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Un acordeón para Galicia

Por Marcos Fidel Vega Seña

Galicia tiene 11 años. Galicia es una niña prodigio. Galicia tiene nombre inolvidable. Galicia posee un don angelical. Galicia lleva alegría al mundo. Galicia vibra con el acordeón, pero Galicia no tiene acordeón.

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Confiesa que desde los ocho años interpretaba este instrumento y que ese don le viene de herencia genética, pues algunos de sus familiares también son músicos. Ella vive en Cerro San Antonio, un pueblo a orillas del gran Magdalena, a 210 kilómetros de Santa Marta, capital del departamento. Son pueblos olvidados, perdidos en nuestra geografía. Pero una niña maravilla lo rescata de ese ninguneo cultural del que hablaba Eduardo Galeano.

A pesar de ese abandono, Cerro San Antonio, nombre hermoso y sonoro, se redime porque tiene casa de la cultura. Y aún es más meritorio que lleve el nombre de Juancho Polo Valencia, el juglar inmortal, que en una canción narró su tragedia y la de su amada, Alicia Adorada.

Casa de la Cultura Juancho Polo Valencia

La coordinadora de Cultura de Cerro San Antonio es Ana Paola De la Hoz. Es una mujer comprometida con su pueblo, abierta al diálogo y preocupada positivamente por los aportes de que le haga a su comunidad. Declara que Galicia

“es una niña muy inteligente. Hizo parte de nuestra Escuela de Formación Musical Juancho Polo Valencia; es una niña muy aplomada, con mucho talento. Siempre se lo he dicho a ella y a su padre: Galicia tiene mucho futuro y sé que va a llegar muy lejos y que puede contar con todo mi apoyo para lo que ella necesite”

Sobre las estrategias de ayudas para Galicia por parte de la Casa de la Cultura y conseguir un acordeón, De la Hoz explicó: “hay un proyecto en marcha, que podría ser de beneficio para Galicia y para muchos niños acá en Cerro San Antonio. Estamos en espera de ese proyecto que se dé, porque sé que lo que viene para este año son cosas buenas con la ayuda de Dios”.

La coordinadora De la Hoz está esperanzada en los proyectos del misterio de Cultura con la música vallenata.

“Tú sabes que la música vallenata es uno de los pilares y, bueno, vemos que, con la ayuda de Dios, muchas cosas que tenemos en proyecto quedarán en Cerro San Antonio”, destaca de manera contundente.

Galicia necesita un acordeón

Miguel Camacho Salazar es un hombre preocupado por el futuro de su hija. Tiene la certeza de que ella es una artista y debe trabajar pare que Galicia encuentre los escenarios adecuados y así brillar desde su propia luz artística. Habla con soltura del proceso de la niña.

“Primero, ante todo le enseñamos a ella que hay que tener constancia, hay que tener disciplina, porque con eso se logra el éxito. Eso es lo primordial, que le enseñamos a ella; queremos que ella siga así, que muy pronto vendrán los frutos”.

Realmente la llegada de Galicia a la Casa de la Cultura se debe su mamá, Leonilde Gómez Villar. Miguel afirma:

“la mamá iba a inscribirla en una escuela de danza, pero vio a unos niños jugando y tocando acordeón y le empezó a ella a gustar. A los cinco días que entró ya prácticamente se sabía una canción, y entonces uno queda como hipnotizado”.

El prodigio de Galicia se ha extendido por el territorio cercano a Cerro San Antonio.

“Es espectacular. Uno no entiende, pero es un orgullo. Cada rato vienen a tomarse fotos con ella, la quieren conocer; viene gente de muchas partes a conocerla y eso es para uno… eso uno ni se lo cree”. Y en ese punto, Camacho Salazar hace un llamado desesperado: “la niña no cuenta con un acordeón. Tiene un acordeón prestado de la Casa de la Cultura y queremos un apoyo para ella”. Lo sucedido en esta historia no es diferente a lo que consuetudinariamente acontece con el arte en Colombia. Para que Galicia despliegue todo su potencial creativo, Camacho Salazar declara que “nos ha tocado hacer rifas”, pues el precio de un acordeón oscila entre cuatro y seis millones de pesos y, “como le digo, nosotros somos muy humildes, no contamos con esa plata”, declara el padre de Galicia, en tono de desesperanza.

