Olmsted: The man that turned the city green

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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 16 de abril de 2016

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RR La Boat House fue construida a comienzos del siglo XX y apareció en la película La edad de la inocencia, de Martin Scorsese.

Frederick Law Olmsted:

El hombre que puso verde la ciudad Algunas de las más importantes ciudades de Norteamérica deben parte de su actual apariencia al llamado padre del paisajismo, un hombre que creía que la solución a los males de la vida urbana era un paseo por el parque. Este es un recorrido por algunas de sus obras emblemáticas. Daniela Ruz

FOTO: TOURISME MONTREAL

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RR El Parque Mont Royal, en Montreal, fue inaugurado en 1876 e incluye un lago artificial.

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magine Nueva York sin el Central Park. O Brooklyn sin el Prospect Park y las cataratas del Niágara rodeadas de fábricas. Que la realidad no sea así se lo debemos, en buena parte, al norteamericano Frederick Law Olmsted, un hombre que sin educación formal logró instalar la idea de que tener contacto con la naturaleza es una necesidad vital para las personas que están en las grandes ciudades. Durante la segunda mitad del siglo XIX, las grandes urbes norteamericanas estaban en ebullición y quedaban atrás el Estados Unidos de los pequeños pueblos y la economía basada en la agricultura. Si bien este desarrollo era visto como el triunfo de la modernidad, a poco andar las autoridades empezaron a preocuparse por el estrés y agitación propios de esta forma de vida. El Central Park de Nueva York fue el primer proyecto que planteó un espacio de contacto con la naturaleza como solución a ese tipo de problemas. Las autoridades llamaron a una licitación en 1858, buscando algo en la línea de los parques ingleses, una alternativa al entretenimiento “banal” de tipo circense que había en el sur de la ciudad, con la esperanza de que ayudara a mejorar la salud física y el buen gusto de la población. Por eso, el parque debía ser una obra de arte. La propuesta ganadora fue de la sociedad entre el arquitecto Calvert Vaux y Olmsted, quien hasta entonces escribía crónicas de viaje para un periódico y tenía un vivero que surtía de plantas a la clase alta neoyorquina. Además, había sido marinero, granjero –uno de los pioneros de la agricultura científica-, fundador de la aún existente revista The Nation y encargado de la logística del tratamiento de los heridos durante la Guerra Civil. El espacio que está en el centro de Manhattan fue el comienzo de una carrera de casi 40 años, que convirtió a Olmsted en el padre del paisajismo y el líder indiscutido del llamado movimiento de los grandes parques. Nueva York, Boston, Philadelphia, Atlanta, Washington DC, Montreal, Buffalo, Riverside (Chicago), Oakland, los campus


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RR La casa Biltmore hoy está en manos de los descendientes de George Washington Vanderbilt II. de Cornell, Yale y Berkeley fueron algunos de los lugares donde dejó huella. La variedad y vastedad de su obra hacen difícil recorrerla por completo,pero estos son cinco imperdibles para cualquier viajero interesado en el paisajismo.

Central Park, Nueva York El parque público que se encuentra entre las calles 59 y 110 de la isla con el metro cuadrado más caro del mundo es su primer trabajo y el más conocido. Las obras duraron casi 20 años, durante los cuales los autores tuvieron que lidiar con distintos

alcaldes que querían modificar el plan original. Se utilizaron seis millones de ladrillos, se levantaron 36 puentes y se plantaron 270 mil árboles, poniendo atención a que los de las orillas fueran los más altos, para que ocultaran la ciudad, de manera que la gente pudiera olvidar dónde estaba. Actualmente está abierto las 24 horas del día y recibe cerca de 40 millones de visitantes anuales, pero en sus inicios tenía muchas reglas sociales y estaba más orientado a la elite que al pueblo. Estaba prohibido tocar música el domingo o hacer picnics. Hoy

cuenta con espacios a los que Olmsted se opuso terminantemente, como el zoológico y las canchas deportivas, entretenimientos que él consideraba fuentes de emociones fuertes cuando lo que buscaba era dar paz.

