Historia de las Hermandades y Cofradías de Lora del Río

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HISTORIA DE LAS HERMANDADES Y COFRADIAS DE LORA DEL RIO PROLOGO

Jesús Miguel Palo mero Páramo EDITAN Agrupación Cultural "Amigos de Lora"

Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Lora del Río.

Con la colaboración de la Obra Cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla


C.IF

G-411948'O

HISTORIA DE LAS HERMANDADES Y COFRADIAS DE LORA DEL RIO

PROLOGO

Jesテコs Miguel Palomero Pテ。ramo BIBLIOTECA DE TEMAS LOREテ前S LORA DEL RIO 1989


RESERV ADOS LOS DERECHOS Las noticias, asertos y opiniones contenidas en este trabajo son de la exclusiva responsabilidad de su autor. La Agrupación Cultural "Amigos de Lora" y la Delegación de la Concejalía de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Lora del Río, junto con la institución que ha colaborado en la presente edición, sólo responden del interés científico de la publicación.

NOVIEMBRE

- 1989

Dibujos: Manuel Nuño Heredia Fotografías: Angel García- Villaraco Gómez (Portada) y Fernando Quiles García (Páginas 45, 53, 70, 83,85, 89, 95, 109 Y 113). También de las colecciones del Consejo de Cofradías de Lora (51), de doña Luisa Cepeda Carmona (68) y de don Rafael Morales de las Heras (57) Fotocomposición,

fotomecánica e impresión: Imprenta SAND.

Depósito Legal: SE - 50 - 1990 ISBN: 84 - 404 - 6.055 - 4

Impreso en España

Printed in Spain

Imprenta SAND - 439 35 58 - CAMAS (Sevilla)

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En 1677, uno de los más influyentes historiadores de la cultura sevillana, el analista don Diego Ortiz de Zúñiga, calificaba a las cofradías de sangre hispalenses como "grandezas" de la ciudad. Desde su atalaya barroca, Zúñiga había trazado con nostalgia el pasado glorioso de la "Sevilla americana" y, al percibir ya en su tiempo la decadencia que asfixiaba a la ciudad, encontraba en las cofradías penitenciales de sangre, pero también en las de luz, uno de los escasos soportes donde apoyar el narcisismo que, aún en los largos períodos de crisis, todo sevillano lleva dentro. De ahí que invitara a propios y a extraños a contemplar las estaciones que frecuenta la religiosidad hispalense y los cultos que realizaban, "pues sólo la vista puede explicar en modo superior a todo lo mostrable en palabras". Tres siglos después, Sevilla sigue siendo una "Ciudad-Cofradía" y la urbe contemporánea más sacralizada de España, según se percibe en su mobiliario callejero y en los días de su Semana Santa. Llegados a este punto, cabria preguntarse, si en el resto de las villas y pueblos andaluces que constelaban en el Antiguo Régimen el Reino Hispalense y su Arzobispado, incluidas aquellas poblaciones que, como Lora del Río, dependía politica y religiosamente de la Orden de San Juan de Jerusalen, gozaban también las cofradías del mismo prestigio y popularidad que admite Zúñiga con respecto a Sevilla. La segunda pregunta que conviene formularse es si las pautas sevillanas imprimieron carácter, y las hermandades y cofradías fundadas en las márgenes del Guadalquivir se conforman a imagen y semejanza de las metropolitanas. Don Luis Javier Cava Cepeda y don Fernando Quiles Garcia responden afirmativamente a este doble interrogante en las páginas que siguen al demostrar de manera documental cómo el modelo sevillano se extiende e impone en las Hermandades de Lora del Río, regulando el articulado de sus reglas estatutarias, la composición y el orden del cortejo, el itinerario procesional, la indumentaria de los nazarenos y hasta inspirando las fórmulas artísticas de la imaginería devocional. A continuación, los autores confeccionan la nómina de las distintas Hermandades y Cofradías que han existido y existen en Lora. Como base para realizar este estudio han utilizado dos fuentes: el copioso material inédito procedente de las ricas secciones de "Justicia" y "Hermandades", depositadas en el Archivo del Palacio Arzobispal de Sevilla, y la inapreciable información que suministran las actas capitulares, del Archivo Municipal loreño. Manejando adecuadamente esta documentación han perfilado, con objetividad y desapasionamiento, las luces y sombras seculares que cada una de estas corporaciones han tenido desde que se )'

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Dada la importancia emblemática que tiene para Lora la Virgen de Setefilla, no puedo silenciar en este prólogo la inequívoca relación formal que tuvo el "atrio" y la "capilla abierta" construidos delante de su primitiva ermita, con la arquitectura misional desplegada en el siglo XVI por los frailes en América para realizar la conquista espiritual de las Indias. En la visita pastoral girada a la antigua ermita de Setefilla en 1568, el informante declara: "Por la parte de fuera de la dicha yglesia, por anbos lados, y por la delantera de la puerta donde está la canpana, está cercada de unos portales con unos arcos de ladrillo, y en el pórtico questá junto e yncorporado con la dicha casa del santero, está hecho un altar de ladrillo donde se dize mysa las fiestas principales, y encima del dicho altar, en la pares, está de pincel pintado el mysterio de la Encarnacián de Nuestro Sennor Jesucrito, y el suelo del dicho portal está ladrillado, y a la redonda del dicho altar están hechos unos poyos de ladrillo para asiento". Durante las grandes celebraciones, el clero de Setefilla acudió, pues, a la misma solución que utilizaron los misioneros en América para que las grandes masas de indígenas, que no cabían en el interior de los templos, pudieran escuchar la misa al aire libre: una capilla abierta, encarada al atrio. Mifelicitación debe de ser doble. En primer lugar a los autores, que con esta contribución bibliográfica aportan un jalón más al conocimiento de la fecunda religiosidad popular andaluza. Pero también quiero extender este apartado gratulatorio a la Agrupación Cultural "Amigos de Lora" y a la Concejalía de Cultura de su Ayuntamiento, que ha corrido con la edición de la obra, tanto más cuando trabajos como este ayudan a conocer y divulgar la riqueza artística y el patrimonio inmaterial de un pueblo que, al comenzar su inicial por la letra "L" se viá privado de figurar en el ejemplar y modélico Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla, elaborado alfabéticamente y paralizado, en 1955, en la letra "H". Jesús Miguel Palomero Páramo Universidad de Sevilla

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Con los términos cofradía y confraternidad, lo mismo que el de hermandad, derivados del latín confrater, en sentido amplio se define la "congregación de algunas personas que viven como hermanos con leyes particulares para ejercitarse en cierto ministerio" (1). Muchas han sido las asociaciones que han existido desde la Antigüedad con este contenido y que atendían a estos nombres. Para la iglesia católica la cofradía es "una congregación, asociación o reunión de personas, que con leyes o estatutos particulares autorizados competentemente, mirándose y tratándose como hermanos, tienen por objeto el ejercicio de actos piadosos para mayor culto de Dios, de la Santísima Virgen y de los Santos, y el aprovechamiento espiritual de los fieles" (2). He aquí las coordenadas sobre las que se desarrolla la historia de las mismas. Las HERMANDADES se ocupan de la promoción de la piedad y devoción a las imágenes (MOTIV ACION ICONOFILICA), a través de diversas vías, con abundates muestras de culto externo (pROCESION).

MOTIV ACION ICONOFILICA Por este término entendemos la simpatía o inclinación hacia las imágenes, móvil que es connatural a los seres humanos. Desde la infancia de la historia del hombre hay atisbos de ello: quedan restos de lo que serían muestras de actividades vinculables a cultos idolátricos en extremo arcáicas, así son abundantes las figurillas de pizarra del Calcolítico que, en virtud de las formas adquiridas y los usos dados, se denominan ídolos placas. Con sus rasgos tan sumarios parecen ser representaciones solares. En la raíz de todo ello está la realización de un proceso de humanización de la divinidad que tal vez pudiera ser un hecho consumado y confirmado por la existencia de estas rudimentarias formas (4). De todos modos tal vez sea atrevido especular sobre la verificación de este extremo en época tan temprana. Un hito importante en el proceso formativo de estas actitudes tuvo lugar en el sur peninsular durante la protohistoria, más concretamente durante los siglos VII y VIII antes de Cristo, cuando el pueblo tartesio estableció contactos comerciales con los fenicios; no sólo agilizaron la vida mercantil de los indígenas, sino que además enriquecieron su vida espiritual con los modos orientales. En especial fue vivificadora la influencia de los tirios con sus aportaciones icono gráficas. El antropomorfismo de los dioses es ya patente con la existencia de algunos como Melkart, Astarté o Baal (5). Es interesante señalar que priman los que cuidan de la 7


ciudad de Híspalis. Las fiestas de este numen, las Adonías, tenían lugar aún en el tercer siglo de nuestra era, y entre otras actividades incluían la exposición de una imagen de Salambó, en unas andas, por las calles de la población. El influjo oriental en la religión romana es un hecho, fruto de ello es el enriquecimiento de las formas expresivas. En el panteón romano hay unas figuras que nos resultan de especial interés: las de los dioses del hogar, manes y lares, aquéllos que protegían a la familia. Tal vez se les pudiera ver como la prefiguración de los santos patrones. Durante los últimos años de la era romana se llevaron a cabo varios holocaustos o sacrificios en masa en los que perdieron la vida multitud de fieles de la incipiente iglesia cristiana. Son los primeros mártires a los que rendir homenaje. Con la aparición del cristianismo y la supresión del panteísmo se propició una sociedad que con el tiempo vio cubierto su horizonte espiritual de múltiples devociones. En los primeros años del cristianismo Dios y en alguna medida el resto de la Trinidad conservaron la preminencia en el rito. En cambio con el paso de los años, la multiplicidad de necesidades, el aumento del número de creyentes, así corno el de mártires a los que recordar, aparecieron una gran cantidad de figuras susceptibles de adoración, solapables -cuando no sustitutivas- a la de Dios. Cada comunidad de vecinos quedó acogida a la protección de un santo o santa que adquirieron el patronato de la misma. El concilio de Elvira (Granada), organizado por la iglesia en tiempo de los visigodos, en uno de cuyos cánones se indica la necesidad de abandonar el culto a las imágenes en las iglesias, parece que no tuvo relevancia y "hay que reducirlo a su auténtico valor, que fue poco, como pequeña fue la importancia del concilio" (7). No obstante es un claro indicio de lo que por entonces preocupaba a la Iglesia los ritos cristianos, coincidentes con los paganos en cuanto a su afinidad idolátrica. Con el cambio de dueños del solar peninsular, tras el período musulmán, hay una necesidad de incentivar a los novohispanos a la asimilaicón de las creencias cristianas y al abandono de los ritos paganos y supersticiosos. En los primeros años de esta transformación, en nuestras tierras meridionales, sobre todo durante el siglo XIII, la Iglesia se convierte en "un instrumento que refuerza la solidaridad del grupo" (8). La sociedad que se está constituyendo necesita de esa cohesión. Tal vez la presencia de una imagen sagrada sea lo que más fuerza motivadora posea. Incluso el atractivo de las mismas adquiere vigor merced a actos milagrosos y a extraordinarias apariciones. Especial atención se presta a la Virgen tal como la conocemos a través de 8


yente. Se toma al arte como un gran aliado propagandístico. Así quedan definidas las formas de devoción con las representaciones de Cristo, la Virgen y los Santos. Sin embargo, lo que fue la moderación conciliar se trasformó en exaltación en época inmediatamente posterior del Barroco. Durante el siglo XVII, además de tener estos problemas espirituales, nuestro país fue castigado con la penuria material provocada por una grave crisis económica, "la historia parece detenerse, cobrar un ritmo distinto a la centuria, vital y optimista" (10). Y ya se sabe que cuando se tienen necesidades puramente mundanas se subliman con las prácticas espirituales. Por todo ello, ahora más que nunca, se acude al auxilio de la religión, cobrando mucha fuerza el recurso a los Santos (11). Desde entonces no han habido grandes cambios en estas actitudes, pues vivimos unos tiempos en los que en la iglesia católica siguen vigentes estas formas. Podemos pensar que las mismas son debidas a la mentalidad de los católicos durante los siglos de Oro.

CULTO EXTERNO:

LA PROCESION

Bermejo deriva esta palabra de verbo latino procedo, que se aplica al "marchar o pasar adelante, al acto en que son conducidas o llevadas las Sagradas Imágenes con pompa y solemnidad; ora públicamente por las calles y plazas de una población; ora privadamente, o sea, por el interior de un templo; ... " (12). En este recorrido se intercalan las estaciones. Con dicha palabra, que proviene de la latina sto, se "indica el término, templo o paraje adonde se dirige una procesión, y en el que hace parada para la práctica de algún acto o ceremonia." (13) También tiene este acto un origen remoto. Ya más arriba hemos comentado una de las que se llevaban a cabo en la Antigüedad. En su formación intervinieron dos factores: la disciplina pública y la exposición de un motivo de interés general. La disciplina es de un uso muy antiguo. En 1218 en el hospital de San Galo y al año siguiente en el de San Pancracio, ambos de Florencia, se erigieron confraternidades que practicaban la disciplina pública, las Ordo de Penitencia, formadas por penitentes voluntarios (14). En España se tienen las primeras noticias del año 1100, cuando el obispo Gregorio de Ostia solicitó la clemencia divina en la erradicación de los efectos de una perniciosa plaga de langosta con la imposi9


sucristo. De ahí que el recorrido penitencial coincidiera con el Vía Crucis. Cuando las corporaciones religiosas adquieren sus auténticas formas se van fijando en el recorrido unas paradas o estaciones. Finalmente en la Cuaresma de 1521 se introduce una nueva práctica: el Vía Crucis a la Cruz del Campo. El primer Marqués de Tarifa, tras una visita a Tierra Santa en 1519, concibe la idea de trasladar a Sevilla un recorrido similar al que realizó Jesús camino del Calvario. Desde su palacio, que desde entonces se llamará "Casa de Pilatos", hasta casi un kilómetro, señala doce estaciones. En este hecho se ve el origen de las procesiones de la Semana Santa sevillana (17). Hasta ahora sólo los penitentes participaban en los paseos procesionales. Tal vez llevaran un simulacro simbólico o algún crucifijo. Pero el paso definitivo se da con el porteo de los misterios e imágenes sagradas en andas, una innovación que le da un sentido triunfalista al fenómeno ritual. Julián Gallego acertó a ver que las procesiones "derivan en parte de los triunfos paganos, pero también del transporte del Arca de la Alianza en la Biblia" (18). La utilización del paso se introduce en el siglo XVII. No es más que una figura que, como su nombre indica, se vincula al teatro (18): escenificaciones de historias bíblicas que recorren las calles. "Y es que en el Barroco como para la sociedad actual, la presencia del paso en la calle, entremezclándose con el gentío y confundiéndose con el pueblo, crea una sobrerrealidad que conmueve a los fieles, espectadores de una tragedia ya conocida, que se estremecen ante la angustia de las Dolorosas, se indignan ante los sayones que azotan a Cristo y la presencia de Pilatos, sobrecogiéndose ante los Cristo s Expirantes." (19) Las andas con una representación de Jesucristo, la Virgen o de una historia bíblica, se asemejan a aquellos carros teatrales que circulaban por las calles de algunas ciudades durante las fiestas más populares. Claro que con las normas propias del arte barroco acaban convirtiéndose en auténticos retablos ambulantes (20).

HERMANDAD

Y CONFRATERNIDAD

Un tercer elemento que podemos apuntar como significativo en el origen de las actividades cofradieras es el de la actitud gregaria. Ya sea en función de motivaciones piadosas, ya gremiales o laborales. Respecto al primer caso, hablamos de la reunión con unos intereses comunes alrededor de una imagen, sobre todo en función de unos cultos. No insistimos so10


frades, unidos bajo la protección de un Santo Patrono." (21) En el caso sevillano, a raíz de la conquista de la ciudad se crearon las primeras asociaciones de menestrales. Los artesanos, una vez que formularon sus ordenazas profesionales y laborales con la supervisión de autoridades internas, comenzaron a funcionar en corporaciones (22). En Sevilla, según el modelo de Toledo, donde ya existían cofradías o mesteres profesionales en el siglo XIII, se establecen las primeras agrupaciones durante la misma conquista de la ciudad (23). Como hemos visto, dentro de las funciones de estas comunidades estaban las axistenciales. Era habitual la posesión de un hospital que quedaba bajo la advocación del santo patrón del oficio. En este recinto quedaban cubiertas también las necesidades espirituales con los cultos que se oficiaban en la capilla en honor a dicho protector. No hay más que un paso de esta devoción y la salida procesional. Al final se pierden las motivaciones puramente laborales y quedan las religiosas.

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JERARQUIA

Es indiferente para el tipo de cofradía que sea, ya de gloria como de penitencia. En cambio existe una evolución que se evidencia notablemente en las desinencias de las corporaciones de los siglos XVI a XIX. En Lora durante el siglo XVI, como queda atestiguado a través de las reglas de la Vera Cruz, la oficialfa se elige de entre los hermanos mayores, que oscilan alrededor de los doce. Son dos mayordomos, dos alcaldes, cuatro diputados, un escribano y un muñidor. Los mayordomos, máximos responsables de la corporación, son el de fábricas, y el de llbrete. El primero queda al cargo de la organización de la misma, en especial de las cuentas; mientras el de librete, también llamado de túnicas, está comisionado para la provisión y cuidado de la indumentaria. Los alcaldes tienen el encargo de ejecutar las decisiones de los mayordomos. Los diputados de cuentas, que en el siglo XVII pasan a ser dos, tienen la obligación de supervisar y hacer cumplir los presupuestos. El escribano ha de asentar en sus libros las determinaciones que se hayan tomado, así como apuntar a los nuevos hermanos. El muñidor, como su nombre indica, es el que tañe la campana avisando a los hermanos de cualquier tipo de reunión o llamamiento. Un oficio que se nombra en estos momentos y no aparece citado más es el de prioste, que es quien posibilita el adecentamiento de la capilla. Durante el siglo XVII apenas hay cambios, al igual que sucede durante gran parte del XVIII. Sin embargo a la mediación de éste unas nuevas disposiciones establecen un cambio en la distribución de los cargos. Tomemos el ejemplo de la regla de Santa Lucía, del año 1754. En ella se observa, en primer lugar, que ha ganado en importancia el papel de los hermanos mayores. Estos no han de exceder los doce. El único mayordomo que subsiste ocupa ahora un lugar más destacado si cabe. A su lado aparece el prior: como otra de las principales autoridades. Si a éste le compete el convocar a los hermanos, cantar la misa en el día de la fiesta de la Santa y acompañar y gobernar durante la procesión; a aquél ocupa el cobrar los tributos, llamar a los hermanos para que asistan a la festividad de la Santa, nombrar a los encargados de portear las imágenes, cuidar de los ornamentos y supervi. sar las cuentas y demás papeles de administración y organización. . Aparece por primera vez en estas ordenanzas el cargo de camarera, que será 12


también dos celadores, un secretario y un muñidor. Otros hermanos de cierta preponderancia son los diputados. Los oficiales, sobre todo los de más responsabilidad, son elegidos en diversos días. Las hermandades de penitencia suelen llevar a cabo las elecciones en Cuaresma, generalmente el Domingo de Ramos; las otras, en cambio, prefieren el primer día del año o el día del Santo de su advocación.

REGLAS Para el orden y el buen gobierno de las cofradías no sólo es preciso la presencia de una junta rectora, también han de observarse unos reglamentos; en todas las cofradías debe existir un ejemplar de estos estatutos. Para su elaboración o modificación tiene que contarse con el acuerdo unánime de todos los hermanos, obtenido en cabildo general o abierto, previa propuesta del mayordomo o equivalente. El secretario o escribano debe realizar las anotaciones necesarias. La aprobación del Vicario y Visitador General es un requisito obligado, aún en el caso de que sólo se realicen leves modificaciones. Para esto la Iglesia lorefía simpre se ha mostrado muy celosa. Una vez obtenido el visto bueno de la máxima autoridad eclesiástica es de rigor el observar y guardar las reglas escrupulosamente,"sin eceptar cosa alguna y en virtud de sancta obedienncia, y sopena de descornunión mayor" (regla de Vera Cruz). Al presente sólo conocemos un escaso número de reglas. De ellas la más antigua es la de la Vera Cruz, de 1555, con modificaciones posteriores. Consta de 45 capítulos. De principios del siglo XVII es la del Santísimo Sacramento. A lo largo de esta centuria no llegan a presentarse más reglas, en cambio la siguiente es rica en este tipo de suceso. De 1754 es la de Santa Lucía, una de la más breves, de 15 capítulos, que pretende ser una rememoración de la primitiva de fines del XVI. Le sigue las del Carmen de 1774, renovadas en 1791 por efecto del decreto de Carlos III. Del mismo año son las del Rosario. Las constituciones cofradieras apenas presentan variaciones en sus ideas directrices: - Sobre los oficiales y demás hermanos. Han de sefíalarse los diversos cargos directores. Su forma y fecha de elección; declarando las disposiciones pertinentes para celebración de cabildos. Cometido de cada uno de estos oficiales. También tienen que explicitar la forma del recibimiento o admisión de los 13


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protege al hermano, ayudándosele en momentos apurados, sino que se le acompaña en sus últimas horas, e incluso una vez fallecido se escolta su cuerpo difunto a la tumba. Estas ayudas se hacen extensibles a sus familiares. Sobre la clavería. Una saneada administración es para una hermandad la única forma de asegurar su subsistencia. Por ello las reglas son rigurosas a la hora de fijar las modalidades de pagos. Señalan las cuotas de ingreso, las limosnas, los sueldos de los colaboradores, y, sobre todo, las penas impuestas por incumplimiento de las obligaciones

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De los cultos de las hermandades, el puramente externo es el que más las define. No se pueden entender las actividades cofradieras sin un público enfervorizado como protagonista. Estas muestras de extroversión de vida espiritual es afín a todas estas instituciones. A veces se considera la actividad discursiva, la procesión, en general, y la estación de penitencia, en particular, como la culminación de los ritos de las diversas corporaciones. Ante todo, aclaremos que la estación de penitancia es la procesión que acaba vinculándose exclusivamente a la Semana Santa.

EL ITINERARIO El establecimiento de un recorrido "oficial" tiene lugar, según parece, con la procesión del Corpus Christi, antes de mediados del siglo XVI. En él se señalan cinco estaciones, según se regula mediante una bula. A su imitación otra de las "venerables", la de la Vera Cruz, incluyó en sus reglas dicha estación. En su capítulo XV observa que circule "saliendo desde sancta cruz por la roda arriba, dando buelta por cal de cabras y barrio de abila a dar a san ylifonso, y entrar por la puerta mayor, y saliendo por la menor, y venir a dar a sancta maria entrando por la puerta de los naranjos y saliendo por la mayor, y por la calle de sant juan a dar a sant bartolome, e despues a sancta cruz ... " (24). Entendemos que éste era el itinerario que estuvo vigente para todas las demás cofradías de penitencia, aunque variando el inicio y final de las cinco estaciones. Aquéllas que tenían sus sedes en templos de extramuros debían de acudir, en primer lugar a la iglesia mayor, desde donde se comenzaba el recorrido callejero. Había una serie de cambios esenciales para las de gloria. En primer lugar no observaban el sentido penitencial de las cuaresmales, con ello se comprende que no debían concurrir a la vía de las cinco estaciones. Por otro lado procuraban una mayor sobriedad en sus formas externas. Habitualmente realizaban procesiones claustrales alrededor de su propia capilla. Ello no obsta para que llevaran a cabo recorridos por las calles del pueblo. Tanto si la hermandad tenía su asiento en la iglesia mayor como si no, ésta era la cita generalizada. O bien comenzaban su recorrido a partir de ella, como sucede con la de Santa Lucía, que viste a sus imágenes en el templo mayor, o bien hacia ella dirigían sus pasos, como resultaba con 15


Como es lógico las cofradías de penitencia tenían fijados sus recorridos en los días jueves y viernes santos. Nunca fueron hábiles para ello otros días de la Semana Santa. Durante el jueves, el único día que durante siglos se empleó para estas procesiones, comenzaban las salidas a la hora de tinieblas, ya próxima la noche. En cambio, el viernes lo hacían por la mañana. Un caso especial era el del Cristo resucitado que a principios del siglo XVII salía las mañanas del domingo que cerraba la Samana de Pasión. Las procesiones de las de gloria tenían lugar el día de su titular; el del Corpus, el domingo de la octava y de la infraoctava. Las salidas ocasionales sólo dependían de las necesidades: cada vez que alguna catástrofe se abatía sobre el pueblo, o bien en acción de gracias y desagravio (25). El viático y el acompañamiento de hermanos difuntos obligaban a la organización de algunas procesiones; siendo especial la del Rosario, que entre sus intenciones estaba el rezo de sus estaciones.

COMPOSlClON

y REGULAClON

En caso de ser cofradía de gloria el cortejo que acompaña al santo o santa de su devoción está formado por los hermanos con velas o faroles, ocupando lugar preminente la Junta Directiva. Al frente va la llamada "Cruz Grande" acompañada del muñidor. Otra insignia fundamental es el estandarte. Más rica era la parafernalia de las procesiones cuaresmales. La formación más primitiva es la que señala la regla de la Vera Cruz en 1555. Los dos cofrades más antiguos llevan sendas cruces con símbolos de la pasión. Uno de ellos va a la cabeza del cortejo y otro al final con la clerecía. Este último podía llevar un crucifijo. La cruz parroquial va a la mitad. Los dos alcaldes y diputados más antiguos llevan una vara de la altura de un hombre, con una cruz terminal y escudo pasionaria. El bastón es de color rojo, contrastando con el verde de las velas. Los poseedores de estas insignias dirigen el recorrido. También al principio va un pendón negro con una cruz roja con los motivos de la Pasión. La lleva uno de los mayordomos. Le acompañan tres hachas. Tras ellos los hermanos disciplinantes, entre los que se distribuyen los de luz. La única imagen que lleva la cofradía en este año es el crucifijo; va al final, porteado por el oficial más viejo y seguido de los clérigos de la iglesia mayor cantando salmos. 16


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guía-, a ésta acompañaba los bastones de mando, a continuaci6n el primer estandarte acompañado de hachas, el Senatus y más bastones; seguían las primeras andas con el Cristo iluminado con hachas; el estandarte segundo da ba paso al tramo de la Virgen, en el que iba Esta acompañada de hermanos de luces, tras Ella San Juan y la Ver6nica con faroles. El estandarte tercero iba próximo a la Mujer Ver6nica, y como en los demás tramos cetros y bastones de mando. Las im ágenes de cada cofradía, lo mismo de gloria que de penitencia, eran pasead as sobre andas. Al principio primaba la sobriedad. Se hacía uso de una tabla o un castillete con asas (Setefilla y el Rosario); también cuando la ligereza lo permitía era llevada sin más; es el caso del crucifijo de Vera Cruz, una imagen de pasta de gran liviandad. Mas bien pronto se empezó a usar la parihuela con maniguetas. Adoptando la misma forma que tienen en la actualidad los pasos, aunque de más reducido tamaño. Iba llevada por cuatro peones, uno por cada manigueta, recayendo el peso sobre los hombros. Para facilitar el descanso cada porteador llevaba una horquilla sobre la que descansaba su viga. (Dibujo 1). Las andas tenían la medida justa

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un Cristo resucitado con su correspondiente peana moldurada. Sería una parihuela sin más. Pensamos que como muy pronto hasta principios del XVIII no se empleó la canastilla tal como hoy la conocemos, bien que siguieron siendo más usuales las andas primitivas. Con el discurso de los años el paso se va enriqueciendo, distribuyendo sobre su superficie escenas bíblicas o de vidas de santos; se convierte en un instrumento que facilita el adoctrinamiento de los fieles. Para la salida todos los hermanos tenían que acudir al templo, presentándose ante el escribano que tomaba nota de la asistencia. Antes de realizar la estación de penitencia habían de confesar y comulgar, debiendo aprovechar la ocasión para olvidar cualquier tipo de rencilla. Acabada la estación se disponían hasta seis lebrillos donde los disciplinantes lavaban sus heridas. Para ello contaban con la ayuda de algún cofrade de luz. En cada recipiente había vino yagua con hierbas como: arrayán, laurel, rosas, violeta y romero. También se contaba con el servicio de "algún vino y alguna cosa que coman [los cofrades] para alguno que desmayare." En ambos casos todo corría por cuenta de la hermandad.

