Un siglo de quito el deán miguel sánchez solmirón

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Un Siglo de Quito a través de los prebendados de su Iglesia Monografías. 22

El deán Miguel Sánchez Solmirón

Juan Corbalán de Celis y Durán

Llegó a Quito hacia 1580, apenas cumplidos los veinte años de edad, ciudad donde al parecer se ordenó de sacerdote. Hijo mayor del capitán Miquel Sánchez de Salmerón y de dona María de Espino, vecinos que fueron de la ciudad de Cartago. Fue su padre, hidalgo notorio, uno de los conquistadores y primeros pobladores de la gobernación de Popayán, pasando a residir a la ciudad de Cartago1, donde ejerció como tesorero de la Caja real. Según testificaba Diego Suárez de Figueroa, secretario de la Audiencia de Quito, desde hacía 40 años en que había llegado al Nuevo Reino de Granada, y como vecino que fue de dicha ciudad de Cartago había tenido noticias de que el capitán Miguel Sánchez de 1

En febrero de 1565 se despachaba un privilegio de armas para Miguel Sánchez Salmerón, que debe tratarse de la misma persona AGI. Quito 215, L.1, fol.32v-33r

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Salmerón majestad principal.

había servido a su como hombre muy

Juan Sánchez Jerez, vecino de Quito, hijo del capitán Juan Sánchez, que antes de ser vecino de esta ciudad había vivido en una de las provincias de la gobernación de Popayán, había oído decir a su padre, que había tratado al capitán Miguel Sánchez y a su mujer, el cual era encomendero y feudatario de indios en la ciudad de Cartago. Y estando ya dicho Miguel con el hábito de clérigo, su padre le comentó que era éste el que habría de haber sucedido a su padre en el feudo, pero que había renunciado a ello para tomar el estado sacerdotal. Después de ordenado sacerdote, sirvió el curato de las parroquias de San Blas y Santa Bárbara de la ciudad de Quito por


Luís López de Solís le nombró por rector de la santa iglesia catedral de esta ciudad, donde al presente ejercía con toda rectitud y cuidado, asistiendo de ordinario en dicha iglesia, administrando los santos sacramentos a los feligreses y asistiendo a las horas diurnas y oficios, haciendo en todo lo que debe un buen sacerdote hábil y suficiente como lo era dicho Miguel.

nombramiento del obispo fray Pedro de la Peña y de la sede vacante. Cuando los alborotos ocurridos en Quito a causa de la imposición de las nuevas alcabalas, iniciados a finales de 1592 se encontraba de cura beneficiado en la doctrina del pueblo de Quero, en la provincia de Riobamba, donde fue Vicario de todo aquel partido, de Latacunga y Ambato, donde dejó fama de buen sacerdote y cura, así entre los indios como entre los españoles.

En marzo del año siguiente 1599 el obispo daba su parecer favorable a la información que se había recogido, y ésta, una vez refrendada por el canónigo Baltasar Tello de Soto, Provisor y Vicario general, se enviaba al Consejo. La Cámara se daba por enterada y archivaba el memorial el 15 de julio de 16032.

En marzo de 1598 y siendo cura rector de la iglesia catedral, solicitaba a la audiencia episcopal que se hiciese una información testifical de moribus et vita, para enviarla al Consejo de Indias con el fin de solicitar al rey que le hiciese merced de alguna prebenda en dicha catedral. El testigo Suárez de Figueroa, que había confirmado los datos anteriores respecto a sus padres, decía que Miguel había sido proveído en beneficios y doctrinas de los naturales, de las mejores de este obispado, donde había administrado los santos sacramentos a los españoles y naturales tratándolos con todo amor, reprendiéndoles sus vicios y predicando la ley y evangelios de tal suerte que había sido bien visto y amado de todo genero de gente. Así mismo declaraba que por ser dicho Miguel buen eclesiástico, buen latino y muy hábil en el canto y todo el ministerio de la iglesia, persona noble e hijodalgo, buen cristiano, temeroso de otros y de su conciencia, virtuoso, honesto y recogido, y por ser de las partes y calidades que está, el obispo fray

En la relación de personas beneméritas de su obispado que el obispo fray Luís López enviaba al Consejo en marzo de 1600, figuraba el rector de la catedral don Miguel Sánchez de Solmirón, del que decía que era uno de los mayores clérigos de ese reino, gran voz y muy diestro en el canto de órgano, sochantre de esta santa iglesia y de los eclesiásticos de más virtud y ejemplo que hay en ella, y que merecía que su majestad le hiciese merced de la tesorería, que hacía mucho tiempo que estaba vacante, o de cualquier otra prebenda. Tras la petición que hemos visto había mandado al consejo y esta nueva recomendación, se le debió proveer de la dignidad de

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AGI. Quito 84, N.59


maestreescuela3, y con este cargo figuraba en abril de 1627 cuando el obispo de Quito Francisco de Sotomayor, en uno de los informes que regularmente se enviaban al Consejo, en el que daba noticias relativas a su obispado, comentaba que “los prebendados y racioneros de esta catedral son personas honradas y que proceden con modestia y cumplen con sus obligaciones, en particular el doctor don Juan de Quirós. tesorero de ella, a quien por sus letras, prudencia y virtud tengo ocupado en el oficio de Provisor y Vicario general, habiéndolo hecho antes de Visitador, en continuación de que por su buen proceder mis antecesores le habían ocupado en el mismo ministerio, con mucha satisfacción del obispado y ayuntamiento. Y también el maestreescuela Miguel Sánchez Solmirón es persona aventajada en virtud y con ejemplo, y todos merecen que vuestra majestad los honre y premie4.

