1
PLAN INTERPRETATIVO
MUSEO, CASA DE MORAZAN
IHAH Tegucigalpa M. D. C., octubre de 2008.
2
Coordinación
Dr. Darío Euraque Gerente IHAH
“Elaboración de documento y propuesta museográfica ” Unidad de Historia
Colaboradores
Yesenia Martínez Dennis Portillo Rolando Canizales
Lic. Evelio Inestroza Arq. Marisol Perdomo Arq. Osiris Aguilar Arq. José Luís Palma
3
ÍNDICE:
INTRODUCCIÓN I. HISTORIA DE LA CASA DE MORAZAN----------------------------------------- p. 8. II. CRISIS COLONIAL, LA INDEPENDENCIA Y EL ESTADO NACIÓN--p. 10. Honduras y su contexto en los últimos años del periodo colonial--------------------- p. 10. Los primeros 29 años de vida de Francisco Morazán -----------------------------------p. 14. Población y territorio de Honduras 1792-1821-------------------------------------------p. 16. III. PROYECTOS NACIONALES: CONQUISTAS Y DESACIERTOS, 1821-1842 ---------------------------------------------------------------------------------------------------p. 18. El Legado Colonial y la Federación Centroamericana ----------------------------------p. 18. La antesala de la Revolución Morazanista (1821 – 1825)------------------------------ p. 19. Francisco Morazán y María Josefa Lastiri --------------------------------------------------p. 21. La Revolución Morazanista, primera fase (1825 – 1829)--------------------------------- p. 23. La Revolución Morazanista, segunda fase (1829 – 1840)------------------------------ p. 28. La Conspiración ------------------------------------------------------------------------------ p. 31. Disolución de la Federación Centroamericana----------------------------------- p. 32. Rafael Carrera y la Contrarrevolución (1838 – 1841)----------------------------------- p. 32. Exilio de Morazán y su ejecución (1840 – 1842)---------------------------------------- p. 35. La economía durante el periodo federal -------------------------------------------------- p. 42 IV. ENTRE EL OCASO Y SUS PRIMEROS LEGADOS, 1842-1876----------- p. 48. El Gobierno Antimorazanista de Francisco Ferrera (1841-1844) ---------------------- p.48. El Legado de Morazán en los Gobiernos de Juan Lindo y José Trinidad Cabañas (18471855)--------------------------------------------------------------------------------------------p. 53. José Santos Guardiola y el asunto de la Soberanía Centroamericana, 1856-1862--- p. 60. En la antesala de la Reforma Liberal: el Gobierno de José María Medina y el sueño de la vía interoceánica 1864-1872--------------------------------------------------------------p. 66. V. 1876-1942, ANTE LA REFORMA LIBERAL Y EL CENTENARIO DE SU MUERTE--------------------------------------------------------------------------------------p. 75. La Reforma Liberal y el Legado de Morazán (1876-1921)------------------------------p. 75. La representación de la figura de Morazán, y la conmemoración de su primer centenario de nacimiento---------------------------------------------------------------------------------- p.81. Idea de Nación en Centroamérica y el proyecto integracionista de Estados Unidos (1921-1933)------------------------------------------------------------------------------------p. 85. El Gobierno de Tiburcio Carias y las celebraciones del primer centenario de la muerte de Francisco Morazán (1921-1942)-------------------------------------------------------- p.91.
4 VI. MORAZÁN: REALIDADES, MITOS Y DEBATES, UN LEGADO INTEGRACIONISTA, de 1950 a la actualidad------------------------------------p. 101. El contexto económico de la segunda mitad del siglo XX ----------------------------p. 101. El proyecto de Integración Económica después de la década de 1950---------------p. 106. La creación de instituciones educativas y culturales, como elemento que fortalece el discurso Morazanista----------------------------------------------------------------------- p. 109. Los movimientos sociales y el discurso Morazanísta --------------------------------- p. 113. El Bicentenario de nacimiento de Francisco Morazán--------------------------------- p. 116. Morazán, ¿es un personaje mítico? Una mirada desde la literatura ------------------p. 118. Francisco Morazán considerado un libertador de América---------------------------- p. 124. Iconografía sobre la figura de Morazán-------------------------------------------------- p. 124.
CONCLUSIONES------------------------------------------------------------------------- p. 125. FUENTES Y BIBLIOGRAFIA--------------------------------------------------------- p. 127. ANEXOS ----------------------------------------------------------------------------------- p. 140. Propuesta museográfica para Museo, Casa de Morazán, antiguo Archivo Nacional de Honduras------------------------------------------------------------------------------------- p. 141. Distribución de salas, primera planta Museo, Casa de Morazán----------------------p. 142. Sugerencias-----------------------------------------------------------------------------------p. 146. Diapositivas de la propuesta museográfica para Museo, Casa de Morazán--------- p. 147.
5
INTRODUCCIÓN
Con el documento que ahora presentamos, titulado “Plan interpretativo Museo, Casa de Morazán”, intentamos describir e interpretar el contexto histórico de José Francisco Morazán, desde su nacimiento hasta la actualidad. Para ello hemos elaborado una estructura temática que responde ha seis apartados. Este plan se ofrece como base para la museografía de un Museo en la Casa de Morazán, en el inmueble que hasta abril del 2007 ocupó el Archivo Nacional de Honduras. El inmueble ahora mismo goza de una restauración planificada con dichos propósitos por arquitectos contratados por el IHAH y de un plan arquitectónico y de reingeniería para el mencionado inmueble.
El primero de los apartados de este plan está relacionado con el espacio físico ya determinado para establecer la Casa de Morazán. Aquí se expone un breve resumen sobre la adquisición del inmueble por parte de la familia Morazán Quezada a fines del siglo XVIII; este edificio es considerado por la memoria colectiva y el Estado mismo como el lugar donde nació Morazán.
En el segundo capitulo se resume la antesala de la Independencia, más específicamente lo que se conoce por la historiografía, el fin del periodo colonial; en este apartado se vincula el nacimiento de Morazán con un periodo político que llega a su fin en 1821.
En el tercer apartado, se pretende mostrar un panorama muy general de la primera participación de Morazán en la vida política, y el significado del matrimonio con Doña Maria Josefa de Lastiri para consolidar su proyecto político; se resume las diferentes batallas en que participa el héroe, el proyecto reformista de la Federación. Se cierra con la intervención de Rafael Carrera en los destinos centroamericanos, y el exilio y muerte de Morazán.
Después de la muerte de Morazán se trabajó un cuarto apartado que comprende de 1842 a 1876. En este período interesa recalcar el proyecto unionista de Juan Lindo, José
6 Trinidad Cabañas, José Santos Guardiola y José Maria Medina, que hasta cierto punto contribuyen a sentar las primeras bases de un Estado nacional.
El quinto apartado se refiere al proyecto de la Reforma Liberal y el Centenario de la muerte de Morazán. Se retoma el legado del prócer centroamericano en la agenda de los gobiernos reformistas, y concluye con la agenda de un gobierno dictatorial, en la década de 1940 que hasta cierto punto pareciera ser contradictorio con el proyecto de nación de los liberales. Podemos asegurar con propiedad que la figura de Morazán siguió latente en un proyecto de Estado-Nación aun en los tiempos de la dictadura, desde
la perspectiva de la educación, del interés por el comercio exterior y por
supuesto, ligado a celebraciones de su nacimiento y muerte.
Y por último, se presenta un panorama sobre Morazán contemporáneo: realidades, mitos y debates de 1950 a la actualidad; la continuidad del legado morazanista, mediante la integración económica, la creación de instituciones morazanistas, y la identificación de movimientos sociales con este legado. La última parte se refiere a la celebración del bicentenario de su nacimiento y una lectura rápida desde la literatura sobre el mito morozanista.
En cuanto a la metodología de trabajo para escribir este documento, podemos decir que desde el mismo momento que el Directorio del Proyecto Pro Establecimiento Museo Morazánico nombró a la Gerencia del Instituto Hondureño de Antropologia e Historia (IHAH) como Responsable Oficial de la Comisión de Historia para el Proyecto de la Museografía de la Casa de Morazán, se busco socializar dos planteamientos sobre el plan interpretativo y propuesta museográfica. Además de socializar las ideas, el objetivo era también incorporar un grupo de conocedores y especialistas sobre el tema para unificar las propuestas. Esta iniciativa no tuvo éxito, por lo que se procedió a la redacción de un documento donde se contextualice la figura de Morazán desde su nacimiento a la actualidad. Es el documento que presentamos. Con ello se pretende recoger un contexto amplio y novedoso en el campo de las ideas para una propuesta museográfica que vuelva dinámica y atractiva la casa de un prócer que ha dejado un legado en la historia centroamericana.
7 En el proceso de elaboración de este documento hemos incorporado a un grupo de historiadores del IHAH y un historiador voluntario que investiga, por su parte la historia hondureña del siglo XIX y XX y el periodo de la Federación Centroamericana. Nos referimos al historiador Evelio Inestroza. Para los espacios físicos de la Casa de Morazan, se ha contado con la participación de tres arquitectos contratados por el IHAH, quienes han elaborados los planos para la restauración del edificio y una maqueta donde se resume el contenido de este proyecto. El trabajo de los historiadores ha sido arduo y sistemático. Primero se ha tenido que revisar una amplia bibliografía sobre la figura de Morazán y el contexto mismo de la historia hondureña y centroamericana; paralelo a ello se ha consultado documentos y material hemerográfico del Archivo Nacional, Archivo Histórico Militar, Hemeroteca Nacional, Archivo de la Catedral de Tegucigalpa, Archivo del Museo del Hombre, Archivo de la Casa de la Cultura de la Paz, y de algunos archivos privados.
Una vez que se tenía un amplio panorama de la historia de Francisco Morazán y su legado, se procedió a redactar un documento que a la par daba las ideas de que objetos, documentos o actividades se podían exponer y proyectar en el espacio dedicado al héroe centroamericano. Las discusiones entre el equipo fueron continuas, esto con la idea de ver vacíos y dar una mejor dirección al contenido del mismo.
Este documento, entonces se convierte en un instrumento metodológico que contextualiza históricamente el pensamiento y vida de José Francisco Morazán para ser reflejado en un espacio físico llamado Casa de Morazán.
8
I. HISTORIA DE LA CASA DE MORAZAN En este primer apartado queremos presentar un breve resumen de la casa o edificio donde se instalara el proyecto Casa de Morazán. Sabemos que existe una placa conmemorativa en el inmueble con una leyenda que dice “Aquí nació Francisco Morazán. Octubre 3, 1792. Homenaje de Escuela Militar 1909”. En realidad es un inmueble que adquirió la familia Morazán Quezada a inicios de la década de los noventa del siglo XVIII. Al respecto Ángel Zúñiga Huete se refiere: “Hay conformidad entre los que han escrito sobre Morazán, acerca de la casa en que tuvo lugar su nacimiento, y señalan como tal, el edificio que se encuentra frente al Teatro Variedades de Tegucigalpa, esquina diagonal al Hotel de las América y en la inserción de la avenida llamada de La Fuente con la calle de La Estación o de La Amargura, como la nombraban entonces; pero no hay evidencia al respecto, porque si bien ese fue el domicilio de la familia Morazán Quesada, es cierto que el matrimonio no la adquirió en propiedad sino hasta el 12 de junio de 1795, por compra hecha a don Antonio Pío Ortiz en la suma de cuatrocientos cincuenta pesos, es decir, casi tres años después del advenimiento al mundo del que había de ser caudillo de la unidad de Centro América” 1.
La cita de Zúñiga Huete se puede cotejar con la trascripción de la copia de escritura de venta de dicho inmueble, publicado en la Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales, en 1942, año conmemorativo al primer centenario de la muerte de Morazán.
La
trascripción es la siguiente: NOTORIO SEA: a los que este Publico instrumento vieren como yo Dn. Antonio Ortiz vecino de esta Villa de Tegucigalpa digo; que vendo Realmente y con efecto, a Don José Eusebio Morazán, también de este Vecindario Una Casa, y Solar con otras paredes amedio levantar, el quejosa de oriente a Poniente de veinte y quatro varas y linda licitada casa y Solar por el oriente, calle de por medio con casas y Solar de los herederos de Dn. Gabriel Cabrera el viejo; por el Poniente, con el interior de la casa de Da. Maria Antonienta Andino; con el Norte con la calle de la Amargura; frente a la de Dn. Gabriel Cabrera y su esposa Da. Antonia Josefa Escoto, y por el Sur con la casa de los herederos de Dn. Juan de Quezada y Da. Maria Borjas; todo lo qual vendo en la cantidad de quatro cientos cincuenta pesos los quehe recivido a toda satisfacción…, Villa de Tegucigalpa… a los dose de Junio de mil setecientos noventa y cinco firmandolo con testigos de asistencia afalta del escribano.- Manl. Ant. Vasquez y Rivera.- Pedro Alcantara.- José Antonio de la Serna… 2.
9
Conociendo que la casa se compró en 1795, queda entonces claro que no fue el lugar exacto donde nació José Francisco Morazán, como el mismo Zúñiga Huete lo dice: “No existe prueba de que el matrimonio hubiese habitado dicho local, desde antes de la adquisición del mismo, y mucho menos de que en el, precisamente, nació el héroe de El Espíritu Santo”3. Lo que si es evidente es que el inmueble fue destinado durante el gobierno de Juan Manuel Gálvez (1949-1954) para que se instalara allí el Museo y Archivo Morazanico, según decreto del Congreso Nacional, el cual asegura lo siguiente:
"Se acuerda una suma para comprar la casa en donde nació el General Morazán. Decreto No. 69. El Congreso Nacional, DECRETA: Artículo 1. Destinar la cantidad de trecientos mil lempiras para la compra de la casa situada en esta capital, donde nació Francisco Morazán, en la cual deberán establecerse el Museo y el Archivo Morazánicos. Artículo 2. Autorizar al poder ejecutivo para que gestione la compra venta del inmueble, en los términos y condiciones de pago que crea convenientes. Artículo 2. El presente decreto entrará en vigor veinte días después de su sanción. Dado en Tegucigalpa, D.C., en el Salón de Sesiones, a los nueve días del mes de febrero de mil novecientos cincuenta y cuatro. F. SALOMÓN GIMENEZ Presidente ELISEO PERES CADALSO, Secretario JERONIMO SUAZO ALCERRO, Secretario. Al Poder Ejecutivo. Por tanto: Ejecútese. Tegucigalpa, D.C., 16 de febrero de 1954. JUAN MANUEL GALVEZ. El secretario de Estado en el Despacho de Educación Pública, Por la ley, JULIO C. PALACIOS" 4.
Es así como este inmueble que perteneció a la familia Morazán Quezada, y donde por muchos años funcionó el Archivo Nacional de Honduras, quedó asignado para establecer el proyecto Casa de Morazán, haciendo cumplimiento al Decreto No. 69, del 16 de febrero de 1954, como también al deseo de la sociedad hondureña que por años ha anhelado un verdadero reconocimiento al héroe centroamericano.
10
II. 1792- 1821. CRISIS COLONIAL, LA INDEPENDENCIA Y EL ESTADO NACIÓN Honduras y su contexto en los últimos años del periodo colonial El periodo colonial de Honduras se puede ubicar entre los primeros años del siglo XVI y la segunda década del siglo XIX (1502-1821). Según Mario Argueta, estos “319 años de colonialismo hispano deben dividirse en dos etapas: la dominación de la dinastía Habsburgo (1496-1700) y la de los Borbones, cuyo conjunto de medidas centralizadoras, que afectan por igual a los intereses criollos y peninsulares enraizados en América” 5. La segunda etapa del gobierno colonial, más conocida como el de las Reformas Borbónicas, consiste en una reestructuración económica y política donde se intenta recuperar los ingresos fiscales y una mejor organización del gobierno español en América. O como bien se refiere el historiador Héctor Pérez Brignoli sobre este periodo, “fueron también los cambios en la política imperial española los que condujeron al diseño y aplicación de las Reformas Borbónicas” 6. En el caso de España y sus colonias en América, la situación fue de una serie de cambios administrativos y fiscales donde además de mejorar el orden en la administración colonial, era también reordenar el aparato fiscal que había sido muy afectado entre el siglo XVII e inicios del XVIII.
Estos cambios en un sentido fueron encaminados a un reordenamiento fiscal que en cierta forma consistió en el “efecto de la expansión económica del siglo XVIII [de] aumentar la interdependencia económica entre las provincias” 7. Para ello se crearon los Regimenes de Intendencias en América como parte de las reformas administrativas y por ende un mejor control del gobierno colonial que implicó la eliminación de las gobernaciones que pertenecían a las Capitanías Generales. Para el caso de “Centroamérica la implantación del Régimen de Intendencias se lleva a cabo entre 1785 y 1787. El territorio de la Audiencia de Guatemala se dividió en cinco intendencias: Chiapas, Guatemala, San Salvador, Comayagua y León que incluía Costa Rica” 8. En Honduras los cambios se experimentan en 1791, cuando la Gobernación de Comayagua fue ascendida a la categoría de Intendencia, y se anexó la Alcaldía Mayor de
11 Tegucigalpa. Pero, en 1817 se restableció con su antigua autonomía, quedando una división política de 7 partidos (Comayagua, Gracias, Tegucigalpa, Choluteca, Yoro, Olancho y Tencoa) 9.
Con las Reformas Borbónicas se replantean las políticas coloniales. Proceso a la vez contradictorio por que fue también el cierre de un escenario de la historia colonial centroamericana. Interesante es el planteamiento de Mario Argueta al respecto, cuando declara que “el auge y crisis de la última fase colonial centroamericana se dio a lo largo del XVIII. La decadencia se inició en 1792 10. Esta fecha nos da referencia para iniciar nuestro planteamiento sobre Francisco Morazán Quezada, quien nació en 1792 y se convirtió en uno de los hombres que mas representatividad en la historia centroamericana en la tercera década del siglo siguiente tuvo.
De esta manera se puede decir que el periodo que ahora nos ocupa, “el legado colonial”, es parte de la segunda etapa del periodo colonial. Si bien podemos decir que el “primer periodo Morazanico (1792-1842)” forma parte de los últimos años del régimen colonial centroamericano, también es de mencionar que forma parte de un escenario ligado a la historia europea y americana, particularmente de momentos históricos como la independencia de los Estados Unidos (1776); la Revolución Francesa (1789); la perdida de territorios del imperio español. Un ejemplo: “España vende a Francia la Luisiana” 11; merece destacarse la invasión de Napoleón Bonaparte a España, del periodo de la Ilustración; y por supuesto, de los primeros movimientos preindenpendistas de las colonias españolas en América, hoy América Latina.
En este contexto los movimientos por la Independencia estaban relacionados con el renacer de las ideas de la Ilustración que respondían a cambios significativos en la Europa del Siglo XVIII, y que tenían que ver con una nueva dinámica de la economía capitalista industrial e ideológica. En Europa, “la renovación ideológica de la ilustración cambiara el pensamiento y dará plena expansión a las ciencias experimentales, complemento indispensable del industrialismo” 12.
Para Centroamérica, Carlos Meléndez Chaverri plantea que la Ilustración se da en tres etapas; la primera que se enmarca en los años de 1700 a 1750, y la llama “fase revisionista”, donde el personaje que sobresale es el Fraile Benito Jerónimo Feijoo
12 (1676-1764). Este sacerdote español, influyó profundamente en los pensadores centroamericanos; una segunda etapa, que va de 1750 a 1808, se caracteriza por la aparición de formas verdaderamente ilustradas; y una tercera etapa corresponde al año de 1808 y más allá de la Independencia 13. Otra interpretación sobre el periodo de la Ilustración en Centroamérica nos la presenta Rolando Sierra. Para Sierra “este fenómeno es un proceso que se va gestando desde los mismos inicios del siglo XVIII y tendrá su máxima expresión precisamente en el periodo de la independencia centroamericana” 14.
Con el pensamiento de José Cecilio del Valle (1777-1834) y José Antonio Liendo y Goicochea (1735-1814), se representa la Ilustración en Centroamérica. En torno a esta generación de intelectuales se movió toda una revolución de ideas y propuestas que luego provocan un destino diferente de las provincias centroamericanas encaminadas a la emancipación política de España. Esta dinámica de ideas también se vio manifestada en la creación de varias instituciones y medios por los cuales se fortaleció el crecimiento económico, como parte de la influencia de las teorías fisiocráticas europeas que incentivaban las discusiones referentes a la política y que motivó el proceso de Independencia. Las primeras acciones de esta nueva ola de ideas se manifestó con “la fundación en 1794 de la Sociedad Económica de Amigos del País -que tenía como objetivo la divulgación y desarrollo- creada bajo la iniciativa del ilustre oidor dominicano Jacobo de Villa Urrutia” 15; posteriormente se fundó el periódico “El Editor Constitucional” (1821), dirigido por Pedro Molina y, el “Amigo de la Patria” (1820) a cargo de José Cecilio del Valle.
Los movimientos preindependentistas en Centroamérica se presentaron en los años de 1808, 1811, 1812, 1813, 1814, 1816, 1820 y 1821. Para el caso de Honduras, la primera sublevación se dio en Tegucigalpa en los primeros días de enero de 1812, dirigida por Fray José Antonio Rojas y Julián Romero; ese mismo mes también se dio otra sublevación en Comayagua, con influencias de hondureños afrodescendientes, no esclavos, que reclamaban se les considerara ciudadanos para ejercer el sufragio; en mayo de 1812 hubo una intentona en Olancho dirigida por Vicente Ártica y en agosto una rebelión por el Presbitero José Pascual Martínez en Juticalpa 16. Estos movimientos no tuvieron las características de los ocurridos en México y Suramérica, en parte por
13 quienes participan en el proceso en la región: intelectuales y peninsulares. Esta situación caracterizó el proceso de Independencia gestionada por la elite urbana e intelectual.
Así, “la dominación española sobre América Central que había durado mas de tres siglos 1524-1821) terminó con apenas un gemido. No hubo guerras sangrientas como en México o como en América del Sur y, después de un año y medio de formar parte del Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide (1822-1823), el 1 de julio de 1823, una asamblea centroamericana reunida en Guatemala proclamó la independencia absoluta del Istmo” 17. Es por ello que se puede decir que las provincias centroamericanas en 1821 no solo iniciaron una década, sino también un nuevo ciclo de vida política. La
historia
cambió
a
partir
de
la
Independencia
con
los
movimientos
preindependentistas y posteriormente con guerras civiles que conllevaron a la formación de Estados independientes pero incapaces de manejar sus propias políticas sociales, económicas y demás. Después de haber logrado la Independencia, el imperio mexicano de Agustín de Inturbide absorbió las débiles naciones, aun cuando dicho imperio no tuvo larga vida. Fue el nuevo Estado federal entre 1823 y 1838 que logró implantar un gobierno único para los nuevos Estados centroamericanos, situación que llevó a un “proceso de la formación del estado Hondureño moderno” 18, y que merece explicarse como parte de la expansión del capitalismo a nivel regional y mundial 19. En torno a este proceso histórico es de considerar el papel que desempeñó la Iglesia en la formación de los Estados modernos en Centroamérica. Su participación en la política trajo fuertes divisiones internas entre la misma institución, todo por querer ser parte del destino de los nuevos Estados independientes. “La división más fuerte se generó respecto a la anexión al gobierno mexicano de Inturbide. El clero hondureño entró de lleno en la independencia y, en la medida que su participación política sé acentuó, se generaron divisiones. Estas se agudizaron sobre todo después de 1821” 20, y afectaron la vida y legado de Francisco Morazán.
14
Los primeros 29 años de vida de Francisco Morazán Hablar de los primeros años de vida de Francisco Morazán Quezada no solo significa tocar detalles familiares, sino también considerar a otros personajes que jugaron un papel importante en la historia centroamericana de las primeras décadas del siglo XIX y en particular en el proceso de Independencia y más aun en el periodo de la Federación Centroamericana. También hay otras figuras políticas e intelectuales que de alguna manera influyeron en la formación política del héroe centroamericano. Hay mucho escrito sobre esta temática, por ello solo trataremos de dar un panorama muy a la ligera de la vida de Morazán como ejemplos para este Plan Interpretativo. En la última década del siglo XVIII y la primera década del siglo XIX, nacieron varias personalidades de la historia de Honduras y Centroamérica que igual fueron parte del contexto de la figura de Francisco Morazán. Solo para mencionar algunos de ellos:
Aun cuando José Cecilio del Valle no influyó directamente en el proyecto de Morazán entre 1829-1942, no podemos hablar de la antesala de la Independencia, el proceso de Independencia y todavía aun los años siguientes, sino consideramos el pensamiento de José Cecilio del Valle como el guía intelectual de la historia centroamericana. Valle nació en 1777, graduado de bachiller en filosofía y licenciado en derecho canónico y en derecho civil, a partir de 1808. Gracias a maestros como el fraile Francisco José Liendo y Goicochea y al medico José Antonio Flores, se formó en las ideas innovadoras de las modernas ciencias: la economía y la física. Además de dirigir el periódico “Amigo de la Patria”, fue electo, en 1820, Alcalde de la ciudad de Guatemala 21.
Contemporáneos a Morazán fueron: en Gracias, José Justo Milla Arriaga; en Guatemala, Mariano Gálvez; para 1797 nació José Trinidad Reyes; en 1805 nació en Tegucigalpa José Trinidad Cabañas, quien fue en los últimos años de la Federación y los años posteriores un fuerte aliado de Francisco Morazán; para estos años, el tío político de Morazán, José Dionisio de Herrera, quien fue el primer Jefe de Estado de Honduras en 1825, se encontraba realizando estudios de segunda enseñanza.
15 José Francisco Morazán Quezada nació el 3 de octubre de 1792 en la Villa de Tegucigalpa, hijo legitimo de Don Eusebio Morazán y Doña Guadalupe Quezada. Los ascendientes paternos de Morazán pertenecieron a la familia Morazzani de la Isla de Córcega, Italia; por parte materna, los ascendientes de Morazán pertenecieron a la familia Quezada y de los Herrera establecida en Tegucigalpa. Esta familia fue de las más antiguas y distinguidas por su posición social 22. Por la familia Herrera, Morazán fue sobrino político de Dionisio de Herrera. “Fue bautizado 13 días después por Juan Francisco Márquez en la Iglesia Parroquial del Señor San Miguel de Tegucigalpa (hoy Catedral). Le “tuvo y saco de pila Doña Gertrudis Ramírez, viuda”. Francisco Morazán fue el primogénito del matrimonio Morazán Quezada. Sus hermanos hermanos fueron Dona Marcelina, Doña Cesárea y Don Benito.
En cuanto a la formación académica de Morazán, Ramón Rosa (1848-1893) declaró que “Morazán tuvo la desgracia de nacer y formarse en aquella triste época de aislamiento y completa oscuridad en que Honduras carecía de escuelas… Morazán, pues, tuvo que aprender las primeras letras, lectura, escritura, y las reglas elementales de la Aritmética en escuelas privadas de pésima organización y sostenidas con una especie de contribución que aprestaban los padres de familia…” 23.
Según la historiografía,
Morazán no fue educado en forma sistemática por la falta de instituciones educativas en la época. Si gozó de un proceso de formación muy ligado a la enseñanza privada a través de lecturas de Montesquieu en la biblioteca de Dionisio de Herrera y de maestros como Fray José Antonio Murga, quien le enseño gramática latina en el Convento San Francisco y de las clases de francés en casa de Diniosio de Herrera. Esta situación provocó en Morazán un interés por el valor de la enseñanza 24, y vocación por promoverla.
El proceso educativo de Morazán estuvo muy ligado a una formación de carácter político. Tanto así que su primera experiencia laboral fue en la casa del escribano de don León Vásquez 25. Luego su interés en los asuntos administrativos se nota cuando participó como Asistente del Alcalde de Tegucigalpa Narciso Mayol en 1820. Un año después fue “electo teniente de las milicias populares preparadas para enfrentarse a Comayagua, después
de proclamada la independencia” 26. Este detalle hasta cierto
punto influyó en las acciones que se discutían entorno a la integración de Centroamérica al imperio mexicano de Agustín de Inturbide entre Tegucigalpa y Comayagua en 1822.
16 Morazán, en este caso respondió a los intereses tegucigalpenses. En este contexto José Francisco Morazán entra al escenario político de la historia hondureña y centroamericana.
Población y territorio de Honduras 1792-1821 En los últimos años del siglo XVIII la población de Honduras ascendía a poco más de 90 mil habitantes, cifra que se incrementó sensiblemente en las décadas siguientes hasta alcanzar 130 mil en 1801 y 200 mil en 1826” 27. En el censo de 1801 el Intendente Ramón Anguiano menciona que en la provincia de Comayagua “habitaban aproximadamente 130 mil almas de indios, ladinos y Españoles en 249 poblaciones mayores y menores en una extensión de 4.500 leguas cuadradas geográficas” 28. Para el caso de “la Subdelegación de Tegucigalpa estaba formada por 14,514 almas de españoles y ladinos y 2.516 de indios. La Villa del mismo nombre por 86 familias españoles, 507 indígenas y 233 solteros” 29. Según Marcos Carias, para las vísperas de la Independencia la sociedad hondureña estaba conformada por un 4% de habitantes negros, un 6% son blancos o españoles, un 30 % son indígenas y un 60 % son mestizos 30.
Para 1817, apenas tres poblaciones tenían categoría de “ciudad” en Honduras: Comayagua, la capital con una población de unos 12,000 habitantes entre españoles, mestizos, indios y mulatos; Gracias con una población de 3,000 habitantes; y Trujillo, no obstante su importancia política a inicios de la colonia,
se encontraba muy
despoblada de españoles y con un gran porcentaje de población negra. Las otras poblaciones que ostentaban el titulo de ciudad no pasaban de simples villorrios, entre ellos San Pedro Sula y Sonaguera. En cambio, entre el número de poblaciones que ostentaban el titulo de Villa se destacaban: Tegucigalpa, con unos 9,00 habitantes dedicados al comercio y a la minería; Choluteca, Juticalpa y Danli, dedicadas a la ganadería; y Santa Rosa de Copan al cultivo del tabaco. Había Además 118 pueblos de indios y 145 parroquias 31.
17 En la antesala de la Independencia, las provincias centroamericanas mostraban desigualdades en cuanto a la distribución poblacional, según Héctor Lindo Fuentes. En Honduras, ya de por si despoblado, las provincias del oriente estaban casi vacías y la población se dispersaba en las zonas central y occidental… En El Salvador la distribución era mejor a pesar de que las provincias centrales contenían casi la mitad de la población… En Nicaragua la mayoría de los habitantes vivía entre los lagos y el pacifico, mientras que la mayor parte de Costa Rica vivía en pequeños pueblos en el Valle Central. En Guatemala la mayor concentración de población se daba alrededor de la capital 32.
Cuadro 1. Censo comparativo de las poblaciones de Tegucigalpa y Comayagua, año de 1793 33. Españoles Mestizos Indios Mulatos Censados Solteros Viudos Niños Milicias
Tegucigalpa 76 familias 450 507 600 7000 104 56 400 12
Comayagua 89 familias 439 509 480 7152 82 14 700 118
Con este contexto pareciera que la sociedad hondureña para las vísperas de la Independencia estaba habitada por una población mayoritariamente mestiza. Euraque para el caso propone otra versión, “los hondureños ladinos de principios del siglo XIX, entre 51 000 y 57 000, incluían a un 66% de mulatos y el 34% de mestizos (Euraque, 2004, p.21). Según el mismo autor estas cifras contradicen otros planteamientos. Aun cuando la población hondureña esta representada en estos grupos, su participación formal, constitucional en la vida política de Honduras es limitada. Esta situación se manifiesta en los años posteriores a la Independencia, como parte del legado colonial, y sólo se supera hasta entrando el siglo XX. Este fue el mundo en que nació y creció Francisco Morazán.
18
III. PROYECTOS NACIONALES: DESACIERTOS, 1821-1842
CONQUISTAS
Y
El Legado Colonial y la Federación Centroamericana
Inmediatamente después de haberse declarado la Independencia de México, el 15 de septiembre de 1821, un grupo de la elite criolla e intelectual promovieron la redacción de la declaratoria de Independencia. Esta decisión, según José Cecilio del Valle, fue un tanto apresurada, situación que aprovechó el general y funcionario español Agustín de Iturbide, quién se hizo nombrar Emperador de México en 1822. Iturbide comunicó el 19 de octubre de 1821 a las autoridades de Guatemala que consideraba su decision de proclamarse independientes como una actitud hostil hacia México (Bumgartner, 2001).
Para 1823 las Provincias Unidas del Centro de América, bajo una Republica Federal, nacían con rezagos de la administración colonial que imposibilitaban el buen proyecto de la República Federal de Centroamérica. Este nuevo Estado nació en un áspero ambiente económico, político y social. La región fue siempre un área marginal del Imperio español por la ausencia de grandes yacimientos de metales preciosos y una gran producción agrícola. Sin embargo, España trató de mantenerla como una región autosuficiente, aunque sin mucho éxito.
A pesar de surgir un nuevo proyecto político administrativo en la región, no había un grupo hegemónico capaz de dirigir los destinos del Estado centroamericano. Los inconvenientes fueron varios, entre ellos: la imposibilidad de establecer vínculos definitivos con el mercado mundial; la dificultades para la comunicación y el transporte interregional originadas por las condiciones topográficas; la debilidad de capitales y de vínculos comerciales; escasa población; grandes conflictos internos entre los Estados miembros; el grado de soberanía de cada estado provocó suspicacias del hecho de que el gobierno federal estuviera en Guatemala.
19 Por lo que al gobierno federal sólo le era posible captar rentas a través de las que utilizó la Corona, de las cuales, la más importante fue la del tabaco. Esta industria creó nuevas rentas como las de aduanas para poder hacer frente a los gastos de defensa, mantener la integridad del territorio y controlar el peligro de guerra civil. Ello provocó una carencia en la construcción de escuelas, mantenimiento y apertura de caminos y el fomento a la industria y agricultura. Ante estos factores adversos, la unidad se convirtió en una meta prácticamente inalcanzable.
La antesala de la Revolución Morazanista (1821 – 1825) Una vez que se declaró la Republica Federal, cada Estado que empezó a dotarse de una constitución y a establecer un sistema de autoridad nacional. Honduras, por su parte, se integró el 11 de diciembre de 1825, cuando Dionisio de Herrera fue confirmado como Jefe de Estado. Herrera fue un defensor de las ideas de los enciclopedistas franceses, y fue el claro ejemplo del hombre “liberal” de esa época, apasionado adversario de las posiciones heredadas de la colonia. Herrera fue un intelectual de extensa cultura, egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, liberal de profundas convicciones que influyeron en Morazán, y es seguro que a eso obedeció la filiación liberal de éste. También era amigo y tío político 34 y uno de los más importantes mentores de Morazán.
Entre 1821 y 1822, Dionisio de Herrera fungió como secretario del Ayuntamiento de Tegucigalpa. Fue el centro de un grupo de partidarios posteriormente llamados liberales de Tegucigalpa que trabajaban en contra de la anexión a México, junto a otras figuras públicas: Tomás Midence, Alcalde Municipal; José Antonio Márquez, Diego Vijíl, Esteban Guardiola, Esteban Travieso, Manuel Ugarte, Remigio Díaz y Francisco Morazán 35. En esta discusión de la anexión a México, apareció por primera vez Francisco Morazán como parte de los defensores del Ayuntamiento de Tegucigalpa, del cual había sido nombrado síndico en enero de 1822 (Ortega, 1998, p. 84).
20
Morazán organizó varias compañías de soldados para oponerlas a Comayagua, ciudad que se declaró independiente de Guatemala y que acató el Plan de Iguala, mientras que Tegucigalpa se sujetó a lo prescrito en el Acta de Independencia del 15 de septiembre de 1821. En realidad esta rivalidad no era nada raro para la época ya que Centroamérica se encontraba muy regionalizada. El mismo tipo de divisionismo se daba entre Cartago y San José, entre Granada y León, entre San Salvador y San Miguel, entre Quetzaltenango y ciudad Guatema1a. Como dice don Miguel R. Ortega:
“Pareciera que el haber surgido a la vida independiente sin una educación previa hacia el propio gobierno, fue una de las causas de las desavenencias que afloraron, y la levadura de los caciques que se engrifaron considerando como su feudo particular a cada uno de los Estados.” (Ortega, 1998, p. 81)
Aun cuando no ocurrió ningún choque entre las tropas de las dos ciudades rivales, el escenario fue propicio para que Morazán iniciara su carrera militar. José Tinoco de Contreras, Gobernador de la provincia, personalmente iba comandando las fuerzas que someterían a Tegucigalpa. José Cecilio del Valle financió las milicias de Tegucigalpa que habían partido en varios batallones. Tal parece que Valle, desde Guatemala, les envió dinero y unos barriles de azogue y plata para la Casa de Rescates de Tegucigalpa, elementos que llegaron a los llanos de Santa Rosa (Jiménez Solís, 1953, p. 25).
