CONTRAPESO TEATRO REVISTA DIGITAL

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UNDÉCIMA EDICIÓN 3/11/2019

JESÚS NIETO Lector, escritor, docente y padre

FOTOGRAFÍA DAVID VICTORY PINEDA


CONTENIDO MENSAJE DE LA EDITORIAL EL TEATRO DE LA GRAN CIUDAD.

TEATRO

MAÑANA DE SEPTIEMBRE.LITERATURA JESÚS NIETO Y SU MEMORIA ITINERANTE. SIN LIBRETO ¿DE DÓNDE VIENE?... OMPHALOS. ARTE Y DEMONIOS


CONTRAPESO TEATRO busca ampliar los espacios para la difusión cultural, tanto local como nacional, por eso se decide a crear la revista digital CONTRAPESO. La revista busca ser del interés del creador y admirador del arte en sus diferentes disciplinas, pero también ser un espacio abierto para quienes quieran formar parte del contenido: ensayos, crítica, nota o publicidad.

No busca imponer verdades y mucho menos juzgar lo que el arte actual ofrece, es tan solo un medio que permite conocer a través de las letras y a través de ensayistas, críticos e investigadores, que se dan a la tarea de apreciar y buscar los discursos o la falta de ellos, lo que nos otorgan las nuevas artes.


El teatro de la gran ciudad Penny Lane

Como dijera el Kybalión: como es arriba es abajo. Parto de este principio filosófico para abrir de nuevo el discurso entre el teatro capitalino y el provinciano, la eterna discusión sobre el posicionamiento suertudo dentro de la vida cultural nacional del teatro que nace, crece y se reproduce en la Ciudad de México, versus el teatro a inferior, el teatro tísico de la provincia; sin embargo, no escarbaré en las adoloridas heridas de estás “brechas “ que separan a estos dos teatros, sino darnos cuenta de lo mucho que nos unen las mismas carencias teatrales. Hace unos pocos días di con un programa, unos podcats tres críticos de teatro, radicados en la CDMX (Desafora2) quienes exponen sobre las obras del momento, estrenos, estrenos o culminaciones de la cartelera teatral, tienen invitados y platican sobre la vida social entre creadores y hacedores del medio, y me sorprendió a la par que me congratuló –aunque esto último no sé si debió pasar- el darme cuenta que estás “diferencias” que creemos que hay entre el teatro capitalino y el provinciano, no existen. No hay, el teatrista en la capital cojea del mismo pie que el provinciano: falta de público, costos de producción elevados, pocos espacios o con poca disponibilidad para ensayos y montajes.


Allá también aplican la de Si tú

vas a ver mi obra, yo voy a ver tu obra. También bulle el pensamiento de ¡Híjole, vino a verme, voy a tener que ir a verlo a él!; invitan al vecino, al primo, al tío y las sobrinas cada que hay función en espera de su desinteresada contribución a su colectivo teatral, a pesar de que han ido más de dos veces a verlos o les han dicho que no le entienden a eso que hacen. Es hasta cierto punto muy liberador –aunque no sé precisamente de que nos libera- el descubrir que el

teatro al que uno admira y que las compañías en las que uno anhela estar, pasan por los mismos problemas que tiene el teatrista en el teatro lejano – porque estaría en un error si usará el adjetivo calificativo pequeño-. Supongo que, las dificultades, nos hacen estar en una misma base, una misma realidad de la que no podemos escapar, por mucho o bueno, por malo y poco que sea el teatro que hagamos, sabemos que en algo tenemos similitud con las compañías o grupos teatristas capitalinos,


claro dejando fuera aquellos que producen espectáculos de importación extranjera o quienes cuentan con el respaldo financiero de un productor como OCCESA, que supongo no padecen de problemas financieros, aunque también padezcan de público, seamos honestos, el mexicano promedio no gastaría 300 pesos en un boleto para un musical teniendo renta o servicios que pagar, la escuela o gasolina, y si fue de esos pocos mexicanos precavidos ahorradores, estará juntando los 300 pesos desde que por ahí llegara el rumor de que probablemente dentro de unos años llegaría tal o cual musical a México. En provincia se dice el teatro para los teatristas, y qué creen, allá se dice lo mismo, solo el teatrista consume teatro, es necesario la formación de público, sacar al teatro del teatro, y a pesar de que es terrible la razón que nos une, es también un fuerte lazo el que nos mantiene ahí, al filo, entre el despertar y el desaparecer del teatro, entre arriba y abajo, tanto que de pronto ya no sé sabe cuál es cual, pero que importa mientras sea teatro de calidad, que no es lo mismo a de cantidad. Pensé, la próxima vez que esté atravesando por algún trauma teatral –falta de recursos, o espacio de ensayo o falta de teatro, el tener que molestar al amigo o al familiar y con el trabajar por meses para una función de tres espectadores- me sentiré bien de estar viviendo lo mismo que las grandes compañías teatrales y me diré: vamos por el mismo camino.


