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Continuación...


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Una aventura en las alturas


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Viaje a las maravillosas tierras de las casas de los libros Por Víctor Manuel Ramos Médico, escritor y editor

Director de la Academia Hondureña de la Lengua

Gracias a la invitación que me hizo llegar mi amigo el poeta Salvador Madrid, a nombre de Plan Internacional Honduras, viajemos ―mi esposa y yo― a la maravillosa

tierra de los libros, la tierra de las Bibliotecas Infantiles Blue Lupin. Luego de una

larga jornada desde Tegucigalpa, durante un recorrido de unas cinco horas por una carretera en muy mal estado, llegamos a la Ciudad de Gracias a Dios ―ese fue el nombre que le impuso el fundador español―.

Mediante la información aportada por los integrantes de Plan Internacional pudimos

arribar a las o�icinas de la Organización en donde nos recibieron con mucho cariño y simpatía. Nos acomodaron en un pequeño salón y nos dieron una charla acerca de los grandes objetivos de Plan Internacional, con mucho énfasis en la lucha por la igualdad

de la mujer y las niñas, en contra de la discriminación y el acoso hacia las niñas y por

el respeto de los derechos de las niñas en todos los ámbitos: hogar, escuela y comunidad.


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Viaje a las maravillosas tierras de las casas de los libros

Posteriormente vino la sorpresa: íbamos a viajar para visitar dos Bibliotecas Blue

Lupin: una en Lepaera y la otra en Flores. Nos acompañaría el poeta Marvin Valladares Dragó y el amable chico que condujo el automóvil.

Durante el trayecto nos enteramos de que las Bibliotecas infantiles, diseminadas por el Departamento de Lempira, una de las zonas más olvidadas del país durante un larguísimo tiempo, tienen un nombre común: Blue Lupin, que es el nombre de una

�lor silvestre de Canadá, productora de hermosas �lores azules y que, una vez fecundadas, esparcen miles de semillas que permiten la propagación de la planta y la

permanencia agradable de la in�lorescencia. La idea del nombre común fue de Jim

Martin y Linda Martin, los aportantes o benefactores de este hermoso proyecto: acertaron porque así a las Bibliotecas se les imponen nombres de los caudillos locales

y porque Blue Lupin, por las características de la planta que tiene inmensas capacidades para multiplicarse, sirviera de comparación metafórica con lo que ellos

querían: que las ideas encontradas en los libros por los lectores también se esparcieran y se multiplicaran.

Luego de un trayecto entre pequeñas planicies y colinas montañosas llegamos a la

localidad de Las Flores. Ahí, con el apoyo de los benefactores de Plan Internacional Honduras, la Dirección Departamental de Educación del Departamento de Lempira, los dirigentes locales, los padres y los niños y niñas unieron sus voluntades,


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inspirados en las experiencias de las otras comunidades que tienen sus Bibliotecas Blue Lupin. Diseñaron el plan para construir un nuevo hogar para los libros y los

soñadores lectores. De esta suerte levantaron una bella y funcional edi�icación para la Biblioteca Bule Lupin de la localidad. La Biblioteca está recién concluida pero ya

genera enormes expectativas, principalmente, entre los niños y las niñas, según nos informaron los docentes que atienen en base a un plan de guardias, la administración

de los libros y la conducción de los lectores. En otras comunidades los niños han llevado los libros a sus casas mediante préstamo y tienen entusiasmados con la

lectura a sus padres y el resto del grupo familiar, que han encontrado en los libros un mundo maravilloso que no sospechaban de su existencia. Nos contaron que en muchos hogares, los niños, mediante la utilización de la lectura que produjo

fascinación entre los mayores y los familiares, condujo a que muchos que no conocían ni la o por lo redondo, se empeñaran en aprender para poder disfrutar, sin las ayudas

de sus hijos, de las maravillosas sorpresas que se encuentran recogidas en las hojas impresas de los libros.

