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Thomas Apostolou

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Menchu Lamas

Menchu Lamas

IG: @thomas_apost

El estudio como factor

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Para un artista contemporáneo, no tener un estudio puede ser una opción viable, para algunas prácticas, incluso, la opción ideal. Pero, debido al lugar que el arte ocupa en la sociedad y la economía, a veces, los artistas se ven en la obligación de adaptarse a situaciones que no son de su elección. Los estudios físicos son propiedades inmuebles y, por lo tanto, se enredan en procesos que están fuera del control de la mayoría de nosotros. Dicho esto, ¿cómo afecta este factor incontrolable a la producción creativa de un artista? Teniendo en cuenta mi experiencia personal y mi conocimiento en historia del taller artístico, rastrearé el impacto que diferentes situaciones tuvieron en mi práctica artística.

En la universidad en donde estudié Bellas Artes, no teníamos espacios de estudio, como sucede en la mayoría de las escuelas que no siguen el modelo académico. Esto nos enseñó a ser flexibles en este aspecto, pero la flexibilidad no significa que el espacio dedicado para hacer arte pueda ser siempre nuestro escritorio. En mi último año en esa escuela, una vez decidido cuál sería mi proyecto fin de carrera, me esforcé por recuperar el espacio que consideraba necesario para realizarlo. Seis meses después, tenía las llaves del taller de escultura, todo su equipo a mi disposición y un espacio para guardar mis obras. No, los bienes inmuebles gratuitos no existen, a cambio, limpié, construí y habilité dos espacios para exposiciones en la universidad, que siguen en uso hoy en día. En ese momento me sentí en control de la situación, mi trabajo se amplió en tamaño y dinamismo, mi práctica y yo éramos como gas expandiéndose en

2008, Austria, installacion creada in situ

2009, Grecia, Trabajando en el estudio de escultura, Universida de Ioannina

2011, Reino Unido, Estudio compartido en Camberwell College of Art_

un gran recipiente y al mismo tiempo diluyéndonos en el mismo. Los trabajos realizados en ese período fueron grandes e increíblemente frágiles. Nunca, desde aquella, volví a tener tanta infraestructura a mi disposición, aun así, encontré la manera de continuar creando mis obras.

El estudio se vuelve móvil Tanto como estudiante, como después, viajé para participar en residencias artísticas y exposiciones colectivas, en eses momentos, es cuando el estudio se volvió verdaderamente móvil. En la mayoría de esas ocasiones, trabajé directamente en el espacio expositivo, empleando materiales encontrados. Independientemente de mis habilidades de búsqueda, la falta de un estudio físico, un espacio separado, designado para la creación de arte, impactó en mi práctica de dos maneras diversas. Primero, la abrió a las posibilidades de probar cosas nuevas, la mayoría de las obras de arte creadas en estas situaciones son únicas en mi trayectoria artística y realmente no pertenecen a ninguna línea de trabajo. En segundo lugar, mi proceso creativo evolucionó, en lugar de desarrollar las piezas a través de pruebas y tomar decisiones durante el proceso, comencé a planificar con anticipación mucho más de lo habitual. Tanto el tiempo, como la falta de un lugar de trabajo físico, dictaminaron la necesidad de visualizar las piezas hasta el más mínimo detalle antes de levantar una herramienta. Mi experiencia con lo que llamo «uncommissioned public works» me ayudó, ya que, en tales situaciones, el espacio donde se desarrolla la obra de arte es mental y de alguna manera está separado del espacio donde otros experimentarán la pieza. La dependencia de factores incontrolables cuando se

2014, Irelanda, Trabajando fuera

trabaja sin un estudio físico, produjo obras de arte únicas y refrescantes para mi práctica.

