Revista aceña11 b

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ACEÑA-Ventana Cultural. Plaza Mayor, 8, 10882 Pescueza (Cáceres). Tlno y fax: 927 14 07 53. E.mail: diazmarcos@telefonica.net o administracion@pescueza.es Nº11, agosto 2017. Precio: 1,50 €. EDICIÓN: Excmo. Ayuntamiento de Pescueza. DIRECCIÓN, MAQUETACIÓN Y DISEÑO: Cruz Díaz Marcos PORTADA: Escudo Heráldico de Pescueza. CONTRAPORTADA: Vista aérea de Pescueza (Dulce) COLABORADORES: Cruz Díaz, J. Vicente Granado, Manuel Rodríguez, Lorena Corchero, Miguel Herrero, Manuel Granado, Alfonso Callejo, Manuel Granado, Álvaro Tejerina, Antonio Rosado, Ismael Carmona, Raquel Borrero, Daniel Gordo, Eduardo Martín, Bartolomé Ramos, María José Melchor, Fernando Gómez, Primitivo Ramos. FOTOGRAFÍAS DE: Cruz Díaz, Tamara Corchero, Alfonso Callejo, Adoración Ramos, Miguel Herrero, Álvaro Tejerina, Antonio Rosado, Fernando Gómez, Raquel García, Eduardo Martín, Página Fotos antiguas de Pescueza, Primitivo Ramos, Salvador González.

FESTIVALINO 2017

TÍTULO

SUMARIO

PÁGINA

EDITORIAL: Aceña continúa su andadura ATRIL: Nuestra lucha contra la despoblación rural EL RETROVISOR: Reflejos de la historia Pleito de La Mesta contra Pescueza Y Alonso embarcó en Sevilla El crimen de Cachorrilla EN COLOR SEPIA: Álbum de recuerdos Los cuentos de los abuelos Vamos a contar historias… tralará El contrabando de café en Pescueza El gitano y los celtas sin boquilla In memoriam PLAZA MAYOR.-Espacio de opinión Extremadura pionera en la fiesta del árbol ARBA Extremadura San Marcos, 40 años después El “Beatus Ille” ogañu Asociación Amigos de Pescueza El puebru estremeñu Tregua de Navidad (cuento) Vivencias 11: Las abejas IMÁGENES DE AYER RINCÓN POÉTICO A la Asociación Amigos de Pescueza VIDA RURAL Crónica del Festivalino 2017 El Festivalino: Premio Grada 2017

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Editorial

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EDITORIAL ACEÑA CONTINÚA SU ANDADURA Cruz Díaz, director de la revista Aceña. Un cordial saludo a todos los lectores y colaboradores de la revista Aceña. A raíz de mi jubilación, creí necesario y conveniente: primero, la continuidad de la revista Aceña, una publicación local de gran aceptación; segundo, que dicha continuidad pasase a otras manos comprometidas e interesadas en este proyecto cultural. Por mi parte, pensé que, al no disponer ya de una permanencia cotidiana en el pueblo, comenzaba para mí una desvinculación práctica, que no emocional, con Pescueza, desvinculación que no me permitiría tener un conocimiento cercano de la realidad cultural y social del pueblo; motivo por el cual propuse el relevo en la dirección de la revista Aceña. Pero, como dice el refrán, el hombre dispone… y aquí estamos, de nuevo, trabajando, junto con todos los colaboradores que hacéis posible esta querida revista, en la edición y publicación del undécimo número de Aceña. Tengo que mencionar sobre todo, y este ha sido uno de los motivos de mi continuidad al frente de la revista, el gran interés que el Ayuntamiento de Pescueza ha demostrado para que Aceña siga siendo una realidad. Tanto Vicente como Alicia me lo pidieron y en ningún caso podría, por mi parte, dar una respuesta negativa. Todo ello, unido a mi cariño y a mi agradecimiento al pueblo de Pescueza, a mi amor por esta entrañable revista que he visto nacer y crecer, a todos los lectores y colaboradores y a tantas personas que me animan y apoyan, han sido factores más que suficientes para seguir trabajando en la publicación de nuestra Aceña. Quiero daros las gracias a todos por vuestro interés, ayuda y colaboración. Creemos que Aceña merece la pena. Gracias a vuestro trabajo, hemos conseguido crear una revista cultural reflejo de nuestra historia y de nuestra forma de pensar y sentir como pueblo. Muchas gracias. Aceña Nº 11 Aceña Nº 1

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Atril

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ATRIL NUESTRA LUCHA CONTRA LA DESPOBLACIÓN RURAL José Vicente Granado Granado, Alcalde de Pescueza Estimados lectores de Aceña: Permitidme en primer lugar agradecer a todos y todas los que hacen posible, desinteresadamente, que, un número más, Aceña sea una realidad. Como vecino y Alcalde de un pueblo pequeño como Pescueza, quiero compartir con todos los lectores la mayor preocupación que tenemos en las zonas rurales, especialmente pueblos como el nuestro, como es la DESPOBLACIÓN. Este es el mayor problema que tenemos en nuestros pueblos, sin población no tenemos vida y, por tanto, no tendremos futuro en nuestros pueblos. Todos sabemos que en nuestras zonas rurales cada vez tenemos menos habitantes, las defunciones superan a los nacimientos, poblaciones muy envejecidas, desapego a vivir en los pueblos, pérdida de tradiciones... Recientemente las Administraciones, viendo que la sangría de la despoblación en nuestros pueblos no para, viendo que las medidas implantadas no son suficientes, buscan estrategias y acciones conjuntas, como: - Poner en marcha una Estrategia Estatal sobre despoblación. - Aplicar leyes, como la de Desarrollo Sostenible. - Dotar a los presupuestos de incentivos para la implantación de actividad económica en nuestros pueblos. - Mejorar la financiación de las Administraciones Locales. - Subvencionar a quienes residen en las zonas de escasa población. - Incentivar a empleados públicos que fijen su residencia en los municipios donde prestan sus servicios. - Mejorar los servicios públicos. - Mejorar las infraestructuras, comunicación y transporte. - Facilitar el acceso a la vivienda de los jóvenes que quieran hacer sus proyectos de vida en los pueblos. Y nosotros, como vecinos de nuestro pueblo, ¿qué podemos hacer?. Es la pregunta que seguro muchos de los que nos comprometemos con mejorar la vida de los pueblos nos hacemos cada día. Hoy, desde la oportunidad que me da este espacio de la Revista Aceña, quiero lanzar a todo lector y especialmente a ese que siente y le preocupa cómo nuestros pueblos se van desangrando de habitantes año tras año. Por tanto amigo/a lector/a, te invito a que te cuestiones y que compartas con quienes tenemos la responsabilidad de gobernar nuestro Ayuntamiento aquellas preocupaciones e ideas que puedan ser útiles, para poder poner límite al mayor problema que tienen nuestros pueblos que no es otro que LA DESPOBLACIÓN. Termino reiterando mi agradecimiento a todos los que hacen posible que esta Revista, un número más, sea una realidad. GRACIAS.

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El Retrovisor - Reflejos de la Historia

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EL RETROVISOR.-Reflejos de la historia PLEITOS DE LA MESTA CONTRA EL LUGAR DE PESCUEZA Manuel Rodríguez Martín “El primer deber de todo historiador honrado es ahondar en la investigación cuanto pueda; no desdeñar ningún documento y corregirse a sí mismo cuantas veces sea menester” Cita tomada de la introducción del libro: “Historia de los Heterodoxos Españoles” de Marcelino Menéndez Pelayo.

Los archivos proporcionan una gran diversidad documental que es la fuente primaria, la materia principal que el historiador maneja para reconstruir lo que fue de las personas y de los pueblos, su historia. No acudir a los archivos para recoger e interpretar su variada documentación, que actuará como manantial de la verdad, no sería hacer verdadera Historia. A lo sumo, estaríamos ante una variedad mediocre de Literatura. Contar lo que te han contado, sin cotejar el origen de las fuentes, sería igual a caer en el relativismo instalado en las conversaciones informales de taberna, o en las tertulias de opinión donde se valora más la improvisación ocurrente que el rigor científico. La investigación requiere fuentes fidedignas, y solo a partir de esos sólidos pilares, y sabiendo establecer vínculos y continuidades relevantes con otros hechos previamente contrastados, podremos seguir los hilos conductores que nos lleven a aproximarnos a la verdad. Como dice el gran Miguel de Cervantes, en su inmortal libro El Quijote, tomo I, capítulo 9: “… habiendo de ser los historiadores puntuales verdaderos y nada apasionados y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición no les haga torcer el camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”. Con el deseo de ir rellenando espacios que nos lleven a vislumbrar el ignoto pasado de nuestro pueblo, traigo a las páginas de la Revista Aceña noticias tomadas del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARCHV), la máxima instancia judicial de la Corona de Castilla desde el siglo XIV hasta el XVIII, que versan sobre distintos pleitos que mantuvo el entonces poderoso Concejo de la Mesta, contra los lugares de Portaje, Pescueza y Cachorrilla. Todos los litigios tienen un denominador común: la Mesta acusa a los pequeños concejos de ocupar y roturar tierras que venían siendo aprovechadas por sus ganados trashumantes. Los pleitos de la Mesta contra Cachorrilla son de los años 1605 y 1622, y el motivo es el haber ocupado y labrado ciertos vecinos de Cachorrilla pastos y dehesas reservados para el ganado mesteño. Contra Portaje aparecen tres pleitos, el primero de los cuales es de 1605, donde aparece la denuncia sobre Portaje por haber roturado partes de la dehesa del Bodonal, que eran para pasto y aprovechamiento común del ganado de la Mesta. Los otros dos litigios son de 1627 y 1630, y versan sobre lo mismo, aprovechamiento de término no suyo por parte de vecinos de Portaje. El vocablo Pescueza aparece ligado a dos ejecutorias de pleitos contra la Mesta, y son las siguientes: “Ejecutoria del pleito ligado por el Concejo de Pescueza (Cáceres) con el Concejo de la Mesta sobre rompimiento y labra de dehesas que eran para el pasto del ganado” (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Signatura: Registro de Ejecutorias. Caja 1757.0001. Fechado el 24 de marzo de 1594).

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“Ejecutoria del pleito litigado por el concejo del lugar de La Pescueza (Cáceres) con el Concejo de la Mesta” (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Signatura: Registro de Ejecutorias. Caja 2469.0050. Fechado el 15 de mayo de 1627) El primero de los documentos de nuestro pueblo trata de la disputa desarrollada durante los años 1592 a 1594 entre los vecinos de Pescueza contra el poderoso concejo de la Mesta castellana, que acusa al concejo pescozano de haber autorizado a sus vecinos roturar parte de la superficie de la dehesa llamada los Arenales de San Pedro, entonces propiedad de los Duques de Alba, que venía siendo lugar de pasto para los ganados mesteños. Roturar significaba labrar por primera vez las tierras para ponerlas en cultivo, tierras dadas a la Casa de Alba a partir de 1470 con el Marquesado de Coria, y que se mantuvieron en su poder hasta 1887, fecha en la que la finca los Arenales de San Pedro fue adquirida, junto con otras propiedades urbanas y rústicas por D. Laureano García Camisón, el “Doctor Camisón”, que era el médico de cabecera del rey Alfonso XII. Se trata de un documento simple, de ocho páginas, en mal estado de conservación y escrito en letra de difícil transcripción, aunque el sentido del documento es el anteriormente expuesto. Os muestro fotocopia de su encabezamiento, donde literalmente dice: “Exxecutoria en forma a pedimento de el concejo y vecinos del concejo y vecinos del lugar de las pescuezas”. “En mandamiento”

El segundo de los documentos sobre Pescueza, es un pleito que presenta nuestro pueblo contra la Mesta por los abusos de este gremio pastoril sobre los terrenos comunales de su concejo, de su término municipal: abrir cañadas, apacentar el ganado en sus baldíos, etc. Os presento fotocopia del encabezamiento del documento donde, con cierta claridad puede leerse: “Exxecutoria A Pedimento del concejo y vecinos del lugar de la pescueza”. “S.S (Su Señoría) Martín Gallo”. “Mayo 1627”).

