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SAN JACINTO:

EPICENTRO DE LA TRADICIÓN CULTURAL DE LOS MONTES DE MARÍA

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Por José Alonso Franco Londoño

Yo soy el buen heredero del negro, el indio y el blanco: del negro heredé el tambor, del indio heredé la gaita y del español su canto. (“El buen heredero” Gaiteros de San Jacinto)

Gaiteros de San Jacinto Bolívar

Foto. Festival Nacional Autóctono de Gaitas San Jacinto Bolívar

La riqueza y diversidad cultural que tiene el departamento de Bolívar está expresado en la historia de los pueblos ancestrales que por años resistieron al fenómeno de la esclavitud. Quizás por ello, lugares como los Montes de María se consolidó como un territorio de lucha y oposición a actos crueles e inhumanos desde la Colonia y en época de la violencia paramilitar y guerrilla. La población de los Montes de María generó acciones de resistencia desde la memoria ancestral con arraigo y sabiduría de indígenas, afrodescendientes y palenqueras, que permitió la reconstrucción de sus territorios y la recuperación del tejido social afectado por el conflicto y la violencia. Uno de los pueblos de origen indígena y negro es San Jacinto, cuna de la gaita, la hamaca y las artesanías autóctonas, que su población mantiene viva y conserva como parte de su historia y de la sabiduría popular de quienes han pasado de generación en generación sus conocimientos orales, prácticas y manifestaciones culturales.

La gaita, su origen ancestral

El patrimonio del pueblo de San Jacinto está en los sonidos y cantos de campesinos que cotidianamente realizan las labores de cultivo de maíz, arroz, yuca y algodón, además de la construcción artesanal de la hamaca y la mochila de hilo que las mujeres tejen. En los Montes de María viajan sin límite los sonidos de la gaita ancestral, acompasados por tambores y maracas de origen indígena y negra. Para Armando Tapias, director de Festival Autóctono de la Gaita en San Jacinto Bolívar, la gaita tiene su importancia para el pueblo, porque:

“San Jacinto se caracteriza por estar en una zona de descendencia Sinú, en la cual hay vestigios a través de pinturas rupestres, donde los aborígenes se reunían para rendirle tributo a sus dioses y allí aparece el hito ceremonial, que más tarde se fueron transformando hasta llegar a la gaita. La gaita siempre ha sido un instrumento que los campesinos utilizaban para alegrar su faena, su cultivo, sus momentos de alegrías, los festejos… se cultivó y se mantuvo aborigen, hasta los años 50 cuando el gran maestro Toño Fernández, decide sacar la gaita de ese espacio ritual y colocarle verso, empezarle a cantar las canciones en las gaitas…” (Tapias. 2021)

A través de la historia del pueblo de San Jacinto han estado presentes los versos, cantos, décimas y sonidos de campesinos que laboran la tierra; acompañando con las gaitas, los tambores y las maracas las fiestas populares de resistencia y libertad, lo que dio origen a los bailes en plazas y calles, las mujeres y los hombres daban rienda suelta a sus expresiones corporales con velas y gritos de libertad. De los Montes de María bajaban sonidos interpretados por indígenas, en los palenques, caseríos y pueblos libres, que terminaban en las ruedas de danzas acompasados por versos de negros, mulatos e indígenas, una fiesta popular que duraba toda la noche. Para los habitantes de San Jacinto la gaita simboliza la sangre y el saber ancestral, porque para ellos su origen es ritual y constituye su memoria cultural: “Antes de la llegada de los españoles, de acuerdo con lo que cuentan los tribanos, los que narraban las crónicas, ya había gaiteros; es decir, personas que interpretaban la gaita… es una tradición que venía de los ritos ceremoniales que ellos realizaban y en San Jacinto hay 3 puntos de rito ceremonial, que nos confirman que ellos allí se reunían los aborígenes de diferentes culturas: “Sierra Nevada”, “Santanderes”, “Atlántico”, y “Cartagena”… se iban allá a rendirle tributo a sus dioses… ¿Por qué le rendían tributo hasta allá? Por la belleza de la naturaleza… Entonces cuando llegan los españoles encuentran que había personas que tañen como dicen ellos sus gaitas, que las hacían con materiales naturales de la tierra… el carbón molido, la cera de abeja y la pluma de pato. Realizaban un instrumento formando de manera artesanal y tradicional con elementos de la tierra… para esa época tenían un tipo de tambor, pues eran unos trozos de madera que tocaban, pero luego con la llegada del negro, cuando ellos llegan a Cartagena buscan la forma de cómo escaparse y empiezan los primeros negros a escaparse de Cartagena y ¿ellos qué buscan? Buscan las zonas más altas, las zonas más montañosas y cuál espacio es más propicio para ese encuentro cultural de San Jacinto, de Los Montes de María. Y ellos fundan allí en el casco urbano que hoy conocemos como San Jacinto Punta, el Palenque de Duangas… nuestros aborígenes se encuentran con el negro africano y empiezan a compartir

