El reto de vivir en democracia

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El reto de vivir en

democracia Cuaderno para educadores


Este material ha sido elaborado por Comunica en el marco del proyecto piloto: Promoción de la Conciencia Democrática en la Juventud Hondureña que tiene por objetivo contribuir a proporcionar formación e información a la población joven sobre el proceso de construcción de la democracia, la importancia de la participación ciudadana y el ejercicio del sufragio responsable.

© Centro de Comunicación y Capacitación para el Desarrollo, Comunica Bo. La Leona, calle Santo Tomás con Sendero Estrecho, casa 1102, Apdo. Postal 3457, Tegucigalpa, Honduras Teléfonos: 237-9052 / 222-0125 / Fax: 238-4245 Correo electrónico: comunica@cablecolor.hn Primera edición: julio de 2009 Textos: Comunica Diseño: Comunica Tiraje: 300 ejemplares Impreso y hecho en Honduras


Contenido Introducción / 7 El noble arte de la política / 7 Diferentes sistemas políticos / 10 ¿Qué es la democracia? / 11 Desventajas y ventajas de la democracia / 13 Propuesta de actividades / 14

La política y la democracia en Honduras: un breve recorrido / 17 El accidentado camino del Estado nacional / 18 El Estado, más allá de los gobiernos / 22 La Constitución, la ley fundamental / 24 Los partidos políticos en Honduras / 25 La ciudadanía / 28 Propuesta de actividades / 31

Los obstáculos para fortalecer la democracia / 33 La corrupción / 33 El tradicionalismo y el clientelismo político / 35 El autoritarismo y el caudillismo / 36 Propuesta de actividades / 38

Las elecciones / 40 La Ley Electoral y los Organismos Electorales / 41 Tipos de elecciones: las primarias y las generales / 42 Cómo se vota y cómo funciona el proceso electoral / 43


Las campañas políticas y su financiamiento / 45 El voto consciente: Guía práctica para votar con sentido democrático / 48 Propuesta de actividades / 49

La participación ciudadana:un derecho y un deber / 51 Derechos y deberes en democracia / 51 No basta con votar / 52 Mecanismos de participación ciudadana reconocidos legalmente / 53 El control y monitoreo de las autoridades por la ciudadanía / 55 Propuesta de actividades / 57

Para reflexionar / 59 Bibliografía recomendada / 61


Introducción Mandar recitar de memoria lo que no se entiende es hacer papagayos. Enseñad a los niños a ser preguntones para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar

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ste cuaderno pretende ser una ayuda para las personas interesadas en presentar a los jóvenes el tema de la política con un enfoque diferente al que ven en los medios de comunicación o escuchan a diario en la calle.

En la actualidad, los políticos han reducido la política a un medio para satisfacer sus intereses particulares. Ante este hecho podemos desinteresarnos o acomodarnos, pero ninguna de esas opciones ayudará a transformar la realidad. Hacerle el juego a los aprovechados, “entenderle al trámite”, es el camino seguro hacia una sociedad sin valores, hacia una sociedad fracasada. Darle la espalda a la realidad sólo hará más fuertes a los que han traicionado el bien común y han hecho de la política una fuente de riqueza y privilegios personales.

Una de las pocas esperanzas para construir una Honduras mejor es la juventud. Por eso es urgente interesarla en la ardua y noble tarea de “rescatar” la política y devolverle, al menos en parte, su sentido original. Este material, a través de cinco capítulos, presenta las bases y el funcionamiento de la democracia con la mayor objetividad posible, pero sin dejar de señalar los graves problemas que hoy padece nuestra administración pública. Aborda los principios generales de la política y la democracia como forma de gobierno, y algunas particularidades de nuestras leyes, nuestras instituciones y su funcionamiento. Para evitar que los y las jóvenes caigan en la frustración y la apatía cuando se enfrenten con la realidad, es importante que conozcan el funcionamiento de la democracia en Honduras, con sus virtudes y defectos, con sus avances y “cuellos de botella”. De esa forma podrán involucrarse mejor en los asuntos públicos cuando alcancen la edad para ser ciudadanos.

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Después de cada capítulo se incluye una serie de actividades que constituye una propuesta para el educador/facilitador, no un camino definido de antemano. En cada caso, el educador verá qué actividades son convenientes, o qué adaptaciones hará para hacer más efectivo el trabajo con el alumnado. Esperamos que, como reza la cita que encabeza esta página, esta publicación nos haga más “preguntones” y más activos. Así estaremos en mejores condiciones de transformar la democracia y construir un país más incluyente, donde podamos vivir con dignidad, cumpliendo nuestros deberes y haciendo realidad nuestros derechos.

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El noble arte de la política Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada. Edmund Burke

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n nuestro país, la política se ha convertido en una actividad desprestigiada y poco fiable. Muchas personas honestas no quieren meterse en política porque la ven como algo sucio. Y no les falta razón, pues están cansadas de escuchar promesas que nunca se cumplen. Vienen las campañas, luego las elecciones y por último la decepción. Y se vuelve a empezar cada cuatro años. En resumen, la política ha perdido su sentido original y se ha transformado en algo muy distinto a lo que debería ser. Sin embargo, la política, como ejercicio del poder, ha estado presente en la vida de la humanidad desde que comenzó a organizarse para convivir en sociedad, y no hay que olvidar que en toda sociedad surgen conflictos de intereses. No todos quieren ni demandan lo mismo. De ahí la necesidad de organizarse con base en reglas y acuerdos (leyes, constituciones) que equilibren esos intereses y necesidades; y de ahí la necesidad de que alguien vigile y obligue al cumplimiento de esas reglas y acuerdos, lo cual le otorga poder. El poder se expresa en la capacidad de tomar decisiones que afectan a otras personas. Ese poder puede ser legítimo, cuando es delegado y aceptado por la ciudadanía; o, ilegítimo, cuando es impuesto por la fuerza y se ejerce por encima de los acuerdos y reglas fundamentales de la sociedad. A lo largo de la historia, las sociedades han experimentado con diferentes formas de organización política, según como han entendido y ejercido el poder.

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Dos formas de entender y ejercer el poder Poder excluyente: cuando las decisiones se toman de manera unilateral, sin contar con la opinión de los demás. Poder incluyente: la toma de decisiones se convierte en un proceso de participación de todos los actores implicados.

Cuando la política fracasa y no es capaz de resolver los conflictos, aparece la miseria, la violencia y el caos. Por consiguiente, la política es la actividad humana que se ocupa de organizar, armoniosamente, la vida en común de los grupos humanos. En pocas palabras, se podría decir que la política es la búsqueda del bien común. Por eso se afirma que, cuando se ejerce con honestidad y sentido de la responsabilidad, la política es un “arte noble”.

Origen del concepto de política La palabra política, como tantas otras que utilizamos en la actualidad, procede del idioma griego. Varios siglos antes de Cristo, los griegos desarrollaron formas novedosas de organizar su vida en común. Así conformaron las ciudades que, en aquel entonces, eran Estados independientes. En griego, polis significa ciudad, por lo que el término política, originalmente, se refería al ordenamiento de la ciudad. Aristóteles, el famoso filósofo y pensador griego, en su obra llamada Política, sostiene que la política es connatural a los seres humanos; es decir, que nadie se puede escapar de ella, entendida en su sentido más amplio. Y llegó a decir que el hombre es un animal político.

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Animales políticos Aristóteles decía que el ser humano es un zoon politikon; o sea, un animal político. Con esto, lo que quiso decir, es que las personas somos seres sociales y no podríamos vivir en soledad. Estamos hechos para vivir en sociedad. Aquellos griegos idearon algunas fórmulas políticas interesantes, aunque muy limitadas para la realidad actual, como veremos a continuación. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo los puentes, y muchos hombres y mujeres han dado lo mejor de sus vidas por mejorar las condiciones de vida de las personas, por medio de la política. Pero siempre, en la antigüedad y en nuestro tiempo, hay quienes sólo quieren jalar agua para su molino. Por eso es preciso buscar la manera de poner la política al servicio del interés público, para que todos y todas nos beneficiemos de ella. Y en esa búsqueda aún estamos, con avances, pero también con retrocesos. Lamentablemente, en Honduras, como en muchos otros países, la política se ha convertido en politiquería, que es una perversión de la política. Es la manipulación del arte noble de buscar el bien de toda la sociedad para satisfacer intereses personales o de grupo. Política y politiquería La política es un quehacer noble, necesario, y un medio para orientar y encauzar a la ciudadanía hacia programas que beneficien a la colectividad. En cambio, la politiquería, es un camino torcido que desvirtúa el noble sentido de la política. El politiquero antepone su propio provecho a los ideales e intereses de la nación, que deben estar por encima de los partidos políticos e intereses personales y de grupo.

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Diferentes sistemas políticos A lo largo de la historia ha habido diferentes formas de ejercer el poder que, básicamente, pueden dividirse en dos grandes grupos: gobiernos autoritarios y gobiernos democráticos. En los primeros, una sola persona o un pequeño grupo concentra todo el poder, mientras que en las democracias, al menos teóricamente, el poder reside en el pueblo. Dentro de los gobiernos autoritarios, se pueden distinguir muchas formas: La aristocracia o gobierno de los más notables. Por ejemplo, según el antiguo griego Platón, el gobierno de los filósofos era la forma de gobierno perfecta. La oligarquía, que es el gobierno de los ricos. La teocracia, cuando la autoridad política la ejercen los supuestos representantes de Dios en la tierra. La monarquía, cuando un rey detenta el poder, ajustándose a normas preestablecidas. La dictadura o la tiranía, cuando una sola persona lo decide todo a su capricho. Entre las democracias también se pueden establecer diferencias: Democracia directa: Por razones prácticas, sólo se puede utilizar en ámbitos muy reducidos, como ocurría en la Grecia antigua. Los ciudadanos se reunían, exponían sus posiciones y votaban a mano alzada. Democracia representativa: Por medio del voto, la ciudadanía elige a un grupo de personas para que la represente. Por tanto, los representantes deben actuar en función de sus representados. A ellos se deben. Democracia participativa: Es como una mezcla entre la democracia representativa y la directa. Se puede decir que es la más deseable, puesto que las personas se organizan para opinar e influir sobre los asuntos públicos que las afectan.

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Democracia participativa La democracia participativa o semidirecta es, hoy por hoy, la más deseable en nuestros países. Los ciudadanos y las ciudadanas no podemos dejar todas las decisiones en manos de los políticos, que son nuestros representantes. Está demostrado que para que las democracias se consoliden y haya justicia y equidad, todos y todas tenemos que responsabilizarnos. La democracia participativa es un modelo político que garantiza y fomenta el derecho ciudadano de asociarse y organizarse para influir directamente en las decisiones públicas. La democracia hondureña es participativa, de acuerdo con el artículo 5 de la Constitución de la República. Pero, en la práctica, aún no hemos dado los pasos necesarios para convertir la teoría en una práctica cotidiana.

