determinación; por el contrario, el sentido (y su interpretación) pertenece al estatuto ontológico de la libertad. Por ello, es el que permite la existencia de la variedad de los sentidos y, eventualmente, la crisis de su interpretación. Es insensato negar el sentido, no tanto por la negación cuanto que esta debe expresarse mediante palabras, que constituyen la forma más elevada del sentido; esto significa que la palabra es el orden de la existencia.


La dificultad moderna de distinguir sentido y significado ha concluido en la convicción de que el sentido es accidental; por el contrario, el “ser del sentido” se encuentra en cada situación y, en ella, la posibilidad de diversos sentidos (hasta la misma “carencia de sentido”). Entendemos que la hermenéutica antrópica re-descubre que si la totalidad de lo humano no tiene sentido, también carece de él toda existencia individualizada. Así leemos en Bugossi7 que el hombre empobrecido trágicamente por su propia relativización trata de volver un absoluto su propio pensamiento o su obrar. Aquella indistinción de sentido y significado, a la que hacíamos referencia, nos debe hacer reflexionar en torno a que toda expresión resulta tanto más significativa cuanto más sentido pone de manifiesto, por lo que, al mismo tiempo, resulta ambigua. Por ello, desde la misma perspectiva, a mayor formalización expresiva hay menor capacidad expresiva.

El mundo del sentido es el mundo de la inteligibilidad y de la comprensión; la ambigüedad es auténticamente un principio del sentido, no su ruptura8. “La tarea hermenéutica, pues, no es tanto satisfacer nuestra ‘intencionalidad’ como devolver a la luz el mensaje originario que el texto nos quiere comunica”9. Por ello, el discurso hermenéutico encuentra su propio sentido en cuanto confronta con el problema del límite (el criterio que fundamenta nuestra búsqueda de aclaración) en tanto exigencia de la libertad y no como su facilitación (aquí significa “falsificación).

Sin embargo, la misma ambigüedad del sentido resultaría insostenible si al mismo tiempo implicara la arbitrariedad de la interpretación. Escuchamos asiduamente en los claustros universitarios que el que interpreta no puede dejar de lado la intención del sentido “a favor de” (el giro parece poner de manifiesto la irracionalidad latente) su propia interpretación. Lo que no escuchamos con la misma asiduidad es que, en este caso, el sentido no podría insinuarse a causa de la incomprensión que pone como condición la irracionalidad de imponer un sentido. El sentido crea el consenso, pues éste no existe fuera de aquél; “forzar el sentido” de un texto, dando al término un alcance generalísimo, es completamente posible, pero es una anormalidad ubicada en las antípodas de la ambigüedad.

Ibidem p. 59. Cf. Nicol, E.; Metafísica de la expresión, México, FCE, 19892, pp. 222-223. 9 Bugossi, T.; op.cit., p. 59 7 8

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IV. El que se expresa en la interpretación. El estar en el mundo del ser humano es simbólico en el sentido más arcaico del término. Ningún otro ser se expresa con la sola presencia. El yo se reconoce en el tú, es decir, que tiene como condición la completa alteridad del tú; esta relación simbólica, en la que se sostiene también la hermenéutica, es naturalmente inter-subjetiva: todo lo que se expresa (y se interpreta) abreva en esta condición simbólica. Nunca se insistirá lo suficiente en que la teoría de la interpretación tiene que garantizar y sostener teoréticamente el modo propio de esta relación intersubjetiva. Queremos así poner de manifiesto que, de ninguna manera, se trata de una realidad funcional. Esto significa que el ser humano no puede quedar aislado del ser por los sistemas simbólicos que se han puesto en acto para manifestarlo: la capacidad de expresión da testimonio tanto de la participación en el ámbito de la cultura cuanto de que se trata de un ser diverso del que interpreta. Las formas simbólicas sobre las que se ejerce la interpretación son múltiples y, a su vez, se diversifican en el despliegue de los procesos históricos. Sin embargo, la filosofía no sustituye a la religión, ni la metafísica tiende a hacerse discurso que desemboque en la ciencia positiva. Hay símbolo e interpretación porque hay unidad de sentido. Tal fundamentación de la hermenéutica ontológica10 es, entonces, posible por la tendencia del hombre a la interpretación de su propio ser y, por ello, al Ser, que es, al mismo tiempo, próximo y lejano. Esta tensión “dispara” la búsqueda de la luminosidad completa. Bugossi establece aquí la interrelación pedirpreguntar-interrogar. Este interrogar implica asumir progresivamente la propia existencia como recepción de aquello que precisamente se ha auscultado. Por ello, la búsqueda es esencialmente un “cierto saborear” las certidumbres de la propia existencia: una sed de Ser, que posibilita existir-buscar con inquietud y preocupación.

44 Ibidem pp. 51 ss. Ibidem p. 53.

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Bellamente señala nuestro autor que, junto a la inquietud, tiene cabida el error. Pero todos los errores posibles no disminuyen la capacidad de verdad del ser humano, que no es infinita (como sí lo es el horizonte sobre la que resulta inteligible), sino finita en cuanto a las formas; plantea así la objetividad de la interioridad, allí donde reconozco lo verdadero como tal11. Sin embargo, el despliegue de la lógica interna del pensamiento contemporáneo requiere una importante precisión por parte de nuestro filósofo. En efecto, en nuestra época se ha operado el pasaje de lo sacro a la sacralidad. ¿Qué significa en relación a nuestro tema? La perspectiva cristiana, caracterizada en lo esencial por el realismo interiorista, se ha visto desfondada por un sentimentalismo que vuelve dramáticamente irrelevante la propia existencia, quitándole toda tonalidad. Por esta razón la hermenéutica posee también una dimensión ética; con la palabra se adquiere también la responsabilidad que viene con la vocación de su ejercicio. En esta dimensión se hace posible la recuperación del sujeto en la comunidad de la palabra. No se trata ya del sujeto ilustrado que se reencuentra, centrado en la búsqueda epistemológica, sino de un sujeto concreto que asume la condición de estar situado en una tradición de la que aprende y a la que enseña. Si aquel sentimentalismo ha tornado plena subjetividad aquela interioridad, ahora se trata de rehacer el puente con la tradición, en lo que ésta tiene de original y valioso. Así se percibe, en primera instancia, el riesgo profundo del relativismo: si la racionalidad y la capacidad de sentido se la toma en tanto que interior a cada expresión interna de la historia de la cultura, éstas se tornan incomprensibles unas a otras.


V. Conclusiones Hemos venido señalando que la capacidad de expresión del ser humano pone de manifiesto el decir, cómo se dice y aquello sobre lo cual se desenvuelve el decir. La hermenéutica conlleva esta condición de interpretar y de traducir, es decir, de establecer puentes de comprensión entre culturas o bien entre procesos diversos en el despliegue temporal de una misma cultura, en búsqueda de su coherencia profunda. Esto significa que si el lenguaje es esencialmente expresión, entonces queda implicado en su definición no sólo un esquema comunicativo (en el sentido que adquiere con F. de Saussure), sino la posibilidad de comunicar (no un decir sin más sino uno que pueda ser evocado en cuanto tal) algo que aún no se conoce. Aquí es donde se realiza la esencia del lenguaje y donde “entra en juego” la posibilidad hermenéutica.

