Art show: prostitution as an art

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FOTO: ©MUSÉE D´ORSAY.

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ras la cortina roja bajo el cartel de “Sala prohibida para menores de 18 años”, la gente se turna para ver fotos de mujeres y hombres desnudos, antes de tomar sitio frente a la pared en la que se proyectan películas en blanco y negro de principios del siglo XX, en las que al poco andar los personajes pierden estratégicamente la ropa y terminan teniendo sexo explícito. La gente, toda de apariencia respetable, observa con la misma dedicación que se le da a cualquier cuadro colgado en el resto del Museo de Orsay en París. “Es raro estar viendo esto con gente alrededor”, comenta un hombre joven, más acostumbrado a la soledad del internet que al visionado en grupo de los antiguos cines porno. A la salida una madre se reencuentra con su hijo adolescente al que dejó esperando afuera de la sala. “¿Y?”, pregunta el chico. “La prohibición se justifica, es muy explícito”, contesta ella, probablemente aumentando la frustración del muchacho. Pero las salas para mayores de 18 años son sólo dos de la extensa exposición “Esplendores y miserias. Imágenes de la prostitución 1850-1910”, en la que conviven pinturas de clásicos como Picasso, Toulouse Lautrec, Degas, Manet, entre otros, con esculturas, muebles, fotografías, reportes de la policía, una maravillosamente bien conservada y elegante caja de preservativos de 1898 y tarjetas de visita de esa misma época en las que ya se usaba el eufemismo “masaje” para disfrazar la prostitución. En el París de la segunda mitad del siglo XIX, la prostitución era omnipresente y por lo mismo un tema popular entre los artistas, que vieron en ella una temática moderna. La ciudad cultivó la idea de “la capital del placer”, y no eran pocos los que llegaban buscando la gran variedad de opciones que existía de sexo pagado. Desde las prostitutas con y sin licencia que en el día atraían a sus clientes levantándose la falda para mostrar el tobillo, y por la noche los esperaban bajo los faroles que le dan nombre a “la ciudad luz”, hasta las bailarinas de la ópera, pasando por chicas que bebían solas absenta en los bares, los burdeles y las mujeres que aceptaban ofertas como manera de completar sueldos miserables. Los artistas empezaron a documentar esta realidad, ya sea porque eran sus clientes, o porque encontraban en las prostitutas modelos dispuestas a posar desnudas. Dentro de las obras de la muestra destaca una sección dedicada a las famosas

TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 14 de noviembre de 2015

EXPOSICIÓN:

La prostitución como arte “Esplendores y miserias” se llama la muestra que tiene actualmente el Museo de Orsay en París. A medio camino entre arte y una clase de historia social, repite el éxito de otras exhibiciones con temas transgresores. POR: Daniela Ruz

bailarinas de Edgar Degas, quien retrató diferentes aspectos de su vida en la ópera de París. Sin embargo, la imagen idealizada de la belleza plástica de la danza sobre el escenario adquiere un nuevo significado cuando se explica que la mayor parte de ellas tenía un “protector”, un hombre rico que las mantenía a cambio de favores sexuales. La exposición incluso afirma que las madres pobres llevaban desde pequeñas a sus hijas a la escuela de danza con la aspiración de que un día pudieran convertirse en bailarinas, no por el salario que era muy bajo, sino por la posibilidad cierta de que ahí encontraran un hombre rico dispuesto a mantenerlas. Así las interacciones entre los elegantes hombres y las bellas bailarinas de Degas se convierten en escenas de insinuación sexual, una realidad tolerada en la época.

“Mal necesario” Durante el siglo XIX la prostitución no era un crimen, sino un mal necesario para poder controlar y satisfacer las pasiones bruta-

les de los hombres, y desde temprano se empieza a regular. En 1802 se imponen los controles médicos obligatorios para las prostitutas registradas, y en 1804 se legalizan las “maisons de tolerance”, el elegante nombre que tenían los prostíbulos. Es precisamente en una “maison de tolerance”, la de la Rue des Moulins, donde Henri de Toulouse-Lautrec pasa su tiempo entre 1893 y 94, y pinta algunas de sus más grandes obras para las que modelan varias prostitutas en las horas previas a la llegada de los clientes. El sistema de la prostitución regulada hace crisis acercándose el siglo XX. La prostitución ilegal supera en cerca de ocho veces la “con carnet”, al tiempo que comienzan a proliferar las “brasseries á femmes”, restaurantes en los que las meseras vendían servicios sexuales. La policía interviene y la exposición muestra a través de los archivos escritos a mano de la época, cómo una serie de mujeres va cayendo en la cárcel de San Lázaro, un recinto religioso que servía como prisión y hospital de sífilis al mismo


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PP Henri Toulouse-Lautrec registró la vida cotidiana de las prostitutas. Femme tirant son bas, 1894.

FOTO: © RMN-GRAND PALAIS (MUSÉE D’ORSAY) - HERVÉ LEWANDOWSKI

QQ El cuadro Olympia, de Manet, que está al fondo, es uno de los puntos fuertes de la exposición.

tiempo, el mal que aterrorizaba a la población en ese entonces y que terminó con la vida de artistas como Toulouse-Lautrec y Edouard Manet. La muestra también presenta material que se usaba para crear conciencia sobre la epidemia, como fotos de personas deformadas por la enfermedad y material de salud pública.

