GLOBAL GLOBAL Mujer VS Natalidad
¿ CUÁLES SON LAS CAUSAS DE LA DISMINUCIÓN EN LA NATALIDAD?
BABY BOOM Baby Boom: el término “boom” es para referirse al aumentó de nacimientos Después de la segunda guerra mundial, Europa cae en ruinas, entonces Estados Unidos apoya a reestructurar al continente europeo por medio de un nuevo sistema, el cual facilitó a Estados Unidos para establecer su hegemonía en el mundo. El fenómeno baby boom comenzó durante la Gran Depresión, ya que los militares al finalizar la guerra pudieron regresar con su familia, el cual permitió que la sociedad comenzará a recuperar el tiempo perdido manteniendo un estado de ánimo optimista. Así mismo, en el periodo de la industrialización la clase media comenzó a aumentar drásticamente en el mundo, provocando problemas económicos, ya que la tecnología iba evolucionando rápidamente innovando maquinas para la producción en las fabricas, por ende la mano de obra se fue reduciendo ya que no era necesaria dentro de las fabricas. Este factor fue descompensando el equilibrio económico en las familias, pues el desempleo comenzó atacar poco a poco a la sociedad. Se menciona que en 1962 en Estados Unidos hubo un 3.5% de desempleo.
Según el sociólogo Karl Zigfried (1901-19731) pudieron existir factores de índole políticoeconómico que disparan el fenómeno de un Baby Boom. A partir de estudios realizados en 15 países, durante los períodos de post-guerra el número promedio de nacimientos se ha incrementado en un 22% en países desarrollados y cerca de un 40% en países en vías de desarrollo.
Reino Unido 1946-1974 U.S.A 1940-1953
PERIODO DEL BABY BOOM Principalmente en la edad de oro: aumenta la población, el desempleo y la gente vive más tiempo - Aumenta la población: Gran depresión después de la Segunda Guerra Mundial - Desempleo: La tecnología crece rápidamente y las máquinas sustituyen la mano de obra del hombre - La gente vive más tiempo: La ciencia combate enfermedades, por lo tanto aumenta la probabilidad de vida.
Alemania 1955-1967
Suecia 1946-1952
Espa単a 1957-1977
Australia 1946-1961
EN 1960 COMENZÓ LA VENTA DEL PRIMER ANTICONCEPTIVO ORAL
En los años 60’s al comenzar con los primeros signos capitalistas, los países desarrollados, empezaron a tomar medidas para controlar las tasas de nacimientos, apoyándose con la innovación de la ciencia, pues en este mismo año se atribuyó el uso de las píldoras anticonceptivas.
Ningún acontecimiento de la contracepción ha to más profundo sobre el talidad que la aparición
en la historia tenido un efeccontrol de la nade la “píldora”
La aparición de las píldoras anticonceptivas, fue en la década de 1950, como resultado de las investigaciones médicas y del estímulo dado por Margaret Sanger, organizadora del movimiento de paternidad planificada en Estados Unidos. La píldora tuvo su origen en un descubrimiento que se hizo inesperadamente en las selvas tropicales de México en los años treinta. Allí, el profesor de química Russel Marker, que se encontraba de vacaciones, estaba experimentando con un grupo de esteroides vegetales conocidos como sapogeninas, que en el agua producen una espuma parecida a la del jabón, cuando descubrió un proceso químico que transformaba la sapogenina diosgenina en progesterona, es decir, en la hormona sexual femenina. El ñame silvestre mexicano, conocido como “cabeza de negro”, de mostró ser una rica fuente de este precursor de la hormona. En aquellos tiempos, la progesterona se utilizaba para corregir los trastornos menstruales e impedir los abortos, pero sólo disponían de esta droga los laboratorios farmacéuticos europeos, y los métodos para prepararla eran tan laboriosos como costosos. Por otra parte, Marker no consiguió respaldo financiero de ninguna compañía farmacéutica norteamericana para proseguir las investigaciones sobre la progesterona sintética. Alquiló entonces un laboratorio en Ciudad de México, reunió diez toneladas de ñames y, corriendo él con todos los gastos, sintetizó más de 2.000 gramos de progesterona, cantidad que en aquella época costaba 160.000 dólares. La síntesis era mucho más sencilla que los métodos tradicionales, y con el tiempo rebajaría el precio de los esteroides sexuales de 80 dólares a 1 dólar el gramo. En el año 1958, el químico Gregory Pincus, de la Worchester Foundation for Experimental Biology, en Shrewsbury, Massachusetts, probó en 1.308 voluntarias de Puerto Rico un inhibidor de la ovulación, derivado del ñame. De este modo, resolvió problemas de regularidad menstrual además de verificar que era un contraceptivo efectivo. La Searle Pharmaceuticals solicitó la aprobación oficial para poner a la venta este producto y, a pesar de la intensa oposición de grupos religiosos contrarios al control de natalidad, continuaron las investigaciones y las ventas. Aunque la píldora suscitó una considerable condena moral, las cifras de venta revelaron que, las mujeres en general no se oponían a tomarla con regularidad. A fines del año 1961 medio millón de norteamericanas ingerían la píldora, y este número se dobló sobradamente el año siguiente. Desde entonces, los laboratorios han trabajado para crear una variedad de versiones más seguras en el campo de los contraceptivos orales, con menos efectos colaterales.