En esta ocasión, para evitar que cayeran en manos del enemigo, salió Morazán simulando un viaje de negocios para conducirlos por la vía de San Miguel, Estado de El Salvador (Ortega, 1998, pp. 81 – 85). Esta misión le fue encomendada
por el
comandante de Tegucigalpa, coronel Simón Gutiérrez y como primer paso debía situarse en la ciudad de Gracias. Morazán fue capturado junto con sus compañeros por un destacamento de soldados de Comayagua, pero a los pocos días fue puesto en libertad porque no se le encontró ninguna prueba de su misión al ir aparentando ser comerciante y los soldados fingiendo ser criados suyos.
Esta disensión entre Tegucigalpa y Comayagua se detuvo cuando Tegucigalpa reconoció la anexión al Imperio Mexicano el 28 de agosto de 1822 (Ortega, 1998, pp. 84). Como ya se mencionó anteriormente, este Imperio fue efímero por lo que
21 Centroamérica declaró su Independencia absoluta el 1 de julio de 1823, debiendo ser ratificada por cada Estado 36. Francisco Morazán fue nombrado miembro de una comisión que debió viajar a Guatemala en 1823 para determinar los Distritos Electorales, las Juntas de Distrito y las Juntas Departamentales. Un año mas tarde fue electo para Jefe del Estado de Honduras el licenciado don Dionisio de Herrera, tomando posesión de su alto cargo el 16 de septiembre de 1824, y con fecha 28 del mismo mes y año nombró como su Secretario General a Francisco Morazán (Ortega, 1998, p. 90). Meses después se firmó la Constitución política del Estado de Honduras, decretada por la Asamblea Estatal el 11 de diciembre de 1825. Todo ello muestra habilidades políticas profundas de parte del hoy héroe centroamericano.
Francisco Morazán y María Josefa Lastiri
No podemos seguir detallando la participación política de Morazán sin antes dedicar un apartado a su esposa, Doña Maria Josefa de Lastri, su compañera y aliada en su proyecto integracionista. Francisco Morazán contrajo matrimonio con doña María Josefa Ursula de la Santísima Trinidad Lastiri Lozano viuda de Travieso, en la ciudad de Comayagua, el 30 de Diciembre de 1825 (Castañeda de Machado, 1991, pp. 81 – 87), siendo testigos el Comandante General de las Armas Coronel Remigio Díaz (casado con Petrona Lastiri, hermana de la novia) y Don José Coronado Chávez (más tarde Presidente de Honduras). El matrimonio de Morazán con Doña María Josefa consolidó su posición económica, ya que ella heredó una gran fortuna de su difunto primer esposo don Esteban Travieso 37.
De la unión de Morazán con doña Josefa nació su hija llamada Adela Morazán Lastiri. Adela nació en San Salvador el año de 1838. Doña Josefa Lastiri había procreado cuatro hijos con su primer esposo: Ramón, Paulina, Tomasa y Esteban Travieso Lastiri 38. Sin embargo, Morazán tuvo hijos fuera del matrimonio. De acuerdo a Zúñiga Huete (1992) fueron cinco: el 10 de mayo de 1826 nació José Antonio Ruiz Zelayandía, como hijo del matrimonio de don Eusebio Ruiz y doña Rita Zelayandía 39, pero quien en verdad era hijo natural de Francisco Morazán como lo reconoció posteriormente él mismo; estuvo también Francisco Morazán Moncada cuya madre fue Francisca Moncada, quien a su
22 vez fue sobrina de Liberato Moncada, buen amigo de Francisco Morazán y Ministro General del Gobierno de Honduras durante la Federación (Huete, 1992, p. 10); Nicolás Fuentes y Josefa Fuentes cuya madre, según el licenciado Miguel Cálix Suazo, fue una española residente en Guatemala 40; y Dolores Freer Escalante, hija de Teresa Escalante Ocampo y nacida en Costa Rica sin haber conocido a su padre biológico, aunque fue reconocida por Mr. William Freer esposo de Doña Teresa (Ibid, p. 41). José Antonio Ruiz, el hijo mayor de Morazán, lo acompañó prácticamente durante toda su vida militar y política en Centroamérica y en el exilio hasta su fusilamiento en Costa Rica, momento trágico en el que también estuvo su segundo hijo, Francisco Morazán Moncada.
La fortuna de Doña Maria Josefa se originó en el matrimonio con Don Esteban Travieso, un rico propietario y terrateniente de Tegucigalpa que también se estableció en Comayagua donde poseía grandes propiedades como la rica hacienda de "JUPUARA" (mencionada por Morazán en su testamento). La misma ocupaba una gran extensión del Valle de Comayagua por el lado sureste; de ella se hicieron después varias haciendas. Buena parte de estas posesiones es lo que hoy se reconoce como Palmerota (Ibid).
Con respecto a la línea familiar de Doña María Josefa se puede decir que su padre, Don Juan Miguel Lastiri, español, figuró como uno de los más fuertes comerciantes de la Provincia de Honduras, siendo por lo tanto, participe del desarrollo económico del Real de Minas de Tegucigalpa. Doña Margarita Lozano, madre de María Josefa, procedía también de una poderosa familia de criollos tegucigalpenses (Ibid, p. 23). Aunado a la fortuna de Doña Josefa, otro elemento que fortaleció los negocios de Morazán, y por ende su proyecto político, fue el acercamiento con un círculo de amigos muy cercanos con familiares de Doña Josefa Lastiri, entre ellos: don Cruz Lozano, José María Lozano y Jorge Lozano. Ellos participaron en el manejo directo de los negocios particulares de Morazán pero no se involucraron en actividades de índole política 41.
23
La Revolución Morazanista, primera fase (1825 – 1829) La convocatoria a elección de Presidente de la Federación favoreció a Don José Cecilio Díaz del Valle. Sin embargo, los diputados al Congreso Federal, en gran mayoría y desconociendo el sufragio del pueblo, sostuvieron que no tenía mayoría absoluta y eligieron, en lugar de José del Valle, al General Manuel José Arce 42. Este acto, que bien puede catalogarse como el primer fraude electoral en Centroamérica, vino a viciar la política de la Federación desde su nacimiento, como bien lo declaró Morazán en sus memorias: “La elección de Presidente de la República hecha por el Congreso en el ciudadano Manuel José Arce, contrariando el voto de los pueblos que dieron sus sufragios al ciudadano José del Valle, fue, en mi concepto, el origen de las desgracias de aquella época….” (Francisco Morazán: memorias, manifiesto de David y testamento, 1986, p. 15).
Así, por medio de hábiles manejos, los acérrimos partidarios de Iturbide en 1822, atrajeron la atención de Arce, quién llegó al poder por los liberales. Este acto hicieron que se declararan en franca oposición, provocando una serie de hechos políticos funestos que hacen resquebrajarse a la Federación. Uno de tales hechos fue la disolución del Congreso Federal y la convocatoria de otro extraordinario que debía de reunirse en la población salvadoreña de Cojutepeque por medio de un decreto del 19 de octubre de 1826, que fue inconstitucional en todo su contenido, provocando una conmoción en la República Federal 43.
El Gobierno de Honduras se negó a acatar dicho decreto, razón por la cual el Gobierno Federal envió una fuerza armada al mando del Coronel José Justo Milla, quien había renunciado a la Vice-Jefatura de Estado de Honduras con el pretexto de proteger el tabaco de Copan, el cual pertenecía a la Federación. Sin embargo, el verdadero propósito era el de apoderarse del Gobierno del Estado con sede en Comayagua y apresar a Dionisio de Herrera (Francisco Morazán: memorias, manifiesto de David y testamento, 1986, p. 30). José Justo Milla puso sitio a Comayagua el 04 de abril de
24 1827 y se apoderó de ella el 09 de mayo del mismo año por la traición del jefe militar de la plaza, el coronel español Antonio Fernández (Francisco Morazán: memorias, manifiesto de David y testamento, 1986, p, 35).
Batallas de La Maradiaga, La Trinidad y Gualcho Cuando Morazán regresaba de Tegucigalpa con refuerzos se enfrentó a las fuerzas de Milla en la Hacienda de “La Maradiaga”, al sur de Comayagua (no hay fecha clara, pero se cree que fue en mayo de 1827). Sin embargo, esta ciudad ya había caído y dicha escaramuza terminó en lo que se podría considerar un empate ya que las municiones se agotaron en ambos bandos. En un sentido general el enfrentamiento no tuvo mayor impacto en la lucha por Comayagua y la toma de la misma por Manuel José Arce. Después de la acción de “La Maradiaga”, Morazán se encaminó para Ojojona, acogiéndose a un salvoconducto concedido por Milla. Al poco tiempo de llegar a dicha población y de reunirse con su familia fue capturado (a 10 horas de haber llegado) por el teniente Salvador Landaverri, por orden del Mayor Ramón Anguiano, comandante local de Tegucigalpa, ciudad donde fue llevado preso y donde logro burlar la prisión tal como el dice en sus memorias (Francisco Morazán: memorias, manifiesto de David y testamento, 1986, pp. 38 – 40).
Al escapar de Tegucigalpa se dirigió al puerto de La Unión, en El Salvador, donde se encontró con el presbítero José Mariano Vidaurre que si bien era cuñado de Justo Milla, estaba distanciado de aquel; Vidaurre se dirigía a Nicaragua a tratar de interceder en una misión de pacificación por el gobierno en una guerra civil que se llevaba a cabo. El eclesiástico prometió a Morazán interesar en su causa, la liberación de Honduras. A Argüello, Presidente de Nicaragua, quién había sido depuesto por el coronel Cleto Ordóñez, amigo de Morazán, y quien le ofreció a este último el auxilio de las armas y un contingente de ciento treinta y cinco hombres entre soldados y jefes, con quienes marchó a Choluteca. Con aproximadamente quinientos hombres y con buena oficialidad toma rumbo a Tegucigalpa el 10 de noviembre de 1827, en vísperas de “La Batalla de La Trinidad” (Ortega, 1998, p. 99).
25 Se han escrito varias versiones sobre como se desarrolló La Batalla de La Trinidad. Sin embargo, ninguna puede aseverar en un ciento por ciento tener la razón. Incluso el mismo Morazán no da muchos detalles de la misma en sus memorias (Francisco Morazán: memorias, manifiesto de David y testamento, 1986, pp. 40 - 41). La batalla se libró el 11 de noviembre de 1827 en una pequeña planicie al norte de la población de Sabanagrande conocida precisamente como La Trinidad. Al día siguiente de la batalla de La Trinidad, o sea el 11 de noviembre de 1827, y después del triunfo de Morazán, este se trasladó a Tegucigalpa, ciudad que ocupó ese mismo día.
Este triunfo le permitió a Morazán hacerse del poder en Honduras y establecer autoridades afines a su pensamiento. Reorganizó sus fuerzas con sus mas cercanos colaboradores: destacó al Coronel Remigio Díaz, con 200 hombres sobre la plaza de San Pedro Sula, que debía ocupar y observar los movimientos del enemigo por la frontera de Guatemala; al Coronel Román Pacheco, con otros 200 hombres, lo envió hacia el interior del país, con instrucciones de ocupar la ciudad de Gracias y ayudar a proteger al Estado de El Salvador, invadido ya por el grueso del ejército Federal del Presidente Arce; nombró Comandante de la plaza de Tegucigalpa al Coronel José María Gutiérrez y él con otros 200 hombres, comandados por el Coronel José de Jesús Osejo. Se trasladó a la capital del Estado de Honduras, Comayagua, ciudad y plaza que ocupó el día 26 de noviembre de 1827 (Montes, 1958, p, 77). En Comayagua, el General Morazán reunió el Consejo y éste le encargó el Poder Ejecutivo, en concepto de Presidente del mismo y por la falta de un Jefe de Estado, don Diego Víjil que había sido confinado a Trujillo por Milla, fue designado Vicejefe del Estado.
Francisco Morazán dejó Comayagua, depositando el mando en el Vicejefe Vijil. Salió para Tegucigalpa y de esta plaza paso a Texiguat, donde estableció su cuartel general (Francisco Morazán: memorias, manifiesto de David y testamento. 1986. p 41). El 4 de junio de 1828, tomó el mando del ejército y parte para Choluteca de donde salió para San Miguel al mando de 600 hombres, conformados por hondureños en su mayoría y leoneses (Nicaragua), para enfrentar a las fuerzas federales del coronel Domínguez. El 6 de julio de 1828 todo estaba listo para el primer enfrentamiento de gran envergadura de Francisco Morazán cerca de la hacienda de Gualcho, ubicada en el departamento de San Miguel en El Salvador. La importancia de la batalla de Gualcho estriba en que al dividirse la tropa guatemalteca, el sitio de San Salvador se hizo más débil, pues buena
26 parte de la fuerza de asedio marchó en busca de Morazán, lo que le permitió a las tropas Morazanistas contraatacar (Ortega, 1998, p. 105).
Morazán regresó a Honduras a finales del mes de julio, pero en los primeros días de agosto tuvo que mandar parte de la división que preparaba a combatir a los opotecas quienes son derrotados el 11 agosto (Ibid, p. 107), por lo que para finales de septiembre Morazán marcha nuevamente a territorio salvadoreño con una división de seiscientos efectivos a la vez que el coronel Márquez, su subordinado, hacía lo propio en Comayagua con 400 más, teniendo como objetivo inmediato la liberación de San Salvador.
Batalla de Las Charcas Francisco Morazán y José Antonio Márquez unieron sus fuerzas en Goascoràn y entraron al Estado de El Salvador por el departamento de San Miguel para enfrentarse al Brigadier Manuel Arzú, quién dirigía el Ejercito Federal. Fue así que se dio inicio el combate de la Hacienda de San Antonio el 06 de julio de 1828, entrando Morazán triunfante en San salvador el 23 de octubre de 1828. Este triunfo le permitió a Morazán solidificar su poder en el Estado salvadoreño y al mismo tiempo le dio el espacio necesario para reorganizar un ejército más poderoso que le permitiera invadir Guatemala, ya que según los liberales, incluyendo al mismo Morazán, el gobierno Federal había caído en un gobierno inconstitucional por Manuel José Arce, quien se había declarado dictador llegando incluso a deponer al Jefe de Estado guatemalteco, Juan Barrundia.
El 15 de marzo de 1829 da inicio la batalla de las Charcas, la que le permitió a Morazán tomar la ciudad de Guatemala el día 16 de marzo del mismo año. Con esta batalla culmina una serie de acciones bélicas que empezó con el triunfo de Morazán en La Trinidad (11 de noviembre de 1827) y que finalizó con la toma de ciudad Guatemala a principios de febrero de 1829. Ello significó la toma del poder por parte de los liberales quienes tenían en su representante a Francisco Morazán Quezada. Justificó su campaña mediante un manifiesto al pueblo centroamericano en el cual decía:
27
“EL GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO ALIADO DEFENSOR DE LA LEY, A LOS HABITANTES DE CENTRO AMÉRICA Conciudadanos: El Estado de Guatemala, que ha sido por tanto tiempo la propiedad de los tiranos, ya pertenece a los libres, y su administración a las autoridades legítimas. Ayer ha ocupado la capital de la República el ejército que tengo el honor de mandar; allanando antes con sus armas las fortificaciones que los enemigos creyeron inexpugnables, y hoy se ve, humillada y abatida, a sólo el peso de sus propios crímenes, esa cerviz altanera de la aristocracia que insultaba al hombre libre y le presagiaba los males de su futura suerte. El deseado día de la paz ha llegado; el sagrado código de nuestras instituciones que ha conservado el patriota a costa de su sangre, lo presenta como un don precioso para los pueblos, y a su vista desaparece el tiempo de las desgracias. A este tiempo de ruinas y de horrores, de devastaciones y de crímenes, se sucederá el del orden, y en él tendrá su trono la justicia y la ley que osaron destruir los tiranos de Centro América. Los poderes de la Federación del Estado de Guatemala, que lo, he convocado, volverán en breve a ocupar los asientos de que fueron arrancados por la violencia del primer funcionario de la República, y a esta triste lección, desaparecerán las esperanzas de sus cómplices y las miras ambiciosas del usurpador. Cuando el orden constitucional esté restablecido: cuando el que deba servir el Poder Ejecutivo de la Nación sea electo por el Congreso Federal, según las leyes, restituirá el ejército protector a sus respectivos Estados: y yo iré a dar cuenta de todo a sus Gobiernos, llevando la gran satisfacción de haber llenado sus deseos y cumplido con mis obligaciones. Nueva Guatemala, abril 14 de 1829. F. Morazán.” (Ibid, p. 102)
Después de esta proclama José Francisco Barrundia fue encargado provisionalmente de la Presidencia de la República y Morazán recibió el título de "Benemérito de la Patria", retornando después a Honduras cuya jefatura de Estado reasumió.
28
La Revolución Morazanista, segunda fase (1829 – 1840) Se encontraba Morazán en Honduras cuando fue llamado por el Congreso Federal ha ocupar la Presidencia de la República, puesto que había sido electo por voto popular, según definición de la época. En su discurso de toma de posesión pronunciado el 16 de septiembre de 1830 Morazán expreso: "El pueblo soberano me manda colocarme en el más peligroso de sus destinos. Debo obedecer y cumplir el solemne juramento que acabo de prestar. Ofrezco sostener la Constitución Federal que he defendido como soldado y como ciudadano" 44.
Con el Triunfo de la revolución se decretó por la Asamblea Legislativa de Guatemala las primeras reformas, aunque no las únicas. Estas se refieren al cierre de las órdenes monásticas. En 1830 se autorizó la venta de las propiedades eclesiásticas, y como consecuencia de lo anterior se dispuso la secularización o desamortización de los bienes clericales; a su vez se abolió el diezmo que se pagaba a la Iglesia y se decretó el destierro del arzobispo Casaus y Torres 45.
Fue con este periodo que se inició la segunda etapa de la carrera pública de Morazán. En su gobierno el comercio, las comunicaciones, la industria y la educación fueron las primeras áreas que recibieron atención por parte del Estado. Morazán sabía que un pueblo analfabeta es imposible gobernarlo sin la fuerza, de ahí su gran interés porque se fundarán escuelas gratuitas y el estimulo que les prestaba llegando incluso a visitar las escuelas y premiaciones.
Tomando como base las condiciones imperantes en Centroamérica durante la etapa de la Federación, se puede plantear que las reformas de Francisco Morazán se proponían la transformación de la sociedad centroamericana. La viabilidad de su proyecto (objetivamente irrealizable) era una propuesta que no contaba socialmente con una clase capaz de lograr los objetivos teóricamente planteados. Significa que, por la falta de tal clase, Morazán se apoyó en las masas campesinas que fueron decisivas en la primera
29 etapa de la lucha revolucionaria, cuando ésta tomó necesariamente las formas de una confrontación militar.
Sin embargo, una vez vencidos los contrarrevolucionarios en una serie de combates que pusieron de relieve el genio estratégico de Morazán, la revolución pasó a una segunda etapa, caracterizada por el predominio de la confrontación económica, es decir, una confrontación en la que no sólo era necesario derrotar a los enemigos de los cambios promovidos por Morazán, sino también debilitarlos como clase. Para este esfuerzo, las masas campesinas ya no eran suficientes y se necesitaban los ejércitos burgueses de banqueros, industriales, grandes comerciantes, inversionistas del agro y de los servicios, etc.- para reestructurar con ello el orden social sobre fundamentos modernos 46.
En materia de relaciones exteriores, Morazán dio mucha importancia y en particular después de 1830, cuando Centroamérica era una región que despertaba interés, más no confianza, en las potencias mundiales de la época, especialmente de Inglaterra. La confianza del Gobierno Federal representado por Morazán presentó una cierta estabilidad en sus inicios, por lo que fue Francia el primer Estado europeo en reconocer a la Federación de Centroamérica, en 1830 (Leiva Vivas, 1992). Inglaterra por su parte reconoció a la Federación Centroamericana hasta 1831 47. En este contexto Morazán decreto concesiones y privilegios encaminados a la construcción del canal de Nicaragua, con una clara visión dispuso que el ingeniero Baily y el poeta Batres Montúfar, también ingeniero, hicieran los reconocimientos necesarios y preliminares de la construcción.
La misma no se llevó a cabo por múltiples razones, pero quizá la más directa fue la intervención del Cónsul inglés en Centroamérica, Federico Chatfield, quién junto con Mariano y Juan José de Aycinena, y Mariano Beltranena, especialmente, conjuraron en contra del gobierno, el primero por las precauciones de Morazán en tratar con el gobierno inglés en lo referente al canal interoceánico y los otros por las medidas tomadas por el gobierno federal en contra de la iglesia y los aristócratas centroamericanos (Mejía, 1993, pp. 79 - 84).
Quizá la reforma que más representa al gobierno de Morazán es la referente a la educación de los jóvenes. Quiso darle un gran impulso a la misma. En un mensaje al Congreso Federal, el cual hizo el 12 de marzo de 1831, decía:
30
“no quisiera hablar de la educación de la juventud, si no es para presentárosla en toda la perfección de que es susceptible. Pero uno de los mayores males que ha ocasionado la guerra, ha sido el olvidarse de la más preciosa parte de la República. Esta porción escogida para regir en algún tiempo los primeros destinos de la Nación, se ha visto muchas veces abandonada a su propia suerte... Lejos de adquirir virtudes republicanas, ha tenido ejemplos funestos en esos monstruos de desorden, que nacen y mueren con las revoluciones.....Pero luego que desapareció la que ha aflijido a Centroamérica, se ocuparon sus autoridades de este interesante objeto. En San Salvador, en Honduras y en Nicaragua se ha abierto diversas clases de enseñanza, y en Guatemala y Costa Rica continúan las antiguas. En todas partes se establecen escuelas de primeras letras, y en esta ciudad ha hecho grandes progresos la que se ha creado bajo las reglas del admirable sistema de enseñanza mutua (Método Lancasteriano). Una ley que arreglase la educación bajo unos mismos principios influiría en sus progresos y destruiría los obstáculos que se oponen a su perfección"(Becerra, 1993, p 81).
En esta reforma se hizo énfasis en las formas metodológicas de la enseñanza. Muestra de ello fue cuando asumió el cargo de Secretario General de Dionisio de Herrera, en 1824, que facilitó algunos ejemplares del método de enseñanza mutua, o Lancasteriano, al Gobernador Político de Tegucigalpa para ser utilizados en algunas escuelas de la misma. Esta acción lo llevó a mostrar interés para que el mismo método se aplicara en toda Centroamérica al asumir la Presidencia de la Federación (Becerra, 1993. p 83).
Los cambios estuvieron presentes hasta inicios de 1835, cuando se declara a San Salvador Capital Federal, donde Francisco Morazán se había trasladado desde 1833, jurándose una nueva constitución, la reforma respetó el espíritu popular, representativo, federal y agregó mejoras institucionales. Eso era lo que querían los liberales. Pero no era lo que deseaban sus opositores, quienes estaban inclinados al gobierno central. Por eso la Constitución no fue aceptada por el gobierno de Guatemala, al igual que Honduras, representado por don Juan Lindo, y Nicaragua (Mejía, 1993, pp. 80 – 81).
31
La Conspiración Estas reformas indiscutiblemente provocaron reacciones con el tiempo. Aún antes de ser efectivas todas esas medidas se empezaron a sabotear tanto internamente como externamente. Primero con la deserción de los soldados por la falta de pago de sus sueldos o por ausencia de asistencia en sus enfermedades, antes de cumplir un mes de haber tomado ciudad Guatemala, por lo que Morazán tenía que solicitar a las autoridades guatemaltecas que se dictaran providencias para solventar ese género de dificultades. La Asamblea decretaba un empréstito y las personas comprometidas a aportar las cantidades se rehusaban, no obstante haber tenido garantías de pago o hasta acción directa sobre productos de las aduanas. Segundo, se encuentran los sucesos ocurridos en 1831 cuando Ramón Guzmán 48 se apodera de la fortaleza de Omoa, en la costa norte de Honduras, izando el pabellón de España. Al mismo tiempo Vicente Domínguez desembarcó en Trujillo siendo ambos vencidos y ejecutados al mismo tiempo el ex-presidente federal Arce, apareció capitaneando una invasión por el Occidente de Guatemala. Su intentona la hicieron fracasar las fuerzas del General morazanista Nicolás Raoul. Entre los conspiradores estaba el Jefe del Estado de El Salvador, José María Cornejo, quién prohibió ingresar en el territorio del Estado al entonces Presidente Federal Francisco Morazán. También, para agravar aun más la situación, algunos Estados pretendieron erigir su propio obispado, lo que en última instancia fue incubando contra las reformas un ánimo hostil que los religiosos inculcaban entre los fanáticos y en el resto de la grey católica, en su gran mayoría analfabeta.
Estando así las cosas, el Congreso Federal se reunió en San Salvador el 30 de mayo de 1838 y declaró que los Estados eran libres para constituirse como quisieran 49. La Asamblea hondureña, en decreto del 16 de junio, convocó a una Constituyente que cambia la Constitución del 11 de Diciembre de 1825, la cual se reunió el 7 de Octubre. El 26 del mismo mes y año declara que “el Estado de Honduras era libre, soberano e independiente”.
32
Disolución de la Federación Centroamericana El 5 de noviembre de 1838 se dictó otra resolución en la cual se anunció la separación definitiva de Honduras de la Federación Centroamericana, uniéndose así a Nicaragua, siguiéndoles posteriormente Costa Rica y Guatemala. El Estado de El Salvador reclamó contra el pronunciamiento separatista del 5 de Noviembre ( Ibid. p 82 – 83). El Gobierno de Honduras contestó que sostendría la separación, y acto seguido nombró al Abogado Juan Lindo para que se entendiera con el Gobierno de Nicaragua a efecto de trazar un plan de acción en contra de El Salvador. El 18 de Enero, en Comayagua, Lindo celebró con el señor Sebastián Salinas, representante nicaragüense, un Tratado de Amistad y Alianza, por el cual los dos Estados reconocían su soberanía, independencia y libertad; se comprometían a unir sus fuerzas para formar un Ejército que defendiera a Honduras y Nicaragua y protegiera la libertad de El Salvador, Guatemala y el recién creado Estado de Los Altos 50, sería Jefe del Ejército el General Francisco Ferrera (Ibid).
Las fuerzas comandadas por Morazán, fungiendo aún como presidente de la ya desaparecida Federación, chocaron con las de Francisco Ferrera en la batalla del Espíritu Santo, donde el ejercito morazanista obtuvo una contundente victoria. Luego Morazán y Ferrera se enfrentaron en la batalla de San Pedro de Perulapan, cerca de la Ciudad de San Miguel, y nuevamente Francisco Morazán venció al General Ferrera. Indudablemente la Federación estaba quebrantada; sólo Morazán la sostenía y más como un símbolo que como una realidad. Incluso hasta el jefe, de Estado de Guatemala, Mariano Gálvez, liberal y notable estadista, conspiraba contra el régimen federal. Esa hostilidad estuvo incubándose por más de ocho años, fomentada en prédicas cotidianas, y se puede deducir que en el momento cuando encontraron un caudillo que fuese capaz de enfrentar a Morazán, el estallido de la contrarrevolución estaba listo.
Rafael Carrera y la Contrarrevolución (1838 – 1841) El decenio durante el cual Morazán manejó el destino de la Federación centroamericana estuvo plagado de agitación, de revueltas y enfrentamientos. Para 1837, las principales
33 medidas legislativas auspiciadas por Morazán habían sido aprobadas. Sin embargo, nunca se aplicaron en su totalidad, especialmente por la fuerte oposición del clero católico, quién mantenía una fuerte influencia sobre una sociedad que en su gran mayoría estaba conformada por analfabetos fácilmente influenciables (d’Ans, 2002, pp. 126 – 127).
En 1835, la erupción del volcán Cosigüina (Nicaragua) que duró tres días, del 20 al 23 de enero, realizó una explosión que fue de tal envergadura que las cenizas llegaron hasta la isla de Jamaica, provocando que el volcán mismo perdiera una parte de su cono, lo que hizo que de 3,300 msnm que tenía originalmente quedara en solo 950 msnm. Además la nube de cenizas que provocó oscureció gran parte de Centroamérica por tres días. Por esa razón a este año se le llegó a conocer como “el año del polvo”.
Por otro lado, 1837 fue “el año del cólera”, epidemia que atacó duramente a toda la región. Para Francisco Morazán, estos eventos trajeron consecuencias políticamente graves. Como ya se ha expresado, él acababa justamente de hacer adoptar lo esencial de las medidas legislativas que permitirían implementar su programa de gobierno. Con eso, se había exacerbado el resentimiento del clero, particularmente disgustado por el desmantelamiento de las congregaciones religiosas y la cancelación del diezmo. Así, el contraataque de los religiosos no se hizo esperar. Sacando provecho de la erupción de 1835 y de la epidemia de 1837, les fue fácil aprovecharse de la credulidad de sus fieles, predicándoles que esas desgracias fueron “una manifestación de la ira divina contra el impío que ocupaba el poder”. La propaganda se hizo más perniciosa todavía contra las disposiciones, en realidad muy cuerdas, que tomó Morazán para tratar de controlar la epidemia 51: cuando las autoridades gubernamentales hacían desinfectar los pozos, los curas hacían correr la voz que, en realidad, los estaban envenenando. Y cuando las autoridades establecían cordones sanitarios alrededor de las localidades contaminadas, se denunciaban esas precauciones como medidas genocidas para que los habitantes no pudiesen escapar del contagio. En esos momentos, no faltaron además, en los conventos, monjas “visionarias” que tachaban a Morazán de ser el Anticristo (Ibid).
Esa agitación clerical terminó por fomentar una insurrección armada de las poblaciones indígenas de Guatemala. Fanatizadas por un líder mestizo llamado Rafael Carrera (que proclamaba ser la reencarnación del Arcángel Rafael) (Ibid). Hombre de corta estatura,
34 de pelo liso y negro, de mirada severa, activo y astuto, tuvo una vida muy turbulenta, pero llegó a ser uno de los principales hombres públicos de Centroamérica y dio a Guatemala un largo período de paz y estabilidad (en base a un gobierno férreo). Su figura generó grandes pasiones a favor o en contra, ya que la historiografía liberal siempre lo describió en términos peyorativos y sus opositores defendieron sus actuaciones, llamándole “Caudillo Adorado de los Pueblos” que una vez ascendido al poder, firmaba con el nombre "Racaraca" ya que era analfabeta.
Carrera, para 1837, empezó por asaltar las poblaciones sin dar oportunidad de tener encuentros con las tropas del gobierno que comandaba el doctor José Mariano Gálvez (entonces Jefe de Estado de Guatemala). Entre sus batallas destacan: la del cuartel de Mataquescuintla; la de Ambelis en Santa Rosa, derrotando al ejército comandado por Teodoro Mejía; la del 7 de diciembre de 1837 en la plaza de Jalapa donde fue derrotado; el 13 de enero de 1838 fue atacada la Guarnición de Guatemala. Algunas de estas acciones militares estuvieron acompañadas por lamentables hechos cometidos por ambos bandos, como robos, asaltos, allanamientos y asesinatos a gente indefensa y al propio vicepresidente de la república, Gregorio Salazar. En octubre de 1838 Carrera invadió a El Salvador, pero fue derrotado por las fuerzas de Francisco Morazán.
El 13 de abril de 1839, Carrera tomó por sorpresa la plaza de Guatemala, colocándose en el Gobierno a Mariano Rivera Paz. Parte de la población de la ciudad, que había sufrido los excesos del triunfo liberal diez años antes, apoyó a Carrera. Sin embargo, el 29 de diciembre de 1839 fue derrotado en Villa Nueva por el ejército del General Carlos Salazar, en vista de lo cual fue firmado el Tratado de El Rinconcito, obligando a Carrera a deponer las armas, otorgándole el cargo de comandante del distrito de Mita. El 18 de marzo de 1840, siendo Morazán Jefe de Estado de El Salvador, y a solicitud de los liberales de Guatemala invadió el Estado de Guatemala, con 1500 soldados, apoderándose de la Capital. A raíz de esto Carrera tuvo que huir, pero inmediatamente preparó a 5000 soldados y contrasitió la plaza al poco tiempo Carrera y Morazán volvieron a enfrentarse militarmente, con victoria del primero, lo cual significó la desaparición definitiva de la Federación Centroamericana, y la consolidación del poder militar de Carrera, a partir de aquel momento máxima figura del ejército guatemalteco. (Tomado de Marroquín Rojas, 1971 y Woodward, 2002).
35 Antes de estos hechos reseñados, había sucedido una cosa inaudita. Un sector de la élite guatemalteca en abril de 1838 ofreció su apoyo a Morazán para que éste ejerciera en su nombre la dictadura sobre Centroamérica. Sin embargo Morazán rechazó la oferta. Desgraciadamente, al actuar así, Morazán sellaba su destino: a partir de este momento, sufrió una vida de fugitivo. Resistió un tiempo, replegándose sobre El Salvador, país donde las convicciones liberales eran más sólidas. Ante las derrotas sufridas en Guatemala ese año de 1840, Morazán tuvo que irse al exilio a Costa Rica –donde fue rechazado por el gobierno de Braulio Carrillo - luego Panamá y por ultimo Perú (d’Ans. 2002. p 127).
Exilio de Morazán y su ejecución (1840 – 1842) Cuando Morazán regresó a San Salvador después de su derrota frente a Rafael Carrera en 1840 con los restos de su ejército, reunió a sus amigos y compañeros y les anuncio su determinación de abandonar el poder y salir de territorio centroamericano. El 8 de abril, a bordo de la goleta "Izalco", Morazán abandonó Centroamérica por el puerto de La Libertad, pero no iba sólo, le seguían cerca de 30 personas más. La mayoría dispuso alejarse para buscar un albergue seguro, lejos de las probables persecuciones que contra ellos se desatarían, pero otros siguieron al ex-presidente federal simplemente impulsados por el gran afecto y admiración que les inspiraba y querían compartir su suerte (Alvarado, s/f, p 35).
Pocos días después, de haberse separado en Costa Rica de algunos exilados que obtuvieron permiso para permanecer en este Estado, Morazán desembarcó en Chiriquí, Colombia. Luego pasó a David donde lo esperaba su familia, informado por sus amigos y en respuesta a las feroces persecuciones de que eran víctima sus partidarios por Carrera, Ferrera, Carrillo, Buitrago y otros caudillos. Indignado igualmente por la cadena de ultrajes y calumnias que contra su persona expelían algunos órganos de prensa, escribió y publicó su famoso, “Manifiesto de David”, fechado el 16 de julio del 1841 (Ibid), partiendo luego hacía el Perú.
36 La primera noticia que se tuvo en el Perú sobre la salida de Morazán apareció en el Diario "Comercio", del 30 de Julio de 184052. La misma dice: "Noticias de Centro América —Sabemos que el Presidente de la República General Morazán se halla en Chiriquí (sic) pueblo de Nueva Granada. El General Carrera le ha sucedido en el mando de su República, cuyo país está en una completa guerra". El 11 de Agosto el mismo diario insertó una nota que el general Morazán dirige al Gobierno al separarse de la Jefatura del Estado del Salvador con fecha 3 de Abril de 1840. El Presidente del Perú General Gamarra (siguiendo al Biógrafo Martínez López, quien lo supo de don Cruz Lozano) le hizo varios ofrecimientos para ir a dicha república. Entre ellos fue "hacerse cargo del Ministerio de la Guerra, o el mando de 5.000 hombres que estaban para marchar al encuentro de los chilenos (era Bolivia, al parecer el autor confundió los países) o el empleo que él quisiera, pero Morazán le contestó manifestándole su gratitud y diciéndole que no podía aceptar porque sus deseos más ardientes eran regresar a su país!"53.
Si lo de la oferta del Ministerio fue cierto como lo de que los chilenos estaban en Guerra con los Peruanos, entonces hizo malos recuerdos el señor Lozano. El General Gamarra, que había estado desterrado en Centro-América, quería corresponder en la persona de Morazán las atenciones que nuestra hospitalidad le había dispensado 54. Morazán recibió un de parte del gobierno peruano, el cual dice:
"GENERAL MORAZAN: Hacen pocos días que este distinguido americano pisó las playas Peruanas honrándonos con su visita. El General Morazán, a quien sus propios enemigos no le pueden negar este mérito positivo, que hace enmudecer a la rabiosa envidia, supo cuando estuvo en la cima del poder y de la fortuna, dulcificar la amargura del destierro a muchos Peruanos, entre ellos a S. E. El General Gamarra. La gratitud, pues, la civilización y todas aquellas simpatías que hace brotar en el ánimo la presencia del mérito desgraciado, nos obliga a dirigirle este pequeño pero sincero homenaje de estimación y de respeto. ¡Ojalá el general Morazán encuentre entre nosotros aquellos nobles sentimientos únicos capaces de consolar al hombre filósofo lejos de su Patria y de su familia. E. E.". El 16 de Septiembre "La Bolsa"55: Cuatro meses permaneció Morazán en Lima, de Septiembre a fines de Diciembre de 1840. El 18 de Noviembre muere Gamarra en Incahue o Ingavi, única batalla contra Bolivia.