Prospect Park, Brooklyn Menos conocido que su vecino de Manhattan, fue una de las obras favoritas de Olmsted, quien en este caso tuvo mucho más libertad para trabajar. El proyecto, que comenzó en 1866, tras la Guerra Civil -que lo mantuvo alejado varios años del paisajismo-, tuvo detractores

RR Retrato de Frederick Law Olmsted. que preferían varios parques pequeños en vez de uno grande, y en torno a él hubo presiones políticas y especulación inmobiliaria. Pero el paisajista no transó en su idea, porque su objetivo era recrear la imagen pastoral del campo inglés, y de hecho, su prado central, llamado Long Meadow, es el más grande de su tipo en Estados Unidos. En su momento el lugar incluso tenía una granja con ovejas pastando, pero esta luego fue reemplazada por el actual zoológico. El parque se caracteriza por sus grandes prados con suaves colinas, además de cursos de

agua –todos artificiales- que crean una serie de pequeños lagos y cascadas, atravesados por puentes. El lugar vive un momento de esplendor, y es el mejor símbolo de la gentrificación del barrio de Brooklyn, actual capital hipster. Sin embargo, no siempre fue así, y durante buena parte del siglo XX, como resultado del deterioro de la ciudad, tanto Prospect como Central Park estuvieron bastante abandonados, tanto por las autoridades como por la población que evitaba usarlos por temor a

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al centro, incluyendo el Estadio Olímpico. Para llegar hay transporte público, pero no hay cómo perderse si el trayecto se hace a pie: sencillamente hay que tomar cualquier calle del centro que suba en el epicentro de la ciudad.

la delincuencia. Prospect Park es accesible a través de varias líneas de metro y está abierto todo el año. Entre los sitios destacados están la Boat House, al lado del lago, la Lefferts House - una casa del siglo XVIII que recrea la vida en el campo de la época-, su jardín botánico y el zoológico.

Biltmore, Asheville, Carolina del Norte

Mont Royal, Montreal Frederick Olmsted también trabajó en Canadá y esta montaña icónica en el centro de Montreal, inaugurada en 1876, fue su primer proyecto individual tras separarse de su socio Calvert Vaux. Las autoridades canadienses lo contactaron tras la fama que ganó por la construcción del Central Park, buscando algo similar. Aunque Olmsted no pudo terminar la supervisión de la obra, el paisajista logró convencerlos de que la montaña era muy rocosa, por lo que había que concebir algo distinto, y que pese a que ellos querían un parque ordenado, como un jardín botánico, era mejor un bosque tupido y lleno de senderos para que la gente pudiera perderse en la naturaleza. Para eso hizo una precisa selección de árboles y trajo especies de Escocia, Siberia, Japón y Noruega que fueran compatibles con el terreno y el duro clima canadiense. En cada ladera de la montaña diseñó una composición botánica distinta, “estrofas diferentes de un mismo poema”, como lo describió. El mismo bosque hoy sigue en pie, aunque en 1954 hubo una tala masiva por órdenes de un alcalde que consideró que tanta vegetación les dejaba demasiado espacio a los amantes para darles curso a sus pasiones. El diseño de la ruta que atraviesa el monte fue especialmente complicado, ya que Olmsted quería que no tuviera más de cinco grados de pendiente por tramo, para que pudiera subir la gente en silla de ruedas. Actualmente, este parque es uno de los sitios más visitados en Montreal, tanto por los turistas como los locales que llegan a hacer caminatas o picnics en el verano y a esquiar o patinar en hielo en invierno. Desde su cumbre, el punto más alto de la ciudad, se tiene la mejor vista

RR Arriba, una vista actual de las cataratas del Niágara y abajo otra imagen previa a su intervención.

RR Dos de los diseños considerados para el Central Park, en Nueva York.