EspaĂąa, paĂs con menor natalidad en el mundo
España, en la actualidad tiene el índice de fecundidad que se sitúa en torno a 1.2 hijos por mujer, uno de los promedios más bajos del mundo. Al comienzo de 1970 los efectos del capitalismo empezaron a detonar en todo el mundo: los problemas monetarios, el desempleo, las privatizaciones de las empresas y el imperialismo de las grandes potencias, fueron los principales factores para que la sociedad comenzará a estructurar un nuevo sistema de pensamiento llamado liberalista. Así mismo, la globalización atrajó principalamente, que la sociedad se vierá consumista, aunque el nivel de economia no fuera estable todo. Es por ello que muchos españoles ahora prefieran comprar un jor coche, una casa más grande, vacaciones más largas antes de tener
volante mehijos
A lo largo del pasado siglo XX la sociedad española experimentó un intenso proceso de modernización demográfica en el que la mortalidad y la fecundidad se redujeron de forma espectacular. La reciente caída de la fecundidad en España se inscribe así en una prolongada tendencia secular que ha ido deprimiendo la intensidad del comportamiento reproductivo de las mujeres españolas. Esta decreciente intensidad de los esfuerzos reproductivos de españolas y españoles está asociada a diferentes procesos de cambio demográfico, social, económico y cultural cuyos efectos se han combinado para desincentivar radicalmente la producción de hijos en todas las sociedades modernas.
NATALIDAD VS EDUCACIÓN En 1999, el 24% de las mujeres con edades entre 36 y 40 años con un título universitario, no tenían hijos, comparado con un 7,5% de aquellas que tenían un nivel educativo bajo. Considerando que el porcentaje de mujeres con título universitario se ha más que triplicado en los últimos 20 años, pasando de un 10% a un 35% y si se da por supuesto que la relación entre nivel educativo y número de hijos se puede entonces inferir que la proporción de mujeres sin hijos seguirá aumentando en el futuro. Para profundizar el análisis de la caída de la fecundidad en España, es oportuno observar también el comportamiento diferencial de las parejas de diferente rango socioeconómico ante la fecundidad. El criterio seleccionado en relación con el rango socioeconómico es el nivel educativo. A estos efectos, resulta útil tener en cuenta no sólo las características individuales de la mujer, sino también las de su pareja. El resultado más relevante es que hay evidencia de una marcada división socioeconómica en el comportamiento reproductivo. En particular la mayor proporción de descendencia numerosa (es decir, 3 ó más hijos) se encuentra concentrada entre las parejas socialmente desfavorecidas, es decir, aquellas en las que ambos miembros tienen un bajo nivel educativo. Cerca de un 30% de estas parejas tienen 3 hijos o más, comparado con solo un 15% de las otras parejas. Además, la mayor proporción de parejas sin descendencia o con un solo hijo son parejas en las que ambos miembros tienen un nivel educativo medio o alto. Estos hallazgos son particularmente importantes porque, si la homogamia respecto al nivel educativo tiende a aumentar, como sugieren algunos autores (Blossfeld y Timm, 2003), en el futuro próximo podría producirse una polarización entre parejas de alto nivel socio-económico sin hijos o con hijo único y familias numerosas con escasos recursos.
