Transeúntes: Día de muertos

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M | NOVIE INJUVE

DIA DE MUERTOS/INJUVE

L A I C E P a ES d n e y le N0.ESPECIAL [ 03 de NOVIEMBRE del 2014]

Memorias de tu Ciudad


Dirección: Memorias de tu Ciudad Edición: Tania Maria Mayra Salinas Diseño: Daniela Sierra Morales Andrea Erandi Ramiro Ortega Fotografía y Redacción Memorias de tu cuidad

Edición Mensual Noviembre 2014 Especial Año 3 Cometarios: http://transeuntesdf.wordpress. com/2013/02/25/59/ http:// www.facebook.com/Transeúntes PORTADA: Memorias Foto


CON

TE NIDO

04 08 14 20

Al que toma y no da, el diablo se lo llevará Fernando Cruz El visitante nocturno del metro Karla Brown Dichoso aquel que sabe la hora de su muerte Diana Laura Cortés Lucas Gritos inocentes desde el corazón de la roca J. Alfredo Robles Zamora


Por: Fernando Cruz

A

l poniente de la Ciudad de México, en el Barrio de Mixcoac, se encuentra un estrecho y largo pasadizo que esconde una aterradora historia detrás de su singular nombre, pues se dice que en aquel lugar, al filo de la media noche, se aparece el demonio en persona. El origen de la historia se remonta a la Época Colonial. En aquel entonces, lo que hoy se conoce como el Callejón del Diablo era una vereda rodeada de árboles y matorrales que desembocaba a la cuenca del Río Mixcoac. Debido a la cercanía con otros barrios como San Ángel, Coyoacán y Tacubaya, era común que incluso durante la noche se mantuviera el tránsito por los caminos. Algunos jinetes o conductores de carretas se detenían para dar de beber agua a sus animales a las orillas del río.


En cierta ocasión, un hombre que cabalgaba durante la noche de regreso a casa, se detuvo a la orilla del río para echarse un poco de agua en el rostro. Había bebido varias copas de mezcal y esperaba con eso bajarse la borrachera, sin embargo, cuando se dispuso a montar de nuevo su caballo, vio con sorpresa la silueta de un charro que recargado en un árbol y cubriéndose bajo la sombra del mismo, lo miraba fijamente. El hombre todavía entorpecido por los efectos del alcohol sólo atinó a decir: —Buenas noches señor. ¿Necesita un aventón? ¿Dónde dejó su caballo? El misterioso charro no respondió y comenzó a acercarse hacia el hombre quien, ya montado en su caballo, se aterrorizó al ver cómo la luz de la luna iba dejando al descubierto el rostro descarnado y la sonrisa retorcida que poseía aquel sujeto. El jinete se paralizó. No pudo reaccionar y sólo le fue posible alejarse del lugar gracias a que el caballo - quien también se alteró ante la perturbadora presencia - emprendió el galope hasta su casa. Desde entonces, el rumor de que por las noches se aparece esta espectral presencia se extendió por todo el barrio y zonas aledañas. Incluso con la urbanización del lugar, esta aparición demoniaca continuó dando de qué hablar, pues no faltó quien dándose valor con unas copas de licor intentó enfrentar y desmentir estas apariciones.


Tal es el caso de “El Julio”, un usurero que –de acuerdo con la narrativa popular– se aprovechaba de las personas que necesitaban un préstamo y las estafaba, forjando así una gran fortuna. Él se atrevió a pasar por el callejón desestimando las advertencias de los lugareños y según cuenta la gente, su alma fue arrastrada por el demonio hasta el infierno dejando el cuerpo desmembrado a la mitad de la calle.