La realidad, en cuanto obra del Logos, es decir, en cuanto surge de la Inteligencia divina, porta en sí su luminosidad; a tal punto que su ser es esta luminosidad. Lo que conocemos no es la Luz sino su reflejo. Con palabras de santo Tomás: “… su mismo ser es su luz…”14 Por ello, la creación es un objeto de conocimiento inagotable y es en este sentido que formamos una comunidad dialogal, en la que puede decirse algo no sabido. El sentido primario del interpretar de la hermenéutica, aunque una vez manifestado no resulte necesariamente el más evidente, puede ponerse así: expresar, es decir, interpretar, lo que significa algo ya expresado por otro.

En este horizonte es posible establecer un orden jerárquico en su realización: desde la frase ocasional que se dice al vecino (“¿será posible que haga tanto frío?”), en la que no se dice nada que él no sepa (silenciar estos intercambios lingüísticos, sin embargo, sería poner en riesgo la misma capacidad del lenguaje, pues presupone la potencialidad ilimitada del lenguaje) hasta la comunicación de sentido pleno.

Esto significa que la expresión encontrada posee sentido, es más, que es obra del sentido; sin embrago, ¿qué significa atribuir sentido a algo? En principio, aunque sobre esto se puede disputar (en el sentido medieval) largamente, hay sentido allí donde una realidad espiritual se refiere a algo de un modo perceptible por los sentidos (mediante signos) y lo da a conocer a otros.

Santo Tomás, en un pasaje sorprendente de la Summa Theologiae12, diferencia entre el lenguaje simple y directo y el lenguaje que procede de la iluminación; denomina a cada uno locutio e illuminatio; la charla con el vecino, aun si transmite algo novedoso (“La semana que viene viajo a Génova”), no implica la illuminatio. Ésta conlleva un cierto esclarecimiento al interlocutor sea de sí mismo sea de un aspecto de la realidad exterior. Se pone en juego tanto al que ahora (y sólo ahora) comprende sino fundamentalmente esa porción de la realidad iluminada por el lenguaje.

El modo perceptible de hacer cognoscible algo es, sin lugar a dudas, la palabra, aunque no el único. La palabra resulta interpretable cuando (y sólo cuando) remite a la realidad; entonces, interpretar válidamente una expresión significa entenderla y transmitirla o, en otras palabras, hacerla comprensible.

De todas las significaciones latentes en el texto de santo Tomás, nos interesa aquí destacar la que sigue: la realidad divina y humana puede “ser iluminada” por el conocimiento; o dicho de otro modo: así como el entendimiento humano es capaz de verdad, así también hay una verdad de las cosas13.

La hermenéutica que propone la filosofía antrópica despliega sus posibilidades en este problema del límite (retomamos esta idea ya expresada del prof. Bugossi), no como decir libremente (aquí significa “arbitrariamente”) sobre lo que se desea hablar, sino como una severa exigencia de la disciplina filosófica. En el momento en que se produce la relación con el texto, esto es, al interpretarlo, se produce una comprensión multidireccional: por un lado,

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el texto objeto de interpretación; por otro, el propio sujeto que ejerce el acto hermenéutico. Finalizamos con palabras de Tomaso Bugossi: “Comprender es reconocerse, travesía cuya conclusión me viene posibilitada por la hermenéutica, travesía en contacto activo con la historia: obro para reconocerme. Hermenéuticamente comprendo que la historia es urdimbre de olvidos y reconocimientos, de lejanías y de acercamientos a la fuentemanantial”15. Allí espera pacientemente Dios, como el Sentido de los múltiples sentidos, que no son unívocos sino crecientes reclamos de búsqueda verdadera.

Claudio Calabrese Universidad Panamericana Campus Aguascalientes, México

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I, 107, 2 De Locutionibus angelorum. Cf. Pieper, J.; “El filósofo y el lenguaje” en Obras (T. III ) Escritos sobre el concepto de filosofía, Madrid, Ediciones Encuentro, 2000, pp. 210 ss. 14 De caus. 1, 6. 15 Ibidem. 61. 12 13


Los tiempos se deben comprender, para modificarlos. Tomaso Bugossi. Traductor : Dr. enFil. JosĂŠ Ricardo Perfecto SĂĄnchez. 47


Los tiempos se deben comprender, para modificarlos.

Tomaso Bugossi. Traductor : Dr. enFil. José Ricardo Perfecto Sánchez. Filosofar es interrogarse el hombre sobre el hombre (fundamentación ontológica de la Antropología). El hombre se revela definitivamente como alguien existente: abierto al espaio infinito del ser, llamado a trabajar en el mundo, pero por un fin que sobrepasa al mundo. Mi antropología filosófica se podría definir, en un último análisis, como una metafísica existencial (antrópica): en donde los dos componentes, metafísica y existencialidad, se recomiendan fuertemente ambas y ambas se funden y se identifican una con otra. El hombre es un existente en cuanto ente metafísico, y es un ente metafísico en cuanto existente. El hombre existe en concreto, es decir, se constituye como un valor original e irrepetible; pero el hombre existe de este modo en cuanto el Ser lo hace ser tal, lo alimenta y lo sostiene. El hombre es un sujeto autoconsciente, existente y metafísico.

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La filosofía es distinta de la teología, pero como la filosofía le brinda sus instrumentos de inteligibilidad a la teología, alcanza sus fronteras y reclama en cierto sentido las respuestas de modo que la teología sirve para iluminar el mismo conocimiento filosófiico del hombre.

Para mí, siempre son válidas las tesis agustinianas “ intelligo ut credam” (entiendo para que o crea) y “credo ut intelligam” (creo para que yo entienda). Se dice que yo sea un maestro”... Pero un maestro no es aquél que elabora una doctrina para que los dicípulos (los alumnos) la hagan suya, le den un envoltura y la transmitan tal cual a otros.¡Ay de aquellos filósofos, para quienes la filosofía se presta a ser pura y simplemente repetida; esos no son filósofos. Sabedor de que la filosofía es un acto personal irrepetible, yo escucho y acojo en mi “escuela” a cualquiera que haya recibido de mí el estímulo de la búsqueda inflexible de la verdad, búsqueda inflexible que pertence a pocos, y ha sido y es mía. Esto y no otra cosa es lo que deseo para mis dicípulos. El amor por la verdad, y por su difusión, es la llama que arde en mi existencia. La antropología “teística” (homenaje a mi maestro Sciacca) se ilumina en la confrontación con el hombre-Tomaso; y mi palabra escrita es plenamente comprensible sólo para quien ha escuchado mi palabra hablada, si es verdad lo que afirma Platón en el “Fedro”, donde dice que el discurso hablado es mejor que el discurso escrito. El hombre es tensión hacia la Verdad y mi vida ha sido y es, esta tensión llevada a su grado máxixm, en espíritu de humildad. Porque para un pensador cristiano la verdad accesible al hombre no es la Verdad personal subsistente; nuestra búsqueda de la verdad debe inclinarse de frente al “Evidente velado”. El sentido del Evidente velado,la certeza vivida de que la verdad está “velada” a la inteligencia humana, la cual a pesar de esto, ontológicamente tiende a ella por un deseo enraizado en el ser del hombre: esto es el constante y profundo “sentimiento” religioso de toda mi obra. Toda mi obra y toda mi vida han sido hasta ahora, en cuanto humanamente traducibles, mi testimonio de este sentimiento religioso de la


verdad, que se inhiere a la verdadera esencia del hombre, aunque a veces velada. Resisto con la gracia de Dios.

