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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 22 de noviembre de 2014
Sin niños a bordo ¿Debe permitirse que haya niños en cualquier entorno? ¿Un restaurante de lujo, la clase ejecutiva del avión? Comerciantes, clientes y padres se enfrentan a una complicada pregunta, cuya respuesta se debate entre la discriminación o la libertad de segmentar la oferta. POR: Daniela Ruz
U
RR En el restaurante danés Noma no prohíben la entrada de niños, pero dan algunas señales: no hay menú para ellos ni sillas de guaguas.
n acto de honestidad. Así siente Mamo, el dueño del restaurante Michelangelo, en el turístico balneario de Antibes en el sur de Francia, el haber puesto una señal que dice “prohibido entrar con coches de guagua” en la puerta de su elegante local, que es frecuentado incluso por estrellas de Hollywood. En Francia es ilegal discriminar por edad el acceso a un espacio público, y es por eso que Mamo no prohíbe la entrada de niños, sino de coches, los cuales no son sujetos de derechos. El tipo de recurso que los comerciantes y empresas buscan cuando temen que la falta de un criterio común sobre qué lugar es adecuado para un niño se transforme en un enfrenta-
miento con sus clientes. A un año y medio de la puesta en marcha de la medida, Mamo la mantiene sin problema. “Yo tengo ocho nietos, y ni siquiera ellos vienen antes de que sepan sentarse en una silla”, explica y da varias razones: que sus clientes buscan calma y no quieren tener que ser interrumpidos por los hijos de otros, cuando dejaron a los suyos en casa. Además, que el lugar que ocupa un coche es igual a un comensal menos, es decir un perjuicio para el restaurante que suele llenarse cada noche. “No soy el único que lo hace en la práctica, pero sí soy el único que lo dice, y que lo anuncia”, explica. Pocos se atreven a ser tan explícitos, porque ese sencillo gesto levantó una polva-
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RR El chef del restaurante Alinea, Grant Achatz, se atrevió a plantear el dilema en Twitter. VIENE DE PÁG 33 reda importante dentro de la comunidad y llegó a ser noticia en los diarios nacionales. Porque mientras algunos festejan que en ciertos lugares no se acepten niños, hay padres que consideran que es una abierta discriminación y llaman a boicotear a los negocios que han tomado esa decisión. Por eso, en internet y las redes sociales, los comentarios sobre cualquier noticia relacionada con esta discusión suele terminar en álgidas peleas.
Silencio, por favor En julio de este año, la empresa de trenes española, RENFE, comenzó a operar un “Coche en Silencio”, un vagón en los trenes de alta velocidad, AVE, en los cuales está prohibido escuchar música, hablar por celular y
mantener conversaciones largas. En el vagón además, no se aceptan menores de 14 años, una medida que fue criticada por familias. “No creo que en ningún lugar se justifique prohibir la entrada a alguien, sean niños, negros, musulmanes, mujeres. Es una discriminación más. Los niños son parte de la vida y si los educamos en la exclusión ¿cómo crees que nos tratarán cuando nosotros seamos ancianos? Pues con lugares libres de ancianos”, dice por ejemplo la bloguera y dueña de la tienda sientemecrianza.com, María del Mar Marco. “Lo que no me gusta de ese enfoque es que se da por hecho que los niños molestan y eso no es nada respetuoso para ellos”, explica. Coincide con ella Sara Romero, madre de dos niñas de 5 y 2 años, y usuaria del AVE: “Me moles-
ta que se parta de la base de que todos los niños se portan mal. Yo no me metería en ese vagón con mi hija de 2 años, porque sé que no se quedaría quieta, pero mi hija de 5 años podría estar perfectamente ahí. Todos critican que los niños no saben comportarse en ciertos espacios, pero ¿cómo van a aprender si ni siquiera los dejamos entrar a ellos?”. Durante el verano europeo RENFE vendió 97 mil pasajes para el vagón silencioso, y se ofrecerá de forma permanente. El grupo de defensa de consumidores español Facua, señala que la medida no tiene carácter discriminatorio, ya que no se impide que los menores viajen a la misma hora y al mismo destino que los otros pasajeros, sólo se limita su acceso a ese vagón específico del tren. Otras empresas de trenes
RR En el Eleven Madison Park los coches hay que dejarlos a la entrada del local.
RR La discusión la empezó el restaurante Michelangelo, en el balneario francés de Antibes. europeas no prohíben activamente la presencia de niños en los vagones silenciosos o en primera clase, pero lo “sugieren” mediante distintas medidas. Por ejemplo, la francesa SNCF no vende tarifa familiar en esas sec-
RR Algunos de los recintos de la cadena internacional de hoteles Iberostar son para mayores de 14 años.
ciones del tren.
Estrellas sí, sillitas no No prohibir, pero dificultar la llegada de niños es la táctica que siguen algunos restaurantes 3 estrellas Michelin, la máxima distinción
posible para este tipo de establecimientos. En Noma, el restaurante danés elegido como el mejor del mundo este año, su administrador, Arve Krognes, explica que “no tenemos una política de edad mínima, así que todos
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RR El “Coche en Silencio” de los trenes AVE no acepta menores de 14 años.
