Construyendo una cultura del agua y asignando responsabilidades para su gestión mediante la adopción de políticas públicas incluyentes y una comunicación pública pertinente a los contextos. Compromiso intergeneracional para el cuidado del agua …
… una reflexión sobre el auténtico habitar, a partir de la disposición a “Escuchar lo que las cosas tienen que decirle al hombre” Ricardo Horneffer
Elaborado por: Alba Miriam Vergara Vargas. Licenciada en Educación,
Magister en Educación y desarrollo humano. Subdirección de Cultura
Ambiental de Corantioquia, Colombia.
Lucrecia Zapata Múnera. Licenciada
en Educación, especialista en Gestión Ambiental, Profesional de apoyo del Comité
Interinstitucional de Educación Ambiental de Antioquia, Colombia
Resumen
Este documento temático que hace parte de la serie de textos preparatorios del Séptimo Diálogo Interamericano del Agua, realizado en la ciudad de Medellín, Colombia, en 2011, busca presentar una serie de reflexiones relacionadas con la gestión de la cultura del agua en América. Está presentado en gran parte, desde el contexto de Colombia, por encontrar aquí, marcos de referencia políticos y construcciones conceptuales con los cuales hay una gran identificación en el enfoque que se presente desarrollar. El texto parte de presentar algunos avances existentes en la gestión de la cultura el agua, haciendo alusión a la manera cómo han evolucionado las políticas públicas y su implementación y retomando algunas experiencias participativas relevantes para Latinoamérica en temas como la reivindicación del derecho al agua. Posteriormente se describen los principales conflictos que se han identificado asociados al agua, en relación a los tipos de conflictos predominantes y los actores que son parte de ellos. También se presentan diversas reflexiones en torno al papel que cumple el trabajo por una cultura del agua en el cumplimiento de los objetivos del milenio, ante todo desde los marcos políticos, económicos y socioculturales que le son inherentes. En general el documento pretende hacer una modesta aproximación desde el enfoque sistémico, a algunas cuestiones, muy debatidas en los últimos tiempos, como el desarrollo sostenible para la gestión y la construcción de cultura del agua, el significado de desarrollo, los actores que participan en él, cómo participan: el estado, las organizaciones sociales, el sector educativo, los gremios, el sector político, entre otros. Se plantean ideas de compromiso, roles y perspectivas de escenarios, desde una visión intergeneracional, proponiendo aspectos de discusión, que aporten a un marco de debate e interlocución en la construcción del diálogo, como apuesta principal.
Algunos Avances en la Gestión de la Cultura del Agua
Es innegable la evolución que ha tenido en las últimas décadas la gestión ambiental y que ha centrado la atención de la comunidad mundial. Concretamente en lo relacionado con la Cultura del agua, cada vez más se observa en las agendas públicas, en los programas de responsabilidad social, en las proyecciones de las organizaciones sociales, en los intereses y testimonios de las comunidades que usan el agua, en los programas educativos, y en los cuadernos escolares, el interés por promover actitudes de respeto y responsabilidad en el manejo de este elemento del patrimonio natural. Sin embargo, también se observa la ingente necesidad de que todos los esfuerzos sean adecuadamente concertados, coordinados, articulados, comunicados y realizados desde criterios de contexto, que consideren las realidades locales desde lo que se hace evidente en la cara biofísica del territorio, pero también en la cara sociocultural, política y económica, desde criterios que aboguen por la creación de tejido comunitario, interinstitucional y ecosistémico, considerando la claridad en los enfoques, los conceptos, la investigación – formación, la construcción de conocimiento a partir de propuestas que despierten la curiosidad, potencian la duda, la creatividad, el verdadero diálogo de saberes, para superar el activismo y las intervenciones puntuales que no intencionan verdaderas transformaciones. Esta necesidad nos ha planteado también un reto conceptual en el sentido que tiene la mirada del agua desde la cultura, y es aquí donde realmente interesa realizar un análisis de la manera como vienen evolucionando las percepciones que se tienen del agua en la cultura, las valoraciones que hacemos de este elemento natural, los niveles de información respecto a la sustentabilidad/fragilidad de las fuentes de agua y a los cambios en su ciclo natural por acciones antrópicas, las decisiones políticas, las representaciones que de ella se han construido socialmente, lo que ésta significa para las diferentes culturas y desde ahí cómo subyacen y se evidencian tales aspectos en las prácticas cotidianas de la sociedad global. Para el caso de Colombia, con la Política Nacional de Educación Ambiental1 emitida por el gobierno, se plantearon los principales marcos de referencia conceptuales, metodológicos y estratégicos para los procesos de Educación ambiental, participación y comunicación, como asuntos profundamente imbricados en la gestión de la cultura. Allí se parte de considerar unos nudos críticos que se han venido identificando y resolviendo pero que aún requieren de mucha fuerza desde los ámbitos públicos y privados para que se generen las transformaciones necesarias que proporcionen una lectura territorial alentadora. Dichos nudos se refieren a las dificultades u obstáculos que enfrenta la cultura misma y de la cual no puede abstraerse lo relacionado con la cultura del agua, entre ellos: La tendencia a observar las problemáticas ambientales,
1.