La Biblioteca está concebida para ser bella desde fuera y desde su interior: fue concebida con una adecuada distribución de paredes, ventanales, libreros, mesas de lectura que

por sí mismos ofrecen un ambiente de paz y de tranquilidad, si a esto añadimos los libros y los lectores, las bibliotecas se convierten en estructuras vivas en donde se cuecen

aspiraciones, fantasías, ideas creadoras, adquisición de conocimientos y, como producto


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de la lectura: un desarrollo extraordinario de la conciencia infantil que se va

fortaleciendo mediante el acopio de información que ocurre en las mentes infantiles, enriquecimiento de ideas y conceptos que les llevará –más tarde- a convertirse en ciudadanos con plenas capacidades para pensar y discernir, no sobre su vida personal, sino sobre la vida de la comunidad y del país. Serán los futuros agentes de cambio y transformación de Honduras en donde, por muchísimos años, a los habitantes de las zonas rurales se les mantuvo en tremendo olvido por parte de los gobernantes.

En el momento en que llegamos a la Biblioteca de Las Flores había una niña lectora de

unos 7 a 8 años, y las dos maestras encargadas del establecimiento. Las maestras nos explicaron las minucias de cómo funciona la Biblioteca. La niña nos permitió

hacernos partícipes de la aventura fascinante que ha podido iniciar mediante la

lectura. Sabe en esa estantería que le rodea se esconden importantes lecciones,

fascinantes historias, explicaciones muy sencillas de las leyes de la naturaleza, la

ciencia al alcance de su comprensión infantil y, sobre todo, el enriquecimiento del lenguaje, como instrumento esencial para la comunicación humana.

Después volvimos a abordar el vehículo y nos trasladamos al municipio de Lepaera, situado en empinadas colinas, con calles empinadas y llenas de una activa actividad comercial.


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Leí en algún lugar y lo oí decir que la Biblioteca de Lepaera es la más linda de todas las

Blue Lupin. Y ciertamente es un edi�icio con mucha belleza arquitectónica, pero ahora

pienso que la de Lepaera y la de Las Flores tienen igual categoría de belleza arquitectónica que es el primer motivo de fascinación de los lectores.

Cuando estábamos al frente de la Biblioteca vinos salir un numeroso grupo de niños y niñas, quienes guiados por su maestro subían a un auto pick up. Marvin tuvo la idea

de hablar con el maestro y pedirle que hiciera que los niños volvieran a la Biblioteca

por un rato para poder escuchar de ellos sus vivencias con los libros. Tanto el maestro

como los niños accedieron con mucho entusiasmo a interrelacionarse, durante un buen rato, con nosotros. Nos mostraron la biblioteca y una vez que supieron mi

nombre fueron a las estanterías y me mostraron los ejemplares de los libros de mi autoría que había ahí.

Cómo tenía una cantidad apreciable de interlocutores aproveché para hablar con ellos

durante un largo rato: les hice hincapié en la importancia de la lectura como elemento esencial para el desarrollo de las capacidades mentales y de la conciencia –que es algo

que se enriquece diariamente mediante el almacenamiento de información, que ahora, la

obtienen, esencialmente en los libros que leen. Les expliqué que no es necesario andar tomando medicamentos que dicen ser buenos para la mente, les aconsejé que no

compraran tales medicamentos porque para el cerebro basta una adecuada alimentación


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y que, esos dineros mejor los utilizaran para comprar libros que son la verdadera vitamina para el crecimiento mental e intelectual. Los chicos, si mal no recuerdo,

cursaban el 9 grado y se ve que habían adquirido, gracias a la lectura, capacidades que les

permiten discernir con mayor claridad y que ahora sueñan con llevar a niveles superiores sus aspiraciones de saber y de formarse para la búsqueda de una vida mejor. Poco a poco los niños fueron adquiriendo mayor con�ianza hasta que logramos mantener un diálogo muy espontáneo con preguntas y respuestas y hasta el que algunos niños emitieran sus

propias opiniones sobre los temas de la conversación, que me hicieron pensar que iban por un buen camino para el logro de una gran madurez intelectual más allá de la esperada

en la mayoría de los niños que viven en la ruralidad. Pasados unos 45 minutos dije a los

niños y niñas mis agradecimientos por haber permitido dialogar conmigo y nos despedimos con el consejo de que para ser grandes en la vida es esencial leer, leer, leer.

