Vecinos Inesperados

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Vecinos inesperados Relatos de la fauna silvestre en Bogotá

Guía de campo


Cuchillas de Bocagrande, Páramo de Sumapaz 2


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Vista de Bogotá y los cerros de Monserrate y Guadalupe desde el Páramo el Verjón 4


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Río Tunjuelo o Tunjuelito atravesando la localidad de Bosa en el sur de Bogotá, al fondo el río Bogotá 6


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Vecinos inesperados

Relatos de la fauna silvestre en Bogotá Bogotá:

vecinos inesperados

© Alcaldía de Bogotá © Secretaría de Cultura,© Alcaldía de Bogotá © Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte Recreación Dirección de Arte, Cultura y Patrimonio y Deporte – Dirección Primera edición, noviembre de 2019 de Cultura Ciudadana © Empresa de Acueducto Alcaldía Mayor de Bogotá y Alcantarillado de Bogotá Alcalde Mayor Primera edición, noviembre Enrique Peñalosa Londoño de 2019

Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte María Claudia López Sorzano

Alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa Londoño Director de Cultura Ciudadana

Víctor Manuel Rodríguez Sarmiento

Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte Subdirección de Arte, Cultura y Patrimonio Natalia Bonilla Maldonado María Claudia López Sorzano Jefe de la O cina Asesora de Comunicaciones Sara María Araujo Castro

Gerente (E) Empresa de Acueducto Comité editorial y Alcantarillado de Bogotá. Víctor Manuel Rodríguez Sarmiento Lady Johanna Ospina Corso Lina Andrade Correal Laura Palacios Astorquiza

Juan Pablo Fajardo González Director de Cultura Ciudadana Víctor Manuel RodríguezConcepto editorial, diseño y diagramación La Silueta Sarmiento Juan Pablo Fajardo Camila Perry Ospina

Jefe Oficina Asesora Asistente grá ca y cientí ca de Comunicaciones Sara María Araujo CastroPaola María Sánchez Asesor cientí co

Agradecimientos Asociación Bogotana de Ornitología ABO Manuela Jaramillo Mejía Manuela Fajardo González Fredy Montero Mateo Hernández Schmidt Jorge Emmanuel Escobar Moreno Diana Wiesner William Rincón Liliana Marcela Guerra Ospina Lina Prieto Agradecimientos especiales Instituto Distrital de las Artes IDARTES Secretaría Distrital de Ambiente Mesa Distrital Bogotá Vive Natural: Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal. Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos.

Comité editorial José Fernando González-Maya María Claudia López Sorzano Impresión Redacción y textos Fotógrafos Víctor Manuel Rodríguez Torreblanca Agencia Gráfica Andrés Felipe Ospina Andrés Mauricio Cortés Sarmiento S.A.S. Carmelo López Lina María Andrade Correal Con el apoyo de Canal Capital Fotografía César Chillón Laura Palacios Astorquiza César David Martínez CésarGómez David Martínez Paola María Sánchez Impreso en Colombia Daira Ximena Villagran Concepto editorial, diseño 2019 Agradecimientos Darwin Ortega y producción gráfica Asociación Bogotana Secretaría de Cultura, de Ornitología ABO Diego Emerson Torres La Silueta Diseño S.A.S. Manuela Jaramillo Mejía Recreación y Deporte Fabián Rodrigo Velandia www.culturarecreacion Freddy Montero Herrera Schmidt Coordinación artística Mateo Hernández deporte.gov.co Jorge Emmanuel Escobar Moreno Fernando Castro y editorial ISBN 978-958-8877-96-9 Diana WiesnerFredy Montero Juan Pablo Fajardo González William Rincón Gerson Peñuela Todos los derechos Liliana Marcela Guerra Ospina Giselle Mangini Redacción literaria reservados. Ninguna parte Lina Prieto Iván Lau Andrés Ospina de esta publicación puede Jhon Manrique ser reproducida, almacenada Impreso en Colombia Jim Cummins Asesoría de contenidos 2019 en sistema recuperable o C Alcaldía Mayor de Bogotá Camilo Ríos Juan José Fernando González-Maya transmitida en ninguna forma www.culturarecreacionydeporte.gov.co isbn 900.58.854 Juan Carlos Noreña o por ningún medio magnético, Juan Diego Castillo Asistencia gráfica y editorial electrónico, mecánico, Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada sistema recuperable o transmitida en ninguna forma fotocopia, o por JuanenIgnacio Giraldo Paola María Sánchez grabación u otros, ningún medio magnético, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros, sin Justo de Gaula sin previo permiso escrito de previo permiso escrito de los editores. Kevin Molano Diagramación los editores. Mateo Hernández Schmidt Camila Perry Ospina Miller Humberto Castañeda Andrés Fresneda Murray Cooper Oswaldo Cortés Corrección de estilo Paola María Sánchez Juan Andrés Valderrama Pedro Camargo ProCAT - José F. González Fotografía original Raúl Guáqueta César David Martínez Rudy Gelis Santiago F. Burneo Santiago Monroy Santiago Rosado Hidalgo Sebastián Ballesteros Sebastián di Domenico William Rincón Wilmer Quiceno Yeny Rocío López C U LTU R A C I U DA DA NA

Fotógrafos Juan Carlos Nore Sebastian Ballest Gerson Peñuela Ivan Lau Johana Zuluaga Juan Camilo Rio Christian Gaviria Andres Felipe Ro Diego Emerson T Pedro Camargo Cesar Chillón Justo De Gaula Kevin Molano Juan Carlos Higu Augusto Ilian William Rincón Andres Acosta


Vecinos inesperados Relatos de la fauna silvestre en Bogotá



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Presentación Enrique Peñalosa Londoño Alcalde de Bogotá Introducción María Claudia López Sorzano Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte Lady Johanna Ospina Corso Gerente General (E) Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá Notas editoriales: así se hizo, así se usa

En cerros y páramos En humedales, ríos y quebradas

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En el barrio

342

En la casa

380 383 400

Índice de especies Crónicas visuales de la fauna silvestre en Bogotá Concurso de fotografía Índice de fotógrafos


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Presentación Enrique Peñalosa Londoño Alcalde de Bogotá

Se me ocurrió hacer este proyecto porque amo y me maravilla la naturaleza, la vegetación y la fauna de nuestra ciudad: desde los ‘cucarrones de invierno’ que aparecen por millares en unas horas en los espacios verdes, pasando por los colibrís, hasta los zorros y osos de los cerros. Pensaba que tenemos animales maravillosos en nuestros parques, humedales, cerros, jardines, que frecuentemente pasan desapercibidos. He visto búhos volando sobre El Campín en pleno partido; y mariposas muy variadas en el jardín de mi madre. El objetivo de este libro es ayudar a tomar consciencia sobre la presencia de esos animales increíbles, para que aprendamos a verlos y, en cualquier caso, a sentir su presencia y fascinarnos. Este libro es una mezcla de imágenes, historias, descripciones científicas, versos y anécdotas de los animales silvestres que viven en Bogotá. Tal vez usted descubra aquí algo que no conocía o recuerde episodios de su vida que había olvidado. Quizás vuelva, como yo lo hice cuando planeamos este libro, a las mañanas en el colegio cuando los cucarrones aparecían por millones, formando nubes. Después de haber pasado muchos meses bajo tierra como larvas o chizas, una mañana salen todos simultáneamente a la luz y al aire, a volar… y, después de aparearse, vuelven a tierra, ponen sus huevos, y mueren de felicidad. Tristemente hay animales cuya población ha disminuído, como las bellas ranas verdes o las ranas de lluvia, que uno encontraba en charcos y hasta en campos de fútbol. El libro cuenta de su croar con sonidos de xilófono, de su relación con los muiscas y de su condición sagrada ancestral. Cuenta historias de animales que pueden parecer alienígenas miniatura o, como afirma la sabiduría popular, seres humanos animalizados. Como los caballitos del diablo, que salen siempre a la misma hora a revolar en nubes de fuego. Sin abandonar el rigor científico, los textos están escritos en un lenguaje sencillo y amable. Se mezclan los datos técnicos con las figuras literarias, las referencias históricas y los relatos propios de la tradición oral. Creemos que el conocimiento de estas especies produce afectos y, por ende, cuidado. Cuando hicimos la encuesta Bogotá Vive Natural descubrimos que la mayoría de los ciudadanos no reconocen las especies de fauna silvestre de la ciudad. Esta es una muestra del poco contacto que tenemos los bogotanos con la naturaleza. Porque nos acostumbramos a vivir en una ciudad donde los cerros son una escenografía inaccesible, y los humedales botaderos de basura cercados para impedir el acceso a los seres humanos. Tenemos una ciudad con pocas posibilidades de salir a caminar por el bosque, de conocer mariposas, colibrís, orquídeas, y árboles. Nos hemos propuesto cambiar esa realidad. Estamos recuperando los ecosistemas urbanos y adecuando un gran circuito ambiental que conectará los cerros y el río Bogotá por medio de parques lineales: Juan Amarillo, Córdoba, Jaboque, Tunjuelo, Arzobispo y Fucha; y el gran Sendero de las Mariposas a lo largo de los cerros orientales. Estos se integrarán a los

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grandes parques de El Rocío, en San Rafael, y Tominé; y a los parques que hicimos hace 20 años: El Virrey, Molinos, Juan Amarillo Norte, la Alameda El Porvenir, Santa María del Lago, entre otros. En mi pasada Alcaldía recibí del gobierno que me antecedió una propuesta de transporte de JICA, la Agencia Japonesa de Cooperación, que además de autopistas elevadas por toda la ciudad, proponía una autopista a todo lo largo del Juan Amarillo. Nosotros no solo no seguimos esa recomendación, sino que construimos el box culvert que descontaminó en gran medida el curso de agua, y creamos el parque lineal-ciclorruta, desde el parque del Virrey hasta el parque de La Florida. Aunque hoy, en el año 2019, sea difícil de creer, el río Bogotá pronto estará descontaminado. Con un esfuerzo monumental, aportando el doble de lo que le correspondía a Bogotá, aseguramos las obras, los recursos, los diseños y los convenios para limpiarlo totalmente. Aunque no alcanzamos a terminar los diseños Fase 3 para la planta de Canoas, los dejamos en ejecución. El próximo gobierno solo tendrá que abrir la licitación. Pero además dejamos en construcción la estación elevadora de Canoas, que, una vez terminada, hará posible comenzar a operar los interceptores del Fucha y el Tunjuelo, lo que dejará estos ríos alrededor de los cuales viven dos millones de personas, casi totalmente limpios. En mí pasada Alcaldía no solo realizamos un programa de arborización sin precedentes, sino que convertimos el Jardín Botánico en la entidad encargada de la arborización de la ciudad, que no existía previamente. Hasta entonces solo se había encargado de los árboles del Jardín propiamente dicho. En esta ocasión dejaremos más de medio millón de árboles plantados en zonas urbanas y rurales, un trabajo sin precedentes en cualquier otra administración. Con criterios urbanísticos, plantamos árboles longevos, resistentes a los microclimas, adecuados a los distintos tipos de suelo, a la contaminación y al estrés urbano. Y a este legado se suman más de 20 mil buganvilias que sembramos en barrios populares para embellecerlos. En nuestra ciudad y sus alrededores viven insectos, aves, mamíferos, peces, anfibios y reptiles maravillosos. Este libro busca que nos interesemos, nos apasionemos más por la naturaleza que nos rodea, la disfrutemos y la protejamos cada vez más. Son nuestros vecinos; nuestros compañeros de viaje.

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Introducción La cultura ciudadana como un sueño compartido María Claudia López Sorzano Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte

La sostenibilidad de los grandes proyectos de infraestructura y gestión ambiental requiere de una estrategia de cultura ciudadana que promueva la apropiación social y el cuidado de la fauna, la flora y los cuerpos de agua de la ciudad, en un marco de corresponsabilidad entre la administración y la ciudadanía. Esta publicación forma parte de Bogotá Vive Natural: una estrategia de cultura ciudadana liderada por el alcalde Enrique Peñalosa que apunta a transformar los factores culturales que ponen en riesgo el entorno ambiental y las formas de vida que habitan la ciudad. Tiene como objetivo “promover acciones colectivas ciudadanas, mediante pedagogía social, procesos creativos y artísticos y participación ciudadana, para fomentar una relación sustentable entre los distintos actores del ecosistema de la sabana de Bogotá”. Para su formulación se analizó la información compilada en la Encuesta sobre factores culturales asociados al ambiente 2018, la cual contó con una muestra de 3.647 personas y una confiabilidad del 95%. La encuesta mostró que la mayoría de las personas no reconocen las especies de fauna silvestre que habitan la capital. El 80% piensa que la fauna silvestre en Bogotá es escasa, el 10% cree que no existe y el 57% no pudo mencionar un animal silvestre de Bogotá. Además del desconocimiento, el tráfico de especies silvestres no se ha considerado entre la ciudadanía como un problema relevante. Tan solo el 16% de las personas piensa que tener animales silvestres como mascotas daña el ambiente y el 26% no sabría qué hacer o no haría nada si viera que un vecino tiene uno como mascota. Para el diseño e implementación de la estrategia se contó con los aportes y la colaboración de las entidades que forman parte de la Mesa Distrital Bogotá Vive Natural1. La estrategia cuenta con tres componentes: Siente, Actúa y Crea Natural. Siente Natural está diseñado para despertar emociones empáticas y de afecto solidario a través de la promoción de vivencias en torno a la fauna silvestre, flora y cuerpos de agua de la ciudad, para lo cual se realizan recorridos ecológicos por los enclaves ambientales de la ciudad, los parques y el Jardín Botánico. En promedio se realizan 220 recorridos mensuales en los que participan más de 5.000 personas. Adicionalmente, el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA) ha sensibilizado a más de 96.000 personas en diversos espacios de la ciudad a través de la aplicación Distrito Appnimal. Por otra parte, el componente Actúa Natural se propone como una herramienta para el fomento, la movilización y la organización ciudadana, lo cual incluye el reconocimiento de iniciativas ciudadanas y el aprendizaje mutuo entre las organizaciones locales que realizan actividades con sus comunida1. En ella participan la Secretaría Distrital de Ambiente, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA) y el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis.

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des para la preservación y cuidado de los corredores ambientales de la ciudad, iniciativas apoyadas mediante becas del Portafolio Distrital de Estímulos a la Cultura Ciudadana. Han participado 51 organizaciones, se han beneficiado 10 y se han entregado más de 600 millones de pesos entre 2018 y 2019. El tercer componente se denomina Crea Natural y busca propiciar el reconocimiento de la fauna silvestre, flora y cuerpos de agua de la ciudad mediante acciones pedagógicas y de creación artística. Este componente propone el arte como un dispositivo poderoso que facilita otras formas de conocer y relacionarse, no solo entre las personas, sino también entre estas y el entorno ambiental. Así, el concurso de fotografía “Crónicas visuales de la fauna silvestre” contó con una respuesta sorprendente de la ciudadanía. Se recibieron más de 6.000 fotografías de 825 personas donde se narra la experiencia de búsqueda y encuentro con la fauna silvestre que habita en la ciudad. El álbum está disponible en www.bogotavivenatural.gov.co El libro Vecinos Inesperados, que apunta a promover el afecto y el cuidado mutuo para habitar una ciudad más sostenible, forma parte de este componente creativo. Son cerca de 300 fotografías de la fauna silvestre que habita los cerros, los humedales, los parques, los barrios y las casas de nuestra ciudad. Las especies más carismáticas cuentan con relatos acerca del papel fundamental que han jugado en la imaginación, en la cultura popular y en la memoria colectiva. Este libro es un instrumento pedagógico innovador de transformación cultural. Es un regalo para la ciudad que estará disponible en las bibliotecas públicas, en bibliotecas comunitarias, en sedes de colegios distritales y en concesión, en Paraderos Paralibros Paraparques, en Aulas Ambientales y en el Jardín Botánico, entre otros espacios. A su vez, el libro será una guía de campo y formará parte de los morrales “Travesías Ecológicas” que, a manera de bitácora, contienen herramientas para el avistamiento de especies silvestres, para realizar recorridos y ejercicios pedagógicos y de creación. Así mismo, estará disponible para préstamo en la Red de Bibliotecas Públicas y en las Aulas Ambientales. Vecinos Inesperados es una memoria de la fauna silvestre de la ciudad que habitará la mente, las historias y los corazones de las personas en sus travesías cotidianas por Bogotá.

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Buenos vecinos Lady Johanna Ospina Corso Gerente General (E) Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá

En Bogotá vivimos cerca de ocho millones de habitantes. Muchos venimos de otras partes del país y es común que nuestros vecinos sean paisas, costeños o pastusos. Algo tenemos en común todos los que llegamos a esta gran ciudad: nos convertimos en bogotanos. Pero hay otros vecinos, con los que no contamos, unos “vecinos inesperados”. Les hablo de esa fauna urbana que habita nuestros humedales, ríos, quebradas, Cerros Orientales, frente a la cual tenemos una gran oportunidad de engrandecer nuestro conocimiento. Convivimos con elegantes copetones que se pueden encontrar con un poco de atención en algún parque de la ciudad o podemos ver a imponentes búhos cuidando de sus crías en el humedal Córdoba, al norte de Bogotá, y en los Cerros Orientales hallaremos una vivaz rana andina tomando agua de algún riachuelo que allí nace. La riqueza natural de la ciudad es tal que, desde la administración del alcalde Enrique Peñalosa y bajo la competencia de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, nos hemos propuesto recuperar la casa de la tingua, el camaleón andino o la tortuga hicotea, por solo nombrar algunas de las 150 especies de fauna silvestre que habitan Bogotá. De ahí que entre 2016 y 2019 hayamos retirado más de 25.000 toneladas de basura, 42.000 toneladas de buchón de los humedales y casi 2000 llantas. Adicionalmente, el 80% de los bogotanos expresa que la fauna silvestre en la ciudad es escasa. De ahí que, como parte de la integralidad de nuestra estrategia, además de recuperar los cuerpos de agua y proteger su función hidráulica, nos hemos propuesto acercar estos lugares, plenos de riqueza natural, a la ciudadanía generando espacios adecuados para que todos podamos verlos, reconocerlos y protegerlos. Estos nuevos espacios los hemos denominado el Circuito Ambiental de Bogotá y están integrados por tres parques ecológicos en los humedales Juan Amarillo, Jaboque y Córdoba; tres parques al lado de los ríos Arzobispo, Fucha y Tunjuelo, además de un extenso parque ecológico en el embalse San Rafael y el Sendero de las Mariposas que cruzará de norte a sur nuestros cerros orientales. El Circuito Ambiental, de la mano de la estrategia de transformación cultural Bogotá Vive Natural, será el escenario ideal para proteger y a la vez disfrutar del hogar de esos desconocidos vecinos, convirtiéndolo en el mejor hogar para esta vida silvestre y generando nuevos espacios para ser más felices. Serán 188 kilómetros de senderos que acercarán a los bogotanos a estos entornos naturales, mejorando el paisaje de la ciudad y permitiéndonos caminar los domingos en familia, rodeados del exuberante verde de esta Bogotá, casa de las especies que se cuentan en este maravilloso libro.

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Notas editoriales: así se hizo, así se usa

Aparte de ciertos registros precolombinos, es quizás en las pinturas de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos donde pueden hallarse algunas de las más antiguas representaciones gráficas de la fauna bogotana. Un ejemplo del primer caso es el denominado varón del sol —para muchos, en realidad, una lechuza— ícono del arte rupestre albergado por el municipio vecino de Soacha. Uno del segundo, la llamada impresión de las llagas de San Francisco, óleo sobre tela en el que resulta fácil avistar dos diminutas aves que bien podrían ser un turpial y un clarinero, criaturas muy típicas de la Bogotá del siglo XVII. Años más tarde, emprendimientos como la Comisión Corográfica y expediciones a escala nacional como la de Alexander von Humboldt sirvieron de base para inaugurar la literatura científica concerniente al tema. Hasta hoy han sido múltiples los abordajes y aproximaciones a este asunto, desde muy diversas perspectivas. Uno de los derroteros iniciales en el caso concreto de esta obra fue abarcar la mayor cantidad de especies animales que a tiempo presente pueblan la capital colombiana y sus alrededores. No obstante, y aunque tal vez este sea el ejercicio más completo a este respecto efectuado a la fecha, es un acto de simple rigor reconocer determinadas ausencias. En cuanto a las aves, el panorama se adivina amplio, dado que incluye casi todas las especies registradas. Algo menos vasto parece el de los mamíferos, en vista de las dificultades que presuponen, por ejemplo, empresas como la de obtener información fidedigna e imágenes de calidad para cada murciélago. Similar es el caso de un buen número de anfibios y reptiles, así como también el de ciertos insectos, representados en estas páginas por una mínima fracción de los mismos. Lo anterior debido a la dificultad que implicaría levantar un tratado y un acervo gráfico sobre entomología bogotana, propósito que excede el objetivo primordial de este texto, a saber: ‘picar’ la curiosidad de quienes habitan, frecuentan o pretenden visitar la ciudad. Cabe aclarar que el tipo de organización de datos empleado en este documento no está regido por la clasificación científica o alfabética tradicional, sino por las posibilidades reales de encontrar a las especies referenciadas dentro del entorno bogotano y a la abundancia o rareza relativa de cada una de estas. Lo anterior con el objeto de ofrecer una guía de campo con la que se motive a las mentes curiosas para conocer la ciudad y sus alrededores. En concordancia, las categorías se redujeron a cuatro entornos, que a la manera de un zoom van desde el más lejano y amplio (el área rural de la capital colombiana representa aproximadamente el 70% del territorio, mientras que la urbana el 30%), hasta acercarse al ambiente cotidiano de una vivienda humana cualquiera, en cuyos jardines, rincones y macetas hay también innumerables vecinos. Las siguientes páginas están ordenadas, pues, en las secciones subsiguientes: I. En cerros y páramos; II. En humedales, ríos y quebradas; III. En el barrio ; IV. En la casa. La selección de especies fue el fruto de una revisión de

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registros biológicos confirmados en Bogotá por documentos científicos e informativos, incluida la llamada literatura gris (monografías, informes técnicos y demás materiales académicos o profesionales); libros y guías de la capital colombiana y sus alrededores; y testimonios respaldados por colecciones biológicas almacenadas en Colombia (Instituto Humboldt, Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, Museo de Historia Natural de La Salle y Pontificia Universidad Javeriana, entre algunas más). Dicha revisión tuvo como propósito incluir la mayor cantidad de especies posible con presencia corroborada dentro de la jurisdicción de Bogotá. Al culminarla, se elaboraron listados para los principales grupos de vertebrados y para algunos invertebrados. Con la supervisión de un equipo de biólogos y voluntarios, cada una de las mencionadas especies fue entonces descrita y clasificada en correspondencia con sus atributos e historia natural, a partir de la información recolectada y cotejada. La mayoría está demarcada según las categorías de riesgo de extinción a escala global de acuerdo con la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza-UICN (www.iucnredlist.org), a saber, por sus siglas en inglés, CR: Critically endangered, en peligro crítico; EN: Endangered, en peligro; VU: Vulnerable, vulnerable; DD: Data deficient, datos insuficientes; NT: Nearly threatened, casi amenazado; LC: Least concern, preocupación menor; NE: Non evaluated, no evaluado. También, según lo fácil o complicado que resulta observarlas, con base en estadísticas y en apariciones documentadas, se indicó si la especie es: abundante, muy común, común, localmente común, estacionalmente común, poco común, rara y muy rara. En algunos casos especiales fueron incluidas algunas otras categorizaciones pertenecientes a listados locales. Asimismo, y en el caso particular de las aves, cada especie fue categorizada según su condición de Residente (Re): especies que se mantienen permanentemente en un mismo territorio; Endémico (En): especies cuyo rango de distribución se limita, para el caso de la presente publicación, a la sabana de Bogotá y sus confines; Casi endémico (CaEn): especies cuyo rango de distribución se limita a la sabana de Bogotá, sus confines y a algunas otras pocas regiones del mundo; Migratorio boreal (MiBo): especies que viajan de Norteamérica con destino al sur; o Migratorio austral (MiAu): especies que viajan de Suramérica con destino al norte. La sigla (Ju) corresponde a individuos juveniles. A no ser que se especifique lo contrario, todas las fotografías de aves corresponden a individuos adultos y machos. Resulta importante recalcar que a lo largo de sus vidas las aves experimentan cambios en coloración y plumaje. Cuando se trata de hembras, esto se hace explícito con el símbolo ( ). La ornitología reconoce a los machos como representativos de cada especie. Como simplificación, la sigla de metros sobre el nivel del mar (msnm) fue abreviada a ‘m’.

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Por su particular arraigo en la memoria y los afectos de innumerables habitantes de Bogotá, por tener un vínculo significativo con la historia de la capital colombiana y por tratarse de criaturas con características excepcionales, ciertas especies fueron escogidas y exaltadas a la categoría de Especies Bandera. Los textos al respecto incluyen un contenido más detallado, con consideraciones explícitas sobre comportamientos y relaciones culturales con la ciudad. El resultado es un compendio exhaustivo que, aun así, no pretende desconocer las dificultades que todo ejercicio como este conlleva. Por ser la clasificación de las muchas especies presentes en Bogotá y sus alrededores un desafío mayúsculo, con vacíos pendientes de ser llenados, algunas descripciones evidencian la ausencia de información para determinados criterios, a la fecha sin investigar o desconocidos. En lo posible, se procuró que la mayor parte de fotografías hubiesen sido tomadas dentro del territorio bogotano. Muchas de estas son el fruto de la búsqueda y selección de registros ya existentes obtenidos por profesionales con quienes se estableció contacto para incluirlas. Aun así, y pese a tratarse de casos minoritarios, en vista de la calidad comparativa y de la resolución de algunas imágenes, al confrontarlas con las demás, se hizo necesario acudir a otras fotografías de las especies confirmadas, obtenidas en lugares ajenos a los confines de la ciudad. Los curiosos se percatarán de las alusiones esporádicas a especies no descritas dentro de la obra. Haberlas omitido de la selección final no indica ligerezas editoriales, sino la carencia de fotografías o de datos científicos o anecdóticos relevantes que ameriten una descripción. Le ocurre al caracol Drymaeus chicoensis, mencionado al inicio de la sección I, En cerros y páramos, pero sin capítulo aparte dentro de ese apartado. Esta aparente arbitrariedad se justifica, sin embargo, al tratarse de un habitante endémico, cuyo nombre fue inspirado por el bogotanísimo barrio de El Chicó. Aunque la investigación científica es insuficiente y no se dispone de fotografías conocidas y de calidad que atestigüen su existencia o nos ilustren al respecto, excluirlo habría constituido todo un acto de desconsideración con un vecino tan ligado en su identidad a la capital de Colombia. Es importante anotar que las comunidades de fauna no permanecen estáticas con el discurrir del tiempo. Cada una se expande o contrae según los cambios experimentados por los hábitats, tales como alteraciones de temperaturas, regímenes de lluvias y al aumento o disminución de sus fuentes de alimento. Así, por ejemplo, aves de alta montaña que en décadas anteriores descendían con alguna regularidad a la planicie o a las laderas bajas de los cerros alrededor de la sabana, como el colibrí paramuno (Aglaeactis cupripennis) y el pitajo (Ochthoeca fumicolor) ya suelen frecuentarlas poco. De manera semejante en tiempos recientes dicha sabana se ha visto colonizada por un gran número de especies que antes habitaban tan sólo regiones con climas calientes y cálidos, entre ellas el coquito

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(Phimosus infuscatus), el alcaraván (Vanellus chilensis), el cascabelito (Forpus conspicillatus), los azulejos (Thraupis episcopus, Thraupis palmarum), el chamón (Molothrus bonariensis) y el tordo llanero (Quiscalus lugubris). Una empresa ambiciosa como la aquí descrita es por naturaleza susceptible de caer en imprecisiones, gazapos o planteamientos discutibles que ameritan debate. Pero, dado lo anterior por obvio, mejor abrazar el reto de construir desde lo colectivo antes que abstenerse, en la búsqueda de una imposible perfección. Las páginas siguientes no pretenden, pues, ser inobjetables o definitivas, sino, más bien, servir como un detonante que convoque a las almas inquisitivas, y que despierte preguntas. Algo así como un eslabón cuya existencia predisponga los ojos a observar y proteger y que empuje a los buscadores del conocimiento a continuar con una tarea documental inacabable, apasionante y saturada de ámbitos por explorar, desde múltiples disciplinas, miradas y abordajes. Vecinos inesperados no es sólo la obra de unos biólogos y especialistas, sino el fruto de una confluencia de artes y saberes que, sumados, esperan haber levantado una suerte de puente entre el conocimiento científico y los ciudadanos comunes, con la narrativa, la imagen y el corazón como herramientas, y con Bogotá y sus animales como grandes inspiraciones.

Categoría

Sigla

Descripción

Residente

Re

Especies que se mantienen permanentemente en un mismo territorio.

Endémico

En

Especies cuyo rango de distribución se limita, para el caso de la presente publicación, a la sabana de Bogotá y sus confines.

Casi endémico

CaEn

Especies cuyo rango de distribución se limita a la sabana Bogotá, sus confines y a algunas otras pocas regiones del mundo.

Migratorio boreal

MiBo

Especies que viajan de Norteamérica con destino al sur

Migratorio austral

MiAu

Especies que viajan de Suramérica con destino al norte.

Juvenil

Ju

Corresponde a individuos juveniles

Hembra


Vista de Bogotá desde la zona rural de la vereda Pasquilla, localidad de Ciudad Bolívar 22


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En cerros y páramos Los cerros son uno de los caracteres que definen la identidad biológica y cultural de Bogotá. Ubicados sobre todo en los límites de la jurisdicción del Distrito, en el caso urbano demarcan el inicio y fin de la ciudad, mientras que en términos prácticos delimitan la totalidad el paisaje de la zona rural de la capital. Estos cerros, ubicados por encima de los 2500 m, están determinados por los llamados ecosistemas alto andinos, dentro de los que sobresalen y dominan los bosques altoandinos y, en sus partes más altas, y los singulares páramos. La presencia de dichos cerros y sus respectivos ecosistemas da la mayor variedad y diversidad de especies al territorio bogotano, además de proveer de muchos otros servicios ecosistémicos a los habitantes de la ciudad. Este mapa presenta tan sólo una pequeña muestra de algunos de los cerros más conocidos, con su ubicación en el paisaje capitalino y las principales áreas protegidas existentes dentro del territorio.

Áreas protegidas POT Reserva Forestal Protectora Parque Ecológico Distrital de Montaña Área Forestal Distrital Santuario Distrital de Fauna y Flora Parque Nacional Natural

Cerros 1. Chorrillos 2. Aula ambiental Soratama 3. Alto de Patios 4. Alto de la Cruz 5. Monserrate 6. Guadalupe 7. El Once 8. Mochuelo Rural Alto 9. Usme Pueblo 10. Pasquilla 11. Embalse Chisacá 12 . Nazareth 13. San Juan 14 . La Unión

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N

E

W

1 S

2

1020000

3 4 5 6 7

8

995000

9 10

11

970000

12

13

945000 14

Caldas

Boyacá Cundinamarca

Tolima Meta

920000

Huila

1015000

990000

965000

Escala 1 : 450,000


Vengo de la montaña. Retorno al fin a la ciudad querida, más con un hierro en la sangrienta entraña donde el pájaro amor canta y se anida.

A

Poema: Regreso y adiós a la ciudad Autor: Julio Flórez

la naturaleza le tomó unos veinticinco millones de años moldear el territorio destinado a ser epicentro del imperio muisca y de la futura Bogotá. Nada es casual. Aún hoy la capital colombiana se levanta como un milagro geográfico enmarcado entre formaciones montañosas que hacen posible la existencia de varios vecinos inesperados. Los comúnmente denominados Cerros Orientales, principal referente de ubicación para muchos habitantes de la ciudad, superan las trece mil hectáreas y alcanzan en las Cuchillas de Bocagrande su punto más encumbrado a una altura de 3900 metros sobre el nivel del mar. Rebasados los 2700, en las zonas definidas por la ciencia como ‘bosque altoandino’, la niebla aún envuelve con su espesor los páramos, donde todo germina silvestre. A lo largo de tan heterogénea extensión, bien pueden los sonidos distintivos del zorro perruno entremezclarse con los aleteos del murciélago rojo. O la sagacidad de una chucha en la noche ceder el protagonismo a la hiperactividad de un conejo andino, cuando ya ha amanecido. Muy arriba, en predios poco habitados por humanos —entre frailejones, chusques, dedaleras y una paleta cambiante de grises, verdes, rojos y marrones— el viento traza su estela de brumas y lloviznas que a veces se disipan para permitir al sol asomarse un rato. Hace frío. El vapor se vuelve agua y esa agua, al correr, crea música. El suelo, con su vocación de esponja, la recoge y almacena. Una alfombra acolchada de musgo y bañada en rocío invita a no pisar y a guardar silencio, mientras el entorno nos regala su polifonía improvisada sobre vaivenes de hojas, pájaros sopranos y anfibios contralto. Los venados cola blanca macho andan compitiendo por los favores de las hembras. Pronto el crujir de sus cornamentas se verá sumado al paisaje sonoro. De súbito, tras una secuencia de contrastes que van alternándose al capricho de la luz y la temperatura, asimiladas con prodigiosa habilidad por el camaleón andino, esta postal viva se adorna con la visita no anunciada de un cusumbo. Está, o eso parece, clavando su hocico y escarbando en busca de chizas y bayas. Y no viene solo. A escasos metros camina con el debido sigilo una salamandra de Chingaza. Muy cerca, sin percatarse de la temperatura helada del estanque contiguo, dos patos andinos hacen nado

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sincronizado, mientras desde arriba un águila real enfoca aquel espectáculo gratuito con su mirada, tan potente. Más abajo, en estribaciones de la quebrada El Chicó, como quien va subiendo a La Calera, un todavía no fotografiado caracol nos da lecciones de paciencia. Se llama Drymaeus chicoensis y si lleva ese nombre no es por su modesto tamaño sino debido al cuerpo de agua que tiene por hogar y al barrio homónimo. Mientras tanto, un ratón silvestre Akodon bogotensis busca escondite. Ni él ni la lagartija anadia, coterránea suya, lo saben, pero ambos comparten el honor de ser endémicos. Las anteriores criaturas representan una muestra simbólica aunque reducida de la inmensa fauna establecida en los cerros bogotanos, lugar que ocupan con igual libertad la rana Pristimantis elegans, el gorrión de bosque, el colibrí paramuno cobrizo, el tigrillo lanudo, el fragante zorrillo, la hiperactiva ardilla cola roja y el archipopular oso de anteojos. Y, cómo no mencionarlos, también aquellos colibríes picoespada de pigmentos tornasolados, cuyo aletear pareciera ostentar propiedades terapéuticas que sólo tocan a las almas sensibles. A las administraciones distritales, la presente y las venideras, les compete la responsabilidad de potenciar y asegurar la salvaguardia y el porvenir de estas condiciones excepcionales, dignas de ser atesoradas mediante la consolidación de un circuito ambiental conforme al futuro que ya se asoma, con el agua elevada a su digna condición de líquido sagrado y una ciudadanía consciente de ello y presta a defenderlo. Dicho esto, es momento de abrigarse bien, calzar botas de alta caña, disponerse a respirar los aires puros y a hidratarse con las aguas buenas que dan estas montañas, empuñar binoculares ‘pajareros’ e iniciar un recorrido inesperado por el universo mágico de estos seres soberanos de los cerros.

Condición

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En este capítulo: 1. Zorrillo Conepatus semistriatus 2. Venado soche Mazama rufina 3. Borugo de montaña Cuniculus taczanowskii 4. Bisbita bogotana Anthus bogotensis 5. Salamandra de Chingaza Bolitoglossa adspersa 6. Colibrí inca ventrivioleta Coeligena helianthea 7. Zorzal Catharus fuscescens 8. Dormilona piquipinta Muscisaxicola maculirostris 9. Esmerejón Falco columbarius 10. Golondrina risquera Petrochelidon pyrrhonota 11. Murciélago rojo del desierto Lasiurus blossevillii 12. Puma Puma concolor 13. Tigrillo lanudo Leopardus tigrinus 14. Rana de lluvia Pristimantis elegans 15. Oso de anteojos Tremarctos ornatus 16. Lagartija anadia de Bogotá Anadia bogotensis 17. Musaraña de Thomas Cryptotis thomasi 18. Rana de cristal gigante de los Andes Espadarana andina 19. Murciélago sin cola de Geoffroyi Anoura geoffroyi 20. Venado de cola blanca Odocoileus goudotii 21. Rana dardo andina Hyloxalus subpunctatus 22. Murciélago de hombreras Sturnira bogotensis 23. Conejo andino Sylvilagus andinus 24. Atrapamoscas gorrinegro Phyllomyias nigrocapillus 25. Camaleón andino Anolis heterodermus 26. Cotinga crestada Ampelion rubrocristatus 27. Cucarachero de Apolinar Cistothorus apolinari 28. Zorro perruno Cerdocyon thous 29. Cusumbo andino Nasuella olivacea 30. Colibrí picoespina Chalcostigma heteropogon 31. Dormilona gris Muscisaxicola alpinus 32. Tangara enmascarada Pipraeidea melanonota 33. Barbudito paramuno Oxipogon guerinii 34. Colibrí picoespina purpúreo Ramphomichron microrhynchum 35. Colibrí pomponero venticobrizo Eriocnemis cupreoventris 36. Abejorro de páramo Bombus rubicundus 37. Saltón cabecilistado Arremon assimilis 38. Colibrí paramuno cobrizo Aglaeactis cupripennis 39. Canastero flamulado Asthenes flammulata 40. Gorrión de bosque Atlapetes pallidinucha 41. Chamicero andino Asthenes fuliginosa 42. Gorrión matorrero Atlapetes schistaceus 43. Abejorro negro Bombus atratus 44. Azulejo real Buthraupis montana 45. Gorra de felpa Catamblyrhynchus diadema 46. Semillero paramero Catamenia homochroa 47. Semillero colifajeado Catamenia analis 48. Semillero andino Catamenia inornata 49. Gallina ciega Chordeiles minor 50. Gorrión pizarra Cinclodes albidiventris 51. Cucarachero sabanero Cistothorus platensis 52. Pibí ahumado Contopus fumigatus

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53. Colibrí tomineja Coeligena bonapartei 54. Cucarachero rufo Cinnycerthia unirufa 55. Chucha Didelphis pernigra 56. Cachaquito montañero Dubusia taeniata 57. Conirrostro rufo Conirostrum rufum 58. Colibrí picoespada Ensifera ensifera 59. Culebra tierrera Erythrolamprus epinephelus bimaculatus 60. Gorrión paramuno Geospizopsis unicolor 61. Mochuelo andino Glaucidium jardinii 62. Tororoí leonado Grallaria quitensis 63. Tortolí comprapán Grallaria ruficapilla 64. Tororoí ondeado Grallaria squamigera 65. Colibrí gorgiamatista Heliangelus amethysticollis 66. Colaespina cejiblanca Hellmayrea gularis 67. Oropéndola de Baltimore Icterus galbula 68. Colibrí aterciopelado Lafresnaya lafresnayi 69. Coludito andino Leptasthenura andicola 70. Cometa colinegro Lesbia victoriae 71. Trepatronco perlado Margarornis squamiger 72. Comadreja andina Mustela frenata 73. Copetón viajero Myiarchus crinitus 74. Candelita frentidorada Myioborus ornatus 75. Atrapamoscas paramuno Myiotheretes striaticollis 76. Tangara cabeciazul Sporathraupis cyanocephala 77. Ardilla de cola roja Notosciurus granatensis 78. Pitajo ahumado Ochthoeca fumicolor 79. Atrapamoscas canelo Pyrrhomyias cinnamomeus 80. Tapaculo andino Scytalopus griseicollis 81. Lagartija lisa rayada Riama striata 82. Canario sabanero Sicalis luteola 83. Lagarto collarejo Stenocercus trachycephalus 84. Vencejo de collar Streptoprocne zonaris 85. Chamicero cundiboyacense Synallaxis subpudica 86. Tangara azul y negra Tangara vassorii 87. Hemispingo cejudo Thlypopsis superciliaris 88. Pato andino Anas andium 89. Trogon Trogon personatus 90. Carpintero carmesí Colaptes rivolii 91. Clarinero Anisognathus igniventris 92. Colibrí pomponero reluciente Eriocnemis vestita 93. Águila real de páramo Geranoaetus melanoleucus 94. Cucarachero pechigrís Henicorhina leucophrys 95. Cometa coliverde Lesbia nuna 96. Tiranuelo gorjiblanco Mecocerculus leucophrys 97. Pitajo pechiamarillo Ochthoeca diadema 98. Pitajo pechirrojo Ochthoeca rufipectoralis 99. Colibrí aliazul Pterophanes cyanopterus 100. Pava andina Penelope montagnii 101. Saltamontes andino Agesander ruficornis 102. Azul del chusque Lymanopoda samius 103. Avispa / Ichneumonidae: Cremastinae

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Zorrillo / Conepatus semistriatus

próximas a montañas, con bastantes matorrales. Tamaño: longitud: 34-50 cm; cola: 16-31 cm. Peso: 1,4-3,6 kg. Dieta: invertebrados, vertebrados pequeños y frutas. Hábitos: diurnos. Reproducción: sus temporadas reproductivas parecen estar asociadas a periodos cálidos. Son madres y padres dedicados. Las crías abren los ojos a unos 20 o 30 días de nacidos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mofeta bilistada, zorrillo de espalda blanca sureño, zorrillo narigón rayado. Re

Mamífero carnívoro, familiar de las mofetas y reconocido universalmente por el almizcle que despide al sentirse amenazado. Su primer registro de presencia en Bogotá es reciente. Identificación: pelaje negro, con 2 rayas blancas que se extienden desde la frente hasta unos centímetros antes de la cola. Perfume característico. Comportamiento: solitario. Para defenderse de sus agresores acostumbra disparar mediante una glándula un líquido de aroma inconfundible a una distancia de 2 m. Prefiere las zonas

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Venado soche / Mazama rufina

herbívoro. Suele alimentarse de puntas de ramas y de hojas procedentes de arbustos y árboles, aunque también de bellotas. Hábitos: principalmente diurnos. Reproducción: el periodo de gestación varía de 5 a 10 meses y suelen nacer de 1 a 2 cervatillos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: VU. Nombres comunes: corzuela roja pequeña, soche carinegro, venado colorado, venado del páramo, venado soche, venado soche castaño. Re

Ciervo pequeño y escaso. Sólo existen registros documentados de presencia suya en Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Identificación: cuerpo de color uniforme y rojizo; rostro más oscuro que el resto de la anatomía. Comportamiento: costumbres solitarias y carácter pacífico, aunque a la vez asustadizo y esquivo. Habita pequeños parches de páramos y bosques húmedos, entre 1500 y 3600 m, con gran cobertura vegetal.Tamaño: altura: 45 cm; longitud: 1 m. Peso: 8-13 kg. Dieta:

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Borugo de montaña / Cuniculus taczanowskii

tras come. Muy veloz y poco visible de día. Es en las noches cuando se reproduce y busca alimento. Tamaño: 30-60 cm. Peso: 5-13 kg. Dieta: herbívoro y de manera ocasional consume frutos disponibles en su entorno. Hábitos: nocturnos. Reproducción: en cualquier época del año, con camadas que pueden ir de 1 a 2 crías. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. Nombres comunes: guardatinaja, paca de montaña. Re

Roedor de bosques nubosos de los Andes. Reside desde Venezuela hasta Bolivia, a alturas superiores a 2000 m. Identificación: pelaje marrón o grisáceo, con parches claros, ojos salidos, azules o negros, cola corta y patas con garras. Hembras de mayor tamaño que los machos. Comportamiento: esencialmente solitario e independiente. Sostiene sus alimentos con las patas delanteras mien-

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Bisbita bogotana / Anthus bogotensis

encima de 2100 m. Realiza desplazamientos estacionales. Vive sola o en parejas, ocasionalmente en grupos hasta de 6 individuos. Suele forrajear en el suelo, en busca de semillas e insectos. Allí también fabrica sus nidos, entre la vegetación más frondosa. Tamaño: 15 cm. Peso: 15-23 g. Dieta: insectos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: noviembre-diciembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: bisbita paramuna, cachirla andina, miracielito. Re

Especie hermana de la bisbita común. Habita páramos y pastizales a grandes alturas. Presenta un canto muy elaborado, variable y complejo. Identifica­ ción: pico marrón; plumaje casi enteramente marrón con franjas negras o muy oscuras, algo más jaspeado en la cabeza y en el dorso; vientre y partes bajas de color parduzco; alas castañas, al igual que la cola, con algunas plumas ocres. Comportamiento: hábitat por

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Salamandra de Chingaza / Bolitoglossa adspersa

usualmente se encuentra en lugares poco perturbados, entre hojas caídas de frailejones, arbustos o vegetación. Ta­ maño: 6-7 cm. Dieta: pequeños invertebrados: gusanos de tierra, moluscos, moscas y escarabajos. Hábitos: prefiere merodear y desplazarse en la noche. Permanece durante el día bajo las piedras y entre la hojarasca. Reproducción: se cree que su fertilización es interna, aunque ello no ha sido documentado. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: salamandra de Chingaza, salamandra escaladora de Peters, charchala. En

Especie endémica de los bosques andinos nublados y los páramos de la Cordillera Oriental. Su pigmentación es negruzca. Desprende su cola en caso de ataques de depredadores, la que en poco tiempo le vuelve a crecer, aunque sólo se regenere. En su etapa larvaria vive en el agua y posee branquias que se desarrollan en pulmones para respirar el aire fresco del páramo durante la adultez. Identifica­ ción: piel negra, con líneas entrecortadas de color rojo o naranja, suave y húmeda. Cola del mismo tamaño que el resto de su cuerpo. Comportamiento:

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Colibrí inca ventrivioleta / Coeligena helianthea

lera terrenos abiertos. Puede ser visto con facilidad recorriendo sus rutas frecuentes de alimentación. Los machos suelen presentar conductas de defensa de territorio, sobre todo en regiones de forrajeo. Con frecuencia visita jardines floridos de la ciudad. Tamaño: 11 cm; pico: 33 mm. Peso: 6,7 g. Dieta: exclusivamente néctar de flores, entre estas abutilón, bromelias, ericáceas y bomareas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y octubre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: inca ventrirrojo, inca buchirrosado. Re

Los bellos colores de esta especie, sobre todo en el macho, la hacen muy llamativa. Suele encontrarse entre 2400 y 3400 m, especialmente en bosques húmedos, bordes de bosque y matorrales de dichos hábitats, colindantes con Bogotá. Identi­ ficación: pico largo, recto y delgado; cabeza de tono negro verdoso con una mancha verde aguamarina en la frente; plumaje entre verde claro y oscuro, negro y aguamarina, más esplendoroso en días soleados; pecho y vientre color violeta iridiscente. Comportamiento: solitario. To-

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Zorzal / Catharus fuscescens

pardo algo más pálido, casi del todo claro por debajo; patas rosáceas. Com­ portamiento: habita bosques húmedos y busca sus alimentos entre la hojarasca. Tamaño: 16-18 cm. Peso: 25-43 g. Dieta: insectos, frutos y bayas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: migratorio colorado, tordo cachetón, tordo colorado, zorzal dorsicanelo, zorzal dorsirrojizo, zorzal solitario, zorzal tropical, zorzalito rojizo. MiBo

Ave color canela. Pese a que prefiere las alturas inferiores a los 2300 m, en ocasiones esta especie migratoria se aventura a pasearse por los bosques bogotanos, especialmente en inmediaciones de los Cerros Orientales. Durante los inviernos norteaméricanos se desplaza al sur del continente. Identifica­ ción: pico rosáceo, pardo en la punta; cabeza, dorso, cola y alas rojizas, con algunos extremos naranjas o pardos; garganta y cuello estriado de tonos blanco y parduzcos; pecho y partes bajas de un

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Dormilona piquipinta / Muscisaxicola maculirostris

tes pardos muy oscuros, con franjas más claras. Comportamiento: habita zonas abiertas con poca vegetación, semiáridas. Se desplaza en vuelos cortos y rápidos buscando insectos que atrapa en el aire. También es capaz de caminar o correr muy rápido. El macho suele volar en sentido vertical y dejarse caer. Ta­ maño: 14 cm. Peso: 14 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre junio y julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Libro Rojo de Aves de Colombia: EN. La destrucción de su hábitat en la ciudad llega al 94%. Nombre común: dormilona chica. En

Es la subespecie más pequeña de las llamadas dormilonas. Su presencia se concentra en Bogotá y en municipios circunvecinos como Mosquera, Soacha, Mondoñedo y los alrededores de la laguna de La Herrera. Usualmente habita tierras entre 2000 y 3800 m. Identifica­ ción: pico delgado y corto, negro en la zona inferior y amarillento en la superior; región alta y dorso de tono pardo pálido; franja blanca por encima del ojo, a manera de ceja; cuello y pecho grisáceos, coloración que en el vientre se torna más clara, hasta degradarse por completo al blanco en partes bajas; alas y cola de tin-

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Esmerejón / Falco columbarius

sus predios de caza a gran velocidad y baja altura. En ocasiones va a cazar en compañía. Es migratoria y pasa los meses invernales en la región tropical (octubre-abril). Tamaño: macho: 25-27 cm; hembra: 33 cm. Peso: macho: 150-210 g; hembra: 189-255 g. Dieta: aves pequeñas y medianas, como reinitas, tiránidos, golondrinas y palomas, principalmente. En ocasiones atrapa lagartijas, murciélagos y algunos insectos grandes. Hábitos: diurnos. Reproducción: en Norteamérica entre marzo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: merlín. MiBo

Ave del norte de América. Ostenta color azul pizarra y matices marrones y grises. Permanece en tierras bogotanas entre octubre y mayo. Ha sido observado a alturas hasta de 3400 m. Identificación: coloración gris azulada en cabeza, pico y parte posterior de las alas; pecho y vientre de fondo blanco, con sutiles manchas antes y pequeñas líneas pardas; dorso gris. Com­ portamiento: aunque prefiere zonas abiertas, como pastizales y bordes de bosque, también se adapta bien a entornos urbanos con alta presencia de roedores y aves de menor tamaño. Sobrevuela

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Golondrina risquera / Petrochelidon pyrrhonota

miento: adaptable a casi cualquier tipo de condición climática, siempre y cuando haya cuerpos de agua cerca. Gusta de establecerse dentro de la ciudad, en campos abiertos y humedales. Puede formar grandes bandadas. Tamaño: 13 cm. Peso: 20 g. Dieta: insectívora, preferiblemente artrópodos. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: en Norteamérica, entre abril y julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: avión roquero americano, golondrina alfarera, golondrina de farallón, golondrina gorginegra. MiBo

Ave migratoria de colores azules, marrones y grisáceos. Permanece durante los inviernos en territorio suramericano. Puede ser avistada a lo largo de toda Colombia, a alturas hasta de 3000 m. Construye sus nidos con barro, pasto y saliva. Identificación: pico pequeño gris, frente blanca y parte superior de la cabeza azul oscuro metalizado; dorso pardo oscuro moteado de blanco; cuello cobrizo y pecho, vientre y partes bajas blancas y parduzcas o blancas grisáceas; alas pardas y patas grises; cola rojiza. Comporta­

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Murciélago rojo del desierto / Lasiurus blossevillii

cos. Tamaño: 100-105 mm; cola: 50 mm. Peso: 7-13 g. Dieta: insectívora, principalmente de polillas. Hábitos: nocturnos. Reproducción: entre agosto y septiembre. Pueden tener hasta 4 crías a la vez. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: murciélago cola peluda de Blossevillii, murciélago escarchado chico, murciélago rojo del oeste. Mi

Especie curiosa de murciélago migratorio, como las aves. Contrario a lo que su nombre indica, no habita los desiertos. Identificación: color rojizo y rostro corto, hocico levemente cóncavo en parte anterior, fosas nasales muy separadas, sin hoja nasal; pelaje denso, suave y largo. Comportamiento: carácter solitario. Suele habitar bosques húmedos y se-

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Puma / Puma concolor

ataca. No puede rugir. Especie territorial, aunque no siempre dominante en las regiones donde habita. Tamaño: longitud: 2,4 m (de nariz a cola); altura: 60-80 cm. Peso: 34-72 kg. Dieta: carnívora. Está en disposición de consumir cualquier animal que pueda devorar, incluidos insectos. Hábitos: más activo al anochecer y al amanecer. Reproducción: cada 2 o 3 años. Las hembras alcanzan su madurez entre los 1,5 y los 3 años de vida, y está capacitadas para procrear hasta 6 cachorros en cada camada. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: león americano, león de montaña, puma. Re

Felino de dimensiones prominentes, nativo de América. Pese a haber sido una criatura de valor simbólico importante para las culturas precolombinas, quienes en chibcha lo llamaban chihisaba, hoy su densidad poblacional es baja. Identifica­ ción: ágil y esbelto; orejas erguidas y cabeza redonda; patas delanteras de tamaño considerable y muy fuertes; colmillos para atrapar y desgarrar presas grandes. Coloración uniforme, que puede variar de gris plateado a rojizo. En contra de la creencia popular, no está documentada la existencia de pumas negros. Comportamiento: solitario y huraño en presencia de humanos. Raramente

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Tigrillo lanudo

que se resguardan en otros sectores del país. Todavía están, pues, por ser adelantados los estudios taxonómicos y morfométricos que determinen si en efecto se trata de una criatura endémica de la capital colombiana. El tigrillo lanudo es solitario y noctámbulo, dos condiciones que facilitan la consecución de sus presas. Sólo hace parejas en temporadas de apareamiento, algo para lo que únicamente está facultado durante cinco oportunidades durante toda su existencia, que con suerte puede alcanzar los dieciséis años. Caza aves, roedores, zarigüeyas e insectos, en los árboles y en el suelo. La pérdida y la fragmentación del hábitat del lanudo por actividades humanas, la caza en represalia por las desapariciones de animales domésticos y aves de corral, además de la urbanización de sectores antes habitados por él, tienen en jaque la supervivencia del Leopardus tigrinus. Los constantes procesos expansivos de Bogotá menguan las poblaciones animales que sirven de alimento al tigrillo. Se han encontrado especímenes cerca de la reserva Thomas van der Hammen, infortunadamente atropellados. Son algunos individuos que llegan desde los Cerros Orientales hasta allí, donde han sido vistos merodeando condominios y las pocas fincas que aún se conservan. Los también llamados ‘gatos manchados’ han sido objeto, además, de persecuciones debidas a la suavidad y hermosura de su pelaje. Su mirada cálida y sus bellos colores hacen del lanudo una criatura apetecida y mágica. Algunos humanos, incluso, gustan de capturarlos y mantenerlos cautivos en sus casas, a manera de trofeos vivos o de mascotas. Quiera el destino que estos recientes hallazgos sirvan de impulso e inspiración a los ciudadanos, vecinos y autoridades ambientales, para que todos al unísono griten, exalten y resguarden las virtudes de estos excepcionales vecinos, emblema de un ecosistema que bien puede renacer, si así lo queremos.

Leopardus tigrinus

Alguien subió al ‘trolley’ con un tigrillo, tal vez lo llevaba en el bolso y el cobrador no lo vio. Tomado de: El libro de los buses de Bogotá Autores: Juan Carlos Pérgolis y Jairo Valenzuela Finalizaba 2013 cuando un habitante de Bosques de Torca comenzó a alarmarse por la desaparición de algunas aves de corral que junto a él ocupaban su residencia campestre, quizá devoradas por un mamífero carnívoro. Los responsables, según sospechaba, eran unos gatos nada comunes a quienes había visto merodear su domicilio. Para indagar por la identidad de estos seres, el inquieto hombre estableció contacto con profesionales de la fundación ProCAT, quienes supusieron, por la descripción, que pudiera tratarse de tigrillos lanudos, de los que alguna vez se sabía que habían poblado la región, para luego desvanecerse, debido a actividades de cacería. Así, desconcertados ante la desaparición de animales y a la vez curiosos por el fenómeno, científicos y ocupantes de predios cercanos se unieron en la búsqueda de semejantes vecinos tan esquivos. Instalaron cámaras-trampa en árboles del bosque y, seis meses más tarde, revisaron lo registrado. En efecto, un felino diferenciable de los demás, a quien de inmediato identificaron como representante de la especie Leopardus tigrinus, andaba circundando los predios en cuestión. Aún sigue sin conocerse con certeza si aquella población hallada en los Cerros Orientales de Bogotá es diferente de la de Antioquia o de los individuos

Peculiaridades Junto al Leopardus guigna, de Chile y Argentina, el Leopardus tigrinus es uno

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Características

de los felinos salvajes más pequeños de toda América. Los felinos son sumamente adaptables a climas muy diversos. De hecho, otro pequeño y manchado, el ocelote, también puede subir hasta por lo menos 2400 m. De las 7 especies de felinos registradas en Colombia, 6 ascienden a regiones con temperaturas frías. Un peligro significativo para el tigrillo lanudo lo representa el tránsito de vehículos en inmediaciones de lugares habitados por él. Con frecuencia varios mueren atropellados. En febrero de 2017 un tigrillo, pero de la especie Leopardus pardalis, fue hallado y rescatado en el conjunto La Herradura, situado dentro de la localidad de Suba. Había sido víctima del tráfico ilegal de animales. Muchos expertos están convencidos de que aquellos tigrillos lanudos que residen en Bogotá pertenecen a una especie única. Es urgente realizar los estudios de rigor para comprobarlo y así, de ser del caso, presentar al bogotano ante el mundo como el muy ilustre vecino que es.