1945-1960 3 a 5 hijos
1960-1970 2 a 3 hijos
NÚMERO DE HIJOS POR MUJER
1970-1980 0 a 2 hijos
1980-1990 0 a 1 hijos
Existen dos fases que permiten distinguir el analisís de la caída histórica de la fecundidad en España. Una primera fase se extiende a lo largo de la primera mitad del siglo pasado (con la posible excepción de las cohortes nacidas entre 1925 y 1935 que en buena parte viven el baby boom) y se caracteriza por una disminución gradual del número de hijos de orden tres y superior. En la segunda fase, que empieza aproximadamente con la cohorte de mujeres nacidas en 1960, el número de hijos de orden tres o superior se reduce de forma drástica y, paralelamente, aumenta la infecundidad. Además, se ha mostrado que en la primera fase de la caída de la fecundidad el número de hijos deseados superaba al número de hijos tenido. Lo contrario ocurre entre las cohortes más jóvenes. Por lo tanto, explicar por qué las cohortes más jóvenes no consiguen satisfacer sus deseos de fecundidad significa también explicar un elemento importante de la segunda fase de la caída de la fecundidad. En este trabajo revisamos los dos tipos de explicación a los que más se acude para interpretar los actuales regímenes de muy baja fecundidad. Un primer tipo de explicación se centra en los obstáculos a los que se enfrentan los españoles a la hora de formar pareja y establecer un hogar por primera vez Los problemas que rodean a la formación de la pareja parecen provenir, entre otros, de la
creciente incorporación de las mujeres a la educación superior. Hoy día, para una misma edad, el número de mujeres con educación universitaria es mayor que el de hombres. Así como, tradicionalmente, los hombres con alto nivel educativo han estado dispuestos a casarse con mujeres con menor nivel educativo, esto ocurre con mucha menos frecuencia en el caso de las mujeres. El progresivo retraso en la edad de casamiento o de convivencia en pareja reduce el tiempo disponible para tener el numero deseado de hijos. La tardía emancipación de los jóvenes españoles se suele asociar con las dificultades de acceso a la vivienda y con el desempleo y/o la precariedad laboral. En lo referente a la vivienda, los precios de las casas se han más que triplicado en los últimos 15 años, muy por encima de la inflación. Al mismo tiempo, los alquileres sociales son prácticamente inexistentes y el alquiler privado ofrece pocas alternativas, por su escaso tamaño y sus altos precios. Además, la difícil inserción laboral de los jóvenes limita su potencial de ahorro, su capacidad de conseguir una hipoteca o sus posibilidades de alquilar. Este difícil panorama se ve ensombrecido por la ausencia de políticas que favorezcan la independencia de los jóvenes, como los subsidios para alquiler u otro tipo de ayudas.
El segundo tipo de explicación considera el proceso de decisión de una pareja ya formada que aborda la cuestión de los hijos y del tamaño de la familia. Siguiendo la línea definida por McDonald (2002), la decisión de tener un hijo adicional puede expresarse como una función de varios parámetros: beneficios, costes directos, costes de oportunidad, incertidumbre e igualdad de género. El beneficio percibido de la paternidad/maternidad puede ser de carácter emocional (tener un hijo al que querer y por el que ser querido) y económico (ayuda financiera, apoyo en la vejez). Cuando el número de hijos es reducido, y dadas unas condiciones socio-culturales en las que la familia acentúa sus funciones expresivas a costa de las instrumentales, los beneficios emocionales y psicológicos son más importantes, siendo máximos al tratarse del primer hijo Los beneficios percibidos también variarán dependiendo del tipo de parejas, siendo particularmente altos para mujeres centradas en la familia y bajos para aquellas enfocadas hacia su carrera. Los costes directos se refieren, una vez que se ha formado la nueva unidad familiar, a los gastos financieros debidos a la presencia del niño, mientras que los indirectos consisten en las rentas perdidas y los perjuicios ocasionados a la carrera profesional por el tiempo empleado en gestar y cuidar al hijo.