TOMASO BUGOSSI.

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EL HOMBRE DOLIENTE Jornada sobre la Metafísica Antrópica Ixtlahuaca-México 19/05/2014 W. R. Daros CONICET – UCEL – UAP


EL HOMBRE DOLIENTE Jornada sobre la Metafísica Antrópica Ixtlahuaca-México 19/05/2014 W. R. Daros CONICET – UCEL – UAP

Introducción 1.- La filosofía consiste en la tarea de pensar sistemáticamente nuestra vida, en todos sus aspectos, hasta en sus últimas consecuencias, con la herramienta de la razón y el empuje del corazón. La psicología, las religiones, la literatura nos ofrecen también recursos consoladores para meditar acerca de lo que es el ser humano; pero lo hacen desde otra perspectiva y no desde la perspectiva de la interioridad y con la creencia de que, con el pensamiento, se puede hacer inteligible la realidad humana, hasta en sus últimas consecuencias. No resulta ser tarea fácil aquella de distinguir, por una parte, las fuentes desde las cuales pensamos: nuestra infancia, nuestra familia, nuestros temores, nuestra arraigas creencias, etc.; y, por otra, aproximarnos a temáticas opacas como suelen ser el dolor, la enfermedad, lo absurdo de ciertas circunstancias que nos toca vivir. 2.- En particular, la experiencia del dolor es no solo desgarrante desde el punto de vista físico, sino además psicológico y filosófico. Desde la perspectiva filosófica, el dolor tira por tierra nuestras creencias más queridas, como la de estimar que la vida es placer o placentera; la creencia de que tenemos derechos a ser amados, a tener una larga vida, etc. En este contexto, la tarea filosófica de pensar la vida, -esto es, lo que nos pasa-, encuentra obstáculos.

“Para esta tarea, el obstáculo más grave está pues en el adecuarse cada uno de nosotros a la sociedad, pasivamente y consumísticamente, según las leyes del egoísmo y del triunfo mundano. Quien piensa es un ser peligroso, porque disturba ese adecuarse: el pensare es justamente un “ponerse afuera” de todas las posiciones de comodidad propias de las creencias superficiales y consoladoras baratas, de las falsas esperanzas; el pensar es el coraje de salir al espacio abierto abandonando todas las situaciones para tocar el fondo de todo problema y para reconducirlas a los verdaderos -y son poquísimos- problemas de fondo” (Bugosi, T. Sufrimiento y coparticipación).

Las experiencias límites, la impotencia y la responsabilidad 3.- Víktor Frankl, filósofo y psicólogo, estando en el campo de concentración nazi, argumenta que le empezó a encontrar sentido para su existencia a partir del momento en que la empresa para la cual era esclavo empezó a regalar boletos canjeables por cigarrillos los cuales a su vez se podían canjear por sopas; estas sopas eran como un gran deleite y una gran manera para quitarse un poco el peso de sus problemas. Pero no era así para todos, pues para otros compañeros que ya habían perdido el ánimo de vivir estos boletos los cambiaban por cigarrillos, y cuando a un compañero lo veían fumando era dado por hecho que quería disfrutar los últimos días de su vida fumando, pues por que el placer de fumar era exclusivo para los capos. Este compañero prefería morir fumando como capo que morir como prisionero. Es difícil explicar este

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tema psicológicamente pues los pocos sobrevivientes se reúsan a contar sobre sus experiencias y se cierran ante este tema. El autor trato de demostrar al mundo un análisis de lo que le sucedió con franqueza y valor, pero lo quería publicar en anonimato, pero luego desistió y quiso que su historia debiera de ser conocida por el mundo que lo rodeaba1 . El dolor, primeramente, nos frena, luego nos despersonaliza, finalmente nos posibilita conocer y reconocer, con humildad, nuestras profundas limitaciones. 4.- En esas situaciones límites, la persona reconoce sus responsabilidades y en esto consiste reconocer la culpa de sus acciones, las consecuencias de las que tiene que hacerse cargo, cuando ya nada puede hacer. Cuando ya nada pueden hacer los seres humanos, aparece la oración: el pedido de paz, de comprensión y resignación activa. Toda la vida se hace sufrimiento y ofrenda, poniéndose el ser humano en las manos de Dios. “Mi vivir y existir es mi oración. No ruego de acuerdo a una regla fija y la misma oración, tan querida, no tiene más lugar, por momentos, en mi día. Sin embargo, un abismo se aferra en mí, cada momento y ésta es la infinitud de la oración sin palabras, hecho de ofrecimientos y de dolor”. (Bugossi, T. Reflexiones. p. 20) Desarmadas las esperanzas humanas, todo momento de vida es inapreciable e intensamente vivido. “La conciencia de la propia nada es indispensable para que el Señor pueda reinar libremente en un espíritu… Sólo a través de una muerte total se abre camino a la vida” (Ídem, p. 45). La asunción del dolor y el testimonio de la grandeza de vivir

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5.- La principal característica de la primera fase, al asumir el dolor, es el shock. Víctor Frank relata la experiencia que tuvo o, más bien, el sentimiento de temor o miedo que tuvo en los campos de concentración nazis. El temor expresa el sentimiento de impotencia ante algo terrible y ya irremediable. Cuando el dolor es humanamente irremediable, sólo cabe la resignación 1

y el ofrecimiento ejemplar de una conducta serena. Cuando el dolor que nos causamos ha sido provocado irresponsablemente, causado por nosotros, cabe la toma de conciencia de esa situación y asumir nuestras limitaciones. Aflora entonces, también, el sentido de responsabilidad y de culpa, esto es, la conciencia de haber obrado libremente, y la necesidad de hacerse cargo de las consecuencias de nuestras acciones. Es cierto que el conocimiento y reconocimiento de las consecuencias de nuestros actos que nos llevan a la muerte no puede ser largamente sostenido. Urge, entonces, pasar a la fase del pedido de perdón y luego de esperanza ante lo que nos pueden deparar las circunstancias, Dios, nuestros seres queridos o la suerte. Ahora se está solo ante la realidad del dolor físico y espiritual. La actitud más positiva, ante este hecho, es la de asumir también una actitud positiva, de hidalguía y serenidad ante lo inevitable. En esto, el autor de la Filosofía Antrópica ha sido ejemplar. 6.- Como ante la desnudez de las pocas fuerzas humanas, como Víctor Frank en un campo de concentración de esclavizados nazis, sólo cabe la intensificación de la vida interior que ayuda al prisionero y al enfermo a refugiarse contra el vacío, la desolación y la pobreza espiritual de su existencia, volviéndole a su existencia anterior y a los recuerdos felices. Al dar rienda suelta en la imaginación del enfermo o del prisionero, ésta se recrea en los hechos pasados, a menudo no los más importantes, sino los pequeños sucesos y hermosos. Todo toma o recobra valor intenso. A medida que la vida interior de la persona enferma o prisionera se hace más intensa, se siente también la belleza del arte y de la naturaleza como nunca hasta entonces. 7.- Cansancio, falta de fuerzas y de sueño, irritabilidad, hacen un cóctel ante el cual cualquier demora parece un agravio insoportable. Más luego, el ser humano advierte que la enfermedad lo puede encarcelar, aislar, separar de sus seres queridos; le puede quitar todo lo material, pero lo único que no se le puede quitar es el mismo ser de ser humano: las ganas de vivir y la libertad del alma en explorar nuevos sucesos y seguir siendo el ser que quiera ser.