Doña Leonilde, la precursora

La responsable de que Galicia esté en el aprendizaje del acordeón es su mamá. Leonilde Gómez Villar es una mujer que habla con soltura del papel en la vida artística de su niña.

“El proceso con Galicia ha sido muy progresivo en tan poco tiempo. Es una niña inquieta y a la vez juiciosa; es una niña muy responsable de todo lo que hace, tanto en el ámbito escolar como en el ámbito de la música, porque es lo que le gusta a ella. Nosotros tratamos, en todo lo posible, de apoyarla siempre e irle mostrando, a lo largo de este proceso, para que la gente la conozca y pues, ¡miren! -que es lo que ella quiere también. También en su vida, que sea reconocida artísticamente. Ahí vamos, paso a paso, pero firmes”.

Doña Leonilde admira la destreza de su hija para interpretar las canciones de artistas como Farid

Ortiz, Diomedes Díaz, Binomio de Oro y otros tantos. Elle dice que le gusta la forma en que Galicia interpreta las canciones vallenatas,

“porque nosotros como costeños, la verdad, nos gusta mucho el vallenato, admiramos todos los aires, entonces, todo lo que ella hace es de admirar. Ya se puede imaginar uno mamá -jajaja- no puede decir esa no me gusta porque todo, porque todo, lo que ella hace y toca en su acordeón, me encanta…”

La admiración de Foncho Castellar

Foncho Castellar es un músico, cantante y autor colombiano de fama internacional. Experto en el manejo de acordeón, piano, guitarra, bajo e instrumentos de percusión. Tiene una agrupación que se llama Halley de Colombia. Es exclusiva de las Naciones Unidas, The Lincoln Center, The Calling You Hall, The America Misión, Natural History Museum; del Borning to Manhattan Distance. Hace charlas sobre el acordeón y escribe libros sobre la temática. Dice que conoció a Galicia por medio de una entrevista y se dio cuenta que cuando ella interpreta el acordeón.

“se convierte, le quita el puesto al artista que está cantando y queda en el centro de atención; es una cosa impresionante, porque todo el mundo toca acordeón, pero no tienen el sabor que esta niña tiene. En realidad, la admiro mucho, la quiero mucho, trato de ayudarla en lo que más pueda”

Sobre la forma cómo Galicia suena el acordeón, Castellar afirma que “es poner a bailar y a gozar a la gente como lo hace ella. Mire, es una estrella”. Luego hace referencia a que cuando ella se presenta con un artista famoso, “sabe que le están pagando por lo que ella está haciendo, ¡bueno!! ¡que colaboren con ella! Eso es lo que le digo yo… La felicito y la voy a apoyar hasta donde yo más pueda”.

Castellar, a la vez que habla de él como artista, intercala expresiones de admiración por Galicia. “Cuando ella toca el acordeón, la gente brinca, la gente goza y ella goza también y los músicos gozan también. Eso no lo hace ninguno. Yo no he visto ninguna muchacha tocando el acordeón en que los músicos se alegren con ella, y es que la rodean y quieren estar cantando con ella. Ella les da más vida a los músicos: Galicia es la enemiga número uno de la tristeza, esa chiquitica – ¡ja! ¡ja! ¡Yo, la adoro – ¡ja! ¡ja! ¡ja…”

Galicia es Galicia

Galicia recibe las clases impartidas por sus maestros, Guillermo Lara Arrieta y Pedro (Pello) Payares. Allí, en la Casa de la Cultura Juancho Polo Valencia, le prestan el acordeón para que perfeccione las notas que salen de los botones impulsados por las manos creativas y mágicas de esta niña genio. Dos y más horas practica el instrumento. Luego se va cumplir los deberes escolares de su séptimo grado. Las indicaciones de los maestros Lara Arrieta y Payares le han valido para obtener la suficiente seguridad y acompañar a los artistas tradicionales del vallenato.

En las redes sociales circulan varios videos de sus actuaciones. Por esa vía me di cuenta del ingenio de esta niña. En cada una de esas intervenciones, como lo decía Castellar, Galicia opaca al cantante. Siempre luce sonriente, con su cuerpo de niña, que sostiene un acordeón Hohner Corona de 7.5 kilos. Ella dice que no le pesa; que está acostumbrada.