En otros términos, el primer hijo requiere una total reorganización del tiempo de trabajo y ocio de la pareja. Los siguientes hijos suponen restricciones temporales adicionales, pero el mayor salto se produce con el primero. Los costes directos también son más elevados para el primer hijo pero, en cambio, la caída del coste marginal es menos pronunciada cuando la descendencia ya es elevada. Por lo demás, se puede suponer que las parejas no tienen un perfecto conocimiento de los costes y beneficios asociados a la reproducción. En este sentido, la inseguridad, económica y la inestabilidad en el empleo añaden incertidumbre a la evaluación de los costes y beneficios futuros. La teoría de la aversión al riesgo establece que, si la percepción del futuro es incierta, los individuos tenderán hacia la seguridad, es decir, a retrasar o renunciar a tener hijos. Teniendo en cuenta que, el déficit de natalidad español se centra en las parejas, hay sólidos indicios de que los costes directos, la inseguridad laboral y los costes indirectos derivados de las dificultades para combinar la reproducción y la carrera profesional son las mayores trabas para tener el primer hijo
Esto es particularmente cierto para las mujeres con educación superior, que tienen crecientes dificultades para encontrar parejas de su mismo nivel educativo y que tienden cada vez más a no tener hijos, a pesar de que sólo una pequeña minoría lo hace de forma deliberada. Además, la reducción en la proporción de mujeres que optan por un segundo hijo podría ser una reacción por un lado, a los altos costes directos (que disminuyen de modo menos pronunciado para los hijos siguientes al primero respecto a los costes indirectos) y, por otro, a la escasa igualdad entre sexos en el hogar, que se pone de manifiesto con el nacimiento del primer hijo. Aunque no se dispone de evidencia empírica aplicada el caso español, la teoría de la igualdad entre sexos plantea que, si el primer hijo implica una restricción importante de las oportunidades de empleo de la mujer, debido a la escasa implicación del hombre en las tareas de atención al hijo, y se produce también una escasez de servicios de ayuda doméstica y de cuidado de niños, de carácter
público o privado pero asequibles, entonces las españolas tenderán a renunciar al segundo hijo o a retrasar su concepción. A este respecto, hay que señalar que, en España (y también en otros países de parecidas características como Italia), se está produciendo un fallo combinado del mercado, el Estado y la familia en lo que se refiere al cuidado de niños. La oferta pública de cuidados para niños de 0-2 años en España es más bien escasa, mientras que las cuidadoras privadas son extremadamente caras, al menos cuando son contratadas muchas horas. Además, las soluciones «familiares» centradas en la ayuda de los abuelos resultan menos viables y eficientes que en el pasado. De hecho, debido al retraso en el nacimiento del primer hijo, los abuelos de hoy tienden a tener más edad y, por lo tanto, a ser menos aptos para el cuidado de niños. También suelen tener mejor nivel educativo, lo que implica un estilo de vida más independiente. Por último, resulta más frecuente que vivan alejados de sus nietos, especialmente en las grandes ciudades.
LA MUJER ES LA PROTAGONISTA DE LOS CAMBIOS SOCIALES Lola M. Cerrada
María tiene 35 años. Se casó a los 29 cuando encontró un trabajo acorde con la formación universitaria que había recibido. Tuvo un hijo a los 31. Sigue trabajando porque su sueldo es necesario para sustentar la economía familiar y además le reporta una gran satisfacción personal. Lleva a su único hijo a la guardería y es difícil, a pesar de que le gustaría, que se decida a tener otro ya que su trabajo le impide dedicar todo el tiempo que quisiera a su familia. Su salario, ligeramente inferior al de su marido, es indispensable para pagar las letras del piso.