Mañana de septiembre

Jesús Nieto

Llega septiembre con sus pétalos de lluvia.

El verano que no quiere acabarse y el frío que se cuela en las madrugadas anunciando sequía. Septiembre con sus fiestas coloridas y esos platillos que evocan la infancia aunque ya no saben igual.

Hoy al escuchar el vals del Cascanueces mientras hacía café en compañía de mi hijo, toda la atmósfera se ha vuelto muy tuya.

¿Sería el olor de tu bebida favorita, la súbita memoria del consultorio, la biblioteca familiar

o la cocina del rancho? Dondequiera que anduvieras tomabas café con ahínco.

¿Sería Chaikovski en la sala de tapices floreados, el olor a madera y libros, los ladridos del perro en el patio?

¿Será la voluntad de decirle algo a mi hijo con esa música? Creí que sería de otro modo recordarte. No sé si sentí más tristeza de que no estuvieras

o una alegría desbordada de saber que siempre estás.

No hace aún el año y te lo digo para que lo sepas:

es muy raro lidiar una mañana cualquiera con tu muerte.


MEMORIA ITINERANTE CONTRAPESO EDITORIAL ENTREVISTA A: Jesús Nieto FOTOGRAFÍA: David Victory Pineda Edición y todos los derechos reservados: Contrapeso Teatro

“Las palabras tienen entre sí asociaciones que el poeta desconoce.” Mallarmé


Tuve la fortuna de conocer a Jesús Nieto hace unos cuanto años, mis compañeras y yo llegábamos temprano los martes a la SOGEM para alcanzar lugar al frente y recibir, no solo una buena clase, sino ese no sé qué , que irradiaba del maestro; entusiasmo, cariño, pasión, todo lo anterior. Es para CONTRAPESO un honor tener en esta edición a Jesús Nieto presentando su libro Memoria Itinerante. ¿Quién es Jesús Nieto? Me gustaría definirme como lector antes que otra cosa, pues creo que eso es lo que predomina en todas las actividades que hago en mi vida. Puedo no escribir diario, pero es difícil que pase un día o una semana sin que lea. Cuando eso ocurre siento que me falta algo. Como todo mundo, llevo una vida ajetreada por trabajo y ocupaciones cotidianas, pero trato de hacer un espacio entre una cosa y otra para leer, aunque sea, unos cuantos versos, un cuento. Por fortuna, me dedico a la docencia y eso me da la oportunidad de programar lecturas con mis alumnos que muchas veces son nuevas para mí también. Si lo llevo un poco más lejos, también creo que leo a las personas, leo situaciones. Estudié sociología y eso de alguna forma me ha predispuesto a una forma de contemplar la vida que implica leer los signos de identidad en los otros. Soy un lector y soy un elucubrador. La imaginación me funciona de esa manera. Desde luego que también la lectura es en sí misma una actividad creativa. Cada vez que mi hijo me pide que le lea un cuento, por ejemplo, la versión cambia de acuerdo con el contexto. También sabemos, que aunque no se altere ni un poquito la trama, cada vez que leemos reinventamos un poco la historia porque nos la apropiamos de manera distinta. Me pasa con “El huésped” de Amparo Dávila, por ejemplo. Gusta mucho entre mis alumnos, y cada ocasión alguien ve algo en lo que yo no había reparado.


¿Cómo te enganchaste en el mundo de la literatura?

