Unas notas sobre el gobernador de melilla don josé de carrión y el comienzo del sitio de 1774

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Unas notas sobre el gobernador de Melilla don José de Carrión y el comienzo del sitio de 1774 Juan Corbalán de Celis y Durán Académico Correspondiente de la Real Academia de Cultura. Valencia

RESUMEN Se hace una breve semblanza del que fue gobernador de Melilla durante el sitio de 1774, aportando el dato novedoso del comienzo del cerco, que atrasa en un mes la fecha hasta ahora admitida como tal. Se aportan también datos, inéditos, sobre las obras hechas en Alhucemas una década después de su ocupación en 1673, plaza de la que también sería gobernador nuestro personaje. Se comenta brevemente su paso por las gobernaciones de Veracruz y Cartagena de Indias, en donde le llegaría el retiro del servicio activo con el grado de Mariscal de Campo.

El 27 de enero de 1772 fallecía el coronel don Luis Fernández de Saavedra, gobernador de Melilla, plaza a la que había llegado destinado en mayo de 17671. Para sucederle en el mando, y conocidas las intenciones del Emperador de Marruecos de intentar un nuevo asalto a los presidios africanos, se nombraba con rapidez otro comandante, eligiendo para ello al hasta entonces gobernador del presidio de Alhucemas, el teniente coronel don José de Carrión y Andrade. El nuevo gobernador, era ya un militar experimentado, que contaba entonces con treinta y seis años de servicios, y que llegaba a la Plaza de Melilla tras cinco años y medio de mando en el peñón de Alhucemas, teniendo entre sus recientes méritos las buenas negociaciones que había llevado a cabo en el año 1768 con el jerife “Sidy Muley Bucar Madan”, que había sido enviado a su campo por el empera-

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dor de Marruecos para informarse de las continuas hostilidades que los lugareños hacían contra la plaza2, y poner los medios para asegurar la reciente paz que habían acordado ambos reinos3, y las realizadas en 1770 con el Emperador, Príncipe e Infantes de Marruecos que habían acampado con sus ejércitos frente a la plaza4, negociaciones que le fueron reconocidas por don Juan Gregorio Muniain, Secretario del Despacho de Guerra, en 2 de marzo de 1768 y por el Ministro de Estado, marqués de Grimaldi, en 9 de noviembre de 1770. Había nacido José de Carrión en el Perú, en la ciudad de Cajamarca, hacia 1725, hijo de don Sebastián de Carrión Merodio de Andrade y de doña Josefa Álvarez de Goicoechea, descendiente de la casa noble solariega de los Andrade en el señorío de Vizcaya. Los Carrión eran una familia con una larga tradición en el servicio de las armas, que habían


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Alhucemas en la actualidad

llegado a la Indias a principios del siglo XVI, estableciéndose en el virreinato del Perú. A su tío, el maestre de campo don Alejandro de Carrión Merodio, hermano de su padre, la real Audiencia de Quito le había dado asiento en sus estrados como caballero hijodalgo notorio, posesión en la que habían estado sus ascendientes y parientes. Su ascendencia conocida se remontaba a Álvaro de Carrión, caballero hidalgo, calificado como tal en la villa de Carrión de los Condes en el año de 1462. De su hijo Alonso de Carrión, vecino de Sevilla, “en la colación de la Magdalena”, sabemos que dejaba al morir importantes cantidades de dinero por cobrar, de las mercancías que había consignado hacia Nueva España y que se habían ido vendiendo. Testaba en Sevilla el 12 de noviembre de 1592, dejando de su primer matrimonio con Francisca Bautista de Salamanca cinco hijos, María, casada con Diego González de la Torre; Álvaro, abogado en la real Audiencia de Sevilla; Cristóbal; Gaspar, fraile en el convento de Santo Domingo, y Beatriz, monja en el de Santa Clara, y de su segundo matrimonio con Ana María de Morales, a los menores Ana, Sebastián y Juana. Este hijo Álvaro fue padre de Sebastián de Carrión, el cual fue a su vez padre de Agustín de Carrión, natural de la ciudad de Sevilla, capitán de infantería, exento como caballero hijodalgo del pago de la gabela “de la blanca de la carne”, o impuesto sobre la sal. Casó en Perú con doña