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Felino pequeño, salvaje y esquivo. Hasta 2013, cuando fue hallado a la altura del humedal Torca, no existía certeza alguna de su presencia, más allá de noticias sin confirmar por parte de los habitantes de este mismo sector. Identificación: proporciones ligeramente más grandes que las de un gato doméstico; cabeza pequeña, con hocico y bordes de los ojos casi blancos; nariz rosácea; resto del pelaje de tonos aleopardados, de fondo amarillo pardusco adornado con manchas y rosetas irregulares algo más oscuras y bordeadas de negro; cola con una sucesión de anillos oscuros (12 en promedio) separados por una base amarillenta; pecho y vientre más claros, con manchas difusas. Machos algo más grandes que las hembras. Comportamiento: excelente trepador de árboles, aunque terrestre. Vive oculto en el bosque andino nublado, entre 1600 y 4800 m. Su distribución geográfica abarca las tres cordilleras, en gran parte de la región andina de Colombia. Altura: 22-30 cm. Longitud de cola: 20-42 cm. Peso: 1,5-3 kg. Dieta: roedores y aves pequeñas y, en ocasiones, también reptiles e insectos. Hábitos: nocturnos y crepusculares. Reproducción: anual, la hembra puede tener de 1 a 3 crías. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: VU. Instituto Humboldt: VU (por minería). Nombres comunes: gato manchado, gato tigre, leopardo tigre, oncilla, tigrillo gallinero, tigrina. Re

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Rana de lluvia / Pristimantis elegans

y bosques nubosos de la Cordillera Oriental colombiana. Las hembras depositan sus huevos bajo troncos y rocas y sus crías nacen directamente de ellas, sin pasar por la etapa de renacuajos. Canta frecuentemente para proteger sus territorios. Tamaño: 4 cm. Dieta: insectívora. Hábi­ tos: nocturnos y crepusculares. Repro­ ducción: directa, sin metamorfosis. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: VU. En

Se caracteriza por su coloración marrón manchada y por ser endémica de la Cordillera Oriental de Colombia. Es muy similar en su aspecto a la Pristimantis bogotensis. Habita entre 2600 y 3300 m. Identificación: coloración marrón con pequeñas manchas oscuras y claras distribuidas aleatoriamente en cabeza, patas y dorso; vientre rosáceo. Comportamiento: habita los páramos de Sumapaz, La Rusia

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Osos de anteojos

querer, oxigenan la tierra. Lo anterior al escarbar con sus garras en busca de bayas y lombrices. Pero hay más: los Tremarctos ornatus están especializados en trepar y suelen descansar durante parte del día encima de árboles altos, donde acostumbran construir plataformas de observación. En sus lapsos reproductivos, los osos de anteojos suelen localizarse entre sí mediante huellas y aromas. Tras la cópula el macho se aleja. Luego de ocho meses de gestación, las hembras llegan a tener un máximo de tres crías, aunque casi por regla sólo sobrevive una de ellas, dadas las difíciles condiciones del hábitat. El osezno permanece con su madre también durante ocho meses en promedio y a continuación vaga en libertad, mientras va recibiendo lecciones de supervivencia que la naturaleza misma sabe proporcionarle y aplicando lo ya aprendido de su progenitora. Cuatro años después alcanza la madurez sexual. En los territorios habitados por el Tremarctos ornatus este no tiene rivales comparables. Sólo en medio de circunstancias aisladas, por simple desconocimiento, algunos vecinos humanos lo consideran de manera equivocada como una amenaza para sus actividades agropecuarias. Muy por el contrario, y aunque a veces accidentalmente termine vulnerando cercas y hogares, el oso andino prefiere evadir a la gente y no atacar al ganado. De hecho, las muertes de animales por cuenta de este ser, casi vegetariano, son muy inusuales. Por demás, aún existe entre algunos supersticiosos la creencia de que sus patas poseen propiedades curativas. Ello ha propiciado la aniquilación de muchos de ellos para venderlas como supuestas pócimas o como ungüentos de carácter milagroso. El lugar de relevancia del oso de anteojos como personaje nacional es tal que desde 2004 su imagen aparece acuñada en las monedas de cincuenta pesos colombianos. Aun así, más allá de tales homenajes simbólicos, la prioridad mayor es ofrecerle un entorno tranquilo y proteger su vida, respetando su ambiente natural. Labor invaluable aque-

Tremarctos ornatus

Oso: ¡osito de anteojos! Tus manchas blancas te hacen ver genial. Sensacional. Canción: El oso de anteojos Intérprete y autora: Charito Acuña A Bogotá le corresponde el honor de alojar la especie más cercana a los bellos pandas de origen mandarín de cuantas habitan el continente. Es un vecino único, con aire de imponencia, que deambula por las montañas envuelto en su abrigo oscuro de invierno. Se asemeja a su más conocido familiar en la proporción de la cabeza con el resto del cuerpo y en lo mucho que disfruta de sentarse durante horas a consumir grandes cantidades de chusque andino, planta también emparentada con el bambú de tierras chinas. Los denominados ‘osos frontinos’ son los únicos sucesores vivos de los llamados ‘osos gigantes suramericanos de hocico corto’ del lejano pleistoceno. Es posible verlos retozar sobre suelos ubicados a grandes alturas, casi siempre paseando solitario por bosques, pisos montanos, pastizales andinos y, sobre todo, por los páramos. Aunque no son territoriales ni en modo alguno agresivos, suelen procurarse una permanente soledad para evitar la competencia o la escasez de alimentos. Si algún día llegan a atacar, eso ocurrirá tan sólo como último recurso defensivo, erizándose e irguiéndose en sus patas traseras para intimidar al agresor. Durante periodos de crianza, las hembras pueden tornarse algo más territoriales y hostiles, con el fin de resguardar a sus oseznos. Por su labor silenciosa e imprescindible de dispersores de semillas, los osos andinos resultan esenciales para mantener el equilibrio natural de los bosques altoandinos. También, sin

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Características

lla de instruir a los humanos que compartan territorio con ellos para que así vayan librándose de todo prejuicio y asimilando el compromiso vital que implica tenerlos como vecinos.

Habitante célebre de las montañas andinas y único oso que reside en América del Sur. Está capacitado para vivir a alturas entre 1000 y 4300 m y constituye uno de los grandes emblemas de los páramos y cerros de Bogotá. Identificación: machos y hembras muy similares en apariencia, aunque el macho suele ser hasta un 33 % más grande. Pelaje principalmente negro, áspero al tacto. Existen también unos pocos ejemplares marrones o rojizos. Hocico corto, blanquecino o café, adornado con unas manchas amplias del mismo tono alrededor de los ojos, inspiradoras de su nombre más común. En ocasiones dicha coloración blanca desciende por el cuello, hasta el pecho, para formar una suerte de ‘babero’ triangular. El patrón de pigmentación en el rostro varía de un individuo a otro. Patas provistas con 5 dedos dotados de grandes garras color hueso, curvas y muy afiladas. Piel mucho más delgada que la mayoría de los osos. Comportamiento: personalidad solitaria. En regiones muy pobladas de bosques, acostumbran crear senderos para facilitar desplazamientos complejos. Establecen una comunicación por olores, muy efectiva. Son considerados excelentes trepadores. Erigen plataformas en las ramas para procurarse descanso. Andar erguidos les facilita la visibilidad correcta de su entorno y les permite lucir más amenazantes. De día se resguardan en cuevas, entre la vegetación o en grandes raíces y troncos de árboles caídos. Altura: 1-2 m. Peso: 80-180 kg. Dieta: principalmente bromelias, chusque, bayas, frutos, semillas, aunque en ocasiones también incluya carne y algunos insectos. Hábitos: diurnos y crepusculares. Reproducción: durante todo el año, en particular durante el periodo abril-junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: VU. Nombres comunes: jukumarí, oso andino, oso frontino, oso sudamericano, ucumarí. Re

Peculiaridades Por no ser un habitante de nevados, el oso frontino se abstiene de hibernar. Se sabe que 80% de la dieta del Tremarctos ornatus es de origen vegetal. Por tal razón es considerado, al lado del panda, como el más herbívoro de los úrsidos. Desde 2001 se han establecido políticas para su protección en el Programa Nacional para la Conservación del Oso Andino. La caza furtiva e ilegal sigue siendo uno de las grandes amenazas que se ciernen sobre el oso de anteojos. Contrario a los 74 pares de cromosomas acrocéntricos que caracterizan a todas las especies de osos, los andinos tienen 54.

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Lagartija anadia de Bogotá / Anadia bogotensis

maño: longitud rostro-cloaca: 4-6,7 cm. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Re­ producción: permanente y en cualquier temporada del año. Las hembras depositan sus huevos bajo las rocas, suelen reutilizar los lugares de anidación y forman nidos comunales. Un solo nido puede llegar a contener de 2 a 60 huevos. El periodo de incubación toma de 6 a 7 meses. La madurez sexual es alcanzada al medio año de vida. Conservación: Libro Rojo de Reptiles de Colombia: VU. Nombre común: lagartija anadia bogotana. En

Lagarto pequeño, endémico de la Cordillera Oriental colombiana. Identifica­ ción: cuerpo de colores entre marrón oliváceo y gris oscuro. Vientre de tonalidades entre gris y negro con matices azul verdoso. Machos de cabeza más ancha que las hembras. Comportamiento: suele permanecer entre las rocas. También bajo la hojarasca o la vegetación. El macho más apto tiene la propiedad de impedir el desarrollo sexual de sus rivales mediante señales hormonales. Ta­

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Musaraña de Thomas / Cryptotis thomasi

Emplea pequeños senderos entre musgos, hojarascas y hierbas para su desplazamiento. Suele buscar refugio bajo rocas y árboles. Tamaño: cuerpo: 8,3 cm; cola: 2,9 cm. Peso: 7-12 g. Dieta: invertebrados, como insectos, arañas, ciempiés y lombrices de tierra, entre otros. Hábitos: nocturnos. Reproducción: al parecer produce 2 crías por año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: musaraña de montaña, musaraña de orejas cortas. En

Especie endémica de la Cordillera Oriental colombiana. Habita bosques nubosos y húmedos, además de páramos. Por sus hábitos, avistarla resulta en extremo difícil. Aunque parece un ratón, no es roedora. Identificación: cabeza larga puntiaguda y ojos muy pequeños; mancha roja en la frente y pelo aterciopelado, con tintes entre castaño grisáceo y marrón oscuro en el dorso. Comporta­ miento: criatura terrestre y solitaria.

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Rana de cristal gigante de los Andes / Espadarana andina

tación cercana a arroyos y quebradas. Los machos son muy territoriales y en ocasiones luchan con otros individuos. Tamaño: 26-29 mm. Dieta: insectívora. Hábitos: nocturnos. Reproducción: todo el año, con mayor intensidad en meses lluviosos. Al poner los huevos, los machos se quedan cerca de ellos, vigilantes, arrullándolos con su suave y agudo canto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: rana de cristal gigante de los Andes. En

Especie de coloración verde, con algunas regiones transparentosas, característica a la que debe su nombre. Identificación: tamaño mediano, color dorsal verde, con puntos oscuros, negros, verde oscuro o marrón. Cabeza ligeramente más ancha que el resto del cuerpo. En vida, el color de sus huesos es verde también. Hembras más grandes que los machos. Comportamiento: prefiere la actividad nocturna entre la vege-

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Murciélago sin cola de Geoffroy / Anoura geoffroyi

presas, ya que se alimenta principalmente del néctar de flores, de ahí su larga lengua. Los neonatos pueden volar muy rápido, aunque días después de su nacimiento se cuelgan de la madre y van a donde ella se dirija. Emplean diferentes sonidos como códigos de comunicación entre los miembros de sus colonias. Ta­ maño: 7 cm. Peso: 18 g. Dieta: polen, frutas, néctar e insectos. Hábitos: nocturnos y crepusculares. Reproducción: anual, posterior a las temporadas de lluvias. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: murciélago lengüilargo sin cola, murciélago rabón de Geoffroy. Re

La nariz en punta, la mandíbula inferior sobresaliente y la ausencia de cola son sus principales características. Puede habitar cavernas de bosques nublados y árboles, a alturas entre los 1200 y 2600 m. Identificación: pelaje castaño a pardo oscuro; sin membrana entre las patas traseras ni cola; nariz achatada en punta, igual que las orejas; hocico alargado y delgado, con la mandíbula inferior un poco más larga que la superior; hombros y cuello usualmente de tono plateado; lengua muy larga. Comportamiento: utiliza la ecolocalización, aunque no para cazar a sus

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Venado de cola blanca

grandes que sus similares del norte. Colombia tiene la suerte de servir de vivienda a tres especies: la O. v. ustus, la O. v. cariacou y la ya mencionada O. v. goudotii. Esta última, cuota bogotana a la biodiversidad, profesa un gusto particular por las zonas altas de montaña, lugar que parece concordar a la perfección con su temperamento y su dieta. Aunque pacíficos e inofensivos con la especie humana, los venados de cola blanca son criaturas muy despiertas, siempre atentas a cualquier movimiento o sonido, para así reaccionar en concordancia. Como estrategia de defensa con la que acostumbran confundir a sus depredadores en caso de ser atacados, conforman grupos reducidos. Pese a que no tienen la vista muy aguda, su oído y su olfato sí están considerablemente desarrollados. Las hembras despliegan comportamientos más sociales que los machos, viven con sus cervatillos y llegan a estar maduras para procrear cuando alcanzan los dos años. Los machos llegan a adultos después de cuatro años. En temporadas distintas a la del apareamiento, los venados cola blanca machos y hembras no tienen interés alguno en temas de pareja y escogen andar solos. Pero, llegado el momento de entremezclar genes, el talante pasivo de los machos se torna agresivo y los hace competitivos entre si. Tales rivalidades por el favor de las hembras se resuelven combatiendo violentamente en gestas que distan en demasía de asemejarse a una escena de Bambi, dados los fuertes choques de cornamentas y el estruendo que provocan. Después de batirse con valentía y arrojo, el macho airoso podrá procrear libremente con cada hembra del rebaño. El venado cola blanca es un colaborador importante en el control de la población de algunas especies vegetales de los páramos de Bogotá. También contribuye como dispersor de semillas y favorece el ciclo de los nutrientes. De ahí que resultara tan preocupante comprobar, finalizando el siglo XX, que los vaticinios con respecto al futuro de este noble vecino fueran tan pesimistas, pues su número venía en franca disminución. La pérdida de hábitat, sumada a perros

Odocoileus goudotii

Recuerdo el sol de los venados desde un balcón crepuscular. Los días huían como nubes altas, de un cielo matinal. Allí fui niño, allí fui niño y tengo ganas de llorar. Ah, tristemente os aseguro: tanta belleza fue verdad. Poema: El sol de los venados Autor: Eduardo Carranza A cuarenta kilómetros de Bogotá, entre los paisajes apacibles del Parque Nacional Natural Chingaza y en medio de nieblas heladas, la penumbra crepuscular se adorna con el andar de aquellos vecinos muy generosos que, sin manifestar desconfianza, disfrutan de observar y ser observados mientras van salpicando todo de alegría en derredor, despreocupados de que algún humano esté admirándolos. Un aviso de carretera advierte que hay muchos en la vía. Si alguien atrevido se les acerca con lentitud a quedarse viéndolos, habrán de responderle contemplándolo con fijeza, en lo que pareciera una modalidad mágica de comunicación visual. ¡Y cómo dejar de mirarlos! El vasto grupo de los Odocoileus se extiende desde Canadá hasta Perú. Pero los venados de la cordillera en Colombia constituyen una especie única. Y no son estas las palabras de algún bogotano exagerado o en demasía orgulloso de su casa. Lo dice la ciencia, que no cesa de documentar su singularidad. Existen más de treinta subespecies de venados de cola blanca. Muchas ya comienzan, incluso, a ser consideradas especies con rótulo propio. Las de tierras tropicales son, por regla, menos

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Características

ferales y otras agresiones, fueron comprometiendo su supervivencia. Por fortuna, los resultados de un seguimiento científico a los colablanca realizado durante años y en forma mancomunada entre voluntarios, profesionales, trabajadores y habitantes de cercanías a zonas paramunas han traído noticias gratas. La población de venados de cola blanca va en aumento. Estadísticas y proyecciones aparte, el venado cola blanca es sin objeciones un vecino cálido, laborioso y, por demás, bello, a quien resulta preciso dar trato de hermano… un leal hermano que sin quererlo simboliza a aquellos inclaudicables que, no importando contratiempos ni tempestades, insisten en aferrarse como pocos a su tierra.

Rumiante mediano, emparentado con los ciervos y renos europeos. Familiares cercanos suyos de la especie Odocoileus virginianus se encuentran dispersos desde Canadá hasta el sur de América. Lo distingue de ellos el pertenecer a la subespecie O. v. goudotii, endémica de los Andes y situada en mayor número dentro de los páramos de Chingaza y Sumapaz. Sus comportamientos y patrones particulares, producto del entorno, y algunas sutiles diferencias en su morfometría, lo hacen único. Aún se discute su nombre, si se considera especie o subespecie, y más evidencia futura permitirá a la ciencia resolver este aún importante enigma. Identificación: orejas muy notorias, cuerpo tonificado y mirada noble; cola pequeña de color claro, distinto al del resto de su anatomía; pelaje entre grisáceo y marrón. Los machos son de mayor tamaño que las hembras y portan cornamentas ramificadas, elegantes, vistosas y con una breve inclinación hacia atrás, que pueden alcanzar los 40 cm de largo y se renuevan al finalizar cada apareamiento. Comportamiento: utiliza la cola como herramienta de alerta entre sus congéneres, mediante rápidas sacudidas. La mayor parte de su tiempo suele destinarlo a procurarse alimento proveniente de hojas de árboles y hierbas. Tanto machos como hembras poseen glándulas odoríferas que emplean para comunicarse, atraer a sus parejas y establecer territorialidades, casi siempre a través de las micciones. Pueden integrar grupos de hasta 15 individuos. Gustan de terrenos abiertos, con vegetación dispersa. Tamaño: largo: 1,60 m; altura: 80 cm-1 m. Peso: macho: 50 kg; hembra: 30 kg. Dieta: completamente herbívora de pastos, hierbas y ramas frescas. Hábitos: diurnos y crepusculares. Reproducción: en octubre las hembras están listas para la cópula y los machos compiten por ellas. El triunfador podrá reproducirse con un número apróximado de 8 hembras. Las crías nacen entre abril y mayo. Cada hembra está capacitada para procrear un solo cervatillo a la vez. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NE. Nombres comunes: ciervo de cola blanca, venado gris. Re

Peculiaridades Los parientes próximos del Odocoileus goudotii en otras regiones del mundo tienden a alterar su color con las estaciones. Dado que la sabana de Bogotá no las tiene, en los páramos capitalinos este siempre se mantiene idéntico. El sistema de combate que precede al apareamiento del venado cola blanca es un mecanismo natural de selección. Sólo los machos más fuertes consiguen aparearse. Si un macho de venado cola blanca no siente sus necesidades nutricionales satisfechas, se automargina de la competencia por las hembras. La expresión “sol de los venados”, popular en Bogotá, alude a la coloración naranja que adquiere un cielo soleado al morir la tarde y que bien puede apreciarse en algunos atardeceres que despuntan desde los Cerros Orientales. La del venado de oro es una famosa historia bogotana sobre el supuesto hallazgo de una escultura con esas ca­­ racterísticas en 1682 por parte del portugués Diego Barreto, mientras se escondía de sus perseguidores en las cuevas de Guadalupe. Muchos establecimientos comerciales capitalinos, entre hosterías, joyerías y chicherías, han llevado ese nombre.

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Rana dardo andina / Hyloxalus subpunctatus

dondeado y prominente. Labio superior casi siempre blanco y bordeado de marrón. Comportamiento: habita praderas, humedales, páramos y pantanos. Ta­ maño: 4-5 cm. Dieta: insectívora. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: deposita sus huevos en tierra. Al eclosionar, los machos se encargan de llevar a los renacuajos a los cuerpos de agua cercanos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: rana con crema. En

Especie endémica de Colombia de color marrón con matices verdosos y líneas oscuras. Posee una toxina de baja potencia, útil para hacerles frente a sus enemigos y depredadores. Dicha sustancia ocasiona un fuerte dolor y tiene un sabor muy desagradable. Goza de buena adaptación a los cambios de su hábitat natural. Identi­ ficación: cuerpo color marrón oscuro, con líneas de tono crema que atraviesan verticalmente toda la espalda. Hocico re-

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Murciélago de hombreras

al orden de los quirópteros. Los vecinos habitantes de las cercanías a humedales como La Conejera suelen conocerlo muy bien. Por injustificadas razones, prejuicios humanos lo han cubierto de oprobio a él y a sus demás semejantes. Tales pensamientos parten de creencias antiguas, fundamentadas en una interpretación equivocada de la singular virtud que ostentan de volar velozmente en espacios sin luz. Durante los siglos previos al descubrimiento del principio del sonar, y en particular dentro de la antigua Grecia, se supuso que tal don tenía su origen en una alianza con fuerzas fantasmales, una superstición reforzada por los chillidos tan agudos que los murciélagos suelen emitir, aterradores, al parecer de muchos. Lejos de ser invocaciones de ultratumba, dichos ruidos constituyen un sofisticado mecanismo de la naturaleza denominado ecolocalización. Consiste en que, al chocar las ondas contra otras superficies y regresar a sus emisores, los murciélagos logran descifrar la topografía del entorno, sin precisar iluminación. La presencia de la hoja nasal en la anatomía del Sturnira bogotensis, una suerte de cresta que pende elevada y muy graciosa de su rostro, a la altura de la nariz, refuerza el mencionado sistema de ‘georreferenciación’. Pese a que los conflictos de identidad no están entre las preocupaciones corrientes del murciélago común, ciertos humanos desinformados sí han tendido a perpetuar errores con respecto a su genealogía e historia. Por su rostro, no son pocos quienes piensan que son roedores y por sus alas los confunden con aves. Pero la verdad es que constituyen una modalidad muy peculiar de mamíferos, única, de hecho, capacitada para volar. Las formas de comunicación entre murciélagos, los de hombreras incluidos, siguen siendo un horizonte por comprender y estudiar e implican uno de los retos todavía pendientes de cumplir por la investigación científica. En lo concerniente al protagonista de este relato, baste decir que, aunque reputado, aún hay mucho por saber

Sturnira bogotensis

Sobre la calle, desnuda y sola, como un murciélago de sombra helada, sigue batiendo la lluvia –es noche– sus negras alas. Poema: Tarde de invierno Autor: Álvaro Mutis Difícil fue aquella mañana cuando, presta a tomar su jornada diaria de baño, Natalia, habitante de Chapinero Alto, se tropezó con un murciélago que pendía del techo de la ducha y para cuyo amigable desalojo debió acudir a los auxilios de su compañero. “¡Giovanni: se nos metió un dinosaurio!”, exclamó petrificada al llamarlo. El caso no es inusual. Concentrado en tareas tan valiosas –y ajeno a cuantas palabras siniestras sean pronunciadas en su nombre– hay en la sabana y sus contornos un particular vecino a quien sería bueno conocer y mirar con algo más de interés y gratitud. Sin él los bosques neotropicales encontrarían difícil renovarse. Gracias a su presencia, Bogotá ha brillado en las memorias de innumerables biólogos y entusiastas de los murciélagos, aquellos grandes incomprendidos cuyos sonidos característicos, sumados a su batir de alas, añaden cierta musicalidad a los Cerros Orientales. Lleva el toponímico bogotensis porque fue en Bogotá donde en 1927, por vez primera, un científico se ocupó de describirlo. El murciélago de hombreras, con parientes próximos diseminados a lo largo de América del Norte, Central y del Sur, de México a Argentina, sin olvidar algunas islas del Caribe, resalta por ser un estupendo dispersor de semillas. Pertenece, como todos sus congéneres,

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acerca de él. De hecho, tan simpática y calumniada especie sigue a la espera de que la ciencia pose sus ojos con mayor atención sobre ella, para documentar sus comportamientos, dietas y hábitos reproductivos, y así poder contárselos al mundo. El de hombreras es sólo uno entre los siete distintos murciélagos que adornan Bogotá y, quizá, el más famoso. Quieran el destino y la suerte que algún día alguien emprenda por fin el reto de consagrarse a los enigmas y secretos que esta maravillosa criatura encierra dentro de sí.

Especie de tamaño mediano. Se lo conoce como “murciélago de hombreras” por el color amarillo característico de los hombros en ejemplares machos. Ocupa, además de algunas regiones de Colombia incluida Bogotá (donde fue clasificada), tierras bolivianas, ecuatorianas, peruanas y venezolanas. Pese a que su nombre recuerda a la capital colombiana, las deudas de los científicos locales con respecto a un mayor conocimiento sobre su conducta son cuantiosas. Identificación: rostro alargado; pelaje suelto y corto; cuerpo robusto, cabeza amplia, cuello ancho y hocico también ancho y corto; dorso de tonos pardos blanquecinos a grisáceos pardos y claros; rostro cubierto de pelos; ojos grandes y vivos; labio inferior con tres verrugas centrales, rodeado de algunas otras, algo más pequeñas; dispone de hoja nasal, pero carece de cola; incisivos centrales aplanados y filudos. Machos con hombros amarillos rojizos, hembras de mayor talla que los machos. Comportamiento: reside en territorios de vegetaciones boscosas, densas y altas. Dentro de Bogotá habita principalmente los Cerros Orientales y humedales. Forma grupos pequeños. Suele refugiarse en oquedades de árboles, cuevas o barrancos. Tamaño: 66-77 mm. Peso: 19-20 g. Dieta: frugívora. Gusta del néctar de flores y de savias de árboles. También de plantas y frutos, principalmente de Cecropia, Piper y Solanum. Hábitos: nocturnos. Reproducción: es poco lo que se conoce sobre sus patrones reproductivos, pero las hembras están en capacidad de procrear 2 crías anuales y una por parto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: murciélago de charreteras, murciélago de hombros amarillos de Bogotá. Re

Peculiaridades De las cerca de 1300 especies de murciélagos clasificadas, sólo 3, curiosamente americanas todas, consumen sangre. El sistema inmunológico de los murciélagos es excepcionalmente resistente, algo que los convierte en aliados ideales para el desarrollo científico de vacunas. La saliva de algunas especies funciona como un anticoagulante natural de propiedades sumamente valiosas. Las especies de murciélagos que cohabitan en el mismo territorio han sabido repartirse los horarios de búsqueda de alimento, para así minimizar la competencia. Mientras una sale en pos de él, las otras suelen descansar. En tierras colombianas los murciélagos constituyen al menos el 50% de la riqueza total de mamíferos. Un solo murciélago es capaz de emitir ruidos que alcanzan hasta 140 decibeles.

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Conejo andino

La razón fundamental para la presencia de conejos cola de algodón en predios de Bogotá es lo bien que han sabido acomodarse a la dieta que la naturaleza capitalina les otorga con generosidad. Cuanto más cuantiosa la vegetación, más extendido el número de estos vecinos. Si se tratara de escoger un escenario ideal para la comodidad del también llamado tapiti, lo aconsejable sería algún terreno en el que se mezclaran áreas descubiertas con materiales densos. Matorrales y páramos cumplen a cabalidad con tal requisito. El conejo de bosque es esmerado al procurarse vivienda confortable. De ahí que sea experto en hacer de los matorrales sus hogares, adecuados por él con sistemas de túneles, pequeñas recámaras y senderos. Por desgracia, la vida de los conejos de páramo no está exenta de amenazas. Muchos humanos los sirven estofados en sus mesas y otros tantos han preferido emplear sus pieles para elaborar adornos. Aparte de cazadores que cultivan ambas prácticas, hay perros, comadrejas y águilas de páramo en permanente acecho. También existen, justo es decirlo, quienes han aprendido a admirarlos y a compartir el espacio con ellos, al margen de sus frecuentes fechorías. Para remitirnos a un caso, está el de los habitantes de vecindarios como Floresta de la Sabana, en Torca, cuyos cultivos domésticos suelen verse acechados por estos simpáticos, aunque traviesos vecinos, comedores ávidos, también, de tréboles morados. El silvilago andino todavía necesita dedicación y conocimiento, y sin duda haría bien la ciencia en mirarlo con mayor atención. Hacen falta estudios morfométricos y genéticos de rigor para aclarar si son o no una especie, un compromiso que toca de especial manera a los habitantes de aquellas tierras donde quizá reside en exclusiva. Bogotá es, por tanto, la responsable de primera línea en la conservación e investigación de estos graciosos y pacíficos vecinos.

Sylvilagus andinus

Érase un conejito que vivía en remoto rincón de un monte espeso, albergue fiel donde jamás llegaron astuto cazador ni ágil podenco. Poema: El conejo aventurero Autor: Rafael Pombo Solitario y nocturno, este vecino deambula por el verde buscando ramas jóvenes, brotes, hojas y cortezas. No sabe que nuestra cámara espía registra sus movimientos, entre ágiles y nerviosos, para así contarle al planeta entero acerca de la biodiversidad que exhiben las zonas paramunas y montañosas de la capital colombiana y sobre uno de sus más simpáticos representantes. La mayoría de conejos domésticos residentes en América proviene de España y Francia. Por cierto, antes de que estas dos naciones comenzaran a diseminarlos al resto de Europa, las liebres, parientes famosas del Sylvilagus andinus, eran más populares y abundantes que los conejos dentro del antiguo continente. Esto explica su presencia constante en fábulas, versos y obras pictóricas de tiempos distantes. A diferencia de sus familiares europeos domesticados, a menudo blancos o de tonos muy claros, los conejos andinos muestran coloraciones tendientes al marrón. Gustan de páramos y montañas. Más que caminar, los silvilagos andinos saltan. Y lo hacen con particular gracia. De día buscan escondite en la maleza, debajo de restos vegetales o de troncos. Aunque prefieren evadir a los predadores ocultándose, en caso de verse obligados a intentar una fuga, lo harán de manera errática e impredecible y en zigzag, como modalidad estratégica con el fin de despistar al perseguidor.

Peculiaridades La Madriguera del Conejo fue el nombre de una legendaria librería en Bogotá, que

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Características

operó en los años iniciales de la segunda década del siglo XXI. Existen desacuerdos con respecto a si el llamado Sylvilagus andinus es idéntico al mucho más conocido y difundido Sylvilagus brasiliensis. Ambos son, en efecto, muy similares. Dada la escasa investigación con respecto a estos y sus parientes a lo largo de toda América Latina, aún resulta difícil negar o afirmar si ameritan clasificación aparte. Las orejas del conejo andino son cortas y su longitud suele alcanzar la mitad del tamaño usual en otras especies. Contrario a lo que afirma el muy famoso dicho “se reproducen como conejos”, los cola de algodón son, comparativamente, muy poco fértiles y de camadas modestísimas. Con dificultad una hembra producirá alguna vez un número superior a cinco crías anuales. Por su temperamento poco sociable, los conejos de páramo andan solos y únicamente en las temporadas reproductivas tienden a buscar parejas.

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Tal como su nombre lo específica, especie propia de las montañas y los páramos andinos. Sylvilagus significa “liebre del bosque”. El conejo andino es un pariente muy próximo del Sylvilagus brasiliensis y habita exclusivamente territorios colombianos y ecuatorianos. Identificación: tamaño entre pequeño y mediano; matices negruzcos, con jaspeado negro y leopardo; nuca rojiza; vientre y mentón blanquecinos opacos; orejas cortas y curvilíneas de base grisácea y tonalidad negra; marrón hacia la mitad del cuerpo; patas delanteras cortas; cola marrón, también corta. Comportamiento: independiente y terrestre. Se especializa en consumir hierbas. Elabora túneles entre matorrales para desplazamientos. También sabe aprovechar senderos levantados por otros animales. Tamaño: 34-47 cm. Peso: 1-2 kg. Dieta: herbívora, sobre todo compuesta de ramas delgadas y pasto; también, al parecer, consume frutos caídos. Hábitos: más activo en el amanecer y al atardecer. Reproducción: todo el año. La gestación dura 44 días y suele tener como resultado 1 solo individuo. La hembra puede procrear un promedio de 5 crías anuales. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: DD. Nombres comunes: conejo cola de algodón, conejo de bosque, conejo de páramo, conejo silvestre, silvilago andino, tapiti. Re

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Atrapamoscas gorrinegro / Phyllomyias nigrocapillus

y una mancha rufa; patas negras. Com­ portamiento: habita bosques montanos densos, nublados, claros y bordes boscosos. Tamaño: 11 cm. Peso: 20 g. Dieta: fundamentalmente insectívora, aunque complementada por frutos pequeños. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre marzo y noviembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: moscareta de gorro negro, mosquitero capirotado, mosquitero gorrinegro, tiranuelo cabecinegro. Re

Ave insectívora. Habita entre 1800 y 3300 m, preferiblemente en sotobosques, cerca del dosel en bosques de encenillos y matorrales. Levanta la cola al buscar sus presas. Identificación: pico corto negro; cabeza con cresta negra diminuta, desde la frente hasta la nuca, y franjas blancas y pequeñas, a manera de ceja; garganta gris; pecho, vientre y partes bajas amarillo oliváceo; dorso verde oliva; alas negras con dos franjas blancas

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Camaleón andino

extremidad, acostumbra enrollar con maestría de acróbata en ramas y troncos. Así consigue darse más confianza al trasegar por la agreste vegetación de los territorios que tiene por hogar. El Anolis heterodermus es una rareza viva. Al ser un animal de sangre fría, lo predecible habría sido que huyera de los territorios de temperaturas bajas, como Bogotá. Pero, obstinado y apegado a la vida, este prodigio andino del disfraz ha ido encontrando como sobrellevar de manera formidable estos obstáculos mediante un mecanismo de termorregulación por comportamiento, desarrollado como estrategia de adaptación para soportar las heladas noches capitalinas. Los recursos defensivos del camaleón andino no se quedan en los dones ya citados. En momentos de peligro inminente, cuenta con un repertorio de procedimientos alternativos. Si en determinadas circunstancias sus poderes se muestran insuficientes, primero aplanará el cuerpo para hacerse todavía menos visible y mezclarse entre las superficies. Ahora bien, en caso de que ninguno de los dos protocolos anteriores baste, al verse a expensas de un ave o de cualquier otro depredador que amenace con abalanzarse inexorablemente sobre su anatomía multicolor, este terminará por abandonar la rama que lo sostiene para de un salto precipitarse hacia el vacío. Al final, no habrá de qué preocuparse. Una vez toca suelo, esta ágil criatura sabe cómo incorporarse rápidamente, para luego confundirse entre la hojarasca. Aun así, todo este repertorio de trucos tiene sus flaquezas y el bueno del Anolis heterodermus se muestra vulnerable al acecho de algunos enemigos de viejo y nuevo cuño. Especies como las mirlas, las ratas y los gatos ferales se cuentan entre algunos de los predadores que a diario amenazan las vidas de tan coloridos seres. Las conocidas pérdidas de hábitat, fácil es adivinarlo, también implican un riesgo para estos mágicos vecinos, de cuyo grado de conservación aún no existen registros fiables. Tal vez el destino y natura hayan querido situar al camaleón andino justo en tierras bogotanas como una suerte de

Anolis heterodermus

Cuando por la arena lo persigue un grillo pa que no lo vean se pone amarillo. Si lo busca un sapo de vista se pierde anda por el pasto y se viste de verde. Canción: El camaleón Autor e intérprete: Chico Novarro Entre las nieblas que adornan las cumbres de los Cerros Orientales, justo allá donde Bogotá se transforma en páramo y bosques húmedos, este inesperado vecino se mueve sigiloso e invisible, entre los árboles y la vegetación. Se trata del camaleón andino, quien con el discurrir de las eras se ha hecho diestro como pocos en cuestiones de mimetismo. El camaleón andino, que de camaleón sólo tiene el nombre y sus propiedades excepcionales de camuflaje, sabe burlar a muchos de sus depredadores disfrazándose de árbol, de liquen o de tronco, pues su piel policromática está facultada para copiar con perfecta fidelidad el color del entorno por donde va desplazándose. Pero no es esta su única virtud. El Anolis heterodermus es una criatura sabia y se vale de la paciencia y la quietud que ha recibido como grandes tesoros de la naturaleza para sorprender de un mordisco a cuantos escarabajos y abejas tengan el infortunio de no advertir su presencia encubierta. Así es: se comporta como un oportunista, pero como uno muy especial e interesante. Hay más argumentos para creer en su singularidad: el camaleón andino es un excelente escalador de árboles, labor para cuya ejecución suele aprovechar sus escamas subdigitales, de cola prensil, larga, fuerte y ágil que, como una quinta

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advertencia o de lección concerniente a las vidas de aquellos seres que, aunque plenos de herramientas para sobrevivir, comparten, como el ecosistema que los acoge, la fragilidad, la complejidad y la grandeza en dosis equivalentes.

Especie de lagarto cuya presencia se extiende exclusivamente por la zona andina colombiana y la región ecuatoriana conocida como Carchi. Identificación: aunque no pertenece, biológicamente hablando, a la familia de los camaleones, se lo conoce de esta manera por los cambios que puede producir el tono de su piel, mediante una modalidad de adaptación llamada policromatismo. Usualmente ostenta tonalidades verdes o marrones. Todo el cuerpo presenta escamas agrandadas que se intercalan con otras granulares. Comportamiento: sus días transcurren mientras caza entre la vegetación nativa de su hábitat. Es experto en mimetizarse con el paisaje. Se comunica con sus semejantes moviendo la cabeza de abajo hacia arriba, en lo que parece una modalidad compleja de lenguaje por señas. Tamaño: cuerpo: 8,5 cm; cola: 9,6 cm. Peso: 3,1 g. Dieta: insectívora de escarabajos y abejas. Hábitos: diurnos. Reproducción: no existen datos concretos, pero se sabe que un solo huevo tarda más de un año en eclosionar. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NE. Libro Rojo de Reptiles de Colombia: LC. Nombre común: camaleón de páramo. Re

Peculiaridades Al no ser camaleones en sentido estricto, obviamente los Anolis heterodermus no cuentan con lenguas desplegables ni poseen ojos autónomos. Un factor en contra de la supervivencia del camaleón andino es su limitada fertilidad. Las hembras ponen 2 huevos anuales y sólo uno se desarrolla. Para complicar el panorama, el embrión allí dentro debe aguardar un año completo antes de eclosionar. En Venezuela existe un tipo popular de pan dulce al que suelen llamar ‘camaleón andino’. Individuos Anolis heterodermus suelen ser divisados con relativa frecuencia y facilidad en las zonas campestres del barrio Tihuaque, en la localidad de Usme. Músicos locales e internacionales de corrientes tan heterogéneas como Rubén Blades, Jose Gaviria, Boy George y su banda Culture Club, además de Yuri y Soda Stereo, entre muchísimos otros, han consagrado sus voces al culto del camaleón. Ninguna, que se sepa, tuvo como inspiración al andino.

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Cotinga crestada / Ampelion rubrocristatus

portamiento: acostumbra permanecer sola e inmóvil en los árboles de bosques húmedos y páramos. Puede parecer algo perezosa y resulta fácil acercársele y contemplarla desde distancias moderadas. Tamaño: 20-23 cm. Peso: 47-67 g. Dieta: insectos y frutos del muérdago. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre febrero y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cotinga crestirroja, cotinga penachirroja. Re

Ave de tintes grisáceos y comportamiento muy pasivo y solitario, habitante de todos los países andinos. Su denominación latina significa “pájaro pequeño de cresta roja”. Identificación: cuerpo gris plomizo, con algunas plumas bordeadas de blanco y pico blanco hasta la mitad, con punta negra. Ostenta una suerte de copete rojo en la corona y suele desplegarlo por momentos. Com­

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Cucarachero de Apolinar

El cucarachero de pantano es una criatura de aspecto dulce y delicada, cuya población más numerosa se concentra a la fecha dentro del parque La Florida, situado en los confines capitalinos. Aun así, todavía resulta posible encontrar algunos escasísimos individuos revoloteando entre humedales. Se trata de un ser reservado y esquivo y, por ello, de difícil observación, lo que complica estudiarlo. Para comunicarse cuenta con siete formas distintas de cantar. La principal o “de fábrica” es un sonido de ‘tuii’. Si tiene que hacer explícita su territorialidad, se vale de un ‘tchor’. Es mucho cuanto se desconoce todavía sobre la existencia y los hábitos del cucarachero de Apolinar, más allá del peligro que evidentemente se cierne sobre su futuro. Las razones están comprobadas. Por triste que sea, es un hecho que su población actual es mínima, hasta el grado de hallarse por completo ausente de varios de los contornos donde hasta comienzos de los años 70 del siglo XX abundaba. El drenaje y el relleno de humedales para urbanización constituyó un factor determinante de la disminución del hábitat de los Cistothorus apolinari, necesitados explícitamente para vivir de una densa población de juncales (Schoenoplectus californicus) y de bosques inundables de aliso (Alnus acuminata), sólo disponibles en estos terrenos. Además, el aumento paulatino en las cifras de buchones y las obras de construcción aledañas trastocan los niveles de oxigenación del agua. Ello deriva en escasez de los insectos, larvas y diminutos invertebrados de quienes este cada vez más infrecuente vecino acostumbra alimentarse. Otro factor que hace peligrar al cucarachero de Apolinar es la proliferación de especies como el famosísimo chamón (Molothrus bonairensis) quien, ya se sabe, con su proverbial desinterés por la paternidad destruye los huevos ajenos para dejar allí los suyos y hacer que otras aves ingenuas empollen y cuiden nuevas nidadas de parásitas. Quizá sea reiterativo decir que las especies endémicas como los cucaracheros de pantano y otras tantas más suelen pertenecer a dicha categoría por

Cistothorus apolinari

Yo soy el cucarachero, tú la cucaracherita. ‘Ende’ que te vi yo quiero que tú seas mi mujercita Oye, chinita querida, de la alborada lucero: si tú me dejas por otro del guayabo yo me muero. Canción: Los cucaracheros Autor: Jorge Añez Pocas cosas están tan ligadas a estos pájaros como la música y Bogotá, ciudad que los cucaracheros de pantano, cachacos de toda la vida, han escogido como lugar de habitación. La primera, por ser ellos cantores de amplio repertorio; la segunda porque el también denominado ‘chirriador’ sólo reside en predios bogotanos y alrededores. Su nombre Cistothorus puede ser traducido como “saltador de matorrales”. El epíteto apolinari, por su parte, alude al hermano lasallista Apolinar María, seudónimo de Nicolás Seiler, quien consagró años enteros a analizarlo a él y a muchas otras aves de la sabana. El hermano María –fundador de la Academia Lasallista de Ciencias Puras, luego llamada Academia de Ciencias Exactas de Colombia–, en efecto, recorrió de manera entusiasta gran parte de Colombia en busca de seres voladores. Durante varias de sus travesías tuvo como compañero al profesor norteamericano Frank Chapman, quien en el volumen 36 de 1917 del Boletín del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York documentó para el mundo la existencia de este bogotano endémico y lo dejó bautizado así como el mejor tributo a su colega.

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los niveles casi absolutos de dependencia de su entorno inmediato. De ahí que se resistan por principio a habitar latitudes distintas a aquellas ya colonizadas. Acabado su medioambiente, extintas ellas. La preservación de los cucaracheros de pantano debe ser, pues, uno de los inmensos retos que se interponen en el panorama de científicos, ornitólogos y entusiastas en la capital de Colombia. Pero a la vez una oportunidad reivindicatoria para que Bogotá entera demuestre cuánto aprecia la vida de los seres más frágiles y hasta dónde está dispuesta a luchar por su prevalencia.

Especie endémica del altiplano cundiboyacense. Reside cerca de cuerpos de agua, como humedales, pastizales inundables y áreas pantanosas, en altitudes que van desde 1800 hasta 4000 m. Se halla en grave riesgo de extinción por la pérdida de su único hábitat, producto de actividades humanas. Identificación: pico de dos tonos, con parte superior grisácea e inferior naranja; cabeza parda, en donde resalta una pequeña franja de color gris, a manera de ceja; garganta, cuello y pecho blancos; zonas bajas y vientre pardos; dorso estriado, igual que la cola y las alas, con coloraciones también pardas, negras, blancuzcas y grises; patas de matices caramelo. Comportamiento: sedentario. Busca resguardo en regiones pantanosas, entre juncos y tallos. Su repertorio incluye cerca de 7 tipos distintos de canto. Suele ofrecer recitales desde perchas situadas a gran altura y de compleja observación. Tamaño: 12-13 cm. Peso: 15-17 g. Dieta: insectívora. Principalmente arañas, mosquitos y saltamontes. Hábitos: diurnos. Reproducción: dos veces al año, en marzo y agosto. Construyen sus nidos con hojas secas, flores, paja y materiales vegetales pilosos sobre bejucos y troncos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: EN. Libro Rojo de Aves de Colombia: CR. Nombres comunes: chirriador, soterrey. En

Peculiaridades En años recientes algunos científicos han propuesto una clasificación como subespecie aparte para aquellos cucaracheros de pantano residentes en la localidad de Sumapaz, a quienes por sus características diferenciales se ha contemplado llamar Cistothorus apolinari hernandezi. Por más que su nombre así lo declare, no hay registros comprobados de que los cucaracheros consuman cucarachas. En Aves de Cundinamarca, primera guía de este tipo sobre la región, publicada en 1969 por Antonio Olivares, se alude a la abundancia de cucaracheros de páramo en los humedales de Bogotá, circunstancia que en menos de cinco décadas sufrió un drástico detrimento. Los oportunistas chamones suelen estar atentos a los cantos del chirriador para seguirlo hasta su nido y así dar inicio a sus estrategias de parasitismo. Jorge Añez, autor del bambuco Los cucaracheros, intérprete, compositor, instrumentista e historiador musical, fue un bogotano bohemio y talentoso que llevó a Nueva York algunos aires típicos colombianos entre los años 10 y 30 del siglo XX. Es justo aclarar que esta pieza infaltable del cancionero capitalino alude al cucarachero común, no al de Apolinar, hasta donde se sabe.

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Zorro perruno / Cerdocyon thous

pos en ciertas épocas. Territorial. Hace sentir su dominio con aullidos. Demarca sus terrenos mediante micciones. Ta­ maño: 70 cm (cola incluida). Peso: 5-9 kg. Dieta: omnívora. Roedores, cangrejos, reptiles, aves, carroña, huevos, semillas, frutos y vegetales. Hábitos: nocturnos. Reproducción: anual. La gestación toma de 52 a 60 días. Las camadas son de 3 a 5 crías. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bres comunes: aguará chico, aguará de monte, aguarai, lobo, perro de monte, perro sabanero, perro zorro, zorro, zorro cangrejero, zorro común, zorro de monte, zorro gris, zorro lobo, zorro patas negras, zorro perro, zorro sabanero. Re

Cánido común en los países del norte de América del Sur y habitante de los Cerros Orientales bogotanos. En Colombia se le denomina ‘perruno’, dado que por su aspecto es común que se le confunda con un clásico perro gozque. Aunque se le llame ‘zorro’ no es uno de ellos, pues es más próximo a chacales, coyotes y lobos. Identificación: cuerpo entre gris y castaño, con pilosidades que producen matices entre amarillentos, grisáceos y blancuzcos, con predominancia de negro en el dorso y patas y de blanco en el cuello y el vientre. Comportamiento: es generalista, pero actúa como especialista cuando el ecosistema lo permite. Usualmente solitario, aunque se reúne en gru-

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Cusumbo andino

Pese a que se asemeja mucho a sus parientes de otras latitudes, el también llamado cuchuche puede ser diferenciado gracias a su coloración entre marrón y rojiza en las zonas traseras del dorso, café y oliva en las delanteras y negruzca en las extremidades. El cusumboguache es activo, tanto durante el día como en la noche. Aunque escoge prioritariamente regiones tranquilas, no resultan del todo extraños algunos casos de cusumbos vecinos a humanos, principalmente alrededor de cultivos, zonas de pastoreo o pequeños asentamientos rurales. Hembras y crías suelen desplazarse en grupo, mientras que los machos lo hacen en soledad, principal motivación para el sobrenombre de cusumbosolo. Su fama de comehuevos y de acechadores de gallineros les ha granjeado a los inofensivos cusumbos un gran número de enemigos entre los campesinos. A esto se suma la superstición, todavía no desterrada, de que ingerir su miembro viril en infusión, consomé o estofado otorga al hombre poderes afrodisiacos. Hay que citar también la persecución frecuente a que son sometidos, bien sea para la venta o consumo de carne, para comerciar con su piel o para el tráfico ilegal de especies. Prejuicios aparte, no hay ninguna razón para temerle al guache de montaña y sí, en cambio, mucho que agradecerle. Trepador nato, se comporta con igual destreza en tierra, nadando, escalando árboles o cruzando montañas. Para conservar el equilibrio en alturas, los cusumbos se ayudan de su larga y atigrada cola, que casi siempre apunta al firmamento mientras caminan, o se valen de sus garras delanteras, dotadas de un pulgar oponible, parecido al de una mano humana, lo que les confiere destrezas singulares. La permanente costumbre del Nasuella olivacea de revolcar el suelo favorece la propagación de semillas y fertiliza los terrenos, tareas en la que su contribución es vital. Tanto así que, por extraño que suene, algunos cultivadores holgazanes tienen por hábito capturarlos y dejar cusumbos cautivos y

Nasuella olivacea

Va subiendo por los cerros el cusumbo sin parar escapando del cemento que ya lo quiere atrapar. Canción: El rumbo del cusumbo Intérprete: El Supersón Frailejónico Autor: Alejandro Durán Velasco El cusumbo andino va hundiendo su hocico, merodeando ramas, emitiendo chirridos dulces, mirando con sus ojos muy negros y husmeando entre la hojarasca de los Cerros Orientales, seguro de encontrar algo digno de ser digerido. Difícil pareciera que, con tantas actividades en la agenda diaria de supervivencia de tan particular criatura, se le ocurra al bueno del coatí de montaña siquiera plantearse sobre los muchos nombres que le han puesto, lo agraciado que es o las innumerables cosas que este mamífero hiperactivo ha inspirado. A quienes conserven recuerdos claros de la televisión colombiana durante los años 80, el término ‘cusumbo’ podrá remitirlos quizás a una serie en la que se relataban las desventuras y aventuras de un carismático gamín, cuya inteligencia resplandecía entre la dificultad. Otros tantos lo habrán oído mencionar cuando alguien en Bogotá le clava a un semejante el adjetivo de ‘cusumbosolo’, que para el dialecto local vendría significando algo así como retraído, solitario o poco sociable. Como sea, los cusumbos andinos, estos vecinos inesperados y por demás traviesos, primos hermanos del mapache, ocupantes trompudos de bosques montanos y páramos, han compartido por miles de años diversos parajes del altiplano junto a otras especies, la humana incluida.

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La canción El rumbo del cusumbo, autoría de Alejandro Durán Velasco, denuncia los peligros a los que la especie está expuesta. John Gray, responsable de oficializar la existencia del runcho y de situar a la sabana de Bogotá como la región tipo para su clasificación, nunca visitó Colombia. El ejemplar en sus manos había llegado tiempo atrás, por medios desconocidos, hasta el museo, de cuya división de zoología él era director. El célebre cuentista uruguayo Horacio Quiroga dedicó un cuento infantil a los coatíes, parientes próximos del cusumbo andino. Se titula Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre.

amarrados durante horas sobre las siembras para aprovechar sus dotes. Reguladores naturales de plagas, los guaches de montaña gozan de un olfato sofisticado y acostumbran asaltar nidos de aves, anfibios y reptiles o devoran moluscos, escarabajos, ciempiés, arañas, chizas, frutos y setas silvestres e, incluso, en temporadas de escasez, carroña. Son apacibles, esquivos y prefieren huir antes que confrontar a quienes van a su acecho. Cuando se ven forzados a defenderse, apelan a su simpática capacidad de pararse en las dos patas traseras y batir las garras para amedrentar al agresor. En vista de los pocos estudios disponibles sobre el cusumbo andino, de su carácter huraño y de la dificultad para acceder a él, el conocimiento disponible en 2019 acerca de él continúa siendo escaso y los datos científicos son muy insuficientes. Los años recientes, de todas maneras, han traído noticias venturosas para la especie. Desde 2015, por ejemplo, los cusumboguaches son objeto permanente de estudio en el borde norte de los Cerros Orientales, gracias al proyecto Bogotá Biodiversa. En junio de 2017, fue registrado el primer Nasuella olivacea nacido en cautiverio en el mundo, honor que registra el Bioparque La Reserva, de la municipalidad vecina de Cota, algo que sin duda facilitará comprenderlos mejor. Un oportuno logro, en tanto ya es tiempo de que Bogotá entera vuelva sus ojos a este carismático poblador de sus bosques altoandinos, un vecino útil, agraciado y amistoso, a quien sería imperdonable no reconocer.

