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CAPÍTULO 2: Mini Mood Thomas de Ramos

EN LA ESCUELA Yo nací el 18 de septiembre de 1921, en Trevelin, o cerca de Trevelin, más para el lado del valle “16 de Octubre”. Somos descendientes de galeses, pero de padres y abuelos argentinos. Llegamos a Perito cuando tenía 8 años porque mi padre se encontró en Comodoro con los mapuches, con Andrés Maliqueo y él le ofreció venir a trabajar su chacra a medias. Nos vinimos en un camión, toda la familia, a la costa del Fénix. Más o menos frente a la estancia de Bucci, es una de las últimas de este lado del río. Ahí cosechaban alfalfa, avena, cría de cerdo... de toda clase de cosas. Seguramente los productos se venderían acá o en otro lado, pero más que nada eran para consumo personal, se guardaba para el invierno. Primero fui a una escuela de Esquel, después vine acá, pero estuvimos un año en el campo, así que nos vinimos acá al pueblo y empecé de nuevo la escuela a los 13 años. Para mí en Perito todo era una novedad, nos gustó venir a vivir acá. A Perito llegamos en el año 30 más o menos. Había muy pocas casas y eran muy pocos habitantes. En todo el pueblo había muchas matas, en los patios de las casas, en la escuela había mucha cantidad. Arboles había muy poco, después se fueron plantando a medida que se fue poblando y vino más gente de otro lado. A la primer Escuela que yo fui no es la actual. Era una casita de ladrillos que se encontraba más al fondo de donde hoy se encuentra la escuela actual, en un terreno grande que donó el señor Agnus Mac Pherson. Había un solo aula y ahí vivían también los hermanos Salguero, el señor Raúl Salguero que era el director y sus dos hermanos que eran maestros, así que eran tres hermanos maestros que daban clases ahí. Lástima que después de eso se demolió esa casa para hacer otra cosa...no está más. Después vinieron maestros de Buenos Aires, un señor Argañaraz, otro que

CAPÍTULO 2

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mINI MOOD THOMAS dE RAMOS

Mini Mood. En la puerta de su comercio “Casa Ramos”

se llamaba Gómez... mi mamá le daba pensión a uno de ellos. Yo también tuve pensionista acá, maestras llamadas Sumich, un apellido muy conocido, de Estancia “Los Toldos”. Ella y la madre eran dueñas de esa estancia, esas chicas eran maestras y amigas de mi casa.

EN LA VIDA DE PUEBLO En esa época no era Municipio, era Comisión de Fomento, se encontraba ahí mismo en donde se encuentra la Municipalidad (edificio antiguo), nada mas que era un lugar mucho más reducido, y el Juzgado de Paz que estaba a la orilla del Río Fénix. La Policía estuvo primero, y cuando llegó Gendarmería en 1944, la gente se asustó un poco, cuando vieron llegar los camiones, nadie salía, no había comunicación. Hasta que la gente se enteró que venían a hacer un puesto fronterizo, se alarmó. Ya que la zona tenía necesidades de cubrir la seguridad en la frontera se concretó la creación del Escuadrón 39 “Lago Buenos Aires”, luego se lo nombra Escuadrón “Perito Moreno”. El comandante, que venía al mando se hizo amigo de mi marido y venia a comer seguido a casa, Tufé Alé Sabinas, era de origen turco.