Este sería el prototipo de la mujer que va entrar en el siglo XXI; una mujer que ha logrado salir del harén y está adquiriendo cada vez más espacios de poder, en una especie de rebeldía por los muchos años de sociedad antigua, en los que ha quedado relegada al ámbito doméstico. Desde el año 79 el número de alumnas matriculadas en la Universidad Complutense supera el número de alumnos. Dentro de unos años el futuro va estar en manos de las mujeres. Su nivel de estudios va a garantizarlas otro poder contractual de cara al matrimonio y al mundo laboral en el que se solidifica su posición y ganan en poder de decisión y elección. Un 40% de cada generación de mujeres accede a la Universidad; la mujer obtiene mejores notas, saca los primeros números en las oposiciones, ocupa cada vez más destacados puestos en política, en la empresa, desempeña oficios considerados hasta hace poco como patrimonio de los hombres. En definitiva está ampliando su círculo cada vez más. Indudablemente esto va a repercutir en la estructura de la sociedad e instituciones como la familia se van a resentir profundamente en sus estructuras. En este momento la tasa de natalidad de España —1,2 hijos— es junto con la italiana la más baja de toda Europa y esto va a tener una gran incidencia en la sociedad. Los efectos de este drástico descenso de la natalidad van a ser próximos y remotos. Entre los próximos podíamos destacar que la renovación generacional no está
garantizada y la población española va a envejecer notablemente con el coste social que esto va llevar consigo en jubilaciones. Entre los remotos se pueden encontrar múltiples: por ejemplo, éste año por primera vez el paro ha descendido a causa de que, pasados los años 60 en los que las mejoras de las condiciones favorecieron el nacimiento en España, los jóvenes que acceden a su primer empleo son menos que hace apenas cinco años debido al descenso de natalidad. Para los sociólogos Miguel Requena y Luis Garrido, autor del libro Las Dos Biografías de la Mujer en España, no ha sido la mujer la causante de esta revolución social. Sin embargo, en su opinión, ha sido la más beneficiada de una serie de factores sociológicos que han favorecido su proceso de liberación e independencia. Entre los catalizadores de este proceso, estos sociólogos señalan el descenso de mortalidad, que ha provocado que no sea necesario tener un número elevado de hijos; el aumento de la esperanza de vida que permite otra distribución de la vida; la responsabilidad social sobre la educación y cuidado de los niños y mayores que ha hecho florecer un gran número de guarderías y centros geriátricos; la tendencia a que muchos servicios salgan del ámbito doméstico, cada vez son más los locales que están dedicados a dar de comer a gente que antes comía en casa y en las grandes empresas es cada día más corriente la instalación de salas donde se pueda comer y que permitan la jornada continua; y el fácil acceso a medios de control de la natalidad fáciles y baratos.
LA MUJER YA NO TIENE COMO OBJETIVOS PRIMORDIALES CASARSE Y TENER HIJOS Hasta los años 60 eran pocas las mujeres que no tenían como objetivo primordial el dedicarse por entero a su familia. Es más, la inmensa mayoría de ellas dejaba de trabajar al casarse o con el nacimiento del primer hijo. Su educación era muy deficitaria y desde pequeñas estaban «programadas» para dedicarse a sus labores y ser esposas y madres. Marta tiene 25 años y está terminando la carrera de derecho. En este momento no tiene pareja estable y su principal prioridad es encontrar un trabajo. Tiene muy claro que seguirá trabajando aunque decida casarse y además exigirá que su marido coopere en las tareas de la casa. Ya no se puede considerar que el trabajo doméstico sea exclusividad de la mujer. La incorporación de esta última al mundo laboral ha forzado a que los hombres, compartan en menor o mayor grado, las tareas de la casa. Aunque el peso del hogar sigue recayendo en las mujeres. En este momento según Miguel Requena y Luis Garrido no sólo se ha reducido la tasa de fecundidad sino que se han concentrado los intervalos en los que la mujer tiene hijos entre los 30 y los 34 años, se tienen todos los hijos que se desean en un tiempo más corto. De este modo la mujer tiene más tiempo antes y después del matrimonio para dedicarse a su formación y a solidificar su postura en el mundo laboral. Esto la permite acceder al matrimonio y al mundo laboral con una postura más sólida y una mayor capacidad de decisión que hace unos años en los que no estaba preparada para acceder al mundo laboral.
Por otra parte, apuntan Miguel Requena y Luis Garrido, al aumentar la esperanza de vida es menor la trayectoria que una mujer tiene que dedicar a la crianza de los hijos. Antiguamente la mujer consumía sus días en el cuidado de los hijos, cuando éstos por su parte se independizaban y formaban una nueva familia ella ya era vieja y tenía poco por hacer. En la actualidad son muchas las mujeres que tras pasar una vida dedicadas a la crianza de los hijos cuentan con el tiempo necesario para completar su educación, por ejemplo acudiendo a escuelas de adultos, o para llenar su tiempo de ocio. Sí la edad biológica ideal para tener hijos ronda los 25 años, en este momento es difícil que la mujer pueda tener descendencia ya que en la mayoría de los casos todavía está completando su formación. Además ésta edad es tan sólo un cuarto de lo que hoy en día supone la vida de una mujer. Luis Garrido y Miguel Requena señalan que no sólo se ha reducido el número de hijos que tiene cada matrimonio sino que la gente se casa más tarde y cada vez menos. La competitividad del mundo laboral que exige cada vez una mayor preparación y el difícil acceso al mundo de la vivienda hacen que la decisión de contraer matrimonio sea cada vez más tardía. La independencia económica de la que goza la mujer hace que ésta no tenga necesariamente que casarse para buscarse un medio de vida por lo que son cada vez más el número de mujeres que viven solas.