De chico no me gustaba leer. Creo que fue hasta que leí poemas en voz alta que me percaté de lo poderosas que eran las palabras. Me enganché escuchando poemas. En la prepa tuve la oportunidad de estudiar unos meses en Irlanda. En la clase de Inglés llevábamos un libro titulado Awakenings y era un texto acompañado de un CD (que todavía conservo) en el que algunos poetas y lectores profesionales leían clásicos anglosajones, entre ellos muchos irlandeses, por supuesto. Aunque en la secundaria había leído algunos poemas de López Velarde, Mistral, Neruda fue hasta ese momento en que escuché a Heaney, Auden, Bishop que me atrapó realmente la literatura. Desafortunadamente, en muchas ocasiones nos hacen creer que la poesía es algo bien complejo, hermético, de acceso a los iniciados. Y puede que sí, pero no toda la poesía es eso. Esa clase de inglés me permitió acercarme a la lectura poética desde una dimensión mucho más tangible: el oído, la musicalidad. De ahí me fui metiendo más y más. A la par me volví lector de cuentos y novelas gracias a que tuve buenos estímulos de mis profesoras de literatura en la prepa. Mi papá me dio a leer a Carlos Fuentes y me clavé un buen rato en ese autor porque yo estaba (estoy) obsesionado con la identidad mexicana. De ahí fue la curiosidad la que me llevó a explorar a autores de aquí y de allá: Pellicer, Kavafis, García Lorca, Sabines, Huerta. Luego, cuando estudiaba la licenciatura, me enteré de la existencia de la Escuela de Escritores de Sogem. Ingresé al diplomado y en ese proceso me di cuenta de que en verdad amaba la poesía. Desde entonces me aventuré a leer muchas más voces, empecé a leer de otra manera, también. Y aunque había escrito algunos versos a una novia de entonces (como mucha gente hace en la adolescencia), fue hasta que estuve en contacto con poetas como Dolores Castro y Saúl Ibargoyen o lectores apasionadísimos como Jaime Casillas y Gerardo de la Torre que abracé la poesía. Le fui perdiendo el miedo y luego de tantear y tantear el agua, me eché un clavado, y desde entonces sigo nadando.


¿Qué es para ti la publicación de Memoria itinerante?

Un logro, un alivio, una promesa. Muchas cosas. Los poemas que están en este libro se han venido escribiendo desde hace muchos años. El más antiguo lo empecé a escribir en 2005 y el más reciente en 2018. Ha sido un ejercicio de paciencia y de aprendizaje de los ritmos. Ahora que ya veo el libro como un objeto en sí, palpable, físico, es tranquilizante saber que ya no es algo que está archivado en mi cabeza y en memorias electrónicas. Es un alivio porque de alguna manera me permite pasar a otra cosa, a saber cuál. Se había convertido en un pendiente, una asignatura que no llegaba a su fin. También es una promesa, porque de alguna forma tener el libro publicado me hace recordar que eso está ahí, que no puedo abandonarlo, y por lo tanto es una invitación a escribir más.


¿Por qué compartir la memoria en poesía?

Hay una dimensión terapéutica en la escritura. Escribir para asimilar, para dejar ir (ahora que está tan de moda ese concepto), para comprender(se). Borges insistía en que la memoria es una forma de la imaginación, y mucho de su obra narrativa y poética se dedicó a recrear esa idea. Concuerdo del todo. Es raro porque si bien escribir implica siempre un acto de vulnerabilidad, al exponerse ante el otro, también es muy tranquilizante soltar esas imágenes que de otra manera lo persiguen a uno, en la vigilia y en el sueño. Al ponerla por escrito, la memoria se vuelve otra. El tema de la búsqueda de la verdad es también algo que se toca en la escritura (que siempre es reescritura) de la memoria. Creo que al escribir poemas a propósito de la memoria, uno busca que las palabras le revelen aspectos que no tenía claros en el discurso racional, consciente. A mí me ha pasado que cuando las personas leen borradores de mis poemas me hacen ver cosas que yo no sabía que estaban ahí. Es como si, mediante el uso poético de la palabra (quisiera hallar una mejor manera de decirlo, pero no se me ocurre), uno se diera cuenta de que había pensamientos, imágenes, emociones que no había identificado. Maricruz Patiño siempre retomaba en sus cursos una frase de Mallarmé que decía algo así como: “Las palabras tienen entre sí asociaciones que el poeta desconoce.” Eso me pasa con la escritura de poemas sobre la memoria. De pronto las palabras se organizan entre ellas y de pronto me asaltan en la lectura, me descubren o me asombran.


¿Qué

planes literarios tienes a corto, mediano y largo plazo?

De momento, organizar varias lecturas de los poemas en público para difundir y promover Memoria itinerante. Por ahora no tengo preparado nada nuevo para publicar, salvo algunos poemas que andan buscando espacio en revistas. Escribo muy lento. A veces me desespera ir tan despacio pero, otra vez, he aprendido a respetar mis ritmos. No creo que por premura, valga la pena sacar las cosas al vapor. Lo mío es el slow cooking.

