Las aventuras de 'Agustito'

Page 1



LAS AVENTURAS DE ‘AGUSTITO’ (Memorias de Infancia y Adolescencia entre Concepción y El Callao)

LIMA - PERÚ 2015


© Las Aventuras de ‘Agustito’ © Ismael Augusto Sulca Velásquez Coronel PNP (r) © Copyright - Ismael Augusto Sulca Velásquez

DERECHOS RESERVADOS Ediciones ‘LUCERO’ Domicilio legal: Calle Ayacucho 618 La Perla, Callao Teléfono: Celular 994870875 - 989178250 Correo-e:

tribunal_cuarta_sala@hotmail.com

Edición: Octubre 2015

Se permite copia parcial del contenido sólo con fines educativos, de comentario y de difusión indicando referencias del autor y de la obra.


Dedicatoria:

Para el niĂąo, adolescente y joven que todos llevamos dentro y que en su debido momento nos transportaron por dimensiones desconocidas y que hoy, con el tiempo, son minĂşsculos recuerdos cual piedras preciosas fulguran en la hondura de los ocĂŠanos.


EL ANUNCIADO La Luna llena de Mayo le arrullaba el espíritu mientras el oculto océano le murmuraba sus versos. Aprendería el travieso sobre la quietud del alma en medio de fuertes vientos a ser como lo habían anunciado.

“La mejor forma de saber que los eventos de nuestras vidas produzcan buenos frutos es analizar lo que necesitamos” Mira Kirshenbaun


TIEMPO DE LOS RITOS Y LOS RECUERDOS



Conjunción de estrellas El día que nació las estrellas estaban alineadas con la Luna, el Sol, alguna que otra constelación y en especial con la Tierra. Según el almanaque de Bristol o del calendario Gregoriano(del Papa Gregorio XIII, cuyo abuelo fue el Papa Félix IV -530- y su bisabuelo el Papa Félix III -492- y dos de sus tías paternas monjas), que en 1582 sustituyó al calendario Juliano (utilizado por Julio César instaurado en el año 46 a. C), si el rito se hubiera cumplido, por aquel día nacido, debió de llamarse Pascual Baylón, en honor a aquel Santo (Santo de los Caminantes) Pues había nacido un Jueves 17 de Mayo del año 1951 en un Pueblito lejano llamado Concepción en las alturas de su inolvidable Ayacucho. Los más antiguos lo denominaban ‘Comunidad Campesina de Chakamarka’, que estaba ubicada en el flujo del ‘Pontorccocha’ (manantial que le daba vida desde sus inicios) y las aguas del limoso río Pampas. Fue el preciso año en que de un barco, a los cinco años, bajaba en el Puerto del Callao, el buen José María ‘Chema’ Salcedo de la Torre, de su natal Bilbao, España, y el Alcalde del Callao era el Dr. Alberto Sabogal (1948 – 1954), prestigioso médico.


Era un niño como todos los nacidos por aquellas tierras. Era el segundo hijo, de tres, que formaría su familia. No eran muy pobres pero tampoco adinerados, el trabajo de la tierra era sus mejores argumentos y el cimiento de su vida afortunada. Descendía de un linaje de los enigmáticos ‘Shullkas’ que habían poblado su nación ‘Chanka’, entre Andahuaylas y Vilcashuamán. Eran los herederos quechuas, aún más antes que los propios Incas. Su destino era incierto como la caída de una estrella. Si no fuera por lo sucedido, se diría que lo suyo fue una simple quimera. Estuvo destinado para surgir, crecer, jugar, deambular y emigrar por todas partes, donde la suerte siempre lo acompañaría. Lo que les voy a contar es tan cierto como que si a mí me hubiera sucedido. Le oí, lo vi y lo sentí, por versión primera y los contados por los parientes, familiares y amigos. Augusto se llamaba (pero todos le decían ‘Agustito’), tal como su abuelo, porque su padre, don Leopoldo, no había permitido la imposición del calendario gregoriano. Fue el preferido de su abuelo desde el día que nació, y por llevar su mismo nombre le decía

cariñosamente

‘Tocacha’

(diminutivo

de

tocayo,

‘tocayito’ en quechua). Sería por eso que entre ellos surgió una relación de amor como ninguno, que el nieto lo tenía como un ‘gran padre’ y su ángel guardián en lo venidero, a quien le rezaba en sus momentos de necesidad; y el abuelo calmaba su soledad, en la voz de un niño, continuación de su destino, de seguro, en las primeras travesuras que hacía, como una herencia de sus ancestros.


Sumergido en las entrañas de una vaca Al principio, durante el primer año de su vida, la salud no le era propicio. Tenía el estómago hinchado, parecía que fuera disentería, lo que lo tenía enflaquecido, algo así como un ‘enclenque’, y paraba siempre en los brazos de su madre. Ella, al

verlo

en

este

estado,

no

tuvo

más

remedio

que

encomendarlo a los ‘Apus’(deidades) en los lejanos parajes de aquella Comarca, ya que no había médico que lo curara de sus males. Pues entonces apareció la voz de una anciana que le dijo “Sabina, van a sacrificar una

vaca.

Tienes

que

llevar al muchacho”(claro que en perfecto quechua). No había otra instancia a dónde acudir en estas condiciones. La costumbre, para estos casos, mandaba a pasarlo por el ‘Pampapu’, es decir el de someterlo a los ritos de ‘la panza de la vaca’. De ahí dependía lo que le sucediera. Si no, no habría razón para contarles esta historia. Pues así lo hicieron, entre rezos, ‘cutipas’(evocación para que le regresara el alma), ‘jarawis’ (cantos melancólicos precursores del yaraví) y otras manifestaciones.

‘El

entregado’,

al

ser

introducido

o

sumergido en el vientre de la vaca recién muerta, parecía que nacía de entre el verdor de su panza, con el llanto lastimero de una criatura, y la bruma de la mañana de un año bisiesto(1952), de seguro con el acercamiento de Júpiter y la ‘Chaska’(Venus) en los cielos. Y ahí estaba ‘Agustito’, tal vez de un año y días, gritando como un ‘verraco’ por haber sido el favorecido con este antiquísimo remedio. Sería tal vez por eso


que de ahí, y para adelante, le sudaría la nariz como si fuera la de un becerro. Fue entonces que para él (niño indefenso y enfermizo) este dicho le caería como anillo al dedo: “Todo el

que sobrevive a algo grave siente que goza de tiempo extra” Luego de este peculiar ‘bautizo’ lo envolvieron entre mantas, y le

dieron

de

‘amamantar’,

quedándose

profundamente

dormido, tal vez soñando con su porvenir, y esperando que despierte, para que en su nombre lo vuelvan a bañar. Y aquella manta sanatorial lo dejaron como estaba, que al cabo de ocho días lo hicieron incinerar entre hojas de retama, eucalipto, ruda macho, y el tan ceremonioso ‘quinto de coca’, haciéndolo también entre cánticos de ‘jarawis’, ‘cutipas’, y ‘taky-onjoy’, que de seguro brotaban de las voces de sus tías Honorata, Constanza, Bonifacia, Cristina, Tomasa y Vidalina, como testigos de esta ofrenda llamada ‘Alpacha’(entregado a la tierra, pero en este caso a la panza de una vaca) y los cantos que ya no suelen escucharse hoy en día, pero que el pobre niño ‘Agustito’ llevaría en lo más profundo de su memoria. De eso sabían los antiguos, y su propia madre, que oralmente le transmitieron estos recuerdos, ya que en su mayoría apenas sabían leer y escribir. Y como si fuera magia, aquel rito ancestral dio resultado. Se le fue la fiebre y todo malestar. El ‘Chicucha’(niño en quechua) empezó a caminar entre las chacras de su abuelo, las tunas y los maizales, los berros de los ríos y la ‘yunta’ de sus bueyes, así como entre los arrieros de las haciendas de ‘Aizarca’ y ‘El Pajonal’. Fue un prodigioso milagro que se sanara de esta manera. Los niños de aquellos lares por lo general no pasaban por estos trances, o estaban medianamente sanos o estaban condenados para irse a otro lugar.


El caso de ‘Agustito’ fue un asunto especial. Era como si hubiera despertado de un gran letargo para recorrer el mundo, aprender

nuevos

preceptos,

diseñar

otras

perspectivas,

superar sus inicios, y así dejar sus recuerdos, sus vivencias del lugar donde alguna vez había nacido. Y lo que le vendría después no sería más que una corriente de emociones, de las palabras en poesía que se le fue impregnando, así como del ingenio y del valor para afrontar las vicisitudes que el destino le tendría preparado. Primera Infancia ‘Agustito’ vivió los primeros años de su infancia bajo el cuidado y protección de sus abuelos paternos, Augusto y Gavina, en su amado Concepción, ya que sus padres Leopoldo y Sabina habían emigrado a Lima, especialmente al Callao, llevándose con ellos a su hijo mayor, Antonio. Le contaron que cuando su abuelo supo que se iban a trasladar a Lima, dicen que cogió a su nieto preferido y lo tuvo entre sus brazos, y le dijo a su hijo y a su nuera: “A mi ‘tocacha’, nadie me lo toca”(por supuesto todo en perfecto quechua). Es por eso que emigraron sin su segundo hijo, quien vivió con ellos, hasta la muerte de su abuelo Augusto, suceso que ocurrió un mes de Diciembre de 1956, cuando ‘Agustito’ tenía apenas cinco años. Los primeros juegos Como el camino entre las chacras de su abuelo y su casa en Concepción ya se le había hecho conocido, sus primero juegos fueron con la misma naturaleza. Ver cuando las corrientes de los primeros aguaceros traían hojas secas y algunos animales muertos, flotando entre sus aguas, era la ocasión de construir con piedras, piedritas, barro y alguna que otras ramas o ‘cañitas’, senderos, muros, torres, puentes, túneles por donde


‘tenía

que

discurrir

los

fluidos’,

‘las

estaciones’,

y

los

imaginarios ‘barquitos’ incluidos los navegantes a bordo, que podían

ser

‘acatanjas’,

moscas, y

todo

arañas, aquello

hormigas acompañado

o

los de

famosos canciones

guturales y ‘órdenes’ precisas para que así se cumpliera. Sólo cuando la lluvia era más persistente, y los riachuelos eran más fuertes, se llevaban todo lo construido, con lo que se terminaba el juego, con lo que había que prepararse para otro día, de alguna manera diferente. Estos primeros juegos le servirían de sobremanera en el futuro que le estaba reservado. No esperaba a la gran fortuna, sentado sino que salía a su encuentro. Mientras que su abuelo labraba la tierra con su arado de ‘yuntas’, él se dedicaba a descubrir su entorno en los que encontraba algunas ranas, distraídos sapos, rápidas lagartijas, coloridos gorriones, los enlutados ‘chihuacos’ que se comían sus tunas, y porqué no las águilas, los cóndores, y repentinamente alguna pequeña serpiente, oculta entre las piedras las rocas de los muros de la chacra. La hora del refrigerio o del almuerzo, que sus abuelos llamaban el ‘Doce’ era su preferido. Porque con ello llegaba su abuela, portando en su ‘Kipi’, manta sobre su espalda, las ricas

meriendas

que

había

preparado. Había sopas de maíz

‘saralawas’

que

su

abuelo degustaba servido en un gran mate de calabaza, y un cucharon de palo(eran tan enormes que nunca más vio semejantes

utensilios)

que


por lo caliente que estaba, lo hacía aspirando hacia dentro, de una manera que lo estaba enfriando a la vez, lo que hacía un sonido muy especial que hasta hoy

lo recuerda. Se puede

imitarlo al abrir la boca, sacar un poco la lengua, llevarlo al paladar superior, y luego aspirar gran cantidad de aire, por entre los costados del paladar. Así sonaba, cuando su abuelo Augusto tomaba su sopa casera. Lo demás ya es conocido. Poner la manta en el suelo, y presentar los mates(especie de platos) con los

‘motes’(maíz seco al sol, sancochado no

pelado), queso con ají(Qhapchi), papas, ollucos, o ‘mashwas’, y luego su infaltable infusión de cedrón o hinojo, para bajar las flatulencias que su abuelo solía dispensar, que alejaba a los más pudorosos, que solían pasar por el lugar. Se podría decir que en cuando al sonido de las flatulencias, su abuelo era un verdadero campeón. Los primeros años de su vida en su querido Concepción, ‘Agustito’ las pasaba entre las chacras de su abuelo, en los caminos que tenía que recorrer muy de temprano, entre las ‘tapadas de tunas’ (estreñimiento) que sólo la paciencia de su abuela podía solucionar, además de aquellos momentos sublimes cuando en horas de las tardes se sentaba en el regazo de su abuelo siendo testigo del ‘chacchado de coca’ todos los cuentos que le tenía por contar, los que eran confirmados por su abuela a la hora de cenar y tomar su tradicional infusión de cedrón y en otras de hinojo, para bajar los gases. Él era el único de sus nietos que le podía acariciar la frondosa barba ‘entrecano’ que tenía su abuelo, y hasta se permitía ‘resondrarlo’ infantilmente diciéndole: “Papá, coca, coca, coca nomás estás ‘chacchando’. Eso te puede hacer daño”(Todo por supuesto en el coloquial quechua infantil) Lo que les causaba gran regocijo a ambos.


Emigración A la muerte de su abuelo Augusto, su nieto preferido, que tenía unos cinco años, tuvo que ser recogido por su padres procedentes de Lima, pero no sin antes dejar para el recuerdo el sonido de los llantos, la melancolía de sus lamentos, en la creencia que su ‘verdadero padre se había muerto’. Lloró desconsoladamente junto a su primo Hugo Ramiro Castillo, sentados sobre unos troncos secos que delimitaban la cocina y corral del ganado, hasta que por momentos sus tíos Domingo Guzmán y Máximo, le repetían incansablemente que su papá vendría a recogerlo. Y ahí fue cuando le explicaron la verdad de las cosas y llevarlo también a Lima para reunirse con su familia paterna, al que acompañaron entre camino de cañaverales y el polvo de la carretera(entre Ayrabamba y Ninabamba), entreteniéndolo para que no se diera cuenta de su inesperado retiro; y ya, en la carretera hacia Ayacucho, le despidieron, entre llantos, abrazos y polvaredas.


Este cambio traumático de dependencia y sostenimiento, como el alejamiento, hasta ese entonces, de sus seres más queridos,

además

del

cambio

cultural

del

quechua

al

castellano, le produjo un efecto en su cuerpo, al presentar una incipiente enuresis (incontinencia urinaria) que no podía controlar. Y para este efecto le aplicaron el remedio más casero que se conocía entonces, que consistía en hacerlo sentar,

envuelto

en

una

frazadita,

sobre

un

ladrillo

previamente calentado en un brasero a carbón y que sólo le calentaba y le quemaba las nalgas pero no le daba mucho resultado, y así permanecía sentado dominado por el sueño. Días después lo llevaron con una señora que era conocedora (partera criolla, y maestra en los inyectables a cercanía del cine

Santa

Marina

que

se

llamaba

Leonor)

quien

les

recomendó que no ingiriera demasiada agua, y que antes de dormir lo hicieran miccionar (orinar) todo lo que pudiera, y, entre sueños, despertarlo una vez antes de la madrugada y hacerlo orinar en el ‘bacín’, aún estando casi dormido… “Pishhhhh… Pishhhh… Pishhhh…” era los primeros arrullos de la voz de su madre. Y, poco a poco, con ello se acabó dicho malestar. Fue así como ‘Agustito’, apenas llegado fue bautizado en la Iglesia Matriz del Callao, donde obra su nombre en unos libros especiales, siendo sus padrinos Benedicto Mendoza Cisneros y Petronila También

Sulca hizo

Fernández. su

primera

comunión en la Iglesia Don Bosco del Callao.


Y así tuvo que adaptarse de su tierra natal, al llegar a la capital, y ser un nuevo bienvenido de las alturas para afincarse en el Callao, donde pasaría la mayor parte de su niñez, de su inquietante adolescencia, entre las crispas de la ‘criollanza’ y su vertiente andina entre las rutas del ‘rico Puerto Nuevo’ y el febril ‘Frigorífico’, el enjundioso ‘Corongo’, la aristocrática ‘Santa Marina’ (Sur y Norte), así como el apostrofado barrio de ‘Chacaritas’, donde estaba ubicado el Puesto de la Guardia Civil, que era administrado y regentado o sea Comandado por un Cabo GC como la máxima autoridad, y cuando era por un Sargento, ya no ya.

