Variaciones inéditas daniela mercedes

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Del poemario Las flores mueren de Daniela Mercedes. I Casi puedo creer en la rosa Casi puedo creer que en sus espinas se hieren sólo los fieles que en su humedad se encuban sólo remedios pero su rojo es como el de los hongos, lleno de venenos pretendiendo ser humilde por crecer en el barro Siempre dispuesta como si de bondad fuese hecha se te ofrece en el camino te predice cómplice Pues parece tu sed la de un vientre Pero es ella en ella suficiente como el agua regia sin el vaso Y parecen góndolas sus pétalos, concavidad siempre vacía tanto cabe ahí que ves cómo se llevan el sol a otras orillas Dejándote a oscuras, no creerás lo que ves Tú, como gota exhalada, más bien lacrimosa Ella, como aguja limpia y perfecta aguja ignorando las hebras que quisieron tocarla

II Ningún caballero querría besar una doncella crecida en aislamiento Ella Pura o impura cada vez que sexuada o menstruada rota alucinada con amigos y voces en la víspera del sueño Postrada sobre flores que se confunden en pegostes Se pavoriza ante un varón sin arma y con perfume Besarla, nunca Encontrarla así sería ahorcarla

VI Una herida tiene un tiempo propio: Se profiere, se sufre, se cura, se marca... Los niños y las flores evidencian la salud del vientre Las flores mueren como muere la niñez Nunca se habla de la muerte de un demonio o de un día de tormenta


Del poemario Lavanderas. de Daniela Mercedes.

I Partera lavas el parto de la sábana no lloras ya por el hijo perdido tu reflejo turbio no es el agua del río son los dobleces carnosos de tu mano vieja trajiste al mundo todo lo que tu vientre nunca engendró Y en ver por fin la tela blanca realizas que no es tuyo el encarne de un deseo o error y que la carne es pues tu trabajo y vocación

II Es un río recóndito en donde van a lavarse las telas Cualquier mujer sabe: el agua tibia y la sal gruesa desmanchan linos ensangrentados Frotar la seda con limas diluirá otros fluidos


Del poemario Imágenes en verso de Daniela Mercedes.

* Vayamos a lo último. Es el suelo. Ahí se despiertan los rojos, los sudores, las expiaciones del sueño. Vayamos a lo último. Ahí todo cae; ya no tendrás miedo, cuando caer sea, ahogarse más en ti.

* ¿Qué fue de la palabra en mí? Quizá me dejó como dejan los parásitos a cadáveres, ya roídos.

* Sucede que tengo escondida la violencia de una puerta que se cierra

La reina de las rosas que fui es ya, inanimada.


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