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¿Qué nos transmiten estos documentos? A mi juicio estos escritos vienen a reforzar, a apuntalar la hipótesis que he expresado en otros números de “Aceña” sobre el posible origen de Pescueza. Fueron parte de esos pastores mesteños, procedentes del norte, los que fueron asentándose en estas tierras de frontera, verdaderos territorios de nadie durante la época medieval. Era el tiempo de la Reconquista, los reinos cristiano y musulmán estaban separados por franjas de 50 a 100 km de ancho, casi despobladas, con escasas ciudades y enclaves defensivos, y además era un espacio sometido a continuas incursiones bélicas de uno y otro bando. No valía la pena labrar, pues las batallas tenían lugar durante el buen tiempo, coincidiendo con las cosechas, por lo que eran saqueadas o devoradas por el fuego. Sí era posible avanzar en ese territorio y aprovecharlo por los pastores, cuyo ganado podía moverse de un lugar a otro. Durante las temporadas frías, las tierras de esta parte de Extremadura eran ocupadas por ganado trashumante, para, sobre comienzos de marzo, cuando se anunciaba el buen tiempo y aumentaba el peligro de movimientos de tropa enemiga, regresar hacia las montañas del norte, más habitadas, más húmedas, y con mayor abundancia de pastos durante el tiempo cálido. Para canalizar todos los movimientos y el negocio del ganado, sobre todo del ovino, pues la lana era muy preciada en esa época, el rey Alfonso X creó en 1273 el “Honrado Concejo de la Mesta”, una asociación gremial que agrupaba a los grandes propietarios castellanos, tanto nobles como eclesiásticos, a los que los monarcas fueron concediendo importantes privilegios, entre ellos el llamado: “privilegio de paso y pasto”. El gran impulso reconquistador hace que durante el siglo XIV la antigua frontera, la tierra de nadie, se convierta en segura, y se buscan efectivos humanos para esas zonas despobladas, labradores que roturen nuevas tierras y asienten comunidades que defiendan el terreno recuperado. Para su subsistencia se les entregan tierras del común en régimen de usufructo, y derecho a otros mínimos vitales: leña, ganado… Muy probablemente fue durante el siglo XV cuando se atraen a nuevos pobladores para que funden los lugares de Portaje, Pescueza y Cachorrilla, integrados dentro de la denominada “Comunidad de Villa y Tierra” que tenía por capitalidad a Coria. Los concejos de estos tres nuevos lugares pronto mostraron su disconformidad con la libertad de paso, y con el aprovechamiento de sus pastos comunes por parte del ganado mesteño, porque, desde su óptica, suponía un claro atentado contra sus ordenanzas locales, según las cuales, tenían derecho a imponer determinados arbitrios sobre el paso de ganado por sus términos municipales. La Corona intenta mediar entre ambas partes, y

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establece caminos para que el ganado pase entre zonas cultivadas. Es el nacimiento de cañadas, cuerdas, cordeles… según su anchura. Este contexto explica los numerosos pleitos que el poderoso Concejo de la Mesta va a entablar con distintos municipios y lugares del norte de Extremadura, que van creciendo en habitantes y privilegios. Las “Comunidades de Villa y Corte” dividen sus territorios en “Sexmos”, que van a convertirse en unidades administrativas muy importantes para el sector agropecuario durante toda la Edad Moderna. Cachorrilla, Pescueza y Portaje, junto con Torrejoncillo y El Pedroso, formaban el sexmo de La Jamarga, que ocupaba todas las tierras al sur del río Alagón, pertenecientes a la “Comunidad de Villa y Corte” de Coria. Los otros dos sexmos de la ciudad episcopal eran La Sierra y el Llano, sumando entre los tres una comunidad de catorce lugares. Con la creación de los sexmos la Corona busca afianzar su control en las tierras fronterizas, convirtiéndose en los fieles protectores y en los gestores de los bienes comunales concejiles, representando los intereses de los vecinos sobre los pastos y otros aprovechamientos comunales. Cada sexmo ejercía el control sobre las tierras que debían laborarse cada año, y sobre el ejercicio del pastoreo en su alfoz, lo que les permitía decidir cómo se explotaban sus dehesas boyales, sus ejidos y baldíos. Funcionaban con una estructura piramidal. El concejo de cada lugar elegía a su representante que, en reunión con los de los otros lugares, elegían a su sexmero. Este sexmero entraba a formar parte del concejo de Coria. Cada tercio, cada sexmo, tenía un representante en el ayuntamiento de la ciudad cauriense, y los tres nombrados tomaban asiento como iguales, en un concejo presidido por el Corregidor, que era la máxima autoridad real de cada “Comunidad de Villa y Corte”. El poderío adquirido por los municipios durante la Edad Moderna, favoreció que las comunidades sexmeras se lanzasen a su defensa ante cualquier intrusión, ya fuera por abusos de sus propios vecinos, ya proveniente de concejos limítrofes o ganaderos trashumantes. En la Extremadura de las cañadas mesteñas los conflictos con los grandes rebaños castellanos aparecen como algo frecuente, incluso presentando pleitos entidades de menor rango como los lugares de Cachorrilla, Pescueza y Portaje. El enemigo común de los pequeños agricultores eran los trashumantes, como lo demuestra la documentación y la historiografía de los siglos XVI y XVII. Al aumento del poderío municipal se contrapone el declive de La Mesta. Crece la población de los pueblos y con ello el tamaño de los terrenos roturados por los campesinos. Los litigios contra la Mesta duran hasta 1836, fecha en que fue abolido de forma definitiva este gremio ganadero.

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Y ALONSO EMBARCÓ EN SEVILLA Manuel Rodríguez Martín Pues sí, a juzgar por lo guardado entre miles de legajos en el Archivo General de Indias, Alonso, de Pescueza, zarpó hacia el nuevo mundo en uno de los barcos fletados y autorizados para hacer la travesía atlántica. Ocurrió tal aventura en julio de 1523, cuando nuestro pueblo aún no debía estar lejos de su fase embrionaria, (el primer documento que conocemos sobre Pescueza data de 1479, y trata de los litigios entablados con sus vecinos Cachorrilla y Portaje por el deslinde de sus tierras), pero coincidiendo con el pleno apogeo de la emigración hacia el mundo que se estaba descubriendo y conquistando por la Corona Castellana. No sabemos nada más de nuestro paisano, aunque, como muchos otros extremeños, debió ser un joven desheredado de fortuna y deseoso de aventuras que, teniendo poco que perder, estaba dispuesto a adentrarse en un desconocido territorio del que, muy probablemente, no regresaría jamás. La fuente documental que avala tal noticia se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla, dentro de la unidad: “Casa de Contratación”, en un documento fechado el 18 de julio de 1523. Allí se da la noticia de que, cuatro días antes, uno de Pescueza se enroló en un barco particular que, debidamente autorizado, iba a zarpar para las Indias, con el ferviente deseo de llegar a lo que entonces se presentaba como la nueva tierra prometida, el nuevo y rico continente americano. Os presento fotocopiado un extracto de la página del libro en el que aparece el nombre de nuestro paisano, con su inscripción en el castellano antiguo, y que, trasladada al castellano actual, dice lo siguiente: “Alonso. En 14 del dicho mes se registró, hijo de Juan Lorenzo y Juana Sánchez vecinos de la Pescueza en tierra de Coria de Galisteo. El cual pasó en la nao de Pedro Medel” (Archivo General de Indias. Sección Casa de la Contratación. Signatura 5536. Libro 1. Folio 255, nombre 2º).

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Alonso quedó registrado como el pasajero número dos, en el folio y libro anteriormente indicado, en el que la Casa de la Contratación inscribió a todos los pasajeros a Indias que embarcaron en el navío propiedad del armador Pedro Medel, el día 14 de julio de 1523. Para los más incrédulos, que haberlos los hay, desgloso a continuación el texto original: Margen izquierdo: Alonso (aparece el nombre del pasajero sin apellido alguno, lo que indicaría que se trata de un joven de corta edad) Primera línea: En XIIII de dho(dicho) mes se registró el fijo(hijo) de

Juan Lorenzo e Juana. Segunda línea: Sánchez vºs (vecinos) de la pescueza que es en trra(tierra) de Coria de Galisteo. Tercera línea: El qual pasó en la nao de Pedro Medel. (Esta última frase se repite en todos los pasajeros, pues es la relación de los que viajaron en el mismo barco) La “Casa de Contratación de Indias” fue una institución creada por los Reyes Católicos en 1503, para controlar, regular y fomentar todo el comercio de España con América. Por motivos de seguridad, estableció su sede en Sevilla, cerca de su catedral, de cuyo cabildo catedralicio había dependido desde 1492. Entre sus cometidos estaba el de contratar embarcaciones particulares para el transporte de mercancías y pasajeros, encargándose del control de todo lo que salía o entraba en el puerto sevillano. El monopolio de la ciudad hispalense duró hasta 1717, año en que traslada su sede a Cádiz, por las dificultades que conllevaba surcar el Guadalquivir a barcos de mayores dimensiones y tonelaje. Desaparece a finales del siglo XVIII, cuando la nueva dinastía borbónica implemente sobre España medidas liberalizadoras sobre el comercio americano, que pasa a ejercerse desde cualquier puerto español.

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EL CRIMEN DE CACHORRILLA Una de la Upi Copla en la que se da relación de la criminal muerte dada a una joven del lugar de Cachorrilla, en la provincia de Cáceres, en el año de 1917. En el pueblo de Cachorrilla señores, voy a explicar: un novio mató a su novia por saber muy bien bailar. Como era tan bonita, le tiraban los sombreros. Dámaso le tiró el suyo, y no quiso recogerlo. Josefa cantó en el baile "flores de la primavera". Dámaso la estaba oyendo. -Josefa, lo que te espera. -A la salida del baile me la tienes que pagar; te he de cortar la cabeza, desollarte a puñalás. A la salida del baile, no se la pudo cortar, porque había mucha gente y lo iban a criticar. Le pegó tres puñaladas al lado del corazón, tres puñaladas malditas que a la muerte la llevó. La primera pasó el alma; La segunda, el corazón;

la tercera, las entrañas, que fue la que la mató. Su hermanita más pequeña, con mucha pena y dolor, agarrada por el brazo, a su puerta la llevó. -Abra usted la puerta, madre, que traigo a mi hermana muerta, que la ha matado Dámaso en el umbral de la puerta. A los Canchos de Ramiro Dámaso se fue a esconder; le quedó dicho a su hermano que allí fueran a por él. Por la puerta de Los Chatos ya no se puede pasar, porque hay un hijo que tiene la cara de criminal. A la entrada de Cachorrilla, a la salida de Coria, hay un letrero que dice: Dámaso mató a su novia. Damasito, Damasito, Qué famoso vas a ser, Vas a correr toda España En un pliego de papel.

NOTA: Copla recogida por Félix Barroso en Cachorrilla (julio, 1984). Cantaron: Emilia Sobrado Martín, Ángela Pérez Llanos y Florencia Cruz Pérez. Revista de Folklore, nº 60, 1985 Pescueza, agosto 2017 - Página 11


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EN COLOR SEPIA.-Álbum de recuerdos

LOS CUENTOS DE NUESTROS ABUELOS POR LORENA CORCHERO RODRÍGUEZ (Dedicado a mis abuelos, Lope y Juana)

Seguramente al leer el título la mayoría se haya acordado de aquellas historias que les contaban los abuelos por la noche, después de cenar, o ya en la cama; a falta de televisiones y móviles que les entretuvieran. Y, tristemente, contar cuentos es una de las tradiciones más bonitas que estamos perdiendo. Por eso, he querido intentar recopilar algunos de los que todavía permanecen en la memoria de mi madre y mis tíos. Supongo que muchos los conocerán, y puede que hasta hayan oído diferentes versiones. Son cosas de la tradición oral, pues los abuelos solían añadir o quitar detalles, e incluso hacer modificaciones, haciendo de sus familiares y vecinos (según la casa en la que se encontraran) personajes protagonistas de los hechos. Los cuentos escritos carecen de una parte importante, que es la dramatización. Pero se me ocurrió un día que podíamos perderlos totalmente si no los copiábamos antes de que nuestros mayores falten. Así que espero me disculpéis si fallo en la transcripción y, si consigo estar a la altura, los disfrutéis mucho. LA TIÍNA Cierto día, se percató el sepulturero del pueblo de que habían empezado a aparecer sepulturas abiertas, faltando los cuerpos de los hombres. Entonces, propusieron que se vigilara el cementerio durante la noche para descubrir qué estaba pasando.

Demetrio Martín Rodríguez

Durante la primera noche, los mozos elegidos vieron bajar del cielo una mujer menuda, vestida con una “sayina” y toda de negro, con un pañuelo tapándole la cabeza, que sostenía un farol para alumbrarse. La “tiína” se ponía a bailar sobre las tumbas hasta que conseguía hacer a los difuntos salir, levitando. Acto seguido les cortaba la cabeza con una segureja, se la volvía a colocar sobre los hombros, pegándola con un “unte” que llevaba, y se los llevaba con ella al cielo.

Los muchachos, asustados, huyeron despavoridos a contar lo que habían visto. Y, claro, al conocer la historia ni el más valiente quería volver al cementerio. Por eso, el encargado al final fue el más bruto del pueblo. Cuando vio bajar a la tiína, le dio una “guantá” que tiró con ella y el farol al suelo. De que se vio descubierta, la bruja salió zumbando por donde había venido y allí se quedó el bruto, que rápidamente recibió a los compañeros que iban a felicitarle por la hazaña. No contento con aquello, el héroe quería ir más allá, y le pidió a los otros que le cortaran la cabeza y probaran a experimentar lo que habían visto hacer a la tiína. Pero estos, le pegaron la cabeza con tan poco tino que se la pusieron al revés. Y el bruto, al verse el culo desde su nueva posición, echó a correr y todavía lo andan buscando. De ahí la moraleja: “El que tiene foli1 tiene miedo” (Cuento de Demetrio Martín Rodríguez) 1

Foli=Culo. Abuelo Demetrio tenía un lenguaje muy particular; llamando, por ejemplo, al azúcar “tierra”, etc.

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LA CASA DEL AIRE Eran dos hermanos, uno rico y otro pobre. El pobre tenía dos hijas y pasaban mucha hambre. Hasta que un día le dijo la mujer: - ¿Por qué no te vas y buscas trabajo? Que no tenemos para comer. Mira las muchachas, llorando, ¡que no tenemos nada que darles! - Venga, pues me iré en busca de lo que haya. Y así marchó, sin ni siquiera un mendrugo de pan por merienda. Se fue andando, andando; hasta que, a lo lejos, divisó una casa, y se decidió a entrar. - Pase, pase –le dijo la mujer, muy amable- ¿Qué le trae por aquí? - Vengo buscando trabajo. Que tengo dos niñas chicas y no tengo para darles de comer. A ver si aquí me pueden ayudar. - Pues mire, esta es la “Casa del Aire”-respondió la mujer- así que, cuando venga mi marido y le pregunte por el aire, usted le diga que el aire es muy bueno. Llegó al rato el marido y, cuando vio al hombre, dijo: - ¡Tenemos huésped! - Este pobre que viene buscando trabajo, no tiene para darle de comer a sus hijas… y le he dicho que te esperara a ver si le puedes ayudar. - Pues mire, –respondió el marido- le voy a dar un costal y una cachera. Cuando quiera algo, usted diga “desátate costal y sal cachera” y hace su petición. Pero antes dígame: ¿qué se dice por su tierra del aire? Petra Ramos Pérez

- Uy, el aire es muy bueno. Nos ayuda

a limpiar los garbanzos, el trigo… muy bueno. Volvió a casa el pobre, y lo estaban esperando ansiosas las niñas: - Ya viene papa, ya viene. Uy, ¿Qué trae? ¡Un costal y una cachera! –dijeron desilusionadas. - Meteos para dentro, venga –les dijo el padre. Y, una vez dentro de casa, les preguntó: - Venga, ¿qué queréis comer?