A diferencia de la mayoría de sus proyectos que fueron públicos, el diseño del inmenso parque de Biltmore fue para un privado. Ya hacia el fin de su carrera, en 1888, el paisajista fue contactado por George Washington Vanderbilt, un joven de 25 años, heredero de una gran fortuna forjada en los ferrocarriles, que tenía un terreno de 500 kilómetros cuadrados (sí, quinientos) en las montañas de Carolina del Norte, donde levantó un castillo inspirado en los del Loira que tardó seis años en terminar y que hasta hoy es la casa más grande de Estados Unidos: 250 habitaciones, 43 baños, 65 chimeneas, piscina techada, una biblioteca de 10 mil libros, tres cocinas, 16 mil metros cuadrados construidos. Olmsted estuvo a cargo del exterior y tras revisar el sitio recomendó hacer un jardín clásico en torno a la residencia, distinto a su tradicional estilo “natural”, para así destacar la casa. Para el resto de la vasta propiedad propuso en cambio, un bosque que cumpliera la función de arboretum, es decir, una colección de árboles de varias partes del mundo, y crear ahí una escuela de ingeniería forestal, la primera de su tipo en Estados Unidos, la que se inauguró en 1898. Como casi todos los proyectos de Olmsted, a simple vista el bosque se ve natural y silvestre, pero en realidad cada árbol, cada pedazo del paisaje fue creado artificialmente y diseñado para que luciera así. Actualmente, Biltmore está abierto al público y recibe más de un millón de visitantes por año. Tras la venta a muy bajo precio en 1914 de parte importante del terreno para la creación del Bosque Nacional Pisgah, y con ello el inicio del National Forest Service, la propiedad se ha reducido y ahora “sólo” mide 28 kilómetros cuadrados y en su interior tiene hoteles, restaurantes, viñedos y


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RR Uno de los puentes concebidos por Frederick Law Olmsted. varios parques e invernaderos impresionantes. También se puede conocer la casa con sus muebles originales. El camino para llegar a ella atraviesa por un denso bosque, enteramente diseñado por Olmsted y uno de sus mejores legados. El lugar está abierto todo el año, pero hay que comprar las entradas con anticipación en www.biltmore.com

Cataratas del Niágara, frontera entre EE.UU. y Canadá La caída libre y natural de las aguas del río Niágara, en la

frontera de Estados Unidos y Canadá, asombra al viajero que en su gran mayoría ignora que hasta 1880 este mismo cauce lucía bien diferente. Era una zona de producción industrial del estado de Nueva York, y grandes fábricas se ubicaban en las orillas del río para usar la fuerza de la corriente como motor, lo que dejaba a las cataratas muy disminuidas. Pese a eso, la gran altura de la caída y las ferias y atracciones instaladas a su alrededor ya atraían a los turistas. Ante eso, varios líderes de distintos ámbitos exigieron más respeto por

la naturaleza y el gobernador de Nueva York, los millonarios Vanderbilt, el banquero JP Morgan y otros miembros de la elite se unieron a la causa. Olmsted, por supuesto, también lo hizo y juntos convencieron al Congreso de Nueva York de comprar las tierras y convertirlas en una reserva natural. El paisajista fue el encargado de la recuperación y diseño del bosque que rodea la caída de agua, siempre apuntando a ofrecer acceso a la naturaleza de la forma más directa posible. Reemplazó escaleras y miradores por caminos, prohibió

la entrada de carros de caballos para que la experiencia fuera sólo a pie y puso énfasis en evitar la erosión. Como su interés y el del movimiento era salvar las cataratas y que éstas fueran las protagonistas, lucharon en contra de los entretenimientos que había en la zona, prohibieron las ferias y comercios en el lugar. Lamentablemente, el ideal de Olmsted no es lo que se encuentra el visitante actual: el lugar está poblado de hoteles y se parece más a un parque de diversiones que a una reserva natural. Sin embargo, el trabajo

que hizo no fue en vano y la majestuosidad de la caída libre de estas cataratas no se ha perdido. Hasta ahí se puede llegar desde el lado estadounidense o desde Canadá. Por el norte, la manera más sencilla es volar hasta Toronto y manejar desde ahí un par de horas. Desde Estados Unidos, el aeropuerto de Buffalo es la puerta de entrada más cercana, a sólo unos 10 minutos en auto hasta las cataratas. El lugar está abierto todo el año y se pueden ver las cataratas iluminadas cada noche y con el agua congelada en algunos momentos del invierno. T


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