De las primeras familias que se ubicaron en El Pasaje de ‘Los Ángeles’, entre las Calles Atalaya y Yurimaguas, se sabe de los más antiguos (algo así como el decano de todos ellos) Don Alberto Risso, esposa e hija Hilda; luego seguían los Rojas(de Rubén ‘Cofla’, Oswaldo ‘Pata de Buzo’, Alfredo ‘Charavilo’, Laura, Esperanza, ‘Negro Negro’ y Dorita); los Zárate-Chuchón (de Julián, Indalicio y hermanas; los Benavides-Flores(de Raúl, Estela, Naty -fallecida en un accidente en moto-, Cecilia,


Gregorio ‘Goyito’ o ‘Cucho’, Daniel ‘El Pale’); los CarrilloFlores(de Carmen, Martha, Manuel, y Carlos); la familia del ‘Patita’ Teodosio (el de la ‘melcocha’ y las ‘raspadillas’), esposa y sus tres hijos; Mauricio Ochoa y esposa Alicia Gutiérrez

con

sus

hijos

Jaime,

Rolando;

los

Gallegos-

Landeo(de Malaquías Gallegos, igual que su abuelo); los Cárdenas-Llamocca(de Arturo); los Zea-Martínez(con Gregorio y Flora e hijas Haydé e Ida); Ignacio Martínez ‘El Niño Pepe’; los Lazón-Zea( con Juan, Teodosia e hijos Juan Fermín, Abella, María Esther, Reina Marcela, Jorge ‘Gorilita’, Guillermo ‘Pajola’, y Conce, la ‘Shony’); la mamá de Máximo, Esteban, y hermanas; la Sra. Bartola Cárdenas; de Eusebio Fernández (y su hijo ‘El Viejo’); la Sra. Alejandrina Pasquel e hijos César, Oswaldo ‘El Chancho’, Eduardo; los Fernández-LLamoja(con Doroteo Fernández Canales y doña Fortunata LLamoja Quispe e hijos Yolanda, Olga, Alfredo ‘Foquín’, Cristina, Esther y Celia); Bonifacio Zea y familia; Felícitas Hinostroza e hijas Yolanda y Dora ‘La Pepa’; Juan Ochoa con Hortensia Bellido e hijos; las hermanitas Paulina Octavia ‘Mamacha’ y Dolores Bellido Llamocca; y por supuesto los Sulca-Velásquez(con Leopoldo, Sabina, Antonio, Augusto, Katia y su sobrina Lidia Zea Luque, la mariposita que adornaba y alegraba el hogar)


Esta pléyade de personajes serían los primeros habitantescolonos de las conocidas ‘barriadas’ como ‘Puerto Nuevo’, ‘Ciudadela Chalaca’ ‘Corongo’, ‘San Juan Bosco’, ‘Ramón Castilla’, ‘Barrio Obrero del Frigorífico’, ‘Chacaritas’, y ‘Barrio de Centenario’, de aquella oleada del denominado ‘Desborde Popular’ de la que hablaría después el antropólogo José Matos Mar.


DESPERTANDO EN EL CALLAO


“Los eventos importantes que modifican nuestras vidas no nos ocurren para traernos viejas noticias; son cosas que nos dejan anhelantes de descubrir el motivo por el cual ocurrieron. Son eventos que modifican nuestras vidas. Nos enseñan algo que no sabíamos, nos dan un regalo que nunca habríamos recibido” Mira Kirshenbaun


Como un nuevo despertar A los que digan que un niño de cinco a seis años no se puede enamorar, se les previene que tengan mucho cuidado, porque eso pareciera que fuera normal. Y eso precisamente le sucedió a ‘Augustito’ cuando tuvo que acudir a su primera escuelita en el Barrio de ‘Corongo’ para cursar el nivel de ‘Transición’(así se le llamaba a los niveles de ‘Nido’ o aprestamiento), la misma que estaba ubicada entre el fluir de un arroyo, que en términos marginales, era una acequia, contorneadas de plantas acuáticas entre ellas las ‘orejas de elefantes’, y de bulbos, fue donde conoció a una niña de ojos grandes, eran tan grandes que eso fue que le emocionó, y se guardó aquella mirada como uno de los mejores regalos de su vida. Pero su amor fue breve como las pocas veces que la vio. La lucha por sobrevivir, en su nuevo con fin, era la ventaja de tener un hermano mayor, que lo pudiera defender. En eso ‘Agustito’ era un afortunado. Tenía a su hermano Antonio, a su tío Domingo Guzmán, a su primo Rodrigo, y otros más que hicieran falta. Era necesario estar respaldado para cualquiera que fuera la ocasión. Total estaba en el Callao y el barrio ya empezaba a calentar. De ahí lo pasaron al ‘Augusto Cazorla’ de la avenida República de Panamá, en donde terminó su primaria, y el ‘Obelisco’ era su faro de orientación.

El Obelisco y los edificios de Santa Marina del Callao


Ahí conoció a sus primeros maestros al profesor Erasmo Ortega y la Srta. Eloísa Loayza, que fueron sus primeros soportes, muy buenos y cariñosos con él. Lo aconsejaban y lo encaminaban del barrio del cual procedía. ‘Agustito’ tenía ‘cara de niño’ que los adultos le tomaban por las mejillas -era una forma de acariciar- Ahí recibió sus primeras lecciones

y quizás su

más profunda ambición. Su uniforme de color ‘kaki’, con corbata del mismo color, cristina y distintivos de color azul(que era para los de primaria)

fueron

formando

su

ideal.

Ahí

también conocería al Conserje ‘Gregorio’, un ‘virolo’ él, que le repartía la leche chocolatada (cocoa) en sus respectivos ‘pocillos’(jarros de fierro enlosado que cada uno debía de llevar consigo) y que además le obligaba a tragar una pequeña capsulita en forma de perita, que todos decían que era aceite de hígado de bacalao, que había que esperar en los momentos de los eructos, para saber cómo olía aquella combinación. Muchos creen erradamente que la historia del ‘Vaso de leche’ se dio inicio por los años 80 durante la gestión del Alcalde de Lima Alfonso Barrantes Lingán ‘Tío Frijolito’. Si bien es cierto que ahí se le dio la formalidad legal y obligatoria, en la práctica en la Escuelita ‘Augusto Cazorla’ del Callao en los años cincuenta, ya se repartía ‘leche chocolatada’ con su respectiva píldora de aceite de hígado de bacalao, del cual fue beneficiario el buen ‘Agustito’ y sus coetáneos. Su hermano mayor José Antonio le recordaría que en la recién inaugurada Escuela del ‘Augusto Cazorla’, allá por 1956, tuvieron conocimiento de un grupo de alumnos a los que se les conocía como ‘Los Chilenitos’, que en verdad, eran de


procedencia de Arica o Tarapacá, por haber sido repatriados hacia el Perú, fueron de aquellas familias que prefirieron ser peruanos antes que chilenos. Entre ellos había un niño de apellido ‘Encalada’ que era muy agresivo entre todos los varoncitos. También estaba el caso

Javier Castro, cuya

familia emigró de la ciudad de Arica (ex Perú) y se instalaron en el Callao, de quien su amigo Alberto "El Gringo" Muñoz Tessón, radicado en South Miami-Florida, y residente de Santa Marina Norte, escribe en su Blogspot ‘Callao querido, Callao añorado’, memorables semblanzas. En la actualidad, Javier Castro, que estuvo muchos años en Venezuela, regresó al Perú y está cumpliendo su sueño de poner un hotel para montañistas en Apurímac. Y menciona también la memorable ‘Poza de los calatos’. A inmediaciones de la Escuela Fiscal del ‘Augusto Cazorla’ vendían sus productos un señor al que todos los niños llamaban ‘Cara de cartón’, porque así les decía a todos, y vendía gelatina en una fuente blanca, y por cada venta, uno tenía derecho a participar en adivinar en cuál de los puños estaba una moneda. Al que acertaba, le daba otra porción de gelatina. También había una paisana que vendía sus sabrosa ‘chanfainita’, primero en ‘pancas’ verde de choclo, y luego en unos platitos de fierro enlozado de color verde, además de las ‘mashcas’(especie

de

bolas

combinado con té o dulce).

de

harina

de

maíz

molido


Descubriendo las lecturas Cuando es sus primeras lecturas descubrió la historia de Dédalo, de su hijo Ikaro, y la reseña del Minotauro, pensó que era como aquél (Dédalo). Curioso en conocer las cosas de la vida, y tan ingenioso como para fabricarse sus propios juguetes y resolver sus necesidades, muy apropiadas para su edad. Pero no imaginaba aún que el estar dotado de aquellos prodigiosos conocimientos, y suerte como el de el gran Aquiles, por ejemplo, todopoderoso él, y tener un punto débil como el talón de sus pies, serían causa y efecto de su dolor más grande de perder a su querido hijo Ikaro, cuando se le derritió la cera de las alas con las que escapaban de la isla donde habían sido confinados por el rey Minos. Pues no solamente eso sino que pudiera contraer aquella supuesta maldición de Dédalo, que “cuando los padres son ingeniosos opacan el surgimiento de su prole”, como cuando un

árbol no

permite

que

crezcan a sus alrededores. se

preguntaba

“¿Si

yo

sus

retoños

Por eso éste no

fuese

tan

ingenioso, como para haber construido el Laberinto del Minotauro, el de encontrar la salida de un caracol, y fabricar las alas de la libertad, mi hijo no hubiera muerto?” Pero lo salvaba una pequeña diferencia, en el que existe el llamado ‘Síndrome de Íkaro’, cuando los hijos no comprenden a su progenitor y no obedecen a sus recomendaciones, se resisten a sus mandatos o se van por otros caminos. Si tan sólo su hijo le hubiera hecho caso en el momento de volar y escapar, ni tan alto ni tan bajo, tal vez hubiera sido otro los resultados.


Véase en el fondo el material del que estaba construido las viviendas

Lo que el incendio se llevó De todos aquellos y otros que ya no se recuerdan sus nombres tuvieron

destinos

opuesto

y

parecidos,

debido

a

los

desastrosos incendios de los que fueron víctimas cuando aún sus

viviendas

eran

de

madera,

esteras,

y

de

combustible, rápidamente presa de las llamas.

material

Durante el

primer incendio que los abatió, se recuerda que el niño Gregorio Benavides, más conocido como ‘Goyito’ o ‘Cucho’, en pleno

desastre,

como

el

incendio había empezado por el fondo, decía como cantando a voz en cuello: “La casa de mi compadre quema”

Antonio, “La

casa

no

se

de

mi

compadre Antonio, no se quema”. Cosas de niños, que sólo una

mente

inocente

puede

comprender.

Pues

en

esa

oportunidad no se quemó del todo, y en lo que era la casa de ‘Patita’ las monedas quemadas era lo que llamaba más a la ‘rebusca’ entre las cenizas; pero en la segunda y tercera fue catastrófico que terminó con todo vestigio de vivienda propio de las invasiones. Y como se suele decir que “de cada infortunio, nace un nuevo porvenir”, estas familias que en antaño convivían pacífica, armoniosa y amalgamadamente, en


cada desastre infernal fueron reubicados en diferentes zonas. Otros emigraron hacia la novedosa Ventanilla, otros se fueron a un edificio de cinco pisos de recién construcción, y otros se fueron del lugar, dejando sólo sus recuerdos, y a los que continuarían estas vivencias. El ‘raspadillero’ y ‘melcochero’ ‘Patita’ Y uno de esos recuerdos era de quien se

llamaba

conocía

Teodosio

más

procedencia

como

pero

se

‘Patita’,

Huancaína,

era

le de un

extraño, pero un gran comerciante a la vez. En el corto verano se dedicaba a la preparación y expendio de la famosa raspadilla de hielo en las esquinas del Obelisco. Sus jarabes de colores obtenidos de las frutas no tenían comparación, las de fresas y los de mangos, eran los más solicitados. Después en el largo invierno, en las noches, las paredes de su casa eran como si penaban, o parecía que el buen ‘patita’ le daba duro a su mujer, con golpes bien sonoros, ya que ella muy calladita al igual que sus hijos, hasta que se descubrió que en horas de la madrugada éste preparaba su famosa ‘melcocha’ que

luego

salía

a

venderlos

en

una

fuente.

Fue

un

descubrimiento fantástico de saber su preparación, primero de cocinar el azúcar en una olla grande, luego de removerlo constantemente y agregarle sus especies en esencia(vainilla, clavo, canela), sacarlo cuando ya tenía una forma pastosa y color marrón, y muy rápidamente, por porciones grandes de cuatro o cinco kilos, llevarlo hacia un madero donde se le golpeaba fuertemente y se trataba de jalarlo para que tengan las porciones largas, finas y debidamente separadas de las ‘melcochas’ cuando éstas se enfriaban, en donde en cada jaleo tomaban un color blanco acaramelado y ya endurecido.


La nueva oleada de hijos y vecinos del Pasaje ‘Los Ángeles’. Al fondo las viviendas de eternit y al lado derecho el Astillero, los edificios, en medio, la amplia berma central

Le ganaba la calle Los años siguientes, en su nuevo barrio en el Callao, de la avenida contralmirante Mora, lo tenían bien señalado. Aunque a su corta edad no sospechaba nada de malo de a poco se dio cuenta que estaba en una encrucijada. Vivía en un callejón, pero no lo llamaban así, por demás familiar donde

estaban sus

amigos,

vecinos, familiares, y demás paisanos, que a callejones seguidos se asaltaban, al ‘escape’ o al ‘choreo’, al ‘cogoteo’ con total descaro, que con sus amigos de la ‘mancha’ pusieron de nombre ‘Callejón precisamente

vivían

las

familias

del de

Diablo’ ‘Príncipes’,

donde ‘Reyes’,

‘Condes’ y alguno que otros plebeyos como del ‘Chino Espejo’ hijo de la señora Matilde, porque éste era de continuo y tenía salida para otro lugar, bien aprovechado por los ‘cacos’ que eran seguidos por la ‘tochería’(policía). Y por supuesto, cuando por equivocación se refugiaban en el callejón donde vivía él, eran detenidos y llevados a la Comisaría para darles su lección, por cuanto éste no tenía otra salida.


Y como tuvo que suceder, si había un Callejón del Diablo, tenía que haber otro distinto denominado el de ‘Los Ángeles’, donde se vivía tranquilamente, y al final más parecía una sucursal o filial de una porción del mismo Concepción, de Ayacucho, por la procedencia de la mayoría de sus habitantes. Seguido con dirección al Obelisco, estaba el Astillero y luego el Callejón de ‘Los Brujos’(donde se hacían mesadas, amarres, y toda ‘macumbería’ conocida en ese entonces, ahí vivía la señora ‘Pata de burra’ con su hijo Hermógenes, mujer de hermosas y grandes piernas blancas que todos llamaban ‘Yucas’ (de ahí la interjección chalaca “¡Qué buenas yucas!”); también la familia de la Señora Domitila con Florisa Rojas(que se casó con

Charles), Víctor ‘El Papicho’ y Eduarda(que se

casó con un Julca), y terminaba la esquina con la casa de la familia Julca(uno de cuyos hijos, el ‘Chino’ se casaría después con Laurita), y seguían ‘Los Gamboas’ cuya casa estaba alejada de la acera de la Avenida Contralmirante Mora, en cuyo terral era propicio a jugar a ‘las bolitas’, pero le echaban emasiada agua, y fueron Los Gamboas quienes tuvieron el primer televisor donde acudían los niños de la vecindad, en matinés cobradas. Y a la vuelta los Saldañas, que se ubicaban frente al ‘kioskito’ de don Leopoldo y la señora Sabina. En la otra manzana con dirección al Obelisco reinaban ‘El negro Pipa’, la familia Corazón, el ‘Chino Miguel’, ‘El Zapatita’ y otros principiantes. También la familia Corvacho, con su hija Betty y uno de cuyos hijos se cortó la lengua por la mitad, decían que en uno de esos juegos de salto de lingo. Y así se formaron las ‘pandillas’ que a cada quien les correspondía. Y había que defenderlos, cuando por alguna razón se cruzaban los intereses, los dominios, los quehaceres


de niños, entre ellos los juegos. Las ‘pandillas’ de niños no era más que una agrupación para estar defendidos de intereses comunes ante peligros, también comunes. Las rencillas eran de las más simples. Desde una ofensa a alguna ‘hermana’ o por la apropiación de algún perro de la comunidad. Había que marcar límites. Había que andar en grupos, porque si te encontraban sólo, te podían dar de alma. La edad es la mejor seleccionadora. Los mayores tendían a juntarse entre ellos, y los otros con sus iguales, cada uno con sus códigos, métodos de llamados, y lenguajes simples, en donde el silbido era un lenguaje universal y a la vez propio de cada grupo. Las ‘guerras’ o las ‘guerritas’ (hoy los llaman ‘Pandilleros’) entre barrios eran normales. Incluso con flechas, lanzas minúsculas que podían hacerles daño. Cuando asfaltaron la avenida y pusieron el alumbrado público, el lugar se hizo mejor. Con una separación central, tan ancha que se jugaban los mejores partidos de fulbito, incluso de noche, pero con un peligro mayor de sufrir accidentes automovilísticos. Y también los asaltos decayeron. Sólo a veces se podía ver a los camiones cargados de ganado, en donde los más osados se subían al vuelo, y en pleno caminar les cortaban los mechones de los rabos a las reses que iban al camal, con los cuales hacían un poco venta, un ‘sencillo’, pero los preparaba para otras hazañas más bravas. Entre ellos se recuerda a un muchacho muy conocido como ‘El Pirula’, de pelo ensortijado pero de tez blanca, como de diecisiete años. Ágil como ninguno, bien ‘aventado’, deseoso de ser notado, a quien la madre de ‘Agustito’ ya le había echado el ojo, y les repetía a sus hijos: “Cuidadito de estar andando con esa clase de ‘amiguitos’, ¿porque si no?”... Las tandas que les cayó,


fueron su santo remedio… y aún más las lágrimas que su madre derramaba suplicándoles que no fueran como ellos. “Yo me

estoy

rompiendo el lomo

para

no caigan en

esas

andanzas”… “Jamás cometan esas locuras”… Les repetía continuamente hasta el cansancio. Y eso es lo que caló. Pues ningún niño, en su sano juicio, quiere hacer llorar a su madre por

semejantes

desavenencias…

‘Hasta

en

prometido es deuda que había que saber honrar’.

un

niño

lo


“Feliz la persona que llega a conocer el motivo de las cosas”

LOS JUEGOS Y LOS NEGOCIOS



El trabajo y los negocios La conformación de las ‘patotas’, grupo de niños y jóvenes, que se conocían como pandillas, los muchachos ‘del barrio’ y no como los de ahora, era propio de vivir en barrios muy ‘pendencieros’, en zona conocidas como marginales. Eso era sólo mas que un juego, una manera de organizarse, compartir sus principios, y defender sus intereses comunes. Y ya cuando los estudios escolares estuvieran por terminar, ahí sí que se sentía que el ‘barrio’, ‘la calle’ le ganaba a los muy jovencitos, y desviaban sus caminos hacia otros propósitos no muy buenos.