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- ¡Confites! - ¡Chocolate! - Desátate costal, sal cachera, y ponme una mesa llena de confites y chocolate. Y tras las palabras del padre los dulces se extendieron sobre la mesa haciendo realidad los sueños de las niñas. ‐ ¿Y por qué no le pedimos dinero? –propuso la mujer entusiasmada. ‐ Ábrete costal, sal cachera, y ponnos una mesa llena de dinero –pidió al momento el marido. Pero, al ver tanto dinero junto, se preguntaron cómo lo iban a contar. Y al final optaron por pesarlo y hacerlo de la manera más rápida. Como no tenían nada que pesar de tan pobres que eran, tampoco tenían cómo hacerlo. Así que decidieron acudir a un hermano rico que tenía el hombre y pedirle la “cuartilla”. El hermano se extrañó mucho de que le fueran a pedir la cuartilla… ‐

¿Qué tendrá tu hermano que pesar, si no tiene donde caerse muerto?dijo la mujer, que era más lista. Y se le ocurrió untar el fondo de la cuartilla con pez y descubrir qué era lo que habían pesado cuando se la devolvieran. Cuando se la fueron a devolver, se encontraron una moneda. ‐

¡Estos algo tienen! Vete y le preguntas –mandó al marido. Allá fue el hermano rico a regañadientes a preguntarle al pobre, y este le contestó: ‐

Pues mira, he ido a un sitio a pedir trabajo y me han dado este costal y esta cachera mágicos, pero sin más explicaciones. Al saberlo, la mujer del rico empujó al marido una vez más a repetir lo del hermano pobre, con merienda incluida. De lo cual se dio cuenta enseguida la mujer de la casa del aire. - Mire, vengo buscando trabajo –explicó el hombre - Espérese a ver si viene mi marido –le respondió la mujer. Y cuando el marido llegó le preguntó: - ¿Qué se dice en su tierra del aire? - Buf, el aire es muy malo. Nos tumba las cosechas, nos levanta los tejados… malísimo.

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- Le voy a dar a usted un costal… - ¡Traiga! –él no esperó a explicaciones, pues ya le había contado el hermano cómo funcionaba. - Ya viene, ya viene –dijeron la mujer y los hijos, impacientes, cuando lo vieron llegar. Se metieron en casa y cada uno pedía su cosa: una bicicleta para el niño, una muñeca para la niña, joyas para la mujer… ‐ Ábrete costal, sal cachera y … -dijo el hombre. De repente, salió la cachera, empezó a pegar cacherazos sobre ellos ¡y todavía andan corriendo! Pues, como reza el dicho: “La avaricia rompe el saco”. (Cuento de Petra Ramos Pérez)

EL COCHINO Y EL CARNERO Volvía un soldado de la guerra de Cuba por las tierras del Palancar, y venía careando un cochino que había comprado con la paga; cuando lo divisaron a lo lejos unos frailes muy pillos, y en esto que le dice uno al otro: -A ver si engañamos a aquel y le quitamos el cochino. Yo voy a decir que es un carnero. Tú vienes luego y me das la razón. Y en eso quedaron. Llega entonces el primer fraile y le dice al joven: -

Buenos días. ¿De dónde viene usted con ese carnero?

- ¿Pero qué dice? Si esto es un cochino -responde el otro. - Que no, ¡que es un carnero, hombre! Mira, allí viene uno. Vamos a preguntarle lo que es. Lo que diga aquel es, y el que gane se lo lleva. Se acerca el segundo fraile y les pregunta: ‐ ¿A dónde vais con ese carnero? Y así le quitaron el cochino al muchacho. Pero este, desconfiado de lo que le habían hecho, descubre el engaño que se traían entre los dos y se va al Palancar con la intención de vengarse de los dos frailes. Por

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casualidad, había caído malo el abad del monasterio. Y el soldado, haciéndose pasar por médico, empezó a mandar a cada monje a diferentes lugares en busca de remedios para el enfermo. Al final, se quedó solo con los que le engañaron, sacó un palo y … ‐

“Pim-pam”, “pim-pam”, ¿es cochino o es carnero? –les repetía una y otra vez mientras le pegaba palazos. (Cuento de Demetrio Martín Rodríguez)

SAN PEDRO Y NUESTRO SEÑOR Andaban San Pedro y Nuestro Señor por el mundo y venían de Cachorrilla una noche que se empezó a poner mala. Así que decidieron pedir posada en el primer pueblo, que era Pescueza. Pararon en una casa rica a la entrada, mojados de la tormenta, y llamaron. ‐ ¿Quién es? –preguntó la dueña por la ventana. ‐ Somos Nuestro Señor y San Pedro. A ver si nos podría dar posada esta noche –dijo Nuestro Señor. ‐ Ay, no, no. Aquí no cabemos, que yo ya tengo bastante –respondió la mujer. Siguieron andando y vieron una luz en una casa al final del pueblo2. Pararon y llamaron. ‐ ¿Nos puede dar posada, señora? Que venimos mojados y muertos de frío… ‐ Pues muchos somos; pero venga, entren que nos arreglaremos –respondió Juana. Entraron y estuvieron hablando con los niños. Cuando, de repente, la madre exclamó:

–gritó desde abajo emocionado.

‐ Anda, ¡pues ahora no tenemos nada que darles de comer! ‐ Que baje Demetrio a ver si encuentra pan –sugirieron. ‐ ¡Uy, madre! ¡Lo que hay aquí de pan!

‐ Pues sube que hagamos una sopa –le ordenó la madre. Subió el hijo con el pan y entonces dijo la madre: ‐ ‐ ‐ ‐

Ay, ¡ahora no tengo aceite para hacer la sopa! Pues que baje Angelín al cántaro de la leche –propuso Nuestro Señor. ¡Madre! –llamó el mayor desde abajo –¡Si está hasta arriba de aceite! Súbelo –dijo la madre.

La casa de los Rodríguez Martín, por supuesto. Abuela Petra, cuando contaba este cuento en casa, nos hacía protagonistas a nosotros.

2

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Hicieron comieron Lope.

la y

sopa, llegó

.-Aquí dos hombres que tenemos que nos han caído esta noche, porque no tenían donde ir. Mira cómo se han mojado. Pero a ver dónde los acostamos ahora si nosotros somos aquí muchos…-le contó al marido. .-Nosotros al lado de la lumbre mismo –les dijo San Pedro. Y allí se echaron en unos sacos. Uno hacia dentro y el otro hacia afuera de la lumbre. Y toda la

noche se pasaron: ‐ ‐ ‐

Échate para allá, que me quemo. Anda, y yo tengo frío, ¡échate tú para allá! ‐ Pues cámbiame el sitio. ‐ Vaya noche que nos van a hacer pasar los huéspedes, toda la noche protestando -se quejó el marido a la mujer. A la mañana siguiente Lope se despidió de los dos, pues se tenía que ir a atender al ganado. Y los dos le contaron: ‐

Mire, nosotros somos Nuestro Señor y San Pedro –le contaron los huéspedes– y, en agradecimiento por lo bien que se han portado ustedes, van a tener muchos chivos y los hijos les van a salir muy buenos y muy estudiosos. Porque nos han ayudado y eso siempre se recompensa. Y a esa señora rica que nos dijo que en su casa no cabíamos… mire, salgan a la calle. ¡Y cuando todos salieron a la calle vieron que a los vecinos se les había caído la casa! (Cuento de Petra Ramos Pérez)

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VAMOS A CONTAR HISTORIAS… TRALARÁ Este relato no empieza con el consabido “érase una vez…” porque no es un cuento. Decía mi madre (que a ella se lo había contado mi abuelo) que esto aconteció en Pescueza hace mucho, mucho, mucho tiempo a un matrimonio del lugar de cuyo nombre no sabemos o no queremos acordarnos… “…matrimonio singular donde los hubiere, de tal modo que la mujer (mira que era rara que siempre que cocinaba hacía 3 piezas de lo que fuera): Si freía huevos eran tres, si freía presas de carne eran tres, si era tocino tres eran los trozos que hacía. Esto no hubiera sido ningún problema si hubieran tenido un solo hijo, ya que aunque las matemáticas no fueran su fuerte, fácil hubiera sido el reparto… Solo que, o la mujer era muy egoísta o tenía la pobre mucha hambre, siempre se comía ella dos partes y dejaba una para el

marido. Después de unos años de matrimonio y sin peleas por el reparto porque el marido lo consentía, este un día se hartó y le dijo:  ¿Por qué siempre te comes tú dos y yo uno? La callada por respuesta….  ¿Sabes qué? Que hasta que sea yo el que me coma dos me voy a morir y en tu conciencia quedará si me entierran vivo… Desde luego que la mujer debía ser rara, pero el marido no le iba a la zaga. ¡Dicho y hecho! Este se hizo el muerto. Y como ocurre en estos casos, la casa se llenó de gente que venía a velar al difunto y de plañideras para ambientar al lugar… El día del entierro iba la comitiva camino del cementerio y en cada parada el marido aprovechaba y desde dentro del ataúd preguntaba a su señora:  ¿Me como dos? (decía

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 

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en un susurro) No (contestaba la pseudo-viuda) Pues que siga la procesión….

Al cabo de un rato…  ¿Me como dos? (insistía el marido)  No (contestaba doña erre que erre)  Pues que siga la procesión…

De aquí a un rato…  ¿Me como dos? Finalmente, viendo la mujer que su marido iba a consentir en ser enterrado vivo debido a su cabezonería y en un alarde de generosidad le dijo…  Comételos con Dios.  ¡Viva Dios que me como dos! (gritaba el marido todo emocionado dando un respingo y saliendo de la caja…)  ¡Viva Dios que me como dos! (repetía sin cesar…) La que se lio fue parda: la gente corría despavorida, algunos sin parar y con el bofe fuera llegaron hasta el cerro Virote, otros en dirección Cachorrilla dejaron Pescueza de largo, excepto dos asistentes al sepelio con problemas de movilidad que no sabían “pa” donde tirar y muertos de miedo se sintieron tal cual los protagonistas de Hamsel y Gretel pensando que el difunto se los quería comer….” ¿Que cómo acabó la historia? Pues no lo sé, no lo sabemos. Mi abuelo, muy amigo del misterio, se guardó el final para él. Quizás vivieron muchos años felices y comieron muchas perdices (en números pares por supuesto). Solo espero que algunos de los mayores que hayan oído hablar de este caso tengan a bien compartirla con todos nosotros… Y repito: esto fue verdad, porque lo que decía mi abuelo “casi” iba a misa ¿o no?

Una de la Upi

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EL CONTRABANDO DE CAFÉ EN PESCUEZA Fernando Gómez Rodríguez Era una noche infernal del frío mes de diciembre. Llovía torrencialmente y el viento silbaba al colarse por las rendijas de la puerta y las ventanas de la casa. Golpearon fuertemente en la puerta y mi padre la abrió. Eran cuatro hombres de mediana edad completamente empapados, desaliñados y con rostros que denotaban cansancio y agotamiento. Eran portugueses y llevaban sobre sus espaldas enormes mochilas repletas de paquetes de café. Sus ropas eran viejas, con algún que otro descosido y también algún remiendo. Sin duda era gente muy humilde, personas que procedentes del país vecino se adentraban en territorio español para vender café y así poder subsistir. Mis padres mantuvieron una animada conversación con uno de ellos, llamado José Domingo, al que conocían sobradamente porque ya les había visitado más veces. Otro portugués, llamado Félix Sardo, contaba que su padre había presenciado una de las apariciones de la Virgen de Fátima, tras ser contemplada por Julia, Matías, Justina, Telesforo, Antonio, Jenaro y Constantina primera vez por los tres pastores, Lucía, Jacinta y Francisco. Les compraron algunos kilos de café para venderlos posteriormente en la tienda que tenían. Ellos se interesaron por algunos productos de la misma y por otros de la zapatería. Compraron rollos de goma para la confección de suelas para el calzado, ovillos de cáñamo necesarios para coserlos y cerote (producto que mi padre obtenía mezclando pez y cera), elemento necesario para encerar y fortalecer los cabos de hilos. Pero lo que más me sorprendió fue la actitud de uno de ellos. Compró cuatro camisetas y se las enfundó en el cuerpo una encima de la otra hasta ponérselas todas. Al parecer, si eran detenidos por la Guardia Civil, les requisaban toda la mercancía o equipaje, pero nunca la ropa o el calzado que llevasen puesto. Así, otro de los portugueses compró calzado. Guardó en una bolsa las deterioradas y sufridas botas que llevaba y se calzó un par de borceguíes (botas de piel que llegaban hasta más arriba del tobillo y se Museo del Café de Campo Maior (Portugal) ajustaban con hebillas), que había confeccionado