Para acceder a los escenarios de los cantantes, hay que hablar con “alguien de arriba”: Galicia cuenta que “primero tenemos que estar al pendiente de cuántas canciones llevo tocando y así y también hablar con alguien de arriba o alguien, relacionado con Farid y el manager u otros. Le avisamos y le dicen a Farid y Farid dice -de acuerdo- a cuántas canciones que quiere cantar él y después vengo yo”.

Lo llamativo de Galicia es que interpreta melodías de los vallenatos de la década los setenta y parte de los ochenta. Dice que lo hace porque eso “me llama la atención”. Es decir, a pesar de la inundación, de la invasión agresiva de otros ritmos por parte de los medios informativos, gran parte de la población de la costa Caribe permanece fiel a sus canciones.

Galicia tiene canciones favoritas. Los caminos de la vida, de Los Diablitos, es una de esas, “porque me encanta su letra… lo que transmite y dice toda la realidad de la vida y eso ¡me gusta”.

Brindo con el alma y La plata, canciones de Diomedes Díaz; Luna sanjuanera, de los Hermanos Zuleta y dice que son muchas más. Escuchar y aprender de quienes interpretan el acordeón en esas melodías le ha valido la oportunidad de estar en escenarios impensados.

Farid Ortiz

Ortiz es uno de los cantantes reconocidos en el ámbito de la música vallenata. Inició su carrera al lado de Emilio Oviedo, un veterano acordeonero que se dio a la tarea de descubrir talentos como Jorge Oñate, Rafael Orozco y Eduard Morelos, entre tantos. Él llevó a Farid a la fama.

En realidad, el mérito de Galicia está en las notas que sigue fielmente y de manera melódica de los acordeoneros en cada canción que interpreta. En uno de los videos que circula en las redes ella le hace el acordeón a Farid en Aunque mal pague ellas. No hay registros previos de diálogo entre el cantante y la niña, para alguna instrucción especial. Pero una vez que Ortiz anima al público presente, Galicia arranca y el escenario es de ella. Las notas suenan fieles a los “transportes” rítmicos que hace Emilio Oviedo en el tema original. Galicia se acerca al público, se mueve con el acordeón en su regazo; provoca la locura del público; el público se enardece. Al final, grandes aplausos, Farid posa con ella. A pesar de esa alegría, Galicia no tiene acordeón.

Omar Geles

Galicia había dicho que uno de sus sueños era conocer a Omar Geles, el acordeonero de Los Diablitos. En su página oficial de YouTube aparece “colgado” un video de ese encuentro con del título Sueño cumplido, conociendo al maestro Omar Geles. La escena es un poco dramática, pues la niña se emociona de conocer, por fin, a su ídolo. Geles le da consejos y la anima.

“Tú vas a ser una acordeonera famosa y vas a cantar, porque vas a ser cantante colombiana y vas a ser compositora… Usted va ser una mujer famosa en la música. Apasiónese… Póngale pasión a su música, a su carrera. Usted es lo que Usted quiera ser…” le dice.

Hay una parte curiosa del registro donde Geles pregunta el nombre y le dicen Galicia Camacho, con G. A continuación, la niña se cuelga el acordeón e interpreta Cómo le pago a mi Dios, en una intervención improvisada. Como siempre, Galicia hizo lo suyo con el acordeón. Pero, Galicia no tiene acordeón.

Igual que aquella noche

En 1977 Jorge Oñate y Nicolás “Colacho” Mendoza grabaron el álbum Únicos. Allí está incluido el tema Igual de aquella noche, composición de Emiro Zuleta. Colacho Mendoza era el músico preferido de la élite valduparense. Se coronó Rey Vallenato en 1969 y en 1987 fue Rey de Reyes, en una famosa contienda donde Alejandro Durán Díaz, lejos el favorito para ese título, se autoeliminó.

Lo anterior indica que Colacho tiene la finura de un rey. Su elaboración en las notas de este instrumento se acerca a la magia. Pues bien, Galicia aparece sola con el acordeón. Con su pelo recogido y su bella sonrisa, que transmite alegría, con la destreza de una maestra, paso a paso siguió la esencia de la canción, que tiene quiebres, caídas, para darle ritmo y movimiento inolvidables a este paseo clásico. Ella aparece sola con el acordeón. Pero no es de ella. Galicia no tiene acordeón.

