"Turandot": cuando Puccini pidió perdón

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Viernes. 30 de noviembre de 2018 • LA RAZÓN

Cultura JAVIER DEL REAL

El Teatro Real estrena hoy la última ópera del compositor italiano, en la que el personaje de Liù, interpretado por Yolanda Auyanet y Miren Urbieta-Vega, representa una trágica historia de su propia vida

«Turandot»: cuando Puccini pidió perdón D. MENDOZA- MADRID

«Y

a no puedo trabajar. ¡Me siento muy triste y desanimado! Lloro de desesperación. Tengo siempre ante mis ojos la imagen de la pobre víctima. No puedo quitármela de la cabeza. Es un tormento continuo. El destino de la pobre chica fue demasiado cruel». Así se confesaba Giacomo Puccini, en marzo de 1909, en una carta enviada a su amiga Sybil Seligman. La docena de misivas que le envió ese mes son un torrente de tristeza –«Soy incapaz de trabajar y quizá nunca vuelva a hacerlo. Solo quiero morir»– por el reciente suicidio de Doria Manfredi, una joven que trabajó en casa de los Puccini en Torre del Lago, Italia. Elvi-

ra, la esposa del compositor, estaba convencida de que Doria y Puccini eran amantes y así lo hizo saber a todo el pueblo. Sin poder soportar la situación, Doria se envenenó. Aquellos días de barbarie, como los calificó el compositor, coincidieron con la escritura de «La fanciulla del West», que se estrenaría un año más tarde en Nueva York. Y aunque en muchas ocasiones Puccini creyó que su sufrimiento no le permitiría terminarla, la ópera que realmente refleja aquella época es «Turandot», que finiquitó en 1924 y que el Teatro Real estrena este viernes con Bob Wilson como director de escena, escenógrafo e iluminador, y Nicola Luisotti como director musical. Este último afirma que el sentimiento de culpa por el suicidio de Doria persiguió al compositor el resto de su vida, tanto así que poco antes de morir cambió el final de «Turandot», basada en una comedia de Carlo Gozzi, para incluir la muerte de Liù, la esclava que se sacrifica por amor a Calaf, un príncipe tártaro que, a su vez, intenta conquistar a la vengativa y fría princesa Turandot, interpretada por Irene Theorin y Oksana Dyka.

Sacrificio por amor «Conociendo la historia de Puccini te das cuenta de que en sus óperas, sobre todo en sus personajes femeninos, invariablemente hay algo muy personal», explica Yolanda Auyanet, que junto con Miren Urbieta-Vega interpreta a Liù, en su opinión «el personaje más bonito de esta ópera». Urbieta-Vega define el papel como «un bombón», y asegura que «Liù es todo bondad y, sobre todo, amor. En algunas producciones se le confiere mayor carácter y en otras es más inocente. Es indudable que tiene muchísima fortaleza». En esta

Gregory Kunde, que interpreta a Calaf, junto a Yolanda Auyanet en el papel de Liù

producción, sin embargo, Wilson se ha encargado de marcar una pauta que nada tiene que ver con lo que ninguna de las dos sopranos ha hecho antes. Urbieta le describe como un perfeccionista –«está de sol a sol en el patio de butacas», afirma– y tilda su versión de «Turandot» de naturalista, como él mismo la llama. «Es un espectáculo muy visual que no está basado en la interpretación de los personajes. Wilson los deja básicamente congelados y hace que la música hable», explica. Auyanet confiesa que «es difícil porque estoy acostumbrada a estar en escena con el cuerpo en acción; en el caso de Wilson es al contrario, él busca una tensión interior que sale hacia afuera con los movimientos mínimos del cuerpo, casi siempre de las

manos y de la cara». Para Urbieta, que viene de interpretar el papel en el Palau de les Arts, se trata de una ocasión especial: su debut en el Teatro Real. La soprano vasca se unió al reparto madrileño hace escasos quince días en sustitución de Maite Alberola, que decidió no continuar con el papel. Esa misma semana, la sueca Nina Stemme había cancelado su participación por cuestiones de salud. Auyanet, por su parte, afirma que su relación con Puccini «ha sido un poco conflictiva. Cuando hice por primera vez Liù, en 2003, me pasó lo mismo que cuando canté por primera vez Mimí, de “La Bohème”, me dije: “No, esto tiene que reposar”. Ahí se quedó mi Liù hasta 2008. Para entonces yo tenía una hija de 8 meses y eso me ayudó a cambiar el persona-

Veinte años y un mundo de diferencia Bob Wilson ha dicho que entiende «Turandot» como un cuento de hadas y, sin adelantar nada, insiste en que su estilo es formal, además de reconocible para cualquiera que haya visto su trabajo. Esta producción llega al Real veinte años después de que se hubiera estrenado por primera vez en 1998, durante la primera temporada del reinaugurado teatro. Entonces, Vladimir Jurowski estuvo a cargo de la dirección musical y el estadounidense Andrei Serban de la dirección de escena junto con Jeremy Sutcliffe. Serban, de hecho, volvió a presentar su versión de la ópera de Puccini el año pasado en la Royal Opera House de Londres.

je. A partir de ahí mi relación con Puccini fue mejorando y ahora este es un papel en el que me encuentro muy cómoda». Luisotti explica que «la escena en que Liù se quita la vida fue escrita en su totalidad por Puccini. Además, los versos que pronuncia Calaf cuando ella muere son la disculpa que el compositor lanza al mundo por ese suicidio del que se siente culpable». Es la inocencia de Doria lo que le persigue, ya que el examinador médico declaró que la joven había muerto virgen. Las sospechas de Elvira, sin embargo, no eran infundadas. Doria no era amante de su esposo, pero hacía de mensajera entre él y su prima Giulia, con la que éste sí mantuvo una relación durante décadas. De hecho, según el cineasta Mario Benvenuti, que dedicó años a investigar el drama pucciniano, tuvieron un hijo en común que fue dado en adopción en Pisa. Y si los documentos que Benvenuti encontró en casa de la familia Manfredi no fueran suficiente prueba, también existe un indicio operístico. En «La fanciulla del West», Minnie, la protagonista, es dueña de un bar, tiene mucho carácter y un aspecto casi masculino, características que comparte con Giulia, propietaria también de una taberna en Torre del Lago.


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