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El padrón electoral y la credencial para votar

Hasta hace unos días me encontraba participando en el proceso de selección de consejerías del Consejo General del INE, el cual me ha dejado profundas enseñanzas; entre ellas, la de difundir la gran cantidad de procedimientos y actividades que realiza el organismo electoral federal y la complejidad aparejada, incluyendo los recursos que se requieren.

Durante el proceso de entrevistas se me formularon preguntas que cuestionaban los costos del contrato de producción de credenciales y la posesión de la información registral electoral por parte del INE, lo que obliga a precisar cómo se construye el padrón electoral y la doble función que tiene la credencial para votar en México. Hasta las elecciones de 1988, el padrón electoral era confeccionado por juntas municipales, es decir, por el gobierno. Las acusaciones de integración sesgada proliferaban en la oposición. Empadronamientos selectivos, rasurados, registros de ciudadanos fallecidos o migrantes, son

Juan Gabriel Garc A Ruiz

COLUMNA INVITADA sólo algunas de las inconsistencias señaladas.

En 1990, con la creación del Instituto Federal Electoral, se decidió crear un padrón de electores base cero, es decir, literalmente se tiraron los registros previos y se inició la integración de uno nuevo, al principio basado en el principio de buena fe, que consistía en confiar en la información que proporcionaba la ciudadanía de manera directa, algunas veces permitiendo el cotejo con las actas de nacimiento, otras solo con su dicho.

Este padrón fue evolucionando y también sus procedimientos para conformarlo, requiriendo desde hace algunos años la presentación del acta de nacimiento, una

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