




























































































































Mi mente intentó distraerme, haciéndome recordar los momentos en los que fui verdaderamente feliz. Todos tenían algo en común: ese dolor y yo aún no éramos conocidos. Yo no sabía de él,
y él no sabía de mí.
En lugar de que toda esa lluvia de recuerdos que inundó mi mente me ayudara a sentirme mejor, solo empeoró las cosas. No podía parar de pensar en lo increíble que sería estar en mi cama, descansando

Era como ver el futuro, un futuro que prometía alivio y esperanza, pero que en ese momento era tan incierto, tan poco probable como un día sin tráfico en Los Chorros.
































































