Ministerio de Educación Nacional, Ministerio de Ambiente, vivienda y Desarrollo Territorial. 2002. P 12- 14
desde los distintos sectores: institucionales, privados, comunitarios, etc., como fenómenos exclusivamente naturales en una ausencia de reflexión respecto a las causas antrópicas o como consecuencias del llamado desarrollo; los problemas de conceptualización existentes que promueven la idea de un ambiente fragmentado (agua/bosque/fauna…) que fomenta una gestión desarticulada de los ecosistemas, la falta de procesos de cualificación de actores tomadores de decisiones; la falta de políticas o planes locales que promuevan la gestión de la cultura sustentable; la falta de articulación de los sectores productivos como actores clave en la transformación de la cultura; la descontextualización de las acciones que no consideran las condiciones especiales de la Cultura y la sociedad en las que se desarrollan; la tendencia a trabajar en la cultura ambiental desde los problemas sin considerar las potencialidades, la falta de un ejercicio coordinador y articulador entre los sectores académicos, institucionales, comunitarios, políticos, económicos, para la adecuada comprensión e intervención de las dinámicas socioculturales; la debilidad de los procesos de formación para la participación y la falta de voluntad política para su verdadera promoción desde los niveles de información, iniciativa, veeduría, gestión, hasta la toma de decisiones. Estos, entre otros aspectos, constituyen factores clave de trabajo, estratégicos en la tarea de generar una cultura ambiental, una cultura del agua para todos y todo (ecosistema), de calidad, en cantidad suficiente y permanente para el sustento de la vida. Aunado a lo anterior, Colombia emitió recientemente (2010) la Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso Hídrico, con la cual se proponen también estrategias de articulación en la visión administrativa del agua, así como la intervención sociocultural en la tarea de hacer de este recurso, un patrimonio manejado en términos de sustentabilidad, con criterio inter generacional por establecer directrices unificadas para el manejo del agua en el país, que además de apuntar a resolver la actual problemática, permitan hacer un uso eficiente y preservarlo como una riqueza natural para el bienestar de las generaciones futuras de Colombianos. Este es un avance en términos de intenciones de coordinación, articulación y sustentabilidad. Es por esto que se plantea que en términos de política pública, se ha evidenciado un avance significativo en la construcción de marcos estratégicos para el abordaje de la educación ambiental, la participación y la comunicación, que ha puesto en acción procesos de construcción de ciudadanía ambiental, con experiencias exitosas en diversos países de América como el caso de Perú, Chile, Argentina, Guatemala, entre otros. También se evidencian las intervenciones para la gestión de la cultura desde los ámbitos de la educación formal, como una tendencia generalizada en los países de América Latina; los enfoques de política pública hacia la promoción de la equidad de género; la etnoeducación; la coordinación interinstitucional y articulación de actores mediante estrategias como los Comités interinstitucionales de Educación Ambiental -CIDEA- promovidos particularmente en Colombia; la educación ambiental como estrategia fundamental para la
gestión Integral del riesgo; el fortalecimiento de las entidades y organismos que conforman los Sistemas Nacionales Ambientales para el empoderamiento de escenarios y actores; entre otros. Muestra de ello, en el aspecto de participación, el referendo por el agua en Colombia surge como antecedente de participación política en la gestión del agua, nutrido por resultados que ha tenido el movimiento ambiental en América. Tal y como se describe por los mismos promotores de esta iniciativa popular, el referendo por el agua en Colombia constituye un “hito histórico para el pueblo colombiano y el movimiento mundial en defensa del agua como bien público y derecho humano fundamental, después de promulgada la Constitución de 1991”.2 Históricamente, conocemos ésta como la primera iniciativa a nivel nacional que se promueve desde el constituyente primario con la participación de diferentes sectores y organizaciones, donde pudo evidenciarse la capacidad de organización, movilización, sentido crítico, la comprensión de lo político como posibilidad de construir país a partir de las necesidades propias del contexto y valoración de las potencialidades existentes desde el punto de vista participativo. … “La participación de la ciudadanía a través de este concreto mecanismo, ha forzado el estudio, análisis y crítica de los mecanismos de participación en términos generales y ha obligado a los organismos del Estado intervinientes en el trámite, a realizar pronunciamientos e interpretar sus facultades y competencias hasta ahora en desuso. En este sentido el referendo del agua puso en movimiento la democracia participativa que pareciera se encontrará obsoleta en este país, hoy los teóricos/as, doctrinantes, legisladores/as y guardianes de la Constitución y de sus postulados, tienen como reto interpretar las normas que lo regulan y llenar de contenido y alcances la figura de la iniciativa ciudadana reformatoria de la Constitución de origen popular”3 Así como estas, existen muchas experiencias que dan cuenta del grado de apropiación e incorporación que vienen tomando los temas ambientales en este continente, como resultado, a veces muy intangible, de los procesos de formación en cultura del agua, impulsados no solo desde el sector institucional público sino con gran fuerza desde las organizaciones sociales que han asumido ésta misión ambiental como su horizonte de acción y aún el sector privado que ha intervenido desde programas de producción limpia hasta los programas de responsabilidad social empresarial.
2. 3.
http://www.corpenca.org/index.php?option=com_content&task=view&id=117&Itemid=1 IDEM
La Cultura del agua y los conflictos inherentes Para comenzar, en la consolidación de una cultura del agua, en el análisis de contexto, es necesario abordar una mirada crítica respecto a los conflictos que allí emergen, propios de las dinámicas humanas. Este abordaje requiere preguntas como: ¿cuál es la cultura del agua deseable en términos de sustentabilidad?. ¿Es necesario adjetivar esta expresión?. Según el enfoque que se viene planteando, en correspondencia con los contextos, puede haber una cultura del derroche, una cultura de la preservación, una cultura del agua mercantilista, una cultura responsable o irresponsable. De éstas posibles derivas existen ya experiencias que nos hablan de las diferentes maneras que adopta la cultura del agua y que es posible leer en el territorio en términos de los conflictos existentes, entre los cuales desde lo que se percibe en las autoridades ambientales, podemos citar, como los más frecuentes: -
Conflictos por distribución
-
Conflictos por inequidades en el acceso: cantidad (por el tipo de fuente, o por potabilidad)
-
Conflictos por calidad
-
Conflictos por contaminación de terceros
-
Conflictos por costos de administración
-
Conflictos por administración ineficiente
No obstante, en estudios realizados por el Ministerio de Ambiente, vivienda y Desarrollo Territorial de Colombia, en el año 2008, se identificaron los conflictos predominantes en 46 cuencas en proceso de ordenación por parte de las autoridades ambientales encuestadas, encontrando los siguientes resultados en términos de frecuencia.
