"Te adoro, Anne, y llevo conmigo el afán de tus labios"

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LA RAZÓN • Viernes. 7 de octubre de 2016

GENTE John Schults

Cordon

François Mitterrand dedica estas y otras muchas hermosas palabras a su amante, Anne Pingeot, en una serie de cartas recopiladas en un libro que se publica la semana que viene en Francia

François Mitterrand en 1995, en un concierto en París

Por D. MENDOZA - Madrid odo comenzó en las playas de Hossegor, en la región de Aquitania, a principios de los años sesenta. François Mitterrand, entonces de 46 años y ya casado con Danielle Gouze desde hacía décadas, conoció a Anne Pingeot, de 19, y se enamoró locamente de ella. Desde entonces, gran parte de su romance se desarrollaría a través de las misivas que se enviaba la pareja clandestina. La primera la escribió el futuro presidente de Francia el 19 de octubre de 1962, y a esa le seguirían más 1.200 cartas llenas de frases como: «Te conocí e inmediatamente supe que estaba por partir en un gran viaje. Allí adonde vaya, sé al menos que tú siempre estarás presente. Bendigo tu rostro, mi luz. No existirá para mí la noche absoluta de ahora en adelante. La soledad de la muerte será menos soledad. Anne, mi amor». Su idilio, que lograron mantener en secreto durante décadas a pesar de tener una hija juntos, está recogido del modo más íntimo en el libro «Mitterrand, sus cartas de

T

«TE ADORO, ANNE, Y LLEVO CONMIGO EL AFÁN DE TUS LABIOS»

amor a Anne Pingeot» (Gallimard), compuesto de las misivas cedidas por la propia Pingeot para su publicación. Su editor, Gerome Garcin, escribía ayer en «Le Nouvel Observateur» que se trata de «un amor que, desde el principio, François Mitterrand, lector de Barrès y de Drieu, dibuja con lirismo. Incluso estando casado (jamás contempló dejar a su mujer), no imagina su vida sin aquella que podía haber sido su hija, pero cuya edad, para él, era una promesa del futuro, como una venganza sobre su propia finitud». Garcin hace énfasis en su prólogo en la capacidad literaria de Mitterrand, de quien escribe: «Fue el último de nuestros presidentes que veneraba la lengua francesa». Tras leer las miles de misivas, a Garcin le queda claro que «si Anne no fue la primera dama, sí fue sin duda su gran amor». Ciertamente, los efusivos mensajes que escribió dejan claro que la quiso. «Adoro estar contigo», le confesó en la misma carta en que le cuenta que se ha enterado del asesinato de J. F. Kennedy: «Como a tantos hombres y mujeres en todo el mundo, la noticia me ha conmocionado.

No es la muerte lo que me sorprende, lo que me enfurece: la encontramos en todas las encrucijadas; sino el odio. Y lo absurdo. Y padezco una suerte de angustia de verlos triunfar una vez más». También le escribió cuando se formalizó su candidatura a las elecciones presidenciales de 1965, que ganaría Charles de Gaulle. «¿Sabes que pienso en ti y que es maravillosamente útil que exista el amor Anne-François? Te adoro, Anne, y llevo conmigo el afán de tus brazos, de tus labios, de tu ternura, de tu paz. Te amo».

«CONTIGO NACEN EN MÍ SENTIMIENTOS QUE JAMÁS HABÍA CONOCIDO», ESCRIBIÓ TAMBIÉN LE DICE A ANNE: «NO EXISTIRÁ PARA MÍ LA NOCHE ABSOLUTA DE AHORA EN ADELANTE»

Anne Pingeot, pareja del ex presidente durante décadas

«Tengo la necesidad de contarte mis pensamientos y mis actos, de ir hacia ti en todo momento. Cuando digo que contigo despiertan en mí sentimientos que jamás había conocido (...) este aspecto de mi ternura hacia ti justifica mi propósito: por primera vez, salgo de mí mismo», escribió el socialista en abril de 1964 a su amada. En otra carta no menos romántica, enviada unos meses antes, Mitterrand se refiere poéticamente a la clandestinidad de su romance: «Es casi la media noche. Sentado en mi mesa de trabajo te escribo mientras se apagan las últimas notas de nuestra “Alléluia”. Escucho este canto con frecuencia. Me habla de ti, Anne. Creo que se te parece o, al menos, a una cierta Anne, la más secreta, la más verdadera, la más exigente (empezando por sí misma). Adoro que esta Anne exista. Para alcanzarla hacen falta silencio y fuerza, la fuerza de buscar y comprender. No es práctico, pero sí apasionante». Pingeot y su hija Mazzarine, nacida en 1974, vivieron durante treinta años una vida secreta, hasta que año y medio antes de la muerte de Mitterrand la revis-

ta «París Match» desveló al mundo la existencia de la joven. Aun así, cuando el ex presidente murió, en enero de 1996, el mundo se sorprendió al verlas a ella y a su madre asistir al entierro, tan sólo a unos pasos de la pareja y los hijos oficiales de Mitterrand. ◗ PALABRAS DE MAZZARINE

En 1987, durante la presidencia del socialista, Mazzarine, por entonces de 13 años, también dedicó unas líneas a su padre: «Qué suerte, de todos modos: tener una madre excepcional e inteligente; un padre que sabe darse a conocer, pero al que nosotras no conocemos. Ni siquiera yo, su hija (...) Qué suerte ser querida y preferida por un padre presidente de la República. Sólo yo, sí, soy la única que sabe de esto en Francia, que conoce esta personalidad tan secreta, tan hermosa. Él lucha durante el día contra sus enemigos y por las noches se conmueve confortándome». Después del escándalo inicial que rodeó a Mazzarine, ésta aprovechó las dotes literarias heredadas de su padre y se convirtió en escritora y locutora de radio.


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