María de Alarcón y Galarza, perteneciente a una de las familias nobles e ilustres establecidas en aquel reino. Su hijo Sebastián de Carrión, capitán de infantería, contrajo matrimonio, también Perú, con otra dama de ilustre familia, doña Agustina Espinosa de los Monteros. Hijo de este matrimonio fue Alonso de Carrión Merodio que, al igual que sus antecesores, sirvió a su majestad como capitán de infantería. Casó con doña Ana de Andrade Benavides Tello de Guzmán, nieta del sargento mayor don José de Andrade Benavides, caballero de la Orden de Santiago, señor de la villa de Salas de Rivera, gobernador que fue de la ciudad de Cuenca en el Perú, descendiente de Diego de Andrade, igualmente caballero de Santiago, hijo de Fernán Pérez de Andrade, señor de la Casa y Torre de Andrade en la villa “de Fuentes de Ume”, “de la cámara y llave dorada de los señores reyes Católicos don Fernando y doña Isabel”. Según relataba el propio José, había ingresado de Cadete, “por el amor al real servicio, dejando los intereses de su familia en el reino de Perú, que eran suficientes para mantenerse con espléndida decencia por los sólidos fondos de su antigua Casa, conquistadora de dicho reino”, trayéndose a Europa tan solo una parte de su hacienda, proporcionada a lo ilustre de su persona. Decía que el ambicioso deseo de sacrificarse en la carrera de las armas, como lo habían hecho sus antecesores continuadamente desde el tiempo de don Carlos V, le habían hecho abandonarlo todo. Lo cierto es que a la edad de 11 años había ingresado como Cadete, quedando pronto huérfano, “por haber fallecido sus padres con el dolor de su venida”, bajo la tutela de uno de sus tíos, que en poco tiempo había disipado todo su patrimonio, no quedándole más que su sueldo de Subteniente de caballería en el Regimiento de Granada. En la clase de subteniente estuvo sirviendo en el mencionado regimiento de Granada, y en los regimientos de Infantería de Cataluña y Toledo, con los cuales intervino en la guerra de sucesión Austriaca, en la llamada segunda guerra con Italia. Se encontró con su regimiento en el avance general de las trincheras de Montalbán y Villafranca (19 abril de 1744), conquista del principado de Orrella, segunda entrada en el Piamonte, ataques de Guipier y la Saleta, sitio de Demont, (3 agosto 1744) defensa del Burgo de San Dalmacio y retirada a Francia, conquista de la Lombardía, sitios y toma de las plaza de Tortona (4 septiembre 1745) y Valenza del Pó, paso del río Tanaro, entrada en Milán y bloqueo de su

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castillo, socorro de Codogno y su retirada, socorro de Parma y defensa de su ciudadela, donde quedó prisionero por capitulación durante tres meses, retirada de Italia, observación del río Wal, y socorro de Veintimilia. Acabada la guerra de Italia, regresa a la Península manteniéndose de guarnición en Málaga, desde donde pasó con el regimiento de Toledo a las plazas de Melilla y Orán, permaneciendo durante seis largos años en esta última, “en la que hizo diferentes salidas al campo de los moros, manifestando su valor y talento en varias comisiones que se pusieron a su cuidado”. Hacia 1755, contraía matrimonio en Málaga con doña Josefa Manso, natural de Ceuta, hija de don Francisco Manso, gobernador que había sido de la plaza de Alhucemas, y de doña Magdalena de León Herrera, natural de la ciudad de Cádiz. La familia paterna, que contaba así mismo con un amplio historial en la carrera de las armas, pertenecía a una ilustre familia malagueña, siendo nieta de Blas Manso y Teruel y de Andrea Colmenares, cuyo hermano Antonio Manso y Teruel había sido Capitán General del principado de Cataluña. Antonio Manso, hijo de este último, caballero de Santiago, comendador de la Puebla de Sancho Pérez, sería en 1767 Inspector General del Ejército, llegando como su padre a ser Capitán General, estando en 1774 al mando del ejército del reino de Aragón. Don Blas Manso fue hijo del capitán don Simon Manso, regidor perpetuo de la ciudad de Vélez, y de doña Antonia Teruel, de la Casa de los condes de Villamena de Cozbíjar, y nieto de don Juan Manso, regidor perpetuo y alguacil mayor del santo Oficio de la Inquisición de dicha ciudad de Vélez, y de doña Ana Moyano. Los Manso descendían del antiguo solar de los Manso, en la Rioja, de Diego Sánchez Manso, el cual había asistido con los reyes Católicos a la conquista de Granada, obteniendo concesión de tierras en dicha ciudad de Vélez. Tuvo por hijo a Diego de Ocaña Manso, padre de Simón Pérez Manso, regidor de preeminencias y alférez mayor de Vélez, señor de “Competín” (Cómpeta?), “Zujeila” (Zujaila), “Barvagis” (Batargis?) y “Lagos”, de quien fue hijo don Juan Manso, padre del mencionad capitán Simón Manso. De su matrimonio con doña Josefa Manso tuvo José Carrión cinco hijos, María Alejandra, Francisco, Antonio, Joaquín y José. De Francisco, nacido en Málaga, sabemos que seguiría la carrera de las armas, y que después de haber estado unos años jun-

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Melilla al comienzo del sitio de 1774 (AGS. MPD, 21,062)

to a su padre en Veracruz, en 1789, siendo capitán, estaba agregado al regimiento de infantería de Aragón. Contraería matrimonio en Madrid el 27 de septiembre de dicho año 1789 con doña María Josefa Manso y Bustamante, natural de dicha ciudad, hija de Antonio Manso, natural de Gerona, caballero de Santiago (20 de septiembre de 1752), capitán entonces del Retiro de Aragón, y de Ana Bustamante y Hoyos. Francisco, que sería Oficial Mayor de la Secretaría del Despacho de Guerra, testaba en Madrid el 2 de septiembre de 1802. María Josefa falleció también en la Corte unos años después, el 16 de

La Plaza desde el navío San Genaro el 30 de diciembre de 1774 (AGS. MPD, 16,162).