Fuente: MAVDT, Grupo de Recurso Hídrico, Encuestas a Autoridades Ambientales sobre Conflictos por Agua, año 2008. Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso Hídrico. Pag 72
“Estos datos muestran que los conflictos más frecuentes en las cuencas están relacionados con el uso del suelo, seguidos por conflictos de calidad y después de cantidad de agua. Adicionalmente, hay otra serie de conflictos que se generan por diferencias en visiones, desconocimiento de competencias y normativa, diferencias en la priorización de problemas por parte de las autoridades ambientales y, dificultades en el acceso a la información por parte de las diferentes instituciones que inciden en el manejo de los recursos sobre las cuencas y también por parte de las personas que las habitan.” En cuanto a los actores vinculados en los conflictos de la gestión integral del recurso hídrico, se encontró en el mismo estudio:
Fuente: MAVDT, Grupo de Recurso Hídrico, Encuestas a Autoridades Ambientales sobre Conflictos por Agua, año 2008. Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso Hídrico. Pag. 73.
Se concluye en este estudio, que los conflictos interinstitucionales más frecuentes son con los municipios y con otras autoridades ambientales y civiles, seguido por las comunidades y el sector productivo, lo que supone la importancia de trabajar con estos sectores desde el sistema socio – cultural y socio – político. Este tipo de información nos da cuenta de las realidades que se requieren abordar en procesos de construcción de cultura y es considerada uno de los insumos necesarios para la reflexión, la conceptualización y la construcción de estrategias pertinentes a las realidades.
La Cultura del Agua y los Objetivos de Desarrollo del Milenio Ahora bien, si dirigimos la mirada hacia los Objetivos de Desarrollo de Milenio, podemos comprender el papel fundamental que tiene en ellos, la gestión de la cultura y en ella, la gestión del agua en temas tan relevantes como la reducción de la pobreza extrema y el hambre en el mundo. La incidencia que se puede tener desde el nivel institucional competente, no solo en la cobertura en la enseñanza primaria universal sino en la cualificación de dicha enseñanza, desde un trabajo que propenda por aunar esfuerzos para que ésta cuente con los elementos de conocimiento de territorio necesarios para comprender qué se debe enseñar, para quién, en qué contexto y para qué finalidades, desde la comprensión de la realidad local y sus necesidades, permitiendo la formación de comunidad crítica y con criterio, que le haga frente a las necesidades del mundo actual, abarrotado de intereses acumuladores de riqueza y con grandes diferencias en las posibilidades de acceso al bienestar. La educación ambiental, la comunicación y la formación para la participación, como estrategias de fortalecimiento de comunidades en torno a temas significativos como: el agua para la producción, el agua como patrimonio y el agua como potencialidad, necesarios para la soberanía alimentaria y para la calidad de vida de las comunidades, hacen ahora parte de agendas públicas de las instituciones que tienen competencias y responsabilidades en ellos. Pero para la soberanía alimentaria, como apuesta de gran parte de los países centro y suramericanos, esta construcción de agendas tendrá que avanzar hacia el fortalecimiento de escenarios como los de orden político que permitan el reconocimiento de las realidades económicas y de las dinámicas existentes en el mercado para develar de plano los timones que conducen los mercados y la producción de los alimentos, en aras de proteger los intereses y blindarse desde estrategias locales de consenso y acuerdo, sustentables para los productores que participan de toda la cadena. Igualmente importante es la formación de diversos actores, entre ellos los tomadores de decisión y la clase política para que asuman posición de manera consciente sobre las realidades que circundan las dinámicas locales y no entren a hacer parte del juego en el negocio del hambre y la escasez, cuando se trate por ejemplo de custodiar las semillas, de prevenir la comercialización desmedida de recursos biológicos, fito -genéticos, la práctica y el negocio acaparador del agua, la modificación desmedida de las dinámicas y vocación socio-económica de las comunidades, donde tendrán que mediar los intereses de las poblaciones tradicionales que han hecho parte de su cuidado desde tiempos inmemoriales y que se constituyen en los actores de su sustentabilidad y por lo tanto, también los actores de derecho. Este aspecto ha sido ampliamente reflexionado por otros autores (Gómez, Salazar, 2011) 4, que plantean: “La comida no es global, la comida es local. Vinculada a unas ciertas semillas, a un modelo de producción y a una cultura.
4.