INDUMENTARIA El caso más significativo es el de los nazarenos que formaban los cortejos de las estaciones de penitencia. En los demás casos no parece que los asistentes adoptaran una indumentaria especial. Escasos son los datos que hay acerca de vestuario de los integrantes de las comitivas penitenciales. La primera y única prescripción que hasta ahora nos hemos encontrado, que haga puntualizaciones al respecto, es la de la regla de Vera Cruz de 1555. Queda regulado en el capítulo seis que los disciplinates llevarán "una túnica hasta los pies y con su capillo, de manera que sea toda una pieca, y que le cubra el rostro, y hecho sus ojos, para que no sea conocido, y a de tener abiertas las espaldas con dos ventanas de manera que se descubra la carne a de dar la diciplina, y más a de tener un cordon con que se ciña el cuerpo, y an de yr descalces los pies ... y si tiene escrúpulo lleue unos alpargates ... " (26). Se completaba con el aditamento de las disciplinas, que son de manojos, quedando terminantemente prohibido el uso de vidrios. El hermano de luz llevaba una vela de una libra, o media libra si era mujer. Los portadores de la cruz visten de encarnado y ceñido con soga. 18


pia hermandad; para su control se nombraba al mayordomo de librete, quien había de tener una reserva en pre-

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vencióndeimponderables. En caso de que un hermano hubiera perdido la suya o no la pudiera vestir para la procesión, podía recibir en alquiler otra. illi.: bujo 2)

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DE LO SOLEMNE

A LO FESTIVO

Durante el siglo XVI, cuando las cofradías estaban en proceso de gestación, las directrices que siguieron sus organizadores en la realización de las diversas actividades tomaron un cariz ya trágico, en las penitenciales, ya gozoso, en las de gloria, pero siempre teñido de gran solemnidad. Este comportamiento serio, al menos en sus formas externas, en el curso del siglo XVII va dejando paso a 10 festivo. Así bien pronto surgen las riñas y polémicas en los cabildos, las actuaciones deshonestas en las procesiones y el escándalo en las romerías. Veamos algunos ejemplos. En la década de los noventa del siglo XVII las cofradías vivieron uno de sus peores períodos, hasta el punto de comentarse en alguna ocasión que "están a pique de perderse" (28). Es general el estado de relajación: "de algunos años a esta parte se a experimentado que en las ocasiones de quaresma y semana santa muchas personas de las que ban con túnicas de nasareno y penitentes, con la ocasión de lleuar las caras tapadas con los capirotes, de suerte que no pueden ser conosidos, con poco temor de Dios nuestro señor [cometen abusos] ... , así en las prosesiones de semana santa y otras, como al tiempo de uisitar los sagrarios el juebes santo y uiernes santo, los que lleuan cruzes en los onbros, bastones y otras ynsignias ... " (29). Incluso en la madrugada del Viernes Santo, del año de 1691, cuando preparaba la salida la cofradía de Jesús Nazareno, se halló "en una guerta que está contigua a dicha hermita, dos nasarenos en actos desonestos con dos mugeres" (30). _ Irremediablemente, la autoridad eclesiástica para evitar el anonimato y el disimulo se vio obligada a prohibir el uso del capirote. Sin embargo, esta medida fue más perjudicial que útil, de ahí que en el año de 1695 los mayordomos de las cofradías de la Soledad, Jesús Nazareno, Vera Cruz y Humildad, pidieran al promotor fiscal de la Audiencia la remisión de esta pena: "alegan lo deterioradas que se hallan sus cofradías a causa de no auer lleuado los dichos nazarenos capirotes en estos años ... " (31) La distención siguió durante el siglo XVIII. Aún en 1764 el capellán de la hermandad de Setefilla, Antonio José de Pineda, comenta ese descontrol, pues estando próximo el tiempo de Cuaresma, "en el quallos vecinos de ésta eligen para 20


Toda cofradía es una entidad que está integrada por una serie de individuos, y tiene unos comportamiento ajustados a la extracción de los mismos. En primer lugar hemos de señalar que era el espejo donde se reflejaron todos los problemas sociales. En Lora el Concejo Municipal, durante años, mantuvo una política de favorecimiento de los intereses de los notables, 10 que generó una conflictividad que se llevó al agro, donde hubo enfretamientos entre agricultores y ganaderos. Para el más débil la cofradía fue un medio de asegurarse un mínimo respaldo, confiando en la solidaridad del grupo. La rígida estructura de su jerarquía se mantuvo inamovible. Estaban muy claramente definidos los cometidos de cada idividuo. Además, en la cúspide del poder solían situarse los miembros de las más poderosas familias. No en balde el mayordomo debía sostener con su propio capital a la cofradía en años criticos. Por otro lado, sólo los que eran cristianos viejos y de costumbres honestas podían acceder al cuerpo de cofrades. Y estas reminiscencias medievales se conservaron hasta el siglo XIX. A veces se exigía a los aspirantes el no detentar oficio bajo o servil, o ser ganadero -confirmando el hecho de que algunas de estas corporaciones estaban integradas exclusivamente por agricultores o propietarios de tierras.

LA COFRADIA y SU VERTIENTE ECONOMICA Entre los aspectos socioeconómicos, en segundo lugar, hemos de contemplar la función económica, esencial en las cofradías. En la medida en que éstas tuvieran saneadas sus haciendas, así podían realizar sus actividades. Las cofradías eran organismos vivos que potenciaban la renovación del patrimonio de la iglesia. Por ejemplo, de todas las iglesias que habían en el pueblo durante los siglos XVII y XVIII, la mayor parte estaban al cuidado de alguna hermandad que se encargaba de la conservación y enriquecimiento de su fábrica. También preservaban las costumbres religiosas: tuvieron un gran protagonismo en el fortalecimiento del rito católico. En los presupuestos se incluían el gasto o data y el ingreso o cargo. El gasto tenía las partidas habituales como la cera, sermones, fiestas al patrón o titular, salario del muñidor y escribano, remembranzas a la colecturía de misas de la parroquia; si era de penitencia, la procesión; también las obras en la fábrica. El ingreso dependía de dos fuentes principales: la limosna, que era variable, y las rentas. 21


de la villa respecto de otros lugares de la provincia. Desde el momento que pasó a depender de la Orden de San Juan perdió todos los contactos político-religiosos con la capital. La Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, religiosa, hospitalaria y militar (33), propició desde el primer momento las actividades del culto sagrado. No olvidemos que la población musulmana que quedó en la villa, al menos hasta la fecha de la rebelión mudéjar, pudo conservar sus hábitos religiosos. Esto la hace un peligro potencial, pudiendo decidir el debilitamiento del sentir cristiano. Por el contrario, la comunidad que quedaba al cuidado de los nuevos pobladores debía vigorizar lo cristiano. Incluso el propio prior, en ocasiones, se convierte en su mentor, contribuyendo al enriquecimiento de las formas: de ahí las constantes aportaciones al ajuar litúrgico. Así encontramos, entre las piezas que se inventarían en la parroquia en 1565, algunas como: "Vna casulla de damasco blanco que dio el prior de sant Juan", o " "dos armaticas (sic) de damasco blanco de las que dio el prior de sant Juan con sus armas y sus collares", o bien, "un frontal de damasco blanco con sus frontalera con las armas del prior de san Juan y una cruz de sant juan en medio y sus dos aguas a los lados" (34). En la dirección de los asuntos espirituales estaba el Vicario, ayudado por el Prior, ambos miembros de la Orden. Esta gobernaba con total independencia de la capital, y , no sólo en lo religioso, sino también en lo político, al menos con la dinastía de los Austrias. Además, hasta el Concordato de 1851, poseía status de territorio de prelatura nullius, es decir, no sujeta a la jurisdicción del Arzobispado hispalense. Esta actitud reservada está siempre presente en las actividades de estos gobernantes. Queda constancia de un pleito que en 1501 se sostuvo contra el prior de la iglesia de Setefilla, acusado de malagastar su dinero (35). Parece que en el mismo intervino don Diego Hurtado de Mendoza, Arzobispo de Sevilla, lo que motivó como respuesta un rechazo ante el temor de la pérdida de las prerrogativas adquiridas. La máxima Dignidad Eclesiástica de Lora tenía a gala hacer mención de sus privilegios. Se conserva todavía un cuaderno que recoge algunos de ellos, entre otros la Bula de Pío IV, que en su capítulo 24 dice: "Toda la orden y todas sus personas, casas, combenttos, hospitales, rentas y vienes están admitidas a la protemzión de san Pedro y de la santa zede Apostólica, y exemptos de toda sujezión y jurisdizión de los ordinarios, Patriarcas, Arzobispos y obispos y otros prelados ecleziástticos y también de -Ia jurisdiczión de qualesquier señores temporales, emperadores, reies, Duquez, y de qualquier otro señor ... " (36). 22


la Orden dejen de estar obligados a prestar juramento de fidelidad y obediencia a los arzobispos y obispos, comprometiéndose sólo con el Papa. La bula Paci et quieti, promulgada en 1266 por Clemente IV, prohibe construir iglesias en los territorios de la Orden sin el consentimiento de ésta. Bulas de confirmación de estos privilegios fueron: Cum dilecti (Bonifacio VIII, 1301), Licet ecclesiae (Clemente VI, 1345), Inter illustria (Benedicto XIV, 1753) (37). En función de este aislamiento de la iglesia loreña, podría pensarse en una organización sui generis de las hermandades y cofradías, lo que no fue así, puesto que por un proceso que llamamos de ósmosis, es decir, de filtración lenta pero continuada, éstas adoptaron las formas usuales de Sevilla, así como las de Carmona y Córdoba. A este efecto es interesante traer a colación un documento que señala estas deudas. La cofradía de la Humildad y Paciencia en el año de 1645 tiene interés por introducir entre sus hábitos la penitencia, a imitación de los que "se abia fecho en las cofadrías (sic) de este titulo de la ciudad de seuilla, que estaua en el convento de san basilio, de donde abía dimanado esta dicha cofadría (sic) y sus estatutos y en la ciudad de carmona y otras partes ... " (38). Observamos, pues, que a pesar de las peculiaridades históricas de la villa, para el fenómeno que estamos estudiando, podemos reconocer unas modalidades muy a la usanza sevillana, por supuesto que matizadas por las propias circunstancias de Lora.

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sanjuanista, de derecho, el6 de marzo de 1249, meses después que fuera tomada a sus antiguos dueños. La donación fue firmada en Córdoba, confirmándola Sancho IV el 24 de diciembre de1322 de la era hispánica (1284). Entre los lugares que fueron entregados a la Orden de San Juan está el castillo de Setefilla. En él existía, justo en el solar que hoy ocupa la ermita, una mezquita. Cuando los nuevos pobladores se instalaron en este enclave, en primer lugar, sacralizaron la ermita y la dedicaron a Nuestra Señora de la Encarnación (39). En el testamento de Lorenzo Pérez el Mayor, fechado el 29 de diciembre de 1280, se señala una serie de limosnas para entregar entre otros templos al de Santa María de Setefilla. Juan Manuel Lozano con suma prudencia reconoce que "esto no quiere decir (no lo afirma ni lo niega) que entonces existiera y a la imagen de la Virgen". El mismo piensa que en este caso aconteció como en otras numerosas oportunidades: "Primero se construyeron los templos para satisfacer las necesidades de los fieles y luego, al ser dedicados en su mayoría a Nuestra Señora, se fueron encargando las imágenes de madera tallada." (40) También de raíz medieval es el culto a otras imágenes, tales como las de San Sebastián, patrón de Lora, y San Juan Bautista, patrón de la Orden. Es posible que cada una tuviera su propio asiento. Quizás a Santa Isabel se le tuviera algún interés, al menos había un hospital bajo su advocación. En la parroquia parece que también se suscitó una fuerte devoción a la Virgen. En la relación de los bienes de la misma, al que hemos hecho alusión anteriormente (41), se apunta "vna ymajen de bulto de madera de nuestra señora para vestida questa en el altar de sant Juan" y "otra ymajen de los mysmos que es un niño Jhesus que tiene nuestra señora en los bracos''. Estos datos nos indican que, al menos durante la primera mitad del siglo XVI ya existía una figura de Nuestra Señora a la que se daba culto. Cabe la posibilidad de que si no la que se menciona existiera otra en el siglo anterior. Tal vez esta imagen sea la que atiende al nombre de Nuestra Señora del Rosario. Aunque ésta estaba situada años más tarde en un altar lateral. El citado documento relaciona otras imágenes sagradas: San Bartolomé, Santa Catalina y Santa Ana (42). En la sesión que tuvo el Concejo el 2 de abril de 1551 se menciona la procesión a Setefilla como un acto de gran antigüedad; retrotrayéndosele por algunos a mediados del XV. De este modo tenemos constancia de una de las más antiguas procesiones de la villa. (43) No es muy descabellado suponer la mayor antigüedad de Nuestra Señora con 24


Este sentido de la espiritualidad tiene sus orígenes en la baja Edad Media. Pestes y desastres climatológicos, entre otros fenómenos negativos, crean un substrato que va a servir de base a una religiosidad que vive la "excitación religiosa desencadenada en los siglos XIV y XV por los predicadores populares ambulantes ... " (44). Predicadores como San Vicente Ferrer, que anduvo por nuestra provincia y que con su ardiente verbo incitó a la gente de su época a vivir con profundidad su religión. "Asimismo la predicación y el sermón jugó un papel extraordinario en el impulso y fomento de las Cofradías" (45) "Tan lleno de Cristo estaba el espíritu de aquélla época, que el motivo de Cristo empezaba a resonar en cuanto había la menor y más superficial semejanza entre cualquier actitud o cualquiera idea y la vida o la pasión del Señor" (46). En la intensificación de este sentimiento piadoso está el nacimiento de las Cofradías penitenciales. No cabe duda que Lora no escapó a esta fiebre bajomedieval. La de la Cruz, situda en la iglesia del mismo nombre, bien pudiera ya procesionar por las calles de Lora a fines del siglo XIV. Sabemos que ya formaba corporación en 1526, al frente de la cual estaba el alcalde (47) De tipo no penitencial, o sea, de las que hemos denominado de gloria, existen otras, tales como la de San Sebastián y Santa Lucía (48) y, aunque es probable que no incluya entre sus obligaciones la procesión, la de Clérigos -la que más tarde se llamará de San Pedro--, todas de mediados del siglo XVI. Otra de las antiguas, bien que de carácter absolutamente pío o asistencial, es la de la Caridad, que asistía en el hospital de Santa Catalina. No podemos olvidar a las más ilustres y primitivas, la de Nuestra Señora y la del Santísimo Sacramento de la Iglesia Mayor. De esta última se conservan unas ordenazas de fines del siglo XVI (49). El Concilio de Trento (1562) dio un gran impulso a este mundo cofrade. Al decir de Gómez Piñol, con el mismo se propiciaron "unos modos de sensibilidad emocional y extrovertida, que hallaron efectivo acuerdo y expresión en la procesión pública como acto de devoción" (50). Así, a la Vera Cruz se unen la del Santo Entierro y la de Humildad y Paciencia. Las dos primeras observan el rito de sangre y la tercera lo adquiere en la primera mitad del XVII. Los mandatos de Trento se realizan en plenitud en el siglo XVII. Esta centuria y la siguiente fueron las de mayor vida cofradística. A las citadas anteriomente se suma la de Jesús Nazareno, y la del Santo Entierro se modifica con la unión de la del Dulce Nombre. El XVIII es más importante para las de gloria. Así aparecen nuevas devociones, como las de la Divina Pastora, la Merced, San Judas, Nuestra Señora de las 25


na, posee, como queda constatado en el catastro de Ensenada, un cortijo que le renta 900 reales anuales. El siglo XIX, al contrario que el anterior, fue de continua decadencia para la villa, sobre todo en su primera mitad. A ello contribuyeron, en primer lugar, la Guerra de la Independencia, con la destrucción y el hambre. En segundo lugar las epidemias de fiebre amarilla. Ambos hechos incidieron fuertemente en la evolución de las cofradías. Si por un lado los acontecimientos negativos avivaron el fervor religioso, por otro dañaron las arcas que sostenían a estas instituciones. Este desastre, para el fenómeno que nos interesa, no es más que un inicio, puesto que a lo largo del siglo los acontecimientos políticos tomaron un cariz totalmente negativo. Primero son las desamortizaciones, la de Mendizábal (1836) y la de Madoz (1855); acabaron con gran parte de las propiedades de la iglesia y afectaron directamente al sustento de ciertas hermandades, como la de la Caridad a la que se le expropió sus tierras. Estas alteraciones económicas coincidieron con otras de matiz social: a partir de 1820 se inicia una evolución hacia elliberalismo, que se continúa en 1833 y finaliza con la revolución de 1868. Esta tendencia política está enfrentada a las costumbres que se entienden como fosilizadas y tradicionales. No se ven con buenos ojos las actividades cofradieras. No obstante en nuestra villa "la democracia liberal fue de hecho una democracia de ricos" (51). y son los pudientes uno de los más importantes apoyos económicos de las hermandades. En calma y con cierta recuperación se concluye el siglo. Por ello "Lora del Río se dispuso a entrar en el siglo XX con optimismo" (52). Y en efecto el panorama era muy positivo. Todo fue renovación y mejora: luz, agua, rehabilitación de edificios, etc. Empero estas perspectivas favorables se truncaron de golpe a partir de julio de 1936. Imágenes, mobiliario y otros bienes de la Iglesia, desaparecieron, y con ellos las corporaciones. A pesar de todo en un pueblo tan profundamente religioso y amante de sus costumbres, no se podían olvidar estas muestras de fervor. Así en 1942, un grupo de fieles devotos, movidos por su fortaleza espiritual, fundaron en la iglesia parroquialla primera cofradía de la postguerra: la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor y del Perdón y María Santísima de los Dolores. Guiado de un sentimiento similar otro gurpo fundó en 1958 la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de las Angustias. Desde entonces se ha ido suscitando un fuerte movimiento en favor de este tipo de actividades devotas que por momentos se va reforzando. 26


(3) Vid. J. M. PALOMERO PARAMO: La imaginería procesional Misterios, Nazarenos y Cristos, Sevilla, 1987, 2ª ed., pp. 23-24.

sevillana.

(4) A. BLANCO FREUEIRO: La ciudad antigua, en "Historia de Sevilla", 1-1, Sevilla, 1979, pág. 46. "El hombre del Calcolítico condensó su idea de Dios en el astro solar, dando así un primer paso hacia la mitología; ... " Son los primeros rastros en una cultura dolménica de mediados del tercer milenio antes de Cristo. (5) ídem, pp. 82-83. (6) ídem, pp. 99-100. De los siglos VII a VIII la fecha Juan de Mata Carriazo (Panorama Arqueológico de la Baja Andalucía, en el "Carambolo ", Sevilla, 1978, pp. 35-36). La lectura del texto del pedestal es más completa. (7) Joaquín YARZA: Arte y Arquitectura en España. 500-1250, Madrid, 1981, 2ª ed., pág. 15. (8) BERMEJO: Op. cit., pág. 21. 1. A. GARCIA DE CORTAZAR: La época medieval, en "Historia de España Alfaguara", 11, Madrid, 1974, 2ª ed, pág. 343. (9) Fuentes inspiradoras de estas advocaciones son La Biblia, Los Evangelios Apócrifos, y, sobre todo, el libro de Santiago de la Vorágine, La Leyenda Dorada (1264). (10) A. BONEf CORREA: Andalucía Barroca, Barcelona, 1978, pág. 49. (11) Desde los orígenes del Protestantismo los apologetas católicos recurrieron también a la santidad de la Iglesia, y a los Santos de la Iglesia católica en particular, para construir un argumento con que probar la verdad y la autenticidad de la única Iglesia católica romana". (paolo MOLINARI: Los santos y su culto, Madrid, 1965, pág. 41) (12) Obra citada, pág. 21. (13) Ibldem.

(14) 1. SANCHEZ HERRERO: Las cofradías de la Semana Santa en Sevilla durante la Modernidad. Siglos XV a XVII, en "Las cofradías de Sevilla en la Modernidad", Sevilla, 1988, pág. 32. (15) BERMEJO: Op. cit., pág. 6. 27


(19) Idem, pág. 146. "Los pasos son pequeños cuadritos sin trama argumental que

reproducen una animada conversación de dos o más personajes, entre los que destacan la figura o figuras de gentes rústicas ... " Es la definición que hace Angeles CARDONA DE GILBERT de esta variante del drama español del siglo XVI (Introducción al Teatro Completo de Lope de Rueda, pág. 24). El profesor Palomero (La imagineria ... , Pág. 63) da este nombre a las figuras o misterios que representan escenas de la pasión de Cristo. La dramatización de la misma aún tiene lugar en muchas ciudades españolas durante la Semana Santa. (20) PALOMERO: La imaginerta ... , pág 18. (21) Federico GARCIA DE LA CONCHA: Estudio histárico-institucional de la primitiva hermandad de los nazarenos de Sevilla, Sevilla, 1987, pág. 141. (22) L. GARCIA DE VALDEA VELLANO: Curso de historia de las instituciones españolas, Madrid, 1982, 6ª ed., pág. 286. La influencia que ejercía la cofradía entre los menestrales era considerada por los reyes como atentatorias al bien general, por lo que éstos siempre estuvieron en desacuerdo con esta intromisión en el gremio. Así Fernando III sólo llegó a autorizar la vertiente religioso-benéfica (ídem, pág. 287). (23) M. A. LADERO QUESADA: La ciudad medieval, en "Historia de Sevilla" 11,Sevilla, 1980, 2ª ed., pp. 78-79. (24) A.P.A.S., Hermandades, 153. Reglas de la Vera Cruz. (25) Ver el artículo de Pascual SANCHIS DOMINGUEZ: Fiestas en torno a la Virgen y otras festividades en Lora y Setefilla anteriores al siglo XIX, en "Lora del Río. Feria y Fiestas Populares" Lora del Río, mayo de 1988, pp. 63-68. (26) A.P.A.S., Hermandades, 153. Reglas de la Vera Cruz. Capítulos VI y XIII. (27) Para conocer el caso sevillano ver el libro de PALO MERO titulado La imagineria ... , en sus páginas 50-52. (28) A.P.A.S., Justicia, 1261. (29) ídem. (30) ídem. 28


Toledo, Vicario y Visitador General, en 19 de mayo de 1565. (35) Juan Manuel LOZANO: Op. cit., pp. 43-45. (36) A.P.A.S., Justicia, 972. Texto de un traslado de 1741. (37)Francisco PARDO DE TERAN: Memoria de la Orden de San Juan, Madrid, 1853, pp. 51-68. En 1851 se publica el Concordato entre Pío IX e Isabel II, en cuyo artículo 11 se estipula que la Orden debía de cesar en el ejercicio de sus legítimos derechos. (38) A.P.A.S., Hermandades, 133, s. fol. (39) Juan Manuel Lozano, en su meritísimo libro, señala que los "cristianos comenzaron pronto a practicar su culto, a los comienzos, probablemente, en uno de los salones de la fortaleza, hasta que se construyó un pequeño templo". (Obra citada, pág. 31) No obstante, del estudio de la actual ermita se desprende que en sus orígenes era una iglesia mudéjar, que, con seguridad, se fundó sobre una primitiva mezquita. (40) Un documento valioso para la historia medieval de Lora: el testamento de Lorenzo Pérez Hurtado, en "Lora de río. Feria y Fiestas Populares", Lora del Río, mayo de 1988, pág. 61. Una copia de este mismo documento se encuentra en el Libro Becerro (A.P.A.S., Justicia, 687) fol, 42 Y ss. (41) Ibidem, fol. 22r. (42) Idem. A título de curiosidad, trascribimos la breve descripción que se hace del

templo: "El señor visitador visitó por presencia de mí, el dicho notario, los altares de la yglesia mayor desta villa, que son el altar mayor e altar de sant Juan, donde está la ymagen de nuestra Sennora y el altar de San bartolomé y altar de la madalena, en la capilla del hórgano; y altar de la capilla de Sancta catalina; y altar de la capilla de santana, que se dize la capilla de rrui pérez ... " (fol. 2Ov.) (43) LOZANO: Un pueblo ... , pág. 35. (44) Johan HUIZINGA: El otoño de la Edad Media. Madrid, 1984: 6ª ed., pág. 250. (45) PALOMERO: La imagineria ... , pág. 17. 29


de la Vera Cruz, San Sebastián y Santa Lucía. Un traslado del mismo, con fecha de 1565, se encuentra en el Libro Becerro (A.P.A.S., Justicia, 687, fols. 30-32). (49) GONZALEZ CARBALLO: Idem. (50) Citado por PALOMERO, en su libro La imaginería ... , pág. 17. (51) LOZANO: Un pueblo ... , pág. 146. (52) LOZANO: Supra, pág. 175. La renovación de la villa en estos inicios del siglo está descrita con acierto en estas páginas.

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COFRADIAS DE PENITENCIA

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ceuna serie de tipos: gremiales, o compuestas por individuos del mismo oficio; étnicas,que agrupan a los de idéntica raza, pero siempre cuando es la de los más desfavorecidos; patrimoniales y de socorro, que las forman una o varias familias debuenaposición social, así como su círculo; de clase, que reúne exclusivamente a individuos del estrato social más alto; finalmente, las más recientes, las de barrio,nacidas durante el siglo XIX, que han llegado a ocupar, en las grandes urbes, elespaciodejado por las dos primeras. Esta tipología, realizada desde el punto de vista antropológico, puede ser sustituídapor otra que es la más usual, la que divide a las cofradías en dos grandes tipos,en virtud de la dedicación de sus cultos internos y externos: las penitenciales y las que no lo son. Las primeras "pretenden promover la devoción y la contemplaciónde la Pasión de Cristo" (2). Por ello realizan su estación durante los días dela Semana Santa. El resto del año hacen sus recorridos callejeros las cofradías no penitenciales o de gloria. Estas son de carácter más festivo y de dedicaciones másdiversas. De las cofradías de penitencia de Lora, la más primitiva es la de la iglesia de la Santa Cruz, que respondía al mismo nombre. Sus inicios, al igual que los de las que seguirán su camino, nos son desconocidos. Aunque no estaría muy lejos de deberse a una fundación piadosa. Es decir, ésta se creó a partir de un grupo de individuosque ejecutaba el Vía Crucis pasional durante la Cuaresma. A partir de ahí fijó un itinerario a los templos cercanos, para finalmente formar filas el Jueves Santo. En un principio llevaría un crucifijo pequeño, al menos hasta fines del siglo XVI. El resto de las fundaciones penitenciales continuaría en la misma línea. No hay pues principios gremiales, ni asistenciales. Por supuesto que existfangremios. Al menos hay noticias de dos, el de los artesanos y el de los labradores. De ellos y de su participación en el culto a Nuestra Señora de Setefilla, hay noticias desde mediados del XVIII (3). Pero no tuvieron intervención alguna en la creación de estas corporaciones. También existieron hospitales muy antiguos, que aunque albergaron a alguna cofradía, no constituyeron la génesis de este fenómeno, tal como sucedió en otros lugares.

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LOS INICIOS.

EL SIGLO XVI

La Cruz, instrumento principal del suplicio de Jesucristo, y, por ende, su símbolo, desde los inicios del cristianismo fue objeto de una profunda veneración. Suele señalar la tradición que Santa Elena, la madre del emperador Constantino, descubrió en Jerusalén allá por el siglo IV de nuestra era la cruz en que fue clavado Jesucristo, convirtiéndola en objeto de meditación sobre la Redención del género humano. A título de curiosidad veamos una descripción que el padre Quintana nos transmitió de ésta: "El madero principal desta fue de ciprés, los bracos de pino, el que atravessaba para asiento de los sagrados pies, de cedro, según testificó el Emperador de Constantinopla Ioan Cantacuzano ... Al madero principal concede la tradición autorizada con graves escritores, quinze palmos en largo, y al de los bracos ocho. No era verde, o recién cortado del árbol, sino seco, y muerto, según el uso de los Hebreos. No en forma rolliza, o redonda, sino esquinada o quadrada." (4). Para perpetuar el recuerdo de este símbolo principal de la Pasión, en el convento de San Francisco de Sevilla se fundó el 9 de 'mayo de 1448 una hermandad que respondía al nombre de la Vera Cruz. El abad Gordillo pecando de celoso panegirista atrasa esta ocasión al año de 1370. Su primera regla fue aprobada el 22 de febrero de 1501. Esta hermandad, una de las más primitivas de Sevilla, según parece a imitación de la del mismo nombre establecida en Toledo, adoptó el instituto de cofradía, llevando a cabo una reforma en sus reglas que fue aprobada el 28 de mayo de 1538. A su imagen se creó en Lora, en el primer cuarto del siglo XVI, la que estamos estudiando. En 1526 existía, como ha observado José González, una cofradía en la iglesia de Santa Cruz, de la que era alcalde Bartolomé Carballo (5). Tuvo una vida dedicada al fervoroso culto penitencial, ejecutando sus principales ritos en la Cuaresma. Hasta la aprobación de sus reglas sólo contó con el beneplácito del ordinario eclesiástico. Fruto de las demostraciones de un grupo de devotos, que llevaban en sus actos un crucifijo ante el que rezaban y hacían profesión de fe, fue la organización de otra corporación penitencial, la de "la Cruz". Esta actividad puede que tuviera lugar ya en el siglo anterior, pero su institucionalización es del XVI. 34

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REGLAS Fueron aprobadas por el Vicario General el9 de mayo de 1555, siendo mayordomo Alonso Carballo. Se componen de 42 capítulos, más otros que se fueron uniendo:el 43 en 1561, y el 44 y 45 en 1594 (7). Las reglas atienden a regular los siguientes puntos:

• De la administración o c1avería. A ello se dedican los capítulos I1I, IX, XXIII Y XXXVII. Las cuentas se tomaránla mañana del domingo que sigue al de la Santa Cruz, estando presentes los oficiales(cap. III). Ello tendrá lugar tras la elección de los nuevos oficiales, que seránlos que pidan cuentas a los anteriores. En este acto estarán presentes cuatro diputados (cap. IX). A una de las principales provisiones de fondos, la limosna, se dedica el capítulo XXIII. En él se estipula que la demanda la harán los oficiales, dos cada mes, en la iglesia, los días de fiesta y domingos. Y se entregará al mayordomoen presencia del escribano. Los individuos que se encarguen de ello llevaránuna vara verde y dos bacines. Además, si alguien quisiera hacer una donación a la hermandad, será admitida si es de interés para la misma (cap. XXXVID.