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mi padre. Aún no había dejado de llover cuando salieron a la calle y reanudaron su camino. Los contrabandistas portugueses contaban habitualmente con la complicidad de los pescozanos, les compraban el café y nunca les delataban ante la Guardia Civil. E incluso en algunas ocasiones, les cedían algún local en el que pudieran pasar la noche. La relación con ellos siempre fue amistosa y colaboracionista. La repercusión económica y social del producto en la frontera hispano-lusa, lo evidencia el que en 1994 se inaugurara en Campo Maior un museo del café, en el que se exponen las diferentes rutas que seguían los contrabandistas. Y más recientemente, complementando a dicho museo, fue inaugurado el “Centro de Ciencia del Café”, contando con la presencia del presidente de la República Portuguesa, Aníbal Cavaco Silva y la del Presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago. Esta nueva aportación da a conocer la parte científica, tecnológica y social del café. En ella se expone todo el proceso de producción, desde el cultivo hasta el tueste. Asimismo, y en relación con el hecho que comentamos, la Cámara Municipal de Marvao ha organizado numerosas “Rutas Internacionales del contrabando del Café”. Una actividad de cooperación transfronteriza llevada a cabo en colaboración con el Ayuntamiento de Valencia de Alcántara. Desde la modestia de nuestra apreciada revista ACEÑA, es justo rendir homenaje a todos los hombres del vecino país, que durante varias décadas de la postguerra, en condiciones de extrema dificultad, tuvieron la valentía de adentrarse en territorio español para practicar una economía basada en el trueque y la subsistencia. Una actividad que les permitía obtener algunos beneficios para llevar a sus familias, al carecer de otras alternativas o recursos. Asimismo, tributar también el merecido homenaje a mis padres, Jenaro y Constantina, por sacarnos adelante a mi hermano y a mí, dada la dificultad y precariedad económica de la época, solamente posible a base de Jenaro y Constantina acompañados de sus nietos. privaciones, sacrificio, esfuerzo y mucho trabajo. A mi padre, hombre polifacético, por estar siempre dispuesto a experimentar con nuevos negocios. Era tendero, zapatero, corresponsal de Caja Extremadura, representante de seguros, abonos… Pero desde mi punto de vista, el aspecto más positivo no radica en el plano laboral, sino en el personal, en sus valores. En la tienda, por razones de monopolio en la localidad en la venta de determinados productos, cuando casi nadie viajaba para comprarlos en otros lugares, pudo aprovecharse de la situación, pero nunca lo hizo. Siempre buscaba en las ventas un porcentaje de beneficio justo. Para no extenderme, sus valores, llevados siempre hasta las últimas consecuencias, le han ocasionado en numerosas ocasiones perjuicios, tanto en lo económico como en lo personal. Y a mi madre, mi homenaje por su energía, actividad y determinación para afrontar los avatares de la vida. Por su capacidad para simultanear de manera eficiente el trabajo propio de las tareas del hogar y el de la tienda -365 días del año, en horario de atención permanente al público y durante muchos años-. Muy cerca de cumplir los noventa, aún conserva parte de la energía que la caracterizó. La suficiente para impulsar un andador con el que desplazarse al Centro de Salud, o para recorrer la calle del Horno para visitar a las vecinas, o a sus hermanas Miguela y Alicia, con las que comparte el afecto y el apoyo incondicional de toda una vida. Las tres conforman todo un espejo de familiaridad, decencia y honestidad en el que merece la pena mirarse cada día.

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El gitano y los celtas sin boquilla Alfonso Callejo Ha pasado ya tiempo desde que acaeció esto que les cuento. La vida es como una carrera por etapas que permite, ya mediada la competición, efectuar un análisis de las principales eventualidades y deducir de ello si hay que cambiar alguna estrategia. Y a menudo son episodios sueltos –éxitos o fracasos- que se han salvado de las limpiezas que hace periódicamente la memoria las que simbolizan y dan sabor a nuestras percepciones, a nuestra particular visión de la existencia. Aquella tarde la primavera, ya dueña absoluta del parque, había vestido los jardines con las galas encendidas del color, como una adolescente nerviosa y acicalada para su puesta de largo. Caléndulas y rosas, petunias y pensamientos dirimían sus antiguas diferencias cromáticas bajo la protección fresca de una arboleda rejuvenecida, como si las hojas, recién estrenadas un año más, proclamaran a los cuatro vientos su condición de elixir de eterna juventud haciendo olvidar a la concurrencia vegetal el resto de decadencias estacionales olvidadas. En aquel entonces, (debía ser ya el último año del bachillerato) yo era absolutamente ajeno a la cursilería poética de eclosiones florales, aromas sugerentes y demás melindres primaverales, esas musas almidonadas y teatrales que emborronan los versos de los poetas primerizos. Si algo me gustaba de esta estación era la proximidad largamente esperada del final de curso y el aligeramiento de ropa de las chicas, que tímidamente dejaban ver ya sus blancas desnudeces en hombros y brazos, ávidas de teñirse pronto del bronceado ufano que al parecer era signo claro de primacía y poderío, para jugar con una cierta ventaja en las canchas desenfadadas del estío. Así que sentado en un banco (de aquellos extinguidos bancos metálicos pintados de verde que imitaban ramas, con el asiento de tablas vetustas), creo que con mi carpeta de estudiante y mis libros al lado, inspeccionaba ausente el devenir del parque, no recuerdo ya en espera de qué o quién. Entre los escasos viandantes que a aquella hora pululaban por los jardines, acertó a pasar por allí uno de estos especímenes que en aquella época formaban parte todavía el paisaje urbano, sobre todo en las presurosas horas punta del café mañanero, pero que hoy engrosan las filas de empleos en peligro claro de extinción: un limpiabotas, ya entrado en años, a la caza de las monedas que los señoritos engominados le proporcionaban por dejar relucientes sus zapatos de pijo; portaba con soltura su caja de betunes solariega, exhibía su marcada condición calé en su tez muy oscura y unos andares broncos (como de cow-boy jubilado), seguramente agudizados por muchos años de ejercicio en la postura acuclillada propia de su ancestral faena. No esperaba que se dirigiera a mi modesta y menesterosa persona, muy alejada todavía de las edades y portes proclives al desempeño de su función profesional; sin embargo, debería atravesar por un mal día, ya que deteniéndose frente a mi banco, me espetó el característico reto: - ¿Limpia? Página 22 - Pescueza, agosto 2017


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Negué levemente con la cabeza, sorprendido y sonriendo. El gitano insistió con expresión inquisidora, señalando con gesto enérgico y acusadoramente a mis zapatos, realmente necesitados. Algo alarmado volví a negar, fingiendo esta vez mayor vehemencia. Entonces, con gesto displicente me pidió un cigarro y en mi inocencia adolescente vislumbré una buena forma de concluir aquel incómodo acoso; era un “celtas” corto, única marca que permitía mi maltrecha economía; pero el limpiabotas, en lugar de dar las gracias y marcharse, y poniéndose con maestría el pitillo en la comisura de los labios, agradeció el gesto manifestándome su intención de pasarme el cepillo en correspondencia, mientras encendía el cigarro con un chisquero de aquellos con mecha enrollada. Y no fui capaz de negarme por tercera vez, a diferencia de San Pedro, contemplando preocupado su trajín sobre el taburete y el empleo de sus cremas y energías durante un buen rato. Y ahora el otro pie, flanqueado por una curtida sota de espadas y el tres de bastos que protegían mis calcetines de los estragos recios de aquella inesperada timba. Situado en una extraña sensación de irrealidad, me sentía como un misionero apresado al que los nativos antropófagos agasajan, pero escondiendo sus verdaderas intenciones finales, y miraba con turbación a uno y otro lado en busca de alguna ayuda en forma de excusa que me permitiera salir pitando ante aquella más que sospechosa demostración de generosidad. Nunca en mi vida había tenido los zapatos tan limpios, ni siquiera la víspera de Reyes, en la que en casa acostumbrábamos a dejar junto al balcón un reluciente ejemplar que a buen seguro no luciría el maquillaje deslumbrante del betún hasta el año siguiente por las mismas fechas. Mis crecientes sospechas ya se transformaron en certeza desnuda cuando de su caja extrajo con una naturalidad que se me antojó hiriente uno de aquellos protectores metálicos para la suela, como una exigua herradura que refrendaba mi mansedumbre, y que procedió a clavetear en la puntera del zapato con un pequeño martillo. Presagiando la tragedia, tragué saliva tratando de buscar la mejor forma de manifestar a mi obstinado oponente que no llevaba encima ni un céntimo de las antiguas pesetas, vigentes a la sazón. La paga semanal de estudiante alcanzaba si acaso para el cine y las pipas, no para aquella licencia ilusoria de señorito de Jarrapellejos. Cuando me pidió el otro pie para que hiciera juego con el ya herrado, y antes de que se consumara en su totalidad aquel episodio kafkiano de resultado incierto, conseguí expresar mi condición menesterosa con un balbuceante: - No… no tengo dinero -que me salió con un hilo de voz. Jamás olvidaré aquella espeluznante mirada gitana con aquellos ojos vidriosos que parecían proyectar una alegoría de la ira, ni la sensación de congoja de ida y vuelta que pareció recorrerme de arriba a abajo hasta los genitales, que querían pugnar por hacer realidad aquella expresión alusiva a la corbata, hasta entonces metafórica. Entre mil y una maldiciones e ininteligibles anatemas, mientras con unas tenazas me extraía bruscamente los clavos de la herradura, creí nacer a un mundo truculento y engañoso; tasé entonces en su justa medida el valor de un “celta” sin boquilla y cada clavo que me sacaba el gitano era como si destapara un agujero por el que comenzó a fluir en forma de despertar una enseñanza inestimable en la primavera de la vida.

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IN MEMORIAM Manuel Granado González Me pide nuestro amigo Cruz colaboración para la revista Aceña, revista que ha llegado para quedarse, y que poco a poco se está haciendo mayor, revista que nace desde el amor a un pueblo y a sus gentes, cada uno cuenta o escribe los sentimientos que convergen o divergen en y desde Pescueza, y como creo que Maruja, nuestra Tía (Tita) así la llamábamos, merece ser contado en esta revista, pues se dieron en Maruja circunstancias, y condiciones, que creo merecen ser contadas. Corría el verano de 1943 en plena postguerra, cuando con 18 años, procedente de su Galicia natal, y por que sus padres, mis abuelos, se empeñaron en regresar a su pueblo, con la excusa de que su madre recuperaría la visión, visión que estaba perdiendo, probablemente a casusa de su Diabetes. Esto lo contaba Maruja con gran morriña, pues allí dejó su novio, sus verdes praderas, sus bosques de pinos, sus torrentes de aguas y sus fiestas; imaginemos el contraste con Pescueza en el año 1943, un paisaje agostado, viviendas sin agua, que en verano hacían muy difícil vivir, sin luz, donde el carburo y el candil eran los

reyes de la noche. Desde el principio de su llegada a esta localidad añoró Galicia hasta el último día de su vida, pero también amó y quiso a Pescueza como el que más; desde el primer día de llegada a esta localidad se fue integrando, llegando a quererla sin límites, siendo parte activa y dinamizadora de los movimientos o actividades que en estos momentos pudieran surgir en Pescueza. Pasaron estos primeros años cuidando y atendiendo a sus padres, especialmente a su madre, pues como he comentado su madre estaba enferma de Diabetes, y tenía una gran pérdida de visión, y prácticamente sin tratamiento, pues no lo había, y esto hizo que con poco más de 50 años falleciera, quedando solo su padre y ella. Cuando tenía 25 años, nací yo, y a partir de mis 11 meses de vida formé parte activa de su vida, pues fue junto a mi madre mi cuidadora principal, alternando mi vida familiar y escolar entre Morcillo y Pescueza, siendo Pescueza el núcleo más importante de mi escolarización como así lo refleja mi cartilla escolar. Maruja había terminado sus estudios escolares completos, cosa que en esa época muchos niños no llegaban a terminar la escolarización completa, por causa de necesidades económicas de los padres, pues los incorporaban al trabajo prematuramente; esto hizo que muchas veces ella participase como colaboradora de las maestras. Así mismo tenía estudios de corte y confección, esto hizo que su casa fuera el centro de aprendizaje tanto de corte como

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bordado; desde su casa se vistió a la mayoría de las mujeres de Pescueza. Recuerdo su casa llena de niñas y jóvenes cosiendo, viendo las revistas de moda de la época, los llamados “Figurines”. Así, seguía avanzando la vida hasta mediados de los años 50, en los que llegó la luz. Fue asombroso el cambio, pasamos de ver a las personas que caminaban por la noche con faroles, a ver desaparecer los faroles, candiles y carburos pasando a ser elementos de recuerdos y antigüedades. Dos, tres años más tarde llegó el teléfono; a ella le ofrecieron ser la Telefonista, aunque suponía una permanente disposición (mañana, tarde y noche todos los días del año). Nos convertimos en telefonista Maruja, mi abuelo y yo; sí, yo también, pues cuando alguien llamaba por teléfono a un vecino de Pescueza, como una centella, corría, pues el tiempo también corría en este caso en contra del bolsillo del que llamaba. Poco vivió también su padre, mi abuelo, falleciendo cuando Maruja tenía 38 años. A partir este tiempo su camino fue en solitario, pero cierto que Pescueza nunca le dio la espalda, de la misma manera que ella y su casa fueron centro de acogida y reunión de todos aquellos que quisieron, hasta tal punto que en verano, con la llegada de la TV, se llenaba su casa hasta que ya no cabían más, y el resto se sentaban en la calle para ver las series de los Intocables, el Fugitivo, o es Vd. el Asesino (creo que fue la segunda TV, la primera fue de Florencio y Magdalena). En invierno era el juego de la lotería el que llenaba estas noches; cada uno, en cada partida, ponía una perra gorda como mucho; se trataba de pasar un rato agradable, este juego de Lotería nos lo trajo nuestro querido Fernando (el bombo, los boletos y las bolas). Así fue transcurriendo su vida, hasta que la tecnología sustituyó a la telefonista, dando paso a la automatización total del servicio telefónico. Y esta es fundamentalmente su vida; resaltar de ella que fue una persona generosa, esforzada, cariñosa, creo que a pocos defraudó, entregada a Pescueza, su casa permanentemente abierta, y solo los años pudieron hacerla cambiar un poco, producto de su deterioro senil. Al final, el día de su 92 cumpleaños se marchó, dejándonos ejemplo de bondad, de la que la familia y vecinos de Pescueza así me lo hicieron saber. Sirva este recordatorio para agradecer a todos aquellos que la quisieron.

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PLAZA MAYOR.-Espacio de opinión Extremadura, pionera mundial de la Fiesta del árbol, desde Villanueva de la Sierra al Festivalino de Pescueza Por Miguel Herrero Uceda, autor de “Vive la Fiesta del árbol” Recuerdo que una vez que estaba dando una conferencia sobre la influencia de los árboles en la arquitectura, uno de los asistentes me preguntó: ¿Cuándo es el Día del Árbol? La respuesta fue sencilla: todos los días deberían ser el Día del Árbol, porque no solo como fuente de inspiración, sino todo lo que somos, lo que comemos cada día y el aire que continuamente respiramos se lo debemos a los vegetales en general y a los árboles en particular. No obstante, cada país, cada zona, cada colectivo, ha elegido una fecha propicia según su climatología para celebrar el Día del Árbol, un día lleno de festejos y plantaciones. En España se celebra entre finales de febrero y principios de mayo.