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noviembre de 1833, dejando cinco hijos: María Dolores, José María, Francisco, María Antonia y Joaquín. María Dolores, la mayor de los hijos, nacida en Málaga el 13 de enero de 1790, contraería matrimonio con Gonzalo Fernández de Heredia. Antonio, nacido también en Málaga, en 1759, seguiría desde niño los pasos de su padre, ingresando de Cadete de menor edad en la Compañía Fija de Alhucemas, permaneciendo junto a él hasta casi su retiro en 1789. En septiembre de 1790, recién ascendido a Teniente de Granaderos del regimiento de Infantería de la Corona Fijo de Nueva España, se le concedía licencia para contraer matrimonio con doña María de Castro Palomino, vecina de la Habana7. En mayo de 1793 se le concedía el empleo de capitán de una de las compañías de dicho regimiento8. Después de largos años intentado pasar destinado a la Habana donde estaba su mujer, en 1798 se le concedía el poder permutar su destino, pasando al regimiento de Puebla que estaba de guarnición en aquella plaza9. Joaquín, nacería en Málaga el 14 de junio de 1763, plaza en la que estaba de guarnición el regimiento de infantería de Toledo. En 1776 ingresaba en el Real Seminario de Nobles de Madrid. En septiembre de 1766 José, que ya ha ascendido a capitán, se halla destinado en La Coruña, plaza en la que se encuentra de guarnición el primer batallón del Toledo. Nace allí Joaquín, el menor de sus hijos, siendo bautizado en la iglesia parroquial de San José el 28 de dicho mes y año. Fue su madrina su hermana doña María, la mayor de los hermanos. En 1777 cuando su padre pasa a Veracruz, José, al igual que su hermano Joaquín, permanece en Madrid, sirviendo de paje en la Corte. El 10 de noviembre de 1766, se nombraba a don José Carrión gobernador del presidio de Alhucemas, destino en el que permaneció como ya vimos durante cinco años y medio. Le acompañarían sus hijos Francisco y Antonio, el segundo de los cuales, ingresaba de Cadete el 29 de junio de 1767 en la Compañía fija de aquella plaza. En 1769 recibía noticias del cónsul general de Marruecos don Tomás Bremón de los preparativos de guerra que hacía el emperador de Marruecos para acometer la conquista de aquellas plazas, presentándose ante la de Alhucemas en 1770. Ante aquellas noticias dispuso inmediatamente que se reforzasen las reservas de agua, de víveres y de municiones, mandado que se colocasen en los baluartes suficiente número de piezas de artillería, que pidió se le mandasen, así como

una remesa de morteros, bombas y otros pertrechos de guerra, para poder desalojar con ellos a los moros de los ventajosos puestos de ataque de que disponían. Así mismo se le aprobó un proyecto que hizo para construir una nueva muralla, “que era de vital importancia para la defensa de la plaza”, mandando también que se levantase otra muralla que protegiese el pasillo del desembarcadero, logrando con estas obras “conocidos ahorros a la real Hacienda, alivio de la guarnición encerrada en aquella peña, y seguridad del aljibe principal de agua de que se abastece”10. La posesión efectiva de la isla de Alhucemas, por una escuadra mandada por Andrés Dávalos, príncipe de Montesarchio, tenía lugar el 28 de agosto de 1673, con la rendición de los moros que la defendían tras ser sometidos, durante tres días, al intenso fuego de unas baterías instaladas en los islotes inmediatos. El cinco de julio de ese año, ya estaba formada la escuadra, “denominada de la Santísima Trinidad”, pues en dicho día sabemos que el Vicario General de la Armada, nombraba al licenciado Alonso Esteban Soriano capellán de la fragata nuestra Señora del Pópulo, una de las componentes de dicha escuadra. Según relataba el propio licenciado11, el uno de septiembre de dicho año 1673, el propio príncipe le nombraba Capellán Mayor del Presidio y Castillo San Agustín y San Carlos de las Alhucemas, estando desempeñando su ministerio, “así en la iglesia como en el hospital”, hasta al menos junio de 167612. Tras “la expugnación”, el príncipe, dejó por gobernador de la isla al recién ascendido a capitán don Francisco López Moreno, quien después, gobernando Melilla, moriría durante el cerco de 1687, en una de las salidas de la plaza13. Existía en la isla una fortaleza, construida pocos años antes, que tras el asalto había quedado en parte arruinada, manteniéndose en este estado hasta 1684, año en el que su gobernador don Jerónimo Torrijos y Zapata iniciaba importantes obras de reparación, acondicionamiento, y ampliación, de las escasas instalaciones existentes14, “reedificando las murallas del castillo, que estaban en parte arruinadas y maltratadas de la batería que les dio la Armada cuando se conquistó” realizando también otras obras de fortificación para mejorar su defensa y seguridad, dotándolas de distintas garitas y dos miradores. Así mismo llevó a cabo la construcción de un cuartel “muy capaz para el alojamiento de mucha más gente”, y de seis “ranchos” para el servicio de la tropa. Construyó viviendas para el Goberna-

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Planos de Alhucemas en 1736. (AGS. MPD, 67,063).

dor, Patrón “del barco longo”, Alférez, y Cirujano, y así como para el Vicario, Veedor y Contador. También edificó “cárcel para los delincuentes”, y una herrería y su alojamiento fuera del castillo. Pavimentó la plaza de Armas, hizo reparos dentro del castillo, y en los Almacenes, de los que estaban necesitados, colocando en la muralla principal, en la iglesia y en la plaza sendos escudos con las armas reales “de buena piedra, que hizo traer y labrar”. Levantó “una iglesia muy capaz a nuestra Señora de la Concepción, pues hasta entonces no hubo disposición”, haciendo a su costa altares y pila de bautismo, dotándola además de todo lo necesario para el culto divino, acometiendo también las obras de ampliación del Hospital. Todo el material que necesitó para las obras lo trajo “de tierra de moros”, con gran dificultad y riesgo, haciendo expresamente unas caleras para la cal necesaria, trayendo también arena y maderas. Montó para su defensa ocho cañones de artillería, haciendo de nuevo sus encabalgamientos, aderezando los demás que había en la plaza, poniendo también en disposición muchos mosquetes y arcabuces que estaban inservibles. El veedor del