Gómez Álvarez Lilliam Eugenia, Henao Salazar Alejandro. El Negocio del Hambre y la Soberanía Alimentaria. 2011. Subdirección de Cultura Ambiental . Corantioquia
La identidad de un pueblo es su comida y la gestión de sus tierras. Basados en esta premisa, encontramos que la Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a los alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica. Se trata del derecho de los pueblos a decidir el propio sistema de alimentación y producción”. Estas reflexiones, deberán hacer parte de los debates permanentes en las estrategias que pretenden la construcción de una cultura del agua, relevantes, con ocasión del Séptimo Diálogo interamericano del Agua a realizarse en Colombia. Otra apuesta es que a partir de un enfoque de “equidad”, pueda ser posible la consecución de las metas de desarrollo, partiendo de que el mismo concepto trae de plano una discusión ya planteada en repetidas ocasiones por distintos teóricos: ¿De cuál idea de desarrollo partimos? y aquí podríamos alargar la sabana de discusiones hasta llegar a una necesaria comprensión de que el verdadero desarrollo tiene que ver con el disfrute de las cosas en condiciones de equidad, de felicidad, de salud y bienestar y se agregaría: de integridad espiritual, que se deriva de poder percibir que el mundo es justo y que cohabitamos en él desde criterios de distribución equitativa de los bienes y el patrimonio natural, trascendiendo la idea que se ha tenido desde las políticas nacionales, de homologar el concepto de crecimiento económico al de desarrollo sin la necesaria reflexión desde la visión y perspectiva intergeneracional. de el impulso a procesos ambientales, educativos y educativo- ambientales con perspectiva de género y participación ciudadana, la gestión de la cultura del agua aporta de manera significativa al objetivo del milenio relacionado con la promoción de la igualdad de género, el posicionamiento de la mujer y reducción de la violencia intrafamiliar, además que en este tema, la educación ambiental se considera un factor potencializador, toda vez que se ha evidenciado en las distintas experiencias, la manera como esta perspectiva permite la expresión de las posibilidades de cada uno de ellos –hombre/mujer- para aumentar las sinergias y generar trabajo colectivo en pro de iniciativas de carácter comunitario. Vale reconocer también el papel que tiene la transformación de la cultura en términos de intervenir el sistema de creencias, hábitos, costumbres y prácticas no solo en la forma como se usa el agua para consumo sino como se afectan negativamente las fuentes a partir de los desechos humanos, para encontrar la obligada relación Cultura – Salud – enfermedad. Por ello, a la reducción de la mortalidad en los niños, el control de enfermedades como el VIH/SIDA, el paludismo, el dengue, la malaria, la tuberculosis y otras enfermedades prevenibles, se aporta desde los procesos de educación ambiental que en un trabajo articulado con los demás sectores, permita las transformaciones necesarias en los comportamientos, prácticas, formas de ver y construir el mundo, que conduzcan a cambios en las dinámicas y condiciones de salud.
El logro del objetivo de desarrollo del Milenio que busca garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, no se inspira siempre o necesariamente en un cambio cultural que reevalúe los paradigmas, pues por el contrario, se suele “olvidar”, que cuando hablamos de sostenibilidad (sustentabilidad) nos estamos refiriendo a darle un carácter al desarrollo que permita el sustento de la vida en la tierra como ecodependientes que somos (Morin, 1984) y eso implica relaciones de equilibrio, armonizar las expectativas del llamado desarrollo que plantean los gobiernos, con la armonía de los ecosistemas, pues esta reflexión –la del desarrollo sostenible- , tal y como lo plantea Maria Novo5 requiere estar “inspirado por un nuevo paradigma, que nos oriente sobre los cambios que hemos de practicar en nuestros valores, formas de gestión, criterios económicos, ecológicos y sociales, para mitigar la situación de cambio global en que nos encontramos y adoptar un recorrido más acorde con las posibilidades de la naturaleza que nos acoge.” Pues “Las perspectivas de que esta meta de desarrollo del Milenio puedan alcanzarse son muy negativas, en un momento en el que problemas como el cambio climático están siendo relegados a un segundo plano debido, entre otras causas, a la crisis económica, en una estrecha visión que oculta la gravedad del cambio global que está experimentando el planeta.” Es por lo anterior, que para sentirnos parte de esta tarea como un todo y desde todos los actores, es muy relevante la construcción de unos nuevos sentidos y significados del habitar/morar. “Shakan”: en idioma hebreo y en cualquier diccionario de los simples: “domiciliarse, asentarse, ocupar, poblar, avecindarse, alojarse, residir, afincarse, radicarse, albergarse, establecerse, naturalizarse… “referida a los nidos y a la costumbre de las aves de habitar en ellos”6, implica aposentarse desde “el pensar” en un “lugar” con sentido y significado, construido en el ethos, desde el ser y en el sentir reflexivo, crítico y con criterio. Esa construcción de sentidos, solo puede afincarse desde procesos educativos ético – políticos que privilegien “la tendencia a hacer de la educación un proceso liberador, crítico y constructor de conocimientos con sentido… aunado a “la tendencia a hacer de la educación un proceso sociocultural hacia la equidad social, el respeto ecológico, y la disolución de fuertes decisiones, que han roto en pedazos, la integralidad de la vida.”7 La construcción de una cultura del agua, para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, deberá integrar entonces en las estrategias de las políticas públicas, los enfoques sistémicos y de formación integral, propios de los temas emergentes como el de Cultura Ambiental. … un auténtico habitar a partir de la disposición a “escuchar lo que las cosas tienen que decirle al hombre” (Horneffer, citado por Sagols,2001) 5. 6.
Novo, María: La educación ambiental, una genuina educación para el desarrollo sostenible. Revista de Educación, número extraordinario 2009. http://es.wikipedia.org/wiki/Shekhin%C3%A1
7.
