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EDITORIAL
Miguel Iriberri Vega
Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales
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HIDRÓGENO, EL FUTURO DEL PLANETA
Llevamos años escuchando hablar del potencial y de la economía del hidrógeno.
Este elemento químico, simple y muy abundante, supone una esperanza hacia un nuevo sistema energético que se encamina a convertirse en una fuente de energía ampliamente aprovechable, ya que puede sostener niveles de producción suficientes para reemplazar el consumo de combustibles fósiles, con eficiencia y menor contaminación, permitiendo además avanzar hacia la eliminación de gases de efecto invernadero.
Ello supone un paso adelante en el proceso de transición energética hacia combustibles menos contaminantes.
Actualmente, esta tecnología está posicionándose en el sector energético contando con apoyo político, económico y normativo, lo que ha llevado a que eléctricas y petroleras apuesten por ello.
Así mismo, son muchos los países que quieren implantar el hidrógeno para descarbonizar sectores económicos difíciles de electrificar y para almacenar energía verde que cubra la demanda cuando no haya generación renovable.
Con ese fin se están llevando a cabo estrategias y hojas de ruta destinadas a lograr la descarbonización y las tecnologías del hidrógeno, en continuo desarrollo y evolución, son claves para ello y para garantizar un suministro energético disponible, sostenible, seguro y competitivo.
En lo referente al almacenamiento, el hidrógeno destaca por su capacidad para ello. Se pueden almacenar grandes cantidades durante largos periodos de tiempo. Puede ser almacenado en forma de gas o líquida y ser transportado a largas distancias, pudiendo en un futuro no muy lejano incluso utilizarse en gran parte de las infraestructuras desarrolladas para el gas natural.
Si tenemos en cuenta los objetivos de sostenibilidad establecidos a nivel mundial, el hidrógeno es fundamental para la transición energética, ya que aumenta la penetración de energía renovable, lo que se contribuye al desarrollo de la economía.
Por otro lado, uniendo investigación y tecnología, se pueden rebajar los costes de producción y almacenamiento de hidrógeno a partir de otras fuentes de energía, creando nuevos puestos de trabajo y generando empleos cualificados y de perfil tecnológico.
En lo referente al transporte, el hidrógeno va a jugar un importante papel como combustible alternativo, para ello obviamente van a ser necesarias infraestructuras y puntos de repostaje que abastezcan a los vehículos.
Aunque se es consciente de que hay mucho por hacer, que no va a ser la solución a nuestros problemas energéticos, que existen factores limitantes, que es necesaria inversión en investigación, en infraestructuras de producción y distribución, etc. para el desarrollo de la economía del hidrógeno, cada vez son más los proyectos innovadores que apuestan por su utilización por ser clave para el medio ambiente y para el futuro de la sociedad y del planeta.