37 Morazán tenía cita para septiembre de 1842 en San José de Costa Rica y le era urgente cumplirla. Había recibido en vísperas de su viaje a Chile una proclama del Supremo Director del Estado de Nicaragüa en la que se llamaba con urgencia a todos los centroamericanos que se encontraban fuera para que acudieran a defender la soberanía de la nación, pues los ingleses se habían apoderado del Puerto de San Juan del Norte, y también había recibido una comunicación del Ministro General de Nicaragua en la que instaba para que viniese a prestar su contingente valioso. No aparece el nombre de Morazán en ninguna de las listas de pasajeros salidos del Callao en esos días, y eso hace creer que fue a pie de Lima a Guayaquil donde se hizo de algunas provisiones: bajó a tierra y se encontró con el Presidente del Ecuador, General Juan José Flores, quien lo rodeó de atenciones y lo felicitó por su regreso. El 15 de febrero de 1842 Morazán arribó al puerto de La Unión, El Salvador, después de 1 año y 17 días de ausencia56.
Al llegar a playa salvadoreña, el 15 de enero de 1842, se puso a disposición de los gobernantes centroamericanos para la: defensa común, demandando que se aceptaran sus servicios y los de quienes lo acompañaban, en calidad de soldados voluntarios y que se les asignase el puesto que deberían ocupar y el jefe a quien deberían obedecer. Tales ofrecimientos fueron rechazados (Alvarado, s/f, p. 37).
Se dirigió entonces a la Isla de Martín Pérez, en el Bahía de Fonseca, donde, permaneció hasta los días de abril, en que zarpó directamente hacia Costa Rica, en su flotilla compuesta por los navíos "Cruzador", "Asunción Granadina", "Isabel II", "María Josefa" y "Cosmopolita". Para entonces había reunido a bordo alrededor de 500 hombres, salvadoreños en su mayoría. Disponía igualmente de armas y municiones en cantidad suficiente, así como de la presencia de oficiales probados en combate como Isidoro Saget, Enrique Rivas, González, Saravia, Cabañas, Nicolás Angulo, Pavón, Máximo Cordero, Gerardo Barrios, y otros.
La escuadrilla de cinco naves apareció frente al puerto de Caldera, en la costa del Pacífico de Costa Rica, a pocos kilómetros de Puntarenas, en la madrugada del 7de abril de 1842. El comandante de armas de Puntarenas era el general Enrique Rivas, Morazanista de convicción, y el jefe de las armas en el territorio de Guanacaste, era el Teniente Coronel Manuel Ángel Molina, hijo del prócer guatemalteco don Pedro Molina, médico, liberal y
38 luchador por la independencia de Centroamérica y por el ideal unionista (León Gómez, 1992, pp. 158 – 164).
No fue sino hasta 48 horas después que el dictador Braulio Carrillo tuvo conocimiento del desembarco de Morazán en playas de Puntarenas. El General Morazán expidió una proclama en Caldera en la cual explicaba las razones de su desembarco, haciendo ver las iniquidades que el gobierno de Carrillo cometía contra el pueblo costarricense, en especial el sacrificio de las libertades públicas e imposición de tributos arbitrarios.
Las tropas de Morazán se dividieron en dos columnas, una que dirigía el General José Trinidad Cabañas que tomó el camino real por el puesto de La Garita, y otra dirigida por él que vadeó el río Grande por Santa Eulalia en dirección a Alajuela. Muy pronto las fuerzas de Morazán, en número de 500 hombres, llegó al sitio conocido como El Jocote, ya en las inmediaciones de Alajuela, en donde el General Villaseñor tenía alrededor de 2000 hombres para emprender acciones bélicas. Morazán y Villaseñor conferenciaron a solas a la orilla de una quebrada, en el fondo de una profusa oquedad. El tratado de El Jocote se firmó en el acto. Ambos ejércitos se fundieron en uno solo. Se convocaría a una Asamblea Nacional Constituyente. Morazán gobernaría el país, o en su defecto lo haría Villaseñor, y Carrillo saldrá del territorio en termino perentorio.
El Tratado de El Jocote se firmó el 11 de abril de 1842, con las primeras rúbricas correspondiendo a Francisco Morazán, a Vicente Villaseñor, a lsidoro Saget, a Miguel Saravia, a Francisco Ignacio Rascón, a Nicolás Angulo, a Manuel Bonilla, a Máximo Cordero. Aparece la firma de Florentino Alfaro, y por último José Solórzano, que lo hace por él mismo, y por cinco oficiales texiguats que no saben firmar. Al día siguiente Miguel Saravia llevó el convenio a Carrillo quien lo ratificó, obteniendo garantías para él, para su familia y para el vice-jefe Manuel Antonio Bonilla. El 17 de abril, se embarcó en Puntarenas don Braulio en la goleta Izalco, la misma en que había emigrado el General Morazán en 1840. Partió hacia el Ecuador.
Morazán llegó a San José a la cabeza de un ejército de más de 2,500 hombres, en celebraciones rumbosas y con espontáneas manifestaciones de júbilo. El Gobierno del General Morazán había comenzado con buenos augurios (Ibid). Fue nombrado Jefe
39 Provisorio, dictando, como primera medida, un decreto que permitió a los numerosos emigrados políticos de Costa Rica, reintegrarse libremente al país. Al mismo tiempo ofreció iguales garantías de hospitalidad a los centroamericanos de los demás Estados, que se vieran obligados a verse exiliados. En julio fue el pueblo constitucionalmente habilitado, a comicios libres para elegir sus representantes a una Asamblea Nacional Constituyente. Francisco Morazán había dictado previamente severas medidas disciplinarias tendientes a impedir que sus fuerzas armadas intervinieran en el proceso eleccionario. Ciudadanos distinguidos del Estado resultaron electos y el 10 del mismo mes se instaló la Asamblea en San José.
El General Morazán fue confirmado en su cargo por este alto organismo, el que también le declaró espontáneamente “Benemérito de la Patria y Libertador de Costa Rica”. Después emitió un decreto por el que se autorizaba al Poder Ejecutivo para que obrase como conviniere a fin de reorganizar la República Federal, reconociendo previamente la necesidad de restablecer la perdida unidad política del Istmo, siendo esta la desición que podría catalogarse como el punto central por el cual los principales dirigentes costarricenses se levantan en su contra. Los preparativos militares se apresuraron ya que el gobierno de la vecina Nicaragua declaró a la provincia de Guanacaste como parte de su territorio. El General Isidoro Saget, al frente de un fuerte destacamento militar, marchó hacia Puntarenas en donde debería embarcarse para atacar Nicaragua, el que, por su parte había emplazado sus ejércitos en actitud de franca amenaza, a lo largo de su frontera oriental. La guerra entre ambos Estados parecía inminente.
Entre tan graves acontecimientos, el Gobierno trazó medidas para establecer altos principios de moralidad pública y respeto a las normas democráticas. Cuatro batallones de milicias estaban siendo organizados y entrenados, uno en Heredia, otro en Cartago, otro en Alajuela y otro en San José, para la defensa de Costa Rica. Cerca de 1,000 regulares componían el ejército activo, de los que la mitad, aproximadamente, eran nativos de los Estados vecinos. El resto eran locales, soldados y oficiales identificados más o menos con el pensamiento de Morazán.
Para costear tales preparativos y demás gastos corrientes el gobierno tuvo que decretar ciertas cargas impositivas y exacciones, medida que sólo en muy raras ocasiones resulta de conformidad con los sentimientos populares. Varios conatos de motín se habían
40 producido en San José y Alajuela a finales de mayo, y, poco después, otra rebelión en El Guanacaste, del que resultó muerto el General Enrique Rivas y condenado a muerte por una corte marcial el oficial guatemalteco Manuel Ángel Molina, hijo del prócer Dr. Pedro Molina. Estos incidentes, por su naturaleza y origen, no representaron una alteración seria del orden público, pero dieron lugar al incremento de las intrigas puestas en movimiento por los enemigos de Morazán y las ideas que representaba.
El 11 del referido mes de septiembre de 1842 estalló otra insurrección en Alajuela, contra el gobierno, del que resultó jefe Florentino Alfaro, asonada que desencadenó un movimiento, similar en San José, al mando del portugués antimorazanista, don Antonio Pinto. Más de 200 soldados cartagineses y heredianos rehusaron unirse a la revuelta, permaneciendo fieles a sus jefes bajo el comando inmediato del General Máximo Cordero. El momento era bien inoportuno por cuanto Saget se encontraba lejos, con fuerzas militares considerables que si hubieran estado presentes habrían reprimido prontamente la insurrección.
Morazán no estaba preparado para hacer frente a esta dificultad, a la que, aparentemente no concedió gran importancia al principio. Su debilidad militar y serena
actitud
permitieron el crecimiento excesivo de la fuerza rebelde. El Gobierno estuvo a la defensiva y casi a la expectativa, procurando en las pequeñas treguas del combate llegar a un entendimiento con los jefes contrarios a fin de evitar un fuerte derramamiento de sangre, pero no hubo posibilidad de paz (Alvarado, s/f).
Morazán dispuso la retirada precisamente hacia Cartago. Rompió el cerco de la ciudad de San José en la madrugada del 14 de septiembre de 1842, protegiendo su retaguardia el General José Trinidad Cabañas. Se dirige a casa de su “amigo” Mayorga, donde es capturado por una traición del mismo y aun y cuando la esposa de este le había advertido. Sin embargo, Morazán decidió esperar a Cabañas, que a su vez había sido desviado de su camino por los insurgentes. Junto con Morazán se encontraban los generales José Miguel Saravia, quien por la tarde de ese día se suicida envenenándose. Vicente Villaseñor quien también intentó el suicidio con un puñal. No lo logró, aunque queda gravemente herido. A Morazán lo acompañaba su hijo Francisco Morazán Moncada.
41
En la conspiración contra Morazán estaban Pinto, Domingo y Fulgencio Carranza, casados con Mercedes y Peí Pinto; estaba Froylana Carranza, esposa de Carrillo; el médico francés Víctor Caí casado con una sobrina de Carrillo, y quien pedía se asesinara también a Josefa y a sus hijos; estaba Vicente Herrera; estaban los Blanco, y los Espinach (Ibid). Al General Morazán se le dieron apenas tres horas para que dictara su testamento que lo hizo a su hijo Francisco Morazán Moncada, muchacho de quince años de edad para entonces. El camino al Patíbulo se inicia en el crepúsculo (alrededor de la cinco de la tarde) del 15 de septiembre de 1842. Según la descripción hecha por Carlos Ulloa, quién llegó a ser Arzobispo de Costa Rica y quien presenció muy joven la ejecución, esta fue de la siguiente manera: “Marchó con serenidad, con la frente en alto en un bosque humano. La plaza estaba cuajada de gente de todas las edades y de todas las condiciones: el ruido era comparable al del océano, pero no se escuchaban palabras de consuelo, de lástima o de perdón; todo era odio, injuria, rencor comprimido; la sangre derramada pedía venganza y víctimas. El hombre era guapo, porte de guerrero, alto y esbelto, vestía un traje civil, su fisonomía revelaba firmeza, su mirada centelleaba. Al llegar al lugar de la ejecución, el General Morazán se despidió del General Villaseñor: Querido Amigo: la posteridad nos hará justicia. No quiso ocupar el banquillo, permaneció de pie, se descubrió, en la cabeza brillaban pocas canas; con voz segura, entera ------- me parece oírlo---- exclamó santiguándose: En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; después, con arrogancia, dijo: ¡Soldados!…… ¡Preparen Armas!……. ¡Apunten!……..¡Fuego!………. No murió de la primera descarga pudo incorporarse para decir al pelotón de fusilamiento-. Aun estoy vivo……… El oficial encargado de la ejecución se acerca al moribundo y le dispara el tiro de gracia en la cabeza.” (León Gómez, 1992).
Cuatro soldados, mojados constantemente por la llovizna, quedaron montando guardia a la luz de un hachón de pino fino. Hacia las diez de la noche cuatro hombres embozados en gruesas bufandas y pesados capotes, y caminando lento, traen en sus manos sábanas blancas para cubrir los cuerpos de los ejecutados. Ellos fueron: Don Juan Mora Fernández, primer Jefe de Estado de Costa Rica y vice-jefe durante el Gobierno de Morazán, Don Joaquín Mora Fernández, hermano de don Juan, quien había sido perseguido con saña por el dictador Braulio Carrillo, Don Mariano Montealegre Fernández, primer ingeniero
42 costarricense, educado en Inglaterra, discípulo de Stephenson, inventor de la locomotora y el coronel don Rafael García Escalante, notable y distinguido militar costarricense, quien sirvió en el ejército federal, al mando del contingente de Costa Rica, y que fue vencedor de los facciosos de Heredia y Alajuela en 1835. Una escolta trajo al momento dos angarillas para llevar los cadáveres al antiguo camposanto de San José, donde a la luz de oscilantes velas se abren sepulturas apresuradamente para enterrar los cuerpos en la noche de ese 15 de septiembre de 1842. (Ibid).
La economía de Centroamérica durante el periodo federal Liberalismo Económico: Agricultura y Comercio En Centroamérica poco antes de la independencia los intelectuales de las distintas vertientes de la Ilustración, discutían sobre la conveniencia del libre comercio o de las medidas proteccionistas. A partir de 1823 prevalece con mayor fuerza el principio del libre comercio (Bonilla, 1999, p. 225). Esta política se muestra claramente en el sistema de aranceles para las aduanas de Guatemala, propuesto en 1822 por una comisión de Hacienda integrada por José Cecilio del Valle, Mariano Herrart, Anselmo José Quiroz y José Beteta. En dicho documento se declaraba que los puertos de Guatemala estaban abiertos al mundo. Para fomentar la incipiente industria se exoneraron de impuestos de exportación varios artículos, a excepción del añil, el cacao, el aguardiente y el bálsamo que pagaban “derechos moderados” (Bonilla, 1999, pp. 239-240).
La Revolución Industrial afectó profundamente la dinámica comercial entre Europa Occidental y el resto del mundo. Gran Bretaña fue la potencia indiscutible durante este periodo. Centroamérica, según Robert Naylor, fue “una de las naciones emergentes afectadas por este desarrollo” (Naylor, 1988, p. 51). El mismo autor nos indica lo totalmente distinto que eran Gran Bretaña, potencia industrial, y Centroamérica, “una modesta sociedad agraria”(Naylor, 1988, p. 51). Esto, por supuesto, determinó una especial relación comercial entre ambas naciones. Los primeros quince años de la vida independiente Centroamérica canalizó la mayor parte de sus exportaciones a través de Belice, estimulada también por las pocas restricciones y los bajos impuestos que los
43 ingleses establecieron para los productos de la región, sobre todo el añil (Naylor, 1988, p. 53). El gobierno federal nunca suscribió un tratado comercial con Gran Bretaña. Las reclamaciones para una delimitación clara de los asentamientos ingleses en
Belice,
territorio sobre el cual los centroamericanos como herederos de los dominios hispanos creían tener derechos de soberanía, impidieron un entendimiento al respecto. Morazán el 21 de marzo de 1836, en discurso pronunciado ante el Congreso Federal, explicó el hecho:
“Aun no ha podido llevarse a efecto el tratado que se halla encargado de celebrar el señor Cónsul General de Inglaterra residente en esta República. A pesar de los vivos deseos que el Gobierno ha tenido de estrechar de este modo sus relaciones comerciales y de amistad con aquella Nación, un incidente fundado en la necesidad y urgencia de fijar los limites y duración del establecimiento de Belice, se ha opuesto, por ahora, a sus miras. Por ahora digo, por que estoy seguro de que la Corte de Londres no pondrá en cuestión el derecho indisputable que Centroamérica tiene sobre aquel pequeño territorio…Cumpliendo con este pequeño acto de justicia, obrará también a favor de los intereses del pueblo ingles, de ese gran pueblo que ha cifrado siempre su gloria y su riqueza en la libertad del comercio…” (En Martínez, 1992, p. 138).
Todavía no es clara la relación directa entre los periodos depresivos del comercio y las guerras civiles. Sin embargo, las evidencias parecen indicar que los ciclos de declinación del flujo comercial correspondían con el aumento de los conflictos armados (Cardoso y Pérez, 1977, p. 168). Fue el caso del periodo de depresión de 1837-1841 que fue también de suma inestabilidad política pues se libraban las ultimas batallas entre los defensores y los opositores del proyecto federal.
El Congreso Federal hizo algunos intentos por fomentar el comercio exterior, habilitando nuevos puertos marítimos: Iztapa, La Libertad, Unión y San Juan (Yankelevich, 1988, p. 76). El principal puerto de entrada de productos hacia Guatemala era Omoa, ya que únicamente naves de poco calado podían arribar a Izabal (Cardoso y Pérez, 1977, p. 177). La importancia de este puerto hondureño junto al de Trujillo se deduce del régimen especial por el cual se administraban ya que dependían directamente del Gobierno Federal57.
El 27 de febrero de 1837, el gobierno morazanista emitió la última tarifa y ley de aduana, puestas en vigor antes de la ruptura de la Federación. Por estas se estableció un impuesto
44 del 20% sobre todas las importaciones, sin distinción de origen (Naylor, 1988, p. 57). Anteriormente, al comienzo del primer periodo de Morazán, se había establecido los impuestos más altos para los productos extranjeros que podían competir con la industria doméstica, especialmente artículos de lana y algodón (Naylor, 1988, p. 57). Aquí se evidencian las contradicciones que existían entre los liberales sobre el libre comercio, el proteccionismo y la necesidad de fortalecer el Estado centroamericano.
La agricultura centroamericana se restringió principalmente al cultivo de granos básicos (maíz, frijoles, macillo, arroz, trigo). Algunos productos de exportación eran el añil, la grana, el cacao y la vainilla. Las actividades agrícolas enfrentaban varios problemas, consistentes en las malas comunicaciones que repercutía en el comercio exterior pues no existían vías que comunicaran eficazmente a los puertos marítimos con los centros de producción. También la escasez de mano de obra y las plagas constituían serios obstáculos para los agricultores de la época58. A este periodo se remontan los primeros proyectos encaminados a dar vida a una economía agroexportadora. Los éxitos se verificaron únicamente en Costa Rica con el gobierno de Braulio Carrillo (1835-1842), donde se comenzó a cultivar el café en la Meseta Central (Cardoso y Pérez, 1977, p. 150). En Honduras el cultivo del tabaco tuvo mucha importancia en la zona de Santa Rosa de Copan. No obstante, esta región del occidente se conectaba más con El Salvador y Guatemala, por lo que persistía una notable fragmentación regional del territorio hondureño (Cardoso y Pérez, 1977, p. 177).
El liberalismo económico también contemplaba como uno de sus postulados el fomento a la inmigración y la puesta en práctica de un régimen concesionario. De esta forma, el gobierno de Mariano Gálvez (1831-1838) en el año 1835 otorgó tres concesiones: una al coronel Juan Galindo en la zona de El Peten; otra de 5,600,000 hectáreas en Verapaz a una compañía británica; y la tercera en la zona de Chiquimula y Totonicapán a la sociedad formada por el guatemalteco Carlos Antonio Meany y el británico Marshall Bennett (Cardoso y Pérez, 1977, p. 155). El mismo Morazán tuvo una concesión para el corte de madera en 1835, otorgada por el gobierno hondureño presidido por Joaquín Rivera, que se convirtió posteriormente en el primer presidente de Honduras fusilado.
Las concesiones se otorgaban en zonas despobladas de la región. La colonización de estas era una tarea necesaria en vista de la constante amenaza que representaban los
45 asentamientos ingleses para la integridad territorial de la nación centroamericana. Estaba el precedente de Belice, territorio que nominalmente fue parte del imperio español, pero que había sido ocupado por colonos ingleses en el siglo XVIII, llegando a convertirse con el paso del tiempo en una colonia del imperio británico –aunque no fuera reconocida oficialmente como tal por los ingleses –y en base principal de la red comercial que mantuvo esa potencia en el área del Caribe y Centroamérica durante el siglo XIX.
Algunas veces las concesiones se hicieron sobre tierras ya ocupadas por poblaciones indígenas. Fue el caso de la concesión de 1835 de Chiquimula que formó parte de la cadena de hechos conducentes a la insurrección de 1837 liderada por Carrera.
Dificultades Fiscales La estructura fiscal del Estado federal no varió significativamente de la existente a finales del período colonial (Euraque, 1999, p. 138). Honduras, junto a Chiapas, eran las provincias que reportaban los menores ingresos fiscales al gobierno colonial. Este fue un fenómeno que repercutió poderosamente en el carácter singular del proceso de conformación del Estado hondureño. Constituye también el contexto en el que nació, creció y peleó Morazán. Mucho del origen de los innumerables obstáculos a los que tuvo que hacer frente el unionista se explican en esa herencia colonial.
Los ingresos principales durante la Federación provenían del monopolio del tabaco, aguardiente, pólvora y de las rentas aduanales. Las constantes guerras, la oposición de los Estados y la ambigüedad de la legislación para especificar las prerrogativas de la autoridad federal, contribuyeron a volver más precaria la recaudación fiscal. Además, en consonancia con el libre comercio, los impuestos establecidos por la nueva constitución no eran especialmente altos. Sin embargo, ya para 1824 la agudización de la crisis obligó a la Asamblea Nacional Constituyente a decretar el aumento de un 4% a los impuestos de exportación e importación, haciendo al mismo tiempo la aclaración de que era una medida temporal (Bonilla, 1999, p. 241).
46
Cuadro 2. Ingresos Fiscales Transferidos a la Hacienda Real 1790-1819
1790-1804 El Salvador León
62,079
% 24,1
1805-1819
%
Diferencia
42,185
24,2
-32% -43%
32,463
12,6
18,736
10,7
Guatemala
-35% 28,732
11,1
18,646
10,7
Honduras
-31% 12,624
4,8
8,670
5,0
Chiapas Administración General
-29% 11,662
4,5
8,309
4,8
110,528
42,8
78,036
44,7
Totales
174,582
-29% -32%
258,088 Fuente: Euraque, Darío (1995). “Los Recursos Económicos del Estado Hondureño 1830-1970”. En Taracena A., Arturo y Jean Piel. Identidades nacionales y Estado Moderno en Centroamérica. San Jose: Editorial de la Universidad de Costa Rica. p. 136.
La apremiante necesidad de recursos fue solucionada en parte con empréstitos otorgados por los ingleses. En septiembre de 1824 el gobierno centroamericano contrajo un préstamo de cinco millones de pesos con la firma Barclay , Herring, Richardson y Cía. La casi totalidad de este dinero se gastó en pago de sueldos (Yankelevich, 1988, p. 76 y Cardoso y Pérez, 1977, p. 156). El dinero no se utilizó en inversiones productivas. Esta deuda del periodo federal se constituyó en una pesada carga para los nacientes estados centroamericanos después de la disolución de la Federación.
El Estado federal se vio obligado a establecer empréstitos forzosos, muy desagradables para los comerciantes, hacendados y agricultores. Ello provocó el odio de estos sectores hacia las autoridades locales encargadas de hacer cumplir esta disposición, generalmente aplicada en tiempos de guerra. El resultado de esta medida fue el aumento en un 50% de la deuda pública de 1821 a 1831 (Cardoso y Pérez, 1977, p. 156).
Las cofradías y capellanías, instituciones de origen colonial, fueron también objeto de regulaciones estatales en la búsqueda de fuentes de recursos para el nuevo Estado. Según el
47 historiador Evelio Inestroza, la cofradía de Colama en Choluteca, propietaria de haciendas con miles de cabezas de ganado, fue una importante fuente de ingresos para el Estado. Gracias a las exacciones practicadas a la misma el Estado pudo pagar a muchos de sus empleados, sostener tropas y financiar un colegio59.
El programa de reformas económicas del proyecto federal es el más vivo ejemplo del ideal perseguido por los grupos políticos gobernantes relacionado con la constitución de un Estado Nacional centroamericano fuertemente vinculado al comercio exterior. Sin embargo, los resultados fueron decepcionantes. La estructura económica de la colonia se mantuvo en esencia, sin cambios sustanciales. No era tarea fácil, sobre todo ante las evidentes contradicciones del proyecto de nación de los liberales. El régimen concesionario tan aplaudido por sus ideólogos se convirtió en un arma de doble filo. En muchos casos, especialmente el hondureño, la política concesionaria no contribuyó a dotar al Estado de fuentes regulares de ingresos.
Esta particular estructura fiscal, reforzada por la política concesionaria del Estado que al final se convertiría en un mal profundizado a comienzos del siglo XX, solo cambiaría hasta después de la Segunda Guerra Mundial con la diversificación de la producción agrícola y la creación de nuevos impuestos como el de la renta, todo ello en el marco de lo que se suele llamar la modernización del Estado hondureño (Euraque, 1995, p. 142).
48
IV. ENTRE EL OCASO Y SUS PRIMEROS LEGADOS, 18421876 El Gobierno Antimorazanista de Francisco Ferrera (1841-1844) Para fines de 1842, era evidente que los enemigos del General Morazán estaban conformando un bloque más o menos sólido para hacer frente al unionismo. Muestra de ello es la Dieta de Chinandega, constituida entre el 17 de marzo y el 11 de abril de 1842 por plenipotenciarios de Honduras, Nicaragua y El Salvador, y el Pacto de Unión de octubre de ese mismo año que estaba constituido por los países anteriores, además de Guatemala. Todos ellos tenían un carácter de alianza defensiva y ofensiva contra las fuerzas de Morazán (Zúñiga, 1992, pp. 296-298), que desde inicios de 1842 preparaban en Costa Rica una empresa de creación de un Estado nacional centroamericano. En los años posteriores, ya aparentemente conjurada la amenaza de Morazán con su asesinato en San José, estos intentos de unión fueron frustrados por el gobierno de Guatemala, en muchos casos a contrapelo de los esfuerzos de los gobiernos del resto de países que retrocedían a la más mínima amenaza de las fuerzas militares de Carrera las más importantes de la región (Woodward, 2002, pp. 350-351).
Con una clara adhesión al régimen de Guatemala y declarado defensor de las tendencias localistas, Francisco Ferrera, promulgó en 1843 políticas fiscales proteccionistas para los comerciantes locales, y buscó mejorar la recaudación fiscal del Estado mediante un reglamento de propios y arbitrios que terminara con la situación caótica del país reflejada en la falta de uniformidad de los impuestos establecidos por los municipios (Pérez, 2001, p. 25). Su gobierno estuvo muy influenciado por los comerciantes nacionales, concedió amplias privilegios al expansionismo de los ingleses sobre la costa norte de Honduras, llegando incluso a reconocer a la nación misquita (Cáceres, 1978, p. 64). El peso de los ingleses en la economía fue de tal magnitud que el comercio de exportación e importación a través de Omoa era monopolizado por sus casas comerciales. De igual forma las concesiones de madera en el norte fueron usufructuadas en “beneficio exclusivo” del consulado británico durante el período 1840-1845 (Pérez, 2001, pp. 128 y 163). Para esto último fue anulada la contrata de corte de maderas que Morazán había obtenido del gobierno hondureño en 1835.
49
Una de las medidas aplicadas por Ferrera, y que en cierta forma expresaba su antipatía al modelo morazanista, fue la expropiación de bienes de Morazán en algunos casos y en otros divididos entre sus herederos. Para el caso, en 1847 se remató la casa de su padre Eusebio Morazán por setecientos pesos que fueron repartidos entre hermanos e hijos del prócer (Oyuela, 2000, pp. 217-218); también restauró los privilegios de la Iglesia Católica, suspendidos o amenazados en la Federación, como la percepción del diezmo.
Asimismo, Ferrera debió hacer frente a los elementos morazanistas que todavía se mantenían sumamente activos. Desde la rebelión de Texiguat en 1844 hasta las innumerables batallas del año 1845 contra el gobierno de Nicaragua y de El Salvador, donde permanecían algunos seguidores de Morazán (José Trinidad Cabañas, Nicolás Angulo, Isidoro Saget e Indalecio Cordero). El gobierno de Ferrera pudo sortear exitosamente las operaciones armadas. Está demás señalar su esfuerzo para establecer las bases de un Estado con mayor poder centralizador. Ferrera dejó la presidencia el 31 de diciembre de 1844, sin por ello haber dejado de ostentar una gran influencia como Ministro de Guerra sobre el gobierno de Coronado Chávez (8 de enero-31 diciembre 1845).
Dos casos de reacción antimorazanistas del gobierno de Ferrera: El fusilamiento de los Hermanos Cano en Ilametepeque y la Rebelión de Texiguat (1844) El gobierno de Francisco Ferrera (1841-1844) se declaró ferviente enemigo de los seguidores de Morazán. Estos afrontaron persecuciones no sólo de los gobiernos, sino también de la población, especialmente en las zonas indígenas donde la religiosidad estaba muy arraigada. Una prueba de ello fue el caso del fusilamiento de los hermanos Cano, hecho recreado en la novela del escritor hondureño Ramón Amaya Amador (1916-1966) titulada, “Los Brujos de Ilamatepeque”. Cipriano y Doroteo Cano, originarios del pueblo de Ilamatepeque, al noroccidente de Honduras, regresaron a finales de 1842 a su tierra natal después del asesinato de Francisco Morazán en San José. Habían acompañado al presidente de la Federación por la región, participando en casi todas las batallas del prócer: La Maradiaga, La Trinidad, Gualcho, San Antonio, San Miguelito, Las Charcas, Guatemala, etc. 60. Al momento de su llegada, los hermanos Cano, fundaron un “Colegio” donde imparten enseñanzas a muchos de sus
50 coterráneos. Las autoridades municipales, celosas de su militancia en las filas morazanistas no vieron con agrado esta iniciativa. Y así lo cita el juicio que está plagado de una serie de acusaciones contra los hermanos donde afloran creencias tradicionales de las zonas rurales de Honduras, todas ellas relacionadas con la hechicería o la brujería. Sin embargo, resalta también el trasfondo político del asunto en una de las justificaciones de la sentencia donde se lee:
“Considerando: que según los informes dados por los mismos Cano han acompañado en sus correrías por Gualcho, La Trinidad, San Pedro Perulapán, Guatemala y Costa Rica al bandido de Chico Morazán, que acaban de ultimar los patriotas de Costa Rica, y que siendo Morazán enemigo de nuestro país, son también considerados como tales los que acompañaban a aquel tiranuelo nefasto” 61.
Las autoridades departamentales no aprobaron la decisión de la municipalidad de Ilamatepeque. Antes del fusilamiento enviaron una nota al alcalde donde le notificaban que no maltratara a los reos ni procediera a su ejecución. Para desgracia de los condenados, esa comunicación escrita llegó al pueblo poco después de haberse consumado la sentencia. Al leer esta nota firmada por el jefe departamental Pascual Paz, se concluye que esta actitud era motivada no por un sentimiento humanitario, sino por que al llevarse a cabo la ejecución se “usurparía funciones que son exclusivas del supremo Gobierno”62. En otras palabras se estarían amenazando las prerrogativas del Estado.
Texiguat, es un pueblo creado por las autoridades coloniales a mediados del Siglo XVII. A finales de la colonia el curato de Texiguat comprendía un territorio en el que actualmente se encuentran los municipios de Yuscarán, San Lucas, Oropolí, Soledad, Yauyupe, Vado Ancho, San Antonio de Flores, Liure y Texiguat, del departamento de El Paraíso; el de Morolica del departamento de Choluteca; y parte del de Nueva Armenia del Departamento de Francisco Morazán (Chaverri, 1994, p. 75). Texiguat fue el mayor pueblo de indios de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa. Por esta razón, fue objeto de constantes solicitudes de los minerales para solventar sus necesidades de mano de obra, lo que a su vez provocó una serie de protestas contra el repartimiento en 1672, 1695, 1730, 1756, 1785, 1791 y 1807 (Chaverri, 1994, pp. 71-104). En 1745 las autoridades instruían a sus personeros para que se les de a conocer un despacho en lengua castellana por ser “dichos naturales sumamente ladinos”(Chaverri, 1994, p. 91). Ya para inicios del siglo
51 XIX, Texiguat se ha convertido en una de las principales poblaciones que apoyan las ideas del liberalismo.
En este lugar Francisco Morazán entabló amistad con el presbítero Francisco Márquez (Sierra, 1993, pp. 35-36). Los negocios familiares de Morazán lo obligaron a permanecer también en el pueblo de Morocelí (Zúñiga, 1992, p. 32). Ese contacto con los pueblos cercanos a Tegucigalpa fue gracias a los intereses comerciales y económicos de su padre, y le sirvieron en los constantes periplos bélicos, pues es reconocido que aquella parte de su tropa más fiel procedía de las poblaciones de Texiguat y Curarén. Luego de que las fuerzas morazanistas comandadas por Cabañas recibieran una derrota total en el llano de El Potrero, cerca de Tegucigalpa, el 31 de enero de 1840 , Francisco Morazán, desde Cojutepeque hizo un llamado a los habitantes de esos dos pueblos en los siguientes términos: “Cada uno de vosotros habéis peleado contra cuatro enemigos: la fortuna se ha declarado por estos; empero…habéis dejado con honor el campo de batalla…Venid a San Miguel con vuestras armas, allí encontrareis una respetable división que os auxilie y jefes valientes y decididos que os conduzcan de nuevo a la victoria” 63.
Después de la muerte del General Morazán muchos de sus seguidores se refugiaron en El Salvador y Nicaragua. Desde este último país se gestaron movimientos armados contra el gobierno de Francisco Ferrera. Entre ellos debe hacerse especial mención del movimiento dirigido por Joaquín Rivera (1795-1845) que era apoyado por el gobierno nicaragüense y se considera estuvo fuertemente vinculado a la rebelción de los Texiguats. La municipalidad de Texiguat expuso las motivaciones de la rebelión. En primer lugar, criticaba el sometimiento del gobierno hondureño a los dictados de la “aristocracia de Guatemala”; enseguida, exponía su desacuerdo con las leyes que eran “depresivas a la libertad…destructoras de la propiedad…detrimento de la agricultura, del comercio, de las artes y de la riqueza pública” 64. Coincidiendo con muchos puntos del “Manifiesto desde la Unión” dado a conocer por Morazán en 1842, los Texiguats advertían del “bloqueo” que preparaban los ingleses en perjuicio de Nicaragua aduciendo reclamar la deuda federal y del abuso cometido por Ferrera al haber suscrito un tratado de alianza con el “rey” mosco quien de antemano había dado a conocer sus intenciones de ceder a su muerte el territorio de la mosquitia a la reina de Inglaterra 65. Para evitar la amenaza hacían un llamado a “sostener…la integridad del territorio de Centroamérica contra cualquier individuo o poder
52 extraño que intente ocupar parte o el todo bajo cualquier pretexto, disfraz o motivo” y concluían que admitían a los “hijos de los otros Estados que quieran ayudarnos con sus luces y con sus brazos, al fin que nos proponemos; pues que como centroamericanos somos mutuamente obligados a auxiliarnos”66.
Se dice que al controlarse los conatos de rebelión en Tegucigalpa, emigraron algunos miembros de la red familiar de Morazán como los Cruz Lozano y los Lardizábal (García, 2007, p. 253). El 21 de noviembre de 1844 el Gobernador Político y Comandante de Olancho le informaba al alcalde del distrito de Danlí que estaba informado de “la entrada que han hecho los texiguats a esa ciudad y de los desastres que han cometido, principalmente en las casas de los señores Arriaga, Benigno Francisco y Manuel Vásquez, vecinos estos dos últimos del mineral de Yuscarán”67. A comienzos de diciembre todavía las autoridades gubernamentales expresaban sus temores por que 200 facciosos de Texiguat invadieran Danlí 68.
El 23 de diciembre fue capturado en las montañas de Olancho Joaquín Rivera, ex presidente de Honduras de 1833 a 1837. Conducido a Comayagua se le sometió a un proceso judicial en el que irónicamente su defensor fue su enemigo acérrimo, Felipe Jáuregui. El 6 de febrero de 1845 murió frente a un pelotón de fusilamiento. Junto a él también sufrieron la pena de muerte los morazanistas Calixto Landa y Francisco Martínez. Este último era hermano de Francisca Martínez, madre natural de Marco Aurelio Soto, el gran reformador liberal de la segunda mitad del siglo XIX. Minutos antes de morir Rivera dejó constancia de la siguiente petición:
“Yo imploro la gracia del Gobierno para que se le conmute la pena a estos individuos (Calixto Landa y Francisco Martínez), y a los demás hondureños que hayan tenido la desgracia de caer en igual suerte. Confórmese el Gobierno…con que se derrame mi sangre, y se economice la de mis conciudadanos…pues no hará más el Gobierno de Honduras que acreditar su filantropía, y oír el clamor de un desgraciado en bien de la humanidad, y de unas familias que quedan desamparadas” (Pérez, 1945, p. 463).