Sí, pero, nos volvemos a preguntar... ¿A quién se le ocurrió primero este tipo de celebración? ¿Dónde se celebró por vez primera el Día del árbol? ¿Dónde nació esta iniciativa? Estas son preguntas interesantes y

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curiosas. Muchas han sido las localidades que se han disputado este honor, es decir, el haber sido los primeros en establecer esta fiesta. En Moyá (Barcelona) se celebra la Fiesta del Árbol Frutal desde 1904. Por otro lado, desde Estados Unidos, se decía que la de Nebraska era la más antigua, data de 1872. En Suecia, aseguran que ya se estableció en 1840, y que fueron los emigrantes suecos quienes la llevaron a América. Tras confrontar documentos históricos aportados desde unos y otros lugares, ha quedado demostrado que la más antigua Fiesta del Árbol del mundo se celebró en el pueblo extremeño de Villanueva de la Sierra, en el año 1805. En efecto, mientras Napoleón asolaba toda Europa con su desmedida ambición, matando, quemando y destruyendo; en esta pequeña población de la Sierra de Gata, se estaba haciendo Historia, pero de la Historia de la buena. Gracias a la iniciativa del párroco, don Ramón Vacas Rojo, se decidió plantar árboles, dándole un aire festivo, participativo, abierto para toda la población; y con una increíble visión de futuro promueve que esta celebración se extienda por todas las poblaciones, como decían en las crónicas de entonces: persuadido de la importancia del arbolado para la salubridad, higiene, ornato, carácter, ambiente y costumbres, La fiesta comenzó el 26 de febrero, Martes de Carnaval, de 1805 con el repiqueteo de dos campanas de la iglesia, la Gorda y la Mediana. Tras la misa solemne, y aún revestido con los ornamentos eclesiásticos, don Ramón acompañado de los clérigos invitados de otros pueblos, los maestros y un gran número de vecinos se pusieron, manos a la obra, a plantar el primer árbol, un álamo, en el lugar conocido como el Valle del Ejido. Tras lo cual, con gran regocijo, las plantaciones de álamos continuaron con entusiasmo, llevadas a cabo por todos, principalmente por los niños de la escuela, siguiendo por el terreno de la Arroyada de la Fuente de la Mora. Después hubo un banquete, bien merecido, entre todos los participantes. Se preparó caldereta regada con vino de pitarra, y no faltó, claro está, el baile al son del tamboril. La fiesta y las plantaciones se prolongaron durante tres días. Se redactó un manifiesto en defensa de los árboles que fue enviado a otros pueblos del entorno, para difundir el amor y el respeto a la naturaleza, y en la que se pedía que ellos también celebraran plantaciones. Con los problemas de toda índole que hubo a principios del siglo XIX, y con la idea, que se tenía entonces, de una naturaleza inagotable, resulta sorprendente la visión tan clara de este. Desde entonces, nuestra convulsa historia no siempre ha permitido que se celebre la Fiesta del Árbol con la misma magnificencia. Han pasado ya más de doscientos años desde aquella singular iniciativa y la Fiesta del Árbol sigue siendo el 26 de febrero, una fiesta grande en el calendario de esta población de quinientos habitantes de la Sierra de Gata, una celebración que se ha extendido por todo el mundo y ha sido recientemente reconocida como Bien de Interés Cultural. El amor por los árboles, esa semilla que sembró en aquellas memorables jornadas don Ramón, siempre ha estado y está presente entre sus vecinos y poblaciones del entorno, que herederos de aquel espíritu pionero, siguen desarrollando iniciativas para unir el amor a la naturaleza, la cultura popular, las plantaciones de árboles, con distintas muestras escénicas y musicales, tal como lo podemos ver en nuestro querido Festivalino de Pescueza.

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Una asociación amiga de Pescueza: ARBA Extremadura

Texto y fotografías: © Álvaro Tejerina Gallardo Estimados lectores pescozanos, y demás, desde hace tiempo tenía la sana intención de presentar en sociedad una asociación amiga de vuestro pueblo y su área de influencia. ¡Ya era hora y además nunca es tarde si la dicha es buena, verdad! Recientemente vuestro alcalde me invitó a participar con unas líneas y nada, aquí estamos, espero entretener y no aburrir. Aunque ARBA Extremadura es una asociación pequeña, y sin tratar de diferenciarse de otras asociaciones por muy diversas que sean las ópticas, tratamos de una entidad singular, distinta, moderna, abierta, innovadora... Es más, si dimensionamos objetivamente su proyección asociativa, es obvio que tuteamos con un grupo humano con cada día mejor solera y cada vez con mayores dosis de reconocimiento social. Ojalá que a través de estos humildes renglones la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) en su Delegación por Extremadura, con sede en Malpartida de Plasencia desde hace más de once años y presencia continuada en Pescueza, sea un poco más conocida y reconocida. No es otra la intención, aparte de agradecer a todos los pescozanos su hospitalidad y colaboración, muy especialmente a Andrés, Vicente y Bartolomé. Con estas mimbres, y para ir entrando en el corte, siendo los orígenes de ARBA en gran parte extremeños, la creación de una Delegación para Extremadura es, más que un comenzar de cero, un re-nacimiento esperado por muchos. Curiosamente, el hecho clave de la formación definitiva de ARBA, en su conjunto como Asociación, lo constituye la convocatoria de una reunión para crear una federación de grupos en torno al problema de la deforestación y los desastres forestales de este país. No recordamos cómo se convocó esta reunión, lo cierto es que la iniciativa partió de Miguel Escontrela, que, con unos amiguetes, habían creado el grupo “Bellota” en Jaraíz de la Vera y se dedicaban a sembrar árboles autóctonos y llevarlos al campo. Asistieron a dicha convocatoria representantes de cuatro grupos y aquel invierno de 1985, se decidió crear el grupo o federación ARBA con tres representaciones en Madrid, Albacete y Cáceres.

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Tras algunos años de espera para su puesta en funcionamiento, teniendo en cuenta el bajo número de asociados en Extremadura en aquel entonces, así como la baja comunicación entre los mismos y el volumen de trabajo tan interesante que se puede desarrollar por estas tierras, un socio, el que humildemente suscribe estas líneas, decide acometer la aventura de intentar establecer una delegación y dotarla de sentido en el panorama ambiental extremeño. De esta guisa, el 14 de mayo de 2006 renace ARBA Extremadura bajo la sombra de un viejo árbol cronista de lo vivo. Allí se mezclaron palabras, sentimientos, ilusiones, objetivos. Fue el primer “encuentro” para asociarse con los árboles, luchando por el bosque y sus ecosistemas asociados. A día de hoy 24 de junio de 2017, fecha en la que redacto este artículo para la revista “Aceña, ventana cultural” de Pescueza, llevamos vitalizados desde ARBA Extremadura 144 “encuentros” totales,

fundamentalmente en la provincia de Cáceres, 10 “encuentros” por Pescueza y/o Valle del Alagón, varios en Castilla y León y uno por tierras portuguesas. Nosotros, ARBA Extremadura como Delegación, aunque existen otras repartidas por toda España, venimos organizando una serie de actividades, denominadas por nosotros “encuentros”, donde de forma metódica, técnica, coordinada, autorizada y asegurada (seguro específico de voluntariado) damos rienda suelta a una ilusión quinceañera por conocer, conservar y amar todo aquello que nos rodea desde la óptica de la voluntariedad más transparente y decidida que es nuestro caminar, nuestra hoja de ruta a vivenciar por parte de los amantes de lo vivo. ARBA Extremadura es una ONG caracterizada por el VOLUNTARIADO AMBIENTAL CONSERVACIONISTA o grupo de acción voluntaria con garantías y cierta continuidad que vitaliza uno o dos

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“encuentros” cada mes, siempre diferentes, únicos, atractivos, innovadores, con actividades y escenarios siempre cambiantes, diseñados para poder detectar necesidades y captar intereses para que la gente se anime a participar o se asocie. Los “encuentros” que vitalizamos no entienden de edad, se potencia la participación familiar en su conjunto, no cuestan un solo euro y a cambio puedes ganar amistades, aumentar tu sensibilización, tus conocimientos, arrimar el hombro por nuestro derredor o ser un ARBAsocio+. No dejes las ganas de currar y disfrutar en casa. ¡No faltes a estas citas! ¿Te atreves o te lo vas a perder? ¡Allá tú! Y, como no podía ser de otro modo, nuestro estatuto, fines, programas y actividades son los propios y característicos de ARBA, estando en su misma línea de acción asociativa y actuaciones conservacionistas, aunque con los matices propios de la realidad extremeña y el sello personal de los socios y simpatizantes de esta

Delegación por Extremadura, miembros integrantes de “ARBA madre, ARBA Madrid, ARBA la vieja”. Grupo que lleva funcionando a nivel nacional más de 30 años, lo cual ya son palabras mayores. Trabajamos con técnicas participativas de investigación-acción desde la voluntariedad más decidida, en temas sobre conservación de especies y espacios, Selvicultura Mediterránea, Xerojardinería o Jardinería Mediterránea, protección del arbolado urbano y podas, Arboricultura, plantas singulares o árboles monumentales, Etnobotánica, Interpretación del Patrimonio, Educación Ambiental, restauración paisajística, viverismo… Curiosamente el Vivero de Pescueza es ya un buque insignia para nosotros. Características que nos identifican en nuestra línea filosófica es que, por ejemplo, nos mueve lo público sin ataduras, buscamos la absoluta independencia ideológica, política y económica, no somos un grupo ecologista (somos voluntariado ambiental conservacionista), no priorizamos el captar socios como máxima asociativa

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(moverse por necesidad y querencias personales más que por identificación extrema a unas siglas), somos un grupo muy abierto a tendencias-ideas-personas-grupos, nos caracteriza la acción como piedra angular de nuestra filosofía, respondemos a necesidades específicas de espacios generando momentos para el “encuentro”. Para saber más sobre esta ONG tienes un montón de caminos a seguir, aunque el más interesante desde nuestro punto de vista es venir a disfrutar con cada “encuentro” de ARBA Extremadura, ahora bien: ¡NO VENGAS BUSCANDO HISTORIAS, DESCÚBRELAS! Y por último, quiero dar las gracias en nombre de ARBA Extremadura a Pescueza y su gente por tanta cordialidad desinteresada, por tanto altruismo, por tanta voluntariedad. ¡ Siempre y simplemente gracias ! Ito Fdo.: Álvaro Tejerina Gallardo - Delegado de ARBA Extremadura, naturalista, Capataz Forestal especializado en Conservación de la Naturaleza y Técnico de Grado Superior en Gestión y Organización de los Recursos Naturales y Paisajísticos ARBA Extremadura (ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DEL BOSQUE AUTÓCTONO) C/ García Lorca, nº 49. “El Carrascal” (10680) Malpartida de Plasencia, Cáceres – Extremadura (España) Tlf. 608701525 itomonfrague@yahoo.es www.arbaextremadura.org www.arba-s.org

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SAN MARCOS 2017……. 40 AÑOS DESPUÉS.

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ANTONIO ROSADO POZAS.

¿Qué encanto tiene Pescueza que me atrae con tanta fuerza? ¿Qué poder tan grande tienen sus calles sobre mí, que el mero hecho de pasear por ellas me transporta al pasado de mi feliz infancia, que imborrable en mi memoria, me llena el corazón de alegría? ¿Por qué el perderse por sus huertos y callejas me gusta tanto? ¿Cómo un pueblo tan pequeño tiene lugares en mi memoria que no se borran nunca?... el barrio, el fortín, la tenería, San Antón, el arroyo, el puentino, el cerro de las crucitas, las cuatro callejas, el huerto de las oliveras,…. No lo sé, lo único que sé es que nací allí. Este año he visitado el pueblo en primavera, con el encanto de los días y noches más frescas y no tan tórridas como en verano. Además ha coincidido con la fiesta mayor del pueblo, San Marcos. La última vez que viví un San Marcos fue hace muchos años, tendría yo unos 20, y se hizo en verano (época de las vacaciones) pues mi padre había hecho una promesa y fue el mayordomo. La verdad es que casi ni me acuerdo de aquella vez (hace ya 40 años). Nunca había vivido un San Marcos en Pescueza como este año, a pesar de que me dicen que ya no es como antes, que había tres días de fiesta prácticamente. El encanto de los actos que se hacen me llega al corazón. La misa cantada extremeña, la procesión de San Marcos por las calles del pueblo, la echada de banderas, el convite en la plaza, el reencuentro con mis quintos, la alegría que se vive en las gentes de Pescueza. Ese día me acordé mucho de mis padres, Dimas y Mercedes, y lo que les debe haber gustado ver desde el cielo a sus dos hijos mayores llevando a San Marcos en procesión. Solo con eso me doy por satisfecho. Pescueza en primavera es diferente, todo está más verde, hay más vida en sus campos, esta vez me he centrado más en descubrir sitios por los que hacía años que no pasaba. Una tarde estuve paseado por sus fuentes, fuente Techa, fuente Alegría, fuente Jerrá, El Pucierón,….fue una tarde gris y que amenazaba tormenta, dando más dramatismo al paisaje. Esa tarde el pueblo visto desde San Antón y observando las cigüeñas sobrevolando la torre me puso la piel de gallina. Era como una película, me acordé de juegos de infancia en esos parajes. Un paseo por la laguna, una simple laguna, dirán muchos, …pero hay que ser de Pescueza para entender lo que un pescozano, que ya no vive en el pueblo, siente al pasear por la laguna y la recuerda cuando tenía siete años y jugaba allí al salir de la escuela. Una tarde dimos un paseo por las dehesas y los encinares, qué gozada llenarse los pulmones de olor a jara, disfrutar del croar de las ranas en los arroyos; fue una

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bonita tarde, rodeados de ovejas y borreguinos, acompañados por Juan José, que nos hizo de guía. Aprendí que las encinas pueden tener verrugas, de las cuales se hacen utensilios de madera. Qué buen guía.

