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PARA CONSEGUIR UNA COMPLETA DESCARBONIZACIÓN ES FUNDAMENTAL IMPULSAR LA ELECTRIFICACIÓN DEL CONSUMO ENERGÉTICO”

En junio de 2022 se promulgó la Ley Marco de Cambio Climático, cuyo objetivo general es hacer frente a los desafíos que impone el cambio climático y transitar hacia una economía carbono neutral al año 2050. Para dar cumplimiento a dicho propósito, la distribución eléctrica jugará un rol fundamental. Daniel Gómez, gerente de Regulación de Enel Chile, nos detalla algunos de los principales desafíos.

¿Qué grandes cambios visualiza que ocurrirán producto de la descarbonización de la economía?

Durante la década pasada se inició un proceso de descarbonización de la matriz de generación eléctrica, que en los últimos años se aceleró producto de los compromisos adquiridos por las empresas de generación, y se espera que culmine en algunos años más. Sin embargo, sin minimizar el gran esfuerzo y transformación que eso supone, con ello se descarboniza sólo un cuarto del consumo energético total, que corresponde al consumo eléctrico actual. Los otros tres cuartos provienen, principalmente, de quema de combustibles derivados del petróleo, sobre todo asociados al transporte, climatización y procesos industriales. Para conseguir una completa descarbonización es fundamental impulsar la electrificación del consumo energético –como lo propone la Estrategia Nacional de Electromovilidad–, para lo cual se requerirá no sólo aumentar el parque de generación renovable y fortalecer la transmisión, sino también transformar las redes de distribución para recibir la mayor demanda eléctrica que supone esa electrificación.

¿Cuán importante es el cambio que traerá la electrificación del transporte anunciada en la Estrategia Nacional de Electromovilidad?

Sin duda, es un cambio radical. Al año se venden más de 400 mil vehículos en Chile. Gradualmente. una parte de esos vehículos será eléctrica, hasta llegar al 2035 cuando lo será la totalidad, y resultará necesario que las redes eléctricas sean capaces de entregarles la potencia suficiente para recargar las baterías en cortos periodos de tiempo. Ello supone que la distribuidora tenga la suficiente capacidad para abastecer dichos requerimientos en condiciones de calidad y resiliencia que satisfagan las necesidades de los usuarios y les permitan utilizar sus vehículos a diario.

¿Es necesario hablar entonces de cambios en la regulación de distribución? Claro, porque ya hubo, y seguirá habiendo, transformaciones importantes en el sector eléctrico y en las necesidades de los usuarios. Cuando se hizo esta regulación (1982), el país tenía características distintas a las de hoy. Era un país con bajos niveles de consumo y de electrificación. Se iniciaba un proceso de privatización de empresas y se buscaba generar una regulación que tuviera como objetivo incentivar la conexión eléctrica en zonas de concesión a costos mínimos. No estaba pensado promoverse la calidad del servicio, la resiliencia, la adaptación al cambio climático, ni mucho menos una transición energética que implica la reconversión de demanda energética de combustibles fósiles a la energía eléctrica.

Para hacer frente a ese desafío, necesitamos redes que tengan holgura en su diseño para recibir esa alta demanda en energía y potencia y que además sean capaces de recibir la conexión de usuarios que no sólo demandarán energía, sino que también la producirán. Debemos contar con redes con niveles de calidad muy superiores a los que tenemos hoy día y para ello es fundamental que la regulación se alinee a dicho objetivo, incentivando y promoviendo que ello ocurra.

Por Juan Calos Olmedo, Presidente del Consejo Directivo Coordinador Eléctrico Nacional

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