Joaquín Rivera había sido Jefe del Estado de Honduras de 1833 a 1837. Casado con una hija de José Antonio Márquez, defensor de la causa federal; parte de su educación estuvo a cargo del presbítero Francisco Márquez, religioso con enorme ascendiente entre la población de Texiguat y vinculado fuertemente al movimiento morazanista. Igual que la
53 mayoría de los principales criollos de Tegucigalpa tenía intereses en el negocio de la minería (Pérez, 1945, p. 464). El historiador José Guevara Escudero asegura que el Gobierno Central se valió de las malas comunicaciones entre las comunidades para aislar exitosamente a la rebelión de Texiguat por lo menos tres años, tratando al mismo tiempo de hacer ver que “las personas de Texiguat eran los únicos que alteraban la paz del Estado” (Escudero, 2007, p.32). En efecto, la falta de vías de comunicación mantenía a una buena parte de las poblaciones rurales al margen de los conflictos que tenían como escenario los principales centros del poder político.
Es interesante anotar que el gobierno de Lindo también reedificó Texiguat. Como producto de la derrota que a finales de 1844 sufrió la rebelión, las autoridades de la administración de Coronado Chávez (1845) dictaron el traslado forzoso de los habitantes de Texiguat a las poblaciones de Oropolí, Güinope, Morolica y Apacilagua. Tres años más tarde Lindo concedió a los habitantes de Texiguat volver a ocupar sus antiguas tierras y además les otorgó la gracia de estar exentos del servicio militar y de contribuciones directas o empréstitos durante cinco años (García, 2007, p. 258).
El Legado de Morazán en los Gobiernos de Juan Lindo y José Trinidad Cabañas (1847-1855) Juan Nepomuceno Lindo (1790-1857) asumió la presidencia el 12 de febrero de 1847, luego que Francisco Ferrera desistiera de ocupar por tercera vez ese cargo, aun cuando este aparentemente continuaba ejerciendo fuerte influencia en el grupo de poder formado a su alrededor. En poco tiempo Juan Lindo, quien fue calificado en algún momento como acérrimo enemigo de Morazán, dio muestras de una autonomía en la conducción política de su gobierno, al grado de llegar a aliarse con morazanistas como José Trinidad Cabañas y enfrentarse abiertamente con el imperialismo británico y el gobierno guatemalteco de Rafael Carrera.
El proyecto de Juan Lindo impulsó todo un legado morazanista. En palabras de Víctor Cáceres Lara, Lindo inicia “un proceso conducente a la extinción de una camarilla política que influía poderosamente desde 1838” (Cáceres, 1978, p. 81). Un proceso que conllevaría
54 también cambios en los criterios de selección de la burocracia estatal, ahora enfocados en otras variables como la procedencia, que deja de tomar en cuenta únicamente a personas originarias de Tegucigalpa y Comayagua; y la actividad profesional de los funcionarios, ahora de un carácter más civil (García, 2007, p. 224).
Otra acción que retomó el presidente Lindo, fue el modelo del poder legislativo de la Federación. Se estableció el sistema bicameral: Congreso y Senado (Cáceres, 1978, pp.8485). Dos años más tarde se produjo un proyecto de unión entre Honduras, El Salvador y Nicaragua, conocido como Dieta de Nacaome. Guatemala rehusó apoyarlo, y las diferencias irreconciliables sobre la forma de organización frustraron este nuevo intento de unión. A finales de 1850, Juan Lindo rompió definitivamente con la “camarilla” de Francisco Ferrera y Felipe Jáuregui, ambos reconocidos enemigos de los morazanistas. No es de extrañar que, en ese año su discurso adquiera un tono mucho más propenso a comparación con el de Francisco Morazán. Ejemplo de ello es la reorganización de la Unión centroamericana, apelando incluso al modelo de la Constitución federal de 1824: “…hasta ahora el ser político de los estados, es de hecho, y está en oposición al pacto del año de 24…resultando de aquí la fuente de los innumerables males que por tantos años nos han afligido…cesará mi ansiedad cuando vea reunido el Congreso Nacional, y que hasta entonces será para mi placentera la muerte, pues iré al sepulcro con el consuelo de que Centroamérica no será en lo sucesivo víctima de la anarquía, ni presa de la ambición extranjera” 69.
Este llamamiento de Juan Lindo dio como resultado la instalación de la Convención de Chinandega en enero de 1851, cuyas primeras pláticas se venían dando desde 1849 en el contexto de las amenazas imperialistas de los ingleses en toda la región. El proyecto en referencia recibió el apoyo del gobernante salvadoreño Doroteo Vasconcelos y del gobierno de Nicaragua. No prosperó debido al debilitamiento de la posición política de los gobiernos de Honduras y El Salvador como producto de la derrota inflingida por Guatemala en la batalla de La Arada del 2 de febrero de 1851 (Zúñiga, 1992, pp. 306-307).
Un punto que es notable de la actitud política de Lindo y que se relaciona con su deseo de unir a Centroamérica, es el referente a su posición con respecto a la creciente amenaza de la penetración económica y política de los ingleses que llegaron a poner en situación precaria la integridad territorial de los países centroamericanos, especialmente de Honduras y Nicaragua. El período de 1847 a 1849 fue sumamente crítico en la defensa de
55 la integridad territorial de Honduras, el punto culminante fue la ocupación por orden del cónsul británico de la Isla del Tigre, el 16 de octubre de 1849. Apenas dos años antes el puerto de Amapala, localizado en la citada isla, había sido declarado puerto franco de depósito de mercancías.
Este puerto, fundado en 1833 por el gobierno morazanista de Joaquín Rivera, en las siguientes dos décadas desplazó a los de la costa atlántica como principal fuente de ingresos aduanales (García, 2007, pp. 132 y 103). Lindo, deja la Isla del Tigre bajo protección de los Estados Unidos con el fin de controlar las desbocadas ambiciones de los ingleses, reto que se relaciona con la queja de 1835 en la que los ingleses aseguraban que el Estado hondureño no tenía potestades para otorgar concesiones, en ese caso a Morazán, de territorios sobre los cuales supuestamente “no ejercía soberanía” (Díaz, 1988, pp. 5253), en 1849 el cónsul del imperio británico Federico Chatfield ante la acción del gobierno de Lindo para proteger la Isla del Tigre, adujo que “Honduras carecía de atributos nacionales, y que por lo tanto, no podía traspasar su territorio a terceros” (Rodríguez, 1970, p. 427).
Por otra parte, el gobierno de Juan Lindo debió hacer frente al hostigamiento de la “nación” misquita en la costa norte, que apoyada por los ingleses era una amenaza para la seguridad de los vecinos de Trujillo y Olancho. El reino mosco también constituía un factor de preocupación para el Estado de Nicaragua, ya que instigado por los intereses británicos sobre la región, daba a conocer sus intenciones de ocupar el puerto de San Juan del Norte, sitio clave en la ruta interoceánica a través de Nicaragua. En junio de 1848 el gobierno de Lindo promulgó un decreto por el cual no reconocía el armisticio del 7 de marzo de ese mismo año en el que Nicaragua sometida a la amenaza de un ataque armado por parte del capitán del buque británico Alarma, había puesto bajo jurisdicción inglesa el puerto de San Juan. Los ingleses justificaban su intervención en vista de estar protegiendo a su aliado, el rey misquito.
El gobierno hondureño claramente expuso que este hecho podía interpretarse como una “renuncia de los derechos que corresponden a Centroamérica y de que nadie puede disponer si no la Nación”. El gobierno argumentó no reconocer la ocupación y la aduana del puerto, mientras estuviera en manos extranjeras. Los aliados de los ingleses, o sea los misquitos, decía el gobierno de Juan Lindo, “tampoco los reconoce ni ha reconocido
56 jamás como nación”
70
. Es interesante comparar este discurso con la proclama que
Morazán lanzó en 1842 a su regreso a Centroamérica:
“La ocupación de una parte de la Costa Norte por un pueblo extraño como el de los “moscos” no podrá verse nunca con indiferencia porque equivale a perder para siempre un terreno que será con el tiempo a la República de grande utilidad….la ocupación del puerto de San Juan del Norte…es un golpe de muerte para la República, porque, a mi modo de ver, está cifrada su existencia nacional, la consolidación de su gobierno y su bienestar y grandeza, en la abertura del gran canal interoceánico…” (Santana, 2003, p. 146).
Al momento de iniciar su gobierno, Lindo tenía ante sí un panorama político regional nada favorable para su propósito de proteger el territorio hondureño del expansionismo británico, pues en Guatemala, Chatfield alcanzaba su punto más álgido de influencia en el gobierno de Carrera al lograr que éste declarara la independencia absoluta de ese Estado, “con la esperanza de hacer a Guatemala más dependiente de la protección británica” (Woodward, 2002, p. 260).
Otro elemento que retomó el gobierno de Juan Lindo del proyecto federal, fue la aplicación de medidas dirigidas a sentar las bases de una educación accesible para la mayoría de la población. Acorde con el ideal de Morazán, Juan Lindo dio a conocer ampliamente su interés por fomentar una educación elemental a la que pudiera acceder buena parte de la población de todo el país. Un ejemplo claro de su interés por la educación es su apoyo para la fundación de la Universidad Nacional en 1847. Para ello emitió un decreto que destinaba los impuestos establecidos por la ley de censos de tierra de 1843 a la organización de escuelas en las cabeceras departamentales donde se formarían preceptores encargados de impartir la enseñanza primaria en el resto de localidades del departamento. Es necesario mencionar que dicho impuesto antes de este decreto servía para apoyar “el establecimiento literario de Tegucigalpa”71. La transferencia de estos recursos a las instancias departamentales para los fines descritos indica que existía el vivo deseo de extender el servicio de la educación pública a todo el territorio del país pues “es una obligación precisa de todo gobierno republicano promover la educación general, por ser la ignorancia incompatible con el sistema”72.
57 La postura política de Juan Lindo lo condujo a enfrentarse al antimorazanista Rafael Carrera (1814-1865). Ejemplo de ello fue la fracasada invasión de las fuerzas aliadas de El Salvador y Honduras a Guatemala en febrero de 1851, evento más conocido como la batalla de La Arada. Al final los aliados tuvieron 528 muertos frente a Carrera (Woodward, 2002, p. 334). En ese encuentro bélico participó José Trinidad Cabañas del bando de los aliados que fueron dirigidos por el también morazanista Isidoro Saget (Cáceres, 1978, p. 87 y Woodward, 2002, p. 333). Es claro que el gobierno de Juan Lindo y el de los que le siguieron en Honduras y otros países de la región en el período 1852-1876, independientemente del calificativo de “conservador” o “liberal”, tendrán como premisa fundamental la defensa de la integridad territorial y el ejercer autoridad central sobre espacios ya disputados desde el período colonial, algo que es propio de los procesos de desarrollo del Estado nacional después de mediados del siglo XIX.
De Lindo a Cabañas se traspasa la herencia morazanista. A pesar de la derrota sufrida en La Arada (Guatemala) y las intrigas del gobierno de Carrera, Juan Lindo logró mantenerse en el poder y entregarlo el 1 de marzo de 1852 a José Trinidad Cabañas (1805-1871). El mandato de Cabañas es considerado como “uno de los últimos baluartes del morazanismo” (García, 2007, p. 224); quizá fue la figura más popular entre los seguidores de Morazán. Aparte de acompañarlo en sus distintas batallas durante el período de la Federación, posteriormente mostró dinamismo por recuperar el poder político perdido con el fracaso del proyecto federal. Prueba de ello fueron los constantes conflictos en los que se vio involucrado, uno de los cuales fue el envío de tropas a la vecina Nicaragua por parte de Cabañas, para atacar a las fuerzas legitimistas de Granada, enemigas de los llamados liberales.
Al mando del contingente estuvo José Antonio Ruiz Morazán (1826-1883), primogénito del prócer Francisco Morazán. Ruiz Morazán había nacido en Tegucigalpa producto de relaciones amorosas que tuvo el Presidente de Centroamérica con Rita Zelayandia, esposa de Eusebio Ruiz, uno de los vecinos principales que firmó el Acta de Independencia de Tegucigalpa. Antes que Cabañas asumiera la presidencia en 1851 había formado parte del gobierno de Juan Lindo como Comandante Principal del Puerto de Omoa (Zúñiga, 1992, p.
58 15 y Morán, 2002, p. 25). Luego de sucesivas batallas desarrolladas en el territorio Nicaragüense, en una de las cuales venció a Pedro Xatruch, Antonio Ruiz sucumbió en la batalla de Jinotega a manos de las tropas del Coronel Tomás Martínez en diciembre de 1854. Posteriormente ocupó el cargo de Comandante de Armas de Amapala, Yuscarán y el de Presidente del Tribunal de Guerra durante el gobierno reformista de Marco Aurelio Soto (1876-1883) (Zúñiga, 1992, p. 16).
El proyecto unionista de Cabañas se ve claramente en la reunión de una “Constituyente Centroamericana”, en Tegucigalpa, el mes de octubre de 1852. Dicho intento no tuvo ningún éxito en lograr la unidad. Desde antes los seguidores de Cabañas habían hecho fervientes llamados a la unidad, en algunos casos, y sobre todo aquellos con un discurso más radicalizado, apelaban a la figura de Francisco Morazán de tal forma que ya se vislumbra el camino a su mitificación. Es el ejemplo más claro una hoja volante de 1852 firmada por “Unos Centroamericanos” en la cual se hace referencia a:
“…el pueblo salvadoreño que siempre se ha distinguido por su adhesión a la gran causa liberal…que por su republicanismo eminente, el héroe de Centro América le hizo el legado más precioso, sus restos venerables…¡Quiera el cielo que su Gobernante dé anchura a sus ideas; porque en el contrario caso, una crisis mortal, el torbellino revolucionario va a estallarse en su propio seno…ALTEÑOS: llegó el día en que vuestros deseos sean exactamente cumplidos: el decreto de convocatoria al Congreso General os llama como a un estado libre, soberano e independiente; para que formes parte del todo centroamericano…NICARAGUA: El gabinete inglés y el de Washington según se ve están disputando la presa en vuestro territorio, conocidas son sus ambiciosas miras. No hay medio pues entre la libertad y el vasallaje…Elegid…HONDUREÑO: la patria de los Valles, Herreras y Vijiles debe ser siempre afortunada, Honduras fue el primer Estado donde se oyó la respetable voz de la Nación y Honduras al presente está regido por el digno sustituto del inmortal patriota Don FRANCISCO MORAZÁN…” 73
Llama la atención la mención que se hace a los “alteños”. El Estado de los Altos se constituyó durante el período federal en un bastión de los seguidores de Morazán en Guatemala, país donde la oposición al máximo líder de la Federación era sumamente fuerte. El Estado de los Altos finalmente sucumbió a la ofensiva de las huestes de Rafael Carrera, con el tiempo la propaganda de los antimorazanistas difundió la versión de que el Estado de Los Altos era la prueba más fehaciente de los deseos de Morazán de disgregar la nación de Guatemala, celoso de su “pasada gloria colonial” (López, 1992, p. 396).
59
El gobierno de Cabañas tuvo que hacer frente a intrigas, conspiraciones y rebeliones fraguadas por el eterno enemigo de los morazanistas, Rafael Carrera. En un primer momento contó con el apoyo de los grandes hacendados de Olancho que veían con buenos ojos su gestión para construir un ferrocarril interoceánico, lo que significaba mayores facilidades para acceder al mercado de los Estados Unidos con la exportación de reses. Pero al poco tiempo dieron a conocer su descontento hacia la administración de Cabañas por los impuestos que este pretendió cobrar a los habitantes de ese departamento (Sarmiento, 2006, pp. 218 y 222-223).
El gobierno de Carrera lo acusó de estar
promoviendo la sublevación interna que enfrentaba por esos años en la región de la Montaña y Verapaz (Woodward, 2002, pp. 342 y 344). La derrota del grueso de las fuerzas de Cabañas en la batalla de Masaguara el 6 de octubre de 1855 supuso el fin de su gobierno.
Un observador extranjero consideró que la política del gobierno de José Trinidad Cabañas era favorable a la construcción del ferrocarril interoceánico por Honduras y que hacía todo lo posible por abrir el territorio a la inmigración, “respetando el honor de la nación” (García, 2007, p. 134). De hecho, el gobierno de Cabañas suscribió el 23 de junio de 1853 un contrato con una compañía de Estados Unidos, representada por el diplomático de ese país G. Squier, para la construcción de la obra que convertiría al país en punto nodal del comercio mundial que luego pasó a ser ley del Estado (Cáceres, 1978, pp. 93-94). Para entonces el Estado hondureño se comprometía a otorgar 50 acres de tierra a los trabajadores extranjeros que participaran en la construcción del ferrocarril. Asimismo se otorgarían 75 acres a los artesanos que vinieran con sus familias, sin pasar de las 1,000 concesiones. Todo ello “con tal que manifiesten su designio de radicarse y hacerse ciudadanos de Honduras”74. La referida concesión tenía estipulada también la autorización del telégrafo “en la línea de la ruta propuesta o de cualquier otra que tenga por conveniente”75.
60
José Santos Guardiola y el asunto de la Soberanía Centroamericana, 1856-1862 José Santos Guardiola (1816-1862) asumió la presidencia el 17 de febrero de 1856, luego de haber sido electo por el Congreso. Guardiola fue derrotado por Francisco Morazán en las batallas de El Espíritu Santo y San Pedro de Perulapán en 1839. Combatió también al gobierno de Juan Lindo, levantándose en armas el 12 de febrero de 1850. Además se considera que apoyó el convenio firmado el 29 de diciembre de 1849 entre el Cónsul británico y el funcionario del gobierno hondureño Felipe Jáuregui, mediante el cual Honduras se comprometía a firmar un tratado comercial con Inglaterra y a desistir del intento de unión apoyado por Lindo en 1849 (Sarmiento, 2006, pp. 210-211). Todo lo anterior, más la cercanía que mostró hacia Carrera (Woodward, 2002, pp. 343-344) y su participación en la deposición de Cabañas, puede conducir a creer que fue un gobierno negativo. Sin embargo, Guardiola cumplió un papel de vital importancia en el proceso de formación del Estado hondureño.
En primer lugar, Guardiola participó junto a los demás gobiernos de la región en la defensa de la soberanía centroamericana puesta en entredicho por la invasión a Nicaragua de los filibusteros estadounidenses comandados por William Walker, quien tenía ambiciones de controlar toda la región. A mediados de 1855 mercenarios al mando de William Walker desembarcaron en el puerto de El Realejo, costa pacífica de Nicaragua. Su objetivo era negociar con el bando liberal de Nicaragua para conseguir ayuda en su lucha contra sus opositores. El tratado fue firmado en 1854 y una de sus cláusulas determinaba que podían intervenir a favor del gobierno hondureño en caso de que fuera necesario. Estas negociaciones se dieron durante el gobierno de Cabañas, y causó críticas a su gobierno, sin embargo, luego que el depuesto gobernante se entrevistara con Walker en diciembre de 1856, el mismo Cabañas lanzó una proclama contra el filibustero por considerar que “en vez de salvar a Nicaragua del atraso político y la opresión como tanto lo habían cacareado no habían hecho otra cosa que entregarla miserablemente a un capitán de ladrones, que la trataba como país conquistado y que tan luego se sintiera fuerte, trataría de conquistar el resto de Centroamérica” (Raudales, 1976, p. 21).
61 La incomodidad de Guardiola ante la intervención de los extranjeros se expresa en la declaratoria de julio de 1856:
“El pueblo nicaragüense y su Gobierno…imploran en su conflicto nuestra cooperación y ayuda; la causa que sostienen es también nuestra, no sólo por las simpatías que median entre ellos y nosotros, nacidas de la identidad de origen, y de otras mil consideraciones, sino también porque una vez sometidos al yugo extranjero, no tardaremos nosotros en correr la misma suerte. Volemos, pues, en su auxilio. Convencido de que ningún centroamericano que abrigue sentimientos de patriotismo, puede permanecer frío espectador de tan escandalosos atentados…” (Alemán, 1956, p. 30).
Ante esta situación el primer país centroamericano en organizar tropas para combatir el filibusterismo fue Costa Rica (Pérez, 2006, p. 59). En los siguientes meses del año 1856 se unieron guatemaltecos, hondureños y salvadoreños. Un fenómeno poco común en la historia centroamericana. Tanto así que llaman a terminar con las viejas rencillas y apelan con inusitado sentimiento a la nación, vista desde la perspectiva morazanista, o sea comprendiendo a los países de la región como una unidad. Esta unificación por defender los intereses nicaragüenses y “centroamericanos” ha sido llamada por la historiografia como: “La Guerra Nacional”. Este evento es considerado como una verdadera lucha por la independencia. La reaccion de Guatemala se hace sentir cuando el gobierno de Rafael Carrera expresó:
“Soldados: la república os confía su honra y su seguridad. No os llaman hoy al campo de batalla, como otras veces, nuestras funestas y lamentables discordias intestinas; os llama el honor y el interés nacional” (Raudales, 1976, p. 40).
Por su parte, el vicepresidente salvadoreño manifestó:
“Salvadoreños: a las armas. La patria nos ordena combatir como buenos y leales hijos suyos, y el honor nos llama al campo de la gloria, no ya como antes en aciagos días a derramar la sangre fraterna, sino a defender cuanto haya de sagrado y de más caro para el hombre civilizado y para el hombre libre” (Raudales, 1976, pp. 40-41).
La situación era preocupante para los centroamericanos, a tal grado que en octubre de 1855 se produjo un convenio entre los bandos políticos enfrentados en Nicaragua. Producto de este Walker había obtenido el grado de General y el de Jefe del Ejército de la República de Nicaragua, puesto desde el cual manipuló al nuevo presidente Patricio Rivas. Al año
62 siguiente Walker había aumentado paulatinamente sus efectivos hasta llegar a tener 6,000 hombres gracias a sucesivas llegadas de nuevos reclutas (Raudales, 1976, p. 36). Para julio de 1856 el líder de los filibusteros era ya el presidente de Nicaragua, no sin antes haber llevado a cabo unas elecciones de dudosa reputación.
José Santos Guardiola reconoció que los habitantes de los distintos Estados de la región tenían lazos en común que sobrepasaban con creces las diferencias políticas internas existentes. Por la carencia de recursos económicos, la tropa hondureña se incorporó tardíamente a las fuerzas aliadas de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, pues no fue sino hasta mediados de diciembre de 1856 que llegaron a este último país dirigidas por Florencio Xatruch (Raudales, 1976, p. 47). Este militar había salvado su vida milagrosamente cuando las tropas del morazanista José Antonio Márquez sofocaban la sublevación de varios municipios del departamento de Olancho en 1829. A Xatruch se le consideraba parte de ese movimiento contra el gobierno morazanista de Diego Vigil (Sarmiento, 2006, pp. 151-152). Xatruch, en el clímax del combate contra los filibusteros sería nombrado General en Jefe del Ejército Aliado, compuesto por tropas de todos los países centroamericanos. Debido a intrigas políticas y a celos entre los mismos oficiales traspasó el mando a José Joaquín Mora, jefe de los expedicionarios costarricenses (Raudales, 1976, pp. 50 y 52).
La lucha fue más intensa durante los últimos meses de 1856 y los primeros de 1857. Finalmente, el 1 de mayo Walker se rindió en la ciudad de Rivas, desde donde se embarcó junto a su tropa, después que así lo conviniera el victorioso ejército aliado centroamericano, en la corbeta estadounidense St. Mary’s (Raudales, 1976, p. 56). La unión de los ejércitos centroamericanos fue efímera. La amenaza de Walker unió momentáneamente las parcelas centroamericanas, sin embargo, no significó la supresión de las contradicciones políticas y las diferencias económicas prevalecientes desde la Independencia. Las élites de cada país no fueron capaces o no quisieron aprovechar la coyuntura favorable y a los pocos meses estaban de nuevo envueltas en los conflictos tradicionales.
En cambio el empeño de Walker por tomar el poder en Nicaragua no varió ni disminuyó. Sólo seis meses después de su derrota en Rivas retornó al territorio nicaragüense, tomándose la fortaleza de Castillo Viejo. No pudo sostenerse ni siquiera un mes cuando
63 fue apresado por el capitán Hiram Paudling del buque Saratoga. Paradójicamente fue absuelto en Estados Unidos y el capitán reprendido (Raudales, 1976, p. 63). Gracias a la actitud de la justicia estadounidense, Walker se creyó con el derecho de proseguir su filibusterismo. En la guerra contra los filibusteros de 1856-1857, los aliados centroamericanos habían señalado la actitud complaciente de las autoridades de Estados Unidos hacia lo que se llamó “expediciones piráticas” (Peréz, 2006, p. 98).
En el contexto del proyecto de Estado-nación se dio la devolución de las Islas de la Bahía al gobierno de Honduras con el tratado Wike-Cruz, en junio de 1860. Walker quiso aprovechar los temores de los habitantes de la ex posesión inglesa para convertirla en una base de sus operaciones. Ambiciones que no fueron positivas para el filibustero ya que este tratado se consolidó hasta mediados de 1861. Por lo que Walker pudo
tomar
momentáneamente Trujillo, pero ante el asedio de las fuerzas enviadas por el presidente Guardiola tuvo que abandonar la plaza. Walker se rindió a las fuerzas británicas que también lo perseguían en las cercanías del puerto. Estas lo entregaron a los hondureños. El 12 de septiembre de 1860 fue fusilado en Trujillo.
Con este hecho se zanja una disputa que en 1835 tuvo como protagonista al mismo Morazán, cuando recibió una concesión sobre un territorio fronterizo con la Mosquitia, como un medio de frenar la penetración inglesa en la zona. Procedimiento que ya había sido practicado por uno de sus subalternos, Juan Galindo, quien en 1833 y siguiendo instrucciones de Morazán para colonizar la región del Petén, fronteriza con el dominio británico de Belice, impulsó un proyecto contracolonizador dirigido a defender la soberanía centroamericana (Griffith, 1989, p. 411).
Lo cierto es que los ingleses se replegaban y se perfilaba la llegada de la hegemonía económica y política de los Estados Unidos. En los primeros años de la década de 1860, cuando aumentaba el flujo comercial en la región sur, la costa atlántica presenciaba el inicio del declive económico de Belice (Escudero, 2007, p. 173). Los británicos comprendían que el episodio de los filibusteros era un signo de esa expansión de la potencia del norte que contrastaba con la disminución de la presencia económica y política del viejo imperio. La creciente presencia de Estados Unidos en la región fue un fenómeno que en el Gobierno de Guardiola se refleja en la negociación de un contrato a finales de la década de 1850 con
64 la compañía de Agricultura y Navegación de New York para navegar vapores en los ríos Aguán y Tinto por 40 años (García, 2007, p. 135).
Las negociaciones de soberanía trajo serios problemas entre el gobierno de Guardiola y la Iglesia. El referido tratado Wike-Cruz comprometió al gobierno hondureño a respetar la religión protestante de los habitantes de las Islas de la Bahía. El enfrentamiento se agudizó al grado que Guardiola fue excomulgado “anatematizado, arrojado del seno de la Iglesia y ya en manos del demonio” en palabras del Vicario Miguel del Cid (Sierra, 1993, p. 54). De hecho el conflicto de Guardiola con algunos religiosos había comenzado dos años antes por la imposición de donaciones y empréstitos forzosos (Pérez, 2006, p. 21). La situación era distinta en Guatemala donde Carrera mantuvo relaciones de armonía con el clero (Woodward, 2002, p. 368). Guardiola emitió un decreto a inicios de 1860 con el que creaba una especie de “Universidad” en la ciudad de Juticalpa, departamento de Olancho (Sarmiento, 2006, p. 227). Los esfuerzos por asegurar la operación de centros educativos fueron tales que en determinado momento el gobierno entró en conflictos con la Iglesia, al ordenar la apertura del Colegio Tridentino de Comayagua a cuenta del Estado al no haber sido atendida una solicitud en tal sentido hecha a las autoridades eclesiásticas que habían cerrado dicho establecimiento (Cáceres, 1978, p. 104).
Otra iniciativa que comprometió el gobierno de Guardiola en un proceso unionista, es la acuñación de la moneda. Siguiendo de cerca los proyectos de los gobiernos anteriores para asegurar la acuñación de moneda con alto valor intrínseco, incluido el de Morazán referente a la contrata que en 1835 estableció con el gobierno de Joaquín Rivera, Guardiola celebró contrata en noviembre de 1861 con Rafael Ugarte, Enrique Gutiérrez y Marcial Vijil con el fin de acuñar moneda provisional de distintos valores. La falta de normativa en el uso de las distintas monedas que circulaban por entonces obligó también a promulgar un decreto ejecutivo que uniformaba las cotizaciones de las distintas denominaciones (García, 2007, pp. 118-119).
El 23 de mayo de 1862, poco después del asesinato de Guardiola y en el gobierno de Victoriano Castellanos, se emitió una nueva moneda de cobre color rojizo por lo que se le llamó “Coquimba”. Esta moneda a diferencia de las anteriores no tenía como emblema los
65 cinco volcanes representativos de la unión centroamericana sino el escudo de armas del Estado de Honduras (Oquelí, 1989, p. 86). Debe recordarse que el color rojo era relacionado con los llamados “liberales” y “Coquimbo” era la embarcación en la que los seguidores de Morazán partieron de Costa Rica después del asesinato del prócer en 1842.
Al momento de producirse el asesinato de José Santos Guardiola el 11 de enero de 1862, el contexto político de Centroamérica daba leves señales de cambios en dirección al proyecto liberal de Francisco Morazán. En El Salvador se había colocado a la cabeza del gobierno el morazanista Gerardo Barrios, personaje que acompañó al héroe en la goleta Izalco rumbo al exilio en 1840 y a quien el presidente Braulio Carrillo le permitió asilarse en Costa Rica (Zúñiga, 1992, pp. 180-181). Barrios en su momento expresó al presidente hondureño Victoriano Castellanos (Enero-diciembre 1862) que “por la unión centroamericana, romperé en mil pedazos el bastón de El Salvador; y seguiré con el sacrificio de mi vida y de mis intereses”, agregando que quería “morir envuelto en el hermoso pabellón nacional que nos legaron nuestros antepasados y no con el triste pañal que hoy cubre la miseria de las cinco secciones de Centro América” (Oquelí, 1989, p. 92). En julio de 1862 se había firmado un “Convenio sobre la Reorganización Nacional” entre El Salvador, Nicaragua y Honduras, gracias a la diligente labor del unionista Máximo Jerez. Nuevamente Carrera puso manos a la obra y debilitó el convenio influenciando al presidente nicaragüense Tomás Martínez para que retirara su apoyo (Cáceres, 1978, pp. 133-134).
El sucesor de Castellanos, Francisco Montes (diciembre 1862-junio 1863) tomó una posición desafiante contra Carrera, configurando el bloque Honduras-El Salvador en oposición al de Guatemala-Nicaragua, llegando a enfrascarse en una cruenta guerra el año de 1863 que tuvo como resultado la victoria de las tropas aliadas de Carrera y el fin de los gobiernos liberales de Gerardo Barrios y de Francisco Montes. Ante otro fracaso parecía que Centroamérica volvía a estar bajo la égida indiscutible del régimen guatemalteco. Sin embargo, José María Medina daría muestras de querer establecer un precedente en la constitución del Estado-nación en Honduras y en la restauración de la unión centroamericana.
66
En la antesala de la Reforma Liberal: el Gobierno de José María Medina y el sueño de la vía interoceánica 1864-1872
La gestión de José María Medina (¿1826?-1878) comprendió prácticamente desde el año de 1864 hasta 1872, periodo en el cual la memoria de Morazán se fragmentó y desvaneció. Fue un período largo en comparación a otros gobiernos de la época. Esto le permitió a Medina implementar una serie de medidas que en cierta forma anuncian ya la modernización del aparato estatal hondureño y un avance considerable en el proceso de conformación del Estado-nación. Para eso tuvo que sacudirse la influencia del dictador guatemalteco Rafael Carrera, rodeándose de elementos considerados no conservadores (Cáceres, 1978, p. 74). Incluso Gerardo Barrios, declarado enemigo de Medina en 1862, una vez expulsado del poder guardaba esperanzas de que Medina terminara con el gobierno salvadoreño de Francisco Dueñas, ligado a la dictadura de Rafael Carrera (Oquelí, 1989, p. 40 y Cáceres, 1978, p. 179). La muerte de Carrera en 1865 y el ocaso del régimen guatemalteco allanó en sobremanera el camino para que el gobierno hondureño actuara con mayor independencia.
La administración de Medina se propuso una transformación a fondo de los distintos aspectos de la vida económica y política del país. Entre ellos cabe destacar la educación, la recaudación fiscal, la organización político-administrativa del territorio y la infraestructura de comunicaciones. No es de extrañar teniendo en cuenta que Medina era parte de una clase mercantil con participación en negocios de importación de textiles de Europa y de corte de árboles de caoba (León, 1978, pp. 134-135 y Oquelí, 1989, p. 88).
Con una nueva constitución emitida en 1865 y otros decretos ejecutivos, Medina llevó a cabo las siguientes reformas, todas ellas precursoras de la forma actual de organización política-administrativa del Estado y de la Reforma Liberal, y por ende, trascendentales para la conformación de un sentimiento de identidad nacional entre los hondureños: Poder legislativo unicameral (1865); Decreto del Pabellón de la República con dos franjas horizontales de color azul, una blanca en el centro conteniendo cinco estrellas (16 febrero 1866); Escudo de Armas de la República (16 febrero de 1866). Resulta interesante que este escudo fuera casi el mismo del período federal, con la sola diferencia que el gorro frigio
67 colocado sobre el vértice de un volcán era sustituido por un sol (Cáceres, 1978, p. 165); Ley de Enseñanza Primaria (1866) y creación de varios liceos en Trujillo, Tegucigalpa y La Paz (1866-1869); exención del servicio militar a mineros, operadores y otros obreros asociados con esta industria (1866), buscando con ello impulsar la explotación minera, que tenía como uno de los principales obstáculos la carestía de mano de obra; el reconocimiento formal de la independencia de Honduras por parte de la Reina Isabel III de España (1866); alentó a la inmigración extranjera con una ley que incluso contempló permitir la práctica de cultos no católicos a los extranjeros (1866) (Ver Argueta, 1992, p. 10); creación del Departamento de la Mosquitia (1868) y del Departamento de Islas de la Bahía (1872).
Estos territorios estaban recién incorporados a la jurisdicción del Estado de Honduras. Las intenciones del gobierno fueron vigilar de cerca los cortes de madera que se realizaron en el área de la Mosquitia, algo que se asemeja a las intenciones del gobierno morazanista de Honduras de 1835 de ejercer soberanía sobre un territorio tradicionalmente disputado a los ingleses, concediendo a Morazán derechos de explotación de recursos sobre parte del mismo lo que en su momento generó el descontento de los representantes del gobierno británico (García, 2007, p. 125; Cáceres, 1978, p. 169; Escudero, 2007, p. 156; y Morán, 2002, p. 14).
José María Medina también quiso crear un ejército profesional. Por ello organizó un Estado Mayor del que formó parte José Trinidad Cabañas, veterano soldado que peleó al lado de Morazán en el período de la Federación (García, 2007, p. 164). Cabe mencionar que Medina inició su carrera precisamente sirviendo en la guarnición del fuerte de San Fernando de Omoa, durante el gobierno de José Trinidad Cabañas (1852-1855) y después ya como presidente de la república nombró a Cabañas Administrador de Aduanas en Trujillo. Cuando Cabañas falleció en enero de 1871, Medina ordenó “celebración de exequias al cadáver del Benemérito General” (Morán, 2002, pp. 37-38), y así comenzó cierta institucionalización de la vida y obra de Morazán.
Es comprensible que José María Medina formara nuevos departamentos en Honduras en una década donde es visible la tendencia a la centralización estatal en los distintos países centroamericanos. El dictador Carrera, para el caso, había creado ya en la década de 1850 más departamentos en Guatemala para efectuar un mejor control sobre ese territorio
68 (Woodward, 2002, p. 355). En Honduras, sucedió con el gobierno de Medina, en 1869, cuando decreta la creación de los departamentos de Copán, La Paz y El Paraíso, cuyas áreas se separaron de Gracias, Comayagua, Olancho y Tegucigalpa. La enorme extensión de estas viejas jurisdicciones y el hecho de que en todas ellas existieran poderosas élites locales, impedía ejercer un efectivo control estatal (García, 2007, p. 123).