Características Mamífero pequeño, muy similar a los coatíes de tierra bajas en su apariencia externa y en la dentadura, aunque de tamaño menor, con un pelaje más largo y la cola notablemente menos prolongada. Su manera de buscar el alimento lo convierte en arador natural. La denominación científica proviene de los vocablos latinos nasua, que significa nariz, y ellus, sufijo diminutivo. Identificación: nariz descubierta; orejas cortas, redondeadas y llenas de pelo; dorso entre gris marrón y marrón oliva, con pelos sobresalientes cuyas puntas ostentan un color amarillo dorado; rostro oscuro o negruzco, sin manchas; la cola sólo alcanza un poco más de la mitad de las longitudes de la cabeza y del cuerpo sumadas, y luce notoriamente anillada, con entre 6 y 8 arcos negros o marrón oliva; patas grises y oscuras. Comportamiento: habita bosques nublados, páramos y remanentes boscosos. Gusta de permanecer en la tierra, aunque es arborícola y buen nadador. Tamaño: 36-39 cm. Peso: 7 kg. Dieta: omnívoro de vertebrados, invertebrados, vegetales y frutos. Hábitos: diurnos y nocturnos. Reproducción: de 3 a 7 crías, entre 74 y 77 días después del apareamiento. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. Nombres comunes: coatí de montaña, cuchuche, cusumbe, cusumbo de montaña, cusumboguache, guache, guache de montaña, runcho. Re

Peculiaridades Según afirmó alguna vez Diego León Ospina, protagonista de la serie Cusumbo, Efraín Arce Aragón, su creador, escogió ese nombre para un gamín bogotano, dado que las hembras coatí de montaña abandonaban a sus hijos. Tal información no tiene sustento científico. En 2015 la hermana ciudad de Cali inauguró la primera edición del festival musical Cusumbo, una iniciativa en favor de la protección de los cusumbos parientes próximos de los bogotanos que habitan los farallones de la capital vallecaucana. Vecinos

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Colibrí picoespina / Chalcostigma heteropogon

se encuentra a baja altura, por lo que suele permanecer en las zonas menos encumbradas de la vegetación. Al ver intrusos en su pequeño territorio lo defiende, sobre todo si merodean aquellas flores de las que depende. Tamaño: 12,5 cm; pico: 13 mm. Peso: 6,5 g. Dieta: néctar de flores e insectos; frailejones Espeletia. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, preferentemente durante junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí picoespina, pico de tuna broncíneo. Re

Colibrí grande al que suele verse con regularidad en parches de bosque, bosques enanos y arbustos de lugares rocosos, entre 2900 y 3600 m. Identifi­ cación: pico muy corto; cuerpo con variedad de colores broncíneos, entre rojos y verdes; gran parche violeta rosáceo en el pecho; cola larga y ancha. Las hembras tienen en la garganta otro parche verde iridiscente. Comportamiento: prefiere la soledad de los bosques y los arbustos. Su principal fuente de alimento

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Dormilona gris / Muscisaxicola alpinus

curas y patas marrón. Comportamiento: muy silencioso. Usualmente no genera sonidos, pero en ocasiones lanza un trino suave, similar a un tic intermitente. Ta­ maño: 18-19 cm. Peso: 15 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre septiembre y diciembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: dormilona cenicienta, dormilona gorrillana, dormilona gris. Re

Habita entre 3300 y 4700 m, algo que la destaca como una de las aves con capacidad de sobrevivir a más altura, en pastizales y espacios andinos con presencia de rocas. Identificación: pico pequeño y negro; cabeza parda oscura, más pálida en la nuca, hasta el dorso; franja blanca por encima del ojo, a manera de ceja; cuello parduzco; pecho, vientre y partes bajas de tono gris claro; alas y cola pardas os-

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Tangara enmascarada / Pipraeidea melanonota

pero algo más apagadas. Comporta­ miento: busca árboles frutales y áreas abiertas en pos de insectos y flores de bromelia. Suele vérsela en parejas o solitaria. A veces cohabita con otras especies frugívoras. Tamaño: 13-15 cm. Peso: 18-25 g. Dieta: frutas, mariposas, semillas, flores y larvas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre junio y julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: tangara de antifaz. Re

Colorida ave que habita a alturas entre 400 y 3000 m, en bordes de bosques, pastizales, áreas semiabiertas cultivadas y, ocasionalmente, en jardines y parques bien arborizados. Identificación: pico corto y gris; cabeza azul rey con antifaz negro; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas color naranja claro; dorso, alas y cola azules, intercaladas estas con gris oscuro; patas grises oscuras. Las hembras muestran tonalidades parecidas

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Barbudito paramuno / Oxypogon guerinii

más vistoso sin cresta y con tonalidades tendientes al marrón. Comportamiento: en los periodos de floración de los frailejones suele situarse cerca de ellos. También permanece en páramos abiertos y matorrales de Polylepis. Tamaño: 11,5 cm; pico: 9 mm. Peso: 5,5 g. Dieta: flores de frailejón Espeletia e insectos que las circulan; flores de Brachyotum strigosum y Polylepis. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, entre agosto y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: barbudito cascocrestado, colibrí chivito, quinchita de páramo. Re

Colibrí de mediano tamaño. Cuenta con una cresta vistosa, negra y blanca, y una barba verde. De muy fácil identificación, se encuentra en páramos con frailejones Espeletia. Identificación: en los machos, pico corto y recto; larga cresta de tonalidad negra con blanco; barba blanca, con el centro verdoso brillante: lados de la cabeza de matices púrpura oscuro, con un borde claro, a manera de máscara; dorso, pecho, vientre y partes bajas grises-oliváceos; alas grisáceas, muy oscuras; cola bronce opaca. Las hembras ostentan un aspecto considerablemente

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Colibrí picoespina purpúreo / Ramphomicron microrhynchum

las zonas de alimentación. Para alimentarse se suspende en vuelo estacionario frente a las flores. Realiza vistosas acrobacias al cazar insectos en el aire. Ta­ maño: 8 cm; pico: 5 mm. Peso: 3,6 g. Dieta: néctar de ericáceas, lobeliáceas, espeletias, drabas, castillejas y echeverias, entre otras flores. También caza insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y septiembre. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí piquicorto común, pico de tuna morado, picoespina dorsimorado, tucusito coludo fijo. Re

Sus señas más identificables son un pico muy pequeño y su color mayoritariamente púrpura. Habita bosques húmedos y montañosos. Identificación: en los machos, pico muy corto; cabeza púrpura desde la frente hasta el dorso; garganta y cuello de un morado grisáceo; vientre gris claro y zonas bajas gris oscuro; alas y cola gris pizarra. Las hembras son verdes en sus regiones superiores y blancas grisáceas con mosteados verdosos en las inferiores. Comportamiento: permanece en partes altas de árboles. Es sociable con sus pares y puede formar grupos en

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Colibrí pomponero ventricobrizo / Eriocnemis cupreoventris Vive a alturas entre 1950 y 3200 m. Muy frecuente en la localidad de Sumapaz y en las montañas de Tabio y La Calera. Presenta en las patas un plumaje esponjado blanco, similar a motas de algodón. Identi­ ficación: pico recto y corto; cabeza verde brillante; garganta y cuello de aspecto escamado; vientre y partes bajas rojo cobrizo; parte interior de la cola azul; alas grises. Comportamiento: habita en bosques montanos y enanos, páramos, arbustos y matorrales. También frecuenta sitios abiertos. Muy territorial y de movimientos

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rápidos en vuelo. Prefiere la vegetación natural, en sus zonas más encumbradas. Hace migraciones locales y se ausenta del entorno capitalino por 3 meses. Tamaño: 9,8 cm; pico: 18 mm. Peso: 5,3 g. Dieta: néctar de flores de eucalipto, uvos de monte y, en ocasiones, insectos. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, entre septiembre y enero. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. Nombres comunes: calzadito cobrizo, calzoncitos cobrizo, colibrí pantalón cobrizo, paramero cobrizo, paramero ventricobrizo. Re


Abejorro de páramo / Bombus rubicundus

algunos nativos, como el frailejón; y otros exóticos, como el retamo espinoso o las dedaleras. Tamaño: 12-22 mm. Peso: 0,1-0,7 g. Dieta: polen de un amplio número de flores, entre estas la Digitalis purpurea y la Trifolium repens. Hábitos: diurnos. Reproducción: el apareamiento suele tener lugar en lugares abiertos, tales como carreteras y plantas aledañas. Construyen sus nidos con raíces y hojas secas sobre el suelo, debajo de arbustos. La presencia mayoritaria de individuos sexuados u obreros depende de las temporadas. Re

Especie propia de las altas montañas y de los páramos, matorrales y bosques altoandinos. Su presencia en Bogotá suele ser más frecuente a alturas superiores a los 3000 m y en lugares como el Páramo de Cruz Verde. Identificación: tonos rojos cobrizos en las reinas. Los obreros ostentan también ciertas tonalidades negras. Comportamiento: visitantes regulares de flores pertenecientes a diversas especies, y de hierbas, árboles y arbustos disponibles en su hábitat, incluidos

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Saltón cabecilistado / Arremon assimilis

mas marrón; cola gris oscura y patas rosadas. Comportamiento: la mayor parte del tiempo permanece en el suelo dando saltitos y removiendo la hojarasca con el pico en pos de comida. Suelen andar solos o en pareja. Tamaño: 18-20 cm. Peso: 40,5 g. Dieta: insectos y frutos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, usualmente en julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: pinzón picofino. Re

Ave semiterrestre de contextura robusta y colores entre blanco, verde oliva y gris, habitante de tierras andinas entre 1500 y 3600 m. En latín arremon significa ‘silencioso’. Identificación: pico negro y pequeño, con franjas negras y grises de la frente a la nuca; cuello blanco y pecho, vientre y partes bajas grises; dorso gris y oliva, alas verde oliva con algunas plu-

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Colibrí paramuno cobrizo / Aglaeactis cupripennis

cales en busca de alimento. Muestra comportamientos territoriales y altamente agresivos, al punto de enfrentarse sin temor a palomas y a otras aves de dimensiones superiores. Se cuelga de las flores, abrazándolas, con sus alas en forma de V. Suele ser visto también descendiendo, sin aletear, bordeando las rocas. Tamaño: 11-13 cm; pico: 18 mm. Peso: 7,6 g. Dieta: néctar de flores y en ocasiones insectos. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, entre febrero y agosto. Construye sus nidos en forma de tazas y tapiza el interior con materiales suaves y ergonómicos, para comodidad de los polluelos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí cobrizo, colibrí de alas largas, colibrí paramuno, colibrí rojo, rayito canelado. Re

Habita tierras altas, montañas, páramos y bosques enanos. Aspecto nada colorido y tono de las plumas muy atípico de su familia. Su nombre equivale a “rayo de sol cobrizo y resplandeciente”. Identifi­ cación: machos de dorso iridiscente. Tamaño grande, comparado con sus similares; gran parte del plumaje es rojizo cobre; pico corto y recto; franja oscura desde la frente hasta la nuca; alas más largas que las del promedio de sus semejantes, de tono ocre; vientre moteado, entre cobre y gris; cola corta. Es fácilmente reconocible por su coloración, poco común en los colibríes. Hembra más opaca que el macho. Comportamiento: habita a alturas entre 2100 y 4300 m. Algunos individuos ejecutan migraciones lo-

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Canastero flamulado / Asthenes flammulata

corren toda la anatomía exterior; del vientre a las partes bajas la coloración se torna algo más clara. Comportamiento: vive entre los árboles y el páramo, muchas veces en pendientes cubiertas de vegetación baja. Acostumbra a andar solo o en pareja. Tamaño: 16-17 cm. Peso: 17-27 g. Dieta: artrópodos. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: anual, entre febrero y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: canastero, canastero multilistado, espartillero de rayas. Re

Pequeña ave, muy poco conocida, estriada y de color mayoritariamente marrón. En griego, asthenes traduce ‘insignificante’. Sólo es posible hallarla en zonas de alta montaña, desde los 2800 hasta los 4500 m a lo largo de todos los Andes. Identificación: pico pequeño grisáceo y cabeza de tonos pardos y rojizos, similar al óxido naranja; luce colores similares en el resto del cuerpo, con patrones blancos, como líneas dispuestas aleatoriamente que re-

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Gorrión de bosque / Atlapetes pallidinucha

miento: suele frecuentar los bordes de páramo y los bosques húmedos. Recorre los cerros en bandadas mixtas buscando alimento. Es común verlo en parejas y grupos familiares. Tamaño: 18 cm. Peso: 21-24 g. Dieta: insectos, frutos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: Cerros Orientales de Bogotá, entre marzo y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atlapetes cabeciblanco, gorrión de bosque, gorrión montés cabeciblanco, matorralero nuquipálido. Re

Ave vistosa, relativamente pequeña, entre gris, negro café, blanco y amarillo vistoso. Habita los bosques húmedos de la Cordillera Oriental, a alturas de 2400 a 3600 m. Identificación: pico muy corto y negro; franja tendiente al naranja en la frente, que se degrada hasta tornarse blanca y termina en la nuca; costados de la cara negros y garganta amarilla; pecho y partes bajas amarillas grisáceas; dorso gris oscuro hasta la cola; alas negras, con gris oliva o ceniza en la parte baja; patas color gris rosáceo. Comporta­

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Chamicero andino / Asthenes fuliginosa

tas; cola cobriza y larga en V; patas grises; plumaje de apariencia despelucada. Comportamiento: suele vérselo en las altas montañas, solo o en parejas, y raramente formando bandadas mixtas en busca de presas, con movimientos muy acrobáticos. Caza de forma directa en las superficies donde se posa, tales como ramas, pastos y suelos de bosques. Tamaño: 20 cm. Peso: 18 g. Dieta: insectos y frutos. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, de julio a septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: coliabrojo barbiblanco, piscuiz barbiblanco. Re

Ave canela de cola larga en V. Suele ocupar zonas desde 2300 hasta 4000 m en regiones de bosques enanos, bordes boscosos y páramos donde la vegetación esté mayoritariamente conformada por matorrales enmarañados y de difícil acceso para los humanos. Identificación: pico pequeño, negro en la parte superior y amarillo y rosáceo en la inferior; cabeza rojiza en la región alta; franja blanquecina por encima del ojo, a manera de ceja; garganta, cuello, pecho, vientre y zonas blancas de matices grisáceos y amarillentos; dorso y alas cobrizos, con algunas plumas más oscuras en las pun-

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Gorrión matorralero / Atlapetes schistaceus

dorso comienza en gris y va tornándose entre marrón y negro, al igual que sus alas y cola. Pecho, vientre y partes bajas color gris pizarra. Patas marrones. Comporta­ miento: prefiere los bosques húmedos con vegetación arbórea y cerca de páramos. Convive en pareja o con pequeños grupos hasta de 6 individuos. Puede verse en bandadas de especies variopintas. Tamaño: 18 cm Peso: 22-43 g. Dieta: insectos y frutos. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, entre abril y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atlapetes pizarra, atlapetes pizarroso, gorrión montés pizarra, saltón de sombrero de pelo. Re

Habita las montañas colombianas a alturas superiores a los 2.000 m y hasta los 3.700. Su nombre, derivado de raíces griegas, alude a la tonalidad pizarra que predomina en su plumaje y que se entremezcla con negros y marrones. Identifi­ cación: pico negro muy corto. Entre este y los ojos presenta dos pequeñas manchas grises que contrastan con el antifaz negro de la cara. En el centro de la cabeza, desde el pico hasta la nuca, ostenta una franja ancha color rojo cobrizo. Bajo el pico y hacia los lados del rostro también brotan dos franjas blancas que llegan hasta la parte trasera de su cabeza. El

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Abejorro negro

ticado sistema de organización social, basado en la existencia de colonias, pobladas en su totalidad por ejemplares de la misma especie, aunque subdivididas en castas de nacimiento, que a su vez determinan la función de cada miembro en la comunidad. Las reinas son el núcleo y el origen de toda colonia. Para convertirse en reina, una hembra ya fecundada deberá cumplir ciertos protocolos. Su primera labor es encontrar un refugio seguro donde iniciar la colonia. La segunda, construir las celdas de cera, donde sus huevos habrán de mantenerse seguros. Lo tercero, depositarlos ahí. Desde aquel momento, la futura soberana asume el cuidado entero del proyecto y de quienes nazcan hasta cuando la colonia comienza a funcionar como entidad. De esos huevos deberá surgir una primera camada de obreros, quienes contribuirán a que la colonia vaya propagándose y creciendo. Una vez la colonia ha alcanzado solidez, llegará ella sola al punto de procrear zánganos —abejorros machos, sin aguijón, dedicados por completo a la fecundación— y ginecomastias (hembras). El ciclo de la colonia finaliza cuando la reina perece y sus descendientes hembras la abandonan, para fundar colonias propias. En caso de que la reina fallezca antes de culminarse este proceso, de seguro aparecerá en su reemplazo otra reina o, mejor, una “falsa reina”. Se habla de casos poligínicos cuando alguna soberana en pleno ejercicio de su dignidad es relevada en la reproducción por una o más hembras, sin que riñan entre sí. Los casos monogínicos dependen de que una sola reina sea capaz de enfrentarse a todas sus demás rivales y anularlas. Cada conflicto entre reinas es cruento y termina siempre en la muerte o la expulsión de la combatiente derrotada. Una sola rival, rebelde y fuerte, puede derrocar a la monarca. Así pues, cada colonia tiene en sus filas diversos tipos de abejorros, determinados por condiciones distintas. Las reinas son sus ocupantes más grandes. Los machos tienen vidas cortas y una misión limitada a procrear. La labor de los obreros consiste: o bien en el forraje

Bombus atratus

Orugas o abejorros, insectos humanos, desgraciadamente sobreabundantes. Frase atribuida a Carlos V en relación con los nativos del llamado Nuevo Continente Atardece. Ya son más de las cuatro. En algún lugar del cerro de Cruz Verde retumban los zumbidos de un obrero Bombus atratus que regresa de sus labores diarias, como un helicóptero en miniatura. Su cuerpo, esponjado y cubierto de cerdas, deja al volar una estela oscura. Viene extenuado de tanto trabajar, como el incansable guerrero de la polinización que es. El número de pobladores de la colonia va en ascenso y hay bastantes parientes jóvenes por surtir de alimentos. Aunque haya tanto para agradecerles, pocos habitantes de la capital colombiana conocen el nombre científico de estos curiosos abejorros. Su distribución, generalizada a lo largo de varios países suramericanos, no es otra cosa que una consecuencia muy positiva de su gran poder de adaptación a ambientes abiertos, con climas fríos y templados, incluso donde los humanos han reemplazado la vegetación original por potreros y campos de cultivo. Los Bombus atratus acostumbran tender sus nidos sobre el suelo, espacios con múltiples entradas y funcionamientos complejos. Según lo señalan las investigaciones científicas, la temperatura determinará que una colonia de abejorros sea monogínica o poligínica. Ello significa, en castellano simple, de una o de varias reinas. En caso de que lo anterior siga sonando complicado, van a continuación algunas precisiones importantes… Como todos los abejorros, los Bombus atratus cuentan con un sofis-

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o bien en la recolección de polen, que por regla debe ser almacenado dentro del nido. Los trabajadores de forraje y recolectores de polen permanecen en el exterior de los nidos, mientras que los internos se ocupan del bienestar de las crías y su alimentación. Un buen Bombus atratus siempre será aguerrido defensor de lo suyo y de los suyos. Si involuntaria o deliberadamente alguien llega a perturbar el nido, él irá presto a clavarle sus dolorosos arietes sobre la piel. Por demás, y a diferencia de las abejas, los abejorros no fallecen al picar, pues son capaces de retirar sus aguijones de la dermis de sus víctimas sin desgarrarse el vientre, algo que sí les ocurre a sus menos afortunadas parientes. El arrasamiento de la vegetación nativa donde estas criaturas fabrican sus nidos, con el objeto de reemplazarla por pastos, es una amenaza para estas y para la vegetación, pues los abejorros son excelentes polinizadores que propician la vida de muchísimas flores en los cerros bogotanos. También los acecha la guadaña infame, destructora de su hábitat. No obstante, los Bombus atratus han sabido arreglárselas para sobrevivir. Quizá, como muestra de gratitud por tantos servicios voluntarios, sea momento de que la humanidad les sirva de aliada en tan vital propósito.

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Peculiaridades: Las dotes de orientación del Bombus atratus le posibilitan regresar a su nido de origen, incluso desde distancias de hasta un kilómetro. Las aptitudes de los magangás negros como polinizadores son, en efecto, estupendas, al grado de servir muchos de ellos de trabajadores claves en una industria auxiliar a la agrícola que renta los servicios de abejorros para tales procesos. Con excepción de Oceanía, la mayor parte de África y algunas regiones del sur de Asia, hay abejorros en todo el mundo. A pesar de la fama de las abejas como inmejorables polinizadoras, los abejorros las superan en resistencia y número de flores beneficiadas. Aun así, si se las compara, las colonias de estos últimos son muy inferiores en tamaño a las de sus compañeras. El maracuyá es uno de los frutos más favorecidos por la existencia de abejorros, hasta el grado de creerse que sin ellos se extinguiría.

Características Especie neotropical común en Colombia, Argentina, Brasil, Ecuador y Uruguay. Sus patrones de anidación son curiosos, dado que puede haber colonias con una sola o con varias reinas. Identificación: color negro; abdomen algo decolorado; antenas extensas. Los obreros cuentan con una lengua muy larga que les facilita sus tareas en flores hondas. Comportamiento: en Bogotá suelen habitar los Cerros Orientales. Pueden vivir dentro de un amplísimo rango de alturas, que van de 100 hasta 3500 m. También es posible hallarlos en humedales y en zonas periféricas de la ciudad. Tamaño: 12-22 mm. Peso: 0,1-0,7 g. Dieta: néctar de flores. Hábitos: diurnos. Reproducción: una sola colonia puede producir en promedio 110 adultos. Nombre común: mangangá negro. Re

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Azulejo real / Buthraupis montana

negras y alas y cola azules con negro. Comportamiento: ocupa zonas entre los 1500 y 3500 m, siempre en regiones montañosas y frías, como bosques húmedos tropicales y subtropicales. Ta­ maño: 21-23 cm. Peso: 72-116 g. Dieta: insectos, bayas y frutos. Hábitos: diurnos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: tangara. Re

Ave de colores azul eléctrico y amarillo vistoso. Puede ser vista en bandadas pequeñas de 3 a 10 individuos, principalmente dentro de bosques montañosos húmedos. Identificación: pico corto y negro y cabeza negra e iris rojo; dorso azul moteado, con coloraciones negras hacia la cola; pecho, vientre y partes bajas de color amarillo encendido; patas

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Gorra de felpa / Catamblyrhynchus diadema Especie de ave única en su género, de color mayoritariamente marrón y cabeza amarilla. Habita bosques montañosos, bordes boscosos y zonas con alta presencia de chuscales. Sus patas emanan un olor muy fuerte, de algún modo similar al de un roedor. Puede ser visto en montañas del altiplano, a alturas entre 2600 y 3500 m. Identificación: pico muy corto y negro; frente naranja o amarilla encendida hasta la corona; resto del rostro, cuello, pecho, vientre y partes bajas color rojo cobrizo; la parte posterior de la cabeza luce una

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franja gris oscura unida al dorso y las alas, todos de tono gris negruzco; patas grisáceas. Comportamiento: encuentra su comida forrajeando en follajes muertos. En ocasiones se cuelga cabeza abajo, buscando insectos en las ramas de los árboles. Tamaño: 14 cm. Peso: 13-16 g. Dieta: artrópodos, insectos pequeños y material vegetal, como chusque. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, regularmente en octubre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cabecipeludo, gorrión afelpado, tangara peluda. Re

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Semillero paramero / Catamenia homochroa En griego, catamenia significa ‘menstrual’, por la coloración rojiza, similar al óxido, en la parte baja de la sección infracaudal; homochroa proviene del griego homokhrous, cuyo significado es el de “de un solo color”. Identificación: machos de pico amarillo; plumaje casi enteramente gris oscuro (cuello, dorso, pecho y vientre) y negro (cabeza, alas, cola); iris negro; partes infracaudales de color café rojizo; patas cafés rosáceas. Las hembras son café oscuro en el dorso

con trazos negruzcos, y gris-café en el vientre y pico rosáceo Comportamiento: habita en altitudes entre 1600 y 3800 m, en bosques enanos, bordes de páramo y bosques húmedos de montaña, usualmente entre árboles y matorrales. Se avista solitario o en pareja, ocasionalmente haciendo parte de bandadas mixtas. Tamaño: 13 cm. Peso: 12-14 g. Dieta: insectos y semillas. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, en julio. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: semillero paramuno. Re

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Semillero colifajeado / Catamenia analis Ave de vuelo ondulante y coloración principalmente gris. Prefiere los páramos y las montañas, a alturas entre 1000 y 3000 m. Parece disfrutar el exhibirse mientras canta. Identificación: pico corto casi encima de los ojos; cabeza gris, al igual que el cuello, el pecho y el abdomen. La última sección de sus partes bajas, entre la cloaca y la cola, expone una mancha rojiza, lo que inspiró su nombre científico. Dorso gris, con algunos visos marrones;

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alas de matices grises y negros, al igual que la cola; patas café grisáceo. Compor­ tamiento: suele ser avistado en los páramos y en sus bordes, repartido en bandadas dispersas, forrajeando o buscando alimento en el suelo. Tamaño: 12-14 cm. Peso: 10-16 g. Dieta: semillas de la familia asteráceas, frutos, bayas e insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre agosto y septiembre. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: semillero coliblanco. Re

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Semillero andino / Catamenia inornata Catamenia alude a la mancha rojo óxido de la parte baja infracaudal de esta ave, su característica más notoria. Inornata significa “simple y sin adornos”. Identifi­ cación: pico corto, robusto y rosáceo; cabeza y dorso gris oscuro; cuello, pecho, vientre y partes bajas de tonos grisáceos; sección infracaudal rojiza, similar al cobre; alas grises, con estrías blanquecinas y negras. Comporta­ miento: habita páramos y pastizales con

presencia arbórea, especialmente en lugares poblados por Espeletia (frailejón). Se posa sobre el suelo en busca de las semillas de esta planta, solitario o en pareja. Puede llegar a correr peligro debido a que es una presa de fácil confinamiento en jaula. Tamaño: 14 cm. Peso: 14 g. Dieta: semillas. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, en enero, febrero, julio, agosto y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: piquito de oro, semillero sencillo. Re

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Gallina ciega / Chordeiles minor Ave migratoria de tono marrón, jaspeada de blanco y negro. Invernante no reproductivo. Según su nombre científico, es un bailarín del atardecer. Habita pastizales, campos abiertos y algunos cultivos, siempre cerca de fuentes de agua. Se adapta fácilmente a diferentes condiciones climáticas. Los machos producen un ruido característico con sus alas cuando se encuentran en periodo de cortejo. Identificación: la punta de las alas rebasa la cola cuando se encuentra en reposo. Manchas aleopardadas, entre marrón oscuro y gris; pico negro y patas pardas. Los machos tienen la garganta blanca y las hembras presentan un tono pardo. En las alas y en la cola ostentan una línea gruesa y blanca que se evidencia al volar. Comportamiento: originaria

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de Norteamérica. Aunque no se reproduce en Colombia, permanece gran parte del año en este territorio. Común en los cerros, puede ser vista en la ciudad universitaria. En ocasiones conviven en colonias con otras especies similares. Suelen desplazarse en grandes bandadas.Emite un sonido de ‘siiiiiiirt’ agudo, y de ‘chi-witt-chi-witt chi-witt’ durante las noches. Tamaño: 22-25 cm. Peso: 46-107 g. Dieta: se alimenta de gran variedad de insectos, como polillas, moscas, saltamontes, mariposas y avispas. Hábitos: nocturnos. Reproducción: puede llegar a reproducirse dos veces al año, entre mayo y julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: añapero, chotacabras migratorio. MiBo

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Gorrión pizarra / Cinclodes albidiventris Ave de color mayoritariamente parduzco. Habita principalmente en páramos de poca vegetación, cerca de cuerpos de agua y zonas inundables, entre 3500 y 5000 m, donde forrajea casi siempre sola, aunque en escasas ocasiones ha sido avistada en pareja. Identificación: pico corto y afilado, cabeza parda, más oscura en el nacimiento del pico; garganta color blanco hueso, con una línea del mismo color en la parte superior del ojo, a manera de ceja; dorso pardo rojizo; pecho y vientre blanquecinos, con man-

chas pardas y grises; patas también pardas y cola café. Comportamiento: es muy veloz. Picotea el suelo y el fango sin excavar, en busca de su alimento. Anida en lugares rocosos, sin mucha vegetación, pero siempre cerca de arroyos o cuerpos de agua. Tamaño: 15-19 cm. Peso: 34 g. Dieta: insectos, otros invertebrados y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre febrero y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cínclodes colirrufo, remolinera de ala crema. Re

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Cucarachero sabanero / Cistothorus platensis Su coloración estriada, entre blanco, ante, negro y café, hace de esta un ave poco visible, con excelente camuflaje para burlar a los depredadores. En Colombia habita sobre todo en regiones paramunas. Identificación: pico semicurvo con la región superior gris y la inferior rosácea; cabeza estriada en la zona alta, con tonos blanco, negro y pardo, que se extiende por todo el dorso; cuello, pecho, vientre y partes bajas blancuzcos, con los flancos anteados; alas y cola de tonalidades ante con franjas negras; patas rosadas. Comportamiento: habita

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áreas despejadas y pastizales, bordes boscosos y bosques enanos. Los machos son muy territoriales y defienden sus dominios con cantos. De ese mismo modo atraen a las hembras para reproducirse. Por su camuflaje natural resulta muy difícil de avistar y no se dispone de muchos datos sobre su forma de vida. Al cantar levanta su cola. Tamaño: 11 cm. Peso: 9 g. Dieta: insectos y otros invertebrados. Há­ bitos: diurnos. Reproducción: una vez, en cualquier época del año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chirivín sabanero, chochín sabanero, ratona aperdizada, saltapared sabanero. Re

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Pibí ahumado / Contopus fumigatus Ave muy similar a los copetones bogotanos por su prominente cresta, pero de colores oscuros y opacos. Se encuentra entre 500 y 3000 m. No es frecuente avistarla, a pesar de existir encuentros documentados en las montañas de Subachoque, Tabio, el Alto del Vino y los Cerros Orientales. Identificación: pico corto, negro en la mandíbula superior y naranja en la inferior; iris rojo o café; cabeza, cuello y pecho de tono gris pizarra, algo más claro en el vientre y las partes bajas, con un pequeño copete o cresta en la coronilla; alas de tono pardo grisáceo, más oscuras que el

resto del cuerpo, y los bordes de las plumas más claros; cola parda grisácea; patas negruzcas. Comportamiento: suele permanecer perchado en las zonas bajas y altas de los árboles, aunque también gusta de árboles caídos y vegetación muerta. Captura a sus presas en el aire, persiguiéndolas o acechándolas, para retornar nuevamente al punto de origen. Tamaño: 16,5 cm. Peso: 18 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, de septiembre a diciembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atrapamoscas sombrío, pibí oscuro. Re

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Colibrí tomineja / Coeligena bonapartei

buscando su alimento en flores de Bomarea, Mutisia y Cavendishia. Buen cazador de insectos en pleno vuelo. Visita complacido abrevaderos de colibríes dispuestos por humanos. Recorre senderos de alimentación regulares. Tamaño: 11 cm; pico: 30 mm. Peso: 6,5 g. Dieta: néctar de flores e insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre enero y julio, con algunos eventos en noviembre y diciembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí prieto, frentiestrella ventridorada, inca buchidorado, inca de Bogotá, inca ventridorado. Re

Se lo ve raramente en páramos y subpáramos de los Cerros Orientales, así como en El Tablazo o Juaica. En ocasiones se desplaza localmente en busca de alimento. Identificación: pico medianamente largo; cabeza de frente verde y flancos grisáceos hasta la altura de los ojos; cuello y nuca verdes oscuros; pecho verde brillante; parte inferior de tonalidades verdes, naranja y amarillo; alas cafés; cola broncínea. Los machos tienen una mancha azul en la garganta. Com­ portamiento: le agrada permanecer en los matorrales nativos y boscosos. Va

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Cucarachero rufo / Cinnycerthia unirufa

más oscuro, como en las alas y la cola; patas negras. Comportamiento: suele permanecer en pareja o en pequeños grupos familiares. Puede participar en bandadas mixtas durante el forrajeo. Ta­ maño: 16-18 cm. Peso: 21-29 g. Dieta: al parecer se alimenta exclusivamente de invertebrados. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, entre junio y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: rufous wren (en inglés). CaEn

Ave andina de coloración rojiza. Suele ocupar bosques montanos húmedos y páramos, principalmente aquellos que disponen de chusque, por encima de 2200 hasta 3800 m. Identificación: pico negro, largo, cónico y levemente curvo; entre este y los ojos exhibe una franja negra; cuerpo rufo, del que deriva su nombre científico; en algunas áreas de su anatomía visible el tono es un poco

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Chucha / Didelphis pernigra

das, con alto flujo de agua. Tamaño: 5987 cm. Peso: 500-2000 g. Dieta: omnívora, principalmente compuesta por invertebrados y pequeños vertebrados, tales como ratones, pájaros o lagartijas. Hábitos: nocturnos. Reproducción: 2 partos anuales, con camadas hasta de 20 crías. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chucho, fara, orejilarga andina, runcho, zarigüeya. Re

Marsupial. Habita tierras argentinas, bolivianas, colombianas, ecuatorianas, peruanas y venezolanas. Identificación: pelaje dorsal denso, de tonos grisáceos oscuros con puntas blancas, cabeza blanca amarillenta, anillo grueso alrededor de los ojos, pelaje ventral amarillo pálido o blancuzco y cola desnuda. Com­ portamiento: reside en zonas andinas, entre 2000 y 3700 m, en áreas vegeta-

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Cachaquito montañero / Dubusia taeniata

ante; dorso azul y alas y cola de azul y negro intercalado. Comportamiento: prefiere los sectores con vegetación densa y matorrales con presencia abundante de chusque. Vive solo o en parejas y muy ocasionalmente en bandadas mixtas. Ta­ maño: 20 cm. Peso: 31-45 g. Dieta: frutos, insectos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: 2 veces anuales, una en diciembre; de la segunda aún no se dispone de datos claros. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: tangara pechifulva norteña. Re

Sus plumas ostentan una combinación de colores azul, blanco, amarillo y negro. Habita bosques y bordes boscosos de montaña, a alturas entre 2500 y 3500 m. Ocasionalmente se cuelga boca abajo para alcanzar frutos lejanos. Identifica­ ción: pico pequeño y negro; cabeza negra, con amplias franjas azules, a manera de cejas que se unen en la frente y luego bajan hacia el cuello por detrás de la zona auricular; cuello negro, pecho blanco y vientre amarillo; partes bajas de color

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Conirrostro rufo / Conirostrum rufum

parques, bordes de humedales, matorrales, rastrojos y bosques nativos de la sabana. Suelen permanecer en grupos pequeños o en parejas. En ocasiones se agrupan con otras especies de aves insectívoras. Tamaño: 12,5-13 cm. Peso: 11 g. Dieta: insectos y néctar de flores pequeñas. Hábitos: diurnos. Reproducción: los nidos, algo burdos en su construcción, tienen forma de taza, hecha con fibras vegetales y pasto, suelen ser situados en un arbusto, a poca altura del suelo. Ponen un par de huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mielero rufo, pico de cono. CaEn

Ave de fácil diferenciación por su color rojizo y su pequeño pico en forma de cono alargado, zona de su anatomía a la que le debe el nombre. Resulta posible avistarlo en los cerros y ocasionalmente en espacios como el Jardín Botánico, los parques de Niza o El Chicó y el humedal La Conejera. Identificación: región inferior de la cabeza y costados rojos, casi canela; zona superior de la cabeza de color gris pizarra, con una suerte de ceja sobre los ojos; alas y cola de tonos grisáceos oscuros; pico y patas negruzcas. Comportamiento: gustan de jardines,

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Colibrí picoespada

tan lejos deba llevarlo para acceder a sus alimentos. Grabaciones de alta fidelidad y en cámara muy lenta muestran cómo la flexibilidad de la mandíbula inferior del Ensifera ensifera termina siendo ideal, además, para conservar el equilibrio mientras se mantiene suspendido al libar las flores, en particular las del curubo. En efecto, estos colibríes parecieran sostener una suerte de relación romántica y de codependencia especial con esta especie, un vínculo que ha inspirado cuentos, poemas, pinturas y retratos y que, de alguna manera, simboliza los nexos entre formas distintas de vida que cohabitan y se necesitan. La naturaleza aprovecha los restos de polen que suelen adherírseles al rostro a los picoespada mientras van por ahí alimentándose del zumo de las flores, un energizante para ellos. Expresado de manera diferente: si se acaban los curubos, mucho sufrirían los colibríes Ensifera ensifera, dado que es de allí desde donde derivan parte importante de su alimentación. Igualmente, si cesara la polinización favorecida por el picaflor espada, los curubos disminuirían en número. No está de más está decir que la curuba es un fruto ideal para la elaboración de sorbetes, dulces, esponjados y otros platillos suculentos de la cocina santafereña. En Colombia el colibrí pico de sable habita tierras altas situadas sobre las tres cordilleras y sus costumbres son diurnas. Su rostro resulta bastante gracioso por cuenta del ya tan mencionado pico. Sus hábitos migratorios lo llevan a los niveles más encumbrados en tiempos de lluvia y a descender en los secos. Pero no sólo de néctar vive el Ensifera ensifera. Para balancear la dieta, esta ave demanda a diario cerca de trescientos mosquitos pequeños. Las hembras sólo depositan dos huevos en el nido, de los que suele sobrevivir uno. Como sea, incluso cuando se trata de un par de crías, las madres suelen concentrar todos sus cuidados en el hijo más fuerte. Los giros precisos del pico de sable en el aire, sumados a su singular forma de mantenerse suspendidos, también constituyen dos particularida-

Ensifera ensifera

Una intromisión resplandeciente anuncia la llegada del que habla a borbotones. Por eso el relámpago dilata su duración, reclama sus pertenencias y provoca a todo lo largo de la sabana el desconcierto de los sauces, el plateado en las hojas del eucalipto, la contracción del colibrí. Texto: Truenos Autor: Ramón Cote Baraibar Bogotá dispone de un colibrí para cada gusto. Entre ellos cuenta con dos muy particulares, diferenciables por características opuestas, aunque igual de fascinantes. Uno posee el pico más corto y el otro el más largo de todas las especies. Este último es el precioso picoespada, quien, por cierto, lo tiene más prolongado en proporción al cuerpo que cualquier ave en el planeta. El picoespada o pico de sable ostenta mención de privilegio en el libro Guinness de los records. Y en caso de que ello no alcance a sorprender a los escépticos, resulta oportuno añadir que su lengua es aún más prominente que su descomunal pico; que los colibríes incluyen entre sus filas el ave más pequeña del mundo, y que todos, sean o no Ensifera ensifera, son americanos. Los colibríes pico de sable miden en promedio catorce centímetros, sin contar el pico. Si se trata de un macho, su afamado pico podrá alcanzar, entonces, diez y, si es una hembra, doce. Semejante peculiaridad tiene origen en algo más significativo que un capricho natural, puesto que garantiza a sus beneficiarios la destreza exclusiva de acceder con facilidad a las flores tubulares, hondas y estrechas. Bueno es decir que el pico de cada colibrí crece en proporción directa a qué

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Características

des remarcables, dada esa capacidad tan parecida a la de un helicóptero de situarse en el punto preciso. El privilegio de contar con tan excepcionales vecinos constituye un honor que Bogotá no debe dejar de valorar en toda su dimensión. Algo que cualquier visitante o residente de la capital colombiana puede y debería hacer. Con mayor razón, al tratarse de un vecino tan especial y, a la vez, tan pequeño.

Una de las más vistosas especies de colibríes que pueblan la sabana de Bogotá, es reconocido mundialmente por ser el pájaro con el pico más largo en relación con su tamaño. Efectivo polinizador y capaz de volar como ningún otro de sus similares. Identificación: pico prolongado, verde oscuro en la cabeza y metálico en el resto del cuerpo; zona ventral de la hembra más blanca con puntos también verdes a los lados; cola oscura, con puntas claras en las hembras, cuyos picos son más extensos. Comportamiento: habita en montañas húmedas. Es una criatura solitaria que vuela con el pico hacia arriba. Mientras bebe, sigue revoloteando. Migra a tierras altas en temporadas lluviosas y desciende en las secas. Durante las noches entra en una suerte de adormecimiento letárgico. Dentro de Bogotá puede ser avistado en lugares como la Universidad de Los Andes, el sector del Venado de Oro, por el cerro de Guadalupe, y en Monserrate, espacios donde la abundancia de borracheros rojos favorece su presencia. Longitud: 14 cm. Peso: 12-16 g. Dieta: néctares florales de curubas y de Aetanthus, además de fucsias o zarcillejos silvestres (Fuchsia), borrachero rojo (Brugmansia sanguinea) y clavellino (Mutisia clematis). También insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: deposita sus huevos sobre nidos colgantes, con aspecto de tazas de musgo, aunque la información al respecto es poca. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí pico de sable, picaflor espada. Re

Peculiaridades Una buena forma de atraer colibríes pico de sable a jardines cercanos a los Cerros Orientales de Bogotá consiste, lógico es suponerlo, en sembrar curubos. En un solo minuto el corazón del picoespada late 1200 veces, respira en 500 oportunidades y sus aleteos llegan a 3600. El Ensifera ensifera ostenta unas patas muy ligeras y débiles que, si bien le permiten posarse en ramas y otras superficies, no están facultadas para caminar. El término ‘picaflor’, también empleado con frecuencia en alusión a los colibríes, inspiró una célebre composición del baladista pop Raúl Santi en los años 80, así como también la existencia de una desaparecida cadena de restaurantes con el lema “estoy de prisa”. La expresión ‘colibrí’ viene del francés y aparece escrita por vez primera en un documento del padre jesuita Jackes Bouton (1569-1658) acerca de la isla Martinica.

Vecinos

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Culebra sabanera / Erythrolamprus epinephelus bimaculatus

Comportamiento: permanece en el suelo, usualmente entre la hojarasca, aunque también puede nadar o trepar árboles con el fin de ir en busca de sus presas. Está capacitada para hacer túneles con el propósito de escapar o refugiarse en caso de peligro. Puede levantar la parte anterior del cuerpo y aplanar las costillas del cuello con el propósito de intimidar a los depredadores. Gusta de enredarse en pencas, esperando con paciencia a sus presas. Tamaño: 80 cm. Dieta: usualmente ranas y sapos, pero también insectos, lagartijas y renacuajos. Hábitos: diurnos. Conservación: localmente en peligro por pérdida de hábitat. Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: culebra boba, culebra de pantano. Re

Una de las pocas serpientes que habitan Bogotá. Al ser llamada por su nombre popular puede confundirse con la homónima Atractus crassicaudatus. Es capaz de levantarse y aplanar el cuello, como las cobras, para disuadir a sus posibles depredadores. Tolera gran cantidad de toxinas de ranas y sapos, de quienes se alimenta. Habita áreas abiertas, como pastizales de páramo, bosques húmedos altoandinos y bancos ribereños cerca de la alta montaña andina, a alturas hasta de 3400 m. Identificación: vientre rosado pálido; bandas negras con escamas rojas; cabeza con escudos negros y garganta verdosa; en el vientre se intercalan escamas negras y rojizas; lengua negra.

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Gorrión paramuno / Geospizopsis unicolor Ostenta, según el sexo, un color gris plomizo o pardo. Habita páramos y pastizales a alturas entre 3000 y 4600 m. Es una criatura mansa y apacible que comparte con otras especies voladoras, en particular con semilleros. Pocas veces canta. Identificación: el macho tiene pico pardo y corto, un tono gris plomo en casi todo el cuerpo; parte del dorso, las plumas y la cola muestran matices parduzcos. La hembra tiene en su cabeza y el dorso una coloración parda y gris,

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estriada. Comportamiento: suele vérselo en pareja o en grupos pequeños, usualmente posados en el suelo alimentándose o volando y descansando en lugares bajos. Anida en paredes rocosas. Tamaño: 15 cm. Peso: 20 g. Dieta: insectos, invertebrados y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre noviembre y enero. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: fringilo plomizo serrano, pájaro plomo, sunichita, yal plomizo. Re

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Mochuelo andino / Glaucidium jardinii Búho sumamente pequeño, única ave de su género que habita por encima de los 2100 m y hasta los 3400 m. Identifica­ ción: cuerpo muy pequeño, de plumaje enteramente pardo rojizo. Tamaño: 15 cm. Peso: 65 g. Dieta: aves e insectos grandes. Hábitos: prefiere utilizar zonas de dosel y borde en los bosques, aunque ha sido observado en potreros con árboles aislados. Reproducción: diciembre; huevos y nidos en marzo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: buhito andino, mochuelo andino. Re

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Tororoí leonado / Grallaria quitensis Gran corredor, de colores entre marrón y pardo oliváceo. Habita entre los 2200 y 4500 m. Aunque vuela, prefiere caminar por pastizales y matorrales altos de páramos y bosque enano, donde también se esconde con facilidad. Es confiado y no se muestra molesto en presencia de humanos. Identificación: pico pequeño y negro; cabeza, dorso, alas y cola color

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pardo oliváceo oscuro; cuello blanco; pecho, vientre y partes bajas, ante oscuro; patas pardas con dedos largos; cola incipiente. Tamaño: 18 cm. Peso: 57-81 g. Dieta: insectos, algunos animales pequeños y frutas. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chululú amarillento, tororoi leonado. Re

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Tororoí comprapán / Grallaria ruficapilla Ave de cabeza rojiza y laterales estriados, con regiones bajas blancas y algunas manchas oscuras. Habita los bordes boscosos y claros de bosques, entre 1200 y 3600 m. Identificación: pico pequeño de tonalidad gris; cabeza rufa e iris negro; garganta y cuello blancos; pecho, vientre y partes bajas con coloraciones entre blancuzcas y achocolatadas, con prevalencia del chocolate, que da el mismo tinte al dorso y las alas; patas largas y grises; cola incipiente. Comporta­ miento: corre a gran velocidad por el suelo para esparcir la hojarasca con las

patas y el pico, dejar expuestos a los insectos y convertirlos en su alimento. Aunque acostumbra mantenerse escondido en su hábitat, si existen senderos y carreteras cercanas a este, puede vérsele en las mañanas y en las tardes buscando insectos. En pocas ocasiones alza vuelo. Tamaño: 18 cm. Peso: 85 g. Dieta: insectívora y en ocasiones consume ranas. Hábitos: diurnos y crepusculares. Reproducción: anual, entre abril y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chululú compadre, totoroí compadre. Re

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Tororoí ondeado / Grallaria squamigera Sus tonalidades amarillas y grises escamadas en la parte anterior la convierten en un ave muy fácil de identificar, aunque sea escondidiza. Se distribuye en altitudes desde 2000 hasta 3800 m. Identificación: pico gris y grueso; parte superior de la cabeza, nuca y dorso de tono gris violeta, con plumas escamadas; alas oliváceas oscuras; patas grises y cola incipiente; garganta, cuello, pecho, vientre y regiones bajas de tonalidad amarilla estriada con gris violeta y forma escamada. Comportamiento: se en-

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cuentra en bosques húmedos con gran cobertura arbórea e importante presencia de chusque. Canta solamente durante su periodo de reproducción. Es terrestre y solitaria. Prefiere permanecer sobre el suelo y da saltos para desplazarse. En ocasiones se percha en arboles de alturas de hasta 5 metros. Tamaño: 20-23 cm. Peso: 150 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, en agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: tororoí ondoso, tororoí ondulado. Re

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Colibrí gorgiamatista / Heliangelus amethysticollis Se caracteriza principalmente por una gran mancha fucsia encendido o amatista en la garganta. Habita a alturas entre 1800 y 3600 m, en la Cordillera Oriental. Identificación: pico corto y recto; cabeza verde oscuro, un poco más claro y brillante en la frente; dorso verde brillante con alas pardo oscuro; pecho y vientre escamados, entre gris y verde brillante; patas negras. Presentan un collar blanco debajo de la mencionada mancha ama-

tista. Comportamiento: muy territorial. Prefiere deambular en estratos bajos y medios. Abre las alas y abraza las flores de las que liba néctar. En ocasiones se lo puede ver en bandadas mixtas. Tamaño: 10 cm; pico: 18 mm. Peso: 5,3 g. Dieta: néctar de flores y, en ocasiones, insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: ángel del sol, ángel gorgiamatista, colibrí garganta amatista. Re

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Colaespina cejiblanca / Hellmayrea gularis Ave de tonalidad café predominante. Habita montañas colombianas entre 2300 y 3900 m. Se encuentra casi siempre en busca de alimento, escarbando entre la hojarasca y la vegetación muerta. Identi­ ficación: pico gris rosáceo, más oscuro en la punta; cabeza y dorso pardo rojizo, con una pequeña banda blanca sobre los ojos; garganta, pecho, vientre y alas gris parduzco; cola rojiza, medianamente

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larga, y patas oliváceas. Comporta­ miento: acostumbra andar solo o en parejas en bosques densos con presencia de chusque, bosques enanos y páramos. Tamaño: 11-13 cm. Peso: 11 a 15 g. Dieta: consume principalmente insectos artrópodos. Hábitos: diurnos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chamicero cejiblanco, güitío paramero, pijuí paramero, rastrojero cejiblanco. Re

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Oropéndola de Baltimore / Icterus galbula El contraste de sus colores intensos negro y naranja hace de ella un ave sumamente llamativa. Es una especie migratoria de Norteamérica. Huye del invierno viajando a América del Sur, en territorios usualmente situados por debajo de 2000 m. Identificación: pico semilargo de tono plateado; dorso y cabeza del mismo color, pese a que algunos individuos tienen esta última del todo anaranjada; alas de base negra con franjas blancas; pecho, vientre y partes bajas de coloración naranja encendido; cola y patas negruzcas. Comportamiento: pre-

fiere los bordes de bosque, espacios abiertos y llanuras. Se posa en las ramas de árboles de sombra. Busca alimento en el follaje y en ocasiones caza a sus presas en el aire con vuelos acrobáticos. Está en capacidad de colgar boca abajo de las ramas para atrapar insectos. Ta­ maño: 18-22 cm. Peso: 34 g. Dieta: insectos artrópodos, gusanos y orugas, bayas y néctar de flores. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: calandria de Baltimore, oropéndola del norte, turpial de Baltimore. MiBo

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Colibrí aterciopelado / Lafresnaya lafresnayi Único en su género, se encuentra a alturas entre 1800 y 3400 m, pero prefiere las grandes altitudes. Identificación: pico corto semicurvo; cabeza verde, con una franja oscura desde la frente; cuello y parte superior del dorso color verde metálico; algunos ejemplares ostentan un parche negro en el vientre; alas café oscuro; partes bajas entre grisáceas y blancas. Las hembras exhiben un plu-

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maje algo más pálido. Comportamiento: los machos son muy territoriales. En ocasiones tienen desplazamientos locales, en épocas de verano o invierno. Tamaño: 10 cm; pico: 25 mm. Peso: 5-6 g. Dieta: néctar de flores del género Centropogon, Castilleja, Salvia y Siphocampylus, entre otras. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre marzo y abril. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí de terciopelo. Re

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Coludito andino / Leptasthenura andicola Especie usualmente ubicada en zonas de alta montaña, entre 3000 y 4500 m. Ostenta tonalidades entremezcladas de parduzco y blanco. Para evitar el frío nocturno propio de dichas latitudes, forra sus nidos con pelos y plumas, y suele edificarlos entre los agujeros y troncos de vegetaciones muertas. Identifica­ ción: pico corto y negro y cabeza parda rojiza; posee una franja blanco-hueso por encima del ojo desde el pico hasta la nuca: dorso pardo moteado de blanco; garganta, cuello, pecho y vientre color pardo grisáceo, con pintas blancas aleatorias; alas pardas, cafés al final; cola larga en V color pardo, diferencia que

posibilita no confundirlo con el canasterio flamulado; patas entre pardo y negro en los dedos. Comportamiento: habita montañas altas y húmedas con presencia de pastos altos, páramos y bosques enanos. Acostumbra andar en parejas o en bandadas de pocos individuos. Consigue su sustento forrajeando en todos los estratos de la vegetación circundante. Suele colgar de las ramas boca abajo. Tamaño: 16-17 cm. Peso: 15-16 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, durante septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: coludito frailejonero, tijeral andino. Re

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Cometa colinegro / Lesbia victoriae Se trata del colibrí con la cola más larga en Colombia. Habita montañas altas, usualmente en páramos y subpáramos, entre los 2500 y 4000 m. Identificación: pico muy corto y grueso, cola larga, ambos de color negro; cuerpo verde no muy brillante, con un gran parche verdoso y metálico en la garganta; algunos individuos tienen el dorso dorado. Comporta­ miento: acostumbra perchar en áreas abiertas, dentro de bordes de bosque. El macho realiza vuelos acrobáticos, ascen-

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diendo entre 10 y 15 m para descolgarse en picada casi hasta el suelo. Al llegar al punto más bajo genera un sonido, como de golpes rápidos, muy notorio, posiblemente con la cola. Tamaño: 25 cm, con cola; pico: 20 mm. Peso: 5 g. Dieta: néctar de Barnadesia, Bignoniaceae, uvos de monte y flor de eucalipto. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre septiembre y octubre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colacintillo colinegro, colibrí colilargo mayor, colibrí colinegro. Re

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Trepatronco perlado / Margarornis squamiger

suele ser visto mezclado con bandadas pequeñas de varias especies, entre los 1500 y los 3800 m. Frecuenta zonas musgosas, bosques húmedos y enanos. A veces descansa colgado de cabeza. Trepa troncos y ramas con presencia de musgo. Vuela rápido y efectúa maniobras acrobáticas intrincadas y vistosas. Su nido tiene forma esférica, y pende, con una entrada lateral. Tamaño: 15-16 cm. Peso: 14-20 g. Dieta: insectos, artrópodos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre enero y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: corretroncos perlado, subepalo perlado, titirí goteado. Re

Hábil trepador de troncos y ramas, motivo al que debe su nombre más popular. Sus dedos son fuertes y capaces de asirse con firmeza a múltiples superficies. Identificación: colores entremezclados de blanco, café, negro, gris y rufo. Identificación: pico negro en la parte superior y blanco rosáceo en la inferior; cabeza gris oscura con una línea amarilla por encima del ojo, a manera de ceja; cuello con una pequeña barba amarilla y dorso, alas y cola rojo parduzco; pecho, vientre y partes bajas de fondo café, adornado con pequeñas manchas blancas en forma de gota, bordeadas de negro; patas grises. Comportamiento:

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Comadreja andina / Mustela frenata La especie más distribuida de todas entre las representantes de la familia Mustelidae que habitan el continente americano. Identificación: cuerpo esbelto y color principalmente marrón claro, piernas cortas, cola bien cubierta de pelo y casi tan larga como el resto del cuerpo; piel ventral de tonos claros. Hembras un 15% más pequeñas que los machos. Punta de la cola, negra. Comportamiento: especie ágil, a la vez trepadora y buena nadadora. Los machos son muy territoriales. Ta­

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maño: 30-45 cm. Peso: 500 g. Dieta: carnívora. Consume ratas, ratones, conejos, entre otros. Hábitos: principalmente nocturnos, aunque presenta actividad durante el día. Reproducción: la concepción tiene lugar en abril y los nacimientos unos 3 meses después. La madurez sexual de las hembras se presenta a partir de los 3 meses. En los machos aparece al año de edad. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bres comunes: challwa, chucurillo, chucuro, comadreja, comadreja de cola larga, hurón. Re

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Copetón viajero / Myiarchus crinitus Ave solitaria y territorial de tonos grises, marrones, parduzcos y amarillentos. Su cresta y su coloración amarilla la hacen fácil de distinguir. Identificación: pico rosáceo; cabeza con cresta café desde la frente; el resto es gris hasta el pecho; dorso pardo; vientre y regiones bajas amarillas; alas escamadas, entre pardas y blancas; cola café y patas grises. Com­ portamiento: durante los inviernos se muda a algunos países suramericanos,

usualmente a selvas húmedas, dentro de claros de bosque y bosques secundarios. También a selvas no perturbadas. En temporadas de apareamiento es territorial. Tamaño: 20 cm. Peso: 35 g. Dieta: insectos, bayas y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: en sus países de origen, entre abril y junio. La hembra pone un gran número de huevos, entre 4 y 6. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atrapamoscas copetón, somormujo cazamoscas. MiBo

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Candelita frentidorada / Myioborus ornatus Ave de color amarillo vistoso y negro brillante. Reside en las altas montañas colombianas, entre 2400 y 3400 m. Con frecuencia baja la cabeza y abre rápidamente sus alas y cola para espantar insectos, a los que caza en persecución aérea. Identificación: plumaje amarillo encendido, casi naranja, en cabeza, cuello, pecho y vientre, y dorso negro o gris muy oscuro desde la corona. Ostenta una medialuna blanca muy fina a la altura de los canales auditivos. Com­ portamiento: habita bosques húmedos. Casi siempre atrapa su alimento cazándolo en el aire, aunque se la ha visto

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también obteniéndolo directamente desde las ramas donde se posa. Puede formar pequeñas bandadas. Su voz de reclamo es un ‘tsip’ suave y alto. Su canto es una secuencia tintineante de sonidos como ‘pit it’, ‘tchit suiit suiiit pits uiuu’ repetido a intervalos cortos. Común en las zonas altas de los Cerros Orientales, en la quebrada El Chicó y en la quebrada La Vieja. Tamaño: 13-14 cm. Peso: 10-27 g. Dieta: insectos, especialmente moscas. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: abanico cariblanco, candelita adornada, candelita copetiamarilla. CaEn

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Atrapamoscas paramuno / Myiotheretes striaticollis Tal como su nombre lo insinúa, cazador natural de moscas e insectos. Presenta estrías de cuello notorias. Se encuentra entre los 1500 y 3700 m. Identificación: pico negro; cabeza gris parda hasta el dorso, estriada con blanco en la parte baja del pico, hacia el pecho; regiones bajas y vientre cobrizos; alas pardo oscuro y cola parda, más clara. Comporta­ miento: habita campos semiabiertos, pastizales y arbustos, solitario o en pa-

reja. Escoge un lugar alto en algún árbol como punto de vigilancia. Desciende al suelo o vuela para atrapar su alimento y luego retorna a la misma posición estratégica. Tamaño: 21-23 cm. Peso: 64 g. Dieta: insectos y pequeños vertebrados. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre enero y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atrapamoscas chiflaperros, birro grande, birro canela. Re

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Tangara cabeciazul / Sporathraupis cyanocephala Ave mediana de color azul encendido. Suele ser avistada en bosques montanos y sus bordes, a alturas entre 1400 y 3000 m. Identificación: pico y patas grises; cabeza azul cobalto; cuello, pecho, vientre y partes bajas de tonos azules grisáceos; bordes oculares negros; alas y cola amarillo oliva, con algunas plumas de las alas pardas oscuras; en el nacimiento de las patas ostenta un amarillo vivo. Com­

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portamiento: permanece en parejas o en pequeños grupos de no más de 8 individuos. En ocasiones se une a bandadas mixtas en busca de alimento. Puede ser visto en bosques y pastizales. Tamaño: 16-19 cm. Peso: 27-47 g. Dieta: frutos, bayas e insectos. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, entre abril y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: azulejo montañero, tangara coroniazul. Re

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Ardilla de cola roja / Notosciurus granatensis Debe su toponímico de granatensis al Nuevo Reino de Granada, donde fue clasificada por vez primera gracias a Alexander von Humboldt. Identificación: tamaño mediano; orejas grandes; dorso de matices ocres, amarillos y negros; la cola comienza en un tono oscuro y se torna roja, con la punta negruzca; mamas dispuestas en tres pares. Comporta­ miento: criatura solitaria, muy sigilosa y

fundamentalmente arborícola. Suele esconderse en orificios de árboles y en vegetaciones densas. Tamaño: cuerpo: 10-28,5 cm; cola: 14-28 cm. Peso: 212520 g. Dieta: frutos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: construye sus nidos en hojas. Los periodos de gestación y lactancia toman de 15 a 16 semanas. Suelen nacer de 2 a 3 crías. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: ardilla colirroja. Re

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Pitajo ahumado / Ochthoeca fumicolor Ave silenciosa de tierras andinas. Se encuentra entre 2600 y 4400 m. Identifi­ cación: pico muy corto y negro; cabeza y dorso pardos con franja blanca sobre los ojos, a manera de cejas; cuello, pecho, vientre y partes bajas de tono naranja opaco; dorso parduzco; alas con dos franjas canela profundo y cola oscura; patas negras. Comportamiento: es

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raro oírlo cantar. En ocasiones realiza desplazamientos locales según la temporada de lluvias y de crianza. Captura sus presas en el aire o en el follaje. Tamaño: 15 cm. Peso: 18 g. Dieta: insectívora. Há­ bitos: diurnos. Reproducción: anual, entre febrero y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: pitajo dorsipardo. Re

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Atrapamoscas canelo / Pyrrhomyias cinnamomeus Ave andina de tonos canelas y rufos. Habita sectores boscosos, además de bordes y claros de bosque, entre 600 y 3350 m. Identificación: pico pequeño y negro; cabeza acanelada oscura, más clara hacia la nuca; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas color canela; dorso verde oliva oscuro y alas negras con franjas canela; cola y patas negruzcas.