• Los hermanos: recibimientos y obligaciones. La recepción de cofrades tiene lugar ante el mayordomo y con la presencia del escribano, quienes procurarán que se juren las reglas. La cuota por el ingreso dependeráde que sea cofrade de sangre, de luz o cofrada ". El primero dará dos reales, al igual que la cofrada, en tanto que el otro seis. A lo largo del año cada uno pagará lo que le corresponda en el reparto de las cargas económicas. La disciplina sólo la padecerá el cofrade de sangre, y no sólo durante la Cuaresma sino durante toda su vida; no estando obligado a ello el de luz, y prohibido a las féminas. Estos en cambio han de tener una túnica y una vela, de más de una libra para los hombres, y de media para las mujeres. Además todos gozarán de las ventajas de la bula de la Santa Vera Cruz. Para las mujeres se estipula que ninguna que esté casada se pueda recibir por cofrada si no fuere junto a su marido. Se regulan dos tipos de hermanos con un estatus especial: los de mala fama y los clérigos. Aquéllos adquirirán su puesto previa reunión del cabildo. Los clérigos no han de pagar los emolumentos fijados para los demás, sólo han de con11

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Se trata en los capítulos 11, X, XXVI Y XXXVIII. Las elecciones son el domingo anterior al día de la Santa Cruz. En ellas los oficiales viejos nombran a los nuevos, que son los que siguen: dos mayord~mos, dos alcaldes, cuatro diputados, un escribano y un muñidor. En caso de grave discordia se ha de acudir al sorteo, y para ello "los dichos oficiales viejos echen en vn cántaro doze nombres de cofrades, los más ábiles que para los oficios pertencieren, y llamen vn niño ynocente ... "(8). Uno de los mayordomos será el encar~ado de custodiar el arca de la cera, en tanto que el otro cobrará las penas que se Impongan. Además habrá otro arca donde se guardarán las ordenanzas, la bula, el libro de cuentas y otros instrumentos concernientes al orden de la cofradía. Tienen tres llaves, una de las cuales la posee el escribano y las otras los mayordomos. Los oficiales están obligados a reunirse cuando se les requiera. • Respecto a la regulación del orden interno. Se dedican los capítulos XXVII al XXXII, XLIV Y XLV. Este tema preocupa mucho a los gestores de las reglas. Parece que debe imponerse la mano dura para contener a los hermanos. En este mismo documento se apunta un cabildo realizado el 13 de abril de 1567 en el que se habla de los de~órdenes que se cometen en las reuniones de los Domingos de Ramos. En esta dirección apuntan algunas de las ampliaciones de las reglas, como los capítulo~ 44 y 45. En uno se asienta el acrecentamiento de la pena del que no acepte el oficio que le correponda. En el que le sigue el aumento es para castigar al que sale de la cofradía. Cada norma prescrita lleva inclusa la pena correspondiente en caso de no ser realizada. Medio real si se deja el cabildo sin la pertinente licencia de los oficiales. y si algún cofrade se fuera de la villa ha de pagar, a su vuelta, lo que los demás hubieran abonado durante esa ausencia. Si además lo hiciera sin avisar, pague una limosna que los mayordomos decidan, sin sobrepasar la tasa de entrada. Los que no cumplan con los pagos señalados, perderán sus prendas, que serán rematadas en subasta ante el escribano, teniendo el interesado nueve días para recuperarlas. Tampoco los oficiales están excentos de penas. Si algún alcalde, I?ayordomo o escri?ano no sirve en su lugar se le ha de cesar en el cargo, imponiéndosele una sanción de un ducado, así como el pago de los perjuicios que pudiera causar por su inoperancia. Las reglas sólo serán cambiadas por decisión tomada en cabildo general, pero nunca el día de procesión. Estas se leeran en vísperas del día de la Santa Cruz, y a 36

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fradesde luz y de penitencia. Estos, para disciplinarse, han de tener túnicas que les descubranlas espaldas, y han de ir descalzos, salvo los que tengan problemas, pudiendousar éstos alpargatas. La túnica será de estopa o angeo curado y la disciplinade manojos, nunca con vidrios. Para el caso de que algún hermano no tenga túnica,la hermandad dispondrá de media docena que pueden ser alquiladas. A la hora fijadatodos los hermanos han de estar en la iglesia, si bien se vestirán donde les conviniere. El escribano ha de pasar revista para ver que no falte ningún nazareno. Una vez confesados y comulgado s se dispone la salida, que ha de ser regulada por los dos alcaldes y los diputados más antiguos, distinguibles porque llevarán varascon una cruz. También habrá dos cruces con insignias de la Pasión, o una y un crucifijo, para que las lleven los cofrades más antiguos, dos cada año, uno al principioy otro al final. En medio irá la de la iglesia. El recorrido será el que realiza el Santísimo Sacramento el día del Corpus, completando las cinco estaciones como se contiene en la bula, visitando las iglesias de San Ildefonso, Santa María y San Bartolomé. Durante el mismo la cofradíallevará el siguiente orden: la abrirá un pendón negro con un cruz roja e insignias pasionarias, con una vara, llevado por el mayordomo, al que acompañarán treshachas. Tras ellos los hermanos, de uno en uno, yendo los de luz entre los di sciplinantes. Enmedio va la cruz parroquial, cerrando el oficial más antiguo con una cruz grande. Los clérigos de la parroquia cantarán salmos, y los que lleven cruz vestirán con ropa encarnada y ceñidos con soga. Al finalizar el recorrido habrá un lavatorio del que se encargará uno de los mayordomos. Se dispondrán cuatro o seis lebrillo s con agua y yerbas, y se situará donde acabe la disciplina. Tras esto puede haber una refacción por si alguno desfalleciera. En 1560 se añade un nuevo capítulo, el 43, que fija la demanda de vino para el lavatorio. Esto se hará tres o cuatro días antes del jueves, encargándose de ello los hermanos mayores. • Sobre fiestas y asistencia a cofrades. La ayuda a los hermanos y familiares en sus últimos momentos y tras su defunción es un asunto que preocupa a la cofradía, tanto como el culto externo, para ello se reservan los capítulos VII, VIII, XVVI al XXI, XXV, XL Y XLII. Para fiestas y enterramientos habrá ocho hachas de cuatro a seis libras, así como las velas de media libra para los cofrades. Son de color verde con una cruz roja. La principal fiesta tiene lugar el tres de mayo, el día de la Santa Cruz, entre 37


tiene el derecho de ser visitado por un mayordomo y un diputado, y en caso de estar menesteroso, a socorrerle con el dinero de las arcas de la propia hermandad. Si fallece algún hermano le acompañarán de su casa al enterramiento. Todos están obligados a acompañar al difunto con velas. Tras el óbito del hermano, la mujer, aun no siendo cofrada, heredará su vela y sus derechos. Para adquirir estas prerrogativas el cofrade está obligado a pagar al mayordomo quince reales y la cera, o diez reales y media cera, si fuere niño; si no tiene dinero, dependerá de la voluntad de los demás hermanos.

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n SIGLO XVII La Vera Cruz creció hasta llegar a ser la más poderosa de todas las que discurrían durante la Cuaresma. Realizaba sus cultos con asiduidad, sin desfallecer en sus intentos. Seguía rigiéndose por las reglas de 1555; que fueron ampliándose hasta completarse el 10 de abril de 1597. No obstante, a principios de la centuria sufre un cambio de sede, pues a solicitud de Jerónimo de Valencia, Regidor perpetuo de la villa, "y con general aceptación del Pueblo" se funda en el solar que ocupa su ermita el convento de Mercenarios Descalzos con la advocación de la Santa Vera Cruz y San José (9). Pasó a ocupar una capilla en la iglesia del mismo, vinculándose desde ahora con la orden. Los miembros de la misma participan en sus funciones y actos públicos, a la vez que los cofrades ayudan a enterrar a los frailes. Esta relación duró mientras tuvieron vida ambas comunidades. La cofradía, merced a la euforia que vive la iglesia española del momento, alcanza un gran apogeo durante la mitad del siglo. Su prepotencia indiscutible le lleva al enfrentamiento con la de la Humildad y Paciencia en el ámbito de las formas procesionales en el año de 1645. Esta pretende que sus hermanos puedan realizar la penitencia pública con la adopción del estatus de sangre. Pero la de la Cruz, a la que se une la del Santo Entierro, discute ese proceder y el respaldo del Vicario General, llegando a acudir a la Chancillería de Granada. Finalmente se llega al acuerdo por ambas partes de evitar el trasiego de hermanos. La riqueza de una cofradía depende, en parte, del número de miembros que la integran, y mientras mayor es su número más tiende a crecer. Cuando el fasto y lujo de una procesión es grande atrae a gran número de individuos que quieren participar del mismo. Y más aún en la centuria que corre, en la que las manifestaciones del culto externo se hacen grandilocuentes. Se pasa del desfile de nazarenos 38

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acuerdo.Hasta entonces la cofradía no había sufrido cambios en sus hábitos, al menosde alcance. Seguía rigiéndose por las citadas normas. A partir de entonces, enunafecha indeterminada de la segunda mitad del siglo, hay un cambio en su régimeninterno. Se cierra el cupo de admisión de hermanos hasta los veinte. No tenemoscerteza del sentido total que esto tiene: si son veinte los individuos que participanen la estación de penitencia o es el número total de miembros de la confraternidad.Otro hito, cuyo uso desconocemos cuándo comienza a tener vigencia, es eldelengrosamiento del cortejo penitencial. El crucifijo aparece acompañado del Cristode la Columna. Ambos van sobre sendas parigüelas de pequeñas dimensionesllevadas por cuatro peones. En el último cuarto del seiscientos se notan en la cofradía síntomas de decadencia.Quizás cediera su preponderancia a otras que entonces ganan en atractivo popular.De cualquier modo, a principios de los ochenta el abandono es total, hastael punto de cuestionarse su existencia. Un grupo de hermanos, entre los que seincluyeCristóbal Carballo, se empeña en evitar la desaparición. Escriben un documentoen el que se señalan los puntos a tener presente para conseguir la recuperación:el "establecimiento de la cofradía de la santa vera cruz. Autos acordados si se conforma la dicha hermandad, para que quede en un pie firme y que valla en aumentoy no valla a menos, para que no se vea perdida dicha cofradía." (11). Del mismosólo quedan unas hojas sueltas en las que se enuncian trece puntos de interés.Destacando el primero en el que se rige el nombramiento de un mayordomo,dos diputados y un secretario que determinen "la práctica y régimen de echar lacofradía... " Se pagará por ser hermano veinte reales. "Otro que los hermanos o peonesque llevaren a el señor de la col una y a el Santo Christo se inpongan a dinerosy no a grano, que será a treinta reales cada uno, y los que llevaren las demás insinias tanbién a dineros ... " y "otro, que por ser la cofradía corta de réditosy que las insinias están mui lastimadas ... ", se pide licencia al Vicario para salir a pedir los días de fiesta. Estando el número completo de los veinte hermanos,se les ha de pedir ocho reales para entierros de los fallecidos. El último capítuloreconoce que las constituciones antiguas, siendo útiles, se han de guardar. Parece que se conjuró la decadencia, puesto que en la década siguiente, incluso en 1689, la cofradía sigue su caminar. En este año fue mayordomo Cristóbal Carballo Moreno, sucediendo a Francisco López Frutos. Hasta 1699 le siguen FranciscoLópez Morales, Juan Carballo Rincón y Juan Carballo de Rojas. Esta última década del siglo es la de la renovación: con ella se encara una nuevaetapa de alcance para las cofradías. Se costearon nuevos faldones para el paso del Cristo de la Columna (por 63 reales), así como un nuevo estandarte de da39


guía vigente el uso de las pujas para la obtención de los cargos de responsabilidad en la procesión y la posesión de las insignias.

SIGLO XVIll Comienza el siglo Francisco López Morales repitiéndose en el cargo de mayordomo. Se sigue la línea comenzada unos años antes, reorganizándose en su orden interno y mejorándose el ajuar litúrgico y procesional. Entre 1702 y 1704 se gastan 30 reales "que costaron ocho ramos para el adorno de las andas de las imájenes"; 300 relaes que "inportó un palio que se iso para la desensia i culto de las imájenes"; cuatro faroles para las andas del Santo Cristo, a 100 reales (12). Continúan así los siguientes años. Incluso en 1705 se gastaron 22 reales y 17 maravedíes en "la hechura de una peluca para el señor". A pesar de todo, no hemos de pensar en la acumulación de grandes riquezas. Veámos, por ejemplo, algunos de los bienes que posee en 1705. Casi todo es de uso propio de la Cuaresma: cuatro faroles de hojalata, ocho ramos de colores, una trompeta de azófar, un palio nuevo de tafetán doble, cuatro faldones viejos de damasco verde, otros de tafetán negro, cuatro manguillas de lo mismo; para adorno de la capilla tiene una lámpara de azófar y otra de plata, ésta para el altar (13). Entre 1700 y 1750 la regularidad en su salida penitencial, así como la normalidad en su administación, le aseguran una situación tranquila. Entre esos dos años ocupan la mayordomía los siguientes individuos: Francisco López Morales, Juan de Liñán Lemas, Francisco López Frutos, Juan del Pozo, Juan Carballo Rincón, Marcos Carballo Alférez, Marcos Carballo Corona, Bartolomé Carballo Rebollar, Cristóbal Carballo Moreno, Alonso López Morales, Franciso Ponce de Vera, Bartolomé Carballo de la Carrera, Fernando de Liñán Caballero, Alonso Garda Rebollar, Juan Carrera Carballo de la Vega, Antonio de Rojas y Diego Carba110 del Pozo. Entre 1740 y 1743 ocupa el cargo María Elena Morales; es un dato interesante que prueba la intervención de las mujeres, no sólo como cofradas, sino también en cargos de responsabilidad. En la conducción de esta institución aún siguen vigentes las primitivas ordenanzas, si bien con los nuevos tiempos han cambiado algunas cosas. Ya no aparecen alusiones al número cerrado de hermanos, es probable que con el crecimiento poblacional habido en la villa fuera obligado abrir las puertas a más fieles. Lo que sí está claro es que la dirección la lleva un grupo muy cerrado, podríamos hablar 40

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Volvamos a las reglas primitivas en las que se estipula, en el capítulo 42, "quel día de sancta maría de agosto de cada un año aderecen vna imagen, lo mejor que ellospuedan, la qual sea de nuestra señora para lleballa en unas andas en la dicha procesión... " (14) No sabemos más a este respecto. Del San Juan la primera noticia es de 1710; entonces decide la hermandad comprarle un manto (15). Con esta figura se completa el espectro de la estación penitencial, que se desarrolla de este modo: la Santa Vera Cruz, llevada por cuatro hermanos, seguida del Cristo de la Columna, con el mismo número de peones, al igualque el de Nuestra Señora, en pos de él. San Juan va detrás, y finalmente, la Cruz de los Martirios (16). Además, el estandarte, la campanita y la trompeta. Continuaba la hermandad ocupando su propia capilla en el convento de los Mercenarios Descalzos. Y ésta estaba en el mismo solar de la primitiva ermita de Santa Cruz. En una visita girada entre 1739 y 1740 se cita esta capilla junto a otra de la iglesia de los franciscanos, "en virttud de que eran yglezia o hermitas anttesde darse a los conbenttos ... " (17) A mediados del siglo la cofradía del "Sanúsimo Cristo de la Vera Cruz", gozabade las rentas de 3 parcelas de tierra: una de secano, en el Acebuchal, de 16 aranzadasy primera calidad, con barbecho; 6 aranzadas de secano, en el sitio de la Sancha, también de primera calidad, con barbecho; y 16 fanegas más (18). Hasta su extinción en el siglo XIX subsistió con la modestia que no había tenido años antes. En 1793 aún poseía un censo del vínculo de Cardedales, pagado porManuela Martínez (19). A tenor de este dato deducimos que para continuar instituídadebió de ajustarse a la normativa de Carlos I1I, formulando unas nuevas reglasque, desafortunadamente, no han aparecido. En 1823, concluyéndose el Trienio Liberal, se realiza un inventario de su archivo.En este momento conserva cuatro copias de escrituras, un libro en pergaminode 43 hojas, un libro de cuentas de 119 hojas, y otro de 265 hojas "que se titula razón de la Hermandad" (20). ¿Se deshizo la corporación en este año? Más bien debióde suceder con las expropiaciones de las décadas posteriores, al perder las pocasrentas que conservaba y la capilla. A principios del siglo XIX se hallaba aún en la nave del Evangelio de la iglesiaexconventual de la Merced, un altar dedicado al crucifijo de la Vera Cruz, con lasimágenes de San Juan y la Magdalena (21).

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ci ot ORIGENES:

LA COFRADIA

DEL DULCE NOMBRE

La Orden Dominica, una de las más celosas en la preservación de la doctrina católica, tristemente famosa por su intervención en la Inquisición, jugó un importante papel en la organización de las actividades doctrinal es con la creación y difusión de una serie de devociones particulares. Entre otras, la que ahora nos ocupa, es decir la del Dulce Nombre de Jesús. Comenta Bermejo que la primera hermandad que atendía a este nombre fue creada en la ciudad de Burgos hacia 1550, en el convento de San Pablo. A Fr. Diego de Victoria, del dicho establecimiento, es a quien se debe esa idea, "para remedio de la deprabada costumbre de blasfemar, votar y jurar" (22), en definitiva, para defensa del Segundo Mandamiento. Esta iniciativa se extendió por diferentes lugares de la Península, teniendo como respuesta la creación de diversas hermandades. Para su regulación el mismo dominico elaboró unas reglas, impresas en Valladolid en 1557 y aprobadas por el papa Pío IV, el mismo que confirmó las confraternidades nacidas para su promoción; adjudicando su institucionalización a la orden de Predicadores. Con la expedición de dos bulas, una el 13 y otra el 15 de abril de 1564, animaba a los fieles a entrar en ellas. El mismo pontífice concedió diversas gracias, entre otras la de la posibilidad de una celebración pública de la fiesta de la CirDibujo 3 Cristo Resucitado cuncisión, y la de elegir el citado día 42

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ciendoa estas hermandades con las gracias que gozaban las del Rosario. Recibió otrosprivilegios por tres breves de 1580 y 1583. Por lo que respecta a nuestra provincia, fue el Arzobispo don Cristóbal de Rojasy Sandoval el principal difusor del Dulce Nombre de Jesús, instituyéndolo porun edicto Sinodal -15 de enero de 1572- en todos los pueblos de su jurisdicción. La de Lora del Río se puede considerar como una de las más antiguas. Los primerosindicios de su existenica datan de 1565. En la visita de la parroquia, efectuadapor el Vicario General el 19 de mayo de este año, entre los bienes relacionados,aparece "una arqueta con dos cerraduras, questájunto a la capilla del órgano, enque se hecha la limosna de la cofradía del nombre de Jhesus" (23). El origen de la misma es un poco oscuro, por cuanto la situación de la villa lo permite. No hayninguna fundación dominica que se encargara de este establecimiento. Quizás fuecometido del propio Prior de la orden de San Juan. Mencionemos que también lahermandad del Rosario fue una creación dominicana y desde muy temprano ya laencontramos en nuestro pueblo. También pudo acogerse a una petición especial delPrior sanjuanista al Provincial de la congregación hispalense. Como veremos másadelante, para la fundación de una cofradía del Carmen en Lora fue preciso el permisode los carmenlitas de Carmona. La cofradía inició sus andanzas en una capilla de la iglesia de Santa María de laAsunción que no era de su propiedad. Tendría la conformación de una corporaciónde gloria, a diferencia de lo que acontecía con la titular sevillana. Ignoramos si celebraba procesión; lo más probable es que sí, coincidiendo con su fiesta principal,la de Circuncisión, el día en que, según San Lucas, al Niño Jesús se le dio sunombre. También los Dominicos tenían especial predilección por el tema del Cristo Resucitado. Así como a imitación del ejemplo sevillano se adoptó en Lora el asuntodel Nombre de Jesús, también se hizo lo mismo con el del Resucitado. La mismacorporación dedicó su tiempo a la adoración de la imagen de Jesús en este estado.Durante el mandato de Cristóbal Nieto la cofradía encargó al escultor sevillanoPedro de la Cueva una imagen del Resucitado. El contrato está fechado el día 1de marzo de 1601. Las condiciones que han quedado fijadas en este acta notarial sonlas siguientes: debe ser "de dos baras de alto (l ,60 ms.) dende el pie a la cabeea"; por otro lado el artífice ha de hacer "una peana en que baya el Xpo, la qual a de llebar sus molduras por todas quatro bandas ... con un letrero en la dicha peana... que el dicho Xpo baya ensima de la dicha peana muy fuerte, que aunque lo 43


LA UNION CON LA DEL SANTO ENTIERRO En la primera mitad del siglo XVII ocurrió un hecho que cambió sus estructuras: la fusión con la cofradía del Santo Entierro. Extramuros de la población existió en el siglo XVI una ermita dedicada a San Idelfonso, en ella tuvo su nacimiento una congregación que ocupaba su tiempo en el recordatorio de la muerte de Nuestro Redentor. Los primeros pasos los desconocemos, pero podemos imbricarlos con la corriente gestora que movió a la organización de otras de similares características en toda la provincia. Era rigurosa en su luto y seriedad, preocupada de promover el culto al Cristo muerto. . Desde siempre la muerte se ha abatido sobre la humanidad indefensa convirtiéndose en un hito de constante presencia. Incluso hubo épocas, como sucedió en determinados siglos de la Edad Media, que se la contempló como un tránsito doloroso. En cambio, el cristianismo pugnaba por borrar esa imagen para convertirla en una liberación. Igualmente la muerte de Jesucristo fue el símbolo de la redención del género humano. De ahí que la contemplación de la imagen de Cristo yacente sea la del acto último de salvación. De 1645 es el documento más antiguo que cita a la "cofradía del Dulce Nombre de Jesús y Soledad de Nuestra Señora y Entierro de Cristo" (25). Para entonces está emplazada en la ermita de San Ildefonso. Se comprende con el texto que la antigüedad de la corporación en su vertiente de disciplina es muy antigua, tanto que ostenta la misma preminencia de la Vera Cruz. Siendo mayordomo Antón García Aguilar entabló una causa contra la de la Humildad y Paciencia en defensa de sus privilegios procesionales (26). En este punto es preciso observar un hecho interesante y repetido en otros lugares de nuestra provincia. Comentamos antes que durante la primera mitad del siglo XVII esta cofradía y la de Vera Cruz fueron las únicas que discurrieron en Semana Santa con disciplinantes. Es precisamente esta dualidad la que se dio en multitud de pueblos. Estas compiten con todas sus posibilidades por adquirir la prepotencia. Así la cofradía de la Cruz (en Lora, de la Vera Cruz) y de la Soledad (en Lora, Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro) llegan a dividir a pueblos enteros en un sistema de relaciones dual, estableciendo incluso competencias a otros niveles. Isidoro Moreno ha llamado la atención sobre este fenómeno, precisando que en ambos grupos se llega hasta la endogamia (27). 44


Aruigua ermita de San Ildefonso

Escena de la vida de San IldeJOfLSO.en la actualidad se encuentra en la iglesia de la Asunci贸n 45


otras que hemos mencionado, evolucionaría discretamente a lo largo de esos lustroso Hay un cambio en la nomenclatura adoptada por la institución: se hizo usual la denominación de cofradía "de la Soledad y Santo Entierro de Cristo". La década de los ochenta fue una época funesta. La decadente situación de la población se vio reflejada en las cofradías. Suponemos que la villa sufrió las consecuencias de alguna epidemia que mermó su población. Incluso esta crisis de subsistencia se extendió a la década siguiente. La relajación había ido desmejorando la imagen de las procesiones, hasta el punto que el Vicario acabó tomando medidas en el asunto: prohibió el uso del capirote, al que se achacaban las licencias y escándalos cometidos. Francisco Carballo Rebollar, presbítero, mayordomo, en unión de los mayordomos de otras congregaciones, solicitó la remisión de esta pena aduciendo el decaimiento que estaban sufriendo debido a esta resolución (28).

EL SIGLO XVIII Una figura destacada en la historia de la cofradía, en el tránsito al siglo XVIII, fue Francisco Carballo Rebollar. Fallecido hacia 1707, fue un eslabón necesario en la mejora de los recursos económicos. En su testamento menciona dos censos que cobraba, uno sobre casas y olivar, comprado a doña Leonor de Beas, y otro que paga Juan de Nabas. En el mismo documento refiere a la cofradía como la "del Dulsísimo nombre de Jesús y soledad de nuestra señora" (29). En el curso del primer cuarto del siglo se reformó la ermita y se enriqueció el mobiliario, incluso se contrato la hechura de una imagen del Cristo yacente. El día 25 de marzo de 1714 Miguel Corchado Huertas y Pedro López del Castillo, hermanos de la corporación, pagaron trescientos reales que debían a José Tomey, escultor sevillano, por la hechura de un "Jesucripto Nuestro Señor difunto" (30). Esta talla se conservó hasta el desastre del año 1936. A pesar de la renovación habida en la sede de la cofradía, dada la antigüedad de su fábrica, acabó arruinada. No olvidemos que esta advocación se detecta en el pueblo ya en el siglo XIII (31). En 1739 se había denibado (32). La comunidadd nazarena debió de trasladarse a otro lugar. Tal vez se instaló en alguno de los conventos, al que daría su nombre. En efecto, en 1732 se cita el convento del Dulce Nombre de Jesús (33). Años después, en 1743, aparece Bartolomé de Quintanilla como mayordomo (34). En los cincuenta años que quedaban para la finalización del siglo, la cofradía 46


"quese esttá fabricando de nuestra Señora de la Soledad, a expensas de limosnas y de la Hermandad de la misma Señora ... " (36) También se extinguió la cofradía con las turbulencias revolucionarias del primer cuarto del siglo XIX. La ermita perdió, pues, a sus huéspedes: el 11 de marzode 1834 doña María del Rosario Montalbo la recibió a censo de cuatro mil reales,los mismos que en 1844 se comprometía a pagar su marido, el conde de Mejorada. Con ellos se pensaba "construir un altar para la colocación de las Sagradas Yrnágenes, en la Parroquia de la villa." (37) Efectivamente, en 1886 ya se encontraban instaladas las citadas imágenes en un altar de la parroquia. La Virgen poseía corona y cuchillo sobredorados; unas potencias y una corona de espinas el Santo Cristo, y una diadema y media palma el San Juan Evangelista. El altar de la Soledad era neoclásico, de madera imitando al mármol, y de orden compuesto (38). Años después había cambiado la decoración de la capilla de la Soledad, pues el retablo era neogótíco y las imágenes se distribuían de otro modo. Al centro iba el Crucificado y a los lados San Juan Evangelista y la Soledad; a los pies estaba expuesto el Cristo yacente (39). Pero, ¿qué sucedió a la hermandad? Tenemos nuestras dudas acerca de su suerte durante el siglo XIX. Lo más probable es que sufriera el estigma del liberalismomal entendido o de la desamortización: lo que en definitiva la llevó a la desaparición antes de 1840.

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A principios del siglo XVII, un grupo de fieles devotos, en conmemoración de los sufrimientos de Nuestro Redentor, fundó una cofradía; éstos quisieron recor. dar uno de los más dolorosos momentos de la Pasión, aquél en el que se unió la vejación física de los azotes a la moral del despojo y abandono. Según reconoce la propia corporación en 1645 (40), para su organización tomó como modelo la de la Humildad que radicaba en el convento de San Basilio de Sevilla, así como la de Carmona. La sevillana se fundó a finales del siglo XVI en el hospital de San Lázaro, si bien tenía ya capilla propia en la iglesia de los Basilios en 1621 (41). Podemos fijar el nacimiento de la loreña antes de la década de los veinte. Es probable que la vía de penetración de esta advocación fuera Carmona, pues en esta cuidad tan cercana a nuestro pueblo ya existía antes de 1604, año de aprobación de su reglas (42). En una fecha tan temprana como 1622 la hermandad solicitó a Diego García de Santana, pintor de imaginería de Sevilla, que hiciera "una hechura de Xpo, de pasta fina, de la umildad Dibujo 4 e pacyencia, que tenga dos baras de alCristo de la Humildad y Paciencia to, sentado sobre un riesco; la mano derecha en la mejilla, con su corona de espinas y soga a la garganta, bien hecho y acauado ... " (43). La cofradía se estableció en una de las capillas de la iglesia del convento de San Antonio. En principio se denominó "Cofradía de la Cuerda y Sagrada Humil-

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discutidopor las de la Vera Cruz y del Santo Entierro, que valiéndose de su antigüedadquerían ser las únicas con este estatuto. La de San Antonio realizó la pertinentepetición al Vicario General, el cual, mediante auto capitular notificó a lasotras este deseo. Por falta de respuesta de ellas a la autoridad eclesiástica permitióel cambio. Hubo una apelación ante la Chancillería de Granada, aunque por estarfuera de plazo quedó sin efecto. La última puntualización al respecto la dio el Vicario:por auto capitular de 30 de enero de 1646 se ratificó en su anterior sentencia,aunque prohibió que los hermanos de las dos primitivas pasasen a ésta (45). A partir de entonces comenzó a salir en esta forma, acompañando los hermanos,tanto de sangre como de luz, a un paso con una imagen del Santo Cristo despuésde los azotes, en la forma usual. Aproximadamente a mediados de este siglo se elaboraron las reglas, que, es posibletuvieran como base las de la cofradía matriz de Sevilla. No hemos tenido laoportunidad de confirmar este aserto, pues no existe el documento. En cambio sfexisten las reglas de la congregación carmonense. En ellas se exponen una serie denormas que podrían haber sido incluídas en la que estamos estudiando: exigenciade una conducta honesta de los hermanos y que éstos sean castellanos viejos; celebración de dos cabildos, uno el domingo después del Corpus, para nombrar a losoficiales, y otro el Domingo de Ramos, para estudiar la salida procesional. En cambiohay un punto en el que se observa un cierto desacuerdo, y es en la composiciónde la jerarquía de la hermandad: hay cuatro diputados, un muñidor, dos alcaldes,un escribano y un prioste o hermano mayor (46). Por contra la junta directiva de la cofradía loreña estaba formada por dos mayordomos -de fábricas y de librete-, dos alcaldes, dos diputados de cuentas, y los hermanos mayores. Conocemos la junta compuesta en el año citado de 1645 por Francisco López Quirós, mayordomo de librete; Francisco López y Juan López Quirós, alcaldes; Antonio y Sebastián Rodríguez, como diputados; y como hermanosmayores y oficiales: Martín Muñoz del Canto, Francisco Frutos, Juan Núñez, Diego Alanís, Pedro García Corona, Juan Carballo Aranda, Juan Carrera Santola1Ia,Miguel López Linares, Lucas Hernández, Jerónimo González, Francisco Guerra, Diego de Cea (47). De entre todas las actividades que realizaba la confraternidad, como siempre, destacaban las referentes a la salida procesional, los cultos anuales (con misas por hermanos difuntos), y la festividad propia de la corporación, en este caso la de la Pura y Limpia Concepción. También era importante la labor asistencial, soco49


reales y 21 maravedís (48). Con ellos sólo se pagaron los sermones de Semana Santa, cera, subsidios, aceite para la lámpara y otros gastos. De modo que el acopio de los bienes de su propiedad tuvo lugar durante el XVII. Con el correr del siglo parece que disfrutó de una cierta mejora, muestra de ello son las cuentas del año 43, en las que se incluye un gasto de 1831 reales y 24 maravedís, por 881 reales y 31 maravedís de ingresos (49). Y confirmado por la relación del catastro de Ensenada, en la que se mencionan como propiedades hasta 22 aranzadas de olivar, que se supone devengan 1461, 14 reales de renta anual (50). Como vemos, se había convertido en una de las que más propiedades había acumulado, incluso fue en aumento; en 1756 tenía una nueva parcela de una aranzada de olivar, en el corral de Granados, así como una casa en la plaza pública, "a el Arco del Hospittal" (51). A pesar de esta riqueza no existen noticias de lujo alguno. Pero no cabe duda que tenía sus cultos anuales, con misas a hermanos difuntos que oficiarían los franciscanos, y otros actos habituales de este tipo de corporaciones. Entre todos ellos destacan los celebrados en la Cuaresma, principalmente el Jueves Santo, el día en que realizaba su procesión. Esta tenía la salida de su propia capilla, situada en la iglesia del convento de franciscos, realizando el itinerario de las cinco estaciones, entre las que se incluía la iglesia mayor. A la imagen titular acompañaba un cortejo en el que abundaban los disciplinantes, mientras que era menor el número de hermanos de luz, habida cuenta del escaso volumen de cera que se compraba. La última noticia que tenemos de la Humildad es que aún en 1823 existía. Pensamos que la desaparición de la misma tuvo lugar en este mismo siglo, y fue fruto de la antipatía liberal por estas actividades (52).