Gaiteros de San Jacinto Bolívar

Foto. Festival Nacional Autóctono de Gaitas San Jacinto Bolívar

su legado musical del tambor y la gaita y a mezclarse… se hace una mezcla perfecta que se llama las gaitas, una mezcla de aborígenes, de negros y españoles… es una música de herencia ancestral…” (Tapias, 2021) La gaita es el epicentro de la vida y la historia de los habitantes de San Jacinto, se convierte en un ritual, en un acto ceremonial, cultural y creativo de quienes la ejecutan; en las calles los sonidos de tambores, cantos, versos, décimas y bailes la recorren como ríos que inundan el pueblo refrescando las tardes de calor. La virtualidad de los conjuntos de gaitas, creados por los Gaiteros de San Jacinto, los hermanos Mejía y otros tantos le han dado el sabor, el toque, la magia y el encanto de interpretar la gaita de una manera distintas como se ejecutan en otras regiones de los Montes de María.

AFICHE OFICIAL 30 FESTIGAITAS

Foto. Festival Nacional Autóctono de Gaitas San Jacinto Bolívar “San Jacinto siempre fue un ‘punto de encuentro cultural’, ¿Por qué? Porque San Jacinto tenía 20 trapiches… y tú me dirás: ¿Qué tiene que ver el trapiche con la emancipación cultural? Porque detrás de la producción de la panela también había producción de licor, se producía el Ron Ñeque que nosotros conocemos acá. De tal manera que el trapiche era un sitio frecuentado por artistas, por cantantes de música de acordeón, de gaita y… siempre había esa connotación de punto de encuentro. Por eso San Jacinto siempre tuvo grandes gaiteros, nosotros podemos recordar a Teófilo, el maestro Adolfo Gallego quien compuso la canción llama ‘Teófilo el Gaitero’ en honor a la muerte del maestro; antes de este existían otros: Juruminga, Mañe Mendoza hijo de Teófilo, Luchingo hijo de Teófilo, los hermanos Mejía: Eliécer Mejía y Adolfo Mejía, los hermanos Yepes: Víctor Yepes y Tello Yepes… los hermanos Juan Lara, José Lara (gaitero y luego tamborero) y Juan (gaitero)… el maestro Toño [Fernández], el maestro Juan [“Chuchita” Fernández] y hoy tenemos dos juglares, dos viejos, los últimos caciques de la gaita que aún viven… Toño García [Manuel Antonio “Toño” García] y el maestro Higuita que son los descendientes de esas viejas generaciones…” (Tapias, 2021)

De la ritualidad a la fiesta popular

De las rumbas, las ruedas acompañadas de velas, los cantos sonoros en los campos, los sonidos de los tambores africanos… le dieron origen a las fiestas populares y tablados en San Jacinto para hacerle honor y consagrar la gaita como parte de su cultura ancestral y patrimonial. Cada año en el pueblo los gaiteros, creadores, músicos, intérpretes, decimeros, cantadores e investigadores, se reúnen en la plaza principal de San Jacinto para escuchar los toques mágicos provenientes de las gaitas interpretadas por maestros y jóvenes que retumban por las calles. En una magia musical de origen ancestral y autóctono descendientes de los indígenas y negros, los conjuntos de gaiteros alegran el día y la noche a los habitantes de San Jacinto; con cantos, versos y gritos le dan vida al Festival Autóctono de Gaitas.