Juego de mundo parecido, le falta el Nº 9. El cielo era más grande

Pero en el caso de ‘Agustito’ y su ‘collera’, se podía decir que todo iba bien. Sólo eran niños deseosos de vibrar, vivir sus momentos sin distinción alguna, entre juegos de las ‘bolitas’ de cristal, y su famosa medida de ‘las langas’(distancia mayor entre el pulgar y el anular de una mano ayudada por la otra


para alcanzar las bolas próximas) o los ‘ñocos’ o ‘boliches’, bolitas negras de alguna planta que sus paisanos llamaban ‘suyruqus’.

Además

había

otros

juegos

como

‘Saltar

la

soga’(de soga gruesa de cáñamo, el que no podía entrar ni salir de ella en movimiento, perdía y se podía en hacerla girar) ‘el palito chino’, el famoso ‘Mundo’(en el que se usaban una porción de cáscaras de plátano de la isla dobladas en dos partes porque se adherían bien a la vereda); lo seguía la ‘Culebra’ novísimas

juego

que

en

veredas

las se

dibujaban con tiza blanca una especia de culebra por el que se tenía que deslizar una tapa de

betún

empujado

por

el

jugador en un solo pie, perdía quein se saliera de ella; el vuelo de las cometas; el ‘run run’; ‘el carrito de todos’(especie de carreta artesanal de madera con tres rodajes, con timonel, en el que se turnaban para unos pasearse y otros empujar). Los juegos de carnavales; el maravilloso ‘Trompo y la cocina’(después conocería lo que Ricardo Palma escribió con ‘Chupitos’: “Trompo con quiñes, ni de vainas” ), y la sacada de monedas de un círculo, con el sorteo del escupitajo; el juego de ‘La chancha’(consistía en coleccionar películas recortadas en cada toma, poner una o varias en un libro o cuaderno ancho y entre ellas una con diez películas como señuelo, para que el sorteador hiciera coincidir una de sus películas con la famosa ‘chancha’. Si lo hacía se llevaba la chancha, y si no dejaba la suya en el libro, que para esto eran seleccionados los diccionarios o biblias.)


En las temporadas de estos juegos a nuestro ‘Agustito’ se le presentaba las oportunidades de entrar en el ‘negocio’ del canje, la compra y venta, de todo tipo de necesidades infantiles. Ya sea desde el cambio de las ‘bolitas’, venta de cinco por una moneda; venta de películas en grupos de cinco envueltas en papel de cometa; venta de trompos de ‘huarango’ con sus respectivas ‘huaracas’ trenzadas de cáñamo. La venta de serpentinas y talcos en los conocidos ‘torpedos’ o la famosa ‘matachola’, los globos carnavaleros o ya llenos de agua, listos para aventar o ‘chisguetes’ con agua. Venta de ‘run run’ hechas artesanalmente de chapitas de gaseosa bien chancadas y afiladas para que pudieran cortar al oponente. Lo del ‘palito chino’ era una odisea, hasta que su madre le dio una paliza de señor mío, por haberle recortado su escoba para esta clase de juegos. Consistía en tener un palo es escoba de 40 cm. Y otro menor de 8 cm., que tomando el primero por un extremo había que hacer saltar al segundo desde el suelo, y cuando estaba en el aire, tocarlo una o voz veces, con el palo grande y luego golpearlo para lanzarlo lo más distante posible, donde el grupo oponente esperaban, para que con el más corto hacer topar al más grande dejado en el hoyo del que se sacó al arrojarlo. Si en ese interín los oponentes cogían el


palito

enviado

sin

tocar

tierra,

ellos

ganaban,

y

se

intercambiaban las posiciones de los jugadores. Las famosas ‘kangas’ eran las posiciones con dificultad para lanzar el palito que consistía en cogerse la oreja derecha con la mano izquierda y entre ellos pasar el brazo derecho, tomando el palo grande que pasaba entre las piernas por la parte posterior, y realizar el juego simple descrito. Esta forma de juego valía diez puntos más que el simple. Y ganaba quien llegara a los cien. El ‘palito chino’ o ‘palitroque’ se jugaban en grupos, que incluso se sabe que a cercanías del restaurante ‘El Sukiyaki’ de Felipe Tamamoto se jugó con el grupo de un chinito muy en particular, que su mamá se llamaba Otilia Campos Bárcena y su padre Víctor Polay Risco, quienes al principio tenían y atendían en una lechería por el obelisco, y posteriormente cambiaron de rubro a una ferretería. Pues este niño, quien estudiaría en el Parroquial ‘San Antonio’ después en el ‘Dos de Mayo’ del Callao, sería con el tiempo, nada menos que muy conocido como Víctor Polay Campos (nacido en el Callao el 06 de Abril de 1951) siendo miembro del Grupo Scout juntamente con Marco Miyashiro.

Adultos practicando ‘el palito chino’


Conforme iban creciendo los niños, la temporada de las cometas en el mes de Agosto y Setiembre eran de las más afanosas. Se dedicaban en cuerpo y alma en demostrar sus cualidades de constructor, y volador de cometas. Y todo empezaba con un simple

y útil ‘cambucho’. Pareciera que

‘Agustito’ lo recordara muy bien, y por eso tiene a Dédalo como a uno de sus héroes máximos. Construir un ‘cambucho’ es lo más fácil y lo más simple del mundo. El niño que no pueda

construirse

el

suyo

propio,

no

podrá

tener

las

capacidades y ni las nociones de cómo son las cosas de la aerodinámica, el peso bruto

empujado

por el

aire, las

distancias de la cuerdas llamados ‘tirantes’, el uso del material de contrapeso o llamado ‘cola’ y el arte o la fortuna de hacerlo volar, para que permanezca en el aire. Hasta de papel periódico se hace un ‘cambucho’ pero se descubrirá que si no tiene las dimensiones proporcionales exactas, no volará, como

suelen

volar

los

‘cambuchos’.

De

este

simple

acontecimiento se puede inferir que niño u hombre que, con sus propias manos, no haya construido ni volado un escueto ‘cambucho’, pues no sabe de las sensaciones que se ha perdido, y por lo tanto podría ser considerado también, un perfecto inútil. Y para que no se rompa el ‘coco’(la cabeza) pensando en cómo será esta odisea infantil, sería un honor someterlo a una prueba simple y de bajo costo, como lo hacía ‘Agustito’. Tome una hoja de papel bond de 60 gramos tamaño carta u oficio, cogiéndolo desde su forma horizontal dóblelo en tres partes iguales. Volviéndolo a tomar de su forma horizontal, colóquele un ‘tirante’ de pita o hilo de carrete, haciendo agujeros por las partes media superior, y luego amarre a este tirante por su parte central el hilo de carrete con el que va volar el


‘cambucho’, el mismo que deberá tener un sobre peso llamada ‘cola’, que dependiendo de la velocidad del aire, tendrá que ser corta o más grande, regularmente de retazos de tela delgada. Y aquí entrará su ingenio, al descubrir lo que tiene demás o lo que le hace falta para que su ‘cambucho’ pueda volar.

En materia de cometas ya es otro cantar. Se pudiera decir que era cosas de ‘profesionales’, teniéndose en cuenta de la época en el que se hace este recuento, entre los años cincuenta y sesenta, en donde sólo se conocía el papel de cometa a colores, los palitos de caña brava, conocidos como ‘carrizos’, los pabilos de hilos de algodón, las gomas o engrudos hechos en casa, y las medidas y proporciones exactas. Se comenzaba con los más simples, cometas rectangulares, con dos cañas cruzadas. Luego seguían los ‘barriles’ o ‘barriletes’ en la forma hexagonal, con tres cañas. Continuaban las ‘Pavas’, algo así como unos rombos. Después las ‘Pavas reales’, como la de un rombo, pero con tres puntas en la parte superior, en forma de estrellas. Y todos ellos con o sin flecos de colores a los costados que los hacían vibrar, cuando se les daba la ‘comba’ o la ‘combita’ para mantenerlos en el aire. Todo tenía su precio, y se hacían cometas a pedido. El peligro, del que se salvaron ‘Agustito’ y sus amigos eran de


los camiones de transportes, y lo que era peor aún era de los cables de alta tensión que recorrían al costado de las líneas del tren, como

a unos doscientos

metros, cuando por

impericia los ‘barriles’ o ‘las pavas’ se enganchaban en los postes o cables. Había que dejarlos nomás, y romper la pita o el pabilo. Eran pérdidas que ya estaban manejadas, y daba motivo para construirse otras. ‘Las peritas’ y sus prodigios Hubo una circunstancia casi inimaginable que le despertó la mente de ‘Agustito’, cuando en cierta oportunidad su mamá Sabina había retornado del mercado trayéndole una bolsita de ‘peritas’ muy pequeñas, de sabor muy parecido a los frutos grandes, con el que salió a comer en la puerta de su caso en el callejón ‘Los Ángeles’, y al verlo así sus amiguitos de la ‘collera’ quisieron también degustar del mismo o sea se ‘antojaron’ como unos ‘monos’, y les ofertó vendérselos como a cinco por un sol o algo así, y resultó vendiéndolos todos, por lo que le pidió a su madre que le comprara cinco veces más de lo que le había traído, ofertándolo ya en una fuente en la puerta de su casa, haciendo un gran negocio con ello, y duplicando sus ganancias. Empezó a manejar su ‘capital’ y la forma de hacer negocio. Lo hizo también con las fresas, las manzanas y los ‘platanitos manzanos’, pero no le resultaron. Se dio cuenta que la ‘novedad’ era el ‘jale’ de estas cosas. El comercio le resultó hasta que las demás madres empezaron a traer del mercado, lo mismo para sus hijos. Y con ello desapareció su negocio.


Los resquicios de la ‘Mozuca’ Los integrantes de su ‘pandilla’ descubrían nuevas formas de hacer dinero honestamente, aparte de los ‘negocios’ de temporada, y las que se le presentaba casualmente. Uno de sus preceptos más comunes era que “En este mundo todo se compra, todo se vende”. Pues uno de ellos consistía en recolectar fierros, alambres, latas, vidrios, incluso huesos de todo tipo para juntarlos y llevarlos después en un triciclo a un centro recopilador llamado ‘La Mozuca’ a orillas del río Rímac, donde era un botadero de basura, y los vendían al peso. Para lo cual tenían que recorrer con sus amigos por las calles, y los rincones para recoger sus preciados bienes. Con esto tenían para el colegio o los gastos para el cine en el novísimo ‘Santa Marina’ y los dulces y demás golosinas. Era fruto de sus esfuerzos. Entre los amigos de su ‘collera’ estaban ‘El Charavilo’ y su hermanito ‘Negro Negro’; ‘El Anticucho’; su querido y entrañable primo ‘Felipe’; ‘El Goyito’, su hermanito ‘El Pale’; ‘El Manuel’ y su hermanito ‘Calincho’; ‘El Julián’ y su hermanito

‘Indalicio

Cuchichachua’;

‘El

Jaimicho’;

‘El

Sebastián’ y su hermanito ‘El Calancas’; ‘El Chancho’ y su hermano ‘Eduardo’, porque el mayor ‘César’ ya se estaba dedicando a las faenas de la pesca en bolicheras. El ‘Calincho’ era cosa seria. Menor que ‘Agustito’, pero ducho en el juego al igual que su hermano ‘Manuel’ cada que se jugaba con el tendía a molestarse cuando descubría o sospechaba que se le estaba haciendo ‘trampa’, y en el mismo preciso momento se le trababa la lengua,

mecánica

disléxicamente,

o

cuando

mejor

dicho

trataba

de


decir: “Estás huev…ón” Decía: “Estás hue hueee hue hue hue hue hueeeee…” hasta que le decían “Ya juega no más” y se calmaba. Y peor era cuando quería decir la lisura mas brava, mentar la madre. “Estáaas… concha- concha- concha- conchaconcha- concha-…” Hasta que le decían “La tuya huev…” Y se calmaba. O sea era tartamudo por repetición. Y lo contrario era el ‘Julián’, quien era tartamudo por ‘sofocación’. Al querer hablar en un momento de ofuscación se trababa, y al querer tomar aire para responder, repetía el mismo gesto, algo así como “Este…. Este… Este…” “Anda pe…. Anda pe… Anda pe”. No valía juntarse mucho con ellos, porque parecía que era contagioso sus padecimientos. De los juegos y otras rondas Por supuesto que de niños, ‘la mancha’ de ‘Agustito’, jugaron al ‘Lingo’; a ‘Las chapadas’; ‘A las escondidas’(donde con ‘Laurita’ y ‘Cecilia’ lo hacían tan bien que nadie los podía encontrar); ‘A las rondas’(‘Arroz con leche’, ‘El Gran Bonetón’, ‘Toma chocolate’, ‘Lobo estás’ y esas cosas); ‘Toma la sortija’(“Toma la sortija que en tu mano está, toma la sortija que en tu mano está”, juego de adivinanza en que un jugador trataba de saber quién del grupo, sentados en redondela, tenía la

sortija

que

había

depositado

otro jugador. Los

más

inocentes se descubrían muy rápido con sólo mirarle las caras). Había días especiales para jugar a contar cuentos macabros o de esas que hacían asustar. El de ‘El jinete sin cabeza’ era de las buenas, que incluso fue llevado al cine, años después. Otra era ‘María la Marimacha, dame mi corazón’(De María, niña que jugaba como los hombres, y que cuando perdió el dinero que su mamá le había dado para comprar un corazón para hacer anticuchos, al regresar se fue al cementerio y trajo un corazón recién enterrado, y toda su


familia comió de él. Pero ya en horas de madrugada una voz escalofriante lo llamaba en la puerta de su casa “María, la marimacha, dame mi corazóooonn”… Hasta que la niña contó toda la verdad, y devolvieron lo poco que había quedado… Era una especie de moraleja, de las cosas que las niñas o niños no debieran de hacer. Como se dijo, eran días especiales, como el día de los muertos, de los santos difuntos, o había fallecido alguien en el barrio. Pero cuando apareció en el cine el famoso

Conde

Christopher

‘Drácula’(

Lee,

mostrado

en

sus

ensangrentados, nocturnos

de 1958)

colmillos los

juegos

empezaron

a

desparecer, las sombras eran para temer,

los

ruidos

inesperados

daban sobresaltos. Fue un rompimiento con la niñez de aquel barrio de ‘Los Angeles’ en el Callao. La poza de los calatos Cuando llegaba la temporada de verano y los meses de vacaciones escolares el barrio y los muchachos sufrían grandes

transformaciones,

aparte

de

los

‘negocios’

ya

descritos, se venía el calor encima, y aparte del juego de los carnavales con agua para mitigar el calor, no había otra forma de divertimento alguno más cercano y apropiado como para unos niños entre los seis y doce años. Por aquellos tiempos bañarse en el mar les estaba prohibidos, muchos no sabían nadar, y la única playa accesible era ‘La Arenilla’ cerca a la Punta, que todavía no estaba muy cercada, y era accesible a los niños, pero conforme se le fue cerrando el cerco de rocas, el agua de mar se hizo estancada y caliente y lleno de yuyos verdes que la hicieron contaminante. Otra de las zonas de


baño era la desembocadura del río Rímac, por el sector del llamado ‘Dársena’ de la Marina de Guerra del Perú, pero que había que sortear la vigilancia de los marineros y la ensenada que se formaba era muy peligroso

por la acumulación de

sedimento fangoso y de ramas y palos secos, en su fondo, con los que se podían quedar entrampados o atascados cualquier bañista. Y había que bañarse ‘mudos’ sin hacer bulla para no ser presas de la vigilancia, que a veces amenazaban con llevarse las ropas. Hasta que uno de los integrantes de la ‘pandilla’ encontró un lugar ubicado entre los edificios de Santa Marina Norte y Santa Marina Sur, casi a unos cuantos metros de la Avenida Argentina, quedaba

frente la

levaduras

donde

fábrica

de

Fleichmann,

donde también se hacían saborizantes gelatinas

o

para

las

‘flavor

aids’

(que pintaban las lenguas tan sólo probarlas) y la leche en polvo en sobres, y mejor aún frente al barrio de ‘Corongo’, con dirección

al

Barrio

de

‘Centenario’,

una

especie

de

afloramiento de agua subterránea o continuación de alguna acequia de aguas cristalinas pero rodeado de yerbas y plantas acuáticas con bulbos, con un acceso especial, que sólo los niños conocían, y al que llamaron ‘La poza de los calatos’, en donde se bañaban sin ropa alguna. Este paisaje especial en donde los niños del barrio de ‘San Juan Bosco’(en el que estaba incluido ‘El Pasaje de los Ángeles’) era el único lugar aparente para tomar sus baños veraniegos, en donde al zambullirse en sus aguas salían


recubiertos con los fondos cenagosos de color negro, que les hacían mucha gracias y un gran ‘vacilón’ a ellos porque les parecían que de un momento a otro les habían salido bigotes o pelajes por todo el cuerpo y había que limpiarse con abundante agua. Los más osados solían aventarse de una especie de trampolín o tronco seco, encaramado en la zona de mayor diversión que habían encontrado.