Comportamiento: permanece entre las cumbres de los árboles y a tres metros del suelo. Puede participar en bandadas mixtas. Vuela distancias cortas y atrapa insectos en vuelo. Tamaño: 13 cm. Peso: 10 g. Dieta: insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y mayo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atrapamoscas acanelado, birro chico. Re

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Tapaculo andino / Scytalopus griseicollis Ave pequeña, de color predominantemente gris o gris oscuro y algunos matices más vivos, habitante de montañas con alturas entre 2000 y 3300 m. Identi­ ficación: cuerpo gris oscuro manchado, con algunas partes del dorso gris pardo, sobre todo en la cola y las alas; vientre un poco más claro. Parte posterior del cuerpo color canela. Comportamiento: habita bosques, bordes de bosque y sel-

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vas húmedas de montaña, páramos y bosques enanos. Resulta difícil de avistar en su entorno natural, por las tonalidades de su plumaje, y es mucho más fácil oír su canto. Tamaño: 10-11 cm. Peso: 1619 g. Dieta: insectos y frutas. Hábitos: diurnos. Reproducción: al parecer, acostumbra aparearse en la segunda mitad del año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: churrín de matorral, tapaculo ventriplateado. Re

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Lagartija lisa rayada / Riama striata

tiempo a la excavación y a la vida subterránea) y prefiere áreas bajo troncos, rocas y hojarasca. Se han reportado apariciones debajo de escombros de cemento, ladrillo o madera en áreas intervenidas o en proceso de urbanización. Tamaño: 14,5 cm. Peso: 4 g. Dieta: insectívora y conformada principalmente de arácnidos, coleópteros, dípteros, gasterópodos y ortópteros. Hábitos: diurnos. Reproducción: hembras ponen entre 1 o 2 huevos. Al parecer construyen nidos comunales y tienen posibilidades continuas de reproducción. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: charchala, lagartija bombillo estriada, lagartija lisa rayada. En

Lagartija endémica de los departamentos colombianos de Cundinamarca, Boyacá y Santander. Gusta de bosques altos andinos, bosques nubosos y páramos. Identificación: colores muy variados según cada ejemplar, que incluyen tonos marrones u oscuros en las regiones superiores, bien sea uniformes o manchados; en ocasiones luce una raya dorso-lateral o una línea mediana de color oscuro; partes bajas entre negras y amarillentas, con presencia frecuente de blanco. Durante temporadas reproductivas los machos suelen enrojecerse. Comportamiento: se considera semifosorial (habituado durante la mitad de su

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Canario sabanero / Sicalis luteola Especie vistosa de colores entre pardo oliváceo, amarillo, grisáceo y negruzco, extendida en buena parte de América Central y del Sur. Es común encontrársela a alturas superiores a 1200 m. Se ha acostumbrado bien a las áreas urbanas con buena presencia arbustiva y de gramíneas. Visita bosques, parques y sitios abiertos de la ciudad. Al migrar, suele volar en grupos grandes. Identificación: pico grisáceo y cabeza con tonalidades amarillas y grises, estriada desde la parte frontal hasta la nuca, donde se tornan más notorias, con colores entre pardo, gris y amarillo; área ocular amarilla, igual

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que el pecho, el vientre y las partes bajas. Los machos ostentan un tono más vivo, característica que palidece en las hembras. Comportamiento: utiliza arbustos y árboles para posarse, pero en ámbitos urbanos puede ser visto en cableados, alambres y cercas. Suele cantar y volar en simultánea. También es común verlo en grandes bandadas dentro pastizales abiertos, alimentándose. Tamaño: 13-14 cm. Peso: 14-18 g. Dieta: semillas, insectos y frutas. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, entre mayo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chirigüe sabanero, misto, zacatero amarillo. Re

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Lagarto collarejo / Stenocercus trachycephalus Especie endémica de los Andes colombianos y de colores muy llamativos. Habita bosques secos y páramos. Es fácil distinguirlo por una mancha oscura y vistosa debajo del cuello. Identificación: cuerpo verde oscuro, con matices grisáceos; manchas horizontales blancuzcas y negruzcas sobre la columna vertebral; cabeza parda; alrededor de los oídos, hocico y cuello manchados de naranja, con una pronunciada marca negra bajo

este último; flancos verdes, con puntos verdes claros. Comportamiento: habita en altitudes entre 1750 y 3800 m. Gusta de permanecer sobre troncos de árboles y en rocas. Es muy dependiente del sol. Tamaño: rostro-cloaca: 9 cm; cola: 5-6 cm. Dieta: insectívora y conformada por hormigas, escarabajos y saltamontes, en la mayoría de los casos. Hábitos: diurnos. Reproducción: las hembras depositan 2 huevos sobre la tierra. La eclosión tarda 180 días. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. En

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Vencejo de collar / Streptoprocne zonaris Vencejo colombiano de mayor tamaño y muy fácil identificación gracias a su color mayoritariamente negro y al anillo blanco que le ciñe el cuello. Puede avistarse a alturas hasta de 4350 m. Utiliza las corrientes cálidas para planear sin aleteo. Al descender a gran velocidad y cortar el aire, sus alas pueden producir un ruido muy característico, similar a un zumbido. Identificación: cuerpo grande y robusto, casi todo negro, con un ‘collar’ blanco, más ancho en el pecho; alas anchas y

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cola escotada. Comportamiento: altamente social. Ha sido vista en bandadas de más de cien individuos. En ocasiones anida en pequeños grupos. Construye sus nidos con barro y vegetación. Se alimenta en pleno vuelo, cazando insectos. Sus llamadas en vuelo equivalen a un ‘s-rii, s-rii, s-rii’. Tamaño: 20-22 cm. Peso: 100 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: usualmente entre febrero y marzo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: vencejo acollarado. Re

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Chamicero cundiboyacense / Synallaxis subpudica Ave de colores entre grises y parduzcos endémica de la Cordillera Oriental colombiana, entre Boyacá y Bogotá. Se puede observar a alturas que van desde 2100 a 3200 m, en zonas boscosas y bordes de bosque. Identificación: cabeza gris con franja rojiza desde la frente hacia la espalda y pico negro azulado; cuello con una pequeña mancha grisácea; pecho y vientre gris blancuzcos; dorso plomizo y alas de tonos rojizos en la

parte anterior, similares al color de la cabeza; patas azul grisáceo. Comporta­ miento: suele vérselo buscando alimento entre el suelo y los árboles, donde atrapa insectos. Tamaño: 17-18 cm. Peso: 10-20 g. Dieta: artrópodos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre julio y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: pijuí de Cundinamarca, pijuí de garganta plateada, rastrojero rabilargo. En

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Tangara azul y negra / Tangara vassorii Ave pequeña, de tonalidad principalmente azul, con visos negros. Habita a alturas entre 2000 y 3500 m. Prefiere la alta montaña y suele rehuirle a la presencia humana, aunque en ocasiones visita parques y jardines de la ciudad. Identificación: pico negro, muy corto y brillante; cabeza completamente azul cobalto con un borde negro en los ojos; dorso, garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas también de color azul cobalto brillante; alas negras con manchas azules que terminan en tonalidades oscuras; cola negra y azul y patas negruz-

Vecinos

cas. Comportamiento: especie sumamente activa. Revolotea desde las copas de los árboles hasta el suelo, casi sin detenerse. En muchas ocasiones comparte su espacio con otras aves, en bandadas mixtas o en grupos de 5 a 6 individuos. Tamaño: 13 cm. Peso: 15-21 g. Dieta: mayoritariamente frugívora, aunque se complementa con una cantidad moderada de insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: tangara negriazul, tangara piquerón. Re

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Hemispingo cejudo / Thlypopsis superciliaris Ave de color mayoritariamente amarillo. Habitante exclusiva de los países andinos, en áreas boscosas y bordes de bosques montanos, a alturas entre 2200 y 3200 m. Atrapa su alimento en vuelos acrobáticos. Identificación: pico gris oscuro y frente oliva grisácea, con franja blanca a manera de ceja, desde el pico hasta la región auricular; cuenta con antifaz oliváceo más oscuro; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas de color amarillo; dorso oli-

váceo, alas parduzcas y cola grisácea. Comportamiento: sacuden la cola con frecuencia para alborotar insectos y luego atraparlos. Se desplazan en parejas. Ta­ maño: 14-20 cm. Peso: 31-45 g. Dieta: insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre septiembre y octubre. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: buscador cejas amarillas, frutero de cejas amarillas, hemispingo cejiblanco, hemispingo cejón. Re

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En cerros


Pato andino / Anas andium Habita las montañas altas de Colombia, por encima de los 2.600 m. Se puede ver con facilidad en humedales y en ríos de aguas calmas. Tiene la capacidad de volar, pero sólo lo hace en distancias cortas. Su plumaje es mayoritariamente blanco, marrón y gris. Identificación: cabeza oscura y vientre gris, pecho blanco barrado con negro, dorso marrón y pico gris oscuro, patas grises muy oscuras. Algunos individuos tienen en la punta de sus alas un color verde esmeralda o una coloración verdosa amarillenta. El macho suele ser mucho más oscuro que la hembra y ésta más pequeña. Comportamiento: disfruta los lagos, ríos, humedales, reser-

Vecinos

vorios, pantanos y charcas de alta montaña. Los padres cuidan de sus polluelos en el nido por un periodo de 6 a 7 semanas. Usualmente permanecen en pequeños grupos familiares. Tamaño: 38-43 cm. Peso: 400 g. Dieta: insectos e invertebrados acuáticos, como anfípodos y crustáceos. También gustan de plantas acuáticas, semillas y frutos. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre una y dos veces por año, usualmente entre octubre y marzo. Ponen entre 5 y 13 huevos. La gestación toma de 24 a 35 días. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cerceta barcina, pato paramuno, pato serrano, zarceta andina. Re

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Trogon / Trogon personatus Los colores vistosos y bien definidos en el cuerpo de esta ave la hacen muy fácil de distinguir. Suele ser avistada en bosques húmedos y montañosos. Usualmente vive a altitudes entre 700 y 3600 m. Identifi­ cación: pico amarillo robusto y anillo alrededor de los ojos, naranja; cabeza verdosa con tonos más oscuros en el cuello; pecho con pequeña banda blanca; debajo de esta resalta una coloración naranja o rojo encendido y en el dorso un verde oliva; alas blancas y negras; cola

también negra, con puntos blancos. Comportamiento: suele ser visto solo o en parejas. Para poner sus huevos, elabora su nido escarbando en troncos de árboles muertos. Cuando se encuentra perchado, en descanso, sus movimientos son lentos y tranquilos. Tamaño: 25 cm. Peso: 64 g. Dieta: frutas e insectos. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: soledad, trogón enmascarado. Re

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Clarinero / Anisognathus igniventris Ave vistosa de tonos rojo, azul y negro que habita bosques altoandinos. También puede ser encontrada ocasionalmente en parques y jardines bogotanos. Existen registros de avistamientos en sectores montañosos del barrio Chicó y en predios aledaños a la Universidad de los Andes. Suele llamársele ‘cachaquito’. Identificación: pico corto y rostro negro hasta el cuello; detrás del ojo presenta una medialuna escarlata; dorso negro y alas negras, con algunas líneas azules, tanto en el exterior como por dentro; pecho y vientre rojos escarlata; patas ne-

Vecinos

gras. Comportamiento: se desplaza rápidamente entre los árboles y en bandadas pequeñas, de 6 a 8 individuos. Puede ser visto en áreas montañosas de vegetación nativa, en ocasiones acompañado de individuos de su misma especie o de otras, tales como reinitas, pinchaflores o mosquiteros. Tamaño: 19 cm. Peso: 34 g. Dieta: frutos, insectos y algunas flores. Hábitos: diurnos. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: buchicandela, cachaquito, clarinero primavera, tangara de montaña ventrirroja, ventriescarlata. Re

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Carpintero carmesí / Colaptes rivolii

y regiones bajas; alas rojas con algunas plumas amarillosas y grises; cola negra y patas grisáceas. Comportamiento: vive solitario o en pareja. Usualmente es posible hallarlo en todos los estratos de la vegetación, buscando alimento, picoteando troncos, o en el suelo, removiendo hojarasca y musgos. Tamaño: 25 cm. Peso: 92 g. Dieta: insectos, como hormigas y larvas de escarabajos. De manera ocasional consume algunos frutos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre febrero y marzo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bres comunes: carpintero candela, carpintero dorsicarmesí. Re

Ave de color llamativo. Sus tonos amarillo y rojizo lo hacen fácil de distinguir, además de su gusto por la montaña. Puede habitar a altitudes entre 1000 y 3700 m, dentro de bosques húmedos y nublados, y ocasionalmente puede ser avistado en páramos. Identificación: pico robusto y negro; cabeza roja, con franjas amarillas en los ojos, a manera de antifaz; dorso rojo; algunos ejemplares lucen un parche oscuro en la frente; garganta negruzca; cuello estriado, entre rojo, amarillo y negro, que al descender al pecho se torna cada vez más amarillo, hasta esparcirse uniforme por el vientre

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Colibrí pomponero reluciente / Eriocnemis vestita Su principal característica es una mancha violeta bajo el pico. Presenta en las patas un plumaje similar a motas blancas de algodón. Prefiere zonas abiertas de páramo y bordes de selva altoandinos, a altitudes entre 2800 y 3500 m. Identifi­ cación: pico corto y recto; cabeza con frente verde aguamarina, verde oliva muy oscuro hacia los ojos y una pequeña franja amarilla del pico hacia los laterales; dorso entre aguamarina y azul metálico; bajo el pico luce un parche azul violeta; pecho y vientre verde, azul y amarillo tornasolados; patas con pompo-

Vecinos

nes blancos; alas gris oscuro. Comporta­ miento: muy agresivo y territorial. Es frecuente verlo en persecuciones a otras aves que invaden sus zonas de alimentación. Exhibe sus pompones blancos en los enfrentamientos. Al alimentarse no presenta vuelo estático, pero se cuelga en la flor de la que bebe. Tamaño: 8,7 cm; pico: 18 mm. Peso: 4,7 g. Dieta: principalmente flores de Palicourea, Clusia multiflora y Cavendishia. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, en junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: calzadito reluciente, colibrí de calzones, paramero esmeraldino. Re

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Águila real de páramo / Geranoaetus melanoleucus Ave de rapiña, emblemática de los páramos colombianos. Color mayoritariamente grisáceo con matices blancos y negros brillantes. Aprovecha las corrientes de aire para disminuir el consumo energético. Durante el día suele sobrevolar las montañas y buscar su presa desde la altura. Cuando la encuentra, se lanza ágilmente sobre ella. Identificación: hembras más pesadas que los machos. Cuerpo robusto, con plumaje negro en la cabeza, gris oscuro en los hombros, gris claro en el cuello, vientre y dorso blancos, alas grises y cola negra. Pico grande muy afilado, al igual que las garras. Sus alas extendidas pueden llegar a los dos metros. Patas amarillas. Comporta­

miento: acostumbra moverse en parejas, sobrevolando páramos y montañas altas, hasta los 4600 m. Anida sobre las rocas más encumbradas y distantes. Tamaño: 62-80 cm. Peso: 2-3 kg. Dieta: carnívora, especialmente de roedores, mamíferos pequeños, serpientes y lagartos. En Bogotá profesan especial predilección por conejos del género Sylvilagus y curíes (Cavia porcelus). Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: una vez durante todo el año, con preferencia en junio y julio. Fabrican nidos voluminosos con ramas sobre rocas altas o copas de árboles encumbrados. También en cactus o arbustos. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: águila de páramo. Re

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Cucarachero pechigrís / Henicorhina leucophrys Ave de bosques húmedos montanos por encima de los 1500 m. Identificación: pico gris, recto y pequeño; parte superior de la cabeza de tono grisáceo oscuro, con línea blanca hasta la nuca, a manera de ceja; mejillas, garganta y cuello estriados, de tonalidades blancuzcas y negras; pecho gris; vientre, dorso y flancos canela; cola incipiente y acanelada con franjas más oscuras; patas gri-

Vecinos

ses. Comportamiento: suele ser visto en parejas o en grupos familiares pequeños, sobre el suelo o dentro de vegetaciones densas. Tamaño: 11 cm. Peso: 15 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, entre diciembre y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chirivín pechigrís, chochín pechigrís, cucarachero selvático, soterrey de selva pechigrís. Re

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Cometa coliverde / Lesbia nuna Su larga cola inspira el nombre de cometa. En algunos ejemplares esta llega a 13 cm. Puede vivir a alturas entre 2000 y 3300 m. Identificación: pico corto y recto; cabeza verde metálico; garganta y cuello negros en algunos ejemplares; dorso azul aguamarina y resto del cuerpo verde aguamarina; alas grises parduzcas y cola gris oscura con la punta verde; última sección del cuerpo, antes de la cola, blanca. Algunos individuos presentan una coloración gris escamada en el vientre. Comportamiento: habita bordes de bosque, parques y jardines, donde haya

predios considerablemente abiertos. Es muy activo y defiende su territorio con vehemencia. Realiza recorridos frecuentes de alimentación. Sus movimientos generan un curioso chasquido de cola. Ejecuta vuelos estacionarios para alimentarse. Tamaño: 12-17 cm, con cola. Peso: 3,7 g. Dieta: néctar de flores de los géneros Castilleja, Cavendishia, Rubus y Cuphea dipetala, entre otras. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre noviembre y abril. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí coludo verde. Re

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Tiranuelo gorjiblanco / Mecocerculus leucophrys Ave de colores mezclados, entre cafés, blancos y grises. Su nombre alude a su cola larga y a su ceja blanca. En Colombia habita territorios entre los 1300 y los 4400 m. Identificación: línea clara sobre los ojos que semeja una ceja y corona gris; pico largo y negro; el resto de sus zonas superiores es de tono café rojizo; alas negras con barras alares blancas o amarillentas; garganta y vientre blancos; cola también larga, de tonalidad marrón oscuro. Comportamiento: suele forrajear en

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pareja o solitariamente. Acostumbra unirse a bandadas de conformación mixta. Suele mover la cola de un lado al otro. Ta­ maño: 14 cm. Peso: 8-12 g. Dieta: arañas, insectos y frutos. Hábitos: especialmente común en la sabana de Bogotá y muy activo vocalmente. Reproducción: en Bogotá y Colombia, entre enero y agosto. Nido en forma de copa situado en ramas localizadas a una altura de entre 1 y 4 metros de altura. Cada puesta es de 2 huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mosquerito rastrojero. Re

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Pitajo pechiamarillo / Ochthoeca diadema La diadema de su nombre alude a la franja amarilla que rodea su cabeza. Reside a alturas entre 1700 y 3100 m. Iden­ tificación: pico corto y grueso; cuerpo robusto y pequeño; franja amarilla en forma de ceja que se junta en la frente; corona parda oscura; cuello, pecho, vientre y regiones bajas de matices amarillos oliváceos; dorso pardo, alas y cola

grises con negro; patas grisáceas y oscuras. Comportamiento: escurridizo y difícil de ver. Habita selvas y bosques húmedos, en los bordes de montaña. Tamaño: 12 cm. Peso: 25 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, entre enero y octubre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: pitajo ventriamarillo. Re

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Pitajo pechirrojo / Ochthoeca rufipectoralis Ave andina, habitante regular de bosques montanos húmedos, subtropicales o tropicales. Identificación: pico corto y negro; cabeza negruzca cruzada por franjas blancas encima de los ojos, a manera de cejas; cuello y pecho canela que cambia a grisáceo en el vientre y las partes bajas; dorso ocre oscuro, al igual que las alas y la cola. Comportamiento: ha-

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bita bordes de bosque nublado. Suele permanecer en pareja o en bandadas pequeñas. Es muy territorial. Escoge árboles altos para vigilar. Atrapa sus presas en la superficie de las hojas. Tamaño: 14 cm. Peso: 13 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre enero y septiembre. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: pitajo pechirrufo. Re

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Colibrí aliazul / Pterophanes cyanopterus Su color azul profundo y resplandeciente en las alas es muy vistoso. Se encuentra entre los 2600 y 3700 m. Identificación: pico recto y delgado; cabeza delgada de verdes vivos iridiscentes, un poco más oscuros y cercanos al azul aguamarina en la frente y la corona; cuello, pecho, vientre y partes bajas de tonos verdes y aguamarina brillante, al igual que el dorso; alas con plumas azules relucientes, un poco más oscuras en los bordes; patas rosadas. La hembra tiene el pecho y el vientre color canela. Comportamiento: habita principalmente en los bordes de bosque y en

matorrales de pendientes rocosas de páramos y subpáramos. Aunque prefiere la soledad y el silencio para evitar conflictos por zonas de alimentación, han sido avistados ejemplares en bandadas mixtas buscando flores. Muy territorial. Aletea más lento, comparativamente con los demás colibríes. Tamaño: 16 cm; pico: 30 mm. Peso: 9 g. Dieta: néctar de flores de bromelias, puya, Passiflora y Centropogon, entre otras. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre enero y febrero. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: alizafiro grande, colibrí ala de zafiro. Re

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Pava andina

de árboles, sino también por su temperamento, tradicionalmente esquivo, en tanto la más mínima perturbación de su entorno siempre ha tendido a asustarlas y hacerlas huir. No es para menos, dados los antecedentes de acosos y eliminaciones masivas de los que fueron blanco durante milenios. Si están en grupo, ante cualquier señal de riesgo es casi seguro que se unan, en una suerte de coro de alerta, ruidoso y cacofónico. En tranquilidad, por contraste, los ademanes y movimientos de las pavas andinas serán pausados y elegantes. El vuelo de las Penelope montagnii es corto y poco frecuente, usualmente para desplazarse de una a otra rama. Raras veces la pava de monte descenderá al suelo y, si llega a hacerlo, será solo para beber agua de algún río o cañada cercanos durante un rato. Las hembras depositan dos huevos a mediados de febrero en nidos fabricados con ramas y hojas. Los polluelos rompen el cascarón hacia marzo. La pava andina realiza un aporte relevante a la dispersión de semillas y, por tanto, propicia la regeneración de las especies vegetales nativas de los cerros. Para tranquilidad de sus admiradores, y como un hecho venturoso digno de ser destacado, desde 2007 ha habido constantes registros en los Cerros Orientales, más específicamente en Torca, Aguanoso, Monserrate y quebrada La Vieja, una excelente señal de que la población se ha ido recuperando de forma paulatina. Además, múltiples individuos de Penelope montagnii han venido retornado de a poco a lugares donde se creía ya desaparecida, como el sendero del Venado de Oro. Lejos de conducir a los interesados y a los comprometidos con la causa de la pava a disminuir la guardia, estos acontecimientos alegres deben, más bien, ser inspiración y motivar a la comunidad a redoblar esfuerzos en homenaje a esta singular vecina. Conviene mantener absoluta determinación en las medidas creadas para que la población de estas indefensas criaturas aumente y perdure, con la esperanza de que las pavas de monte brillen, confundidas entre la vegetación que

Penelope montagnii

El pavo y la pava se quieren casar. No tienen dinero para la boda real. Poema: El pavo y la pava Fuente: Libro al viento Quien sin conocerlas las viera, podría creerlas gallinas de cola larga, pero, contrario a estas, las pavas andinas son ajenas a los corrales. Tienen hábitos silvestres y arborícolas. Lo anterior implica que los árboles constituyen sus principales hogares y el lugar de predilección donde conviven en grupos, anidan, se alimentan y descansan. Varias generaciones de habitantes de Bogotá se vieron por décadas privadas del privilegio de avistarlas. Las razones, aparte de la consabida pérdida de hábitat, son simples. Hasta la primera mitad del siglo XX, cuando los bogotanos eran miles y no millones, las pavas andinas abundaban en las Cordilleras Central y Oriental colombianas y solían ser muy apetecidas. Y no propiamente para avistamientos pedagógicos o recreativos, sino para caza ritual y deportiva o como alimentos. Consumirlas constituía una costumbre cotidiana, cultivada por milenios entre los habitantes del altiplano desde tiempos precolombinos. Innumerables pavas de montaña fallecieron por millares de años por manos humanas, al grado de verse en riesgo. Lo anterior, por supuesto, fue diezmándolas. Aun así, hasta la fecha ellas han sabido sortear los obstáculos propios de su entorno, mantenerse con vida e incluso, en años más recientes, renacer. Se trata de una especie mimética difícil de divisar, no sólo por la ubicación que suelen buscar en las zonas medias

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los cerros de Bogotá regalan al planeta y a sus habitantes, y que, en consecuencia, comiencen, como ya parecen hacerlo, a ver a la especie humana no como a su enemiga sino como a su protectora.

Peculiaridades El nombre científico de la pava andina, en sus usos más formales, aparece seguido por el apellido de su autor: Penelope montagnii Bonaparte. Esto debido a que Charles Lucien Laurent Bonaparte, sobrino de Napoleón Bonaparte, príncipe, renombrado naturalista y ornitólogo, fue el primero en conferirle un nombre científico a la especie en 1856. El montagnii, por su parte, alude a Jean Pierre François Camille Montagne, cirujano y botánico francés. Otra forma de defensa de la pava de montaña al verse amenazada consiste en esponjar el plumaje para lucir algo más corpulenta e intimidar al potencial agresor. Hasta los años 60 del siglo XX la pava de monte era una especie común en diversos parajes boscosos de Suba y Usaquén. Al haber sido menos perseguidas y acechadas por la especie humana, las generaciones más jóvenes de pavas andinas de Bogotá son menos recelosas.

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Características Habitante de zonas montañosas, situadas entre 2200 y 3400 m. Se trata de la especie de pava capacitada para vivir en altitudes más encumbradas y también del ave frugívora de mayor tamaño entre cuantas residen en los Cerros Orientales bogotanos. Aunque no es en extremo común, con algo de esfuerzo y atención resulta posible avistarla. Los estudios de sus hábitos y comportamiento son muy reducidos. Identificación: tamaño similar al de una gallina; pico grisáceo, más claro en la punta; gola roja y pequeña (una porción de piel, también roja, semejante a la barbilla, que cuelga en la garganta); zona descubierta de plumaje con tono azul oscuro alrededor de los ojos; cuello largo gris; pecho y cabeza grises, con pigmentaciones blancas a manera de escamas; alas y dorso marrones, patas rojizas y cola larga, entre gris y parda. Machos y hembras idénticos. Movimientos pausados. Muy expresiva, a través de aleteos, de su fuerte canto o de sus típicas manifestaciones de sorpresa. Comportamiento: suele permanecer en los árboles, caminando entre las ramas, aunque acostumbra descender al piso a alimentarse e hidratarse. Las pavas andinas se agrupan en números de hasta 5 individuos. Habitan los estratos medios y altos de los árboles. Pocas veces utilizan sus alas para volar. Cuando lo hacen, ello suele tener como única motivación escapar de algún peligro o husmear en busca de alimento dentro de la vegetación contigua. Aunque por tradición han sido esquivas y desconfiadas, tal conducta parece estar cambiando. Tamaño: 40-60 cm. Peso: 460 g. Dieta: principalmente frugívora, en ocasiones complementada con insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, aproximadamente en febrero. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: pava de montaña. Re

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Saltamontes andino / Agesander ruficornis Especie reconocible por sus antenas de tono rojizo. Reside en subpáramos y páramos. Se trata de una criatura muy común en la región. Es posible encontrarlos en huertas y jardines cerca de bosques nativos. Identificación: machos de tono verde brillante, con abdomen rojizo, combinado con amarillo y azul. Hembras ligeramente más grandes, con coloraciones entre naranjas, ocres y verdosas.

Vecinos

Comportamiento: no es difícil avistarlo en zonas rurales de la capital colombiana, preferiblemente en las praderas. Cuando sobreabunda, puede constituir una plaga. Cualquier modificación en el suelo le resulta muy perjudicial, ya que afecta su hábitat. Tamaño: 35 mm. Dieta: herbívora, compuesta principalmente de gramíneas. Le gusta particularmente la yerbabuena. Hábitos: diurnos. Nombres comunes: saltamontes cornudo, saltamontes del Neusa. En

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Azul del chusque / Lymanopoda samius Mariposa vistosa, aunque de reducido tamaño. Ostenta tonalidades azules iridiscentes. Una de las pocas especies del género de esa coloración en vista cenital. Identificación: tono azul metálico. Dimensiones pequeñas. Comportamien­ ­to: a diferencia de otras mariposas, no visitan flores. Habitan rondas de quebra-

das y cuerpos de agua donde abunda el chusque, que es su planta preferida en estado larval. Dieta: las orugas consumen exclusivamente hojas de chusque. Los adultos se alimentan de sales minerales procedentes de charcos y heces de ganado. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: sus huevos son alargados y depositados en hilera. En

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En cerros


Avispa / Ichneumonidae Los icneumónidos son insectos voladores de cuerpo alargado, alas pequeñas, largas antenas y tonos entremezclados de matices negros y amarillos. Resulta posible encontrarlos en la mayoría de los biomas terrestres. Identificación: cuerpo muy delgado, de tonalidades negras y amarillas; antenas largas y ojos grandes. Las hembras poseen un corpúsculo llamado ovopositor, destinado a de-

Vecinos

jar los huevos en el lugar apropiado. Comportamiento: su función es importante porque contribuye con el balance natural de los hábitats y el control biológico de insectos y plagas. Suelen dejar sus huevos sobre organismos vivos, para tomarlos como hospederos. Tamaño: 2-20 mm. Dieta: las larvas se alimentan de artrópodos, a quienes devoran desde las entrañas. Los adultos consumen néctar de flores y hemolinfa de sus hospederos. Hábitos: diurnos.

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Panorámica del Lago de la Florida desde el observatorio de aves del Parque La Florida. 167


Laguna y Cuchillas de Bocagrande, Páramo de Sumapaz. 168


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En humedales, ríos y quebradas Los terrenos correspondientes a la actual Bogotá han sido reconocidos desde la antiguedad de los tiempos como tierra de agua. En principio, gran parte de la sabana y de la actual capital, se encontraba cubierta por grandes superficies del líquido. La mencionada sabana y el agua son, pues, indisolubles, tanto por los humedales como por la extensa red hídrica que las vincúla. Hoy son pocos los remanentes de humedales y cuerpos de agua naturales que persisten en el territorio, en especial dentro de la región urbana. Aun así, estos constituyen un eje fundamental de la estructura ecológica principal de la ciudad y uno de los componentes principales que le otorgan un alto valor de biodiversidad. El río homónimo de la ciudad, que define en gran parte los límites del territorio, es el más conocido, mas no el único ni el más importante de estos ríos remanentes. El siguiente mapa presenta los más conocidos humedales y ríos de la ciudad, con especial énfasis en aquellos ubicados en la porción urbana del territorio capitalino. Se presenta también, en muchos casos sin nomenclatura, la compleja red hídrica que atraviesa todos los predios distritales. Parques ecológicos distritales de humedal 1. Guaymaral - Torca 2. Conejera 3. Juan Amarillo 4. Jaboque 5. Córdoba 6. Santa María del Lago 7. Meandro del Say 8. Capellanía 9. Salitre 10. Techo 11. Burro 12. Vaca 13. Isla 14. Tibanica 15. Tunjo

Humedales de planicie y recreación activa 16. Los Arrayanes 17. El Rancho 18. Country Club 19. Los Lagartos 20. Choquenzá 21. Simón Bolívar 22. Lago Timiza Humedales de montaña 23. Cansapatos 24. Chipa´e monte 25. Laguna El Alar 26. Laguna El Loro 27. Novilla 28. Micania 29. Laguna seca 30. Bocagrande 31. El Rincón 32. Alto El Rayo 33. La Garza y Pantanos Amarillos 34. Los Tunjos Ríos 35. Bogotá 36. Juan Amarillo 37. Fucha 38. San Francisco 39. Teusacá 40. Pablo Blanco 41. Tunjuelito 42. Chisacá 43. Mugroso 44. Curubital

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Vienen las aguas del río corriendo, cantando. por la ciudad van soñando. Son limpias, son claras. Tiene sed, tiene tos el río; oh, sana, Bacatá, mi río. Canción: Río Autores: Andrea Echeverri / Héctor Buitrago Intérpretes: Aterciopelados

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omo un milagro, en medio de aromas puros y chispas de sol, enmarcado entre encenillos, frailejones, líquenes y musgos, el río Bogotá emerge desde el fondo del suelo, fuera de la ciudad, sobre predios del páramo de Guacheneque, a partir del llamado Pozo de La Nutria. Ahí, 3300 metros arriba del mar, las aguas del Bogotá son limpísimas y casi medicinales. Pero, superados los diez kilómetros desde el nacimiento, aquel frágil equilibrio que con lentitud continúa precipitándose hacia el sur empieza a quebrarse. Y todo por cuenta de algunas industrias aledañas y de ciertas actividades agrícolas que, ya bordeando tierras de Villapinzón, vierten despojos sobre esas aguas sacras. El río, como el tiempo, no sabe detenerse. Y continúa su curso hacia la capital, levemente renovado, gracias a sus conexiones con el sistema de represas de El Neusa, El Sisga y Tominé, donde desaparece parte de la sedimentación que viene arrastrando consigo. Por desgracia, al tocar tierras bogotanas a la altura de Suba, y desde allí hasta Bosa, el Bogotá se torna en un ser color negro metálico, aún más agonizante, que fluye solitario, a puro tesón. Su resurrección parcial sólo tiene lugar trescientos kilómetros después, ya muy aporreado y en cercanías del Salto de Tequendama. Con todo y lo anterior, el río Bogotá, reforzado por la red que alrededor de su cauce se extiende, permanece como la principal estructura ecológica de la región y sigue siendo hogar para muchos vecinos inesperados, testimonios heroicos de vida. En torno a él existen dos centenares de cuerpos acuáticos, entre canales, quebradas, ríos más pequeños y humedales. En derredor se levantan complejos entramados con características, bondades, topografías y problemáticas particulares. Cerca del río Bogotá y en sus afluentes habitan ranas de cristal y de quebrada, langostas ‘de río’ y cangrejos sabaneros. Tropezarse con ellos o con algún otro de los muchos amigos que las aguas capitalinas nos deparan, constituye una experiencia única, quizá semejante a la que debió vivir el barón Von Humboldt cuando en 1805 tuvo la suerte de encontrarse por vez pri-

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Río Bogotá entre Soacha y Sibaté, con el Embalse del Muña al fondo 173


mera con un peculiar pez sin escamas, de tonos brillantes y verdosos. Decidió bautizarlo Eremophilus mutisii. Significa, en parte, ‘amante de la soledad’. El resto de su nombre está explicado en ‘páginas interiores’. En quebradas, humedales y ríos bogotanos, la magia y la diversidad se congregan con lujo de colores. Allí se oyen los cantos de la carismática monjita bogotana y se avista a la tingua moteada, emblema por excelencia de esos contornos, amenazada debido a la creciente destrucción de su hábitat. También al cucarachero, con un bambuco legendario en su honor. Más abajo, ya bordeando la avenida Circunvalar, una madre humana reprocha a su alicorado hijo tanta vagabundería: “usted sólo bebe y bebe, como una guapucha”. Si tan sólo ella supiera que aquello, lejos de ser ofensa, halaga. Porque la tal guapucha no es otra que el mismo Grundulus bogotensis, pez grisáceo, amenazado, mágico y diminuto que aún nada en Bogotá. Un cuantioso número de bogotanos aún tiene entre sus pendientes construir una relación más cercana con aquella sustancia de la que su existencia depende. Contrario a lo que suele creerse, gran parte de la degradación del río podría ser detenida por los ciudadanos del común. Una porción considerable de la basura que infecta al Bogotá a través del alcantarillado capitalino —entre pañales, toallas higiénicas, preservativos, tampones y artículos para aseo, sumados a aceites de cocina y demás productos de uso doméstico— sería evitable. Mucha proviene de un mal manejo de los desechos y de prácticas equivocadas o inexistentes de reciclaje. La conservación de tales espacios constituye una prioridad. Los ríos son vida en exuberancia. Los humedales sirven como remansos contemplativos, regulan el ciclo hídrico, amortiguan las alteraciones climáticas y nos ayudan a reconocernos, como en un espejo, a través de una naturaleza que cautiva y arropa, y a escapar de tantos agobios posmodernos. Las quebradas invitan a amar la Tierra. Así pues, con estas palabras y sin más preámbulos, iniciamos una incursión curiosa por aquellos territorios húmedos, con sus simpáticos y muy mojados ocupantes de honor como protagonistas.

Condición

Estado de conservación

Re

Residente

CR

Peligro crítico

En

Endémico

EN

En peligro

CaEn

Casi endémico

VU

Vulnerable

MiBo

Migratorio boreal

DD

Datos insuficientes

MiAu

Migratorio austral

NT

Casi amenazado

Ju

Juvenil

LC

Preocupación menor

Hembra

NE

No evaluado

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En este capítulo: 1. Caica de páramo Gallinago nobilis 2. Guapucha Grundulus bogotensis 3. Garcita dorada Ixobrychus exilis bogotensis 4. Tingua moteada Porphyriops melanops bogotensis 5. Doradito lagunero Pseudocolopteryx acutipennis 6. Zambullidor chico Tachybaptus dominicus 7. Polla de agua Jacana jacana 8. Garza azul Egretta caerulea 9. Gaviota reidora Leucophaeus atricilla 10. Polluela norteña Porzana carolina 11. Reinita acuática norteña Parkesia noveboracensis 12. Rana de lluvia Pristimantis bogotensis 13. Tingua bogotana Rallus semiplumbeus 14. Coquito Phimosus infuscatus 15. Andarríos maculado Actitis macularius 16. Águila pescadora Pandion haliaetus 17. Tingua azul Porphyrio martinica 18. Chorlito mayor Tringa melanoleuca 19. Chorlito de patas amarillas Tringa flavipes 20. Tijereta Tyrannus savana 21. Garza real Ardea alba 22. Culebra tierrera Atractus crassicaudatus 23. Curí Cavia anolaimae 24. Garza rayada Butorides striata 25. Rumbito buchiblanco Chaetocercus mulsant 26. Garrapatero piquiliso Crotophaga ani 27. Garza nieve Egretta thula 28. Monjita Chrysomus icterocephalus bogotensis 29. Rana andina Dendropsophus molitor 30. Gavilán bailarín Elanus leucurus 31. Cernícalo Falco sparverius 32. Tingua pico rojo Gallinula galeata 33. Reinita trepadora Mniotilta varia 34. Guaco Nycticorax nycticorax 35. Pato turrio Oxyura jamaicensis andina 36. Paloma collareja Patagioenas fasciata 37. Carpintero pardo Picoides fumigatus 38. Zambullidor piquipintado Podilymbus podiceps 39. Golondrina azul y blanca Pygochelidon cyanoleuca 40. Atrapamoscas cuidapuentes Sayornis nigricans 41. Atrapamoscas guardarríos Serpophaga cinerea 42. Pato canadiense Spatula discors 43. Chisga Spinus psaltria 44. Lechuza de campanario Tyto alba 45. Espiguero andino Sporophila luctuosa 46. Tingua pico amarillo Fulica americana 47. Garza del ganado Bubulcus ibis 48. Alcaraván Vanellus chilensis 49. Rana de cristal andina Centrolene buckleyi 50. Sátiro ardiente Lasiophila circe 51. Rana de quebrada Hyloscirtus bogotensis 52. Cangrejo sabanero Neostrengeria macropa 53. Caballito del diablo Mesamphiagrion laterale 54. Capitán de la sabana Eremophilus mutissi

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Caica de páramo / Gallinago nobilis Ave sedentaria de color blanco, marrón, leonado y negro. Ha sido avistada a alturas entre 2500 y 3900 m. Al sentirse atacada, se queda del todo quieta, para luego iniciar su vuelo de huida en zigzag. Identificación: pico extremadamente largo, en comparación con el tamaño del cuerpo, cuyos colores van del marrón a negro. El color de base de su anatomía es blanco, moteado de colores ante y marrón, con el dorso más oscuro. Cuenta con una o varias listas más claras que la atraviesan desde la cabeza y el pecho hasta la cola. Comportamiento: habita

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pastizales inundables, sabanas cenagosas y páramos. Al alzar vuelo bajo amenaza emite un ronco ‘cok-cok’, que a veces suele repetir en quietud. En vuelos de despliegue hace sonar un ‘uuuuiiiiuuuu’, aparentemente generado por la cola. Es común hallarla en humedales como La Conejera, La Florida-Jaboque y La Herrera. Tamaño: 30-35 cm. Peso: 175-200 g. Dieta: insectos y larvas. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: preferiblemente en enero, junio y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. Nombres comunes: agachadiza noble, caica, caica paramuna. Re

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Guapucha / Grundulus bogotensis Pequeño pez de color plateado. Reside en humedales y aguas frías, especialmente en lagos, lagunas y embalses. Tolera rangos muy variados de pH y se adapta fácilmente a entornos con poco oxígeno, como el río Bogotá. Se halla en peligro por la creciente contaminación de los cuerpos de agua que habita. Iden­ tificación: color gris plomo, aletas con manchas naranja o cobrizas, cuerpo grueso y abdomen prominente. Com­ portamiento: cuida de sus crías por un

corto periodo. Habita la vegetación acuática, donde encuentra su alimento. Suele vérsele en pequeños grupos. Su ciclo de vida aproximado es de 2 años. Ta­ maño: 7 cm. Peso: 100-200 g. Dieta: larvas de mosquitos y organismos pequeños de agua dulce, como anfípodos, moluscos bivalvos y detritos. Hábitos: diurnos. Reproducción: 2 veces al año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: guapucha (en muisca, ‘pez blanco’). En

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Garcita dorada / Ixobrychus exilis bogotensis Ave endémica de Bogotá. Está capacitada para adoptar posturas congeladas al saberse amenazada. Subespecie del avetorillo americano, habita únicamente en la sabana cundiboyacense, dentro de humedales y cerca de cuerpos de agua con vegetación periférica. Identificación: pico largo y afilado de tono amarillo y rosáceo en la parte superior; cabeza con franja marrón oscuro desde la frente; laterales de la cabeza y el cuerpo de color rojo cobrizo; alas rufas blanquecinas, con plumas blancas, rojas y negras; dorso marrón oscuro; garganta y cuello claros, con franjas

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rosadas que bajan hasta el vientre; patas amarillas verdosas y cola incipiente. Comportamiento: habita los humedales de la ciudad y las zonas inundables. Suele tomar posturas de inmovilidad, para no ser advertida por sus posibles depredadores ni ahuyentar a sus presas. Tamaño: 34 cm. Peso: 90 g. Dieta: peces pequeños e insectos. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: entre marzo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC (en términos de especie). Libro Rojo de Aves de Colombia: CR. Nombres comunes: avetorillo bicolor, avetorrillo pantanero. En

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Tingua moteada / Porphyriops melanops bogotensis

como humedales y lagos, entre lo más denso de la vegetación. También camina sobre las plantas flotantes y emergentes. Suele estar sola o en parejas y pequeños grupos. Sus llamados incluyen un ‘tik-tiktik’, un ‘tap-tap-tap’, en medio de situaciones agresivas y una especie de risotada estilo ‘ja-ja-ja’ terminada abruptamente. Tamaño: 22-30 cm. Peso: 200 g. Dieta: herbívora. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, entre enero y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Libro Rojo de Aves de Colombia: EN. A escala local se ha perdido el 95% de su hábitat natural, lo que ha reducido dramáticamente su población. Nombres comunes: gallineta pintada, polluela sabanera. En

Subespecie endémica de la sabana cundiboyacense, en peligro crítico por la desaparición de su hábitat. Sitúa su hogar entre 2100 y 3100 m. Identificación: pico grueso verde lima azulado, con una pequeña placa que sube hasta la mitad de la frente en forma triangular; cabeza, cuello y pecho grises, con mancha más oscura entre el pico y los ojos; iris rojo; dorso achocolatado y alas estriadas de tonos pardo, blanco y gris; vientre estriado, más pálido, hasta degradarse a tonalidades tenues y estriadas en los flancos y regiones bajas; cola café oscura, blanca en la sección infracaudal. Comportamiento: es posible hallarla solamente en orillas de cuerpos de agua,

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Doradito lagunero / Pseudocolopteryx acutipennis Ave andina de color amarillo vivaz. Reside a alturas entre 2200 y 3550 m. Identifica­ ción: pico corto y negro; cabeza y dorso amarillo oliváceo; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas de color amarillo brillante; alas pardas oscuras y cola olivácea. Comportamiento: aunque en principio fue catalogada como especie

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migratoria, se han hallado puntos de anidación en algunos humedales bogotanos. Puede ser avistada sola o en parejas, cerca de la superficie del agua, siempre dispuesta a cazar. Tamaño: 10 cm. Peso: 9 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: de diciembre a abril. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: doradito oliváceo. CaEn

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Zambullidor chico / Tachybaptus dominicus Excelente nadador de tonos pardos oscuros. Realiza pequeños desplazamientos en temporadas secas. Identificación: plumaje casi todo de color pardo oscuro, a excepción de la rabadilla, blanquecina. Pico negro. Dorso, cuello y cabeza más oscuros que el resto del plumaje. Iris amarillo. Comportamiento: sedentario. Habita cuerpos de agua fresca, tales como lagos, charcas, humedales y demás, con vegetaciones densas en los márgenes. Suele vérselo solo o en parejas. En perio-

dos de reproducción puede formar pequeños grupos con sus congéneres. No está capacitado para caminar muy bien, dado que sus patas están situadas muy hacia las regiones traseras de su cuerpo. Tamaño: 24 cm Peso: 150 g. Dieta: insectos acuáticos, larvas y crustáceos. Hábitos: diurnos. Reproducción: durante todo el año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: macá gris, tigua, zambullidor menor, zampullín enano, zampullín macacito. Re

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Polla de agua / Jacana jacana Ave de cuerpo negro y castaño tendiente al rojo. Sus dedos muy largos le permiten desplazarse fácilmente sobre la vegetación lacustre. Tiene gran adaptabilidad y se puede localizar en varias partes de la ciudad, en particular dentro de humedales y pastizales inundables. Identifica­ ción: pico amarillo adornado en su nacimiento por un escudo bilobulado de tono rojo intenso. Patas y dedos largos de color gris verdoso. Cabeza, partes inferiores y cuello negros; espalda y alas color castaño. Cuenta con un espolón carpiano

como defensa. Las plumas de las alas para vuelo son amarillas. Comporta­ miento: ave muy común en humedales y charcas fangosas de poca profundidad. En las temporadas secas puede desplazarse a lugares cercanos. Emite sonidos de reclamo, similares a un ‘uiik, uiik, uiik o kii-kik’. Tamaño: 21-25 cm. Peso: 140-150 g. Dieta: insectos e invertebrados acuáticos. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre junio y julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: gallareta, gallito de ciénaga. Re

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Garza azul / Egretta caerulea La coloración azulada o ‘cerúlea’ de esta ave le da su denominación común y científica. Puede ser vista a alturas hasta de 3750 m. Identificación: la mayoría del plumaje de su cuerpo es azul grisáceo, contrastante con su cuello, de tonos marrones o rojizos; pico azul y negro desde la mitad hasta la punta. Patas grises oscuras. Comportamiento: suele convivir

en grupos, aunque también puede ser encontrada sola o en pareja, siempre cerca de cuerpos de agua, como lagunas, lagos, estanques, humedales y zonas inundables. Tamaño: 60 cm. Peso: 350 g. Dieta: insectos, ranas y peces, principalmente. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, de abril a octubre. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Re

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Gaviota reidora / Leucophaeus atricilla Ave registrada en el interior de Colombia. Su cuerpo da tonos entre grises y blancuzcos. Teme poco a los humanos y acostumbra acercárseles con facilidad. Suele vérsela con más frecuencia en las costas, planeando en bandadas, acechando oportunistamente pescadores y barcos pesqueros. Su nombre se debe al particular sonido que produce al cantar. Identifica­ ción: pico rojizo, similar al color de sus patas, considerablemente largas. Cuerpo blanco y alas grises; cabeza con una especie de capucha negra y cola de igual color;

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párpados blancos. Comportamiento: migra en invierno desde Norteamérica y aprovecha cualquier oportunidad para alimentarse de toda comida disponible. Se acerca mucho a los humanos, incluso para robarles aquellos alimentos que portan en las manos. Tamaño: 39-46 cm. Peso: 200-400 g. Dieta: omnívora, compuesta principalmente de peces, carroña y desperdicios. Hábitos: diurnos y nocturnos. Reproducción: aproximadamente en mayo, una vez al año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: gaviota reidora. MiBo

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Polluela norteña / Porzana carolina Ave migratoria, común en humedales como La Conejera y La Florida. Identifi­ cación: pico robusto y amarillo; cabeza con antifaz negro cerca al pico, gris por encima de los ojos y ensanchado en las mejillas, hasta integrarse al pecho, y café en la región alta, con una franja negra en la corona; cuello, garganta, pecho y vientre grises; dorso estriado, con colores pardo oscuro y claro, blanco, negro y gris; vientre estriado con las mismas tonalidades, con mayor presencia de gris y blanco; cola blanca y patas de coloración

amarillenta verdosa. Comportamiento: ave migratoria. Frecuenta lagos, lagunas, humedales y cuerpos de agua estancados, donde está habituada a caminar sobre la vegetación flotante y emergente en los bordes. Forrajea encima del lodo de las orillas. Cuenta con la habilidad de nadar y sumergirse hondamente. Tamaño: 24 cm. Peso: 85 g. Dieta: omnívora. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: anual, de abril a junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: polluela migratoria, polluela sora. MiBo

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Reinita acuática norteña / Parkesia noveboracensis La líneas oscuras e irregulares sobre un fondo blanco resaltan de manera notoria en esta ave migratoria, más grande que otras reinitas. Identificación: pico gris; cabeza y dorso de coloración parda olivácea con una franja a manera de ceja; cuello, pecho y vientre amarillo con líneas irregulares que descienden y desaparecen antes de las patas; regiones bajas hasta la zona infracaudal de color amarillento; patas rosadas. Comportamiento: solitario. Suele permanecer siempre

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cerca de cuerpos de agua, como humedales, pantanos, llanuras inundables y arroyos. Durante su viaje intercontinental se forman bandadas que vuelan de noche. Tamaño: 14 cm. Peso: 24 g. Dieta: insectívora y en ocasiones consume peces muy pequeños y crustáceos. Hábitos: diurnos y vuelo nocturno de migración. Repro­ ducción: anual, entre mayo y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chipe charquero, reinita charquera, verdín charquero. MiBo

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Rana de lluvia

de lluvia es una especie sedentaria que reside en microhábitats húmedos, dentro de la altiplanicie cundiboyacense. La Pristimantis bogotensis vive sobre el suelo, entre la hojarasca, espacio muy conveniente a la hora de depositar sus huevos, que no necesitan de medio acuático alguno para crecer en etapas iniciales, dado que no atraviesan la fase de renacuajos, pues nacen con las mismas características de los adultos, pero en miniatura. Esto se denomina desarrollo directo. El canto de las ranas de lluvia es mucho más que un simple ornamento acústico y constituye su más importante forma de comunicación. Cada modalidad sonora corresponde a una emoción distinta. Tanto machos como hembras entonan timbres muy similares a los producidos por los xilófonos, cambiando pocas veces de altura y repitiendo notas a intervalos cortos. Los machos cantan con mayor frecuencia durante la noche. Con esto, si alguno de sus semejantes se halla cerca, de inmediato entenderá que debe alejarse para evitar conflictos territoriales y escaseces alimentarias por sobreexplotación del recurso. Este sistema de enrutamiento mediante señales sonoras parece estar regido por patrones que hoy muchos ingenieros de telecomunicaciones luchan por replicar. Ya despejada el área de invasores, el Pristimantis bogotensis macho produce un llamado algo más cordial y seductor, precisamente para atraer a las hembras. Estas últimas cuentan con un oído musical muy refinado y deambulan por el suelo evaluando el desempeño vocal de sus potenciales parejas, de tal manera que el mejor intérprete gane la contienda y se quede con ella para fertilizar los futuros huevecillos. A pesar de ser conocida desde más de un siglo y medio atrás, la rana de lluvia sigue siendo una especie poco estudiada. Sin embargo, no hace falta ser el mayor de los expertos para entender que la presencia de ranas dentro de cualquier hábitat es señal inequívoca de la salud de un ecosistema. También sería justo citarlas como miembros importantes de la cadena

Pristimantis bogotensis

La rana se fue a pasear, se fue para Bogotá, y el sapo ya está diciendo que también sale y se va. Poema: La rana y el ranito Intérpretes: Los Relicarios En épocas no tan lejanas eran un divertimento escolar, cuando canchas y prados de colegios y escuelas campestres se inundaban hasta el grado de hacerse charcos y un montón de ranitas de diversos colores, tamaños y especies colonizaban el campus para convertirse en la fascinación de unos y en el terror de otros. Bogotá siempre las ha tenido. Por algo hoy la silueta de una rana adorna algunas tapas instaladas por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de la ciudad. Las hay reales y ficticias; entre estas últimas, están aquellas ranotas metálicas a quienes los clientes de una mesa rebosante de cerveza intentan emboquillarles aros entre las mandíbulas entreabiertas. El vínculo es antiguo y comprobado. No en vano fue la sabana de Bogotá la cuna de esas ranas mágicas que nacían por miles, cuando el dios Xue de los muiscas besaba las aguas de lagunas y ríos para propiciar su abundancia. Las ranas, entre aquel pueblo, eran sagradas y proféticas. Los chibchas creían que el sol se alimentaba con su sangre y que por ello se beneficiaba de su existencia. Su croar presagiaba lluvias. Su ciclo vital simbolizaba aquello que comenzaba y terminaba, pues solía pensarse que al morir los humanos mutaban en anfibios. Y de todas estas muchas ranas “de verdad o de mentiras” que pueblan y han poblado Bogotá en tanto tiempo, hay una digna de especial atención. La rana

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Características

nutricional. Así pues, sirven de alimento a especies más grandes y a la vez son colaboradoras invaluables con el control de plagas de insectos y de enfermedades que puedan afectar a la especie humana, como el dengue, el zika y la chicunguña. La bogotanísima rana de lluvia es, pues, una preciosa y única aliada por la que hay que velar, tal como alguna vez lo hicieran los muiscas, muchas de cuyas enseñanzas parecieran aun más vigentes, y urgentes, en eras actuales.

Peculiaridades Una de las célebres primas cundiboyacenses de la Pristimantis bogotensis es la Pristimantis carrangerorum, cuyo nombre es un tributo del biólogo John Lynch a la música carranga. Según algunas clasificaciones antiguas, la rana de lluvia pertenecía en realidad al género de las Eleutherodactylus, conocidas en inglés como robber frogs (ranas ladronas). Según la mirada entrenada de los científicos, la Pristimantis bogotensis es tan parecida a la Pristimantis renjiforum, que quizá esta segunda realmente sea una variación mínima de la bogotana. El canto a cuatro tiempos de la rana de lluvia, que algunos han asimilado al sonido de la apertura de los recipientes de una famosísima marca de bebidas hidratantes al accionar la tapa metálica, es muy distintivo.

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Las ranas acompañan a los habitantes de tierras bogotanas desde eras distantes. De ahí su presencia frecuente en artesanías y en obras rupestres de la antigüedad. Rana endémica del altiplano cundiboyacense, propia de bosques y potreros húmedos. Habita entre 2600 y 3600 m. Su canto es similar al sonido de un xilófono, con pocas repeticiones y leves cambios en la melodía. Goza de relativa tolerancia a alteraciones en su hábitat. Identificación: cuerpo robusto, bastante ancho en el vientre; rostro levemente redondeado; piel amarillenta o parda, muy rugosa y con manchas oscuras; boca prominente; ojos grandes de color marrón oscuro y extremidades fuertes. Comportamiento: habita la localidad de Sumapaz y la región Chingaza. Vive alejada de fuentes de agua permanentes y, a diferencia de otras ranas más comunes, no habita en medios acuáticos ni los emplea para depositar sus huevos. Tamaño: 2-3 cm. Dieta: insectívora. Hábitos: principales horas de actividad entre el atardecer y la medianoche. Reproducción: entre las épocas octubre y noviembre, por desarrollo directo. La rana de lluvia deposita sus huevos en sitios húmedos, bajo troncos y piedras. Después de un período relativamente largo, de tales huevos nacen pequeñas ranitas, copias en miniatura de sus padres. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: rana de niebla, rana sabanera bogotana. En

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Tingua bogotana Rallus semiplumbeus

Como esas parejas que, según las abuelas, ya no se ven ni en pintura: él la alimenta, la consiente, no le permite ni moverse por la casa y ella, simplemente, se deja atender. Texto: Tingua bogotana... otro cachaco en extinción Autora: Ruby Marcela Pérez Muy temprano, como muchos bogotanos trabajadores, sale la tingua macho de su hogar, situado entre altos juncos de humedales. Viene todo bien acicalado, dispuesto a buscar sustento para los suyos. Difícil no lucir así de guapo cuando, cada vez que puede, su pareja se ocupa de peinarlo y dejarlo presentable. Los dos se complementan a la perfección y trabajan unidos. Su historia es larga: en época de apareamiento, él la colma de ofrendas de amor, representadas en lombrices bien seleccionadas, un regalo con el que debe insistirle muchas veces, hasta cuando ella al fin lo vea merecedor de sus favores sentimentales. Ocurrido lo anterior, ambos arman nido. Para ello, el macho selecciona cerca del agua las fibras vegetales apropiadas que le den solidez, mientras su compañera va preparándose para ser madre. La hembra deposita un máximo de cuatro huevos por nidada, dos veces cada año, pero en promedio sólo logra criar un par de polluelos. La tingua bogotana es con sobrados derechos una de las aves emblema de Bogotá. A tal grado que muchos entusiastas de los animales en todo el mundo deciden viajar desde lejanías inimaginables hasta la capital colombiana con el único fin de conocerla. Se trata de una criatura carismática, con un alto sentido del deber que, por regla, per-

manece junto a su pareja hasta el final de los tiempos. Los machos de rascón andino son padres ejemplares, de quienes podrían aprender muchos humanos del género masculino. Nacidas las crías, ellos proporcionan la totalidad del alimento para sus pequeños y los cuidan y exhortan a explorar el entorno, a los tres días de eclosionar. Lo anterior permite a las madres recuperarse del desgaste que les supone su importantísima misión como generadoras de vida. Una vez los hijos parten, el macho es el primero en regresar y ponerse al servicio de su compañera eterna para emprender una permanente reconquista. Con frecuencia, las bogotanísimas Rallus semiplumbeus cantan con un chillido entrecortado, agudo y rápido… a veces para hacer notar su presencia a otras especies y en otras para ofrecer involuntarios recitales a los humanos que se las encuentren, casi siempre cuando cae la tarde y se aproxima el momento de retornar a su remanso. A pesar de que vuelan poco, pues prefieren escapar del peligro corriendo rápidamente sobre la vegetación flotante, ha habido algunos registros de desplazamientos aéreos en horas nocturnas por parte de tinguas bogotanas durante trayectos cortos, casi siempre con el propósito de mudarse a otros humedales. Una porción cuantiosa de tinguas bogotanas ha tomado como casa, por ejemplo, el Parque Nacional Natural de Chingaza. En Bogotá, los rascones andinos son grandes víctimas de la consabida pérdida de hábitat. Se estima que el 99 % de los humedales originales alguna vez existentes en la ciudad ha desaparecido. De las cincuenta mil hectáreas de pantano contadas a principios del siglo XX quedan menos de quinientas. Pero no sólo la humanidad compromete el futuro de las tinguas bogotanas, sino también gatos y perros abandonados o sin domesticar, que nacen silvestremente o que son desplazados hacia los humedales. Ya convertidos en unos habitantes más, y con sorprendente rapidez, los instintos cazadores de felinos y caninos antes domésticos afloran con intensidad. Muchas

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tinguas, con sus huevos, perecen naturalmente como presas de ellos. Por tratarse de un habitáculo único para especies tan singulares como la Rallus semiplumbeus, cada humedal amerita atención y respeto de parte de todos los que residen en sus cercanías. Los pocos que aún sobreviven deben, por tanto, preservarse intactos. Así, quienes más los necesitan, aquellos habitantes endémicos que les dan renombre y cuya vida entera emana de ellos, tendrán al menos un solo remanso en el planeta dónde perpetuarse.

Peculiaridades En 2013 el escritor colombiano Mario Lamo Ramírez publicó una historia de ficción titulada Todo por una tingua. Cuenta cómo una comunidad muisca asentada en Suba recupera la ancestral laguna La Conejera. Está inspirada en lo que el autor vio y oyó durante la realización de un documental dentro de esta zona en 1992. En 2018 el Instituto Humboldt comenzó a hacer circular en redes una advertencia peculiar: “si encuentras huevos de color café claro con manchas azul pálido, no los dañes, ten en cuenta que podrían pertenecer a la tingua bogotana (Rallus semiplumbeus), un ave en peligro de extinción”. Hace parte de un plan estratégico para proteger a la especie. Las últimas mediciones han arrojado que existen aproximadamente 4000 individuos de tinguas bogotanas en la altiplanicie cundiboyacense. La llamada Chucua de los Curíes no es sólo hogar de curíes, sino también­­­el epicentro de una de las mayores poblaciones conocidas de Rallus semiplumbeus. El nombre popular ‘rascón andino’ alude precisamente a la costumbre que las tinguas bogotanas tienen de peinarse entre sí.

