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¿Mejor el fuego? Las esquirlas de José Carlos Yrigoyen, por Nathanael Peralta Luis

¿MEJOR EL FUEGO? LAS ESQUIRLAS DE JOSÉ CARLOS YRIGOYEN

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« […] Este libro es un montón de esquirlas. No hay manera de recoger las esquirlas en orden». José Carlos Yrigoyen ha publicado hace algunos meses un libro inquietante y de una estética peculiar. ¿Incómodo de leer? Tal vez… La respuesta pudiera depender de a quien se le pregunte. No obstante, prefiero calificar la lectura de Mejor el fuego (Literatura Random House, 2020) como seductora repulsión. Quiero decir que sí, el texto es un catálogo de la violencia, la crueldad y el horror de la sexualidad, pero que fascina por lo transparente que pueden llegar a ser las imágenes sobre la contemplación de los cuerpos y la visceralidad de las escenas.

El libro cuenta la historia de un joven limeño de clase media, de quien no se sabe su nombre, el cual va descubriendo su sexualidad mediante encuentros virtuales por salas de chat en la incipiente red que se tejía en la virtualidad de los años noventa. Las descripciones mordaces sobre estos encuentros sexuales, más los sinsabores que estos producen, servirán como hilo conductor del relato. No solo es un recuento de sus experiencias sexuales, sino que, también, Yrigoyen nos lleva de la mano por los traumas, pulsiones y deseos del protagonista. Todos ellos desembocan en las relaciones sentimentales (?) y familiares

que el narrador-protagonista mantiene a lo largo de más de 170 páginas. Asimismo, el relato muestra la crueldad en el sexo mediante la violación, la automutilación, el sadismo y el deseo edípico: la madre es el espacio donde crece y se multiplica el gusto por el dolor. Todo ello recae sobre el protagonista que termina por ceder ante la necesidad de repetir estos eventos y someter a otros a sus pasiones.

Como se manifiesta en la cita líneas arriba, el lector se encuentra frente a un texto que refleja los conflictos y asimilación de la violencia por parte del narrador. Hasta qué punto un otro puede ser depositario de toda la vejación y seguir buscando nuevas formas de brutalidad. En este sentido, lo único cercano a la salvación es encontrarse con otro cuerpo que guste de la violencia y donde se pueda reconocer. Los personajes de esta novela se desarrollan como fantasmas dentro del artefacto de la memoria que circundan la historia: un poeta avorazado, un chico de barrio, la madre, un violador, etc.

Es así que, con el uso acertado de marcas de oralidad, Yrigoyen (de)construye un lenguaje poético que, por su brusquedad y belleza, terminan por atrapar al lector hasta el final. / / (Nathanael Peralta Luis)

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