Frankl, Viktor. El hombre en busca de sentido último: el análisis existencial y la conciencia espiritual del ser humano. Madrid, Herder, 1946.


8.- Pensar, escribir, superarse con la propia mente, es ser hombre a la altura del hombre; “y se es hombre cuando si evita toda nivelación y achatamiento, que se mueven siempre hacia abajo. El igualitarismo puro es la muerte de la inteligencia y de la cultura y de la libertad; es la igualdad en la esclavitud. La nivelación y el achatamiento total no tienen en cuento las tareas que cada uno tiene que realizar según los diversos dones recibidos. Toda vez que renunciamos a realizarnos según nuestra constitutiva libertad, nos envenenamos de relativismo y de nihilismo, que engendran solo desorden, confusión, caos” (Bugossi, T. Sufrimiento y coparticipación). Por cierto, si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento. 9.- Al descubrir serenamente el valor del dolor, se puede descubrir el sentido de la vida y podemos elegir nuestra actitud ante lo que nos presenta en el camino. Ante todo es nuestra actitud ante el sufrimiento, ante la culpa o ante la muerte, a las que Víctor Frankl llamaba la tríada trágica. El sufrimiento es inevitable por ser parte de la vida, pero cada uno tiene la libertad de elegir siempre su actitud frente al sufrimiento. La falta de sentido del sufrimiento lo hace más intolerable. Claro está que el sufrimiento no debe buscarse masoquistamente y debe afrontarse sólo al ser inevitable. La actitud correcta de afrontar y aceptar el sufrimiento -actitud que los griegos llamaban valentía- engrandece, fortalece, templa y da

riqueza a la vida humana. Incluso el enfrentamiento a lo irreversible de la muerte puede finalmente dar sentido a una vida, al mostrarle y separar lo verdaderamente importante de lo trivial en la existencia. El suprasentido y Biblioterapia 10.- El suprasentido es la idea de que, de hecho, existe un sentido último en la vida; sentido que no depende de otros, ni de nuestros proyectos o incluso de nuestra dignidad. Tanto T. Bugossi como Víctor Frankl admiten que sobre este suprasentido podemos estar equivocados o no, porque su última prueba será la muerte; pero, sin embargo existe una intuición en el hombre acerca de una trascendencia -un evidente velado- y un sentido último, intuido aunque entendido solo en la fe. Esta postura sitúa al análisis existencial de la vida en un lugar diferente a los del existencialismo ateo. Este último sugiere que la vida en su fin carece de sentido, y debemos afrontar ese sin-sentido con coraje. Sartre estima, por ejemplo, que debemos aprender a soportar esta falta de sentido; Bugossi, por el contrario, dice que lo que necesitamos es aprender a soportar nuestra inhabilidad para comprender en su totalidad el gran sentido último de la vida. 11.- La filosofía posee particular importancia especialmente para la orientación existencial y como abordaje terapéutico. La filosofía ejercita la libertad, la responsabilidad, la voluntad, el sentido de la vida y de su valor. Nos encontramos en el punto delicado, afirma Tomaso Bugossi, propio de nuestra época posmoderna: “La incapacidad de concebir el sufrimiento. El hombre tiene miedo del dolor, del sufrimiento, de la muerte. ¿Come vencerla? Instantánea la respuesta: no pensar en ello. He aquí la cultura idónea: la cultura de la imagen” (Bugossi, T. Sufrimiento y coparticipación).

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La Metafísica Antrópica de Tomaso Bugossi, por el contrario, ha considerado que lo primario y fundamental para vivir de acuerdo con nuestra dignidad humana es el encontrar un sentido a la vida. Esta Filosofía es una Antrópica, esto es, un partir desde el hombre; pero es también metafísica, o sea, una concepción del hombre que va más allá de lo físico y mundano, reflexionando sobre el mensaje bíblico. La eficacia de la Biblioterapia está en reafirmar que el hombre es libre frente a sus “determinantes” fisiológicos, ambientales o psicológicos, ya que ante todo es de naturaleza espiritual, creado por amor. El hombre, en cuanto espíritu, está siempre adoptando una postura ante sí mismo en cuanto cuerpo y mente. El hombre tiene cuerpo, es corporeidad, y tiene mente y, por ello, es espíritu. El error del nihilismo es caer en el “nada más que...”, es un reduccionismo del ser humano. Para el nihilista, el ser humano no es “nada más que”, corporiedad, duda, soledad. La ciencia se vuelve desconocedora de sus límites: la biología degenera en biologismo, la psicología en psicologismo, la antropología en antropologismo. La química, los psicofármacos, lo que hacen es alejar el ello (lo instintivo biológico) del yo. El yo sigue inalterado, sólo que el ello lo ha dejado en paz con los psicofármacos. Los cromosomas, los factores hereditarios, psicofísicos, son mera dotación, algo que uno recibe, simple material para la realización de la existencia. El constructor depende del material, pero usa libremente de él. Ni psicología ni fisiología pueden reconocer la realidad de la libertad. El científico, como tal, no puede ser más que determinista. Lo psicofísico condiciona al espíritu humano, más no lo produce ni determina. La libertad radica en la posibilidad de una toma de postura frente a: 1) el entorno natural; 2) el entorno social; 3) las propias reacciones psicofisiológicas; porque el hombre está abierto a lo infinito; y, si bien está en este mundo, lo supera ampliamente. La libertad es esta posibilidad de decirles “no” a estos condi54 cionantes. El yo posee una capacidad incondicional para decir no a los 2