¿Qué es la democracia? Entre todas las formas de organización política practicadas por la humanidad, la democracia destaca como el mejor procedimiento para gestionar el poder. También fueron los griegos sus precursores. En el idioma griego, la palabra demos significa pueblo, y la palabra cracia significa poder, gobierno. De manera que democracia significa “gobierno del pueblo”. Este sistema de gobierno se estableció por vez primera en Atenas, la principal ciudad de la antigua Grecia. Las decisiones relacionadas con la ciudad se tomaban de manera compartida. Los hombres adultos y libres se reunían y, tras debatir sobre los problemas que les afectaban, decidían levantando su mano a favor de una u otra propuesta. Eran los primeros balbuceos de la democracia, como los pasitos de un bebé. Así que aún era muy excluyente. No podían votar las mujeres. Tampoco podían hacerlo los pobres y los esclavos, que en aquel tiempo eran muchísimos. En realidad, la democracia de la antigua Grecia tenía poco que ver con la que conocemos en la actualidad. Tuvieron que pasar muchos siglos para que los pueblos desarrollaran la democracia como una forma de gobierno válida. Esto sucedió especialmente a partir del siglo XVIII. En 1789 se produjo la Revolución Francesa, que derrocó la monarquía y proclamó la libertad, la igualdad y la fraternidad como pilares de la sociedad. La

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Independencia y fundación de los Estados Unidos de América se hizo sobre esos principios, que son los fundamentos de un sistema democrático. En resumen, la democracia se puede definir como: El sistema político en el que los gobernantes reciben del pueblo el poder para gobernar y es el pueblo quien puede cambiar de manera pacífica esas autoridades. Al recibir la autoridad del pueblo, los gobernantes están obligados a servirlo.

Las bases de la democracia Según Franklin Delano Roosevelt, quien fue presidente de los Estados Unidos entre 1933 y 1945, los fundamentos de una democracia fuerte son: • El fin de los privilegios. • La igualdad de oportunidades para todas las personas. • Empleo para los que pueden trabajar. • Seguridad social para quienes la necesitan. • Las libertades civiles y la participación en los beneficios del progreso para todos y todas.

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Desventajas y ventajas de la democracia Algunos observadores y especialistas en política han señalado las supuestas desventajas de un sistema democrático. Entre otras, han señalado: La falta de garantías sobre la persona elegida. Que un candidato o candidata resulte con más votos no significa, necesariamente, que sea la persona más capacitada. De hecho, abundan los ejemplos de personas que han llegado al poder por medio de elecciones y, una vez en el cargo, han traicionado los principios democráticos. Es el caso de Adolfo Hitler, en Alemania, quien ganó unas elecciones democráticas, pero se convirtió en uno de los peores tiranos de la historia. O el de Abdalá Bucarán, quien fue electo presidente de Ecuador, pero después tuvieron que destituirlo por su demostrada “incapacidad mental”. La supuesta ignorancia de la ciudadanía. Este es el argumento de los tiranos y de muchos aprovechados: considerar que el pueblo no está preparado para escoger a sus autoridades y mucho menos para gobernar. La dictadura de la mayoría. Al ser la mayoría quien decide, puede haber minorías que nunca son atendidas, ya que su voto cuenta poco. Pensemos, por ejemplo, en los pueblos indígenas o en las personas con discapacidades. Pero no hay duda de que las ventajas son muchas más. Por ejemplo: La sustitución periódica de las autoridades y el juicio público a que están sometidas durante su mandato, contribuyen a evitar los abusos de autoridad. La necesidad de alcanzar mayorías —para el caso en el Congreso—, obliga a las diferentes facciones o partidos a llegar a acuerdos o alianzas y, de este modo, se evitan los enfrentamientos violentos entre grupos antagónicos. El pueblo puede monitorear el uso de los fondos públicos, con lo cual la corrupción es más fácil de atajar. Los ciudadanos y las ciudadanas tienen derechos fundamentales que el Estado está obligado a proteger, promover y ampliar. La responsabilidad de lo que ocurre en un país es compartida, por lo que todos y todas tienen una cuota de poder.

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Propuesta de actividades 1. Proponer a los alumnos y a las alumnas investigar cómo era la política entre los antiguos mayas. Algunas preguntas orientadoras son: ¿Quiénes tenían el poder? ¿Cómo llamaríamos a ese tipo de gobierno, según las modalidades que hemos estudiado? 2. Muchos sabios, a lo largo de la historia, reflexionaron sobre la política. Organizados en grupos de seis, los alumnos buscan en el diccionario o en internet quiénes fueron los personajes que se mencionan a continuación, y qué importancia tuvieron en su tiempo. Ellos dijeron: Confucio: Sólo un hombre virtuoso debe tener autoridad. Platón: El gobierno debe recaer sobre las personas más educadas. Hobbes: Si los seres humanos tuvieran libertad absoluta, sería el caos, por lo que es necesario un contrato social entre ellos. Marx: Toda forma de gobierno supone una clase dominante. Maquiavelo: La política es el camino para alcanzar el poder y todo se vale para llegar a conseguirlo. Napoleón: Sólo se puede gobernar a un pueblo ofreciéndole un porvenir. Un jefe es un vendedor de esperanzas. 3. Realizar en el aula un debate sobre el siguiente tema: ¿Qué conflictos de interés se dan dentro de la familia? ¿Cómo se resuelven? ¿Y en un grupo de amigos? ¿Qué ventajas y desventajas tiene resolver los conflictos con el diálogo? El educador puede comparar estas realidades cotidianas con la vida política del país. 4. Pedir al alumnado que busque y exponga ejemplos de prácticas democráticas y dictatoriales en la vida cotidiana: en el hogar, en el trabajo, en el colegio, en la Iglesia, etc. 5. Organizar en el aula o en el colegio un foro entre los que están a favor de la democracia y los que están a favor de la dictadura. Se organizan dos grupos de cinco alumnos, que prepararán sus argumentos durante 15 minutos. Luego se

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hará el debate, con un moderador y tiempos establecidos. Finalmente, el resto del alumnado votará por el grupo que más le convenza. 6. Las y los alumnos pueden salir a la calle, en grupos, para preguntar a diferentes personas qué opinan de la política. Luego, expresan las respuestas en un mural con textos, fotografías, dibujos o caricaturas. 7. Pedir a los y las jóvenes que lean en silencio y escojan la frase que más les gusta de las que aparecen abajo. Luego, solicitar al alumno o alumna que explique por qué la escogió y el significado de la misma. A continuación, el o la docente puede explicar quiénes son los personajes que han dicho estas frases y su relevancia en la historia. La democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras formas que se han probado de tiempo en tiempo. Winston Churchil Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento Nelson Mandela Sólo la democracia... es susceptible de una absoluta libertad, libertad que se define como el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley Simón Bolívar 8. Proponer al alumnado que realice el siguiente ejercicio, uniendo cada término de la columna izquierda con el concepto adecuado de la columna derecha (escribir los términos en la pizarra y pedir que los anoten en sus cuadernos). Democracia representativa  Gobierno de una sola persona Tiranía

 Gobierno de los filósofos

Aristocracia

 Gobierno de los representantes del pueblo

Democracia directa

 Gobierno del pueblo sin intermediarios

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9. Verdadero o falso. Pedir a los alumnos y alumnas que señalen cuando una frase es verdadera (V) y cuando es falsa (F)

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Cristóbal Colón trajo la democracia a América.

La democracia es, hasta el momento, el sistema político más justo.

La política es el arte de hacer politiquería.

Un animal político es aquel que se comporta en la vida pública como si no fuera persona.

Una de las ventajas de la democracia es que es más difícil que los gobernantes abusen de su autoridad.

La Revolución Francesa arrebató el poder a la monarquía (al rey) y proclamó iguales a todos los hombres.


La política y la democracia en Honduras: un breve recorrido Los hondureños deben alimentar como fuego sagrado la creencia de que la democracia no es la dádiva generosa del gobernante de turno, sino el único mundo compatible con su sentimiento de la vida. Ramón Villeda Morales, Expresidente de Honduras (1957-1963)

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ntes de la llegada de los españoles, el territorio que hoy es Honduras estaba habitado por varios pueblos como los tolupanes, payas, lencas, tawahkas, cares y potones, entre otros. Aunque han quedado pocas evidencias escritas de aquellos años, por las crónicas de los conquistadores y los informes de los curas evangelizadores sabemos que estaban organizados en tribus dirigidas por caciques. El más famoso de ellos, y cuyo nombre resuena hasta nuestros días, es el cacique lenca Lempira, quien unió a unos doscientos pueblos de occidente para enfrentar la invasión hispana. Pese a su fuerza y valentía, y a la gran cantidad de hombres que pudo reunir, fue finalmente vencido y muerto en Cerquín, después de un sitio de más de seis meses que impusieron los españoles. Tras la muerte de Lempira, los indios se rindieron. Los vencidos que no lograron huir fueron “reducidos”, organizados en “pueblos de indios” y obligados a trabajar y a pagar tributos a los conquistadores1. Así se frustró la evolución propia de los pueblos originarios, y así se inició una nueva etapa en la historia política de Honduras, marcada por la inequidad y la exclusión, como resultado del dominio de una minoría privilegiada sobre las mayorías desposeídas.

1 Para más detalles de la gesta de Lempira, véase: Marvin Barahona, Pueblos indígenas, Estado y memoria colectiva en Honduras. Guaymuras, 2009, pp. 84-86.

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Como es sabido, a la conquista le siguió el periodo colonial, llamado así porque estos territorios se convirtieron en colonias del Reino de España. El gobierno colonial era ejercido por los españoles, quienes administraban todas las instituciones e imponían su autoridad sobre los nativos. A su vez, ellos obedecían a las autoridades que estaban en España. La Independencia de Centroamérica, proclamada en 1821, no significó cambios sustanciales porque, en realidad, el poder sólo cambió de manos: de los españoles peninsulares (originarios de España) a sus hijos y demás descendientes, los llamados criollos; y éstos, en muchos aspectos, continuaron con el sistema de dominación colonial. En 1824 se estableció la República Federal de Centroamérica, integrada por las actuales repúblicas de Guatemala, Honduras, El salvador, Nicaragua y Costa Rica. Pero la Federación nunca pudo alzar vuelo, ya que los conservadores, el clero católico y los grandes latifundistas opusieron enorme resistencia. Los criollos de cada provincia, aferrados a sus intereses mezquinos, no aceptaban las disposiciones liberales y republicanas del gobierno federal, por lo que estallaron frecuentes insurrecciones. Así, tras un largo período de luchas y de anarquía, en 1837 estalló la guerra civil. Francisco Morazán, quien dio su vida por la Federación, fue el último presidente de la República Federal de Centroamérica, la cual se disolvió en 1839.

El accidentado camino del Estado nacional Honduras se separó de la Federación centroamericana en octubre de 1838 y se convirtió en Estado soberano e independiente. Sin embargo, la ansiada paz no llegó, pues el país continuó sumido en guerras civiles, montoneras y levantamientos encabezados por caudillos de todo tipo, que no aceptaban la autoridad del incipiente Estado nacional republicano. En 1876, dos jóvenes hondureños ilustrados, que habían estado colaborando con el gobierPanorámica del puerto de Amapala. no reformador de Justo Rufino Barrios en Guatemala, arribaron al puerto de Amapala y, pacíficamente y negociando, lograron que el agobiado presidente José María Medina renunciara a su cargo. Ellos eran

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Marco Aurelio Soto, quien asumió la Presidencia de la República, y su primo Ramón Rosa, su mano derecha como ministro de Gobierno. Soto y Rosa, con el apoyo de un grupo de intelectuales hondureños y extranjeros, inauguraron la Reforma Liberal2 en Honduras e impulsaron reformas de todo tipo que dieron un vuelco a la situación desastrosa que vivía el país. Este gobierno —aunque encontró vacías las arcas del Estado—, mejoró las vías de comunicación e inició el servicio de correo y telégrafo. Construyó hospitales, algunos tramos del ferrocarril, modernizó la legislación, y puso en marcha un programa cultural y educativo sin precedentes en el país. Debido a presiones políticas tanto internas como Ramón Rosa y Marco Aurelio Soto desde el gobierno de Guatemala, Soto renunció a la presidencia en 1883 y, pese a los avances logrados —que su sucesor Luis Bográn trató de consolidar y ampliar—, Honduras volvió a caer en la anarquía, el estancamiento y el odio fratricida. No había manera de forjar una economía estable que sustentara al Estado nacional y sus instituciones. El Estado hondureño continuó su escabroso camino e ingresó en el siglo XX con la misma inestabilidad que lo caracterizó durante el siglo anterior, hasta que las contradicciones entre caudillos desembocaron en la cruenta guerra civil de 1924, que asoló el país y provocó una cantidad de muertes aún desconocida. Después de esta guerra, cuyo resultado fue un pacto de paz entre las facciones en pugna, vino un periodo de relativa estabilidad y de procesos electorales, siempre amenazado por levantamientos. Los historiadores dicen que en el país se han producido, desde la Independencia, alrededor de 300 rebeliones contra distintos gobiernos.