Una vez que los niños partieron, por cierto, muy entusiasmados y muy felices de

haber conocido a dos escritores, conversé con las maestras que en esos instantes estaban a cargo de la biblioteca. Ella nos contó que con frecuencia vienen personas

adultas, generalmente los padres de los niños, a veces solos y otras acompañando a

sus hijos y que, para no estar perdiendo el tiempo se han ido enamorando de los libros y de la lectura, de tal manera que ahora, sus hogares, también, son escenarios

importantes de la lectura colectiva e individual que llena las casas de nuevas fantasías y de oportunidades para el gozo y el aprendizaje.


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Concluida la visita regresamos a la ciudad de Gracias a Dios a tomar los alimentos y a

hospedarnos en el Hotel Guancasco, cuyas habitaciones están inmersas en un inmenso jardín, con senderos �lanqueados por plantas, �lorales algunas.

Al día siguiente nos recogieron a las 8 de la mañana. Ya no nos acompañaría el poeta Valladares Dragó porque iría a visitar otra biblioteca, mientras a mí me enviaron a la

Biblioteca de Arcamón, con la compañía agradable de Mito Galeano, pintor muy

reconocido en la ciudad y el resto de los círculos culturales del país. Él y gran parte de

los habitantes de Lempira que tienen información de las bibliotecas está muy

orgulloso de este proyecto. Sabe los avances extraordinarios que se han logrado mediante la inducción hacia la lectura a los niños. El Trayecto fue más largo que el del

día anterior, o quizás lo sentí así porque el camino no está pavimentado, pero transcurre en una zona llena de bosques de pino. Además, no soltamos la

conversación desde que salimos de Gracias a Dios hasta que llegamos a Arcamón, una aldea cuyo nombre supuestamente surgió de la combinación de los nombres Arcadio

y Salomón, quienes eran los dueños, por largos años, de las tierras que ahora son pertenencia de los campesinos.

La edi�icación de la Biblioteca es más modesta pero los niños la han hermoseado

mediante la pintura de un bello mural en la pared Fontal, mural cuyo diseño fue hecho


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por los niños y pintado por ellos mismos. Todas las �iguras tienen su exégesis y los chicos saben cómo informarnos de esos detalles.

La Escuela se llama Antonio Ramón Vallejo y me asombró ver a un establecimiento

escolar con ese nombre, que corresponde a importante personaje de la Reforma Liberal de quien yo escribí y publiqué una biogra�ía.

Casi al instante la sala de lectura se llenó de niños. Todos ellos estaban ansiosos

porque iban a conocer a un escritor de cuentos para niños: a mí. Ellos nos explicaron lo de la Mochila Viajera, nos mostraron los Bolsitos Lectores confeccionados con sus manos para llevar los libros a la casa, nos hablaron del teatro y de los títeres. Ellos

escriben las obras teatrales y diseñan y hacen los vestuarios mediante la utilización

de prendas viejas y materiales que se consiguen en el entorno y en los bosques. También nos contaron como sus padres les apoyan en todo y que ahora son expertos

de la lectura y enamorados de los libros. Pero sobre todo ya cada uno de estos chicos habla de su futuro en las aulas de un colegio o de una universidad. Fue un encuentro

fabuloso que nos llenó de mucho entusiasmo y de esperanzas al saber que todas estas

comunidades, olvidadas de siempre, ahora han despertado y han abierto sus ojos para percibir una mirada nueva, llena de porvenir y de gozo que logran con la lectura

y las actividades asociadas que comparten entre sí, con sus hogares y con la comunidad.


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Para despedirnos tomamos fotos y los niños se sentían complacidos de que

pudiéramos salir informados de todo lo bueno que hacen con sus vidas en torno a los libros.

2 de junio de 2022.


