Os voy a relatar la leyenda del más famoso bandolero que existió en Tierra Estella y que nació en Abárzuza. Mi bisabuela lo conoció y solía ir a su casa a pedirle pan. Entre lo que me ha contado mi padre sobre él y la información que he sacado de Internet, aquí os cuento la leyenda: Hacia 1880 cuando las guerras carlistas finalizaban, la situación económica era de extrema miseria para la población, sobre todo para las gentes sencillas de Navarra. La picaresca era una forma de vida. En ese ambiente nace el ladrón más popular de nuestra merindad: Aldabika que era natural de Abárzuza, tenía una gran inteligencia que paseaba por nuestra merindad. Cuentan que en aquella época, las gentes más acomodadas tenían la costumbre, después de recoger la cosecha, de ir a los baños de Fitero y Cestona. Enterado de esta costumbre, Aldabika se puso en contacto con un arronicense llamado Cubino, quien le informa de que la familia Abrego de Arróniz pensaba desplazarse hasta Cestona para pasar unos días en los baños. Con detalle preparó unos de sus robos más inteligentes. Durante una temporada dejó de robar y acudía todas las tardes al rosario y a la misa matutina, haciéndose el encontradizo cada mañana con el cura, cuando le veía acercándose a través de una rendija de su ventana. Así hizo varios días, hasta que llegó de vuelta la familia Abrego a su casa de Arróniz; al llegar comprobaron asustados como los ahorros de varios años, que guardaban en un baúl, habían desaparecido. Rápidamente dieron parte a la justicia y, como siempre, las culpas cayeron a Aldabika. La justicia fue a casa a prenderle, pero Aldabika juró y perjuró su inocencia. Registraron su casa de arriba abajo, desde el jergón de maíz hasta el estiércol del corral, pero allí nada encontraron. La justicia, desconcertada, inició las pesquísas entre los vecinos de Abárzuza y cual no sería su sorpresa cuando hasta el mismo cura del pueblo salió en su defensa; quien daba fe de que en esos días de ausencia de los Abrego, Aldabika acudió sin faltar cada día a la primera misa de la mañana y por la tarde al rosario, no pudiendo en aquellos tiempos hacer ese viaje en tan poco espacio de tiempo.