¿Qué esconde el baúl de Vuitton?

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LA RAZÓN • Martes. 17 de abril de 2018

Cultura ALBERTO R. ROLDÁN

Después vendría el ahora famoso bolso Noé, creado en 1932 especialmente para un productor de champán que deseaba transportar al menos cinco botellas en su interior. Todos ellos, al igual que un baúl rojo hecho a medida la de un monopatín, forman parte de la muestra que recorre la historia de la «maison» francesa desde el nacimiento de su fundador hasta las más arriesgadas colaboraciones actuales, como la exitosa colección cápsula que lanzaron el año pasado Jeff Koons y Nicolas Ghesquière, el director creativo de la marca.

Un reto a Houdini

Curiosidades

Los primeros baúles eran de color gris trianon, el mismo tono de las paredes del Palacio de Versalles En 1998, la Fifa encargó a Vuitton un balón estampado con su famoso monograma, que hoy puede verse en la muestra Hasta los setenta, el monograma se pintaba a mano

Botellas de champán, camas plegables y monopatines; todo cabe en las creaciones de la casa francesa expuestas en el Thyssen

¿Qué esconde el baúl de Vuitton? D. MENDOZA - MADRID

C

uando el explorador Pierre Savorgnan de Brazza preparaba su excursión a Dakar en 1885 se vio en la necesidad de llevar entre su equipaje una cama que no ocupara demasiado espacio ni pesara mucho. ¿A quién confiarle semejante encargo? A Louis Vuitton, el mejor artesano de baúles de la época, que creó para él uno del que se podía sacar una cama plegable de zinc, madera y lona. «Artículos de viaje exclusiva-

LUIS DÍAZ

mente franceses, con cierres herméticos perfectos para los viajes a las colonias», rezaba el anuncio con el que más tarde la casa popularizó su diseño. La cama portátil es tan solo una de las maravillosas rarezas expuestas en la muestra «Time Capsule», que se inauguró ayer en el Thyssen-Bornemisza. Para finales de 1800, Vuitton ya se había hecho un nombre entre la alta sociedad parisina, pero cuarenta años antes era apenas un aprendiz que había llegado a pie a la ciudad desde su pueblo

DÓNDE: Museo Thyssen-Bornemisza, Paseo del Prado, 8, Madrid. CUÁNDO: hasta el 15 de mayo. CUÁNTO: entrada gratuita.

El Prado reúne la pintura italiana sobre piedra J. O. - MADRID

U

«Ecce homo», de Tiziano

natal, Anchay, a casi cuatrocientos kilómetros de la capital. El recorrido le tomó dos años, más los diecisiete que estuvo trabajando para otros talleres antes de abrir el suyo propio. Vuitton se hizo famoso por la calidad de su trabajo a mano, pero también por su capacidad para empacar maletas con una insólita precisión. Tanto es así que Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón Bonaparte, le contrató para que embalara sus trajes para sus excursiones entre el Palacio de las Tullerías y el Château de Saint-Cloud. La condesa de Teba le facilitó una exclusiva clientela y, también, las peculiares peticiones de los amantes del lujo, cuyos deseos Vuitton trataba de hacer realidad. Entre ellos, cofres para whisky –con garrafa de cristal y vasos incluidos–, baúles para kits de afeitar o con escritorios incorporados, como el que le encargó un compositor, y una pipa de madera con el monograma de la casa tallado a un lado.

El baúl mágico La última sala de la muestra (en la imagen) permite al visitante recorrer la historia de la casa Vuitton gracias a una experiencia multimedia

La exposición esconde decenas de anécdotas: desde los sombrereros de principios del siglo XX que también se utilizaban como cajas de herramientas para los coches –dentro había espacio para una rueda de repuesto–, hasta el reto que Vuitton planteó a Harry Houdini. Georges, hijo del fundador, había inventado un sistema de cierre con dos hebillas de resorte que, según él, era imposible de abrir. Para demostrarlo, retó públicamente al ilusionista a que se encerrara dentro de uno de sus baúles e intentara salir. Houdini, sin embargo, nunca le contestó. La muestra es testimonio, además, de cómo los distintos creativos de la firma, de Marc Jacobs a Ghesquière, han reinterpretado los modelos clásicos diseñados por Vuitton hace más de cien años. De las bolsas de lona pensadas para colgar en los camarotes de los barcos, por ejemplo, nació el bolso «City steamer», y el Noé se convertiría más tarde en el icónico Bucket bag, el preferido de Naomi Campbell.

na exposición pequeña, pero espectacular. El Museo del Prado inauguró ayer una de esas muestras que nadie debería perderse: la pintura sobre piedra de grandes maestros, como Tiziano, Sebastiano del Piombo o Volterra. Una muestra para dejar de piedra a cualquiera (que tenga sangre en las venas, claro). Es una oportunidad para ver cómo el Renaci-

miento italiano recuperó la técnica que emplearon los griegos y romanos de colorear la piedra y cómo la aplicaron en su tiempo, convirtiéndose así en autores vanguardistas, lo que hoy denominaríamos pintores contemporáneos. El resultado es visible: las figuras emergen de las sombras de una manera inaudita, casi espectral, dando un relieve especial a las fisonomías. Para esta ocasión, de hecho, se ha limpiado y restaurado el «Ecce

Homo» que Tiziano hizo sobre una pizarra. Una pieza espectacular que regaló a Carlos V. Fue el propio emperador quien le encargó «La dolorosa», que Tiziano hizo sobre un mármol recuperado, que presentaba problemas, pero que él supo tratar de manera conveniente para que se ajustara a sus propósitos. De hecho, en la época, el método de aplicar la pintura sobre estas superficies estaba considerado casi un secreto industrial. En

esta faceta es, sobre todo, donde destacó Sebastiano del Piombo, un artista que desarrolló una increíble maestría en dicho ámbito y que consiguió dominar a la perfección los diferentes efectos que producía la piedra sobre los colores y la reproducción de la luz. DÓNDE: Museo del Prado. Madrid. Paseo del Prado, s/n CUÁNDO: Hasta el 5 de agosto. CUÁNTO: 12 euros.


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