instintos. El hombre no siempre es consciente de su libertad y de su sabiduría para decirles no a los instintos, y la filosofía Antrópica ayuda a que las haga consciente. La Biblioterapia apela a esta libertad una vez que logra hacerla consciente. La libertad es esta capacidad humana de “no sucumbir” a ninguna situación o predisposición, de estar por encima de ellas, sobreponerse para así actuar libremente2. 12.- La Metafísica Antrópica es una auténtica Biblioterapia, centrada en la Palabra de vida que es Vida. No se trata de una cura a través de los difundidos libros de autoayuda contemporáneos; sino de un asentarse en el don de la fe en la Biblia, entendida como mensaje trascendente y salvífico. Ante el sufrimiento, la Metafísica Antrópica introduce el concepto de la facticidad (Heidegger) y de situaciones límite (Jaspers) al campo de la vida, reconociendo también los aspectos negativos, inmodificables e innegables que forman parte obligatoria de la existencia humana como son: el sufrimiento inevitable que la vida te plantea, la culpa inexcusable e injustificable y la muerte ineludible (V. Frankl). El reconocimiento de estos aspectos negativos son también posibilidades para una existencia más intensa, responsable, auténtica y significativa. Pero la Metafísica Antrópica reconoce con originalidad, la libertad y responsabilidad de los seres humanos frente a sus actos. Según esto, los humanos no deben ser soberbios por lo bueno que realicen; y, por otra parte, hacerse cargo de lo malo realizado. No es suficiente arrepentirse del mal hecho a sí mismo o a los demás: se requiere, también, la reparación. La Metafísica Antrópica es una filosofía de la integralidad del ser humano y de entorno, en la dimensión horizontal y vertical de los seres humanos. El hombre es, en su naturaleza, un ser finito e infinito: finito en su realidad, infinito en sus apetencias y esperanzas (Rosmini, Sciacca). El hombre es hombre cuando se trasciende a sí mismo y es capaz de salir

Cfr. Salas, Eduardo. El hombre doliente, disponible en: http://vidagym.netne.net/lecturas.php?subaction=showfull&id=1262282027&archive=&start_from=&ucat=6&


de sí mismo, siendo co-protoganista de su tiempo. “El hombre en su integralidad es el autor de la historia, el generador de su perennidad: escribe la propia historia, el propio dolor y la propia alegría” (Bugossi, T. Sufrimiento y coparticipación).

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PR E S E NTA C I Ó N

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En una primera aproximación a este libro, cuyo título es: Reflexiones acerca de un recorrido existencial en relación con Dios, parece que nos encontramos con una temática eminentemente teológica, lo cual es cierto, pero esto de ninguna manera es excluyente respecto a otras disciplinas, en el caso particular que a mí me ocupa, en este momento, es su relación con la filosofía. Me pregunto ¿qué hay en el trasfondo de estas reflexiones que se vinculan directamente con la existencia? ¿Qué reflexiones, a través de la historia, se han ocupado de esta temática? ¿Acaso podemos separar las concepciones teóricas del sentido existencial? Pienso que toda reflexión que no tiene que ver con el sentido de la vida no cumple con su cometido. Podríamos calificarla de hueca, vacía, sin contenido. Trátese de cualquier disciplina que se estudie. Sin ningún prejuicio teológico, porque no hay motivo para ello, mis comentarios buscan ser de naturaleza filosófica, intentando salvar aquellas incompatibilidades que, en algún momento de la historia, se suscitaron entre la filosofía y la teología, y que posiblemente hoy todavía persisten en algunos pensadores. Esto no quiere decir que no se pueda establecer una diferenciación clara entre ellas; pero, el que se les considere como contradictorias y excluyentes es asunto que debe ser repensado. Un ejemplo radical que marcó esta separación entre la filosofía y la teología, es decir entre razón y fe, lo encontramos en la modernidad que, en el ansia de exaltar el imperio de la razón atentó contra todo aquello que no quedase sujeto a su escudriño y dominación. Pensemos en estos dos grandes autores, Max Weber y Jürgen Habermas; el primero, creador y difusor de la idea del “desencantamiento del mundo”; el segundo que la utiliza para aseverar que las imágenes religiosas del mundo no cumplen ya con las expectativas absolutas de la razón humana. ¿No será, pregunto, que este proceso de secularización nos ha llevado a olvidarnos de la naturaleza de la razón finita? Con este pretexto quiero citar a un gran amigo que en uno de sus últimos escritos denuncia el estado de exaltación de la razón humana. Se trata de José Blanco Regueira que, en su obra Estulticia y terror, pronuncia las siguientes palabras: “A veces basta con contemplar el espectáculo del cielo para darse cuenta de que uno mismo tan sólo representa un estado de insignificancia imbécil. Pero entonces, a partir de semejante situación de conciencia, habría que 1

pensar como mínimo dos cosas: la falta de significación y el exceso de imbecilidad.”1 Qué crítica más violenta a la condición humana carente de significación y al exceso de imbecilidad que caracteriza las pretensiones desorbitantes de la razón. Antes de pasar al comentario del libro de Bugossi, por la temática presente en todo el escrito, quiero referirme a dos pensadores que abordan el tema del dolor desde perspectivas absolutamente diferentes y distantes: se trata de Arthur Schopenhauer y Sigmund Freud. Para Schopenhauer la vida es lucha, caída, nihilidad. El hombre es un ser carente y necesitado, condiciones que dan origen al dolor interminable. La carencia y la necesidad marcan y determinan el camino del hombre hacia el dolor inagotable e insaciable. La existencia está plagada de dolor, soportada en la necesidad absoluta y en la satisfacción nula. Dice el autor: “En toda esa manifiesta desproporción entre el esfuerzo y la recompensa, la voluntad de vivir desde ese punto de vista se nos aparece objetivamente como una necedad y subjetivamente como una ilusión que mueve a todo ser viviente a trabajar con el más extremado esfuerzo por algo que no tiene valor.”2 ¿Cómo amar la vida que se encuentra plagada de penalidades, dolores y necesidades? Para este pensador la voluntad de vivir encuentra toda su explicación en este impulso irracional de vivir, crecer y multiplicarse. La vida en todos sus grados y dimensiones es pura casualidad; no hay causalidad ni razón de ser para ella misma. La conciencia del dolor es propia y exclusiva de los seres humanos, de los seres que por su razón saben no sólo de su existencia sino de esta condición que la afecta y la atormenta infaliblemente. Más le hubiese valido a esta existencia permanecer eternamente en las tinieblas. El sufrimiento nace de esta insatisfacción absoluta; los deseos satisfechos son breves y fugaces. Su naturaleza es el dolor. Pretender mantener la vida es mantener el dolor. El mal físico depende de lo corporal, biológico y orgánico; en cambio, el mal moral proviene de la misma razón que desenmascara a la existencia como error.

Blanco Regueira, José. Estulticia y terror, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, Estado de México, 2002, p. 9.