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presidio don Francisco de Casares y Moreo, certificaba también que don Jerónimo en persona, al no contarse con artillero, había asistido con mucho desvelo en todas las ocasiones al manejo de la artillería, teniendo muchos aciertos en sus disparos, asistiendo también a las guardias de noche y de día. En primero de enero de 1688 estaba concluyendo las obras de un varadero, “que era muy necesario para el resguardo de las embarcaciones, que quedaban siempre muy expuestas”. En esta relación de los servicios que había hecho don Jerónimo Torrijos en la plaza de Alhucemas añadía lo siguiente: “Hallándose dicha plaza de las Alhucemas con el gran embarazo de un Castillo que los moros tenían fronterizo a tiro de mosquete desde donde sojuzgaban y embarazaban todas las operaciones de los cristianos, y desde donde les cañoneaban con la artillería y estorbaban con su guarnición las faenas15 y deseando dicho gobernador quitar tan perjudicial Castillo, logró la ocasión de llegar a aquel Presidio con dos galeras don Fernando de Silva, marqués de Alconchel, «quatralvo» o jefe de ellas, con quién trató y confirió la expugnación, y en efecto, a sus ins-


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1765. Plaza de Veracruz y castillo de San Juan de Ulúa. (AGI. MP, MEXICO, 229)

tancias, se emprendió la acción, previniendo a su gente y armas, y el día 18 de julio pasado de 168716, al amanecer, saltaron a tierra dicho marqués y gobernador con una y otra gente, y sitiaron dicho castillo de los moros, y le atacaron con diferentes minas, que le desmantelaron y demolieron aprisionando a 14 moros de su guarnición que quedaron vivos, matando a los demás y a otros de la mucha turba que acudió a su socorro, cuyo Cabo también mataron, quedando don Jerónimo herido en una pierna, y su majestad, en despacho de 30 de septiembre de 1687, en atención a lo referido le hizo merced de 200 escudos de renta al año”. Como vimos, a la muerte del gobernador de Melilla, en marzo de 1772, el monarca nombraba para el puesto al teniente coronel don José Carrión y Andrade, en cuya plaza, según exponía su hijo Francisco17, se portó con singular valor, obrando siempre con justicia y prudencia, cuidando de avanzar en las obras reales, y consiguiendo, tras incesantes fatigas y a su costa, completar el número y dotación de las Compañías fijas, añadiendo que, en

una y otra plaza, había sido igual su acierto militar, como lo había acreditado en el sitio y defensa de la de Melilla. De la relación que hace de su paso por Melilla, coincidiendo con el sitio de 1774, hay que destacar el dato novedoso que nos aporta de la fecha de inicio del mismo, que fue el día 9 de noviembre. A pesar de que este sitio, es el más documentado de los que sufrió la plaza gracias a los cuatro Diarios que se escribieron durante el mismo, a las publicaciones de la correspondencia de Sherlock en la Gaceta de Madrid de ese año, y a otras obras que se escribieron sobre ello18, la fecha que se da, al parecer equivocadamente, de su comienzo, es la del 9 de diciembre, es decir, la de un día después de la llegada de los refuerzos, que según especificaba el gobernador, “lo que al fin de veinte y nuebe días llegó”, refuerzos que llegaron por tanto a la Plaza el día ocho de diciembre, dándose como fecha de comienzo del sitio la del día siguiente 9 de diciembre, fecha en la que comienzan los Diarios, coincidiendo con la llegada ante la Plaza del Emperador con parte de su

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ejército. En la exposición de méritos de su padre, Francisco Carrión decía lo siguiente: “En 31 de Marzo de 72 le confirió el augusto Padre de VM el Govierno de la Plaza de Melilla19, siendo ya Theniente Coronel, y en el de 1773 el grado de Coronel, en cuia Plaza se portó dicho su padre con singular conducta, desinterés, honor, valor y celo al Real Servicio obrando siempre con justicia, prudencia y acierto, cuidando del adelantamiento de las reales obras, arreglo de la guarnición y observancia de las Ordenanzas. Que a costa de incesantes fatigas consiguió poner las Compañías fijas de su dotación en el pie sobresaliente y ventajoso que se advierten, cortando muchos abusos que había perjudiciales a los soldados y desterrados, haciendo con toda equidad el repartimiento para el servicio y fatiga entre los piquetes de diversos Cuerpos que la guarnecen”. “... y que en una y otra plaza ha sido igual su acierto militar, como lo acreditó en el sitio y defensa de la de Melilla quando el Emperador de Marruecos se presentó en el día 9 de noviembre de 7420, para imbadirla con 125.000 hombres21, poniendo multitud de baterías de cañones y morteros del maior calibre, hallándose a la sazón con solo quinientos hombres de guarnición, escasissimo de víveres sus almacenes, corto número de artillería, y menos de municiónes de guerra, para entretener a tanto enemigo deseosos de la gloria en el vencimiento, mientras sus representaciones lograban el socorro que tan indispensablemente necesitaba, lo que al fin de veinte y nuebe días llegó, hallándose entonces con menos de la quarte parte de artillería y pólvora, con solo bastimentos para tres días, que ha esfuerzos de su vigilancia y pericia no pudo comprehender la guarnición el estado de su necesidad, ni los enemigos la ventajosa situación para apoderarse de esta gloriosa Plaza22, pero hallándose con regular número de guarnición, municiones de boca y guerra, pudo no solo defenderla, sino también emprehender una salida con doce hombres y un Cavo, prevenidos con bombas, para introducirlas por las claravoyas de las minas conque pretendían bolar los principales castillos, consiguiendo el fin deseado de destruir sus ideas, y la de incendiar con ornillos y camisas embreadas la gran trinchera dominante a todas las fronteras exteriores de la Plaza, cuio imprevisto acoso