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Cuando los loreños, allá por los siglos de la baja Edad Media, se veían castigadospor lo que consideraban era la cólera divina, en muchas ocasiones quisieron aplacarlacon la ayuda de San Sebastián. A él pedían el auxilio en días de dolor. Yahemos señalado anteriormente que junto a Santa Ana y la Virgen formaba la tríadade las devociones predilectas del siglo XVI. Tan querido era que ya en el siglo XVI te- .--...-.....----,.,.--,.,.-.-----nía su propia ermita, sufragada por todos sus fielesdevotos. En su altar principal figuraba unaimagen del mártir asaeteado. Este recorría lascalles de la población en su onomástica, tal comoha sucedido hasta nuestros días. No sabemos cúando ni cómo, en una fechadesconocida, que debió de ser hacia principiosdel siglo XVII, se comenzó a rendir cultosa Jesús Nazareno, en la ermita de San Sebastián. Era la imagen titular de una cofradía quese había fundado por esos años. Las primerasnoticias fiables son del final del primer terciodel siglo, cuando se cita a la congregación endiversos testamentos. Pero en la primera mitaddel siglo apenas tuvo trascendencia. No era másque una modesta cofradía vinculada a la del santo patrón del pueblo, y a ella se acabó agregando como única posibilidad para sobrevivira los malos tiempos.

LA SEGUNDA MITAD DEL XVII El momento más lúcido de la vida de nuestra corporación comienza a partir de los años setenta. La imagen de Nuestro Padre JeNuestro Padre Jesús Nazareno, imagen sús por entonces había ganado un gran prestidestruida en 1936, de Montes de Oca .. gio como milagrosa, sustituyendo incluso a San Sebastián con el que, como hemosvisto, compartía la titularidad de la hermandad. Fruto de ese prestigio es el cambio de advocación del lugar sacro de asentamiento. La ermita de Jesús Nazareno, como ya se la titula en 1668, estaba emplazada en el mismo lugar que la de San Sebastián. No es extraño, puesto que ambas imágenes habían unido sus 51


intervención en la misma, 540 reales se emplearon en comprar cal, 495 por los 3.000 canalones, 330 reales por 2.000 ladrillos, 54 por las 27 carretadas de piedra y 427 reales por los cortes de pinos. Diego Pérez, carpintero, recibió 30 reales por obrar los tirantes (53). Entre 1673 y 1675 se detallan en las cuentas de la hermandad otras partidas de dinero empleadas en diversas rehabilitaciones. Se enmaderó la iglesia, gastándose en ello 164 reales; 159 reales costó la vidriera que se puso, 169 reales por el yeso y 96 por los alisares -azulejos-; además se pintó un escudo -ello nos indica la existencia de algún patronazgo sobre la ermita-, por lo que se dieron a Francisco Sánchez, pintor, 40 reales. El descargo más generoso se tuvo con Antonio Caballero "maestro de aluañil vezino de la ciudad de carmona" , al que se le pagó 2072 reales por finalizar su intervención (54). Las obras fueron consistentes, y no únicas, ya que antes y después de estos años se atestiguan diferentes pagos por otras obras en la iglesia y su entorno. El instituto nazareno tenía reglas aprobadas por el Vicario, desafortunadamente desaparecidas. Entre sus normas de comportamiento podemos destacar algunas. El consejo de oficiales estaba formado por un Mayordomo de Fábricas, el de Librete, un Alcalde y dos Diputados de Cuentas, todos ellos elegidos de entre los Hermanos Mayores, que eran once. Estos puestos se nombraban anualmente el 20 de enero, día de San Sebastián. Para la mayordomía de fábricas había una propuesta del mayordomo saliente, pasándose a votarla todos los hermanos mayores. Luego el nuevo mayordomo nombraba al mayordomo del Librete, y tras ello los diputados de cuentas y alcalde. Las reuniones de cabildos, sobre todo a la hora de las elecciones de oficiales, eran a veces muy reñidas. El Domingo de Ramos los hermanos se reunían en Cabildo en especial para la disposición de la salida de la procesión. La posesión de cada insignia era otorgada por subasta pública de todos los hermanos. Su cargo se daba en dinero o en trigo. Por ejemplo, en 1673, los precios alcanzados variaban entre la fanega de trigo que costó la campanilla, hasta las seis fanegas del estandarte primero. Los oficiales solían tomar algunas de estas insignias, dando a entender el disfrute de cierta riqueza. La estación de penitencia tenía lugar el Viernes Santo por la mañana. La distribución de las insignias era como sigue: al principio iba la campanilla con tañido fúnebre, tras ella, llevando la dirección, la Cruz de Jerusalén acompañada de hermanos con bastones; seguían el estandarte primero, el Senatus, más hermanos con bastones y cintas; el Santo Cristo con la cruz a cuestas con hermanos con hachas; el estandarte segundo, también con acompañamiento de hachas, daba paso al 52


los oficios y misas del Viernes Santo, el día de"lafiesta de los nasarenos" (55). Se celebrabansermones durante toda esta semana, siempre de cuenta de los frailes del convento de San Antonio de Padua, aunque a veces tambiénparticipan los mercedarios. Otrafestividad que celebrabala hermandad conesmero era la del día de San Sebastián, el 21de enero. Este día salía en procesión el Santo con acompañamiento de los hermanos con hachaso velas. Había sermón de los franciscanosdel convento de San Antonio, aunque tambiénactividades de más bullicio, se tiraban cohetesla noche de la vípera y durante la misa mayor-hasta 56 reales en cohetes y ruedas en 1692-. Conocemos también la participación en laorganización de los actos del Corpus Christi. En las cuentas de 1670 aparece la siguiente data:"Yten se le descargan treinta reales que se dieron a los gitanos para la fiesta del día del corpuschristi" (56). Hay un hecho que hasta ahora no habíaSan Sebastián, figura situada en el mosconsiderado, a pesar de que no cabe duda Retablo Mayor de la iglesia parroquial. queera habitual: el tumulto. Como se trata de corregir en el cabildo celebrado en 1673, "ay mucho desorden y poca deboción, con que se pierde mucho de la deboción de las fiestas" (57). Los tiempos de la introversión y seriedad de los cofrades pasaron, durante el XVII y el que sigue la algarabía en las procesiones y otras festividades parece ser la nota dominante. Y no sólo en nuestra villa, también en otros lugares el alboroto y el escándalo llegaron a ser habituales. En Sevilla fue uno de los motivos que indujo a la reducción de cofradías, ordenada por el Consejo de Castilla en un bando del 1 de abrilde 1623. Incluso, años después la misma autoridad ordenó que los nazarenos llevaranel rostro descubierto. De los individuos que tuvieron una importante participación en la dirección de la corporación, destaquemos los mayordomos de fábricas, tal vez los que tenían 53


nos que la oficialía pertenecía a un círculo muy cerrado. Como un botón de muestra de la acogida popular que tenía esta cofradía, veamos algunos de sus bienes acumulados hasta 1678: la imagen de Jesús Nazareno poseía dos túnicas de damasco morado, otra de tafetán morado y una cuarta de esterlín: Santa Elena tenía un vestido de espolín y una camisa; asimismo el jubón de bayeta morada del Cirineo. Tenía también un guión de damasco morado con flecos de oro y seda, un estandarte de tafetán morado con flecos de oro y seda, otro de damasco, y dos cruces para el estandarte de latón. Además contaba con bastones, andas -3 pares nada menos-, y las tallas de las imágenes (58). En la procesión cuaresmal sacaba la cofradía varias andas; además de Jesús Nazareno, vestido de morado y acompañado del Cirineo, la Verónica y San Juan. La Verónica llevaba en sus manos un lienzo con el rostro de Jesús. Una imagen de Nuestra Señora de la Soledad aparece citada por primera vez en 1685. En la iglesia había una imagen de Jesús de la Columna, que solía estar guarnecida con velos, morados y negros. A lo largo de la centuria la congregación siguió aumentando su tesoro. En 1680 se hicieron unas nuevas andas con faldones para Jesús (por 194 rales) (59). Este vehículo procesional no había adquirido aún las proporciones que en otros lugares tenía, puesto que era muy reducido (sólo eran necesarios cuatro peones para desplazarlo ). En 1683 uno de sus más notables mentores, Alonso Ramírez de Montalbo, dio a la cofradía tres potencias de plata para Jesús (60). La procesión se realizó con asiduidad hasta la conclusión del siglo. No sufrió los reveses de otras corporaciones en las dos últimas décadas. Este período lo pasó sólo con algunos achaques: el mayordomo advertía en la reunión de rigor del año 1685, "que ya el Cauildo saue lo attrasada que se halla esta cofradía, y faltta de medios para la disposición de la processión del viernes santo, que es ya próxima, que se ofrecen en ella muchos gasttos ... [28 de marzo]" Por eso se acordó que las insignias debían rematarse en las personas que más dieran (61). Las obras de la iglesia se prolongaron hasta el siglo siguiente. Todavía en 1691 se desembolsaban 411 reales y medio para la conclusión de la capilla mayor y la media naranja (62).

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EL SIGLO Cristóbal Carballo Moreno fue el primer mayordomo de fábricas (1700). A partir de él los ocupantes del cargo fueron: Juan López de Quirós (1702), Antonio 54


bana los pasos de Jesús y la Verónica. San Sebastián también salía en procesión, aunque no sabemos si lo hacía el Viernes Santo. Este santo mártir aparecía atado ala cruz y atravesado por 11 saetas de plata. Otros dos simulacros había en sendos altaresde la iglesia: el de Nuestra Señora de la Soledad y el de Santa Elena. Es curioso que tan sólo en dos décadas la ermita de Jesús se arruinara. En 1705se dieron los últimos toques de pintura a la capilla, yen 1739 ya había sido derribada (63). E126 de enero de 1750, Antonio de la Carrera Rico, mayordomo de lahermandad, por encargo de los demás hermanos mayores, solicitó a don Diego Dávila la campana de la antigua ermita. El documento dice así: el citado mayordomo tiene "noticia que en las casas mortuorias de Don Joseph dábila, vesino quefue desta villa, que hoy vibe Don Diego Dávila, clérigo de menores, se halla lacampana que servía en la torre de la hermita vieja de dicha hermandad, que se demolió en tiempo que fue mayordomo de ella el expresado Don Joseph Dábila, porcuyo motivo recogió en sus casas dicha campana ... " (64). El difunto mayordomotuvo su mandato en la década de los años treinta. A mediados del siglo la cofradía sólo gozaba de una parcela de tierra de un cuarto de aranzada de viña, en el pago de la Vega; además de seis censos de 32, 17'16, 29, 9, 13 Y 26, Y de cuatro vacas de vientre y un becerro (65). De modo quedebió sostener la edificación de su nueva iglesia con las limosnas del vecindarioy en especial la participación de don Fernando Quintanilla y Andrade. La nueva iglesia, trazada por el Maestro Mayor de Obras del Arzobispado de Sevilla, Diego Antonio Díaz, fue iniciada en 1733 y concluida en 1764 (66). Debió de estrenarse hacia 1774 -" extramuros de estta villa, y nuebamente reedificada, que está para estrenarze ", comenta Juan de Casaus en un expediente que realizó (67)-. Al mismo tiempo que se concluyó la fábrica de la ermita se encargó al escultor José Montes de Oca, el más importante artífice del momento, la talla de una nueva imagen de Cristo (68). A pesar de la pujanza de la corporación perdemos su pista en el último cuarto del siglo. Sólo aparece inscrita en el Libro de Remembranzas de la Colecturía parroquial, en el año de 1793 (69). Poco después acaecerían los desafortunados acontecimentos revolucionarios que la sumirían en la oscuridad.

LOS ULTIMOS AÑOS Pero al contrario que en otras hermandades, ésta no desapareció, o si desapareció, volvió a surgir a finales del siglo XIX. En 1886, en el inventario de la ermita 55


obras de arte, a excepción de la platería, que seguramente desapareció fruto de la rapiña francesa. En los inicios del siglo XX la cofradía se había reforzado. Tenía nuevas reglas, y respondía al nombre de "Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores y San Juan Evangelista". Sus bienes suntuarios eran nuevos. Entre ellos había tres potencias una corona de espinas de oro, otras piezas de plata Meneses. La Virgen se tocaba con una corona de plata. San Juan tenía una diadema de plata. La túnica de Jesús era de terciopelo rojo granate, bordada en oro, con cordón de oro fino de borlas, para la procesión; y otra de diario, de terciopelo granate, bordada de oro y entrefino cordón. El vestido de la Virgen era de terciopelo negro, bordado en oro fino, y el manto era de lo mismo, salpicado de estrellas y blondas. Para diario Esta conservaba un vestido de terciopelo negro liso, y medio manto de lo mismo. San Juan vestía túnica de terciopelo granate y mantolín (o manto corto) verde, ambos con bordado de oro. Además tenía otro conjunto de diario de damasco morado y seda granate (71). Tenía dos pasos, el de Nuestra Señora era de palio, con ocho varas de madera y faroles con guardabrisas. En-la procesión, además de estas imágenes, iban cincuenta hermanos con hecheros, otro con el lábaro de terciopelo morado y escudo de la hermandad y otro con una bandera de raso blanco, con una cruz grande de color rojo. Se incorporaban a las filas, también, los hermanos con varas de mando. En el siglo XX la capilla había dejado de ser propiedad de la hermandad incluso las imágenes, lo que prueba el cambio radical que se había dado a fines del XIX. Podemos decir que esta corporación era una nueva. En 1936 se perdió absolutamente todo. Aún así, en la postguerra se volvió a organizar la cofradía.

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En 1942 se fundó la primera cofradía de la postguerra, la del Cristo del Hace su estación el Viernes Santo, con los pasos del Cristo del Amor y Nuestra Señora de los Dolores. La imagende Nuestra Se fiara es delescultor sevillano Buiza, mientrasque se desconoce el delCristo. Dieciséis alias más tarde, concretamente el 5 de marzo de 1958, se fundó la Cofradía del Santo Entierro. Al año siguiente, el 17 de octubre, se aprobaron las reglas. Hace su estación el Sabado Santo.Las tallas de los titulares fueron realizadas por don Francisco Pinto, de Jefez de la Frontera, el Cristo (1957), y por Francisco BuizaFemández, Nuestra Señofa de las Angustias (1958) (72). Desde 1988 un grupo de jóvenes cofrades está promoviendo la creación de una nuevahermandad, La Borriquita. Como hemos comentado antes, hay que incluir la cofradíade Jesús N azareno, erigida a imitación de la que se Nuestra Señora de la Amargura, imagen que procesioná perdió en la guerra del 36. acompañando a Jesús Nazareno hasta 1924.

Amor y del Perdón.

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(2) J.M. PALOMERa Misterios, Nazarenos

PARAMO: La imagineria procesional y Cristos, Sevilla, 1987, 2ª ed., pág. 27.

sevillana:

(3) J.M. LOZANO: Un pueblo andaluz y su Virgen, Barcelona, 1987, pp. 116118.

(

(4) Antonio de QUINTANA DUEÑAS: Santos de la civdad de Sevilla y su Arcobispado: Fiestas que sv Santa Iglesia Metropolitana celebra, Sevilla, 1637.

(

(5) José GONZALEZ CARBALLO: La hermandad Sacramental de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Lora del Río, en "Lora del Río. Feria y fiestas populares", Lora del Río, mayo-junio de 1986, pág. 73. Asegura Juan Manuel Lozano (en Un documento valioso para la historia medieval de Lora: el testamento de Lorenzo Pérez Hurtado, en "Lora del Río. Feria y fiestas populares", mayo de 1988, pág. 61) que la primitiva iglesia de la Vera Cruz posiblemente procediera de una antigua sinagoga; se puede situar la erección de aquélla a principios del siglo XV, cuando por influjo de San Vicente Ferrer fue usual el convertir los templos judíos en iglesias de esta advocación. (6) Mercedes BaRRERO y Mª Luisa PARDO: La población 1491 a 1534, Lora del Río, 1983, pp. 16-17. (7) AP.AS., (8)

Hermandades,

de Lora del Río de

153.

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ídem, cap. II, fol. 2v.

(9) Tomás Andrés de GUSSEME: Noticias pertenecientes a la historia antigua y moderna de Lora del Río, Alcolea, Setefilla y Arva, en Andalucía, Lora del Río, 1981, pp. 31-32.

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(10) Ver capítulo que se le dedica. (11) AP.AS., Justicia, 725. Hoja suelta incluída en el Libro de Cabildos de la de San Juan. (12) AP.AS., Hermandades, 153. Libro de Cuentas, 1691 en adelante.

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(13) ídem. Fechado el 2 de enero de 1705.

(3

(14) A.P.A.S., Hermandades,

(3

153. Reglas, fol. 18v.

(15) ídem. Libro de Cuentas. Data de los años 1710-1712. 58

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(3


(20)Inventario del 11 de noviembre de 1823. A.P.A.S., Justicia, 967. (21)Inventario de 1910. (22) José BERMEJO Y CARBALLO: 1882, pág. 84.

Glorias Religiosas de Sevilla, Sevilla,

(23)A.P.A.S., Justicia, 687. "Libro Becerro", fol. 24v. (24)Se apreció el trabajo en 40 ducados. V. Celestina LOPEZ MARTINEZ: Retablos y esculturas de traza sevillana (Sevilla, 1928), págs. 9-10. (25)AP.A.S., Hermandades,

153.

(26)Vid. la cofradía de Humildad y Paciencia. (27)Cofradías y Hermandades Andaluzas, Sevilla, 1985. En especial el capítulo Sistema dual de hermandades, identificacián simbólica y orientaci6n de la personalidad, pp. 149-165. (28)A.P.AS., Justicia, 1261. (29)A.P.A.S., Justicia, 943. Es un traslado del XVIII. (30)Véase María Josefa CARO QUESADA: Fuentes para la historia del arte andaluz: noticias de escultura (1700-1720), en prensa. (31)J.M. LOZANO: Un documento valioso para la historia medieval de Lora: el testamento de Lorenzo Pérez Hurtado, en "Lora del Río. Feria y Fiestas Populares", mayo de 1988, pág. 61. (32)Visita de 1739-40. A.P.A.S., Justicia, 972. (33)Citado en un documento de propiedad de capellanía. En él se habla de la capellanía que fundó en el dicho convento don Alonso de Barrionuebo. AP.AS., Justicia, 972. Del 7 de Diciembre de 1732. (34)AP.A.S., Justicia, 957. (35)A.M.L.R., carpeta 193, t. IX, fols. 845r-848r. (36)A.M.L.R., Libros de Actas (1774-1776), vs. fols. (37)AM.L.R., Libros de Actas (1844-1846), fols. 26 y ss. (38)AP.A.S., Inventarias, inventario de 1886. 59


A, y GONZALEZ ISIDORO, J.: Las imágenes titulares de la cofradía carmonense de la Humildad y Paciencia. Contribución al estudio de la escultura sevillana del siglo XVIll, Carmona, 1983,

(42) Vid. GARCIA RODRIGUEZ,

pág.19. (43) Debía estar acabada la imagen antes del mes de septiembre del mismo año, apreciándose el trabajo en 22 ducados. V. Celestina LOPEZ MARTINEZ: Retablos ... , o.c., pág. 19. (44) BERMEJO: Obra cit., pág. 118. (45) AP.AS.,

Hermandades, 153. Documento anteriormente citado.

(46) Cf. GARCIA RODRIGUEZ y GONZALEZ ISIDORO: Obra citada, pág. 20. (47) AP.AS., Hermandades, 153. Estos fueron los miembros que formaron el Cabildo de 17 de abril de 1645, en el que se decidió adoptar el cambio antes citado. (48) "Libro que se forma por la cofradía y hermandad del santísimo Christo de la humildad y pasiensia, cita en el combento de señor san Antonio desta villa de Lora ... " AP.A.S., Justicia, 967. (49) Visita del 11 de septiembre. A.P.A.S., Justicia, 957. (50) AM.L.R., carpeta 193, t. 9, fols, 777v-788v. Desbrozado en sus diferentes partidas queda como sigue: 2 1/5a. en el sitio del Arroyo del Gato, de 1ª calidad; 2 aranzadas en el sitio de Gómez, 3ª calidad; 1 1/2 a. en el mismo sitio, 3ªc.; media aranzada en el sitio de Valdevacas, 1ª c.; 2 a. en el sitio del Arroyo de las Huertas, 1ª c.; otras dos en el sitio del Aljarafe, 1ªc.; otra parcela igual; 1 a: en el sitio de la Garrapatilla, de 3ª e; otra en el sitio y pago del Aljarafe, 3ª c.; 2 en el sitio de Marón, 1ª c.; 3/4 en el pago del Aljarafe, 1ª c. 1 lI8a. en el mismo sitio, 1ª c.; 3 1/2 en el mismo pago, de 1ª c. Los gravámenes que tenían dichas fincas eran 4 memorias, una de 30 reales anuales de rédito a favor de la Colecturía, y 3 de 190 reales anuales a favor del convento de San Francisco (o San Antonio). (51) AP.AS., Justicia, 898. Sobre estas propiedades se había impuesto un tributo que tomaron Francisco Carballo de Liñán y José González. 60

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(55)Este es el nombre que se le da el Viernes Santo en el Libro de Hermandad, en las cuentas de 1683. En ellas se señala el pago al mayordomo de 129 reales, por la fiesta y procesión de dicho día. Idem. Cuentas de 1683. (56)ídem. Cuentas de 1670. (57)ídem. Cuentas de 1673. (58)AP.AS.,

Hermandades, cuentas de 1678.

(59)ídem. Cuentas de 1679-1680. (60)ídem. Inventario de 1683. (61) Cabildo del año 1685, ídem. (62) Cuentas de 1691, ídem.

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(63)En la visita de 1739-40, "se omittió las de Jesús, Soledad y Santta Ana, por esttar derrivadas ... "AP.AS., Justicia, 972. (64) AP.AS.,

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Justicia, 972.

(65) Catastro de Ensenada. AM.L.R.,

carpeta 193, t. 9, 828v-831 v.

(66) Antonio SANCHO CORBACHO: Arquitectura barroca sevillana del siglo XVlll, Madrid, 1984, pp. 170-2. José GONZALEZ CARBALLO: Parroquia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en "Feria y Fiestas Populares de Lora del Río", mayo 1982, s. pág. (67) Expediente de Juan Casaus para explicar la conveniencia de reconstruir o no la ermita de los Remedios. A.M.L.R., Actas Capitulares (1774-8). (68) SANCHO CORBACHO: Op. cit. En Carmona trabajó alrededor de 1740 para la hermandad de la Humildad y Paciencia. Vid. GARCIA RODRIGUEZ Y GONZALEZ ISIDORO: Op. ctt., págs. 64 y 65. (69) AP.AS.,

Justicia, 863.

(70) AP.AS.,

Inventarias, año 1886.

(71) Inventario de 1906. AP.AS.,

Hermandades, 154.

(72) Cf. José María PERALES: Una tarde en el Gólgota al morirte. Itinerario cofradiero por los pueblos de Sevilla, Sevilla, 1970.

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COFRADIAS DE GLORIA

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unos días en los que completar un recorrido callejero con el simulacro del titular. Podemos diferenciar varios gurpos en virtud de la figura objeto de veneración.

COFRADIA PATRONAL Sólo hay una congragación dedicada a la organización de los cultos a la Patrona. La hermandad de Setefilla es única y su comunidad coincide con la población. Es una formación comunal, es decir, integrada por todos los miembros de la villa, independientemente de que éstos puedan petenecer a otra hermandad. La Virgen de Setefilla representa, como diría Isidoro Moreno, "el ser del pueblo"

COFRADIA SACRAMENTAL La más festiva de todas las corporaciones cofradieras era, y es, la Sacramental, que también reune a todo el pueblo en sus celebraciones, en especial el día del Corpus. Dedica sus cultos a Cristo, pero Cristo vivo y redentor.

COFRADIA DE CLERIGOS La cofradía de San Pedro tenía unas connotacioens especiales porlos individuos que la integraban, pues eran todos clérigos. Con ello pretendián establecer un lazo que les uniera, buscando la ayuda mútua.

COFRADIA DE MARIA O DE SANTOS A 10largo del año solían recorrer las calles de Lora una considerable cantidad de cofradías en honor a la Virgen o los Santos. Las diversas comunidades vivían con emoción estas celebraciones que solían tener un matiz festivo.

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En este punto hemos de reconocer que sería vano elaborar en estas páginas unahistoria del culto a la patrona del pueblo. Es una tarea ardua que ya cuenta con algunasmeritorias contribuciones, como las de J. García Millán, J. Montoto, N. Montalbo y Coronel y, sobretodo, la de J. M. Lozano, más autorizados que nosotros, a quienes nos remitimos. Por nuestra parte nos conformaremos con hacer unamodesta aprotación. Esta hermandad es la que el profesor Isidoro Moreno (1) tipifica como comunal, que integra a todos los miembros de la comunidad local. Con ella la Virgenrepresenta la esencia del pueblo, una identidad que se proclama a través de su culto.Lora muestra su rostro al resto de la comarca en cada activiad que se realiza ensu honor. Sus orígenes no están muy claros, si bien hay pruebas de que existe la ermitade Setefilla desde la reconquista de la villa de manos musulmanas. La primerareferencia es la del testamento de Lorenzo Pérez Hurtado el Mayor, fechado el 29 de diciembre de 1280 (2). En él el firmante manda a Santa María de Setefilla dosmaravedís de limosna. Esta cita sólo explica la existencia de un templo dedicadoa la virgen en el poblado de Setefilla ,y no la de la imagen. El templo de Nuestra Señora pudo erigirse sobre la mezquita del poblado, o al menos sobre el mismo solar sagrado. Totalmente reformado a principios del XVIII, del primitivo recinto sólo sabemos lo que nos relatan las visitas pastorales. Así nos la describe el prior frey don Francisco de Vaillo en el año de 1568: "Tienetres naves cubiertas de teja y una capilla con una reja de hierro por delante, dentro de la cual está un altar con sus gradas altas, y encima dél la ymagen de Nuestra Señora de bulto, para vestida, con un Nyño Jesús, y por la parte de fuera dela rrexa están dos lánparas con sus vacines de acotar para alunbrar la dicha ymagende Nuestra Señora, y en cada una de las dichas otras dos naves a los lados de la dicha capilla, por la parte de fuera della, están en cada nabe una altar y en el cuerpode la dicha yglesia está sobre la puerta questá a la entrada de la nave mayor defrente del altar mayor de la capilla una canpanna pequenna para seruicio de la dichayglesia. Yten un cuerpo cubierto que es la sacristía de la dicha yglesia, que la puerta della sale dentro de la rrexa junto al altar mayor, y esta sacristía está solada de ladrillo y unos poyos alrrededor para seruicio della, y dentro desta sacristía está otrapuerta que sale a la casa del santero, la cual tiene dos cuerpos cubiertos y en65


encima del dicho altar, en la pares [sic], está de pincel pintado el mysterio de la encarnación de nuestro sennor jesucristo, y el suelo del dicho portal estpá ladrillado y a la rrerredonda [sic] del dicho altar están hechos unos poyos de ladrillo para asiento." (3) Desde mediados del siglo XVI, tras el abandono del poblado de Setefilla, Lora pasó a convertirse en la promotora de su culto. La ermita era propiedad de un Benéficio a cuyo frente estaba el prior. El fervor que se tenía a Nuestra Señora de la Encarnación trajo consigo desde muy temprano el enriquecimiento del Beneficio. En 1568, además de la ermita, poseía seis fanegas de tierra de pan sembrar en la muela del Guadalvácar, una huerta de naranjos e higueras, la mitad del donadío de los Cantos, el donadío de la Grulla, colindante con el término de Peñaflor, una haza de tierra denominado de Santa María; en el pueblo la vivienda del prior; asimismo, percibía las primicias del pan, trigo y cebada (4). Fue acrecentando su hacienda paulatinamente con donaciones como la de fray Marcos de Barrios, fraile del convento de Santa María de Guadalupe, que por devoción a la santa imagen financió una fundación de doscientas misas a la semana que acabó en las ocho al año -en 1739- (5). De la hermandad de Setefilla la primera referencia conocida es del año de 1581. El día 5 de agosto el Cabildo municipal ordenaba que la "cofradía de Nuestra Señora" acompañara a la Virgen en el retorno a la ermita (6). La fiesta de Setefilla, que se celebró durante años el 25 de marzo, por estas fechas comenzó a hacerse el 15 de agosto. Paralelamente el 8 de septiembre se orgbanizaba una feria ganadera en los aledaños de la ermita. Muy a propósito para estas ocasiones era el "altar de ladrillo donde se dize mysa las fiestas principales" (7), encima del cual se exponía el misterio de la Encarnación. Este altar tenía la función de hacer extensiva la predicación a multitud de individuos, como las llamadas capillas abiertas, aquellas que quedaban al exterior del templo a modo de amplia balconada, y que permitían la participación en los oficios religiosos de gran cantidad de fieles (8). Los traslados de la Virgen son anteriores al último tercio del siglo XVI. El uno de abril de 1581 decidió el Cabildo de la villa la primera salida conocida con motivo de la epidemia que aquejaba al pueblo. En 1587 el Vicario dio al prior de Setefilla varios preceptores, entre otros: "... que de aquí en adelante todos los días de nuestra señora de septe [sic] de cada año haga una prozeción solene alrrededor de la yglesia ... " (9). También que al día siguiente se diga una vigilia y misa de requiem cantada "por los caualleros e otras personas que murieron en el ~i66


quesen su fábrica. En la visita del 3 de julio de 1587 el Vicario llamaba la atenciónsobre los dererioros que había sufrido, principalmente en los portales exteriores.Por ello se iniciaron las mejoras necesarias, de lo que nos apercibe Juana Lópezde Padilla en su testamento, al madar "a la obra de nuestra señora de Setefillatresducados para ayuda a la obra ... " (12). En 1701 Francisco de Valencia, hijo deJerónimode Valencia, manda cincuenta ducados para reparar la casa de los Regidores,que estaba en la ermia (13). Y no sólo se procuró mejorar el edificio, sino quetambiénse aumentó el tesoro particular, puesto que en 1694 la patrona podía pasearrse en unas nuevas andas de plata, hechura del platero sevillano Diego Gallegos(14). Como contrapartida la única fuente de ingresos eran las limosnas de los hennanos. El siglo XVIII, conocido por ser de gran esplendor cofradiero, fue particulannentefavorable a la de Setefilla. Comenzó su discurso con la rehabilitación totaldesu iglesia, pues a pesar de las obras hechas en el pasado, no se pudo evitar laruina.Comenzadas antes de 1708 se concluyeron en 1711 (150. El gran protagonista de este proceso fue don Juan Rodrigo Quintanilla y Andrade. En mano de los Quintanilla estuvieron las riendas de la hermandad durante elsiglo.Por tres décadas estuvo al frente otro ilustre miembro de la familia, don Bartolomé Francisco de Quintanilla, tal vez uno de los mandatos más afortuandos delahistoriade la hermanda, por entonces Fernando Quintanilla y Andrade donó a lacofradíados candelabros de más de tres maros de plata, con las armas de la familia(16).Y más aún, bajo esta mayordomía, se fabricó un cuarto de vivienda y un camarín paraNuestra Señora. La obra fue costeada por don Francisco Dávila, y llevadaa cabopor el maestro albañil Francisco Rodríguez Corralero (17). y todo ello se debe a la contribución de los devotos loreños, ya que las rentasnodarían para tanto. Según el catastro de Esnsnada, la hermandad de Setefilla teníaa mediados del siglo una aranzada y media de tierra de primera calidad, cercada de pitas, en el camino de Sevilla, además de riego; una huerta arrendada a JoséCosquero,por 308 reales al año, con 211 moreras, 14 higueras, 11 naranjos y 233árbolesfrutales, y media aranzada de tierra estéril (18). La fiesta por su distención seguía ocasionando el escandalo y alboroto general.El capellán de la hermandad, Antonio José de Pineda, pidió a la autoridad .cr.\P.¡j.2Ati!:2 J.2 prohibición de estas situaciones de relajación (19). A este periodo de crecimiento siguió otro de depresión, pues el siglo XIX con todas sus alternativas fue funesto a este efecto. Incluso entre 1803 y 1848 la 67


nea de crecimiento y mejora; el fervor del pueblo por su patrona lejos de entibiarse ha ido aumentado.