Actualmente, el callejón se encuentra rodeado por dos altas y largas paredes que dividen al Colegio y a la Universidad Simón Bolívar, conecta a la Avenida Río Mixcoac con la calle de la Campana y con el Ex Convento y Parroquia de Santo Domingo de Guzmán que se dice, se estableció justo en ese sitio para ahuyentar la presencia de aquel aterrador caballero. préstamo y las estafaba, forjando así una gran fortuna. Él se atrevió a pasar por el callejón desestimando las advertencias de los lugareños y según cuenta la gente, su alma fue arrastrada por el demonio hasta el infierno dejando el cuerpo desmembrado a la mitad de la calle.

Actualmente, el callejón se encuentra rodeado por dos altas y largas paredes que dividen al Colegio y a la Universidad Simón Bolívar, conecta a la Avenida Río Mixcoac con la calle de la Campana y con el Ex Convento y Parroquia de Santo Domingo de Guzmán que se dice, se estableció justo en ese sitio para ahuyentar la presencia de aquel aterrador caballero.


Por: Karla Brown

S

eguramente has oído hablar de todas las horribles historias que se cuentan sobre el metro de la ciudad de México. Definitivamente algunas te hacen estremecer y desear nunca estar solo en las estaciones, vagones, transbordes, o incluso cerca de ellos. Tal es el caso de una historia que tuvo lugar entre las estaciones Pino Suárez y Zócalo.

del túnel. Al observar con detenimiento, pudo distinguir a otra persona haciendo lo mismo que él. Se acercó y notó que aquel sujeto portaba el uniforme que distinguía a los empleados del lugar y sin embargo, no fue capaz de reconocerlo hecho que le causó desconfianza pues él conocía a todos los trabajadores que laboraban a esa hora. Mientras caminaba hacia él, el empleado le preguntaba su nombre y qué Transcurría lenta una noche del año 2001. Ya es lo que hacía ahí. Las respuestas de aquel mispor la madrugada, un empleado se encontraba terioso hombre fueron convincentes y ambos caminando sobre las vías del túnel de dichas continuaron trabajando. estaciones realizando su trabajo de rutina mismo que consistía en asegurarse de que no Juan volteó por pura curiosidad y observó hubiera objetos extraños que pudieran obstruir que el hombre seguía caminando hasta que el paso del tren y causar algún accidente - cuan- lentamente su sombra se fue perdiendo en la do de pronto escuchó ruidos extraños. Volteó y profundidad del túnel, dejando un viento frío y vio cómo algunas ratas salían de sus escondites abrumador. Ante ello sólo anotó lo sucedido en muy alteradas y se alejaban en la profundidad su reporte como lo hacía cotidianamente


Al terminar sus labores, todos los trabajadores tenían que entregar un reporte de actividades. Cuando fue el turno de Juan, su jefe lo mandó a llamar y le preguntó sobre aquel empleado del que hablaba en su escrito. Mientras Juan le contaba sobre éste, su jefe comenzó a buscar en un enorme estante donde tenía archivadas las fotografías, nombres y cargos de todos los empleados que solían trabajar y trabajaban ahí actualmente, hasta que sacó una fotografía empolvada y vieja. Se la mostró a Juan y le preguntó: -¿Éste es el hombre con quien hablaste? -Así es. Él fue mi compañero de turno La mirada de su jefe cambió totalmente. Tragó saliva lentamente y le dijo que aquel sujeto, con quien había hablado pocos minutos antes, había muerto hace un par de años después de sufrir un trágico accidente: mientras trabajaba limpiando las vías en el túnel, un error técnico ocasionó que un tren en movimiento lo arrollara provocando su muerte después de una lenta agonía.

El jefe le dijo a Juan que él no era el único empleado quien le contara haber visto a ese hombre, pero le pidió discreción pues podía alterar a los demás trabajadores. Después de lo sucedido, Juan regresó asustado a su casa, a tratar de conciliar el sueño. Al paso de los días se enteró que sus compañeros contaban la misma historia: habían visto a este espíritu en el mismo lugar, a la misma hora. Cuenta la leyenda que después de la media noche, el espíritu de aquel hombre anda rodando el lugar, caminando desde el último tren en arribar a través de este túnel, espantando a los trabajadores y cualquier persona que se encuentre por ahí, buscando refugio para su alma en pena.