Grupo de danza en el Festival Nacional Autóctono de Gaitas en San Jacinto Bolívar Foto. Festival Nacional Autóctono de Gaitas San Jacinto Bolívar

“…empezamos a mirar como manteníamos el legado desde los años 50 que los gaiteros de San Jacinto nos habían dejado o nos estaban dejando y que ya se estaban poniendo viejos y algunos habían muerto, entonces como nosotros seguíamos ese legado… ‘bueno, vamos a hacerles el homenaje en vida al maestro Toño Fernández –Miguel Antonio Hernández Vargas– más conocido como Toño Fernández… entonces no dimos a la tarea a través del Comité Cívico Cultural de San Jacinto y la Asociación de gaiteros de San Jacinto… de organizar el primer festival de Gaitas en honor al maestro Toño Fernández. ¿Entonces qué pasa? Que cuando nosotros estamos de comenzar las acciones, el 2 de diciembre del año 1988, se muere Toño Fernández y el Festival estaba para hacerlo el 6 de diciembre, ¿entonces nosotros que dijimos? Bueno, ¿paramos o seguimos? La decisión acertada en ese momento era seguir, se consultó a herederos del maestro y ellos dijeron: ‘es un orgullo para nosotros que ustedes hagan el festival en nombre de nuestro Padre’ y arrancamos el Festival el 6 de diciembre del año 1988. ¿Cuál es la anécdota? Cuando uno se sentaba en el velorio a tomarse el tinto, en el velorio del maestro Toño Fernández, se escuchaban las gaitas allá a lo lejos en el Festival… como esa magia que se produce cuando uno quiere hacer las cosas… y los maestros se sienten complacidos, de que uno le rinda estos homenajes… el Festival inicialmente se llamó Festival Nacional Autóctono de Gaitas Toño Fernández, Juan y José Lara, luego sufrieron algunas diferencias con algunos herederos… hoy el festival se llama Toño Fernández, Nolasco Mejía, Mañe Mendoza, otros dos grandes de la gaita…” (Tapias, 2021)

El Festival de Gaita hace honor y homenaje a uno de los cultivadores, creadores y exponentes de su cultura ancestral, Toño Fernández, integrante de los gaiteros de San Jacinto Bolívar, un digno representante de la historia que por años han llevado la tradición musical de su pueblo a nivel nacional e internacional; Toño es sinónimo de perseverancia, lucha y trabajo, pero sobre todo un improvisador de versos que le daban vida a los cantos legendarios de los hombre y mujeres de la tierra de San Jacinto.

“Toño era el hijo adelantado de San Jacinto, el que con versos mantuvo vivo su talento y su cultura. Un ‘versiador’ un día le dijo a Toño: ‘Este eh... por qué pariendo María, donde ella pudo quedar’ … y Toño le respondió con un verso diciendo: ‘Y una piedra en el río se abrió y se volvió a cerrar’ así parié con María… Toño Fernández era mecánico empírico, arreglaba motores, en los cañaduzales y en los trapiches. Toño iba a arreglar los motores y siempre componía versos, sacaba versos, hacia décimas y tocaba la gaita. Por eso Toño supo siempre manejar esas dos profesiones mecánico y gaitero…” (Tapias, 2021)

A través del Festival de Gaitas los organizadores le dan vida a las tradiciones, costumbres y expresiones culturales de los habitantes de San Jacinto Bolívar, buscando con ello mantener, preservar, difundir, rescatar y conservar la música de gaitas, las décimas, los versos, las artesanías y todas las manifestaciones que hacen parte de su memoria y su historia.