Luis Garrido y Miguel Requena explican que la tasa de natalidad española —1 ó 2 hijos— ni siquiera garantiza la sucesión generacional para lo que es necesario un índice de 2,16. La mujer tiene difícil dedicarse a la crianza de los hijos como hiciera antaño ya que cada vez necesita dedicar más tiempo a su trabajo porque la sociedad es cada vez más competitiva. Desde principio de siglo cada generación ha disminuido el espacio en que una mujer tiene su primer y último hijo; el primero se tiene más tarde y el último más pronto, con lo que esta tendencia a dedicar menos tiempo al cuidado de los hijos no ha hecho sino solidificarse. Hasta hace unos años las mujeres tenían bastantes hijos de los 45 a los 49 años, ahora prácticamente ninguno. En muchas ocasiones no es que la mujer decida que quiere seguir trabajando, es que es la única alternativa que tiene si desea tener el nivel suficiente de ingresos necesario como para formar una familia. El principal problema de la pareja es conseguir cuidar a los hijos hasta que éstos sean absorbidos por el sistema educativo y en la mayoría de las ocasiones, dado el índice de salarios, el coste de pagar a alguien por hacerlo es demasiado alto. Otro punto que destacan los sociólogos Miguel Requena y Luis Garrido es que el descenso de la mortalidad favorece el que una pareja pueda decidir con precisión el número de hijos que quiere tener cosa que no sucedía antiguamente ya que la alta mortandad infantil forzaba a los matrimonios a tener un número superior de hijos al deseado para garantizarse que alguno de ellos viviera. Además los hijos comenzaban a trabajar pronto con lo cual suponían un apoyo económico para la familia.
Por otro lado las parejas se ven forzadas a asumir el altísimo coste que hoy en día supone tener un hijo y cubrir todas sus necesidades por un período cada vez más largo ya que, al ser el ambiente familiar cada vez más cómodo y permisivo mientras que el ambiente exterior por contrapunto es más hostil, los hijos cada día se independizan más tarde y su proceso de formación es más prolongado generando importantes desembolsos en el núcleo familiar. Para desanimar más a los matrimonios a tener hijos, Miguel Requena y Luis Garrido señalan que es cada vez menos lo que se puede esperar de ellos. Si antes los hijos cuidaban a los padres cuando estos eran mayores, ahora sumidos en una vorágine laboral es difícil que éstos puedan ocuparse de ellos y no sean instituciones especializadas las que se dediquen a su cuidado los últimos años. Según Requena y Garrido el descenso del número de hijos va a tener consecuencias revolucionarias para la sociedad. Sus efectos se notan hasta en la distribución de las casas que en este momento se necesitan menos espaciosas. Sin embargo, lo realmente importante es que las generaciones futuras tendrán muchas más oportunidades que las actuales. Cada vez serán menos los jóvenes que quieran acceder al mercado laboral por lo que no habrá problemas de paro.
