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El agua gasificada

El agua con gas se caracteriza por su sabor ligeramente amargo y por las burbujas que desprenden debido a la presencia del ácido carbónico, una sustancia que estimula la secreción de jugos gástricos y facilita la digestión, lo que hace que su consumo sea casi obligatorio.

Existe la creencia de que el agua gasificada es una bebida con calorías y por tanto no está indicada para personas con exceso de peso. La realidad es que el agua (a menos que se trate de las saborizadas) no aporta caloría alguna, por lo que cualquiera de los dos tipos se puede consumir sin problema en caso de sobrepeso u obesidad.

No hay que confundir agua gasificada con otras bebidas que contienen gas como las colas o refrescos saborizados. Según un trabajo publicado en los Archives of Pediatric and Adolescent Medicine, “Los niños que toman habitualmente bebidas carbonatadas tienen más posibilidades de sufrir carencias nutricionales”. Los autores del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta (E.U.), analizaron los datos de más de 4.000 niños de entre 2 y 17 años y observaron que los menores que tomaban mayores cantidades de estos productos tenían mayor incidencia de falta de calcio, magnesio y vitaminas A y C, entre otras.

Las bebidas con gas han desplazado a otras más sanas, como la leche y los jugos naturales. De hecho, buena parte de este sector de la población no toma las cantidades necesarias de minerales y vitaminas. “Sustituir un vaso de estas bebidas por otras alternativas más saludables sería muy beneficioso para la dieta de los niños”, han explicado los investigadores.

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