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Donde todas las aguas se tocan: el viaje de Agnes Granda en Pleamar, por Nathanael Peralta Luis
Agnes Granda es el seudónimo de A..., ups, mejor no; ella quiere (¿necesita?) alejarse de todo ese peso que supone ser «alguien»; es decir que, para entender y acercarse a sus textos, la autora prefiere ser una voz, sin títulos, profesión, lugar de nacimiento, o edad. Es así que prefiero hablarles de Granda como la autora de un libro tan necesario para el momento en el que nos encontramos, como indispensable para su autora, para que, de alguna manera, logre conjurar a sus demonios o aprender a convivir con ellos.
Los 48 poemas repartidos en las tres partes de Pleamar (Caja Negra, 2020): «Naufragio», «Nereidas Sirenas», y «Ulises» son un monumento al peregrinaje por el autodescubrimiento; resulta ser, así, un compendio de procesos que han llevado al Yo poético a la búsqueda por entender los avatares que representa el sentirse diferente, ajenxs a una realidad que nos consume. Es por ello que una imagen apropiada para este poemario es el de un espejo con potencial para no solo contar la historia de una mujer y su encuentro consigo misma, sino vernos en el descubrimiento de que todo, independientemente de lo que queramos o no ser, nos lleva a reflexionar sobre quiénes somos y, a lo mejor, encontrar en nosotrxs mismxs un lugar al cual pertenecer. emociones que el Yo poético aflora en su viaje: «me saboreo ajena de mí / y mi vacío / ya no quiere estar conmigo / me abandonó también. / Extranjera de mí». No es sorpresa, asimismo, leer poemas donde esa extrañeza se materializa en un otro que deba encargarse de su cuerpo ajeno. Este es el caso del poema «Desgarramientos», donde el Yo poético solo busca la forma de deshacerse de su corazón por todo lo que siente. El alocutario es quien debe devorarlo: «Quiero que desgarre / mi corazón / con los dientes […] Me quiero quedar sin latidos / sin él». Finalmente, en «Exorcismo», el viaje no termina, el Yo poético se da cuenta que todo parte y se dirige hacia una convivencia consigo misma, con sus demonios: «Todo este tiempo / mis demonios / han estado conmigo / y he aprendido a amarlos. / O yo endemoniada / o yo nada».
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Tal como promete desde un inicio, la autora se construye como una desconocida que tiene la necesidad de contar su testimonio. El resultado: poemas de gran fuerza y capacidad creativa, imágenes dulces y melancólicas, encuentros y desencuentros. Al final, podemos ver a Pleamar como un collage de emociones donde cualquier lector que desconozca quién es Agnes Granda terminará por conocerla y sentirse identificadx con su búsqueda por un huequito en el mundo. / / (Nathanael Peralta Luis)