Tampoco faltó la excursión al río por el arroyo del Canchalón, muy verde y frondoso en esta época del año, rodeados de jaras en flor. Nos acercamos a las aceñas, que allí siguen, en pie, aguantando el paso del tiempo y las subidas del nivel del río que provoca el embalse de Alcántara. Volvimos a acordarnos de mi abuelo José y su famoso canchal donde pescaba, y recordamos cómo antaño en las bodas se llevaban al río los sacos de chochos para que se endulzaran. Y cómo no, anduvimos también por el arroyo, de peña en peña hasta localizar la ”peña llana”, y “el charcón” donde mi madre iba a lavar ropa, hasta que no los encontré no me quedé tranquilo. Recogí unas matas de poleos con raíz y los tengo plantados en mi jardín, para este verano preparar ricos gazpachos. Recordaba el arroyo más grande, no sé, con más agua; pero claro, de eso hace muchos años y yo era mucho más pequeño. La próxima visita a Pescueza a ver si es en invierno, para San Antón… ¡Cómo puede un pueblo tan pequeño, ser tan grande! Pescueza, agosto 2017 - Página 33


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El «Beatus ille» ogañu De Ismael Carmona García Maestru de Latín en el IES Valle del Jerte de Nava’l-Conceju Presidenti del OSCEC

Oraciu escrevió esti epodu despachau contra los que ententan d’esparigil-si i de regalal-si cona vida del campu ahuyendu del tragín capitalinu. Enxareta esta poesía quandu el escaimientu delo roal i el pogeu dela capital ván ala par que’l hundieru delas tradicionis del ombri por causa dun mundu globalizado. Ogañu, quandu las tradicionis i la vida cenzilla están aburrías lo mesmu que enos tiempus d’Oraciu, es mestel refressional sobre qué le convién al ser umanu. Lo curiosu es que los que tienin querencia delos tiempus antiguus en tolas epocas concidin en un modelu crássicu ondi el ombri crei que tien el poel pa governal sobre animalis i mugeris. Es lo mesmu que vemus ena poesía estremeña del sigru XX i buena parti del corrienti, atillá al mundu ideal dun campusinu. Con esta poesía que ei traduzíu derechamenti del latín se cierra el reondel dun pensamientu antiguau i duna literatura belancosa. «Dichosu el que largu delos negocius, comu la raza vieja delos mortalis, labra los campus paternus conos bues suyus, librau de qualquiel interés i no se dispierta soldau cona turuta fiera, ni temi la mari respelosa i evita la praça i los lumbralis altus dela genti apoderá. Assinque, o casa los chopus altus con el xarmientu pulau delas viñas o en un valli buhíu mira de frenti las piaras descabrijás bramandu i cortandu cona pona las ramas que no sirvin, enxerta las castizas o guarda en tinajas limpias la miel castrá o pela las ovejas endebrinas. O tamién deque la toñá saca la cabeça enos campus adorná con frutus maúrus, cómu desfruta cogiendu las peras enxertas i la uva que riñi con el púlpura, que te regala, Príapu, i a tí, pairi Silvanu, guarda delas lindis. Le gusta unas vezis de tiral-si debaxu duna enzina vieja otras ena grama tupía. Demientras polas riveras hondas corrin las aguas, se quexan los páxarus ena arvolea i las fuentis estrumpin al son del’agua que mana que convida a sueñus ligerus. Página 34 - Pescueza, agosto 2017


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Peru quandu el iviernu de Júpiti tronaleru junta las aguas i las nievis, o acontralla contra las trampas que cortan el passu los javalinis cona recova o destiendi redis ralas con el garranchu lisu pa engañar los tordus tragulonis i caça la liebri mieosa i la grulla migratoria con el lazu, premius ellus gratus. Quién no s’olvía entremedias delas precupacionis que’l amor tien? Peru si una muger ardilosa cumpri en casa i conos ijus queríus, comu una sabina o la muger apulia percuía del sol que harrea, arrima leña seca al fuegu sagrau pa quandu baldau venga el ombri, i encerrandu el ganau hartu nel barzu, ordeña las ubris hinchás i echandu vinu del añu dela jarra duci, avía una comía sin ser compraíza, no me aquacarían más la púlpura lucrina o el rodaballu o los escarus, comu’l temporal que trona nel oleagi de salienti no los cantei pa esti mari; ni la gallina-de-Guinea ni el francolín joniu abaxarán al mí bandul más gustosus que la azituna escogía delas ramas más cargás delos árvolis; o la oja delas azeras que aman los plaus i las malvas sanas pal cuerpu malu; o la cordera matá palas Terminalis o el cabritu quitau al lobu. Entre estus convitis, qué gustu da ver las ovejas pastueñas acuyendu a casa, ver los bues cansaus trayendu el arau canteau recolgandu del pescueçu languiosu, i los criaus nacíus en casa, enxambri duna casa rica, acolocaus al reol del fogar relumbranti!» Deque dixu estu el esureru Alfiu, a piqui ya de meter-si a campusinu, juntó tolas perras a metá de mes i busca esplotá-las a primerus.

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ASOCIACIÓN AMIGOS DE PESCUEZA Desde la ASOCIACIÓN AMIGOS DE PESCUEZA queremos abrirnos a todos los lectores de la revista Aceña para darnos a conocer un poco más si cabe. La Asociación fue creada por una iniciativa local en el año 2011 para la gestión del Centro de Día de Pescueza y su servicio de ayuda a domicilio. La ASOCIACIÓN AMIGOS DE PESCUEZA es una Asociación sin ánimo de lucro cuyo fin es cubrir las necesidades sociales de todo/a el que lo desee. Puede ser socio el que desee, sin necesidad de requerir servicio alguno; la cuota es de 300 € y es una sola vez en la vida. Les animamos a que se hagan socios y colaboren en nuestros proyectos. Se pretende hacer más visible el Servicio de Centros de Día y Servicio de Ayuda a Domicilio entre la ciudadanía y las condiciones en que se presta, dar a conocer las responsabilidades y compromisos que se adquieren al prestarlo con unos determinados niveles de calidad, así como difundir los derechos de la ciudadanía en relación con este servicio y las responsabilidades y obligaciones que contrae al recibirlo. Los servicios prestados pueden ser innumerables, los que necesite; como muestra:

5. Lavandería. 6. Podología. 7. Peluquería. 8. Alimentación y nutrición. 9. Transporte de usuarios. 10. Videovigilancia nocturna. 11. Actividades de entretenimiento (talleres, charlas,…) 12. Etc.

1. Atención social, sanitaria, preventiva y rehabilitadora. 2. Apoyo a la familia. 3. Aseo y cuidado personal. 4. Control medicación.

Como toda asociación, tienen derechos y responsabilidades. 

DERECHOS Ser informados de las características del servicio. La atención correcta y respetuosa que precise, sin discriminación.

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Participar en el diseño de su plan de atención personalizado. Que su historia y evolución en el centro quede reflejado. Presentar a la dirección del centro propuestas o reclamaciones concerniente al funcionamiento o la mejora de los servicios, así como a recibir propuestas sobre las mismas. Cesar en la utilización de los servicios o en la permanencia a voluntad propia. Que la información que se facilite, tanto verbal como por escrito, sea en un lenguaje fácilmente entendible. Que le sea reservada la plaza durante dos meses de ausencia al año por vacaciones. Aportando el 50% del importe mensual. La confidencialidad y protección de datos respecto a la información. RESPONSABILIDADES Conocer y cumplir las normas de funcionamiento del centro. Mostrar una conducta adecuada y basada en el respeto a los demás usuarios y a los profesionales. Utilizar y cuidar instalaciones y materiales del centro. Colaborar en el plan de actividades del centro. Entregar en el Centro de Día el material de higiene y uso personal así como la medicación que debe utilizar durante su estancia en el mismo. Acudir al Centro de Día, la familia, cuidador y/o representante legal cuando sean citados por los profesionales. Informar sobre las circunstancias personales, familiares, clínicas (informe médico) y sociales que puedan afectar a la atención que se dan en el centro, así como de los cambios que se produzcan a lo largo del tiempo de estancia. COMPROMISOS DE CALIDAD La Asociación Amigos de Pescueza se compromete a mejorar la calidad del servicio del Centro de Día y servicio de Ayuda a Domicilio de forma permanente, a través de los siguientes compromisos establecidos en la presente carta. 1. Todos los usuarios-as y familiares serán informados, en el momento de su incorporación, de los programas y actividades que se desarrollarán en la Asociación y en los que van a poder participar. 2. Para cada uno de los usuarios que se incorpora se elabora un Plan de atención personalizado adaptado a sus necesidades que incluye los servicios contemplados en la atención social, sanitaria, preventiva… 3. La permanencia en el servicio está garantizada en el tiempo. 4. Todo el personal que presta el servicio atiende a los usuarios de una manera adecuada, amable y respetuosa, usando un lenguaje comprensible.

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5. Todas las familias y los cuidadores de los usuarios de los servicios tienen a su disposición las actividades formativas, informativas y de apoyo al cuidado. 6. Todo el personal tiene la titulación exigida para el desempeño de sus funciones. 7. El servicio se presta en un horario conveniente para responder de manera personalizada y flexible las necesidades personales de cada uno de los usuarios y sus familias. 8. El equipamiento y la confortabilidad de las instalaciones físicas del centro de día son adecuadas al servicio que presta. 9. Los menús del centro de día son nutricionalmente adecuados y adaptados a las necesidades de cada usuario. 10. El centro de día dispone de aseos adaptados y baño geriátrico para facilitar el adecuado servicio de aseo y cuidado personal. El trato con nuestros usuarios es respetuoso a la vez que afectivo, intentamos involucrarnos en su vida con las necesidades particulares que cada uno tiene, intentando cubrírselas completamente para que no tengan que abandonar sus casas, hecho que en muchos casos es muy doloroso, por eso hemos luchado en estos seis años, dando cada vez más servicios y llevando a cabo proyectos que próximamente podrán ver la luz, como una monitora sociocultural un día a la semana desde el mes de julio (cedida por el Ayuntamiento que hará actividades para trabajar habilidades y evitar deterioro), apertura habitaciones y fines de semana y festivos (365 días/año) y la puesta en marcha definitiva de la videovigilancia nocturna. Pescueza es un pueblo pequeño, nos conocemos todos, a veces caemos en la tentación de hablar sin saber, así que es mejor informarse y conocer las cosas de primera mano, por lo que animamos a todos a que vengan a conocernos, a contarnos sus necesidades y juntos buscaremos la mejor solución; de igual manera, y como repito muchas veces, todo el que ya es usuario y no está conforme es mejor que venga a hablarlo al centro personalmente y así atajar el problema, queremos mejorar buscando soluciones a sus necesidades. LA ASOCIACIÓN ESTÁ ABIERTA A PRESTAR CUALQUIER SERVICIO QUE EL USUARIO/A NECESITE, LES INVITAMOS A QUE NOS VISITEN Y COMPARTAN CON NOSOTROS SUS INQUIETUDES E IDEAS. Asociación Amigos de Pescueza C/ Arriba, 27 10882 Pescueza (Cáceres) Telf. 927140768 e-mail: amigosdepescueza@gmail.com

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EL PUEBRU ESTREMEÑU Daniel Gordo Alo primeru vos quieru esprical por qué escrivu en estremeñu. La razón es bien cenzilla. I es que no se puei palral de puebru estremeñu mentris que s’aborreci la su coltura i, sobre tó, la su lengua. La lengua es el canal por mé de que se tramiti esta coltura, es la que hazi que sigamus tuviendu una coltura viva i no folclori de museu etnográficu, es la que premiti que sigamus essistiendu comu puebru. Esti pensamientu, que tan claru pareci ena antropología i que tan bien s’entiendi en Cataluña, Galicia o el País Vascu, paquí mos pareci estrañu o mesmu un risoriu. Sedrá el comprexu seglal d’amilanamientu que tenemus los estremeñus quandu mos comparamus o sedrá la costumbri que tien el pogressismu estremeñu de pensal que defendel la nuestra dentiá es propiu namás que de facistas que se quierin ponel porcima delas otras nacionis. Enque tengamus una estoria i un passau, enque tengamus una coltura que es propia nuestra i enque tengamus una idioma propia reconocía comu tal ena UNESCO o ena Carta Europea de Lenguas Minoritarias, el casu es que, entre unus i otrus, acabamus por desprecial una lengua que muestra mejol que ná la nuestra essencia comu puebru, el nuestru miajón. Assinque amus a palral de ‘puebru estremeñu’. Porque por causa dela desconocencia dela nuestra estoria, essa que hazi que la nuestra dentiá comu puebru esté tan achaciná, paeci mesmamenti que Estremaúra no huera essestíu ata’l 1983. Esta estremeñería, o dentiá estremeña, es una custión que mos porta ala nochi delos tiempus. La horma de vida roal i tradicional d’Estremaúra, mesmu con tantus sigrus i envadimientus de por mediu, no se destingui muchu dela que tuvun los nuestrus antepassaus lusitanus i vetonis. Paquí an raceau romanus, árabis i cristianus peru el miajón del nuestru mundu roal sigui huendu el mesmu. I la estremeñería, comu tal, está presenti alo menus ya dendi el sigru XVI. Quandu Pedro de Valdivia, natural de Castuera, i Inés Suárez, natural de Prasencia, fundan la ciá moderna de Santiago de Chile lo hazin con el nombri de Santiago de la Nueva Extremadura.