Ese conflicto que existió entre el poder central y los poderes regionales, al que hizo frente Morazán durante los años 1829-1830 en la región de Olancho, surgió con renovado ímpetu durante el gobierno de Medina. En realidad las primeras acciones de los rebeldes olanchanos habían sido efectuadas durante el gobierno liberal de Francisco Montes, especialmente durante los primeros tres meses de 1863. Uno de los principales cabecillas, Cástulo Cruz, atacó a los elementos de este gobierno, calificándolos de “morazanistas”:
“Los coquimbos que en mala hora y para nuestra desgracia se elevaron a los supremos poderes de la República, valiéndose del medio inicuo y vil del asesinato del muy ilustre Capitán General don Santos Guardiola…Los coquimbos siempre fatales a mi patria, como a toda la América Central, se han colocado insensatamente en categoría de opresores a las libertades públicas. Ya les llegó la hora de su castigo, y están perdidos sin remedio...se han olvidado que el pueblo olanchano los venció y que es poderoso para castigarlos” (Sarmiento, 2006, pp. 247-248).
Medina estableció su cuartel principal en Juticalpa. No fue casualidad, pues los hacendados de esa localidad habían ya apoyado con recursos materiales y humanos a los ejércitos del gobierno morazanista de Diego Vigil cuando la rebelión de los años 18291830. Esto demuestra la existencia de posibles vínculos entre la elite de Juticalpa y la de Tegucigalpa. Las sucesivas rebeliones de 1864-1865 y de 1868 que tuvo que sofocar el gobierno de Medina fue el reflejo de las inequidades de una sociedad que se dirigía hacia la economía capitalista y de la violencia ejercida por un poder estatal en conformación. Se hizo mención de la participación de Florencio Xatruch como principal instigador del movimiento, el mismo personaje que estuvo involucrado en las revueltas del período federal. Sin embargo, es notable que por la composición social de los integrantes de las filas rebeldes y las acciones de bandidaje cometidas, es dable suponer la existencia de un marcado conflicto de clases.
69 Seguramente el gobierno de José María Medina es también recordado por la fracasada construcción del ferrocarril interoceánico. La vía interoceánica en Centroamérica fue un largo sueño que se remontaba hasta los tiempos de la dominación colonial, y fue recalcado con fuerza por Morazán en la década de 1830. Fue tema de particular interés para Medina ya que en los años 1867-1870 los Ministros plenipotenciarios de Honduras en Francia e Inglaterra, Víctor Herran y Carlos Gutiérrez, respectivamente, negociaron tres empréstitos que significaron un monto de casi 6 millones de libras esterlinas o poco más de 26 millones de pesos (León, 1978, pp. 80, 109 y 116; y Escudero, 2007, p. 220). Por oscuras operaciones financieras de los banqueros europeos y el no menos deshonesto comportamiento de los representantes del gobierno hondureño, el monto total del dinero no llegó a manos del Estado de Honduras y sólo se construyeron unos 90 kilómetros de una vía férrea que supuestamente cruzaría todo el territorio y conectaría Puerto Cortés con la costa del Pacífico. Todavía en 1875, cuando ya no era presidente constitucional, Medina hacía un llamado para reactivar la empresa del ferrocarril “abandonada y despreciada” por el gobierno de Ponciano Leiva (1874-1876) (Morán, 2002, p.85).
Estas ideas unionistas de José María Medina aun se manifestaron en los primeros años de la década de los 1870, cuando convocó a una conferencia en el puerto salvadoreño de La Unión para el restablecimiento de la unidad centroamericana. Luego de varias pláticas de ambos gobiernos (El Salvador y Honduras), aparentemente los más interesados en este nuevo proyecto centroamericanista, se decidió conveniente la fusión de El Salvador y Honduras. La inestabilidad del sistema político hondureño impidió que se concretara la idea de Medina quien ni siquiera pudo sostenerse en el poder pues fue derrocado en mayo de 1872. Unos años después Medina lanzó estas palabras a los hondureños, en ocasión de su rebelión contra el gobierno de Ponciano Leiva:
“La aspiración unísona por la unión, que se siente en todos los pueblos de la extinguida Nación-Centroamericana, encontrará en mí el más firme apoyo; concurriré con todos los esfuerzos y elementos del país, sin restricción de ningún género, en armonía con los demás gobiernos Centroamericanos, a establecerla de la manera que se crea más adecuada y conveniente. Ser el último soldado de la común patria Centroamericana, será mi mayor gloria” (Morán, 2002, p. 90).
Las intenciones de Medina se confirmaron cuando había dejado el poder. En mayo de 1876 apareció una hoja impresa firmada por “Unos Ciudadanos” con un poema que hace
70 recordar la poesía dedicada a Morazán, pero en esa ocasión enalteciendo la figura de Medina en el que se le compara con renombrados dirigentes liberales, incluido el prócer unionista. Se cita parte de la composición:
“Y al verte en este suelo, soldado venturoso, el pueblo te saluda henchido de emoción; y América contempla, ansiosa, los cuidados, los ínclitos servicios que prestas a la Unión. Por eso es que tu nombre resuena por do quiera al par de los de Barrios (Gerardo), Cabañas, Morazán; y Marte te consagra un lauro inmarscecible que ciñas en tu frente, que premie tanto afán. Cinco años ha que luchas, soldado americano, por darnos una patria de inmenso resplendor; en tanto que la historia prepara allá en sus fastos lugar esclarecido….¡Un nombre al vencedor!” (Morán, 2002, p. 102).
Antes de este escrito y poco después de que Medina derrocara el gobierno de Francisco Dueñas en El Salvador, “Unos Liberales” expresaban su complacencia con el mandato de Medina a quien calificaron de “genio”76. En ese año el régimen tradicional instaurado por Carrera había colapsado ante la ofensiva liberal conducida por Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios. El primero había sido oficial de las tropas de Morazán en Guatemala cuando combatían a las partidas rebeldes de Carrera en la región de la Montaña. Sin embargo, las relaciones entre Medina y el régimen liberal de Guatemala no fueron cordiales desde un inicio. Sólo hasta 1875 habría un verdadero acercamiento con el presidente Justo Rufino Barrios quien al final le retiró el apoyo para dárselo a Marco Aurelio Soto.
A pesar de todo ello “Liberales de Tegucigalpa” se referían a Medina como “digno representante de los fueros de la nación” que había llamado a “que le rodearan los liberales hijos del país, cuya independencia se hallaba amagada”, clara alusión a la situación de El Salvador bajo el mandato de Dueñas. Los elogios al presidente hondureño manifestaban que “precedida de esplendoroso arrebol de gloriosos triunfos, va ya la obra de nacionalidad que el Genio de Honduras, en nuestra época, ha emprendido”. El texto también hace referencia a “la inmortal memoria del General Morazán” que “brillará…por todos los ángulos de Centroamerica”. En las partes finales del texto aseguraban que “Morazán, Barrios, Cabañas y Medina forman la radiante lista de los héroes centroamericanos” y
71 concluían la proclama de la siguiente forma: “esos modelos incomparables de patriotismo (Morazán, Barrios y Cabañas), y al Águila de nuestra época, el General Medina ¡Gloria por siempre! Que tus pasos ¡Oh héroe de la Patria! sean eternamente alumbrados…hasta que pongas la borla de brillantes a tu grande obra, coronando a Centroamérica con la Nacionalidad”77.
A manera de conclusión en este apartado, podemos decir que después del asesinato de Francisco Morazán, acaecido el 15 de septiembre de 1842 en San José, Costa Rica, lo que quedaba de las fuerzas leales al líder político eran unas 206 personas que partieron de Puntarenas en la embarcación “Coquimbo” (Zúñiga, 1992, p. 259). Algunos fueron acogidos en El Salvador. El ascenso al poder del grupo político opositor a Morazán dio lugar a la persecución de sus seguidores en todos los países de la región. En ese momento parecía que las palabras lanzadas por Morazán en el Manifiesto de David de 1841 contra la “aristocracia” de Guatemala se volvían en contra de los morazanistas78.
Pronto el escenario político de Centroamérica se haría sumamente complejo. La división entre liberales y sus opositores, posteriormente llamados “conservadores”, no será tan sencilla de definir en un período plagado de luchas interoligárquicas como parte del doloroso proceso del nacimiento del Estado Nacional. Antiguos enemigos de Morazán se mostrarán defensores del ideal unionista, tal es el caso de Juan Lindo, quien terminó aliándose con el reconocido militante de las antiguas fuerzas morazanistas, José Trinidad Cabañas a finales de la década de los 40 y principios de los 50, dando la impresión, luego desvanecida, de un resurgimiento del liberalismo morazánico. En este mismo período el gobierno de Carrera experimentaba sublevaciones internas de claros tintes liberales en la región de los Altos e irónicamente en las regiones de la Montaña y Verapaz (Woodward, 2002, pp. 268-270), lugares desde donde había iniciado su rebelión de 1837 contra la Federación.
Otros gobernantes hondureños, como José Santos Guardiola y José María Medina, generalmente tildados como “conservadores”, dieron su aporte en la constitución del Estado nacional, acercándose en muchos casos sobre todo el último gobernante, a la visión morazanista de construir una unidad estatal de proporciones regionales. El discurso político de los distintos gobernantes centroamericanos desde el fin de la federación hasta el
72 advenimiento de las reformas liberales, hará referencia constante a la unión de Centroamérica, menos evidente en el caso de Guatemala y Costa Rica, países que se movían “en la dirección de una absoluta soberanía estatal” (Woodward, 2002, p. 257). Lo anterior provocó constantes conflictos con el gobierno de Guatemala, incluso por parte de gobernantes que eran considerados “conservadores” como José María Medina y Juan Lindo.
Frente al auge del capitalismo mundial decimononico, y cuyo efecto más inmediato en la región fue la amenaza de los imperialismos británico y estadounidense en términos de soberanía política, no fueron pocos los dirigentes de la política local que comprendieron la necesidad de una unión de los países centroamericanos. Las incursiones filibusteras de los años 1855-1860 mostraron que los esfuerzos combinados de los centroamericanos podían hacer retroceder a fuerzas extranjeras invasoras con armamento tecnológicamente superior. Los centroamericanos, como dijera Morazán en 1842, estaban dispuestos a acreditar al mundo entero, que si las “grandes naciones” los colocaban “entre la humillación y la guerra, elegirán siempre el último partido aun cuando tengan la certeza de no poder salvar más que el honor” (Santana, 2003, pp. 146-147).
El proyecto de construcción de una vía que habilitara un paso fácil entre los dos océanos, idea de Prospero Herrera ya destacada, no fue olvidado por los posteriores gobernantes de Honduras, todos ellos seguros de que era la clave para alcanzar el progreso y
el
estrechamiento de los lazos de la rudimentaria economía agrícola local con las redes del comercio mundial. El canal interoceánico anunciado por Morazán en su toma de posesión de 1830 como una “obra grandiosa” continuó siendo en los años posteriores el anhelo de muchos gobernantes visionarios.
Asimismo en algunos mandatos, como el de Santos Guardiola, salieron a relucir las contradicciones a las que tuvo que enfrentarse Morazán en su tiempo con respecto a la separación de la Iglesia de los asuntos del Estado. A diferencia de Morazán, los gobiernos posteriores tuvieron cómo importante obstáculo para el fortalecimiento del Estado laico a un clero relativamente débil y poco numeroso, distinto a aquel que tenía su sede en Guatemala (Sierra, 1993, p. 43). El hecho es que el distanciamiento entre la Iglesia y Estado que comenzó en la década de 1830 se mantuvo bien entrado el siglo XIX.
73 En una sociedad que durante casi todo el siglo XIX no logró una diversificación económica considerable (Escudero, 2007, pp.68-69) y, por tanto, compuesta básicamente por labradores y campesinos/ jornaleros del campo dedicados a una agricultura de subsistencia, era casi inevitable para los gobernantes dispuestos a realizar verdaderos cambios no proponer medidas ya consideradas en los años de la Federación. La supuesta ruptura que se da entre el período del proyecto federal y los gobiernos posteriores no fue total. Muchos de los obstáculos experimentados anteriormente y, sobre todo, de los programas oficiales dirigidos a cambiar la situación, en esencia no cambiaron. Un ejemplo de ello, fue la idea de colonizar la costa norte de Honduras, principalmente atrayendo inmigración extranjera de Europa y Estados Unidos. Prevaleció también durante todo el período el establecimiento de empréstitos forzosos para la solución de los problemas financieros.
Las actividades económicas del período no contribuyeron a dotar al Estado de ingresos fiscales regulares y suficientes para sostener el incipiente aparato burocrático (García, 2007, p. 107). Desde las rebeliones de los olanchanos en los años 1829-1830 que debió resolver Morazán con el tratado de las Vueltas del Ocote, pasando por el enfrentamiento de Guardiola con los miembros del clero disgustados por los empréstitos forzosos, hasta llegar a las sublevaciones de los olanchanos de 1865 y 1868, se observa una lucha entre la voluntad centralizadora del naciente Estado hondureño y los intereses de las élites locales configuradas parcialmente en el sistema económico y político de la Colonia. Por tal razón, independientemente del bando político al que se adscribian los gobernantes posteriores a la disolución de la federación tuvieron ante sí la colosal tarea de crear una administración estatal sobre un territorio económica y geográficamente fragmentado, conocido actualmente como República de Honduras.
Ineludiblemente y a despecho tanto de la lírica romántica como del ataque infundado que distorsionan el papel histórico de Morazán, las sociedades centroamericanas se conducían a finales del siglo XIX a convertirse en otra “patria”, delineada por Morazán en su ensayo, “Al Pueblo de Centroamérica” (Manifiesto de David). Una “patria” que no era otra que el Estado Nacional.
74 Tanto el Morazán de la Federación, el de carne y hueso, como el Morazán de bronce de la Reforma Liberal, cumplio un rol decisivo para entender el proceso de construcción del Estado Nacional en Honduras y, menos evidente y reconocido aún, en toda Centroamérica.
75
V.
1876-1942, ANTE LA REFORMA LIBERAL Y EL
CENTENARIO DE SU MUERTE
La Reforma Liberal y el Legado de Morazán (1876-1921) Para fines del siglo XIX, las ideas liberales prevalecieron en la región centroamericana con mayor notoriedad. Gobiernos reformistas emprendieron con entusiasmo la constitución del Estado-Nación y de una economía de agroexportación. En ese marco se consolidó la separación de la Iglesia del Estado; reformas fiscales para mejorar la recaudación de impuestos; institucionalización de la educación laica; fomento a las actividades agrícolas, etc.. El proyecto aparentemente inacabado de la implantación del Estado liberal republicano parece concretarse en gran medida en este período. Muchas de las propuestas e ideas morazanistas son retomadas por parte de los reformadores. Incluso la figura de Morazán es abiertamente reivindicada y colocada en el panteón de héroes patrios creados por los nacientes Estados para reforzar el sentido de identidad nacional.
Después del triunfo del llamado movimiento liberal en Guatemala a mediados de 1871, la élite política creada alrededor del largo mandato de Rafael Carrera, quien murió en 1865, fue desplazada por otro grupo cuyas figuras más destacadas fueron, Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados. Este último había conocido en persona a Francisco Morazán, sirviendo en los ejércitos que combatieron a Rafael Carrera a finales del decenio de 1830. Sin embargo, no fue en lo absoluto simpatizante del prócer. Barrios, en cambio, apoyó a los dirigentes hondureños Ramón Rosa (1848-1893) y Marco Aurelio Soto (1846-1908), decididos morazanistas que instauraron en Honduras un gobierno que siguió de cerca, por lo menos en el plano teórico, el proyecto de transformación iniciado en Guatemala.
Según Ramón Rosa, la tarea fundamental de la revolución de 1871 era completar en lo social y en lo económico, la revolución política encabezada por Morazán (Pérez, 1973, p. 8). En ese sentido el gobierno inaugurado en Amapala el 27 de agosto de 1876 impulsa la conversión de la economía para especializar la producción de la sociedad, vincularla a las
76 redes del comercio mundial y convertirla en una sociedad agroexportadora. Se cifraron grandes esperanzas en el cultivo del café con altos niveles de productividad en los casos guatemalteco y salvadoreño. Los reformadores hondureños promulgaron una legislación dirigida a fomentar este rubro. A inicios de 1880, Soto estaba convencido que en un plazo de dos años la producción de café sería suficiente para pagar la totalidad de importaciones del país (Citado en Pérez, 1973, p. 56).
Varias fueron las propuestas, ideas y proyectos de los reformadores que encajaron con las ideas de Francisco Morazan. Solo para mencionar algunas: a). El principio morazanista de la educación extendida a la mayoría de la población fue recordado por el gobierno de Soto, que en una ocasión calificó a la instrucción como “el alma de las sociedades que revelan, en la esfera de los hechos, las instituciones de los países libres” (citado en Pérez, 1973, p. 28). Esta frase guarda similitud con la dicha por Morazán en su informe al Congreso Federal en 1836 cuando aseguró que la “sencilla educación popular es el alma de las naciones libres” (Citado en Becerra, 1993, p. 95). En el caso de los reformadores de finales del siglo XIX fue evidente la influencia de la filosofía positivista. Eso explica la crítica hecha a la Universidad Nacional de la que “sólo han salido abogados y clérigos”, con lo que se volvía urgente la transformación de la enseñanza universitaria para que fuera “más amplia, más variada y más práctica” (Citado en Pérez, 1973, p. 30). Los principales logros del gobierno de Soto se restringieron a la ampliación de los servicios de la educación primaria y en la regulación de la educación formal con la promulgación de un código de instrucción pública en 1882. No obstante, posteriores gobiernos, especialmente los de Luis Bográn (1883-1891) y Manuel Bonilla (1903-1907) dieron continuidad a esta obra (Herranz, 1993, pp. 191-193).
b). La constitución emitida el 1 de noviembre de 1880 recogió muchos de los preceptos legales de la constitución federal que tanto defendió Morazán: el hábeas corpus, la abolición de la esclavitud, la libertad de cultos, la libertad de imprenta, el libre comercio y la educación laica (Cáceres, 1978, p. 256). Con todo ello, el gobierno de los reformadores colocaba sobre bases más firmes la tarea de modernizar al Estado, un proceso que tuvo otros importantes episodios en el siglo XX.
c). Otro punto en común del programa reformista con el proyecto morazanista fue el tema relacionado con la inmigración. Morazán en su planteamiento sobre el tema en 1830, se
77 refiere a como: “…nuestras leyes llaman al hombre ilustrado e industrioso, sin examinar su origen, ni su religión; el centroamericano lo recibe con sus brazos abiertos, y el Gobierno lo protege” (Citado en Martínez, 1992, p. 103). Se debe aclarar que la apertura a la inversión extranjera no significaba para los intelectuales liberales la entrega total de las riquezas del país. Ramón Rosa lo había explicado al decir que “las naciones latinoamericanas deben abrir de par en par las puertas al extranjero. El elemento extranjero les asegura, en parte, su prosperidad y futura grandezas; pero a esos grandes intereses los Estados latinoamericanos no deben sacrificar la dignidad de su autonomía y su poder” (Citado en Barahona, 1989, p. 45).
d). El unionismo fue otro aspecto de gran relevancia en los gobiernos reformistas de finales del XIX. Empezando con el proyecto de Justo Rufino Barrios, en Guatemala, abortado con su muerte en 1885; luego con los posteriores proyectos que se dieron en los gobiernos de Luís Bográn (1883-1891), Ponciano Leiva (1891-1893) y Policarpo Bonilla (1893-1899) en Honduras. Los esfuerzos de este último fueron especialmente significativos, habiéndose dado el proyecto de la “República Mayor de Centroamérica” entre los años 1895-1898. Sin embargo, la crónica inestabilidad política de los Estados centroamericanos dio al traste con este intento de unión. En la constitución dictada por el gobierno de Bonilla el año 1894, se estableció que Honduras asumía como tarea esencial la reconstrucción del Estado centroamericano, sin objeciones de ninguna naturaleza (Zepeda, 2007, p. 26).
No menos importante fue el interés que anteriormente había mostrado el gobierno de Luis Bográn para hacer renacer la unión de Centroamérica. Entre 1888 y 1889 se llevaron a cabo reuniones entre miembros plenipotenciarios de los distintos países. Entre los primeros avances que se obtuvieron ese año de 1888 estuvo la suscripción de acuerdos para facilitar los trámites consulares de los centroamericanos y la propuesta de construir un sistema de comunicación ferrocarrilero que integrara toda la región para lo que cada país se comprometió de la siguiente forma: •
Costa Rica a construir un ferrocarril que conectara los ferrocarriles de su interior con algún punto de la frontera de Nicaragua, situado en el río San Juan o en algunos de sus afluentes navegables o con la margen meridional del Gran Lago.
•
Honduras a construir un ferrocarril que, partiendo del Golfo de Fonseca, se aproximara o llegara a Tegucigalpa.
78 •
El Salvador a construir un ferrocarril partiendo del Golfo de Fonseca y que se prolongaría hasta la frontera de Guatemala.
•
Guatemala a construir el ferrocarril requerido para enlazar su ferrocarril del Norte con el supuesto ferrocarril de El Salvador que tocaría un punto de la frontera79.
Un editorialista hondureño puso sus esperanzas en que este nuevo empeño de reconstruir “la patria de nuestros mayores” se viera coronado con el triunfo “para que vuelva a flamear en nuestro suelo el estandarte del inmortal Morazán”80.
El gobierno reformista estaba inspirado por el liberalismo de Morazán sólo hasta cierto punto. Los contextos históricos de los reformadores liberales y de Francisco Morazán eran parcialmente distintos. En uno era evidente el avance de las fuerzas económicas puestas en marcha con la Revolución Industrial, en el otro todavía no era visible la nueva configuración del mercado mundial y el papel de los países recientemente independizados en la división internacional del trabajo. El liberalismo de Morazán fue más romántico y el de los reformadores más positivista, más pragmático, pues no solo se verifican cambios en la economía, sino también en el plano de las ideas.
Dentro de ese esquema positivista que impregnaba el pensamiento de los reformadores de finales del siglo XIX, el Estado no sólo está a cargo de mantener el “orden público”, tiene además la extraordinaria tarea de convertirse en agente del desarrollo económico y político ante la falta de una clase empresarial que dirija tal proceso (Molina, 1976, pp. 14-16). Ramón Rosa lo estableció claramente: “debemos aceptar la plena iniciativa del Estado. Esta solución no cuadra con el ideal de la ciencia, pero cuadra con las exigencias de lo practicable y prepara la realización del ideal” (Citado en Pérez, 1973, p. 68). En la Reforma Liberal se intenta crear esa base económica indispensable para la consolidación del Estado-Nación. Pese a las intenciones de los reformadores y las primeras medidas aplicadas para organizar adecuadamente los sistemas de recaudación fiscal, no se logró asegurar una base impositiva importante debido a las exoneraciones concedidas a las compañías extranjeras. Esta situación se mantuvo incluso en los decenios 1920-1940 (Euraque, 1997, pp. 37-38).
79 Para el caso hondureño, la Reforma Liberal tuvo logros que son muy discutibles. No se cumplió el objetivo de conformar una clase nacional de cafetaleros exportadores. El siguiente cuadro muestra los principales productos de exportación para 1892.
Cuadro 3. Tipos y Valores de Exportaciones 1892 Artículos Plata Ganado Bananos Cacao Café Tabaco (Manufacturado) Tabaco crudo Zarzaparrilla Oro Sombreros de paja Otros productos manufacturados Hule de India Madera (Caoba y cedro) Otros productos agrícolas Total
Valor (U.S.$) $732,059 667,339 211,939 91,989 41,393 27,104 22,208 19,883 19,657 16,916 6,930 6,861 6,758 2,762 1,873,798
Fuente: Escudero, Guevara, José (2007). Honduras en el Siglo XIX: su Historia Socioeconómica 18391914. Tegucigalpa: Fondo Editorial UPNFM. p. 210.
Claramente se puede observar que los principales rubros de exportación fueron la plata y el ganado, productos tradicionales en la economía de Honduras, cuya importancia se remonta al mismo período de la colonia. El café apenas significó poco más del 2% del valor total de las exportaciones. El banano que ocupaba un tercer lugar, tuvo su auge desde finales de la década de 1870 en la Costa Norte. Para entonces la producción estaba mayoritariamente en manos de productores nacionales.
Con el tiempo pasaría a control del capital extranjero en su mayor parte y se convertiría en el principal producto de exportación de Honduras. Sin embargo, todavía a finales del siglo XIX la Inversión Extranjera Directa (IED) no había aumentado significativamente (Euraque, 1997, pp. 35-36). El peso de la minería se reflejó en el traslado de la capital a Tegucigalpa, centro poblacional de tradición minera, y en el aumento de su población de cerca de 12,000 habitantes en 1881 a cerca de 24,000 en 1901. Pese a esto el enclave
80 minero no desempeñó un papel significativo en el proceso de formación del Estado (Euraque, 1997, p. 36 y 38).
Para explicar los bajos dividendos reportados por el cultivo del café se han señalado factores de orden geográfico, demográfico (poca densidad poblacional y asentamientos dispersos) e histórico (herencia colonial y particular configuración de élites políticas y económicas) tuvieron que ver con esos resultados. A lo anterior se agrega el efecto de fuerzas externas disgregadoras del poder político nacional, cuya máxima expresión fue el establecimiento del enclave bananero y minero (Torres y Pinto, 1983, p. 22). Según la hipótesis del historiador Darío Euraque, el cultivo del banano en la Costa Norte abrió nuevas oportunidades para las élites cafetaleras de algunas regiones del interior del país que, por tanto, se desplazaron, trasladando también sus inversiones, hacia esa región costera.
Este fenómeno determinó la ausencia de una élite cafetalera de carácter nacional pues incluso los gobernantes liberales que en teoría debieron impulsar el cultivo del café, terminaron asociados a las compañías extranjeras con el fin de disfrutar de los buenos dividendos que reportaba el negocio bananero y el minero, tal sería el caso del grupo político de los Bográn, originarios de Santa Bárbara, pero que terminaron asentados en San Pedro Sula, el principal centro urbano de la Costa Norte (Euraque, 1997, pp. 49 y 72-73.) que pasó a ser el epicentro de las tendencias políticas y económicas “modernizantes” en el país. De acuerdo al mismo autor, en 1911 “las líneas de Zemurray surgieron como la fuerza más prometedora, nueva y modernizante en la región” con lo que el ferrocarril nacional de Cortés, magro resultado del proyecto fallido de la vía interoceánica, perdió alguna importancia en la región (Euraque, 1997, p. 40). El ferrocarril interoceánico había sido rehabilitado en el gobierno de Soto, para lo cual el Estado contrajo nuevos empréstitos que vinieron a aumentar la ya de por si pesada carga de la deuda original del periodo 18671870 (Euraque, 1997, p. 34).
En resumen, las consecuencias de los procesos de Reforma Liberal de finales del siglo XIX variaron para cada uno de los países. En los casos salvadoreño y guatemalteco dio lugar a la consolidación de una clase cafetalera nacional agroexportadora. Esto a su vez condujo a un fortalecimiento de los aparatos estatales y en particular para Guatemala condujo a la instauración del régimen de Estrada Cabrera (1898-1920), calificada como
81 una “larga dictadura de signo liberal que ofrecía, a sangre y fuego, el orden y la seguridad que los intereses internos y externos demandaban” (Torres, 1989, p. 82). En Honduras, las limitantes de la Reforma Liberal fueron motivo para que el Estado continuara mostrando señales de debilidad y para que la guerra interna se convirtiera en el fenómeno constante de su historia política hasta la década de 1930. Nicaragua, con un proceso de Reforma más tardío, sufrió también las consecuencias de un proyecto inacabado de constitución del Estado nacional en lo que fue el episodio de la intervención y ocupación por fuerzas externas a la región.
La representación de la figura de Morazán, y la conmemoración de su primer centenario de nacimiento El Salvador fue uno de los primeros gobiernos de Centroamérica en rendir culto a Francisco Morazán. Este inicia desde que sus restos llegan a ese país en 1849. Durante los días 14-17 de septiembre de 1858, el gobierno de Gerardo Barrios, emparentado con la esposa del General José Trinidad Cabañas, llevó a cabo fastuosas ceremonias para su inhumación en San Salvador. Estas consistieron en una misa, cañonazos a cada hora, el izamiento a media asta del pabellón nacional, una majestuosa procesión encabezada por un carruaje conteniendo las reliquias, como eran ya considerados sus restos, y la inhumación en un mausoleo mandado a construir por Barrios81. De hecho, como lo registra Hector Lindo Fuentes, fue el gobierno de Gerardo Barrios el que por primera vez promueve una imagen nacionalista particular dentro de Centroamérica.
No siempre ha sido positivo el recuerdo o el culto al héroe centroamericano. “Aún después de muerto Morazán estuvo expuesto a las vicisitudes de la política”, según Carlos López Bernal82. Y es que sus enemigos le tenían tanto terror que su odio no se reducía a realizar ataques a su figura. También expusieron el deseo de profanar sus restos. Estos, que eran objeto de grandes homenajes por parte de sus partidarios, debido a las amenazas constantes del gobierno de Rafael Carrera, tuvieron que ser traslados de Sonsonate a Santa Ana, de aquí a Mexicanos y luego a San Salvador. Finalmente en 1863 fueron profanados por lo que se llamó “las huestes clericales de Carrera”83, en una de las tantas guerras de la época
82 que protagonizaron el gobierno salvadoreño y el gobierno guatemalteco. Con este escandaloso acto se ejemplifica cómo, a su modo, los antimorazanistas habían llegado también a considerar a Morazán un personaje simbólico, de proporciones míticas.
Correspondió a El Salvador erigir la primera estatua de Morazán en 1882, gracias a la disposición del presidente Rafael Zaldívar, quien hizo ver la necesidad de “honrar la memoria de aquel esclarecido patriota, inspirándonos en las altísimas ideas y nobles sentimientos de su genio inmortal” y con ello la de afiliarse a “la santa causa que él sostuvo” (Ferro, 1971, p. 170 y Cálix, 2005, p. 26.). Esta estatua es significativa por ser en El Salvador y en toda Centroamérica una de las primeras representaciones dirigidas a perpetuar la memoria de héroes nacionales (López, 2006, p. 2). Finalmente los hermanos salvadoreños honraron la memoria del unionista cambiando en 1887 el nombre del departamento de Gotera, creado en 1875, por el de “Morazán”, que aún se conserva84.
Así Morazán se convirtió en un referente para la nacionalidad en El Salvador, antes que en Honduras, sobre todo cuando los dirigentes salvadoreños no encontraban personajes históricos “puramente salvadoreños” capaces de lograr el consenso nacional, en un contexto histórico marcado por la desconfianza en la idea de nación local y, por el contrario, en la creencia todavía persistente, de la necesidad de una nación centroamericana. Con el tiempo este papel de referente de la nación salvadoreña, fue paulatinamente asignado a la figura de Gerardo Barrios, seguidor de Morazán, a partir de las primeras décadas del siglo XX (López, 2006, p.8).
En Honduras, el gobierno de Marco Aurelio Soto (1876-1883) ordenó elaborar en Europa una estatua del prócer. Esta fue inaugurada oficialmente en el gobierno recién instalado de Luis Bográn, el 30 de noviembre de 1883 y hoy es posible admirarla en el Parque Central de Tegucigalpa. Cuando se inauguró, el señor Jerónimo Zelaya expresó unas emotivas palabras:
“Los enemigos del héroe lo aniquilaron, lo inmolaron ciegos de furor, ignorando que tejían las palmas del martirio, de la apoteosis y de la inmortalidad; y mientras sus oscuros y míseros nombres, sólo merecen la execración y el olvido, el nombre de Morazán, de nuestro mártir, llena los ámbitos de Centroamérica y se une a los nombres gloriosos de otros mártires de la democracia y de la emancipación de la especie
83 humana en nuestra vasta América…” (Citado en Cálix, 2005, p. 47).
El primer centenario del nacimiento de Francisco Morazán se conmemoró durante el gobierno de Ponciano Leiva en octubre de 1892, pese a la inestable situación de su administración que enfrentaba una revuelta civil de tal magnitud que se vio obligado a trasladar la capital de la república a Comayagua. Para esta celebración se organizó un Comité en Tegucigalpa, presidido por Abelardo Zelaya. Varias fueron las actividades que se realizaron: colocación de carteles en los sitios públicos de Comayaguela y Tegucigalpa, el recorrido por las principales calles de la ciudad de un carro alegórico, un pequeño acto al pie de la estatua ecuestre del prócer en el que destacó un discurso de Ramón Rosa y una velada “lírico-literaria” a la que también asistió el principal ideólogo de la Reforma Liberal, Ramón Rosa, cuyo aspecto avejentado indicaba la proximidad de su muerte85.
Para la tarea de reforzar el sentido de identidad nacional no bastaba la edificación de monumentos, la hechura de estatuas y bustos o la realización de ceremonias cívicas públicas. También era necesaria la construcción de un imaginario en la mente de la población fuera de Tegucigalpa, alimentado por una producción historiográfica centrada en la mitificación de algunos personajes históricos que sirvieran de referente a la patria todavía en proceso de formación. Partiendo de una premisa que supone el comienzo de la historia a partir de la independencia y que considera el período colonial de tres siglos como un episodio oscuro y de atraso, aparentemente sin cambios de importancia, se buscó forjar a los héroes de la historia política realizando biografías de los principales actores de la independencia y del período federal. Morazán ocupará un primer plano en ese aspecto.
No es casualidad que Ramón Rosa, ideólogo principal de la Reforma Liberal, haya sido el primer biógrafo oficial de Francisco Morazán ni que este personaje histórico, defensor de la unión, haya sido denominado años después como el “semidios de nuestra historia”86, que bien puede interpretarse también como su significación en la temática de la historiografía hondureña de finales del siglo XIX y principios del XX. Se reconocía a comienzos del decenio de 1940, por parte de Salvador Turcios, intelectual heredero de la Reforma Liberal, a una serie de escritores de cada país centroamericano que habían contribuido a la investigación de la vida del prócer desde finales del siglo XIX. Por
84 Guatemala a Lorenzo Montúfar, Ramón A. Salazar y Joaquín Rodas. Por El Salvador a Rafael Reyes, Francisco Castañeda, Adolfo Pérez Menéndez y N. Viera Altamirano. En Nicaragua a José Gámez, Salvador Mendieta, Pedro Ortiz y Francisco Baca. En Costa Rica a Alejandro Alvarado Quiroz, Vicente Sáenz y Moisés Vincenzi. Finalmente en Honduras a Antonio R. Vallejo, Eduardo Martínez López, Rómulo E. Durón y Ramón Rosa87.
Este mismo intelectual señalaba justamente que el estudio sistemático de Morazán comenzó en el gobierno de Marco A. Soto, “pues anteriormente se hablaba del General Morazán fríamente, cuando no se le deturpaba por efecto del odio de una pasión incontenible; pero llegó el período de la civilización y la justicia comenzó a impartir sus dones inapreciables, honrando gloriosamente la memoria del prócer”88.
Específicamente en Honduras apareció una generación de intelectuales herederos de la visión positivista de la Reforma Liberal, compuesta por personajes como Rómulo E. Durón –considerado como el principal historiador de Honduras durante la primera mitad del siglo XX (Sierra, 2001, p. 43) –Esteban Guardiola, Alberto Membreño, Eduardo Martínez López, Félix Salgado, Luis Landa, Rafael Jerez Alvarado, Salvador Turcios, Jesús Aguilar Paz (autor del primer mapa de Honduras), Pedro Rivas y otros más (Sierra, 2001, p. 64). Este grupo, a excepción de Alberto Membreño quien ya había fallecido para entonces, fundó la Sociedad Hondureña de Geografía e Historia el 4 de noviembre de 1926, organización vital en la producción y difusión del conocimiento histórico y de la construcción del imaginario de nación. Uno de los acuerdos a los que se llegó al momento de su fundación fue el de reeditar la biografía de Francisco Morazán escrita por Eduardo Martínez López (Sierra, 2001, p. 61), catalogada como parte de los primeros estudios biográficos de este tipo.
Esta Sociedad retomó también la publicación de la Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, fundada en 1904 por Esteban Guardiola, importante historiador, biógrafo de Morazán y primer presidente de dicha organización de intelectuales. En la Revista se publicaron estudios sobre varios episodios de la vida de Morazán. Uno de los miembros fundadores de la Sociedad, Salvador Turcios, indicó en 1942, en el contexto de la celebración del centenario de la muerte y cuando ya se habían publicado varios escritos sobre Morazán, la necesidad de profundizar aún más en esa área. Llegó a proponer la
85 instauración de una “Morazanología” como rama de la investigación histórica especializada en su vida y obra. Turcios creía que:
“La “Morazanología debe ser una rama fundamental de los estudios históricos en Honduras, si es que se quiere hacer Patria, según la concepción espiritual de este vocablo; y entendemos que este elevado postulado de la hondureñidad, llegaría a constituir la columna vertebral de nuestra verdadera ciudadanía, ya que sus alcances son tan amplios y tan esenciales, que alcanzarían a formar la conciencia de la personalidad nacional…”89.