Noguera, Ana Patricia. De los rostros del desarrollo al reencantamiento del mundo de la vida. Descolonización de los discursos del Desarrollo a partir de la Metáfora de La Caverna. 2008
Una Cultura del agua que Permee positivamente las nuevas generaciones: Cualquier aproximación que hagamos en el sentido de poder influir en las nuevas generaciones, desde las que ya están aquí hasta las futuras, frente al cuidado del agua, demanda un análisis profundo. Para iniciar, requiere la consideración de un cambio en los paradigmas del llamado desarrollo, paradigmas que están atravesados por unas representaciones de mundo donde el éxito, los índices de calidad de vida, el productivismo, los ideales de progreso, entre otros, se han configurado como la posibilidad de acumulación de bienes materiales, el acceso a servicios (públicos, recreativos, educativos…), a infraestructura; a modelos del habitar donde por ejemplo, para el caso de Latinoamérica, las variables de medición corresponden más a la tendencia a ver en los espacios urbanos o de ciudad, mayores posibilidades y encontrar menos en los espacios rurales, que deprecian –dichos modelos- los modos de vida simple y ponderan la acumulación. Por ello, surge la necesidad de generar en las nuevas generaciones, una cultura más reflexiva, que se atreva y tenga los elementos críticos para preguntarse y poner en cuestión un modelo de desarrollo “sostenible” imperante, que se ha representado socialmente como el ideal, pero que ha omitido la crisis ambiental como una variable de análisis inherente al mismo. Es por ello que, en países como Colombia, el Programa Nacional de Educación Ambiental, propone la idea de “contribuir efectivamente en el desarrollo de una perspectiva ambiental que permita repensar la sociedad en su conjunto, lo cual implica entender que no se trata simplemente, de conservar y proteger la naturaleza para el desarrollo económico, sino de construir una nueva realidad, un nuevo estilo de desarrollo que permita la manifestación de lo diverso, en lo sociocultural y en lo natural, y la realización de potencialidades individuales y colectivas. En este escenario, se entiende la educación ambiental como un proyecto de transformación del sistema educativo, del quehacer pedagógico en general, de la re- significación del conocimiento, con miras a una formación ética que permita avanzar hacia la construcción de una cultura ambiental para el país.”8 En este orden de ideas, entendemos la cultura del agua como causa y consecuencia siempre intrínsecamente relacionada con los contextos (siempre pluri – étnicos, biodiversos, pluriculturales…) porque cada uno y en cada uno de ellos, aún entre los más cercanos geográficamente hablando, teje y se tejen distintas visiones, concepciones, imaginarios, escenarios, cosmovisiones, representaciones, y de éstos depende, como un constructo histórico, la relación agua – cultura, cultura – ecosistema, así como se seguirán edificando las transformaciones en dicha relación a partir de las propias dinámicas, influidas por los discursos y enfoques que logren afianzarse desde los diferentes actores, permeados a la vez por la cultura como una espiral que va y viene en secuencia infinita de pensamiento – actos – pensamiento.
8.
Torres Carrasco, Maritza. Documento presentado en la Conferencia Mundial sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible. UNESCO. Bonn, Alemania. Abril 2009.
… “Desde esta perspectiva, la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes y futuras, no solamente son de carácter económico, sino que además están relacionadas directamente con actividades, concepciones de mundo, visiones, ideales de vida y de desarrollo, propios de los contextos y sus sistemas socioculturales en los que se dinamiza y se proyecta su vida.”9 Por ello, es posible avanzar con las nuevas generaciones hacia una cultura del agua enmarcada en principios éticos – políticos que le haga juego a las pretensiones de sustentabilidad, pues como se ha anotado “La dimensión ética reside, así, ante todo, en la actitud contemplativa, en la reflexión desinteresada sobre las cosas y el lenguaje que permite hacer del mundo una residencia cuidada, cultivada. El ethos humano que desde sus orígenes griegos está íntimamente unido a la orientación en el espacio, al habitar, se conquista con la apertura al ser, con la disposición atenta del hombre frente a lo real, antes que cualquier norma elaborada por la razón, la pasión o la conveniencia humana.” (Sagols, 2001 ) 10
Hacia una cultura del agua estimulada por políticas educativas y de comunicación eficaces Para comenzar, partimos de reconocer el papel fundamental que para impulsar la cultura del agua, tiene la definición de una política que promueva la participación ciudadana y la construcción interinstitucional de unos horizontes de acción conjuntos y de consenso, en términos de los enfoques, que conduzcan a unos planes, programas y proyectos con marcos de referencia que faciliten la articulación y la optimización de los esfuerzos institucionales, intersectoriales y comunitarios. La Política Nacional de Educación Ambiental de Colombia – PNEA- establece como reto para este propósito, que para “hacer de la educación ambiental un componente dinámico, creativo, eficaz y eficiente dentro de la gestión ambiental, es necesario generar espacios de concertación y trabajo conjunto entre las instituciones de los diferentes sectores y las organizaciones de la sociedad civil involucrados en la educación ambiental”. y que “En este sentido, es importante impulsar el trabajo de las entidades y organizaciones que hacen parte del Sistema Nacional Ambiental y fortalecer el trabajo en red de las mismas para darle coherencia, credibilidad y viabilidad a las acciones que estas emprendan. Las políticas públicas aportarán al reto de “superar la atomización de esfuerzos en la consecución de los objetivos de la educación ambiental y propender por su inclusión en los planes de desarrollo nacional, departamental y municipal, teniendo en cuenta los perfiles ambientales locales y regionales, a partir de la priorización de problemáticas y alternativas de solución” (PNEA, 2002, pag. 49).
Es por ello que se propone la promoción de una cultura del agua a partir de: . 9. 10.