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Características Ave endémica de la sabana de Bogotá y habitante de humedales. Por unanimidad, una de las especies más buscadas y admiradas entre los observadores aficionados y ornitólogos que visitan la capital colombiana. Identificación: pico largo y fino color naranja encendido y vistoso; patas del mismo tono, con dedos largos, ideales para caminar sobre la vegetación lacustre; cabeza en su mayoría gris, con una franja parda que parte de la frente, se ensancha en la nuca y se extiende por todo el dorso, donde se entremezcla con manchas oscuras; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas de matices gris pizarra; flancos pardos y algunas plumas de la cola blancas. Comportamiento: tímida, aunque muy activa durante el día. Vive entre 2000 y 4000 m, en medio de juncales, lugares donde suele procurarse resguardo al sentirse amenazada. El macho se consagra a alimentar y sostener a la hembra en época de apareamiento y reproducción. Requiere de vegetación flotante cerca. Tamaño: 25-30 cm. Peso: 82 g. Dieta: insectos, lombrices, invertebrados, moluscos, ranas, peces pequeños ya muertos y, en ocasiones, material vegetal. Hábitos: diurnos. Reproducción: 2 veces al año, en marzo y septiembre. Conservación: en peligro, principalmente por degradación de su hábitat. Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: EN. Nombre común: rascón andino. En

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Coquito / Phimosus infuscatus Ave espigada de color oscuro y pico amarillo rojizo, nativa del sur de América. A pesar de que su distribución tiene lugar usualmente hasta 2600 m, en Bogotá puede ser vista regularmente en humedales y cuerpos de agua quietos. Identifica­ ción: plumaje negro, con excepción de las alas, que al ser expuestas al sol ostentan visos tornasolados; pico largo y curvo color rosado carne, tono que llega hasta la mitad del rostro; patas rosáceas. Com­

portamiento: suele permanecer en cercanías de cuerpos de agua, como humedales, pantanos y pastizales inundables. Con su curvo pico escarba la tierra y el lodo en busca de algunos alimentos de las charcas. Tamaño: 52 cm. Peso: 555 g. Dieta: peces pequeños, insectos, larvas y lombrices. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: ibis cararroja. Re

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Andarríos maculado / Actitis macularius Ave migratoria de color blancuzco y moteado cuyo dorso cambia a marrón en temporadas reproductivas. Llega a Bogotá desde norteamérica y es posible hallarla a alturas hasta de 3300 m. La denominación macularius alude al patrón manchado de cuello, pecho y vientre. Identificación: patas rosadas con algunos puntos negros en la parte baja; pico naranja o rosado, de punta negra; dorso marrón oliva y, desde el pico hasta las partes bajas, de color blanco, moteado de manchas grises y pardas que aparecen en verano. Comportamiento: al contrario de muchas especies, la hembra corteja al macho en su periodo reproductivo, abriendo su cola y haciendo vi-

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brar las alas. Durante sus estancias transitorias en Suramérica busca áreas con cuerpos de agua dulce cercanos, entre ríos, pantanos, playas y ciénagas. Es posible observarlo en el lago del parque Simón Bolívar o en la laguna de El Salitre, entre La Calera y Sopó. Emite un sonido de llamado similar a un ‘piit-güit’. Al asustarse produce una secuencia tipo: ‘pii-güitt-güitt-güiit’. Tamaño: 18-20 cm. Peso: 20-65 g. Dieta: forrajea en superficies fangosas y se alimenta de casi todo tipo de insectos terrestres y acuáticos. En ocasiones también consume peces pequeños. Hábitos: diurnos. Re­ producción: entre mayo y junio. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: playero manchado. MiBo

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Águila pescadora / Pandion haliaetus Ave rapaz de colores negro, blanco y castaño oscuro, cuya envergadura puede alcanzar los 1,8 m. Se zambulle en el agua con las patas por delante para atrapar a sus presas. Para cortejar a su pareja realiza una demostración acrobática de sus destrezas en el vuelo. Identifica­ ción: cabeza blanca con pico grisáceo y ojos amarillos; hombros, pecho y vientre marrón oscuro; parte inferior blanca y barrada; patas amarillo pálido y garras de tono marfil, largas y curvadas, con el dedo exterior reversible; alas marrones y plumas largas en la nuca. Comporta­ miento: es migratoria, pero permanece

cerca de cuerpos de agua quieta, tales como las lagunas de La Florida, Los Lagartos, La Herrera y en el Parque Simón Bolívar. Suele ser avistada en parejas. Sobrevuela aguas poco profundas para localizar presas. Anida en copas de árboles o acantilados. Emite silbidos agudos similares a un ‘kiip-kiip-kiip’, más propios, quizá, de un ave pequeña. Tamaño: 55-60 cm. Peso: 2 kg. Dieta: peces medianos que ella misma caza. Hábitos: diurnos. Reproducción: una vez al año, aproximadamente en mayo. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: gavilán pescador, gincho, halieto. MiBo

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Tingua azul / Porphyrio martinica Especie notable por su vistoso color azulado. En la sabana de Bogotá puede ser vista dentro de humedales y cuerpos de aguas dulces estancadas. Es capaz de habitar hasta 2600 m. Sus dedos largos le permiten caminar sobre la vegetación flotante y emergente. Identificación: pico rojo, con punta amarilla; frente con placa azul aguamarina; cabeza, cuello, pecho y vientre de tono azul purpúreo; dorso y flancos verdes con pardo broncíneos; cola café; patas amarillas y dedos largos. Comportamiento: realiza migraciones locales en temporadas estacionales. Deambula sobre la vegetación flotante de los cuerpos de agua, bus-

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cando su alimento. Prefiere no situarse en aguas abiertas y sus vuelos suelen ser cortos. Acostumbra posarse en arbustos y en las zonas bajas de matorrales que bordean lagunas, charcas, estanques y humedales. Su vuelo es lento, con aletazos rápidos. Emite un amplio repertorio de chillidos. Entre ellos un ‘pipit-pipit-pipit-piii-pit pii-pit’; un cacareo gutural y un sonido de ‘kek-kek-kek’. Suele ser vista durante todo el año en humedales como Tibanica y La Conejera y en el Jardín Botánico. Tamaño: 33 cm. Peso: 220 g. Dieta: omnívora. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: gallito azul, polla azul. Mi

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Chorlito mayor / Tringa melanoleuca Ave migrante, espigada y de cuello largo, con patas amarillas muy vistosas. Se distribuye por todo el territorio colombiano hasta alturas de 3000 m. Identificación: pico largo de tonalidades negras y grisáceas; cabeza y dorso estriado con colores gris parduzco y blanco; garganta, cuello y pecho con la misma coloración de la cabeza, aunque con una presencia más abundante del blanco en las alas; en la región posterior del dorso y la cola prevalece el gris sobre el blanco; vientre y zonas bajas con matices blancuzcos; patas de tono amarillo vivo. Comporta­ miento: habita bosques pantanosos, humedales y espacios con aguas

estancadas de poca profundidad. Es un ave solitaria y territorial, que defiende sus zonas de reproducción y alimentación. Remueve el fango con el pico en busca de los organismos de los que se nutre. De sentirse asustado emite un llamado fuerte tipo ‘güii-güiu-güi’ o ‘quii quiir-quiir-quirr’. Común en los humedales Córdoba y La Florida. Tamaño: 32 cm. Peso: 230 g. Dieta: lombrices, crustáceos, peces pequeños, larvas, insectos acuáticos y terrestres. Hábitos: diurnos y nocturnos. Reproducción: anual, desde mayo hasta julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: andarríos mayor. MiBo

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Chorlito de patas amarillas / Tringa flavipes Visitante norteamericano de tonalidades entre marrones y blancas. Durante los inviernos se establece transitoriamente en humedales, bosques pantanosos y sectores inundables de la ciudad. Puede avistarse a alturas hasta de 3300 m. Identificación: cuerpo espigado, pico negro, patas largas y amarillas y alas marrones; vientre y pecho blancos, y dorso y cuello pardos y grisáceos, moteados de blanco. Comportamiento: habita campos y pastizales inundados, lagunas, estanques y humedales. Suele caminar sobre la vegetación flotante, bus-

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cando presas o escarbando el fango con el pico en pos de alimento. Defiende su territorio sobrevolándolo y usando su canto. Tamaño: 23-25 cm. Peso: 48-114 g. Dieta: insectos acuáticos y terrestres, larvas, crustáceos y peces pequeños. Hábi­ tos: diurnos y nocturnos. Reproducción: anual, entre mayo y agosto. Anida en las bases de árboles. Pone de 3 a 5 huevos, incubados por los padres, en un lapso que va de los 22 a los 23 días. Las crías están en capacidad de volar entre 23 y 25 días después de la eclosión. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chorlito patiamarillo, pitotoy chico. MiBo

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Tijereta / Tyrannus savana Ave de fácil distinción por su larga cola en forma de V, con colores negro o marrón oscuro. Es sumamente agresiva y territorial; de ahí su nombre Tyrannus. Identificación: parte superior de la cabeza hasta debajo de los ojos, negra; cuello, garganta, partes bajas, pecho y vientre blancos; dorso grisáceo; alas pardas y cola negra muy larga, en V. Com­ portamiento: habita terrenos abiertos y pastizales. En ocasiones puede ser vista

en grandes bandadas de cientos de individuos. Con frecuencia resulta posible divisarla sobre rejas, cables, alambres y cercas. Persigue y atrapa a sus presas en pleno vuelo, para luego regresar a la misma percha. Tamaño: 28-40 cm. Peso: 30-34 g. Dieta: insectos y bayas. Hábitos: diurnos y crepusculares. Reproducción: anualmente, de enero a mayo. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: sirirí tijereta, tijereta sabanera. MiAu

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Garza real / Ardea alba Ave espigada de color blanco y patas largas. Depende enteramente del agua para sobrevivir. En latitudes suramericanas y bogotanas hace presencia durante todo el año, aunque sus similares de otras regiones de la Tierra sean migratorias. Identificación: alta y esbelta; pico amarillo y largo; cuello y patas también muy largos; plumaje completamente blanco y patas negras. Comportamiento: solitario. Camina con el cuello extendido y vuela con él retraído. Atrapa insectos,

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anfibios y larvas en zonas acuosas, sobrevolando el agua con el cuello estirado, para alcanzarlos con facilidad y engullir de inmediato. En ocasiones se posa sobre árboles altos. Tamaño: altura: 1 m; envergadura: 1,5 m. Peso: 700-1500 g. Dieta: peces, lombrices, insectos, anfibios y larvas. En ocasiones mamíferos pequeños. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: garceta grande, garza blanca. Re

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Culebra tierrera

Atractus crassicaudatus

Para coger culebras, primero es preciso ir donde las haya. Palabras de Vicente Montero, inventor bogotano de extrañas máquinas a principios del siglo XX, creador, entre otros delirios, de un aparato para “coger culebras”. Al principio de los tiempos la Tierra estaba vacía, sin que nada ni nadie la habitara. Luego le nacieron lagunas. Los vientos silbaban desde el páramo su canción de vida y una niebla premonitoria y fría envolvía aquella región que llaman Iguaque. Entonces cierta mujer fuerte, sabia y hermosa, salió de lo más hondo para transformarlo todo. En sus brazos traía un pequeño de sólo tres años. Tras emerger de las aguas, descendió a la meseta y levantó un rancho, donde hubieron de resguardarse por algún tiempo hasta que el pequeño igualó a Bachué en edad. Los dos se hicieron padres y procrearon una nación populosa, a cuyos ciudadanos les enseñaron ciencias, artes y virtudes. Ya ancianos, ella y él remontaron camino hacia el líquido vital de donde alguna vez habían brotado y, entre llantos de muchedumbres, volvieron al fondo transformados en dos preciosas serpientes, que desde entonces simbolizan la sabiduría y resguardan a sus gentes. Como testimonio nos dejaron un montón de hermanas suyas. El salto a la fama universal de las culebras tierreras bogotanas tuvo lugar mucho después, en 1854. Fue cuando André Marie y Auguste Duméril, acompañados de Gabriel Bibron, célebres zoólogos franceses, las conocieron y clasificaron gracias a varios cargamentos

de pieles animales llegados a Europa en el siglo XIX directo de la capital neogranadina. Aún hoy se conoce a la mercancía en cuestión como “pieles de Bogotá”. Dichas colecciones circularon por todo el antiguo continente, entre familias adineradas, comerciantes y científicos. De alguna manera, por entonces los Duméril y Bibron tuvieron acceso a la piel de una serpiente tierrera llegada de la sabana a dominios gálicos y, de seguro fascinados, decidieron bautizarla para siempre Atractus crassicaudatus. Los habitantes de Bogotá pueden encontrárselas, bien sea en un parque, una montaña, un separador de calle o un humedal. Pequeña e indefensa, lenta y agraciada, la culebra sabanera repta entre el verde y el gris, siempre en busca de alguna modesta presa. Su entorno vital se limita únicamente a la altiplanicie cundiboyacense. Se trata de una de las pocas especies de serpientes capaces de tolerar las temperaturas frías propias de la altitud. Las culebras tierreras se procuran el resguardo bajo piedras o en troncos de árboles caídos, donde también tienen por hábito dejar sus huevecillos. La Atractus crassicudatus es, por cierto, uno de los ofidios más pequeños del mundo. En casos extremos sólo llega a los cuarenta centímetros. Su vida es fosforial, es decir, semisubterránea. Lo anterior implica que invierte mucho tiempo debajo de la superficie, alimentándose y excavando allí dentro. Pero sale rauda cuando las lluvias invaden sus madrigueras. Aunque algunos humanos les teman o repudien, las sabaneras no representan riesgo de ninguna índole, a no ser que dentro de la categoría de riesgoso pueda ser incluido el perfume fétido que suelen emanar sus cuerpos al sentirse amenazadas, única actitud hostil y más bien preventiva que se les conoce. Al saberse en riesgo, la tierrera está, además, facultada para incrementar su velocidad de manera especial. Lo anterior cuando no se aturde. El aporte de la Atractus crassicudatus es relevante para el control biológico de algunos insectos y la oxigenación del entorno. Conscientes de ello, los chibchas, antiguos habitantes de Bogotá y

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alrededores, la veneraban. Por desgracia no todos sus sucesores, privilegiados con el honor de ocupar estas tierras sagradas, se comportan de la misma manera. Aparte de la consabida pérdida de hábitat como uno de los factores que las asolan, hay quienes dan a tan amigables vecinas el inmerecido tratamiento de enemigas y, por tanto, las agreden y eliminan. En las vías asfaltadas o destapadas de la sabana que alguna vez las adorara, suelen hallarse cadáveres de culebras tierreras, sobre todo cerca de los cuerpos de agua, víctimas del tráfico vehicular. La serpiente sabanera no sólo es digna de respeto y trato delicado, sino también de atención. Aún es mucho lo que queda por investigar acerca de estos extraordinarios seres, envueltos en demasiados misterios. A las Atractus crassicudatus les tomó varios millones de años adaptar sus cuerpos y colores al entorno que hoy ocupan con carácter exclusivo y para honra de la humanidad. Ellas siguen esperando la hora en que la ciencia y sus vecinos humanos salden en su nombre esa deuda de cuidado.

Peculiaridades Dada la proliferación de serpientes tierreras en cercanías del colegio La Candelaria y el maltrato del que solían ser víctimas por parte de vecinos y estudiantes, algunos alumnos y maestros entusiastas de dicho plantel decidieron conformar el Club de Ciencias Atractus, dedicado al estudio, preservación y exaltación de la Atractus crassicaudatus mediante labores artísticas y científicas. En tierras colombianas el término ‘culebra’ es sinónimo de acreedor. El célebre actor y humorista Hernando Casanova debió su remoquete de ‘Culebro’ a ser un implacable cobrador de profesión, personaje que durante años representó para la comedia televisiva Yo y tú. La serpiente es una de las figuras más recurrentes dentro de la simbología de los muiscas, antiguos pobladores de la actual Bogotá, quienes la consideraban un ejemplo de sabiduría. Para el pueblo chibcha las serpientes solían estar asociadas, además, al agua, a la potencia creadora y a la fertilidad. Vecinos

En junio de 2010 tuvo resonancia nacional y causó indignación el caso de una familia habitante de un edificio situado en el norte de Bogotá, quienes, tras encontrar una culebra tierrera confundida entre los cables del computador doméstico, decidieron sacrificarla de manera cruel. El céntrico Chorro de Quevedo, uno de los emblemas de la Bogotá de antaño, es un punto donde con considerable frecuencia es posible hallar serpientes sabaneras.

Características Ofidia graciosa, pequeña e inofensiva de climas fríos, endémica de Bogotá y el altiplano cundiboyacense. Habita en cercanías de cuerpos de agua, zonas inundables y potreros, entre 2000 y 3300 m. No es extraño verla reptando solitaria, sobre el asfalto o el pavimento, en andenes, puentes y algunos otros espacios colonizados por la humanidad. Se la llama indistintamente culebra o serpiente. Identificación: cabeza diminuta, del mismo grosor del resto del cuerpo; ojos pequeños y pupilas redondeadas; dorso usualmente negro o de un café verdoso muy oscuro; zona ventral amarilla; algunas presentan anillos de este último tono o rojizos, desde la cabeza hasta la cola. Las hembras tienen mayor tamaño que los machos. Comportamiento: de movimientos muy lentos, es buena excavadora. El tamaño discreto de la cabeza la ayuda a desplazarse fácilmente por pastizales y lugares muy reducidos. Entre los sectores donde es común verla se encuentran varios humedales, la Universidad Nacional de Colombia y los barrios cercanos. También los parques Museo El Chicó y Simón Bolívar. Suelen aparecer masivamente durante labores de construcción o jardinería doméstica. Tamaño: hasta 40 cm. Dieta: lombrices de tierra, insectos y otros invertebrados. Hábitos: principalmente nocturnos y crepusculares. Reproducción: al parecer, sus crías nacen entre octubre y diciembre. La información es insuficiente. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NE. Nombres comunes: culebra sabanera, serpiente sabanera, serpiente tierrera. En

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Curí

como cerdito de guinea. Por su evidente dependencia de los cuerpos de agua, el curí suele habitar humedales. De hecho, se registran avistamientos masivos de curíes en los de Córdoba, Tibabuyes — particularmente alrededor del punto denominado en su honor Chucua de los Curíes—, Juan Amarillo, La Conejera, Jaboque, Torca-Guaymaral, La Florida y Santa María del Lago. Los Cavia anolaimae son huidizos y veloces. Ante cualquier movimiento o sonido sospechoso, acostumbran saltar con gran agilidad para luego escabullirse entre los matorrales. Disfrutan con particular ahínco del influjo solar. Cuando el astro rey brilla fuerte y se va disipando el frío sabanero, los curíes se tornan activos y juguetones. Son excelentes nadadores y comen sólidos desde el inicio de sus vidas. Sus costumbres, a diferencia de las de muchísimos otros roedores vecinos, parecen por completo diurnas. La organización social de los curíes es compleja y el cuidado de sus crías muy disciplinado. Aunque huidizas, estas criaturas se simpatizan entre sí, no gustan de estar solas y, más bien, se deleitan formando colonias inmensas en madrigueras subterráneas y sofisticadas, provistas de túneles, corredores y habitáculos para sus crías, y de dormitorios confortables. Sus cuevas suelen ser levantadas entre matorrales de mora. También pueden elaborar nidos en lo más denso de la vegetación. Debido a la ampliación de vías y a la pérdida de hábitat, los curíes capitalinos se hallan cada vez más expuestos al riesgo de desaparecer de la vista del bogotano común. Actualmente la Fundación Humedales de Bogotá adelanta labores de estudio, censo y reubicación de algunos individuos para favorecer su supervivencia. Los curíes promedio pueden vivir siete años, pero, pese a lo prolíficos y relativamente longevos que son, sus proyecciones demográficas han declinado. Es un hecho histórico comprobado que el trazado de la avenida Paseo de Los Libertadores, también conocida como Autopista Norte, inaugurada en 1956, fue uno de los agentes críticos a

Cavia anolaimae

Ratón, ratón curí: oye lo que te voy a decir (....) tras que la mejor parte del queso se la come siempre el ratón curí (...) la bala más gigante va dirigida a ti. Canción: Ratón curí Intérpretes: Chiflando Iguanas Por rigurosos que sean, los hombres y las mujeres de ciencia no están eximidos en ocasiones de confundirse. Como un caso colombiano está el nombre oficial dado al clásico curí de Bogotá, aún agrupado por muchas guías de animales bajo la denominación errónea de Cavia anolaimae, algo así como “pariente anolaimuno de la rata”. Dicha población cundinamarquesa de tierras templadas no es de ningún modo la cuna de esta especie, que lleva el epíteto anolaimae como falso recordatorio del municipio desde donde equivocadamente se supone que provino. La historia es como sigue: a principios del siglo XX un expedicionario llamado Manuel González recolectó curíes en la laguna La Florida de Engativá, con destino al Museo Americano de Historia Natural en Nueva York. Posteriormente, en 1916, al revisar los ejemplares y apuntes correspondientes, J. A. Allen, científico encargado de catalogarlos, confundió la procedencia real de los especímenes con la estación de trenes de Anolaima (Cundinamarca), llamada La Florida, y así terminó por bautizarlos como si vinieran de allí. El curí salvaje bogotano, del que no se ha visto nunca un solo ejemplar en Anolaima, pareciera ser una subespecie de otro roedor silvestre (Cavia aperea), de amplia distribución en Suramérica. En cualquier caso, se trata de una criatura relativamente afín al cuy o curí doméstico (Cavia porcellus), también conocido

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la hora de minimizar la población bogotana de curíes, quienes, no obstante, han sabido replegarse y mantenerse vivos dentro del separador de la vía en cuestión. Aun así, hay quienes los repudian e incluso les tienden trampas, para erradicarlos. Bogotá debe estar a la altura del privilegio recibido de las generosas manos de la naturaleza al depositar estos singulares seres sobre sus tierras. Sólo resta suplicar al destino para que los vecinos y hermanos más grandes del ‘mal llamado’ Cavia anolaimae, sepan entender las dimensiones de esta responsabilidad y se decidan, de una vez, a mantener sus hábitats intactos.

Peculiaridades Los curíes no conocen el ocaso de su potencia reproductiva. Desde los 3 meses hasta su muerte son muy fértiles. En 2013 se hizo pública la historia de una vasta colonia de curíes, habitantes de un lote en la avenida Suba, entre calles 122 y 124, en peligro debido a un proyecto de construcción. Por fortuna fue posible reubicarlos. Los predios aún hoy conocidos como La Conejera no deben su nombre a los conejos, sino a curíes confundidos con conejos. Los nombres ‘curí’ o ‘cuy’ están inspirados en el sonido característico que tales criaturas suelen emitir con naturalidad, algo parecido al de un humano pronunciando un agudo y permanente “cui, cui, cui”. Cuentan las crónicas que, en su primera llegada a la sabana de Bogotá, las huestes del adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada devoraban un promedio de cincuenta venados y quinientos curíes al día.

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Características Especie nativa de roedor procedente de los humedales bogotanos. Altamente sociable y de movimientos nerviosos, suele desplazarse en grupos. Es hábil nadador y experto fabricante de túneles. Curiosamente los Cavia anolaimae han encontrado cómo sobrevivir en medio de zonas de alto tránsito vehicular. Identificación: pelaje completamente uniforme y abundante en todo el cuerpo; algunos individuos son negros y otros son café ocre; cabeza grande, al igual que los ojos; orejas apenas visibles; piernas cortas, como el cuello; no dispone de cola externa. Comportamiento: mayor actividad diurna, particularmente durante días con mucho sol. Resulta habitual encontrárselos en el separador de la Autopista Norte, desde los predios del colegio San Viator hasta cercanías de Guaymaral. También se han detectado grandes grupos cerca al nacimiento del río Bogotá, en el páramo de Guacheneque. Tamaño: 20-30 cm. Peso: 1 kg. Dieta: herbívora. Se alimenta exclusivamente de la vegetación de los humedales o disponible en derredor. Hábitos: diurnos. Reproducción: legendariamente fértil. Fabrica sus nidos en áreas bien vegetadas. Se aparea y reproduce durante todo el año de manera ininterrumpida. Las hembras tienen dos mamas, con las que pueden alimentar de 2 a 5 crías, aunque el número promedio suele ser de 3. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NE. Nombre común: cuy. Re

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Garza rayada / Butorides striata Ave robusta de color azul grisáceo. Suele permanecer en proximidades de cuerpos de agua, tanto dulce como salada, especialmente en aquellos rodeados de buena cantidad de vegetación y con lugares inundables. Identificación: pico largo y grueso, negro en la parte superior, con vetas amarillosas en la inferior; cabeza gris oscura hasta la región baja de los ojos; mancha amarillenta entre estos y el pico; dorso con plumas de aspecto estriado, con matices grises y verdes oscuros; garganta, cuello, pecho, vientre y

zonas bajas grisáceas, claras y pardas; patas amarillas. Comportamiento: se mantiene gran parte del tiempo sin movimiento, aguardando hasta que una presa se acerque. Suele ser vista sola o en pareja. Tamaño: 45 cm. Peso: 200 g. Dieta: peces pequeños, anfibios, lombrices e insectos. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anualmente, de marzo a agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: garcita azulada, garcita estriada, garcita verdosa. Re

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Rumbito buchiblanco / Chaetocercus mulsant Colibrí pequeño que habita entre los 1500 y los 2800 m, cuyo plumaje puede presentar una gran variedad de colores, desde violetas y verdes metálicos hasta grises y cafés opacos. Identificación: pico recto y cilíndrico, relativamente largo. El macho es mucho más vistoso, con tonos verdes, garganta roja y cuello blanco con algunos puntos rojizos. La hembra presenta una coloración similar, pero el pecho es canela y la cola más corta. Detrás de cada ojo, hembra y ma-

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cho presentan una mancha blanca. Com­ portamiento: habita bordes de selva, pastizales y terrenos abiertos. Suele ser avistado en soledad. Tamaño: 6-7 cm. Peso: 4 g. Dieta: toma el néctar de flores de Psammisia, Passiflora y Cavendishia. Aunque se alimenta principalmente de flores, en ocasiones consume algunos insectos, como complemento. Hábitos: diurnos. Reproducción: preferencialmente en abril. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí de Mulsant, coqueta verde. Re

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Garrapatero piquiliso / Crotophaga ani Ave de color negro, muy ruidosa cuando está en bandada. Puede ser avistada a alturas hasta de 2700 m. Resulta común verla caminando por el suelo en busca de alimento o siguiendo grupos de ganado para devorar las garrapatas que parasitan a los bovinos. Identificación: cuerpo negro brillante; pico grueso, corto y muy arqueado; en el cuello y el pecho las plumas lucen escamadas; la cola es larga. Comportamiento: presente en casi todo

el territorio colombiano, especialmente en humedales, bosques y pastizales de vegetación alta. Emite un silbido fácilmente audible de ‘uuuenk’ o ‘uuuuiiik’. Tamaño: 35 cm. Peso: 90-95 g. Dieta: insectívora, aunque también come frutas y semillas del suelo. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, entre julio y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: anó chico, garrapatero pico liso, tujil picoliso. Re

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Garza nieve / Egretta thula Ave blanca, de patas negras y dedos amarillos. Habita territorios hasta los 2600 m, en cercanías de cuerpos de agua, tanto dulce como salada. Identificación: plumaje completamente blanco, con algunas plumas largas en la nuca, cola, pecho, dorso y alas; pico negro y borde ocular amarillo; patas negras y pies amarillos. Comportamiento: puede hallarse sola o mezclada en grupos de diferentes especies de garzas, casi siempre en territorios inundables, fangosos y cuerpos de agua. Suele capturar sus presas agitando el ba-

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rro bajo el agua con una pata, para cazarlas. Sin embargo, siempre muestra su plumaje impecable. También atrapa insectos en vuelo. Anida en colonias. Ta­ maño: 50-68 cm. Peso: 400 g. Dieta: ranas, moluscos, insectos acuáticos, saltamontes, culebras y peces pequeños. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre marzo y abril. Conservación: Lista Roja de Especies Ame­nazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chusmita, garceta nívea, garcita blanca, garza dedos dorados, garza patiamarilla. Re

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Monjita / Chrysomus icterocephalus bogotensis

con las alas y la cola pardas; pico gris. Comportamiento: muy común en todas las zonas inundables, tales como pastizales húmedos, humedales, pantanos y demás cuerpos de agua de poca profundidad, donde acostumbra buscar su alimento forrajeando la vegetación. Tamaño: 16-18 cm. Peso: 26-37,5 g. Dieta: insectos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre diciembre y enero. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. No obstante, la subespecie endémica de Bogotá se halla en considerable peligro de extinción por la intervención humana en sus hábitats naturales. Nombres comu­ nes: monjita cabeciamarilla, turpial cabeciamarillo, turpial de agua. En

Subespecie endémica del antiplano cundiboyacense y sus alrededores, de cuerpo negro y cabeza amarilla. Es muy popular entre los capitalinos de antaño y sigue siendo considerada una de las aves insignias de los humedales. Puede ser contemplada en bandadas, a altitudes hasta de 2600 m. Se la llama ‘monjita’ por la supuesta similitud entre el color encendido de su parte superior y la cofia de una religiosa católica. Identificación: el macho tiene pico cónico bastante afilado y cuerpo negro brillante, a excepción de la cabeza, cuello y parte alta del pecho, de tono amarillo brillante. La hembra presenta la cabeza, el pecho y las partes bajas de un amarillo oliváceo,

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Rana andina

Dendropsophus molitor

El hijo de rana, Rinrín renacuajo, salió esta mañana muy tieso y muy majo con pantalón corto, corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de boda. Poema: Rinrín renacuajo Autor: Rafael Pombo Cuando oscurece y el reloj da las seis, los machos, acuartelados por cientos en algún lugar del Jardín Botánico, del Parque Entrenubes o de los Cerros Orientales, entonan sus clamores con voz de bajo y timbre enronquecido hasta que se hace de madrugada. Son las bogotanísimas ranas Dendropsophus molitor, especie más popular y común de anfibios entre todas las que pueblan la ciudad y sus alrededores. Debido a eso, no es casualidad que la iconografía muisca rebose de tributos a ellas. Después de todo, la capital colombiana ha sabido, hasta ahora, ofrecerles a estas vecinas cantoras un hábitat confortable y digno de sus necesidades. Tampoco resulta fortuito que la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá las haya seleccionado como protagonistas en la insignia que adorna su logo desde 1991: una ranita popular, traviesa y de ojos dulces cuya estampa reemplazó a la anterior, de aspecto precolombino. Por lo demás, cualquier estudiante de colegio campestre en los bordes de la ciudad habrá disfrutado alguna vez ante su presencia, cuando por las lluvias se forma un lago espontáneo que invita a la aventura de acercárseles. La también denominada rana de humedal resalta entre muchos otros vecinos inesperados, por lo adaptable que es. Eso ha facilitado su supervivencia, aun cuando el hábitat que la sustenta se haya visto diezmado progre-

sivamente desde siglos atrás y la contaminación o la desecación continúen afectando muchos de los cuerpos de agua donde esta simpática amiga solía encontrar asiento en otras épocas. Aun así, y a pesar de sus exigencias, tan sencillas, hay algo de lo que la rana sabanera encuentra imposible prescindir. Se trata de las aguas estancadas, bien sea en lagunas o lagos quietos o en aquellos charcos esporádicos que las lluvias producen por temporadas. Allí ponen sus huevos y allí emergen sus renacuajos, quienes nacen negros, para luego tornarse marrones, antes de alcanzar, en la última fase de su metamorfosis, aquella tonalidad verde tan distintiva. Para los curiosos, y con miras a abstenernos de malentendidos, una precisión: la Dendropsophus molitor ha ido alterando su nombre con el discurrir de los tiempos. Hasta no hace mucho se le conocía, por ejemplo, como Dendropsophus labialis, pero antes de los años 90 lo común era llamarla Hyla labialis. Estas modificaciones obedecen a replanteamientos en la manera más adecuada de clasificarlas y corresponden a tendencias científicas del momento. Lo que ningún experto discute al hablar de la Dendropsophus molitor es su pertenencia a la familia Hylidae o, dicho en español comprensible, a las “ranas de árbol”. Gracias a esa suerte de ventosas con las que cuentan en sus dedos, las sabaneras son estupendas trepadoras. Por tal razón, es común encontrárselas lejos de aquellos estanques de los que tanto gustan, escalando alguna bromelia. Durante temporadas lluviosas, las ranas verdes caminan largos trechos en las noches y se repliegan de día. Como muchos anfibios de sus dimensiones, las Dendropsophus molitor están situadas en la mitad de las cadenas nutricionales. Ello las ubica como depredadoras y a la vez como presas potenciales. Algunas garzas las tienen por platillo alternativo e incluso predilecto, ante la ausencia de peces. Como emblema de Bogotá y sus aguas, la Dendropsophus molitor amerita un tratamiento de habitante ilustre. Así, pues, parece más que justo manifestarle el respeto del que es dignataria y propi-

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Características

ciar la conservación de entornos limpios, donde pueda existir a sus anchas. De esta manera las ranas sabaneras perdurarán en calidad de grandes estandartes de la naturaleza bogotana, más allá de su silueta, ya labrada para la eternidad en muchas de las tapas de los registros del acueducto y en la papelería de esa empresa que surte del líquido vital a la ciudad entera.

Peculiaridades Igual que otras de sus compañeras en lugares distintos del planeta, la presencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis constituye una de las amenazas que enfrenta la Dendropsophus molitor, tan habituada a sobreponerse a adversidades. La sinonimia, fruto de los cambios de nombre experimentados en diferentes épocas por la hoy llamada Dendrosophus molitor obligan a los investigadores a indagar por ellas en motores de búsqueda y bases de datos empleándolos todos. El humedal Santa María del Lago es uno de los lugares donde las ranas andinas suelen ser oídas cantar con mayor fuerza. Por su evidente poder de adaptabilidad, las ranas Dendrosophus molitor son una especie ideal para estudios sobre el cambio climático. La agencia publicitaria Colombosuiza fue la encargada de representar a la rana andina en el más reciente logo de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, lanzado en octubre de 1991.

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Especie endémica de tierras cundiboyacenses y la Cordillera Oriental. Su presencia alcanza a extenderse hasta territorios santandereanos y nortesantandereanos, pero no excede en ningún caso las fronteras colombianas. Puede vivir entre 2000 y 3600 m. Identificación: en edad adulta, dorso verde limón con manchas o sin ellas; cuando hay pigmentaciones, estas pueden ser negras, amarillas o azules, de diferentes tamaños y formas, esparcidas a lo largo de todo el cuerpo, excepto en el vientre, que suele ser rosáceo; ojos relativamente pequeños; piel uniforme y suave al tacto; matices cromáticos cambiantes según estados hormonales, edades y temperatura; 4 dedos en cada mano y en cada pata, uno de ellos más extenso que el resto; carece de membranas interdactilares en las manos. Comportamiento: dependiente de los cuerpos de aguas quietas y no torrenciales. Dada la morfología de sus manos, ideal para trepar, tiene hábitos arborícolas. Tamaño: 29-55 mm. Dieta: insectívora. Hábitos: nocturnos. Reproducción: 2 veces al año, en abril y entre octubre y diciembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: rana de humedal, rana sabanera, rana verde. En

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Gavilán bailarín Elanus leucurus

Noche cerrada: calle. Plaza. Río. Sombras que van bordando las paredes. ‘Adiós paloma’: dice la guitarra; gavilanes de luna van y vienen. Poema: Jinetes van Autor: Darío Samper De La Marichuela a El Codito y de Guadalupe a Fontibón, las formas donairosas del también llamado ‘gavilán maromero’ adornan la ciudad entera. Pero, más allá de sentimentalismos estéticos, la mayor virtud de esta criatura quizá haya sido encontrar la manera de irse adaptando a las tierras bogotanas y sus cambios. Contrario a lo que ocurre con algunos otros seres, que requieren de algún distanciamiento por parte de sus vecinos humanos para vivir holgados, a estos ágiles voladores parece resultarles muy conveniente la presencia de gente en cercanías de sus habitáculos. La ecuación es simple, aunque un tanto deshonrosa: a más humanos, mayores desperdicios y a mayores desperdicios, mayor tasa poblacional de roedores, platillo predilecto de los Elanus leucurus y su principal trofeo de caza, seguido de lejos por reptiles y, de manera muy ocasional, por anfibios. El maromero o milano coliblanco se mantiene, por regla, alerta y en pos de estos alimentos, ya sea desde la cumbre de algún árbol o mientras ejecuta vuelos de patrullaje. Debido a ello acostumbra procurarse predios con vegetaciones bajas que le faciliten una visibilidad despejada. Contemplarlo cazar es como asistir a una revista gratuita de acrobacias aéreas, dada su propiedad de quedarse suspendido en un solo punto a quince o veinte metros de la superficie terrestre.

De ahí uno de sus nombres, ‘espíritu santo’, alusivo a la imagen del ave benefactora posada sobre el joven Jesús por un par de segundos. Entretanto, ajeno a religiones, el Elanus leucurus se concentra en lo importante, mientras enfoca a su presa, clavando la mirada en el pasto ciego. Al descender, el maromero se lanza decidido y en picada, para luego hincar sus garras en el cuerpo de la víctima, atravesarle con el pico la espina dorsal, inmovilizarla y arrebatarle la vida de un tajo. Y todo en muchísimo menos tiempo del que toma relatarlo. Después se consagra, complacido, al festín. Aunque amigo, ya se dijo, de territorios despejados dentro de la ciudad, los humedales constituyen también refugios estupendos para los gavilanes bailarines. Allá será posible encontrárselos a veces, si la luz lo permite. De momento, el día hábil se cierra para ellos. Llegado el final de la faena y ya debidamente satisfechas las demandas nutricionales de su poderosa contextura, el Elanus leucurus ha decidido dejarse de maromas y consagrarse al reposo. Y va buscándose resguardo en las altitudes, sobre ramas de árboles espigados, donde habrá de pasar su noche, agazapado en dormitorios comunales, con varios huéspedes como compañeros de sueños. Por ahora puede descansar tranquilo. Aparte de algunos esporádicos acechos de los alcaravanes, principales rivales suyos a la hora de hallar comida, nada tiene que angustiar al halcón blanco. Su lealtad con la ciudad que ha escogido por hogar sigue viéndose bien recompensada. Mañana, de seguro, encontrará qué comer. Mientras eso ocurra, difícil es que se marche. Y quiera el destino que así siga siendo. Por el bien del elanio maromero, y por el de la vida.

Peculiaridades Por paradójico que suene, la deforestación y el calentamiento global parecen haber contribuido a la expansión del hábitat del elanio maromero, dado su poder de adaptabilidad, comparado con el de otras especies.

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Hasta tiempos recientes la distribución del Elanus leucurus en Colombia era escasa y dispersa. Para 2019 es sin duda más amplia. Algo similar ocurre con la población de sus parientes norteamericanos, quienes llegaron a ser considerados casi extintos en los años 40 del siglo XX y en el presente ya abundan. Fácil resulta imaginar cuán desarrollada está la vista del espíritu santo para la ejecución de maniobras aéreas de cacería tan precisas como las que ejecuta. Las formas y el vuelo del gavilán bailarín son muy similares a los del halcón, pero sus coloraciones se parecen más a las de la gaviota.

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Características Ave de rapiña, reconocida por sus dotes de cazadora y singular vuelo. Su presencia está extendida en gran parte de América. Resulta común avistarla en casi cualquier zona de Bogotá, cerca de parques, vecindarios bien arborizados y humedales. Habita un rango variado de alturas en distintas partes del país, que van desde el nivel marino hasta 2800 m. Identificación: ojos delineados de negro; cabeza blanca, con máscara negruzca; plumaje blancuzco en el vientre y gris en el dorso; alas oscuras, largas y afiladas; cola larga redondeada; pico con punta amarillenta y base grisácea; patas naranjas. Los ejemplares jóvenes son claros y manchados de canela. Las hembras son de tamaño ligeramente superior al de los machos. Comportamiento: busca sus presas lejos del nido, sobrevolando pastizales y matorrales. También localiza alimento divisando los terrenos desde cúspides de árboles. Duerme en grupos comunales. Durante temporadas reproductivas anda en pareja. Tamaño: 35-43 cm; envergadura: 88-102 cm. Peso: 250300 g. Dieta: carnívora, principalmente de roedores, pero puede incluir reptiles, otros mamíferos y aves pequeñas. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre febrero y mayo. Fabrica nidos propios, aunque puede aprovechar algunos abandonados por otras aves. Deposita de 3 a 5 huevos. La incubación dura alrededor de un mes. El macho provee alimentos a los polluelos, capacitados para volar transcurridos de 35 a 50 días de nacidos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: aguililla blanca, elanio maromero, espíritu santo, gavilán blanco, halcón blanco, milano blanco, milano coliblanco. Re

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Cernícalo / Falco sparverius Ave rapaz diurna de aspecto elegante. Puede habitar territorios a alturas hasta de 3200 m. Identificación: pico corto y amarillo con la punta negra; parte superior de la cabeza de color gris pálido; franja negra desde la parte inferior del ojo hasta el cuello; barbilla y cuello de tonalidad parda; pecho, vientre y regiones bajas pardo pálido, con estrías negras que se desvanecen con sutileza; dorso rufo con estrías también negras; patas amarillas; cola larga, con franjas claras y oscuras intercaladas y punta negruzca y más ancha. Comportamiento: es el halcón más común en Colombia. Prefiere áreas abiertas con árboles dispersos,

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postes de cercas y líneas eléctricas, desde donde busca sus presas. Emiten un agudo ‘quili-quili-quili’ o ‘klií-klií-klií’. Resulta posible avistarlo en lugares como la Ciudad Universitaria y el Jardín Botánico. Tamaño: 28 cm. Peso: 135 g. Dieta: insectos, pequeños vertebrados y roedores. Hábitos: diurnos y crepusculares. Reproducción: anual, entre enero y mayo. Anida en hoquedades de rocas, árboles o edificios. También en nidos abandonados de otras especies. Pone de 3 a 7 huevos. La incubación dura de 27 a 32 días. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cuyaya, halconcito colorado. Re

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Tingua pico rojo / Gallinula galeata Una las tinguas más comunes, por lo que resulta frecuente encontrarla en humedales, lagos y lagunas. Dos de sus principales distintivos son la placa roja encima de su pico, del mismo color, y su tendencia a permanecer cerca de cuerpos de agua quietos. Identificación: pico rojo intenso con punta amarilla y una placa rojiza en el nacimiento del mismo, que cubre completamente la frente; cabeza, cuello, pecho, vientre y regiones bajas de coloración gris pizarra; alas pardas y línea blanca en los laterales; zona infracaudal blancuzca; patas amarillas robustas con dedos largos. Comportamiento: toda su actividad tiene lugar en las orillas de los estanques y sobre la vegetación lacustre. Si no se la encuentra mero-

deando entre las vegetaciones altas de las orillas, podrá vérsela andando por encima de las plantas acuáticas emergentes en pos de alimento. Puede escapar a gran velocidad cuando se asusta. Emite diversos sonidos, entre estos un ‘nep’ o ‘bap’ y un timbre nasal de ‘bipit bipit bipit’, además de un ‘gu-cu-cu-cu’ ‘o qua-qua-qua’ cacareante, y un ‘jiik’ agudo, a manera de alarma. Es común verla en todos los humedales y en las márgenes de caños con vegetación acuática alrededor. Tamaño: 36 cm. Peso: 350 g. Dieta: omnívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, de julio a septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: gallareta común, gallineta americana, polla de agua negra, tauita. Re

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Reinita trepadora / Mniotilta varia Ave de colores blanco y negro entremezclados. Identificación: patrón jaspeado entre negro y blanco a lo largo de todo el cuerpo; en algunas partes, como en la cabeza y alas, dicho patrón, hasta ese punto semirectilíneo, se transforma en líneas intercaladas de negro y blanco; pecho y vientre blancos. Comportamiento: durante casi todo su periodo diario de actividad trepa árboles y troncos en

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busca de insectos. Cuando se la ve, ello suele ocurrir en bosques. El macho alimenta a la hembra durante la incubación. Es muy territorial y casi siempre permanece solitaria. Tamaño: 11-12,5 cm. Peso: 11 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, durante el verano, en su sitio de origen. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: chipe trepador. MiBo

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Guaco / Nycticorax nycticorax Las plumas blancas que brotan de la nuca y sus colores contrastantes convierten a esta ave en una bella especie de pantanos, humedales y lagunas. Habita territorios entre 1000 y 4800 m. Identificación: pico robusto y negro, un poco curvo; casi todo el plumaje es blanco y el cuerpo muy estilizado; la cabeza ostenta una franja negra que se ensancha en el dorso; de la nuca salen 2 o 3 plumas blancas muy largas; las alas son grisáceas, rufas y ante, en capas; las patas son amarillas verdosas; iris rojos.

Comportamiento: acostumbra a permanecer largo tiempo inmóvil a la espera de sus presas. Extiende rápidamente el cuello y con el pico captura alimento. Descansa durante el día en grupos y al descender el sol comienza su actividad. Tamaño: 65 cm. Peso: 900 g. Dieta: peces, gusanos, invertebrados y anfibios, además de materia vegetal. Hábitos: nocturnos y crepusculares. Reproducción: anual, en marzo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: martinete. Re

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Pato turrio / Oxyura jamaicensis andina Subespecie endémica, simpática y vistosa, de cuerpo entre marrón, blanco, gris y negro. Habita en humedales, charcas y zonas inundables de la ciudad. Identificación: los machos presentan un pico azul cobalto, las hembras, negro. Los machos tienen un color rojizo óxido en el plumaje, con las mejillas blancas hasta los ojos (no visibles en la fotografía), donde cambia su tono a negro hasta la corona, mientras que las hembras son de tonalidades castañas, con la cabeza blanca desde el cuello hasta la parte inferior de los ojos. La cola es de plumas largas, usualmente negra. Comporta­ miento: habita humedales, pantanos, lagos, lagunas y embalses de la sabana de Bogotá y se reproduce 2 veces por año.

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Las hembras pueden estar en contacto con los polluelos alrededor de 55 días. Los machos emiten notas bajas y cortas similares a tamboreos y un burbujeo de sonoridad similar a ‘chuk-uk-uk-ur-r-r’. Aunque tienen la capacidad de volar distancias largas, prefiere no utilizar mucho sus alas para volar. Anida en la laguna de La Herrera, sobre todo entre junio y septiembre. Tamaño: 35-43 cm. Peso: 300800 g. Dieta: por su capacidad de bucear y nadar come insectos acuáticos, larvas, crustáceos, plantas subacuáticas, semillas y raíces. Forrajea por sondeo. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: construye nidos donde deposita de 6 a 12 huevos que se encuban entre 23 y 26 días. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: pato andino, pato rufo. En

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Paloma collareja / Patagioenas fasciata Especie de fácil distinción por una línea blanca en la nuca, que simula un anillo. Se le encuentra desde Canadá hasta Bolivia, a alturas hasta de 3600 m, dentro de bosques húmedos, claros. Con vegetación dispersa y bordes boscosos. Iden­ tificación: región superior de la cabeza, pecho y vientre grisáceos, con un sutil tinte púrpura; patas y pico amarillos; cuello y dorso gris parduzco; iris rojo a café oscuro; nuca con semianillo blancuzco seguido de plumas escamadas de tonalidades gris y verde metálico; alas un poco más oscuras que el resto del cuerpo; plumaje infracaudal claro. Comporta­ miento: al contrario de muchas especies

de palomas y torcazas, prefiere evitar el contacto con humanos y se mantiene lejos de ellos. Gusta de estar solitaria o en pequeños grupos, posada en árboles muy altos, donde suele perchar, dentro de bosques húmedos, bordes boscosos y espacios abiertos con vegetación dispersa. Tamaño: 30 cm. Peso: 400 g. Dieta: granos, frutas y bellotas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, en febrero, junio o diciembre. Los nidos son plataformas elaboradas con pequeños palos sobre ramas. Ponen un huevo (a veces 2) de tonalidad blanco crema. La encubación dura de 19 a 20 días. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: torcaza septentrional. Re

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Carpintero pardo / Picoides fumigatus Ave café olivácea de coronilla roja. Suele ser avistada entre 1200 y 4000 m, en bordes boscosos, bosques de niebla y húmedos. Identificación: plumaje y cuello café oliva con zona auricular algo más decolorada. Los machos cuentan con una mancha rojiza que les atraviesa la cabeza, a manera de tupé. Comportamiento: permanece solitario o en parejas. Gusta de

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anidar en troncos de árboles muertos. Martillea y picotea ramas en pos de su sustento, moviéndose lateralmente entre estas y sujetándose de las mismas con sus patas. En ocasiones forma bandadas mixtas. Tamaño: 18 cm. Peso: 45 g. Dieta: insectos, larvas y frutos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre octubre y abril. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bre común: carpintero ahumado. Re

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Zambullidor piquipintado / Podilymbus podiceps Especie de color pardo oscuro y gris. Está presente en las montañas colombianas, en altitudes hasta de 3100 m. Identificación: casi todo el plumaje es de tono pardo oscuro, a excepción de la rabadilla blanquecina; pico entre amarillo y azul pálido, atravesado por una franja negra vertical; dorso grisáceo. Comportamiento: suele situarse cerca de

cuerpos de agua con poco movimiento o quietos, pero con alta presencia de vegetación perimetral y emergente. Tamaño: 36 cm. Peso: 450 g. Dieta: insectos acuáticos, larvas, anfibios y peces pequeños. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, de enero a marzo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: zampullín de pico grueso. Re

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Golondrina azul y blanca / Pygochelidon cyanoleuca El azul vivo característico de la cabeza y el dorso en esta especie contrastan con el blanco y el negro de las otras regiones de su cuerpo. Puede habitar alturas hasta 3000 m. Identificación: pico negro; cabeza y dorso de coloración azul metálico, con una suerte de antifaz negro en el rostro; ojos de tono negro profundo; desde la región inferior del pico hasta las zonas bajas, presenta un plumaje blanco; alas, cola y sección infra-

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caudal de matices gris pizarra o negros; patas negras. Comportamiento: gusta de sobrevolar zonas abiertas y campos poco arborizados. También sectores rurales levemente transformados por el ser humano. Lleva a cabo vuelos rápidos en zigzag o en círculo, adornados con descensos en picada. Tamaño: 13 cm. Peso: 15 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: durante todo el año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Re

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Atrapamoscas cuidapuentes / Sayornis nigricans Ave fácil de apreciar en un rango amplio de alturas, que van desde 100 hasta 3000 m. Suele ubicarse cerca de cuerpos de agua y en zonas semiabiertas, en piedemonte y montaña. Identificación: pico muy corto y negro; cabeza y pecho negros; dorso, cola, alas y vientre grises; partes bajas blancas y patas negras; las alas pueden tener plumas blancas y parduzcas. Comportamiento: no es difícil

verla sobre árboles, rocas y construcciones humanas cerca de cuerpos de agua. Efectúa migraciones locales. Tamaño: 15-19 cm. Peso: 18 g. Dieta: macroartrópodos y frutas. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, entre abril y julio. El macho siempre construye el nido para los huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mosquero negro, viudita de río. Re

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Atrapamoscas guardarríos / Serpophaga cinerea Ave grisácea, de fácil avistamiento en humedales y zonas abiertas inundables o inundadas, siempre muy cerca del agua, a alturas entre 250 y 3700 m. Identifica­ ción: pico corto y negro; plumaje predominantemente plomizo, con un pequeño parche oscuro en la corona; cabeza, cola y alas más oscuras, casi negras. Com­ portamiento: suele situarse en el suelo, cerca de los cuerpos de agua, sobre alguna roca o una estructura artificial

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creada por humanos. Sus vuelos son cortos y rápidos. Sus patas casi siempre están recogidas. Aguarda por sus presas en los márgenes de cuerpos de agua. Acostumbra andar en parejas. Tamaño: 11 cm. Peso: 8 g. Dieta: insectívora. Há­ bitos: diurnos. Reproducción: anual, de marzo a septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: piojito guardarríos, piojito de los torrentes, tiranuelo saltarroyo. Re

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Pato canadiense / Spatula discors Habita lagos, lagunas y pantanos de agua dulce. Muda sus plumas, de color pardo, marrón y negro, dos veces al año. Al desplegar sus alas para volar, se ve en la parte trasera de estas un gran parche azul tornasolado, que da origen a uno de sus nombres comunes (aliazul). Identificación: cuerpo predominantemente pardo, manchado con puntos negros y cara negra o parda oscura. Los machos cuentan con una mancha blanca entre el pico y el ojo, y suelen ser más grandes que las hembras; plumas de las alas entre negras y pardas (en descanso). En la punta de las alas algunos individuos presentan una mancha verde esmeralda. Comportamiento: puede ser visto en el

humedal La Conejera. Se trata de un ave migratoria intercontinental, aunque algunas prefieren tomar como residencia lugares donde no haya inviernos fuertes. La hembra cuida de los polluelos durante un mes y a los 40 días ya pueden volar. Los machos emiten un ‘piiu’ o un ‘tsiii’ agudos, y las hembras un tradicional ‘cuaq’. Tamaño: 35-41 cm. Peso: 300500 g. Dieta: crustáceos acuáticos, insectos, vegetación de agua y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: prefiere los meses de abril y mayo. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: aliazul, barraquete, pato careto, pato chisgo, pato de Florida, pato medialuna.MiBo

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Chisga / Spinus psaltria Ave de colores combinados, entre amarillos y negros. Reside en campos y bosques abiertos. Consigue su alimento cerca del suelo. Identificación: cabeza negra hasta la mitad de los ojos. Pico rosáceo; cuello anterior, pecho y vientre hasta la cola, de un amarillo encendido; parte posterior de la cabeza color verde oliva; alas negras o grises, con algunas manchas blancas; patas rojas oscuras.

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Comportamiento: Vive sola o en pequeñas bandadas. El macho posee una capacidad excepcional para imitar los cantos de otros pájaros. Tamaño: 10-11 cm. Peso: 9-9,5 g. Dieta: semillas y, en ocasiones, insectos. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: hasta 3 veces al año. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chirulí, jilguerito dominico, pardillo pequeño. Re

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Lechuza de campanario / Tyto alba Esta famosa lechuza cultiva el curioso hábito de posarse en los campanarios de las iglesias. Su aspecto, para algunos un tanto fantasmal, le ha acarreado supersticiones en contra. Canta con chillidos fuertes que también suelen producen terror entre muchos de quienes la escuchan. Identificación: disco facial blanco en forma de corazón, que termina cobrizo en los extremos; ojos negros intensos, con un pico escondido entre plumas que hacen una gran V desde los ojos hasta el final de la cara; cabeza color pardo muy pálido, en ocasiones oscuro; cuello usualmente blanco, al igual que el pecho, el vientre y las partes bajas; dorso

y alas con un curioso patrón de fondo parduzco, plumas grises y unas manchas blancas acompañadas de puntos negros en forma de minúsculos ojos. Comporta­ miento: buena amiga de las gentes de campo, al ayudarles a controlar roedores de forma natural. Se posa sobre alturas considerables para observar los movimientos de sus posibles presas. Tiene su oído tan desarrollado que puede cazar en oscuridad total. Tamaño: 33 cm. Peso: 450 g. Dieta: principalmente roedores y mamíferos pequeños. Hábitos: nocturnos y crepusculares. Reproducción: anual, según la zona donde habite. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: lechuza común. Re

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Espiguero andino / Sporophila luctuosa Ave de plumaje blanco y negro, reconocida por su bello canto. Suele ser avistada en pastizales y matorrales, cerca de los bordes de bosque montañoso, entre 1500 y 2700 m. Identificación: macho de pico blanco grisáceo y complexión robusta; cabeza, cuello y pecho negros, al igual que el dorso, las alas y la cola; partes laterales moteadas entre blanco y negro; vientre y regiones bajas blancas; patas grises; alas con un parche claro en la zona anterior. La hembra presenta una

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coloración parda olivácea, más pálida en cuello, pecho, vientre y áreas bajas. Com­ portamiento: suelen ser vistos en bandadas hasta de 30 individuos. Nunca se posan sobre el suelo: siempre se mantienen sobre árboles y en matorrales. Ta­ maño: 10-11 cm. Peso: 12,5 g. Dieta: semillas. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, alrededor de septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: choclopococho, espiguero negriblanco, semillero negriblanco. Re

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Tingua pico amarillo / Fulica americana Ave nadadora de pelaje negruzco. Bucea para conseguir parte de su alimento en el fango de los cuerpos de agua en los que nada. En ocasiones se agrupa en bandadas que superan el centenar de individuos. Identificación: tono gris oscuro en la cabeza, que va aclarándose; pico amarillo o blanco, corto y grueso; punto rojo entre los dos ojos, al comienzo de la base del pico; patas amarillas. Comporta­ miento: muy territorial. Emite sonidos entre anfibios y porcinos, parecidos a un ‘cur’r’rk’auuk, cur’r’rk’auuk’ o a un ‘gruunk, gruunk’. Suele ser vista en lagos y lagunas como la de Los Lagartos. También, menos comúnmente, en espa-

cios como los humedales Córdoba y La Conejera. Habita aguas calmas con vegetación alta. Dada su contextura robusta, desde el agua se le dificulta emprender el vuelo, por lo que suele rozar por unos metros la superficie y ayudarse de una carrera previa al despegue. Altamente defensiva al anidar y empollar sus huevecillos. Tamaño: 40-45 cm. Peso: 500-1000 g. Dieta: insectos, plantas, tallos de carrizo, peces, crustáceos e insectos acuáticos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: focha americana, gallareta, gallina de fango, hayno. Re

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Garza del ganado / Bubulcus ibis Ave de color blanco. Es una especie originaria de África que colonizó por su cuenta América en el siglo XIX. Se ha esparcido por campos, zonas suburbanas, asentamientos humanos cerca de cuerpos de agua y regiones de ganadería, entre otros espacios. Identificación: plumaje blanco y pico amarillo; patas rosáceas. Puede lucir algo robusta. Com­ portamiento: gran parte de su tiempo lo transcurre cerca del ganado, que al caminar por el pasto levanta insectos y deja

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a la vista lombrices y artrópodos. En época de apareamiento luce una coloración rosada en la cresta y en el pecho. Al volar retrae el cuello y extiende enteramente las patas hacia atrás. Tamaño: 53 cm. Peso: 350 g. Dieta: principalmente insectos y, de forma ocasional, pequeños vertebrados o frutas. Hábitos: diurnos. Reproducción: durante cualquier temporada del año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: garcilla, garcilla bueyera, garza ganadera. Re

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Alcaraván / Vanellus chilensis Ave pequeña y espigada, ágil y de movimientos estilizados. Los colores son poco llamativos, si bien posee 2 adornos de matices metálicos en cada costado. Canta profusamente durante todo el día y vuela cortas distancias. Identificación: patas largas rojas y pico de punta negra; pechera multicolor, entre gris y parda; cabeza encopetada y vientre blanco. Debajo de las alas presenta unos espolones, de los que se vale en situaciones de peligro. Movimientos graciosos y elegantes. Comportamiento: ave zancuda que ha-

bita caños, lagunas y lugares pantanosos de ámbitos urbanos, como los humedales. Acostumbra utilizar sólo una de sus patas para descansar. Tamaño: 30-35 cm. Peso: 280 g. Dieta: principalmente insectos, crustáceos, lombrices y larvas. Revuelve la tierra fangosa para sacar animales allí ocultos. En algunas ocasiones consume lagartijas y carne. Hábitos: diurnos y nocturnos. Reproducción: una vez al año, entre febrero y junio. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: avefría, leque, pellar común, tero, treile. Re

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En humedales


Rana de cristal andina / Centrolene buckleyi Aunque se encuentra en varias regiones altoandinas de América del Sur, este anfibio color verde manzana con matices azulados habita los bosques primarios y páramos bogotanos. Utiliza como residencias las bromelias terrestres. Descansa de día para salir en las noches en busca de insectos dormilones. En ocasiones se le ve trepar árboles y poner sus huevecillos en las hojas que descansan encima de los arroyos. La rana de cristal ha sido inmortalizada en las monedas de quinientos pesos colombianos. Identifi­ cación: dorso color verde manzana y piel lisa y suave. Algunas pueden ser azules. Boca redondeada y labios blancos. La piel ventral, casi transparente, permite ver al-

Vecinos

gunos de sus órganos internos: de allí su nombre común. Comportamiento: ágil trepadora de árboles en zonas cercanas a ríos y arroyos. Los machos entonan serenatas para las hembras en busca de pareja. Es territorial. Algunos individuos protegen sus huevos de posibles depredadores hasta la eclosión. Son difíciles de observar, pues permanecen ocultas durante el día. Tamaño: machos, 29 mm; hembras, 31 mm. Dieta: insectívora. Hábi­ tos: principalmente nocturnos. Repro­ ducción: deposita sus huevos en hojas encima de riachuelos. Se reproduce entre abril y mayo con posturas hasta de 18 huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: VU. Nombre común: rana de cristal. Re

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Sátiro ardiente / Lasiophila circe Mariposa de bosque, propia de los cerros, donde hay vegetación relativamente conservada. Identificación: especie colorida, de tintes entre rojizos y anaranjados. Un borde oscuro enmarca todas sus alas, a su vez manchadas de tonos marrones y negruzcos. Comporta­ miento: en días nublados suelen volar poco, pero en los soleados es fácil en-

contrárselas revoloteando sobre los chuscales. Dieta: cuando son orugas, consumen chusque. A diferencia de muchas otras mariposas, aunque de manera similar al resto de los miembros de la tribu Pronophilini, no gustan del néctar de flores. La mayor parte de su alimentación viene de aguas de charcos y de heces de ganado, fuente de sales minerales. Hábitos: diurnos. En

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En humedales


Rana de quebrada / Hyloscirtus bogotensis Habita principalmente bosques altoandinos nubosos, páramos y subpáramos, cerca de arroyos y bromelias. Punteada de marrón y verde. Suele mantenerse trepada en los árboles y pastizales. Especie peligrosamente diezmada debido a la introducción de la trucha arcoíris en su hábitat. Identificación: color amarillo verdoso en el dorso, adornado con pigmentaciones oscuras, a manera de puntos. Piel suave y lisa, con vientre granulado. Hocico achatado. Comporta­

miento: los machos suelen ubicarse en las orillas de quebradas de poca corriente y en los riachuelos para entonar su canto. Tamaño: 4,3-5,8 cm. Dieta: insectívora. Hábitos: en días soleados se congregan en grupos sobre las rocas y encima de hojas aledañas a los arroyos. Reproduc­ ción: siempre en arroyos. Nunca en charcos ni pantanos. Los huevos son depositados en la hojarasca del fondo de las quebradas. No se conocen las fechas de apareamiento. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. En

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Cangrejo sabanero / Neostrengeria macropa Cangrejo montano de agua dulce, endémico de la sabana de Bogotá. Su presencia es índice de salubridad de las aguas donde escoge vivir. Identifica­ ción: decápodos. Machos de color rojizo y hembras de tono morado a vinotinto oscuro. Forma redondeada. Caparazón casi recto. Hembras más pequeñas que los machos. Comporta­ miento: criaturas independientes y territoriales. Construyen galerías debajo del lodo. Allí se alimentan de noche y

descansan de día. En ocasiones se ensartan en pugnas con sus semejantes por defender el espacio propio. Prefieren aguas tranquilas, en zonas próximas a manantiales, lagunas y quebradas hasta los 3000 m. Tamaño: 2,8-5,6 cm. Dieta: materia orgánica y vegetales. Há­ bitos: nocturnos. Reproducción: de junio a agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Aunque en la sabana se encuentra altamente amenazada, por pesca indiscriminada y explotación comercial. En

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Ju

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Caballito del diablo Mesamphiagrion laterale

El caballito del diablo pasa volando velozmente frente a los ojos de Ventura. Luego se aleja. De nuevo regresa. Permanece inmóvil, como mirando al intruso. Libro: Buenabestia Autor: Marco Tulio Aguilera Su nombre tiene orígenes épicos. Está inspirado en la leyenda de los caballucos del diablo, criaturas mitológicas de procedencia cantábrica. Cuentan las historias que en realidad son humanos malévolos, degradados a insectos por sus comportamientos. También se dice que los 24 de junio se les puede ver volando y emitiendo chillidos, mientras van dejando un haz horrorizante de llamas y azufre, y que así consiguen vengar la rabia de mantenerse encerrados por un año entero. Eso rumoran en tierras ibéricas. Pero los habitantes de Bogotá nunca precisarán irse hasta el infierno para conocer a tan malinterpretados vecinos. Basta con visitar el humedal más próximo. La observación científica nos ofrece datos que, aunque interesantes, se alejan de las supersticiones arriba mencionadas. A quienes insistan en seguirse asustando, bastará con mostrarles una fotografía ampliada del par de ojos de aquella criatura, también llamada “damisela”, quizá atemorizantes para algunos por su semblante alienígena. Nadie sabe con certeza si la supuesta alianza de los caballitos del diablo con Beelzebub o las huestes infernales es verdadera o no. Pero, con todo y eso, la excepcional fertilidad de este habitante de los humedales bogotanos pareciera, al menos en cifras, sobrenatural. La hembra está capacitada para poner miles de huevos durante su vida adulta. Tales huevos tienen la particularidad de incubarse

por ocho días. La eclosión suele ocurrir dentro de un amplio rango de tiempo, que puede tardar de ochenta días a doce meses. Una vez emergen, las larvas ocupan hábitats acuáticos y empiezan a ser llamadas náyades. Pese a la dieta herbívora, que sugeriría su relación nominal con los equinos, los caballitos del diablo son exclusivamente carnívoros. Así, al consumir grandes números de larvas de mosquitos y moscas, hacen un significativo aporte al control natural de peligrosas poblaciones de insectos hematófagos, generadores de enfermedades como el dengue, el chicunguña y el zika. Los Mesamphiagrion laterale, uno de cuyos mayores asentamientos es el humedal La Conejera, mudan de exoesqueleto varias veces antes de transformarse en adultos voladores. Cuando se encuentran listos para saltar a la madurez, abandonan el agua y se posan sobre alguna rama cercana, hasta terminar el proceso. Al salir de su última vestidura, el matapiojos, ya adulto, deberá aguardar unas horas mientras su cuerpo se seca y endurece, antes de su vuelo de debut. Con tiempo y práctica, una mosca damisela saludable podrá alcanzar los 5,4 km/h. En periodo de reproducción el macho se apropia de un pequeño territorio que habrá de defender con vehemencia ante cualquier rival, luchando contra el invasor y ahuyentándolo, para así ayuntarse con la hembra en exclusiva y sin que medien intrusiones. Con posterioridad a la cópula, las hembras buscarán un reducto seguro donde ovipositar su carga vital. Agüeros y creencias aparte, no hay que dudar de que el caballito del diablo es uno de aquellos seres voladores cargados de magia y talento que adornan y mantienen el perfecto y frágil equilibro de las tierras bogotanas donde reina el agua. Pero, sobre todo, que es una criatura excepcional, merecedora del respeto que todo gran guardián, embrujado o no, amerita.