Idea de Nación en Centroamérica y el proyecto integracionista de Estados Unidos (1921-1933) Hubo un cambio en la idea de nación que poseía la generación liberal de la Federación y la generación de liberales de finales del siglo XIX y principios del XX. Para los primeros liberales la nación era un concepto más incluyente, donde se podría integrar toda la heterogeneidad étnica que fue excluida durante la época colonial. José Cecilio del Valle (1777-1834), por ejemplo, creía que la “fusión de las razas” era necesaria para la armonía de la nueva sociedad centroamericana (Casaús y García, 2005, pp. 36-37). En cambio, a finales del siglo XIX, al influjo de las ideas positivistas, iba dominando el concepto de “nación civilizada” y racializada que ponía en tela de juicio la capacidad de los no blancos para forjar la civilización moderna. Esto a su vez provocó que la igualdad jurídica alcanzada en la etapa de la independencia, donde se reconoció la ciudadanía de los negros e indios, fuera en algún momento sutilmente negada.
En los primeros decenios del siglo XX, nuevos giros se verifican al interior del pensamiento de los intelectuales centroamericanos en relación a la idea de Nación. Estos conducen a un mayor acercamiento con la idea de nación del período de la Federación. El año 1921 marcó un hito importante en la historia centroamericana, al haberse dado un intento serio para organizar la Unión de los países de la región. Este proyecto era producto de la actividad de una serie de intelectuales guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y, en menor medida, costarricenses, algunos de ellos declarados opositores de la tendencia positivista del liberalismo, antiimperialistas y seguidores de ideas teosóficas orientales (Casaús y García, 2005, pp.265-266). Asimismo, dentro de este grupo de intelectuales
86 existieron muchos que expresaron su admiración por Francisco Morazán, como ser Salvador Mendieta (Nicaragua), Froilan Turcios (Honduras) y Joaquín Rodas (Guatemala).
La nación se conformaba para ellos gracias a la incorporación de mujeres, indígenas y obreros. Elementos como la etnicidad, el idioma y la cultura jugaban un papel importante. Según Darío Euraque, para el caso hondureño este concepto de nación significó la difusión del mestizaje indohispano como supuesta base de la nacionalidad hondureña, hecho que tuvo su testimonio más elocuente en la elección de Lempira en 1926, indígena lenca que luchó contra los españoles en el siglo XVI, como el nombre oficial de la moneda nacional. Ello sucedió en contra de la votación a favor de Morazán (Euraque, 2004, pp. 80-81). El entusiasmo por establecer la etnicidad de la nación hondureña llego a tal punto que se invisibilizó temporalmente la figura de Morazán, colocando en primer plano “lo indígena”, en este caso, Lempira.
Salvador Mendieta (1879-1958), de origen nicaragüense, fue uno de los fundadores del Partido Unionista de Centroamérica (PUCA), creado el 18 de junio de 1899 en Guatemala. Se le conocía como el “Apostol del Unionismo”90. Esta organización política tuvo el objetivo de restaurar la unidad de la región y para ello se trazó como meta la lucha contra el régimen de Estrada Cabrera, considerado como representante del caciquismo o localismo oligárquico. Se dice que Mendieta “prefería entre las figuras del pasado el espíritu de combate de Francisco Morazán, pero sin exaltar demasiado sus gestas militares” (Casaús y García, 2005, pp. 132-133).
Con el tiempo Mendieta se destacaría por su protagonismo en el intento de unión de 1920 y su ferviente oposición a los gobiernos dictatoriales de los decenios de 1930 y 1940. En ocasión del centenario de la muerte de Morazán (1942), Mendieta, fungiendo como rector de la Universidad Central de Managua, intentó conmemorar esa fecha. Una propuesta de unión lanzada por el dictador guatemalteco Jorge Ubico fue rechazada y duramente criticada por el nicaragüense, lo que le costó el máximo cargo directivo de la Universidad (Casaús y García, 2005, p. 140).
Otro de los miembros de esta red de intelectuales centroamericanos, el guatemalteco Joaquín Rodas (1884-1965) fue autor de la obra La Morazánida (1920). Nació y vivió la mayor parte del tiempo en Quetzaltenango, ciudad que había sido capital del Estado de los
87 Altos durante el período federal y donde Morazán encontró las más grandes simpatías en su tiempo. Al igual que Salvador Mendieta, participó en varias asociaciones de intelectuales que promovían el unionismo y que surgieron en los países de la región: “La Regeneración” y “Máximo Jerez” en Tegucigalpa, “Lorenzo Montúfar” en Guatemala, “Partido Constitucional” en El Salvador, y “La Regeneración” organizada por los nicaragüenses. Rodas tuvo una estancia corta en Honduras en 1917, cuando gobernaba Francisco Bertrand.
Con el apoyo de este presidente, Rodas fundó la sociedad unionista “Trinidad Cabañas” y se integró a las reuniones del PUCA como delegado hondureño (Casaús y García, 2005, pp. 143-144). Fue también reconocido por su activo antiimperialismo y apoyo a las nacientes sociedades obreras que le valió el exilio en varios países, teniendo que refugiarse en Costa Rica (Casús y Garcías, 2005, p. 145). Para el centenario de la muerte de Francisco Morazán, Joaquín Rodas desde Quetzaltenango dirigió una nota a Salvador Turcios, publicada en uno de los diarios de mayor circulación del país, donde dijo:
“Ya sabe que nuestra devoción ferviente por el Héroe, es y ha sido inapagable, por lo que aquí organizamos ese ciclo de conferencias…de las que logramos dar seis, siendo interrumpidas las otras. Teníamos también en proyecto una edición extraordinaria dedicada a la conmemoración de ese luctuoso aniversario, pero también fueron frustrados nuestros deseos. Pero con alegría veo que tanto allí como en El Salvador y Nicaragua, los actos acordados son de muy alta significación, y lo que es mejor, México, el gran México, le ha consagrado ya un grandioso monumento. Este hecho llena con creces todas nuestras tristezas y abatimientos presentes” 91.
Rodas debía enfrentar una situación adversa en Guatemala, seguramente a causa de la persecución del gobierno de Jorge Ubico, como puede deducirse de las dificultades que menciona para la conmemoración del Centenario y de los “abatimientos presentes”.
En realidad existe un vínculo entre el concepto de nación étnico-cultural de estos intelectuales denominados “vitalistas” de las primeras décadas del siglo XX con el concepto de nación que tuvieron en su tiempo Morazán y Valle. Para ambas generaciones de pensadores y políticos el factor determinante de la miseria de los indígenas residía en la dominación española. Con esto diferían de las corrientes del liberalismo positivistaracialista que consideraban a los indígenas como una “civilización decadente” desde el momento de la llegada de los españoles, intrínsicamente inferior a la civilización europea,
88 condenados a vivir en el atraso por su sangre genéticamente “inferior” (Casaús y García, 2005, pp. 279-280).
Por otro lado, la idea de unidad centroamericana estuvo sujeta a variaciones, como el panamericanismo, ideología vista con recelo por un sector de esta generación de intelectuales, quienes consideraban que era parte del plan de los Estados Unidos para asegurar su hegemonía sobre los países latinoamericanos, o sea una expresión matizada de la doctrina proclamada por el presidente estadounidense Monroe en 1823: “América para los americanos”. Los Estados Unidos para principios del siglo XX era una potencia cuya hegemonía en Centroamérica se constituía sobre bases firmes a través de la inversión en las plantaciones de banano. Las potencias de Europa, entre las cuales sobresalió Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XIX, no pudieron contrarrestar este posicionamiento de la naciente potencia norteamericana.
El comercio entre Honduras y Estados Unidos aumentó
considerablemente gracias a la cercanía entre los puertos de la costa atlántica hondureña y los puertos estadounidenses del sur (Barahona, 1989, p. 84). Fue el período entre 1908 y 1914 cuando se constató el mayor crecimiento de la inversión privada estadounidense, principalmente en la agricultura y en la construcción de vías férreas (Barahona, 1989, p. 87). Para el decenio de 1920, Honduras se convirtió en una república bananera. El punto culminante de esta transformación en un país casi absolutamente dependiente de la producción bananera sucedió en 1929 cuando las exportaciones del banano significaron el 88% de las exportaciones totales (Barahona, 1989, p. 114).
El interés de Estados Unidos por un proyecto integracionista era notorio desde un punto de vista geoestratégico. Por un lado estaban los intereses recién creados en Panamá, y por otro, buscaban la protección de la economía de enclave en la región, o sea de las inversiones estadounidenses. Esto se lee muy claro en un editorial del periódico El Cronista en 1934, que describe lo siguiente:
“Estados Unidos, nos dijo ayer un personaje político…está interesado en que se realice la unión de Centroamérica, incluyendo a Panamá en la Federación. Considera los Estados Unidos que realizada la unión, habrá paz duradera en estos países, y propenderán hacia un mayor progreso” 92.
89 Este ambiente era lógico ante la situación de Panamá, país donde la intervención de los Estados Unidos era notable por la construcción del canal, y por supuesto que este país venia a incluirse en un proyecto federal planteado por la potencia, pues sus intereses geoestratégicos del momento hacían ver al istmo como una sola unidad, sin considerar las particulares trayectorias históricas de Panamá y el resto de países centroamericanos. Por otra parte, los Estados Unidos tenían gran interés en instaurar mecanismos de solución para los conflictos de la región, cuyo fin último era asegurar las condiciones políticas apropiadas para la expansión del creciente capital privado estadounidense.
Lo anterior explica el hecho de que por iniciativa de personeros del gobierno estadounidense se haya suscrito dos tratados de paz y amistad entre los países centroamericanos los años 1907 y 1923, en la ciudad de Washington. En dichos acuerdos se establecieron las bases para el intervencionismo del gobierno estadounidense en la región, como supuesto mediador en los constantes conflictos políticos y sancionadores de la legitimidad de los gobiernos. No obstante, los Estados Unidos no dudaron en desconocer estos arreglos si así convenía a sus intereses, como lo demostró al provocar la caída del gobierno nicaragüense de José Santos Zelaya (1893-1909), quien había entrado en pláticas con los japoneses para construir el canal interoceánico en Nicaragua (Mejía, 1990, p. 97).
Estados Unidos dio continuidad a las ambiciones imperiales de Inglaterra en el área del río San Juan en Nicaragua, disputada desde antaño por tratarse de una ruta alterna a la de Panamá para unir los dos océanos. El 5 de agosto de 1914 se firmó el tratado BryanChamorro.
Por este Nicaragua “concedía derechos exclusivos y perpetuos para la
construcción, utilización y supervisión de un canal interoceánico a través del río San Juan”. Además le otorgaba a los Estados Unidos, “para facilitar la protección del Canal de Panamá”, en condición de arriendo por un período de 99 años las islas Great Corn y Little Corn en el Mar Caribe, así como la potestad de tener una base naval en la zona del golfo de Fonseca sujeta “exclusivamente a las leyes y soberana autoridad de los Estados Unidos” (Barahona, 1989, p. 13 y Mejía, 1990, p. 39).
El tratado generó varias protestas. Una de ellas fue la de la Sociedad de Abogados de Tegucigalpa, que a través de un dictamen supo explicar la importancia de ejercer soberanía territorial para la consolidación del Estado-nación. De acuerdo a este cuerpo de juristas las perturbaciones “originadas por la renuncia de una parte de la soberanía, alteran
90 sustancialmente la vida del Estado, cambian sus condiciones de existencia, restringen sus medios de desarrollo: en una palabra, el orden garantizado por la Constitución se lesiona profundamente, se perturba la existencia política de la colectividad” (Citado en Mejía, 1990, p. 44). Vieron con preocupación la base naval en el golfo de Fonseca, pues abría la posibilidad de que los Estados Unidos también pretendieran adueñarse “de la vía interoceánica factible por Honduras”. Concluía la Sociedad de Abogados haciendo la siguiente apelación al devenir de la historia para solucionar el problema de soberanía generado con el tratado:
“La Federación Americana es un Poder colosal; Honduras es un país débil: por consiguiente, si no obstante los derechos incontrovertibles de Honduras, los Estados Unidos se empeñan en llevar a la práctica el establecimiento de la base naval, es indudable que podrán hacerlo sin incurrir en más responsabilidad que la censura de los países civilizados: la fuerza ahogará el derecho; pero sobre esa situación de violencia quedará prevaleciendo, de manera indiscutible y clara, el derecho de Honduras; y en el transcurso del tiempo, al través de las evoluciones que producen los diversos intereses en la vida de los pueblos, quizá nuestro país humillado pueda reivindicar algún día sus derechos perdidos y ejercitar de nuevo en toda su plenitud su soberanía sobre las aguas y costas de nuestro mar del Pacífico” (Citado en Mejía, 1990, pp. 80-81).
No bastaron las protestas de la Corte de Justicia Centroamericana, constituida gracias al tratado de paz de 1907, ante la pretensión de construir la base naval. Pronto este órgano judicial cayó en el mayor descrédito por su ineficacia para lograr el cumplimiento del tratado.
A pesar de las variantes que presenta el liberalismo de estas épocas, que puede ser profundamente positivista o profundamente cívico, en cuyo último caso estará influenciado por ideas de otras vertientes del pensamiento, Morazán se convirtió en una figura paradigmática para la intelectualidad y las élites políticas interesadas en inculcar el concepto de Nación en la población. Por eso no resulta raro que un gobierno como el del General Tiburcio Carías (1933-1948), usualmente calificado como “cachureco” o “conservador”, diera impulso a ceremonias cívicas alrededor de la figura de Morazán, hecho todavía más visible en ocasión del centenario de su muerte en 1942. Carías no sólo constituyó un gobierno dictatorial capaz de elevar el grado de unidad del territorio hondureño, aún cuando para tal efecto se emplearan medios coercitivos; también mostró
91 preocupación por imponer una educación cívica necesaria para la cohesión social, esto con la proyección de una particular imagen de nación, supuestamente común a todos los hondureños.
El Gobierno de Tiburcio Carias y las celebraciones del primer centenario de Muerte de Francisco Morazán (1921-1942)
El gobierno de Tiburcio Carías (1933-1949) constituyó un período histórico de gran importancia en el proceso de formación del Estado hondureño. Generalmente se considera que su ascenso significa la solución a la grave crisis económica y política que experimentaba Honduras y el resto de países latinoamericanos como producto de la gran recesión de 1929. El contexto histórico de la época estuvo marcado por las luchas caudillistas en las que muchas veces se tenía más sentido de pertenencia hacia las distintas facciones políticas que existían en la región centroamericana que a las naciones mismas (Barahona, 1989, p. 224). Como dijera un estudioso del período –citando investigaciones más amplias del caudillismo en Latinoamérica –en ese tipo de sociedad “preestatal” la suprema virtud social no era el patriotismo, sino la lealtad hacia el jefe o mejor aún, la forma del patriotismo de esta sociedad se basaba en la fidelidad hacia el grupo y su jefe (Argueta, 2007, p. 256).
La debilidad del gobierno central era evidente al momento de producirse las constantes rebeliones. Sus ya de por sí exiguos ingresos fiscales se gastaban rápidamente en el sostenimiento de tropas encargadas de la defensa. Además se añadía otro obstáculo para la existencia de un Estado nacional con la permanencia de un capital extranjero centrado en la explotación agrícola, que actuaba con gran independencia, llegando a convertirse en un actor social de importancia en la política nacional. Sin contar que por su localización casi exclusiva en la Costa Norte no produjo condiciones apropiadas para la aparición de un mercado interno que condujera a la paulatina reducción de la fragmentación económica y política.
92 En 1931, dos años antes del ascenso de Carías a la presidencia, se habían producido largos y apasionados debates al interior del cuerpo legislativo relacionados precisamente con el régimen concesionario. Algunos diputados en ocasión de discutirse la reforma para establecer mayores impuestos a las compañías bananeras por el uso de las aguas en la irrigación, expusieron el peligro que representaba para la consolidación de las estructuras estatales este sistema de privilegios. El diputado por Choluteca, Felipe Reyes, en forma autocrítica, enfatizó que “las Compañías ya casi constituyen un Estado dentro de otro Estado y que nosotros mismos somos culpables de semejante situación. Hemos contribuido a formar ese poder, concediéndoles más de lo justo por un mal entendido afán proteccionista, y que el Gobierno ha hecho más: ha llegado hasta renunciar de su facultad de legislar, limitándola a la voluntad de los concesionarios…De aquí se origina la dificultad de legislar en Honduras; con frecuencia las leyes son aplicables a los hondureños, pero no a los concesionarios…Eso es lo que repudia la conciencia nacional…” (Citado en Argueta, 2007, pp. 177-178).
El también diputado sureño Abraham Williams dio a conocer un juicio crítico hacia las compañías bananeras, en cierto sentido se distanciaba del discurso tradicional puesto en boga desde el siglo XIX sobre lo indispensable que era la inversión extranjera para que Honduras y los países en su misma situación lograran el progreso, alcanzando con ello el estatus de países civilizados. Williams expuso:
“Nos dice el diputado Izaguirre que allá en la Costa Norte, las Compañías fruteras prestan grandes beneficios a los hondureños. Que nos han acercado a los centros de civilización; que han construido ferrocarriles; que han traído maquinarias; que en el presente año vacunaron más de ocho mil hombres y que, en fin, nos han traído el progreso, gastando muchos miles de dólares. El progreso, señores diputados, no es obra únicamente del capital; es una fuerza humana que tiene que imponerse en todos los países del mundo, haya o no compañías bananeras…Honduras forzosamente hubiera progresado, y, si no, veamos cómo lo han hecho las secciones del Sur, de Occidente y de Oriente, en donde no ha habido Compañías fruteras, y en donde tampoco ha habido funcionarios vendidos al mejor postor. Allá en esas regiones existe el verdadero hondureñismo; allí no está aún minada la moral pública, condición que es muy superior a todo progreso materialista de las ubérrimas regiones del Norte” (Citado en Argueta, 2007, p. 174-175).
Curiosamente, una vez en el poder Carías, el gobierno del dictador se convierte en protector de las compañías bananeras y Abraham Williams ocupó durante la dictadura
93 puestos importantes en la administración gubernamental. Incluso los diplomáticos estadounidenses en territorio hondureño informaban que la United Fruit Co. ejercía un control tan poderoso sobre el gobierno hondureño como “ninguna compañía frutera ejerció nunca” (Citado en Barahona, 2005, p. 104).
A pesar de ello, durante el período de Carías el sistema educativo nacional promovió un fuerte civismo dirigido a inculcar en la población un sentido de nación, muy necesario sobre todo en momentos en los que se vivían constantes tensiones políticas. En realidad, Carías dio continuidad a una labor que ya había comenzado en los gobiernos de Miguel Paz Barahona (1925-1929) y de Vicente Mejía Colindres (1929-1933), que a su vez era parte de un proceso iniciado a finales del siglo XIX, en el cual el Estado hondureño asumía como propia la tarea de moldear el pensamiento de los hondureños a través de un sistema de educación formal.
Los reformadores liberales intentaron crear una instrucción más accesible a las mayorías y distinta en sus contenidos tradicionales, que todavía se encontraban influenciados por la herencia colonial. Esto por supuesto hunde sus raíces directamente en el ideal de la educación popular planteado por Morazán en la primera mitad del siglo XIX. (Zelaya, 2007, pp. 18-19). Los liberales de tiempos más recientes convirtieron el objetivo de transformar la educación en uno de los ejes transversales del programa de reformas, cuyos efectos fueron más visibles en el nivel primario, esto quiere decir en su nivel básico, tal y como se mencionó anteriormente (Zelaya, 2007, p. 24). No obstante lo anterior, al momento de iniciar su gobierno, Carías debió enfrentar una lamentable situación de la educación, evidenciada por el simple hecho de haber en Honduras unos 703,000 analfabetas de un total de 962,000 habitantes, lo que significaba un analfabetismo del 73% (Argueta, 1990, p. 163).
Este pensamiento se refleja en el trabajo del Profesor Rubén Antúnez Castillo, quien en 1930 fue asignado como Director Departamental de Educación en las Islas de la Bahía, territorio apenas incorporado formalmente a la jurisdicción de Honduras en la década de 1860. Según el profesor Antúnez, se le había dado “el encargo especial de fortificar allá los débiles sentimientos de nacionalidad” (Antúnez, 1968, p. 46). Nos preguntamos, ¿Qué hizo este educador hondureño, para que se mencione como un ejemplo del proyecto de educación por fortalecer los sentimientos nacionales? El profesor Antúnez, en
94 conmemoración del natalicio de Morazán, el 3 de octubre de 1930, organizó una excursión con sus alumnos isleños a la ciudad de San Pedro Sula. Con la asistencia de representantes de la municipalidad sampedrana, se preparó una “velada” frente a la estatua del prócer “todo en idioma español” pues como dice el maestro en sus memorias “yo traía a mis maestros y a mis alumnos muy bien preparados” (Antúnez, 1968, p. 46-47). El programa de la velada comprendió la recitación de poesía alusiva a Morazán y otros símbolos patrios, por parte de los alumnos isleños. La actividad del profesor Antúnez fue elogiada por el diario “El Cronista” que consideraba se complementaba con la eficiente cooperación del Gobernador Político de las Islas de la Bahía para que en ese año de 1930 se suprimieran las escuelas privadas isleñas, “que por su labor absolutamente extranjerista venían, desde hacía mucho tiempo, restando prestigios a la Escuela Hondureña” debido a que tales escuelas “eran servidas por ministros religiosos protestantes, metodistas y evangelistas” (Citado en Antúnez, 1968, p. 48).
Un detalle muy efusivo de parte del gobierno de Carías para honrar la memoria del General Morazán, fue en el año del centenario del fusilamiento de Francisco Morazán, en septiembre de 1942. Esta celebración fue acordada desde 1939 por los miembros de la Sociedad de Geografía e Historia (Turcios, 1942, p.1).
El Congreso había emitido un decreto el 27 de febrero de 1941 para la emisión de sellos postales conmemorativos del centenario. El poder ejecutivo a principios de julio del mismo año estableció las especificaciones de los sellos a emitir, con la medida de veintitrés milímetros de largo por veintiséis y medio de ancho (23 mm x 26.5 mm), y la obligatoriedad de que a “todas las cartas particulares, que procedentes del país, se reciban en las Oficinas de Correos para ser expedidas a cualquier lugar de la República o el exterior, hasta el 15 de septiembre de 1942”, se les aplicara un sello conmemorativo del Centenario de la muerte del General Francisco Morazán93.
Considerando que era “un deber del Poder Ejecutivo conmemorar esa fecha”, el presidente decretó duelo nacional los días 14, 15 y 16 de septiembre, durante los cuales debía permanecer izado el pabellón nacional a media asta y cerradas las oficinas públicas94 (Ver anexo, documentos relacionados con el evento). Días antes el Consejo del Distrito Central atendiendo la obligación de “perpetuar en la conciencia cívica del pueblo hondureño el
95 nombre del invicto caudillo centroamericano”, había acordado bautizar con el nombre “Avenida Centenario Morazán” o “Calle Morazán”, según fuera el caso, la vía pública que partiendo del Parque La Concordia, pasaba por el puente Carías, continuaba por la sexta avenida de Comayagüela y culminaba en la carretera que conduce al sur, en el Barrio La Granja95.
Por su parte la asociación “Trabajadores Morazanistas” de Tegucigalpa también dio a conocer públicamente su adhesión a la celebración con una ofrenda floral que se colocaría el día 15 de septiembre en la estatua ecuestre del Parque Central. Esta acción, según los agremiados representa la primera iniciativa de organización “en los fastos del obrerismo” con el sano propósito de rendir culto a Morazán y con la esperanza de que se estimulara en “la clase laborante” el entusiasmo por nobles causas96. Otra de las actividades de esta asociación, esta vez para la celebración del aniversario del nacimiento en el mes de octubre, fue la elaboración de un bajorrelieve en barro del perfil de Morazán, donado a la Cruz Roja Hondureña para que fuera rifado y con ello se agenciase fondos. Los “Trabajadores Morazanistas” también hacían una excitativa a todos los escritores y periódicos del país y Centroamérica para no cejar en la obra patriótica de aplastar a los difamadores de nuestro héroe”97.
Instituciones como el Club de Leones de Tegucigalpa también rindieron su homenaje, inaugurando el 15 de septiembre la Biblioteca Infantil “Francisco Morazán”98. Para el 5 de octubre, el Club de Leones informó que en el corto período de funcionamiento la Biblioteca había atendido 2,980 niños, un promedio diario de 186 lectores diarios y 210 volúmenes consultados por día99.
Las escuelas primarias e institutos de secundaria desfilaron desde El Obelisco hasta la Plaza Central. Varias personalidades políticas hondureñas y salvadoreñas pronunciaron discursos frente a la estatua de Morazán, entre ellas: Marcos Carías Reyes, Secretario Privado del presidente; Arcadio Sandoval en representación del gobierno de El Salvador, que también donó una placa conmemorativa, instalada al pie de la estatua; y el Dr. Antonio Bermúdez como representante de la Federación de Profesionales. Enseguida se ofreció una recepción a los Cuerpos Diplomáticos acreditados en el país. Por la tarde se desarrolló otro desfile, en esta ocasión marcharon los cuerpos militares desde la Plaza La Libertad y culminó en la Plaza Central.
96
Ya en horas de la noche tuvo lugar un concierto fúnebre en esta plaza, ejecutado por la Banda de los Supremos Poderes. Finalmente, hizo su entrada triunfal la antorcha traída desde el campo de La Trinidad por atletas del Cuerpo de Ametralladoras. Según el relato de la nota periodística: “el pueblo entero de ambas ciudades (Comayagüela y Tegucigalpa), se amotinó a uno y otro lado de las calles para presenciar la entrada de los atletas”. Concluye esta fuente diciendo que “con el fuego traído de La Trinidad ha quedado ardiendo la ANFORA SAGRADA, frente a la estatua del más ilustre de los hijos de Centroamérica”100.
La prensa nacional no escatimó espacio alguno para artículos e incluso números enteros dedicados al enaltecimiento de Morazán en el marco de celebración del Centenario que tuvo continuidad con los festejos del aniversario de su nacimiento a inicios de octubre. Se publicaron numerosos editoriales, uno de los cuales hace una analogía entre la vida del prócer y la de Jesucristo. Se reproduce un fragmento de dicha comparación:
“Cristo propulsó la redención del hombre mediante la suavidad de seda de sus profundas parábolas. Morazán propulsó la de Centroamérica mediante la sabiduría de las leyes. Cristo expulsó del templo a los mercaderes que lo infamaban. Morazán expulsó del poder a quienes lo habían prostituido. Cristo tuvo su Domingo de Ramos, en que las multitudes lo aclamaron y reverenciaron. Morazán también lo tuvo y especialmente en San José de Costa Rica, cuando las muchedumbres entusiasmadas lo aclamaron como Libertador y la Asamblea le confirió ese título. Cristo tuvo un discípulo y protegido, Judas, que lo vendió y entregó a sus verdugos. Morazán tuvo a su protegido y hombre de confianza, Pedro Mayorga, que lo traicionó y entregó a quienes lo ultimaron. Cuando Cristo estuvo en la cruz sus victimarios se disputaron su túnica. Cuando Morazán estaba ya a las puertas de la muerte, hubo quien le pidiera cínicamente que le dejara su capa. Cristo murió entre otros crucificados. Morazán sólo tuvo de compañero al Gral. Villaseñor, pero hubiera tenido dos si antes no muere el Ilustre General Saravia. Cristo dijo a Dimas, el bondadoso malhechor redimido por la fe: “hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Morazán dijo a Villaseñor, militar que se redimió de algunos errores cometidos al servicio de Cornejo en El Salvador, cuando suscribió el famoso Pacto de El Jocote y después con su lealtad al Caudillo: “Querido amigo: la posteridad nos hará justicia….”
97 Cristo como ser divino, alentó a su compañero con la visión del Paraíso. Morazán como ser humano, alentó al suyo con la visión y convicción de la justicia que les harían las generaciones del porvenir” 101.
Morazán es considerado el máximo héroe de la nación hondureña, a tal grado que su apología se asemeja a la practicada en los cultos religiosos, en este caso, sin embargo, más próximo a un culto secular que en algún sentido intenta diferenciarse de aquel (por eso la distinción clara entre Cristo como “ser divino” y Morazán como “ser humano”).
Entre las numerosas actividades relativas a esta celebración es de suma importancia mencionar el concurso literario desarrollado en ese año de 1942, que muestra la forma como se va gestando un símbolo de proporciones nacionales, tan frecuentemente tratado por la literatura hondureña de los últimos cincuenta años como para que se le considere uno de los personajes históricos más abordado por poetas y novelistas, los que a su vez han llegado a difundir su popularidad fuera de los estrechos círculos de intelectuales.
El certamen de 1942 fue convocado por Marcos Carías Reyes, Secretario Privado del Presidente Carías. Un día antes del anuncio público del ganador, un diario capitalino informó que se habían presentado 60 concursantes, entre ellos algunos que no eran hondureños, y que entre las obras se encontraron “ensayos sesudos sobre los ideales que sustentó y que llevó a la práctica en sus años de gobierno; análisis meticulosos y justicieros de las circunstancias en que le tocó actuar; acuciosas investigaciones históricas y reproducción de numerosos documentos hasta hoy desconocidos, que esclarecen la genealogía del paladín y muchos acontecimientos de su época; y además, novelas, romances y versos heroicos en que fulgura con resplandores astrales la figura gloriosa del “semidios de nuestra historia”102. Por si lo anterior fuera poco, dos meses antes de las celebraciones se publicó la obra Conociendo la Historia Patria, del reconocido intelectual Salvador Turcios. En este libro se compiló veintisiete de sus artículos referentes a la vida de Morazán.
El ganador resultó ser un trabajo intitulado “El General Francisco Morazán”, firmado con el seudónimo de Inocente Cordero. Otros ensayos premiados fueron: el segundo lugar para “Algunos Datos Fechas y Nombres sobre la Familia Morazán” firmado con el seudónimo
98 Rodrigo de la Vega; tercer lugar a “Ensayo Biográfico de Francisco Morazán”, firmado con el seudónimo de “El Br. Juarros”; el cuarto lugar para el trabajo “Francisco Morazán ante la Historia” firmado con el seudónimo de Juan de la Cruz; y por último la novela histórica “Grandezas y Miserias” suscrito con el seudónimo de Eugenio Lorent obtuvo el quinto lugar103.
No obstante que Morazán fue la figura central de las celebraciones cívicas del mes de septiembre y octubre de 1942, no faltaron quienes propusieran recordar también a otros personajes que durante la Federación o en la segunda mitad del siglo XIX habían probado su lealtad hacia las ideas del unionista. De acuerdo a un editorial de la época “no ha habido quien consagre ni un estudio, ni un párrafo especial a las figuras proceras que actuaron al lado de aquel en la magnífica epopeya” 104. Estas eran, según este editorialista, José Trinidad Cabañas, José Antonio Márquez, Diego y José Antonio Vigil, Remigio Díaz, José María Gutiérrez, Joaquín Rivera, Isidro Menéndez, José Miguel Saravia, José Francisco Barrundia, Pedro Bermúdez, Pedro Molina, Doroteo Vasconcelos, Gerardo Barrios y Vicente Villaseñor. Opinaba que “en Tegucigalpa el mayor número de calles carecen de nombre y bien se pueden bautizar con los de los principales jefes militares u hombres civiles que acompañaron a Morazán”. Así, -continúa la misma fuente –se realizaría una obra de justicia pues se lograría que en “la cuna del Héroe, resuenen siempre a la par del nombre de él los de los más notables de sus subalternos y compañeros”105. Con esta sugerencia se daba por sentado la necesidad de crear todo un firmamento de figuras patrias de relieve centroamericano con base al grupo político en el cual se apoyó Morazán durante la Federación y al que también pertenecieron e impulsaron sus seguidores después de su muerte.
Este recorrido por conmemorar y recordar al héroe de la Federación Centroamericana no solo estuvo representado por actividades si se quiere educativas y diplomáticas; también Carias Andino mostró que en su gobierno había un legado morazanista por medio de otras formas. Carías ordenó que se conmemorara la fecha del fallecimiento de Morazán con “la inauguración de obras útiles a la colectividad”106. Por eso el Consejo Municipal del Distrito Central informó de la inauguración de las siguientes obras en la capital, todo ello en el marco de celebración del centenario: Puente en el Barrio Guanacaste. Se le dio el nombre de “Centenario”; Jardín Dionisio de Herrera; Parque Colón; Calle La Leona; Calle del Nuevo Garaje Nacional; Urbanización de la zona oriental de la ciudad; Carretera de
99 Mateo; Carretera de las Casitas; Puente sobre riachuelo Los Horcones; Puente sobre riachuelo “Tata Manuel”107. Al final del gobierno de Carías, era evidente que el Estado hondureño se conducía a un proceso paulatino de modernización que aún no ha culminado a inicios del siglo XXI. Se había verificado un crecimiento demográfico sorprendente desde el momento en que asumió la presidencia y el momento en que abandonó el poder. La población hondureña alcanzó el millón alrededor de 1940 (Barahona, 2005, p. 122).
Las guerras civiles tan características de las primeras tres décadas del siglo XX parecían cosa del pasado de la vida política nacional. El precio por ese logro fue la imposición de un régimen opresivo que se mantuvo 16 años, apoyado políticamente de manera más o menos unánime por el Partido Nacional. Esto por supuesto, a largo plazo no significó la desaparición del bipartidismo para dar paso al Partido único. La otra institución política tradicional en las siguientes décadas asegurara aún más la vigencia del binomio político particular de la cultura política hondureña en coyunturas históricas marcadas por las tendencias desarrollistas del Estado y la actuación con mayor fuerza de otros sectores sociales conformados por los cambios experimentados en la economía (trabajadores asalariados y clases medias principalmente).
Mucha de la cohesión social lograda en la sociedad hondureña durante el gobierno dictatorial seguramente habría sido envidiada por los reformadores liberales del siglo XIX. Esto ha conducido a más de algún historiador a considerar que “la dictadura de Carías fue la dictadura de la Reforma Liberal hondureña, aparecida con retraso” (Marcos Carías Zapata en Barahona, 2005, p. 134). Por tanto, no es extraño encontrar algunas convergencias entre el ideario liberal y las políticas del gobierno de Carías, una de las cuales contempló precisamente el homenaje a la vida y obra de Francisco Morazán.
Lo interesante de este apartado sobre el proyecto de la Reforma Liberal y el Centenario de la muerte de Morazán es el haber retomado el legado del prócer centroamericano en la agenda de los gobiernos reformistas, y luego cerrar con la agenda de un gobierno dictatorial, que hasta cierto punto pareciera contradictorio. Con ello podemos decir que la figura de Morazán siguió latente en un proyecto de Estado-Nación desde la perspectiva de la educación, de interés comercial y por supuesto, ligado a celebraciones de su nacimiento y muerte. Este elemento en cierta forma provocó un proyecto de institucionalización en torno a la figura morazanista. Lo interesante de todo esto, es como el surgimiento de
100 nuevos actores y su integridad en los proyectos del Estado, mediante la participación política, social y cultural, buscan identificarse en torno a la figura de Morazán. Esta situación igual se reflejó después del primer centenario de su muerte hasta la actualidad.
101
VI. MORAZÁN: REALIDADES, MITOS Y DEBATES, UN LEGADO INTEGRACIONISTA, de 1950 a la actualidad
El pensamiento del general Francisco Morazán está plasmado con grandes trazos en la historia centroamericana. A pesar de las indiferencias y en algunos casos rechazo, su legado esta presente en una agenda integracionista, vinculada al desarrollo comercial en la región, y también a un proyecto de educación. En este documento hemos recorrido por la continuidad del pensamiento morazanista, en algunos casos enaltecido, en otros denigrado. Aun así, puede considerarse que la trascendencia de este hombre en la historia latinoamericana fue su quehacer político en la búsqueda de una real integración de la América Central, integración que, como proyecto o utopía a realizar sigue teniendo actualidad en nuestros días 108. Después de la Dictadura del General Carias, el legado morazanista se refleja en proyectos encaminados a consolidar convenios e instituciones por una integración económica, y reformas educativas e institucionales que en gran medida encaminan a una búsqueda de sentimientos nacionalistas guiados por el pensamiento de Morazán, y por lo tanto es un elemento que fortalece la Identidad Nacional.
El contexto económico de la segunda mitad del siglo XX Dentro de los escenarios históricos, los factores políticos han sido determinantes en las medidas económicas aplicadas, en este caso se ha generado más inestabilidad que estabilidad para la región centroamericana. Ante el agotamiento de la ideología liberal y del modelo de Estado que esta inspiró durante la etapa 1876-1956, se inició un proceso político que reformuló las funciones estatales y dio paso al modelo de Estado desarrollista que predominó en el periodo 1957-1979 (Barahona. 2005. p. 324.). En este sentido, ha tenido lugar una mayor transformación durante las décadas de los sesenta y setenta, así como en los ochenta. Por lo general sistemas democráticos emergieron de regímenes
102 autoritarios. Es importante tener presente que, en este aspecto, la legitimidad política era necesaria a efecto de llevar a cabo las principales medidas de los ajustes económicos 109. En Honduras, después de la Segunda Guerra Mundial se inició un acelerado proceso de diferenciación institucional y expansión del aparato estatal, en el marco de una ampliación del proceso de expansión capitalista del país mas allá de la plantación bananera y de otros renglones controlados ampliamente por el capital extranjero (Posas, 1983. p. 345 -346).