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de los enemigos, así por el actibo fuego de las fortalezas y buques de guerra, como por la sorpresa de hallarse con los españoles en su trinchera y principal campamento, los obligó a la más vergonzosa fuga, con lo qual se incendió por centro y costado toda la trinchera, no pudiendo en tres días apagar sus llamas, y solo sí, perecer crecido número de ellos al fuego de las baterías, pero en tan heroico hecho tubo dicho su padre la satisfacción de que en la retirada y acción misma no pereciese ni un solo indibiduo de los que por su Rey y religión pelearon, observando las disposiciones y órdenes de su Gobernador, el que entonces nada obtuvo, sino darse a conocer por buen oficial23. No satisfecho su celo por la mejor defensa, consiguió, volando oportunos hornillos y formando emboscadas, destruir a los enemigos, sino debilitar sus ventajosas ideas para la rendición de la Plaza que tantas veces inventaron con bárbaras amenazas de ataques, hasta que viendo cada día aumentadas las baterías y murallas, como las minas (que tanto temieron) y el vigoroso fuego que de día y noche sufrían con furiosa mortandad, no solo de sus principales Jefes, sino de sus mas lucidas huestes, y haviendo consumido ya todas sus fuertes prevenciones en la destrucción de la Plaza (menos sus murallas) sirviendo de cuarteles y resguardos los tristes soterráneos que a esfuerzos de su infatigable celo consiguió para el corto alivio de la guarnición, que así su citado padre como toda la oficialidad quedaron en qüeros por la pérdida de sus equipajes entre las ruinas de una Plaza que jamás mereció la

Cartagena de Indias en 1660 (AGI. MP, PANAMA, 20)


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atención de considerarse pudiera dar gloria a vuestras Reales Armas24, y punto de la relijión entre tan bárbara secta, pero obligados los enemigos por la fuerza y necesidad decamparon furtivamente, y disfrazado el mismo Emperador a su hijo, que hoy es el Príncipe, con el Embaxador que vino a esta Corte, y poniendo vandera de paz en todas sus trincheras se acercó a la Plaza, la que guardando las máximas y ardides de la guerra, le recibió prevenida en uno de sus rastrillos, y dando el dicho incógnito Infante las simples excusas de su guerra, como Embajador de su Emperador, pidió la Paz, dando cartas para la Augusta Persona de vuestro Padre, y que mientras se trataban los modos y medios entre ambas Potencias, se les permitiese la retirada du su artillería, destrucción de sus trincheras y paso de su ejército, el que desfiló vergonzosamente por delante de vuestro glorioso Real Pavellón”. Y terminaba Francisco su exposición añadiendo: “con lo que puedo exponer A L(os) R(eales) P(ies) de V(uestra) M(ajestad) soy hijo del primer general que ha tenido el honor de defender en el passado reyno una Plaza tan poco conocida y tan importante a VM de cuia defensa mereció el grado de Brigadier25, quedando después en la reparación de aquellas fortalezas, y dejándola capaz, según su conocimiento, planos y proyectos, de que sea teatro de las glorias contra las Armas agarenas”. 26 Como señalábamos anteriormente, su hijo Antonio, que con el grado de Cadete le había acompañado desde Alhucemas a su nuevo destino en Melilla, también nos aporta algún dato sobre el sitio. En un oficio que en 1792, el coronel del regimiento del Infantería de la Corona, de guarnición en México, mandaba al Consejo, proponiendo candidatos a la vacante de capitán de una de sus compañías, proponía en primer lugar a don Antonio Carrión, teniente de la primera compañía de granaderos. Decía de él que se había hallado “en todas las peligrosas acciones que se presentaron durante el sitio de Melilla, siempre al lado de su padre el gobernador, y particularmente en 27 de agosto (sic) de 1774 en la que dieron los enemigos para impedir que se perfeccionase el glacis del fuerte de San Miguel, en todas las ocurrencias de incendios, y cuando los enemigos