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Artes escénicas, bibliotecas, cine y chilate con rapadura de dulce en Corante Por Rafael Murillo Selva Escritor y Dramaturgo

Considerado un referente del teatro comunitario en América Latina

I Tuvo que ser un singular proyecto cultural como el que desarrolla Plan internacional

Honduras en Lempira, a cargo de Edgardo Cruz, abonado con las urdimbres de un gestor cultural cinco estrellas como lo es el poeta Salvador Madrid para que me

decidiera dejar a un lado los achaques que producen los añales vividos, y decidiera, una vez más, emprender un viaje por tierra y en bus hacia el suelo legendario del

departamento de Lempira al cual he visitado en in numerables ocasiones y de todas ellas, lo aseguro, he regresado con ropaje cambiado y “alma” renovada. Esta última visita no ha sido la excepción.

En esta ocasión nos hemos centrado en una comunidad de cepa Lenca y de raro nombre a la que se le llama Corante. Según me han a�irmado el nombre le nace


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porque en la comunidad habitaban quienes formaban el coro que acompañaba los

actos litúrgicos celebrados en la afamada iglesia del municipio de San Manuel de

Colohete. No sabría a�irmar si esta versión es cierta, pero lo que no puede negarse es que, en ese lugar, en Corante, se escucha todavía el eco milenario que le dio voz a una de nuestras culturas ancestrales. II

Saliendo desde la ciudad de Gracias, en “alguito” más de una hora el carro nos lleva

hasta la comunidad y de inmediato, cuando nos plantamos en su suelo, quedamos boquiabiertos por la “bellezada” del paisaje. Sobre una altura que sobrepasa los mil

metros su suave verde nos envuelve como si fuera un brazo de mar en sosiego. Con su silencio abismal y el peso de su quietud, la montaña, esa que estoy viendo ahora, tranquiliza cualquier animo fogoso. Aquí reina la calma y habrá que detenerse.

Casas dispersas, adobe y teja, amplias y macizas, de puertas abiertas, construidas como para asentarse en ellas para siempre, y aunque nadie se asoma, se siente que hay ojos invisibles espiándonos por las rendijas. Un viento suave nos roza

y de pronto, con celular en mano aparece un jinete,

hablando… quedito como corresponde. Se nos aleja tal como arribó, como una

sombra. Pareciera que estos misteriosos con�ines pertenecieran a la tierra del olvido,


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pero no hay tal, a una media centena de metros, sin haberla escuchado a pesar de la

cercanía, y como si fuera un cuento de hadas hecho cierto, de la espesura del silencio que brota está vibrando la vida. III

Estamos a las puertas de la escuela de enseñanza básica Francisco Morazán que el día

de hoy 28 de mayo del 2018 se ha engalanado para recibir a quienes la visitan. Ese día, al igual que otros 24 centros escolares del departamento de Lempira mostraran a

propios y extraños sus quehaceres artísticos y culturales dentro del marco del “Festival de las Artes Escénicas” organizado por Plan Internacional Honduras en Lempira.

Telas, colores, palos, maderas, trapos, niñas, niños, profesores, profesoras moviéndose de aquí para allá y para acá se aprestan a iniciar el festival en medio de

un inconfundible aroma que se desprende del maíz en estado de cocción y de la pólvora que estalla en dirección al cielo.

Tal como la montaña que circunda, se nos recibe sin ostentaciones verbales y mucho

menos corporales, el bullicio va por dentro como el fuego interno que se siente antes de

cada creación. Se nos ofrecen frutas (duraznos,) refrescos y chilate con rapadura de dulce. Luego vendría el copioso almuerzo, y después, una vez terminado el festín,

comenzara el evento.


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Artes escénicas, bibliotecas, cine y chilate con rapadura de dulce en Corante

Son dos niñas cuenta cuentos (de 7 u 8 años) quienes inician. Una de ellas vacila, pero

con esfuerzo alcanza a terminar su actuación; la otra, nada que envidiar a lo que se hace en otras latitudes. Tal como se suele decir, es una actriz “nata” una de esas que

según los criterios brechtianos no “actúa” sino no que representa, y además,

representa con alegría tal como debe ser. Las expresiones de su rostro y de su cuerpo lo con�irman.