2 Es preciso aclarar que la Reforma Liberal no fue impulsada por el Partido Liberal que, en 1876, aún no había sido fundado. La Reforma Liberal fue un movimiento inspirado en las ideas de la Revolución Francesa y la filosofía positivista, que se extendió por diversos países de América. Proclamaba la ciencia, la educación y la inversión extranjera como los pilares para desarrollar un país como el nuestro. De hecho, Soto y Rosa no tuvieron una militancia político-partidaria como la conocemos en la actualidad.

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En 1932 ganó nuevamente3 las elecciones presidenciales el general Tiburcio Carías, del Partido Nacional, quien asumió la Presidencia de la República en 1933. Pero después de cumplir con su mandato legítimo (19331936) decidió continuar, recurriendo para ello a reformar la Constitución en dos ocasiones: en 1936 y 1939. Así fue como instauró la dictadura más larga en la historia del país, pues se prolongó hasta 1948, cuando decidió dejar el poder. Carías gobernó con mano de hierro quizá porque —como afirman algunos estudiosos—, era la única manera de mantener el orden y la estabilidad en un país tan convulsionado. Sin embargo, su administraVicente Tosta y Tiburcio Carías (1924). ción de “orden y progreso” dejó un recuerdo amargo en la memoria popular puesto que, para perpetuarse en el poder, Carías suprimió todo tipo de libertades y derechos ciudadanos. Alternativas macabras El hondureño que no comulgaba con la dictadura podía escoger entre el encierro, el destierro o el entierro; esas eran las alternativas. No se respetaban los derechos humanos; se allanaban ilegalmente los domicilios a cualquier hora del día; se encarcelaban personas sin formación de causa; se negaba la oportunidad de trabajo a los no partidarios del gobierno, y sus hijos recibían vejámenes y humillaciones en las escuelas públicas. Emma Bonilla, víctima de la represión durante la dictadura de Carías

Durante toda esta época de inestabilidad y de estabilidad con dictadura, no hay que olvidar el papel protagónico de las empresas bananeras estadounidenses —en especial de la United Fruit Company—, que ponían y derrocaban gobiernos, al tiempo que financiaban levantamientos, siempre en función de sostener y ampliar 3 Carías ya había ganado las elecciones de 1923 con una mayoría relativa. Pero la Constitución exigía la mayoría absoluta para ascender a la Presidencia, por lo que la decisión quedó en manos del Congreso. Los diputados no se pusieron de acuerdo, el Congreso se disolvió, y el presidente en funciones, el liberal Rafael López Gutiérrez, proclamó su continuismo. Estos hechos originaron la guerra civil de 1924. Véase Mario Argueta, Tiburcio Carías. Anatomía de una época. 2ª ed., Guaymuras, 2008, en especial el cap. I.

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sus escandalosos privilegios. Mientras Honduras fue uno de los mayores exportadores de banano, era habitual que los Estados Unidos enviaran barcos de guerra a las costas hondureñas para “proteger” los intereses de las empresas y ciudadanos estadounidenses. A partir de la segunda mitad del siglo XX, Honduras vivió un respiro democrático que culminó con la elección del liberal Ramón Villeda Morales en 1957. Su gobierno siempre será recordado por haber impulsado reformas sociales largamente postergadas, como la aprobación del Código del Trabajo y la aplicación de una tímida reforma agraria. Sin embargo, este proceso fue interrumpido en 1963 por un cruento golpe de Estado encabezado por Osvaldo López Arellano, jefe las Fuerzas Armadas, que ya se perfilaban como un nuevo poder. Los militares continuaron en el mando hasta 19804, cuando convocaron a una Asamblea Nacional Constituyente para dar paso a elecciones generales y devolver el poder a los civiles. Las elecciones generales se produjeron en 1981, con lo que se inaugura el periodo de democracia electoral que se prolonga hasta nuestros días. No obstante, es de recordar que la democracia contemporánea nació tutelada por los militares, pues éstos continuaron siendo el real poder durante la década de 1980, en el contexto de la crisis regional, marcada por la “guerra fría”. En aquellos años se reprimía violentamente a todas las personas que se oponían al papel que estaba desempeñando el gobierno liberal —encabezado por Roberto Suazo Córdova y luego por José Azcona—, que hizo del territorio nacional una base de operaciones de Estados Unidos en Centroamérica. Hubo asesinatos, secuestros y torturas, y se inauguró una nueva modalidad represiva: la desaparición forzada de personas.

Roberto Suazo Córdova. 4 En estos años hubo un paréntesis “democrático”. En 1971 ganó las elecciones generales Ramón Ernesto Cruz, cuyo gobierno se caracterizó por su debilidad. En diciembre de 1972 fue derrocado por un nuevo golpe de Estado encabezado por Osvaldo López. Esta vez, las Fuerzas Armadas irrumpieron con un programa de gobierno reformista. Para más detalles véase, Marvin Barahona, Honduras en el siglo XX. Una síntesis histórica. Guaymuras, 2005, pp. 220-26.

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El asesinato de un sacerdote El sacerdote jesuita James (Guadalupe) Carney nació en Estados Unidos y llegó a Honduras en 1963. Se nacionalizó como hondureño y se hizo llamar Lupe. No le gustaba que le dijeran padre, sino hermano Lupe. Conoció las tribus de Yoro y continuó con el trabajo que muchos años atrás había iniciado el sacerdote claretiano español Manuel de Jesús Subirana. Tal como lo afirma en su biografía, “me enamoré del campesinado hondureño” y ese amor lo llevó a trabajar incansablemente con los campesinos, y a luchar contra las injusticias. Por eso fue perseguido por las fuerzas represivas del Estado, hasta que lo expulsaron del país. En 1983 ingresó de nuevo por Olancho, con una columna guerrillera de la que era su capellán. Ahí lo asesinaron. Su cuerpo nunca fue encontrado.

Este periodo negro de nuestra historia reciente se extendió hasta finales de los años 80 del siglo pasado. En realidad, los militares regresaron a sus cuarteles a mediados de la década de 1990, cuando se inició el proceso de desmilitarización de la vida nacional y las Fuerzas Armadas quedaron sujetas al poder civil, como siempre debió ser. Desde entonces, paso a paso, a veces retrocediendo a veces avanzando, se ha ido construyendo el sistema democrático que hoy tenemos. Es cierto que es muy frágil y que está lleno de defectos, pero los hondureños y las hondureñas tenemos hoy mayores posibilidades de decidir sobre nuestro destino de las que nunca antes tuvimos, como se puede deducir de este rápido recorrido por nuestra historia política.

El Estado, más allá de los gobiernos En el capítulo anterior hablamos de Estado y de gobiernos, y ahora veremos por qué. El Estado es el conjunto de organizaciones o instituciones que poseen la facultad de establecer las normas que guiarán una determinada sociedad, ejerciendo su poder en un territorio determinado.

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Independientemente de quién gobierne, en un sistema político existen estructuras o instituciones que están por encima de los cambios políticos. Cada cuatro años elegimos diputados, alcaldes, regidores y presidente de la República. Así, cambian las personas, pero la Corporación Municipal o el Congreso Nacional, como instituciones, permanecen. Lo mismo sucede con la Corte Suprema de Justicia o las Fuerzas Armadas. En una democracia, el Estado adquiere su poder por delegación de la ciudadanía. Muy claro lo expresa el artículo 2 de la Constitución de la República, cuando dice: “La soberanía corresponde al pueblo del cual emanan todos los poderes del Estado, que se ejercen por representación…”. En su artículo 1, la Constitución también afirma que el Estado de Honduras se ha constituido para “asegurar a sus habitantes el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social”. En otras palabras, está obligado a garantizar los derechos de toda la población, a fin de avanzar hacia la igualdad, el gran ideal de la democracia. Estado y gobierno, ¿la misma cosa? No se debe confundir el Gobierno con el Estado. El Gobierno va cambiando con las diferentes personas que ocupan cargos durante períodos de tiempo previamente establecidos, mientras que el Estado funciona con instituciones permanentes en el tiempo; es algo que se construye paso a paso, con la historia de cada país. Una característica fundamental del Estado democrático es que el poder se distribuye para limitarlo y controlarlo y, así, evitar abusos. En las democracias modernas, los Estados son administrados por tres poderes que se complementan y controlan entre sí: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Esta idea ya la habían tenido los antiguos griegos, pero los franceses la perfeccionaron en el siglo XVIII, después de la Revolución Francesa. En Honduras, nuestra Constitución proclama también que el gobierno se ejerce por tres poderes: El Poder Ejecutivo: Lo ejerce el Presidente de la República y sus ministros, es decir, el gobierno. Este maneja la administración general del país.

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El Poder Legislativo: reside en el Congreso Nacional y está conformado por diputados. Su función es elaborar y aprobar leyes. El Poder Judicial: aplica las leyes e imparte justicia. En teoría, estos poderes son independientes entre sí; pero, en la práctica, las cosas no son tan claras. Hemos visto muchas veces cómo el Poder Congreso Nacional Ejecutivo presiona al Congreso para que apruebe una ley, o cómo los jueces siguen las consignas que les dictan los diputados. También vemos a los diputados haciendo labores que corresponden al Ejecutivo, como repartir subsidios, fundar colegios o nombrar maestros, aunque no haya presupuesto. Cuestión de equilibrio El filósofo francés, conocido como el Barón de Montesquieu (1689-1755), en su libro El espíritu de las leyes dice que así como las personas deben ser equilibradas, los Estados también deben serlo. Y que, para encontrar ese equilibrio, conviene que el Estado distribuya su poder.

La Constitución, la ley fundamental La Constitución de la República es la ley más importante de un país, porque expresa la voluntad general de sus ciudadanos. Es la que establece las líneas generales por las que se regirá un Estado. A todas las demás leyes se les las llama secundarias, porque emanan de la Constitución. Ninguna ley puede contradecirla. Una Constitución se hace para dejar en claro cómo funcionará el gobierno y cómo se relacionará con la ciudadanía para alcanzar el bien común. En palabras simples, la Constitución establece las normas de convivencia en una sociedad; y se da por entendido que estas normas han sido aceptadas por la colectividad. Por eso se dice que la Carta Magna es la expresión de un gran contrato o pacto social. Por tanto, todas las personas e instituciones, incluido el gobierno, tienen que respetarla.

