Testimonio Semilleros de Lengua

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Sólo pasa una vez… Por María Alejandra Loaiza “Domingo 31 de Julio de 2011. Creo que fue la ansiedad de saber que me esperaba un largo viaje lo que no me dejó dormir bien. “¿Olvido algo?, ¿Podré sobrevivir en mi nuevo entorno?, ¿Cuántos nuevos amigos haré?”. ¡¡¡Dios!!! Llegó el día. Me voy para Alemania.” A pesar de que la despedida de parte de mis padres y amigos fue muy emotiva y llena de lágrimas incluso, sólo cuando pisé el suelo del aeropuerto en Frankfurt am Main me di cuenta de la magnitud de lo que estaba viviendo y de las cosas que me aguardarían durante este año. Fue el tiempo de asumir responsabilidades, de administrar mi dinero de la mejor manera, de cocinar para mí, de levantarme sola, es decir, de cuidarme sola. Tschüss Kolumbien. Los 5 becarios de la Uninorte empiezan su viaje.

Sí, se oye fácil, ¿verdad? Pensar que estaba tan lejos de mis padres me partía el corazón, al punto de no poder tener siquiera una conversación en Skype en la que ninguna de las partes llorara. Saber que sólo contaba con su apoyo virtualmente. Así fue la primera semana de mi experiencia. Pero con el pasar del tiempo me di cuenta de lo bien que se sentía vivir esta independencia, actuando con buen juicio, por supuesto. Mi etapa en Marburg, la primera ciudad en la que por 2 meses viví fue mágica. Ahí estaban los 28 colombianos que viajaron conmigo. Nos distribuyeron e hicimos un curso de alemán con otros becarios del DAAD provenientes de varias partes del mundo y qué rico fue poder hablar con mis compañeros sobre mi país, sobre mis costumbres, mis platos típicos, entre otras cosas. Y por las tardes recorríamos castillos, escuchabamos historias de los hermanos Grimm, caminábamos hacia Merlín en el mercado de Marburg. ¡Digan Whisky! Spiegelturm, o por qué no, hacíamos un “Wandlerung” por los bosques de la hermosa Marburg. Cuánto quisiera que mis amigos y mi familia estuvieran aquí, viendo estas cosas tan bonitas.


Aquí hice muchos amigos que me invitaban, entre otras cosas a tomar “Tee mit Kuchen” (Té con torta). Los fines de semana el plan era salir de la ciudad. Madrugar, ir al Hauptbahnhof y tomar el tren al destino deseado. Fue tanto lo que logré ver en estos paseos que los alemanes afirman que yo conozco su país major que ellos mismos. Qué triste fue cuando esta etapa del camino acabó. Los dos meses que duraba el curso se fueron volando. Entre colombianos nos despedimos. Cada uno iría a estudiar en la Universidad a la cual fue asignado. Yo fui a Ilmenau y aunque en principio no entendía nada de lo que los profesores decían durante las clases, afirmo que fue el mejor semestre de mi vida. En esta pequeña ciudad conocí un grupo excelente de muchachos, con quienes daba algunas clases y vivían en el mismo piso del edificio de estudiantes donde yo vivía. Una vez por semana cocinábamos y veíamos una película.

El Domo de Köln. Impresionante, ¿no?

Así fui adquiriendo mucha más fluidez en el idioma y aprendiendo el “Umgangsprache” (lenguaje informal) que en los cursos de alemán no enseñan. Yo, les enseñaba palabras en español, o nuestros característicos gestos, como el de señalar con la boca, o decir “Uuuuuuuuuuuuuuuhhh” para indicar que algo pasó hace mucho tiempo, o que es mucho. Ellos aún tratan de hacer sonar sus dedos al sacudir la mano. Les hablaba del arroz de coco, de los patacones, del pescado a la orilla del mar.

En Ilmenau con Johann Wolfgang von Goethe.

Junto a los otros estudiantes de intercambio experimenté la vida estudiantil, que, para mi caso de estudiante de ingeniería electrónica, difiere mucho del estilo colombiano. ¿Cómo así que yo soy la única mujer en el salón de clase? ¿Me estás diciendo que ese señor que me da clases es el que inventó el formato MP3? No molestes, ¿No hay parciales, trabajos, tareas, talleres? ¿Sólo un examen al final? ¿Cómo les estará yendo a mis compañeritos en la Uninorte?

Y si eso les parece un choque grande, imagínense tener clases a las 7:30 am y caminar entre la nieve a -20° con un cielo aún lleno de estrellas, ya que al señor sol se le daba por aparecer a


las 9:00 am y ocultarse a las 4 pm. Sí, yo sé. La camita esta tibia, pero hay que ir a clases, porque estamos en el semestre de invierno. ¿Invierno? Oh Mein Gott. Nieve, muñecos de nieve, abrigos que parecen bolsas de dormir, ir a esquiar… y decirle a mis amigos que lo que en mi bella ciudad natal llamamos invierno se resume a lluvias a una temperatura de 27°C.