A mediano, largo plazo, que siempre son relativos los tiempos, me gustaría publicar un libro de memorias y/o crónicas. En varias ocasiones he tratado de escribir novela, y siempre llega un punto en el que me extravío, así que en los últimos años he tratado de buscar otros medios o formatos.


Creo que la crónica, que es un género entre periodístico y literario, cada vez cobra más fuerza y me gustaría explorar sus posibilidades. Lo de escribir memorias podría parecer redundante cuando ya escribí un poemario en el que predomina la evocación de los recuerdos, sin embargo, creo que en un formato de memorias como tal buscaría contar otras cosas, recrear e imaginar otros aspectos.

Hablemos de tu memoria itinerante y la construcción de quienes somos y son los demás a través de la memoria. ¿A quién expones, de quién son los recuerdos de tus poemas?

Aparece gente que me ha marcado de una u otra manera. Algunas son personas específicas, otras son referencias un tanto fantasmales de historias pasadas: familiares, amistades, amores. La parte final del poemario es la más nítida en cuanto a evocaciones; allí destacan mi abuelo paterno y mi abuela materna, dos figuras clave de la mitología familiar. El poema más extenso del libro está dedicado a mi padre, y es una suerte de recorrido por algunos momentos sustanciales de mi relación con él. Y también aparece “Mañana de septiembre”, el poema del duelo por su muerte, unos días antes del terremoto de septiembre de 2017.


¿Ahora

pluma?

que eres padre, ha cambiado la perspectiva de tu

A ver, ha cambiado mi perspectiva de la vida, por lo tanto sí, ha cambiado todo en general. De manera práctica, y esto sé que le pasa a mucha gente, hay una consciencia de la inmediatez. Cuando estás involucrado en la crianza de un niño no hay mucho tiempo de meditar las cosas, hay un llamado a actuar. De alguna forma la escritura también se ve afectada por esa necesidad de hacer las cosas en el momento. Si tienes oportunidad de escribir una idea que anda revoloteando en la cabeza más vale hacerlo y pronto porque el día está lleno de actividades, de modo que hay que arrancarle los minutos para poder escribir. Ya he dicho que mis ritmos de escritura son lentos, pero sí creo que soy más consciente de la inmediatez de la vida. Quizás incluso en los poemas más recientes se note esa sensación de no quedarse en la contemplación sino de referir la acción. También hay quizás temas que se reiteran o se hacen más patentes. Justo en relación con la pregunta anterior, el nacimiento de mi hijo y la muerte de mi padre ocurrieron en los meses del verano de 2017, creo que hay una cierta conciencia de la paternidad que impactó con fuerza las últimas versiones de los poemas. Pero es posible que esto lo pueda ver con más claridad en unos años.

¿Te ves a ti mismo construyéndote a través de tu escritura? Por supuesto. Escribir estos poemas ha sido una manera de reconfigurar una parte sustancial de mi identidad. En la medida en que hay muchas referencias a mi infancia, mi adolescencia, mi vida en general, los poemas me dicen mucho de quien he querido ser y quien soy. Incluso en los poemas que están más hechos de imaginación o ensoñación que de recuerdos, esa construcción ficticia revela aspectos de mí que en ocasiones desconocía hasta el momento en que se fraguaron en un texto.


¿Qué expectativa tienes acerca de lo que tu poemario le pueda dar al lector? Tengo la esperanza de que cualquier lector pueda sentirse cerca de los poemas. Mi apuesta es que la aproximación tan personal en vez de alejar a quien no tenga el contexto sea una forma de conectarse con otros desde el lugar de la intimidad. No hace falta que nadie haya conocido a los personajes de los que hablo, ni que haya vivido esas situaciones, sino que pueda establecerse el puente, una cierta empatía. Porque finalmente yo soy y no soy el que está ahí como personaje o como voz. Mi esperanza es que el texto pueda tener vida en sí mismo. Ojalá que eso se logre.


El origen de la palabra, se remonta a la época isabelina, pues así se le nombraba a los actores que interpretaban un rol de mujer. Así que desde el apogeo de Shakespeare, algo así como la mamá Ru de aquella época, las Drag han estado de moda. Y desde el principio no es otra cosa que un hombre caracterizado en un personaje femenino sobre un escenario.