IDEM IDEM
Las diversas comprensiones: La comprensión de lo público La comprensión de lo político La comprensión de los ciclos naturales La comprensión de la responsabilidad individual o de propio rol: ciudadano/usuario, institucional, educador, de control La comprensión de la responsabilidad colectiva
A partir de la apropiación de los diversos sentidos: El sentido ético El sentido de autonomía Regional El sentido de solidaridad intergeneracional El sentido de responsabilidad La coherencia
Como ya se ha planteado, la consolidación de una cultura del agua estimulada por políticas educativas y de comunicación eficaces, es coherente con las agendas y reflexiones que en los espacios interinstitucionales e intersectoriales se desarrollan en las regiones y localidades, en relación con una educación de calidad como la estrategia pertinente a las realidades y necesidades de una mejor calidad de vida de las comunidades. Lo anterior, implica que en los procesos formativos para la consolidación de una cultura del agua, se deben incorporar los valores y compromisos éticos, en relación con los derechos colectivos y los llamados de “Tercera generación”, como el derecho al agua. Para ello, las políticas educativas debe estar enmarcadas en concepciones sistémicas e integrales de conceptos como: ambiente territorio – cuenca - agua, como base de la reflexión, sobre los modelos de crecimiento en la producción y los planes de desarrollo sostenible, en los cuales el concepto de “agua”, pareciera tener concepciones diferentes a las planteadas por los diferentes grupos poblacionales presentes en el territorio. Como ya se ha dicho, para que los procesos educativos y comunicacionales que
propenden por una cultura del agua, superen los enfoques meramente económicos, es necesario incluir en sus reflexiones los aspectos sociales, culturales, políticos, éticos y estéticos necesarios para responder a las necesidades de las comunidades en generales y de los grupos poblacionales vulnerables como las mujeres, los adultos mayores, los niños y los grupos étnicos entre otros. La consolidación de una cultura del agua, debe reflexionarse permanentemente, como se dijo anteriormente en espacios intersectoriales e interinstitucionales, porque son más propicios para integrar a las reflexiones las dimensiones políticas que requieren estas temáticas caracterizadas por ser complejas y emergentes, dimensiones en las que los conceptos de democracia, tolerancia, concertación, gobernabilidad, respeto a la diferencia y valoración activa de la diversidad, deben estar presentes. También deben mantener en sus reflexiones, los principios de política pública, entre los que sobresalen la formación, investigación, inclusión y comunicación y que se desarrollan a partir de concepciones como: • La gestión de la cultura del agua como un proceso permanente de formación – investigación y participación incluyente. • Un posicionamiento político, en espacios de legisladores y tomadores de decisiones en los espacios intersectoriales e interinstitucionales • Una propuesta innovadora y de calidad por tratar un aspecto emergente en la dinámica sociocultural. • Conceptualizada desde la construcción colectiva de conocimiento significativo, a partir de la consolidación y el ejercicio de una comunidad de conocimiento. • Contextualizada a partir de la observación como una estrategia permanente de lectura de las dinámicas naturales, sociales y culturales en el territorio, donde a partir de la identificación de fortalezas, necesidades y tendencias se tomen decisiones coherentes. •
Proyectiva por su gestión e inclusión en los planes de desarrollo del ámbito territorial
•
Con un alto componente comunicacional.
Algunos criterios a tener en cuanta en los procesos de consolidación de una cultura del agua •
Proceso contextualizado
Los procesos deben responder a un ejercicio permanente de lectura del territorio, contextualizado a las realidades y problemas de las comunidades. Incorporando en su dinámica un enfoque sistémico del ambiente biofísico, la cultura y las comunidades locales, a través de una
metodología que privilegie la investigación y construcción de conocimiento específico para la región antioqueña a partir de lo cual se le imprime pertinencia y calidad a los procesos educativos. •
Interculturalidad
En el marco de la realidad de la región antioqueña, los procesos deben promover la valoración y el respeto a la diversidad étnica y cultural, en un territorio variado en ecosistemas y donde confluyen diversos grupos sociales y manifestaciones culturales.
•
Participativo e incluyente
Desde las intencionalidades de cualificación de la participación ciudadana, en procesos de inclusión desde la apropiación conceptual de conocimiento que cualifiquen los individuos y comunidades para el ejercicio democrático. Como un ejercicio social que busca elevar la capacidad ciudadana para la gestión y control social frente a lo público.
•
Sistémico y simultáneo
Sistémico y simultaneo en la gestión de sus estrategias que se construyan, para lograr un mayor impacto en la dinámica social.
•
Gestor de la construcción de conocimiento significativo
Desde la gestión colectiva del conocimiento, a través de procesos formativos – investigativos, donde el enfoque pedagógico didáctica se enmarca en conceptos estratégicos como la interdisciplinariedad, el dialogo de saberes y la transversalidad, para la construcción de un conocimiento que permita la comprensión de la realidad y la problemática para la toma de decisiones que respondan a las necesidades.
•
Formación en Valores, equidad y justicia
Como fundamento de la construcción colectiva de una cultura ética y política desde la cual se pretende el desarrollo sostenible.
En lo conceptual
Se requiere un enfoque sistémico del ambiente y de la formación integral, propios de la educación ambiental, para la propuesta pedagógica curricular, desarrollada a partir de criterios de interdisciplinariedad y transversalidad en las estrategias metodológicas, propuesta, en la que la problemática de la comunidad se convierte en el eje articulador de la temática, desde cuyo desarrollo se aporta a la construcción del conocimiento necesario para comprender el problema. A partir de ello se identifican las alternativas de solución y se toman de decisiones pertinentes al contexto y al desarrollo sostenible.
En lo contextual Se promueve la Institucionalización de la temática y la apropiación a partir de la construcción de enfoques, metodologías y/o estrategias pertinentes a las realidades y problemáticas de las regiones y localidades.
En lo proyectivo La construcción de instrumentos políticos, que orientan el desarrollo territorial y que están representados en planes de desarrollo nacional, sectorial, territorial e institucional, por considerarse que estos son instrumentos desde los cuales se plantean las negociaciones y concertaciones de trabajo interinstitucional.