En Berlín, con mis amigas Vero y Ditta. Einfach Toll!!

A finales de diciembre y principios de enero tuve mis vacaciones de fin de año. Migré a tierras un poquito más calientes. La bella Italia. Europa se volvió tan pequeña para mí. Allá tenía mucho que hacer: pasear en góndola por los canales de Venecia, hacer una pose graciosa junto a la torre de Pisa, ver el David de Miguel Ángel en Florencia, estar frente al cuadro de “La última cena” en Milán y Roma…. Hay tanto que ver en Roma. El coliseo, el Panteón, la capilla Sixtina en el Museo del Vaticano, la Fontana de Trevi, y terminar cada día comiendo una pizza hecha “Al Forno” o unas pastas deliciosas.

Skifahren :D

La Torre de Pisa, los canales de Venecia y el coliseo Romano

Después de las fiestas de fin de año volvimos mis amigos y yo a Alemania, donde retomamos nuestras actividades y nos empezamos a preparar para los exámenes que tan cerca estaban. Lo que en Colombia me tomaba un día, requería allá una semana entera y un buen diccionario. Pero, ¡esperen! ¿Qué era lo otro que yo tenía que hacer durante mi estancia en


Alemania? ¡¡¡¡LAS PRÁCTICAS!!!! Es decir, simultáneo al estudio tengo que preparar mi Currículum y presentarme a las entrevistas necesarias para encontrar trabajo en el país.

Hola, soy María. ¿Me contratarías?

Gracias a Dios todo terminó bien. Bueno, no todo… Después de conseguir las prácticas en una buena empresa y culminar con éxito mis exámenes tuve que mudarme . Nuevamente llorar, nuevamente separarme de los que quiero. Creo que lloré igual o más que cuando dejé mi país aquel Domingo. También se fue el invierno y empezaron a salir los hermosos tulipanes. Llegó la primavera. Erlangen, Bayern. Aquí viví los últimos meses de mi estadía. Hice mis prácticas en Siemens, en la división “Bahnstromversorgung” (Electrificación de rieles). Si ya había sido una impresión muy grande subirme en un tren, ¡ahora trabajaría con ellos! Cada día aprendía miles de cosas. Y para seguir viviendo la variedad tan característica en Alemania, en mi grupo de trabajo había un señor proveniente de la región del Tirol, un pakistaní, un brasilero, un italiano, muchos alemanes y a ese grupo se Mis colegas y amigos de Siemens. Así es, todos varones. integraría una muchacha colombiana. Al momento de ir a almorzar podíamos hablar mucho, contar chistes (hay uno por el que estoy segura que aún me recuerdan) y siempre dábamos una vuelta a la cuadra antes de volver a la oficina. Yo les decía que en Colombia había un río con siete colores y que teníamos delfines rosados. Tenían que visitarme alguna vez. Qué bien me sentía. Y era un poco triste a la vez. Pensar que los días que faltaban para volver a Colombia estaban llegando a su fin me llenaba de nostalgia previa, pero a la vez rencontrarme con los míos me sacaba una sonrisa.


Seguí aprovechando mis fines de semana y me juntaba con mis amigos para salir a pasear. Mis pies recorrieron algunas ciudades de República Checa, España, Portugal, Holanda, Francia, Suiza, Hungría, Polonia y más de Alemania. Ahora mismo ese par tiene muchas historias que contar.

Oh La La, Paris. Ámsterdam y Praga.

Al llegar el final de mis prácticas brindé con mis colegas, quienes me hicieron una despedida muy emotiva. ¿Por qué tengo que ser tan llorona? No sólo fue asombroso llenarme de esos conocimientos sobre vías férreas, que desearía hoy mismo implementar en mi Colombia, sino saber que conté con un equipo de trabajo amable, amigable y que me ha brindado su apoyo desde el primer día que comencé mi práctica. Yo sé que mi colega Miguelzinho de Brasil nunca será vuelto a llamar Miguel desde que impuse el diminutivo en Siemens.

Los regalos de la despedida de parte de mis colegas de Siemens. A llorar se dijo


Sin duda alguna, esta experiencia ha dejado una huella imborrable en mi vida, y como respaldo o back-up tengo más de 60 Gb en fotos que me recordarán que esto en realidad me sucedió, que no pudo ser un sueño tan largo. Por ello, quiero agradecer inmensamente al DAAD, Colciencias, la Universidad del Norte y todas aquellas personas y entidades que posibilitaron mi estancia en Alemania e hicieron de ella toda una aventura llena de historias, risas, aprendizajes y demás experiencias maravillosas. Se despide ahora desde la cálida ciudad de Barranquilla, María Alejandra Loaiza. Joven Ingeniera 2011-2012


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