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Mitos y Realidades de la Vivienda Social en Guatemala en el 2021
Es innegable que en el 2020 fue un año muy difícil para todos. Más allá del efecto negativo de los meses en los que la construcción estuvo completamente suspendida; en el área de vivienda social que depende de la ayuda de miles y miles de voluntarios, la pandemia afectó gravemente la movilidad y en consecuencia la posibilidad de colaborar de esos voluntarios. No obstante, es importante mencionar que las características especiales de la demanda de vivienda social, y en especial las demográficas de Guatemala, hicieron que la demanda no solo no se redujera, sino que más bien se acumulara, lo que ya tuvo un impacto positivo en el segundo trimestre del 2021, y se espera que impacte mucho más en el segundo semestre de este mismo año. Todo lo anterior junto con otros factores, como el hecho que los beneficiarios de vivienda social que adquirieron obligaciones de repago, en su gran mayoría mujeres líderes de sus hogares, siguieron cumpliéndolas durante la pandemia, evitó el anunciado colapso, aceleró la recuperación y promete hacer realidad ese repunte en el corto plazo.
Pero no solo solo los hechos particulares del mercado de la vivienda social son los que permiten tener una visión optimista, hay factores en la coyuntura que están afectando positivamente a la economía de la región y en particular a la guatemalteca. Algunos ejemplos de lo anterior son el disparo en el ahorro en general, empujado por un menor gasto en transporte, turismo, y restauración prometen que ese ahorro -al menos en un porcentaje importante- se convierta en inversión en bienes de largo plazo como una vivienda. Por otra parte, la estabilidad y aumento en las remesas combinadas con la expectativa de planes de inversión social en el triángulo norte impulsadas por la victoria demócrata en Estados Unidos auguran un crecimiento importante del sector. Además, existen otros elementos externos como la promulgación de la Ley de LEASING y la inclusión de colocación de vivienda social en esta modalidad, que prometen -para quien las aproveche- un importante impulso en el mercado. a la que pocos han puesto la debida atención. En resumen, existen en muchos sectores indicios que auguran un crecimiento no solo sano, sino que potencialmente extraordinario en el sector de vivienda social.
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Pero no todo son buenas noticias, hay algunas nubes grises en el horizonte como la crisis en las cadenas de suministro global y la subida de los precios del petróleo que auguran un incremento en los precios de muchos productos asociados a la construcción o al menos del transporte de estos. Por otra lado la tan anunciada inflación y consiguiente crisis en Estados Unidos, la resistencia a la vacunación y otros no permiten aún hacer predicciones tan seguras como antes de la pandemia. Localmente los retrasos en la vacunación y el surgimiento de nuevas cepas del virus hacen pensar que la crisis se prolongará mas que en otras regiones del mundo y que, a pesar de que, hasta ahora Guatemala ha logrado eludir los peores efectos de la pandemia, el futuro hasta cierta medida sigue siendo incierto.
Entonces en este 2021 ¿Cuáles son los mitos y cuáles las realidades en materia de vivienda social? El principal MITO es la creencia que invertir en vivienda social en Guatemala es menos seguro y conlleva más riesgos que hacerlo en otros tipos de vivienda, es un mito que las familias guatemaltecas de recursos limitados caen en mora más fácilmente que otros tipos de comprador, es un MITO que la pandemia ha golpeado a la economía del mundo, de la región y en particular de Guatemala en tal forma que hacen previsible un colapso en la demanda o en la capacidad de pago. ¿Cuáles son entonces las realidades? La realidad es que, a pesar de que como en cualquier inversión deben tomarse todos los cuidados necesarios, en especial en la inversión en vivienda social el cuidado de una correcta estructuración financiera que permita un equilibrio correcto tanto para oferentes como para adquirentes, existen innumerables hechos, indicadores y realidades que hacen pensar que la inversión en vivienda social en nuestro país es una excelente opción para un mercado que en otros sectores se está agotando.