Pescueza, agosto 2017 - Página 39


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Peru ai que asperal-si ata’l 1653 paque Estremaúra se costituya comu una región autónoma. En mediu dela Guerra d’Endependencia portuguesa, un haci de ciais estremeñas, tras de trezi añus resistiendu el frenti prencipal d’esta guerra, decidin de reclamal votu propiu enas Cortis. A pesal delas reclamacionis posterioris delos castellanus i los leonesis, es dendi esti momentu quandu ya se puei palral d’Estremaúra no ya namás comu dentiá, que tamién comu territoriu acotau. En el 1790 aporta la rehorma territorial del Conde de Floridablanca. Comarcas enteras i ciais comu Talavera dela Reina o Bexa quean huera d’Estremaúra. En el 1833 aporta essi escachamientu terribli que á hechu que pensemus que sempri uvun provincias de Caçris i Badajós i dendi antocis estemus ala gresca entre unus i otrus. Dendi’l 1798, colas desamortizacionis, prencipia el

desentangamientu dela estrutura tradicional social i económica d’Estremaúra: s’empiençan a hazel privás las hesas i tierras que avían pertenecíu por sigrus alos monicipius estremeñus. Los resultaus huerun orrorosus: al cael essas tierras comunis enas manus duna oligarquía (liquiamenti folastera), cientus de milis d’estremeñus dexan de tenel derechu ala tierra i se ven obrigaus ala bandolería, ala miseria i ala emigración. Ata el día de oi siguimus creyendu que los estremeñus nunca án teníu tierra i que esta sempri á síu delos señoritus. Por essu pensamus que el 25 de Marçu del 1936 estavamus acupandu tierras de señoritus quandu lo que estavan a hazel aquellus 81.000 campusinus era prencipial a recuperal las tierras comunis, essas tierras que sempri huerun del puebru estremeñu. Ata el día de oi siguimus creyendu que los estremeñus no tenemus passau, estoria, lengua ni coltura. La inorancia, essa caena que mos tien escravus.

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Tregua de Navidad .- Tierra de nadie

Eduardo Martín y Cajal

Hacía pocos meses que aquel lugar fue testigo de la explosión de la vida con la llegada de la primavera. Ahora, en diciembre, la explosión era de muerte y desolación. Toda la comarca estaba formada por amplios llanos y suaves colinas verdes. Los prados estaban poblados de vacas y caballos, que pastaban entre millones de rojas amapolas, bajo un cielo claro y limpio. Salpicaban el paisaje casas de labor y establos diseminados sin ningún orden y comunicados por caminos festoneados de setos y hermosas flores. De los claros arroyos surgía una tintineante melodía que competía con el insistente trinar de cientos de pajarillos. La hierba, suave y acogedora, cubría el terreno formando un manto verde y fresco. Tras las lluvias de la tarde el olor a tierra mojada impregnaba la región. La guerra había borrado todo rastro de aquel idílico paisaje. La guerra, como un velo de suciedad y miseria que oculta todo, se extendió por media Francia y Bélgica. Hasta los claros cielos se habían tornado fúnebres y plomizos y ensombrecían la Tierra de (Trincheras http://blog-francia.com) Nadie, sumiéndola en una tétrica penumbra. Por esas fechas en otros tiempos, que se antojaban muy lejanos, estarían las tierras con las labores de invierno. En diciembre dormirían los campos su sereno sueño blanco, esperando despertar a comienzos de marzo y mostrar los primeros brotes de la primavera. Ese año no dormirían las tierras su apacible invierno porque la infame guerra se ocupaba de sembrarlos con sangre y acero. En aquel lugar la Tierra de Nadie, sangrienta y maldita era particularmente ancha. Desde las líneas inglesas bajaba una suave pendiente hasta un riachuelo congelado, de allí volvía a ascender, entre alambradas, hasta las trincheras y baluartes alemanes. Las fortificaciones germanas eran profundas y confortables. Disponían de desagües y cobertizos, almacenes, cocinas y dormitorios. Por contra, los aliados no habían construido más que estrechas zanjas insalubres, donde las ratas, los piojos y el barro tenían su señorío. El terreno entre ambas posiciones era una sucesión de agujeros de proyectiles y alambradas que estaba salpicada de cadáveres, armamento olvidado y sangre. ¡Sí! ¡Sangre! Sangre helada formando charcos y regueros. Sangre putrefacta mezclada con el sucio barro de lo que algún día fue un hermoso paraje verde. Sangre de hombres y caballos muertos, masacrados y reventados en una desquiciada carnicería. Sangre de una generación entera de jóvenes perdida para siempre. Como parte de ese paisaje estaba el cuerpo del teniente Pierre Vernon. No era más que otra de las innumerables manchas pardas que salpicaban la demencial franja de muerte y desolación que existía entre las trincheras.

Pescueza, agosto 2017 - Página 41


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Pierre procedía de Giverny, de una familia de tradición militar. En el verano había sido nombrado teniente como todos sus compañeros de la academia. El último curso lo harían con prácticas reales contra las fuerzas de las Potencias Centrales. Nunca había destacado mucho en los estudios pero era inteligente y voluntarioso. Se le encomendó instruir a una compañía en dos semanas y marchar precipitadamente hacia el frente. Su división (Cadáveres de soldados franceses http://www.clasesdehistoria.com) formaba la escuálida reserva del sector y los movían de un sitio a otro para apoyar asaltos o repeler los del enemigo. En los largos tiempos de espera solía sacar un cuaderno y dibujaba. El tema de sus dibujos era habitualmente sus recuerdos de infancia y juventud. Dibujaba el jardín de su vecino y maestro Claude Monet, donde los estanques y nenúfares le aportaban una inmensa sensación de paz. Quería llevar esa paz de la Alta Normandía a los odiosos campos de batalla. En su cuaderno reflejaba recuerdos de tiempos apacibles en los que la mayor preocupación era llegar a tiempo a la misa del domingo. En el hoyo de un obús que había tomado como refugio, permanecía inmóvil, aterido de frío y desorientado. Desde que le acertaron por la mañana en la rodilla había visto pasar ante él varias oleadas de soldados. Unas veces alemanes, otras franceses, incluso compartió refugio con un belga durante unos minutos. Seguramente ninguno volvería a la trinchera de donde salió. Su división había sido llevada allí para apoyar los asaltos suicidas del regimiento inglés. Malamente equipados y peor instruidos se forzaba a las tropas a avanzar caminando hacia los reductos germanos. Los soldados cargaban una inútil y pesada mochila cuyo peso los hacía hundirse hasta las rodillas en el asqueroso fango y los convertía en blanco perfecto para los tiradores y ametralladores germanos. El resultado de esos asaltos era el invariable exterminio de toda la unidad. Sucedía a estos asaltos el intento desesperado del enemigo por contraatacar con idéntico resultado. Entre los restos del combate quedaban sobre los campos docenas de heridos que nadie iría a socorrer. Sus gemidos y gritos de auxilio se entremezclaban con la ensordecedora voz de la artillería. Poco a poco se iban extinguiendo sus voces y sus vidas. Quienes resistían aquellas terribles horas nada tendrían que hacer cuando llegara la helada noche. La sentencia era firme y dictada por el implacable Dios de la Guerra y el inclemente juez del invierno.

Página 42 - Pescueza, agosto 2017


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Pierre seguía abandonado a su suerte en la que, seguramente, sería su última morada. Por su cabeza no se puede decir que pasaran las ideas. Estaba demasiado aturdido como para tener ideas. Eran, más bien, imágenes confusas y sin ninguna relación. Un campo, una cara, un fusil, un amanecer junto al mar o la explosión de una granada. En su delirio una imagen se repetía de forma constante e inexplicable. Veía el coro de voces blancas de la parroquia de St Mere Eglise. Solo pasó allí una Navidad a los diez años, pero se le venía aquel recuerdo a la cabeza de una forma obstinada. Como entre una densa neblina se veía acudiendo a aquella iglesia con sus padres. Todos lucían las galas de domingo por la amplia plaza, en la que reinaba un magnífico y adornado abeto de Navidad. Las campanas repicaban con alegría en la esbelta torre de la iglesia llamando a la Misa del Gallo. El aire tenía un denso olor dulce que emanaba del obrador de su tío Bastien. Los niños del coro llegaban en hilera con sus blancas casullas bordadas. La misa fue magnífica. El órgano y el coro interpretaron un recital de villancicos precioso. A la mañana siguiente encontró su regalo bajo las ramas del árbol de Navidad. Una pequeña goleta de madera con la quilla azul y las velas blancas. Empezó a llover y la fina y fría lluvia, resbalando sobre su rostro, le trajo de vuelta a la consciencia. La herida había dejado de sangrar por un improvisado vendaje que no recordaba haberse hecho. El dolor se iba haciendo más familiar tras llevar muchas horas soportándolo. Empezó a darse cuenta de su situación. El pantalón rojo de su uniforme se había tornado pardo por la sangre seca y el barro del húmedo hoyo en el que se encontraba. Empapado por el agua helada, acumulada en el fondo del agujero, había perdido la sensibilidad en sus pies. Sus borceguíes rezumaban un agua pastosa a cada movimiento que hacía. Frente a él, el cadáver de un sargento escocés parecía mirarlo con atención, como preguntándose cuánto tiempo le quedaría a Pierre para reunirse con el resto de los muertos. En la frente presentaba un agujero de bala y un hilillo de sangre ya seca descendía hasta perderse en un poblado mostacho rojizo. La boca torcida y los ojos abiertos le daban una expresión terrorífica. La macabra visión del escocés le forzaba a dirigir la mirada al suelo. Con gran esfuerzo desató la manta de su macuto y la arrojó sobre la cabeza de su callado compañero. Con alivio de no sentir clavados en él los vacíos ojos del sargento se reclinó y cerró los suyos. Durante el asalto a la trinchera alemana, Pierre recibió un tiro en la pierna y quedó rezagado de su compañía. El hondo agujero del impacto de un obús acogió sus huesos y le brindó protección hasta ese momento. El hoyo debía ser reciente porque todavía no estaba totalmente anegado de agua. La noche rodeaba su profundo nicho y la helada lluvia se fue tornando en nieve blanca que, al caer sobre el machacado campo, se volvía parda como todo.

Pescueza, agosto 2017 - Página 43


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No se podía llamar oscuridad a lo que le rodeaba. El profundo manto negro que le envolvía se quebraba con cada explosión o cada ráfaga de ametralladora. El rápido destellear de los disparos no le ayudaba precisamente a concentrarse. Como en una cámara estroboscópica su cerebro alternaba entre realidad y ficción con la cadencia de las Maschinegewehr 08, de las que tenía un buen recuerdo en la rodilla. Un movimiento le llamó la atención. El sargento escocés se movió y la manta se deslizó al suelo. La cabeza cayó pesadamente a un lado mostrando una infame mueca. - ¡No puede ser! – Se decía a sí mismo sabiendo que el escocés estaba muerto. - ¡No puede ser! El cuello del sargento se hinchaba por momentos y sus ojos permanecían clavados sobre Pierre. La cabeza del cadáver se movía con pequeños espasmos que llenaron de terror al joven teniente. Lentamente, muy lentamente, se abrió la inerte boca como en una infernal arcada. Pierre pensó que el muerto lo llamaba consigo para acompañarle al mundo de las sombras, de donde nunca regresaría. Como hipnotizado y sin voluntad propia seguía con la mirada los movimientos del Highlander. La fiebre y el delirio no le impidieron ver cómo una apestosa rata surgía de la boca del sargento. La rata salía impregnada de negros coágulos de sangre seca. Su pelaje brillaba como el acero. La idea de servir de alimento a aquella alimaña le hizo estremecerse. Un lúgubre escalofrío recorrió todo su cuerpo. Las náuseas le hicieron encogerse sobre sí mismo y vomitó sobre el helado charco. Quedó tendido presa del miedo y el asco. Aún con los ojos cerrados veía un ejército de ratas devorando los cadáveres y a estos moverse y retorcerse. En su mente las enormes bestias se presentaban como embajadoras del infierno y arrastraban a los muertos hacia la oscuridad. Los espíritus mutilados de los caídos le llamaban hacia el fondo del hoyo. Soldados sin rostro vagaban por la Tierra de Nadie buscando a algún compañero perdido. A sus oídos llegaban todo tipo de detonaciones. Ninguna palabra ni sonido, que no fuera el tableteo de las Spandau o la atronadora explosión de la artillería pesada. El hedor de la sangre, derramada por amigos y enemigos durante los últimos meses, aumentaba las náuseas en su estómago vacío. Intentó componer su ánimo y planear la forma de salir de allí. La tarea no era fácil. Las malditas MG 08 batían constantemente la ancha franja de terreno que separaba las dos trincheras. Le podía haber salvado una rápida carrera al atardecer, cuando el sol daba de cara a los tiradores, pero ya era tarde y su pierna no iba a ayudar mucho en la situación en la que estaba. - ¿Qué hora será? - Se preguntaba mientras se le aparecía ante sus ojos el campanario de St Mere Eglise. Las campanas resonaban en sus oídos acallando el martillear pesado y monótono de las MG. Podía sentir el olor de los croisants del tío Bastien y de la cera de las velas del altar mayor. Aquellas visiones alejaban la macabra presencia de la guerra. - No puede ser. - Se repetía intentando salir de su marasmo. - Estoy muy lejos de allí. La procesión de delicadas casullas blancas retornaba ante sus ojos una y otra vez acompañada de

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infantiles voces que interpretaban alegres sones de Pascua. - Hermoso réquiem tendré. - Se decía mientras sacaba de un bolsillo de su guerrera la petaca. Las cerillas y el tabaco estaban empapados. Hacía horas que todo parecía igual; un monótono suceder de destellos y violentas explosiones intercalados entre delirios y ensoñaciones. Pero... algo parecía cambiar. Las infernales máquinas de guerra estaban cambiando de tono o la fiebre se lo hacía creer. Puede que fuera su imaginación, o la consecuencia de la gran pérdida de sangre, pero el fuego se le antojaba más pausado. - ¡Sí! Parece que el fuego disminuye. Le parecía que el ruido de los disparos estaba trocando en un extraño zumbido. Un zumbido que, en sus ensoñaciones, le resultaba familiar. - El tiroteo se detiene pero… ¿Qué es ese rumor? – Se preguntaba mientras agudizaba el oído. Ante sus ojos se presentaban las blancas casullas del coro y los hermosos estanques de nenúfares. Aquel zumbido le recordaba el sol en los jardines de Giverny y la pequeña goleta. A Pierre le pareció escuchar unas palabras en alemán que navegan sobre el frío viento de diciembre. - ... O Tannenbaum, O Tannenbaum.... Pierre se sentía desfallecer y se persignó. Su frente ardía de fiebre y su mano dibujó torpemente la señal de la cruz sobre ella. Se sentía dispuesto a morir entre las plácidas visiones de su infancia. Sus fuerzas se agotaban en el intento de mantenerse despierto y discernir entre la realidad y los sueños y pesadillas que le asaltaban. Otro zumbido en el aire, más suave, le trajo otros sonidos... Silent Night... Con un gran esfuerzo se incorporó y presenció un hecho único. Una horda de hombres desarmados se acercó desde las trincheras alemanas cantando villancicos y fueron contestados por el regimiento de británicos desde el otro frente. Muchas de esas canciones las había escuchado en St Mere Eglise hace muchos años. Las voces de aquellos soldados, sucios y cansados, le recordó a las angelicales voces de aquel coro infantil. Las masas de soldados se acercaron y entonaron juntos sus canciones de Navidad. Era Nochebuena. Los soldados abandonaron las trincheras durante unos instantes para felicitar las Pascuas al enemigo. Durante un breve tiempo se saludaron y compartieron buenos deseos. Los feroces enemigos intercambiaron chocolate y licores, se hablaron de sus familias y se contaron las tradiciones navideñas de sus pueblos.