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Para Freud, en cambio, pensar sobre la misma situación de dolor humano es indagar sobre sus orígenes y descubrir su razón de ser en la impotencia del mismo ser humano para enfrentar las fuerzas naturales externas e internas. Como la razón es incapaz de dar razón de esas fuerzas que le sobrepasan, entonces se doblega para apelar a la existencia de un Ser Todopoderoso en el que busca la liberación de todas sus opresiones. Ahí está el origen de las supersticiones, prejuicios y represiones. La experiencia de un Dios terrible ante el cual no cabe la posibilidad de una vida inocente. El hombre finca esa “ilusión” del Ser Supremo en sus experiencias primitivas e infantiles; por eso la meta del desarrollo humano consiste en vencer esa peligrosa fijación infantil. El hombre no ha sido capaz de usar sus propias fuerzas para liberarse del dolor gratuito que se ha provocado a sí mismo. Confía en que una fuerza superior hará el trabajo que le corresponde hacer a sí mismo. Es la religión la causa de este sufrimiento. Sin embargo, es desconcertante que, Freud mismo, al final de su vida, en una carta escrita a un amigo (1939) le comente que todo su trabajo, toda su lucha ha sido orientada a disminuir un poco el dolor humano. ¿Se logrará a través del desenmascaramiento de la religión y de las supersticiones primitivas? ooooooooooooooooooooo Pero, dejemos de lado estos dos pensadores y vayamos al tema que ahora nos ocupa: el libro de Bugossi en el que claramente se descubre una visión total y absolutamente distinta respecto a la vida y al mismo dolor humano. Partamos del hecho de que para él la finitud, la carencia, la necesidad, el dolor son determinaciones de la condición humana que indican búsqueda, apertura y recepción. este momento quiero pensar que el libro del Dr. Bugossi tiene un 58 En hilo conductor que enlaza la diversidad de temas ahí abordados, todos 2

Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. Vol. II, p. 402.

ellos vinculados al sentido de la existencia humana. La oración, la fe, la verdad, la finitud, el amor, la cultura, la naturaleza humana, el dolor, etcétera no son sino la expresión de la condición humana, que no encuentra la razón de ser en sí misma, sino que está abierta al sentido de la trascendencia que todo lo transforma. Transitar por estos “conceptos”, más bien por estas vivencias, es un camino escabroso y difícil de salvar si no nace de una convicción plena y profunda en un Ser que le da sentido a toda la existencia en todas sus manifestaciones, tal y como lo reconoce Bogossi incansablemente en este texto que hoy nos comparte. No busco ni pretendo, en este momento, darme a la tarea de hacer un abordaje minucioso de cada uno de los temas aquí expuestos, tarea que sería imposible, sino sólo recuperar el sentido existencial que de ellos tiene Bugossi. Y, para ello, quiero retomar unas palabras del Dr. Darós que se encuentran en el Prólogo de este libro y que podrían resumir sintéticamente la concepción que tiene Bugossi del mundo, de la vida y del hombre. Dice: “Estoy seguro que los lectores encontrarán, en estas páginas, una fuerza cristiana para seguir creciendo humanamente.”3 Es decir, se trata de una visión cristiana de la vida que no sólo no limita la condición humana, sino que la promueve. Palabras que nos revelan una experiencia vital de la misión de su estar-en-el-mundo, más allá de una palabra escrita. Bugossi sabe y está seguro que con estas reflexiones está cumpliendo su misión medial en este mundo. ¿Cuál es la misión del estar-aquíexistencial? Dice Bugossi: “realizar la función de mensajero.” ¿Qué decir de la naturaleza del dolor, tal y como lo entiende Bugossi? No me cabe ninguna duda que, desde su perspectiva y experiencia cristiana, el dolor es una realidad profundamente humana que nace de la propia condición: finita y temporal, y es capaz de transformarla. Aun cuando para otros pensadores, como ya lo vimos, no sabemos si es un bien o un mal, depende de su apropiación.


Regreso a lo que en el principio llamé el hilo conductor del pensamiento de Bugossi envuelto en una diversidad de conceptos. Respecto a la Oración dice: “La oración puede absorber todo tipo de dolor y transformarlo en esperanza.”

Cuando Bugossi comenta que la interpretación de la Biblia no se resuelve fácilmente en un salón de clases, sino que es necesario verificar, lo que está afirmando es que la interpretación bíblica que no se hace vivencia se diluye en una fácil explicación.

¿Acaso no revelan estas palabras el sentido profundo de la vida capaz de mirar más allá de las circunstancias que parecen inexplicables y que obnubilan otras visiones de la vida? Sobre este vuelco a las cuestiones inexplicables de la vida, sostiene Bugossi: “Es necesario estar dispuestos a aceptar la gracia en cualquier forma que haya decidido presentarse.” No se trata de resignación acomodaticia, sino de una actitud valiente ante la vida. Visión que sólo es posible comprender envuelta en un sentido de fe. Pero, creer (fe) es un camino, no un objetivo a alcanzar. En el camino se puede uno extraviar y no por eso errar el camino; es necesario volver a retomar el camino y así recorrerlo de nuevo. Esta forma de recorrer el camino es nuestra experiencia humana del mundo.

En su relación con la verticalidad claramente se percibe su disposición a reconocer, mediante la fe, que todo viene de Dios y que Él sabe a quién y cómo distribuirlo. Lo inexplicable para nosotros encuentra su razón de ser a la luz de la fe. “El Evidente velado es mi luz: seguir la luz: no sé el camino, pero Él lo sabe: yo existo en su sabiduría.” En alguna ocasión he escuchado, desde esta perspectiva, que la predilección de Dios se hace manifiesta en el sufrimiento. Y la fuerza para soportarlo está en el mismo Dios, no en sí mismo.

El texto perfectamente se ajusta a la propuesta de Bugossi de una filosofía antrópica: el topos de estas reflexiones y experiencias compartidas lo ocupa no sólo su existencia personal, sino la existencia humana en general, así la concibe el autor. Si bien es cierto que, por sus circunstancias personales, el autor centra su reflexión en el dolor humano, de ningún modo el tema es absorbente y abarcante de la naturaleza del hombre. El hombre es dolor y algo más; esto algo más es precisamente lo que enriquece y da plenitud a la vida humana. Atinadamente el Dr. Darós comenta al respecto: “Ahora nos encontramos en estos escritos con una temática profundamente humana, marcada por el acercamiento al dolor, a la reflexión sobre el dolor y las cambiantes circunstancias que el dolor pone al ser humano, siempre “humus” (tierra) e indigente.”4 Aquella expresión de que “el oro se prueba en el crisol” es muy a propósito para reconocerla en la decisión cómo Bugossi asume el dolor, dice: “el amor crudo (duro) se prueba en el dolor, en el sufrimiento.” Sólo los grandes hombres, ante estas situaciones límites, son capaces de ofrendar la vida para que germinen hombres nuevos. 3 4

En muchos de los pensamientos aquí escritos se hace patente la influencia del pensamiento agustiniano: Dios principio y fin de la historia, principio y fin del hombre. Dice san Agustín: “Salimos de ti e inquieto está nuestro corazón hasta no descansar en ti”, lo cual revela un pleno reconocimiento y confianza en Dios. Salimos de Él por amor y voluntad suya y regresamos a Él también por su amor y voluntad; no por nuestros méritos. Agustín reconoce que el hombre alcanza la felicidad en el conocimiento y posesión de la Verdad. Dios es la Verdad y sólo con su posesión se llega al final del recorrido filosófico, dice, que es la búsqueda constante de la verdad. Para Bugossi: “La verdad es la humilde vida cristiana vivida en su plenitud y en un trabajo real de esfuerzo y de santificación. Sólo entonces podremos decir que vivimos en la verdad, es decir, en Dios. Fuera de esto podría ser una ilusión, un error. (…) Dios es la verdad y vivir en Él es vivir en la verdad.” Dice san Agustín: “No busques a Dios fuera de ti, en tu interior habita la verdad.” Este pensamiento también está presente en este trabajo reflexivo de Bugossi. Otra expresión importante que viene a sintetizar el pensamiento éticofilosófico de san Agustín es: “El amor es mi peso. Es como esa fuerza de gravitación que atrae todas mis acciones.” En este mismo sentido nos encontramos con las siguientes expresiones de Bugossi: “Mi verdadera vocación, el verdadero centro de mi vida es la caridad.