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Peculiaridades

Características

El dramaturgo español Fermín Cabal publicó en 1983 una pieza teatral denominada Caballito del diablo. Cuenta la historia de una mujer uruguaya que en su ingenuidad infantil sentía fascinación por esas criaturas y que, ya crecida, se hizo adicta al ‘caballo’ (heroína). En Venezuela se emplea la expresión “mojarse como caballito del diablo” como sinónimo de emparamarse. Los tonos brillantes y metálicos de los Mesamphiagrion laterale, llamativos para la mayoría de humanos, generan deslumbramientos que dificultan a sus depredadores verlos. Algunos registros fósiles muestran que las libélulas, parientes de los actuales caballitos del diablo, fueron otrora seres gigantes, al punto de haber alcanzado envergaduras de hasta 75 cm. Su descendiente más grande es el Megaloprepus caerulatus, con una de casi 20 cm, que vive en las selvas de Centroamérica y Suramérica. Aunque similares, siempre será más difícil avistar a un caballito del diablo que a una libélula. La libélula es de tamaño superior y tiene una actividad frenética. Los vuelos del caballito del diablo son veloces, pero cortos.

Insecto vistoso, propio de la Cordillera Oriental de Colombia y de los Andes venezolanos. Tiene cuerpo largo, colores metálicos azulados, rojos y negros y alas de tamaño considerable. Las inclinaciones supersticiosas de algunos humanos les han atribuido a ellos y a sus parientes de otras tierras vínculos siniestros. Si bien pueden confundirse con las libélulas, existen características claras que los diferencian. Identificación: cabeza muy ancha, con ojos grandes y bien separados; alas alineadas con el resto del cuerpo cuando descansan; tres pares de patas; abdomen más largo que las alas, grácil y cilíndrico; alas anteriores y posteriores casi idénticas en tamaño y en forma, transparentes o de dos matices. Los colores del macho son azulados en las regiones delanteras y hacia el extremo trasero; los de la hembra, algo más pálidos, con tonos rojizos en el tórax y la zona inferior del abdomen. Machos con órganos genitales bien definidos. La metamorfosis es incompleta. En periodo de ninfa o náyade tienen comportamientos acuáticos, carnívoros y voraces. Comportamiento: su vida está ligada a cuerpos de agua, cuanto más oxigenados, mejor. Busca espacios despoblados y sin presencia de industrias o poco urbanizados. Sólo reside a alturas superiores a 1500 m. Permanece mucho tiempo posado sobre la vegetación. Sus poblaciones en terrenos pantanosos y humedales suelen ser cuantiosas. Tamaño: 45 mm. Peso: 20-45 mg. Dieta: moscas, mosquitos y otros pequeños insectos. Durante su periodo acuático, pulgas de agua y larvas de mosquitos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual. La hembra deposita los huevos en el agua o en cualquier medio húmedo. Puede llegar a producir cientos de ellos en una sola postura. Conservación: si bien no existen datos suficientes, es claro que la alteración de su hábitat amenaza la supervivencia de los caballitos del diablo. Nombres comunes: damisela, matapiojos, mosca damisela. Re

Vecinos

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humano en cuaresma. Su alto Capitán de la sabana consumo contenido de yodo y las pocas espinas

Eremophilus mutissi

Pescado se cría en los ríos y lagunas que hay en aquel reino y, aunque no es de gran abundancia, es lo mejor que se ha visto jamás, porque es de diferente gusto y sabor de cuantos se han visto. Es sólo un género de pescado, y no grande, sino de un palmo o de dos y de aquí no pasa. Y es admirable de comer. Texto: Epítome de la conquista del Nuevo Reino de Granada Autor: Gonzalo Jiménez de Quesada Los chibchas lo llamaban ‘chimbe’, fascinó el paladar de Jiménez de Quesada, inquietó uno de los más célebres naturalistas de la historia y hoy se mantiene como una preocupación latente en los corazones y mentes de todo habitante de Bogotá comprometido con su entorno vivo. Fue en 1805 cuando, tras encontrarse con uno de aquellos maravillosos peces en las partes altas del río Bogotá, el barón Alexander von Humboldt decidió dar a los de su especie un nombre oficial para la eternidad. Los llamó Eremophilus mutisii. Eremophilus, porque su nuevo amigo estaba nadando solo y porque esa palabra significa ‘amante de la soledad’ en latín. Y mutissi, en homenaje a José Celestino Mutis, eminencia y figura esencial de la ciencia en el Nuevo Reino de Granada. Tan bien impresionado quedó el alemán con aquel encuentro, que terminó por consagrarse a inmortalizar las formas de este personaje mediante una preciosa ilustración que aún hoy circula ampliamente por el mundo. “El capitán es una comida muy agradable”, dijo en su bitácora, concordantemente con las palabras del adelantado Jiménez de Quesada, siglos atrás. Por los días de Humboldt, el recién bautizado capitán ya había sido elevado hacía años a una de las mercancías preferidas para el

lo convertían en un bien apreciado por los habitantes de la antigua Bogotá, que solían comprarlo en abundancia en días regulares de mercado. El trato dado a los capitanes de la sabana por sus vecinos humanos ha sido, en múltiples ocasiones, indigno de semejantes seres, por quienes habría, más bien, que profesar gratitud. En los años sesenta del siglo XX, por ejemplo, varios individuos fueron trasladados a Boyacá y Nariño para que se reprodujeran libres y sirvieran de alimento a las truchas. La contaminación del río Bogotá hirió de muerte al otrora donairoso pez. Se trata de una paradoja sobrecogedora. Quien tanto contribuyó a la alimentación de muchas generaciones de bogotanos y de algunos otros animales, así como también a la limpieza del mencionado río, terminó por padecer las desdichas de habitar un espacio intoxicado, de las especies invasoras y de la sobrepesca. Las consecuencias fueron visibles y muy tristes. La presencia de tóxicos en las aguas menguó la talla física del capitán contemporáneo en comparación con la de sus ancestros. Su cuerpo fue envenenándose y disminuyó en número de manera preocupante. Así terminó por evidenciarse la necesidad impostergable de revertir este proceso y empezar a trabajar para que un día los capitanes vuelvan a imperar sobre las aguas sagradas de la ciudad y sus alrededores. Para fortuna del chimbe y tranquilidad de quienes lo estiman como a un pariente cercano, desde 2013 viene en curso un proyecto nacional orientado a salvarlo, la primera iniciativa oficial en favor de la preservación de peces continentales adelantada desde Colombia. Los índices dan sustento a las miradas optimistas. Reportes regulares de presencia de Eremophilus mutisii en algunos humedales capitalinos o cundinamarqueses, de donde se creían extintos, como Santa María del Lago y La Herrera, o en aguas de los ríos Fucha y Palmar, ilusionan a quienes sueñan con volver a mejores tiempos.

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En humedales


Aun así, queda pendiente el compromiso ético de subsanar el agua que, como ellos, clama por respirar. Mientras ella no se halle del todo saludable, sus habitantes siempre peligrarán. Quiera la generosa Sie, diosa de los caudales, que el futuro sea venturoso para este barbado vecino, a quien sin duda es preferible contemplar con admiración antes que con voracidad, como al honorable y bogotanísimo capitán que es y debe seguir siendo.

Peculiaridades Pese a que su fama se remonta a más de dos siglos atrás, el Eremophilus mutisii es un pez muy poco estudiado, de quien queda muchísimo por conocer. Cuanto más se sepa de él, más fácil será contribuir a su preservación. El capitán bogotano está dotado para poblar aguas con concentraciones muy bajas de oxígeno, pues utiliza su estómago como órgano accesorio de respiración aérea. Hasta comienzos del siglo XX, el sudado de chimbe era uno de los platillos más populares de la cocina bogotana. Hoy hay quienes pretenden revivirlo como símbolo de la gastronomía santafereña. Dentro del altiplano cundiboyacense los registros de peces capitanes que viven a menor altura están documentados en la laguna de Fúquene, mientras que los de aquellos que habitan a mayores alturas están ubicados en el embalse de Neusa. Aún no ha sido posible para la ciencia conseguir una reproducción en cautiverio de capitanes de la sabana con una tasa de supervivencia razonable. A menudo ocurre que los alevines, en su totalidad, mueren prematuramente. El mayor obstáculo consiste en descifrar con la debida precisión su dieta, para alimentarlos de manera correcta.

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Características Especie acuática muy representativa de la capital colombiana. Uno de los pocos bagres de aguas frías en Colombia y primer pez clasificado científicamente dentro del país. Durante mucho tiempo fue la comida de cuaresma más popular entre los habitantes de Bogotá. Reside en la cuenca del río Magdalena, a la altura de la altiplanicie cundiboyacense. Identificación: cuerpo sin escamas, de forma cilíndrica y espigada, a la manera de una serpiente; piel suave, lisa y resbalosa; cabeza aplanada, con un par de narinas y tres pares de bigotes táctiles; color marrón o negro, con pequeñas manchas amarillas y blancas tornasoladas, distribuidas caprichosamente; ojos protegidos por una membrana semitransparente. Comportamiento: reside en cuerpos de agua con temperaturas entre 13 y 20 °C, y en altitudes que van desde 2500 hasta 3100 m. Escoge ecosistemas sedimentosos y estancados, como lagos, lagunas, esteros y pantanos de mediana profundidad. Es territorial y disfruta de nadar sin compañía. De allí su nombre Eremophilus: “amante de la soledad”. Tamaño: 40 cm. Peso: 250-350 g. Dieta: omnívora, principalmente compuesta de abundante materia orgánica en descomposición y de macroinvertebrados acuáticos, moluscos, larvas de insectos y lombrices. Hábitos: picos de actividad al mediodía y en la madrugada. Reproducción: todo el año, en especial durante la temporada de lluvias de abril y mayo. La fecundidad por hembra fluctúa entre 10 000 y 50 000 huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Libro Rojo de Peces Dulceacuícolas: VU. Las principales amenazas para su supervivencia son la contaminación del agua y la pérdida de hábitat. Nombres comunes: capitán bogotano, chimbe. En

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Amanecer visto desde La Calera en dirección a Bogotá. 258


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En el barrio La división administrativa de Bogotá define y genera entornos culturales y de gobierno que, además, reflejan aquella biodiversidad con la que los habitantes de la capital colombiana comparten el espacio urbano. Más allá de asuntos administrativos, los barrios son lugares que consolidan identidades propias y peculiares. En el contexto de dichos espacios, los parques pueden ser, quizá, aquellos que más contribuyen al mejoramiento de la existencia cotidiana. Es allí donde los recuerdos plantan sus raíces con la debida solidez, desde el incio hasta el fin de nuestros días. Tales territorios permiten a muchas especies animales, incluida la humana, persistir y encontrar refugio y alimento, incluso en un ambiente a veces hostil. Por lo mismo, son esenciales si de seguir llamando a Bogotá una ciudad biodiversa se trata. Cual si eso no bastara, influyen de formas radicales en la calidad de vida de los habitantes de una urbe. El mapa subsiguiente presenta los principales parques metropolitanos de Bogotá, como referentes indiscutibles en materia cultural y biológica.

Parques metropolitanos 1. Mirador de los Nevados 2. Salitre Mágico 3. Central Simón Bolívar 4. Zona Franca 5. Virgilio Barco 6. De los Novios 7. Biblioteca El Tinta 8. El Recreo 9. Cayetano Cañizares 10. Renacimiento 11. Nacional 12. Mundo Aventura 13. La Independencia 14. Timiza 15. Tercer Milenio 16. El Tunal 17. Bosque San Carlos 18. San Carlos 19. Parque Primero de Mayo

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Caldas

Boyacá Cundinamarca

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Tolima Meta Huila

Escala 1 : 150,000 1

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W

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990000

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Sobre Patio Bonito, Sobre Ciudad Bolívar, Sobre El Tunal, Las Cruces, un pajarito blanco...

Q

Canción: Altísimo Autor: Héctor Buitrago Intérprete: Conector

uienes lo hayan experimentado, de seguro podrán entenderlo mejor: si uno se permite el tiempo y la sensibilidad como para atravesar cada superficie con la mirada, Bogotá es fuente excepcional de estampas memorables por cortesía de los animales de barrio. Esas criaturas, para algunos invisibles o de escasa importancia, han hecho de calles, parques, andenes y potreros sus lugares predilectos de habitación y el núcleo de un particular microcosmos digno de ser observado con interés. Basta invertir unos minutos desintoxicándose del tono gris asfalto o del naranja ladrillo para así embelesarse ante aquella alondra cornuda que sin descanso va picoteando los suelos no urbanizados de Arborizadora Alta. O para reírse un rato frente a las piruetas de ese par de roedores golosos que hacen tregua en su misión de asaltar las inmediaciones de una panadería y compartir unos restos de roscón, ya algo rancios. Por allí cerca anda revoloteando la graciosa Leptophobia aripa, o, dicho bogotanamente, la mariposa blanca: divisarla es posible a lo largo de casi toda la capital colombiana, por más que la humanidad suela mantenerse desinformada con respecto a algo tan simple como su nombre común. ¿Y qué decir sobre la congregación de chulos, tan calumniados y malentendidos ellos, que a esa misma hora rondan el relleno de Doña Juana, ávidos de algún banquete sorpresa para compartir entre todos? ¿O de ese alcaraván que sin cancelar el monto de la entrada retoza descarado sobre la grama legendaria del estadio El Campín? Algo más al norte, el marrón de la mirla ollera se confunde en algún parque público de Niza. Lo opuesto ocurre con tres pirangas rojas muy vistosas que andan merodeando el vecindario, gracias a su proximidad con el humedal Córdoba. Llegaron desde muy lejos, como es usual, para guarecerse del frío. Y aunque planean irse pronto, quizá el año próximo vuelvan, siempre que Bogotá siga resultándoles un destino propicio de veraneo. Por ahora, una vez se vayan, los machos adolescentes no volverán a ser los mismos. Quienes sigan leyendo sabrán por qué.

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Límite rural y urbano en Ciudad Bolívar; sur, centro y cerros orientales de Bogotá vistos desde Arborizadora Alta en Ciudad Bolívar. 263


La abundancia de especies con todas las características, dones y formas imaginables que van por ahí dando color a los andenes, sardineles y esquinas de Bogotá está muy por encima de cualquier prejuicio, pues el inventario trasciende lo obvio. ¿Quién puede declararse exento de sentir genuina curiosidad ante las formas de esa Araneus bogotensis que en medio de las ramas de un arrayán sembrado, digamos, en cierto separador de la localidad Rafael Uribe Uribe, decide entretejer su trampa? ¿Cuántos expertos o aficionados no habrán intentado fotografiarla sin éxito alguno, triste motivo de su exclusión de estas páginas? ¿Quién no ha hallado algún deleite en ver precipitándose tras una manotada de maíz a decenas de palomas que entre aleteos rítmicos se aglomeran expectantes frente al difunto Simón Bolívar de esa plaza que lleva su nombre? ¿Quién no ha aludido alguna vez a la cantaleta de cierto pariente, amigo, colega o conocido como un insufrible ‘sirirí’, sin saber a qué clase de pajarraco están involucrando en la mención? Mientras la ciudad en su mayoría duerme, cuando los noctámbulos reinan y la conciencia se plaga de interrogantes, un búho orejudo interpreta su solo de graznidos y dirige su mirada apacible hacia los cerros de oriente desde su sede temporal en el Parque de los Fundadores del Gimnasio Moderno. No muy lejos, desperezándose y preguntándose qué habrá para comer esta madrugada, un murciélago achocolatado pende de algún arbusto sembrado en predios vecinos al Jardín Botánico, a la vez que un primo suyo, menos emprendedor, se oculta en los altos de cierto teatro abandonado sin todavía descolgarse. Escenas como las anteriores, que en su conjunto sólo parecieran posibles en Bogotá, son sólo parte de las maravillas apreciables de habitar una tierra de contrastes, donde la vida abunda a tal grado que hasta un andén se convierte en ecosistema. La invitación, entonces, es a recorrer este universo letra a letra e imagen a imagen. Pero, sobre todo, a disponerse a la sorpresa de identificar por rótulo y señas peculiares a un sinfín de buenos vecinos, de cuya grandeza y celebridad en ocasiones nos resistimos a percatarnos. ¡Bienvenidos a esta aventura!

Condición

Estado de conservación

Re

Residente

CR

Peligro crítico

En

Endémico

EN

En peligro

CaEn

Casi endémico

VU

Vulnerable

MiBo

Migratorio boreal

DD

Datos insuficientes

MiAu

Migratorio austral

NT

Casi amenazado

Ju

Juvenil

LC

Preocupación menor

Hembra

NE

No evaluado

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En este capítulo: 1. Búho orejicorto bogotano Asio flammeus bogotensis 2. Atrapamoscas alisero Empidonax alnorum 3. Murciélago frugívoro achocolatado Enchisthenes hartii 4. Halcón peregrino Falco peregrinus 5. Atrapamoscas sulfurado Myiodynastes luteiventris 6. Alondra cornuda Eremophila alpestris peregrina 7. Tangara matorralera Stilpnia vitriolina 8. Pibí boreal Contopus cooperi 9. Aguila cuaresmera Buteo platypterus 10. Reinita canadiense Cardellina canadensis 11. Cuclillo piquiamarillo Coccyzus americanus 12. Pibí oriental Contopus virens 13. Bababuy Pheucticus aureoventris 14. Piranga alinegra Piranga olivacea 15. Degollado Pheucticus ludovicianus 16. Piranga roja Piranga rubra 17. Reinita de fuego Setophaga fusca 18. Pinchaflor pechicanelo Diglossa sittoides 19. Candelita norteña Setophaga ruticilla 20. Sirirí migratorio Tyrannus tyrannus 21. Chirlobirlo Sturnella magna 22. Búho rayado Asio clamator 23. Chulo Coragyps atratus 24. Búho orejudo Asio stygius 25. Pinchaflor enmascarado Diglossa cyanea 26. Elaenia copetona Elaenia flavogaster 27. Elaenia montañera Elaenia frantzii 28. Currucutú Megascops choliba 29. Toche Icterus chrysater 30. Colibrí de metal Metallura tyrianthina 31. Carpintero nuquirrojo Melanerpes rubricapillus 32. Sinsonte Mimus gilvus 33. Atrapamoscas pechirrojo Pyrocephalus rubinus 34. Pico de plata Ramphocelus dimidiatus 35. Gavilán pollero Rupornis magnirostris 36. Murciélago cola de ratón Tadarida brasiliensis 37. Tangara palmera Thraupis palmarum 38. Mirla ollera Turdus ignobilis 39. Colibrí verdemar Colibri thalassinus 40. Atrapamoscas alicastaño Myiozetetes cayanensis 41. Bichofué Pitangus sulphuratus 42. Vireo ojirrojo Vireo olivaceus 43. Tortolita Columbina talpacoti 44. Cascabelitos Forpus conspicillatus 45. Azulejo Thraupis episcopus 46. Sirirí Tyrannus melancholicus 47. Tordo llanero Quiscalus lugubris 48. Pequeña azul Hemiargus hanno bogotana 49. Mariposa blanca de la col Leptophobia aripa aripa 50. Mariposa azufrada Nathalis plauta 51. Mariposa cola de golondrina negra Papilo polyxenes americus 52. Mariposa de la tarde Vanessa carye 53. Mosca de las flores / Diptera: Syrphidae 54. Mariposa lechera Tatochila xanthodice xanthodice 55. Libelula emperador Rhionaeschna marchali 56. Cucarrón mayito Clavipalpus ursinus

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Poco común

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No evaluados

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Común

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Abundante

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Búho orejicorto bogotano

Asio flammeus bogotensis

¡La luna estaba lela y los búhos decían la trova paralela! La luna estaba lela, lela, en el lelo jardín del aquelarre. Poema: Balada de los búhos estáticos Autor: León de Greiff Contemplarlos revoloteando juguetonamente y en lo alto durante horas crepusculares constituye una experiencia aún no eternizada, que sepamos, por ninguna videocámara. Con todo, sus vuelos grupales fueron muy bien descritos y fotografiados en un documento fechado en 1962 y publicado como novedad por una revista científica. Se trata del informe acerca de las observaciones realizadas durante aquel año a individuos de la especie por don José Ignacio Borrero, leyenda de la ornitología en Colombia, quien dedicó meses enteros a estudiarlos en alrededores de la Universidad Nacional de Colombia. A continuación van reproducidas algunas de las impresiones del profesor. Lo anterior, por supuesto, con estampa nocturna y perfume a ‘caballero de la noche’ como ambientación: “…parece que juguetearan en el aire, lanzándose en picada un individuo perseguido por otro, ya levantando abruptamente, volando tanto bajo como alto, siempre en forma errática; en ocasiones dos individuos se juntan tanto que parece como si se golpearan con las alas uno al otro para en este momento picar bruscamente, planear a unos pocos metros de altura, elevarse de nuevo y repetir el mismo procedimiento antes descrito...” .

Difícil, en cualquier caso, hallar las palabras suficientes para hablar del Asio flammeus bogotensis, búho soberano de los atardeceres y las noches y madrugadas capitalinas. El nombre identifica a una subespecie endémica, cuyo plumaje, tamaño y pico la diferencian de sus más cercanos parientes. Asio es una denominación de origen latino empleada por el sabio Plinio para caracterizar a aquellos búhos a los que él apodaba ‘orejones’, y Flammeus traduce ‘llameante’. Espectadores pacientes del acontecer nocturno de la Bogotá salvaje en lugares como la Ciudad Universitaria o la localidad de Sumapaz, los búhos orejicortos bogotanos buscan espacios con abundancia de presas. Esto involucra, sobre todo, a roedores, de aquellos que transitan por el pasto kikuyo, y a algunas aves pequeñas, a quienes el búho sabanero se ha hecho diestro en cazar mientras vuela lento, mudo, rastrero y a centímetros de la hierba hasta dejarse caer sobre su cena. Pero, además, puede variar de estrategia, divisando algunas veces su futuro alimento desde las alturas. El búho orejicorto bogotano puede ser considerado una especie nómada, cuya residencia depende de la disponibilidad de alimento. Su conducta, por regla, es solitaria, con la única excepción de los periodos reproductivos. Pero no por ello sería correcto decir que se trata de seres desentendidos o ajenos a sus descendientes. De hecho, puede considerárselos padres y madres ejemplares y regularmente monógamos. También llamados ‘lechuzas campestres bogotanas’, sus rituales de cortejo son equiparables a rutinas acrobáticas en las que los machos exponen lo más ostentoso de sus técnicas de vuelo, mientras las hembras fungen de jurados, hasta quedarse con el mejor. El búho sabanero alcanza la madurez al año de vida y tiende sus nidos sobre el suelo. Su anidación en Colombia ha sido registrada en septiembre. Las hembras ponen de seis a ocho huevos en promedio, aunque bajo circunstancias excepcionales ha habido registros de hasta catorce. Tanto hembras como machos son muy celosos ante la aparición de

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Características

intrusos en proximidades de los nidos y agresivos al sentirlos amenazados. La incubación toma de veintiuno a veintisiete días, lo que genera diferencias importantes de edad y de desarrollo entre crías de una misma camada. Los volantones tienden a abandonar el nido a las cuatro semanas de nacidos y alcanzan su crecimiento completo cerca de los setenta. La madre va alimentando a las crías con fragmentos ya despresados de ratas o ratones que el padre caza por ahí. Los avistamientos de Asio flammeus bogotensis son poco frecuentes en la actualidad, lo que hace temer por su futuro dentro de Bogotá. Mal haría una ciudad entera en despreciar a tan espléndidos vecinos.

Peculiaridades Las diferencias en plumaje, tamaño y pico hacen del búho campestre bogotano una subespecie única. Los Asio flammeus bogotensis emiten tres tipos de graznidos en caso de mostrarse alarmados, cada uno con un significado distinto. El oído del búho orejicorto bogotano es particularmente agudo. Si bien se ha afirmado que los búhos orejicortos sólo habitan en Bogotá, hay registros documentados de su presencia en lugares como Pichincha, Ecuador, y en regiones como las partes altas del valle del río Cauca y el sur del departamento de Meta, al este de los Andes. Por mucho tiempo se consideró a esta especie bogotana un pariente cercano del Asio capensis africano, pero dicho concepto ha venido siendo revaluado.

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Ave rapaz de mirada impresionante y vuelo peculiar y silencioso. Asio significa ‘búho orejudo’; flammeus, llama. Pertenece a un grupo de 10 subespecies de las que únicamente la bogotensis habita en Colombia. Identificación: plumas en forma de cuernos u orejas, notorias y muy unidas; disco facial gris blanquecino; color negro alrededor de los ojos; alas recorridas por franja crema que parte del tronco, con punta terminada en negro; vientre blanco, menos rayado que el de otros búhos; mechones de la cabeza casi siempre ocultos; anillo negro enmarcando el iris. Las hembras son más grandes que los machos. Comportamiento: caza volando con lentitud sobre el suelo. Es nómada. Se asienta sólo temporalmente durante períodos reproductivos. Entre otros lugares, hay avistamientos documentados en predios de la Universidad Nacional de Colombia, la localidad de Sumapaz, en humedales y en proximidades del aeropuerto El Dorado. Longitud: 34-42 cm. Envergadura: 90-105 cm. Peso: 200-500 g. Dieta: roedores, aves pequeñas y murciélagos. Hábitos: divide sus actividades entre la madrugada, el anochecer y el atardecer. Reproducción: nidifica sobre el suelo. Las hembras depositan de 4 a 6 huevos, aunque, en casos excepcionales, pueden poner 14. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: búho campestre bogotano, búho sabanero, lechuza campestre bogotana. En

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Atrapamoscas alisero / Empidonax alnorum Especie migratoria, difícil de diferenciar del atrapamoscas verdoso. En griego, Empidonax significa “señor de los mosquitos”. Identificación: cabeza verde oliva, redondel blancuzco alrededor del ojo, alas negras con barras alares blancas; tono entre oliva y marrón alrededor del cuerpo; vientre blanco y alas con visos grisáceos y pico pequeño; mandíbula superior gris y mandíbula inferior naranja. Comportamiento: suele volar con agilidad desde grandes alturas para atrapar sus presas en el aire. Frecuentes registros de avistamientos en el parque La Florida, los humedales La Conejera y Córdoba y en municipios vecinos, al norte. Tamaño: 13-17 cm. Peso: 12-14 g.

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Dieta: frutos y artrópodos. En temporadas reproductivas consume, entre otras criaturas, hormigas, abejas y polillas. Há­ bitos: suele capturar a sus presas, mayoritariamente insectos, en el aire, labor que ejecuta con considerable destreza. Reproducción: la hembra construye su nido en copas de arbustos y suele poner 4 huevos. Los pichones abandonan el nido al día 28. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: atrapamoscas de copete verde, empidonax verdoso, mosquerito verdoso, mosquero ailero, mosquero alisero, mosqueta ailero, mosqueta boreal, mosquitero de alisos, mosquitero de charral, mosquitero norteño, mosquitero rastrojero. MiBo

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Murciélago frugívoro achocolatado / Enchisthenes hartii Especie única en su género. En griego, enchisthenes significa “con una lanza fuerte” y alude a su zona nasal erguida. Identificación: pequeño, de cráneo amplio y corto; pelaje corto, suave y de textura aterciopelada; vientre más oscuro que el dorso; cuatro líneas faciales estrechas de color marrón.

Comportamiento: habita bosques de montaña por debajo de los 3540 m. Ta­ maño: 55-68 mm. Peso: 14-18 g. Dieta: principalmente frutos del género Ficus. Hábitos: nocturnos. Reproducción: ciclo reproductivo distribuido en 2 veces al año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: murciélago frutero aterciopelado. Re

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Halcón peregrino / Falco peregrinus Ave elegante y muy vistosa, con coloración estriada, periódicamente avistable en ciudades. Por sus vuelos en picada es considerado uno de los animales más rápidos del mundo. Identificación: pico robusto, corto y amarillo con punta gris. Anillo ocular y patas también amarillas. Cabeza gris oscura hasta la nuca. Bigoteras negras. Garganta blanca, pecho, vientre y partes bajas estriadas, con plumas grises oscuras y blancas, al igual que sus alas en las partes anteriores. El dorso y las mencionadas alas en la región posterior tienen la misma coloración de la cabeza, a manera de escamas, hasta tor-

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narse la cola mucho más oscura. Las alas terminan en punta. Comportamiento: habita tanto áreas abiertas, pastizales y zonas de pastoreo vacuno, como regiones urbanas. Usualmente permanece solitario en vuelo o perchado buscando sus presas. Cuando se lanza en picada, puede llegar a velocidades por encima de los 300 km/h. Tamaño: 35-51 cm. Peso: 600-1600 g. Dieta: aves pequeñas, roedores e insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, de agosto a octubre en el hemisferio sur. Pone de 1 a 6 huevos que son incubados en lapsos que van de los 29 a los 33 días. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. MiBo

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Atrapamoscas sulfurado / Myiodynastes luteiventris Transeúnte migratorio, comedor de pequeños insectos. Suele perchar en árboles altos y esperar a que su potencial alimento circule por el frente para atraparlo en pleno vuelo. Identificación: pico gris rosáceo en la parte superior y rosado en la inferior; cabeza de tono ante a la altura de la corona; franja negra y aguda al estilo antifaz; dorso estriado, naranja y pardo; cuello y pecho también estriados, amarillos y pardos oscuros; vientre y zonas bajas de matices amarillos claros; alas igualmente estriadas de blanco y pardo; cola rojiza. Comporta­

miento: puede ser visto en áreas abiertas y bordes de bosque, aunque con muy poca frecuencia. Es completamente arborícola. Suele mantenerse en pareja o en reducidos grupos familiares. Para anidar utiliza los nidos abandonados de los pájaros carpinteros o troncos huecos de árboles muertos. Tamaño: 20 cm. Peso: 45 g. Dieta: insectos, bayas y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: bienteveo ventriazufrado, papamoscas rayado cejiblanco. MiBo

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Alondra cornuda Eremophila alpestris peregrina

Le pedí un sublime canto que endulzara mi rudo, monótono y áspero vivir. Él me dio una alondra de rima encantada... ¡Yo quería mil! Poema: Soberbia Autor: Porfirio Barba Jacob Con un vistazo desprevenido sería fácil confundirla, como algunos hacen, con el copetón o con el chirlobirlo. Al igual que ellos, la alondra cornuda lleva impregnados en su plumaje los colores de la tierra. Y los tiene, igual que ambos, porque así se mimetiza. Emparentada con otras subespecies de Eremophila alpestris oriundas del norte de África, Asia y Norteamérica, la denominada ‘llanerita’ es la única representante de la familia Alaudidae con residencia en Suramérica. Suelen apodarla, por lo tanto, ‘alondra cundiboyacense’. Otros la llaman ‘cachudita’ o ‘cachuda’. Rótulos aparte, nadie negaría su vínculo estrecho con la capital colombiana. Después de todo, sólo son nombradas como peregrinas aquellas alondras cornudas que, distinto al resto de sus congéneres, han hecho de las tierras del altiplano su único hogar. Al parecer, su presencia en la sabana se remonta al periodo glacial, cuando encontraron resguardo del frío en las regiones ocupadas por la actual Bogotá. Así, y a pesar de su supuesto peregrinaje, difícilmente resultará posible ver a las Eremophila alpestris peregrina mudarse más allá de los confines de la capital colombiana. De ahí que, en su calidad de insignia local, no fuera inmerecido el rótulo honorífico de La Alondra para una tienda muy tradicional

de mascotas antes situada en la bogotanísima carrera 11 con calle 96, localidad de Chapinero. Los machos de alondra llanera sólo cantan en temporadas reproductivas. Tal comportamiento favorece el cortejo y a la vez opera como un elemento de defensa del territorio. Al inicio de esta fase, en junio, la hembra levanta nido en predios del macho y siempre sobre el suelo. Cada macho defiende sus dominios con celo. Hay avistamientos documentados de cachuditas en vecindarios como Castilla, el 20 de Julio, el parque Simón Bolívar, Soacha y en las inmediaciones del aeropuerto El Dorado, entre otros. También se la encuentra en márgenes de embalses. Por desgracia, sigue siendo limitada la información disponible con respecto a los hábitos de la llanera. Además, el color del plumaje dificulta diferenciarla entre la vegetación, lo que complica su estudio. Resulta bastante fácil distinguir a los copetones de las cornudas gracias a la especie de cuernitos que exhiben en la cabeza, como su nombre lo resalta, y por los modos como el uno y la otra se desplazan por tierra. Según estimaciones, la población total de Eremophila alpestris peregrina para 2019 se reduce a una cifra cercana a los dos mil quinientos individuos. Las razones de tal disminución son múltiples y de distintos órdenes: algunos la atribuyen a la proliferación del kikuyo, introducido en Bogotá alrededor de 1930, pasto que, sin espacios muy abiertos entre los tallos, dificulta la búsqueda de alimento para las alondras cachudas. A lo anterior deben añadirse factores asociados a la agricultura, como las fumigaciones y el uso de maquinaria en territorios antes deshabitados. Ello aparte de la vecindad de ciertas cachuditas y de sus nidos con animales de procedencia doméstica, como perros y gatos, quienes suelen hacerlas a ellas y a sus huevos un banquete de ocasión. El pastoreo y el tránsito de humanos por los alrededores de sus hábitats también han contribuido a diezmarlas. Las especies endémicas, como la alondra cundiboyacense, son muy apegadas a aquellos lugares que habitan y

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dependen de ellos. Por lo mismo, es más que justo corresponder la gentileza de las cornudas al haber escogido a Bogotá como su sitio permanente de habitación, protegiendo aquel entorno que han hecho tan suyo y que la humanidad no está en modo alguno facultada para arrebatarles.

Peculiaridades Muchos bogotanos jóvenes verbalizan su soledad mediante un sonoro y anglosajón “estoy alondro”. La población de alondras cachudas dentro Bogotá es un caso aislado y extraño en el mundo. Aunque insuficiente, la información sobre los hábitos reproductivos de las cornudas sigue siendo fundamental para defenderlas de las muchas amenazas que las acechan. En su libro Traducciones poéticas, Miguel Antonio Caro hizo una versión libre del poema de To a Skylark (A una alondra), del británico Percy Bysshe Shelley. Las semillas predilectas de la Eremophila alpestris peregrina son las procedentes de las flores conocidas como asteráceas.

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Características Subespecie endémica del altiplano cundiboyacense y única ave de su tipo que no tiene hábitos migratorios. Reside a alturas superiores a 2200 m. Es común que la confundan con el copetón, pero, a diferencia de él, en lugar de saltar, camina. Su población se halla considerablemente reducida. Identificación: pico gris plomizo; cabeza negra con rayas amarillas y claras, desde el pico hasta el comienzo del cuello; plumaje negro y llamativo en la frente, con apariencia de cuernos curvilíneos; cuello negro y pecho y vientre blancos; alas y dorso negros, pardo y gris, entremezclados; patas negruzcas. Comportamiento: avistamientos comprobados recientemente en territorios de Cerro Seco, dentro de predios del barrio Arborizadora Alta (Ciudad Bolívar). Gusta de las zonas con vegetación poco espesa o pastos cortos. Se la ve picar de manera insistente sobre el suelo y mirar de un lado a otro en busca de alimento. Sólo los machos son cantores, destreza que exhiben en épocas reproductivas. Longitud: 16-19 cm. Envergadura: 30 cm. Peso: 33-45 g. Dieta: semillas y, en temporadas de reproducción, insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: acostumbran depositar 2 huevos una vez al año y anidan en el suelo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC (en términos de especie). Libro Rojo de Aves de Colombia: EN. En peligro por proyectos de urbanización. Más del 70 % de su hábitat natural ha desaparecido. Nombres comunes: alondra cachuda, alondra cachudita, alondra cundiboyacense, alondra llanera, llanerita, llanero. En

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Tangara matorralera / Stilpnia vitriolina Graciosa ave, casi exclusiva de tierras colombianas y ecuatorianas, de colores entre gris claro, azul y azul verdoso, con matices negros. Suele ser avistada en altitudes de 500 hasta 2500 m. Identifica­ ción: pico corto, grisáceo; franja de coloración cobriza desde la frente hasta la nuca; gris oscuro en las partes laterales del rostro, la zona ocular y las auriculares, y gis claro desde la garganta hasta las áreas bajas; dorso grisáceo; alas y cola azul verdosas y algunas plumas ne-

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gras. Comportamiento: suele ser vista con frecuencia en bordes de bosques, matorrales y zonas húmedas y en plantaciones, jardines y áreas intervenidas. Acostumbra andar sola y en pareja. Ta­ maño: 14-16 cm. Peso: 20-26 g. Dieta: frutos e insectos. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, en cualquier temporada. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: azulejo de peña, tangara rastrojera, tangara vitriolina. Re

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Pibí boreal / Contopus cooperi Ave migratoria de tonos entre pardo oliváceo y gris, que permanece durante los inviernos en Suramérica dentro de territorios situados entre 1000 y 3400 m. Identificación: pico agudo color pardo grisáceo; cabeza parda, al igual que el dorso; su rostro exhibe una cresta medianamente erguida; alas y cola de tono pardo oscuro, con visos pardos claros y grises; garganta blanquecina, cuello, pecho y zonas laterales de tonalidades par-

das y blancuzcas; vientre y partes bajas de coloración blanca. Comportamiento: viaja largas distancias, desde Alaska y Canadá, para permanecer durante el invierno en zonas tropicales. Tamaño: 1820 cm. Peso: 32-37 g. Dieta: insectívora, principalmente. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: anual, entre mayo y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. Nombres comunes: colicorto, papamoscas, pibí boreal. MiBo

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Águila cuaresmera / Buteo platypterus Especie migratoria de origen norteamericano, color pardo oscuro. Es el ave rapaz que más comúnmente puede ser avistada mientras planea sobre la sabana. Suele reposar en las copas de árboles dentro de territorios bien forestados, vigilando el terreno para buscar sus presas. También vuela a considerable velocidad para sorprenderlas. Durante los inviernos migra en grandes números a países con incipiente presencia de estaciones. Debido a sus hábitos alimentarios, puede adaptarse fácilmente a la ciudad. Identificación: pico corto muy afilado, alas pardas oscuras, cortas y anchas, pecho grisáceo y patas amarillas

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con garras filudas. Comportamiento: anda solitaria o en pequeños grupos. Puede habitar zonas urbanas y suburbanas, pero prefiere los bordes de los bosques, en especial los de eucaliptos. Suele ser vista en lugares como la Universidad Nacional de Colombia y el Jardín Botánico. Su voz es un silbido alto y fino, a manera de ‘kriiiii’. Tamaño: 34-45 cm. Peso: 265-560 g. Dieta: carnívora, basada en roedores, reptiles, anfibios, serpientes e invertebrados. Hábitos: caza durante el día. Reproducción: en fechas primaverales, siempre dentro de los países del hemisferio norte. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: águila aliancha, gavilán aliancho. MiBo

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Reinita canadiense / Cardellina canadensis Ave migratoria de tonos entre amarillos y grisáceos procedente de Norteamérica. La población está disminuyendo peligrosamente. Conforma grandes bandadas con individuos de su misma especie y de otras. En principio se le conoció como Wilsonia canadensis, en honor a Alexander Wilson, pionero de la ornitología en Estados Unidos. Identificación: pico negro en la mandíbula superior y rosado en la inferior; cabeza con una línea gris desde el pico, que se va ensanchando hasta cubrir toda la parte trasera; garganta, cuello, pecho, vientre y regiones inferiores de color amarillo encendido;

collar estriado y distintivo, de plumas grises y negras. Comportamiento: frecuenta bosques montanos, de niebla, sotobosques y plantaciones de café con sombra durante su permanencia en periodos invernales. Es activa y escurridiza a la vista. Siempre se mantiene alerta, alimentándose o bebiendo. Tamaño: 12 cm. Peso: 10 g. Dieta: insectívoro. Hábi­ tos: diurnos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Sin embargo, su población disminuye vertiginosamente por la tala de los bosques que frecuenta en su migración. Nombres comunes: chipe collajero, reinita de collar. MiBo

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Cuclillo piquiamarillo / Coccyzus americanus Ave migratoria de origen norteamericano. Esta especie combina colores entre blanco, café claro, gris y negruzco. Vive sus temporadas invernales en América del Sur. Reside transitoriamente en zonas bien arborizadas, pastizales altos, bordes de lagunas y otros cuerpos de agua, como humedales. Los polluelos se desarrollan con rapidez y abandonan el nido a los 17 o 21 días de quebrar el cascarón. Identificación: pico con mandíbula superior oscura e inferior amarilla; patas grisáceas y dorso acaramelado; cuello y pecho blancos; cola larga gris oscuro, con bandas blancas; anillo ocular amarillo. Comportamiento: las crías son atendidas por los dos padres mientras desarrollan el plumaje juvenil. Se alimenta forrajeando entre la vegetación. Cuando está en descanso, se queda absoluta-

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mente quieto esperando que alguna presa se le acerque, para luego sorprenderla y atacarla. Se une a grandes bandadas para migrar y convivir. Su canto es variado y muy particular, similar al sonido resultante de golpear un tronco de madera hueco. Suele ser registrado con regularidad en Niza, cercanías del humedal Córdoba y en el Jardín Botánico. En temporadas migratorias es factible encontrarlo en cualquier lugar de la sabana. Tamaño: 25-30 cm. Peso: 55-110 g. Dieta: insectos, frutas, orugas y huevecillos de anfibios. También escarabajos, saltamontes y cigarras. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: una vez al año en Norteamérica, entre abril y septiembre. Se han visto individuos anidando en Suramérica. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cuclillo migratorio, cuclillo piquigualdo, cuervo de lluvia. MiBo

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Pibí oriental / Contopus virens Su cresta pequeña y las alas oscuras bordeadas de tonos claros son la principal característica de esta ave. Identifica­ ción: pico gris en la mandíbula superior y naranja en la mitad de la inferior; iris negros; cresta discreta de tonalidad café olivácea; partes bajas, garganta y vientre blancos; pecho parduzco, al igual que la cabeza y el dorso; alas de tono gris piza-

rra, con los bordes claros; cola parduzca y patas negras. Comportamiento: habita solitario bosques de pinos y bordes boscosos. Tamaño: 15 cm. Peso: 14 g. Dieta: insectívora y, eventualmente, frugívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: atrapamoscas oriental. MiBo

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Bababuy / Pheucticus aureoventris Ave de vientre amarillo y cuerpo oscuro, con algunas manchas blancas. Habita a alturas superiores a los 1700 m. Permanece solitaria o en pareja y construye su nido con tallos y raíces, siempre a alturas cercanas a los 2 m. Identificación: pico muy grueso negro brillante; cabeza y cuello negros, igual que su dorso y alas, estas últimas con dos franjas blancas irregulares en la parte central; partes inferiores y pecho amarillos (algunos ejemplares los tienen manchados con puntos negros); patas grises. La hembra cuenta con un color más parduzco en las zonas amarillosas. Comportamiento: prefiere las regiones secas, predios de cultivo y matorrales tupidos. Emite un sonido de

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‘pik’ a manera de reclamo. Es posible avistarla en el humedal La Conejera, inmediaciones del municipio de La Calera y en parques, incluido el Jardín Botánico. Ta­ maño: 20-22 cm. Peso: 45-65 g. Dieta: bayas y semillas, principalmente; también consume flores y, de manera ocasional, insectos. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, especialmente durante enero. Fabrican nidos en copas de árboles, con tallos, enredaderas, fibras y pequeñas raíces a 2 m del suelo. Ponen de 2 a 3 huevos. Color azul claro o verdoso con puntos cafes. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: picogordo pechinegro, picogrueso dorsinegro, rey del bosque. Re

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Piranga alinegra / Piranga olivacea Ave migratoria vistosa, procedente de Norteamérica. Según el género y la edad, es verdosa o roja con algunos visos negros. Puede ser vista a alturas hasta de 3000 m. Identificación: color rojo sanguíneo brillante, con alas y cola negra; patas grises y pico blanco hueso. Las hembras tienen alas pardas y el resto del cuerpo verde oliva. En periodo no reproductivo los tonos del macho son muy similares a los de la hembra; llegado el

tiempo de reproducción, el macho se enrojece. Comportamiento: suele forrajear en las ramas de los árboles. Visita tierras colombianas durante el otoño e invierno del hemisferio norte. Tamaño: 17-19 cm. Peso: 23-38 g. Dieta: insectos y frutos, principalmente. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, entre mayo y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: piranga olivácea, tangara rojinegra migratoria. MiBo

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Degollado / Pheucticus ludovicianus Bella ave migratoria de origen norteamericano y plumaje muy particular, con tonos entre blancos, negros y rojizos. Se establece en Colombia durante el invierno. Ha sido observada a alturas hasta de 3800 m. Identificación: marca triangular y roja bajo la cabeza, que desciende en punta desde el cuello hasta el vientre, todo blanco, a manera de una mancha de sangre; de ahí su nombre común. Pico blanco hueso y dorso negro hasta la cola; alas negras con una banda blanca. La coloración de las hembras es

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muy similar, pero las zonas negruzcas del macho en ellas son ante pardo. Compor­ tamiento: migran volando en pequeños grupos. Consiguen sus alimentos directamente de los árboles donde se posan o en el suelo donde forrajean. Tamaño: 1822 cm. Peso: 26-65 g. Dieta: artrópodos y, en temporada invernal, frutos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: una vez al año, entre abril y agosto. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: candelo tricolor, picogordo degollado, picogrueso pechirrosa. MiBo

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Piranga roja Piranga rubra

Yo fui estableciendo una relación, tanto más terrorífica, cuanto más misteriosa, entre las almas en penas y las aves emigrantes: así como un cambio de domicilio, como la translación del purgatorio, que hay en el centro de la Tierra a otro purgatorio en el aire. Sí: dentro de cada ave iba un ánima. Cuento: Entrañas de niño Autor: Tomás Carrasquilla Quienes la miren allí, tan adaptada y cómoda en alguno de los humedales bogotanos, quizá ni sospecharán cuántos kilómetros de vuelo lleva a cuestas. La Piranga rubra, pariente próxima de la Piranga olivacea, está acostumbrada a no tener uno solo, sino múltiples hogares en los que va buscando resguardo, según temporadas y necesidades. Entre abril y agosto, durante fases reproductivas, la piranga roja prefiere tierras estadounidenses, usualmente cercanas a bosques de encino en el centro y sur del país. Pero, una vez cumplido ese propósito, y al igual que las 64 especies de aves que tras partir de Norteamérica encuentran resguardo anual en algún humedal de Bogotá, comienza un descenso estratégico, entre cuyas paradas se encuentra Centroamérica. Carismáticas, vistosas y ruidosas, quizá la mayor fortaleza de las pirangas rojas provenga de su disposición natural a adaptarse. Si bien suelen ser más numerosas en las montañas, su carácter viajero les permite sentirse confortables en entornos muy diversos, siempre que no superen los 3000 m. Y si sus plumas ya las hacen inconfundibles, su canto, siempre a volumen considerable y similar al del zorzal perezoso, resuena como un grito triunfal por donde transitan.

Las pirangas abejeras, que por cierto deben su nombre a un vocablo indígena del antiguo Brasil equivalente a ‘pajarito’, fabrican sus nidos en ramas de altura mediana. Son monógamas secuenciales, lo que significa que sólo tienen una pareja a la vez. Con excepción de periodos reproductivos, suelen ser solitarias. Las hembras ponen entre tres y cinco huevos, aunque la cifra promedio tiende a ser de cuatro. El periodo de incubación se prolonga por lapsos de diez a doce días. Una vez las crías emergen, ambos padres se tornan entusiastas en su tarea de alimentar a la progenie. Incluso son los machos quienes mejor saben ahuyentar a invasores, amenazándolos con chillidos estrepitosos. Es en septiembre y octubre cuando suele verse a las pirangas veraneras por la sabana de Bogotá, buscando su alimento en cúspides de árboles. También cazando saltamontes, escarabajos, arañas, orugas, moscas, avispas, abejas y algunos otros insectos aéreos. Para aturdir y neutralizar a su presa, las tangaras rojas siempre golpean uno de los miembros de la víctima de ocasión antes de comenzar a tragársela. Pero quizá haya una peculiaridad aún mayor que confirma el vínculo entre las pirangas rojas y el territorio bogotano. Se trata del notable cambio de coloración experimentado por los machos al hacerse adultos, dado que antes de ese tránsito ambos sexos exhiben un tinte amarilloso. Tal alteración tiene lugar justo cuando las bandadas arriban a la capital colombiana, lo que le confiere a esta el honor de ser la ciudad donde los machos piranga veranera despiertan a la madurez y modifican su aspecto de manera definitiva. Quizá no sea cosa del azar que la naturaleza haya decidido hacer de Bogotá la tierra bendecida con el privilegio de contemplar tan singular tránsito. Y ya es momento de que quienes la habitan lo sepan.

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Peculiaridades

Características

El origen del nombre piranga se remonta al término tupí-guaraní tijepiranga, utilizado para referirse a un ave pequeña. Las migraciones de la piranga roja coinciden con cada cambio de estación. La piranga veranera es muy diestra para extraer los aguijones de muchos de los insectos que consume antes de comerlos. Aparte de gustar de las avispas y abejas adultas, la Piranga rubra también disfruta de engullir las larvas de ambas, una vez se deshace de quienes custodian las colmenas. Se han registrado, además, avistamientos de tángaras rojas en las islas colombianas de Malpelo y San Andrés.