POR LAS RUTAS DEL TREN Y ‘EL AVION’ DEL YANQUI



Por las rutas del Ferrocarril Cuando el padre de ‘Agustito’ se vino a Lima, especialmente al Callao, tuvo la acogida de su prima Teodosia Ricardina Zea Sulca (Tía Tioca) casada con Juan Sixto Lazón Garay, en donde logró reunirse con sus paisanos que habían formado una

especie

avanzada,

de

del

representativo

frente lugar

o más

de

las

costumbres de Concepción, en el Pasaje ‘Los Angeles’ de la cuadra

dos

sesenta

de

la

avenida Contralmirante Mora, a dos cuadras del Obelisco del Callao, y otros más del Terminal Pesquero en ‘Puerto Nuevo’. Uno de sus primeros trabajos fue como obrero en el Banco Minero por cercanías de su barrio, del cual se cansó por el peligro de respirar el mineral en polvo. Luego se desempeñó como ayudante de matarife en el camal del barrio de Frigorífico, cerca del puerto, a donde lo llevó su primo Filomeno Alarcón, pero llegar con manchas de sangre en el mandil, no era cosa para él. Y después de tanto bregar formó parte del contingente de los obreros del Ferrocarril Central FFCC, donde laboró toda su vida, en el Patio y

Factoría

Guadalupe de la antigua ‘Peruvian Cooper Corporation’ de capital canadiense y que en 1971 fuera expropiada por la Junta de Gobierno Militar del general Juan Velasco Alvarado, creándose el 1 de Diciembre de 1972 la Empresa Nacional de Ferrocarriles, más conocida como ENAFER PERU, a cercanías del Puerto de Aduanas en al Callao.


Para eso fue convencido por quien sería su primo, casado con Petronila Sulca Fernández, Benedicto Mendoza Cisneros (hijo predilecto y bien amado de Manzanáyocc -en la foto-), y él a su vez fue recomendado por su paisano Zacarías Vásquez LLamoja

(de

trabajaba

como

oficina.

Y

también

así

Tantar),

quien

mensajero fueron

Doroteo

de

llegando Fernández

Canales ‘Carita’ y Leopoldo Sulca Zea. También trabajaron con ellos en la Factoría Guadalupe: Eduardo Farfán Pucclla y su hijo Zenón; Juan Alarcón(hermano menor de Filomeno Alarcón); Ricardo Vásquez (Papá de William Vásquez ‘Coca Cola’); Basilio LLamoja(papá de Emilia) Pío Chauca(de Chacarí); Primitivo Vásquez(sobrino de Zacarías); Ernesto Ticona; Leoncio Salvatierra de Manzanayocc; y el hermano menor de Leopoldo, Próspero Sulca Zea, como operario de máquinas, pero que al haber tenido un accidente en el que perdió el dedo índice derecho, lo traspasaron al Patio de los pintores de ‘brocha gorda’.

Los hermanos Doroteo, Ángel y Leoncio Fernández Canales. Ernesto Ticona, Fortunata Alarcón, esposa de Ticona, Leopoldo y Sabina, Víctor Bellido Martínez y Próspero Sulca.


‘Agustito’

aún

recuerda

muy

bien

aquella

Factoría

de

Guadalupe porque en innumerables oportunidades tenía que intercambiar con su madre y su hermano Antonio en llevarle el almuerzo a su padre en una portavianda de fierro enlosado de color blanco, para lo cual podía hacerlo por una de las dos vías. Una larga que bordeaba la Inka Losa, pasaba por el Puesto GC de Chacaritas, bordeaba el Cine Santa Marina, y luego recto hasta el Terminal Portuario donde encontraba a su padre entre una multitud de trabajadores que usaban el uniforme

beige

(overol)

hasta

con

‘cristina’(gorra) y que ya esperaban a sus familiares para recibirlos en la misma calle o portón general. La otra vía era la más corta pero a la vez la más pestilente y peligrosa. Era cuando se usaba la vía del ferrocarril que cruzaba la avenida Contralmirante Mora, dirección izquierda, que era usado regularmente como una letrina pública y había que sortear las deposiciones en el suelo, así como la presencia inusitada de los trenes y sus cargas que casi le arrinconaban a las paredes, sin contar con la presencia de vagos y borrachos que descansaban su ‘nona’ por el lugar. Peligros por el que tenía que pasar para llevar su refrigerio a su padre. El regreso siempre lo hacía por la primera vía.


El Cachascán en el Luna Park A finales de los años 50 e inicios del sesenta ‘Agustito’ y su hermano Antonio tuvieron el privilegio de gozar de aquel fenómeno cultural-deportivo que guardaba relación y había derivado de la lucha greco-romana, la lucha libre, o más conocida como ‘El Cachascán’ que se desarrollaba en el Luna Park de la avenida Colonial, a pocas cuadras de la Plaza Dos de Mayo, al cual se llegada en tranvía de La Punta a Lima.

El famoso ‘Cachascán’ derivaba de un término inglés ‘Catch – us(as) – can’(algo así como “agárrense como puedan”) y lo conocieron gracias a la gentileza y cariño de su tío Epifanio Gallegos Sulca, que por esos años estaba en amores con la que sería su esposa Carmen Landeo, quienes los domingos los llevaban a la carpa de luchadores, en los que se presentaban los famosos conocidos como “El Yanqui”, “El Conde”,

”El

Ciclón”,

Jack

Sabú,

“El

Chiclayano”, Reynamure “Charro Valera”, ‘El Tigre’, y otros como el español, Vicente García, el japonés “Nakamijo”, “El Oso Griego”, “El Búfalo”, Renato “El Hermoso”

De todos los más representativos eran “El Yanqui”, “El Conde”, ”El Ciclón” porque pertenecían a la clase de los luchadores ‘buenos’, los técnicos, y se les recuerda por sus ‘tacles’, martillo’,

‘las ‘la

tijeras

voladoras’,

quebradora’,

‘la

‘el silla

turca’, la llave ‘Nelson’ o la ‘Doble

Nelson’ y quebrarlo a gritos. “El Yanqui” era muy conocido en


aplicar el famoso ‘avión’, en el que tomaba al rival de los pies haciéndolo girar varias vueltas hasta marearlo y se le volteaba para sentarse en la parte posterior de la cintura y aplicarle la quebradora. También había otro grupo de luchadores llamados los ‘rudos’, más bien eran ‘los cochinos’ los que hacían trampa en la lucha, aplicaban limones a los ojos del rival(El Vikingo), usaban

manoplas

para

hacer

más

daño, o pomadas(Mentholatum) a los ojos para ‘enceguecer’ al oponente, con gran griterío de los asistentes, entre ellos el tío Gallegos y sus sobrinos, para avisar a los ‘buenos’ de las maniobras arteras de ‘los malos’. Pero al final siempre se imponían los ‘buenos’ y se pactaban las nuevas luchas para el próximo domingo. Los asistentes no se daban cuenta que todo ello era sólo un espectáculo, bien armado y ensayado para realizar tales acrobacias, pero los personajes como ‘Blue Demon’, el famoso ‘Santo’, el enmascarado de Plata de México, hacían creer que todo era real. Los niños no se podían imaginar que estos deportistas

eran

unos

verdaderos

profesionales

en

su

actuación. Habían luchas de ‘Pelo contra pelo’ y se cortaban el pelo. ‘Máscara contra máscara’ y se quitaban la máscara, al menos por ese día. En el otro bando estaban ‘La Momia’, ‘Drácula’, ‘El Oso’, ‘Atila’, ‘Gitano’, ‘Popeye’, ‘El Salvaje Flores’, ‘La Fiera’, ‘El Loco Cardenal’, ‘El Toro’, ‘Vikingo’, ‘El Pantera’, ‘Sandokán’. Y todos ellos bajo la batuta del empresario, y ex luchador Max Aguirre.


“Echo agua” Cuando la edad ya les iba avanzando el Grupo de ‘Agustito’ descubrió una nueva forma de hacer ‘fortuna’, cuando se percataron que los hermanos mayores, desaparecían del barrio en horas de la tarde y

después del colegio, y

regresaban contentos y portando cada uno de ellos una simple lata, de esas de pintura que ya habían sido usadas, de la que estaba sujeta una soga o cuerda de ocho o diez metros, con los que hacían ostentación de ‘tener sencillo’ en los bolsillos, que para los niños menores les estaba prohibido, de seguro más que todo por la responsabilidad de cargar con ellos. Entonces ‘la mancha’ de ‘Agustito’, sin que se dieran cuenta, decidieron seguirlos a hurtadillas para saber ¿cómo era este negocio? Y supieron la nueva veta del negocio infantil, de eso de ‘echar agua’ en las pescaderías del terminal marítimo pasando por Puerto Nuevo y los ‘recovecos’ de su enigmático paisaje porteño. Entonces a alistarse se ha dicho, con latas, soguillas, botas de agua, ropa especial para el olor a pescado. La ‘Pandilla’ conocida premunidos de sus indumentarias se fueron a hacer lo que tenían que hacer. Y vieron que sus hermanos mayores, entre los que se encontraban ‘Antonio’, ‘Alfredo’, ‘El Chancho’, ‘Charavilo’ no se daban abasto para atender a las pescaderas y tener los pescados limpios y frescos para la venta, recién sacados de las ‘bolicheras’ o las ‘chalanas’, y a malas ganas accedieron en la presencia

de

los

‘echadores de agua’.

nuevos


En lo particular era la primera vez que ‘Agustito’ hacía esta tarea, además no sabía nadar, y la forma en que tenía que hacerlo era de mucho riesgo y peligro. Colocarse al borde del muelle de madera, dejar caer la lata hasta la superficie del mar, y luego hacer una verdadera pirueta para que la lata se reclinara y se hundiera para coger agua, y luego elevarla y llevarla hasta el puesto de pescado y después echarla en el ‘balay’(canastones tejidos de caña brava), lavando de esa manera los pescados. Cuál sería la cara de ‘Agustito’ que al preguntarle a la primera pescadera “Tía, ¿Echo agua?”, la señora asintió “Ya papito”, y tras los esfuerzos iniciales de la primera vez, en voltear una lata, con ilusión trajo su primera lata y cumplió su trabajo, a la que la pescadera le ‘regaló’ un sol de esos tiempos. Aquello le dejó pasmado al ‘lateador’, y con eso ya tenía más que suficiente por aquella noche, que decidieron regresar, para que su madre no notara su ausencia. Y encima se fue llevando un ‘bonito’ que le habían obsequiado. Mas cuando al día siguiente ya habían hecho cuentas de cuánto podía sacar de este nuevo ‘trabajito’, con abundantes ganas se dedicó a su nueva faena, en la que otra pescadera tomó sus servicios. En cuanto trajo la primera lata, la señora no se dio cuenta, y volvió por la segunda, la tercera y la cuarta. Él iba llevando la cuenta de la cantidad de latas que había traído, ya serían como diez. “Diez soles” – se decía- Pero cuando le dijo que ya había terminado, la señora sólo le dio veinte centavos, de esos que llamaban una ‘peseta’, lo que le desilusionó grandemente. Haberse esforzado tanto para tan poco. Se dio cuenta que ‘no todas las personas te miran por igual, no todas las personas te pagan igual’. Concluyó que no


valía la pena arriesgar la vida por tan poco. Fue una experiencia positiva para inexperta vida. Su madre, al darse cuenta que su ropa olía a pescado, acabó con la lata, la soga y demás, y también con la de su hermano. Con eso se le acabó la monserga faena de ‘echar agua al pescado’, y de un negocio riesgoso y poco lucrativo. De su querido amigo Alfredo Fernández Llamoja, un poquito mayor que él, más conocido como el ‘Papi’ o ‘Fokín’, se puede describir una semblanza en la que algunas veces su papá, don Doroteo Fernández Canales ‘Carita’ cuando llegaba del trabajo en el Ferrocarril Central, y lo encontraba jugando a las bolitas, o los trompos, y no había hecho algún recado o tarea, lo ‘asustaba’ como pretendiendo darla una zurra con la correa que llevaba puesto en el pantalón, haciendo movimientos de piernas y cintura como un baile de ‘twis’ en el mismo lugar, con ademanes que iba a sacar para darle de correazos y pronunciando repetidamente palabras de ‘¡¡¡Papicha caraj..’!!!! (bis)

No

llegando

en

ningún

momento

a

realizar

tales

amenazas, por la huída que se daba su hijo. Ya de joven, el buen ’Papi’ Alfredo, en el fútbol, cuando defendía los colores del Centro Social Concepción, se le conocía como ‘Fokín’, por ser muy parecido a un jugador del Dínamo de Moscú que vino a jugar por Lima en los años cincuenta, y así lo bautizaron y lo conocieron la generación de su primo Rodrigo Galindo, su tío Guzmán Sulca, y su amigo Marcelino Lazón.


VIAJANDO CON LAS LECTURAS



Las aventuras de viajar A la edad que tenía ‘Agustito’ y por el barrio en que vivía, no tenía la menor idea de poder viajar más allá de una cuantas cuadras de su casa y mucho menos por el mundo. Para él y su ‘collera’ su ‘mundo’ estaba enmarcado en los límites de su espacio. Algunas veces hasta la ‘Mozuca’, los domingos hasta la cancha ‘Villegas’ donde jugaban fútbol sus paisanos. Por otro lado estaba La Punta, playa Cantolao(donde aprendió a nadar), ‘La Arenilla’ y la ‘Carpayo’. En ciertas oportunidades se escapaba hasta el zoológico de Barranco, le entusiasmaba ver a los animales, para lo cual tomaba el tranvía de La Punta a Lima, y de ahí a Barranco, con pasaje escolar. En una oportunidad tuvo un paseo de Promoción hacia el balneario de Pucusana en donde conoció del ‘Boquerón del Diablo y se paseó en bote, o ‘chalana’. Esta se

podría decir que era la

aventura más distante que podía efectuar. Y claro sin conocimiento de sus padres, porque sino ya sabía qué le caería. Esto es en cuanto al viaje físico.

Pero, había otras formas de viajar. Cuando en sus

iniciales

épocas escolares, y después gracias a su profesor de Literatura Isaías Arreche, quien le repetía “Todo en la vida, es constante ritmo” “Ritmo para nacer, vivir, hasta para hacer el amor y también para morir” “Ritmo para meditar, orar y


exclamar” “Ritmo para todo” “Quien no tenga ritmo, está condenado

a

deambular”.

De

esta

forma

descubrió

la

narrativa, las fábulas, los cuentos, y el que más le llamó la atención fue ‘El Gato con Botas’ (de Charles Perrault, 1697) y las Fábulas de Esopo, que su mamá Sabina solía repetirlas cada vez que se presentaba la oportunidad para dejarle una moraleja, quizá sobre el trabajo(La Hormiga y la Cigarra); sobre la mentira(El Pastorcillo mentiroso); sobre la auto consolación(La zorra y las uvas), y muchas otras. El Gato con Botas era el que más lo entusiasmaba, por su contenido simple en el que un padre dejó en herencia a sus tres hijos. Al mayor, un molino; al segundo un burro; y al tercero, un desencajado gato.

La Hormiga y la Cigarra

Los Tres Chanchitos

Pero este gato que sabía hablar y con el uso de unas botas y sombrero al estilo de D'Artagnan(el amigo de Los Tres Mosqueteros

–de

Alexandre

Dumas, 1844-

amigos

inseparables que vivían bajo el lema “Uno para todos, Todos para Uno” en su lucha contra el Cardenal Richelieu y el Conde de Rochefort) llevaría a su amo por grandes aventuras hasta hacerse pasar que era un fiel sirviente del Marqués de Carabás, consiguiendo comida, vestidos, los amores de una princesa

y

hasta

el

castillo

de

un

ogro

mago(que

al

convertirse en ratón, el gato se lo comió). En conclusión, se puede decir que del ‘Gato con botas’, se aprende muchas


cosas positivas, y negativas, también. Como el de no ser un gran

embaucador

de

ir

engañando

y

amenazando

para

conseguir sus propósitos, que para la mentalidad de un niño como ‘Agustito’, eso no se podía percibir, cuando se le toma en

todo

sentido

como

un

héroe

imaginario.

Pero

algo

importante de lo que se aprendió fue que, “al sitio donde uno fuere, sobretodo de visita, siempre había que llegar con algo en la mano”, como aquella ‘bolsa’ o ‘saco’ con una liebre, conejo o perdiz, dentro, y eso te hará ser bien recibido. Y de lo que más recuerda de este cuento es cuando terminaba con aquella conocida frase “Y desde entonces tanto el gato como el Marqués vivieron felices y comieron perdices”. (Si desea saber el cuento completo puede ir al final de esta historia)

Después del ‘El Gato con Botas’ vinieron las lecturas de ‘Caperucita

Roja’(también

de

Charles

Perrault), ‘El Patito Feo’ y ‘El Soldadito de Plomo’(de

Hans

Christian

Andersen);

‘Los

Tres Chanchitos’, ‘La zorra y el cuervo’(el que dejó caer su queso). Y eso, cuando ya empezaba a dejar la niñez, y las revistas de ‘Supermán’ y sobre todo ‘Tawa’ (el Hombre gacela, similar a Tarzán que era el hombre mono) – del mexicano Joaquín Cervantes

Bassoco,

1959-

le

dejaron

marcado en su predilección para la lectura. Con estas y muchas historias que en su vida leyó, incluidas las de ‘Archie’ y su amigo ‘Torombolo’.

Así

también

le

llegaría

el

tiempo de leer ‘El Principito’ del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Y al poco tiempo se extasiaría de las ocurrencias del ‘pajarraco’ de ‘Condorito’ y


su sobrino ‘Coné’, el único ‘rotito’ que le caía bien simpático. Después, de un modo más que cultural, apreciaba el formato y contenido de la Revista ‘Selecciones de ‘Reader's Digest’, y aprendía todo tipo de conocimiento publicado. Y así ‘viajó por el mundo

y

por el espacio’, compenetrándose con

los

personajes que le caían a la mano. Las historias policiales, del FBI, y muchos minilibros del lejano oeste, le cultivaban su sano juicio y fueron poderosos alimentos de su joven mente.