Darós, William. “Prólogo” en Bugossi, Tomaso. Reflexiones acerca de un recorrido existencial en relación con Dios, p. 14. (Cito el número de página del original que me fue enviado en texto electrónico). Darós, “Prólogo”, p. 12.

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Todo lo demás no es más que un aspecto, algo particular, una apariencia mudable; el ser de mi jornada es y debe ser el amor.” Para concluir he de comentar dos cuestiones más: 1. En todo el pensamiento de Bugossi, expuesto en este libro, se encuentran fuertemente vinculadas su verticalidad y su horizontalidad; es decir, no sólo Dios está presente en su vida, sino el reconocimiento de Dios en la alteridad. Este sentido de la inclusión del otro en la alegría, en la atención, en el cuidado, en el sufrimiento y en el amor es una convicción en la vida de fe, esperanza y amor de Bugossi. 2. ¿Qué decir de la actualidad de este discurso? Si se tratase de un simple y llano discurso sería totalmente inactual. ¿Cómo comprender estas expresiones que se presentan como un atentado a la razón y dignidad del hombre moderno? Estoy seguro que en esta expresión escrita se nos revela un testimonio de vida y que como tal nos pide respeto y reconocimiento por su autenticidad. Parecen expresiones que están más allá de nuestra comprensión; sólo en la vivencia de la fe, esperanza y amor encuentran toda su plenitud. Gracias a Bugossi por compartir con nosotros parte de sus intimidades y convicciones.

Dr. Noé Héctor Esquivel E. Profesor-Investigador IESU mayo de 2014

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EDUCACIĂ“N Y DERECHO M. en D. Margarito Ortega Ballesteros 61


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A lo largo de las civilizaciones, con diversos matices y con heterogéneos referentes, la educación ha acompañado al ser humano y a su vida en sociedad. Desde tiempos remotos se ha reflexionado sobre ella y sus significados. Una de las áreas más fecundas que ha desarrollado un pensamiento en torno a la educación ha sido la filosofía. Desde esa arena, el pensamiento de Tomasso Bugossi ha contribuido, entre muchos otros campos, a la arquitectura del conocimiento educativo. Karl Jaspers ha señalado que “La filosofía brota antes de toda ciencia allí donde despiertan los hombres”. El pensamiento de Bugossi es parte de ese despertar. En Educación-Persona-Estado, nuestro autor ha considerado que la educación no se actúa, en sus líneas esenciales y sustanciales, si no lleva al educando al desvelamiento de su interioridad, lo que significa ayudarlo en la búsqueda de valores absolutos. En este sentido, apunta, el hombre no nace persona: se desarrolla, en la medida de que desarrolla la persona. Este panorama nos muestra que en la concepción de Bugossi el hombre está llamado, desde el principio, a colaborar en su propia formación. En esto consiste la propia personalidad que evidencia su dinamicidad. Así, personalidad y persona no son dos instancias separadas, al contrario: deben ponerse en íntima inter-relación. Pierre Hadot, otro gran pensador, puntualiza en su libro Ejercicios Espirituales y filosofía antigua, que es más importante la idea de FOMAR el espíritu en vez de informarlo. Hablar de ejercicios espirituales va más allá del sentido religioso o teológico: apela a la totalidad psíquica del individuo. Con ello se engloba al Pensamiento, la Imaginación y la Sensibilidad como formas de voluntad. Hablamos entonces de la totalidad del espíritu. Desde esa totalidad es desde donde también mira Tomaso Bugossi al considerar que, en la obra de la creación, la divina Sabiduría otorga a cada ente, para poder desarrollarse, todo medio a él necesario y el ambiente en el cual pueda vivir, existir y hacer según el propio estatuto ontológico. Análogamente, aunque en un ámbito limitado, es la obra del educador una de las tareas más importantes del universo, porque su campo de operación es el espíritu del hombre en su desarrollo. Es ahí donde se puede destacar una de las ideas medulares del pensamiento de Bugossi en la educación: ésta es obra nuestra y también de nuestros semejantes en relación con nosotros, ya que tiende justamente

a actuar la dinamicidad de la personalidad, en modo que la persona vaya continuamente enriqueciéndose con valores que la completan. En Educación – persona – Estado, nuestro autor destaca que los factores que caracterizan la acción educativa -sea del educador, sea del educando-, son la libertad y el sentido de los valores. Dos instancias complementarias, ya que tienen una necesidad la una de la otra: el sentido de los valores, si está privado de la libertad, pierde su precio más esencial que es la interioridad; y, por otra parte, la libertad sin el sentido y el deseo de los valores objetivos, pierde su verdadera consistencia: deviene en arbitrio caprichoso, construye sólo una máscara de personalidad (¡y cuántos se dejan engañar por esta máscara!). El pensamiento de Bugossi aborda sustancialmente muchos de los retos que la educación contemporánea ha de lidiar en un contexto en el que parece predominar la instrumentalización. En El evidente velado Bugossi reflexiona sobre las aberraciones, desde el punto de vista pedagógico, que se comenten cuando a la formación se le desliga de la actividad educativa y se reduce a mera instrucción. Hoy asistimos a esta aberración, nos dice, estamos inmersos en una civilización de la instrucción. Bugossi nos invita a reflexionar sobre esa disminución de la universidad cuando sólo se centra y reduce en la ‘profesionalidad’, sin considerar al ser integral. Ello implica un empobrecimiento de la persona, a la cual se le reduce y se le condena a ese fragmento. Bugossi nos invita a generar horizontes más amplios en los que la actividad espiritual sea de trescientos sesenta grados: es formación del hombre entero, de un hombre no reducido, no reducido a cosa entre las cosas, a la escoria de eso que come. (82 y 83). En lo que respecta a la obra educativa, Bugossi establece un hacer propio de un ente inteligente que consiste en estimular las capacidades potenciales de los educandos. Esta estimulación no es una imposición, sino una ayuda al desarrollo personal del educando, estímulo respetuoso de su libertad, de modo semejante, análogo, a aquel con el cual el Ser, Dios, respeta nuestra libertad, aun creándola. Karl Jaspers señala que la esencia de la filosofía es ir en camino. Esto implica que las preguntas son más importantes que la las respuestas. A la vez, toda respuesta se convierte en una nueva pregunta. La visión de la filosofía en la actualidad es ver la realidad en su origen, nos dice;