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u m t c p Antigua imagen de Ntra. Sra. de Setefilla, desaparecida en 1936.

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1) LAS PROCESIONES EUCARISTICAS. A) EL CORPUS

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"Fuela expresión solemne y avasal1adora de la piedad eucarística, que en el sigloXIV empezó a despertarse y de siglo en siglo fue acrecentándose en rápida y fastuosaprogresión." (23) En efecto tuvo sus inicios en el caso de la Edad Media. ElSantísimo Sacaramnto había sido hasta entonces un misterio de fe; quedandoreservadala contemplación de la Hostia para los últimos momentos de la vida delcreyente, cuando la recibía con el viático o en escasas comuniones. No obstante,cuando la atracción que suscitó con el correr de los años del medievo, cuandola ostensión de la misma llenó de entusiasmo a los fieles, pasó a exponerse durantela misa a la par que se cantaba. Entonces "durante un buen rato se mantenía levantadala Hostia, era presentada hacia uno y otro lado, se entonaban cántidos y oracionesapropiadas. Se encendían velas para verla mejor; se recomendaba no producirmucho humo de incienso para no estorbar su contemplación. Se tocaba la campanainvitando a ir al templo para adorarla o rezar una oración los que estaban impedidosde hacaerlo.Se levantaba un telón negro o morado detras del altar, que ayudasea dar más a la sagrada Hostia" (24). Incluso en muchas ocasiones esta presenciase vio como conjuro de males. A la postre el Cuerpo de Cristo pasó a ser paseado por las calles siempre convenientementepresentado, para gozo de todos los vecionos. La fecha más antigua a este repecto es la de 1209, cuando una religiosa agustina de Lieja, Juliana, tras unavisión comprendió la necesidad que había de celebrar una fiesta para su conmemoración.En 1246 el obispo de esta ciudad decretó su introducción en el culto.Pero mayor impulso recibió del cardenal Hugo von S1. Cher, quien en 1251 celebróla Misa del Santísimo Sacramento. Luego el papa Urbano IV la prescribió paratoda la iglesia occidental (1264), aunque se propagó con Juan XXII a partir de 1317. En España la primera celebración tuvo lugar en Barcelona (1320). Pero un actoque tenía un cariz penitencial acabó adquiriendo connotaciones puramente festivas,confirmadas por la bula "Transiturum de Hoc Mundo", promulgada por el papa Urbano IV (25). El cortejo fue transformándose en un Triunfo, es decir, una demostración de poder de la Eucaristía, pero una demostración gozosa. En la opi69


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Detalle de una tabla g贸tica que se encuentra en la iglesia parroquial de la Asunci贸n.

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queéstatiene que realizar se ordena que" ande por do anda el sanctissimo sacramentoel día del corpus cripti" (27). Este itinerario comprendía cinco estaciones, pasandopor las iglesias de San Ildefonso, Vera Cruz, San Bartolomé y la Iglesia Mayor. La antigüedad de esta celebración muy bien pudiera establecerse antes del sigloXVI, aunque sea posterior el reconocimiento popular. En su exaltación un hitoimportante es el Concilio de Trento, con el que la iglseia católica pretendía contratrestarel crecimiento del luteranismo. A ello se dedicó la sesiónt rece, del once deoctubre de 1551, en la que se postulaba la importancia de esas celebraciónes la defensacontra los herejes. El concejo municipal en un acta capitular de 19 de mayo de 1566, confirmaba esta necesidad, "... para que los herejes y luteranos entiendanla buena y entera fe que en ésto los hombres tienen ... " (28). En este mismoacta se pide" ... que se torne a recuperar la dicha fiesta ... " (29), entrañando estoun vigor perdido en estas fechas, confirmándose su vetustez. Las fiestas tenían dos fechas señaladas, el jueves del Corpus y el domingo della Octava; también se celebraba el domingo de la Infraoctava. En la primera teníalugar una misa rezada, aunque era la segunda la de mayor regocijo, con funciónsolemne, procesión y danzas. Es curioso que la procesión del Santísimo en unasocasiones se la señala el jueves y en otras el domingo. Este día era el dado porel capítulo noveno de las ordenanzas de la cofradía, en tanto que el anterior por lasde la Vera Cruz. El tercer domingo de cada mes se hacían procesiones claustraJes.Asi mismo el jueves y viernes santos salía a la calles con toda solemnidad. La organización corría de cuenta del Cabildo y el Prior de la Parroquia. Con laprocesión iba la custodia bajo palio, acompañada de los miembros de la cofradía yde los danzantes. Del transporte de las andas se encargaban los clérigos por turno,por lo cual no percibían ningún salario (30). Por otro lado el resto del pueblo nodejaba de participar en la medida de sus posibilidades, incluso con el engalamientode las casas. Cada gremio debía de desarrollar un juego para lo cual se nombrabanvarios individuos que se encargaban de inventarlo. Al final de la procesióntenían lugar representaciones teatrales. Una fecha señalada a este respecto es lade 1566, en la que esta celebración despertó una tremenda espectación en el pueblo.Incluso se festejó con juegos de mascaradas (31). Las cofradías tenían también una importante participación en las actividades deesta festividad. Todas se integraban en la procesión, llevando a sus imágenes en andas,además de una representción de hermanos con el estandarte. La presencia de la custodia es el motivo principal del cortejo. Esta pieza era 71


medio vn escudo con las cynco plagas [llagas]. .. (33)". Para el Corpus de 1574 la hemandad sacramental contó con una nueva custodia, que había llegado al pueblo el 9 de junio procedente de Sevilla. Había sido realizada por el citado maestro Hemando. Merced a la meritoria ejecución de una cruz de plata por su padre, el Concejo municipal decidió encargar el monumento sacramental a esta familia. Parece que la antigua era pequeña y desmerecía a una iglesia tan rica. La determinación de comprometer la pieza tuvo lugar el 7 de enero de 1573, si bien hasta el 11 de febrero de 1574 no se llegó a un acuerdo definitivo (34). De plata cincelada y con forma de templete, está decorada con escenas de la vida del Bautista, el patrón de la Orden. A fines del siglo XIX se volvió a cambiar de custodia. La renacentista cedió su lugar a una nueva neoclásica realizada en 1868. También procedente de un taller sevillano, en este caso ejedutada por Eligio Palomino. Tiene la conformación de asiento, con tres cueropos (35).

B) EL VIA TICO

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Una de las principales obligaciones de las hermandades, desde su creación, fue la de asistir a los enfermos y acompañar a los difuntos. la Sacramental, además de este cometido, hacía participar a los impedidos de la Eucaristía en sus lechos. Para ello la Hostia era llevada en procesión solemne, a la que asistían todos los hermanos de la Corfradía con el palio. Figura esencial de esta concurrencia era el sacerdote. El discurrir callejero era de una gran solemnidad, por su proceder estaba penetrado de toda la seriedad que faltaba a la del Corpus. Los hermanos iban con hachas encendidas; a ellos, a veces, se sumaban otros vecinos del pueblo. El Santísimo iba encerrado en el portaviático, una cajita de metal noble de artística factura. "Otra custodia de plata sobredorada a forma de cofre tunbado con una cruz e con cyfixo [sic] de plata encyma, con dos ángeles de plata a los lados que sirve para llevar el sanctísimo sacramento a los enfermos (36). Esta es la descripción que tenemos del ostensorio del Viático del siglo XVI. En su recorrido iba guarnecido por un palio diferente al del Corpus, de terciopelo carmesí y forrado en raso del mismo color.

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Sacramentooon 200 maravedís anuales, procedentes de un mesón situado en la Rodajunto a la carnicería (38). Como ha quedado expuesto más arriba durante el siglo XVI la fiesta del Corpusadolecía de una gran lucidez, sin embargo, pocas referencias tenemos acerca de lamisma,disfrutando de la popularidad de la festividad del Santísimo. De finales de esta centuria o de principios de la siguiente son las Ordenanzas. Aprobadasy confirmadas en Alcolea por frey Martín Gallego, Vicario General, anteelNotario Alonso Pérez de la Barrera. En Ella se recogen las normas de comportamientode una corporación de élite; era cerrada, limitada en el nímero de cofrades,sólo veinte. Estos debían ser una alta categoría social, siendo muy cuidados a laselección de los aspirantes. O bien adoptaban la fórmula de la consaguinidad, eligiendoal hijo varón de un antiguo hermnao, o bien acudían al plebiscito en Cabildo.Además se observaba un riguroso orden de antigüedad a la hora de la procesión. El 22 de julio, día de Santa María Magdalena, tenía lugar el nombramiento delos dos mayordomos encargados de la administración de la hermandad. Ocupabanel cargo por turno y antigüedad. Los primeros cofrades que conocemos son los incluidos en las citadas ordenanzas.Es destacable el de Jerónimo de Valencia, importante figura de la historia loreña.De principios del XVII son Bartolomé López, Juan Garcfa, Juan Flores, MartínMuñoz de Ribera, Juan de Quadros, Pedro Delagao, Martín Jiménez Parrado,Francisco de la Peña, Miguel de Quintanas, Juan López, Remado de Cuéllar el Mozo,Alonso Pérez de la Barrera, Juan ee Eslava, Pedro Gracía de Miranda. Tomás Mexía, Jerónimo de Valencia, Andrés de Herrera, Francisco Reales y Diego MuñosParrado (39). De la cofradía en el siglo XVII apenas tenemos noticias. No tuvo un discursodesafortunado, si acaso sufrió algún problema fue el que devino de la peste de 1649,que de todos modos no llegó a afectar duramenet a la población. Menos parca en noticias es la centuria que sigue. Comenzó con buen pie aún contabacon la simpatía del vecindario. Prueba de ello es que llegó a ser una de las hermandades que más riqueza llegó a acumular en este período. En el lustro comprendido entre 1733 y 1738 percibió hasta 43 tributos, lo que le supuso 1100 reales y 23 maravedís (40). La limosna era una improtante fuente de provisión; como ha señalado José González, era un recurso esencial, y tanto que en las ordenanzas estaban reguladas con minuciosidad (41). La demanda se restringía a la Iglesia Mayor durante los oficios, o las calles de la villa en los días de fiesta. Em73


(3!!calidad), a 57,21 reales; otra aranzada en el sitio dle Catellano (1ª calida), 72 rs.; otra en el sitio de Gordolobar (1!!c.), 72 rs.; otra en el sitio de San Román (3ª calidad), 48 rs.; dos aranzadas y cuarto en el sitio de G6mez (3!!calidad), 108 rs. (42). En los tres años que van de 1733 a 1736 la festividad seguía celebrándose con el mismo bullicio y la mism afluencia popular que antaño. La hermandad sufrag6 quince sermones; gast6 270 reales en altares y 528 en fuegos. También se ocupó de adecentar sus pertenencias: renovaciones de la cruz del gui6n, de los faroles, del palio, ejecuci6n de un nuevo sitial con flueques de oro y cortina de raso blanco y azul, y de candeleros. La vertiente festiva seguía siendo primordial para la hermandad. Asistía a fiestas "grandes" y fiestas "menores", teniendo en un s610 año cinco. Igualmente celebraba la fiesta de San José y la de Santa Rosalía: prestaba especial atenci6n a las misas anuales a sus hermanos difuntos y las visitas a los impedidos o enfermos. En todas estas celebradciones se empleó la desmesurada cantidad de 7080 reales en cera (43). Para la fiesta de Carnestolendas de 1736 contrataron por475 reales y 23 maravedíes a músicos de Sevilla; y por 30 reales a un bahonista y un organista para el Corpus. El sacristán mayor de la parroquia tenía una destacada participaci6n en el desfile procesional, en tanto que el menor se dedicaba al adorno de los altares. Es interesante mencionar este aspecto del engalamiento de las calles. No s6lo se alfombraba el pavimento con romero, juncia y tomillo, sino que, además, en determinados puntos se disponían altares ante los que el cortejo paraba o posaba (las posas) para emitir una plegaria. El clero parroquial colaboraba a cambio de una gratificaci6n, llevando las varas del palio y las insignias. El apogeo de la hermandad estuvo vinculado a la mayordomía de Francisco de la Carrera Ribera y Cervantes ( entre lo años 1733 Y 1736). Otros mayordomos conocemos en este siglo: Antonio de Qunitanilla y Andrade (1736-1737), Alonso Hidalgo (1737-1738), que falleci6 poco después de su mandato, Antonio de la Barrera (1743), Francisco de Cervantes (1757), José del Castillo (1778), Juan Montalbo y Quintanilla (1791). La cofradía contrariamente a lo que se ha supuesto (44) no desapareci6 a fines de siglo, y, ni siquiera perdi6 su patimonio. Puede que sí cesara el fasto externo. La respuesta a la Pragmática de Carlos III fue la renovaci6n de sus ordenanzas. Una muestra del mantenimiento de la hermandad es la renovaci6n de su capilla, 74

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entoncesera mayordomo del Sacramental don Juan Monta1bo y Quintanilla, quien asimismodirigía la obra. Solicitó abrir una puerta en la pared de la capilla de San Pedro.Tras intensos debates por parte de la congregación de San Pedro, en las juntasde los días 11, 13 Y 17 de julio, se acordó lo siguiente: 1- seguir el expediente incoadohasta el final; 2- "Que es útil y precisa dicha obra, por lo que expresaron losperittos"; y 3- que para evitar daños por la hechura de la puerta que "en tiempoalguno pueda la Hermandad del Santísimo alegar ni adquirir derecho alguno a nuestraCapilla; y sí pedir el vso de su sacristía y entierro: pues los derechos posiblestocan y perttenecen a nuestra Hermandad de tiempo ynmemorial. "También sedecidió que cualquier daño debía ser parado por la vecina, y "que la Sacristía a de ser de recíproco uso de las dos Hemandades. Y que esperava ésta que la Hermandaddel Snantísimo daría a nuestra Capilla las luces correpondienttes a las quehavía perdido por razón de la obra nuevamente construida."(46). Aún en el período liberal continuaba con sus cultos la cofradía. Así en el inventarioque en 1823 hizo de su archivo, nos revela la posesión de "setenta y dos docwnentosde escrituras y demás papeles" (47). En la década de los 40 de este siglo aparede nombrada como la Hermandad de Dios, tal vez extinguida en 1842. No obstante tres años después aún se la refieraen un censo como propietaria de una casa, por la que recibe 59 reales y 14 maravedís(48). Si dejó de existir, lo que no es probable, para 1851 ya rendía sus cultos en la parroquiaotra cofradía o la misma renovada. Esta vez adquiere gran fuerza, hasta el puntode costear una gran custodia (1868); una ejemplar pieza de platería que, al menosen 1886, era propiedad d edon Antero Paalomeque y sus herederos. Esntre éstos,don Juan Palomeque, quien el 12 de febrero de 1895 pidió el Arzobispado la aprobación de las antiguas reglas y la admisión de nuevos usos, entre otros, acabarcon el cupo de hermanos, obviando los privilegios; renovar los cultos, con funcionesdel Corpus, de Semana Santa y Carnaval (49). En el siglo XX otro prócer loreño incide en una nueva reorganización: don Francisco Arias de Rivas, párroco de la iglesia de la Asunción. A partir de julio de 1920 tiene lugar este evento. Decide el cambio de los oficiales de la Junta. Desde ahorala integran el Hermano Mayor, el Teniente Hermano Mayor, Mayordomo, Fiscal,Secretario y cuatro Vocales. Hasta 1936 se ocupó de la dirección don Francisco.Pasada la guerra civil siguió en esa línea de actividad (50).

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Hubo santos a los que el vulgo invocó para que le protegiera de los fenómenos inclementes de la naturaleza; otros, en cambio, lo fueron en auxilio ante las enfermedades, tal es el caso de Santa Lucía. La Santa que perdió sus ojos y milagrosamente los recuperó, era la indicada en casos d~ ceguera, aunque también en otros npos de incapacidades físicas. En Lora ocupa un impotante lugar entre las devociones predilectas desde muy temprano. Al menos desde 1559 hay constancia de ella. En dicho año don Francisco Batallanes, clérigo, solicita que la cofradía dt{Santa Lucía acompañe a su cuerpo, una vez acontecido el óbito, a enterrar (51). A tenor de ese dato sabenos que ya está constituída como corporación y que su fundación data de la primera mitad del XVI. No obstante, hay que esperar a la siguiente mitad de siglo para v~rla conformada en auténtica congregación cofradiera. En 1566 se comenza el primer libtro de fábricas, "el antiguo" (52). La cofradía tuvo la sede desde su fundación en la ermita de su mismo nombre. Bien pronto llegó a poseer un saneado capital, lo que le permitió adquirir una parcela de tierra. El15 de febrero de 1568 Juan Navarro y su mujer, vendieron a Antón García de la

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perdido. Quedan patentes los fundamentos asistenciales de la cofradía a través de estas reglas. Los capítulos 4, 7 a 14,25 a 29, 34, 35,40 Y 41, se ocupan de todo 10 referente al entierro de los hermanos. En primer lugar distingue entre entierro de cuerpo mayor y de cuerpo pequeño, es decir, en forma habitual o reducida. La diferencia es que en el mayor se lleva al difunto en andas y acompañado de hasta seis hachas y cera menuda; en el otro caso, sin andas y sólo cuatro velas. De las ventajas del entierro sólo pueden disfrutar los hermanos y familares bajo su potestad. La junta directiva la forman seis hermanos mayores, a saber, el mayordomo o administrador, el prioste o encargado del arca de capitales, y los alcaldes, que toman las cuentas y supervisan el gasto de cera. Punto esencial en la vida de la cofradía es la administración del capital, prestándosele una gran atención a su contra. Para ello se nombran a los priostes y alcaldes, que han de tomar cuentas al mayordomo en el cabildo que se reúne pasado el día de Santa Lucía. En este mismo párrafo se fija que la limosna se ha de de mandar los días de fiesta, en las calles y a la puerta de la iglesia. El capítulo 7 fija una cuota de 54 maravedís o un real para todo aquél que desee entrar en la cofradía. No se discrimina a ningún individuo por su raza o condición social, a excepción de los ganaderos. Estos tienen prohibido el acceso a la hermandad, según el capítulo 33. ~ Varios capítulos de las regala se dedican a las procesiones, tema del máximo interesoAparte del cortejo fúnebre que se forma para acompañar a los difuntos,en el que el único atavío usado es el paño mortuorio, una prenda de tercipelo con bordados, hay otras a lo largo del año. Las principales son las de la fiesta de Santa Lucía y la del Corpus. En el capítulo 31 se mencionan otras: en la mañana de Pascua de Resurrección, "Ledanías", día de San Ildefonso, Santa Cruz de mayo, Nuestra Señora de marzo y septiembre, San Sebastián, e incluso cuando se recibiere alguna bula papal. A estas procesiones debían asistir todos los hermanos con la cera; llevando un alférez el pendón de la hermandad. Antes de finalizar el siglo la cofradía ha conseguido una situación acomodada,gozando del afecto del vecindario. Se viven años de gran fervor religioso, de ensalzamiento de los ritos católicos. • El siglo xvn El siglo de apogeo de la renovación teológica de Trento supuso para la cofradía un período de crecimiento. Siguió la tendencia positiva del siglo anterior. En 77


propio mayordomo, que "mandó hazer la tela y dexó en señal dozientos reales" (56). y fue posible merced a la riqueza acumulada a lo largo de estos años, entre otras la percepción de un tributo de 30 ducados sobre unas casas en al calle Barrio Nuevo (57). En esta centuria la cofradía se había afirmando en sus formas constitucionales. Ahora la junta de oficiales la forman: los mayordomos, el de fábricas y el de librete; el alcalde, los dos diputados de cuentas y el resto de los hermanos mayores, sumando en total unos doce o trece individuos. Desde 1634, cuando ocupó la mayordomía de fábricas Francisco de Perea, o los sucesivos ocupantes de este cargo fueron: Pedro Martín Sosa (hasta 1642), Juan López Montaragón (hasta 1647), Juan Román (hasta 1651), Alonso Jiménez Jil, Baltasar Jiménez, Antón Carba110, Francisco Gómez Ballesteros, Pedro González Montano, Alosno de Toro y Alonso de la Barrera, que fue reelegido hasta 1669. La elección de estos cargos tenía lugar en el Cabildo que se celebraba cada afta el día 2 de febrero. Reunidos todos los hermanos mayores habían de nombrar al mayordomo de fábricas, siempre anotándose el voto particular de cada uno. Acto seguido se pasaba a tomar cuentas al mayordomo saliente, para ello se nombraban dos diputados de cuentas y alcaldes; también se elegía al mayordomo de.libre. Los ocupantes de los demás puesto de responsabilidad eran designados por el nuevo mayordomo de fábricas. De los mayordomos del período citado, tres fueron la clave de su prosperidad: Francisco Gómez Ballesteros -1655 a 1661-, Alonso de Toro -1663 a 1665-, y Alonso de la Barrera -166 a 1669-. A partir del afta 55 los ingresos aumentaron progresivamente, sobre todo merced al incremento de las rentas. En virtud del crecimineto económico se continuaron las obras de la ermita y el enriquecimiento del ajuar de su imágenes. Desde 1654, cuando se abre la nueva puerta del templo, se confirma la presencia del maestro albañil Juan Martín. A Juan Fellipe de Ribas, maestro campanero sevillano, se le encomendó la nueva campana, que costo 306 reales -1656- (58). En cuanto a las modificaciones internas, la hechura de un nuevo frontal de cinco varas y media, guarnecido con abundante pasamanería, de manos de Baltasar Martín. Asimismo la recomposición del vestuario de los titulares. A la Santa le hizo un nuevo vestido el citado maestro, por el que se pagó 171 reales en él se emplearon 7 onzas y media de randa de oro y 5 varas de tafetán celeste, así como vara y media de cera y seda cruda. A esto hay que sumar 449 reales gastados en comprar 15 varas y media de damasco para completar el atuendo. Curiosa78

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quete;4 varas de damasco blanco para la capa (140 r.); otro tanto de damasco encarnado;oro y esterlín por valor de 56 reales, y 10 reales de seda (61). Entre los recursos económicos de la hermandad destacan los referentes a rentasy tributos. Los censos que percibía en 1669 eran quince. Por otro lado, en ese añoingresó en sus arcas 360 reales y 12 maravedís por 7 fanegas y 12 arrobas de trigo;40 reales de limosnas recogidas en domingos y festivos, y 17 el día de la Santa;4 reales de entradas de hermanos (2 reales por hermano) (62). Entre las principales efemérides anuales, destacaba la fiesta del día de Santa Lucía.En esta ocasión había procesión con las imágenes de la mártir y San BIas. Elcortejo lo integraban los hermanos con hachas y estandartes de la corporación. Unacapilla de cantores acompañaba musicalmente a las imágenes. A lo largo de lajornada los ministriles alegraban el festejo con los agudos y timbres de sus chirimías,trompetas estridentes; además había abundante fuego de artificio, empleandoen ello hasta dos docenas de cohetes. Lo más trascendente era el sermón o pláticade los frailes de alguno de los convetos de la villa, prefentemente merced arios. Paracompletar este depurado ambiente no podían faltar las hierbas aromáticas esparcidaspor todas las calles que había de recorrer el cortejo. La misma expresión de júbilo solía experimentarse en otra festividad que organizabala hermandad, la de San BIas. También participaba la congregación en la prosesión del Corpus. Del 1670 tenemos noticias de otra imagen propia de la hermanda, la de la "Madrede Dios del Buen Suceso", la Virgen con el Niño Jesús. No sabemos con certezasi fue adoptada en estos tiempos o es más antiguo (63). Se mostraba ante sus fieles ricamente ataviada, y si no, he aquí una muestra de su vestuario de 1673: un vestido de gorgorán morado, de galones de oro, con mangas, jubón y manto;una toca de gasa con puntas y otra más pequeña; tres balonas, una de gasa conpuntas y vueltas, otra de velillo con estrellas encarnadas y otra de rengues con canutillo; un vestido de damasco cabellado, con flores en campo pardo, saya, jubóny manto -esta pieza se desbarató en ese año para hacer unos faldones a Santa Lucía-. También el Niño Jesús tenía su vestido de gorgorán morado con galonesde oro. Entre las joyas que poseía: dos rostrillos, uno llano y otro con perlasy un tusón de perlas falsas (64). Estaba coronada. También San BIas tenía uan atuendo rico pues además de la casulla de tafetán verde,vestía una estola y manípulo amarillos, y una capa de damasco blanco. En ocasionesse cubría de estola negra, o estola y manípulo banco acompañados de capadel mismo color (65). 79


pelo yndisente, mando se notifique al dicho francisco martín, mayordomo, vista la dicha ymajen desentemente así de bestido como de tocado ... y por quanto la dicha cofradía asimismo saca en dicha proseción a San BIas, y no se adorna con la desencia que se deba ... que no salga el dicho santo en dicha proseción ... " (66). A pesar de la reconvención, se hizo caso omiso, por lo que el 1 de mayo de 1678 se incoaron autos contra el mayodomo por insitir en este sentido. Los gastos en engalanar las imágenes, a pesar de todo, aumentaron. Entre 1675 y 1680 se disipó gran cantidad de dinero en ello. Se rehicieron los faldones de las andas; se enriqueció la ropa antigua, ya con bordados, ya con otros aditamentos; etc. Lo más destacado fue el intento de cambiar la imagen de Santa Lucía: el día 27 de junio de 1677, los hermanos mayores, comprobaron que "la imagen de Santa Lucia está yndecente y contra el estilo de la yglesia, determinaron se aga otra dembulto, y todos convinieron en dicho acuerdo ... " (67). • El cambio de sentido hacia el siglo XVIll. La cofradía de Santa Lucía había alcanzado el culmen de su esplendor, era la más importante de todas las de gloria de la villa. Radicaba en una iglesia totalmente rehabilitada, con unos buenos ingresos. En definitiva, estaba bien consolidada. Pero a partir de una fecha indeterminada que desconocemos, si bien alrededor del año 82, la cofradía deja de dar muestras de vida. El cabildo del 13 de diciembre de 1682 es la última convocatoria conocida que reunió a todos los hermanos. A partir de entonces le vacío documental: ninguna noticia hasta el 10 de enero de 1688, y ésta muy explícita, dándonos indicios de lo que pudo suceder. El licenciado don Juan Mejía de Liñán, presbítero, promotor fiscal de la Audienica, "dixo que la hermandad y cofradía de la Gloriosa mártir Santa Lucia y el Bendito San BIas, que tiene en su hermita extramuros de sta uilla, a mucho tiempo que está desierta dicha hermita por auer faltado sus mayordomos y hermanos, y no se saue clertamente el paradero de los vienes y caudal de dicha cofradía, y combiene nombrar mayordomo y hermandad que le ponga cobro ... "(68) No hay refencias a los motivos de la ruina. Tal vez se debiera a una crisis inherente a algún tipo de morbo o enfermedad. Por el año 1680 una epidemia de peste causó una gran mortandad en diversas poblaciones del reino de Sevilla, y no es extraño que afectara a nuestra villa, incidiendo fatalmente en esta corporación. Atendiendo a la petición que el promotor fiscal de la Audiencia hizo, surgió un renovado interés por la rehabilitación de esta entrañable corfadía, de ahí que un grupo de individuos de los que antaño estuvieron vinculados a ella, se impuso esta 80

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domo de fábricas; Andrés Garcfa, lo sería de librete; como alcaldes Francisco López de Liñan y Gabriel Lorenzo de Aguilar; Juan de Toro y Juan Antonio Fernández, diputado de cuentas (69). Lo primero que hizo la nueva junta fue recuperar los bienes perdidos. Afortunadamente gran parte de ellos quedaron en poder de una mujer de confianza, doña Sebastiana de Aranda, viuda de Bernabé de Toro, último mayordomo. El resto, las escrituras y las andas, se conservaron en la misma ermita (70). Acto seguido comenzaron las reparaciones en la fábrica del templo, que había pasado varios años abandonado, sufriendo las inclemencias del tiempo. Se le encargó a Miguel López, maestro albañil, Cristóbal Górnez, maestro carpintero, hizo una nueva reja; y Francisco Sánchez, el pintor, la decoró. Todo ello se concluyó en 1689 (71). También intervinieron sastres y demás artesanos en las labores de remozamiento: monillo, tafetán y tocado para la Santa, dos frontales, andas de San BIas, púlpito, etc. (72) La obra de mayor envergadura, aparte de la sustitución de una viga que amenazaba ruina en 1692, fue la ejecutada en la nueva sacristía, en la que se gastaron 265 reales (73). Tenemos ya a la cofradía recuperada, volviendo a sus antiguos hábitos. La relación de los primeros mayordomos de la renovación es la que sigue: Luis Carba110 Rebollar, que estuvo tres años, Gabriel Lorenzo de Aguilar, que también repitió, Francisco de los Santos Carbajal, que acabó excusándose y cediendo su puesto a Francisco de Liñan Ariza (74). Apenas hay noticias del devenir de la cofradía a lo largo de la primera mitad del XVIII. No debió de haber cambios notables. Siguió su curso histórico en progresivo crecimiento, si no económico, sí espiritual. El creciente fervor que se vivía entre sus hermanos incidió en la elaboración de unas reglas más acordes con el siglo. • Las reglas de 1754. El uno de julio de 1754 don José Serrano Márquez, prior y vicario general, aprobó unas nuevas ordenanzas. Era notario mayor don Francisco Tadeo Garaondo. Están compuesta de 15 capítulo distribuídos en 7 folios (75). A modo de preámbulo se comenta la antigüedad de la cofradía, aproximándola a los dos siglos. Asimismo se cita su nuevo restablecimiento y constitución, y la precedente época de incuria y abandono que la hizo deteriorarse. Las nuevas constituciones se basan en las primitivas, sólo que adptadas a los nuevos tiempos. En el capítulo primero se habla del prior, que será un sacerdote nombrado 81


se dedican a enumerar las responsabilidades de los oficiales. Ocupándose el secretario de los libros de asiento y cuentas (capítulo III). El prior será dignidad de gran preminencia en la hemandad, podrá convocar a los demás para la ejecución de ciertas providencias de interés (capítulo V). El mayordomo es otro alto cargo; responsable de la administración general (capítulo VI). Tanto uno como otro han de ser elegidos en la junta que reuniría en la casa del prior o en la iglesia parroquial ocho días después del de la Santa. Cada uno propondrá a sucesor, y si no hay inconvenientes por parte de los demás hermanos se les aceptará en el cargo (capítulo IV). En el capítulo VII se habla de la fiesta de la Santa. Estipula que esos meses antes de la misma se encargará el sermón por el prior o mayordomo, atendiendo a que no cueste más de 3 ducados. Los hermanos deben concurrir a las procesiones del Corpus, domingo de la Infraoctava y Octava, San BIas y Santa Lucía (capítulo IX). Para esta última procesión, las imágenes se vestirán en la capilla de San Pedro, pues allí ha de salir (Capítulo XIII). Las cuentas las ha de tomar el mayordomo, ante el secretario, con acuerdo del prior (Capítulo XI). Otros capítulos hablan del santero (X), del inventario de bienes y la camarera (XII), de la ermita (XIV), y de la obligada lectura de la ordenanzas anualmente (XV). A mediados del siglo XVIII aún la cofradía no había abandonado su estado de modestia al que se vio abocado años atrás. Pues siendo mayordomo José Tirado presentó unas cuentas en las que alcanzó a la cofradía en 83 reales y 19 maravedíes, y en el ejercicio anterior Diego Lascón lo hizo en 69 reales y 7 maravedíes (76), presupuestos, aunque positivos, muy bajos. En el catastro de Ensenada aparece una sola propiedad a su nombre, situada inmediata a la capilla, de 2 tercios de aranzada y primera calidad. Por contra percibe 19 tributos (77). • El, final de nuestra historia. No hay motivos para dudar del curso que siguió la cofradía durante todo el siglo XVIII; no insistiremos más en la normalidad del mismo. El [mal de la historia de esta corporación se sitúa en la primera mitad del siglo inmediato. Pero la dinámica desfavorable comenzó en el último cuarto del setecientos. En 1777 se palnteó la demolición de la ermita que tantos años había acogido a la hermandad, El mermado capital de ésta no podía costear la rehabilitación que necesitaba. Tras las diligencias encargadas por el prior, el 4 de mayo, se comprobó este estado de cosas. El tribunal eclesiático, el 7 de febrero, decretó el traslado de la imagen de Santa Lucía a la ermita de Jesús Nazareno. La hermandad, yen su nombre el mayordomo, don Marcos José de la Carrera, cura más antiguo de la 82

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en donde años más tarde tuvo su propio retablo. En 1781 se confirma el cambio (79).