La revolución tecnológica La llegada de la fotografía y el cine revolucionaron las imágenes de contenido erótico y sexual. Pronto en París aparecieron estudios en los que modelos y parejas eran retratados desnudos y la foto se convirtió en el formato ideal para la difusión de la incipiente pornografía. Sin embargo, las autoridades consideraban el asunto prostitución por lo que realizaban sendas redadas en esos lugares, en las que obligaban al fotógrafo –acusado de proxeneta- a identificar a las modelos quienes terminaban siendo detenidas por ejercer sin licencia. También se empiezan a filmar películas sexuales, con falsos decorados y situaciones que hoy pare-

cen graciosas. En ambos casos, se observan ejemplos de parejas del mismo sexo o de prácticas como el sadomasoquismo.

Hasta en las mejores familias La exposición cierra con ejemplos de prostitución con alcurnia. Las llamadas cocottes, o “grandes horizontales”, a las que hoy llamaríamos escorts. La muestra revela que las grandes actrices de la época, como Sarah Bernhardt, la más famosa de las francesas del siglo XIX, alternaban su trabajo en el escenario con relaciones con hombres adinerados, quienes no dudaban con ponerles propiedades a su nombre, mantenerlas o regalarles joyas costosas a cambio de favores sexuales, gracias a lo que algunas de ellas amasaron grandes fortunas. Se exhibe un cuaderno especial de la policía con fichas de estas afamadas señoritas, que aunque no se iban detenidas, eran consideradas trabajadoras sexuales. Es posible encontrar ahí piezas de los

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FOTO: ©MUSÉE D’ORSAY, DIST. RMN-GRAND PALAIS-PATRICE SCHMIDT

RR La silla del amor de Eduardo VII.

FOTO: ©MUSÉE D´ORSAY.

RR Edgar Degas representa al “protector” de la bailarina con la imagen borrosa de un hombre de negro. Ballet (L’Étoile).

FOTO: © MUSÉE D´ORSAY

FOTO: MUSÉE D’ORSAY, DIST. RMN-GRAND PALAIS - PATRICE SCHMIDT.

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RR La muestra incluye pinturas, esculturas, fotografías y objetos.

RR Edouard Manet (1832-1883) escandalizó con su Olympia porque mostraba a una prostituta.

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cuarta que usa algún recurso sexual o de desnudez que presenta el Museo de Orsay en los últimos tres años: “Degas y el desnudo” en 2012, “Masculino/Masculino” (sobre el desnudo de hombres) en 2013, y “Sade. Atacar el sol”, en 2014. Pero aunque algunas publicaciones cuestionan que el sexo sea el único recurso para atraer a las masas a los museos, la apuesta del director de la institución, Guy Cogeval, ha dado resultado y todas han tenido gran éxito de público. Otros han dicho, en cambio, que hace falta una mirada crítica sobre el hecho de que todos los artistas expuestos sean hombres y sus objetos de inspiración, es decir, las prostitutas, siempre mujeres, sobre todo porque es un museo en el que existen obras de artistas femeninas de esa época e incluso una de ellas, Louise Abbéma, era amante de Sarah Berndhart, quien es una de las protagonistas de la exposición. Lo que nadie ha puesto en duda es que la muestra es una parada obligada por estos días de otoño en París.T

prostíbulos más elegantes de París, incluyendo la casi indescifrable pero elegantísima “silla del amor” construida especialmente para el Príncipe de Gales, futuro Eduardo VII, que le permitía depositar su gran humanidad y mantener relaciones sexuales con dos mujeres al mismo tiempo, como explica el cartel que la acompaña, frente a la que se encuentra a visitantes perplejos, examinando el artefacto y especulando con sus acompañantes cómo se usaba. En esta sección hay también obras que corresponden a un canon más clásico, donde las amantes a sueldo de la gran burguesía posan desnudas camufladas por pretextos bíblicos, logrando entrar sin reparos en las colecciones y mansiones de las mejores familias. Así, mientras las integrantes de la alta sociedad veían a una Salomé o Eva, en realidad tenían frente a sus ojos a una prostituta de lujo en todo su esplendor colgando de su pared. En esta sección se encuentra también una

de las piezas más llamativas de la exposición, la Olympia, de Manet. Un cuadro de gran tamaño que muestra a una mujer desnuda sobre su cama, mientras recibe de su sirvienta las flores que le envía su amante. Cuando fue presentado en el salón de París de 1865, causó estupor. Pero no fue su desnudez lo que impactó, sino que una serie de pequeños detalles y símbolos que indicaban que era una prostituta, como la flor en su cabello, sus joyas y telas, y sobre todo una gata negra en la escena, animal cuyo nombre en francés se utiliza también para hablar de una vagina. La muestra termina con ejemplos ya del siglo XX, como La melancolía de la época azul, de Picasso, que muestra a una mujer, probablemente prostituta, en la cárcel-hospital San Lázaro, lugar al que el artista pudo entrar gracias a las gestiones de un amigo médico que trabajaba ahí.

Sexo para atraer a las masas La muestra no ha estado exenta de polémica. Algunos han destacado que es la

Datos prácticos Esplendores y miserias. Imágenes de la prostitución 1850-1910 Hasta el 17 de enero en el Museo de Orsay, París. Todos los días, excepto lunes, de 9.30 a 18 horas. 11 euros, incluyendo entrada a la colección permanente www.musee-orsay.fr Del 19 de febrero al 19 de junio de 2016 en el Museo Van Gogh, Ámsterdam.


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