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En Honduras, a partir de 1839, cuando se convierte en Estado soberano e independiente, ha habido diecisiete constituciones, lo cual es una muestra de la inestabilidad política e institucional en que hemos vivido. La vigente en la actualidad fue aprobada en 1982, cuando el país inauguraba una nueva etapa: la transición del poder militar al poder civil. Quizá por ello enfatiza tanto en principios republicanos como la justicia, la libertad, la seguridad, la estabilidad, el pluralismo, la paz, la democracia representativa y el bien común. El gran problema en Honduras es que las Constituciones no se han respetado, pues siempre ha habido políticos que creen estar por encima de la ley, y así actúan. Por eso la reforman cuando les da la gana y, si consideran que ya no sirve a sus intereses políticos, la derogan y hacen otra a la medida de sus ambiciones. Frases célebres Para ilustrar el irrespeto de algunos diputados por la Constitución de la República, basta recordar dos vergonzosas frases:

La Constitución es pura babosada. Plutarco Muñoz, diputado nacionalista (1933-1948) y presidente del Congreso en 1933.

La Constitución hay que violarla cuantas veces sea necesario. Rodrigo Castillo, diputado liberal en varias ocasiones y vicepresidente del Congreso en la década de los 80. También fue ministro de Recursos Naturales.

Los partidos políticos en Honduras Los partidos políticos son relativamente recientes; surgieron a medida que la democracia se iba consolidando, allá por las últimas décadas del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Un partido es una organización política que proclama un conjunto de ideas sobre cómo debe organizarse la sociedad y cómo debe gobernarse el Estado. Los partidos políticos buscan obtener el poder para poner en práctica los principios e ideas que defienden.

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Son actores fundamentales en una democracia, puesto que representan, al menos en teoría, la voluntad de un sector de la ciudadanía. En un país democrático puede haber varios partidos políticos. Cualquier grupo de ciudadanos y ciudadanas puede formar un partido político y concurrir a unas elecciones, siempre que cumpla con los requisitos de ley. Los partidos políticos surgieron como un instrumento de mediación entre el pueblo y el Estado. Pero, con el paso del tiempo, en algunas democracias como la nuestra, los partidos han olvidado su razón de ser y han traicionado a quienes dicen representar. Cuando ascienden al poder han hecho de los bienes del Estado un botín y han desconocido los principios constitucionales. En Honduras existen en la actualidad cinco partidos políticos legalmente reconocidos y con representación en el Congreso Nacional. De ellos, el Liberal y el Nacional son los más antiguos, y han gobernado por más de un siglo, turnándose en el poder. Es por ello que les decimos partidos tradicionales. Los otros tres partidos son de fundación más reciente, y su peso político apenas se hace sentir.

Los partidos tradicionales surgieron a finales del siglo XIX y a principios del XX. Antes de esta fecha existían facciones políticas, ligadas a algún caudillo o jefe militar, que se disputaban el poder por las armas. Es por ello que hubo tantas guerras civiles y montoneras. El Partido Liberal se fundó en 1891. Su principal ideólogo fue Céleo Arias y su organizador, Policarpo Bonilla, fue el primer candidato a la Presidencia de la República por este instituto político. En 1923, Tiburcio Carías y Paulino Valladares, entre otros, fundaron el Partido Nacional5. Sus orígenes se remontan a 1902, cuando el general Manuel Bonilla encabezó un movimiento interno que se desprendió del Partido Liberal. Así, ambos partidos son ramas de un mismo tronco. Quizá por eso se parecen tanto. Al inicio, ambos defendieron los principios del liberalismo económico, el progreso y la democracia. Pero, muy pronto, relegaron a un segundo plano el debate de las 5 Marvin Barahona, Honduras en el siglo XX…, obra citada, pp. 70-71.

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ideas para construir un sistema bipartidista con el fin exclusivo de mantener bajo su control al Estado y sus instituciones. Actualmente, lo que los caracteriza, es la codicia de sus dirigentes y activistas, y su incapacidad para gobernar. Los dos partidos han demostrado, una y otra vez, su escasa vocación democrática y son responsables de la desconfianza que generan la política y los políticos en Honduras. Los otros son el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD), creado en 1970 y el Partido Demócrata Cristiano de Honduras (PDCH), que logró su inscripción legal en 1980. En 1993 se organizó el partido Unificación Democrática (UD), como resultado de una coalición de agrupaciones de izquierda que antes estuvieron en la clandestinidad. Estos tres partidos, en conjunto, apenas captan el 5% del voto en las elecciones generales. Ello obedece, entre otras causas, a que no han logrado diferenciarse plenamente de los partidos tradicionales, por lo que no han conseguido calar en el electorado. Definitivamente, muchas cosas fallan en los partidos políticos hondureños, sobre todo en los tradicionales. Y, si no corrigen sus yerros históricos, los problemas de Honduras empeorarán. A continuación los más graves: Se han desviado de su sentido original, que era gobernar en función del bien común. No gobiernan pensando en el bienestar de las futuras generaciones. Es decir, no tienen visión ni estrategia de país. No practican la democracia interna. Entonces, ¿cómo pueden dar lecciones de democracia al pueblo? Si nos fijamos bien, estos partidos continúan siendo dirigidos por los mismos caudillos de hace décadas y, si hay caras nuevas, son las de sus hijos o las de sus fieles seguidores. No tienen cultura política. Son los primeros en violar la Constitución y las leyes, dando un mal ejemplo a la ciudadanía. En lugar de educar a la población en el verdadero sentido de la democracia, como es su obligación, siguen dando ayudas a cambio de votos, fomentando los vicios del clientelismo y el caudillismo.

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Se han acostumbrado a vivir de la corrupción; la practican a diario, empobreciendo aún más al país y a su gente. No ejercen una oposición responsable, como es su obligación. Cuando están fuera del poder, en la “llanura”, negocian posiciones y privilegios con el partido gobernante.

La ciudadanía En Honduras son ciudadanas y ciudadanos todas las personas mayores de 18 años. Al llegar a esta edad, el o la joven adquiere derechos y deberes que le facultan para participar en la vida pública y, por ende, para contribuir al desarrollo de la democracia. La ciudadanía es la base, el sostén de la democracia. Sin ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, es imposible que haya democracia. No son los políticos profesionales ni los gobernantes quienes la construyen. Hoy en día, la ciudadanía hondureña está compuesta por toda persona mayor de 18 años, pero no siempre ha sido así. Se recorrió un largo camino para llegar a la situación en que hoy nos encontramos. En los primeros años de vida republicana, se redactaron varias Constituciones. En la de 1848, por ejemplo, se establece que, para gozar de los derechos ciudadanos era necesario tener más de 21 años, ser padre de familia y saber leer y escribir. Todos los que no tenían posibilidades de estudiar, que en aquel tiempo eran la inmensa mayoría, quedaban excluidos. Según la Constitución de 1865, era necesario tener un capital de 500 mil pesos para optar a un cargo público como diputado, como gobernador departamental o como magistrado. Sin duda, una norma muy poco democrática. Con estas medidas, las familias pudientes se aseguraban el control del Estado. Vientos de cambio soplaron en 1876, cuando se produjo la Reforma Liberal. Pero, en lo que respecta a los derechos ciudadanos, las cosas permanecieron igual. En la Constitución de 1880 se estableció que sólo podían votar los hondureños varones que tuvieran una profesión u oficio, o aquellos que vivían de sus rentas. Es decir que los pobres, incluido el campesinado que era mayoritario, quedaban fuera, al igual que las mujeres.

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¿Incapaces de gobernar? La igualdad civil ya se la hemos concedido, como un derecho humano. Pero la igualdad política, imposible; al menos hasta que no cambie nuestra condición social y nuevas razas nos regeneren… De acordar a la mujer la elección, habríamos de acordarle la elegibilidad. Y la mujer no es capaz de gobierno… Más valen las mujeres de la Biblia, que las mujeres de la Revolución. Carlos Alberto Uclés, diputado en 1894.

En los primeros años del siglo XX, la democracia fue mas para atrás que para adelante, con lo que la ciudadanía siguió siendo asunto de unos pocos. La mayoría de los campesinos, los indígenas y obreros no podían leer, por lo que eran excluidos de los procesos electorales y de otros muchos derechos. Tuvieron que pasar muchos años para que las cosas comenzaran a cambiar. En la década de 1950, se produjeron tres hechos relevantes. Uno es la gran huelga que los trabajadores bananeros hicieron en la Costa Norte, en 1954. Miles de campeños estuvieron más de dos meses en huelga y, entre otras cosas, consiguieron que se reconocieran los derechos laborales6. Las mujeres fueron fundamentales en esta huelga, al organizarse de manera admirable para garantizar que todos y todas pudieran subsistir tantos días sin percibir salario.

Solidaridad en los campos La ciudad parecía un hervidero y la “zona americana”, donde se habían concentrado los huelguistas, era un mar humano; de diez a doce mil trabajadores estaban reunidos en un solo lugar; apenas si se podía caminar por allí. Lo interesante es que la misma noche del 3 de mayo, los trabajadores habían organizado de tal forma el servicio de abastecimiento, que ya había allí centros de distribución de alimentos cocinados para los huelguistas.

6 Esta huelga fue el detonante para que, en mayo de 1959, el gobierno de Ramón Villeda Morales aprobara el Código del Trabajo.

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Los “campeños” que se incorporaban a la huelga llegaban con alimentos como arroz, frijoles, maíz, queso, mantequilla, gallinas y, naturalmente, frutas; ésa era la contribución de los obreros de las fincas a la huelga, quienes dormían como estibados en los pisos de los “barracones”. Algunas familias de la ciudad ofrecieron sus casas para que los trabajadores durmieran. En la ciudad había un teatro abandonado, el Royal, que se abrió y tomó; era un espacio muy grande, donde podían dormir muchos trabajadores; naturalmente, nadie tenía camas y todos dormían en el suelo. Testimonio de Julio César Rivera en: Marvin Barahona, El silencio quedó atrás. Testimonios de la huelga bananera de 1954.

Un año después, en 1955, las mujeres lograron que se reconociera su derecho al voto y, por consiguiente, su ciudadanía política. Fue producto de una lucha de muchos años. Y en 1957, por fin, se redactó una nueva Constitución en la que se estableció que son ciudadanos todos los hondureños y las hondureñas mayores de 18 años. Pero la ciudadanía no se reduce al derecho al sufragio, o a elegir y ser electo a cargos públicos. La ciudadanía también implica el ejercicio de derechos económicos, sociales y culturales propios de la dignidad humana. Han pasado más de 50 años desde que se reconocieron los derechos políticos, pero otros derechos siguen sin cumplirse. La ciudadanía reconocida por la ley es importante, pero la ciudadanía real hay que conquistarla cada día. Los ciudadanos y las ciudadanas pueden organizarse para defender sus intereses y hacer valer el bien común. A ese conjunto de asociaciones y organizaciones, que no son parte del Estado, que son independientes y que no buscan el poder político, se le denomina sociedad civil. La sociedad civil es fundamental para fortalecer y ampliar la democracia. Al facilitar la participación de la gente en los asuntos que le afectan, contribuye al buen gobierno y, al mismo tiempo, propicia que la ciudadanía se comprometa y responsabilice de los asuntos públicos. Las organizaciones de la sociedad civil son espacios en los que se puede ejercer la ciudadanía.