En el siglo XIX ya no participa en los actos devotos San BIas, se ha perdido su rastro. Hacía años que Santa Lucía era la única titular de la congregación. A comiezos de esta centuria hay todavía ciertos atisbos de vida corporativa. Pero ya tiene los días contados. Apenas cuenta con un olivar que ha de vender antes de 1802 para sostenerse. Todavía en este año se puede adecentar la imagen, comprándole una melena (en abril de 1802), o haciéndole dos nuevos vestidos, uno para la procesión y otro para su altar (80). Asimismo continuaba procesionando la Santa en su día, en el día del Corpus y en el de la Octava (81). Imagen de San Bias, . Finalmente se extinguió situada en el retablo mayor de la Asunción entre 1823 y 1836, concretamente el día 13 de marzo, Juan de Liñán y Cepeda, de orden del alcalde y en virtud de un decreto de las Cortes, entregó todas las escrituras, libros y documentos que pertencían a la hermandad, así como el inventario de sus bienes, que sumaron 5750 reales y 4 maravedfes, al comisionado don José López de la Barrera (82). Del día 11 de noviembre del mismo año es el inventario de sus documentos, firmado en Carmona (83). Todo ello nos lleva a pensar en la incautación de sus bienes por la Junta liberal. Desafortunadamente este punto no lo podemos confirmar, pero no cabe duda que el trienio liberal no fue muy favorable a la cofradía. Con estos acontecimientos desaparece todo vestigio de la misma. 83


¿Quién no ha visto alguna vez, sobre los muros de algún edificio sagrado,la imagen dantesca de un grupo de figuras desnudas retorciéndose por efecto del fuego que las abrasa, en tanto que unos ángeles procuran socorrerlas en su dolor? No es ni más ni menos que la representación de las almas de Purgatorio salvadas del sufrimiento eterno por estos intercesores de Dios, quien espera a las mismas en las más altas esferas a los que superan el castigo. Las almas que quedaban en el purgatorio sufrían una indecible zozobra propiciada por el pecado. Para remedio de estos sufrimientos a los vivos les quedan el recurso de la oración, fuente de indulgencias. Del libro segundo de los Macabeos podemos entresacar una frase muy ilustrativa: "Es una santa costumbre rogar por los muertos, a fin de que sean liberados de sus pecados." (84) Para los cristianos era muy improtante la consideración de este tema, y sus primeras representaciones aparecen a fines de la Edad Media, aunque es a fines del XVI cuando aparecen con más continuidad. Lutero negó la existencia del Purgatorio; justificaba la redención total de nuestros pecados con la muerte de Jesucristo. La iglesia contrarreformista tuvo que conjurar este ataque de una de las creencias más arraigadas del cristianismo; para ello impulsó el fortalecimiemto de su culto. Al mismo tiempo que favoreció el nacimiento de las cofradías de Animas. De éstas las más célebre fue la que se fundó en 1592 en la iglesia de Santa María del Sufragio, en Roma. Su popularidad le valió el reconocimiento del papa Clemente VIII, quien mediante una bula autorizó la agregación de las demás cofradías de este útulo de Italia y países aledaños (1594). Este acto se confirmó en 1600 (85). A lo largo de la centuria siguiente aumentó el interés por estas congregaciones, creándose en algunas ciudades hasta una por parroquia. Estas no son las más antiguas; he ahí el caso de Sevilla, que ya en la primera mital del XVI contaba con algunas de ellas: en 1528 se fundó la de la parroquia de San Isidoro y en 1565 la de Santa Ana de Triana. Figura esencial en cada una de estas comunidades es la del pregonero de ánimas o animero, que recorría las calles del barrio donde radicaba, durante dos horas -desde el Angelus-, rezando en voz alta por las almas y tafiendo tras cada Padre Nuestro una campanilla. En una bandeja iba recogiendo la limosna de los devotos (86). A veces este útil iba decorado con dos figuritas o almas. A pesar de que en Lora se fundó en la parroquial una cofradía de Animas en el siglo XVII, si no antes, sólo se la menciona con frecuencia a fines de esta centuria. 84

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bíaconseguido. En el catastro de Ensenada se le adjudican cuatrocasas con las que obtenía253 reales de renta anual; ademásposeía dos parcelas y sietecensos (88). La cofradía ocupaba una capillaen al iglesia mayor, la queantiguamente se denominaba de Santa Ana. En ella teníalámpara que se nutría del aceiteque le suministraba una obrapía fundada a este efecto (89).La máxima autoridad correspondía al mayordomo un clérigode la misma parroquia. Enla década de los veinte del setecientos obtuvieron este cargo Fernando Caballero y FernandoMárquez de Quir6s. Hasta bien entrado el Retablo de la Capilla de las Animas, en la iglesia de la siglo XIX existió la hermanAsunción. dad. Como residente en la Asunción, su dirección la seguían ejerciendo los clérigos. Uno de los que más añosse mantuvo al frente de la misma fue don Antonio Vergara, que juró el cargo antesde 1810, para dejarlo en 1826 (90). Esta corporación defendió su independencia durante toda su existencia, no agregándose a la Sacramental; lo habitual en otras de las mismas caraterísticas era la actitud contraria. A prinicpios del siglo XX su capilla era la reservada para alojamiento de la imagen de Jesús Nazareno en sus traslados (91).

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El dos de agosto de 1218 la Virgen se apareció a San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort y Jaime I el Conquistador, con su presencia les animó en la idea de crear una orden para el rescate de cautivo: la de la Merced. Desde que se fundó su cometido esencial no fue otro que la redención de los cristianos caídos en manos musulmanas (92). De modo que la titular de la orden es la Virgen redentora.

La Orden de la Merced en Lora del Río La segunda comunidad religiosa en establecerse en al villa fue la de Mercedarios. Fue deseo expreso de don Jerómimo de Valencia el que éstos erigieran un convento. Tomás de la Concepción se posesionó de su fundación el 28 de diciembre de 1609, y el5 de enero siguiente obtuvo la licencia del Bailío, el Conde de Alba Liste (93). El 26 de enero de 1610 don Jerónimo de Valencia firmó la escritura de patronato. Por ella sabemos que por orden suya acudieron a la villa tres frailes: fray Tomás de la Concepción, que era Comendador del convento de la villa de Fuentes, fray Alonso de la Concepción, y fray Gonzalo de San Vicente. Tomaron posesión de la iglesia de Santa Cruz, sobre la que erigieron el convento que se llamó de San José. El patronato conllevó unos amplios recursos para su desahogo económico. Incluía una partida de siescientos ducados, más otros catorce anuales que pagaba Cristóbal López sobre unas casas en la Roda; asimismo tres mil ciento y noventa y dos maravedís de renta de tributos (94). No satisfechos con esta fundación Jerónimo de Valencia y su mujer patrocinaron la fundación del convento de Mercedarias, que pasaría a denominarse de la Purísima Concepción. Lo trataron con el mismo Tomás de la Concepción (95). Aunque extintos tras los decretos de 1835, sus edificios siguieron en uso por algunos años más. Aún en 1886 sigue en pie el de San José empero ya se encuentra en estado ruinoso y sus bienes muebles pasándose a la parroquia (96). El inventario de la iglesia de este convento, de 1910, nos muestra ricamente decorada. El altar mayor estaba ocupado por el retablo de Nuestra Señora de las Mercedes acompañada de las imágenes de San José, San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato y Santa María del Socorro. En la cabecera de la nave del Evangelio otro dedicado a la Vera Cruz, en la misma nave un retablo de San BIas, San Roque y San Cayeta86

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testamento, escriturado el 19 de noviembre de 1717: "Yten, declaro me deue la cofradía y hermandad de la Merced siento y tres reales, mando se cobren y me los deuen por razón de diferentes auitos que e pagado." (98) En la declaración de su última voluntad Sebastián Marín pidió ser amortajado con el hábito de Nuestra Señora de la Merced, "de cuya hermandad es esclavo", y su cuerpo sepultado en la iglesia mayor, y en la forma que acostumbra la citada congregación (99). Por lógica pensamos que esta cofradía estuvo vinculada a algunos de los conventos mercedarios conocidos. Y posiblemente el de frailes, no en vano la imagen de Nuestra Señora era la que ocupaba el lugar central del altar mayor. Ya lo hemos visto en el inventario de 1910.

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NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO Alain de la Roche, fraile de la Orden de Predicadores, allá por el año de 1470 escribió De Utilitate Psalterii Mariae, obra de gran resonancia, a partir de la cual se divulgó rezo del Rosario. Cinco años después el prior de la misma Orden en Colonia instituyó en esta misma ciudad la primera cofradía de este título, cuyas reglas se aprobaron por bula papal en 1478. El refrendo general tuvo lugar a raíz de la batalla de Lepanto (1571), al atribuir la victoria sobre los turcos a la mediación de la Virgen del Rosario. En nuestro país tuvo una gran aceptación, sobre todo merced al impulso que le dio la orden de dominicos; éstos establecieron su origen en el compromiso que su Santo fundador tuvo con la virgen de extender la devoción al rosario. Así es usual ver representado a este santo recibiendo de la Virgen este instrumento de adoración. La plasmación más antigua de esta iconografía en Sevilla es la del convento de Madre de Dios, de 1577. En el último tercio del siglo XVII, adquirió nuevo vigor este culto, en especial en virtud de la difusión del rezo de sus Misterios. De nuevo es la Orden de Predicadores el vehículo determinante de su reconocimiento. En este caso hay una figura destacada, fray Pedro de Santa María UUoa, a quien debemos el rosario callejero. Hasta 1730 no participan las mujeres de él. Estas demostraciones públicas no son más que formas de culto promovidas por los dominicos, en las que se cuenta con un importante arma de sostenimiento de la doctrina: la predicación (100). La existencia de una imagen de la Virgen del Rosario, en Lora, parece un hecho confirmado con la visita de la parroquia, en 1565 (101). Desconocemos su origen; los difusores de su culto, los dominicos, nunca tuvieron casa en la villa. Lo más probable es que se vinculara a la Orden de San Juan, que tenía especial cuidado en todo lo que concernía a la mejora de la liturgia. Además, es muy significativa su situación en el altar de San Juan, justo la advocación del patrón de la Orden. Del siglo XVI poco más es lo que sabemos sobre este asunto. Participaba en procesiones, y para ello poseía entre sus bienes "una tabla sobre la qual sale nuestra señora ... " (102). Estas andas llevarían asas, de modo que la Virgen iría como la de Setefilla, La imagen era de vestir y llevaba un Niño Jesús en los brazos (103). Contaba con el reconocimento de todo el pueblo, pues sólo de este modo pudo llegar a conseguir el rico ajuar que tenía (104). 88


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Nuestra Sra. del Rosario, imagen actual, situada en su retablo, en la iglesia de la Asunci贸n.

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los más desvalidos y ancianos. Entre sus normas ocupaban un lugar importante la demanda de limosna y la realización de los oficios divinos. Por turno, los clérigos más jóvenes debían pedir con dos bacines los días de fiesta; dos cada mes. También estaban obligados a vestirse para las misas de Nuestra Señora todos lo sábados. Este sometimiento acabó siendo contestado en más de una ocasión. Así sucedió en 1654, cuando los miembros más jóvenes pretendieron abolir tales costumbres. El bachiller Francisco de Ribera, por entonces mayordomo de la cofradía, fue el encargado de transmitir las quejas sobre esta actitud al vicario y visitador general, don Alonso de Flores Morcillo. Este, tras un auto, con las encuestas pertinentes a cuatro individuos de la corporación, ordenó que se siguiera con la costumbre establecida. En el expediente que se llevó a cabo con este motivo (105), se señala que esta comunidad era "hermandad del clero a más de trienta años ... " Ello nos hace sospechar una vida anterior, incluso alcanzando al XVI, aunque por entonces no estuviera integrada por estos sacerdotes. De cualquier modo, durante el seiscientos, parece alcanzar un gran predicamento esta devoción, aunque perdemos todo tipo de referencia de la corporación clerical. Sólo se menciona la capilla que ocupa, la misma que en la actualidad. En ella fundó María Romero, viuda de Francisco García Meléndez, una capellanía en 1638 (106). Para dicha capilla se hizo un retablo en el primer cuarto del siglo. Así en 1625 se subasta la labor de dorado, según las condiciones de Alonso Gálvez, maestro pintor y dorador, ante Juan Fernández, notario de la villa (l07). Parece que la cofradía continuó con su vida durante todo el siglo. Se ocupó principalmente de los cultos relacionados con el rosario. En 1696 Ana Rodríguez mandó en su testamento que "se de de limosna un peso de plata, de los que dejó, a la cofradía de nuestra señora del Rosario de esta villa, para que se gaste en zera para los faroles que alumbran el Rosario cantado que se resa por las calles." (108) De modo que además que cuidar de Nuestra Señora organiza el rezo callejero. Es interesante comprobar la antigüedad de esta costumbre en Lora. Y esta fecha no es la de su creación: ya tenía lugar antes de ese año. Así pues es casi tan temprana como la de Sevilla, donde fue introducido por fray Pedro de Santa María Ulloa en 1687. Los misterios del Rosario se rezaban durante todo el año en la iglesia parroquial, por las noches, después de las oraciones. Era un acto multitudinario, reuniendo a todos los vecinos del pueblo (109). Esta moda alcanzó un gran apo90

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5.892reales y 18 maravedís, con lo que el déficit fue de 7.167 reales y 4 maravedis.Este desembolso de debió a un aumento de los bienes con enriquecimiento del patrimonio(110). Años después, en el catastro de Ensenada, aparece la "cofradía y hermandadde Nuestra Señora del Rosario" con una saneada hacienda. Poseía una aranzaday tres cuartos de olivar, en el salto de la mula, tierras de primera calidad.En el mismo sitio poseía otras dos parcelas, una de 3 aranzadas y dos tercios,de segunda calidad, y otra de dos aranzadas y una décima, de la misma calidad.En el sitio de Gómez poseía 5/6 de aranzada de 3ª calidad. Además, cobraba siete tributos anuales, de 100, 22, 12, 13'6, 19'20, 9'30 Y 18 reales. Juntoa ello percibía 90 reales por las 4 vacas que tenía (111). Por la titulación que recibía entendemos que tenía ya una organización típica, conuna jerarquización de hermanos menores y mayores, entre éstos, al menos existíael cargo del mayordomo, el encargado de la administración general. Subordinadosa él estarían los alcaldes, secretario y escribano. Tenía sus reglas, y todo unculto establecido, en el que se incluía la procesión de la Virgen así como la del SantísimoRosario. En 1783, Carlos I1I, mediante Real Decreto ordena un arreglo de cofradías, fijándosela extinción de las que carecieran de la autorización civil y eclesiástica. En adelante,las que quisieran subsistir debarían, además renovar sus reglas y ajustarlasa los nuevos tiempos. La de nuestra Señora hubo de someterse a esta decisión, y el 12 de marzo de 1791, elevó al Consejo de Castilla petición de que le fueran aprobadaslas nuevas Ordenazas, que ya fueron sancionadas por la hermandad en CabildoGeneral de 13 de febrero de este año (112). En 18 de mayo el Consejo las recibe y decide estudiarlas oyendo a las partes: deun lado la Hermandad, de otro el Fiscal. Para que les reperesente, la corporación apoderaa dos procuradores de la Real Audiencia de Sevilla el 15 de junio. El Consejo parece favorable a su aprobación, puesto "que aunque del expediente no constaque haya obtenido la aprobación del ordinario eclesiástico, sin embargo, parael caso que así sea lo qual podía resultar de los estatutos en dicho Supremo Consejo,debe informarse en favor de su permanencia, respecto a que el instituto de la Hermandad, y cultos que se designan en sus Constituciones, son notablemente piadosos,y muy conformes a lo prevenido en el Real Decreto sobre arreglo de Hermandades."Para el caso de la aprobación de las mismas, el Fiscal del Consejo proponecinco correcciones, todas atendiendo a puras formalidades. Las reglas incluidas en el expediente de aprobación, se basan en unas primitivas.Están formadas por 6 capítulos. 91


le tomará juramento de obedecer las reglas, lo cual hará de rodillas. El hermano mayor le cobrará 10 reales por la entrada, y acto seguido, será inscrito en el "libro grande" y en la lista para citar a reuniones. El capítulo segundo regula las obligaciones y derechos del Padre Director. Con un cargo similar al de Capellán, se ocupará del gobierno espiritual de la comunidad. Sobre las elecciones y los cometidos de los diferentes individuos que forman el Consejo de Gobierno versa el capítulo siguiente. Las primeras tienen lugar el día uno de enero de cada año. Citando el secretario a los demás hermanos mediante cédula, por orden del hermano mayor. Reunidos los hermanos, el mayor presentará las cuentas del año, siendo leídas por el secretario. A continuación pasará a votarse si se aprueban o no. Tras esta consulta tendrá lugar la de la elección de los miembros de la dirección, principalmente hermano mayor y consiliarios, dependiendo los demás del interés que se tenga. El cargo de hermano mayor lo ostentará aquel que sea más votado. Los otros dos correrán la misma suerte, si bien será propuestos por el aquél. En cuanto a las obligaciones de la comitiva directora son las que siguen: Al frente está el hermano mayor, que ha de cuidar la asistencia a los cabildos, la concurrencia a las procesiones y la convocatoria de las reuniones previstas. Le sigue el consiliario primero, que puede llevar a cabo las mismas funciones; y por falta de ambos, el consiliario segundo. El celador primero lleva la administración de rentas, así como el librete de las cuentas; si es preciso puede sustituir al consiliario primero. Del cumplimieto de las reglas y del decoro de la procesión se encarga el celador segundo, que tiene mando de consiliario. Los diputados investigarán a los que aspiran a pertenecer a la hermandad; por su categoria podrán tener voto en las juntas. Para atender al archivo y al asiento de los hermanos se designa al secretario. Por último, el muñidor reparte la cera y las cédulas de aviso a las reuniones, al igual que ha de llamar a los hermanos para el culto. De la administración de las cuentas la hermnadad trata un capítulo: el cuarto. Para su registro hay un libro, que queda en poder del secretario, y que se custodia en un arca cuyas llaves conservan los claveros, es decir, el hermano mayor, el celador pimero y el secretario. Las cuentas se revisarán los primeros domingos de cada mes. Se hará un repaso de gastos e ingresos, teniendo en cuenta que lo sobrante pasará al arca. El secretario expondrá los gastos en tanto que el celador primero las cuentas de las rentas. 92


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en procesión claustral. Todas las noches sacará al Santísimo Rosario. Las reglas contaron con la aquiescencia del Consejo Real, y tres años más tarde estaban vigentes. El 20 de noviembre de 1794, tras un cabildo extraordinario, se aprobó el dar a censo a don Juan Rodrigo Montalbo y Quintanilla, unas casas principales en la calle de San Juan. La que debió ser una de las pirmeras juntas de la nueva etapa histórica de la hermandad, estuvo formada por Sebastián Esquinas, como hermano mayor; Antonio José del Valle Ruíz de Vargas, celador; Antonio Guerra Mielgo, mayordomo; Antonio Guerra y Aguilar, y José Beyries, diputados; Benito Morgado y Pizarro, director espiritual y capellán. En este año la congregación recibe el nombre de "Hermandad de María Santísima del Rosario". Sigue con sede en la iglesia parroquial, teniendo sala de juntas en su Sacrisúa (113). En la visita eclesiástica de 1794 hay constancia de la adquisición de unos zapatos de plata para el niño Jesús (114). En 1842 ya se había extinguido (115), lo que nos lleva a pensar en que sucumbió fruto de los avatares refonnistas de principios del XIX. Es probable que ello tuviera lugar con la desamortización de Mendizabal (1836), con la que perdería todos sus enseres y sus recursos. Todavía en 1823 continuaba activa (116). La cofradía desapareció, pero quedó la imagen titular en su propia capilla. En 1886 ésta se adornaba con" corona, ráfagas, media luna, cetro y rosario de plata", y el Niño con "potencias, zapatos y mundo, del mismo metal." (117) Ambos se situaban en un retablo "churrigueresco", de madera dorada.

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Triste fortuna tuvo esta cofradía que perdió todos sus enseres, quedando como único recuerdo el edificio que en la actualidad acoge al Archivo Municipal y Biblioteca Pública. La Madre de la Virgen desde la Edad Media fue objeto de veneración, contemplándosela como universal mediadora en los desastres naturales. Recordemos, por ejemplo, que en Sevilla Alfonso X le dedicó una iglesia en memoria de la curación milagrosa con que le favoreció. Aún en tiempos de Felipe 11Santa Ana, junto a San Sebastián y la Virgen, eran de las devociones predilectas en los momentos de desolación general causados por calamidades públicas (118). Incluso en el siglo XVIII procesionaba la imagen de Santa Ana, del templo sevillano de su mismo nombre, con ocasión de alguno de estos fenómenos desafortunados. En los pueblos tenía aún mayor acogida, pues en ellos velaba por la protección de las cosechas. Este aspecto era uno de los más atractivos de Nuestra Señora era madre y como tal generadora de vida. Antes de mediar el siglo XVI tenía en Lora su propia capilla en la parroquia. Cuando frey Fenando Alvarez de Toledo visitó la iglesia mayor halló una "capilla de santana que se dize la capilla de rrui pérez"(119), y en su testero un retablo con pinturas. Esta primitiva localización nunca desapareció, pues se continuó hasta nuestro siglo. Pero el centro de la hermandad pasó a localizarse en una ermita. En efecto, la hermandad que se creó a expensas de este culto se instaló en la ermita de su propiedad. De su construcción apenas hay noticias: debió tener lugar en el siglo XVII, o bien en la segunda mitad del XVI; quizás ocupando el solar de otro edificio más antiguo. En 1740 es objeto de una completa rehabitación. La capilla mayor se bendijo en el curso de la visita de este año, y corrió a cargo del Visitador Velasco (120). Es probable que la hermandad tuviera el único cometido de cuidar la imagen de nuestra Señora, así como sus bienes, y de organizar la fiesta que anualemente se le tributaba. Así pues, no tendría mayor trascendencia la corporación; sí, en cambio, la santa imagen, que enfervorizó a toda la población. La importancia que fue adquiriendo a lo largo del XVII la llevó al apogeo en el XVIII, hasta el punto de comentar Guseme que su "día se celebra con particular júbilo. " (121) Ello máxime si tenemos en cuenta que estaba muy relacionada con Setefilla. En consonancia con este esplendor encuentra el hecho de la renovación de su ermita. Es muy sintomático que en el catastro de Ensenada la congregación sólo 94

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cluir acerca de sus formas expresión. No obstante podría decirseque no tenían ningunapeculiaridad quela diferenciara de las demás. Tendría sus cabildos el día de la Santa, en los cuales se nombraría a la junta directiva, que encabezaría el mayordomo. Al mismo tiempo se le tomarían las cuentas del ejercicio anterior al saliente. El día de Santa Ana saldría sobre andas la imagen titular. Y, en fm, todos los usos habituales en las demás hermandades. La extinción de la cofradía fue provocada por la revoluArúigua ermita de Sama Ana. ción de 1868. La ermita quedó abandonada y la escultura de la Santa pasó al altar mayor de la Asunción (124). En 1886, en la capilla de Animas de Santa María de la Asunción, se disponía un altar con tres tablas de pintura, el de Santa Ana (125). Yen 1910 se inventaría en dicha capilla, en el lado izquierdo, "el altar de Santa Ana, formado por tres magníficas tablas ... con el mismo servicio que el de Animas." (126)

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Fuera de los márgenes que tipifican a las cofradías y hermandades loreñas se encuentra la que ahora nos toca estudiar, proque sus usos y costumbres en nada o casi nada la asemeja a las demás. Su cometido es el puramente asistencial y hospitalario y se funda en la ayuda a los más necesitados, teniendo su localización en el hospital de Santa Catalina. • La hospitalidad. De entre los tipos de establecimientos benéficos que proliferaaron durante la Edad Media, los hubo dependientes de hermandades de caridad, dedicados primordialmente al socorro y amparo de los necesitados, por lo que acabaron denominándose hospitales o casas de hospedajes (127). Además de atender a la hospitalidad potenciaban los aspectos religiosos, siendo habitual la presencia de altares por todas las salas convenientemente dispuestos para que los enfermos siguieran sin dificultad el servicio divinio (128). La capacidad asistencial era reducida, no sobrepasando en el mejor de los casos las doce camas. Los hospitales loreños tienen sus más remotos orígenes en tiempos medievales. No olvidemos que la Orden que mantiene el gobierno de la villa se titulaba como hospitalaria, la más,antigua fundación conocida es la del Hospital y Algergue de Peregrinos de Santa Isabel, que ya existía a medidados del XIV. En cambio, más moderno e importante era el de Santa Catalina del siglo XV, que estuvo bajo el patronad'o fundado por Alonso Fernández el Rico en 1460. En su testamento, recogido en el Libro Becerro, hace mención al acto: "otrosi, por quanto yo e la dicha catalina martines, mi muger, fuemos acordados e deliberamos y constituymos de tener en esta dicha villa de lora un ospital para alvergar y ospedar pobres por amor de dios, el qual ya estava cosntituydo e posimos en efeto en unas casa nuestras que son aquí, en el arrabal desta dicha villa, cerca de la puerta que dizen del arco; al qual pusimos nombre, por devoción, el ospital de señora santa catalina, para el qual mando vna haca de tierras de pan labra que se llama la faca de los tanajos [?] que fue de arias gutiérrez, que yo y la dicha mi muger compramos del dicho gómez fernándes, mi hermano, que ba llende del rrfo ... e que de las rrentas de la dicha faca de tierras que sea rreparado al dicho ospital en lo que fuere menester ... " (130). De modo que su establecimiento tiene lugar hacia el comedio del siglo, y su confirmanción en 1460, cuando este prócer loreño dejó unas tierras para su mejoramiento. La especial devoción por esta Santa mártir llevó a estos ha96