Archie y sus amigos

La tira cómica de Sampietri


Caricaturista en ciernes Cuando

todavía

era

muy

joven,

y

estaba

con

su

‘Furia’(bicicleta) y tenía que atender en su ‘kiosquito’ tenía la costumbre de hacerse una mini libreta de apuntes con papel de despacho recortado en las que mostraba sus dotes de dibujante al replicar las imágenes de ‘Sampietri’ -de Julio Fairlie-, de ‘Chabuca’ –Luís Baltazar-, ‘El Serrucho’ de David Málaga, ‘Manyute’ de Hernán Bartra, ‘Monky’ todos ellos de las tiras cómicas del diario ‘Última Hora’ de los años cincuenta(periódico con títulos de replana -jerga que le era muy familiarpara

sus

oídos

pero

con

contenidos

serios). Y precisamente cuando se encontraba en los afanes de efectuar los dibujos aparecería, como por encanto de magia, una niña mucho mayor que él, a quien la conocía como la ‘Cota’ (su nombre parecía ser como Constanza o Constantina, pero su mamá prefería llamarla así) para comprar algún producto del kiosko, y su presencia, lo dejaba anonadado, y mucho más cuando ella le sonreía, con sus dientes bien pronunciados, y solía decirle lo bonito que dibujaba. Eso ocurría cada vez que dibujaba a estos personajes. Se había producido los primeros chispazos de la magia y las ilusiones. Hasta que, poco después, se perdió aquella frecuencia de las ‘apariciones’, o la niña se había dado cuenta del trastorno que causaba, a un niño que apenas podía montar una bicicleta. Esto conmovió la fibras más internas del niño ‘Agustito’ que incluso hasta soñó con ella en una imagen que le alcanzaba un pañuelo, bajo los influjos de la canción de fondo ‘El


pañuelito’ (en mi mano llevo (bis) / el pañuelo blanco / ese que tú me diste(bis) / cuando te conocí en Santiago) y al despertar sólo pudo notar que su padre tenía la radio prendida en alto volumen en un día domingo. A decir el buen ‘Agustito’, la jovencita ‘Cota’ “No era bonita, pero tenía su encanto”, lo cual era más que suficiente como para suspirar por ella y guardar su grato recuerdo. Sampietri

‘Serrucho’ y sus ocurrencias


El ‘Kioskito’ y la formidable ‘Furia’ Contarles del famoso ‘kioskito’ de Leopoldo y Sabina ubicado en la calle Yurimaguas, frente a la casa de los ‘Saldaña’, era un acontecimiento sin par. Era uno de los negocios de su tipo en el

que

se

vendía

desde

pan,

‘yuquitas’, comestibles, verduras, hasta papel higiénico, gaseosas, tal como se puede ver en la foto. En ella aparecen don Leopoldo, su hijo Antonio y acomodando la bicicleta está ‘Agustito’. Era la primera bicicleta que le habían comprado y como por aquellos años se difundía una serie de un caballo negro llamado ‘Furia’, le puso de nombre a su ‘bicla’(bicicleta), que apenas podía llegar al pedal, y para manejarlo tenía que ‘meter’ una de sus piernas entre el triángulo mayor de la bicicleta, teniendo mucho cuidado que la punta de su pantalón no se ensucie ni se le enrede entre la cadena del pedal.



TODO CAMBIO TIENE SUS MOTIVOS



Los obligados cambios Los años pasaban entre carnavales que se jugaban con antifaz y lanzándose líquidos perfumados de una botellitas de origen francés, hasta llegar a los juegos del verdadero callejón, primero con agua limpia en ‘chisguetes’ de plástico o globos de colores, y posteriormente con barro, betún, hollín, pintura de lo más negro posible, y con ellos también se fueron el respeto a las ‘damas’, a los adultos, a los ancianos, más no a la autoridad, que cuando apenas aparecía los ‘tombos’ o el camión ‘caimán’, donde se hacían las ‘batidas’, de la Guardia Civil, todos desaparecían de los escenarios, hasta que todo estuviera en calma, o se pasara el ‘talán’ que ya no había peligro, y se seguía jugando sólo con las personas del barrio. Y con los carnavales se ofrecían nuevos negocios con la venta de globos grandes o chicos, rellenos de agua. Para los bailes en

las

noches

los

preparados

de

‘pica-pica’(papeles

recortados con el uso del perforador de diferentes colores). También el famoso ‘Rasca-rasca’ que no era más que aserrín de madera vendido en pequeños envases de tubos de papel cometa, los cuales eran vertidos en la cabeza y cuello para que le picara la espalda que por gravedad iría más abajo. La cuadra dos de la avenida Contralmirante Mora empezó a mostrarse bulliciosa, jaranera. Primero porque de cuando en cuando

aparecían

característica

un

vendedor

ambulante

con

su

voz

“Mangos, manzanas, plátanos”; “Chapanas,

mandarinas, naranjas e higos”; otros con “Ollas, cucharas, colchas y frazadas”, además del conocido hombre que llevaba una fuente del sabroso ‘Sanguito’ calientito. Era un vacilón cuando

aparecían

los

‘Humiteros’,

los

que

vendían

las

‘Humitas’ dulces de maíz a cinco por tantos. (Una cosa es


tamal y otra son las humitas). Para llamar la atención primero tocaban una ‘tumba’(tambor grande alargado) y el otro rasgaba un ‘huiro’. Dicen que los de antes llevaban guitarras y ‘maracas’. Hacían tanta bulla que todos los niños del

lugar

se

enteraban

y

ya

se

aprestan a pedir un sol a sus padres para comprarse las humitas. Una de las canciones más sonadas era el ‘Cumbanchero’, esa de Pérez Prado (..ruido del tambor y huiro… “El cumba- cumbacumba- cumbanchero”…” El bongo, bongo, bongoncero” -tres veces-…(no importaba la letra sino el hacer bulla) y cuando ya el público se reunía ofrecían sus productos). “Humitas, humitas, ricas humitas”. Los niños más juguetones y más osados se ponían a bailar con ellos. Era una pequeña diversión que siempre rompía con la monotonía de la tarde, sorpresa que

nos

endulzaba

la boca, al sentarnos a

comer en

‘mancha’(juntos). Las melodías de antaño Ya cuando en la cantina de Apolonio, (que anteriormente había sido una lechería, de propiedad de los padres de ‘Agustito’ donde una de sus primas llamada Urbana, de tremendos ojos grandes, atendía en la venta de café con leche y desayunos, y los más concurrentes le pedían una ‘mulita’, que era una cuarta de botella de licor, se tuvo que traspasar el local) empezaban sonar los primeros boleros cantineros de Lucho Barrios, Anamelba, Julio Jaramilllo, Pedrito Otiniano, Alci Acosta, además de las melodías de la Sonora Matancera con el ‘Tíbiri Tábara’

y su ‘Panamá me tombé’ de Daniel

Santos; ‘El que sabe, sabe’ y ‘Baja y tapa la olla’ de Los Compadres; ‘Quiero amanecer’ y ‘La Gorda’ de Los LLopis, y todos ellos tocados en una ‘Rokola’ recién traída donde se


echaba una moneda y se escogía la música que se quería oír. Y así empezaron a llegar nuevos parroquianos, nuevas gentes dedicados al vicio del trago y del alcohol. En primera instancia muy buenas gentes porque te daban tu propina ante algún favor, pero que después eran víctimas del hurto y arrebato, de extraños forajidos del lugar. Y así empezaba a malearse el ambiente. Las hermanitas García La

cuadra

dos

de

la

avenida

Contralmirante

Mora

era

particularmente divergente ya que los que estaban ubicados en la acera de los números pares eran de la zona del conjunto habitacional conocido posteriormente como el Barrio de San Juan Bosco, en los que se encontraba El Pasaje ‘Los Ángeles’ en toda la manzana colindante, mientras que a su frente, de los números impares pertenecían al barrio de Chacaritas y de casas de material noble, en donde estaba la cantina de Apolonio, una casa especial donde se atendía exclusivamente a conocidos o parroquianos de renombre, con comida, juegos de sapo y licores, en forma muy discreta, y más abajo en la esquina la ‘Inka Losa’. Y entre ellos vivían las hermanitas García, Naty y Mercedes que estudiaban en el colegio de mujeres ‘General Prado’(‘Gallinas Ponedoras’). ‘Mechita’ era al que ‘Agustito’ le llamaba mucho la atención y del que alguna vez

se

sintió

atraído,

pero

como

no

había

forma

de

acercamiento alguno, sólo era uno de esos romances de niño y luego de adolescente. En el que intercambiaron algunos ‘Holas’ y alguna que otra sonrisa, pero nada más. Ni en los carnavales las pudo ubicar, que incluso les tenía mucho respeto como para agredirlas ni siquiera con un globo con agua. Hasta que de un momento a otro desaparecieron, se fueron a otro lugar, del cual nunca más se supo. Eran unas niñas lindas y encantadoras, al menos para el lugar.


La hermosa Gladys Arista, modelo más cotizada de esas épocas con el versátil y osado Cholo ‘Nemesio Chupaca’(Tulio Loza)

El boom de la televisión Cuando en el año 1958 la televisión llegó al Perú con las primeras

señales

de

aquella

‘caja

mágica’,

este

acontecimiento pareciera que fuera inventado para beneficio de todos los niños, en especial para ‘Agustito’ y luego el de su pandilla. Pues rápidamente su padre había adquirido el primer televisor marca Imaco, de tubos cátodicos(El primer televisor fue creado el 26 de enero de 1926 por John Logie Baird), que tenía la particularidad de estar encastrada en una consola de madera sostenida en cuatro patas y de 21 pulgadas, en blanco y negro. Pues esto fue una maravilla para la memoria del buen ‘Agustito’ del que guardaría las imágenes de aquel programa con el ‘Tío Juan’(Juan Sedó) en la que aparecía un personajes como ‘Mi Payachi’(Ricardo

Tosso,

padre)

–primer

payaso que se vio en la televisión- Luego seguirían los payasos ‘Gaspar’, ‘Chicharrón’, y ‘Kaskarín’, continuarían ‘Cachirulo y Copetón’ (Rodolfo y Ramón Rey, los Hermanos King). Después, aquellas series como Topper; Skrapy; Terrytoons; Betty Boop; El Gato Félix; Patrulleros del Oeste; El jinete de la Pradera; El Niño del Circo; Los Lanceros de Bengala; Furia; Campeón; Lassie; La Aventuras de Rin Tin Tin; El Llanero Solitario; Roy Rogers;


Gene Autry; Jim de la Selva; Hopalong Cassidy;

‘La ley del

revólver’(Con el Comisario Matt Dillon y su ayudante Chester); Papá lo sabe todo; La Ciudad desnuda; Lawman; Wyatt Earp(Hugh O’brian); Bat Masterson; Cisco Kid; Colt 45; Mr. Ed; Los cuentos de Shirley Temple; Huckleberry Hound; Ivanhoe; Samurai o por el honor de los Takeda; El Santo; Los Intocables; Dimensión desconocida; Un Paso al más allá; Hawaii 5-0; Magnun; Dr.Kildare; El Avispón Verde; 77 Sunset Street; Flipper; Perry Mason; Robín Hood; Hechizada; Oso Yogui; El Hombre del Rifle(Chuck Connors); y un sinfín de ellos, que en días y horas estelares, despertaban el interés masivo del cada vez despierto ciudadano. (Si desea ver una amplia gama de resumen e imágenes de todos ellos ver al final)

‘Topper’

‘Batman y Robin’

‘Perdidos en el espacio’

‘El Fugitivo’

Y como tenía que ser lógico, este nuevo despertar de la tecnología también despertó la acuciosidad de ‘Agustito’, por el interés de sus propios vecinos al querer compartir en ver los nuevos programas, series, con el que se podía decir no el único televisor, sino el más accesible y propicio, ya que entraban gratis los más allegados de la collera, y los demás tenían que pagar sus respectivas entradas. De veinte y cincuenta centavos, hasta un sol, con asiento preferencial, los demás en bancas acondicionadas, cuando mayor era la concurrencia. Debido a la masiva concurrencia, en la casa de


‘Agustito’ hacía calor, además ya se les ofrecía canchitas de ‘pop corn’ y otros dulces como los ‘kekes’ hechos en casa, caramelos, frunas, y en especial las gelatinas bien frías, al que luego se le agregaría los famosos ‘marcianos’ de frutas de fresa, mangos, de leche con cocoa, de kola inglesa, cuando también llegaron las refrigeradoras a los domicilios. Más luego aparecieron algo similar a los ‘marcianos’, los famosos ‘Chups’ de fabricación industrial, pero no eran tan apreciados, por el sabor de las frutas. Esto era un nuevo ‘coto’ del que ‘Agustito’ sacaría provecho, y de lo que podía recaudar le servía para los útiles escolares, la reinversión de su ‘negocio’, en comprar ventiladores, y estar bien abastecido cuando las horas de los Avant Premier se los exigía, como las series de ‘Combate’(Vic Morrow), ‘Bonanza’, ‘El Gran Chaparral’, ‘Los Intocables’, ‘La Isla de Guilligan’, ‘Perdidos en el Espacio’ y muchos otros.

‘El Llanero Solitario’

‘El Superagente 86’

‘Los Magníficos’

El negocio de la televisión tuvo su declive cuando aparecieron nuevos aparatos en otras familias, como las de ‘Gamboa’, que le hicieron competencia, y en cada casa se adquirían nuevos y modernos televisores.


PAISAJES DE UN PUERTO INSOSPECHADO


“Cuando uno cuenta historias necesita formas reales para hacerlo”

“Un buen método para aliviar al corazón es llevar un diario de todas las diversiones” Mira Kirshenbaun ‘Todo pasa por algo’


Sucesos inesperados en el barrio Bolicheras al mar Uno de los espectáculos gratuitos y sorprendentes era ver pasar una bolichera, terminada de construir o refaccionar, rumbo al muelle o donde iba ser lanzada. El tránsito era paralizado o desviado, ya que ocupaba todo el ancho de la vía. El transporte se hacía en un vehículo especial, con tantas ruedas que no se podía contar. Los operarios se subían a la parte más alta de la bolichera, con una especie de ‘T’ de madera para levantar o sostener los cables que cruzaban las calles. Por lo regular las bolicheras eran de madera, calafateados de cáñamo para aguantar el agua de mar, hasta que aparecieron los fabricados de planchas de acero. El ‘Tarzán’ de Yurimaguas En uno de los rincones del barrio vivía el famoso ‘Tarzán’(de la calle Yurimaguas) que tenía una peculiaridad poco conocida. No hablaba casi con nadie. Pasaba de su casa a ‘su trabajo’ llevando una bicicleta, al que jamás se le veía montar. Por sus rasgos faciales y peinado parecía un paiteño, o tal vez de piura, y lo característico de este personaje era que tenía del torso descubierto, y así andaba de día o de noche. Llevaba una camisa colgada, para que no digan que no era por eso, y tenía la costumbre de llevar un periódico doblado(Última Hora) en dos, que lo colocaba en el bolsillo derecho de la parte posterior del pantalón. Más parecía estar ‘tocado’ de la cabeza.

Porque

sólo

en

pocas

ocasiones

se

‘cruzaba’

(enloquecía) y agitaba su periódico para que nadie se le acercara, pero en la mayoría de las veces no era agresivo, que a veces nadie se tomaba la molestia de molestarlo.


Perseguido por ‘La Borracha’ Aquella era una mujer que no se sabía de dónde aparecía ni cómo era

su

situación, pero en esporádicas ocasiones

causaba gran alboroto por el barrio o la calle por donde pasaba. Por lo regular al retornar del barrio de Frigorífico o Puerto Nuevo en horas de la tarde o iniciada la noche. Todo podía haber sido tranquilidad, y su paso casi inadvertido, pero desde que una vez los niños del barrio le gritaron ‘”Borracha”, se transformó agresivamente, y empezaba a corretearlos lanzándoles piedras, diciendo “¿Quién es borracha?”

“¿Quién

es borracha?” hasta que se perdía por los horizontes, y los niños se metían a sus casas, asustados por tamaño embate. De eso lo sabe muy bien ‘Agustito’ porque en una oportunidad fue perseguido, hasta casi ser alcanzado, en donde pudo ser objeto de una agresión con

resultados

insospechados.