volaron un hornillo; hizo de voluntario una campaña al mando del brigadier don Antonio Barceló27, y una salida, por estar al mando del Tte. Coronel don José Laforet, en busca de unas galeotas de moros 28. El 16 de marzo de 1775 el Emperador levantaba el sitio retirándose con el grueso de su ejército, haciéndolo el resto tres días más tarde. En la Gaceta de Madrid del martes 4 de abril de ese año, se daba la noticia de ello, y se comentaba el escrito que el Comandante General don Juan Sherlock había enviado al conde de Ricla celebrando “el acierto de los respectivos Comandantes de Ingeniero y Artillería, don Juan Cavallero y don Vicente Garcini, y distinguiendo mui particularmente el zelo, capacidad y espíritu del Gobernador don Joseph Carrión, premiado por SM con el grado de Brigadier de sus Exércitos”. Don José se mantuvo en la plaza, ocupado principalmente en las reparaciones de sus defensas, hasta que el 24 de octubre de 1776, se le nombraba gobernador de la Plaza de Veracruz y castillo de San Juan de Ulúa, considerada entonces la llave principal del reino de México, y plaza de gran responsabilidad, pues en su demarcación se encontraban los ríos de Alvarado y la Antigua capaces, junto a dicha plaza, de abrigar una escuadra enemiga, como ya lo habían intentado los ingleses en la pasada guerra. Se había elegido para ello un militar de conocido y acreditado talento militar, capaz de encargase de tan rudo y arduo trabajo. En febrero de 1776, después de haber tenido que empeñarse en más de 30.000 pesos, necesarios para dejar provistos a sus dos hijos en España29, y para el pasaje y transporte en tan largo viaje, de su familia, criados y equipajes, embarcaba en Cádiz en el navío de guerra San Julián, al mando de don Ignacio Ponce. Embarcaba junto a su mujer Josefa, sus hijos; María, Francisco, subteniente y Antonio, cadete, que habían obtenido permiso “para que a su lado se instruyesen en el servicio”, y habían sido agregados al Regimiento de Infantería de la Corona de México, a los que acompañaban una docena de servidores30. Durante su gobierno demostró su habilidad disponiendo medidas para evitar toda posible invasión, mandando construir lanchas cañoneras para la defensa de los ríos, perfeccionando las obras del fuerte San Juan de Ulúa, levantando planos con instrucciones para su defensa, haciendo acopio de municiones, disponiendo de almacenes, preocupándose del

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estado de la tropa europea, proporcionando cuarteles apropiados para los tres regimientos de infantería y dos de dragones que estaban de guarnición, situándolos, así como los hospitales, en los sitios más saludables para que no pereciesen en aquel clima tan malsano. Tuvo también acertadas disposiciones para mejorar el servicio de la Marina y su Escuadra, facilitándoles el paso de caudales y víveres para el ejército de la isla de Cuba. Según alegaba su hijo Francisco, con su celo y pericia, adelantó las obras del fuerte, que según lo que había proyectado se hubiesen necesitado 24 años para acabarlas, concluyéndolas en tan solo cuatro años, empleando mucho menos gente de la prevista, ahorrando a la Hacienda más de cinco millones de pesos, mejorado también su capacidad de defensa. Se quejaba que había sufrido con resignación el hecho de que después de haber seguido las ordenes del virrey don Martín de Mayorga, y haber levantado un Cuerpo de Lanceros, dos de Caballería Ligera de Monte y Costas, y dos Compañías de dotación en San Juan de Ulúa, todos naturales del país, a excepción de la oficialidad, que se eligió de la acostumbrada al clima y conocedores del terreno, al cabo de dos años y medio de su creación era desaprobado por el rey, perdiendo sus dos hijos la antigüedad y ascensos que habían obtenido en los mismos. Tal como lo retrataba el Tribunal de la Inquisición, era este Brigadier un militar completo, celoso y amante del real servicio, desinteresado, siendo un político de ideas tan benéficas al pueblo, y de intenciones sanas, juez de un carácter pacífico y corazón benigno, afable y entregado en su trato a los más necesitados, no desconfiando nadie en su integridad en la administración de justicia. De ello había dejado constancia el cirujano Loaiza en su “Diario” quien, después de decir de Sherlock que era un señor sumamente bondadoso, que repartía gratificaciones a los soldados que diariamente se esforzaban, señalaba que “el caballero Gobernador es de los mismos sentimientos generosos y además de coayudar con su peculio al estímulo de las tropas, les disimula algunas faltas leves, hijas de la poca previsión e ignorancia, de suerte que todos sirven con gusto”. Después de su buen gobierno en la plaza de Veracruz, y antes de que se le residenciase, el 13 de junio de 1784 se le promovía para el gobierno de Cartagena de Indias “puerto principal y de la mayor consideración del virreinato de Santa Fe”. De su actuación en este nuevo destino tan solo conoce-

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Cartagena de Indias en la actualidad

mos que durante su gobierno había organizado unas “entradas de conquista” a las provincias del río Darien y Mosquitos, siendo sus dos hijos, según decía, los primeros en alistarse en aquellas expediciones. A mediados de mayo de 1789 don José se lamentaba de que después de 53 años de servicios y de tantas promesas de que se tendrían presentes sus servicios, el fallecimiento de SM había paralizado la recompensa de los mismos, y ahora, en atención a todos ellos, solicitaba que se le concediese el grado de Mariscal de Campo, con la Cruz pensionada de Carlos III. Enviada por el Consejo la súplica al rey, su ministro contestaba “que SM, hecho cargo de esta fundada petición, le había manifestado que su real ánimo fue incluirle en la promoción hecha el 16 de enero de 1784 como Brigadier el más antiguo de los que servían en América y de notorios servicios, y pues no tuvo efecto por material olvido o equivocación, quiere SM que se le expida ahora el correspondiente título de Mariscal de Campo, con la propia fecha, para que no sufra perjuicio31. Antes de que llegase al Consejo esta petición, alcanzaba don José la edad en que se le apartaba del servicio activo, hecho que le notificaba el 18 de mayo de 1789 el ministro de Indias don Antonio Valdés, comunicándole “que el rey había resuelto que su señoría regresase a España para ser atendido y empleado conforme a su mérito, y que le había sustituido en el cargo el Jefe de Escuadra de la Armada don Joaquín Cañaveral y Ponce”, el cual tomaba posesión del cargo un par de días después32. A finales de agosto estaba Carrión en la Habana, donde permaneció al menos seis meses en compañía de su hijo Antonio, que iba con licencia temporal, espe-


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rando para embarcarse hacia España, donde ya le vemos residiendo en Málaga, el once de enero de 179233. El 21 de octubre de 1795, su viuda doña Josefa Manso, solicitaba licencia para que su hijo Antonio, capitán del Regimiento de la Corona de Nueva España, pudiese pasar a la Habana, donde vimos tenía

a su familia. Exponía que su marido para su regreso a España había tenido que contraer varios empeños, y había dejado algunos asuntos pendientes en la Plaza de la Habana, y que únicamente su hijo, residente en México, podía concluir dichos asuntos, “y pagar a muchos acreedores que la van molestando en su triste suerte”34 .