Había comercios, pero no en mucha cantidad, ni kioscos. Hoteles estaban la Fonda de Don Nauche, el Hotel “Fénix” de Don Esteban Prieto, el Hotel de Tejedor, que estaba en donde hoy está Gendarmería. En 1925 estaba Chabeldín, que eran tres hermanos, ahí se conseguía de todo un poco, era como un ramos generales y el de Jesús García que es de 1937 mas o menos. Antes se trabajaba mucho, mi mama llegó a cosechar lentejas, que es muy difícil de cosechar. Ella sembraba, criaba gallinas, se sembraba verdura y con eso se podía vivir. Todo era a base de sacrificio, hacer el pan en la casa, lavar la ropa en una tina. En esa época la carne la vendía el señor Ángel Cabezas, que venía con un carrito tirado por un caballo, con un toldo que funcionaba de techo y los ganchos para colgar la carne. Así que venía a la puerta de la casa a ofrecer. En una cajita de madera traía los sesos, las patitas, el mondongo, las lenguas. Después venia el hermano, que era el lechero, que entraba por el fondo y te dejaba la botella de leche en la cocina, te anotaba en la libreta y después a fin de mes se pagaba, con el carnicero se hacía lo mismo. Y el panadero, Don Joaquín Ayestarán, que también tenía su carrito con su caballo y su capota y unas canastas grandes con mucho pan fresco. También venía hasta la casa y el pan se compraba en la puerta. En Perito habían muchas chacras, y se regaban a través de canales que venían del río, teníamos canales por todo el pueblo, nosotros teníamos

Mini Mood y su esposo Carlos Ramos junto a sus hijos Aníbal, Vilma, Oscar y César. Frente de su comercio “Casa Ramos”.

quinta y así regábamos las papas. Pero después, durante la gestión de un intendente, el Señor Arrocha, que estuvo muy poco tiempo, hizo sacar todos los canales.

EN LAS FIESTAS Era una vida tranquila porque no había a donde ir. Solo se hacían los bailes de carnaval, que se hacían en el salón de Pessolano, después en el salón de Iturrióz, una casa viejita que hay en una esquina. Después estuvo el “Juventud Unida”, un local en el que se bailaba y tenía escenario en donde se hacían comedias, con gente de acá. Se bailaba con la música en tocadiscos nomás, orquestas venían muy de vez en cuando. Yo fui a algunos bailes, pero nosotros no teníamos las condiciones para asistir a todas las fiestas. Después para el día del pueblo se hacia una fiesta en la Plaza. Se hacían muchos juegos, como el de la sortija... Se enterraba un pavo en la tierra y le dejaban el cogote afuera, le vendaban los ojos a la gente que quería participar y el que le pegaba con el palo en la cabeza se lo ganaba (risas). Y después el chancho enjabonado: un lechón que se disparaba y había que agarrarlo. Cuando había un baile los estancieros venían. Don Mac Pherson venía con su señora, y se hacían asados y participaban de esos juegos. A Mc Pherson lo conocí mucho, era una excelente persona. Mi tío trabajo 14 años para él, era peón de campo, y este señor traía todos los días a los chicos a la escuela en un jeep. Él ayudó mucho a la escuela, donó un terreno y ayudó a mucha gente, yo particularmente tengo un muy buen recuerdo de él. Otras personas destacadas pueden ser, Jesús Larrañaga que tenía una estancia por acá cerca, después Don Héctor Quinteros que también tenía una estancia, Dartagnan Bucci era muy conocido, Tristán Martínez. Se hacían grandes fiestas. No había electricidad, ni gas, ni teléfono... no había nada de nada. Pero yo viví feliz. Acá nos conocíamos todos, éramos pocos, pero éramos como una gran familia.

EN CASA “RAMOS” Yo me casé en 1940 con Carlos Segundo Ramos y el 25 de octubre de 1943 abrimos el almacén. Primero era almacén, después fue ramos generales y luego había de todo, cosas para los caballos como mandiles, bastos, frenos, rebenques, cuchillos, de todo. Después con los años, mi marido compró una chacra a orillas del lago y se dedicó también a la cría de animales, ovejas, siembra de alfalfa, avena, a poner frutales... para darle de comer a los caballos, mucho después tuvimos vacas. Después de que tuvimos corriente, siempre tuvimos radio. Mi marido ha-