Pero

menos mal que no fue así, ya que en su huida, escape y ocultamiento ‘borracha’

le

al

ser

preguntado

respondió,

por

la

asustadamente,

ofuscada con

un

mujer dilema

contundente “No, no, no”… “Yo he dicho estaría borracha”… por lo que se salvó de una segura pedrada. (En la foto el gran cómico Pablo Villanueva Branda ‘Melcochita’)

¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado! Los toros. En raras ocasiones, pero muy temerarias, al mismo estilo de la Feria de San Fermín, pero precario, se

escuchaban

los

gritos

de

“¡Cuidado!” “¡Cuidado!” alertando el paso de uno o varios toros con dirección al camal del frigorífico. Éstos andaban sueltos y conducidos


por sus vigilantes, seguramente para ser sacrificados, pero causaban tal alboroto, que varios se llevaban un susto de ‘padre y señor mío’. Para este caso, el callejón servía de refugio natural ante tales acontecimientos. ‘La Perrera’ Otro de los acontecimientos que más llamaba la atención de los niños era la presencia de una furgoneta muy apropiada, de la

que

descendían

dos

hombres

portando cazadoras

con una

mamelucos especie

de

lona

de

cuya

beige bolsas

entrada

estaba unida a un aro de fierro con mango largo que agarraba el captor y que era lanzado a los perros callejeros collar,

al

o

con

que

su

respectivo

envolvían

y

de

inmediato lo introducían al vehículo y emprendían veloz fuga, llevándose todos los perros que pudieran encontrar. Este hecho causaba una gran conmoción entre el vecindario, sobre todo en los niños cuando se enteraban que sus perros habían sido capturados, observándose gran lloriqueo entre los componentes de la ‘pandilla’ en espera que sus respectivas madres o familiar mayor pudiera ir a rescatar a su perro. De no hacerlo

en

cuarentiocho

horas,

las

mascotas

serían

sacrificadas. Claro que para rescatar a los perros capturados había que pagar una multa, los trámites de las vacunas contra la rabia, así como la correa y la medalla, para demostrar que estaban controlados. Era muy emocionante ver cuando los niños


mostraban a sus perros recuperados, pero también era una pena muy honda de saber que algunos no tendrían esa suerte. Por eso a la voz de “La perrera, la perrera” todos y cada uno a la vez procedían a coger a sus perros y guardarlos hasta que pasara la camioneta. ‘Los submarinos’ Después de los incendios que azotó al barrio, las casas prefabricas de ‘eternit’ le dieron un nuevo aspecto, con acceso al agua potable, y al que se conectaron los vecinos, también con el desagüe. Pero cuando en ciertas temporadas se producía un atoro e inundación, a inmediaciones de las puertas del vecindario se veían pasar flotando, las heces de los buzones, al que los niños, sobre todo al que conocían como ‘Charavilo’ gritaba alertando a los demás “¡Submarinos!, ¡Submarinos!, ¡Submarinos!”, y todos los presentes se ponían a reír. Los domingos de visita Cuando llegaba fin de semana en la casa de ‘Agustito’ se preparaban para el día domingo, en el que solían efectuar la visita sus familiares, procedente de Lima, y en el que el caldo de gallina tipo Mercado de Sáenz Peña o el tallarín rojo con gallina era el almuerzo especial. Y para acompañar estos suculentos potajes, era obligatorio ir a la bodega ‘Castellano’ en el barrio de Chacaritas para comprar una botella de vino ‘Sauthernes’ para asentar la degustación familiar. Y luego de departir con los visitantes, había que acompañarlos a que tomen el colectivo en el Obelisco, dándoles una especie de ‘seguridad’ ante cualquier percance, y del que los más ofrecidos obtendrían algunas propinas.


Historias de mascotas Los perros eran las mascotas de fácil acceso y mejores de manejar. Cuando las perras tenían sus crías, éstos eran repartidos entre los miembros de la ‘pandilla’. De todos ellos uno de lo que más recuerda era cuando se apareció por ahí, en la puerta de la casa de ‘Agustito’ y él le ofreció comida y se dejó acariciar. Luego de bañarlo y de quitarle algunas pulgas parecía de raza Bichon Frisé, al ver que no había quien lo reclamara, se quedó en el hogar. Era blanco

y

crespito,

juguetón

como

ninguno, por lo que su papá Leopoldo lo llamó

‘Chapo’

(peludo

barbudo

en

quechua) pero sus hijos le pusieron de nombre de ‘Napo’. Todo iba bien por unos meses, hasta que un día, tal como vino, aquel perro desapareció. Tal vez se lo habrían robado. Causó una gran pena perder a una mascota. Después de un buen tiempo y cuando la ‘mancha’ de ‘Agustito’ se trasladaba por la calle Pucallpa, por las líneas del tren rumbo a la ‘Mozuca’, pudo reconocer a su perro ‘Napo’ que le movía la cola, pero no salía a su encuentro. No sabía qué hacer. Hasta que apareció una señora de no muy buenas ganas, y le preguntó qué quería. Al reclamarle

a

su

perro,

la

señora

se

molestó y le dijo que era suyo, y que tenía otro nombre, y que se llamaba ‘Tamakún’, y el perro también le movía la cola. ‘Agustito’ se puso a llamarlo con bastante ahínco, pero no logró atraerlo hasta donde estaba. “Ya ves, es mi perro” – le dijo la señora, guardándolo en su casa- y avisó a su marido de la molestia que le causábamos. Éste era un


zambo fornido y tenía la cara de uno de esos ‘cimarrones’, que salió en ‘vibidí’ y al verlo los amenazó de inmediato. Ya alejado -por dentro se decía- “Sí, tal vez sea su perro, pero quizá no” Pero por las apariencias y la sospechosa risa de la mujer, no le quedó bien claro la cosa. Sólo sabía que estaba vivo y se encontraba bien. Además, no estaba de acuerdo con que un perro tuviera una retrucada ‘doble personalidad’ en distintos hogares y con diferentes dueños, por lo que se decidió en dejarlo como estaba. Y con mucha pena se alejó de aquel lugar. Después tuvo otras recordadas mascotas como ‘El Boby’ de color caramelo y que tenía la cola bien ensortijada, eso demostraba que era bien peleador callejero. Después fue ‘El Cholo’ de color negro con cola sin doblar, pero que se autoproclamó

perro

guardián

del triciclo

en

el que

se

trasladaba, pero al que desgraciadamente atropellaron y le rompieron la columna vertebral que lo dejó inválido. Y pese a los cuidados, no se podía hacer más, que verlo sufrir, arrastrándose y gimiendo, hasta que se le infectó las llagas, por lo que tuvo que ser sacrificado en un lugar de las líneas del tren en donde había una torre de alta tensión. Una piedra tras otra fue su morada final del fiel ‘Cholo’, perro chusco, que por ser especial, aún se le recuerda. Los patitos Una de las mascotas diferentes fueron los patitos. Aquellos que se canjearon con botellas de cerveza, y que aquella vez no

habían

pollitos,

sino

patitos.

Fueron

como

seis,

y

mordisqueaban el plato con ‘afrecho’ que se le ofrecía como alimento, pero en las noches chillaban buscando compañía y calor, que no dejaban dormir, por lo que se tuvo que


implementar una confortable cama en una caja de zapatos envueltos entre ‘huaype’(deshechos de hilos de algodón enrollados) que previamente eran calentados al borde de la cocina. Y así durmieron la primera y la segunda noche. Hasta que en la tercera, antes de irse a dormir, la casa de ‘Agustito’ se llenó de humo que no se podía respirar y su papá gritó “¡Incendio!” logrando ubicar la procedencia, que era bajo la cama de su hijo, de donde salía el humo, y pudo desechar el siniestro, descubriendo a los patitos, calcinados por el fuego que se había prendido en el ‘huaype’. Después de tanto aciago, su papá Leopoldo, le dijo bien claro: “Después de esto, no quiero más patitos” “¿Entendido?”… Y el silencio fue el único testigo.


Descubriendo el mundo Y así, la inocencia de ser niños se fue alejando cuando se veía que los perros y las perras se apareaban en plena vía pública, urgidos por la propia naturaleza, sin que aún se pudiera descubrir cómo era en realidad la cosa, ni se tenía una noción cabal de lo que en realidad sucedía. El mismo ‘Agustito’ quedó muy sorprendido de tamaño descubrimiento, cuando después de haber burlado al ‘boletero’ del Teatro o Cine Santa Marina, se metió, con sus amiguitos, a ver una película no apta para menores, y hasta se podría decir que

eran

documental

educativas. llamado

Era

‘Helga,

un

el

milagro de la vida’ donde pudo apreciar algo sorprendente que le cambiaría la vida o la noción que tenía de la vida hasta ese entonces. Vio nítidamente el desarrollo de un embarazo y las secuencias de un parto, de cómo y por dónde nacían los niños. Eso lo dejó pasmado. No lo podía creer. Se le cayeron todas sus teorías que con un solo beso, era más que suficiente. Se podría decir que ese día fue en que dejó de ser niño, y empezaba una nueva historia, ya no vería la vida tal como se lo imaginaba, sino todo lo contrario. Estaría listo a empezar a preguntarse muchas cosas al respecto. Este episodio le recordaría aquel cuento o chiste en que tres niños se le acercan a la abuelita y le preguntan “De dónde vienen los niños” Y ella muy tranquilamente les responde “De Paris, hijitos, de Paris” A lo que el mayorcito de ellos, llevándose a los otros, les va diciendo “Dejen que la abuelita siga con su inocencia”.


De igual modo, después de haber visto tantos programas y episodios de sus héroes favoritos, y la televisión le parecía una

‘caja

mágica’

en

donde

salían

sus

personajes

en

determinados horarios, fue percibiendo que algunos de ellos, sobre

todo

los

que

fungían

de

‘malos’,

‘bandidos’

o

‘malhechores’, morían, y que por el profesionalismo del cine o la TV, se les veía apareciendo en otras series y otros capítulos, preguntándose muy curiosamente: “A éste, ya no lo habían matado en otra película”. Fue despertando su dotes de sospechas, y que en realidad sólo se trataba de algún acto imaginativo,

donde

a

decir

como

desconocida’: “Todo podía suceder”.

en

‘La

Dimensión


Entre la Niñez y Adolescencia Aunque el Código de los Niños y Adolescentes considera niño a todo ser humano desde su concepción hasta cumplir los

doce años de edad y adolescente desde los doce hasta cumplir los dieciocho años de edad, también entendemos que existe diversas opiniones sobre las etapas de la vida humana. Se habla de la infancia o edad preescolar desde el nacimiento hasta cuando el niño tiene que entrar a la escuela o colegio (5 o 6), y luego la niñez, hasta los diez años. De ahí se accede a

la pubertad , hasta los catorce años, periodo de grandes cambios físicos y emocionales. La adolescencia, que empieza a los 14 años hasta la mayoría de edad, a los 18 años. Otros estudios también estiman que la pre-adolescencia es desde los 8 hasta los 11 años; luego una segunda etapa de la adolescencia: desde los 11 hasta los 15 años; y la Tercera etapa de la adolescencia: desde los 15 hasta los 18 años. Y por último es imposible establecer la franja exacta de edad en la que transcurre la adolescencia pero la

Organización

Mundial de la Salud considera que esta etapa va desde los 10 a los 19 años. Se trata de explicar estos conceptos con el único fin de poder comprender las vivencias que tuvo que pasar ‘Agustito’, ya que durante las etapas de su vida fue considerado como ‘infante’, ‘chicucha’, ‘niño’, ‘púber’, transeúnte de la primera, segunda y tercera adolescencia, hasta llegar a la mayoría de edad,

que

por

esos

años(entre

1951-1971),

según

la

constitución vigente del año 1933 y el Código Civil de 1936 se declaraba mayores de edad, a los 21 años. Fue a partir de la Constitución

del

1979

y

de

1993

que

se

consideraba

ciudadanos los peruanos mayores de dieciocho años.


La ‘Mancha’ fue creciendo en edad y en astucia, y poco a poco también se fueron alejando, cada uno por su lado, ya sea por los motivos de estudios en las Escuelas de Primaria, y luego los de Secundaria, así como por cambio de domicilio, y cada uno a razón de la visión de sus propias familias, buscando el mejor porvenir. Ya quedaban pocos, y de los que se quedaron, se dedicaron a sus quehaceres, buscando nuevos trabajos. Lo único que los mantenía era el lazo de amistad, de aquellos que se forjaron en las grandes hazañas, cuando las aventura de ser un ‘Ivanhoe’, un Eliot Ness, un ‘Llanero Solitario’, un ‘Super Agente’ alguna vez se les cruzó en la mente, de ser unos ‘aguerridos’ de barrio, pero de un barrio sano, como el de ‘Los Angeles’, alejados de todo mal que los podía confundir, pero no todavía por convicción sino por miedo a los ‘chicotazos’ que podían recibir de sus respectivas madres, que se ‘rompían los lomos’ para que sus queridos hijos, sean alguna vez como la flor del loto, que vive rodeado de ciénagas, pantanos, o aguas estancadas, pero que al final resulta ser una flor blanca y pura, que pareciera que no nunca fue contaminada. El Barrio no quedó silencioso, sino que fueron reemplazados sus componentes, con nuevos críos, nuevos residentes, y ellos a su vez, vivir tal vez la misma historia que les he contado, el de la cuadra dos de la avenida Contralmirante Mora,

entre

Puerto

Nuevo

y

Corongo,

Santa

Marina

y

Chacaritas, entre las calles Atalaya y Yurimaguas. Inolvidable Barrio que después se llamaría San Juan Bosco del Callao. Se tenía una vaga noción que en el barrio ‘aristocrático’ de Santa

Marina

vivían

las

familias

de

Esmeralda

Checa

Seminario, que con el tiempo fue profesora y artista cómica de ‘Risas y Salsa’ en la televisión, así mismo de César Eugenio


San Martín Castro, quien posteriormente fue Presidente de la Corte Suprema de Justicia y en un juicio peculiar sentenció a Alberto Fujimori Fujimori. La bendición del Astillero Ya el tiempo iba pasando y los niños de ayer ya eran adolescentes, otros ya jóvenes y en el ‘barrio’, entre Corongo y Puerto Nuevo, las únicas muestras de progreso y desarrollo era el ulular de la música entre guarachas, sones, cumbia peruana y la insistente ‘salsa’ que se oían en la cantina de Apolonio y la picantería de ‘Núñez’(donde se comía la mejor ‘parihuela’ del mundo) que se podía decir que el progreso y desarrollo se notaban con la inauguración de los Baños del Obelisco, donde los muchachos ‘precarios’ se aseaban para las fiestas de los viernes y los sábados por la noche, pagando un precio cómodo por las duchas de agua caliente. Y antes de aquello uno de los hechos que marcaron a los que fueron niños en la avenida Contralmirante Mora 250, al costado izquierdo del Pasaje ‘Los Angeles’, fue la instalación de un Astillero(lugar donde se construyen bolicheras aún de madera, embarcación para pescar anchovetas) en un lugar donde era antes un corralón de chatarrería y guardianía de carros antiguos, e incluso fue invadido para viviendas y desalojado

después,

terreno

propicio

en

donde

José

Antonio(hermano mayor de Agustito), Gregorio Benavides Flores ‘Goyito’ o ‘Cucho’, Alfredo Rojas ‘Charavilo’, Alejando Chuchón

y

otros

encontraron

su

primer

empleo

como

guardianes, ayudantes, y sobretodo de ‘calafateros’ o sea el proceso de ‘calafatear’ las hendiduras o uniones entre madero y madero con hebras de cáñamo tipo algodón entrelazados como una soguilla o parecido) para impermeabilizar la futura nave.


De

acuerdo

a

la

memoria

de

José

Antonio,

Astilleros

Generales S.A. era la Empresa dedica a la construcción de embarcaciones pesqueras, situado en la Av. Contralmirante Mora 250 en donde laboraba un contador de apellido Medina y un empresario naviero conocido como ‘El Chino’ Ugarte, y pertenecía a una Asociación de aduaneros del Callao situado en la AV. Sáenz Peña cdra. 1, que era administrado por un maestro de apellido Fiestas, provenientes todos ellos Piura y Chimbote, y eran unos expertos en la construcción de estas naves, iniciando sus labores en tercer trimestre del año 1970. La bodega de Castellanos Estaba ubicada en el Barrio de Chacaritas, calle Sétima, como quien dice ‘a la vuelta de la esquina’ en donde era muy frecuente ir los domingos a comprar el vino ‘Sauthernes’ de color amarillento con el que se asentada el caldo y los ‘Tallarines con gallina’ dominical, y de paso comprar carbón de madera para la plancha tipo ‘pata de gallo’ para alistar los uniforme beige de los lunes. En horas de la tarde se compraba y degustaba las bondades de una vendedora, instalada en su puerta, del rico pescado ‘bonito’ o huevera frita con salsa de cebolla y ají, pero, como era para llevar, expendido en hojas verde de choclo recién cortado. Los Edificios: La morada ideal Otra obra de transcendental importancia entre el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry y el Golpe Militar de 1968, fue la construcción de los edificios modernos de cinco pisos con ladrillos de arena y cal, a un a cuadra del Obelisco, en el que algunos afortunados se apresuraron en ocuparlos antes que fueran destinados a otros y sin que aún se les haya dado el acabado final.


Este

nuevo

habitacional

condominio les

fueron

adjudicados a familias como de Víctor Zea Coronado, de Jorge Rojas ‘Cachaquito’, de William Vásquez ‘Coca Cola’ y, así como también

lo

recuerda

Vicente

Zea Lazón, la familia de David Quintanilla Romero, ‘Los Corazones’, ‘los Castañedas’, ‘Los Pacherres’, ‘Los Fiestas’, ‘Los camanejos’, la familia Asunción. ‘Los Ochoas’ y del zapatero Navarro, y en el entorno estaban ‘Los Saldaña’, la señora ‘Fela’ y sus hijas ‘Chacha’ y ‘Cota’, así como del señor Trelles, vecinos de la Calle Yurimaguas.