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Propuesta de actividades 1. Pedir al alumnado que investigue cuántas personas fueron detenidas-desaparecidas en Honduras durante la década de 1980 y las demandas ante las instancias internacionales de derechos humanos que aún tiene el Estado de Honduras por estos hechos. 2. Pedir a los alumnos que elaboren un mural, con textos y fotografías, sobre los derechos y deberes de la ciudadanía, investigándolos en los artículos 36 y 40 de la Constitución de la República. 3. Leer con atención este texto sobre la huelga de 1954 y responder las preguntas que se hacen a continuación. La prisión verde En esa época los trabajadores no recibíamos ninguna consideración, nos trasladaban sólo con una orden. No sabíamos si íbamos a comer o adónde dormiríamos. Aquellos eran lugares inhóspitos, llenos de plaga, carentes de comunicación, excepto por la vía férrea. No podíamos comer lo que queríamos, sino lo que nos daban. Hacíamos dormitorios improvisados; alrededor de los árboles poníamos láminas de zinc, mientras la compañía construía siquiera la plataforma de las primeras casas (…) La enfermedad que predominaba allí era la malaria; por consiguiente, teníamos que estar tomando quinina para evitar esa enfermedad. No podíamos siquiera hervir el agua; la tomábamos de donde fuera, a veces de charcos… Esa fue la vida que llevamos entre 1948 y 1953. Testimonio de Andrés Víctor Artiles en: Marvin Barahona, El silencio quedó atrás. Testimonios de la huelga bananera de 1954.

¿Qué derechos ciudadanos eran vulnerados en las compañías bananeras? ¿Por qué permitían las autoridades hondureñas que se violaran así los derechos de los trabajadores? ¿Cómo lograron, estos obreros, mejorar su situación?

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4. Proponer a los alumnos y alumnas que realicen el siguiente ejercicio, uniendo cada concepto de la columna izquierda con su respectiva explicación de la columna derecha. Partidos políticos

 se basa en el equilibrio

Sociedad civil

 es independiente del Estado

Ciudadanía

 en democracia, su número es ilimitado

Separación de poderes

 fundamento de la democracia

5. Verdadero o falso. Pedir a los alumnos y alumnas que señalen cuando una frase es verdadera (V) y cuando falsa (F) Los partidos políticos son los únicos que pueden tomar decisiones políticas.

La ciudadanía es para aquellos que viven en las ciudades.

La sociedad civil son todas aquellas organizaciones de personas que no pertenecen al Estado ni buscan el poder político.

Según la Constitución de la República, la soberanía reside en el pueblo.

En democracia, el poder se divide en tres poderes.

El Poder Ejecutivo manda sobre el Legislativo y el Judicial.

Las mujeres no tienen capacidad para desempeñar cargos públicos.

6. Proponer al alumnado que visite las sedes de los partidos políticos e investigue qué proponen para transformar el país. ¿Tienen un programa o plan de gobierno?

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Los obstáculos para fortalecer la democracia Aunque se han dado pasos importantes para que la democracia se consolide en Honduras y hoy contamos con una Constitución que garantiza los derechos de la población, hay barreras que, por estar arraigadas en la vida y la cultura política, son muy difíciles de superar. Veamos las más relevantes:

La corrupción La corrupción es, sin duda, el mayor obstáculo para que la democracia avance, se fortalezca y beneficie a toda la población. Por desgracia, ésta nos ha acompañado a lo largo de casi toda nuestra historia. La corrupción política tiene lugar cuando las personas que ejercen el poder lo utilizan para lucrarse y no para servir a la colectividad. En nuestro país hay varios ex funcionarios públicos que están acusados de graves actos de corrupción. Sin embargo, ninguno de los “grandes” ha sido condenado y mucho menos encarcelado. En parte, esto se debe a que el Poder Judicial no es independiente. En la segunda mitad del siglo XIX se produjo el primer gran escándalo de corrupción pública. El motivo fue la supuesta construcción del ferrocarril interoceánico, un gran proyecto que nunca se llegó a consumar.

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Nos quedamos pagando Los banqueros ingleses y franceses prestaron al gobierno de Honduras casi seis millones de libras esterlinas. Pero el gobierno sólo recibió unas 312 mil. El resto se lo quedaron los intermediarios, que hicieron el gran negocio de su vida. Honduras quedó pagando esa deuda por más de ochenta años, pues la saldó hasta en 1953. El ferrocarril nunca pasó de Potrerillos, y los responsables de la infame estafa murieron en paz, arropados por la impunidad. El Ferrocarril, a la espera del otro mar, Comunica, Agenda 2009.

Pero la corrupción no es exclusiva de los políticos. Aunque la mayoría de la gente es honesta, hoy en día la corrupción corroe a toda la sociedad. La corrupción adopta múltiples formas pero, en todos los casos, causa mucho daño a la democracia porque hace que perdamos la confianza en las personas, en las instituciones y en las autoridades. Además, es la gran responsable de la pobreza y del desastre en que se encuentran los servicios públicos que el Estado debe brindar. Por eso se afirma, con acierto, que cuando alguien le roba al Estado nos está robando a todos: nuestros alimentos, nuestras medicinas, nuestra educación, nuestros libros, nuestras viviendas. Y es que si no robaran el dinero y los bienes del Estado, estos ajustarían para satisfacer las necesidades básicas de la población. Y, como si todo lo anterior fuera poco, la corrupción es la que abre la puerta al crimen organizado, al narcotráfico, a la quiebra fraudulenta de bancos. En fin, afecta el tejido social y deteriora las relaciones de convivencia. Por todo ello repercute en nuestras vidas y nos impide salir del atraso y la pobreza.

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El tradicionalismo y el clientelismo político Como ya comentamos en el primer capítulo, cuando la política se desvirtúa se convierte en politiquería. En Honduras, los partidos políticos, en especial los tradicionales, se han encargado de fomentar vicios y deformaciones en la cultura política de la población que obstaculizan el fortalecimiento de la democracia. Uno de los vicios más perjudiciales es el tradicionalismo, que no es más que aferrarse al pasado, por perjudicial que haya sido. Muchas personas siguen votando por el partido de su papá o de su abuelita, sin reparar en los candidatos, sus conductas y propuestas. Simplemente votan por colores. No se atreven a romper con la tradición. Incluso hay quien hasta se pelea con el vecino por defender al partido de sus amores o al candidato que se envejeció como diputado en el Congreso Nacional, o buscando la Presidencia de la República. Sin embargo… Comen en el mismo plato Cada vez más los dirigentes de los dos partidos políticos son empresarios cuyos negocios particulares constituyen el espacio que da coherencia a sus aparentes divergencias partidarias. El consenso político va dejando de estar en las instituciones públicas y en los propios partidos políticos y se traslada a las empresas e iniciativas comerciales y financieras. Aumentan los espacios comunes a dirigentes de los diversos partidos donde tratan sus negocios, logran acuerdos políticos, firman convenios, descansan y realizan ceremonias religiosas y de premiación de sus éxitos. En estos espacios desaparecen los colores políticos para dejar lugar al color del dinero como el único que logra los verdaderos acuerdos. Ismael Moreno, SJ en, Revista Envío-Honduras, Año 4, Nº 13, p. 2

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A los políticos de los partidos tradicionales les conviene esta situación y, para mantenerla, alimentan el clientelismo. Este se produce cuando un político ofrece a los electores trabajo, dinero u otras prebendas para que voten por él. Cuando los diputados andan repartiendo subsidios en las comunidades, practican el clientelismo. Lo mismo sucede cuando un presidente le da “chamba” a un montón de activistas que colaboraron en su campaña. El clientelismo es sumamente perjudicial para la democracia puesto que, finalmente, el elector no vota por un programa de gobierno o las cualidades de un candidato, sino por el que lo puede beneficiar personalmente. Y luego, ¿cómo va a criticar su gestión si le debe favores? Por tanto, el clientelismo es uno de los mayores obstáculos para construir una ciudadanía crítica e independiente, preocupada por el bien común. Pero no solo eso. El clientelismo conspira contra la buena administración pública, pues se le da empleo a gente que quizá no está capacitada para el cargo. Peor aún, muchas veces solo se pone al activista en una planilla para que llegue a retirar el cheque. A estas personas se les llama “paracaidistas”. En definitiva, el clientelismo es de los peores vicios políticos porque fomenta la corrupción y la pereza, y provoca que los recursos del Estado se dilapiden en dádivas que no aportan al desarrollo del país. La razón de ser del clientelismo es desangrar las finanzas del Estado para que los políticos de siempre continúen disfrutando, tranquilamente, del poder.

El autoritarismo y el caudillismo El autoritarismo es uno de los vicios más arraigados en nuestra historia política. Y los caudillos son sus mejores exponentes. Ya hemos visto cómo la democracia hondureña se ha visto muchas veces “secuestrada” por políticos o militares que se impusieron de forma autoritaria, apoyándose en la fuerza de las armas. Pero también entre los políticos de nuestros días hay mucho autoritarismo. Estos se niegan a dialogar, a escuchar al pueblo, e imponen las reglas del juego para defender sus intereses y los de sus amigos. Y, aun así, tienen seguidores. A este fenómeno nos referimos cuando hablamos de caudillismo. El tradicionalismo y el clientelismo son cómplices del autoritarismo y del caudillismo, porque facilitan que el caudillo haga su voluntad sin que nadie se atreva a cuestionarlo; a veces por temor, a veces por no perder sus favores.

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En los departamentos y municipios hay verdaderos caudillos —la mayoría terratenientes y empresarios metidos a políticos— que hacen y deshacen a su antojo, sin preguntar ni escuchar a nadie. Algunos llegan a tener mucho poder: consiguen empleos para los activistas, ponen y quitan jueces, y deciden quiénes serán los candidatos a cargos de elección popular en su departamento o municipio. Pero el autoritarismo también lo encontramos en otros ámbitos de la sociedad. Pensemos en las relaciones de muchas parejas, o de muchos padres con sus hijos. También en las relaciones del empresario con los trabajadores, o en las mismas iglesias. El autoritarismo es enemigo de la democracia, porque no puede haber democracia donde el poder se concentra en una sola persona. Como se ha dicho tantas veces, la democracia no se limita a poder votar por un caudillo cada cuatro años. En un sistema democrático, cada ciudadano y ciudadana tiene una cuota de poder para hacerse oír y poder influir en los asuntos públicos. De otra manera, ¿cómo podremos contribuir a construir el bien común?

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Propuesta de actividades 1. Enviar a los alumnos y alumnas a realizar una investigación de campo. Entrevistan a ciudadanos y ciudadanas y les preguntan si votan o no por el mismo partido por el que lo hacían sus padres. Anotan la edad de los entrevistados. Luego, analizan los resultados para ver en qué edad el voto es más tradicional. 2. Realizar representaciones dramatizadas en las que se aprecien casos de corrupción. Cada grupo puede representar un ejemplo distinto. Algunos pueden ser: Un policía que cobra para no poner una esquela. Un alcalde le da trabajo a un ingeniero amigo suyo para construir una carretera. El presidente usa el dinero del Estado para viajar de vacaciones con su familia. Un médico reparte medicinas, que son del hospital, entre sus familiares. 3. Organizar un debate en el aula. Un grupo estará a favor de que los políticos den chamba a los que trabajan en sus campañas, y otro estará en contra. Finalmente se vota. 4. Mostrar a los alumnos las siguientes frases, que han servido para realizar campañas contra la corrupción. Organizar un concurso en el aula o en el colegio de frases contra la corrupción. Se premia la mejor. Sumate al Chile sin corrupción Cuando roban al Estado, le roban a usted Di no a la corrupción, denúnciala Contra la corrupción, cero impunidad 5. Buscar información sobre la huelga de hambre contra la corrupción que sostuvieron los fiscales y otros ciudadanos y ciudadanas en Honduras, en abril-mayo de 2008, y hacer un mural para exponerlo en el colegio.

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6. Verdadero o falso

La corrupción nos afecta a todos y todas.

La obligación de un presidente es contratar a quienes le han ayudado a hacer la campaña.