que el obispo de Quito, electo arzobispo de la Plata, había salido de aquella ciudad al principio de la cuaresma de ese año, haciendo jornada por los pueblos de su obispado a la ciudad de los Reyes a esperar en ella las bulas apostólicas de su promoción. Comunicaba que tenía noticias de que el rey había hecho merced de presentar a Su Santidad para obispo de la iglesia de Quito, al maestro don fray Pedro de Oviedo, arzobispo de la catedral de Santo Domingo en la Española, pero que hasta la fecha no se tenía en esa Audiencia recaudo ni carta suya, ni razón de su venida y viaje. Continuaba dando noticias de los prebendados y dignidades que al presente había en la catedral de Quito, que eran los siguientes: El deán don Matías Rodríguez de la Vega, que estaba en España y hasta ahora no había venido a servir su prebenda, el arcediano don García Fernández de Velasco, el maestrescuela Miquel Sánchez de Salmirón, el tesorero Juan de Quirós, y los canónigos: doctor Jerónimo de la Plaza, don Francisco de Mira y Arellano, don Francisco de Cabrera, bachiller Antonio Fernández de Quirós, y el licenciado Diego López de Mora. Estaba vacante la dignidad de chantre y así mismo, una canonjía que faltaba para cubrir las seis conforme a la erección5.

Un par de años después, en abril de 1629 era el presidente Antonio de Morga el que daba relación de las personas que servían aquella iglesia. Avisaba 3

El anterior prebendado en el cargo de maestrescuela había sido el bachiller Matías Rodríguez de la Vega, que como vimos había sucedido en marzo de 1619 al doctor Juan de Villa. El 30 de mayo de 1626 se mandaba al presidente y oidores de la Audiencia una carta real en la que se les reprendía por haber dado licencia para venir a España al licenciado Matías Rodríguez de la Vega, que ya figura como arcediano de la catedral de Quito, luego al parecer fue en este año 1626 cuando se le presentó para la maestrescolía. AGI. Quito 209, L.2, F.23r-23v. 4 AGI. Audiencia Quito 77, N.25

En abril de 1640, nueve meses después de la muerte del bachiller Matías Rodríguez de la Vega, seguía vacante el deanato de la iglesia catedral, y el obispo Pedro de Oviedo proponía a una serie 5

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AGI. Quito 11,R.3, N.57


Antonio del Pino Argote7, que era su Provisor y Vicario general “que es la prueba del toque en que se conoce el talento de una persona”, el cual llevaba ejerciendo dicho cargo más de un año, donde se había visto su buen gobierno en el clero. También le parecía persona digna de ocupar dicha plaza, por sus amplios conocimientos, don Pedro de Reyna Maldonado, canónigo de la iglesia de Trujillo, Comisario de la Santa Cruzada.

de personas para que ocupase esa dignidad, que como primera y más principal de esa iglesia, se deseaba que aquella tuviese suficiente capacidad y buena intención, pues por ser la persona que ordinariamente mandaba y presidía el coro y el cabildo, de ella dependía que hubiese paz en dicha iglesia6. Habían solicitado ocupar la vacante diferentes prebendados, y el obispo comunicaba al rey los que, en conciencia, le parecía serían los más capaces para ello. Al primero que proponía era al maestrescuela don Miguel Sánchez Solmirón del que decía “es un siervo de Dios de cuya virtud y santidad tiene mucho que aprender todos los que viven en esta provincia, es el más antiguo de esta iglesia, y aún entiendo que lo es de las Indias, y aunque su edad es más de 80 años, como Dios le da salud es el continuo que asiste en el coro sin que se le haya visto gozar de redes o licencias que los prebendados tiene para eximirse del trabajo del coro. No tiene agente en la Corte ni quien acuerde a VM sus méritos, pero yo hago lo que debo dando noticia de ellos.

La plaza se proveyó en el maestrescuela Solmirón. A su muerte, ocurrida el 27 de enero de 1647, le sucedió en el deanato el doctor Álvaro de Cevallos, y a éste don Francisco del Pino y Argote, hermano del recomendado por el obispo.

Antonio del Pino Argote. Natural de Quito, hijo de don Antonio del Pino Argote y de doña Luisa de Cózar Valenzuela. Hermano del que sería deán don Francisco del Pino Argote, había sido nombrado racionero de la catedral en 1635. A la muerte del canónigo Jerónimo de la Plaza, que había fallecido en noviembre de 1636, el obispo fray Pedro de Oviedo le proponía para ocupar la plaza, junto con el maestro Luis de Troya, cura rector de la catedral; su sobrino don Ventura Faloni, cura y vicario de Riobamba; y el doctor Pedro de la Plaza, hermano del difunto, cura que había sido de Guamanga y canónigo electo en aquella iglesia, que no había aceptado porque entonces se encontraba con poca salud. Obtenía poco después una canonjía, pero murió al cabo de los seis meses “ sin poder disfrutar de ella” AGI. Quito 20A,N.22 7

Proponía en segundo lugar al licenciado Diego de Mora, canónigo de esa iglesia, graduado por Salamanca, del que decía era persona de paz y de agrado y virtud muy conocida. Después al doctor Pedro de la Plaza, que era graduado por la Universidad de Lima, muy docto y virtuoso, que no era prebendado de esa iglesia, sino de la de Guamanga. Proseguía con el racionero don 6

AGI. Quito 77, N.65

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