blaba todas las mañanas con la gente de los campos cercanos para ver si necesitaban algo. Mi hija Vilma es radio aficionada y yo también. Todavía tenemos el equipo y funciona, pero ya no lo usamos porque ahora existe la comodidad del teléfono, no hay que buscar la frecuencia y no molestar a algún colega, pero hemos disfrutado muchísimo de la radio. Yo una vez, me encontraba sola en mi casa y hubo un accidente, era un dueño de una Estancia, Salmerón Fernández que vivía en Comodoro y se había accidentado un peón de él. Mandaron un avión de Comodoro a buscarlo y se lo llevaron. Este señor estaba tan agradecido porque yo hablé con un radio aficionado de Comodoro para que le avisaran. Yo en ese entonces era presidenta de la Cooperadora Escolar (lo fui durante 10 años) y mandó un cheque de obsequio para la Cooperadora. Porque los estancieros se destacaban en la vida del pueblo, a ellos les encantaba compartir con la gente.

ENTRE TEHUELCHES Yo, se puede decir, que me hice sola, estudiaba sola, compre muchos libros. A mi mamá le gustaba leer, leía las novelas de Dumas, unas historias maravillosas de esa época, leía hasta tarde. Me interesó siempre la vida del hombre tehuelche, algo que he defendido siempre. Mi trabajo de investigación lo hago hace más de treinta años que trabajo en esto, investigando, recolectando. Mucha gente viene a ver la colección que fui armando de fósiles petrificados. Antes de escribir mi libro, elegí el título “Por amor a mi tierra”, pero lo podría haber mejorado mucho si hubiera sabido que iba a tener tanta repercusión, lo piden de todos lados. Me parece injusto que les hayan quitado las tierras a los indios y que los hayan corrido cada vez más lejos hasta que los dejaron sin nada. Ahí surgieron los malones porque los indios se enojaban, por fuerza debían salir a defender sus tierras, pero no eran malos, porque cuando los galeses llegaron al valle del Chubut, eran amigos y les enseñaron a usar el lazo y el caballo y les contaron que podían comer, como también los indios aprendieron a hacer el pan. La palabra Tehuelche significa gente brava pero no era así... yo tomo como referencia lo que contaban mis abuelos en el valle. Mi abuela por ejemplo, afuera tenía un horno de pan, y el tehuelche venia despacito, descalzo o con unas chancletas nomás, le robaban un pan del horno y se iban, calladitos como habían llegado. Mi abuela les tenía un poquito de miedo, porque su marido salía a trabajar la tierra y quedaba sola, por eso se cuidaba un poco de ellos.

Ellos más que nada eran cazadores, cazaban guanaco y avestruz que se le

sacaban las plumas. El cuero de guanaco salía mucho para hacer quillangos, porque en el año 38 recuerdo que un mapuche nos hizo un quillango para nuestro casamiento. Ellos venían acá, venían a la tienda “Buenos Aires”, al Hotel de Santana y cambiaban sus cueros por comida y tabaco. En el campo, cuando ellos vivían en el Río Pinturas, en el tiempo que los patos, avutardas, avestruces ponían huevos ellos los recolectaban y los ponían en un pozo y los enterraban, ahí se conservaban y tenían huevos todo el año. Ellos hacían mucho dulce de macachín, comían calafate y mucho piche. Yo conozco todos los asentamientos de ellos y ahí se encuentra mucha cantidad de cáscaras de huevos y caparazón de piche, los consumían en cantidad. Eran tranquilos, no molestaban a nadie, aunque la gente del pueblo si los miraba como algo raro. Yo conocí a José Vera, era un hombre altísimo, lo conocí en el cine de Pessolano. A los mapuches conocí mucho porque vivían cerca de donde estábamos nosotros, ellos comían carne de yegua y de avestruz. Mi mamá quedo asombrada un día que a Antonio Maliqueo se les escaparon los caballos. Mi mamá justo estaba en la puerta de la casa y él le decía: - ¡Che señora, atájalo al caballo! Porque ellos hablaban así, todo cambiado. Los mapuches eran muy tranquilos, mas malos eran los Araucanos que venían de Chile, que venían con más ganas de matar siempre, eran más bravos.

Reconocimiento por el 50 Aniversario de la Escuela N° 12.

Año 1940: Casamiento de Mini y Carlos Ramos.

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