El régimen de Juan Manuel Gálvez (1949-1954) marcó el inicio de este proceso de diferenciación funcional y expansión del aparato estatal, así como también el inicio de una activa participación del Estado en la economía, en la sociedad civil, mas allá de las tradicionales funciones económicas liberales de la construcción de obras de infraestructura, que de todas maneras a partir de entonces experimentaran un vigoroso impulso. Surgió pues, el Estado como promotor de "desarrollo económico" personificándose institucionalmente en un conjunto de nuevos organismos, entre los cuales uno de los primeros y más importantes será el Banco Nacional de Fomento, una suerte de banco de desarrollo, a través del cual el Estado ha de jugar un importante papel en la promoción del capitalismo del agro y en la creación de núcleos burgueses agrarios diferentes de la burguesía bananera (Posas, 1983. p. 346-347).
La modernización institucional que inicia el régimen de Gálvez
continúa casi
ininterrumpidamente. Esto responde a las presiones internacionales en contra de los movimientos sociales, y
acorde con los intereses de las grandes corporaciones
multinacionales. Ello no solo afecta a los sectores como la salud, la educación, sino tambien el ejército, finanzas y la planificación económica. En efecto, un importante sector en que son evidentes las presiones internacionales ya en su conformación como en su funcionamiento, es precisamente en el de la planificación económica. Los orígenes del primer organismo de planificación económica del país, el Consejo Nacional de Economía, están estrechamente ligados a las recomendaciones del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, importante agencia financiera internacional. Mas tarde, el desarrollo de la planificación capitalista recibirá un notable impulso de la Alianza para el Progreso y de los organismos internacionales bajo hegemonía norteamericana (Posas. 1983, pp. 346-347).
103 Durante el mismo periodo, algunos actores sociales reaccionaron ante la intervención mancomunada de las compañías bananeras y los Estados Unidos en la política interna de Honduras, elaborando un pensamiento antiimperialista que proclamó la defensa de la soberanía nacional y cuestionó la conducta de las empresas bananeras. A ello se sumaron las demandas laborales de los trabajadores de las plantaciones bananeras de la Costa Norte, que desde las primeras décadas del siglo mantuvieron una continua disputa con sus patronos para mejorar sus condiciones de vida y representaron un estimulo al despertar de las luchas campesinas por la tierra después de 1954 (Barahona, 2005. p 324).
Al caer el régimen cuasidictatorial de Julio Lozano Díaz, de gran agitación social, y que precede al reformismo villedista, el Estado asume importantes funciones en la reproducción de la fuerza de trabajo, que se expresan funcionalmente (INVA, PANI), así como en la creación de una fuente segura de energía eléctrica barata y abundante para proveer al desarrollo capitalista industrial del país (ENEE).
Nuevas instituciones autónomas de este último género se agregan al aparato estatal durante el régimen reformista del socialdemócrata Villeda Morales: El Ferrocarril Nacional, el SANAA. Igualmente, durante el reformismo villedista la cuestión social adquiere plena sistematización institucional: La JNBS, el IHSS. La cuestión agraria, que surge como verdadero problema social hacia finales de la década del 50 conduce a la creación del INA cuya fundación precede a la creación de la ley de reforma agraria emitida por el fondo social de la Alianza para el Progreso y de una agudización de la lucha de clases en el campo hondureño (Posas, 1983. pp. 346-347).
Durante el reformismo militar liderado por López Arellano y en su fase de desgaste por Melgar Castro (1974-1978), el Estado vuelve a verse sometido a un vigoroso proceso de diferenciación institucional y de ampliación de su intervención en el ámbito de la sociedad civil. Institucionalmente, ello se concreta con la creación de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (COHDEFOR), la Corporación Nacional de Inversiones (CONADI), la Corporación Hondureña del Banano (COHBANA), la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones (HONDUTEL), La Financiera Nacional de la Vivienda (FINAVI), el Instituto Hondureño de Mercadeo Agrícola (IHMA), etc., así como en algunas empresas productivas mixtas (Forestal Industrial de Agua Fría, la Azucarera Cantarranas y la Corporación Industrial Forestal de Olancho) (Posas, 1983, pp. 348-349). Mediante este
104 conjunto de instituciones estatales, el Estado pasa a desempeñar un importante papel como promotor de "desarrollo económico y social" como rezan los informes oficiales, tratando notablemente de sostener su estructura institucional y procurando expandir el ámbito de su intervención en la sociedad civil.
El resultado principal de la orientación del Estado hacia políticas de carácter desarrollista, fue el establecimiento de condiciones propicias para estimular el despegue de la industria nacional, que incrementó sus indicadores, impulsada por generosos estímulos al capital extranjero y la absorción de los costos de electrificación por parte del Estado. El inicio del Mercado Común Centroamericano, en 1960, favoreció en cierta medida el crecimiento industrial de Honduras y apoyó la diversificación de su economía. A pesar de sus debilidades, la industrialización contribuyó a fortalecer a un sector empresarial vinculado a la manufactura, el comercio y las finanzas, potenciando además el protagonismo político de la clase obrera y campesina. En el extremo opuesto, la estructura agraria se mantuvo a salvo de los cambios inducidos por el Estado en la economía, por lo menos hasta fines de 1972 (Barahona. 2005. p. 325.).
La década comprendida entre 1980 y 1990 constituyó una etapa de transición, tanto para la política como para la economía. La transición representó un estimulo para la disolución de la política económica del Estado desarrollista, que se concretó en el abandono parcial de las responsabilidades económicas y sociales que este había asumido desde el decreto de la Constitución de 1957. La etapa de transición culminó a fines de la década de 1980, dándole salida a la crisis regional centroamericana mediante una solución política negociada que creó un nuevo contexto político en el Istmo, una de cuyas consecuencias en Honduras fue la disminución del peso político del militarismo y el aumento de la capacidad de decisión del poder civil y de su iniciativa para profundizar la reorientación del Estado (Barahona. 2005. p. 327).
La década de 1990 dio inicio a una etapa de cambios que condujo a la instauración de políticas neoliberales para modernizar el Estado y la economía, provocando reacciones alrededor de las cuales se reorganizó la sociedad civil hondureña. La interpretación de los efectos derivados de tales políticas, así como de los procesos que permitieron la articulación de la sociedad civil, constituyó la principal orientación para caracterizar lo esencial de la historia nacional en la última década del siglo XX (Barahona, 2005. p. 328.).
105
Centroamérica entonces, ha pasado desde condiciones relativamente estables durante los años sesenta, a la creación del problema de la deuda en los setenta, a los escenarios dominados por la recesión e inflación en los ochenta, para finalmente arribar a las condiciones actuales de principios del siglo XXI. En la actualidad, lo fundamental se centra en la continuidad de la aplicación de los planes de ajuste estructural, a la vez que se ha generado ya cierto crecimiento económico en varios países. Es importante subrayar que las variables sociales han tenido un significativo retroceso en la región. Por lo tanto, aún cuando los países Centroamericanos han podido experimentar algún tipo de estabilidad actual, los índices de pobreza y de marginalidad sociales para importantes sectores de la población continúan siendo prioritarios desafíos por enfrentar110.
Los países del Mercado Común Centroamericano experimentaron un rápido crecimiento industrial durante los sesenta, principalmente El Salvador y Guatemala. Se obtuvo un crecimiento de 8.5 por ciento anual comparado con el 6.7 por ciento que la región tuvo en la década mencionada. Esta rápida expansión fue reforzada por el crecimiento de las exportaciones agrícolas, la formación del mercado común y el incremento del comercio intrarregional. En los setenta, no obstante, el proceso perdió impulso y la tasa de crecimiento cayó a niveles inferiores a los del promedio de la región latinoamericana. El descenso se debió en parte a las interrupciones en el proceso de integración debido a conflictos fronterizos que tuvieron su máxima expresión con la guerra entre Honduras y El Salvador en 1969, lo que obstaculizó el comercio entre estas dos naciones por el resto de los setenta111.
Es necesario subrayar que la crisis que comenzó a principios de los setenta estableció un período particularmente complejo en las economías de la región que requirió la aplicación de ajustes macroeconómicos. La mayoría de los países se vio forzada a llevar a cabo dichos ajustes con el propósito de crear mayor estabilidad macroeconómica, lo que a su vez permitiría una mejor inserción en el mercado internacional y un crecimiento económico sostenible. Los cambios del ajuste hicieron énfasis en la política económica, en los compromisos de los gobiernos a mantener la continuidad de los programas de reforma y al hecho de que muchos de los cambios en varias naciones dependieron al final de la mejora en las condiciones económicas internacionales 112.
106
Cuadro 4. Estructura porcentual del PIB de Honduras, 1950-1979 Sector económico
Décadas y porcentajes 1950-59
1960-69
1970-79
Agricultura
49
36
31
Industria Comercio Servicios Bienes Inmuebles Transporte/Comunicaci ó Construcción Gobierno y Defensa Minería Bancos, seguros, etc. Electricidad, gas y agua
11 12 6 7 6 5 3 2 1 0
12 13 12 7 7 4 4 2 2 1
15 13 11 7 7 5 4 2 4 1
FUENTE: Euraque. Darío A., “Los recursos económicos del Estado Hondureño 1830-1970”. En Arturo Taracena, Identidades nacionales y Estado moderno en Centroamérica. FLACSO: San José, 1995, Ibid. p. 141.
El proyecto de Integración Económica después de la década de 1950 En el caso del proyecto de integración económica para Centroamérica que se sigue después de mediados del siglo XX, esta relacionado con la creación de instituciones o bloques económicos que en cierta forma son exigencias del nuevo escenario de la economía mundial. En esta línea se crea la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), en el marco de una reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de Centroamérica, el 14 de octubre de 1951, en la Ciudad de San Salvador, El Salvador. En esta reunión se firma el documento conocido como La Carta de San Salvador el cual dio origen a la ODECA. Su primer secretario general fue el salvadoreño J. Guillermo Trabanino habiendo sido instalada su sede en la ciudad de San Salvador y siendo ratificada en 1956 113.
107 El papel de la ODECA durante la década siguiente fue muy importante en el proceso integracionista centroamericano, ya que se logró que se sometieran a discusión en las distintas sociedades y círculos gubernamentales de la región, temas torales como: la unificación de las señales de tránsito, los procesos aduanales, las políticas culturales y del Convenio sobre el Régimen de Industrias Centroamericanas de Integración, el Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica Centroamericana (Tegucigalpa 1958), antecedentes directos del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, suscrito en Managua, el 13 de diciembre de 1960.
Pese a estos avances y del marco que les otorgaba la carta constitutiva y los tratados de la ODECA, entre 1951 y 1957, El Salvador y Guatemala suscribieron convenios y tratados bilaterales de pago, de libre comercio y ventajas aduaneras con Nicaragua, Honduras y Costa Rica, por lo que surgió la duda sobre la idea de la integración regional. Para superar estas dudas los Estados centroamericanos suscriben otro tratado el 12 de diciembre de 1962 al cual también se le conoce como Carta de San Salvador aunque fue firmado en ciudad de Panamá114.
A pesar de los logros de este convenio, como el surgimiento del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y la integración de Panamá como Estado miembro de la ODECA, las relaciones políticas afectaron las buenas intenciones de algunos países; la guerra entre Honduras y El Salvador conocida también como “La Guerra de las Cien Horas”, motivada por conflictos de orden social como es el caso de los inmigrantes salvadoreños en Honduras y su impacto en las exportaciones de este ultimo país115, desestabilizó parte del proyecto que hasta este momento había avanzado un buen trecho.
Otro factor que coadyuvó a la creciente tensión entre las dos repúblicas fue el hecho de que determinadas áreas de la frontera terrestre común eran reclamadas por ambas naciones, hecho agravado por la no definición de la línea divisoria en los llamados “bolsones”. A los aspectos demográficos del conflicto bélico, y la indefinición fronteriza, debe agregarse el hecho de que ambos países contaran con un desigual desarrollo económico. El Salvador poseía una base industrial más desarrollada que Honduras, y un comercio bilateral favorable a su balanza de pagos, hecho visible desde la firma del tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica (1958).
108 En este mismo año, el Estado hondureño concluía que el Mercado Común Centroamericano le había asignado el papel de exportador de alimentos y maderas, importando manufacturas de sus vecinos, y su balanza de pagos era cada año más deficitaria. La ruptura de las relaciones diplomáticas, la deportación de miles de salvadoreños de territorio hondureño y las hostilidades bélicas dañó las relaciones entre ambos países durante varios años. Esta situación dejo al país sin participación en los procesos integracionistas, hasta cuatro años después cuando se reintegra nuevamente al proceso con la condición de crear una comisión para elaborar un nuevo tratado económico y social centroamericano.
En 1980, y bajo los auspicios del mediador peruano José Bustamante y Rivero, se firmó un tratado de paz en virtud del cual ambos contendientes se comprometieron a negociar diversos puntos sujetos a controversia, incluyendo el fronterizo, tanto terrestre como marítimo. El Mercado Común Centroamericano debió ser revisado a raíz de la retirada de Honduras del mismo, siendo sustituido por tratados bilaterales de tipo comercial.
En el marco de la XI Reunión Cumbre de Presidentes Centroamericanos, realizada en Tegucigalpa, el 13 de diciembre de 1991, se firmó el Protocolo de Tegucigalpa, que reformó la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) de 1962, y que dio origen al Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), como un nuevo marco jurídico-político para todos los niveles y ámbitos de la Integración Centroamericana, tales como los aspectos económicos, sociales, culturales, políticos y ecológicos que permitieran visualizar un desarrollo integral para la región. La Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SG-SICA), se crea con la suscripción del Protocolo de Tegucigalpa y entra en funcionamiento el 1° de febrero de 1993 con su sede principal ubicada en San Salvador116.
El pensamiento morazánico en el proceso de integración centroamericano se encuentra implícito en los propósitos y principios del SICA, siendo algunos de ellos: Propósitos: Lograr un sistema regional de bienestar y justicia económica y social para los pueblos Centroamericanos; alcanzar una unión económica y fortalecer el Sistema financiero Centroamericano; fortalecer la región como bloque económico para insertarlo exitosamente en la economía internacional; reafirmar y consolidar la autodeterminación de Centroamérica en sus relaciones externas, mediante una estrategia única que fortalezca y amplíe la participación de la región, en su conjunto, en el ámbito internacional; conformar
109 el Sistema de la Integración Centroamericana sustentado en un ordenamiento institucional y jurídico, y fundamentado asimismo en el respeto mutuo entre los Estados miembros…117. Los Principios: La tutela, respeto y promoción de los Derechos Humanos constituyen la base fundamental del Sistema de la Integración Centroamericana; la identidad Centroamericana como manifestación activa de los intereses regionales y de la voluntad de participar en la consolidación de la integración de la Región; la solidaridad Centroamericana como expresión de su profunda interdependencia, origen y destino común; la globalidad del proceso de integración y la participación democrática, en el mismo, de todos los sectores sociales…118.
Un año antes de la conmemoración del bicentenario de nacimiento de Francisco Morazán (1992), se firmó el Protocolo de Tegucigalpa. Este documento fue el punto de partida para la creación de varios compromisos integracionistas119, entre ellos : a) El Tratado General de Integración Económica Centroamericana (1993) constituyendo para ello el Subsistema de Integración Económica, cuyo órgano técnico y administrativo es la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), que tiene su sede en Guatemala. b) Tratado de Integración Social (1995), que comprende el área social del SICA. Fue constituido para impulsar la coordinación, armonización y convergencia de las políticas sociales entre sí y con las demás políticas de los Estados miembros. c) Tratado
Marco
de
Seguridad
Democrática
en
Centroamérica.
El Tratado Marco de Seguridad Democrática fue suscrito en San Pedro Sula, el 15 de diciembre de 1995. Dicho instrumento instituyó el Modelo Centroamericano de Seguridad Democrática, el cual se basa en la democracia y el fortalecimiento de sus instituciones y el Estado de Derecho; en la existencia de gobiernos electos por sufragio universal, libre y secreto y en el irrestricto respeto de todos los derechos humanos en los Estados Centroamericanos.
La creación de instituciones educativas y culturales, como elemento que fortalece el discurso Morazanista Es curioso como en la agenda del Estado esta presente una gran continuidad
del
pensamiento de Morazán. El gobierno de Juan Manuel Gálvez (1949-1954) no escapó a
110 ello. En su gobierno se honra a mucho del pensamiento del prócer centroamericano. En lo referente a organizaciones profesionales se puede mencionar que lo más representativo de la herencia del pensamiento y filosofía Morazanísta fue, la creación del Instituto Morazánico el 02 de febrero de 1952120. Esta forma de representar el ideario de Morazán, exigen la construcción de políticas y programas que conlleven a la construcción de un imaginario entorno a la figura de Morazán, elemento que coadyuva a fortalecer la identidad nacional desde la figura del prócer centroamericano.
Dos años más tarde mediante decretos 68 y 69 del Congreso Nacional se declara a la Casa Morazán como monumento nacional, el 09 de febrero de 1954, aunque son publicados en La Gaceta hasta el 14 de noviembre de 1956 cuando el poder del Estado de Honduras lo ejercía una Junta de Gobierno Militar conformada por el General Roque J. Rodríguez, comandante de Infantería; el coronel Héctor Caraccioli, jefe de la Fuerza Aérea Hondureña y el mayor e ingeniero Roberto Gálvez Bárnes. Este edificio es en el que hoy se instalara el proyecto Casa de Morazán.
Para fines de esta década las reformas se encaminaron a la educación media. El impulsor fue Manuel Antonio Santos, desde la Dirección General de Educación Media; se introdujo un ciclo de cultura general y un ciclo diversificado, se elaboraron planes y programas mucho más modernos y se emitieron nuevas leyes para el funcionamiento de los respectivos planteles. Como punto principal de esta reforma figuró la creación de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán, bajo la asesoría del educador venezolano Luís Beltrán Prieto, representante de la UNESCO.
La responsabilidad de dirigir el proyecto de la Escuela Superior quedó en manos del Estado, pero con el apoyo de un Contrato de Asistencia Técnica con el Consorcio de Universidades de La Florida, organismo que asumía la responsabilidad de dirigir la reforma de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán y de la enseñanza media, así como establecer un sistema de selección de personal docente y estudiantes en ambos niveles (Ibid, p 174- 175). La creación de esta institución fue paralela a la implementación de la Cátedra Morazánica por el Ministerio de Educación, el 08 de marzo de 1968 (Alvarado. s/f. p 2).
111 Los fundamentos históricos de la Escuela Morazánica están orientados hacia la construcción de un Estado moderno y democrático, a consolidar la independencia, sentar las bases del desarrollo económico y elevar la condición de vida de los pueblos. Dentro del mismo, la educación tuvo un lugar preponderante y decisivo en la formación del ciudadano y la transformación social. Morazán, que tuvo de la educación la más alta consideración, afirmaba que «sin ella no habrá buenas costumbres, no habrá igualdad ni en las personas, ni en los intereses ni en los bienes...». Consecuente con sus ideas, Morazán sentó las bases de la instrucción pública y formuló con visión certera la idea de la educación popular con un sentido histórico admirable121.
Para desarrollar el programa oficial de la “Cátedra Morazánica”, se tomó como base el ensayo “Perfiles heroicos” del profesor Nestor Enrique Alvarado, que ganó el primer lugar en un concurso sobre la vida y obra del General Francisco Morazan, organizado por la Universidad Nacional Autonoma de Honduras, en 1965122. Para mayor conocimiento detallamos lo siguiente:
Creación de la Catedra Morazanica:
SECRETARIA DE ESTADO en el Despacho de Educación Pública Republica de Honduras, C. A. ACUERDO N° 1010 EP Comayagüela, D. C., 8 de Marzo de 1968.— CONSIDERANDO: que los establecimientos de enseñanza tienen la obligación de informar a la niñez y juventud del país sobre los diferentes aspectos de la vida y la obra del eximio General Francisco Morazán, con el objeto de que conozcan integralmente sus grandes esfuerzos por la unión centroamericana y por la vigencia de la democracia, conocimiento que se estima necesario para formar en las nuevas ,generaciones el mas ferviente culto morazánico; POR TANTO, EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ACUERDA: Art. 19 Instituir en las escuelas del nivel primario y medio de la Republica la cátedra Morazánica, la que formaría parte del programa de los sábados cívicos. Art. 29 Se adopta para la cátedra morazánica el siguiente programa: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.
Biografía del Gral. Francisco Morazán; Biografía de dona Josefa Lastiri de Morazán; Los hijos del Gral. Morazán; La Federación de Centro América; La Revolución democrática del Gral. Morazán; El Gral. Morazán y el desarrollo de Centro América; El Gral, Morazán y la educación; Las memorias del Gral. Morazán; El Manifiesto de David;
112 10. E1 Testamento del Gral. Morazán; 11. Los compañeros del Gral. Morazán en la lucha por la. Unión Centroamericana; 12. Los seguidores del Gral. Morazán después de su muerte; 13. Otros aspectos.
BIBLIOGRAFIA: Jiménez Solís, Jorge: López Pineda, Julián: Martínez, López E.: Montes, Arturo H.: Montúfar, Lorenzo: Morazán, Francisco: Rodas M. Joaquín: Rodríguez, Manuel F.: Turcios, Salvador R.: Zúñiga Huete, Ángel: americana.
Francisco Morazán, Su Vida y Su Obra. Biografía del Gral. Morazán. Biografía del Gral. Francisco Morazán. Morazán y la Federación Centroamericana. Gral. Francisco Morazán. Memorias. Morazánida. El Centenario Negro. Conociendo la Historia Patria. Morazán, un representativo de la democracia
Articulo 3.--Las direcciones Generales de Educación Primaria, de Educación Media, de Educación Vocacional, de Educación Artística y Extensión Cultural y de Alfabetización y Educación de Adultos, quedan encargados de dictar las medidas pertinentes para aplicar el presente Acuerdo en los establecimientos de enseñanza de su dependencia. COMUNIQUESE. (f) LOPEZ ARELLANO. El Secretario de Estado en el Despacho de Educación Pública. f) RAFAEL BARDALES B 123."
En este sentido las políticas reformistas en torno a la educación se conectan con las habidas en las planteadas por los reformadores de 1876, y por ende con las ideas planteadas por Morazán. Las manifestaciones más claras se dan con la conversión de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán a la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán en 1989. Esta acción fue parte del escenario de celebración del bicentenario del nacimiento del General Morazán, y el intento de un nuevo proyecto educativo llevado a cabo por el ex Presidente, Carlos Roberto Reina (1994-1998).
Este nuevo plan de educación fue llamado Escuela Morazánica, basándose en la Plataforma Programática de la Revolución Moral, contenía un conjunto de planteamientos sobre el modelo de sociedad que se propone construir con el concurso de todos los hondureños; los mismos servirían de fundamento a la construcción del nuevo modelo educativo nacional. Suponía planteamientos tales como: una sociedad económicamente
113 justa, la necesidad de un Proyecto Histórico; fortalecer la sociedad civil; la importancia de lo ético en la nueva sociedad hondureña; pluralismo y convergencia; Revolución moral, sociedad y educación 124, entre otros.
A raíz de la creación de la Cátedra Morazánica por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, la Conmemoración del Bicentenario del Nacimiento de Morazán y años después por iniciativa del Presidente Carlos Roberto Reina (1994-1998), la imagen del prócer fue elevada a un perfil más alto al procurar establecer una enseñanza basada en la filosofía e ideales morazanistas. Esta estrategia, que la conocemos como Escuela Morazánica, ha generado una serie de estudios sobre el pensamiento de Francisco Morazán. Parte de esta iniciativa se ve reflejada en la siguiente lista:
1. 2.
3. 4.
Ramos, Víctor Manuel. Poesía para Morazán. 1ra. edición. Tegucigalpa: Editorial UPNFM, 1992. Becerra, Longino. Morazán Revolucionario, el liberalismo como negación del iluminismo. 1ra. edición. Tegucigalpa: Litografía López, 1992. Becerra, Longino. Ideas Pedagógicas de Morazán, vigencia de la educación popular. 1ra. edición. Tegucigalpa: Litografía López, 1993. Santana, Adalberto. El Pensamiento de Francisco Morazán. 3ra. edición. Tegucigalpa: Editorial UPNFM. 2003.
Por ultimo, cabe resaltar la cantidad nada desdeñable de instituciones y centros educativos en todos lo niveles que llevan el nombre de Francisco Morazán o que procuran seguir su filosofía en la actualidad. Solo en lo referente a centros educativos de los niveles parvulario, escolar, media y educación básica, hay un aproximado de 411 centros en todo el país 125, con su nombre, lo que equivale prácticamente a un centro educativo con el nombre de Morazán en todos lo municipios de Honduras. Como vemos, el “legado Morazanico” en Honduras está reflejado en las políticas de la Educación de una manera permanente.
Los Movimientos Sociales y el discurso Morazanista Según la interpretación de Francesca Randazzo sobre el imaginario Morazanico, el regreso a la vida de Morazán como uno más entre nosotros coincide con ciertos acontecimientos
114 históricos de gran relevancia en el imaginario nacional; el primero es la entrada del proletariado a la escena pública en 1954 con la huelga bananera que se extenderá a otros rubros englobando alrededor de 40,000 trabajadores y llegando a paralizar el país durante 69 días; el segundo es la institucionalización del ejército después de un continuismo político manifiesto desde la llegada al poder de Carías en 1933126. Para Randazzo, la entrada del proletariado en la escena pública como la eminente profesionalización del ejército a mediados del siglo XX marcan profundamente el imaginario de lucha127.
En cuanto a la tendencia revolucionaria se refiere, para la década de 1970, los llamados movimientos sociales reclaman un espacio de participación en las débiles democracias centroamericanas. El Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanistas de Honduras (PRTC-H), nace en 1977. Sus primeros miembros querían emular a los unionistas de la década de 1920 (Rodríguez, 2005, p. 165). Como se sabe los intelectuales de esa época dieron vida a un importante proyecto de unión, y algunas de sus principales figuras se declararon herederos del legado Morazanista. En años más recientes el PRTC-H también se proclamó seguidor de las ideas Morazanistas, sin embargo en un contexto histórico distinto, cuando en el campo de las ideas políticas influía claramente el marxismo. El PRTC tuvo secciones en Costa Rica, Guatemala, El Salvador y Honduras. Tuvo cercanas relaciones con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), organización política que tiene sus raíces históricas en el movimiento iniciado por Augusto César Sandino (1895-1934), líder de los nicaragüenses que en la década de 1920 combatieron a los soldados estadounidenses asentados en su territorio, y también miembro de la principal élite de intelectuales que marcaron esa época (Casaús, 2005, p. 89).
Durante los primeros años de la década de 1980 se producen transiciones hacia gobiernos civiles. Se pretende recomponer el bloque hegemónico con ello (Casaus, 1993, p. 303) y encontrar una salida a la crisis que se vuelve más preocupante con el ascenso de los sandinistas al gobierno de Nicaragua en 1979. No obstante, el conflicto armado se extiende con velocidad y fuerza por casi toda la región (El Salvador, Guatemala y Nicaragua principalmente).
En Honduras, los grupos de izquierda que durante la década de los
setenta se han mantenidos nominalmente alejados de las luchas armadas, deciden a finales del período conformar grupos guerrilleros que asuman de manera oficial el enfrentamiento
115 contra el histórico bloque de poder. Es interesante observar como
algunas de tales
organizaciones armadas son bautizadas con el nombre de “Francisco Morazán”.
En 1979 surgió el Frente Morazanista para la Liberación de Honduras (FMLH); a partir de 1987, una nueva organización guerrillera se da a conocer públicamente como Frente Patriótico Morazanista (FPM). (Rodríguez, 2005, pp. 79-80 y Berríos, 2005, p. 202). Las principales acciones de estos grupos se dirigen a atacar elementos del ejército de Estados Unidos (1987), la toma de emisoras de radio para transmisión de comunicados políticos (1984) y la detonación de artefactos explosivos.
El 21 de enero de 1982 cuando se debatía en el Congreso Nacional el nombramiento del General Gustavo Alvarez Martínez como Jefe de las Fuerzas Armadas, un comando denominado “Juan Rayo” hizo detonar una bomba de alto poder en las instalaciones de la cervecería hondureña, en San Pedro Sula. Según el comunicado dado a conocer esa misma fecha, los guerrilleros advertían de la tragedia que significaría para el pueblo la elección de un militar con un gran historial anticomunista y al servicio de “fuerzas antihondureñistas”. Su documento finalizaba con un llamado: “pueblo levántate, deja de ser esclavo, toma las banderas de Morazán.... Organízate y busca a otros que ya lo están y no vaciles”128.
Otras organizaciones como el Movimiento Popular de Liberación “Cinchonero” (MPL-C), de acuerdo a ciertos testimonios, tuvo la intención de llamarse “Francisco Morazán”, sin embargo sus fundadores consideraron que era conveniente dejar ese nombre para la organización guerrillera nacional, que resultara de la esperada unificación de todos los grupos políticos de la izquierda hondureña. En otras palabras “era un nombre grande y había que dejarlo para momentos cúspide de la amplia alianza de todo el movimiento” (Rodríguez, 2005, p. 203). El MPL-C realizó varias actividades como secuestros, ajusticiamientos, detonación de bombas, ataques a tropas militares extranjeras, etc.
El ambiente bélico que se respiraba durante la década de los 80, y el notorio intervencionismo de los Estados Unidos en la región, crearon las condiciones para que se produjeran debates en torno al nacionalismo y la legitimidad del Estado hondureño. Los gobernantes hondureños, por su parte, hicieron el intento de cubrir esa debilidad. El caso particular es el de las maniobras militares conjuntas que se desarrollaron principalmente entre los ejércitos de Honduras y Estados Unidos, emplearon nombres de personajes
116 históricos, algunos de ellos relacionados con la vida de Francisco Morazán, siendo el caso más notable el de José Trinidad Cabañas.
La evocación a Morazán es un fenómeno persistente en la historia política nacional y en la literatura en particular. Desde enfoques críticos más recientes se ha planteado la interrogante del tipo de racionalidad que hace posible la convergencia de la “cultura oficial” y la cultura “alternativa” en torno al héroe masculino guerrero, en este caso a Morazán, y como ello puede tener su respuesta en la hegemonía de los valores de la guerra en la cultura política hondureña (Tábora, 1999, p. 63-64).
Con la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista en 1990, hubo un replanteamiento de las visiones de los movimientos sociales y de los grupos de poder. Estas luchas reivindicadoras armadas en C. A. de los años 70’s y 80´s van desapareciendo y adoptando otras formas de protesta alternativas. Así la figura de Francisco Morazán, en Honduras, no solo es usada como un guerrero en el imaginario de los movimientos guerrilleros sino también por el Estado y sus fuerzas armadas con ese mismo sentido o significado. No olvidemos que la principal academia militar del país lleva el nombre del prócer al igual que la academia de policía lleva el nombre de General José Trinidad Cabañas principal lugarteniente de Morazán.
El Bicentenario de nacimiento de Francisco Morazán Para 1992, durante la presidencia del Lic. Rafael Leonardo Callejas, la Corte Internacional de Justicia dictó sentencia sobre el diferendo limítrofe entre Honduras y El Salvador lo que abrió un nuevo proceso de integración en Centroamérica, que como ya se dijo había sufrido un revés en 1969 por el conflicto armado entre las repúblicas antes mencionadas. Dentro de este marco es que se celebra el Bicentenario del nacimiento de Francisco Morazán al cual el Gobierno de Honduras le brindó un gran apoyo. El Congreso Nacional de Honduras aprueba en 1991 el decreto que dice129:
117 PODER LEGISLATIVO DECRETO NUMERO 23-91 EL CONGRESO NACIONAL CONSIDERANDO: Que el 3 de octubre de 1992, la historia marca la fecha del bicentenario del nacimiento del General Francisco Morazán, el héroe máximo de Centro América. CONSIDERANDO: Que el General Morazán fue Presidente de la República Federal de Centro América y que por esta causa unionista luchó valerosamente y murió como un mártir de la República, en el oprobioso 130 cadalso de San José de Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842. CONSIDERANDO: que dejó al pueblo centroamericano como legado el ideal reestructurador de la Patria Grande, ideal con el cual estamos en deuda. CONSIDERANDO: Que es un deber de Honduras y de Centro América, conmemorar en la mejor forma posible, el bicentenario del General Francisco Morazán. POR TANTO,
DECRETA: Artículo l._ Declarar fecha de conmemoración nacional, el 3 de octubre de 1992, bicentenario del nacimiento del General FRANCISCO MORAZAN. Artículo 2._ Que el Poder Ejecutivo integre una Comisión Especial, presidida por el Ministro de Educaci6n Pública, para las celebraciones del bicentenario y excite a los Gobiernos de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, en el sentido de que participen en la conmemoración de este hecho histórico. Artículo 3._ El Poder Ejecutivo deberá incluir en el Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la República para el año de 1992, la correspondiente asignación presupuestaria. Artículo 4._ El presente Decreto entrará en vigencia el día de su publicación en el Diario Oficial "La Gaceta". Dado en la ciudad de Tegucigalpa, Municipio del Distrito Central, en el Salón de Sesiones del Congreso Nacional, a los doce días del mes de marzo de mil novecientos noventa y uno. TEOFILO NORBERTO MARTEL CRUZ Presidente MARCO AUGUSTO HERNÁNDEZ ESPINOZA Secretario
THELMA IRIS LOPEZ DE PEREZ Secretario Al Poder Ejecutivo, Por Tanto Ejecútese.
118
En el marco de la celebración de este bicentenario se llevaron a cabo una serie de eventos conmemorativos entre los cuales hubo obras de teatro auspiciadas por el Estado hondureño 131; exposiciones referentes al héroe como la realizada en la Galería Nacional de Arte y patrocinado por la Fundación del Hombre Hondureño y el Ministerio de Cultura llamada “Mundo y Ambiente del General Francisco Morazán”, inaugurada el 16 de enero de 1992 y siendo, tal vez, la mejor exposición sobre Francisco Morazán realizada hasta el momento en Honduras. El Presidente Callejas llegó a ser un llamado a los demás presidentes de Centroamérica para que se formara la
República
Federal de
Centroamérica132.
En definitiva, Francisco Morazán ha sido considerado por muchos historiadores y políticos como uno de los padres de Centroamérica por lo que han hecho uso de su personalidad ya que se insertó en un momento particular en que en América nacían nuevas ideas y donde los intelectuales, y fundamentalmente la juventud, rechazaba el dogmatismo religioso. Al tiempo que impulsaba las reformas políticas y sociales, se luchaba contra la insurrección, la intolerancia y la incomprensión, en la obsesión por restaurar y mantener la unidad centroamericana133.
Morazán, ¿es un personaje mítico? Una mirada desde la literatura Tempranos escritos después de la muerte de Morazán registraron los acontecimientos históricos sobre su vida. Algunos autores contemporáneos de estos escritos fueron: Manuel Montúfar y Coronado, Alejandro Marure y Miguel García Granados. Mientras que los de Marure y García Granados no fueron escritos con un sentido propagandístico, si fueron parte de los tres escritos usados por el régimen conservador de Carrera para denigrar la imagen de héroe que ostentaba Morazán. Lo que si podemos decir es que estas obras produjeron una profunda imagen negativa sobre el paladín, que los morazanistas más tarde tuvieron que contrarrestar arduamente, proceso que comenzó desde la década de 1870.
La critica más fuerte contra Morazán y generalmente la más consultada y por tanto, también la más importante de los tres relatos tempranos después de su muerte, son Las
119 Memorias de Jalapa escritas por Manuel Montúfar y Coronado quien a pesar de reconocer el talento militar del caudillo lo ridiculiza catalogándolo como un revolucionario demagogo típico; mediocre, que: "oportunidades lo hicieron glorioso". De acuerdo al autor, las victorias de Morazán fueron exageradas por la publicidad o por los subalternos de él y concluye diciendo que: "si Morazán hubiera adherido a sus talentosos cálculos fríos e intereses creados, una actitud conciliadora a sus oponentes, hubiera sanado las heridas de las que tanto padecía el país".