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- … Venite adoremus, venite adoremus, Venite adoremus Dominum… Los soldados cantaban mientras revisaban el campo de batalla en busca de heridos y muertos. Cavaron una gran fosa y depositaron allí muertos de uno y otro bando sin distinción. Amigos y enemigos descansarían juntos en la Tierra de Nadie. Un oficial francés vio a Pierre y ordenó que fuera llevado a la trinchera. Un médico alemán le hizo una cura provisional y ayudó a los camilleros ingleses a dejarlo tras sus líneas. Pierre fue despojado de sus ropas mojadas y arropado con mantas. Un tazón de leche caliente con aguardiente de Armagnac recompuso algo a Pierre y le permitió caer en un sueño dulce y reposado. Soñaba con felices recuerdos de un mundo en paz. Soñaba con las tardes soleadas en los jardines de Giverny y las clases de pintura. Soñaba con una goleta surcando los estanques del señor Monet y con el abeto de la plaza de St Mere Eglise, mientras un dulce aroma de hojaldres y bizcochos impregnaba la noche de Navidad. Pequeños abetos iluminados asomaban sobre los parapetos alemanes. Cantos y risas sustituyeron a los angustiosos lamentos de los heridos. A la fría luz del alba las alambradas delimitaron un improvisado estadio donde los hombres jugaban como chiquillos. Las armas callaban bajo el melodioso coro formado por cientos de hombres sacados de sus hogares de todos los rincones de Europa. Belgas, ingleses, franceses, alemanes, austriacos... Todos añoraban la Navidad que les habían hurtado. Todos volvían a sentirse niños por algunos momentos. Todos se saludaron, se desearon una feliz Navidad y un feliz Año Nuevo y volvieron a sus puestos. ¡Tenían que seguir matándose! Fin. -------------------------------------------------------------

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Referencias de los hechos. Es de todos conocida la Tregua de Navidad. En este contexto he situado un personaje imaginario que bien pudo existir. De forma consciente no cito unidades ni lugares concretos pues pretendo que sea una alegoría general a los hechos de diciembre de 1914 y enero de 1915. También mezclo las nacionalidades en un mismo sector de forma intencionada, cosa que no era muy frecuente en esas fechas. La Tregua de Navidad se produjo durante la Pascua de 1914 en casi todo el frente europeo occidental. La Tregua en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Treg ua_de_Navidad

(Soldados británicos y alemanes comparten cigarrillos durante la tregua) Los soldados de ambos bandos dejaron de combatir de modo espontáneo. Se acercaron unos a otros y pactaron un alto el fuego sin la intervención del alto mando. En algunos sectores la tregua duró horas y en otros hasta Año Nuevo. Incluso se produjeron treguas durante varias semanas. Los mandos de ambos contendientes castigaron estas actitudes y persiguieron cualquier tipo de confraternización con el enemigo. Se trasladaron algunas unidades a otros sectores del frente como medida de precaución. La Tregua de Navidad trajo imágenes y situaciones curiosas y entrañables. Se jugó un partido de futbol, se asistió a los heridos, se intercambiaron fotografías y postales y se enterró a los muertos. Paul McCartney gravó un videoclip sobre el tema.

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V I V E N C I A S LAS ABEJAS.

11 Bartolomé Ramos Rodríguez

En mi anterior artículo mencioné la limpieza de la vivienda de las abejas y quiero ampliar un poco el tema, porque creo que merece la pena conocer su ejemplar organización. Por este motivo empecé a entusiasmarme. Simplemente compré un libro ( luego otro y otro ) sobre la vida de las Apis Melíferas (ABEJAS) y me gustó en especial cómo están organizadas. Se les calcula una antigüedad alrededor de los 500 millones de años sobre la Tierra (anteriores a los dinosaurios), en gran parte debido a su buena organización. Las he tenido siempre como modelos de responsabilidad y así se lo he ido transmitiendo a mis alumnos. Nosotros, en general, protestamos muchas de nuestras obligaciones. LAS ABEJAS NO. Tenemos muchas leyes que nos saltamos con frecuencia. Ellas tienen su código o instinto animal que cumplen. La que tiene que traer agua, la trae; la que tiene que ir a pecorear (chupar o libar las flores), va; la que defiende la piquera (entrada de su vivienda) de intrusos que van a robarles, lo hace incluso perdiendo su vida... Nadie manda a nadie. ¡A ellas teníamos que parecernos! Podemos decir que la jefa es la REINA y todo gira en torno a ella. Pone miles de huevos según la época de floración - lo fuerte que está la colmena – etc. Ella tiene sus damas que van advirtiendo y despejando el espacio para que vaya poniendo el huevo en cada Página 48 - Pescueza, agosto 2017


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celdilla. De la mayoría salen obreras aunque de ese mismo huevo puede salir una reina en caso de que haya muerto. En pocas horas detectan todas su falta y de varios huevos recién puestos, echándole más jalea real, sacarán nuevas reinas (de un mismo huevo puede salir obrera o reina). De celdillas de mayor tamaño salen los zánganos que son necesarios para fecundar la reina. Hay otras de mayor tamaño todavía que son las celdas reales. Son verdaderas artistas en la construcción milimétrica de sus panales y sellando con propóleos (resinas) cualquier orificio por el que pueda entrar agua, frío, o sellar algún animal pirata. No es normal que en nuestra zona los construyan a la intemperie, en 40 años yo no los había visto, pero esta foto la hice a finales de diciembre 2016. El palo está movido con la pala de un tractor y por eso lo vieron.

Con cuidado los trasladé a una cajita y continúan viviendo. La vida de una abeja en tiempo de primavera – verano está alrededor de 45 días. En época de frío vive más tiempo pues de lo contrario desaparecería la colmena. Otra rareza que he detectado en una cajita que suelo poner en un tejadillo ( por si entra algún enjambre) hasta que han bajado las temperaturas de hace 10 días han estado utilizándola temporalmente y en aumento esos días de calor excesivo de junio, alrededor de 40 abejas.

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Poesía

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ASOCIACIÓN AMIGOS DE PESCUEZA. POESÍA DEDICADA A LA RESIDENCIA POR UN PESCOZANO, PRIMITIVO RAMOS RODRÍGUEZ Esta sí hay que valorarla al cien por cien sin dudar no soslo los residentes pues todos en general. Dieciocho de marzo, dos mil once, fecha de inauguración que en nuestro recuerdo permanece, de mejoras, la mejor. Los ciento sesenta y nueve vivían con su ilusión pensando en finar sus días a buen seguro, en unión. Días de lunes a viernes de nueve a nueve el normal no tienen que madrugar ni tampoco trasnochar. Recuerdo de la residencia cuando la iban a edificar me quedé un poco sorprendido, negarlo sería necedad. En un pueblo tan pequeño, de mínima vecindad serán pocos los ingresos y los pagos mucho más. En un centro de mayores así lo exige la edad, surgen casos imprevistos, con ellos hay que contar. Pero allí había una persona de una gran capacidad que moviendo sus resortes todo lo puede alcanzar. El alcalde Don Vicente la máxima autoridad al que todos los vecinos más que yo conocerán. Por lo tanto en mi opinión satisfechos estarán de su buena decisión difícil de superar.

¿Cuántos fueron los primeros? en este caso es igual... el número fue aumentando según la necesidad. En lo que tengo entendido, de forma superficial, por el trato que reciben nadie se debe quejar. ¿Y el aseo? El necesario, parte que es fundamental que a todo necesitado sin duda le ayudará. A algunos residentes para su comodidad las comidas a su casa les han podido llevar. Tienen un coche eléctrico, si andas con dificultad podrás con él desplazarte y sacarte a pasear. Otro punto muy importante, según parece el que más, que puedan desde su casa

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Poesía

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con la residencia hablar. Y se podrá pernoctar, al menos previsto está, pero aquí el Señor Alcalde su influencia demostrará. Así sería pionera por su conjunto total un orgullo para todo un ejemplo a los demás. Sin duda alguna los gastos todos tienen que aumentar pero no hay nada imposible aunque haya dificultad.

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En cuanto a la economía mi deber es no opinar bastante ha el que lo haga con contar y administrar. Colaborar con el centro es muy digno de admirar con aquello que se pueda por esta obra social. Extremeños solidarios son con los mayores más si no hay bastantes ingresos la Junta ayudará.


Crónica del Festivalino

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CRÓNICA DEL FESTIVALINO 2017.- 10ª EDICIÓN Cruz Díaz Marcos Con las primeras brisas de la primavera, se perfuma Pescueza de su esencia rural, entre paisajes musicales de ahora y siempre, palabras de esperanza, semillas de futuro y estampas de cultura popular.

Extremadura dispersa, alejada, pero siempre cercana y presente.

Se abren las puertas del Festivalino, cuando el mes de marzo echa su aldaba, en la Plaza acogedora del Concejo con palabras del escritor José Ramón Alonso de la Torre Núñez que nos habla de ausencias y retornos, caminos de ida y vuelta, evocaciones de una

Se despide marzo con sones de raíces y cantares, El Festivalino se hace noche de canto de pueblo, raíces sonoras de un alma popular que atrae a un mar de corazones por las bocacalles de la Plaza Mayor, llenándola de miradas y emociones. Acetre, ese ensamblaje de armonía con sabor a pan de pueblo, aromas de tahona y raíces aladas, esparce sus notas por la piel de la plaza que extienden sus alas entre la torre y las esquinas, como pájaros nacidos de la tierra. Y la noche se abre generosa con versos y canciones que buscan el sendero de la madrugada. Amanece abril y Pescueza se engalana de Festivalino adornando la Plaza de recuerdos, oficios y costumbres, rituales de vida que aún florecen en el árbol de la memoria. La calle se convierte en escenario de las tradicionales mantanzas, elaboración de dulces artesanos (floretas, coquillos…), preparación tradicional y degustación popular de las exquisitas migas extremeñas, ecos sonoros y escritos del habla ancestral de Extremadura, etc.

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Crónica del Festivalino

Mientras, en la hospitalaria plaza Postigo, los niños rememoran juegos infantiles de antaño y despiertan las piedras rurales de su antiguo letargo con gritos infantiles de alegría, compartiendo su inocente ilusión emocionada con Payaso Loco, Circo Baya, Sapatraka, Paca Prenda… Se abren los espacios de Pescueza para la música del Festivalino y vuelan las notas entre la Plaza Mayor, Plaza del Concejo y Plaza del Álamo. La Rondeña de Villamiel llega con la sabia sonora de nuestra raíz colectiva extremeña, entre canciones y bailes tradicionales. Las bandas de ahora comparten notas de rebeldía y rabia juvenil entre canciones que vuelan de plaza a plaza, de esquina a esquina, de calle a calle, con las voces y los compases de Semilla Negra, El Golpe Rok, Burgim, Pequeño Criminal, Paradise Key… Entre tanto, bajo el azul callado de la tarde de abril, se adornan de sonido, ritmo, movimiento y armonía las calles de Pescueza con la Batukada “Los infectos acelerados”. El tránsito a la noche del sábado acoge el relevo de la música como un cauce sonoro que puebla las penumbras luminosas del Festivalino hacia el amanecer de un domingo rural de esperanza y futuro. Marco de piedra y pueblo para canciones y música de Zaragata y Tarambaina, La Vallekana, la Pompa Jonda, el Sombrero del Abuelo, Mama Ladilla… El domingo del Festivalino es un grito azul, una campana verde para este mundo rural tan prometedor, tan generoso, tan abierto, tan necesitado de abrazos. El árbol, el paisaje, lo natural del hombre y de la vida, el oxígeno puro para una existencia en armonía feliz con la madre naturaleza se hacen presencia y voz en esta mañana de luz. Un mensaje de futuro que se viste de música amplia y extensa en este entorno entrañable de campo y encinas. Canciones que llegan al corazón en las voces de Kiko & Sara y Nena Daconte ponen, con éxito, el colofón de oro a esta décima edición del Festivalino, que es y seguirá siendo la campana verde, la voz, el grito de este mundo rural extremeño. Pero a veces el esfuerzo de todo un pueblo tiene su recompensa, y así, Pescueza ve reconocido y recompensado su Festivalino con el Premio Grada al Ocio 2017, patrocinado por el Área de Cultura de la Excma. Diputación de Badajoz y concedido por la revista Grada y la Fundación Primera Fila, en la Gala celebrada en el Palacio de Congresos de Badajoz el pasado 28 de abril.

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EL FESTIVALINO, PREMIO GRADA AL OCIO 2017



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