El autoritarismo es un vicio de los antiguos caudillos, como Carías, que ya se ha superado.

El Ferrocarril Nacional fue un proyecto que enriqueció a Honduras.

La falta de un Poder Judicial independiente permite que personas culpables de corrupción nunca sean condenadas ni enviadas a la cárcel.

Cuando le damos dinero a un policía para que nos quite una esquela, estamos cometiendo un acto de corrupción.

7. Proponer a los alumnos y alumnas que realicen el siguiente ejercicio, uniendo cada concepto de la izquierda con la explicación de la derecha. Corrupción

 votar por colores, no por ideas

Clientelismo

 desanima a la población

Caudillismo

 el poder en manos de una sola persona

Tradicionalismo

 chambas para pagar favores

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Las elecciones En las democracias representativas, como la nuestra, las elecciones son fundamentales. En ellas, el pueblo escoge a sus representantes por medio del voto el cual, según el artículo 44 de la Constitución, es “universal, obligatorio, igualitario, directo, libre y secreto”. Con el voto, la ciudadanía legitima a sus autoridades.

Con el voto, la ciudadanía legitima a sus autoridades.

Tiempo atrás, era muy común escuchar hablar de las “elecciones estilo Honduras”, en alusión a los procesos electorales plagados de incidentes lamentables que tenían lugar, especialmente, en las zonas rurales. Mucha gente aún recuerda que, a punta de pistola, las bandas armadas de uno u otro partido obligaban al elector a votar por su caudillo. También era común el robo de urnas, la falsificación de votos, la adulteración de las actas de cierre y que se votara con identidad falsa. A veces había en una urna más votos que electores inscritos.

En la actualidad, aunque siguen habiendo irregularidades, las elecciones son más ordenadas, e implican un proceso con varias etapas que se siguen paso a paso: 1. Convocatoria electoral 2. Presentación y proclamación oficial de candidaturas 3. Campaña electoral 4. Votaciones 5. Recuento de votos o escrutinio 6. Proclamación de los candidatos electos. Este proceso se desarrolla de acuerdo a la Ley Electoral, bajo la responsabilidad del Tribunal Supremo Electoral.

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La Ley Electoral y los Organismos Electorales En Honduras ha habido varias leyes electorales. La actual Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas fue aprobada en 20047, para responder mejor a las transformaciones de la sociedad y del sistema democrático en los últimos años. Pero esta ley no es del todo democrática. Por ejemplo, los requisitos que exige para inscribir candidaturas independientes —o sea, de personas que no pertenecen a ningún partido político legalmente inscrito— son engorrosos e implican gastos enormes para los interesados. No es casual que, hasta el momento, no haya podido participar en las elecciones generales ningún candidato independiente, pese a que varios ya lo han intentado. Según la ley, el máximo organismo electoral es el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Está integrado por tres magistrados que son escogidos por el Congreso Nacional y desempeñan el cargo por cinco años. El TSE es el primer responsable de velar por que la ley se cumpla, los procesos electorales sean limpios y la democracia se fortalezca. El TSE nombra en cada departamento un Tribunal Electoral Departamental y, en cada municipio, un Tribunal Electoral Municipal. Ambos están compuestos por representantes de todos los partidos políticos legalmente inscritos. Estos tribunales solo funcionan en periodo de elecciones y su misión es ayudar al TSE a organizar todo lo relativo a los comicios, garantizando el cumplimiento de la ley. Finalmente están las Mesas Electorales Receptoras (MER), que se ubican en los Centros de Votación, donde se instalan las urnas para que la ciudadanía acuda a votar. Las MER se integran con un miembro propietario y su respectivo suplente, propuestos por cada una de las fuerzas políticas que participan en el proceso electoral.

7 En enero de 2008, el Congreso Nacional reformó esta Ley al ratificar el decreto 185-2007, publicado en La Gaceta del 1 de febrero de 2008, Nº 31 523. Organizaciones de la sociedad civil y el partido UD han calificado estas reformas de antidemocráticas, pues consideran que se orientan a fortalecer el bipartidismo.

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Los Organismos Electorales son: 1. Tribunal Supremo Electoral 2. Tribunales Electorales Departamentales 3. Tribunales Electorales Municipales 4. Mesas Electorales Receptoras

Tipos de elecciones: las primarias y las generales La Ley Electoral establece la obligación de celebrar elecciones primarias, bajo la supervisión del Tribunal Supremo Electoral, cuando los partidos políticos tienen varios movimientos internos que pugnan por postular a sus candidatos en las elecciones generales. Hasta el momento, sólo los dos partidos tradicionales, el Liberal y el Nacional, realizan elecciones primarias. Los otros partidos, al ser mucho más pequeños, no tienen movimientos en contienda, por lo que eligen a sus candidatos en asambleas. Según la ley, las elecciones primarias se celebran un año antes de las elecciones generales, en el mes de noviembre. En las elecciones generales, que se celebran cada cuatro años, se escogen las siguientes autoridades: Presidente y designados a la Presidencia de la República Diputados al Congreso Nacional y al Parlamento Centroamericano Miembros de las corporaciones municipales Antes de 1997, los electores votaban en una sola papeleta por el candidato a la Presidencia. Así, el candidato que sacaba más votos se llevaba también la mayoría de diputados y alcaldías. Pero, en 1997 se votó, por primera vez, en tres papeletas separadas: para Presidente, para diputados y para Corporación Municipal. Aunque el tradicionalismo sigue pesando mucho, esto ha permitido la presencia de representantes de otros partidos en el Congreso y las alcaldías.

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Luego, en las elecciones primarias y generales de 2004, hubo un nuevo avance: en la papeleta para diputados aparece el nombre y la fotografía de cada uno de los candidatos y candidatas, lo cual permite al elector “cruzar” su voto. O sea, votar por candidatos de los diferentes partidos y, así, escoger a las personas por sus méritos y no por el color político. Esta modalidad permitió que muchos de los diputados que estaban vegetando en el Congreso desde 1982, no fueran reelectos, lo cual ha despertado la preocupación de los caudillos del bipartidismo; éstos, en más de una ocasión, ya han dicho que la Ley Electoral debe reformarse, argumentando que el pueblo “no tiene la madurez” para entender y manejar esta papeleta.

Cómo se vota y cómo funciona el proceso electoral El voto se ejerce en los Centros de Votación que, por lo general, son escuelas y colegios que ese día se acomodan para tal fin. En cada centro de votación puede haber varias Mesas Electorales Receptoras. Las votaciones comienzan a las 7 de la mañana y terminan a las 5 de la tarde. Una persona no puede votar en cualquier sitio. Cada quien tiene asignada una mesa electoral, cercana al lugar de su residencia. Esto es lo que se llama voto domiciliario. Los pasos para ejercer el voto son los siguientes: 1. El votante enseña al presidente de la Mesa su tarjeta de identidad para que éste compruebe que es auténtica y que corresponde a esa persona. Para ello, el presidente tiene un cuaderno electoral donde están las fotografías de los electores que deben votar en esa Mesa. 2. A continuación, el secretario de la Mesa revisa el padrón electoral. Es decir, comprueba que la persona está inscrita en el listado correspondiente a la Mesa. 3. El votante muestra sus manos a los miembros de la Mesa para que comprueben que no están manchadas con tinta indeleble. Así demuestra que aún no ha votado.

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4. Si todo está en orden, el presidente y el secretario de la Mesa firman en el reverso de las tres papeletas y se las entregan al elector. 5. Luego viene el momento más importante. Como el voto es secreto, la persona pasa a un lugar privado donde marca las papeletas y las dobla de modo que nadie pueda ver por quién votó. 6. El elector muestra las papeletas a los miembros de la Mesa para que verifiquen las firmas del presidente y el secretario y, de tenerlas, se estampa el sello de “Ratificado”. 7. El elector deposita las papeletas en las urnas correspondientes. 8. A continuación, uno de los miembros de la Mesa aplica tinta indeleble en el dedo meñique de la mano derecha del elector. Esto es obligatorio, porque prueba que ya votó. 9. Por último, el secretario de la Mesa anota en el padrón electoral que esta persona ya ejerció el sufragio. Una vez realizadas las votaciones, se hace el escrutinio; esto es, el recuento de los votos que obtuvo cada candidato en cada una de las tres urnas. Como hemos dicho, en cada MER tiene que haber representantes de cada uno de los partidos o movimientos que se presentan a las elecciones. De este modo, se busca garantizar que nadie cambie los resultados. El Tribunal Electoral empieza a difundir los resultados provisionales con las actas de cierre que llegan de las MER, pero no será hasta días después, cuando hayan verificado todas y cada una de las actas, que se darán los resultados definitivos. Este procedimiento está bien pensado para que las elecciones sean limpias; es decir, para que se respete la voluntad de los votantes. Sin embargo, existen personas o grupos que no tienen ningún respeto por la voluntad popular y que intentan, y a veces lo consiguen, hacer trampas durante el proceso. Sin ir más lejos, en las elecciones primarias celebradas en noviembre de 2008, varios activistas de los movimientos que se disputaban el triunfo usaron todo tipo de artimañas para hacer ganar al candidato de sus simpatías. Estos abusos hacen mucho daño a la democracia y provocan que mucha gente ya no quiera saber nada de los políticos. Pero, una vez más, reiteramos que no se trata de ignorarlos, sino de obligarlos a cumplir las leyes que ellos mismos han aprobado.

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Las campañas políticas y su financiamiento Las campañas electorales son algo normal en una democracia. Se realizan para que los partidos políticos presenten sus programas y convenzan a la ciudadanía de que sus propuestas merecen el voto. Pero, en nuestro país, las campañas están huérfanas de propuestas y de un auténtico debate de ideas. Los partidos políticos se parecen más a un producto comercial que a una instituSimpatizantes en campaña electoral ción con ideas para sacar el país adelante. Es común pedir a los y las electoras que voten por “el de los chocoyos”, por “el de los ojitos verdes”, o por “piquito”. La Ley Electoral regula las campañas electorales con el fin de que sirvan al fortalecimiento democrático. Sin embargo, las disposiciones de esta ley se violan continuamente. Por ejemplo: Sólo se puede hacer propaganda 50 días antes de las elecciones primarias, y 90 días antes de las elecciones generales. Pero todos hemos visto que hay candidatos que comienzan su propaganda tres años antes. Se prohíbe pedir el voto utilizando motivos religiosos, pero abundan los candidatos y candidatas que se promueven como los “candidatos de Dios” o que utilizan citas de la Biblia para cosechar votos entre las personas muy religiosas. La ley prohíbe a los y las funcionarias públicas utilizar recursos del Estado para hacer propaganda electoral. Sin embargo, es bien conocida la manera en que los presidentes del Congreso Nacional se hacen publicidad con los fondos de ese poder del Estado. Está prohibido poner propaganda política en edificios, mobiliario y equipo del Estado, monumentos públicos, templos, señales de tránsito y en las vías públicas. No obstante, durante las campañas, las ciudades, calles y carreteras más bien parecen un gigantesco mural con todo tipo de rótulos y carteles.