Sucursal de Concepción Como ya se dijo anteriormente, el Pasaje de ‘Los Ángeles’ parecía una sucursal del mismo Concepción, y aún así mantenían sus propias diferencias. Ya que los residentes en el Callao había formado el Club

Independiente

Concepción

(camiseta

Roja), y los otros Club Social Chakarí(camiseta celeste). residentes formaron

Otros en el

Lima Racing

Club(celeste listado con blanco). Y para que no haya divisionismos entre paisanos procedentes de un mismo lugar, algunos de ellos y los hijos de los mismos crearon el ‘Centro Social Concepción’, al que defendió ardorosamente los amigos de ‘Agustito’. La Cancha de ‘Villegas’ era el lugar de los encuentros en los campeonatos concertados(luego después se haría en la Cancha de ‘Los Piques’), con gran asistencia de los paisanos tanto de Lima como del Callao y otros lares. Entre los Clubes que se recuerdan, además de los nombrados arriba, estaban el ‘Santa Rosa’, ‘San Pedro de Tántar’, ‘Jantóyoc’, ‘Manzanáyoc’, ‘Huaracáyoc’(en estos tres últimos la pronunciación de ‘yoc’ es ‘yoj’). En lo que entonces era un ‘terral’ en el Fundo ‘Villegas’ y en un equipo que jugaba su primo de ‘Agustito’ llamado ‘Jonás’, cuando iban perdiendo, no había otra forma de poder darle vuelta a los resultados y la única forma o alternativa era en hacer ingresar al susodicho, con el grito bullanguero de los


asistentes de: “Suelten a la Bestia”… “Suelten a la Bestia”. Éste no era más que un fornido y poderoso muchacho cuya misión era ir tras la pelota y no permitir que el adversario la retuviera ni la dominara. Y, si en ese propósito había que ‘levantarse a alguien’, había que hacerlo y para eso ‘Jonás’ era el más indicado. Ya que cuando salía a correr a la cancha tras la pelota, levantaba tal polvareda que causaba sensación (como el Correcaminos escapando). Y para cuando llegaba el empate era una gran algarabía, y más, cuando se terminaba ganando.


La precaria adolescencia Y así poco a poco ‘Agustito’ fue cambiando, la adolescencia se lo exigía. Además su propio nombre se estaba modificando cuando ya lo llamaban por Augusto. Ya no era el menor de una ‘mancha’ si no se había convertido en uno de los mayores de otra ‘generación’. Incluso, sus coetáneos, como era común, lo querían y lo llamaban coloquialmente como ‘Chicoyo’, que nunca supo el porqué, pero que tampoco se le impregnó porque tuvo la suerte de caminar en la lejanía en busca de un porvenir o fortuna, o tal vez como presagio de haber tenido la oportunidad de ser un representante de la ley, y servidor de su patria en el orden y la seguridad, un benemérito policía.

Agustito, Alfredo, ‘El Pale’, Indalicio,’Calincho, ‘Goyito’, ‘Negro Negro’ y Manuel

En esto de ser el líder de un grupo o ‘mancha’ tenía sus pros y sus contras. Ya que en cierta oportunidad cuando ya estaba dejando de ser ‘Agustito’, él y su ‘pandilla’ se fueron al cine Santa Marina para ver si se podían meter o sobornar al boletero pagando, media entrada o entrar gratis. En esos interines apareció otro grupo de niños, en el que su líder empezó en tirar de ‘cocachos’ a los presentes. Fue que se hizo necesario que alguien tuviera que reclamar y salir al frente de estos atropellos. Y salió el aún ‘Agustito’ en defensa de su gente. Aunque el oponente era un poco mayor y con gran


experiencia

en

estas

lides, tuvieron

un

intercambio

de

palabras, lo cual resultó en un enfrentamiento, como se decía en una ‘mechadera’. Y se dieron de golpes, patadas y puñetes, recibiendo y dando lo que podían. No era mucho lo que se podía hacer, pero era la primera vez que el aún ‘Agustito’ recibiera tamaña golpiza, que tenía las cejas y los labios hinchados, pero también había dado lo suyo, que obligó al otro grupo a retirarse. Lo único que le pareció glorioso, al margen de los golpes recibidos, es que los amiguitos de su ‘mancha’ lo tuvieron como su líder nato, y parecía que se lo llevaban en hombros de regreso a sus casas, y no se habló más que de eso en las semanas que siguieron. Incluso el propio Eduardo, sí, el hermano del ‘Chancho’, le empezó a tenerle respeto, ya que en anteriores

veces

ellos

también

se

habían

trenzado

en

pequeñas escaramuzas, propio del Pasaje(Callejón), hasta que en cierta oportunidad apareció de visita su primo Pepe ‘El siete buches’, el que vivía en el bullicioso ‘Marco Polo’, quien en un dos por tres puso orden en el vecindario, y le dio unas cuantas ‘movidas’ con su respectivo ‘sajiro’, al ‘Chancho’ y a su hermano, para que no se metieran con su primo ‘Agustito’. Y santo remedio, las cosas volvieron a su cauce normal. Con el correr de los años el afanoso niño ‘Agustito’, pasó ser simplemente

Augusto

para

sus

amigos

de

infancia,

y

posteriormente tomaría lo que en realidad era su primer nombre, Ismael, para todos los que conocería después. Ya que así se lo exigiría el innato deseo de ser policía primero de la Benemérita Guardia civil del Perú, luego de las Fuerzas Policiales, y muy después de la Policía Nacional del Perú, en el que serviría gran parte de su vida, y alcanzaría los niveles


más elevados. De haberlo querido ‘Agustito’ pudo haber sido un gran dibujante o un renombrado pintor. Su querido tío Próspero al ver sus cualidades innatas lo elogiaba mucho diciéndole que era como ‘Macharé’(un pintor ecuatoriano al cual había conocido su tío). También era proclive a las investigaciones científicas cuando hacía experimentos con gases y químicos en su etapa escolar, también al cazar y desmembrar a los insectos para conocer sus interiores y cómo reaccionaban ante una determinada situación, como cortarle las patitas o las antenas. También pudo haber sido ‘jugadorazo’ o sea un futbolista profesional, porque del callejero sí la dominaba cuando hacía sus ‘piruetas’, ‘marimbas’ y ‘cachimbas’ en la cuadra dos de la avenida contralmirante Mora, ya que en la secundaria tuvo la oportunidad de estudiar con el mismo Juan Rivero Arias ‘Wallace’, quien en el año 1972 ya alternaría con Víctor ‘Pitín’ Zegarra y el ídolo ‘El Nene’ Teófilo Cubillas. Es que también el buen ‘Pitín’ era allegado a la collera de los más jóvenes como su hermano Antonio que estudió en el ‘Don Bosco’, juntamente con el ‘Niño Terrible’ Roberto Challe Olarte, pasando luego al Colegio ‘José Olaya’ en La Perla. Por las circunstancias de su vida, ‘Agustito’ pudo haber sido hincha acérrimo de algún Club del Callao como el Sport Boys,

del

ADO(Atlético Deportivo Olímpico) del barrio de Chacaritas; del Carlos Concha; del Atlético Chalaco; del


Mariscal Castilla; Club San Martín; Club Atlético Barrio Frigorífico; Club Deportivo Servicios Industriales de la Marina SIMA; del Nacional Sporting Club KDT; pero como se dice en el argot popular ‘la cabra siempre tira para el monte’, ninguno de ellos logró calar en su corazón serrano, tanto que en sus fibras más íntimas lleva marcado el memorable nombre de Centro Social Concepción, del que fue su hincha-fundador y luego entusiasta defensor en sus tiempos de gloria. Ardorosos defensores del Centro Social Concepción.

(1)

(2)

(3) (1): ‘El Negro Ochoa’, Maglorio Zea, Alfredo Fernández, ‘Apolinario’, Antonio Sulca, Marcelino Lazón, Dacio Zea, David Quintanilla. (2): Javier Garayar ‘Javicho’; Marcelino Lazón ‘Oso feo’, Jorge Rojas ‘Cachaquito’; Jonás Zea ‘La Bestia’; Juan Lazón Zea; Manuel Ayala, Augusto Sulca Velásquez; Felipe Zea Lazón; Antonio Sulca Velásquez; Arturo Cárdenas Llamocca; y Alejandro Chuchón Gómez (3): ‘Javicho’, Oswaldo Rojas, ‘Pedrito’, ‘Moicano’, Julio Ayala, Augusto Sulca, Profe Técnico, Alfredo Rojas ‘Charavilo’, ‘Pocho’, Antonio Sulca, ‘Condemayta’, y Víctor Mendoza Sulca ‘Chinoy’


En

lo

que

respecta

a

‘Agustito’

siguió

sus

estudios

secundarios en la Gran Unidad Escolar ‘Dos de Mayo’ en Chucuito, La Punta, Callao. Y entre los cursos que más le gustaban estaban el de literatura con su inolvidable profesor Isaías Bereche; el de ‘zoología’ y ‘botánica’ y ‘biología’ de su predilecto profesor Franco a quien le tendría como referencia, en sus funciones de docente policial. En su ruta de camino estaba la avenida Sáenz Peña, el Cuartel del Real Felipe, con sus sonidos de cornetas propio de las tropas, los cuales los recorrió innumerables veces. Y en cuyos inicios

quedó

sorprendido

en

conocer

el

Comedor

del

Empleado, a una cuadra de la fábrica de cerveza Pilsen Callao, en donde tendría la ocasión de entrar en múltiples oportunidades, en que con veinte centavos de sol, te

servían

un

menú

en

una

‘charola de aluminio’, son sopa de verduras, menestras y arroz del día, porción de gelatina y fruta(plátano o manzana, y algunas veces la rica ‘chapana’). Lo que le llamaba más la atención era el gusto de que le sirvieran el almuerzo, un personal apropiado, con mandiles y gorros, con cubierto y todo. Eso le hacía sentirse importante y de paso compartir con los empleados de esas épocas, los ricos menús que ahí se preparaban. No era que lo tomaba como pensión, sino que era como para salir de la rutina. Y era más gozoso aún cuando acudía con algún compañero de estudios o amigo del barrio. A veces retornaba en los colectivos que iban al frigorífico o se venían caminando por Zepita, hasta llegar a su barrio.


Recuerden que cuando uno está predispuesto para ‘algo’, éste le llega como si fuera un ‘maná del cielo’. Así le llegaban los libros a sus manos de ‘Augusto’ desde los cuentos medievales de ‘El Decamerón’ de Giovanni Boccaccio, ‘Las Mil y una Noches’, ‘Las memorias de una pulga’, ‘La Rebelión de los Brujos’ que iban despertando su interés de adolescente, para después cerrar esta etapa con ‘Siddharta’

del

Premio

Nóbel

Hermann Hesse, que marcarían sus ideales, sus posiciones y sus

derroteros

en

los

años

venideros. Promoción 1965-1966 del ‘Dos de Mayo’ del Callao con el profesor de música Miguel Abarca Foto: Víctor Morelo En la Gran Unidad Escolar ‘Dos de Mayo’ del Callao estudió la Secundaria, y donde alternaría sus conocimientos y su amistad con el aún desconocido Marco Enrique Miyashiro Arashiro, quien después de un corto trajinar emigró al ‘Colegio Militar Leoncio Prado’, y luego postuló a la PIP y llegaría a ser el ‘Químico’ del GEIN, y posteriormente Teniente General Director de la Policía Nacional del Perú, con quien trabajó a sus órdenes. También su amigo de Promoción fue el General PNP, ya en retiro, Alfredo Miranda Benavides ‘Pilín’, pero todos lo conocían más como el ‘Chueco’, quien postuló a la Guardia Republicana. De lo poco que se recuerda es que cuando inició sus estudios en la GUE ‘Dos de Mayo’ fue que al director del mismo Alejandro Gonzales Loli, los alumnos de cuarto y quinto de


secundaria se declararon en ‘huelga’ o protesta general por el hecho insólito de ‘haberlos jalado’ y repitieran el año tan sólo para que siguieran conformando las selecciones de básquet en el que eran muy buenos. También recuerda de sus amigos Focasi, Prialé, Rochabrum(el que le contaba los chistes más escabrosos y memoriosos del que aún los festeja), El Chato Saavedra, de Gabriel Mucha ‘Concha’, y del quimboso Prado.

Marco Miyashiro Arashiro

Alfredo Miranda Benavides ‘Pilín’

Y así fue transcurriendo la niñez y la adolescencia de ‘Agustito’, quien pasaría a ser simplemente Augusto, entre el tumulto de sus recuerdos y las rutas de sus recorridos, entre los años esperados y aquellos que ya se han ido. Describir a un niño que vino desde muy lejos para adentrarse en la vorágine de sus nuevos destinos, confiando en su inocencia, cuidándose de su entorno, para después emigrar a otros confines y proyectar su vida de juventud y adultez, con el honor de haber sido policía, con la pasión de haber sido declaro y reconocido poeta, con la satisfacción del deber cumplido, en todos los instantes que su fatigada vida se lo hubiera exigido. Ya eran tiempos de inicios de la juventud en que a sus oídos llegarían, en los altillos de la concurrida picantería de ‘Núñez’ los primeros acordes y el ritmo melodioso de ‘Falsaria’ de El Gran Combo de Puerto Rico, casi a finales de los años


sesenta, en los que compartiría espacio, en una especie de ‘tregua

malandrina’,

con

algunos

iniciados

émulos

de

‘Tatán’(Luís D'Unian Dulanto) en los oficios de ser ‘cacos’, ‘chitos’, ‘faites’, ‘causas’ que simbólica y distintivamente usaban los zapatos marca ‘Carrillo’, repujado hecho a mano a pedido de cada cliente, con el taco ‘aperillado’ y símbolo de ‘clase’ solvente, en los que había que moverse con mucho cuidado. Al menos no solían ‘chocar’ con el barrio o con los que

estaban

presentes.

Parece

que

los

‘ceviches’,

‘las

parihuelas’, ‘las jaleas’, con su respectiva jarra de chicha de jora, disipaban toda clase de violencia, y el motivo principal era sólo el de disfrutar los ricos platos en la mesa. Poco tiempo después le vendría en participar de las ‘movidas’ con los contagiantes temas como ‘Elsa’ de Los Destellos; ‘Comentarios en el Solar’ de Pedro Miguel y sus Maracaibos; ‘No juegues con el diablo’ y ‘La rumba del chinito’ de Compay Quinto; ‘La Perla del Chira’ como de los Panachoques; ‘Cariñito’ con Los Hijos del Sol; ‘Don José’ y ‘Silvando’ de ‘Los Ribereños’; ‘La Tierra de mis amores’ y ‘Pájaro bonito’ con los Beta 5; ‘El Poncho’ y ‘Granizo’ de ‘Los Rumbaney’. Estos sonidos musicales irían cubriendo los espacios que ya iban dejando ‘Los Sabanales’ de Los Corraleros del Majagual, ‘La Pollera Colorá’ de Los LLopis, ‘Las mujeres sin conciencia’ del Trío La Rosa, en la cada vez más vetusta ‘rokola’ de Apolonio. Y siempre los disfrutaba en compañía de sus queridos amigos de la infancia, que también ya habían crecido, y empezaban a transformarse cada quien en sus destinos, como crisálidas en sus verdaderos contenidos.


Ya había llegado el año 1970, con los sonidos de ‘Samba pa ti’ y ‘Oye como va’ de

‘Santana’; ‘Demonio Enamorado’ de

Shocking Blue; y los estilos de ‘Los Doltons’, ‘Los Belkings’, ‘Los Silverston’, ‘Los Iracundos’ y por supuesto ‘Los Ángeles Negros’, que lo irían preparando para su emigración del barrio de su infancia. No sin antes de sentir la congoja del terremoto de Yungay, de un domingo 31 de mayo, siendo las 15:23 horas, catalogado como el sismo más destructivo de la historia del Perú, cuyo dolor fue aliviado con el fervor de la primera participación en un mundial de fútbol en México 70, que en un partido memorable le voltearon el partido a Bulgaria 3 –a- 2. Por el rumbo Policial Tal vez sea por casualidad o así estuvo escrito en las páginas de la vida pero el rumbo que tomó el destino de ‘Agustito’, para formar parte de las filas de la sangre policial, fue una circunstancia de esas que, en breve espacio, se debe tomar y que lo marcaría para siempre. Escuchando las voces de los consejos ante el apremio de escoger la ruta que debió de seguir tomó una decisión

en

base

al

ejemplo, la figura que le impactó en esos mozos años en el aún no podía saber qué quería en el futuro.

Una

de

esas

figuras fue su tío Samuel Elías Sulca Fernández, el primer policía (Guardia Civil) del Distrito de Concepción, egresado en el año de 1958 de la Escuela antigua de la Calle Conchucos, en Barrios Altos.


Y fue su hermano mayor quien lo enrumbó por ese camino al traer los prospectos para ser policía, cuyos requisitos

encajaban

personalidad.

