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LA RAZÓN • Jueves. 14 de diciembre de 2017
CULTURA D. MENDOZA- Madrid
uan Manuel Bonet recuerda cómo el periodista británico William Chislett, un enamorado de la obra de Arturo Barea, llegó a su oficina en el Instituto Cervantes con una maleta llena de libros y documentos relacionados con el autor extremeño. «Decidí sobre la marcha exponerlos», escribe en el catálogo que presenta la recién inaugurada muestra «Arturo Barea. La ventana inglesa». Este año se cumplen 60 de la muerte del escritor y parece que el aniversario le ha traído suerte a Chislett, que desde hace mucho lucha por reivindicar su imagen, y a Antonio Muñoz Molina, también presente ayer en la apertura de la exposición. Ambos, junto con otras seis personas, reunieron el dinero –23 euros cada uno– para restaurar la lápida de Barea, colocada de forma conmemorativa en el cementerio de Faringdon, Inglaterra, donde vivió su exilio. En julio lograron que se le dedicara una calle de ese Madrid del que tanto escribió (Chislett comenta que las ventas de «La forja de un rebelde», su obra más conocida, aumentaron en consecuencia) y se publicaron una serie de cartas inéditas que Barea había enviado a su hija Adolfina. El periplo editorial de la trilogía de este exiliado es el perfecto ejemplo del olvido en que vivió y murió, al menos en su país. Se publicó por primera vez en inglés entre 1941 y 1948 y en español, en Argentina, en el 51. A España, sin embargo, no llegó hasta 1977. Chislett afirma que, de no haber sido por Ilsa Barea, la segunda esposa del autor, éste muy probablemente «no habría tenido una carrera literaria». Y es que Ilsa, una judía austriaca que dominaba cinco idiomas, fue quien le tradujo todos sus textos. «Se sentaban en la mesa de la cocina, uno de cada lado. Él escribía en español y ella traducía al inglés», afirma el periodista. Además, el primer tomo de «La forja»
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El Instituto Cervantes recupera la obra del extremeño exiliado en Reino Unido que retrató la Guerra Civil en «La forja de un rebelde»
ARTURO BAREA Y LA EXPOSICIÓN QUE SALIÓ DE UNA MALETA Colección Uli Rushby-Smith
Barea en Faringdon junto a su esposa Ilsa, traductora de toda su obra
UN COMUNISTA «OUTSIDER» Así lo describe Chislett. Por su parte, Muñoz Molina habla de él como «un hombre que nunca perteneció en España al mundo literario. No se ajustaba a las ortodoxias que se exigían al principio de la Transición. Aún hoy sigue siendo un poco incómodo». Entre otras cosas, Barea escribió una crítica de «Por quién doblan las campanas» que, según Chislett, «le hizo impopular entre la izquierda».
nace de las historias sobre su madre lavandera y su infancia madrileña que Barea le contaba a Ilsa cuando ambos trabajaban en el edificio de Telefónica, en Gran Vía, donde se conocieron y enamoraron a principios de la guerra civil. «Sus traducciones son fantásticas, tanto que diría que Barea es mejor en inglés», afirma Chislett, y explica que el manuscrito original de «La forja» se perdió, por lo que la versión en español es la traducción, también de Ilsa, de la edición en inglés. ◗ EL MADRID DE SU INFANCIA
En la exposición se puede ver un mapa del Madrid de Barea marcado con los lugares de su vida y de su obra, desde el colegio donde estudió hasta los 13 años –cuando el tío que le pagaba la educación murió– hasta el Teatro Real, donde jugaba de pequeño porque era amigo del hijo del conserje. También están todos sus libros, en inglés y en español, y el único escrito por Ilsa, «Viena», sobre su ciudad natal. Además de la trilogía y de «Valor y miedo», una serie de relatos que sí se publicó en España inicialmente (en 1938, el mismo año en que el escritor huyó a Francia y, luego, a Inglaterra), Barea publicó «Lorca, el poeta y su pueblo», que aún no se ha editado en España, un libro sobre Unamuno, «La raíz rota» y «La lucha por el alma española». También escribió para la revista «Horizon», editada por Cyril Connolly, y trabajó durante décadas en la BBC, en la que transmitió 856 charlas sobre América Latina de 1940 hasta el año de su muerte. Curiosamente, no se conserva ninguna de ellas, ya que fueron destruidas, junto con las de Orwell, por cuestión de espacio. Chislett encontró, sin embargo, una entrevista de 1956 que es la única grabación suya que se conoce. DÓNDE: Instituto Cervantes CUÁNDO: desde hoy hasta el 16 de marzo de 2018 ● CUÁNTO: entrada gratuita ●
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CARTA BLANCA A DE MIDDEL EN PHOTOESPAÑA J. O- Madrid
Cristina de Middel no para. Hace unas semanas recibió el Premio Nacional de Fotografía y el miércoles presentó su nuevo libro, «The Perfect Man», un proyecto, como ella misma explicó que comenzó de una manera «trivial, cuando estaba en la India y descubrí que un señor, con mucha influencia en su pueblo, celebraba todos los años el cumpleaños de Charles Chaplin. Ese fue el punto de partida. Acudí a una de las películas de este director, “Tiempos modernos”, e inspirándome en sus imágenes me vino la idea de retratar el mundo laboral en este país y el orbe masculino. Quería salir de los tópicos que rodean a esta sociedad». Pero a De Middel le ha caído, también, el reto de seguir la senda de Alberto García-Álix y organizar para el próximo festivaldePHotoEspañalasección Carta Blanca. Ella se encargará de organizar una serie de exposiciones sobre fotógrafos que le han influido o cuya obra le inspira. El eje que unirá a todas ellas –ayer presentó dos: «Players» y «Gran final mundial»– quetienencomodenominador común el juego, la capacidad para desdoblar o cambiar la manera de percibir la realidad a través de la fotografía y que, mediante el placer por tomar imágenes, alivian a la fotografía de su sobriedad. «THE PERFECT MAN»
C. De Middel LA FÁBRICA 176 páginas, 42,00 euros