Las necesarias y convenientes alianzas Para la reflexión que nos convoca en esta ocasión: Construyendo una cultura del agua y asignando responsabilidades para su gestión mediante la adopción de políticas públicas incluyentes y una comunicación pública pertinente a los contextos, y considerando el enfoque que se ha querido exponer en este documento, nutrido desde la visión compleja de ambiente, y del agua como parte de él, ya se ha enunciado y se ha evidenciado la necesidad de conjugar los esfuerzos necesarios entre los diferentes actores que intervienen y tocan los delgados hilos que tejen y dan lugar a una cultura del agua. Estos actores, todos sin lugar a dudas, ejercen y deben tener roles que permitan que esta cultura se cimiente sobre las bases de la sustentabilidad de la vida en el territorio. Por supuesto, tal pretensión requiere la adopción de compromisos que deben ser reflexionados y abordados consciente y legítimamente por todos, en una apuesta colectiva que debe ser lo que precisamente facilita la disposición al diálogo y el compromiso, premisas fundamentales de éste Séptimo Diálogo.
Es así como se proponen, una serie de roles para unos actores que desde su lugar y su función tienen un papel protagónico en la configuración y consolidación del territorio que sustenta la vida en la tierra, retomados en gran parte, de los postulados de la Política Nacional de Educación Ambiental de Colombia (2002), país anfitrión de este diálogo, que nos sirve de referente en gran parte para el documento:
Del sector Productivo: gremios y sector privado Incorporar en sus proyecciones empresariales, una visión que promueva la cultura del agua como factor de sustentabilidad del territorio -
Acoger las normativas ambientales
Innovación en tecnologías y estrategias que promuevan una cultura del agua al interior de las empresas y como proyección en las comunidades circundantes “Orientación de recursos financieros y técnicos por parte de los gremios y el sector privado, al fortalecimiento de procesos investigativos y pedagógicos que en el campo de la educación ambiental se desarrollen, en los sectores formal, no formal e informal de la educación. Fomentar el desarrollo de la educación ambiental en las empresas a través de la promoción del concepto de ecoeficiencia, el fomento de procesos de producción más limpia; y el impulso a los mercados verdes. Desarrollar estrategias educativo -ambientales que propendan por los cambios de hábito de consumo, hacia productos provenientes de procesos ambientalmente sostenibles y que contribuyan en la construcción de una cultura ética al respecto.” (PNEA, 2002)
Del sector educativo/académico “Abrir espacios para la formación que apunten a dar prioridad a la construcción permanente de actitudes y valores sobre la transmisión de productos o resultados del trabajo disciplinario. incidir de manera profunda sobre las formas de razonamiento, sobre los métodos de trabajo, sobre las aproximaciones al conocimiento y, por consiguiente, sobre la manera de ver los problemas tanto global como particularmente. Tanto en la escuela como en otros espacios, la educación ambiental debe estar ligada a los problemas y potencialidades ambientales de las comunidades
Proporcionar espacios para la construcción de proyectos, enmarcados en un concepto de calidad de vida y fundamentados en el manejo adecuado del presente con claros criterios de construcción de futuro.” (PNEA, 2002) La educación ambiental, entonces, debe ser el vehículo que favorezca la socialización y recontextualización de los resultados de la investigación científica, tecnológica y social y que, a su vez, genere nuevas demandas en conocimientos y saberes a los responsables directos de las tareas investigativas básicas. Desde este planteamiento, la educación ambiental no debe verse como un proceso aislado de los sistemas de investigación y de información, en el campo de lo ambiental, ni tampoco debe relegarse a los trabajos que desde la institución escolar buscan mejorar la enseñanza de las áreas del conocimiento per-se, sin la reflexión sociocultural de sus contenidos y sin las herramientas conceptuales y metodológicas de proyección, necesarias para los procesos de transformación de las interacciones naturaleza, sociedad y cultura, propósito fundamental de su axiología Tener unos claros referentes en su contexto natural, social, económico y político, entre otros, para que participe de manera consciente en el diálogo permanente con la cultura para la solución de los problemas. Directivos, Maestros y maestras investigadores que sean guías, orientadores, dinamizadores de los proyectos y que tengan claridad de su papel como vínculo importante entre los diversos sectores que conforman su comunidad. Flexibilidad en su quehacer, buscar el enriquecimiento de los procesos (mediante la participación) para incidir activamente en la búsqueda de alternativas, y tener la capacidad de cuestionarse permanentemente y de buscar el diálogo para la argumentación de sus explicaciones. Currículo flexible, en el que las fronteras disciplinarias no sean obstáculo para el quehacer del maestro, no limiten su papel con los alumnos y con su comunidad y en el que se refleje la diversidad natural, social y cultural. “ (PNEA, 2002)
Del sector político Promover la construcción de políticas públicas que promuevan una visión socio – cultural y sustentable en la gestión de la cultura del agua. Gestionar la definición de normativas, acuerdos y diálogos intersectoriales e interinstitucionales para promoción de una cultura del agua acorde con los lineamientos y enfoques que consideren la visión sistémica de su gestión
Incorporar a las políticas públicas, las intencionalidades educativas ambientales y formativas que promuevan una cultura del agua basada en principios de sustentabilidad y equidad social
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Llevar a niveles decisorios las iniciativas comunitarias y de las organizaciones sociales
Buscar fuentes de financiación que aporten a la ejecución de los Planes, Programas y proyectos que promuevan cultura del agua