NOTAS 1. El 22 de mayo de 1767 se nombraba gobernador político y militar de la Plaza de Melilla, a don Luis Fernández de Saavedra, gobernador que fue de la de Alhucemas durante casi seis años. POSAC MON, Carlos. “Proceso inquisitorial de Miguel Rubins de Celis”. Melilla, Aldaba nº 22, 1993. 2. El 5 de marzo de 1768 don Juan Gregorio Muniain le aprobaba la conducta observada con el Jerife. 3. El 26 de mayo de 1767 Carlos III firmaba un Tratado de Paz y Amistad con el Sultán de Marruecos, que caprichosamente se saltaría al anunciar en 1774 su propósito de atacar las plazas españolas. MIR BERLANGA, Francisco.”La ayuda de Málaga a Melilla durante el sitio de 1774-75”. Málaga, Diputación de Málaga, Jäbega nº 10, 1975. 4. En octubre de 1792, el gobernador de Alhucemas don José Zitto, con motivo de la llegada frente a la plaza del Príncipe Muley Selema con el ejército que había levantado contra su hermano “Muley Solimán,” pedía instrucciones de los honores que debía prestarle. Preguntaba si debía seguir el método que le habían dicho se practicó cuando “Muley Aly” acampó frente a esa plaza en el año 1770 “que siempre que salía de su tienda y se presentaba a este frente, se le saludaba, lo que repetía cuatro o cinco veces al día sólo con este fin”, con el gasto de pólvora y padecimiento de la artillería que eso suponía. Archivo General Simancas (AGS), Secretaria Guerra (SGU), legajo 7318, expediente 97. 5. Archivo General de Indias (AGI). Contratación, 239, N.1, R.22. 6. En el mencionado expediente de ingreso se dice que Francisco era natural de Málaga, nacido el 4 de junio de 1761, siendo por tanto menor que su hermano Antonio, que había nacido en 1759. Pero en un expediente de 1789 leemos que Francisco solicitaba para “su hermano menor” Antonio, un año de licencia para venir a España desde México, donde se encontraba destinado. AGS. SGU, leg. 6992.14. 7. AGS. SGU, leg. 7224,79. 8. AGS. SGU, leg. 6850,23. Ascendido a capitán, su

hermano Francisco, entonces oficial supernumerario de la Secretaría de Guerra, solicitaba para Antonio la comandancia del Castillo de la Punta, en la Habana, pero no se le concedía, porque hacía años que dicha comandancia estaba suprimida, estando un oficial retirado a cargo de la misma. 9. AGS. SGU, leg. 7006,18. Su madre Josefa, ya viuda, en octubre de 1795 solicitaba licencia, y la obtenía, para que su hijo Antonio, que se encontraba en México con su regimiento, pudiese pasar a la Habana, “pues se encontraba con el dolor de no ver a su mujer después de haber perdido cuatro hijos”, y necesitaba “concluir asuntos y pagar a muchos acreedores que le van molestando en su triste suerte”. AGS. SGU leg. 6971,29. 10. AGS. SGU, leg. 7085,6. 11. AGI. Indiferente, 125, N.105. 12. El primer libro de bautismo de Alhucemas comienza en 1678. SALAFRANCA ORTEGA, Jesús. “Fuentes documentales para la historia de Melilla: La Vicaría de África del Archivo Diocesano de Málaga”. Melilla, Aldaba nº 5, UNED, 1985. 13. ESTRADA, Juan Antonio. Poblacióngeneral deEspaña, sus reynos y provincias, ciudades, villas y pueblos, islas adyacentesypresidios deÁfrica. Tomo segundo. Madrid., 1798, pp. 554. 14. AGI, Indiferente, 131, N.98. 15. Según Estrada “Los moros tenían otro castillejo en la tierra firme frente a la Plaza, inmediato a un río que desagua en esta bahía, para impedir a los de Alhucemas tomasen agua, pero el marqués de Alconchel con las galeras de España, el año de 1687, por el mes de julio echó gente en tierra y ayudados de la guarnición de la Plaza, rindieron el castillo y lo demolieron, que permanece hoy sus vestigios”. pág. 586. 16. Las fechas que dan Torrijos y Estrada deben ser incorrectas, pues por carta fechada en Málaga el 14 de junio de 1687, el marqués, herido en la mano, daba cuenta al duque del Infantado de la nueba infançonada “que la gente de estas dos galeras había ejecutado

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ASOCIACIÓN DE ESTUDIOS MELILLENSES