Dichoso aquel que sabe la hora de su muerte Por: Diana Laura CortĂŠs Lucas



e dice que en la época de la colonia un aristócrata llamado Don Juan Manuel solórzano estaba casado con una hermosa mujer, la cual no podía darle hijos, así que triste y desesperado decidió dedicar su vida a la religión asistiendo todos los días al convento de san francisco que se encontraba detrás de su casa en República de Uruguay. Así pasaron los años y el tormento de Don Juan Manuel no se desvanecía, por lo que pensó separarse de su señora y convertirse en fraile, ante lo cual decidió traer a su sobrino para que administrara los negocios que dejaría pendientes. cuando el joven llegó Don Juan Manuel comenzó a ser invadido por unos celos terribles y comenzó a desconfiar de todo aquel que pudiera acercarse a su mujer. El refinado caballero perdió la cabeza al creer que su bella amada le era infiel, así que suplicó a dios que le mostrara a la persona con quien su esposa lo engañaba, pero al no conseguir respuesta invocó al diablo, y él le dijo que para poder obtener la respuesta, saliera de su casa a las once de la noche y él le indicaría a la persona con la cual su mujer lo engañaba. Esa misma noche Don Juan Manuel se apresuró a tomar venganza, y vestido con capa y puñal en mano atravesó el patio, salió a la calle e inmediatamente vio a un hombre con la sombra del diablo tras él, aquel individuo sólo escuchó: — disculpe ¿sabe qué hora es? —las once de la noche- respondió aquel hombre. entonces, don juan manuel tomó su afilado puñal y exclamó: — ¡dichoso usted que sabe la hora de su muerte! —y lo asesinó. Al entrar a su casa vio al diablo, el cual le dijo: —disculpa, pero me he equivocado, el hombre al cual mataste no era el culpable, pero no te preocupes mañana a la misma hora te mostraré con quien te engaña tu mujer. Así lo hizo Don Juan Manuel, a las once en punto estaba en la calle, vio a un hombre con la sombra del diablo tras él y prosiguió a ultimarlo. y de nueva cuenta, cuando llegó a su casa el diablo le dijo que se había vuelto a equivocar. y así asesinó a 9 hombres inocentes, pero cuál fue su sorpresa que al día siguiente de matar a su última víctima, tocó a su puerta la guardia virreinal, contándole que casual-


mente afuera de su casa habían ocurrido sucesos terribles y que en esa ocasión le llevaban a alguien. Su asombro fue mayor cuando observó el cuerpo, ya que era el de su sobrino, el remordimiento no lo dejó de atormentar y fue tanto su dolor que decidió irse a confesar; el padre escuchó atento su terrible historia, le dio como penitencia rezar el rosario tres noches seguidas frente a la puerta del perdón de la catedral; la primera noche escuchó voces de la gente llorando en su entierro, la segunda vio fantasmas cargando su cuerpo muerto. asustado, el hombre rogó perdón ante el párroco, quien le indicó que rezara un tercer rosario. A la madrugada siguiente, Don Juan Manuel fue encontrado muerto en la horca, unos dicen que lo colgaron los ángeles, otros, que él mismo se ahorcó. dicen que este hombre atormentado se sigue apareciendo afuera de su famosa casona, ubicada en república de uruguay noventa, así que si alguna vez pasas por ahí, a eso de las once de la noche y alguien te pregunta: — disculpe ¿sabe qué hora es? piénsalo muy bien, porque tal vez pueda ser el ánima que aún busca al culpable de su desdicha, y no queremos que piense que ese puedes ser tú y que al final lo encontró.