Acompáñenme Acompáñenme A un collar de cumbia sanjacintera Llevo en mi canto Con Adolfo Pacheco Y un viejo son de Toño Fernández Y llevo una Hamaca Grande Más grande que el cerro e’Maco Y llevo una Hamaca Grande Más grande que el cerro e’Maco Pa’que el pueblo vallenato Meciéndose en ella cante. (Canción La Hamaca Grande, Autor: Adolfo Rafael Pacheco)

Cuadro Homenaje a los Gaiteros Foto. Festival Nacional Autóctono de Gaitas San Jacinto Bolívar El Festival de Gaitas en San Jacinto es la expresión autóctona que mantienen viva la cultura ancestral, donde la hamaca, las gaitas, las artesanías, las décimas y danzas folclóricas se hacen presentes en los bailes, rumbas y jolgorios, se toman las calles y plazas del pueblo donde se escuchar las cumbias, gaitas y porros, interpretados por los conjuntos de gaitas, tambores y maracas provenientes de diferentes regiones de Bolívar, Sucre, Atlántico y del interior que llevan en sus venas los versos autóctono de los cantos tradicionales de los Montes de María.

“El Festival debe mantener la identidad, por ejemplo, que las gaitas tienen que ser tradicionales, no puede ser gaitas hechas en metal o gaitas hechas en máquinas, sino que tienen que ser artesanales… mantener los instrumentos auténticos propios como el tambor llamador, el tambor alegre, las dos gaitas, la maraca y la tambora. Además los vestuarios: la ropa blanca, el pañeulón rojo, el sombrero vueltiao, las zapatillas tres puntadas y la mochila, eso caracteriza el campesino, y como el gaitero era campesino que pretendió hacer arte, hacer música… hace parte autóctona de su cultura… el estilo, el estilo de gaitas de San Jacinto propio, es decir, no es lo mismo participar en el festival de gaitas de San Jacinto que participar en otros festivales, porque nosotros mantenemos 4 ritmos que son: la gaita corrida que nosotros conocemos como ‘gaita muda’ que es la ceremonial, que no tiene canto, la cumbia, la puya y el porro… La palabra ‘autóctono para nosotros significa que la mantenemos tal cual como nos la dejaron los gaiteros de San Jacinto… es decir, tal cual como nos la dejaron nuestros maestros de San Jacinto significa que vamos a seguir manteniendo esa

Gaitero Juan ‘Chuchita’ Fernández

Fotos. Festival Nacional Autóctono de Gaitas San Jacinto Bolíva

parte ancestral en el festival y vamos a seguir teniendo gaitas como son hechas en madera de carbón, de cuatro fibras, que están hechas de cera con carbón molido y la pluma que hoy la están utilizando sintética pero generalmente tiene la pluma de pato, eso significa para nosotros ser autóctonos...” (Tapias, 2021)

El Festival seguirá en la labor de mantener, cultivar, conservar y preservar la tradición patrimonial de la gaita y lo autóctono de los habitantes de San Jacinto Bolívar, que en las fiestas estén presentes los ritmos originarios de los gaiteros, que resuenen las décimas y cantos de vaquería interpretados por los campesinos y les sigan rindiendo homenaje a los maestros y creadores de la cultura de los Montes de María: los palenqueros e indígenas que cultivaron las tierras con sus luchas libertarias.

Referencia bibliográfica

• Franco Londoño, José Alonso. Entrevista realizada a Armando Tapias. Director del

Festival de Gaitas Autóctona de San Jacinto

Bolívar. Junio 19 de 2021 • Villamil Ruiz, Jéssica Rosalba. La reconstrucción del territorio en la ciudad: un estudio de la música de gaita de la Costa Caribe colombiana en Bogotá. Cuadernos de Geografía–Revista

Colombiana de Geografía, Núm. 18, 2009, pp. 129-142. Universidad Nacional de Colombia

Bogotá, Colombia.

JOSÉ ALONSO FRANCO L.

Docente investigador, director de la revista Porro y Folclor

EL PORRO MARCADO

¿PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE MEDELLIN?