apresarla conversando con uno mismo; abrirnos a la vastedad que nos circunda; mantener despierta la razón. La Metafísica Antrópica de Bugossi da constancia de esa vastedad y de esa contribución esencial que nos da en el despertar. Aborda la situación del hombre que se confronta, desde su soledad, con el dolor físico y espiritual. Ante ello, como lo apunta William Darós, Bugossi plantea una actitud desde la serenidad, y, ante todo, buscando un sentido de la vida. Ahí encontramos una de las claves de la Metafísica Antrópica de nuestro autor: un partir desde el hombre, pero también trascendiéndolo de lo físico y conectándolo con el mensaje de la divinidad. William Darós destaca también otro ángulo esencial en la obra de Bugossi: la relación con las experiencias límites, la impotencia y la responsabilidad. En esa línea, la reflexión, el dolor y el sufrimiento implican la posibilidad de dar cuenta de la grandeza de vivir. En la Metafísica Antrópica de Bugossi, apunta Darós, se observa cómo, ante el sufrimiento se pueden reconocer los aspectos negativos, que no se pueden negar ni tampoco modificar: son parte de la vida. A partir de ese reconocimiento, se puede tener el desarrollo del hombre que afronta sus circunstancias desde la serenidad y desde el vínculo con la divinidad. Es ahí donde el hombre tiene la posibilidad de adquirir una existencia más intensa, responsable, auténtica y significativa; es ahí que se tiene uno de los caminos hacia la libertad: que el hombre escriba su propia historia desde la perennidad, nos dice Bugossi, que la escriba desde su propio dolor y desde su propia alegría. Aquí encontramos otro vínculo significativo que tiene la obra de Bugossi con la educación, vista desde un enfoque integral. La relación y la actitud que tengamos con el dolor puede implicar una fecunda ruta formativa. William Darós apunta que en la obra de Bugossi se observa cómo el dolor al principio nos puede frenar e incluso despersonalizar, pero a la vez nos permite el conocer y reconocer las profundas limitaciones que el hombre tiene. Ante ello, llega el vínculo con la divinidad. “Cuando ya nada pueden hacer los seres humanos, aparece la oración: el pedido de paz, de comprensión y resignación activa”. El hombre es hombre cuando se trasciende a sí mismo y es capaz de salir de sí mismo, señala Darós, con ello es co-protoganista de su tiempo. Y esto implica ser hombre a la altura del hombre. Ante todo el camino de la libertad implica que, si bien no se pueden cambiar varias situaciones

dolorosas, la elección del hombre está en la actitud con que se ha de afrontar el sufrimiento. Bugossi apunta que cada uno de nosotros, edifica-construye su propia historia. Aquello que realmente importa son nuestras elecciones, las respuestas que damos: respuestas que son, inequívocamente, de asentimiento o de rechazo, de obediencia o de desobediencia con respecto al orden objetivo del ser. Con su ‘maestro’, como nuestro autor nombra a San Agustín, aborda la tríada tiempo, libertad e historia. “Y la historia no la escribimos de una vez para siempre: la historia se escribe toda vez que se decide por el bien o por el mal; la propia historia es siempre historia novedosa y, en cuanto tal, coincide con nuestra formación”. (28) Asimismo, apunta que es preciso recordar que los valores, para ser tales, deben siempre configurarse como valores espirituales. “Sólo éstos fundan nuestras acciones, sólo éstos nos hacen ‘activos’, y activos en tanto entes fuimos contemplativos. Es la contemplación del y sobre el valor la que nos radica y nos erige como hombres erguidos, no eunucos y esclavos; y en tanto hombres erguidos, elevamos la cabeza e inquebrantables, con los pies en la tierra, escribimos nuestra autobiografía, nuestra historia”. (29) En relación con el Derecho y el Estado, Bugossi apunta que el hombre, por su estatuto ontológico, es un ser pensante, inteligente, deseante: desea ardientemente su libertad, desea superar la antítesis mencionada reproponiéndose como persona. Con ello reivindica que él mismo es la fuente del derecho; y que le Estado no tiene razón de fin en sí mismo, sino que está a su servicio, y como tal, es instrumento, para obtener el bien común. La fuente de todo derecho se reconfirma: es la persona. El Estado es sólo fuente del derecho positivo que presupone el derecho natural y de éste recibe su validez y sus límites. William Darós apunta que la filosofía puede ser tanto una orientación existencial como abordaje terapéutico. En la obra de Bugossi esto resulta elocuente: desde ella se ejercita la libertad, la responsabilidad, la voluntad, el sentido de la vida y de su valor, pero también su trascendencia. Es una Filosofía Antrópica que parte del hombre y que arriba, fecundamente, en una reflexión metafísica con un abordaje esencial desde el mensaje bíblico: el hombre se trasciende a sí mismo desde la divinidad.

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La obra de Tomasso Bugossi implica una visión formativa del hombre desde ángulos integrales y trascendentes. Es una posibilidad para despertar no sólo nuestra consciencia sino lo más profundo de nuestra espiritualidad. Hoy, en un mundo en el que las ponderaciones y las búsquedas parecieran encausarse hacia la materialidad, lo efímero y lo instrumental, pareciera indispensable alimentarnos con el trabajo de este destacado autor genovés. Sea hoy una nueva oportunidad para invitar a leer a Bugossi, porque la lectura es una actividad de formación y transformación constante y, desde la metafísica antrópica, implica también colocarnos en la senda del escucha que nuestro autor nos propone: escucha del Ser, que es la senda del hombre “antrópico”. Leamos y releamos a Bugossi, pues ésta también es una tarea que siempre se perfecciona. Como bien lo ha mencionado Goethe: la gente no sabe cuánto cuesta aprender a leer, a mí, indicaba el escritor alemán, me tomó 80 años. Pierre Hadot apuntaba que a veces nos pasamos “leyendo”, pero en realidad no sabemos leer, es decir, a veces perdemos la capacidad para detenernos, liberarnos de nuestras preocupaciones, y dejamos de lado toda búsqueda de sutilidad y originalidad. Es necesario dar el tiempo y el espacio para permitir que los textos nos hablen. La obra de Tomaso Bugossi nos permite justo eso: una oportunidad para reflexionar y profundizar en nuestra interioridad, una manera de contribuir en la formación de nuestra propia espiritualidad.

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Texto del Reconocimiento a Tomaso Bugossi. 65


Texto del Reconocimiento a Tomaso Bugossi. La Universidad de Ixtlahuaca CUI, A.C. y la Asociación Internacional ET-ET Convivio Filosófico S.A otorgan el presente Reconocimiento al ilustre filósofo genovés, en HOMENAJE a su intensa y extensa labor internacional, como un auténtico defensor y promotor de los valores del hombre y la mujer, considerados en su totalidad como seres humanos, históricos y ultra-históricos, que tienden naturalmente al Ser Absoluto por ser el Supremo Bien, Fuente de todos los bienes particulares, y a la vez, a la Verdad Absoluta, de donde se desprende toda verdad particular, no sólo para conocerlos mejor, desde una perspectiva meramente teorética, sino también y sobre todo para experimentarlos amorosamente en la cotidianidad de su existencia.

“HONOR A QUIEN HONOR MERECE Y TOMASO BUGOSSI SE LO MERECE”. “Trabaja, Educación y Superación”

“El pensamiento operante y el actuar contemplante”

Municipio de Ixtlahuaca, Estado de México, 19 de Mayo de 2014.

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M. en D. Margarito Ortega Ballesteros

Dr. en Fil. José Ricardo Perfecto SÁNCHEZ


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