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El Porvenir, cuna de su majestad el Sombrero Vueltiao

Por Marcos Fidel Vega Seña

Yo soy indio de los puros del Sinú yo soy indio chato, cholo y chiquitín esta tierra, es mi tierra este cielo, es mi cielo y esta tierra, es mi tierra este cielo, es mi cielo… (David Sánchez Juliao)1

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En el corazón de una naturaleza viva, con árboles de profusos follajes; con un sol que pega en la cara con la fuerza de más 36 grados; con la brisa que golpea el rostro a la velocidad del motociclista que me transporta, se llega a la vereda El Porvenir, en el municipio de Tuchín. Cinco minutos de recorrido tardan los también cinco kilómetros, desde la cabecera principal, un recorrido por trochas áridas y terregosas. Al arranque de las llantas se levanta la polvareda, que forma remolinos de arena. Luego de jamaqueos y brincoleos del vehículo, aparece la caseta comunal, aledaña a la Institución Educativa El Porvenir y ubicada al costado de una plazoleta destapada, (que sirve de cancha de fútbol) y cubierta de un pasto rasero, maltratado por el verano ardiente.

El Porvenir es la cuna del Sombrero Vueltiao, la joya artesanal más hermosa fabricada por la comunidad y con la filigrana de la etnia Zenú. Según datos estadísticos, la verada la habitan aproximadamente 6.300 indígenas, a quienes los dioses le dieron el privilegio de trenzar sus sueños, su cultura y sus enigmas en el Sombrero Vueltiao. Ese ha sido el karma de esta artesanía y sus fabricantes, pues los “blancos” se la han apropiado para explotarla a su favor.

La vereda es una “urbanización” indígena cuyas casas y cabañas están construidas en caña de flecha, materia prima del sombrero y con techos del mismo material. En su ambiente se respira paz, tranquilidad y esa armonía que se produce cuando los humanos respetamos el llamado de la naturaleza. El joven Jean Carlos, que así se llama el guía que me transportó, detuvo el vehículo al frente de una vivienda con techo de palma, con sillas y sin vallado, donde nativos libaban ñeque, el néctar de los dioses zenúes, que apacigua las penas y alebresta las alegrías.

Al frente de la mencionada vivienda está ubicada la caseta comunal, hecha en caña y de piso rústico. A lado izquierdo, permanecían, en unas enramadas, un grupo de personas, entre quienes estaba el alcalde de Tuchín, Alexis Salgado Agudelo, un hombre alto, de piel blanca. Ellos se protegían de los rigores del sol en unas ramadas improvisadas. Lucían, en sus cabezas, el Sombrero Vueltiao, con orgullo y donaire. El motivo del convite era un homenaje y reconocimiento, que en el marco de la XXV Feria Artesanal del Sombrero Vueltiao, se le hacía a la Cooperativa de Artesanos y Productores Agrícolas Indígenas Zenú de El Porvenir, Cooarizpor. El acto inició con los protocolos rutinarios en estos eventos: palabras del alcalde, lugares comunes de los discursos; palabras que se quedan en la euforia del momento. En una improvisada rueda de prensa, Salgado Agudelo habló de la reactivación de la economía del municipio por medio del turismo.

Por lo menos reconoció, en su condición de mestizo, que Tuchín tiene la mejor artesanía de Colombia. A una pregunta de la Revista Porro y Folclor sobre qué estrategias implementa la administración en relación con los intermediarios que compran el sombrero a un precio irrisorio y luego lo revenden en dólares con ganancias triplicadas y hasta más, en mercados internacionales, el alcalde respondió que se está creando una plataforma para que sean los indígenas quienes comercialicen sus productos sin intermediarios. Prometió, como buen político colombiano, que acabarían con la intermediación. Le pregunté a algunos integrantes de la Cooperativa sobre la credibilidad de estas promesas y me contestaron, palabras más palabras menos, que ese discurso es lo correctamente político. Días después me comuniqué con Rangel Antonio Benítez Ruiz, representante legal de Cooarizpor y le pregunté qué progreso había al respecto, me dijo: Nada.

El futuro de El Porvenir

A mi casa llegó un día el español y del oro de mi padre se apropió y la tumba de mi abuelo como guaca exploró y la tumba de mi abuelo como guaca exploró…

Posterior a las palabras del mandatario local, intervino un experto en emprendimiento que indicó a los presentes en la caseta qué se debía hacer para “vender” las artesanías y estimular el turismo en beneficio de El Porvenir. “Artesanos con visión” se llamó la “charla”. En realidad, si esas estrategias de las que habló el experto: alojamiento en las casas, enseñar a tejer, el proyecto de la laguna… no tienen un plan estratégico en la práctica, se queda en eso, en palabras de un experto y pare de contar.

Frente a lo expuesto, Rangel Antonio Benítez Ruiz, que es un indígena Zenú hermoso y grande, en su espíritu de luchador y de nativo, le salió al paso al experto. Hombros fornidos, frente en alto, su piel curtida por la decencia y por la belleza de su raza, expuso punto a punto su lucha y la de su comunidad.