Especie migratoria que parte de Estados Unidos y el norte de México. Escoge algunos humedales, parques y otras zonas arborizadas de Bogotá para escapar del invierno. Parece ser inmune, o cuando menos muy cuidadosa, ante las picaduras de abejas y avispas, ya que acostumbra atacar panales sin manifestar prevención o dolor. Su coloración la hace muy llamativa. Identificación: macho adulto completamente rojo, con tintes grisáceos en la punta de las alas. La hembra presenta un color amarillo oliva y pardo en la cabeza y el dorso. En fases más tempranas, ambos sexos se asemejan mucho. Pico de matices blanco hueso; el resto del cuerpo es de tonalidad amarillosa quemada. Comportamiento: habita principalmente bosques de roble, nogales o pino y bordes de zonas boscosas, aunque también frecuenta áreas urbanas. Se desplaza con lentitud, sobre todo por las cumbres de árboles. Parte de los insectos que consume los atrapa en el aire. Gusta de esconderse entre las ramas y hojarascas de su mismo color, a manera de camuflaje. El cambio de tonalidad de muchos machos jóvenes suele ocurrir justo después de su arribo a Bogotá. Longitud: 17-18 cm. Peso: 22,38 g. Dieta: insectívora y frugívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y agosto. Ambos padres se consagran decididamente a cuidar de sus polluelos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: piranga abejera, piranga roja, piranga veranera, tángara roja. MiBo

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Reinita de fuego / Setophaga fusca Especie migratoria de colores naranja muy vivos en la cabeza, que contrastan con líneas y parches negros. Es originaria de Norteamérica y permanece durante los inviernos en algunas zonas de Bogotá. Identificación: pico gris pequeño; cabeza, cuello y pecho naranja con parches negros triangulares en la parte trasera de los ojos y en la frente; vientre y regiones bajas blancas; dorso de plumas blancas y negras distribuidas de manera

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irregular hasta la cola; alas grises con bandas blancas; patas café oscuro. Compor­ tamiento: habita en lo más denso de los bosques, en árboles altos, y acostumbra descansar en las copas. Tamaño: 12 cm. Peso: 9 g. Dieta: insectos, artrópodos y bayas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y julio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cigüita de frío, reinita gorginaranja, reinita pechinaranja. MiBo

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Pinchaflor pechicanelo / Diglossa sittoides Ave mayoritariamente canela, combinado con negro que habita bosques y jardines. Puede verse comúnmente a alturas entre los 1500 y los 3000 m. Identi­ ficación: macho de pico pardo oscuro corto, muy curvo y agudo en la punta. La mitad de su cabeza, de la corona al pico es gris oscuro, tono que se extiende hacia el dorso; alas y cola más oscuras aún, casi negras; la sección anterior (garganta, cuello, pecho, vientre, laterales y partes bajas) ostenta tonos canela; las patas son rojizas. La hembra tiene un

tono amarillo oliváceo en su parte dorsal y la cabeza, y algo más pálido en las zonas anteriores y laterales, con las alas y la cola ligeramente más oscuras. Com­ portamiento: busca su alimento en flores de manera incesante. Puede vérselo casi siempre en pareja. En ocasiones acostumbra movilizarse en pequeños grupos y bandadas mixtas. Tamaño: 11 cm. Peso: 9-10 g. Dieta: néctar de flores e insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y mayo. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: diglosa payador. Re

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Candelita norteña / Setophaga ruticilla Ave migratoria de matices blancos, grisáceos y naranjas. Escoge a Colombia para establecerse durante temporadas invernales, entre octubre y abril. Es muy territorial durante sus periodos reproductivos. Identificación: en los machos, cabeza, espalda, cuello y pecho de color negro brillante; pecho y partes bajas y algunas plumas de las alas color naranja; en las hembras, tono grisáceo en la cabeza y el pecho; partes bajas de matices blancos-grisáceos, con tonalidades naranja en el nacimiento de las alas; cola marrón y amarillo. Comportamiento: Su voz de reclamo es un ‘tsip’ suave y alto. Su canto es una secuencia tintineante de

sonidos como ‘pit it’, ‘tchit suiit suiiit pits uiuu’ repetido a intervalos cortos. Ave muy activa, que vuela rápidamente entre la vegetación. Abre y cierra las alas y la cola de forma coordinada. Anida en las copas de los árboles más encumbrados. Caza en el suelo con movimientos veloces de la cola para espantar a los insectos que le sirven de alimento. Suele ser vista en el Jardín Botánico y en los parques Chicó y Niza. Tamaño: 10-12 cm. Peso: 8-9 g. Dieta: insectos y ocasionalmente frutos. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: en territorio norteamericano, entre abril y junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: pavito migratorio. MiBo

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Sirirí migratorio / Tyrannus tyrannus Esta ave migratoria se cría en Norteamérica y permanece durante los inviernos en territorio colombiano. Identificación: pico negro; cabeza negra hasta debajo de los ojos; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas de tono blanco; dorso negruzco, alas marrones y cola oscura. Comportamiento: resulta fácil verlo dentro de montes abiertos con vegetación alta y dispersa, en muchas

ocasiones cerca a cuerpos de agua. Defiende su territorio con suma agresividad, incluso enfrentándose a especies de mayor tamaño. Tamaño: 22 cm. Peso: 45 g. Dieta: insectos, bayas y frutas. Hábitos: diurnos. Reproducción: de abril a junio, en Norteamérica. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: benteveo blanquinegro, pitirre americano, tirano viajero. MiBo

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Chirlobirlo / Sturnella magna Ave fácilmente distinguible por el trazado negro en V del pecho, de algún modo similar al del copetón o la alondra cornuda. Habita a alturas hasta de 3500 m. Cuando se asustan, abren y cierran la cola rápidamente, dejando ver una coloración blanca en la parte interna. Identi­ ficación: pico largo y gris. Frente, garganta, pecho y vientre amarillos; la cabeza, de adelante hacia atrás, presenta un patrón de líneas blancas y pardas muy oscuras. Toda su parte dorsal, incluyendo las alas y las áreas bajas, hasta el nacimiento de las patas, presenta un patrón aleopardado, con manchas pardas y negras de fondo ante; en

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mitad del pecho exhibe una mancha negra en forma de V. Comportamiento: reside principalmente en zonas con pastos altos, praderas y, en algunas ocasiones, campos de heno. También habita sabanas y páramos bajos. Para conseguir su alimento deambula por el suelo. Es muy social con los de su especie y se comunica con cantos y movimientos. Tamaño: 20-24 cm. Peso: 80-103 g. Dieta: insectos, semillas y bayas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual. Edifican sus nidos con un techo en hierbas, bien elaborado. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NT. Nombres comunes: cantor de pradera, pradero, turpial oriental, zacatero. Re

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Búho rayado / Asio clamator Puede ser visto desde el nivel del mar hasta los 2600 m. En Bogotá se ubica, además, en zonas inundables y abiertas, como los humedales, y en el llamado Bosque de los Búhos de la reserva Thomas Van der Hammen. Identificación: pico delgado, corto y curvo de color negro; cabeza y ojos grandes; plumas largas en la parte superior de la cabeza con apariencia de orejas; rostro bordeado por un círculo de plumas negro, conocido como disco facial; ojos grandes color canela: resto del plumaje estriado, con colores blanco, gris, ante y negro, más pálido en el pecho; patas con garras grandes y muy

afiladas. Comportamiento: es de gran importancia para el ser humano, ya que contribuye con el control de roedores, en muchos casos vectores de enfermedades. Pueden ser vistos con cierta facilidad en algunos parques y ocasionalmente en cualquier lugar de la ciudad. Al anidar en el suelo, sus huevos y sus nidos están muy expuestos. Tamaño: 35 cm. Peso: 400 g. Dieta: aves pequeñas y mamíferos menores. Hábitos: diurnos y nocturnos. Repro­ ducción: durante todo el año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre co­ mún: lechuzón orejudo. Re

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Chulo

Coragyps atratus

Yo no soy garoso, yo soy modesto, el más económico de los mortales. Yo cubro el perímetro, voy con mi séquito. Yo no soy satánico. Sólo soy carnívoro. Canción: El Chulo Autor: Edson Velandia Intérpretes: Velandia y la Tigra Fácil es encontrárselos dondequiera que yazca algún cadáver descubierto o en el famoso relleno de Doña Juana: siempre de luto, con sus alas tan elegantes y muy alineados, bien sea sobre cercas y muros, o aterrizando para devorar lo que queda de una res. O quizá patrullando desde la altura y en círculos algún basurero o cualquier otro confín de la ciudad donde abunden residuos orgánicos. Residuos de esos que nadie, excepto ellos, consideraría siquiera olfatear. En otras regiones de Colombia los llaman ‘gallinazos’. Así era como García Márquez prefería nombrarlos en sus páginas. Otros los apodan “buitres del Nuevo Mundo”. Al final, comoquiera que la gente escoja aludir a ellos, lo más justo sería comenzar por decir que Coragyps atratus es la denominación científica para esta especie de ave –abundante y única en su género–, para luego agregar que son pocas las criaturas tan calumniadas, incomprendidas y subvaloradas como esa a quienes los bogotanos prefieren apodar ‘chulo’. Si la humanidad se consagrara a conocerlos mejor, quizá se curarían las náuseas. Justo sería, por ejemplo, mencionar sus aptitudes como bailarines y acróbatas, dado el espectáculo que

enmarca sus cortejos. Sobre el suelo, varios machos rodean a la hembra mientras inician las mejores piruetas posibles, tanto en la superficie como en el firmamento, con el propósito de ganarse así las simpatías y convertirse en dignos padres de sus polluelos. El chulo es sociable y come en grupo. Su actitud resulta amigable ante los humanos, al menos ante los que están vivos. Ocasionalmente, al verse invadidos, los gallinazos pueden llegar a agredir a quienes consideren peligrosos regurgitándoles alimentos putrefactos, algo poco deseable de recibir en el rostro. Al emprender vuelos y planear, los chulos dependen de las corrientes de aire caliente, un hecho que explica su elegante aleteo. Verlos tomar altura constituye una experiencia impresionante. Una vez consiguen elevarse, pueden permanecer horas enteras trazando circunferencias en el firmamento. Pero quizá la mayor y más escondida de las virtudes del incomprendido chulo se oculte en su interior. Después de todo, los Coragyps atratus son orgullosos poseedores de un sistema digestivo sofisticadísimo. Lo anterior los hace depuradores perfectos del medioambiente y colaboradores excepcionales para la sanidad y la higiene pública. Que tan importante misión esté en sus manos, o, mejor: “en sus garras y picos”, tiene una explicación: al haberse especializado en el consumo de materias orgánicas descompuestas, el chulo consiguió desarrollar una facultad excepcional para aniquilar con su digestión la mayor parte de las bacterias alojadas en aquellos cadáveres que suele devorar. Debido a eso, y contrario a lo que ocurre con casi todos los demás animales, su boca suele rebosar de agentes contaminantes, mientras que el final de su tracto es limpísimo. Muchos de los parientes cercanos del Coragyps atratus gozan de un olfato privilegiado, que les permite percibir desde muy lejos los vapores del etanotiol, gas generado por cuerpos en descomposición. Pero el chulo no dispone de este. O, mejor todavía, y dicho en bogotano actual, “no la logra tan fácil”. Para dificultarle más las cosas al muy rebuscador chulo bogotano, mientras

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que en otras regiones de América los gallinazos sin tan hábiles narices logran orientarse persiguiendo a parientes mejor dotados, los de Bogotá no tienen semejantes próximos de quienes valerse. Así pues, los aciertos del chulo rolo al buscar comida se deben sólo a su suerte, a su estupenda vista y a su sagacidad. Por extraño, cruel y repugnante que resulte, existen creencias populares sobre el chulo y su carne y sangre como comestibles milagrosos. Son bastantes los casos de supuestos exmoribundos que afirman haber erradicado sus padecimientos al consumirla. Se sabe de algunos cazadores especializados en capturarlos y venderlos como comestibles. Los más osados beben su plasma en un batido, mezclada con cierto revitalizante comercial disponible en presentación granulada. La carne se prepara en caldos teóricamente medicinales que, según quienes han probado, ostentan un sabor semejante al de la gallina. También cuentan que el corazón de gallinazo diluido en chocolate cura el alcoholismo. Cabe anotar que no existe sustento científico para ninguna de estas prácticas y que la lógica pareciera indicar, más bien, que los menús en mención resultan poco higiénicos e inconvenientes para cualquier humano, por más que este humano del ejemplo se ufane de tener estómago o tripas “de chulo”. Más allá de supersticiones, repudios, simpatías o fastidios, no hay cómo olvidar que el chulo es uno de los aliados esenciales en un compromiso colectivo por mantener limpio el entorno y que se trata de un planeador excepcional, cuyos patrullajes son poesía que sobrevuela la sabana. Quiera el destino que un día, al fin, comencemos a mirarlo con mayor respeto.

Peculiaridades Pablus Gallinazo, célebre intérprete colombiano de canción protesta, se inspiró en los chulos para su nombre profesional. Los Coragyps atratus carecen de siringe, órgano vocal que permite cantar a las aves. Son mudos. Por eso solo gruñen o producen chasquidos. En caligrafía, el signo bogotanamente llamado ‘chulo’ es el equivalente Vecinos

natural al check mark anglosajón, e incluso ha derivado en el popular verbo ‘chulear’, conocido por la mayoría de habitantes de la capital colombiana. También se habla de “hacer chulitos” cuando se cruzan los dedos para conjurar algún deseo. En parte, la temperatura corporal del gallinazo se ve regulada cuando este micciona y excreta sobre sus propias patas, en un proceso conocido como ‘urohidrosis’, consistente en enfriarse gracias a la evaporación de dichas sustancias. Para demarcar y decorar sus nidos, los Coragyps atratus acostumbran valerse de ramas coloridas e incluso de elementos plásticos o metálicos que recolectan y disponen con cierta gracia.

Características Especie única del género Coragyps y miembro de los llamados "buitres del Nuevo Mundo". Como carroñero, cumple un rol esencial en el aprovechamiento y el control de restos orgánicos del ecosistema. Habita buena parte de América, desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Identificación: cuerpo robusto, alas medianas y anchas, cola corta color negro opaco; cabeza descubierta y rugosa; parche alto en las plumas de vuelo; patas blancuzcas. Comportamiento: suele merodear en grupo las zonas donde haya cuerpos en descomposición. Su vuelo es estilizado e imponente. Gozan de un excepcional sistema digestivo que les permite aprovechar y depurar lo que otros considerarían desechos. Es usual encontrarlo en reposo, con las alas abiertas, algo que le permite mantenerlas secas. Longitud: 34-42 cm. Envergadura: 1,3-1,7 m. Peso: 0,75-2 kg. Dieta: carroña, animales pequeños y huevos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anidan en colonias, sobre repisas de acantilados, cavidades de troncos, nidos abandonados y pastizales de tamaño considerable. Cada puesta suele ser de 2 unidades. Los huevos son azules-verdosos con puntos cafés. La incubación toma de 39 a 41 días. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: buitre negro americano, gallinazo. Re

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Búho orejudo / Asio stygius Habita alturas entre 1000 y 3100 m, en lugares con vegetación alta y árboles dispersos, selvas húmedas y sotobosques. En ocasiones suele ser visto en parques y zonas pobladas por humanos. Identificación: pico grueso, curvo y corto; cabeza grande oscura y estriada, con ante, gris y café en la parte posterior, y grupos pequeños de plumas en punta encima de los ojos, que forman un par de ‘orejas’ o de cuernos muy juntos, de color negro; disco facial negro, más claro en los bordes; ojos muy grandes y amarillos; cuello, pecho, vientre y partes bajas estriadas de blanco, gris y café oscuro, con predominio de blanco y gris;

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alas y dorso grises oscuros; patas amarillentas con grandes garras negras. Com­ portamiento: descansa de día posado en las partes más altas de la vegetación y en los sitios más densos para no ser visto. Al divisar una presa planea sobre ella en silencio, para no ser descubierta. Luego de cazar, retorna al mismo lugar donde estaba descansando, para consumir sus alimentos. Tamaño: 45 cm. Peso: 675 g. Dieta: aves, insectos, mamíferos pequeños y reptiles. Hábitos: nocturnos. Repro­ ducción: anual, en mayo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: búho orejudo, lechuzón negruzco. Re

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Pinchaflor enmascarado / Diglossa cyanea Ave de coloración predominantemente azul. Permanece dentro del bosque nublado y en matorrales montanos húmedos, parques y reservas naturales, solitario o en grupos de 2 a 3 individuos. Identificación: cuerpo en su mayoría azul encendido y cabeza negruzca, similar a un antifaz; patas grisáceas e iris rojo. Comportamiento: se ha observado

solo o en bandadas mixtas. Está asociado a bosques en todos sus estratos. Tamaño: 15 cm. Peso: 18-22 g. Dieta: suele alimentarse de frutos y nectar. Complementa su menú con insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre marzo y abril. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: pinchaflor de antifaz. Re

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Elaenia copetona / Elaenia flavogaster Ave de tamaño mediano y tonos grisáceos. En años recientes parece haberse ido estableciendo paulatinamente en Bogotá, en particular dentro de predios del Jardín Botánico. Identificación: de contextura robusta y pico pequeño gris parduzco, en su parte inferior un poco más claro; cabeza con copete bien levantado color grisáceo; garganta, cuello, pecho, vientre y regiones bajas de color blanco oliváceo; alas y cola gris parduzco oscuro, con algunas vetas blancuzcas o grises; patas negras. Comportamiento: tempe-

ramento hiperactivo. Suele ser muy sociable con los humanos, incluso en espacios abiertos. Tamaño: 15-17 cm. Peso: 21-29 g. Dieta: Insectos y frutos. Hábitos: especie común en gran variedad de zonas húmedas y áridas, bosques, matorrales y sabanas, así como en parques y jardines. Comportamiento ruidoso. Suele andar solo, excepto cuando se congrega a consumir los frutos de un mismo árbol con algunos de sus semejantes. Reproducción: en Bogotá, al parecer durante febrero y septiembre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Re

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Elaenia montañera / Elaenia frantzii Un cuerpo robusto y el pico naranja son los principales distintivos de esta ave. Identificación: volumen prominente; pico pequeño de tono naranja; cabeza parda y dorso de tintes pardos oliváceo; presenta un anillo ocular grisáceo; alas y cola de matices cafés con algunos visos muy pálidos, a manera de franjas; garganta, cuello, pecho, vientre y zonas bajas de coloración blanco amarillento;

patas negras. Comportamiento: habita bordes de bosques húmedos y semihúmedos. Acostumbra permanecer dentro del follaje denso y en ocasiones realiza migraciones locales de acuerdo con la aparición de los frutos que consume. Ta­ maño: 15 cm. Peso: 20 g. Dieta: frutas e insectos. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, en septiembre. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC.Nombres comunes: elaenia ventriblanca, fiofío montano. Re

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Currucutú / Megascops choliba Ave cuyo alcance incluye territorios hasta de 3000 m, en bosques y sabanas, además de áreas abiertas con árboles dispersos. Identificación: ojos grandes, con iris amarillos, pico negro pequeño; disco facial pardo grisáceo y negro en el borde, que se desvanece en la frente y la barbilla; dorso y alas de patrón estriado complejo, que mezcla líneas negras, pardo ante, gris, blanco y café oscuro: mismo patrón en cuello, pecho, vientre y partes bajas, pero con tonos más pálidos y más presencia de blanco. Comportamiento: suele permanecer escondido durante el

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día, en troncos, ramas y cavidades. Atrapa insectos en ramificaciones y troncos de árboles. En ocasiones lo hace sobre el suelo. Aprovecha las luces artificiales de la noche para conseguir insectos. Puede vivir en soledad, pero está habituado a andar en parejas. Tamaño: 24 cm. Peso: 150 g. Dieta: murciélagos, insectos artrópodos, serpientes y mamíferos. Hábitos: nocturnos y crepusculares. Reproducción: anual, entre enero y marzo. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bres comunes: autillo choliba, alicucu común, tamborcito común. Re

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Toche / Icterus chrysater Ave amarilla con algunos visos negros. Vive entre el bosque y las sabanas con vegetación alta. Debido a sus cantos melodiosos, suele ser apetecido, capturado y enjaulado por los humanos. Puede habitar entre los 50 y los 2900 m. Identificación: pico agudo, parche negro en la sección anterior del rostro y el cuello; alas y cola negros; parte posterior de la cabeza, dorso, pecho, vientre y partes bajas de un amarillo encendido, cercano al naranja. La hembra tiene las mismas características

del macho en su plumaje, pero el amarillo es algo más pálido. Comportamiento: permanece en parejas o en grupos de hasta 10 individuos. Su nido es muy característico, pues forma una bolsa que pende de las ramas altas. Anida en soledad. Tamaño: 2124 cm. Peso: 45-52 g. Dieta: insectos, frutas y néctar de flores. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, durante junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: bolsero dorso dorado, turpial. Re

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Colibrí de metal / Metallura tyrianthina De cola dorada purpúrea muy vistosa. Habita zonas entre 1500 y 4200 m. Busca lugares como bordes de bosque, claros, bordes de ríos y carreteras con buena vegetación en las orillas. También áreas de matorrales de páramos y subpáramos. Identificación: pico corto y recto; desde la frente luce una franja verde escamada que se extiende hacia el dorso; garganta y cuello con parche azul aguamarina escamado; alas grises muy oscuras; laterales de la cara, pecho, vientre y partes bajas de tonos cafés y pardos oliváceos; cola color dorado cobrizo, muy brillante. Comportamiento: al libar el néctar se cuelga de la flor, sin volar de forma está-

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tica. Prefiere la soledad, evitándose así la competencia alimentaria. Cuando no logra alcanzar el jugo de las flores de corolas largas, las perfora por un lado, para conseguir su objetivo. Realiza migraciones locales, de acuerdo con los periodos de floración de las plantas. Si se hallan en cercanías de vegetaciones florecidas, hembras y machos suelen ser agresivos y territoriales. Tamaño: 8 cm; pico: 10 mm. Peso: 3,8 g. Dieta: néctar de flores de Disterigma, Brachyotum, Tillandsia y Racinaea, entre otras. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre julio y enero. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí verde de cola roja, metalura colirrojo. Re

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Carpintero nuquirrojo / Melanerpes rubricapillus

de tintes blanco, negro y marrón. Hembras semejantes, aunque ostentan un tono blancuzco en la coronilla y matices rojos pálidos en las regiones bajas de la nuca. Comportamiento: permanece solitario o en pareja. Fabrica sus nidos sobre troncos de árboles muertos o en cactus grandes. Todos los registros de su presencia en Bogotá son posteriores a 1990. Tamaño: 17 cm. Peso: 50 g. Dieta: insectos, larvas y frutas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre mayo y junio. Algunas hembras pueden realizar 2 posturas al año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: carpintero coronirrojo, carpintero habado. Re

Ave de lomo similar al de las cebras y un parche rojo encendido en la coronilla. Reside en bosques semiabiertos y terrenos de cultivos. También puede ser hallado en humedales y parques con vegetación espigada, a alturas hasta de 2700 m. Suele ser avistado en el humedal La Conejera y en la reserva Thomas van der Hammen. Identificación: pico negro, poco robusto; cabeza, cuello, garganta, pecho, vientre y regiones bajas color pardo pálido rosáceo; cresta no erecta, de coloración roja encendida, tonalidad también presente en una mancha del vientre; alas, dorso y cola estriados

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Sinsonte / Mimus gilvus Ave de fama universal por sus melódicos cantos, de plumaje poco vistoso. Aunque puede ser vista a alturas similares a las de Bogotá (hasta de 2600 m), suele preferir temperaturas más cálidas. Identifi­ cación: pico negro azulado; cabeza y dorso gris parduzco, casi blanco. La cola es más oscura, al igual que las alas, que pueden llegar a una tonalidad cercana al negro. Cuello, pecho, vientre y partes bajas de color blanco. Patas cafés. Iris amarillo encendido. Comportamiento: los ejemplares jóvenes ayudan a criar a aquellos procedentes de las nidadas nuevas. El repertorio de canto de esta especie

es variado y maneja una amplia gama de sonidos, desde graves hasta muy agudos y melodiosos. Vuelan de árbol en árbol para conseguir su alimento. A veces se les ve tomando comida de platos y mesas en restaurantes al aire libre. Tamaño: 25 cm. Peso: 54 g. Dieta: omnívora. Principalmente insectos, frutos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: No hay datos de la temporada de reproducción. Cuando tiene cría, la hembra es quien se encarga de alimentar a los polluelos, y se torna agresiva. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres co­ munes: cenzontle, paraulata llanera. Re

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Atrapamoscas pechirrojo / Pyrocephalus rubinus Ave muy identificable, gracias al fuerte color rojo y a la especie de ‘anteojos’ negros que luce en su rostro. Habita desde el nivel del mar hasta elevaciones de 3000 m. Suele llamársele ‘titiribí’, en interpretación onomatopéyica de su canto. Identificación: cabeza color rojo encendido con cresta del mismo tono, atravesada por un ‘antifaz’ café oscuro; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas, también rojas encendidas; dorso, alas y cola en juego con el mencionado antifaz; patas negras. Comportamiento:

habita terrenos secos y abiertos. Su presencia resulta muy común en parques y jardines de tierras cálidas. Fácil de avistar sobre cables, alambrados y cercas. Confiado con los humanos. Caza su alimento en el aire. Tamaño: 14 cm. Peso: 14 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Reproducción: durante todo el año, particularmente entre diciembre y abril. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Algunas subespecies están extintas. Nombres comunes: churrinche, titiribí, mosquero cardenal, pájaro del amor, petirrojo. Re

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Pico de plata / Ramphocelus dimidiatus Ave de color rojo encendido. Habita tierras colombianas, panameñas y venezolanas, principalmente en bordes de bosques húmedos con arbustos. Identi­ ficación: pico grueso plateado y cuerpo rojo sangre; alas, cola y patas, negras. La hembra es parduzca con estrías más oscuras. Tamaño: 18 cm. Peso: 25 g. Dieta: principalmente frutas y en ocasiones varía su menú con lagartijas pequeñas y al-

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gunos insectos. Hábitos: se establece entre los estratos medio y alto de bosques y duerme entre matorrales. Suele viajar en bandadas dispersas. Reproduc­ ción: anual. Las hembras ponen 2 huevos de color azul, punteados de negro. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: asoma terciopelo, sangre de toro encendido, tangara dorsirroja, toche pico de plata. CaEn

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Gavilán pollero / Rupornis magnirostris Esta especie pequeña de gavilán es el ave rapaz más común en Colombia. Su vuelo es débil y, por ende, sus aletazos rápidos. Su plumaje exhibe matices entre el gris, el gris parduzco y el rufo. El célebre cantante mexicano Pedro Infante lo inmortalizó con una canción (compuesta por Emir Boscán), tiempo después adaptada por artistas como Pastor López y la orquesta Los Melódicos a formatos más tropicales. Identificación: pequeño y robusto, con plumaje del dorso, cabeza, garganta y pecho entre café, blanco y gris; partes bajas blancas; ojos, patas y nacimiento del pico color amarillo intenso; alas pardas con manchas beige; cola negra con las puntas blancas. Com­ portamiento: de fácil avistamiento, pues

suele descansar o posarse en lugares expuestos. Aunque acostumbra vivir en hábitats boscosos secos y húmedos, esta peculiar ave tiene una mala reputación entre los avicultores, ya que acecha las granjas. De ahí su nombre. Su silbido característico equivale a un ‘crii-uuu’, con tono enojoso. En temporadas reproductivas emite un ‘keh-keh-keh’, a manera de ladrido de excitación. Existen registros recientes de su presencia en el Jardín Botánico, la Universidad Nacional de Colombia y el humedal La Conejera. Tamaño: 34-41 cm. Peso: 257-350 g. Dieta: insectos, roedores, peces, reptiles y murciélagos. Hábitos: diurnos. Reproducción: entre abril y agosto, una vez al año. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: gavilán caminero. Re

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Murciélago cola de ratón / Tadarida brasiliensis Especie de orejas muy grandes y labios superiores achatados. Está capacitado para vivir a alturas desde 180 hasta 3000 m. Contribuye de manera significativa con el control biológico de insectos. Identificación: pelaje pardo; orejas muy anchas, redondeadas y enormes con respecto al tamaño de la cabeza, con movimientos independientes como complemento de su ecolocalización; cola desnuda, situada entre la membrana que une sus patas traseras, de dimensión equivalente a la mitad del cuerpo; arrugas hondas sobre el labio

superior; tercer molar en forma de Z, útil para moler los alimentos. Compor­ tamiento: goza del récord planetario de velocidad horizontal de vuelo animal: 160 km/h. Puede llegar a formar congregaciones enormes. Si no hay cavernas cerca, habitan en edificaciones abandonadas o en árboles. Tamaño: 9 cm. Peso: 15 g. Dieta: insectívora. Hábitos: nocturnos y crepusculares. Reproducción: las crías permanecen durante su periodo infantil en guarderías a cargo de las hembras jóvenes. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bre común: murciélago de cola libre. Re

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Tangara palmera / Thraupis palmarum Ave de tonos grises y verdosos. Su nombre está inspirado en el hábito de construir sus nidos en palmas y palmeras. Hay avistamientos documentados en la sabana de Bogotá. Con frecuencia acostumbra colgarse boca abajo para acceder a los insectos de las ramas. Identificación: coloración poco vistosa y pico negro; cabeza, cola y algunas plumas de sus alas y partes bajas de tono pardo verdoso o grisáceo; el resto de su

cuerpo es parduzco y las patas grises. Comportamiento: muy activo. Se ha adaptado de manera formidable a los entornos humanos. Busca bordes de bosques, plantaciones y matorrales y también árboles en zonas sabaneras. Tamaño: 14-16 cm. Peso: 34-36 g. Dieta: invertebrados, insectos, frutos y néctar de flores. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: todo el año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: azulejo palmero, verdejo. Re

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En barrio


Mirla ollera / Turdus ignobilis Según su nombre científico, se trata de un “ave sin gracia”, dada la simpleza de su colorido. Habita en jardines, parques y bordes de bosque y de selva. Identifi­ cación: pico gris oscuro; cabeza, dorso, alas y cola de color pardo también oscuro; cuello, pecho, vientre y partes bajas de tonos blancos parduzcos; patas cafés. Comportamiento: su presencia es

Vecinos

muy común en áreas ocupadas por humanos. Se alimenta en el suelo o en los árboles, según vaya requiriéndolo. Ta­ maño: 21-24 cm. Peso: 44-66 g. Dieta: escarabajos, moscas, bayas, frutas e insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre diciembre y agosto. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mirlo piconegro, zorzal piquinegro. Re

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Colibrí verdemar / Colibri thalassinus Común en bosques húmedos y bordes de bosque a alturas entre 1000 y 3000 m. Identificación: tamaño grande; pico robusto, algo corto y levemente curvo; gran mayoría del plumaje verde aguamarina, con tonos amarillos y grises; medio anillo azul brillante en la parte posterior de la cabeza, desde la sección baja de los ojos. Comportamiento: sus días transcurren entre las flores, alimentándose en soledad. En ocasiones efectúa migraciones pequeñas y locales bus-

cando nuevos lugares donde alimentarse. Descansa sobre árboles altos y es muy territorial. Tamaño: 9,3 cm; pico: 20 mm. Peso: 5-6g. Dieta: néctar de las flores Castilleja, Centropogon, Clusia, Echeveria, Salvia, Lobelia, Cirsium y Cephaelis. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: anual, entre octubre y marzo. La hembra pone 2 huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí chillón verde, colibrí oreja violeta, colibrí orejiazul. Re

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En barrio


Atrapamoscas alicastaño / Myiozetetes cayanensis Vistosa ave de color amarillo, especializada en la caza de insectos. Su nombre científico Myiozetetes procede de los vocablos griegos muia (volar) y zeteo (buscador). Identificación: pico grueso y negro; cabeza con franjas blancas, que se ensanchan hasta desaparecer, ya a la altura de la nuca. Especie de parche naranja no muy visible en la coronilla. Dorso pardo y alas cafés, más oscuras;

Vecinos

pecho, vientre y regiones bajas de color amarillo encendido; patas negras. Com­ portamiento: suele ser visto en bordes de selva y zonas despejadas y semiabiertas, siempre cerca de cuerpos de agua. También frecuenta cultivos. Tamaño: 16,5 cm. Peso: 26 g. Dieta: insectos y frutos. Hábitos: diurnos. Reproducción: todo el año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: bienteveo alicastaño, suelda crestinegra. Re

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Bichofué / Pitangus sulphuratus Ave cuyo particular canto da origen a su nombre, onomatopéyico. Su coloración es vistosa y fácil de distinguir entre otras especies. Identificación: pico negro; cabeza negra con 2 franjas claras sobre los ojos y unidas en la frente y la nuca; garganta y cuello blancos; pecho, vientre y partes bajas de color amarillo encendido; dorso cobrizo con algunas plumas pardas; patas grises oscuras.

Comportamiento: se ha adaptado bien a la convivencia con humanos, a menudo en sectores dotados de cuerpos de agua, natural o artificial. Tamaño: 22 cm. Peso: 60 g. Dieta: omnívora de frutas, insectos y lagartos. Hábitos: diurnos y crepusculares. Reproducción: anual, de febrero a junio. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: bichofué gritón, diostedé. Re

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En barrio


Vireo ojirrojo / Vireo olivaceus Ave de tonos verdosos, grisáceos y blancos. Identificación: pico grisáceo en la parte superior y blanquecino en la inferior; cabeza con dos franjas blancas, sobre los ojos, bordeadas por encima con una linea negra y otra franja grisácea; mejillas ante; garganta, cuello, pecho, vientre y partes bajas de color blanco grisáceo; regiones laterales y dorso oliváceos; alas con plumas negras y olivas; alas con plumas negras y oliváceas, al igual que la cola; iris rojo en los adultos y café

Vecinos

en los juveniles; patas grises. Comporta­ miento: los machos buscan alimento en las regiones altas de la vegetación y las hembras en las bajas. Capturan sus presas por debajo de las hojas, a manera de forrajeo. Tamaño: 12 cm. Peso: 20 g. Dieta: insectos y frutos. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, de mayo a junio. Con­ servación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: juruviara boreal, verderón ojirrojo, vireo chiví. MiBo

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Tortolita / Columbina talpacoti Ave muy común y exitosa en su adaptación a lo largo de todo el territorio colombiano, incluso en predios muy afectados por la intervención humana. Su color es mayoritariamente marrón. Identificación: pico gris claro; cabeza, cuello, pecho y vientre de tonos ceniza; dorso ligeramente pardo con las alas y la cola un poco más oscuras y algunas manchas negras; patas rosadas. Los machos tienen el dorso y las alas de un color más cobrizo. Comportamiento: es común verla en áreas pobladas, abiertas

y jardines, en lugares secos o húmedos. Su temperamento es confiado y poco asustadizo ante la presencia humana. Suele alimentarse en el suelo, recogiendo semillas en soledad o en compañía de pocos individuos. Tamaño: 14-18 cm. Peso: 35-51 g. Dieta: semillas y ocasionalmente insectos e invertebrados. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cocochita, columbina colorada. Re

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En barrio


Cascabelitos / Forpus conspicillatus Loro de color verde. En Colombia es muy popular y tiene 4 subespecies. Identifi­ cación: pico corto y curvo, de tono rosáceo; plumaje verde casi en su totalidad, con presencia de manchas azules alrededor de los ojos, hombros y en algunas plumas de las alas; puede presentar verdes más amarillos en todo la frente; patas rosáceas. Las hembras carecen del color azul. Comportamiento: son socia-

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les y acostumbran permanecer en bandadas grandes. Gustan de áreas abiertas, llanuras con manchas de bosque, parques y bordes boscosos. Las bandadas son sumamente ruidosas. Tamaño: 12 cm. Peso: 41 g. Dieta: semillas, brotes de algunas plantas y flores. Hábitos: diurnos. Reproducción: anualmente, entre diciembre y abril. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cotorrita de anteojos, periquito de anteojos. CaEn

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Azulejo / Thraupis episcopus Ave de coloración azul en distintos matices. Suele ser avistada a alturas hasta de 2600 m, en áreas pobladas, parques y plantaciones. Identificación: pico gris; resto del cuerpo de color azul pálido grisáceo, a excepción de las alas y la cola, que tienen una tonalidad aguamarina, algunas coloraciones blancuzcas y bordes negros. Comportamiento: activo y versátil. Se desplaza con facilidad por zonas urbanas y es sociable con los humanos.

Puede vivir en pareja o en grupos pequeños. Permanece la mayoría del tiempo revoloteando en pos de alimentos. Ta­ maño: 16,5 cm. Peso: 27-45 g. Dieta: frutas, bayas y, en ocasiones, néctar de flores, invertebrados e insectos. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: en Colombia, durante cualquier temporada del año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bres comunes: azulejo de jardín, tangara azulada, viudita. Re

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En barrio


Sirirí / Tyrannus melancholicus Ave muy común, de tono entre gris y amarillo. En Colombia la expresión onomatopéyica ‘sirirí’ equivale a cantaleta. Los individuos de tierras con estaciones migran durante el invierno. Su nombre en latín podría traducirse como “déspota malhumorado”. Identificación: pico semilargo y negro; cabeza grisácea, más clara en la garganta; pecho oliváceo y vientre y partes bajas amarillo encendido; alas pardas oscuras y cola parda; patas negruzcas. Comportamiento: muy

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común en áreas abiertas, rurales y urbanas. Atrapa a sus presas en vuelo y suele observarlas desde una percha. Es muy agresivo y territorial. Puede cazar también de noche, ayudado de las luces artificiales. Tamaño: 20 cm. Peso: 40 g. Dieta: fruta e insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, de mayo a octubre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: benteveo real, juan caballero, pitirre chicharrero, tirano melancólico. Re

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Tordo llanero / Quiscalus lugubris Ave de temperamento osado, capaz incluso, de internarse en casas y restaurantes en busca de alimentación. Ataca a sus posibles depredadores en grupo. Aunque suele encontrarse a alturas inferiores a los 600 m, hay avistamientos comprobados en Bogotá. Identifica­ ción: macho de cuerpo negro fuerte, con pico y cola largos y alas negras tornasoladas semivioleta; iris amarillo; patas largas y fuertes. La hembra presenta un tono parduzco, con las alas y la cola

algo más oscuras que el resto de su anatomía visible. Comportamiento: es más común en climas cálidos, pero se pueden ver algunos individuos en áreas abiertas, parques y centros urbanos. Ta­ maño: 22-27 cm. Peso: 50-80 g. Dieta: omnívora. En su estado natural suele alimentarse de insectos, semillas y frutas. Hábitos: diurnos. Reproducción: durante todo el año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: chango llanero, tordo llanero. Re

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En barrio


Pequeña azul / Hemiargus hanno bogotana Mariposa de colores azules o cafés, pequeña, que vuela a ras del suelo.Identifi­ cación: color azul celeste en los machos y café en las hembras. Comporta­ miento: mariposas de temporada, más típicas de periodos como los finales de año, cuando el tiempo comienza a secarse. En el sur de Bogotá, de todas for-

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mas, puede ser vista durante cualquier lapso del calendario. Su vida está asociada a especies vegetales como el carretón blanco. Dieta: profesa una predilección especial por las flores de carretón blanco o tomillo. Cuando estas escasean busca margaritas o dientes de león. Hábitos: diurnos. Reproducción: suele poner sus huevos en plantas de carretón blanco. Re

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Mariposa blanca de la col / Leptophobia aripa aripa Mariposa blanca muy típica de Bogotá, con reborde negro en las alas. Cuenta con una amplia distribución, desde México a Argentina. Identificación: las orugas son verdes. Los adultos exhiben un color blanco. Comportamiento: su presencia está asociada a la de coles como el brócoli, el repollo y la coliflor, donde

acostumbra poner sus huevos. También suele depositarlos en plantas de capuchina (Tropaeolum majus), conocidas igualmente como ‘cachacos de muladar’. Sus ciclos reproductivos son veloces. En tierras rurales suele ser considerada plaga. Dieta: los adultos liban el néctar de diversas flores de jardín en Bogotá. Hábitos: diurnos. Re

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Mariposa azufrada / Nathalis plauta Especie de tonos entre amarillos y verdosos. Parece una réplica más pequeña de la Colias dimera (mariposa del trébol). Identificación: color amarillo y

Vecinos

verde y tamaño reducido. Comporta­ miento: gusta de las zonas secas de la sabana de Bogotá. Es vista con regularidad en cerros erosionados. Dieta: gusta del néctar de margaritas y de dientes de león. En

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Mariposa cola de golondrina negra / Papilio polyxenes americus Mariposa de prado y tamaño relativamente grande. Resulta posible encontrarla en cerros, alrededor de la sabana, donde haya muchas flores. Identifica­ ción: machos negros, con dos filas de manchas amarillas pálidas y un área azul entre estas. Las hembras tienden a ser marrones mezcladas con tintes cremas o blancuzcos. Comportamiento: vuelo rápido y grácil. Es usual verlas revoloteando en días soleados. Su hábitat está

más asociado a otros territorios que a la sabana de Bogotá, aunque ocasionalmente es posible encontrárselas a las afueras del perímetro ciudadano. En el estado de oruga, su color naranja las hace muy llamativas. Dieta: liba sales del suelo, en cercanías de quebradas. También consume néctar de flores próximas a huertas. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: oviposita en vegetales pertenecientes a la familia de las apiáceas (apio, perejil, cilantro, zanahoria, arracacha). Los huevos son distribuidos por separado en distintas hojas. Re

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Mariposa de la tarde / Vanessa carye Mariposa de colores entremezclados naranjas o negros. Es extremadamente esquiva y difícil de fotografiar. Identifi­ cación: alas de tonos anaranjados y negruzcos que le confieren un semblante relativamente similar al de una mariposa monarca. Comportamiento: resulta usual verla volar en calles de barrios,

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particularmente dentro de zonas de mediana ruralidad, casi a las afueras de Bogotá. Dieta: flores de jardín, en particular dientes de león y margaritas, sobre todo aquellas conocidas como puntoazul. Las orugas se alimentan de asteráceas y de ortigas. Los adultos suelen extraer sales de las heces de ganado. Hábitos: diurnos. Nombre común: dama de dos ojos. Re

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Mosca de las flores / Diptera: Syrphidae Mosca especializada en libar néctar de flores. Suele ser confundida con una abeja o una avispa. Identificación: ojos compuestos grandes de color café rojizo; cuerpo seccionado con franjas de colores negro y amarillo; tres pares de patas

trisegmentadas y alas transparentes muy pequeñas. Comportamiento: son importantes biocontroladores, ya que en estado larvario se alimentan de especies de insectos que pueden generar el detrimento de cultivos y plantas. Dieta: néctar y polen, pulgones y otros hemípteros. Hábitos: diurnos.

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Mariposa lechera / Tatochila xanthodice xanthodice Mariposa de praderas abundantes en flores. Es particularmente común en los barrios del sur de Bogotá con ecosistemas secos. Suele mantenerse cerca de las plantas de Lepidium bipinnatifidum o chisgo (perteneciente a la familia de las coles). Identificación: machos blancos,

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con una red de venas negras. Hembras algo más tendientes al café, con ciertos matices amarillos. Comportamiento: suelen ser vistas en días soleados. Los adultos son visitantes asiduos de flores de praderas y de jardín. Dieta: néctar de flores, tales como la margarita o el diente de león. Hábitos: diurnos. Reproducción: pone sus huevos en plantas de chisgo. En

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Libélula emperador / Rhionaeschna marchali Habita a alturas hasta de 3100 m. Especie muy territorial y competitiva. Identifica­ ción: ojos compuestos grandes y juntos; tres pares de patas y dos pares de alas horizontales al cuerpo; vientre de 8 secciones. La combinación de colores de su cuerpo es variable, con tonos eléctricos y vivos sobre una base casi siempre oscura, marrón o negro; alas transparentes dispuestas a 90 grados del cuerpo. Com­ portamiento: está completamente relacionada con cuerpos de agua de poco

movimiento, como estanques, con actividad máxima en los días lluviosos, nublados y más fríos. Tamaño: 56-63,5 mm. Dieta: insectos. Hábitos: diurnos. Repro­ ducción: todo el año con una generación anual. Las hembras depositan sus huevos en las plantas subacuáticas, para que las larvas se desarrollen bajo el agua. Su temporada como huevos es de 30 días y de un año aproximadamente en calidad de larvas. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: NE. Nombres comunes: libélula zurcidora de ojos azules. Re

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En barrio


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Cucarrón mayito Clavipalpus ursinus

Era una atmósfera de bichos, cucarrones pequeños, como hechos de caramelo oscuro, que zumbaban, aleteaban y revoloteaban ansiosos cortando el aire con sus alas acuchilladas. Texto: ¿Dónde están los cucarrones que antes aparecían por esta época en Bogotá? Autora: Lina Tono Hasta el siglo XX, cuando Bogotá era menos poblada y de tierras más frías, cada mes de mayo traía sus vecinos inesperados de temporada. Se trataba de miles de cucarroncitos a quienes, en honor al periodo en que tanto abundaban, apodaron ‘mayitos’. En colegios y parques solían elevarse, formando nubes. Nubes que dibujaban sobre el aire y a altura visible una estela marrón cuyos zumbidos invitaban al barrio entero a festejar. También nubarrones, pero en este caso de humanos, iban llegando a contemplar el ‘cucarronerío’ que en el parque acababa de armarse. Algunos jovencitos poco delicados los atrapaban por manotadas. Otros se limitaban a aventurar cifras acerca de cuántos podrían ser. Los restantes los miraban con asco. Curioso pensar que el término cucarrón sea empleado tan sólo en tierras colombianas por amigos y detractores de estas criaturas y que en su estado larvario ellas sean las mismísimas chizas, esos gusanos corpulentos, menospreciados y, para muchos, horripilantes, bien conocidos por cualquier habitante de Bogotá que haya escarbado lo suficiente. Para ser precisos, no es una sola, sino que son varias las especies de cucarrones que aparecen por la capital colombiana a lo largo del año. También cabe mencionar que su condición de

escarabajos es la última instancia de una metamorfosis que incluye los periodos de huevo, larva, pupa e imago o adulto. Pero, sobre todo, hay que resaltar como vecinos muy ilustres, entre todas las especies, a los Clavipalpus andinus, mayitos endémicos del altiplano cundiboyacense. La proliferación de cucarrones en temporadas de aguaceros se debe a que el agua suaviza la tierra y eso favorece su reproducción. Por ello los adultos emergen en masa dos veces al año y siempre en meses húmedos: entre abril y mayo y entre octubre y noviembre. Hembras y machos mayitos entablan una compleja comunicación basada en feromonas. El apareamiento exige rituales previos. Los mayitos emprenden vuelos a manera de cortejo, cuya duración nunca supera la media hora y a cuyo término cada participante vuelve a enterrarse en el suelo. Quizá no sea muy notorio, pero el 25% de las especies animales que habitan el mundo son, de hecho, coleópteros, como los Clavipalpus ursinus. La denominación coleóptero, resultante de unir los vocablos griegos koleos (estuche o vaina) y pteron (ala), alude a la forma como las alas expuestas del escarabajo se asemejan a armaduras sólidas que resguardan a las que permanecen ocultas, más débiles y transparentes. De vuelta a los Clavipalpus ursinus, ¿quién con algo de corazón en Bogotá no se ha permitido regresarlos a su posición original cuando por accidente se los ha encontrado volcados, panza arriba? ¿Quién alguna vez no ha cedido a la tentación de fascinarse con sus aleteos o de sentirlos caminar con aspereza sobre las manos propias? ¿Quién no los ha empuñado para atemorizar un rato a algún amigo o amiga asquientos? Aun así, no todo es popularidad para estos carismáticos vecinos, parientes próximos de los gorgojos y de las mariquitas. Aunque los mayitos contribuyen a la oxigenación del suelo, al aprovechamiento de ciertos desechos y al ciclo nutricional, cuando sobreabundan pueden llegar a convertirse en plagas que ponen en riesgo cultivos enteros.

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En barrio


Los coleópteros han dado combustible a la imaginación de muchísimos creadores, como en el caso de El escarabajo de oro, legendario relato de Edgar Alan Poe. Pero en el contexto local, también han inspirado expresiones novedosas, muy propias de tierras colombianas. “Háganme cucarrón”, por ejemplo, es una fórmula alternativa empleada por aquellos que gustan de oír ciertos ruidos, a manera de arrullo sonoro, antes de dormirse. Los ciclistas de cosecha colombiana son, por cierto, conocidos mundialmente como ‘escarabajos’, un sobrenombre debido en principio al antioqueño Ramón Hoyos Vallejo, a quien apodaban así. Al igual que todos sus parientes próximos, los Clavipalpus ursinus siempre han sido y serán bienvenidos por la mayoría de habitantes de Bogotá. Según muchos profesionales de la biología, si bien su población ha disminuido en alguna medida por los procesos de urbanización de años recientes, los mayitos siguen siendo, contrario a la percepción general, muchísimos, aunque quizá menos visibles. Una noticia alegre para aquellos que los conocieron, que los conocen y que aún aguardan verlos llegar… con la lluvia.

Peculiaridades Algunos perros se entretienen capturando mayitos y consumiéndolos como alimento, dieta que puede causar trastornos digestivos a quienes la sigan. Se sabe que el sabio Francisco José de Caldas gustaba de coleccionar escarabajos y que los ejemplares colectados por él llegaron a manos, casi doscientos años después, de su familiar Jorge Reynolds Pombo, inventor, por cierto, del marcapasos eléctrico.

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Las larvas de Clavipalpus ursinus son llamadas de manera coloquial ‘chizas’ o ‘mojojoyes’, vocablos antiguos de procedencia chibcha. Panamá, país vecino a Colombia, reporta la existencia en su territorio de cerca de 25 000 especies de cucarrones. De hecho, se trata de la especie animal con mayor población en la Tierra. A diferencia de otros coleópteros, los mayitos sólo se elevan cuando es imprescindible.

Características Especie común de escarabajo en ecosistemas altoandinos. Se le conoce como ‘mayito’ por la temporada del año en la que, según recuerdos y leyendas, prolifera. Identificación: cuerpo ovalado y robusto, color castaño rojizo, amarillento o negro. Exoesqueleto liso y lustroso. Pilosidades bajo las alas. Comportamiento: su presencia dentro de Bogotá está asociada a factores climáticos que determinan su distribución espacial y temporal, como la precipitación o la temperatura. Aportan a la diversificación de las cadenas nutricionales. Longitud: 15-20 mm. Dieta: principalmente fitófaga. Las larvas se especializan en materia orgánica, propia de los sistemas de raíces de vegetales, mientras los adultos consumen partes de plantas o polen. Hábitos: diurnos y nocturnos. Reproducción: cuenta con ciclos vitales extensos. Presenta picos poblacionales vinculados a las lluvias. Resulta más común observarlo en las temporadas de abril-mayo y octubre-noviembre. Una vez se ayuntan, las hembras depositan sus huevos en profundidades de 3 a 5 centímetros. Nombre común: cucarrón de lluvia. Re

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Parque Julio Flórez, barrio La Floresta, Carrera 68C con calle 96 340


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En la casa Entender una ciudad de las proporciones de Bogotá requiere abrazarla en su enorme heterogeneidad y complejidad. Para tales fines, el sistema de localidades ha sido, desde hace mucho, la forma de alinderarla, algo que a su vez ha ido dotando cada espacio de identidades propias y distintivas. Dichas subdivisiones, en principio concebidas desde lo administrativo, implican, además, caracteres únicos en términos de biodiversidad. La ubicación geográfica y la composición de elementos de la estructura ecológica principal (humedales, parques y ríos, por ejemplo), su cercanía a los remanentes de ecosistemas naturales, e incluso el tipo de edificaciones predominantes (casas, edificios o industrias), entre muchos otros factores, tiende a definir también la composición de especies que lo habitan. Los espacios naturales que prevalecen en el tejido urbano, junto con dichas características, generan lugares únicos para múltiples especies que honrosamente pueden ser llamadas 'bogotanas'. Las residencias ubicadas dentro de estas subdivisiones adquieren, por ello, un rol de relevancia para la vida de criaturas no necesariamente humanas que merecen y deben seguir habitando la capital colombiana. Este mapa presenta la actual división de Bogotá en localidades, las que a su vez albergan viviendas donde numerosas especies han encontrado espacios ideales de habitación.

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Localidades 1. Usaquén 2. Chapinero 3. Santa Fe 4. San Cristobal 5. Usme 6. Tunjuelito 7. Bosa 8. Kennedy 9. Fontibón 10. Engativá 11. Suba 12. Barrios Unidos 13. Teusaquillo 14 . Los Mártires 15. Antonio Nariño 16. Puente Aranda 17. La Candelaria andelaria 18. Rafael Uribe Uribe 19. Ciudad Bolivar 20. Sumapaz

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Caldas

Boyacá Cundinamarca

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20 Tolima Meta Huila

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985000

Escala 1 : 200,000


Arbolito que zumbas como una abeja cuando te mece el viento junto a la reja

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Poema: El árbol que arrulla Autora: Gloria Cecilia Díaz

l número combinado de especies animales que habitan los interiores y exteriores de casas, edificios, patios y antejardines bogotanos impresionaría a muchos. Cada vivienda humana conforma, de hecho, un microcosmos en cuyos confines encuentran hogar innumerables y muy diversos seres, como individuos y en familia. A la vista, en algún patio central del Jota Jota Vargas, una araña de patas espigadas tiende su hamaca en mitad del aire mientras una mirla patinaranja la observa. Por los cerros de Suba, entre aromáticos curubos, vienen revoloteando las mariposas espejito y, un poco más atrás, unas colegas suyas… las amarillas de la sabana. Ello sin adentrarnos todavía en el hábitat de algunos otros vecinos que se enmascaran entre el subsuelo y la hierba. Sería cuestión de volcar el contenido de una maceta saludable para descubrir un centenar más. Están las babosas, con su cuerpo de gelatina. Hay chinches, de esos que sin reclamar regalías prestaron su identidad a uno de los más bogotanos y cómicos personajes de ficción de la televisión colombiana, con taller de mecánica en Las Aguas y una lora llamada Pastora como compañera de domicilio. También marranitos de tierra, crustáceos cuya relación con sus homónimos mamíferos sigue en el misterio, y con quienes casi todo niño bogotano alguna vez habrá intentado jugar. A estos se suman las muy famosas ‘chizas’, para ser precisos, larvas de escarabajo con nombre chibcha. Y, desde luego, las minúsculas mariquitas, a quienes siempre será un gusto sostener, entre las manos, aun cuando sea durante segundos. En las noches emerge la tijereta. De su zona posterior penden unas amenazantes tenazas que desaniman a quienes pretendan acariciarla. Detrás de ella desfila un ejército conformado por una multiplicidad singular de seres con todos los tamaños, características y hábitos imaginables. Si bien muchos de ellos, dada la ausencia de fotografías apropiadas, no figuran en la presente publicación, sería injusto arrebatarles su correspondiente dosis de merecido protagonismo. Y esto sólo comienza.

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Calle 53 entre los barrios Paulo VI y La Esmeralda; al fondo, parque del La Esmeralda, centro de Bogotá y Cerros Orientales 345


Hay evidencias de la grandeza de los animales que pueblan las casas de Bogotá, sin importar hacia dónde se dirijan los ojos del observador entusiasta. Quizá con algo de suerte demos con algún colibrí chillón que retoza y canta en el patio. O con un copetón, aquel compañero de vecindario que para los bogotanos será siempre un conocido “de toda la vida”. O con una colorida y majestuosa libélula. O con un pinchaflor, justo cuando está arremetiendo por un costado contra su próxima flor. O con una laboriosa torcaza, empeñada en edificar su nido justo encima de un techo de alguna vieja casa en Cedritos. O acaso con una polilla gigante cuyo próximo e injustificado desalojo de la sala, palo de escoba en mano, es el motivo de conflicto conyugal entre una pareja de Usme durante el desayuno. Casi todos, como es evidente, son en su mayoría sociables y al alcance de cualquier poblador de la ciudad. Propiciar un urbanismo que, lejos de atentar contra estos vecinos, les dé espacio vital como los huéspedes honorarios que son, y al mismo tiempo ofrecer a la ciudadanía entornos de reflexión en torno a las responsabilidades que su presencia implica, son algunas de las prioridades a afrontar desde la oficialidad. Entender a estos vecinos inesperados como acompañantes naturales de la cotidianidad bogotana cuyo derecho a habitar estos contornos es igual al de cualquier humano, constituye un deber ético y un acto de gratitud para con aquellas criaturas a quienes el destino ha puesto, por suerte, en la capital de Colombia. A continuación un vistazo con ojos curiosos a este entramado vital que se levanta, entre oculto y visible ante los bogotanos, con sus secretos domésticos de rigor.

Condición

Estado de conservación

Re

Residente

CR

Peligro crítico

En

Endémico

EN

En peligro

CaEn

Casi endémico

VU

Vulnerable

MiBo

Migratorio boreal

DD

Datos insuficientes

MiAu

Migratorio austral

NT

Casi amenazado

Ju

Juvenil

LC

Preocupación menor

Hembra

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No evaluado

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En este capítulo: 1. Pinchaflor de costado blanco Diglossa albilatera 2. Golondrina plomiza Orochelidon murina 3. Guardacaminos andino Systerulla longirostris 4. Cucarachero común Troglodytes aedon 5. Torcaza Zenaida auriculata 6. Colibrí chillón Colibri coruscans 7. Canario del llano Sicalis flaveola 8. Mirla patinaranja Turdus fuscater 9. Chamón Molothrus bonariensis 10. Copetón Zonotrichia capensis 11. Saltamontes bogotano Bogotacris acuticauda 12. Amarilla de la sabana Colias dimera 13. Espejito del curubo Dione glycera 14. Marranito de tierra Porcellio scaber 15. Polilla gigante negra Ascalapha odorata

2.

1.

3.

Común

4.

5.

Muy común

6.

7.

9.

10.

8.

Abundante

11.

12.

14.

15.

13.

No evaluado

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En casa


Pinchaflor de costado blanco / Diglossa albilatera Ave pequeña de tono negro o marrón. Su rol como polinizador natural de plantas nativas es muy relevante. Suele habitar bordes y doseles de bosques altoandinos, en matorrales nativos y densos de la Cordillera Oriental, a alturas entre 1600 y 3300 m. Identificación: el macho posee pico corto, con punta en forma de gancho muy agudo, de cuerpo negro, con un patrón blanco debajo de las alas, en los flancos, y algunas plumas blancas en el pecho; patas color carmelita. La hembra luce una especie de anti-

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faz grisáceo en la cabeza y dorso del mismo tono; alas pardas y cuello: pecho, vientre y partes bajas de tono ante. Comportamiento: resulta fácil verla en jardines. Suele andar en pareja o en pequeñas bandadas mixtas. Mientras bebe el néctar de las flores, va polinizando. Tamaño: 12 cm. Peso: 8-14 g. Dieta: principalmente néctar de plantas, acompañado de algunos insectos. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, entre abril y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: picaflor lustroso, pinchaflor flanquiblanco. Re

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Golondrina plomiza / Orochelidon murina Ave de tonalidades azules, marrones y grisáceas. Habita alturas entre los 1800 y los 4000 m, en áreas abiertas, y puede llegar hasta el límite de bosques y lugares con vegetación tupida, pastos altos y cultivos humanos. Se adapta bien a la presencia humana. Identificación: pico negro y cabeza azul oscuro verdoso metalizado, hasta la espalda media; cuello, pecho y vientre blanco parduzco; alas, dorso y cola de coloración parda oscura; patas rosáceas. Comportamiento: puede ser vista sola, aunque suele convi-

vir en pequeños grupos. Vuela con rapidez. Una vez consigue elevarse hasta una altura considerable, desciende dibujando círculos y planea muy cerca del suelo. Aunque es sedentaria, resulta posible verla mientras ejecuta pequeños desplazamientos locales con sus congéneres. Construye sus nidos en edificaciones humanas. Tamaño: 14 cm. Peso: 12-14 g. Dieta: insectívora. Hábitos: diurnos. Re­ producción: anual, entre septiembre y octubre. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: golondrina ahumada, golondrina ventriparda. Re

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Guardacaminos andino / Systellura longirostris Habita a alturas superiores a los 1600 m. Ostenta tonos entre el gris, el blanco, el castaño y el canela. Es ágil en el vuelo y le gusta posarse y anidar en construcciones abandonadas. Es posible encontrarlo en diversos países de América Latina. Identificación: pico largo y cola corta. Casi todo el cuerpo presenta una coloración moteada con tonos entre grises, pardos y blanco; pico negro y patas café muy oscuro. Los machos ostentan un ‘collar’ blanco, que en las hembras es color ante. Comportamiento: aunque prefiere habitar bordes de bosque,

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áreas con vegetación baja y páramos, se adapta fácilmente a las condiciones de la ciudad y también a zonas desérticas. Casi siempre atrapa su alimento durante el vuelo, y aprovecha las luces artificiales de la noche, que atraen insectos, para salir de cacería. Durante el día descansa, usualmente entre la hojarasca, donde se camufla a la perfección. Ta­ maño: 20-27 cm. Peso: 30-71 g. Dieta: insectívora. Hábitos: nocturnos. Repro­ ducción: entre febrero y junio. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombre común: gallina ciega. Re

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Cucarachero común / Troglodytes aedon El patrón estriado en las alas y la cola de esta especie son su principal rasgo característico. Existen más de 20 subespecies. En Colombia habitan 4 de estas en forma permanente. Identificación: pico rosáceo en la mandíbula inferior y café en la superior; cabeza y dorso pardos, al igual que las partes bajas y el vientre; pequeño anillo ocular color ante; cola, alas y sección infracaudal con patrón estriado y tonalidades pardas, grises y marrones; cuello y pecho color ante grisáceo; patas rosadas. Comporta­

miento: presente en todo el continente americano, esta especie puede residir en una considerable variedad de hábitats, con algunas excepciones en territorios selváticos muy densos. Suele ocupar bordes de bosque y áreas semiabiertas, en territorios hasta 3400 m. Tamaño: 12 cm. Peso: 13 g. Dieta: insectívora. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: anual, en cualquier época del año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cherchán, chirivín, chochín criollo, cucurucha, ratona, saltapared. Re

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Torcaza / Zenaida auriculata Especie muy popular en toda Colombia, dentro de territorios entre los 600 y los 4400 m. Identificación: pico gris, pequeño; casi todo el cuerpo de tonalidad parduzca, un poco más oscura en las alas, que pueden contar con plumaje gris pizarra; par de estrías negras en la parte posterior de la cabeza; cuello y parte del dorso de colores ante rosáceos, que van tornándose más oscuros; patas rojas. Algunos individuos presentan en las regiones laterales y alas algunas pocas plumas negras a manera de manchas. Emite un sonido de ¡cuuuu cuu-cuuuu cuuuuuu’ grave y resonante, con la tercera nota más fuerte y la última más extensa.

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Comportamiento: ave muy acostumbrada a permanecer cerca de humanos. Aunque puede mantenerse sobre los árboles, prefiere buscar su alimento en el suelo. Habitualmente son gregarias y se agrupan en grandes bandadas, en particular dentro de zonas de cultivo, hecho que les ha granjeado la enemistad de algunos agricultores. Tamaño: 26 cm. Peso: 95 g. Dieta: semillas. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual. Conser­ vación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: palomita montera, torcaza naguiblanca, tórtola orejuda, tórtola torcaza, zenaida torcaza. Re

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Colibrí chillón / Colibri coruscans Se lo reconoce sobre todo por el particular sonido de ‘chip’ que se desprende de su pico cada vez que canta. Habita a alturas entre 1700 y 4500 m, pero prefiere el clima frío. Es sumamente territorial. Identificación: pico robusto casi recto, con colores azules iridiscentes debajo, en la nuca y en algunas partes del pecho hasta el abdomen; plumas laterales largas azul metálico, con forma de ‘greña paisa’; cabeza, cuello y laterales verde aguamarina iridiscente; alas oscuras; dorso y cola verde oliváceo y azul aguamarina. Comportamiento: es común avistarlo en bordes de bosque y lugares abiertos con vegetación arbórea dispersa.