Beto Zabaleta

La unión entre Beto Zabaleta y Beto Villa, Los Betos, cosechó innumerables triunfos y éxitos inolvidables en la música vallenata. Villa con su acordeón escribió páginas de alegría. Fue Rey Vallenato en 1996 y, y como es de esperarse, elaboró su estilo musical. En 1997, en el disco larga duración Enamorándote, Los Betos, incluyeron la canción La gemela, del compositor Franklin Moya.

En una llamativa noticia publicada en Impacto News, fechada el 26 de enero de 2023, firmada por Xilena Robles, aparece una fotografía de Galicia, en plano medio con su acordeón en el pecho. Luce hermosa, tranquila, limpia de conciencia, como son los niños del arte. En un recuadro aparece con Zabaleta. El titular lo dice todo. “Galicia Camacho: la niña genio del acordeón que esperó hasta las 3:00 a.m. para tocar con Beto Zabaleta”. La entradilla es mucho más diciente.

“Hace un año nos contactamos con un corista del maestro para que ella tocara con él, pero no se dio”. La periodista no nos da luces quién declara. También circula un video, con un enfoque romántico, habla de “el acto de humildad de Beto Zabaleta con una niña que sorprendió a todos los asistentes”.

Cuando por fin Galicia sube al escenario, Zabaleta la presenta y dice que le entreguen un acordeón. Ella aparece en plano americano y en su cara refleja la dignidad y altivez de quien la naturaleza ha dotado del don para hacer feliz a los demás. En un fragmento de la presentación, el cantante dice “oye Beto (¿Villa?), acabo de descubrir una artista”. A renglón seguido, la abraza y así termina la película. Galicia siguió la plana del acordeón de Beto Villa. Hizo vibrar a los asistentes y puso a bailar a más de uno. Ella les llevó alegría con un acordeón prestada. Y Galicia no tiene acordeón.

Marily y la fiesta privada

Calixto Ochoa Campo está considerado uno de los exponentes del acordeón más versátiles de la escena musical vallenata y del Caribe. Eso lo demuestran sus diversas propuestas musicales, desde el vallenato clásico, la música corralera, pues fue pilar en la consolidación de Los Corraleros de Majagual, hasta temas como El Africano. La mayoría de su producción musical se consolida entre las décadas del sesenta y del ochenta. En ese lapso grabó Ay Marily. En otra de las actuaciones de Galicia, se hace acompañar de Farid Leonardo, el hijo de Farid Ortiz, con este tema, en una “fiesta privada, matrimonio del Boty”, dice al pie del video.

Galicia aparece en primer plano, al fondo, Farid Leonardo y el resto de la orquesta. Galicia no mira al cantante. El cantante la busca a ella. Se dan algunas instrucciones de sonido. Con los ajustes, Galicia inicia con alegría y el despliegue de su sonrisa, al sentir los acordes. El gesto que demuestra que entra en trance es su mirar al cielo. Siempre lo hace. De espaldas al cantante, ella le imprime magia a ese merengue, que tiene acordes de fiesta y nombre de mujer. La niña conoce el ritmo y el estilo de Calixto y de una posterior versión que aparece en las redes de Ciro Meza y Farid Ortiz. Ella desgrana, con su tierno encanto, las notas y, en crescendo, provoca el estallido de emoción multitudinaria de quienes estaban allí, tanto que la actuación finaliza con gritería de los asistentes y abrazos para ella.

Otra vez Galicia se lució con un acordeón. Produjo alegría, paz, felicidad. Y con todo, Galicia no tiene acordeón.

¿Será que entre todos estos personajes a quienes Galicia le ha demostrado su talento, su valía, su gallardía con el acordeón, no reúnen lo suficiente para comprarle un acordeón? Así llegará, sin duda alguna, a ser una artista única. Pero para ello, Galicia necesita un acordeón.

Historia de cómo la capacidad de concertar de una comunidad del barrio El Salvador, de la comuna 9 de Medellín, se convirtió en un proyecto piloto de energía solar que es pionero en América Latina.

Mucho antes de que los equipos de prensa llegaran con cámaras de televisión, micrófonos y drones para registrar el inicio de operación de la primera comunidad solar de Colombia, quien abrió esa posibilidad fue Rodrigo García, un vecino de toda la vida del sector La Estrecha, en la comuna 9 de Medellín,

Así lo cuenta su propio protagonista, que lleva más de 50 años habitando ese rincón del oriente de la ciudad y que, sin saberlo, empezó a edificar ese proyecto comunitario cuando a finales de 2020 aceptó una invitación de la Escuela de Ingeniería de Antioquia para instalar un panel solar en el techo de su casa.