RR En Michelangelo hay un cartel que dice que está prohibido entrar con coches de guaguas. son bienvenidos. Sin embargo, no tenemos un menú de niños”. Tampoco ofrecen sillas para guaguas. Una política similar a la del neoyorquino Eleven Madison Park, cuarto en el ranking mundial de restoranes de este año. “Los niños son bienvenidos, pero les pedimos a nuestros clientes que tengan en mente que sólo ofrecemos un menú que consta de 14 pequeños platos, una experiencia que generalmente dura entre tres y tres horas y media”, explica Aaron Ginsberg, director de desarrollo estratégico del restaurante. Tampoco tienen sillas para guaguas y los coches deben dejarse en la entrada. Estas incomodidades deberían ser pista suficiente para saber que quizás el lugar no está hecho para niños, pero no siempre es criterio compartido. Alinea es un restaurante 3 estrellas Michelin en Chicago. No ofrece menús de niños ni sillas altas y la comida de 18 tiempos no cuesta menos de 200 mil pesos por persona. En enero pasado al local llegó una pareja con un niño de ocho meses que lloró desconsoladamente. Varios clientes se quejaron, y su chef, Grant Achatz, se preguntó si debe permitir que eso suceda o no en un local como el suyo y compartió su dilema con sus seguidores en Twitter: “Odio decir que no, pero…”, terminaba diciendo en su tuit. Entre las respuestas hubo de todo. En París, el chef Guy Savoy, dueño del restorán que lleva su nombre, cree que “el cocinero tiene un papel en la sociedad”, y como consecuencia trata de que su cocina llegue a adolescentes y a niños sobre seis años. Por eso, desde 2009 en sus cuatro recintos parisinos hay una medida que dice que si llega a comer un adolescente
de entre 12 y 17 años acompañado de dos adultos, su cuenta corre por la casa. Así Savoy busca que los adolescentes, en plena edad de búsqueda de experiencias, también puedan explorar los placeres de la alta cocina.
¡No en mi cabina! El conductor de CNN, Richard Quest es otro que cree que hay que limitar el ingreso de niños pequeños. El año pasado inició una campaña por Twitter llamada “Prohíban a los bebés en business class”, la cual no tuvo mucha acogida. Según él, dicha sección es para personas de negocios, que necesitan seguir trabajando o dormir antes de una reunión importante. Quest llamó al debate después de que algunas líneas aéreas asiáticas pusieran una edad mínima para los pasajeros de clase ejecutiva. Incluso la compañía de Singapur, Scoot, empezó a ofrecer una zona “libre de niños” en las primeras cinco filas de su cabina económica, donde los menores de 12 años no pueden sentarse para impedir que potenciales llantos o ruidos molesten a los pasajeros de las últimas filas de business. En Chile, en cambio, LAN permite niños de cualquier edad en su cabina Premium Business, sin embargo, deben pagar tarifa de adulto.
Cada oveja con su pareja Donde es más común encontrar la etiqueta de “sólo adultos” es en los hoteles, especialmente en algunas de las opciones de las grandes cadenas en destinos de playa. Estas segmentan al público, y ofrecen hoteles familiares con servicios como club infantil o piscinas con toboganes, y hoteles más lujosos y sólo para adultos que prescinden de menús para
niños e incluyen actividades como clases para preparar cócteles, sesiones de yoga y deportes “para dos”. La edad mínima varía según la cadena y el destino. Por ejemplo, Iberostar ofrece algunos hoteles para mayores de 14 años, mientras en la cadena H10 optan por 16 o 18 años como edad mínima en sus establecimientos sólo de adultos. Otros hoteles de ciudad nuevamente juegan con las sugerencias, sin decir expresamente que no reciben niños, pero sin ofrecer cunas o camas individuales en las habitaciones. Cruz Cantalapiedra, la periodista y madre tras el exitoso blog español entremadres.es, opina que “en cuanto a hoteles y restaurantes, no me parece discriminatorio, ya que existe una gran oferta donde elegir. Disfruto de mis momentos en familia, pero también reconozco que si me voy de fin de semana romántico no buscaré un hotel lleno de niños. Lo importante es poder elegir.” No coincide con ella Claude Aubert, un francés padre de tres hijos menores de cinco años con los que suele viajar. “En un país en plena lucha contra las discriminaciones, ¿cómo se puede justificar en un entorno, sobre todo turístico, que esté prohibido o desaconsejada la presencia de niños? Es una bella pregunta, llena de inocencia”, señala con ironía. Si bien no llegan a poner la prohibición en la puerta de su local, el dueño de otro restaurante de la misma ciudad que el de Mamo, confesaba a un periódico local que “cuando llaman para reservar y en la conversación mencionan algo acerca de que traen un coche, yo miento y les digo que estamos completos”.T