TAMBIÉN HAN CAMBIADO LOS ESTEREOTIPOS SEXUALES
A partir de los años 60, uno de los campos en los que la mujer se ha rebelado es en el campo sexual. Según el psicoterapeuta y sexólogo Justo del Valls, la mujer ha dejado de asumir un papel «pasivo»; ya no se resigna a ser «el descanso del guerrero» sino que por primera vez intenta tener una sexualidad activa en la que reivindica su derecho al placer. Toma parte activa y se hace oír de su compañero reclamando aquello que más le gusta. En este sentido, según del Valls, se ha producido una tendencia en la que la mujer ha intentado igualarse al hombre desligando su sexualidad de lo puramente afectivo. Las mujeres pasaron bruscamente, sobre todo a partir de los años 80, de sostener mitos como el de la virginidad y hacer el amor con camisón a involucrarse en relaciones esporádicas, en las que tan sólo buscaban experiencias nuevas y disfrutar del sexo por el sexo en un intento de igualarse al varón sin comprometerse afectivamente en sus relaciones sexuales. Sin embargo, en opinión de del Valls, las mujeres han tenido que rendirse a la evidencia de que su sexualidad no es genital como la del hombre y las generaciones más jóvenes han disminuido esta tendencia luchando por tener unas relaciones más plenas en las que se unan sexo y sentimientos. Por otro lado, según del Valls, la mujer rechaza al prototipo de hombre que sólo se preocupa de una sexualidad genital y que no tiene en cuenta los deseos de su compañera. En este momento la mujer aboga por un hombre tierno y sensible. El arquetipo de «el macho ibérico» ha caído en desuso. Las relaciones interpersonales, según Justo del Valls, han pasado por una tapa de desconcierto ya que al hombre le ha costado enfrentarse a una mujer sexualmente activa y que reivindica su parcela de placer. Este tipo de reacciones ha sumido al hombre en la confusión ya que ha tenido que asumir roles para los que no estaba preparado, sacando a la luz su parte femenina y teniéndose que hacer eco de los deseos de la mujer. Esto ha hecho que en el terreno sexual el hombre pase por una época de inseguridad ya que se le exige ser buen amante. Para muchas mujeres de 50 años el orgasmo es algo que nunca han conocido, sin embargo la mujer actual disfruta cada vez más activamente de su sexualidad y exige más de su compañero. Otro de los elementos que más han revolucionando la sexualidad es el acceso de la mujer a la planificación familiar; los anticonceptivos han permitido a la mujer concebir la sexualidad totalmente desligada de la reproducción y han permitido que la mujer pueda disfrutar plenamente sin el miedo a quedarse embarazada.
CAU
USAS
ECONÓMICOS Al relacionar el nivel de vida con las tasas de natalidad, se observa que según aumenta el desarrollo económico de los países, disminuye la tasa de natalidad. Esta observación la podemos comprobar tanto a lo largo del tiempo como en la actual distribución de la natalidad por países, en la que las menores tasas de natalidad se encuentran en los países más desarrollados econonómicamente.
BIOLÓGICOS Aquellos países que cuentan con una alta proporción de población joven en edad de procrear tienen unos mayores niveles de natalidad. También en aquellos lugares o grupos de población en los que la nupcialidad se realiza en edades más tempranas las tasas de natalidad son más altas dado que la mayoría de los nacimientos se dan durante el matrimonio. Por lo tanto los países menos desarrollados, en los que se suelen cumplir estas condiciones, tienen las tasas más altas de natalidad, todo lo contrario que los países desarrollados, en los que los estratos de población dominantes son los adultos y la edad de acceso al matrimonio se retrasa hasta aproximarse a los 30 años, con lo que la natalidad es menor.
SOCIALES Dentro de una misma sociedad, no todos los grupos tienen los mismos comportamientos demográficos, así las clases altas, de mayor nivel económico y formación cultural, en los que las mujeres están completamente integradas en el mercado de trabajo en puestos directivos, etc., las tasas de natalidad son mucho menores que en las clases más bajas, en la que se accede antes al matrimonio y la mujer suele trabajar en el propio hogar al cargo de los hijos. Otro ejemplo de este tipo de factor lo encontramos en los diferentes comportamientos demográficos existentes entre las zonas rurales, más conservadoras, en las que la mujer suele dedicarse al hogar, el acceso al matrimonio se realiza en edades más tempranas, y las zonas urbanas, en las que las condiciones de las viviendas, el acceso de la mujer al trabajo fuera de casa, etc., hacen que se controle más la natalidad.
IDEOLÓGICOS Importancia de las religiones pronatalistas (Islam, Cristianismo), que favorecen la procreación y rechazan cualquier medio anticonceptivo. Así en los países en los que más fuertemente están implantadas estas religiones tenemos las más altas tasas de natalidad. Así podemos indicar el caso de Irlanda, donde la religión católica esta muy arraigada, las tasas de natalidad son de las más altas de la Europa desarrollada. La ideología política característica de determinados regímenes también influyen en la natalidad como en el caso de China, en el que dependiendo del momento histórico se favoreció la natalidad (en los primeros años tras la revolución) o se controló drásticamente los nacimientos (actualmente).