“Hace cerca de tres años, la universidad nos hizo una oferta de colocar unos paneles solares. Que eso era un experimento para ver cómo se producía la energía solar y no tenía ningún costo. Nosotros accedimos a ese primer beneficio y desde entonces pasamos de pagar $80 mil a pagar $10 mil al mes o, a veces, absolutamente nada. Por los buenos resultados nos contactaron tiempo después para el proyecto del plan piloto de energía solar comunitaria y nos pidieron el favor de que les colaboráramos con los vecinos. Aunque hubo algunas dudas en un comienzo, lo pudimos sacar adelante porque la cuadra es muy unida y fuimos perseverantes”, cuenta Rodrigo García.

Esa logística de reunir vecinos para contarles del proyecto, conjurar los mitos y convencerlos de los beneficios de la energía producida con paneles solares tardó meses y fueron algunos de los retos que durante 2022 lideró Rodrigo García con el apoyo de las empresas que lideraron el proyecto: EPM, la Universidad EIA, ERCO y NEU. También, fue el momento para concertar decisiones difíciles como dónde irían ubicados los paneles y cómo se distribuirían las ganancias de lo que allí se generara.

Al final, 24 familias de la cuadra se unieron al plan piloto y recibirán los beneficios derivados de los 43 paneles solares instalados en los techos de tres viviendas.

Eugenia Duque Mejía, de la gerencia de Nuevas Soluciones de EPM, explicó que el proyecto inaugurado a finales de abril en el barrio El Salvador es muy importante porque la comunidad es protagonista y porque implica una nueva forma, más incluyente, de prestación del servicio:

“Es muy relevante porque los usuarios tienen acceso al uso de la energía solar sin necesariamente tener los paneles en su propio techo. No importa que no tengan la capacidad adquisitiva y financiera cada uno de forma individual, pero el kilovatio hora generado con esos paneles comunitarios sale más barato que si se genera en cada vivienda por individual. Elegimos la generación distribuida y no la autogeneración y la energía que se genera se le vende a la red”, dice Duque.

La funcionaria detalló además que en este plan piloto los cerca de 3.000 kWh/mes que se generan en la Estrecha se venden al sistema nacional por lo que se convierten en una especie de saldo a favor. Luego, por medio de una plataforma digital, se convierten en puntos que benefician a todos los miembros de la comunidad con una reducción en su factura de servicios. Aunque las familias aún no lo ven reflejado porque apenas lleva días en operación, las estimaciones indican que la reducción podría ser del 15 o el 20 % de lo que pagan actualmente.

¿Por qué es un proyecto sui generis?

José Manuel Restrepo, rector de la Universidad EIA, explicó que parte de la clave del proyecto implica la construcción y el aprovechamiento del tejido social en el barrio y de una cultura ciudadana que apueste por la transición energética: “Este es un proyecto que hace historia y si somos capaces de replicarlo en otros barrios y lugares del país puede ser un hito grande. Esto demuestra que hay que bajar ese concepto de transición energética que muchas veces lo ubicamos por allá en la estratosfera y mostrar cómo beneficia al ciudadano de a pie”.

Maria Elena Rave, otras de las vecinas beneficiadas con el proyecto, contó que además de la reducción de tarifas que ayuda a la economía de los hogares, en el barrio están orgullosos por haber llegado a un acuerdo entre todos para que los recursos generados con los paneles se redistribuyan por partes iguales.

Además, valoró que las capacitaciones fueron muy claras y que es muy valioso que cada vivienda tenga un medidor inteligente que les permita ver en tiempo real el consumo de los hogares para entender cómo ser más racionales en el gasto y ser más conscientes con el cuidado de ese recurso.

Más allá de las empresas vinculadas, el piloto de la comunidad solar contó con financiación internacional a través de la UCL (University College London) y de la Real Academia de Ingeniería del Reino Unido. Esto permitió la viabilidad técnica y tecnológica y que las 24 familias que integran la comunidad solar no tuvieran que invertir dinero para participar del proyecto.

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