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• La hermandad de la Caridad. Fue la expresión de una mentalidad nacida en pleno medievo, fruto de los malostiempos que corrían, en los que la miseria y las enfermedades estaban a la ordendía. Posteriormente, tras la agitación de la Reforma protestante, unas nuevasconcepciones les infundieron un matiz de profundo sentido religiosos y teológico.De todas ellas la más conocida en nuestra región, la que fundó en Sevilla donMiguel de Mañara, según Bonet (133), "recuerda la Venerable Archiconfraternitádella Misericoridia de Florencia,resumen de todo un sentido medieval y contrarrefonnista de las hermandades religiosas ... " Si la sevillana se entregó a dar cristianasepultura a los ahogados en el Gualdaquivir, la loreña tuvo unas funcionesmás amplias, pero siempre asistiendo al pobre. La cofradía es de principios del siglo XVI. A ella acudía como una eficaz compañía a la hora de los entieros: Juana López, en su testamento, otorgado el 30 demayo de 1624, manda a la cofradía de la Caridad un ducado para que le acompañecon su pendón y hermanos a la hora de su inhumación (1340. Entendemos que tambiénacudía a los entierros de cualquier persona a cambio de la oportuna limosna. A pesar de la relación entre hermandad y hospital, siempre existió la diversificaciónde sus organizaciones. Ambas quedaron al amparo del Cabildo municipal, quese ocupaba del nombramiento de sendos mayordomos. Traigamos a colación elcaso del año de 1669. En el ayuntamiento el día 24 de junio se nombró a FranciscoGarcfa Frutos como mayordomo de la Caridad; asimismo Alonso Rodríguez Guijarro lo fue del hospital y de la capilla de Santa Catalina (135). Este último repetía en sus funciones. Al menos durante este siglo ambas continuaron con administraciones independientes, bien que paralelas y hermanadas. La conjunción deambas sólo queda confirmada a mediados de la centuria siguiente, cuando consta la unificacion bajo la égida de un mayordomo único. Así, el 13 de septiembre de 1743,rinde cuentas al visitador Fernando Guerra (136). Vemos que la máxima autoridad la ostenta el mayordomo, tal cual pasa en lasdemás cofradías; en cambio no coincide en los demás usos, empezando por el cabildo. Este tenía lugar el 21 de junio, día de San Juan, pero a diferencia de otros casoslo organizaba y dirigía el Concejo municipal. Por otro lado dudamos que dispusiera algún tipo de procesión, a excepción de la que tenía lugar al acompañar a losdifiuntos. Como hemos visto tenía agregada a la hermandad la capilla de Santa Catalina, en la cuál había un retablo e imagen de la titular; no obstante no tene97


otros datos al respecto. Entre los mentores y principales benefactores de la caridad podemos citar a otro mayordomo de mediados del siglo: Luis Carballo. Bajo su dominio la hermandad y el hospital consolidaron su unión, lo que les supuso el fortalecimiento económico. En virtud de este enriquecimiento acabaron acumulando grandes propiedades, acudamos de nuevo al catastro de Ensenada, una de las más valiosas fuentes de información económica de la centuria. Esta nos muestra un panorama de saneadas finanzas que radican en los siguientes recursos: media aranzada de secano, cercada, en la calle de Santa Catalina de 1ª calidad; otras 7 aranzadas en el mismo lugar; en el sitio de Algarín poseía 7 aranzadas de secano; también era de su propiedades el cortijo de Santa Catalina, en el Acebuchal, de 134 aranzadas de primera calidad y de secano. A ello se sumaban cuarenta censos a su favor (138). • El siglo XX y las Mercedarias. Merced a la vinculación con el Concejo municipal el hospital nunca tuvo problemas graves que amenazaran su existencia. De la hermandad de la Caridad no podemos decir lo mismo, puesto que sufrió grandes pérdidas con los abatares del siglo XIX. Esta debió de extinguirse desde el momento en que el hospital se desprendió de sus fincas a fines del siglo XVIII (139). Desapareció la hermandad y el hospital fue convirtiéndose simplemente en "la Beneficiencia", de modo que no perdió sus motivaciones asistenciales. El culto a la Santa que le da nombre no se difuminó. De su iglesia se dice en un inventario de 1886: "Está situada en el centro de la población y consta de una pequeña nave, con un solo altar dedicado a Santa Catalina. El Ayuntamiento de esta villa es el propietario del Hospital y costea el culto, ropas y vasos sagrados." (140) La hermandad de la Caridad había pasado ya al recuerdo en el siglo XIX. Y su lugar lo ocupó una comunidad de Mercedarias de la Caridad. Un grupo de cinco hermanas se estableció en 1884 en unas casas paredañas al hospital donadas por don Miguel Montalbo y Coronel. La decisión fue tomada en una reunión del Ayuntamiento, el día 20 de marzo de 1882, estando presente el fundador de la Orden, Juan Nepomuceno Zegrf y Moreno. Además de la ayuda al necesitado, se dedicaron a la educación de las niñas pobres, con lo que pusieron las bases del colegio de las Mercedarias (141). La Orden de las Hermanas Terciarias Mercenarias o Mercenarias de la Caridad, tenían su casa matriz en Granada. Las constituciones de esta congregación están formadas por tres artículos y dos partes. En su artículo primero, parte primera, 98


néfica(142). Todavía en 1915 se habla del hospital de Santa Catalina, y en él instituyó doña Dolores Montalbo una fundación pía (143).

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Cuando Lutero plantea su reforma de la Iglesia católica una de las principales víctimas de su ataque es el Papa, incidiendo con ello en las estructuras de esta institución a la que rechaza. De ahí que la Contrarreforma pase a una defensa a ultranza de esta dignidad, resaltando ante todo el papel del Príncipe de los Apóstoles, el que por excelencia fue el primero de todos. La representación de éste comienza a multiplicarse a partir de ahora, siendo primordial la exaltación de su misión. En Roma se le dedica un monumento al púlpito desde donde, según la tradición, se ocupaba de la catequización de sus seguidores; incluso el papa Alejandro VII le reservó una capilla y lo convirtió en un símbolo. En 1558 otro pontífice, Pablo IV, se ocupó de afirmar la fiesta de la cátedra de San Predro. En la misma línea de reacción contra los herejes se forja la idea de la erección de cofradías en honor del primer Papa. Aunque también se fundamentan en las llamadas Universidades de Clérigos, integradas por las parroquias, beneficiados o no, en cuyas juntas directivas solían participar como figuras esenciales el prior, los mayordomos y los contadores (144). Desde mediados del siglo XVI se van estableciendo ya las primeras, entre otras la de San Pedro Ad Víncula en la iglesia sevillana del mismo nombre, Dibujo 6 San Pedro quizás la más antigua de la provincia, 100


sacerdotes pueden contar con el respaldo de la colectividad. Se pierden las nocticias de la cofradía durante el XVI. Hasta el último cuarto del siguiente no sabenos nada. Para entonces tenía capilla con altar en a la iglesia mayor. La dirección de la comunidad de clérigos la ostentaba el rector, que solía ser el más antiguo cura de la parroquia. La reglamentación estaba asegurada por unas reglas que en la actualidad están extraviadas. Algunas referencias tenemos de las mismas; por ejemplo, que hay un controvertido artículo 13 que impide el acceso a la cofradía de los clérigos enfermos o impedidos (146). En 1680 el licenciado don Francisco López de la Carrera, antiguo rector, pide al que ocupaba el cargo en esa fecha, José de los Corrales, que le pague 3619 reales que se le adeudan por el alcance de su mandato (147). Es una cifra elevada que refleja la pobreza de las arcas de la cofradía. Y es lógico, ya que para su abastecimiento sólo contaban con las limosnas y algunos tributos. De todos modos los sacerdotes veían en ella otras ventajas, en especial las concernientes al auxilio mútuo. En una villa como Lora que con su ploblación tenía que proveer el sustento del clero de una parroquia y dos beneficios, así como numerosos auxiliares, éste debía asegurar la convivencia en armonía. Además el celibato ocasionaba a ese colectivo trastornos como el desvalimiento en la enfermedad y la soledad durante la vejez. La comunión facilitaba la comodidad a los ancianos. Los clérigos más jóvenes debían vestirse en las funciones de los sábados y pedir las limosnas, entre tanto los mayores se reservaban las tareas más relajadas. Otra ventaja que si disfrutaban éstos era el poseer un enterramiento privilegiado en la nave mayor de la iglesia parroquial. La cofradía tenía su capilla, con enterramiento para los hermanos que fabricó pasada la mitad del XVII. En 1698, con el rectorado de Francisco López de la Carrera, se denunciaba el deterioro de la bóveda a causa de los numerosos sepelios (148). Aunque la congregación conseguía controlar su economía, sufría algunas fisuras en las relaciones de sus integrantes. Si bien el presupuesto no era muy elevado al menos se evitaba el déficit. Siendo rector don Andrés de Cervantes (en 1743), tenía unos ingresos de 1447 reales y 22 maravedís y unos gastos de 922 reales y 16 maravedís, con lo que el alcance era de 525 reales y 6 maravedís (149). Disfrutaba de ocho censos de 19'28, 19'28' 18,24,9'30, 30, 33'30, 16'17 reales; asimismo tenía tres reses vacunas, dos de ellas de vientre, con las que conseguía 60 reales anuales (150). Había ocasiones en que el rector tenía dificultades con la administración. Fue lo que aconteció con Tomás Moreno de Moya que estuvo a 101


puesto tiene puertas, que pueden cerrarse para su custodia, y allí se vestirán, y de allí se sacarán siempre para las processiones ... " (152) En marzo de 1791 se le planteó al mayordomo, don Diego Femández, un problema referente a la capilla. En ese año se decide realizar la obra de la sacristía y enterramiento de la Sacramental, que podía perjudicar al local de la de San Pedro. Con este motivo hubo una reunión en la sacristía de la paarroquia, y "después de haver conferenciado largamente sobre las utilidades, necesidad, y peIjuicios de dicha obra contigua a nuesta capilla ... " acordaron que se llevara a cabo la obra. A cambio habría de otorgar la Sacramental unas contrapartidas a la de clérigos, sobre todo "que la sacristía a de ser de recíproco uso de las dos hermandades." (153) Aún en 1824, superado el trienio liberal, existía la cofradía. No obstante había perdido gran parte de sus usos, quedando exclusivamente dedicada a las actividades asistenciales. En ese año hay una junta de los hermanos, didigida por Francisco de Paula Liñán y Rincón, rector, en la que se somete a plebiscito la admisión de don Antonio López, presbítero exrregular, como mienbro de la hermandad. Contraviniendo el artículo 13 de los estatutos acaba integrándose. Este clérigo estaba gravemente enfermo, por lo que, según el citado artículo, quedaba privado de pertenecer a la congregación (154). Y poco más es lo que sabemos. Como cofradía y hemandad organizaba diversos cultos al santo titular, entre ellos diversas fiestas, destacando la de su onomástica, San Pedro. El centro de estas actividades era la sacristía de la parroquia. Participaban en la procesión del Corpus, aunque no sabemos si a ella acudían con la imagen del Santo Apóstol.

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Sobre la doctrina de la Inmaculada Concepción de María se decretó en el Concilio de Basilea (1431) que era una "opinión piadosa y conforme con el culto de la Iglesia y con la fe católica". A posteriori el papa Sixto IV respaldó la festividad de la Inmaculada con la concesión de indulgencias y la aprobación del oficio Sicut Lilium (1476). (155) En nuestras tierras el dogma de la Inmaculada fue defendida con encono desde muy pronto. Por ello cuando fray Diego de Molina, de la Orden de Predicadores, tuvo la desdicha de desmentir este aserto (en septimbre de 1612), comentando en un sermón que "María fue concebida como vos, como yo y como Martín Lutero, levantó un revuelo tremendo. Franciscanos y jesuítas estuvieron prontos en su defensa y se convirtieron en los mentores de este misterio. No tardó mucho en dar resultados esta exaltación concepcionista en el seno del pueblo sevillano. En 1616 se organizaron las primeras cofradías y hermandades; y al año siguiente el papa Paulo V mediante un Breve impuso silencio a los dominicos, en tanto que las instituciones laicas y eclesiásticas se obligaron a la salvaguarda del misterio (156). También en Lora se hizo el voto de la Inmaculada Concepción de María. La presencia de esta devoción venía ya del siglo XVI: todavía a su mediación existía en la capilla de Rui Pérez de Cazalla, de la iglesia mayor, "un retablo de pinzel dorado de la Conceptión y Sancta Ana" (157). No obstante, el reconocimiento definitivo vino de mano de la Orden Mercenaria, en su ramo femenino. Esta se estableció en la villa en 1617 merced al magnánimo Jerónimo de Valencia, que se encargó de su patronato. La fundación quedó bajo la advocación de la Purísima Concepción de Nuestra Señora (158). No cabe duda que a partir de este culto se formó una cofradía, pero esta sólo una vez aparece citada en las fuentes: en la relación de vínculos y cofradías que se realizó a mediados del siglo XVII, incluyéndosela como la cofradía de "la Consepción"(159). Por desgracia nada más sabemos acerca de la misma.

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El culto a este santo está justificado por ser el patrón d ela Orden que regía a la villa. Es por lo que tiene confirmada su devoción en el siglo XVI. Un documento de 1500 refiere la existencia en la villa de dos iglesias; junto a la iglesia mayor la de San Juan y Nuestra Señora de los Remedios. Su importancia le supuso el ser sede de un Beneficio (160). Y más aún, a este santo se le dedicó un altar en la iglesia mayor en ese mismo siglo; en él tenía asiento la iamgen de Nuestra Señora (161). Veamos lo que sucedión en Sevilla, donde también la Orden de San Juan tuvo su asiento: en esta cuidad poseía una iglesia, la de San Juan de Acre, y una cofradía, la de San Juan Bautista. La iglesia de San Juan de Acre, situada en la collación de su mismo nombre, estaba excenta de la jurisdiccion eclesiástica y sujeta a la del Gran Maestre de la Orden de San Juan, a quien se suboridinaba el Prior (162). En el hospital de San Antonio, en la collación de Omnium Sanctorum, por el año de 1480 se fundó al cofradía del Santísimo Cristo de la Sangre. A mediados del siglo XVI se trasladó a la iglesia de San Juan de Acre, donde se agregó a la Orden de San Juan de Jerusalén; desde entonces figuró San Juan Bautista en la tituladura de la corporación, y además adoptó el escudo de la Orden. Las primeras reglas, aprobadas en 1480, son las que llevaba uno de los pasos en la estación de 1621 era la de la degollación del Bautista (263). También hay que destacar que la Virgen se titulaba de la Candelaria (164). • El Beneficio y sus propiedades El Beneficio de San Juan del Monte además de poseer la citada iglesia tenía otras propiedades. En la visita de rigor del 38 de mayo de 1568 quedan de manifiesto todos estos bienes, y de ella nos permitimos transcribir, dado sus interés, el párrafo que describe algunos: "Tiene el dicho beneficyo una yglesia que se dize sant Joan del Monte, ques en el término y fuera de esta villa dos leguas della, a la vanda de la sierra, que una nave sola con su alto sobre el qual está una ymagen de nuestra Señora del bulto para vestida, y en la pares está vn retablo de pinzel viejo, y en él está una ymajen de nuestra Sennora y alas lados otras dos ymágiees, vna de sant Juan y otra de sant rroque, y debaxo del dicho altar está la sacirstía de la dicha yglesia, y una canpanylla chica que sale sobre el tejado para servicio della, y por delante del altar tienen una varindilla de madera baxa." (165). Del mismo 104


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el edificio que se situaba intramuros se titulaba "de los Remedios", mientras que por San Juan del Monte se conocía el que estaba en las estribaciones de la sierra. Este último representa toda una incógnita, pues aunque las fuentes lo citan en algunas ocasiones, no hay ninguna otra noticia ni aun Guseme que debió conocerlo, aunque fuera derruído, lo cita. Por el momento no se puede asegurar nada. La ermita de los Remedios, por su antigüedad, en 1587 se encontraban en un estado de precaredad tal que el Visitador conminó al Prior a que verificase los pertinentes reparos. Era mayordomo de la cofradía en este año Juan de Cáceres. La imagen de vestir de Nuestra Señora, que sería la de los Remedios, pasó a la iglesia mayor en tanto se rehabilitaba (167). En esta situación se encuentran los bienes del Beneficio de San Juan hasta 1601. A principios del XVII el deterioro es tal que su ruina se ha consumado, siguiendo la imagen de la Virgen en la iglesia mayor (168). No es seguro que la cofradía de San Juan en este siglo tuviera los mismos hábitos de las demás. No poseía figura alguna del Santo, en cambio sí una imagen de la Virgen, la de los Remedios. Si alguna procesión hizo fue protando esta última. En cuanto a la orgnización de su estructura jerárquica, había formas coincidentes con las de otras corporaciones. Estaba bajo la dirección del mayordomo. El prior de San Juan tenía competencias sobre el templo en que radicaba, pero no tenfa por qué sobre la confraternidad.

• Se forma la cofradía.

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Aunque hay pruebas de la existencia de una cofradía en el XVI, no es hasta fines del XVII cuando se consolida. En concreto data de 1682 el inicio de su primer libro de cuentas de esta nueva etapa. Del estudio de este instrumento se desprende la modestia del instituto. Estaba dirigida por una junta de oficiales formada por dos mayordomos (de fábricas y de librete), dos alcaldes, dos diputados de cuentas y un escribano. Cada año, por San Juan, y en la iglesia mayor, tenía lugar el Cabildo para elección de estos cargos. En él se tomaba las cuentas al mayordomo de fábricas saliente y luego se votaba al nuevo. Este tras su aceptación proponía los demás oficiales. Entre 1682 y 1690 obtuvieron la dirección de la hermandad los siguientes individuos: Diego Cristóbal del Nogal, Alonso García Correa, Andrés Fernández, Francisco Rodríguez de Valencia (que repitió 1685, 1686 Y 1689), Juan López Román, Pedro Martín Gómez (por dos años: 1688 y 1690) (169). El día 21 de junio era la fiesta del santo titular. En este día sacaban su ima105


ta azul, manto, saya y jubón, con mangas y sobremangas. Poseía una media saya dorada acuchillada, un vestido de anascote, dos vestido de damasco, uno negro y otro blanco, un manto de tafetán sencillo. Para el Niño había un vestio de raso morado y una mantilla, además de un vestido de chamelote verde y un vestido azul. Para el San Juan ropa de tafetán azul. Como aditamento de lujo Nuestra Señora tenía un rostrillo de 31 piezas de oro fino (170). Hasta la mitad del siglo XVIII nuestra cofradía parece que subsistió y continuó con sus cultos. Entre 1740 y 1742, siendo mayordomos Manuel Eusebio y Juan Perea, la clavería de la congregación nos dan suficinetes indicios para entender cierta estabilidad: los ingresos van de los 4063 reales y 25 maravedís a los 5877 reales y 11 maravedís, por otro lados, los gastos oscilan entre los 2817 reales y 1 maravedí a los 5351 reales y 8 maravedís. Se obtienen saldos positivos (171). y ello a pesar de que sus únicos recursos eran los provinientes de la limosna. En cambio, la ermita de los Remedios seguía sufriendo un deterioro progresivo en su fábrica. En 1730 realizaron algunas obras, que no fueron de la magnitud requerida puesto que años después, en 1739, la ruina era inminente. En la visita de aquel año Bartolomé Belarde y Biedma halló "el altar de San Juan, nuestro patrono, totalmente desierto, sin frontal, mantel, ni retablo, y el santo que en él devía estar estava colocado en un lado del altar de nuestra señora, y la sachristfa pobrísima e yndecente, y toda la fábrica, arcos y techumbre de la yglesia y sachristía amenazando ruina." (172) En 1743 había puntales y en 1756 "se halló quasi destruída su obra ... "(173). En 1774 se discutía sobre la necesidad de su reedificación. Se incoa expediente a este efecto, nombrándose a Fernando Andadre Hidalgo y a Diego Pozo Coloma para seguir los cauces pertinentes. Se investigó en el archivo de la hermandad y se estudió el Libro Becerro, encontrándose tan sólamente en su archivo un libro de Cabildos (1682-1704). Tras este empeño se incluyó con lo inútil del esfuerzo de reconstrucción. Entre otras cosas por "la dificultad que tendría volberse a erigir la Hermandad del señor San Juan, que esttá totalmente estinguida, sin fondo alguno ... " (174). En fin, la cofradía no superó la década de los setenta, e incluso es posible que no llegara a ésta (175).

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La atracción por los ángeles fue una nota singular en el sentir de la España contrarreformista, como puente entre el cielo y la tierra (176). Entre ellos adquirieron un lugar privilegiado los Arcángeles, considerados como eficaces protectores del género humano, y de todos San Miguel, el más excelso. Es el que triunfa sobre el diablo, sobre el mal. En el siglo XVI había que contarse con su auxilio para conjurar el error protestante. Y si en este siglo se difunde su devoción, es en el siguiente cuando se le dedican capillas. Una imagen de San Miguel, que se veneraba en la iglesia del convento de San Antonio, generó a su alrededor el interés de un grupo de fieles que organizaron una serie de actividades devotas. Esto ocurría a principios del XVII, contando con el beneplácito de los propios franciscanos. De estas reunión se formó una comunidad que acabó destruyéndose como cofradía. Y ya en 1631 existía como tal, cuando ocupaba un lugar en el firmamento penitencial loreño. En el testamento que en ese año Alonso González otorgara se incluía la donación de limosnas de un real a varias cofradías, entre ellas la de San Miguel (177). Bien pronto debió de procesionar por las calles de Lora, aún antes de mediar el siglo, y que 1670 las andas que poseía la confraternidad fueron vendidas a la de Jesús Nazareno. No sabemos si por anticuadas o por intención de mejora (178). Fueron valoradas en 30 reales. Era mayordomo en aquel año Manuel Rodríguez. A tenor de los datos conseguidos se concluye que no llegó a tener, en los años que siguieron, una gran presencia en el pueblo. Incluso es dudoso que durante la centuria siguiente desfilara con regularidad. Cuando esa ocasión se daba sacaban a la imagen titular en forma de ángel guerrero, llevando a sus pies la figuración del diablo en actitud de pisarlo. Entre los años de 1741 y 1742, siendo mayordomo Gabriel González, se vive una situación de precariedad avanzada. Cuando el visitador realiza su cometido al año siguiente, apenas llegan a los cien reales los ingresos anuales: 94'32 reales en 1741 y 125 reales en 1742; mientras que tiene un gasto de 270 y 185 reales respectivamente. Con este numerario poco se podía hacer (179). La propia Dignidad Eclesiástica encarga al mayordomo que haga inventario de sus bienes, dando muestras del estado de abandono. Y cuando una década después se hace un recuento de sus propidades para el catastro, sólo se indica la posesión de un censo de 88 reales anuales que paga Pedro de la Blanca, sobre casas en la calle de Santa María (180). En este documento parece definida como hermandad y cofradía. 107


"¿A quién, sino a un cordero, se le deben dedicar los afectos expressados a vna Pastora? Ay entre el Pastor, y los corderos tan amante correspondencia, y afecto tan reciprocado, que si los Corderos juguetones festejan a su Pastor, el Pastor debe con especialidad quererlos, y con más vigilante amor cuydarlos." Esta frase pertenece a un sermón (181) en el que Fray Isidoro de Sevilla expresa su loa a esta imagen Santísima; en él da una nueva visión de un tema que tiene hondas raíces, el del Pastor. Tan antiguo como el propio cristianismo, pues desde los primeros siglos de su fundación a Jesucristo se le significaba como el Buen Pastor; igualmente San Pedro recibió el encargo de apacentar las ovejas de su Iglesia, ovejas que deben ser protegidas del lobo, es decir del pecado. Los desafueros cometidos con la Virgen María, poniendo en duda su esencia divina y su virtud, provocaron por parte de la grey católica una respuesta contraria. A partir del XVII su culto va prosperando y ganando adeptos, de modo que en el XVIII su importancia es notable, ocupando un lugar preferencial en el firmamento celeste. En este movimiento podemos incluir el cambio de advocación del Pastor a la Pastora, pues también María contribuye al orden del rendil. El propio Fray Isidoro, penetrado de esa modestia propia de capuchino, y con una prosa apropiada para atraer al lector más simple, nos aclara la solución que dio a su interés por la propagación de las bellezas de María: "El año de 1703, desseando salir a las calles, y plazas a predicar los elogios de MARIA Purissima Nuestra Señora y cantarle su Corona Santísima me puse a discurrir que Imagen de la Soberana Reyna pondría en el pendón, para que en él como Regio Trono fuesse públicamente de todos venerada. Y quiso Dios, que se me ocurriesse (sin aver aquí más, que vna sola ocurrencia) el pintar a MARIA Santissima con el trage de PASTORA; pues, como dice San Antonino de Florencia, es la PASTORA buena, que la Iglesia como Rebaño apacienta: MARIA est Pastor bonus pascens Ecclesiam. Y es también PASTORA a imitación de el Pastor su Hijo. Háblele a un excelentísirno Pintor, pedfle, que me la pintara, y le di el modo, traza, y trage como lo avía de pintar." (182) Además de esta idea, en el esfuerzo por su difusión, fundó la primera Hermandad, la de Santa Marina de Sevilla, aprobada por el Ordinario Eclesiástico y confirmada por el papa Clemente XI, quien la obsequió con dos bulas: Ad futuram rei memoriam y Ad perpetuam rei memoriam. El día 23 de octubre de 1704 se puso la primera piedra de su capilla de la citada iglesia sevillana. Tras es108


estampas. No obstante, a Lora es muy posible que acudieran algunos de sus miembros, tal vez el mismo que visitó la población de Carmona. También pudo deberse la erección de una cofradía de la Virgen pastorcilla, en Lora, al lujo directo de este pueblo vecino. De cualquier modo, es un hecho que la cofradía tuvo su asiento en nuestro pueblo. ¿Su fecha de fundación? La desconocemos, aunque debió tener lugar entre 1706 y 1730. A la vista de la escasa documentación que se ha conservado de dicha congregación maríana, podemos decir que ésta no llegó a arraigar con fuerza en el pueblo. Poco antes de mediar el siglo el mayordomo, que por entonces se llamaba Lorenzo Sánchez, tuvo que acudir a los tribunales eclesiásticos (183) para saldar la deuda que la hermandad había contraído con él, en el interín de su mandato, que superó los 589 reales (184). En los autos que se originaron con la causa judicial hay una clara alusión al estado crítico de la misma, que corría el peligro de desaparecer: pues señala que "los hermanos que han quedado están tan relaxados que se quisieren borrar y perderse la hermandad ... " (185). Y, no obstante, la crisis no surgió por problemas económicos sino por el desinterés y el desorden interno. Así añade el mismo documento que la probable extinción iba a ser causada "por no hallarse Govierno en dicha Lienzo de la Divina Pastora. en la hermandad, pues en el tiempo de los anteiglesia parroquial de la Asunción. sesores con menos limosnas que las que aora se recogen estava la hermandad más pertrechada de todo lo nezessario, pues se alla oyen día todo tan indesente que no ay ni aun un sin pecado ... " La junta directiva tenía la siguiente composición: el mayordomo, encargado de la administración y dirección; dos mayorales, el primero y segundo; los llaveros, que cuidaban de la guarda del arca; los procuradores y diputados de cuentas, que velaban por las mismas, y los cobradores. No sabemos de otros cargos, que 109