Gr de de


ritos inocentes esde el corazón e la roca Por: J. Alfredo Robles Zamora

E

n noviembre de 1589 procedente de Europa, desembarcó un famoso arquitecto en la Nueva España, su objetivo era el de reconstruir y levantar nuevos edificios en la Ciudad de México, la cual había sufrido un terremoto ese mismo año. Entre sus primeros trabajos se encontraban algunos conventos, casas particulares y sobre todo obras públicas. Con el apoyo de la corona española el nuevo urbanista levantó envidias entre la aristocracia novohispana, con lo que empezaron a correr toda clase de rumores sobre su origen y la calidad de su trabajo. Se cuenta que un viejo arquitecto español con fama de nigromante, reemplazado por el recién llegado, maldijo al joven y a sus construcciones, con lo que los edificios que empezaba a levantar cayeron sin razón aparente, los trabajadores sufrían horribles accidentes y poco a poco se corría el rumor que cualquier obra emprendida por el extranjero acabaría en desgracia. Con varios proyectos en curso y otros cancelados, el constructor cayó en desesperación. La leyenda relata que una noche el recién llegado recibió la visita de un caballero de lúgubre apariencia, los habitantes de la “colonia de los arquitectos”, actualmente La San Rafael, aseguraban que se trataba de Satanás. Se dice que el demonio le prometió que ninguna de sus estructuras caería, siempre y cuando en los cimientos se colocase un inocente vivo y se le cubriese con roca, arena y cemento. Se cuenta que así se hizo, y que por cada obra que se erigió se enterraron vivos a niños y mujeres.



El nombre del arquitecto se perdió en el tiempo, sin embargo, sus edificios permanecieron en pie varios siglos. Uno de ellos, un puente que conectaba al antiguo islote de México con la costa poniente del lago, mismo que tiene una singular historia. A principios de 1629 dicha plataforma se caracterizó por los sonidos que emanaba durante las noches tranquilas, se trataba de amargos llantos y quejidos, en los que se alcanzaban a reconocer voces que gritaban: ¡Cuidado con el agua, socorran a mis niños! ¡Viene el agua, díganle a mi mamita! El sacerdote de la iglesia más cercana fue a bendecir el puente, no obstante, los sonidos no acallaban. El 20 de septiembre de ese mismo año comenzó una terrible tormenta que no cesó hasta que la Ciudad de México quedó bajo el agua. La mayoría de los puentes que cruzaban ríos o lagunas cayeron, a excepción de los hechos por el mencionado arquitecto. A partir de entonces se comenzó a creer que los niños enterrados en estas estructuras vaticinaban las lluvias torrenciales y el desborde de algún río. Durante los años cincuenta se realizaron importantes obras en la ciudad debido a la explosión demográfica. Se dice entre los albañiles de esos días que antiguos edificios que fueron derrumbados contenían en sus cimientos pequeños esqueletos. Algunos narran que durante los trabajos de construcción de obras públicas comenzaron a desaparecer muchos niños que habitaban las recién formadas colonias.

Se contaba entre los maestros albañiles que los capataces de obra se veían forzados por sus patrones a raptar niños, dormirlos y colocarlos por la noche en los cimientos poco antes de soltar la mezcla sobre la estructura. Muchos trabajadores se percataron de ello, sin embargo, por el miedo de perder su trabajo o incluso se dice, la vida, se limitaron a advertir a sus familiares sobre el peligro que implicaba tener cerca alguna construcción, sobre todo puentes automovilísticos, drenajes y algunos pasos peatonales. Esta historia, cuyos orígenes se remontan a la época colonial, se convirtió a mediados del siglo XX en una leyenda urbana; con el tiempo se ha ido difuminando y ahora ya no es tan fácil de escuchar en la ciudad como sí en el interior de la república, a pesar de ello en la memoria de los antiguos habitantes de las colonias que se formaron en aquellas días, aún se recuerda la cantidad de niños desaparecidos y no es raro que se observen cruces sin nombre debajo de puentes, tal vez para intentar solventar el dolor de aquellas almas atrapadas.


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