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SALUD/OPINIÓN

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AGENDA CULTURAL

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Lluis Serra Majem Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, ULPGC

Gran Canaria: a cuestas con sus pandemias

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Muchos enfermos, a quienes una regular asistencia habría salvado, han perecido en espantosa soledad, y rotos los lazos de la familia, el pánico ha separado el padre del hijo y el hermano del hermano. El comercio español sufre una crisis de las más graves, y su paralización es tal que hace muchos años que no se ha visto otra semejante”

Con estas palabras describía un joven Benito Pérez Galdós la tercera gran oleada de cólera que le encontraría ya en Madrid en el año 1865, y que están incluidas en los textos conocidos como Crónicas de Madrid del periódico La Nación. Galdós nos defi ne con sumo esmero y detalle los comportamientos de pánico de la sociedad madrileña, los avatares de la vacuna del Dr. Ferrán, y la proliferación de falsos remedios y mentiras, similares a las noticias falsas o bulos que han circulado con nuestro coronavirus por internet.

También la gripe mal llamada española del 1918 tuvo tres oleadas consecutivas. En otoño de 1918, el Diario de Las Palmas publicaba la llegada del buque trasatlántico “Santa Isabel” deseando recibir a sus 1.146 tripulantes para paliar el bloqueo que sufría la ciudad como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Pero cuando el barco asomó en el puerto de La Luz, la temida bandera amarilla y negra, signo de cuarentena a bordo ondeaba en un mástil: según el capitán llevaba 75 enfermos a bordo y 5 habían muerto, aunque más tarde el propio Ayuntamiento certifi caría 170 contagiados y 9 muertos. La misma pandemia que en la Península había transformado la vida social de las ciudades, cubriendo las caras con mascarillas y colapsado hospitales y cementerios corría el riesgo de penetrar en Gran Canaria que, a pesar de la desnutrición, el hacinamiento y la poca calidad del agua de Las Palmas, su población en general estaba sana. Canarias se había consolidado para entonces como un destino de turismo sanitario por la bondad de su clima para los enfermos de tuberculosis de toda Europa.

Se plantea que hacer con los apestados diplomáticos y jornaleros gallegos, y, tras diplomáticos y jornaleros gallegos, y, tras sopesar La Graciosa y Los Cristianos en Tenerife, se decide alojarlos en un lazareto ya abandonado en Gando, ideado por Juan de León 25 años antes. En Gando no se hicieron distingos: de nada servía que los pasajeros de primera hubieran pagado cinco veces más por su pasaje que los de tercera: todos durmieron juntos en el suelo de aquellos pabellones. Tres médicos de Las Palmas se personan voluntarios, junto a diez hermanas de la Caridad como enfermeras, y tanto la guardia civil como la guardia municipal aseguraban el cordón sanitario entorno al Lazareto. Los 50 días de cuarentena dejan un balance de 507 hospitalizados, 463 curados y 44 muertos. La mayor parte de la población canaria, gracias a ese aislamiento, quedó completamente a salvo de esa gripe.

Y llega el SARS-CoV-2, este coronavirus que nació fatídicamente en Diciembre de 2019 en un mercado de Buham en China y que en menos de dos meses aterrizó en la Gomera a bordo de un turista alemán. Nosotros al principio tuvimos miedo; mucho miedo. Luego ese mismo miedo fue mitigándose y transformándose en un robusto empoderamiento, conforme conocíamos la nueva realidad del confi namiento y nuestra infl uencia colectiva en la pandemia. Reclusión familiar, tareas compartidas, mascarillas, distancia, higiene de manos, nuevas formas de comunicación, teletrabajo, educación, participación social y mucha solidaridad. Y aunque el miedo excesivo persiste en una parte de la población, y la desinhibición desmesurada e inconsciente por desgracia también en otra parte de la misma, lo cierto es que nos hemos dado cuenta de que nuestro comportamiento colectivo salva vidas. Por primera vez, en épocas recientes, hemos demostrado que “sólo el pueblo salva al pueblo”. ¿Trascenderán estos nuevos aprendizajes colectivos a la nueva y vieja normalidad o realidad? Estamos debatiéndonos entre aceptar la advertencia de Camus de que “la peste anula el porvenir”, abrazar la esperanza de que la la esperanza de que la pandemia transforme pandemia transforme para bien nuestro futuro planetario o, simplemente, desear que todo vuelva a ser como antes lo más pronto posible y despertar de esta pesadilla.

(Extraído del discurso de respuesta a la entrega a la

Medalla de Oro a los Ciudadanos del MI Ayuntamiento de Medalla de Oro a los Ciudadanos del MI Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 23 de Junio de 2020) Las Palmas de Gran Canaria, 23 de Junio de 2020)

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