Por Myriam Suaza Colorado

Hacer referencia al porro marcado es remembrar la ciudad de Medellín del siglo XX, donde a partir de 1905 y hasta los años cincuenta aproximadamente, pasó de ser un pueblo grande a una ciudad en torno a la cual giraban todos los asuntos económicos, sociales, políticos y culturales de la región antioqueña; sus quebradas se transformaron en calles y su cultura e idiosincrasia parrandera y campesina, se dinamizó con conocimientos provenientes de las letras, la música, la literatura, la poesía, el arte y la danza. En este proceso de transformación, se deben incluir relatos de la Plaza de Cisneros, el Ferrocarril de Antioquia, Guayaquil, la radio con programas como La hora costeña y, por supuesto, la llegada de las orquestas del caribe colombiano como La Sonora Cordobesa, Pacho Galán, Pedro Laza y sus Pelayeros, y Edmundo Arias, ente otros artistas que llegaron con la intención de grabar sus composiciones musicales en las casas disqueras como Discos Fuentes, Discos Victoria, Codiscos y Sonolux y, radioemisoras que desde la década de los treinta difundían e impulsaban masivamente la música popular. Entre estos músicos y compositores, es necesario nombrar a Luis Eduardo Bermúdez Acosta, Lucho Bermúdez, quien impulsó el porro arreglado, la cumbia y la gaita en formato orquesta, influenciado por otros géneros musicales como las guarachas y mambos de la Sonora Matancera.

Lucho Bermúdez.

httpscaracol.com.coradio20200423cultu Bermúdez tuvo que ver de manera trascendental en la transformación y modificaciones que se gestaron en los bailes populares que hasta ese momento se practican en la ciudad de Medellín, donde además del ventarrón, se bailaba chotís, música parrandera, guasca y música campesina, bailes que tenían una característica específica: eran brincaítos, guapachosos y populares, en síntesis, parranderos. Fue así como la llegada de estas músicas del Caribe en la década de los años cuarenta y cincuenta, generó que los habitantes de Medellín pasaran de un baile brincaíto, a una estructura de movimientos más paseados, cadenciosos y elegantes; esto, además, a partir de la mezcla con otros bailes foráneos como el danzón, el pasodoble y el bolero que ya ejercían alta influencia en la ciudad desde la década de los años 30. Esta forma de bailar se reconoce como “porro pasiado o paseado” (Suaza, 2018), también llamado porro de piso o caminado, que como bien sabemos se fue transmutando en la década de los años sesenta bajo la influencia de otras manifestaciones como el tango, la milonga y el fox, lo que generó todo un proceso de apropiación cultural que derivó en el surgimiento del porro marcado, práctica cultural provista de pasos, desplazamientos, figuras y vueltas que desde entonces, ha transformado el contexto de los bailes populares en la ciudad de Medellín y continúa presente hasta el día de hoy. En este camino de representatividad del porro marcado, surge una pregunta que hace aproximadamente 10 años, Alonso Franco planteó a destacados investigadores y músicos como María Eugenia Londoño, Carlos Tapias, Alberto Londoño, Gustavo López, Javier Álvarez y Alberto Burgos, en su libro ¡Qué viva el porro! Historia, desarrollo y actualidad del porro en Medellín (2010), ¿Será pertinente que este baile popular sea reconocido como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) de Medellín? Este interrogante que vengo dilucidando a partir de mis investigaciones de pregrado (2013) y posgrado (2018) cuyo objeto de estudio es el porro marcado, se continúa estructurando anclado al Proyecto Académico, Artístico y Cultural “A PORRIAR”, con un objetivo enmarcado en la generación de mecanismos de visibilización y apropiación de este baile que refleja nuestra cultura, idiosincrasia e identidad; además, con el estudio de la normativa relacionada con el PCI, concretamente el Decreto 2358 del 26 de diciembre de 2019, que regula y expone los lineamientos necesarios para incluir una manifestación cultural en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial (LRPCI) a nivel local, regional, nacional o mundial1 .

Afiche del 25 Festival del Porro Medellín Foto. Corporación Festival del Porro de Medellín

1 Es importante precisar que la declaratoria patrimonial de una manifestación cultural implica la inclusión de ésta en una lógica institucional, jurídica y administrativa, concretamente, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial (LRPCI) local, departamental, nacional o mundial, la cual representa un instrumento estatal que da cuenta del valor histórico, simbólico

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