ARTE Y DEMONIOS


Damien Jalet presenta:

OM PHALOS ¿Qué es un omphalo? ¿Y qué relación puede tener con las cosmologías mesoamericana antes de la conquista? Antes de que pudieramoss preguntar lo anterior, Catalina Navarrete nos presentó, a modo abreviado, pero muy concisa, la investigación detrás de la pieza coreográfica Omphalos, coreografiada y dirigida por el belgofrancés Damien Jalet. En donde nos explicó los paralelismos que hacen entre las creencias griegas y las mexicas. La conexión que hay entre un ónfalo, un útero y una antena parabólica. Damien escribe: Zeus envió dos águilas, cada una desde un extremo del mundo; el sitio donde se encontraran definiría el centro del mundo, el ónfalo, “el ombligo del mundo”, materializado en una roca, comúnmente protegida por una serpiente. Son también, el águila y la serpiente, los símbolos de la ciudad de México, cuya etimología significa “en el ombligo de la luna”. Pariendo de este axis mitológico entre Europa y México. Omphalos escarba entre historias abandonadas, creadas frecuentemente desde la observación del cosmos, reactivando un imaginario indígena sobre las ruinas de un símbolo contemporáneo de ciencia y comunicación.


Utilizando cosmología mitológica y científica, el conocimiento consciente e inconsciente, la obra resulta es una reflexión física sobre la percepción del tiempo, el cual es múltiple y elástico. Los bailarines, señores del tiempo, se vuelven tejedores, ondulando entre ciclos y patrones que desdibujan la línea entre su experiencia y las fuerzan que los mueven. Ellos encarnan sus texturas, manifestaciones cíclicas a través de aceleraciones, desaceleraciones e impredecibles espirales vertiginosas. Con sus movimientos viscerales, abrirán una puerta entre el tiempo humano y el paralelo. Expresando una cosmogonía personal a través de las leyes gravitacionales de la física, la geometría y la relatividad. Atraídos por los cuatros puntos cardinales, un péndulo que respira, captura los ecos contemporáneos a través de frecuencias distorsionadas, transmisiones de radio, emisores y receptores que, traducen físicamente aquello que no se puede ver. Omphalos gira entre un pasado casi olvidado y un futuro cada vez más incierto. Los bailarines, seres caminantes atados al vértigo del tiempo, danzan antes de que el portal vuelva a cerrarse. ¿Se puede apreciar realmente todo lo anterior? Sí, eso y mucho más. Para quienes no pudieron estar en la conferencia en la que se explicaban las razones de la pieza o quienes apurados entraron tras iniciada la función, seguramente no tenían claro porque había una antena parabólica gigante sobre la escena y que significan las cuatro águilas sobre la antena desenterrando seres/piedras amorfas, sin embargo, Omphalos ofrece mucho


más que una bien pensada justificación, es un conjunto de caracteres escénicos, tanto escenográficos como corpóreos, así como sonoros y lumínicos, que te enganchan en una continuidad, independientemente de si la interpretación es la adecuada o no, porque desde luego, el público tiene el derecho de armarse la historia y el significado que más le plazca, porque desde luego, no podrá obviar la antena gigante, las cuatro águilas, y los seres amorfos –la reciente humanidad- que sufren un cambio evolutivo evidente en los movimientos y en el vestuario. El irremediable caos y las consecuencias del mismo. Si a pesar de todo lo que ya mencionamos, el espectador carece de imaginación o simplemente quiere pasar un rato entretenido sin tener que pensar, Omphalos sigue siendo una buena opción, porque visualmente y atmosféricamente te mantiene atento en todo momento. Desde luego tenemos que hablar del trabajo escenográfico de Jorge Ballina, que ofrece un artefacto escénico a la disposición del bailarín y de la forma narrativa que propone el director. Una antena parabólica gigante, que es a su vez un ónfalo, un útero o una piedra albergando el centro del mundo.


Una trampilla en el centro de la misma por donde las águilas extraen seres/piedras/historias o nuevos seres desde el centro del platillo. Una antena giratoria que nos permite entender el giro de la tierra, por tanto el paso del día y la noche, un eclipse y todo lo irremediable cuando la antena se detiene y comienza a girar hacia el lado opuesto. Omphalos es una coproducción internacional del Centro de Producción de Danza Contemporánea del Instituto de Bellas Artes, Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el Centro Nacional de las Artes a través del programa México en Escena/CENART, Kampnagel Hamburg (Alemania) y el Conjunto Santander de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara; con el apoyo del Instituto Francés de América Latina/ Embajada de Francia en México. Omphalos se presentó en la ciudad de Chihuahua en el marco del Festival Internacional Chihuahua 2019.



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