Rosario. La relación con esta forma de expresión religiosa era evidente; a la cofradía se la llamaba "hermandad del Rosario baxo el ttíttulo y advocasión de la Divina Pasttora" (187). Años después, cuando Bartolomé Corchado es hermano mayor, se confirma su destacada intervención en la organización del Rosario de la Aurora. Dos hemanos salían de madrugada tañendo sendas campanillas, llamando a los demás con idea de formar filas para el rezo del rosario. Desde este momento los asistentes al cortejo además de rezar cantaban coplas "que son las que se estilan canttar de la Diuina aurora, conbidando al rrosario ... " (8). A la par se iba recogiendo limosna que en muchos casos daban los devotos "porque cantten a sus puertas ... " (189). Tas este acto tenía lugar una misa. La hermandad radicaba por estos años en la ermita de Santa Isabel, "que esttá junto al arco de la Plaza" (190). Este templo pasó a denominarse, por efecto de la comundiad que acogía, ermita de la Pastora y Santa Isabel. Era la capilla del primitivo hospital del mismo nombre, y lo único que del recinto asistencial quedaba. Todavía subsistía la hermandad cuando el marqués de Ensenada realizó su catastro. A través de él vemos reforzada nuestra idea de su modestia y corto alcance, pues sólo posee una casa en la calle del Hospital, que le rentaba 88 reales anuales (191). La última noticia que tenemos de ella, que nos comfirma su estado de postración, es de1757, cuando a causa de su desgraciado estado de fortuna, se vuelve a acudir a los tribunales eclesiásticos. En esta ocasión el motivo es la deuda contraída con un presbítero, Pedro Guerra Márquez, a quien se dejó de pagar el estipendio del valor de las misas que dijo por el alma de los hermanos difuntos. El resultado de esta nueva causa es la declaración de rebeldía contra la hermandad, por cuanto eludió el cumplimiento de sus obligaciones (192). El mayordomo era Diego Vélez, sacristán de la iglesia parroquial. Pocos años más debió de proseguir con sus actividades. Finalmente, hundida por la ruina, por el mal gobierno y por los nuevos tiempos que corren acabó sus días antes del ultimo cuarto del siglo. Tal vez hubo un nuevo intento por establecer su culto con la llegada de fray Diego José de Cádiz en 1801; sabemos que este capuchino fue un destacado defensor de la Pastora. A pesar de todo la hermandad se extingue totalmente, no dejando rastro desde la segunda mitad del XVIII. No obstante, la imagen de la Pastora se conservó hasta 1936, año en que desapreció pasto de las llamas. Cuando sufrió la agresión estaba colocada en la parroquia, donde sería objeto de algún tipo de manifestación religiosa. llO


acontecimietno fantástico. Cuenta la historia que hacia el año 367 un patricio romano llamado Juan, dolido por la esterilidad de su matimonio, pidió a la Virgen su intercesión. La Madre de Dios atendió la súplica, por lo que aquéllos en agradecimiento quisieron ofrecer una presea. Desconociendo la forma de cumplir con este deseo, fueron advertidos por indicación divina, cuando en la noche del cuatro al cinco de agosto en plena canícula veraniega, una abundante nevada cubrió la cima del monte Esquilino: justo en el lugar en que habían de edificar un templo. El papa Liberio santificó el edificio que luego se erigió, realizando una procesión. Estableció, además, una fiesta a Nuestra Señora de las Nieves, y, luego, en el siglo XIV, se hizo extensiva a toda Roma, para más tarde disponer Pío V -hacia 1570su acogida por toda la Iglesia (193). De fecha muy temprana es el uso esta tiulación en Sevilla, puesto que el Cabildo de la Catedral mostró gran fervor por ella. En 1491 una de las más antiguas sinagogas sevillanas, recibió el nombre, aunque se vulgarizó con el de Santa María la Blanca. En ella supone Martínez Alcalde la erección de una hermandad antes del último cuarto del siglo XVII. No obstante, hasta 1732 no tenemos esa seguridad (194). Esta última es la data de la probable fundación de la loreña. Establecida en la iglesia parroquial, desconocemos su evolución. En 1743 tenía un capital muy modesto, que nos prueba su poca fortuna entre los vecinos del pueblo. Llegó a reunir 93 reales y 45 maravedís de ingresos, en tanto que los gastos fueron de 141 reales. El culto era constante como demuestra el desembolso que tuvo en ese año la hermandad en aceite para la lámpara que ardía ininterrumpidamente ante su imagen titular: hasta 26 arrobas (195). Logró sobrevivir durante las décadas mediales del siglo. Incluso pudo acumular cierto capital, tal como se desprende del catastro de Ensenada. En él se le otorga media aranzada de olivar en el sitio del Castellano, que le daba 108 reales anuales. Sustentaba una memoria de dos arrobas de aceite o 24 reales que pagaba Bartolomé Carballo de la Vega, clérigo de menores, sobre bienes de la capellanía que fundó Diego Fernández Solana (196). En 1806 aún subsiste esta advocación, dándole nombre a una capilla de la iglesia parroquial. De modo que aún existía la imagen, aunque es dudoso que siguiera existiendo la cofradía (197). Si hemos de atender a las condiciones de José Alonso Morgado (198), la representación de esta imagen era similar a la de la titulada "de Belén". Sedente, con el Niño en el regazo, vestida de manto azul. Pero no es uniforme esta iconografía, a veces, aparece de pie. 111


privaciones, siguiendo el ejemplo de Elfas, dedicados especialmente al culto de la Virgen. Algunos de ellos pasaron a Europa suscitando el interés de muchos devotos. Entre ellos San Simón Stock, que se asoció a los que formaron la comunidad inglesa. A este virtuoso cristiano se le apareció la Virgen y le entregó el escapulario. Agradecido escribió el 16 de julio de 1251 una carta a los demás religiosos para dar cuenta del acontecimieto. En el recuerdo de dicho día se instituyó la fiesta del Carmen, siendo confirmada por Sixto V en 1587, para los religiosos, Bendicto XIII la hizo extensiva al resto del orbe cristiano hacia 1726 (198). Tanto la festividad del Carmen como las cofradías que en virtud de ella se crearon, aparecen en el siglo XVIII. Siempre de la mano de la orden carmenlita, o bajo su patrocinio. En el año de 1774 se fundó en el convento de San Antonio de Padua, de la orden franciscana, y con la autorización de excmo. y rvmo. Padre General de la Orden del Carmen, fray José Alberto Jiménez, y la anuencia del Vicario General y Juez de la Audiencia Eclesiástica de Lora, la Hermandad de María Santísima del Carmen (199). Esta corporación se agregó al convento del Carmen de Carmona. La regla consta de cuatro capítulos, claramente diferenciados en sus contenidos. El primero trata "Del fin y obligaciones principales de la Hermandad". Relaciona todas las actividades que ésta ha de realizar, siempre tenientdo presente que el fin primordial de la congregación ha de ser el procurar "la mayor honra y gloria de Dios, y bien espiritual de los fieles". Es muy importante que los hermanos sean todos de costumbres cristianas. Todos han de recibir el escapulario, estando obligados a llevarIo siempre. Además debe tener tres virtudes esenciales: castidad (según el estado de cada uno), abstinencia de carne durante los miércoles, viernes y sábados, y rezo de siete Padres Nuestros y siete Aves Marías. Anualmente ha de celebrarse una fiesta, el día que decida la junta, o bien el 16 de julio, o el domingo inmediato o siguiente, en los que es preceptiva la concesión de indulgencias plenarias. En dicha festividad habrá misa mayor, sermón un nombramiento del padre predicador al arbitrio del hermano mayor. Es obligada la confesión y comunión de todos los hermanos, así como la asistencia a la procesión, si la hubiere. Si se decide la organización de esta última actividad mensualmente, para ganar las indulgencias plenarias concedidas por Paulo V y confirmadas por Clemente X, tenga lugar el domingo, llevando sólo la imagen de la Virgen del Carmen, acompañada de los hermanos con luces. A la enumeración de las obligaciones de los hermanos se reservan dos capítu112


rá una Camarera y dos Consiliarias. No ha de faltar tampoco el Padre Director. Las elecciones tendrán lugar todos los años, el domingo siguiente a la fiesta principal. En dicho día el Hermano Mayor rendirá cuentas ante todos los hermanos de número, haciendo, además, inventarios de los bienes. En el capítulo tercero se enumeran las obligaciones de los oficiales de la corporación. Así, el Padre Director debe presidir las elecciones, bendecir y vestir el Santo Escapulario, instruir a los hermanos en sus obligaciones, etc. El Hermano Mayor está encargado de recibir las donaciones, pedir las cuentas al Limosnero mensualmente, mandar, ordenar y resolver los asuntos que incidan en la vida de la hermandad, El Secretario acompaí'íará al Hermano Mayor, tomando nota de Lienzo de María Saniisima del Carmen, todas las decisiones. El Muí'íidor servirá en la en la iglesia parroquial de la Asunción. sacristía, y el Limosnero pedirá la limosna. El último capítulo se ocupa de la caridad y regula las buenas costumbres de los hermanos. Estos han de tener presente que no se permitirá un comportamiento escandaloso. Los de número están obligados a "socorrer con limosnas, con consejos, con vissitas, cada uno como pueda", a sus hermanos pobres, enfermos o encarcelados. Tienen que concurrir a las procesiones y fiestas. Finalmente, obliga a la hermandad a no separarse nunca del convento, pues en caso contrario pasaría a poder de un convento carmelita los bienes de la hermandad. Están fechadas estas constituciones en 4 días del mes de septimbre de 1774, firmadas por fray Pablo Cannona, del convento del Carmen extramuros de la ciudad de Cannona. Se presentaron al Consejo Real el día 20 de febrero de 1799. Estando comisionado para ello los hermanos siguientes: don Juan Rodrigo Montalbo Quintanilla, hermano mayor, Sebastián Esquinas, diputado y Alonso Nieto, consiliario (200). Desconocemos los resultados de esta petición de aprobar sus estatutos. Tampoco sabemos cuál fue su discurrir a lo largo del siglo. El vacío documental de esta hermandad es total, 10 que nos lleva a dudar de que tuviera una feliz evolución. 113


En algunas de las relaciones de cofradías que a lo largo del XVIII se completaron, aparecen dos de las que no hemos podido encontrar más información: la Sacramental del convento de franciscanos, y la de San Judas.

LA SACRAMENT AL SAN. ANTONIO

DE

LA

IGLESIA

CONVENTUAL

DE

Sólo aprarece inscrita en el catastro de Ensenada, merced al cual se constata su modestia (201)

SAN JUAN Por las fuentes en las que se la cita entendemos que es una cofradía puramente dieciochesca. Tenemos noticias de su existencia durante la mitad de este siglo. Entre los años 1739 y 1743 fue su mayordomo Francisco Nieto. No tenía un presupuesto muy elevado, según se desprende de las cuentas que éste nos da. Así se apuntan los siguientes cargos: 619 rs. 17 mrs., para el año 1739, 801 rs, 27 mrs., para los años 40 Y 41, y 262 para e142 (202). Se observa una caída de los ingresos que muy bien pudiera indicar su desaparición, que tendría lugar pocos años después, de modo que para el año en que se realizó el catastro de Ensenada ya no hay pruebas de la misma.

114


existe otra copia de este documento,en el Libro Becerro fol. 42 v. (3) "Visita del Beneficio de Nuestra Señora Sancta María de Setefilla, del qual es prior frei Francisco Vaillo". 28 de mayo de 1568, A.P.A.S., Justicia, 687, fol.160 (4)

íd.

(5) A.P.A.S., Justicia, 687, fol. 269. (6) LOZANO: Op.cit., pág.60. (7) "Visita ... (8) Jesús M. PALOMERO PARAMO: Ciudad de Retablos. Arte y religiosidad popular, Sevilla, 1987, pág. 35. (9) A.P.A.S.,687, fol. 336v. (10) ídem. (11) Visita del 11 de febrero de 1609. A.P.A.S., Justicia, 687, fo1.341. (12) A.P.A.S., Justicia, 898, fol. 14. "Libro vínculo de Juana López de Padilla (1621-1623)". Fechado el 20 de abril de 1624. (13) Testamento otorgado el 5 de marzo de 1701. A.P.A.S., Justicia, 572. (14) LOZANO: Id., pág 91. (15) Id., pág. 108. (16) La donación es del 13 de octubre de 1756, A.P.A.S., Justicia, 572. (17) "Autos fechos a instancia de Don Pedro de Aguilar Femández de Córdova ... " A.P.A.S., Justicia, 1190. (18) A.M.L.R., carpeta 193, t.IX, fols., 827r-821v. Además disfrutaba de los siguientes censos: 33, 16'17,49'17,6'20,9'32, 19'31,6'20,6 y 12. (19) Estando próximo el tiempo de la Cuaresma, "para el pasto espiritual de las almas es, en el quallos vecinos de ésta eligen para cumplir las promesas ofrecidas a dicha nuestra señora, y en medio de este cumplimiento se ecceden tanto, en fiestas de día y noche, que suelen resultar algunos escándalos y alvorotos ... " A.P.A.S., Jusitcia, 972. 115


(24) íd. (25) Víd. José GONZALEZ CARBALLO: La Hermandad Sacramental de la Parroquia de nuestra Señora de la Asunción de Lora del Río, en "Lora del Río. Feria y Fiestas Populares", Lora del Río, mayo-junio de 1986, pp. 76-77. (26) Simón de la ROSA Y LOPEZ: Los seises de la Catedral de Sevilla, Sevilla, 1882, pág l. (27) AP.AS.,

Hermandades,

(28) José GONZALEZ: Op.

153. Reglas, fol. 9v.

cu.. pág. 78.

(29) ídem. (30) En una visita que el Vicario realizó el 11 de febrero de 1609, se prescribió "que los clérigos que llebaren las andas del sanctísirno cramento [sic] el día del corpus, no lleben salario por llebar las dichas andas, a quenta de la cofradía, sino que las lleben por su turno, sin llebar salaario ... " A.P.A.S., Justicia, 687, fol. 340r. (31) Pascual SANCHIS DOMINGUEZ: Fiestas en torno a la Virgen y otras festividades en Lora y Setefilla anteriores al siglo XIX, en "Lora del Río. Feria y Fiestas Populares", mayo de 1988, pág. 66. (32) Visita de 1565, A.P.A.S., Justicia, 687, fol. 21r. (33) ídem, fol. 21v. (34) Un detallado estudio de la misma realizó José González en su artículo citado anteriormente. (35) ídem, pág 80. (36) Visita de 1565. (37) Ver Pascual SANCHIS: Op. Cit., pág 66. (38) AP.AS.,

Justicia, 687, fol. 148.

(39) Ver el trabajo de José González citado más arriba. (40) Esta cifra es para el año 1737. Cuentas de la cofradía. AP.A.S., Justicia, 724. 116


época. Ver el trabajo repetidamente citado, en páginas 79 y 80. (45) Expediente en A.P.A.S. Justicia,

1157.

(46) ídem. (47) A.P.A.S., Justicia, 967. (48) José González (Op. Cit., pág. 80) la cree desaparecida. El censo de 1845 en A.M.L.R., carpeta 196. (49) José GONZALEZ: Obra citada, pág. 80. (50) Idern., pág, 81. (51) "E mando que my cuerpo aconpañen los clérigos desta villa, todos los cuales me digan missa rrezada por mi anyma, y salgan con rresponso cantando sobre my sepultura, y me aconpañen las cofradías de la Vera Cruz y san sebas, tián y Santa Lucía ... " (6-VB-1559) A.P.A.S., Justicia, 687, fols. 30-32. (52) Tal es el nombre que se le da ya en el inventario de los papeles de la hermandad del año de 1669. Incluido en el Libro de Cuentas que comienza en 1652 (A.P.A.S., Hermandades, 154). (53) A.P.A.S., Justicia, 918. (54) A.P.A.S., Justicia, 1157. (55) Cuentas del año 1585, folio suelto inclufdo en el libro de 1691, A.P.A.S., Hermandades, 153. (56) A.P.A.S, Hermandades, Santa Lucía", 153.

154. "Abecedario donde se asientan los hermanos de

(57) Que se comprometió a redimir Juan de Linán de Espinosa, el3 de octubre de 1632. A.P.A.S., Justicia. 898. (58) Libro de cuentas desde 1652. Año de 1655. A.P.A.S., Hermandades, 153. (59) ídem. (60) Alonso SANCHEZ GORDILLO: Religiosas estaciones que frecuenta la religiosidad sevillana, Sevilla, 1982. (61) Cuentas de 1659, íd. 117


(65) Inventario de 1671, íd. (66) Incluído en el citado libro de cuentas. (68) Ibídem. (69) Ibíd. (70) Ibíd. (71) Ibíd. (72) Ibíd. (73) Ibid. (74) Ibíd. (75) Reglas de Santa Lucía. AP.AS.,

Hermandades, 154.

(76) Visita de mediados del siglo, sin fecha concreta, AP.AS.,

Justicia, 972.

(77) Censos de 5'9, 6'20, 19'20, 9, 16'17, 19'27, 17'27, 19'17, 19'20, 11'20, 19'21, 29'28, 16'17, 19, 23'4, 9 Y 19. AM.L.R., carpeta 193, t. IX, fols. 821v-827r. (78) "Autos a consequensia de orden de la Venerada Asamblea, para la demolesión de la capilla de Sancta Lusía, extramuros de esta villa, y venta de sus materiales." AP.AS., Justicia 972. (79) "Autos para la redempción de setesientos y setenta reales de vellón de principal, de un senso situado sobre casas en el Baarrionuebo, propias de don Juan Casaus, que pertenese a la cofradía de santa Lucía, cita en la Capilla de Jesús, estramuros de esta villa." A.P.AS., Justicia, 898. (80) "Cuenta de lo que boy gastando de la cofradía o bienes de Santa Lucía, desde primero enero de 1802 para adelante ... " Sin firma autorizada. AP.A.S., Justicia, 967. (81) "Yten se gastó una libra de sera el día del corpus y su octaba, estando en la y glesia pues el señor Prior mandó que saliese en dichas prosesones." ídem. (82) AP.AS.,

Justicia, 1203.

(83) AP.AS.,

Justicia, 967. 118


(87) En él se hace la oportuna manda de un real a varias cofradías de la villa, entre ellas la de Animas. AP.AS., Justicia 687, fol. 235r. (88) Las casas estaban situadas en las calles Larga, de Santa María, del Castillo y de Roda Abajo. Las tierras, junto al barrio de Santa María (un cuarto de aranzada de tierra de secano, de primera calidad) y en el sitio de la Sancha (dos aranzadas de segunda calidad). Los censos eran de 31'31,30, 15'20,46'7,52, 16y 6 reales. AM.L.R., carpeta 193, t. IX, fols. 828v-838v. (89) En favor de esta obra se situó a censo la casa de la calle Roda Arriba AP.AS., Justicia, 957 (90) El 20 de septiembre de 1826 pidió la remisión AP.AS., Justicia, 1157.

de sus obligaciones.

(91) Así que da atestiguado en el inventario de la parroquia del año de 1910. (92) J.A MORGADO: Sevilla Mariana, Sevilla, 17-IX-1881, nº 6, pp. 207-212; M. TRENS: María. Iconografia de la Virgen en el arte español, Madrid, 1947, pp. 322-323. (93) Juan Manuel LOZANO: Un pueblo andaluz y su Virgen, Barcelona, 1986, págs. 68-69. (94) AP.AS., Justicia, "Libro Becerro", fols. 21v y ss. Traslado de la escritura de patronato. (95) ídem, fols, 24v y ss. (96) Inventario de los bienes de la iglesia loreña. Año de 1886. AP.AS., Inventarios. Aquí describe la iglesia del convento de Merced ario s como de tres naves y orden grecorromano. (97) Inventario de 1910. ídem. (98) AP.AS.,

Justicia, 918.

(99) íd., 971. Fechado el 21 de junio de 1783. (l00) PALOMERO: Ciudad de ... , pp. 44-45. (101) AP.AS., Justicia, legajo 687, fol. 20v. "El señor visitador visitó, por presencia de mí el dicho notario, los altares de la yglesia mayor desta villa, 119


(104) Idem., fol. 27 r. "homamentos de la ymajen de nuestra señora del rosario, questá en la yglesia desta villa". Poseía un arca en la que guardaba cinco sayas, tres ropas, una sobrerropa, dos mantos, dos sayos, dos delanteras de corpiño, toca y tocado, dos gorgueras, cinco camisas y dos coronas. El Niño tenía dos conjuntos de ropa y dos coronas. (105) A. P. A. S., Justicia, 689. (106) •.... fundamos una capellanía en la yglesia mayor de santa maría desta villa, en el altar de nuesttra señora del rrosario della, questá junto a la puerta principal de la sacristía ..;". (107) Se conoce por el poder general que dio Domingo de Urbfn, maestro pintor y dorador de imaginería, vecino de San Andrés, a Benito Rodríguez, vecino de Lora, para que interviniera en la dicha puja. A MURO OREJON: Pintores y Doradores, en "Documentos para la Historia del Arte de Andalucía", (Sevilla, 1935), t. VIII, pág. 95. (108) A. P. A. S., Justicia, 1122. (109) Causa criminal y sacrílega contra Manuel Carballo, por puñaladas a un estudiante en la iglesia. Expediente en el que se relata un acontecimiento sucedido" ... anoche, poco después de las oraziones, estando los estudiantes y diferentes personas, hombres y mugeres, rezando el Santtíssimo Rosario como a dicha ora se a de uso y costumbre ttodo el año en la yglesia parroquial ... " A. P. A. S., Justicia, 3172. (110) Visita de 1743, A. P. A. S., Justicia, 957. (111) A. M. L. R., carpeta 193, t. IX, fols. 8IOv-816v. (112) "Real Acuerdo Hermandad del Rosario. Expediente formado en virtud de Real Provición del Consejo para que se informe en razón de si debe suprimirse o subsistir dicha Hermandad, oyendo para ello instructibamente a ésta y al Fiscal de S. M .•. A. P. A. S., Hermandades, 154. (113) "Diligencia sobre el cortijo de la Mallena". A. P. A. S., Justicia., 898. (114) A. P. A. S., Justicia., 1203. (115) GONZALEZ CARBALLO: La hermandad Sacramental ... , pág. 80. 120


(119) Visita de 1565. Libro Becerro. fols. 20v y 22v. (120) Visita de 1739-1740. A. P. A. S., Justicia. 972. (121) LOZANO: Obra citada. pág. 33. (122) Fols. 844v-845r. (123) A. P. A. S., Justicia. 972. (124) LOZANO: ídem. pág. 176 (125) A. P. A. S., Inventario de los bienes de la parroquia. Afta de 1886. (126) A. P. A. S., Inventario de los bienes de la parroquia. Afta de 1910. (127) José Ignacio CARMONA GARCIA: EL sistema de hospitalidad pública en LaSevilla deL Antiguo Régimen. Sevilla, 1979, págs. 39 y ss. (128) ídem, pp. 23-24. (129) ídem, pp. 104-106. (130) A. P. A. S., Justicia. septiembre de 1460.

687, fol, 58r. Testamento

fechado en 26 de

(131) ídem, fol. 58v. (132) ídem, fol. 22v. (133) Antonio BONET CORREA: Andalucia Barroca. Arquitectura y Urbanismo. Barcelona, 1978, pág. 52. (134) A. P. A. S., Justicia. 898, fol. llv. (135) A. M. L. R., carpeta 8, "Libro de Actas, 1661-1670", fol. 74v. (136) "En 13 de 1743 Hospital y caridad desde san Juan de 1738 asta el de 1740, femando Guerra = Alcance contra Hospital y caridad: 9 rs. 41 ms. "Cuentas de 1743. A. P. A. S., Justicia. 957. (137) A. P. A. S., Justicia. 918. (138) A. M. L. R., carpeta 193, t. IX, fols. 795v-81Ov. El cortijo producía una renta nada menos que de 900 reales anuales. (139) LOZANO: Un puebLo andaLuz...• pp. 160-161, A. M. L. R., carpeta 383. (140) Inventario de 1886, A. P. A. S., Inventarios, s. n. 121


"Las cofradías de Sevilla. Historia, antropología, arte", Sevilla, 1985, pp. 22-23. (145) Visita del Vicario frey don Fernando Alvarez de Toledo, A. P. A. S., Justicia, 21v. Fechada el 19 de mayo. (146) A. P. A. S., Justicia, 957. (147) A. P. A. S., Justicia, 572. (148) "Título de sepultura que compró la cofradía por el daño y perjuicio que se causaba a la capilla y bóbeda. "Doña Juana de Roxas recibe de la hermandad los 200 reales que entregó de limosna por el usufructo de entierro. A. P. A. S., Justicia, 972. (149) A. P. A. S., Justicia, 957. (150) Catastro de Ensenada. A. M. L. R., carpeta 193, t. IX, fols. 793-795. (151) Autos contra Tomás Moreno de Moya, Fechados en 18 de julio de 1749. A. P. A. S., Hermandades, 153. (152) Reglas de Santa Lucía. A. P. A. S., Hermandades, 154. 153) El acuerdo final tuvo lugar el 14 de julio de 1791. A. P. A. S., Justicia, 1157. (154) A. P. A. S., Justicia, 957. No conformes con esta decisión diversos hermanos interpusieron un recurso. (155) José SANCHEZ HERRERO: Las cofradías de Semana Santa de Sevilla durante la Modernidad. Siglos XV a XVII, en "Las cofradías de Sevilla en la Modernidad", Sevilla, 1988, pág. 55. (156) J. M. PALOMERO: Ciudad ... , pp. 41-44. (157) En el Libro Becerro, fol. 22v. (158) Tomás Andrés de GUSEME: Noticias pertenecientes a la historia antigua y moderna de Lora del Río, Alcolea del Río, Setefilla y Arva, en Andalucía, Lora del Río, 1981, pág. 32. (159) A. P. A. S., Justicia, 957. (160) LOZANO: Un pueblo andaluz ... , pág. 26. 122


(163) ídem. La cofradía se extinguió a principios del siglo XIX. (164) La fiesta de la Candelaria era una de las celeraciones de más trascendencia en nuestro pueblo. Tenía lugar el 2 de febrero de cada año, corriendo de cuenta del Ayuntamiento el gasto de la cera. Pascual SANCHIS: Fiesta en torno ... , pág. 66. (165) A. P. A. S., Justicia, 687, fol. 161. (166) ídem, fols. 161v-162v. (167) A. P. A. S., Justicia, 687, fol. 368v. En este lugar se exponen los preceptos que debe obedecer el Prior. (168) A. P. A. A., Justicia, 918. (169) A. P. A. S., Justicia, 725, "Libro de Cabildos de San Juan. "El primer Cabildo se organizó el primero de agosto de 1682; la última fecha de este libro es 1704. (170) ídem. (171) Visita de 1743, A. P. A. S., Justicia, 957. (172) A. M. L. R., Libros de Actas, 1774-1776, XVI, fols. 83-84. (173) ídem. (174) ídem. (175) Ver Juan Manuel LOZANO: Obra citada, pp. 101-102. (176) E. MALE: El Barroco. El arte religioso del siglo XVII, Madrid, 1985, pp. 262-263. (177) A. P. A. S., Justicia, 687, fol. 235r. (178) A. P. A. S., Hermandades, empieza en 1672.

153. Libro de Cuentas de Jesús Nazareno, que

(179) A. P. A. S., Justicia, 957. (180) A. M. L. R. , carpeta 193, t. IX, fols. 795r-v. (181) Lafuente de las Pastoras, primer Pastora de el mundo. Sermón de la milagrosissima imagen de María Santissima, la primera, que en el mundo con 123


sierta cantidad que le deve dicha hermandad". A. P. A. S., Justicia, 1261. (184) En un folio en el que queda parte de la visita de este año, aparece el siguiente punto: "Visitose la cofradía y hermandad de la Pastora, de la que es maiordomo Lorenzo Sánchez, quien alcansó a dicha hermandad en quinientos ochenta y nuebe reales y dies y siete maravedís"A.P.A.S., Justicia, 972 (185) "Autos fechos a pedimento de Lorenso Sánchez ... " Fechado en 1744 (186) Ibídem. (187) Del día 1 de junio de 1747 es esta "causa criminal de ofisio fecha por el señor jues eclesiástico ordinario desta villa." A.P.A.S., Justicia 2582. (188) ídem. (189) ídem. (190) ídem. (191) A.M.L.R., carpeta 193, t.9, fols, 827r-828v. (192) Auto de 7 de febrero de 1757. A.P.A.S., Justicia, 957. (193) Relación histórica de José María Pérez y Gómez, en la obra dirigida por José Alonso MORGADO: Sevilla Mariana, Sevilla, 1881, t. 1, pp. 84-86 (194) Hermandades de gloria de Sevilla, Sevilla, 1988, 1ª ed., pp. 171-173. (195) Visita de 1743. A.P.A.S., Justicia,957. (196) A.M.L.R., carpeta 193, t. IX, fols. 791v-792v. (197) Se la cita en el expediente formado por la donación de un asiento y bóveda en la iglesia parroquial. A.P.A.S., Justicia, 1157. (198) Obra Citada, pp. 87-89. (199) J.A. MORGADO: Op. Cit., 16- VII-1882, nº 2, pp. 45-47. (200) Reglas de la Hermandad, A.P.A.S., Hermandades, 1154. (201) Ibíd. (202) A.M.L.R., carpeta 193, t. IX, fols. 848v-851r. (203) A.P.A.S., Justicia, 957, "Quentas de fábricas", año 1743. 124


ACERCA DE LOS ORIGENES -Motivación iconofflica -Culto Externo: La Procesión............ -Hermandad y confraternidad. . . ... . . . . .. . . .

...

..

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7 7 9 10

. .. .. .

ORDEN INTERNO: JERARQUIA y REGLAS........................... -Jerarquia -Reglas

12 12 13

LA PROCESION -El Itinerario -Día y Hora -Composición -Indumentaria

15 15 16 16 18

ACTOS -De -La -La

y regulación

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...

....

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SOCIOECONOMICOS lo solemne a lo festivo cofradía como entidad social cofradía y su vertiente económica

20 20 21 21

LA ORDEN DE SAN JUAN Y LAS COFRADIAS

22

EVOLUCION

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HISTORICA

COFRADIAS PENITENCIARIAS • VERA CRUZ -Los inicios. El siglo XVI . .. . . . .. . . . .. . . . .. . . . . . . . -Reglas......................................................... -Siglo XVII -Siglo XVIII . . . . .. . . . . .. . . . .. . . . .. . . . . . . .. . • NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD -Orígenes: La cofradía del dulce nombre.................. -La unión con la del Santo Entierro -El Siglo XVIII • HUMILDAD Y PACIENCIA 125

31 34 34 35 38 40 42 42 44 46 48


• LAS ULTIMAS

FUNDACIONES

COFRADIAS

DE GLORIA -Cofradía Patronal -Cofradía Sacramental -Cofradía de Clérigos -Cofradia de María o de Santos • NUESTRA SEÑORA DE SETEFILLA • SANTISIMO SACRAMENTO 1) LAS PROCESIONES EUCARISTICAS Al El Corpus Christi BI El Viático 11) LA COFRADIA • SANTA LUCIA • ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO • NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED • NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO • SEÑORA SANTA ANA • CARIDAD • SAN PEDRO • LA PURA Y LIMPIA CONCEPCION • SAN JUAN • SAN MIGUEL • LA DIVINA PASTORA • NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES • MARIA SANTISIMA DEL CARMEN • OTRAS COFRADIAS: -La Sacramental de la Iglesia Conventual de San Antonio -San Juan

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No queremos terminar sin dejar de agradecer la ayuda que nos prestaron las siguientes personas:

José González Carballo Enrique Emilio Gómez Liñán Enrique Cava Cepeda Manuel Caro López Francisco Rodriguez Nieto Rafael Morales de las Heras

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DRIGUEZ: Lora del Río en la Edad Media. La población de Lora del Río (1491 a 1534). Prólogo Miguel Castillo Guerrero, Lora del Río, 1983. JOSE MONTOTO: Visión de Lora del Río a finales del siglo XIX (sus costumbres, sus calles, su vecindario ... ). Prólogo Cesáreo Montoto de flores, Cádiz, 1985. . JUAN MANUEL LOZANO: Un pueblo Andaluz y su Virgen. Historia de Lora y Setefilla. Barcelona, 1986. JOSE GONZALEZ CARBALLO: Documentación inédita hallada recientemente en el Archivo Municipal de Lora del Río. Estudios sobre Lora en la primera mitad del siglo XVI. Prólogo José Francisco Sáez Guillén, Ecija, 1987. MIGUEL CASTILLO GUERRERO: Los paisajes agrarios de Lora del Rio. Sevilla, 1987. CASTILLO SOLER, Manuela; HERNANDEZ MONTES, María Cesárea; SEVILLA CUEVAS, María del Carmen: El habla actual de Lora del Río .. Prólogo María Teresa López Pérez. Lora del Río, 1988. MARIA MERCEDES FERNANDEZ MARTIN: Arquitectura civil del siglo XVlll en Lora del Río. Prólogo Alfredo Morales Marúnez. Lora del Río, 1988. JOSE GONZALEZ CARBALLO: Historia de la Catedra de gramática en la villa de Lora en el Siglo XVI y otras instituciones docentes del Quinientos. Prólogo Francisco Javier Merchán Iglesias. Lora del Río, 1989. LUIS JAVIER CAVA CEPEDA Y FERNANDO QUILES GARCIA: Historia de las Hermandades y Cofradías de Lora del Río. Prólogo de Jesús Miguel Palomero Páramo. Sevilla,1989.

Con la colaboración de la


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