Un día como todos los demás. Era tarde, después de salir de la escuela, llegar a casa, tirar el bolsón el las gradas y luego tomar el almuerzo, ver tele y revisar si tenia tareas. Estaba sentada en la hamaca que esta en la terraza de mi casa, junto a muchas plantas que como siempre mi mami tiene en cualquier lado. Como todos los días para mi era de costumbre estar ahí a la misma hora y en el mismo lugar, era como una necesidad de estar a solas conmigo misma durante un buen tiempo en el transcurso de la tarde. Estando ahí pensaba demasiadas cosas. Pensaba en lo que tenia o no que hacer. En lo que había hecho y en las cosas que tenia que mejorar o dejarlas atrás. No se en que momento empece a pensar tanto en mi vida, en pensar tanto en cada detalle de todo lo que había a mi alrededor. Pero ese día fue especial porque me di cuenta que ya no tendría ese mismo tiempo todo el tiempo.
Una noticia me había puesto a pensar en muchas cosas. Ya no era de sorprenderse porque era algo que desde hace tiempo mi familia y yo habíamos pedido, pero no supimos que fuera tan rápido y a la vez tan seguro. La noticia era que me convertiría en madre de mis hermanas a los 16 años; en realidad la verdadera noticia fue que mi mama se iría a Italia. En lo que mas pensé es en ella pero también en mi, ya que en un momento de un día, después de salir del instituto en un rato por la tarde, hablo conmigo, diciendo que, de alguna forma yo seria responsable de mis hermanas a partir del momento en que ya no estuviera. Claro que tendría el apoyo de otras personas, pero seria mi responsabilidad como hermana mayor dar lo mejor de mi para ellas y por supuesto para mi misma. En algo que pensé bastante es en mi segunda hermana menor.
Siempre he dicho que ella es uno de los regalos mas grandes que Dios me ha dado, ya que desde el día que me anunciaron que venia en camino por decirlo así, me emocione bastante. Fue una larga espera. Siempre que veía la barriga de mi mami me preguntaba como era que ella tenia un bebe adentro, era algo que yo no entendía, pero no me quebraba la cabeza pensando en eso. Solo aceptaba que alguien muy especial se preparaba ahí dentro. Un día al regresar del colegio a donde asistía en ese entonces, al llegar a mi casa, ella ya no estaba. En lo único que pensaba es que al regresar mi mama, ya no vendría con los brazos vacíos, y efectivamente así fue, el tiempo de esperar a que regresara a casa era infinito, hasta que al fin regresó después de dos días.
Al ver a mi nueva hermana tan frágil y delicada, de alguna forma sentía algo especial dentro de mi, y sabia que no seria nada igual. Al principio fue difícil porque yo quería estar en todo momento con ella pero, por estar ella muy chiquita todavía no me dejaban cuidarla mucho. A medida iba pasando el tiempo, al ir creciendo las dos, me dejaron hacerme un poco mas responsable de ella.
A medida las dos crecíamos íbamos formando una amistad entre hermanas demasiado fuerte. A ella le encantaba que yo estuviera mas cerca de ella, en el aspecto en que, le gustaba que yo me responsabilizara mas que las demás de ella.
Cuando todo esto empezó o más bien cuando yo me di cuenta de lo que significaría ser una hermana mayor, fue algo importante, entendí que tendría que ser mas responsable no solo para ella sino también por mi. Cada dia aprendía, aprendo y creo que aprenderé mas de ella, aunque desde un principio sin darse cuenta me ha enseñado muchas cosas.
Hasta que al fin llegó el día en que en que tendríamos que despedirnos de mi mama. Dos noches antes yo ya estaba con los nervios de punta, no sabia que pensar ni como sentirme, solo fui a dormir pensando en como seria mi vida a partir de ese momento.
Cuando solamente faltaba una noche, fue inevitable sentirme demasiado confundida. Las lagrimas salieron de mis ojos sin siquiera pedir permiso. Se vino a mi corazón un sentimiento de tristeza, pero a la vez de alegría, porque sabia que todo seria mejor, porque se abrirían muchas puertas y podríamos tener un poco de felicidad pura. Cuando al fin llegó el día de la despedida, no tenia ánimos de hacer casi nada, ni siquiera fui al instituto. Durante la mañana todos los familiares llamaban por teléfono deseando buenas cosas para la familia. Cada despedida sentía que me marcaba o como si fueran para mi todas esas despedidas.
En el ultimo momento antes de salir de camino al aeropuerto empezaron a llegar a la casa muchos familiares. Estábamos solo ella y yo en un cuarto, cuando dijo que tendría que ser muy fuerte, no solo por mi, sino para que mis hermanas no se sintieran tan mal también.
No pude evitarlo, las lagrimas volvieron a salir sin permiso de mis ojos, esas palabras de alguna manera fueron muy duras para mi corazón, pero ella decía, no llores, tienes que ser fuerte. Por el momento un cambio así es doloroso, pero a medida pase el tiempo todo va a mejorar y nos sentiremos bien de nuevo.
Al fin llegamos al aeropuerto, la verdad el tiempo voló. Tomamos fotos y hablamos junto a los demás familiares. Hasta que sin mas opción tuvo que irse. Entre tantos brazos de tantos familiares ni siquiera pude abrazarla bien, pero no importaba, sabia que ella se sentía bien, o asi parecía, aunque yo, por conocerla bien sabia como se sentía por dentro, pero como ella siempre a sido muy fuerte, lo disimulaba a la perfección, para todos, menos para mi.
Llegué a casa después de la triste despedida, de nuevo no sabia que pensar, ni sentir, solo fui a dormir.
Mi nombre es Sujey Merari Cañas Beltran, tengo16 años y estudio en El Instituto Nacional General Manuel José Arce. Me gusta mucho leer, sobre todo historias de aventuras relacionadas con la fantasía y me gusta escribir poemas. También me gusta practicar deportes como la natación. Me encanta pensar, sobre todo lo que pasa a mi alrededor. Me gusta bastante ayudar a las personas y compartir lo que Dios me da con los demás.