Rangel expresó que en El Porvenir se trabaja para que el embalse, donde se cultiva la caña de flecha, materia prima para la fabricación del sombrero, sea un espacio de aprendizaje y a la vez de fomento de la economía local. Explicó que otra de las tareas es la capacitación de guías turísticos, con el objetivo de que quienes visiten la vereda, encuentren motivos para volver e invitar a otros turistas. Habló de una estrategia para que los niños y jóvenes no olviden sus ancestros y, para ello, se proponen las casas artesanales. Servirán de centros de producción para operar las propuestas de desarrollo turístico y cultural.

La gastronomía Zenú

Muchas cosas que los blancos se creen de ellos son productos de la raza ‘e mis abuelos como el bollo, la hicotea huevo de iguana y el sombrero como el bollo, la hicotea huevo ‘e iguana y el sombrero

Corría el año 1975 y todavía en América Latina seguían, en su furor, los coletazos de la Revolución Cubana, inspiradora del pensamiento libertario para los territorios oprimidos. En ese panorama, surgieron dos figuras esenciales para la cultura cordobesa: el juglar Máximo Jiménez, que se las arreglaba para evitar la cárcel o la muerte por sus canciones contestarias y el escritor loriquero David Sánchez Juliao, famoso por experimentar crónicas en discos LP de la época, con la serie sobre la tragedia del boxeador El Flecha.

Sánchez Juliao compuso la famosa canción El indio sinuano y se la entregó a Máximo para que la interpretara. Se convirtió en un éxito y también en un dolor de cabeza para Jiménez, pues fue perseguido y se tuvo que exiliar. Lo importante de esta canción es que allí, en una de las estrofas, se confirma lo que Benítez Ruiz expuso en El Porvenir. El orgullo de la gastronomía con la babilla (carne apetecida en Europa y Asia), como plato exquisito; el mote de queso, el revoltillo de pescado, a base de huevo y pescado desmechado, y los guisos de cerdo. Para la Feria del Sombrero, la comunidad de Tuchín recibe a los visitantes con arroz blanco y cerdo en guiso, con su respectiva cuota de ñeque.

El bollo tiene diferentes preparaciones. El poloco lo hacen con maíz tierno (el chócolo), que los abuelos llaman “recién cogido”. Lleva una preparación elaborada a base de retirar los granos en las mazorcas. Los granos son llevados al molino y luego, esa masa con azúcar, va a fuego lento. Una vez compacta la masa se envuelve en las propias hojas y va a fuego en baño de maría. Es una delicia en desayunos, con chicharrón, queso y café con leche.

También está el bollo limpio, muy usado en los desayunos, sancochos y guisos. Es simple por eso lo llaman limpio, para que pueda acompañar a cualquier plato, con queso o con suero. Y hay más bollos. Por ahora dejemos así.

A la iguana y a sus huevos, los “blancos” la convirtieron en su plato favorito, por lo que hubo necesidad de declararla como una especie en extinción. Lo mismo sucedió con la hicotea.

Programa Iraca

Y mi tierra me quitaron de las manos despojado quedé yo con mis hermanos al abrigo de los vientos relegado a los pantanos al abrigo de los vientos relegado a los pantanos

Rangel también se refirió al Programa Iraca. Es como se conoce la caña de flecha, materia prima para la fabricación del sombrero. Hizo reclamos sobre el pago injusto que hacen las familias para fabricar el producto, pues los comercializadores o terceros se aprovechan de la situación y no permiten que se tenga una economía sostenible para las comunidades Zenú. Benítez Ruiz hizo un llamado para trabajar en equipo y evitar así este tipo de injusticia.

Los diseñadores de la moda

Y mi nombre destruyeron para siempre con sus nombres bautizaron a mi gente los Chimá son los Rodríguez los Arache son los Sánchez los Chimá son los Rodríguez los Arache son los Sánchez

Para la Cooperativa de Artesanos y Productores

Agrícolas Indígenas Zenú, Cooarizpor es necesario incursionar en el marcado capitalista, que les arrebató sus apellidos y ahora sus prendas ancestrales. Para nadie es un secreto el peligro que corren nuestras historias ancestrales ante la invasión inmisericorde del capitalismo salvaje y su consumismo desaforado. Por esta razón, quienes visiten El Porvenir pueden encontrar gorras para los jóvenes; ropa (camisetas) elaborada con sus signos mandálicos; alfombras, que semejan las descritas por Gabriel García Márquez; tapetes, billeteras; argollas; los juegos de individuales para la mesa del comedor; sobres para correspondencia o regalos; brazaletes, pulseras, manillas, monederos, aretes, esterillas, carteras y un sinfín de productos que deben competir duramente con las marcas extranjeras y capitalistas, que pagan publicidad en los medios informativos.