También disfruta el subpáramo. Puede atacar a otros colibríes para defender su territorio. Cuando dos machos se encuentran, se persiguen el uno al otro con el objeto de ahuyentarse y en ocasiones se confrontan hasta que el más fuerte somete al débil. En circunstancias como estas, extienden las plumas de la nuca, a manera de ‘orejas’. Tamaño: 13 cm; pico: 25 mm. Peso: 6,7-8,5 g. Dieta: néctar de flores. En ocasiones consume insectos que atrapa en el aire. Hábitos: diurnos. Reproducción: anual, en mayo y septiembre. La hembra puede poner 2 huevos. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: colibrí coruscans, colibrí rutilante, colibrí verde mayor. Re

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Canario del llano / Sicalis flaveola Especie vistosa, de colores amarillo y parduzco, según el sexo. Es muy sociable y se adapta con facilidad a entornos humanos. Suele vivir a alturas por debajo de los 2000 m. No obstante, es posible avistarlo ocasionalmente en algunos lugares de Bogotá. Por su nobleza y bello canto, hay quienes prefieren mantenerlos cautivos en jaulas domésticas que disfrutarlos en libertad. Identificación: pico gris rosáceo; cabeza amarillo quemado y frente naranja; dorso estriado, entre amarillo y pardo; vientre y partes

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bajas de tono amarillo claro; patas rosáceas. Comportamiento: invierte mucho tiempo buscando alimento en el suelo, comúnmente en grupos pequeños. También suele posarse en perchas bajas, próximas a árboles. Tamaño: 13-15 cm. Peso: 20-23 g. Dieta: principalmente granívora y en ocasiones insectívora. Há­ bitos: diurnos. Reproducción: 3 veces al año. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nom­ bres comunes: botón de oro, canario costeño, chirigüe azafranado, gorrión azafrán, pinzón azafranado, semillero basto. Re

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Mirla patinaranja / Turdus fuscater Especie suramericana, procedente de tierras andinas. Sus patas y pico son naranja encendido y su cuerpo entre negro y grisáceo. Gusta de áreas abiertas, como campos, fincas, parques y jardines. En ocasiones visita los bosques y zonas subyacentes.Es una de las aves más comunes en Bogotá. Habita altitudes por encima de los 1500 hasta los 4250 m. Identificación: pico, patas y borde de los ojos de color naranja; cabeza, cuello, pecho, vientre y partes bajas de tono gris oscuro, al igual que el dorso; alas y cola grises, casi negruzcas. Comporta­

miento: alta adaptabilidad a zonas urbanas. Desciende al suelo para alimentarse. En época de apareamiento es sumamente territorial y competitiva. Al encontrar nidos de especies de menos tamaño, con huevos o polluelos, suele engullirlos. Puede conformar grupos pequeños. Sus saltos se asemejan a los de un resorte. Ta­ maño: 28-33 cm. Peso: 128-175 g. Dieta: frutas, bayas, insectos y lombrices. Hábi­ tos: diurnos. Reproducción: entre enero y agosto. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mirla común, mirla morena, mirlo. Re

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Chamón / Molothrus bonariensis Criatura de conductas parasitarias y colores entre negro y marrón, según el sexo. Deposita sus huevos en nidos de otras aves para que los padres ‘adoptantes’ resguarden y críen a sus polluelos. Identificación: pico corto y cónico café oscuro. El macho es completamente negro azulado, con la cola marrón, y la hembra es café pálido, casi gris. Ostentan una pequeña línea de color blanco por encima del ojo y el pico es por completo negro; las alas muestran matices pardos oscuros, similares al gris; cola corta. Comportamiento: continuamente se lo puede ver caminando por el piso en áreas abiertas y parques, en busca de su alimento. Las hembras parecen carecer de instintos maternales y por ello esco-

gen dejar sus huevos en nidos ajenos. Los ‘adoptantes’ empollan, alimentan y crían a los pequeños chamones, quienes a la vuelta de poco tiempo superan a sus supuestos progenitores en tamaño y comienzan a perturbarlos con exigencias permanentes de alimento. Tamaño: 22 cm. Peso: 40-50 g. Dieta: insectos y semillas. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: la hembra puede producir hasta 5 huevos anuales, lo que constituye un serio peligro para otras especies. En ocasiones, incluso, se deshace de los huevos ‘legítimos’ de las otras aves. Conserva­ ción: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: mirlo negro, mulata, tordo azulino, tordo renegrido, vaquerita. Re

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Copetón

Zonotrichia capensis

De los grandes amigo, de los pobres hermano, tú, lo mismo, lo mismo que el gamín bogotano, eres chisme y ensueño, perversión y bondad. Los secretos exploras, de empinada azotea, o en tejados musgosos tu beldad se pasea, como el alma doliente de mi vieja ciudad. Poema: Copetón bogotano Autor: Nicolás Bayona Posada Quizá si los copetones pudieran hablarnos y fueran muy chismosos nos contarían muchos secretos. Secretos de esos que ellos y sus antepasados debieron haber oído, sin querer, innumerables veces, mientras picoteaban cada centímetro de algún jardín. Tal vez nos compartirían aquellas cosas que las matronas de Chapinero se susurraban en solares, mientras José Asunción Silva caminaba por el frente imaginando versos. O aquello que el zipa Saguamanchica planeaba en secreto junto a sus guerreros antes de conquistar Fusagasugá. Probablemente, de poder hablarles, conoceríamos algún juramento roto que una pareja se hizo en la aparente soledad de un baldío en Fontibón, por allá en 1935, al tiempo que uno de ellos iba rebuscándose alguna borona. También las intimidades de Manuelita y Bolívar a las afueras de la Quinta. De pronto hasta alguno habrá visto quién mató a Gaitán, en dónde puso Jiménez de Quesada su docena de chozas o cuál fue la primera canción que sonó en la edición 1996 de Rock al Parque.

Aunque su presencia se extiende por casi toda América Central y del Sur, pocas dudas existen de que el copetón es un emblema bogotano. El Zonotrichia capensis, cuyo nombre común en Bogotá recuerda la forma como los capitalinos de antaño se referían a quienes estuvieran medio bebidos, es un ave que gusta de consumir lombrices, migas o semillas, y a quien se ve cómoda, siempre que haya buenos árboles cerca. Vive en parejas y en casos excepcionales, conforma bandadas con sus pares o con ejemplares de otras especies. Sólo los machos cantan, virtud de la que se valen con el fin de atraer a potenciales compañeras para sus faenas de apareamiento. De no ser por eso sería aún más difícil diferenciarlos de las hembras, dado que se parecen muchísimo. Que el plumaje del copetón no sea vistoso, sino algo opaco, lo ayuda a mimetizarse con el suelo. La constante presencia del Zonotrichia capensis por tierras bogotanas ha originado un largo repertorio de creaciones en su honor, entre cuyos más destacados frutos resaltan los versos de Nicolás Bayona Posada, quien hacia 1938 les dedicó un poema entero que bien ameritaría ser aprendido por cualquiera que se ufane de amar a las aves locales. El propio Neruda, inclusive, quiso ofrecer algunas líneas a los copetones chilenos en aquella pieza de poesía naturalista de su autoría llamada Chincol. El influjo del copetón no se limita a estas dos experiencias. Un muy llamativo homenaje a través del arte puede ser visto en cercanías del edificio Colpatria, donde está plasmado el mural El copetón y el diente de León, levantado por las manos de doce voluntarios vinculados con la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Pero no todos aman al copetón. Entre sus adversarios por mencionar se encuentra el chamón (Molothrus bonariensis), ave parásita especializada en depositar sus propios huevos en los nidos de otros pájaros, para que se ocupen de alimentarlos, como adoptantes involuntarios. Lo anterior con el propósito de resolver el problema que supone a las hembras chamonas no gozar de habilidad ninguna para anidar ni alimen-

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tar a sus crías. Criar hijos ajenos es mal negocio, evolutivamente hablando. Alguna vez un noticiero de cubrimiento nacional publicó una nota enternecida de un noble copetón que se ocupaba de pichones de chamón en Bogotá, sin estar enterados del cruel, aunque natural entramado tras ello. Si bien las leyes de la vida siguen su curso, no deja de provocar nostalgia evocar aquellos tiempos cuando en la ciudad estos célebres vecinos imperaban. Como sea, ellos ya tienen su lugar escriturado en la historia de la capital colombiana… y no se han ido.

Peculiaridades En ciudades como Bogotá, con fuentes de alimentación más escasas que en el campo, resulta poco común ver a los copetones en grupos numerosos, situación algo menos extraña en predios rurales. Si bien es un hecho que la población de Zonotrichia capensis en Bogotá ha venido disminuyendo, lo cierto es que en las afueras de la ciudad aún hay muchos. El nombre Zonotrichia proviene de los vocablos griegos zone (collar) y thrix (pluma). Capensis, por su parte, remite al Cabo de Buena Esperanza, en África del Sur. Las hembras copetonas se destacan por ser muy hábiles para detectar los trinos de los machos pertenecientes a su grupo poblacional. Dichos lenguajes se transmiten de generación en generación, aprendidos a través de los padres. Las Islas Malvinas son el único lugar de América del Sur donde no hay copetones. Quizá si los copetones pudieran hablarnos y fueran muy chismosos nos contarían muchos secretos. Secretos de esos que ellos y sus antepasados debieron.

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Características Los copetones siguen siendo para muchos el ave insignia de Bogotá. Además, es aquella que por siglos ha inspirado innumerables tributos y aún se mantiene como el más familiar referente de varias generaciones de habitantes de la ciudad. Se trata de un pájaro solitario, adaptable a multiplicidad de entornos. Está diseminado a lo largo de casi toda América Central y del Sur. Identificación: color marrón apagado; cabeza gris, nuca café encendido y cresta leve; garganta blanca y pecho blancuzco-grisáceo con un degradado. Los dos sexos son muy similares. Comportamiento: se mueve a saltos, solitario o en pareja, por prados y jardines, en busca de alimento. Longitud: 11,8-13,4 cm. Peso: 20 g. Dieta: semillas y gusanos. Hábitos: diurnos. Reproducción: sus nidos son copas fabricadas con pastos y ramas que ubica convenientemente sobre el suelo. Depositan de 2 a 3 huevos color azul verdoso con puntos cafés. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: afrechero, cachilo, chaquia, chincol, chesy hasy, chingolo, come maíz, pichitanca, pichuchancha, pichuncho, pinche, pirrís, planchín. Re

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Saltamontes bogotano Bogotacris sp.

Y miraré las hormigas royendo un zapato mientras los saltamontes fabrican, élitro por élitro, el zumbido del día. Poema: Verano Autor: Héctor Rojas Herazo Cualquier sobreviviente de la Bogotá de los primeros años del siglo XX podría atestiguarlo con absoluta convicción: hasta la década del 50, los Bogotacris abundaban a lo largo de toda la altiplanicie capitalina y constituían una de las entretenciones principales de entomólogos empíricos y niños traviesos. De hecho, no resultaba nada extraño el espectáculo de encontrárselos, saltando por centenares, en cercanías de cualquier pastizal enclavado en medio de la ciudad, mientras un montón de jovencitos en edad escolar jugaba a atraparlos o intentaba el imposible de contarlos. Su desaparición del entorno ciudadano tuvo lugar, principalmente, a raíz de actividades humanas, tales como la diseminación del pasto kikuyo, a procesos de urbanización y al uso de algunos agroquímicos, antes ausentes de predios bogotanos. Aunque la información científica al respecto sigue siendo en extremo insuficiente, durante mucho tiempo llegó a temerse por una disminución poblacional crítica, que podría estar comprometiendo el futuro de tan simpáticos vecinos. No obstante, hoy sigue resultando posible hallarlos con facilidad sin tener que alejarse en demasía de la ciudad. Bastará, por ejemplo, con ascender un par de metros más allá de la avenida Circunvalar para tropezárselos y fotografiarlos con toda libertad. Los Bogotacris, cuyo nombre ha sido simplificado por los habitantes de la capital al genérico

de saltamontes, son sin duda criaturas peculiares. Razones para considerarlos así hay muchas. En primer término, porque, al no experimentar una metamorfosis completa, el desarrollo de sus alas, que en la edad adulta permanecen algo rezagadas y en demasía adheridas al cuerpo, resulta incipiente, condición que les imposibilita volar. Segundo, porque, a contracorriente de lo que podría suponerse, los Bogotacris acuticauda encuentran total comodidad en aquellos espacios medianamente desérticos, donde la vegetación crece amarilla y el suelo es pedregoso. Así pues, estos particulares saltamontes suelen rehuirles a las vegetaciones exuberantes e inclinarse, más bien, por las tierras donde impera la sequedad. Con todo y lo anterior, en lo concerniente a su presencia en la ciudad que alguna vez les dio su nombre, no hay que ser del todo pesimistas. El advenimiento de internet y la implementación de redes en las que se documentan registros precisos de avistamientos dan cuenta de algunas apariciones esporádicas en distintos vecindarios de la capital colombiana. La conclusión es curiosa: aunque erradicados de aquellos terrenos planos de Bogotá donde alguna vez abundaron, los Bogotacris han encontrado refugio en entornos impredecibles. Entre estos cabe destacar el corredor férreo, libre del influjo pernicioso de la guadaña, que cercena las vidas de aquellos insectos cuyas vidas están ancladas al suelo capitalino. Por extraño que parezca, la presencia de aquellas piedras dispuestas a lo largo de los rieles y el consecuente crecimiento de flores silvestres propias de este tipo de espacios favorece la proliferación del Bogotacris, quien, desterrado de latifundios algo más convencionales, ha convertido el trayecto del agonizante ferrocarril en su casa. Los Bogotacris son testimonios vivos de la resistencia de la vida por desaparecer y del poder de adaptabilidad, demostrado, inclusive, por aquellos seres a los que se podría prejuzgar como frágiles. Aun así, y pese a su relación estrecha con el territorio al que alude su rótulo, sigue siendo muy escasa la investigación

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científica de esta especie y sus comportamientos, así como también aquella concerniente a sus hábitos reproductivos. Se trata, sin duda, de una deuda importante por saldar entre las comunidades de biólogos, entomólogos y ciudadanos del común, quienes, por desinformación, aún osan preguntar lo que debería ser obvio: “¿de verdad hay saltamontes en Bogotá?”.

Peculiaridades La mayoría de los acrídidos desarrolla alas al llegar a la edad adulta y puede volar. El saltamontes bogotano, por el contrario, carece de tal virtud. El hecho de que los Bogotacris cuenten con diversos colores constituye toda una singularidad dentro de los saltamontes, cuyos tonos típicos de cada especie usualmente no varían entre individuos de la misma edad. Aunque no hay datos estadísticos de disminución poblacional, es un hecho que los saltamontes bogotanos están extintos casi por completo de las regiones planas de la sabana. Aun así, sobreviven en los cerros, donde, gracias a su propiedad de ocupar espacios pequeños, es posible encontrar poblaciones abundantes. Sería interesante disponer de un mayor volumen de investigación alrededor de la dieta, crecimiento, hábitos reproductivos y demografía del saltamontes bogotano. Alrededor de Bogotá hay cuatro especies muy similares, todas del género Bogotacris. En griego ‘acris’, significa saltamontes.

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Características Especie endémica de la sabana de Bogotá y alrededores. Su presencia se limita, hasta donde se tiene conocimiento, a territorios cundinamarqueses. De la familia Acrididae, o de saltamontes de antenas cortas, a diferencia de muchos de sus semejantes no está en capacidad de volar. Identificación: cuerpo marrón con pintas laterales en los costados, que bien pueden ser amarillas, blancas o verdes, según el individuo. Comportamiento: gusta de tierras con poca vegetación, incluso pedregosas y áridas. Tamaño: 18-30 mm. Dieta: herbívora. Hábitos: diurnos. Re

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Amarilla de la sabana / Colias dimera Una de las mariposas más comunes de la ciudad. Es común verla volando en diversos vecindarios bogotanos, particularmente en prados con flores silvestres, tales como los separadores de la avenida El Dorado. También en zonas despejadas de los Cerros Orientales y en humedales. Identificación: aunque de lejos suelen parecer por completo amarillas, con algo más de detalle es fácil advertir el tono naranja de las alas delanteras, adornado por un reborde negro. Comportamiento: es

posible avistarla en días soleados. Resulta más común encontrárselas en temporadas secas. Hábitos: diurnos. Reproduc­ ción: crían sobre plantas de carretón (tréboles morados o blancos), especies introducidas en la ciudad desde Europa, pero a las que supo adaptarse. También utiliza los chochos o ‘lupinos’. Conser­ vación: han ido desapareciendo de las áreas urbanas de Bogotá debido a la reducción de potreros y a las podadoras de pasto. Aun así, son vistas con relativa frecuencia. Re

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Espejito del curubo Dione glycera

Pero cuando Mauricio Babilonia empezó a perseguirla, como un espectro que sólo ella identificaba en la multitud, comprendió que las mariposas amarillas tenían algo que ver con él. Libro: Cien años de soledad Autor: Gabriel García Márquez Es una diosa naranja y muy gentil de manchas simétricas y oscuras. Al menos eso declara su nombre Dione, que en griego significa ‘deidad’, y glycera, que al parecer alude a “la más amable” o “la más dulce”. Quizá tal dulzura, confirmada por la ciencia, tenga sustento en lo mucho que esta preciosa criatura ama el agridulce y bogotanísimo curubo. Así es: a las Dione glycera les sobran méritos para llevar pegada su identidad a la de esa planta tan capitalina, la misma que comparten con sus compañeros de hábitat, los colibríes picoespada, y cuya fruta, no sobra recalcarlo, constituye la base del sorbete, del esponjado, del helado y del muy cachaco dulce de curuba, entre otras delicias distritales. Lo de ‘espejito’ es mucho más que una fórmula poética. Bastará mirarlas a distancia razonable mientras descansan y será muy fácil distinguir esa tonalidad plateada que entre el naranja y el negro hace brillar la parte trasera de sus alas, como si en efecto fueran diminutos espejos dispuestos simétricos a ambos costados. Su vida entera, efímera, suele durar entre treintaiocho y setentaiún días, según las condiciones ambientales. Igual que los colibríes, cuya existencia orbita alrededor de las pasifloras, la Dione glycera ha entablado por disposición de la naturaleza un vínculo indisoluble con ellas. Al ser Bogotá tan abundante en ese tipo de flora, la presencia de las mariposas del curubo se

halla generosamente distribuida por toda la capital colombiana. Así, los espejitos del curubo se permiten residir a sus anchas en potreros, zonas urbanas o semiurbanas y jardines de los diversos vecindarios bogotanos, siempre que haya un buen número de curubos cerca. Las mariposas espejito son cautelosas a la hora de reservar la energía que van acumulando y suelen destinar lapsos de dos a tres horas hidratándose sobre fuentes de agua, tan sólo para regresar casi siempre a su consabido lugar de confort, a saber: los curubos. Como se ve, gran parte de los días de las mariposas de la curuba transcurren, de hecho, alrededor del curubo, por más que curubo y mariposa, para efectos del presente texto, ya suenen a redundancia. En cualquier caso, esta proximidad entre los curubos y las Dione glycera constituye una muestra ejemplar de los sólidos vínculos entre especies vivas, incluso pertenecientes a distintos reinos y con existencias tan disímiles. Ambos seres han sabido adecuarse el uno al otro durante milenios, para complementarse y así mantenerse vivos, adaptándose permanentemente, muy unidos, a un entorno cambiante llamado Bogotá. Quizá hayan proliferado en territorio bogotano para servir de metáfora elocuente y de verdadero espejo, y así enseñarnos acerca de lo mucho que entre todos los seres vivos nos necesitamos, si se trata de prevalecer. Nada, después de todo, es coincidencia en el mundo natural.

Peculiaridades A diferencia de muchas de sus semejantes, las orugas de mariposa espejito del curubo salen a alimentarse de día, sin mayor temor o prevención. Tal vez sea por la seguridad que les da el mal sabor que tienen sus cuerpos. Algunos colegios de Bogotá, como el cachaquísimo Gimnasio Moderno, han iniciado programas de cría y cuidado de las mariposas de la curuba, una estrategia pedagógica que pretende infundir en sus cultores amor, comprensión y conciencia de la protección de diversas especies de animales.

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En 2010 se llevó a cabo el rodaje de un documental al respecto, precisamente con el título de Espejito del curubo, inspirado en la interacción entre ambas especies, la animal y la vegetal, y la forma como han evolucionado a la par. Durante los estados de larva, dada su voracidad, las mariposas del curubo son consideradas una potencial plaga. Parte de los nutrientes obtenidos por los machos Dione glycera al abrevar son transferidos a las hembras durante la cópula.

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Características Mariposa vistosa debido a su tamaño y a su color naranja, contrastante con los matices plateados que expone en la cara inferior de las alas. Su presencia se extiende por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Chile y Argentina. Identificación: antenas largas; tono anaranjado, con patrones de manchas negras y tintes en el anverso de coloración similar a los de algún metal brillante, visibles sólo al observarla de cerca mientras reposa. Ambos sexos son idénticos. Comportamiento: solitario. De manera ocasional es posible ver a los machos en parejas o tríos, cerca de jardines, parques, fuentes de agua o chuscales. Abunda en mayor cantidad durante períodos menos húmedos. Tamaño: amplitud alar: 70-75 mm. Dieta: en edad larvaria, hojas de curubo; en la adulta, néctar de flores de diente de león, margaritas, espino garbanzo y mermelada. Hábitos: diurnos. Reproducción: los huevos son depositados sobre hojas de curubos y granadillas. Nombre común: mariposa de la curuba. Re

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Marranito de tierra Porcelio scaber

Depende del marrano. Fuente: proverbio popular colombiano Bastará voltear una piedra apropiada en un jardín de cualquier barrio para verlos cómo emergen, abundantes y desconcertados, acompañados de un ejército conformado por infinidad de seres, entre arañas, lombrices y demás criaturas pequeñas. Unos les dicen ‘cochinillas de la humedad’. Otros, más científicamente, ‘oniscídeos’. Pero Bogotá, a su muy ingeniosa manera, ha escogido denominarlos ‘marranitos de tierra’. Más allá de su nombre, y si bien no pareciera existir motivo razonable alguno para vincularlos con tales mamíferos, los Porcellio scaber son sin lugar a contradicciones parte esencial de una modalidad ecosistémica relevante, aunque un tanto escondida entre la superficie y el subsuelo de la capital colombiana. La justificación para que los marranitos hayan escogido ese tipo de territorios como residencias es doble. Primero, aunque son escasos de vista y utilizan las antenas como compensación a esa debilidad, la luz los perturba muchísimo; segundo, la necesidad de mantenerse próximos a superficies húmedas. Después de todo, el sistema respiratorio de estos seres sólo está capacitado para procesar los vapores que desde el suelo van elevándose. Los Porcellio scaber, una de las más de tres mil especies de oniscídeos de cuya existencia se conocen registros, han tenido por igual la admiración y el desprecio de innumerables habitantes de la capital colombiana desde tiempos inestimables. Si se trata de buscarles parentesco con alguna otra criatura, lo más sensato sería situarlos junto a los crustáceos, antes que junto a los insectos. De hecho, no hace falta ser experto

como para percibirlos como pequeños armadillos, como familia lejana de los cangrejos o como versiones minúsculas de algún ser prehistórico, más que como primos de las cucarachas. Pero hay otras singularidades, como aquella de ir mudando de piel a medida que crecen, durante varias oportunidades, antes de alcanzar su edad adulta. Así consiguen que su exoesqueleto aumente en tamaño y gane solidez. Durante tan complejo proceso, con el propósito de nutrirse, los oniscídeos ingieren los restos de dermis desechados por su cuerpo, para así aprovechar el calcio allí alojado, en una suerte de autocanibalismo. Es común, incluso, que, al hallarse algún marranito particularmente pequeño, débil y desvalido durante la fase de mudanza, sus congéneres más grandes también se lo devoren. Incluso en las más inimaginables superficies, los marranitos de tierra se comportan como estupendos escaladores. Pueden vivir hasta tres años. Se alimentan de plantas pequeñas y de materia orgánica, ambos descompuestos, de su propia piel, de otros marranitos, pero, sobre todo, de vegetales vivos. Por eso les resulta tan conveniente la cercanía de la humanidad, más aún si dicha humanidad dispone de jardines en derredor, sus habitáculos predilectos. También es común verlos buscar resguardo en solares y espacios interiores con suficiente nivel de humedad y de vegetación. Por su fecundidad, los Porcellio scaber se han hecho a unos enemigos acérrimos entre algunos cultivadores, quienes los consideran plaga. Una cosecha invadida por el número suficiente de marranitos de tierra puede desaparecer en pocos días. Minimizar las consecuencias de su voracidad mediante pesticidas y otras sustancias constituye para algunos agricultores una rutina cotidiana. Pero si bien una parte de la humanidad opta por castigarlos al darles trato de vecinos hostiles, otra más ha preferido incorporarlos a su ámbito familiar. Por cierto, en terrarios artificiales, los Porcellio scaber resultan muy provechosos para eliminar el sustrato.

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Para los interesados en tan particular modalidad de adopción a una colonia de marranitos doméstica, algunas instrucciones: los Porcellio scaber exigen espacios en penumbra. Generar un entorno artificial donde los marranitos de tierra puedan existir bajo las debidas condiciones implica la adquisición y adecuación de un recipiente plástico tipo tupperware bien perforado. Se puede crear un ambiente similar al que ellos naturalmente demandan, compuesto por tierra orgánica, sin fertilizantes ni proceso químico alguno que comprometa su pureza. Quienes saben, recomiendan emplear, además, humus de lombriz y fibra de coco. Es posible agregarle brotes de musgo, hojarascas recogidas al azar de parques y cortezas de árboles. Resulta conveniente variarles la dieta con alimentos especializados para peces, reptiles o anfibios y agregar dosis periódicas de calcio en polvo al espacio. De cualquier manera, y excentricidades o experimentos aparte, en su estado silvestre o en colonias domésticas, el marranito de tierra ha sido, es y seguirá siendo un vecino inesperado con quien, para la mayoría, no dejará nunca de ser grato convivir.

Peculiaridades Las hembras Porcellio scaber tienen una característica curiosa, pues cuentan con una ‘boca marsupial’ a la manera de un canguro, donde almacenan sus huevos. Pese a que muchos lo supongan próximo a las cucarachas o a los cucarrones, la distancia genética entre el marranito de tierra y ellos es considerable. Los Porcellio scaber tienen en algunos parásitos ínfimos sus grandes enemigos. Por ejemplo, el Acuaria spiralis, que les invade el cuerpo en una instancia intermedia de su metamorfosis, al ser ingerido por ellos a través de las heces de algún ave. La acción de carácter preventivo consistente en enroscarse, tan propia de otros oniscídeos distintos al

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marranito de tierra, es conocida como ‘conglobación’. Ello les ha traído a sus parientes de otros lugares ingeniosos remoquetes del tipo ‘bicho bolita’, ‘bicho píldora’ o ‘bicho munición’. Al aglomerarse unos sobre otros, los Porcellio scaber conforman un sistema altamente saludable para su vida, que reduce la fuga de vapores y evita deshidrataciones.

Características Criatura muy popular y común, originaria de Europa, aunque fácil de hallar en cualquier zona de Bogotá, siempre que esta cuente con las características indicadas, bastante simples. Son muy fértiles. Mientras que algunos la consideran plaga, otros la acogen como mascotas domésticas de terrario. Identificación: cuerpo dividido en tres partes, a saber: cefalotórax (compuesta, tal como el término lo indica, por cabeza y tórax); pereión (región torácica restante) y pleón (segmentos abdominales); siete pares de patas y 2 antenas. Machos oscuros; hembras algo más claras. Comportamiento: escogen como lugares de habitación espacios húmedos, jardines, bosques y materas. Se agrupan en colonias de tamaño considerable. Soportan muy poco la luz. Los isópodos o marranitos de tierra son los únicos crustáceos completamente terrestres que se conocen. Longitud: 18 mm. Dieta: plantas y animales muertos. Hábitos: nocturnos. Reproducción: las temporadas de puesta pueden durar entre 3 y 7 semanas. Una hembra está en capacidad de portar consigo de 7 a 200 huevos. Ambos padres son muy desentendidos de sus crías una vez nacen. En condiciones favorables las hembras pueden producir 2 camadas anuales. Sin mayores cuidados, una pareja está capacitada para procrear colonias inmensas. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: cochinilla de humedad, marranito. Re

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Polilla gigante negra Ascalapha odorata

Para variar estamos en guerra. Contra los zancudos porque nos hurtan los sueños. Contra las polillas porque juegan con la luz descrestando nuestro asombro. Poema: Guerra I Autor: Jaime Londoño Pocas especies animales frecuentes en entornos domésticos rivalizarían con las Ascalapha odorata como grandes menospreciadas. Y no precisamente por su condición de polillas, pues, contrario a otras más pequeñas, las chapolas negras no constituyen una amenaza para la ropa humana digna de ser ahuyentada con naftalina. Tradiciones compartidas por varios países las han cubierto de descrédito. En Colombia suelen apodarlas ‘brujas’. Ello por tratarse, al menos eso dicen, de hechiceras que como castigo a sus andanzas infames han sido condenadas a divagar por el aire convertidas en mariposas negras hasta la eternidad. También por sus costumbres nocturnas, tan inspiradoras para aquellas mentes dadas a buscarse pánicos donde no hay razones. ¿Quién no ha ahogado un clamor aterrorizado cuando de súbito aparece revoloteando una sombra oscura y pequeña que luego se adhiere, sigilosa, a la pared? ¿Qué humano no ha incurrido, acaso, en la equivocación de confundirla con un murciélago y de clavarle calificativos despectivos fruto del prejuicio? ¿Quién no ha solicitado alguna vez ayuda para expulsar alguna de su casa, escoba en mano, dados los pésimos agüeros que suscitan? Aunque su tocayo Ascálafo, hijo de Aqueronte, era para los griegos el demonio horticultor del inframundo, las chapolas negras no provienen de ‘más allá’ alguno, sino de una amplia zona, que se

extiende desde el sur de Canadá hasta Argentina. Tampoco son tan sombrías como solemos imaginarnos. Si bien buscan espacios oscuros, también profesan cierta atracción natural por la luz. De día prefieren reposar en árboles, mimetizadas y protegidas de la vista de depredadores. De noche salen a revolotear en busca de alimento y de pareja. Cuando se deciden a descansar, pueden permanecer quietas en un solo espacio durante lapsos hasta de setentaidós horas. A veces parecen muertas y en otras, de hecho, lo están. Sienten, además, una inclinación particular por refugiarse en techos interiores de viviendas humanas. En ocasiones se infiltran en las cocinas, atraídas por el aroma de frutas que comienzan a fermentarse y cuyos jugos acostumbran libar en abundancia y con inmenso deleite. Para comprobar su inofensividad, cabe añadir que los hábitos de las Ascalapha odorata no son ni siquiera carnívoros. Se trata de mariposas frágiles al tacto cuya mayor fuente energética procede de aquellos zumos rancios, de la savia de árboles o del néctar de las flores que exponen su esplendor en las heladas noches de la capital colombiana. Las polillas gigantes poseen una espiritrompa, especie de lengua muy larga puesta por la naturaleza en medio de sus ojos, que facilita el acceso a flores largas. Cuesta creerlo, pero las repercusiones del rechazo profesado por muchos miembros de la humanidad a las polillas gigantes exceden los alcances de lo anecdótico, hasta el grado de que su peor amenaza son las gentes asustadizas que arremeten contra su integridad, amenaza enfrentada por milenios por la Ascalapha odorata con mucha valentía. Debido a su posición en la Tierra y a los microclimas y alturas con que cuenta, Bogotá y su sabana alojan a un número apreciable de mariposas. Las polillas gigantes negras son unas muy peculiares, a quienes de seguro es posible y conveniente contemplar con otra mirada. Basta con apreciar bajo la debida luz aquellos patrones purpúreos, metálicos y tornasolados que saltan desde las alas de las hembras en forma

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Características

de destellos para agradecer a la vida el privilegio de tributarles respeto.

Peculiaridades En Bahamas y en Texas (Estados Unidos) las polillas gigantes son presagios de buenas cosas: en las islas, de venturas; en Texas, de un próximo premio de lotería. Alberto Medina López es el autor de una obra llamada En todas partes hay mariposas negras. Para ser más exactos, polillas gigantes sólo existen en América. Una estupenda novela basada en los días finales del poeta suicida José Asunción Silva, obra del antioqueño Fernando Vallejo, lleva el nombre de Almas en pena, chapolas negras, en alusión a las cuitas padecidas por el protagonista en el ocaso de su existencia y a las Ascalapha odorata como presagiadoras de desgracias. Los nombres de la polilla gigante en lengua náhuatl son considerablemente siniestros en su significado y de difícil pronunciación: mictlanpapalotl (mariposa del país de los difuntos), micpapalotl (mariposa de la muerte), miquipapalotl (mariposa de mala fortuna) y tetzahupapalotl (mariposa del terror). A pesar de su prominente tamaño, existen especies de mariposas nocturnas mucho más grandes que las Ascalapha odorata. Por ejemplo, algunas de la familia Saturniidae, que pueden alcanzar entre 25 y 30 cm de envergadura.

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Especie inofensiva, de tamaño prominente, distribuida a lo largo de toda América. Por siglos ha sobrevivido al rechazo y a las supersticiones de muchos humanos. Identificación: tonos cafés muy oscuros, mezclados con grises y negros; manchas ovales en las alas, con forma de 9 o semejantes a ojos, también con líneas o bandas; los dibujos y patrones cambian entre individuos. Las hembras pueden ostentar, además, coloraciones azules y rosadas; algo más claras que los machos, usualmente superiores en tamaño a ellas. Comportamiento: de día suelen descansar en lugares que faciliten su mimetismo. Su pico de actividad tiene lugar en las noches, tiempo que destinan a la búsqueda de pareja y de alimento. Tamaño: longitud: 12 -18 cm; envergadura: 20 cm; larvas: hasta 7 cm. Dieta: restos líquidos de frutos fermentados. En su periodo de orugas se alimentan de acacias y de otras plantas de la familia Fabaceae. Hábitos: nocturnos. Reproducción: ovípara; la hembra deposita huevos, de los que eclosionan orugas, las que a su vez se alimentan de leguminosas. Conservación: Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN: LC. Nombres comunes: bruja, bruja negra, chapola negra, mariposa de la lotería, mariposa de la muerte, mariposa negra, mariposa ratón viejo, murciélago del dinero, polilla bruja, polilla de la muerte, polilla gigante. Re

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Índice de especies: A

198. Actitis macularius / Andarríos maculado 164. Agesander ruficornis / Saltamontes andino 93. Aglaeactis cupripennis / Colibrí paramuno cobrizo 75. Ampelion rubrocristatus / Cotinga crestada 55. Anadia bogotensis / Lagartija anadia de Bogotá 148. Anas andium / Pato andino 150. Anisognathus igniventris / Clarinero 73. Anolis heterodermus / Camaleón andino 58. Anoura geoffroyi / Murciélago sin cola de Geoffroy 35. Anthus bogotensis / Bisbita bogotana 204. Ardea alba / Garza real 92. Arremon assimilis / Saltón cabecilistado 377. Ascalapha odorata / Polilla gigante negra 299. Asio clamator / Búho rayado 269. Asio flammeus bogotensis / Búho orejicorto bogotano 304. Asio stygius / Búho orejudo 94. Asthenes flammulata / Canastero flamulado 96. Asthenes fuliginosa / Chamicero andino 95. Atlapetes pallidinucha / Gorrión de bosque 97. Atlapetes schistaceus / Gorrión matorralero 207. Atractus crassicaudatus / Culebra tierrera

B

363. Bogotacris sp. / Saltamontes bogotano 36. Bolitoglossa adspersa / Salamandra de Chingaza 99. Bombus atratus / Abejorro negro 91. Bombus rubicundus / Abejorro de páramo 244. Bubulcus ibis / Garza del ganado 282. Buteo platypterus / Águila cuaresmera 101. Buthraupis montana / Azulejo real 213. Butorides striata / Garza rayada

C

283. Cardellina canadensis / Reinita canadiense 102. Catamblyrhynchus diadema / Gorra de felpa 104. Catamenia analis / Semillero colifajeado 103. Catamenia homochroa / Semillero paramero 105. Catamenia inornata / Semillero andino

38. Catharus fuscescens / Zorzal 211. Cavia anolaimae / Curí 246. Centrolene buckleyi / Rana de cristal andina 79. Cerdocyon thous / Zorro perruno 214. Chaetocercus mulsant / Rumbito buchiblanco 85. Chalcostigma heteropogon / Colibrí picoespina 106. Chordeiles minor / Gallina ciega 217. Chrysomus icterocephalus bogotensis / Monjita 107. Cinclodes albidiventris / Gorrión pizarra 111. Cinnycerthia unirufa / Cucarachero rufo 77. Cistothorus apolinari / Cucarachero de Apolinar 108. Cistothorus platensis / Cucarachero sabanero 337. Clavipalpus ursinus / Cucarrón mayito 284. Coccyzus americanus / Cuclillo piquiamarillo 110. Coeligena bonapartei / Colibrí tomineja 37. Coeligena helianthea / Colibrí inca ventrivioleta 151. Colaptes rivolii / Carpintero carmesí 367. Colias dimera / Amarilla de la sabana 353. Colibri coruscans / Colibrí chillón 319. Colibri thalassinus / Colibrí verdemar 323. Columbina talpacoti / Tortolita 32. Conepatus semistriatus / Zorrillo 114. Conirostrum rufum / Conirrostro rufo 281. Contopus cooperi / Pibí boreal 109. Contopus fumigatus / Pibí ahumado 285. Contopus virens / Pibí oriental 301. Coragyps atratus / Chulo 215. Crotophaga ani / Garrapatero piquiliso 56. Cryptotis thomasi / Musaraña de Thomas 34. Cuniculus taczanowskii / Borugo de montaña

D

221. Dendropsophus molitor / Rana andina 112. Didelphis pernigra / Chucha 348. Diglossa albilatera / Pinchaflor de costado blanco 305. Diglossa cyanea / Pinchaflor enmascarado 295. Diglossa sittoides / Pinchaflor pechicanelo 369. Dione glycera / Espejito del curubo 333. Diptera: Syrphidae / Mosca de las flores 113. Dubusia taeniata / Cachaquito montañero

E

185. Egretta caerulea / Garza azul 216. Egretta thula / Garza nieve 306. Elaenia flavogaster / Elaenia copetona

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J L

307. Elaenia frantzii / Elaenia montañera 225. Elanus leucurus / Gavilán bailarín 272. Empidonax alnorum / Atrapamoscas alisero 273. Enchisthenes hartii / Murciélago frugívoro achocolatado 117. Ensifera ensifera / Colibrí picoespada 277. Eremophila alpestris peregrina / Alondra cornuda 255. Eremophilus mutissi / Capitán de la sabana 90. Eriocnemis cupreoventris / Colibrí pomponero ventricobrizo 152. Eriocnemis vestita / Colibrí pomponero reluciente 119. Erythrolamprus epinephelus bimaculatus / Culebra sabanera 57. Espadarana andina / Rana de cristal gigante de los Andes

184. Jacana jacana / Polla de agua

128. Lafresnaya lafresnayi / Colibrí aterciopelado 247. Lasiophila circe / Sátiro ardiente 42. Lasiurus blossevillii / Murciélago rojo del desierto 47. Leopardus tigrinus / Tigrillo lanudo 129. Leptasthenura andicola / Coludito andino 329. Leptophobia aripa aripa / Mariposa blanca de la col 155. Lesbia nuna / Cometa coliverde 130. Lesbia victoriae / Cometa colinegro 186. Leucophaeus atricilla / Gaviota reidora 165. Lymanopoda samius / Azul del chusque

F

M

40. Falco columbarius / Esmerejón 274. Falco peregrinus / Halcón peregrino 228. Falco sparverius / Cernícalo 324. Forpus conspicillatus / Cascabelitos 243. Fulica americana / Tingua pico amarillo

G

178. Gallinago nobilis / Caica de páramo 229. Gallinula galeata / Tingua pico rojo 120. Geospizopsis unicolor / Gorrión paramuno 153. Geranoaetus melanoleucus / Águila real de páramo 121. Glaucidium jardinii / Mochuelo andino 122. Grallaria quitensis / Tororoí leonado 123. Grallaria ruficapilla / Tororoí comprapán 124. Grallaria squamigera / Tororoí ondeado 179. Grundulus bogotensis / Guapucha

H

125. Heliangelus amethysticollis / Colibrí gorgiamatista 126. Hellmayrea gularis / Colaespina cejiblanca 328. Hemiargus hanno bogotana / Pequeña azul 154. Henicorhina leucophrys / Cucarachero pechigrís 248. Hyloscirtus bogotensis / Rana de quebrada 63. Hyloxalus subpunctatus / Rana dardo andina

I

166. Ichneumonidae / Avispa 309. Icterus chrysater / Toche 127. Icterus galbula / Oropéndola de Baltimore 180. Ixobrychus exilis bogotensis / Garcita dorada

131. Margarornis squamiger / Trepatronco perlado 33. Mazama rufina / Venado soche 156. Mecocerculus leucophrys / Tiranuelo gorjiblanco 308. Megascops choliba / Currucutú 311. Melanerpes rubricapillus / Carpintero nuquirrojo 251. Mesamphiagrion laterale / Caballito del diablo 310. Metallura tyrianthina / Colibrí de metal 312. Mimus gilvus / Sinsonte 230. Mniotilta varia / Reinita trepadora 357. Molothrus bonariensis / Chamón 86. Muscisaxicola alpinus / Dormilona gris 39. Muscisaxicola maculirostris / Dormilona piquipinta 132. Mustela frenata / Comadreja andina 133. Myiarchus crinitus / Copetón viajero 134. Myioborus ornatus / Candelita frentidorada 275. Myiodynastes luteiventris / Atrapamoscas sulfurado 135. Myiotheretes striaticollis / Atrapamoscas paramuno 320. Myiozetetes cayanensis / Atrapamoscas alicastaño

N

83. Nasuella olivacea / Cusumbo andino 330. Nathalis plauta / Mariposa azufrada 249. Neostrengeria macropa / Cangrejo sabanero 137. Notosciurus granatensis / Ardilla de cola roja 231. Nycticorax nycticorax / Guaco

O

157. Ochthoeca diadema / Pitajo pechiamarillo 138. Ochthoeca fumicolor / Pitajo ahumado

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158. Ochthoeca rufipectoralis / Pitajo pechirrojo 61. Odocoileus goudotii / Venado de cola blanca 349. Orochelidon murina / Golondrina plomiza 88. Oxypogon guerinii / Barbudito paramuno 232. Oxyura jamaicensis andina / Pato turrio

P

199. Pandion haliaetus / Águila pescadora 331. Papilio polyxenes americus / Mariposa cola de golondrina negra 188. Parkesia noveboracensis / Reinita acuática norteña 233. Patagioenas fasciata / Paloma collareja 161. Penelope montagnii / Pava andina 41. Petrochelidon pyrrhonota / Golondrina risquera 286. Pheucticus aureoventris / Bababuy 288. Pheucticus ludovicianus / Degollado 197. Phimosus infuscatus / Coquito 71. Phyllomyias nigrocapillus / Atrapamoscas gorrinegro 234. Picoides fumigatus / Carpintero pardo 87. Pipraeidea melanonota / Tangara enmascarada 287. Piranga olivacea / Piranga alinegra 291. Piranga rubra / Piranga roja 321. Pitangus sulphuratus / Bichofué 235. Podilymbus podiceps / Zambullidor piquipintado 373. Porcellio scaber / Marranito de tierra 200. Porphyrio martinica / Tingua azul 181. Porphyriops melanops bogotensis / Tingua moteada 187. Porzana carolina / Polluela norteña 191. Pristimantis bogotensis / Rana de lluvia 49. Pristimantis elegans / Rana de lluvia 182. Pseudocolopteryx acutipennis / Doradito lagunero 159. Pterophanes cyanopterus / Colibrí aliazul 43. Puma concolor / Puma 236. Pygochelidon cyanoleuca / Golondrina azul y blanca 313. Pyrocephalus rubinus / Atrapamoscas pechirrojo 139. Pyrrhomyias cinnamomeus / Atrapamoscas canelo

Q R

327. Quiscalus lugubris / Tordo llanero

195. Rallus semiplumbeus / Tingua bogotana 314. Ramphocelus dimidiatus / Pico de plata 89. Ramphomicron microrhynchum / Colibrí picoespina purpúreo 335. Rhionaeschna marchali / Libélula emperador 141. Riama striata / Lagartija lisa rayada 315. Rupornis magnirostris / Gavilán pollero

S

237. Sayornis nigricans / Atrapamoscas cuidapuentes 140. Scytalopus griseicollis / Tapaculo andino 238. Serpophaga cinerea / Atrapamoscas guardarríos 294. Setophaga fusca / Reinita de fuego 296. Setophaga ruticilla / Candelita norteña 354. Sicalis flaveola / Canario del llano 142. Sicalis luteola / Canario sabanero 239. Spatula discors / Pato canadiense 240. Spinus psaltria / Chisga 136. Sporathraupis cyanocephala / Tangara cabeciazul 242. Sporophila luctuosa / Espiguero andino 143. Stenocercus trachycephalus / Lagarto collarejo 280. Stilpnia vitriolina / Tangara matorralera 144. Streptoprocne zonaris / Vencejo de collar 298. Sturnella magna / Chirlobirlo 65. Sturnira bogotensis / Murciélago de hombreras 69. Sylvilagus andinus / Conejo andino 145. Synallaxis subpudica / Chamicero cundiboyacense 350. Systellura longirostris / Guardacaminos andino

T

183. Tachybaptus dominicus / Zambullidor chico 316. Tadarida brasiliensis / Murciélago cola de ratón 146. Tangara vassorii / Tangara azul y negra 334. Tatochila xanthodice xanthodice / Mariposa lechera 147. Thlypopsis superciliaris / Hemispingo cejudo 325. Thraupis episcopus / Azulejo 317. Thraupis palmarum / Tangara palmera 202. Tringa flavipes / Chorlito de patas amarillas 201. Tringa melanoleuca / Chorlito mayor 351. Troglodytes aedon / Cucarachero común 149. Trogon personatus / Trogon 355. Turdus fuscater / Mirla patinaranja 318. Turdus ignobilis / Mirla ollera 326. Tyrannus melancholicus / Sirirí 203. Tyrannus savana / Tijereta 297. Tyrannus tyrannus / Sirirí migratorio 241. Tyto alba / Lechuza de campanario

V

245. Vanellus chilensis / Alcaraván 332. Vanessa carye / Mariposa de la tarde 322. Vireo olivaceus / Vireo ojirrojo

Z

352. Zenaida auriculata / Torcaza 359. Zonotrichia capensis / Copetón


Crónicas visuales de la fauna silvestre en Bogotá Concurso de fotografía*

Dentro de la estrategia de Transformación Cultural Bogotá Vive Natural, el concurso Crónicas visuales de la fauna silvestre se desarrolló como posibilidad de reconocer y valorar las especies animales silvestres presentes en Bogotá. El concurso fue el escenario que permitió explorar los hábitats naturales y establecer diálogos que fortalecen la relación de la ciudadanía con el medio natural. La respuesta de esta es evidente en las más de 6.100 fotos registradas en el concurso. Las interacciones en la página www.bogotavivenatural.gov.co también se cuentan por miles y los fotógrafos que concursaron son más de 800. Bogotá es una ciudad que se interesa por conocer, querer y cuidar su fauna silvestre. Un jurado integrado por tres expertos en fotografía y biología seleccionó 21 fotografías ganadoras, tres en cada uno de los entornos propuestos (el barrio, los parques, los ríos y quebradas, los humedales, los cerros y páramos y en el Jardín Botánico) a estas se suma una fotografía escogida por medio de votos de la ciudadanía en la página web. Llama la atención el interés ciudadano evidente por habitar los entornos naturales, recorrer los senderos ecológicos y proteger las diversas formas de vida presentes en la ciudad.

* La escritura original de los textos que soportan esta sección y las imágenes a continuación no han sido alteradas ni editadas.

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1. Cuida la fauna, Cicallidae Agroparque Soche, Usme, 29 de marzo de 2018. Sólo lo ves cuando te concentras mucho, y después te das cuenta de que hay muchos a tu alrededor. Al mirar con atención, podemos encontrar muchos tesoros escondidos. Foto y texto: Sandra Lucía Valencia 2. Una Bogotá capital silvestre Una oruga matarredondense avanza lentamente por la rama de un pajonal en el páramo de Sumapaz. Como es muy temprano en la madrugada, aún tiene adheridas a su cuerpo decenas de gotas de rocío que parecieran ojos vigilando el entorno. Páramo de Sumapaz, 2016. Foto y texto: César David Martínez 3. Redescubrir el territorio, Agesander ruficornis Cerro Norte, localidad de Usaquén, 1 de octubre. Caminábamos por el cerro norte en un día de sol. Éramos muchos recorriendo los cerros orientales y encontrándonos como los abuelos por los caminos rurales. Allí el verde intenso de las plantas capturó mi iris y, como si un salto de energía se posara intuitivamente en mi ser, redescubrí una chapulina. Ella traía en su mirada un mensaje: “sí que somos muchos y muy diversos los que cohabitamos Bogotá”. Redescubrir nuestro territorio y reconocer que en cada rincón de la ciudad existen seres vivos que hacen de ella un ecosistema sostenible nos permite respetarnos y disfrutar la linda ciudad en la que vivimos. Bogotá se puede redescubrir cada instante en el que abres la llave del grifo de tu casa y bebes esa sabrosa agua guardada por las montañas orientales. Foto y texto: Angie Julieth Rodríguez 4. Bogotá natural, Tremarctos ornatus Páramo de Chingaza, 1 de diciembre de 2017. Es un regalo de la montaña poder encontrar al oso de anteojos, el guardián de los páramos, los bosques y el agua. Luego de varias horas de estar en su búsqueda, finalmente lo encontramos, sobre una piedra tomando una siesta. En la imagen se ve al oso justo después de despertar y, al ver su rostro tan sereno, me pregunto qué estará pensando. Sea lo que sea, tiene una expresión de calma y esperanza. Los bogotanos le debemos mucho a este animal, por lo cual debemos luchar por la conservación y protección de sus ecosistemas. Foto y texto: Carolina Hortúa

5. Colibrí sobre rama de flores amarillas, Chaetocercus mulsant Jardín Botánico, 7 de junio de 2015. El Jardín Botánico es uno de mis lugares preferidos de Bogotá: es amigable con sus visitantes, así como sus funcionarios. El lugar es muy bello. En un recorrido avisté esta hermosa ave, la cual no esperaba encontrar en aquel lugar. Cultura Ciudadana: Espacios como el Jardín Botánico son lugares de mucha importancia y necesarios en cada ciudad. Me da mucha alegría saber que existen lugares como estos. Foto y texto: José Felipe Abreo 6. Vida en la ciudad, Zonotrichia capensis Jardín Botánico, mayo de 2018. Copetón cachaco de postura elegante. Foto y texto: Norma Liliam Rodríguez 7. Con alas de libertad, Colibri coruscans Jardín Botánico de Bogotá, 31 de mayo de 2018. El agua, como fuente eterna que nace en nuestros páramos, nos ofrece vida, energía y esperanza y nos acobija, tanto a nosotros como a todas las especies que convivimos en la ciudad. Foto y texto: María Paulina de la Paz Becerra 8. Belleza escondida, Phimosus infuscatus Humedal La Florida. Sereno y cómodo, por la tranquilidad del lugar, posado en una pequeña isla del espejo de agua, posando a la cámara y observando desde lo alto, se puede contemplar con felicidad esta ave. Foto y texto: Sonia Carolina Camelo 9. Fauna, vida y belleza natural, Asio flammeus Humedal de Córdoba, localidad de Suba, 24 de marzo de 2018. Pequeños búhos con ganas de aprender a volar. Una especie mágica que vive entre nosotros. Foto y texto: Edwin Hernán Pérez 10. Sin título, Atractus crassicaudatus Colina Campestre, 15 de abril de 2018. Desde que tengo memoria, en el parque de mi barrio, junto al caño que lo atraviesa y bajo unas pequeñas lozas de cemento, se encuentran numerosas serpientes de este tipo. Cada cierto tiempo, de una loza o una grieta en el andén sale alguna intrépida y se arrastra entre las matas. Estas serpien-


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tes no representan ningún peligro para el ser humano. Si la ves, ¡déjala seguir su camino! Foto y texto: Juan David Zapata 11. Descubrir la belleza oculta en las formas y colores de los insectos que viven a nuestro alrededor, Compsus sp. Barrio El Chicó, 9 de abril de 2018. En los barrios es usual encontrar que las personas adornan las fachadas de sus casas con hermosos jardines. Lo que no sospechan es que en ellos habitan seres diminutos de gran valor para el ecosistema, dotados de fascinantes formas y colores. Foto y texto: Diego Alexander Rodríguez 12. Días de esperanza, Syrphidae Humedal Santa María del Lago, abril y mayo de 2018. En una serie de fotogr­­­­­afías, se enaltece la belleza y diversidad con que contamos en nuestra ciudad y a la que todos deben valorar, para que haya un mañana con esperanza. Foto y texto: Yon Fabio Navarro 13. Insectos de Bogotá, Membracidae Cerros orientales, 18 de enero de 2018. Membrácido encontrado en la vegetación del Instituto Humboldt, sede Venado de Oro. Foto y texto: Francisco Antonio Arango 14. Riqueza invertebrada Los humedales se caracterizan por ser ecosistemas intermedios entre el agua y la tierra que nos brindan una gran diversidad de fauna y flora dentro de la ciudad. En Bogotá, dentro del humedal de La Conejera, podemos encontrar un sinfín de hermosas especies, que muy rara vez podríamos ver en nuestra cotidianidad. Foto y texto: Alejandra Muñoz 15. Buscando la fauna bogotana, Bombus rubicundus 2 de octubre de 2017. Cuando uno asciende por un buen tiempo a los cerros de Bogotá, se encuentra con principios de un páramo, pues la vegetación empieza a cambiar y aparecen los característicos frailejones. Recuerdo que me senté a descansar un rato al lado de un frailejón, que ya tenía las flores secas. De repente llegó un abejorro grande. Era muy grande y empezó a dar vueltas por ahí. Se detuvo por un momento en una de las flores, pero, al darse cuenta de que no había mucho polen en ella, voló rápidamente. Con esa misma rapidez lo-

gré fotografiarlo. Canon EOS 70D Lente Canon 18-135mm. Foto y texto: María Andrea Parra 16. Bogotá vive, Chrysomelidae Quebrada La Vieja, uno de mis lugares favoritos en la ciudad para escapar a tomar fotos, julio de 2014. Un hermoso y trabajador escarabajo, en un activo momento de su día a día, es una imagen equilibrada, llena de textura y color que resalta la hermosa forma de este pequeño, pero interesante animal, que convive tan cerca de nosotros y que no muchos notamos. Foto y texto: Rodrigo Iván Rojas 17. Bogotá vive natural, Dendropsophus labialis Cerros orientales, Bogotá, 26 de marzo 2015. Nuestros cerros orientales, hogar de la rana andina (Dendropsophus molitor) y reserva del agua que toma Bogotá. Foto y texto: Giovanni Alberto Chaves 18. Sin título En estas fotografías deseé documentar las especies en su hábitat natural, en su día a día. No son solo insectos, pues cumplen un proceso eterno, un trabajo constante que nos benefician a todos, al ayudar a mantener un orden natural, desde los más pequeños hasta los más grandes, cumpliendo sus propósitos a lo largo de la vida. Foto y texto: Camilo Esteban Gómez 19. Ellos también son rolos, Asio flammeus Parque Zona Franca, 23 de abril de 2018. Controladores biológicos en la Sabana: búho campestre. Foto y texto: Jonathan Andrés Delgado 20. El lugar y momento fauna-humano, Sarcophagidae Bosa occidental, 14 de mayo 2018. La mosca, como ayudante de la polinización, se posó en una planta de ruda y se encontró que ya estaba marchita. Foto y texto: Humberto Puligo 21. Bogotá biodiversa, Anolis heterodermus Cercanías de la quebrada La Vieja, 24 de agosto de 2014. A este lagarto andino se le compara con el camaleón por sus hábitos pasivos y modo de acecho. Se observa un notable aumento en Bogotá de personas y grupos amantes de la naturaleza y de un modo de vida saludable, que visitan los cerros, sus senderos y quebradas, por lo


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que es también importante promover una cultura de buen comportamiento de cuidado y conservación de estos ecosistemas. Foto y texto: Fernando Torres 22. Ciudad y plumas, Penelope montagnii Pava andina en la quebrada La Vieja. Un habitante del bosque de niebla que deambulaba por la quebrada La Vieja fue sin duda un protagonista. Esta pava, tan tranquila y de una belleza notable, permitió que le fueran tomadas muchas fotos antes de desaparecer entre los matorrales de la quebrada. Es extraño ver estos animales tan cerca de la urbe: me hace pesar que se ven obligadas a acercarse más de lo normal para conseguir alimento. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos proteger su hábitat y mantener su delicado equilibrio, puesto que, al verse desplazadas hacia las urbes, las especies pueden correr más riesgos y es deber de todos tomar conciencia al respecto, para preservar nuestro patrimonio natural y así poder perpetuarlo. Foto y texto: Salomón Gustavo Eugenio Mosquera


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Pristimantis nervicus 398


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Índice de fotógrafos

Andrés Felipe Rodríguez: 205 Andrés Mauricio Cortés: 33 Carmelo López Abad: 80-81 César Chillón: 87, 107, 194, 271 César David Martínez: 2-3, 4-5, 6-7, 12, 22-23, 34, 43, 44-45, 46 (1), 58, 64, 67, 79, 86, 91, 98, 139, 141, 143, 160, 167, 168169, 173, 179, 180, 189, 190, 193, 209, 220, 223 (1), 235, 247, 249, 254, 257 (1), 257 (2), 258-259, 263, 294, 298, 299, 300 (1), 300 (2), 304, 332, 334, 335, 336, 339 (1), 339 (2), 340-341, 345, 349, 365, 367, 371, 372, 375, 376, 379 (1), 379 (2), 398-399 Christian Gaviria: 350 Daira Ximena Villagran: 316 Darwin Ortega: 187 Diego Emerson Torres: 90, 110, 137, 145 Fabián Rodrigo Velandia Herrera: 56 Fernando Castro: 178 Fredy Montero: 165, 330 Gerson Peñuela: 306 Giselle Mangini: 39 Iván Lau: 89, 323 Jhon Manrique: 97 Jim Cummins: 40 Juan Camilo Ríos: 57, 241 Juan Carlos Noreña: 94, 106, 113, 158, 182, 183, 231, 233, 236, 281, 285, 317, 329, 331, 348 Juan Diego Castillo: 88, 95, 102, 115, 116 (1), 122, 148, 152, 163 Juan Ignacio Giraldo: 124 Justo De Gaula: 153 Kevin Molano: 50-51, 60, 353 Mateo Hernández Schmidt: 250 Miller Humberto Castañeda: 63, 248 Murray Cooper: 82 Oswaldo Cortés: 85, 121

Paola María Sánchez Gómez: 42, 52, 59, 68, 76, 104, 105, 114, 120, 130, 134, 140, 150, 155, 156, 181, 197, 198, 202, 204, 206, 210, 215, 217, 227 (1), 228, 229, 232, 239, 240, 243, 244, 253, 273, 276, 279 (1), 282, 290, 297, 312, 314, 321, 322, 324, 325, 326, 327, 351, 355, 356, 357, 358, 361, 368 Pedro Camargo: 37, 109 ProCAT - José F. González Maya: 46 (2) Raúl Guáqueta: 142 Rudy Gelis: 35 Santiago F. Burneo: 112 Santiago Monroy: 119 Santiago Rosado Hidalgo: 41, 224, 227 (2), 268, 274 Sebastián Ballesteros Caro: 32, 38, 71, 75, 92, 93, 96, 101, 103, 108, 111, 116 (2), 123, 125, 126, 127, 128, 129, 131, 132, 133, 135, 136, 138, 144, 146, 147, 149, 151, 154, 157, 159, 184, 185, 186, 188, 199, 200, 201, 203, 213, 214, 216, 218-219, 230, 234, 237, 238, 242, 245, 272, 280, 283, 284, 286, 287, 288, 289, 293, 295, 296, 303, 305, 307, 309, 310, 311, 313, 315, 318, 319, 320, 352, 354 Sebastián Di Domenico: 36, 49, 55, 72, 223 (2), 308 William Rincón: 164, 166, 328, 333, 362 Wilmer Quiceno: 275 Yeny Rocío López Perilla: 246



Bogotá Vive Natural

Acueducto de Bogotá


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