Jannis Kounellis, intérprete y artífice del Cortijo Montano Sobre las ruinas de la arquitectura vernácula de Campos de Níjar y el arte contemporáneo © José Joaquín Parra
Jannis Kounellis, el griego, ocluye orificios rectangulares con piedras, con sillares y con sillarejos, con lascas y con restos de columnas, con basas y con fustes descompuestos, con capiteles y con libros bien apilados, con campanas y con grava: clausura puertas y ventanas con tablas de madera y con perfiles de acero, con escombros y con materiales de deshecho, con formas rescatadas, con objetos abandonados por otros, con fragmentos transportados hasta las galerĂa de arte y los museos para que allĂ sean contemplados por los espectadores, con trozos de la materia que pretende ser convertida en cultura.
Un pastor de Campos de Níjar, un cabrero de Cabo de Gata, un recolector de esparto y de alcaparra del Campo de nadie, , un pescador de gallopedros en las Negras, todos mediterráneos y ásperos, ocluye los orificios rectangulares y los agujeros informes de los cortijos en los que resguardan sus ganados con piedras y con lascas, con ladrillos destrozados y con tejas que se rompieron al hundirse los techos, con somieres oxidados y con palés de pino que ya nada pueden trasportar, con alambres de los parrales devastados y con cuerdas de pita e hilos bramantes.
Clausuran puertas y ventanas con puntales de madera y con tuberías inútiles, con esteras de esparto y con chapas metálicas, con escombros y con materiales de deshecho, con formas rescatadas de la destrucción del edificio, con objetos abandonados por los antiguos habitantes, con enseres envejecidos por la ausencia, con pertenencias de los propietarios y de los aparceros que se fueron para siempre: cierran, taponan, sellan cualquier abertura del cortijo para evitar que las ovejas se escapen de los interiores en los que se refugian, que las cabras se salgan de la cocina que usan de establo por la puerta que había tras la chimenea, que huyan por la ventana del dormitorio en las que ahora ellas, no los cortijeros extinguidos por el hambre, pernoctan.
Entre el artista Jannis Kounellis y el anónimo pastor almeriense solo varía la intención, el cometido de la obra, las manos que eligen y apilan y ordenan la materia acumulándola, la temperatura a la que se ejecuta la construcción y el número de dedos que intervienen. Ninguno le pone título a su obra: ninguno firma sus piezas. En la pared despellejada de un cortijo desamparado de Campos de Níjar hay tanto dibujo como en todos los fondos de la Colección Gráfica de Albertina vienesa o en el catálogo completo de los Uffizi florentinos.
Cualquier composición que pudiera imaginar Jannis Kounellis o Antonio Tapies ya ha sido compuesta y cumplida por el tiempo o por una mano anónima en el soporte de los cortijos desmemoriados de Campos de Níjar: las puertas voyeristas de Marcel Duchamp, las sombras listadas de Man Ray, las pinturas esenciales de Mark Rothko, las grietas limítrofes de Gordon MattaClark y las arañas zancudas de Louise Bourgeois ya han sido aquí proyectadas y construidas sin ninguna ambición artística, paridas por la necesidad y la escasez. Incluso los pigmentos arrojados sobre el lienzo en los que fundara su prestigio Jackson Pollock, ya fueron dejados aquí caer sobre los paramentos por las aves migratorias con sus excrementos albinos.
Los detritus, el deterioro, la agonía, lo caduco, la aridez, el almendro del Cortijo de El Fraile, la higuera del Cortijo Montano o la retama del Cortijo Las canicas solo necesitan para seguir existiendo los ojos recientes de Blanca, o los de Alicia,o los de Celia, o los de Marta, o los de Nieves, o los de Patricia, así como lo previos de Elena y de Rosalía, todos femeninos y hambrientos como aquellos inaugurales y originales de Marián.
José Joaquín Parra Bañón ©
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Jannis Kounellis ® - JJParrabañón
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Jannis Kounellis colocando cascostes de porcelana 速
José Joaquín Parra Bañón construyendo ©
José Joaquín Parra Bañón, diciembre 2011 ©