Siguieron

con por

su estos

pasos Agustín Huaytalla Prado; Julio Solís Zea (de la Guardia Republicana); luego otro GC Armando Ochoa Puclla (+) seguido por Antonio Quintanilla Zea;

también

están

los

hermanos

Humberto y Leopoldo Vásquez Poma, de la PIP; y continuando los hermanos José Antonio e Ismael Augusto Sulca Velásquez, y los primos de éstos Juan y Leopoldo Sulca Alarcón, en las filas de la Guardia Civil, Fuerzas Policiales (PG, PIP, PS) así como en la Policía Nacional, como los GR Urbano Ramos Figueroa, Walter Fernández Mavila, Richard Ramos Fernández, algunos de ellos aún en actividad. Y antes de terminar se puede decir de seguro que ‘Agustito’ lleva como pensamiento perenne hasta el fin de sus días, algo así como fue el resultado de sus vivencia: “Ante la misma

perspectiva / hay que irse a otro lado / para ver la diferencia. / Conocer, saber evaluar / y tomar la decisión correcta / nos salva de los apremios / que nos ofrece la vida.” Vivió como cualquiera, tal vez como ninguno. Pues la suerte siempre

le

sonreiría

desde

aquel día

en

el que

fuera

introducido en la panza de una vaca muerta, y el cielo estuvo alineado entre los astros y las estrellas, que tal vez lo guiaron y lo protegieron como no se lo habría imaginado. FIN


El Gato con Botas Un molinero dejó, en herencia a sus tres hijos. El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro y al menor le tocó sólo el gato. Este se lamentaba de su mísera herencia: “Mis hermanos –se decía- podrán ganarse la vida convenientemente trabajando juntos; lo que es yo, después de comerme al gato y de hacerme un tamborcito con su piel, me moriré de hambre. El gato, que escuchaba estas palabras -pero se hacía el desentendido- le dijo en tono serio y pausado: —No debéis afligiros, mi señor, no tenéis más que proporcionarme una bolsa y un par de botas para andar por entre los matorrales, y veréis que vuestra herencia no es tan pobre como pensáis. Aunque el amo del gato no abrigara sobre esto grandes ilusiones, le había visto dar tantas muestras de agilidad para cazar ratones, como colgarse de los pies o esconderse en la harina para hacerse el muerto, que no desesperó de verse socorrido por él en su miseria. Cuando el gato tuvo lo que había pedido, se colocó las botas y echándose la bolsa al cuello, sujetó los cordones de ésta con las dos patas delanteras, y se dirigió a un campo donde había muchos conejos. Puso afrecho y hierbas en su saco y tendiéndose en el suelo como si estuviese muerto, aguardó a que algún conejillo, poco conocedor aún de las astucias de este mundo, viniera a meter su hocico en la bolsa para comer lo que había dentro. No bien se hubo recostado, cuando se vio satisfecho. Un atolondrado gazapillo se metió en el saco y el maestro gato, tirando los cordones, lo encerró y lo mató sin misericordia. Muy ufano con su presa, fuese donde el rey y pidió hablar con él. Lo hicieron subir a los aposentos de Su Majestad donde, al entrar, hizo una gran reverencia ante el rey, y le dijo: —He aquí, Majestad, un conejo de campo que el señor Marqués de Carabás (era el nombre que inventó para su amo) me ha encargado obsequiaros de su parte. —Dile a tu amo, respondió el Rey, que le doy las gracias y que me agrada el obsequio. En otra ocasión, se ocultó en un trigal, dejando siempre su saco abierto; y cuando en él entraron dos perdices, tiró los cordones y las cazó a ambas. Fue en seguida a


ofrendarlas al Rey, tal como había hecho con el conejo de campo. El Rey recibió también con agrado las dos perdices, y ordenó que le diesen de beber. El gato continuó así durante dos o tres meses llevándole de vez en cuando al Rey productos de caza de su amo. Un día supo que el Rey iría a pasear a orillas del río con su hija, la más hermosa princesa del mundo, y le dijo a su amo: —Sí queréis seguir mi consejo, vuestra fortuna está hecha: no tenéis más que bañaros en el río, en el sitio que os mostraré, y en seguida yo haré lo demás. El Marqués de Carabás hizo lo que su gato le aconsejó, sin saber de qué serviría. Mientras se estaba bañando, el Rey pasó por ahí, y el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas: —¡Socorro, socorro! ¡El señor Marqués de Carabás se está ahogando! Al oír el grito, el Rey asomó la cabeza por la portezuela y, reconociendo al gato que tantas veces le había llevado los obsequios de la caza, ordenó a sus guardias que acudieran rápidamente a socorrer al Marqués de Carabás. En tanto que sacaban del río al pobre amo, el gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey que mientras su amo se estaba bañando, unos ladrones se habían llevado sus ropas pese a haber gritado ¡al ladrón! ¡al ladrón! con todas sus fuerzas; el pícaro del gato logró ser oído. El Rey ordenó de inmediato a los encargados de su guardarropa que fuesen en busca de sus más bellas vestiduras para el señor Marqués de Carabás. El Rey le hizo mil atenciones, y como el hermoso traje que le acababan de dar realzaba su figura, ya que era muy apuesto y bien formado, la hija del Rey lo encontró muy de su agrado; bastó que el Marqués de Carabás le dirigiera dos o tres miradas sumamente respetuosas y algo tiernas, y ella quedó fugazmente enamorada. El Rey quiso que subiera a su carroza y lo acompañara en el paseo. El gato, encantado al ver que su proyecto empezaba a resultar, se adelantó, y habiendo encontrado a unos campesinos que segaban un prado, les dijo: —Buenos segadores, si no decís al Rey que el prado que estáis segando es del Marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín. Por cierto que el Rey preguntó a los segadores de quién era ese prado que estaban segando.


—Es del señor Marqués de Carabás —dijeron a una sola voz, puesto que la amenaza del gato los había asustado. —Tenéis aquí una hermosa heredad —dijo el Rey al Marqués de Carabás. —Veréis, Majestad, es una tierra que no deja de producir con abundancia cada año. El maestro gato, que iba siempre delante, encontró a unos campesinos que cosechaban y les dijo: —Buena gente que estáis cosechando, si no decís que todos estos campos pertenecen al Marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín. El Rey, que pasó momentos después, quiso saber a quién pertenecían los campos que veía. —Son del señor Marqués de Carabás, contestaron los campesinos, y el Rey nuevamente se alegró con el Marqués. El gato, que iba anteladamente delante de la carroza, decía siempre lo mismo a todos cuantos encontraba; y el Rey estaba muy asombrado con las riquezas del señor Marqués de Carabás. El maestro gato llegó finalmente ante un hermoso castillo cuyo dueño era un ogro, el más rico que jamás se hubiera visto, pues todas las tierras por donde habían pasado eran dependientes de este castillo. El gato, que tuvo la precaución de informarse acerca de quién era este ogro y de lo que sabía hacer, pidió hablar con él, diciendo que no había querido pasar tan cerca de su castillo sin tener el honor de hacerle la reverencia. El ogro lo recibió en la forma más cortés que se pudo hacerlo y lo invitó a descansar. —Me han asegurado —dijo el gato— que vos tenías el don de convertiros en cualquier clase de animal; que podíais, por ejemplo, transformaros en un león, o en un elefante. —Es cierto —respondió el ogro con brusquedad— y para demostrarlo veréis cómo me convierto en león. El gato se asustó tanto al ver a un león delante de él que en un santiamén se trepó a las canaletas, no sin pena ni riesgo a causa de las botas que nada servían para andar por las tejas.


Algún rato después, viendo que el ogro había recuperado su forma primitiva, el gato bajó y confesó que había tenido mucho miedo. —He quedado asombrado —dijo el gato— pero no puedo creer, que vos también tenéis el poder de adquirir la forma del más pequeño animalillo; por ejemplo, en un ratón; os confieso que eso me parece imposible. —¿Imposible? —repuso el ogro— ya lo veréis— Y al mismo tiempo, se transformó en un ratón pequeñito que se puso a correr por el piso. Apenas lo vio, el gato se le echó encima y se lo comió. Entretanto, el Rey, que al pasar vio el hermoso castillo del ogro, quiso entrar. El gato, al oír el ruido del carruaje que atravesaba el puente levadizo, corrió adelante y le dijo al Rey: —Vuestra Majestad sea bienvenida al castillo del señor Marqués de Carabás. —¡Cómo, señor Marqués —exclamó el rey— este castillo también os pertenece! Nada hay más bello que este patio y todos estos edificios que lo rodean; veamos el interior, por favor. El Marqués ofreció la mano a la joven Princesa y, siguiendo al Rey que iba primero, entraron a una gran sala donde encontraron unos magníficos bocadillos que el ogro había mandado preparar para sus amigos que vendrían a verlo ese mismo día, los cuales no se habían atrevido a entrar, sabiendo que el Rey estaba allí. El Rey, encantado con las buenas cualidades del señor Marqués de Carabás, al igual que su hija, que ya estaba enamorada de él, viendo los valiosos bienes que poseía, le dijo, después de haber bebido cinco o seis copas: —Sólo dependerá de vos, señor Marqués, que seáis mi yerno. El Marqués, haciendo grandes reverencias, aceptó el honor que le hacia el Rey; y ese mismo día se casó con la Princesa. El gato se convirtió en asesor de la nueva Corte, hasta el fin de sus días.Y desde entonces tanto el gato como el marqués vivieron felices y comieron perdices. Moraleja: ‘Todo lo que recibas acéptalo con agrado. Nunca se sabe de las bienaventuranzas de las que están impregnadas’


SERIES ANTIGUAS POPULARES EN LA TELEVISION Alf

Cisco Kid

Alfred Hitchcock

Colombo

Alicia en el País de las

Colt 45

Maravillas

Combate

Alvin y las ardillas

Dallas

Annie Oakley

Daniel Boone

Arnold

Daniel el travieso

Astro Boy

Dinastía

Avispón Verde

Don Gato y su pandilla

Ballinger de Chicago

Dos tipos audaces

Baretta

Dr.Kildare

Bat Masterson

Dragnet

Batman

Dragon Ball

Ben Casey

Dragones y Calabozos

Betty Boop

El Agente CIPOL

Bonanza

El Auto Fantástico

Boris Karlof

El Avispón Verde

Bronco Lane

El Campeón

Buck Rogers

El Fugitivo

Camino al Cielo

El Gran Chaparral

Candy

El hombre araña

Cannon

El hombre de acero

Capitan Kid

El Hombre del Rifle

Caravana

El Increible Hulk

Centro Médico

El Inspector Ardilla

Charlie Chang

El Jinete de la Pradera

Cheers

El Lagarto Juancho

Cheyene

El Llanero Solitario

CHIPS (patrulla motorizada) El Narrador de cuentos Cita con la muerte

El Niño del Circo


El pájaro loco

Kojak

El precio del deber

Kung Fu

El Pulpo Manotas

La Abeja Maya

El Rebelde

La Ciudad desnuda

El Santo

La Dimensión desconocida

El Sheriff de Cochisse

La Familia Patrichs

El Super Ratón

La Familia Robinson

El Superagente 86

La hora de Bill Cosby

El Túnel del Tiempo

La Hormiga Atómica

El Zorro

La isla de Gilligan

En la Cuerda Floja

La Isla de la Fantasía

Falcon Crest

La isla misteriosa

Fama

La Ley del Revólver

Flash Gordon

La mujer biónica

Flecha rota

La Pantera Rosa

Flipper

La Pequeña Lulú

Fuerte apache

La Tremenda Corte

Furia

Ladrón sin destino

Gene Autry

Laramie

Hart to Hart

Las aventuras de Rin Tin Tin

Hawai 5-0

Las calles de San Francisco

Hechizada

La leyenda de Wyatt Earp

Heidi

Las Tortugas Ninja

Hop-Along Cassidy

Las Travesuras de Alicia

Hotel

Las Urracas Parlanchinas

Ironside

Lassie

Ivanhoe(con Roger Moore)

Lawman

Jim de la Selva

Lindo Pulgoso

Jim West

Los Ángeles de Charlie

Johny Quest

Los años maravillosos


Los Autos Locos

Perry Mason

Los Beverly Ricos

Peyton Place

Los Comandos de Garrison

Pixi y Dixi

Los cuentos de Shirley

Plaza Sésamo

Temple

Porky y sus amigos

Los Intocables

Robin Hood

Los Lanceros de Bengala

Roy Rogers

Los Locos Adams

Ruta 66

Los Magníficos

Salvado por la campana

Los Mounsters

Samurai o por el honor de

Los Patrulleros del Oeste

los Takeda

Los Picapiedras

ScoobyDoo

Los Pitufos

Scrappy

Los Rebeldes

Se hará justicia

Los Tres Chiflados

Star Trek

Los vengadores

Starsky y Hutch

Mannix

Super Agente 86

Marcado (ChuckConnors)

Tarzán

Marco

Terrytoons

MASH

Thundercats

Matrimonio con hijos

Tierra de Gigantes

Maverick

Transformers

McGyver

Tres son multitud

Mi Bella Genio

Ultraman

Mi marciano favorito

Un paso al más allá

Miami Vice

Viaje a las estrellas

Misión Imposible

Viaje al Fondo del Mar

Mister Ed

Webster

Papá lo sabe todo

Yo amo a Lucy

Perdidos en el espacio



SERIES DE ANTAÑO QUE PERMANECEN EN LA MEMORIA DE LOS RECUERDOS

‘Roy Rogers’

‘Annie Oakley’

‘Las aventuras de Rin Tin Tín’

‘Wyatt Earp’

‘Campeón’

‘Furia’

‘El niño del circo’

‘Hopalong Cassidy’ ‘La Ley del Revólver’

‘Cisco Kid’

‘Los lanceros de Bengala

‘Laramie’

‘Cheyenne’

‘Patrulleros del oeste’

‘El Zorro’

‘Maverick’

‘Jim de la selva’

‘Caravana’

‘Lawman’

‘ ‘Jim West’

‘Bat Masterson’

‘Kung Fu’

‘Daniel Boone’


‘La Ciudad desnuda’

‘Laredo’

‘Randall el Justiciero’

‘El Virginiano’

‘Lassie’

‘Cannon’

‘El Super Agente 86’

‘El Túnel del Tiempo’

‘El Agente CIPOL’

‘Los años maravillosos’

‘El Santo’

‘El fugitivo’

‘Batman y Robin’

‘El Gran Chaparral’

‘El auto fantástico’

‘Bonanza’

‘Colombo’

‘Baretta’

‘Los Magníficos’

‘Miami Vice’


‘La familia Ingalls’

‘Dallas’

‘Dr. Kildare’

‘Dinastía’

‘Flipper’

‘Ironside’

‘Los Tres Chiflados’

‘La Isla de Guilligan’

‘Blanco y Negro’

‘Bronco’

‘Combate’

‘Hechizada’

‘Hart to Hart’

‘Hawaii Five-O’

‘Los Monster’

‘La Pequeña maravilla’

‘Kojak’

‘Camino al cielo’

‘Alf’



CARICATURAS O DIBUJOS ANIMADOS DEL AYER

‘Betty Boop’

‘El Oso Yogui’

‘Jonny Quest’

‘Los Picapiedras’

‘La tortuga D’Artagnan’

‘La pequeña Lulú’

‘El Gato Félix’

‘Hucklebery Hound

‘Don Gato y su pandilla’

‘Tiro Loco McGraw’

‘El Inspector Ardilla’

‘Pixie y Dixie’

‘El Pato Lucas’

‘El lagarto Juancho’

‘Bugs Bunny’

‘Mickey y Donald’

‘La Pantera Rosa’

‘Pepe Grillo y Pinocho

‘Peter Pan’

‘El Pulpo Manotas’


NO IMPORTA EL FINAL Ante los años inciertos de saber valorar los instantes de felicidad nos queda el criterio que todo nos fue mal. Es un pésimo estado de hacer estas cuentas. Sumar y restar lo que no tiene resultado. Nos queda el consuelo en momentos de pensar que la dicha de llegar vale por todo intento. Aunque haya un término no hay preciso momento de darnos un aliento en la despedida final. Cuando las hazañas sean cada vez menos es tal vez la forma de ir descubriendo la manera sincera de ir desapareciendo.


Tal vez con algunas penas quiz谩 con algunos quejidos. Porque la vida no ha sido tan s贸lo para llorar. Y es ah铆 donde despierta nuestra cuenta imaginaria que nos hace saltar por todo lo vivido. No importa el final si hemos de llegar tan s贸lo agradeciendo.

ISMAEL AUGUSTO



Ismael Augusto Sulca Velásquez Poeta, escritor, representante honorable de la Gloriosa Benemérita Guardia Civil del Perú, posterior unión en las Fuerzas Policiales del Perú (FFPP) y luego en la Policía Nacional del Perú (PNP). Autor de ‘Para Cuando Hablen de Amor’ (Lima 1987) con el que ganara del Premio Internacional de poesía Alfonsina Storni‟ 1986 en la República de Argentina. Ha publicado en Poesía: ‘Amor en Soledad’ (Lima 1988) y ‘Transfigurando’ (Lima 1991) siendo catalogado como el ‘Jack London‟ dela Policía Nacional, o simplemente ‘El Poeta Policía’ Tiene inéditos en poesía: ‘A Tiempo Completo’ (Reflexiones del Minotauro) (Chimbote 1997); ‘Entre Tanta Espera’ (El amor y las estrellas) (Lima 2006) Ha culminado cuentos: ‘Los Dominios del Tayta Orcco’ (Lima, 2010) participante en la XVI Bienal de Cuento Premio Copé Internacional 2010; ‘La Bruja ofendida’ (Lima 2010); y ‘Poemas de vida’ (Entre la rima y el olvido) (Lima 2010). Ganador del premio la Anecdoiga de la Semana‟ promovido por la Revista Oiga‟ del Perú, con la anécdota “Justicia Divina” en 1988. En el 2009 ganó el Segundo Premio en el certamen promovido por la International Police Association IPA (filial Perú), con la anécdota titulada ¡Que tal mecánico!. Actualmente tiene para su publicación: Cuatro Tomos de Historias y Anécdotas de Humor Policial‟, con un recuento de sus vivencias en su largo trajinar en la vida policial.


Primer libro publicado en 1987

Segundo libro publicado en 1988


Tercer libro publicado en 1991

En sus cotidianas labores propias de la funci贸n policial


PUBLICACIÓN VIRTUAL EN ISSUU Ismael Sulca Velásquez:

1.

Historias y Anécdotas de Humor Policial Edición Mayo

2009

2.

A tiempo completo 1997 (Poesía) Edición Mayo 2010

3.Los Dominios del Tayta Orcco Edición 2010 4.Mataron al Marciano Edición Julio 2012 5.La Chancha del General Edición 2012 6.Así cualquiera entiende Edición Julio 2012 7.El Jugador estrella 1980 Edición Julio 2012 8.La Muñeca del Salvavidas 1976 Edición Julio 2012 9.Inolvidable viaje a Concepción (1961) Edición Noviembre 2013

10. De la Clínica y sus recuerdos 2014 Edición Mayo 2014 11. El Último Brujo Edición Junio 2015 12. Las Aventuras de ‘Agustito’ Edición Octubre 2015



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.