Más adelante, en Londres, estudiando nuevamente, compartí un espacio de estudio con Manuel Godinho, un artista portugués y gran amigo. Estos talleres eran cubículos de oficina, con tabiques y un escritorio para cada uno de nosotros, pero donde no había suficientes sillas. Por aquel entonces todavía hacía esculturas con sillas, así que, mi montón de sillas viejas pronto convirtió aquel lugar en un punto de encuentro. Aquel estudio estaba lleno de palabras, allí no se produjeron grandes creaciones artísticas, aunque la oscilación entre bromas escatológicas

2013, Locked Room

y debates filosóficos demostró ser de gran importancia para mi desarrollo como artista. Allí logré encontrar algún tiempo a solas, entre herramientas eléctricas y polvo de sierra, para construir mis piezas. Las obras de arte que planifiqué y construí a partir de las sillas en las que tuvieron lugar los debates, fueron las primeras obras interactivas en mi práctica, necesitando del espectador para que funcionasen. Un estudio compartido provocó mi exploración sobre el poder de elección del espectador. El proyecto final de Manuel Godinho se basó en el estudio del artista como Heterotopía, y fue en aquel taller compartido donde explicó repetidamente lo que Foucault quería decir con ese acrónimo griego.

Sin estudio propio Tras esa etapa pasé algunos años sin disponer de un estudio propio, para ser más exactos, mi habitación era mi estudio y por aquel entonces, trabajaba para otros artistas en sus talleres, por lo que mi proceso creativo se fragmentó. Mi amor por los talleres y mi necesidad de contacto con los materiales se vieron satisfechos, aunque las obras de arte que estaba construyendo no eran mías. De vuelta, en mi habitación, mis propias obras de arte comenzaron a reducirse y perder su dinamismo exterior (es aconsejable evitar esculturas puntiagudas en una habitación pequeña). Al mismo tiempo, mis piezas se volvieron más densas, tanto en cualidades físicas como en contenido, la falta de espacio me llevó a la lectura y escritura, casi compulsivas, como método de desarrollo de las obras. Ambas actividades se abrieron paso en las obras de arte que surgieron de esa habitación y solo ahora, en retrospectiva, se aprecian los efectos de ese estudio en mi trabajo Locked Room, 2013, obra que no solo es conceptual y físicamente densa, sino que también es muy doméstica en forma y función.

Unos años más tarde, mi taller era un cobertizo de madera construido en el jardín de mi casa en Brixton. Curiosamente, mi escritorio en aquel cobertizo, había formado parte de la instalación fin de master de Manuel Godinho sobre

2016, Reino Unido, Silla encontrada, escultura en el estudio, escultura en la calle

2019, Galicia, obras en el estudio

la heterotopía de Foucault. Por primera vez en años, mi trabajo podría volverse desordenado de nuevo, sin preocuparme si el polvo de yeso se depositaba en mis almohadas o si el pegamento secándose acompañaba mis sueños. El único inconveniente era que no tenía espacio para almacenar mis esculturas, entonces, salía a buscar una silla abandonada, la traía de vuelta a mi taller, la convertía en una escultura y la devolvía al lugar donde la había encontrado. Aparte de eso, dediqué mi tiempo a hacer modelos que experimentaran con materiales y aceptaran el fracaso. Mi trabajo hoy le debe mucho a ese cobertizo, fue tan temporal y anárquicamente construido que exigió ser llenado con experimentos en su mayoría fallidos. Se han exhibido pocos trabajos realizados en ese espacio, pero gran parte del trabajo que hago hoy fue testado por primera vez allí. El estudio, a veces, puede ser el lugar donde nos sentimos seguros para fallar, una y otra vez.

2018, Galicia, obras en el estudio

Una pintura blanca y brillante Cuando mi mujer posó la brocha y me quedé parado, de pie, en medio de lo que se convertiría en mi taller, aquí en Galicia, una vez que la pintura de las paredes se hubiera secado, me di cuenta de que se me habían acabado las excusas. Cedido por mi familia, mi estudio actual es más grande y mejor que cualquier cosa que haya tenido antes. Aunque generalmente me gusta mucho mi trabajo, hay algo intimidante cuando el artista se queda sin excusas en un posible fracaso. Todavía no hay suficiente perspectiva para ver el impacto de este espacio en mi obra, pero lo más obvio es la explosión de color, mi paleta nunca había vagado más allá del blanco, negro y los colores naturales de los materiales, pero en mi trabajo más reciente el color es fundamental. El culpable de este cambio sigue siendo esquivo, pero uno de los sospechosos es la pintura blanca brillante que Elena aplicó sobre las paredes de mi estudio.

2019, Galicia, obras en el estudio

2020, Galicia. obra hecha durante el confinamiento sin acceso al estudio

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