Del sector comunicaciones “Superar la atomización de recursos humanos, técnicos y financieros, y el puntualismo en la realización de las campañas de comunicación que tienen como referente el tema ambiental. - Concertar compromisos entre los medios de comunicación para la promoción de una ética ambiental que estimule la vida democrática como la forma política más humanamente sostenible. Para ello: - Fortalecer las unidades de comunicación en las entidades y organizaciones que trabajan en ambiente y en educación ambiental. Promover una forma de comunicación institucional con una clara intención pedagógica, y que reconozca las diferencias culturales, regionales y étnicas. - Promover la incorporación de un énfasis en educación ambiental en las propuestas de trabajo de las redes de periodistas, y comunicadores ambientalistas, para lo cual es importante propiciar la formación conceptual de los grupos de comunicadores sociales, periodistas y publicistas ambientalistas, entre otros. - Apoyar a los medios de comunicación promovidos por las organizaciones de la sociedad civil y organizaciones comunitarias que trabajan en ambiente y en educación ambiental, y particularmente a emisoras de radio y programas estudiantiles que tengan por tema la educación ambiental. - Apoyar y promover la producción y publicación de materiales impresos y audiovisuales sobre el tema ambiental y educativo-ambiental. - Apoyar las campañas en pro del ambiente promovidas por los medios masivos de comunicación y, las que tengan en cuenta el componente educativo del tema.” (PNEA, 2002)
Del sector ambiental
“Institucionalizar la educación ambiental para ubicarla como eje transversal de los planes de gestión y desarrollo de las diferentes instituciones u organismos que hacen parte del sistema ambiental. En este sentido los ministerios, las corporaciones autónomas regionales, las corporaciones de desarrollo sostenible y las unidades ambientales urbanas, así como los institutos de investigación, las organizaciones de la sociedad civil, los gremios y el sector privado con competencias y responsabilidades educativo ambientales, podrán: Promover planes de acción en educación ambiental en los cuales participen todos los actores del SINA, y definir los mecanismos de coordinación para el acompañamiento de las acciones de la presente Política. Acompañar programas o proyectos de educación ambiental encaminados a fortalecer la descentralización y la autonomía regional. Para esto es importante apoyar la consolidación de los Comités Técnicos Interinstitucionales de Educación Ambiental (departamentales o locales). Promover procesos de capacitación - formación, en el campo educativo- Ambiental, para los profesionales y técnicos de las instituciones que hacen parte del SINA (a nivel nacional, regional o local), con el fin de acompañar la construcción de estrategias de incorporación de la educación ambiental en sus planes de desarrollo, y de contribuir en la cualificación de sus actividades de proyección en las comunidades con las cuales están relacionadas. Incorporar elementos pedagógicos y didácticos en sus propuestas educativo ambientales, para que desde sus competencias y responsabilidades se cualifique la asesoría técnica y el apoyo a los Proyectos Ambientales Escolares (PRAE), a los PROCEDA, y a todos aquellos que se orienten a la apropiación de la realidad ambiental, en términos de sostenibilidad y de calidad de vida”. Esto atendiendo a temáticas particulares de fundamental interés para las políticas nacionales ambientales, entre las cuales “el agua” es eje articulador. “Organizar, en lo posible, observatorios de investigación y educación (con el apoyo de las universidades nacionales o regionales), que permitan construir propuestas pedagógicas (de carácter conceptual, metodológico y proyectivo) en el campo de lo educativo ambiental, y sistematizar permanentemente los resultados de su implementación. Esto último con el fin de ajustar sus propósitos formativos y adecuarlos tanto a las dinámicas propias de las instituciones, como a las dinámicas participativas de los contextos en los cuales desarrollan sus acciones. Desarrollar instrumentos pedagógico-didácticos que permitan el acceso a la información resultado de sus procesos de investigación o intervención, por parte de los diferentes grupos
involucrados en los procesos educativos, de los sectores formal, no formal e informal.” (PNEA, 2002)
De las organizaciones sociales El empoderamiento de las organizaciones sociales locales como colectivos críticos, será un factor clave en la tarea de construir una cultura del agua responsable. Son las organizaciones sociales quienes hacen visible el sentido democrático de una sociedad. Son la expresión de las iniciativas locales, potenciando los debates, la reflexión, los consensos, la conservación del sentido de lo público y del patrimonio público. Sin embargo, estas características de las OS como masa crítica, de alguna manera representante de diversos intereses de la sociedad civil, se cumplen cuando ellas trabajan por mantener su independencia conceptual y crítica, cuando se resisten a las diversas presiones del medio político, económico y del mismo medio social, y cuando logran poner siempre por encima de sus propios intereses, los intereses sociales. Para algunos de dichos intereses – que aún venciendo los altos niveles de inconsciencia social- emergen de comunidades en la necesidad de preservar el patrimonio hídrico, la organización de la sociedad civil constituye finalmente la propia fuerza en la tarea de impedir que se configuren o fortalezcan las formas utilitarias de intervención de la naturaleza que causan tanto daño a los ecosistemas. En los actuales gobiernos de varios países de América latina, con ocasión de las llamadas “locomotoras de desarrollo”, puestas como importantes fuentes de crecimiento económico (minería a gran escala, las hidroeléctricas, las microcentrales), la organización de la sociedad civil deberá propiciar alianzas con el mismo estado, para hacer frente a las grandes posibilidades de impactos negativos que sobre el patrimonio hídrico,pueden sufrir estos países que históricamente han gozado del privilegio de contar con gran parte del os ecosistemas más ricos del planetae, en lo cual el agua es un factor preponderante. Por ello, finalmente en términos intergeneracionales, la responsabilidad es colectiva y su cumplimiento estricto dependerá también del grado de coherencia y pertinencia que tengan los distintos estados desde todos sus estamentos.