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Pero, lo más condenable de las campañas electorales es el dinero que se gasta en ellas. Las últimas elecciones primarias, celebradas en noviembre de 2008, le costaron al Estado, es decir, a nosotros, 400 millones de lempiras. Aparte de eso, los candidatos gastan cantidades millonarias en promoverse. ¿De dónde sale tanto dinero? Está comprobado que, cuando el candidato es del partido de gobierno, la mayoría del dinero sale de las arcas del Estado. Además, las campañas son financiadas por empresarios y otras personas con mucho poder económico. Incluso se sospecha que parte de este dinero procede de actividades ilegales, como el narcotráfico o el contrabando. Y, como dice el refrán, “Quien pone el pisto, pone la música”. O sea que, una vez que estos políticos llegan al poder, tienen que devolver “favores”. De este modo la democracia no es tal pues, cuando estos candidatos llegan al poder, ya no son nuestros representantes, sino que representan los intereses de quienes los apoyaron. No obstante, el artículo 83 de la Ley Electoral prohíbe terminantemente a los partidos políticos y movimientos internos aceptar, directa e indirectamente, contribuciones anónimas, salvo las obtenidas en colectas populares; contribuciones o donaciones de empleados públicos; de los directivos o socios de empresas que trabajan para el Estado o de las que realizan actividades mercantiles ilícitas y, de gobiernos, organizaciones y personas extranjeras. Además, el artículo 87 de esta Ley les manda establecer sistemas contables donde se registren claramente tanto los ingresos como los egresos, así como informar al TSE de sus operaciones financieras. Pero, como todos se hacen de “la vista gorda”, los partidos políticos se siguen financiando de manera ilegal sin dar cuentas a nadie. Hasta la fecha, los intentos por hacer más transparentes los procesos electorales apenas han tenido resultados. Según Transparencia Internacional —una organización independiente que combate la corrupción en todo el mundo—, no hay procedimientos que permita saber de dónde reciben dinero los partidos políticos hondureños: respecto al financiamiento de los Partidos Políticos, no se encontraron disposiciones legales que garanticen la legalidad de la procedencia de los fondos, así como el buen uso que se le debe dar a éstos, considerando que el Estado invierte parte de sus recursos para apoyar los gastos que generan las campañas políticas.

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Un insulto para los pobres Las cantidades que se invierten en estas campañas son escandalosas. Se calcula que en las últimas elecciones generales se gastaron 169 millones de lempiras. Los partidos Nacional y Liberal se acusaron mutuamente de recaudar dinero ilegal para la propaganda. Se habló de varias fuentes. Según un informe de organizaciones de sociedad civil, las sospechas se basan en lo siguiente: Los señalamientos iban desde el uso de dinero producto de escandalosos actos de defraudación al Estado, de recursos provenientes de funcionarios corruptos y de quiebrabancos. Incluso se habló de infiltración del crimen organizado y el narcotráfico. Los partidos captaron fondos arbitrariamente, al quitar a los empleados públicos una cuota de su salario, sin que éstos lo hayan autorizado. También se detectó el abuso de los recursos e infraestructura del Estado para favorecer al candidato del partido gobernante. Candidatos a diputados relataron que, para costear la campaña electoral, los partidos y sus candidatos recibieron contribuciones a cambio de favores, como nombramientos o contratos. También se mencionó el chantaje, mediante el cual se obliga a determinados sectores o personas a donar dinero a cambio de protección ante una eventualidad. Con el voto en papeletas separadas también aparecieron “generosos voluntarios” que no sólo aportan dinero a un partido, sino a todos los posibles ganadores. Así, siempre ganan. Por último, aparecen las colectas en cenas y otros eventos sociales que, en otros países de la región, han servido para lavar dinero. Informe Monitoreo Propaganda Política. Foprideh, Asociación para una Sociedad más Justa, Dan Church Aid y Revistazo.com, 2005.

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El voto consciente: Guía práctica para votar con sentido democrático Algunos activistas políticos se han acostumbrado a comprar la voluntad de los electores. Estos, en ocasiones, por presiones, por necesidad o por simple indiferencia, regalan su voto a cambio de un donativo o de una vaga promesa de salir beneficiados. Estos comportamientos han trivializado el voto y le han restado el verdadero valor que tiene en la democracia. Votar no es tarea fácil. Hay muchas cosas sobre las que los ciudadanos y las ciudadanas pueden informarse, antes de unas votaciones, para elegir mejor. Examine a conciencia Antes de votar, tómese un poco de tiempo y examine a sus candidatos. Fíjese en sus programas: • ¿Parten de los problemas reales del país, de su departamento o de su municipio? • ¿Presentan propuestas concretas, creíbles y viables para resolverlos? • ¿Dicen de dónde saldrá el dinero y demás recursos para realizarlas? Fíjese en las actitudes: • ¿Tienen vocación de servicio, o sólo aparecen en las comunidades durante los periodos electorales? • ¿Aceptan y escuchan opiniones diferentes a las que ellos expresan? • ¿Son agresivos con sus adversarios? • ¿Favorecen la participación de la gente en sus actividades? Por ejemplo: ¿Han tomado en cuenta diversas opiniones para elaborar sus propuestas de gobierno y los temas de campaña electoral? • A qué le dedican más tiempo: ¿A explicar y defender sus propuestas, o a atacar a sus adversarios políticos? Campaña de Cáritas: No es igual botar que votar

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Propuesta de actividades 1. Organizar en el colegio unas elecciones con todos los pasos y procedimientos que se dan en los procesos electorales. 2. Comparar las elecciones nacionales con las elecciones en el colegio, señalando similitudes y diferencias. 3. Investigación de campo: preguntar a las personas mayores cómo eran antes las elecciones, y si alguien obligaba a votar por tal o cual partido. 4. Buscar propaganda electoral y recortar los mensajes; reflexionar sobre los contenidos. ¿Dan ideas para transformar el país? ¿Qué estrategia utilizan para conseguir el voto? 5. Leer el siguiente texto y contestar las preguntas: Quien pone el pisto, pone la música Es común que algunos empresarios contribuyan con dinero y otros bienes a las campañas electorales de los partidos políticos. Luego, de una u otra manera, recuperan con creces su inversión mediante: • la evasión de impuestos, • la protección de sus bienes y su capital, y • muchas otras facilidades, a veces ilegales, para que sus negocios prosperen. Y con las familias poderosas de los municipios pequeños sucede lo mismo. Ellas ponen dinero para que gane alguien de su confianza. De esta forma, la persona elegida tendrá que obedecer al terrateniente o al mandamás del pueblo, que es quien gobierna realmente. Campaña de Cáritas: No es igual botar que votar

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¿Sabe de algún empresario que apoye a un candidato? ¿Qué se podría hacer para que los ricos no “compren” a los políticos? 6. Verdadero o falso

Los partidos políticos financian sus campañas únicamente con el dinero que les suministra el Estado.

Algunos empresarios apoyan un candidato para que éste los favorezca cuando está en el gobierno.

El Tribunal Supremo Electoral escoge los candidatos a diputados y a presidente.

En ocasiones, los partidos políticos utilizan dinero del Estado para financiar las campañas.

La ley obliga a los candidatos a hablar de Dios en las campañas electorales.

En las elecciones primarias se escogen los candidatos para las elecciones generales.

7. Proponer a los alumnos y alumnas que realicen el siguiente ejercicio, uniendo cada concepto de la izquierda con la explicación de la derecha. Elecciones primarias

los partidos políticos presentan sus propuestas

Campaña electoral

participan los movimientos internos

Voto consciente

es el responsable de organizar las elecciones

Tribunal Supremo Electoral

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fijarse bien en programas y actitudes


La participación ciudadana: un derecho y un deber Una verdadera democracia se conoce por la firmeza con que el Estado garantiza los derechos humanos de su población; pero también por la firmeza con la que la ciudadanía cumple con sus deberes. La Constitución proclama nuestros derechos y establece nuestros deberes, pero ambas cosas, por desgracia, no siempre se cumplen.

Derechos y deberes en democracia En pocas palabras, podemos decir que los derechos humanos son todas las libertades, facultades y condiciones que permiten a las personas —sin distingos de ningún tipo—, vivir con dignidad. Nuestra Constitución enfatiza, de manera especial, en los derechos individuales y los derechos sociales. Los derechos individuales corresponden directamente a las personas y a su relación con el Estado y la sociedad. El primero y más importante es el derecho a la vida. Además, toda persona tiene derecho a su integridad física, psíquica y moral; a la libertad; a no ser detenida ilegalmente; a expresarse y a que se le respeten sus ideas; a moverse libremente de un sitio a otro; a defenderse cuando es acusada de un delito; al honor y a la intimidad personal y familiar; y a asociarse y reunirse con otras, siempre que no sea para delinquir, entre otros. Los derechos sociales se refieren a la población en general; por tanto, son más amplios y más difíciles de cumplir. Por ejemplo, el derecho al trabajo, a la salud, a la educación o la vivienda. En los países pobres, el Estado no es capaz de garantizar que esto se cumpla para la mayoría de la población. Aunque, hay que decirlo, también atentan contra los derechos sociales la corrupción, el clientelismo político y la ineficiencia de la administración pública.

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Los deberes y las responsabilidades también son importantes. Y es que la democracia —que sólo se logra cuando la población goza de los derechos humanos en su integralidad—, hay que construirla entre todos y todas. No se vale sentarse a esperar que otros arreglen los asuntos que afectan a la colectividad. Cada cual puede aportar su granito de arena para que las cosas mejoren. Algunos de los deberes más importantes en democracia, son: Elegir a las autoridades con responsabilidad. Es decir, informarse y pensar bien antes de votar y no hacerlo para salir del paso, por tradición o por compromiso. Respetar las leyes, porque son el fundamento de un Estado de Derecho. Participar en las organizaciones de la sociedad civil como patronatos, asociaciones de vecinos y muchas más, para hacer propuestas y buscar soluciones a los problemas. Colaborar con el bien común. Es decir, cumplir con los deberes; por ejemplo, mantener limpias las calles, pagar los impuestos y los servicios públicos, no quemar bosques ni zacateras. Vigilar a las autoridades y exigirles que rindan cuentas de sus actuaciones y de cómo usan el dinero que pertenece a todos. Así, podemos evitar que abusen del poder que les hemos delegado.

No basta con votar Así, en una sociedad democrática, no basta con votar. Hay muchas otras cosas que podemos y debemos hacer. Las elecciones limpias son esenciales para la democracia, pero el voto no es todo; ni siquiera es lo más importante. Una democracia de ciudadanos y ciudadanas es mucho más que una democracia de electores. A menudo escuchamos protestar a funcionarios públicos cuando el pueblo expresa su opinión a través de organizaciones de la sociedad civil. Algunos afirman, incluso, que ellos han sido los escogidos para gobernar, mediante elecciones, y que, por tanto, son los únicos que pueden decidir sobre los asuntos públicos. Cuando un político se expresa así, lo que está demostrando es su falta de cultura democrática.

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El 25 de febrero de 2009, el Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CIPRODEH) presentó a la sociedad hondureña el Balance Legislativo 2008. Al día siguiente, el presidente del Congreso Nacional, Roberto Micheletti, amenazó con demandar judicialmente a los responsables del CIPRODEH pues, según él, algunos datos “ponen en duda la honorabilidad de los diputados en el manejo de los subsidios”. Y, de inmediato, inició una cruzada para aprobar una ley reguladora de las organizaciones no gubernamentales, con un ímpetu digno de mejores causas. Les guste o no a los políticos y funcionarios públicos, la participación ciudadana es un derecho y un deber de todas las personas mayores de 18 años. No importa el sexo, el dinero que tengan, su nivel educativo o el trabajo que desempeñen.

Mecanismos de participación ciudadana reconocidos legalmente En Honduras, las leyes reconocen algunas maneras de participar en la consecución del bien común. Tras una reforma realizada en 2003, la Constitución recoge las figuras del plebiscito y el referéndum8. Estos son instrumentos claves para que una democracia sea participativa, porque permiten al pueblo pronunciarse directamente sobre cuestiones fundamentales. En Honduras sólo se han utilizado en algunos municipios pequeños, pero nunca a nivel nacional.