Guardia Indígena

Indio cholo, pelo largo, gran comedor de babilla cogedores de cangrejo, fabricador de esterillas con su nariz achatada, con sus pómulos salidos con su porte medio metro, con sus tobillos torcidos

De regreso a Tuchín, y al visitar la Feria, la Guardia Indígena estaba apostada a la entrada de la galería, donde la etnia Zenú y los comerciantes del sombrero y de artesanías realizan la exhibición. La Guardia permite el paso y recibe a los visitantes. Sus integrantes están ataviados con su bastón de mando y con sus indumentarias ancestrales. Antes de ingresar a la Feria, abordé a unos integrantes. Me respondió: –“Mi nombre es Cirilo Peña, de la comunidad de Villanueva y semos (sic) de la etnia Zenú; pertenecemos al resguardo de Córdoba y Sucre, y somos la seguridad del pueblo. Nosotros prestamos un servicio: la seguridad”.

Preguntado sobre la importancia de la Feria para Tuchín y para la comunidad, no tuvo duda en responder que “se sube el sobrero por un momento. Sale para otros países. Sale valorado, en lo que nosotros hacemos, artesanal”. Subir el sombrero es comercializarlo. Sobre los beneficios que recibe la comunidad por las ventas internacionales del sombrero, respondió: –“Es que cada quien se mantiene de lo que poco hace y sale a venderlo al comercio, al mercado y allí lleva la comidita para la casa”. Peña pertenece al resguardo de San Andrés de Sotavento, un pueblo cercano a Tuchín, en el departamento de Córdoba.

Los sombreros en el reino de los tejidos

Y mi historia la contaron al revés me dejaron pocas cosas de servir y lo único que quedó de mi raza la usaron fue para burlarse de mí

Por su parte, Aldair Suárez Montalvo hace parte de la misma cooperativa de Rangel. Es un indio que más bien se asemeja a un efebo griego. Ratifica que El Porvenir es una vereda netamente indígena, que pertenece a la etnia Zenú. Es un indígena que habla con soltura, con propiedad, con orgullo de su trabajo. Apropiado de su papel, suelta su discurso: –“Nosotros, como familia, dentro de la comunidad, nos reunimos 22 familias y logramos asociarnos y de allí, de esa asociación, nació una cooperativa. Se llama Cooarizpor. Con esta cooperativa queremos mostrarle a los clientes o las personas que vengan de afuera, es decir, de la ciudad, de otras regiones, mostrarle toda la elaboración del Sombrero Vueltiao. También queremos mostrarles los tipos de tejidos que nosotros manejamos y lo que hacemos dentro de la Cooperativa y la comunidad”.

Emocionado, Suárez Montalvo sigue su relato: –“Lo que nosotros queremos es mostrar la diversidad de tejidos que hacemos, la cantidad de productos y lo que nosotros hacemos con la fibra, con la caña de flecha, que es la palma. Tenemos sombreros ribete, sombrero quinciano, sombrero 19, sombrero 21, 23, 27 y tenemos el 29. Son sombreros de alta calidad”.

En su sabiduría ancestral, establece las diferencias entre estos sombreros. Y él mismo se adelanta a la pregunta, ¿en qué se diferencian estos sombreros de los demás? El sombrero ribete lleva un tipo de tejido de siete palmas, siete fibras de la palma flecha, hasta once palmas. “De allí viene el tejido quinciano. Es aquel que lleva 15 palmas. De allí viene el 19. Lleva 19 fibras en el tejido. De allí avanzamos al 21, que también lleva 21 fibras y así pasamos al 23, 23 fibras, 23 palmas, con las cuales nosotros vamos tejiendo, hasta llegar al 27 y al 29”. Para que los lectores se formen una idea gráfica, los números pertenecen a las figuras negras que tiene el sombrero que, de acuerdo con ese número, son las vueltas que se encuentran en la copa.

Con orgullo afirma que las familias se reúnen a trenzar, a hacer los diferentes tipos de tejidos. Aldair invitó para que visiten El Porvenir, a cinco minutos de Tuchín, vía Los Vidales. Habló de la ruta etnoturística, donde –“nosotros le mostramos a los visitantes todo el proceso de la caña flecha; desde que está la palma en la mata, desde que se hace la escogencia de la palma, hasta la confección del sombrero. Nosotros les mostramos toda la ruta, pasando por los diferentes procesos, desde la escogencia, raspado, tinturado, tejido, la confección y la venta”, remata con el donaire de nuestros ancestros.

La Feria…

Oigan, blancos, les advierto; ¡sí, señor! Que mi raza volverá a estar como el sol a pintarse los cachetes de color a infundirles a ustedes miedo y temor

Ingresé a la Feria. Es un playón extenso e improvisado para el evento. A lo largo de su recorrido se escuchaban los atronadores sonidos de los famosos picós (bafles). El volumen que les ponen no tiene piedad con nuestros oídos. Una tarima indica que allí habrá artistas que no son indígenas, pero ellos ayudarán al espectáculo con el concurso de los mejores tejedores y las mejores tejedoras del Sombrero Vueltiao. El sol se regodeaba en su furor y los turistas, rubicundos, sufrían su rigor, que se notaba en sus rostros enrojecidos por la insania del calor. Para los zenúes de El Porvenir, una vez terminada la Feria…

Este cielo es mi cielo esta tierra es mi tierra esta tierra es mi tierra este cielo es mi cielo… Por los siglos de los siglos…

Marcos Fidel Vega Se A

Comunicador social, periodista y magister en educación de la Universidad de Antioquia

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