Luego vinieron los clowns y los títeres, formas escénicas populares, tan desdeñadas por los teatristas académicos, pero que están llamada a jugar un rol decisivo para

que en el futuro continúe respirando eso que llaman teatro. Esas formas “diferentes”, y quizás por ello, son el encanto de la niñez en el mundo.

Puede que a algunos les cueste entender o imaginar que una niña, un niño, parvularios, rurales a tiempo completo, habitantes de una lejana aldea clavada en lo

más profundo de nuestras serranías se presente en público con seguridad y solvencia. Pero así ha sido y para comprenderlo, aun mas, hay que señalar la única palabra que podría explicarlo: la Revelación.

Mediando las funciones se les ha revelado algo profundamente atenazado durante centenas de años, lo que por �in se mani�iesta, sale, existe: La creatividad.


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IV Antes de las representaciones pudimos evidenciar en Caronte otros acontecimientos vitales. La relación de los infantes con su biblioteca y con su cámara �ilmadora uno de

ellos. Se me ocurre que este asunto valdría la pena describirlo, tal como aconteció, a través de una narración teatral que se encuentra, como un anexo, en las páginas �inales de este texto. Por ahora continuaremos con lo escénico.

El plato fuerte de la tarde fue una obra teatral representada por más de treinta niños

y niñas coordinados por el profesor Simón García, con una duración de 40 minutos. Según su director, todo el elenco participó en su creación. La obra, actuada por el grupo “Chispas” tiene como título: “El niño persistente que llego a ser abogado”

Ese título, podrían decir los �ieles de la liturgia Pos Moderna, contiene un tu�illo realista y moralizante lo cual no encaja en estos tiempos DEFINITIVAMENTE globales,

lo que pone en duda su calidad y su interés, además, podrían a�irmar, a la niñez lo que DEFINITIVAMENTE les gusta es La Magia. Puede ser que así sea, pero no la impuesta

justamente por intereses globales que distribuyen e insertan en las mentalidades “magias” que, en lugar de revelar, idiotizan. Aquí lo que cuenta es otro asunto.


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Artes escénicas, bibliotecas, cine y chilate con rapadura de dulce en Corante

Lo que se narra es una parte de lo que se vive en la comunidad. Es esto, además de lo bien narrado, lo que hizo posible la participación entusiasta del público: el trabajo,

obligado por la necesidad, de un niño en las labores agrícolas; los esfuerzos de una madre para evitarlo y poner a su hijo “cueste lo que cueste “a estudiar; el paso hacia

la delincuencia y el regreso a la comunidad del niño convertido en abogado para auxiliar a su amigo de infancia atrapado en los entretejidos de la criminalidad, son, entre otros, los temas que nutren el fondo de la narración

¿Díganme si lo anterior no es una problemática para una gran parte de la población global?

Y aunque no fuese así.

Lo que me interesa resaltar en este comentario y con énfasis son aspectos humanos bastante signi�icativos que pudimos apreciar durante la función: lo lúdico luchando

por soltarse, el ingenioso y espontaneo movimiento imprevisto; la auto a�irmación

que genera el ser un emisor y no solamente un receptor; ser expresión de su yo individual y colectivo. Todo esto que señalo, y más, se fue tejiendo, palpando, evidenciando, tomando forma a medida que transcurría la narración escénica.

Finalizada la jornada no quise despedirme del todo, nos vemos pronto señalé. Esas niñas y niños me hicieron despertar de un letargo creativo que lleva sus años; me


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devolvía la certeza, algunas veces extraviada, que esa “locura” llamada arte

comunitario estaba, “vivito y coleando” y que no es solamente una quimera pensar que algún día esa será una de las rutas que tomará el futuro de las artes escénicas.



Este libro se terminó de editar en el mes de julio de 2022 en la ciudad de Gracias,

Lempira, mientras las niñas y niños lectores

de las bibliotecas Blue Lupin sobrepasaban la cifra de más de cien mil préstamos de libros.




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