8 Sin embargo, estas figuras se establecen de manera muy restrictiva. Tal como están planteadas, aportan muy poco a la democracia participativa; para colmo, aún falta reglamentar su aplicación, por lo que de hecho todavía no se pueden practicar. Véase el artículo 5 de la Constitución de la República.

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Otras formas de participación ciudadana, reconocidas en la Ley de Municipalidades, invitan a participar en los asuntos de nuestro municipio. Por ejemplo los plebiscitos, los cabildos abiertos, las asambleas, los Consejos de Desarrollo Municipal y la figura del Comisionado Municipal. En los últimos años se han desarrollado nuevas formas por las que la ciudadanía puede influir en los asuntos públicos. Es lo que se llama incidencia política, que hoy es una labor de muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) y movimientos sociales. A través de la incidencia, la ciudadanía interesada en promover alguna transformación, de manera organizada, traza una estrategia para poder influir sobre las autoridades. Por medio de la incidencia política, por ejemplo, la sociedad civil puede proponer la aprobación o reforma de leyes; para ello necesitará convencer a alguno de los que tienen iniciativa de ley, para que sometan el proyecto a consideración del Congreso Nacional, que es el que las aprueba. Según el artículo 213 de la Constitución, sólo tienen iniciativa de ley, es decir, los únicos que pueden proponer leyes al Congreso son: los diputados, el Presidente de la República, por medio de sus ministros, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral, en asuntos de su competencia. Otra forma de participar La incidencia política es una herramienta para la participación real de la ciudadanía en la toma de decisiones del gobierno o en otras instancias de poder. Es una de las vías, junto con los procesos electorales, cabildos abiertos, comisiones especiales, entre otras, a través de la cual diferentes sectores de la sociedad civil pueden avanzar en sus agendas y tener impacto en las políticas públicas, participando de forma democrática y sistemática en la toma de decisiones sobre asuntos que afectan su vida. Manual para la facilitación de procesos de incidencia política, WOLA-Programa Centroamericano de Capacitación en Incidencia, 2005.

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Desde 2006, existe en nuestro país una Ley de Participación Ciudadana, que define la participación ciudadana como …la inclusión del ciudadano en la formulación, ejecución y evaluación de todas las políticas y acciones del Estado, convirtiéndolo en protagonista y gestor de su propio destino. Dicho así, suena muy bonito. Pero esta ley, hasta la fecha, no se ha desarrollado. Los partidos políticos no han mostrado interés en hacerlo, pero tampoco lo ha hecho la ciudadanía. A veces la población no aprovecha los espacios que hay para participar, ya sea por ignorancia o por apatía. Al parecer olvida que, si no tomamos decisiones, otros lo hacen en nuestro nombre. Se reconoce cada vez más que cualquier esfuerzo de desarrollo, para que sea realmente sostenible, requiere la participación activa de una sociedad civil bien informada (…) Además, la participación pública fortalece el monitoreo y el cumplimiento de estándares y políticas públicas y contribuye a la transparencia de las acciones tanto públicas como privadas. Declaración de la Organización de Estados Americanos

El control y monitoreo de las autoridades por la ciudadanía En una democracia, una de las funciones más importantes de los ciudadanos y las ciudadanas es controlar a las autoridades para que cumplan con su deber. En Honduras, en los últimos años, se han redactado algunas leyes para que esto sea posible. Todos los países deberían promover la participación pública, incluso a través de medidas que permitan acceso a información relativa a legislaciones, regulaciones, actividades, política y programas. Cumbre sobre Desarrollo Sostenible-Plan de Acción,2002

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En el año 2006 se aprobó la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública. Con ella, la ciudadanía puede tener acceso a información que antes se mantenía en secreto. Para el caso, empleados y salarios de las instituciones gubernamentales y alcaldías, contratos y licitaciones celebradas por el gobierno, proyectos y planes de trabajo, etc. Esta ley se considera como un avance importante, pese a las dificultades que ya ha encontrado la ciudadanía para hacer que se cumpla; la falta de voluntad política es la que más destaca. Además, califica alguna información como “reservada”; esto da margen a que documentos importantes no salgan a la luz pública, si un funcionario considera que perjudica la “seguridad nacional” las “finanzas públicas” o la “ayuda humanitaria”. No obstante, y gracias a la insistencia de muchos ciudadanos, ahora buena parte de la información del gobierno y las municipalidades ya no es un secreto. También se han creado Comisiones Ciudadanas de Transparencia en varios municipios, como una iniciativa de la sociedad civil. Muchas funcionan con éxito y se han ganado la confianza y el respeto de la población y de las autoridades municipales por la responsabilidad con que realizan su trabajo de auditoría social. Por supuesto, siempre habrá alcaldes que se oponen a esta labor y, en lugar de colaborar, más bien entorpecen el trabajo de estas Comisiones. Por falta de cultura democrática, la mayoría de nuestros representantes temen a los controles ciudadanos. Sin embargo, se ha comenzado a andar. La lucha por la transparencia, como cualquier otra lucha, es larga. La ciudadanía ha comenzado a controlar los poderes públicos, como es su derecho y su deber, y a las autoridades no les queda más que aceptarlo.

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Propuesta de actividades 1. Pedir a los alumnos y alumnas que, reunidos en grupos de trabajo, investiguen los derechos humanos individuales y sociales en los capítulos II y III de la Constitución de la República. Que contesten las siguientes preguntas: ¿Cuáles de estos derechos se respetan en Honduras? ¿Cuáles no se cumplen? ¿Qué se puede hacer para lograr el disfrute de estos derechos? 2. Luego exponen en el aula y debaten sobre las respuestas. 3. Invitar al alumnado a visitar alguna ONG para que investigue qué tipo de trabajo hace y al servicio de quién. 4. Proponer a los alumnos y alumnas que realicen el siguiente ejercicio, uniendo cada palabra con su concepto adecuado. Deber ciudadano

 La salud y la educación

Derechos sociales

 Mecanismo de consulta al pueblo

Plebiscito

 Invita a participar en política

Ley de participación ciudadana

 Vigilar a las autoridades

5. Verdadero o falso. Pedir a los alumnos y alumnas que señalen cuando una frase es verdadera (V) y cuando falsa (F)

Votar no es lo único que podemos hacer para participar en política.

La incidencia política puede servir para modificar leyes.

Cualquier ciudadano puede presentar una ley al Congreso para su aprobación.

En varios municipios hay Comisiones de Transparencia para monitorear lo que hace la Corporación Municipal.

La salud es un derecho social.

Uno de los deberes más importantes de la ciudadanía es cumplir y hacer cumplir la ley.

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El derecho a la vida se adquiere a partir de los 18 años.

En Honduras se celebra un plebiscito cada cuatro años.

Según la Ley de Transparencia, los vidrios polarizados son prohibidos en las ciudades.

6. Leer el siguiente texto y responder a las preguntas que se hacen abajo: Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Que para garantizar estos derechos entre los hombres se instituyen los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla, o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambien por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad. Declaración de Independencia de los Estados Unidos, 1776

¿Cuáles son los derechos inalienables de la persona, según esta Declaración? ¿Cuál es, para usted, el más importante? ¿Por qué tiene el pueblo derecho a derrocar un gobierno? ¿En qué circunstancias debe hacerlo? ¿Es cierto que la humanidad está más dispuesta a padecer que a hacerse justicia? ¿Se puede aplicar esta frase a nuestro país? ¿Por qué? 7. Elaborar una carta de derechos y deberes del alumno y la alumna en el colegio. Hacerlo de forma participativa, con debates y votaciones.

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Para reflexionar Alguien dijo en una ocasión que “la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos”. Y eso es lo que muchos de ellos quisieran: que dejáramos todo en sus manos para seguir repartiéndose el país. Por eso, educar a la juventud para que participe en política e influya en los asuntos públicos es la mejor estrategia que podemos impulsar para transformar Honduras. Orientar a quienes pronto serán ciudadanos y ciudadanas a ejercer su voto con conciencia crítica, es una de las tareas fundamentales. Por demasiados años, los partidos políticos han manipulado a los jóvenes votantes. Más que formarlos, los han “deformado” para que los sigan sosteniendo en sus posiciones privilegiadas. Más importante aún es que las y los jóvenes comprendan que hay muchas maneras de participar en la vida pública y que éstas no se agotan en el acto de votar. Existen distintas formas de colaborar en la construcción de una Honduras más justa y próspera; por ejemplo, a través de organizaciones de la sociedad civil que buscan mejorar la democracia. No se trata de inventar nada nuevo, sino de exigir que se cumplan los derechos y deberes que la Constitución establece, y que el Estado está obligado a garantizar. Es cierto que la política está desacreditada. Pero podemos rescatarla si logramos que los jóvenes comprendan su verdadera naturaleza y comiencen su vida ciudadana con una actitud distinta. Cumplir y hacer cumplir la ley es el desafío de las nuevas generaciones. Al fin y al cabo, con el bien común, todos salimos ganando.

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Bibliografía recomendada Si usted tiene interés en profundizar en los conceptos, ideas e información que se proporciona en este material, a continuación se ofrece un listado de libros y leyes que puede encontrar en muchas bibliotecas y librerías del país. Algunos también están accesibles en internet. Leyes Constitución de la República de Honduras, Decreto Nº 131 del 11 de enero de 1982. Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer, Decreto Nº 34-2000 Ley de Municipalidades y su Reglamento, Decreto Nº 134-90 Ley de Participación Ciudadana, Decreto Nº 3-2006 Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, Decreto Nº 170-2006 Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas, Decreto Nº 44-2004 Libros Arancibia, Juan, Honduras: ¿Un Estado Nacional? 3ª edición, Guaymuras, Tegucigalpa, 2001. Argueta, Mario, Ramón Villeda Morales. Luces y sombras de una primavera política. Guaymuras, Tegucigalpa, 2009. Argueta, Mario, Tiburcio Carías. Anatomía de una época. 2ª edición, Guaymuras, Tegucigalpa, 2008. Barahona, Marvin, El silencio quedó atrás. Testimonios sobre la huelga bananera de 1954. 2ª edición conmemorativa, Guaymuras, Tegucigalpa, 2004. Barahona, Marvin, Honduras en el siglo XX. Una síntesis histórica. Guaymuras, Tegucigalpa, 2005.

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Barahona, Marvin, Pueblos Indígenas, Estado y memoria colectiva en Honduras. Guaymuras, Tegucigalpa, 2009. Carney, Guadalupe, Sólo díganme Lupe. Autobiografía del padre Guadalupe Carney, sacerdote de los pobres. Guaymuras, ERIC, Tegucigalpa, 2004. Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Los hechos hablan por sí mismos. Informe preliminar sobre los desaparecidos en Honduras 1980-1993. 2ª edición, CONADEH, Guaymuras, 2002. Funes, Matías, Los deliberantes. El poder militar en Honduras. 2ª edición, Guaymuras, Tegucigalpa, 2000. Mariñas Otero, Luis, Honduras. Editorial Cultura, SECAD, Tegucigalpa, 2008 Rousseau, J.J., El Contrato Social. Guaymuras, Tegucigalpa, 1992. Villars, Rina, Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y feminismo en la historia de Honduras, Guaymuras, Tegucigalpa, 2001. Zelaya, Gustavo, El legado de la Reforma Liberal. 2ª edición, Guaymuras, Tegucigalpa, 2001.

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