(después del segundo socorro a los presidios del Peñón y Melilla) con un castillo de moros en las Alhucemas, que embarazaban a los presidiarios y embarcaciones que llegaban a su puerto”. Por lo que se deduce que la acción fue anterior a dicho día 14 de junio. Archivo Histórico Nacional. Archivo de los Duques de Osuna, CT.111, D.3. 17. AGS. SGU leg. 7085, 6. 18. Sobre la amplia documentación existente sobre el Sitio ver: LORA PASTOR, Andrés. “Investigación y Metodología. El Sitio de Melilla de 1774-1775”. Melilla, Akros nº 10, 2011. 19. Se adelanta en unas semanas la fecha dada hasta ahora (15 de abril) de su nombramiento. 20. El 23 de abril de ese año el coronel José Carrión, que se encontraba de tránsito en Málaga, hacía ante el escribano de esta ciudad información de limpieza, calidad y nobleza. Archivo Histórico Nacional. Seminario de Nobles de Madrid. Universidades 663, exp.46. Esta ausencia de la plaza corrobora el hecho “de lo imprevisible, por lo bien tramado, que resultó el ataque”. LOURIDO DÍAZ, Ramón. “El armamento y la asistencia técnica militar europea en el asedio marroquí de Melilla (1774-1775)”. Madrid, 1972, Revista de Historia Militar, nº 32. Al parecer no debieron empezar a tomarse medidas hasta después del 4 de noviembre de 1774, pues hasta esta fecha no llegaron a Madrid los informes de las necesidades de la plaza. MIR BERLANGA (1975) pp. 44. 21. Sherlock comenta la llegada de tres contingentes, con un total de 30.000 hombres y algunos otros artilleros y minadores que llegaron después. Loaiza dice que eran 75.000 de tropas regulares y 25.000 de las cabilas. Fernández de Castro da la cifra de 40.000. 22 . A los parlamentarios que enviaron los moros el día 10 solicitando la rendición, el gobernador les respondía “...” que (la) defendería hasta perder la última gota de sangre, para lo cual estaba bien provista de municiones de boca y guerra, con la suficiente guarnición, dispuesta a defenderla...”(Diario. Anónimo). 23. Seguramente se refiere a la acción del día 9 de enero, iniciada con el asalto por sorpresa a las trincheras enemigas de un grupo de presidiarios. (Diarios). Según Loaiza hubo un par de muertos y algunos heridos. 24. En los bombardeos del día 10 de diciembre, fueron alcanzados diversos edificios, siendo uno de ellos la casa del gobernado, “que padeció el mayor estrago” (Diario. Anónimo). 25. “Atendiendo el Rey a los dilatados servicios del mariscal de campo don Juan Sherlok y al particular mérito que ha contraído en la defensa de la plaza de Melilla, ha venido SM a conferirle el grado de Teniente General de sus Ejércitos, y el gobierno de San Lucar de Barrameda. Con igual motivo ha

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concedido su MG el grado de Brigadier a don José Carrión, gobernador de dicha plaza, y el de coronel la teniente coronel graduado don Juan Roca, sargento mayor del Rgtº de Infantª de la Princesa”. La Gaceta de Madrid, martes 4 de abril de 1775, pp. 143. 26. Todo lo cual, añadía, se hallaba probado y certificado por los ministros conde de Ricla y conde de Gausa, por los tenientes Generales don Juan Seherlox y conde de Italia, como por don Juan del Toso, don Francisco Lorente, y don Martín de Córdoba, veedores, contadores y ministros de la real Hacienda y Marina de las citadas plazas. 27. Comandante de la escuadra, al mando del navío San Genaro, que durante todo el sitio apoyó a la plaza, tanto con su fuego directo como con el trasiego de víveres y refuerzos desde la península. 28. AGS, SGU,leg. 6992, 14. 29. Don José, “después de la ruina que experimentara en Melilla, y de los de un indispensable para dejar dos hijos en España, como para transportar una dilatada familia con otros dos hijos oficiales, y pagar un transporte de 5.500 duros, todo lo cual le constituyó haberse con el empeño de más de 30.000 pesos...”. 30. Se daba licencia de embarque para que le acompañasen a: Josefa Rioseco, doncella de honor y su hija; José Monferrán, mayordomo; Andrés Suárez Freyre, escribiente; Antonio Pereda y José Morales, pajes; Manuel Bergantes, ayuda de cámara; Ramón Ratera, cocinero; Bernardo Rusin, criado; Francisco Pérez criado de don Francisco; Francisco Chacón, criado de don Antonio, Bernardo Almansa y Sebastián Rodríguez, lacayos. AGI. Contratación 5523, N 2, R.27. Unos años más tarde, en 1783 se le daba licencia para que pasase a Veracruz a su sobrino don Agustín de Quiroga y Manso, vecino de Málaga. AGI. Contratación 5526, N.1, R.4. 31. Se le expedía titulo de Mariscal de Campo el 27 de mayo de 1789. AGS. SGU, leg. 7076, 22. 32. Ponce, nada más tomar posesión de su destino, se quejaba de la cortedad de los 9.000 pesos de su sueldo para atender sus necesidades. Alegaba que su antecesor Carrión, con menos grado y menos comisiones (pues él regentaba también la Comandancia de Marina), cobraba 9.500 pesos de sueldo, y además se le habían dado 3.000 pesos al marcharse (dejó debiendo a la Caja real esa cantidad, pero finalmente el monarca se la perdonó, en concepto de gasto de viaje). En realidad la asignación del sueldo de Carrión como gobernado era de 7.500 pesos, cobrando un sobresueldo o gratificación de 2.000 pesos que le había concedido su majestad en el año 1785. AGS. SGU, leg. 7085, 7. 33. AGS. SGU, leg. 6992, 14. 34. AGS. SGU, leg. 6971, 29.


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