García Granados estaba también de acuerdo con Montúfar y Coronado, asegurando que la desunión centroamericana fue culpa de Morazán, porque: "desaprovechó el espíritu reconciliador que existía inmediatamente después de su triunfo en 1829", y sigue diciendo Granados, "en ese momento hasta Guatemala estaba dispuesta a darle esa oportunidad al nuevo y glorioso paladín”. Como contraataque a la versión de Montúfar y Coronado, el gobierno de Guatemala de Mariano Gálvez, comisionó a Alejandro Marure para escribir una historia de las Provincias Unidas Centroamericanas en 1834, pero debido al cambio político, Marure solo pudo publicar uno de tres volúmenes del Bosquejo Histórico de Centroamérica y para el tiempo en que este volumen salió publicado en 1837, Marure ya estaba decepcionado de Morazán, según él: "por la actitud predilecta de guerrillero que demostraba en vez de dedicarse a la administración de los asuntos del estado". Esto se hizo obvio en "las Efemérides", titulo de un libro de las crónicas de los eventos políticos después de 1828 escrito por el mismo Marure, que dice: "El abandono de Morazán a Guatemala después de cada zafarrancho que tenía con Carrera, fue negativo, porque la Unión hubiese sido mejor servida si él se hubiera quedado desde la primera vez, para tratar de resolver los problemas administrativos y políticos del Estado".
El último de los relatos contemporáneos fue el de Miguel García Granados (1809-1878). El autor, descendiente de una ilustre familia de Andalucía que hizo su fortuna en la época colonial en Guatemala, en sus memorias cubre los antecedentes de los años 1811 hasta 1839. Caracteriza a Morazán como hombre de coraje, de un nato "Don de Mando" y enérgico, pero desafortunadamente dice el autor: "estos dones no eran balanceados en igual forma entre los talentos políticos y el militarismo". Coincidiendo con las apreciaciones de Montúfar y Coronado, él también creyó que el fracaso de La Unión Centroamericana fue culpa de las venganzas llevadas a cabo en 1829. El autor mantiene que: "si en vez de expropiarles propiedades y mandar al exilio a los lideres conservadores, él hubiera hecho
120 uso de la ventaja que había en ese momento de la potencial reconciliación que existió al principio de su régimen, el sueño de La Patria Grande hubiera sido una realidad", porque sigue diciendo Granados: "en ese momento aun los guatemaltecos estaban dispuestos a darle una oportunidad al líder vencedor". Para 1871 la imagen histórica de Morazán en gran parte de Centroamérica era la de un mediocre sin experiencia cuyas cortas ideas políticas previnieron mantener la unión centroamericana. En un comentario final, Montúfar y Coronado dice: "El terreno político centroamericano todavía no era fértil para héroes".
Para la celebración del primer centenario del nacimiento del prócer (1892) y en momentos de reforma liberal en Centroamérica la figura de Francisco Morazán, había sufrido un vuelco significativo. En el libro escrito por Joaquín Rodas La Morazánida, el autor abiertamente trató de crear el mito de las "Cruzadas de Morazán". Este trabajo de acuerdo al autor, inspiraría la reunión de Centroamérica y hasta el encabezamiento del libro trataba de remembrar las heroicas epopeyas y batallas religiosas Medievales. Rodas describía al centenario como el principio del rejuvenecimiento de las cruzadas de unificación y en el ultimo capitulo "Juicio Final" jubilosamente alababa como el General Nicolás Raoul caracterizaba a Morazán como otro Bonaparte134.
Para el final de esta celebración, los intelectuales liberales del istmo habían creado triunfalmente la leyenda del Padre Fundador de la Unión Centroamericana, promoviendo al mismo tiempo similitudes entre otras leyendas históricas como la del Rey Arturo de Inglaterra y Napoleón Bonaparte en Francia. Según estos intelectuales, tal como el Rey Arturo surgió milagrosamente de la nada para liderar "La Mesa Redonda" compuesta por los más ilustres personajes de su tiempo, Morazán dedicó constantemente su tiempo en busca de una imagen a la Camelot, a la que los celos regionales impidieron afianzarse el poder. Así como el Rey Arturo sus esfuerzos de dominar la Unión fueron frustrados por fuerzas supersticiosas, como también por los rivales regionales que le impidieron conseguir el control completo del Gobierno Federal. Acusando que, así como a Napoleón, los constantes acontecimientos guerrillistas lo alejaron del poder, hasta la llegada de su Waterloo en Guatemala en 1840, al final, Morazán creó su versión de los "Inmortales" a la Napoleón, con los "Soldados Voluntarios" de Texiguat que lo siguieron al exilo y a su trágico final135.
121 El mito fabricado por estos intelectuales con místicas y ficciones como las que fueron usadas años después para hacer la película del joven Arturo en "La Maquina del Tiempo", se puede apreciar en el libro del escritor Martines López, que menciona que Morazán en sus días mozos (16 años) diseñó e idealizó la Federación Centroamericana al leer el libro "Democracia en América" por Alexis de Tocqueville en la librería que tenia su patrón Dionisio de Herrera. Sin embargo esta comprobado que Herrera no fundó su librería hasta el 1819, cuando ya Morazán tenia 27 años de edad y como todo lector puede constatar, el libro "Democracia en América" no se publicó hasta 1835 y que no pudo haber llegado al continente hasta 1836 cuando ya la Federación Centroamericana estaba en decadencia. Aun siendo un mito, es revelador de la continuidad del pensamiento de la élite intelectual del siglo XIX, ya que la idea y diseño de la Unión Centroamericana hasta la fecha, es acreditada a la imaginación y creación de Morazán136.
John Lloyd Estephens en su libro Incidentes de Viaje en Centro América, Chiapas y Yucatán describió a Morazán, en 1838, de la siguiente forma: “El General Morazán, acompañado de varios oficiales, estaba parado en el corredor del cabildo; una gran fogata había frente de la puerta y sobre una mesa que estaba junto a la pared, una candela encendida y varias tazas de chocolate….El era como de cuarenta y cinco años de edad, de cinco pies diez pulgadas de estatura, delgado con bigote negro y barba de una semana, con levita militar abotonada hasta el cuello y espada al cinto. Estaba sin sombrero y su fisonomía era dulce e inteligente….Aunque todavía joven, durante diez años había sido el primer hombre del país y ocho años presidente de la republica. Se había levantado y sostenido por su pericia militar y su valor personal; siempre conducía el mismo sus tropas y había estado en muchos combates, siendo alguna vez herido pero nunca derrotado.”137
José Martí, calificó a Morazán como "un genio poderoso, un estratega, un orador, un verdadero estadista, el único quizás que haya producido la América Central, el general Morazán"
Años antes de los acontecimientos de la celebración del centenario del nacimiento en 1892, obras como La Reseña Histórica empezaron a influenciar desde 1871 la representación histórica del Caudillo y Hubert Howe Bancroft reforzó la creación mítica al usar las definiciones de Montúfar en su libro La Historia de Centroamérica, que más tarde llegó a ser el libro mas influyente del siglo XIX como manual de estudios sobre la independencia
122 de Centroamérica. Aún Wilhelmine Williams en 1920 escribió bajo los cánones de la teoría dominante de esos tiempos, de que los Conservadores fueron la causa primordial del fracaso y separación de la Unión Centroamericana y estuvo de acuerdo con la concepción de los intelectuales liberales, de que Morazán fue la
figura mas grande de
Centroamérica138.
En 1942, durante el centenario de la muerte, se presentaron trabajos notables que refuerzan el mito morazánico, manteniendo el paso necesario para la evolución de la doctrina liberal. Dos de estos trabajos y que a menudo son usados como referencia por historiadores de Morazán y que sirvieron para inspirar, en parte por supuesto, la revolución guatemalteca de 1944, son los libros de Jorge Jiménez Solís y el de Ángel Zúñiga Huete. Ambos pusieron los últimos toques a una mitificación del General Francisco Morazán.
Ángel Zúñiga Huete corona la mitología Morazánica con modernos estudios, modificando al mismo tiempo muchos detalles de la vida de Morazán. Las ultimas crónicas que escribe son una rehabilitación a la imagen del caudillo y sirven como una actualización del escrito de Joaquín Rodas de 1920. Huete está de acuerdo en que el incendio de la librería de Herrera fue ordenada por la inquisición debido a la oposición de Morazán al clero.
El ultimo tributo a Morazán en el centenario de su muerte (1942) fue un corto programa radial dirigido por el notable historiador mexicano Luis Chávez Orozco quien alabando las leyes emitidas en el gobierno de este como las de libertad de prensa y la libertad de religión que más adelante fueron una inspiración para la revolución mexicana en 1918. Concluye su programa radial diciendo que la salvación de América Latina de caudillos fascistas en el presente y futuro, dependía el grado de emulación por el continente de héroes como Morazán139.
El Premio Nóbel de literatura (1971), Pablo Neruda en su obra Canto General, que se imprimió el 25 de marzo de 1950 en la ciudad de México 140, en la sección llamada Los LIBERTADORES (abarca cuarenta y dos poemas) reúne a los grandes héroes latinoamericanos como una muestra de unidad e independencia a la vez. Sin embargo, en los originales de esta obra constan todos estos poemas menos uno, Morazán 1842 141. Al respecto nos dice Robert D. F. Pring-Mill “el Núm. XXI de la primera edición Morazán 1842- probablemente fue agregado en México al darse cuenta Neruda que el
123 único "libertador" centroamericano que había incluido en esta sección había sido Sandino” 142.
MORAZÁN Alta es la noche y Morazán vigila. Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes. Cinta central, América angostura que los golpes azules de dos mares fueron haciendo, levantando en vilo cordilleras y plumas de esmeralda: territorio, unidad, delgada diosa nacida en el combate de la espuma. Te desmoronan hijos y gusanos, se extienden sobre ti las alimañas y una tenaza te arrebata el sueño y un puñal con tu sangre te salpica mientras se despedaza tu estandarte. Alta es la noche y Morazán vigila. Ya viene el tigre enarbolando un hacha. Vienen a devorarte las entrañas. Vienen a dividir la estrella. Vienen, pequeña América olorosa, a clavarte en la cruz, a desollarte, a tumbar el metal de tu bandera. Alta es la noche y Morazán vigila. Invasores llenaron tu morada. Y te partieron como fruta muerta, y otros sellaron sobre tus espaldas los dientes de una estirpe sanguinaria, y otros te saquearon en los puertos cargando sangre sobre tus dolores. Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes. Hermanos, amanece. (Y Morazán vigila.) 143
Para Randazzo, la literatura, y en este caso la poesía, permite trabajar con los significados y valores tal como son vividos y sentidos por una generación determinada en un período definido. La poesía es un referente cuya esencia misma es el sentir144, por lo que al trasladar esta a personajes históricos adquiere un significado social preeminente, tal como es el caso de Francisco Morazán y los versos de Pablo Neruda, poeta comunista. Su figura es un verdadero símbolo social, en el que se condensa cierta utopía: la nación hondureña145.
124
Helen Umaña en su obra Francisco Morazán en la literatura hondureña (1995), por fin registró casi todas las formas en que el Morazán del siglo XX ha sido honrado en el sentido que entiende Randazzo.
Francisco Morazán considerado un libertador de América
Desde que el gobierno de Hugo Chávez (Febrero 1999), asumió el poder en Venezuela, varias organizaciones populares de algunos países de América Latina se han organizado en torno al pensamiento del libertador Simón Bolivar. Ejemplo claro de ello es el congreso que se celebró en Tegucigalpa en el 2006, donde participaron representantes de organizaciones populares de Mesoamerica y el Caribe. El capitulo de El Salvador hizo una declaratoria donde enaltece la figura de Morazán:
“El capitulo de El Salvador, del Congreso Bolivariano de los Pueblos, en cumplimiento de los acuerdos de la mesa Mesoamericana, realizada en Tegucigalpa, Honduras, envió un fraternal saludo a los pueblos de Mesoamérica, por la Celebración el 3 de octubre (2006), del 214 Aniversario del Nacimiento de Francisco Morazán. En esta declaratoria luchador por la integración Centroamericana, blasón que los hijos de los Mayas, de Farabundo Martí, de Augusto Cesar Sandino, de Victoriano Lorenzo, de Jacobo Arbenz, recogemos y elevamos en este momento de la historia, en que los pueblos deben unirse, para enfrentar la avalancha Neoliberal, que nos esta arrastrando a la mayor miseria, que los pueblos jamás habían sufrido en su historia. Por eso en esta fecha tan especial, llamamos a los pueblos de América Latina y el Caribe, a integrarnos en un solo frente, para derrotar al imperialismo avasallador, que cada día, incrementa su ataque contra nuestros hermanos, que sufren los efectos del las políticas Neoliberales impuestas desde los organismos financieros Nacionales e Internacionales, al servicio del Imperio.
Alta es la Noche y Morazán Vigila, Es hoy, ayer, Mañana, Tu lo Sabes. Pablo Neruda Sí a la Integración de los Pueblos, Fuera Yankis de Nuestra América 146.
125
Iconografía sobre la figura de Morazán: Con respecto a la iconografía referente al General Morazán, hay para casi todos los gustos. Para 1942, en el centenario de su muerte, existían una serie de pinturas referentes al prócer como por ejemplo: Batalla de La Trinidad, Sitio de Comayagua, Combate de la Maradiaga, prisión del General Morazán en Tegucigalpa, retrato del General Morazán (cuerpo entero, en traje civil y militar), captura del General Morazán en Ojojona, tratados por el pintor A. C. Ferrant. Hoy en día gozamos con un banco fotográfico de casi todas las pinturas dedicadas a Morazán. La universalidad de Morazán se origina en la permanencia de su sensibilidad humana y social, puesto que la vida del héroe, del conductor, del creador, del intelectual de un pueblo, es como la de aquel hombre que abandona la vida cotidiana para afrontar una serie de peligros y sufrimientos que forjarán en él a un individuo apto para conocer y asumir el proceso que exige al héroe triunfar, e inmolar su persona en la historia, especialmente en un país históricamente abatido por intervenciones extranjeras, dictaduras, militarismo y corrupción endémica.
CONCLUSIONES Lo Heroico en la Vida de Morazán Mucho se ha escrito sobre la vida de José Francisco Morazán Quesada, como personaje histórico y mítico. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Es Francisco Morazán un simple mito construido por los reformadores liberales del último cuarto del siglo XIX? ¿Sus acciones, principalmente las militares, han sido reseñadas de tal manera que se han sobredimensionado hasta llegar a constituir la llamada “epopeya” morazánica? ¿Es Morazán un Héroe?
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra “mito” como una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico”. Otra definición dada por esta misma fuente es: “persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen” (RAE, 2008). Resulta obvio que si nos guiamos por la primera definición, Morazán no es un mito, pues la “narración” de la gesta morazánica fácilmente se sitúa en un “tiempo histórico” y un espacio geográfico concreto. Sin embargo, si nos atenemos al segundo concepto de “mito”, debemos
126 primero analizar con alguna profundidad el contexto histórico en el que nace Morazán y los detalles de su vida misma antes de formular alguna conclusión. Por tanto, ¿Le fueron atribuidas cualidades o excelencias que jamás tuvo?
El escritor Agustín Mencos, uno de los principales detractores de Morazán, aseguró: “Hemos dicho que la casualidad favoreció a Morazán en sus empresas guerreras y a ella se debe que lo hayan ayudado tantos militares extranjeros, sin los cuales le habría sido imposible vencer a sus enemigos” (Paz Barnica, 1993, p. 205).
¿Fue cierto que
Morazán no tuvo las habilidades o el genio militar que tradicionalmente se le atribuye? En realidad, la opinión de Mencos es sesgada y no toma en cuenta que precisamente uno de esos militares extranjeros, Nicolás Raoul, francés que sirvió en los ejércitos napoleónicos, dio a conocer su admiración por la destreza militar de Morazán (Ver documento anexo en Martínez, 1992, pp. 444-445). Si lo vemos desde otro punto de vista, el sólo hecho de haberse asesorado con algunos de los militares de más experiencia, en una región atrasada y periférica, indica una cualidad estratégica destacable. Además es un poco ilógico y ahistórico atribuir a la “casualidad” las victorias militares que por diez años las huestes de Morazán obtuvieron.
Ese mismo contexto histórico que marcaba a Centroamérica como una zona marginal debe darnos las pautas para entender que ha existido también una visión distorsionada de los hechos bélicos ocurridos entre 1827 y 1842, lo que ha conducido a otorgarle a las batallas de Morazán las características propias de aquellas que tenían lugar en escenarios europeos o latinoamericanos donde ya existían ejércitos profesionales de larga tradición. Con esto no desmeritamos ninguna de las batallas que, para el contexto centroamericano del siglo XIX, tuvieron una importancia política indiscutible.
En el ámbito político podemos decir que Morazán mostró ideas muy claras propias de un estadista. Las distintas dimensiones de su proyecto: la educación popular; la separación de la Iglesia de los asuntos públicos; los intentos por crear nuevas fuentes de ingresos fiscales a través de proyectos como la vía interoceánica; la defensa de la soberanía centroamericana sobre territorios disputados a otras naciones (caso de Belice); la libertad de pensamiento y culto, entre otras reformas con las cuales pretendía modernizar las estructuras de poder tradicionales, mostraron que Morazán tenía virtudes de un estadista visionario, inspirado en las ideas del liberalismo ilustrado.
127 Lo anterior se reafirma al observar las políticas impulsadas por los gobiernos posteriores al período federal, en las cuales persiste mucho del ideario político defendido por Morazán, especialmente en lo concerniente a establecer un sistema de educación pública. Ante estas facultades de estadista que podemos identificar en la vida pública de Morazán, no es extraño por tanto que el presidente hondureño Juan Lindo (1847-1852), uno de los personajes más sagaces de la historia política hondureña y centroamericana,
calificado por algunos historiadores como “conservador” y en
consecuencia opositor a Morazán, dijera que este “…ofrece el encanto de que invita a combatirlo, con dolor de comprender que se le combate porque uno no es él” (Citado en Mejía, 1993, p. 113).
Por otro lado, es innegable que a partir de la instalación del gobierno de Marco Aurelio Soto (1876-1883), la figura de Morazán asume proporciones verdaderamente míticas al ser incorporado en el proyecto de construcción de una identidad nacional. Cuando se dice míticas se refiere a la sobredimensión de la vida de Morazán, al punto de llegar a adquirir un carácter casi divino. Con esto también se debe tener cuidado para no reducir el imaginario morazánico a un producto exclusivo de los gobiernos del último cuarto del siglo XIX.
Hay pruebas de la glorificación de Morazán desde mucho antes de la llegada de Soto al poder en Honduras. Estas pruebas nos remiten incluso a un contexto regional al observar las expresiones apologéticas de otros gobiernos centroamericanos hacia la figura del que fuera presidente de la Federación en el largo y tortuoso proceso de construcción de los Estados Nacionales que, como sabemos, no comienza con el gobierno de Soto. En el campo de la poesía, útil con el fin de “aprehender la nación como escritura cotidiana”, nos dice Francesca Randazzo que el caso de la figura de Francisco Morazán, “merece un estudio a profundidad pues los poemas en su honor inician a ser escritos mientras él se encuentra aún con vida”, desde 1830. (Randazzo, 2006, pp. 21 y 36). Helen Umaña explica que en Honduras la poesía es el “género más fecundo en el tratamiento del tema morazánico que, desde el siglo XIX hasta nuestros días, ha sacudido a todos los poetas hondureños” (Citada en Randazzo, 2006, p. 36).
El viajero alemán Carl Scherzer visitó Honduras en 1854. Según su testimonio, los hondureños que anteriormente se habían enfrentado al mismo Morazán, para ese
128 momento le reconocían los “méritos a su memoria, justicia a sus excelentes ideas” y lamentaban “su destino” o sea “su muerte trágica”. Continúa Scherzer diciendo que “la casa donde nació y muchos artículos que le pertenecieron todavía son respetuosamente preservados como tesoros nacionales” (Rosa, 2007, p.30.).
En el Plan Interpretativo, específicamente en el apartado dedicado a su legado pueden encontrarse otras evidencias que prueban como el imaginario morazánico viene conformándose desde el momento mismo de saltar a la palestra pública el personaje central de este documento.
En una época caracterizada por el desorden, lo incipiente del aparato estatal y las luchas entre distintas facciones políticas, era muy normal que los protagonistas de la vida política cambiaran constantemente de bando. Justo Milla, Manuel José Arce, Francisco Ferrera, José Francisco Códova, Mariano Gálvez, Joaquín San Martín, Francisco Malespín,
entre otros, usualmente calificados como “liberales”, próceres de la
independencia y de la Unión Centroamericana, estuvieron con y se opusieron a Morazán en distintos momentos, siendo lo más característico de su actuación política su inconstancia con los respectivos bandos a los que se adherían. Otros como Barrundia y Pedro Molina, en su afán de hacer prevalecer sus intereses personales y ambiciones de poder, llegaron al extremo de hacer alianzas estratégicas para derrocar en 1838 al bando contrario supuestamente también “liberal” de Mariano Gálvez con personajes como Rafael Carrera, lo que vino a acelerar el proceso de desintegración del modelo federal (Becerra, 1992, pp. 152-156). John Lloyd Stephens, diplomático estadounidense y testigo del desmoronamiento de la Federación narra como en esos años de caos político: “Morazán vadeando el torrente de hojas sueltas y folletos emanados de ambos campos, optó por mantenerse en su lugar con probidad y honor. Los Centralistas (o sea el bando constituido por las élites tradicionales guatemaltecas) hicieron esfuerzos desesperados para atraerle hacia ellos; pero Morazán no podía aceptar el abrazo de los que siempre habían sido sus más encarnizados enemigos y que ahora quisieran ser sus hipócritas aliados. Ni tampoco podía sostener lo que él entendía que era un error de sus propios partidarios” (Citado en Becerra, 1992, p. 146). Frente a las divisiones del grupo llamado “liberal”, el secretario privado de Morazán, Máximo Orellana, escribió la actitud adoptada por el General en 1839: “las acusaciones mutuas que se hacían ambos bandos fortificaron al General en su propósito de no favorecer las miras de ninguno de ellos, y
129 de evitar en cuanto pudiese la preponderancia de cualquiera de los dos: propósito que llevó a cabo sosteniéndolo con admiración de todos” (Citado en Becerra, 1992, p. 145).
Morazán precisamente en esos momentos donde cada caudillo buscaba colocarse en el poder a como diera lugar, destaca como un hombre por su admirable convicción y lealtad política hacia los principios de la Unión y la modernización estatal según los ideales de la Ilustración. Eso es lo que lo convierte en un héroe humano con sus errores y aciertos, pero indudablemente alejado de las rencillas caudillistas que serán la norma de la historia política de Centroamérica. Cuando decimos que Morazán está alejado de ese tipo de conflictos nos referimos a la motivación que permean toda su vida y pensamiento, no a los hechos que concretamente supusieron el intento de hacer realidad esas convicciones profundamente arraigadas. Morazán fue un defensor consecuente de ideas a través de la acción directa y no de la especulación. Esta defensa fue de ideales no dogmáticos ni apriorísticos sino de ideales perfectibles y experimentales o sea, como nos dice José Ingenieros, “incesantemente renovados, plásticos, evolutivos como la vida misma” (Ingenieros, 2000, p 12). Esto explica que al final de su vida haya aceptado los errores cometidos en el pasado y protestado en su testamento por que se le quitaba la vida cuando había rectificado. Morazán al ser un idealista, un hombre que buscó alguna perfección más allá de su tiempo, parafraseando a este mismo filósofo argentino, también fue por tanto un “rebelde de su pasado” (Ingenieros, 2000, p 14) tal y como lo hace saber sin ambigüedades en su Manifiesto de David.
Morazán como idealista cifró “su ventura suprema y su perpetua desdicha” en sus ideales. Esto salta a la vista al momento de leer sus discursos públicos y su testamento en los que está consciente del trágico destino que puede conllevar la aplicación de sus principios liberales-constitucionalistas en una realidad social como la existente en la Centroamérica de la primera mitad del siglo XIX.
Morazán supo demostrar pasión en la defensa de la Unión. Esto es un “atributo” de cualquier idealista según Ingenieros. Pasión que en muchos casos puede llevar al error mismo pero nunca a la mentira o falsedad (Ingenieros, 2000, p 15). Por ello Morazán es una figura heroica.
130 El documento que se presentó contiene datos básicos de la vida de Morazán y el significado y continuidad de un legado en el plano de las ideas encaminadas a fortalecer la nacionalidad en sus distintas facetas (soberanía territorial, imaginario nacional, unión centroamericana, democracia representativa, etc.). Concretamente esto ha sido mucho más visible en las tareas relacionadas con el desarrollo de un sistema educativo nacional y la integración política-económica de la región que cada día adquiere mayor relevancia en las agendas de los Estados actuales.Se puede llegar a afirmar que algo de nuestro presente es heredero legítimo del imaginario morazánico constituido en el siglo XIX sobre la base de la vida de un hombre que fue capaz de presentir el porvenir.
Para cerrar con este apartado y el documento en general, cabe mencionar que este solo es un pequeño bosquejo histórico de Francisco Morazán Quezada, desde su vida, pensamiento y legado, como fundamento de una museografía para el Museo en la Casa de Morazán. Falta mucho por escudriñar: bibliografía, documentos y discursos que de alguna manera expresen el proyecto Morazanista. Si embargo, queda claro que el pensamiento que nos ha heredado el héroe centroamericano se presenta en dos líneas: por un lado, el proyecto de integración económica, con muchos altibajos, pero la idea más extendida entre intelectuales y población general de la región; y en segundo, está enfocado en un proyecto de educación, que hasta cierto punto se fortalece con los Reformadores Liberales, sin perder continuidad hasta la actualidad.
Estos dos elementos han permitido mantener el legado Morazanista a lo largo de la historia de Honduras, y esto porque ha permanecido en una agenda de Estado. Consideramos que la identificación con el pensamiento de Morazán, desde la política de la educación ha construido en gran medida al proyecto de Estado Nación en Honduras. En ese sentido, el documento que ahora se presenta viene a contribuir a concentrar en un espacio el pensamiento del paladín centroamericano. Aquí se mostrará con objetos, documentos y varias actividades, la herencia de un héroe que nunca debe olvidarse, mucho menos dejarse de lado por parte de la agenda del Estado. Es por ello que el Instituto Hondureño de Antropología e Historia entrega un documento guía para que se instale y funcione el Museo en la Casa de Morazán.
131 Con el legado morazánico y este documento se pretende provocar un diálogo para enriquecer el contenido sobre la figura de Francisco Morazán. Por ello invitamos a presentar sugerencias, comentarios y nuevas ideas para la museografía.
132
Citas 1
Zúñiga Huete, Ángel. Morazán. Tegucigalpa: Grupo Bulnes Impresores, Tercera Edición, 1992, p.12.
2
Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales, Tomo XXI, números 1, 2 y 3, Tegucigalpa, julio, agosto y septiembre de 1942, pp. 65 y 66. También en Tomo XX, Tegucigalpa, 31 de mayo de 1934, pp.898, 394395.
3
Zúñiga Huete, Ángel. Opcit. 1992, p.12.
4
Decreto No. 69, Período Ejecutivo del Instituto Morazánico 1953-1955. Tegucigalpa: Publicaciones del Instituto Morazánico, Tipografía Nacional, p.6. 5
Argueta, Mario. La primera generación liberal: fallas y aciertos (1829-1842). Tegucigalpa: Banco Central de Honduras, 1999, p.9.
6
Pérez Brignoli, Héctor. Historia General de Centroamérica. De la Ilustración al Liberalismo. Madrid: FLACSO, 1993, p.9. 7
Woodward, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creación de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamerica, 2002, p.8.
8 Solórzano Fonseca, Juan Carlos. “Los años finales de la dominación española (1750-1821)”. En Historia General de Centroamérica. De Héctor Pérez Brignoli. Madrid: FLACSO, 1993, p. 55. 9
Martínez, Mario Felipe. “Honduras hace ciento cincuenta años”. En Pérez Brignoli, Héctor y otros. De la Sociedad Colonial a la crisis de los años 30. Colección Academia No. 3, Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente, p.221. 10
Ver Mario Argueta. Op cit., p.15.
11
Oqueli, Ramón. Francisco Morazán, Obras, Volumen I: La organización del Estado de Honduras. Tegucigalpa: Litografía López, 1992, pp. 387-388.
12 Pérez, Brignoli, Héctor y otros (1973). De la Sociedad Colonial a la crisis de los años 30. Colección Academia No. 3, Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente, p.141. 13
Sierra, Rolando. La Filosofía de la Historia de José Cecilio del Valle. Choluteca: Ediciones Subirana, 1998, pp. 7 y 8. 14
Sierra, Rolando. Op cit. pp. 7-8.
15
Bonilla Bonilla, Adolfo. Ideas económicas en la Centroamérica ilustrada 1793-1838. San Salvador: FLACSO, 1999, p. 4. 16 Pardo, Joaquín (1973). “Movimientos preindependentistas en Centroamérica”. En Pérez, Brignoli, Héctor y otros. De la Sociedad Colonial a la crisis de los años 30. Colección Academia No. 3, Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente, p.223. 17
Woodward, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creación de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, 2002, p.2. 18
Darío Euraque. “Zonas Regionales en la Formación del Estado Hondureño, 1830s-1930s: El Caso de la Costa Norte”, En Historia y Sociedad, Universidad de Costa Rica, Recinto de Río de Piedras, Año VI (1993), p. 120. 19
Edelberto Torres Rivas y Julio Pinto Soria. Problemas en la Formación del Estado Nacional en Centro América. San José: ICAP, 1983, p.142. 20
Rolando Sierra Fonseca (1993). Iglesia y Liberalismo en Honduras en el Siglo XIX. Colección Padre Manuel Subirana. Obispado de Choluteca: Centro de Publicaciones. pp.18-19. 21
Carias, Marcos (2007). De la patria del criollo a la patria compartida. Una historia de Honduras. Tegucigalpa: Ediciones Subirana. pp.144-145 y 148.
22
Rosa, Ramón. Historia del Benemérito Gral. Don Francisco Morazán, Ex Presidente de la Republica de Centroamérica. Tegucigalpa: Ediciones Técnicas Centroamericanas, 1971, p. 49. 23
Rosa, Ramón. Op cit., pp. 54-55.
133
24
Santana, Adalberto. El pensamiento de Francisco Morazán. Tegucigalpa: Fondo Editorial, UPNFM, 2003, pp.14-16.
25
Carias, Marcos. Op cit., p. 137.
26
Oqueli, Ramón. Op cit., p.402.
27
Santana, Adalberto. Op cit., p.11.
28
Oqueli, Ramón. Op cit., pp. 388-389.
29
Oqueli, Ramón. Op cit., p. 231.
30
Santana, Adalberto. Op cit., p.10.
31
Martínez, Mario Felipe. “Honduras hace ciento cincuenta años”. En De la Sociedad Colonial a la crisis de los años 3º. Héctor Pérez Brignoli y otros. Colección Academia No. 3, Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente, p. 221.
32 Lindo Fuentes. Héctor. “De la Ilustración al Liberalismo (1750-1870)”. En Historia General de Centroamérica, de Héctor Pérez Brignoli, pp. 149-150. 33
Martínez, Mario Felipe (1982). Apuntamientos para una Historia Colonial de Tegucigalpa y su Alcaldía Mayor. Tegucigalpa: UNAH. 34
Aguilar, Manuel et al. Redes de Poder en C. A. durante el siglo XIX: Francisco Morazán, José María Medina y Ramón Rosa. Informe de taller de la Carrera de Historia. 2006. p. 51.
35
Torres, Edelberto. (Junio 1971). “Francisco Morazán”. Revista ARIEL. 19 – 24.
36
Declaratoria de Ratificación de Independencia de Centroamérica del 1 de julio de 1823, 1 de octubre de 1823. Copia impresa del Archivo Nacional de Honduras; B Legajo I-03 31.
37
Aguilar, Manuel et al. Redes de Poder en C. A. durante el siglo XIX: Francisco Morazán, José María Medina y Ramón Rosa. Informe de taller de la Carrera de Historia. 2006. p. 53.
Ibid. p. 53.
38 39
Acta de Bautismo de José Antonio Ruíz Zelayandía, Libro de Nacimientos 1825 – 1827, Archivo Catedral de Tegucigalpa.
40
Cálix Suazo, Miguel. (2007). “Morazán era un hombre apuesto”, En www.elheraldo.hn .
41
Ibid.
42
Copia impresa del Decreto #8 del Nombramiento de autoridades Federales con fecha 24 de abril de 1824, Archivo Nacional de Honduras, B Legajo I-05 6.
43
Torres, Edelberto, Op Cit, p. 21.
44
Ibid. p. 22.
45
Decreto de expulsión del Arzobispo Casaus y Torres (28/08/1831), Archivo Nacional de Honduras B Leg. I-06 42.
46
Santana, Adalberto. (2002). www.imaginario.com.br .
El
ideario
de
Francisco
Morazán.
(PUDEL/UNAM).
En
47
Reconocimiento del Imperio Británico a la Federación Centroamericana (2/10/1831), Archivo Nacional de Honduras, B Leg. I-06 616.
48
Conspiración de Ramón Guzmán (01/12/1831), Archivo Nacional de Honduras, B Leg. I-06 8.
49
Decreto de separación 1838. ANH B Leg. I-07 72.
50
El 5 de junio de 1838 el Congreso Federal emitió el decreto por medio del cual el Estado de Los Altos se constituía legalmente en un cuerpo político. Este sexto Estado dentro de la Federación de las Provincias Unidas de Centro América, fue conformado el 2 de febrero de 1838 por los departamentos de Quetzaltenango, Totonicapán y Suchitepéquez-Sololá del Estado de Guatemala (actualmente los departamentos de Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Quetzaltenango, Totonicapán, Sololá, Retalhuleu y Suchitepéquez), por los partidarios de Francisco Morazán y en contraposición de la ideas conservadoras
134
que estaban rompiendo la Federación Centroamericana. El primer Presidente de la Asamblea Constituyente del Estado de Los Altos fue el Lic. Miguel Larreynaga, instalándose en la ciudad de Totonicapán el 27 de diciembre de 1,838. Posteriormente se trasladó a la ciudad de Quetzaltenango. El 13 de septiembre de 1838 es creado su escudo y su bandera. El 25 de enero de 1,840 el General Agustín Guzmán, Jefe de las Tropas Altenses, fue derrotado por la expedición militar al mando de Rafael Carrera quién declaró el día 27 de enero reincorporado aquel Estado al de Guatemala, tras reducir a prisión a todos los miembros del gobierno. El 2 de abril de 1840 Rafael Carrera ejecutó a todos los miembros de la Municipalidad de Quetzaltenango. El 15 de agosto de 1848 luego de la renuncia de Rafael Carrera, quien había llegado a ser Presidente del Estado de Guatemala en 1844, se forma otra vez el Estado de Los Altos. El 21 de octubre de 1,848 Mariano Paredes vence a los Altenses en el combate de San Andrés. El 29 de enero de 1849 en Antigua Guatemala, Mariano Paredes — entonces Presidente — y el General Agustín Guzmán firman un convenio donde se da por terminada la separación y los departamentos son reincorporados definitivamente a la República de Guatemala. 51
Medidas contra el Cólera Morbus, 10/06/1837, ANH, B Leg. I-07 31; B Leg. I-07 118; B Leg. I-07 105.
52
Valle, Rafael Heliodoro (Julio 1971). Morazán en el Perú. Revista Ariel. 40 - 42.
53
Ibid.
54
Ibid.
55
Ibid.
56
Ibid.
57
Inestroza, Evelio (2008). “La Economía del Estado Hondureño en el Gobierno de José Francisco Morazán, 1825-1838”. Inédito. Sin paginación. 58 Ibid. Sin paginación. 59 Ibid. Sin paginación. 60 Tobías Rosa, J.M. El Fusilamiento de los Cano. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales. Tomo 6. No. 11, abril 1928. p. 360. 61
Ibid. p. 362. Cursillas son del original.
62
Ibid. p. 363.
63
Proclama de Morazán a Texiguats y Curarenes Cojutepeque, 2 febrero 1840. . Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales. Tomo 20. No. 4. Octubre 1944. p. 218. 64
Acta de la Municipalidad de Texiguat en que se Desconoce al Gobierno del General Francisco Ferrera. 15 febrero 1844. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales. Tomo 25, No. 5-6. Noviembrediciembre 1946. p. 209. 65
Ibid. p. 210.
66
Ibid. p. 211.
67
Fondo Documentos Históricos del IHAH (FONDOC). Legajo 220/2203. “Medidas para Combatir Facciosos en Danlí”. 1844.
68
Fondo Documentos Históricos del IHAH (FONDOC). Legajo 220/2203. “Presencia de Facciosos Texiguats”. 1844. 69
ANH. Legajo I-13. Documento No. 109. Comayagua, 15 septiembre de 1848. f. 1 r.
70
ANH. Legajo I-13. Documento No. 125. f. 1 r.
71
ANH. Legajo I-13. Documento No. 101. f. 1v.
72
ANH. Legajo I-13. Documento No. 101. f. 1r.
73
ANH. Legajo I-13. Documento No. 119. Tegucigalpa, 18 julio 1852. f. 1r y 1 v.
74
RABN. Tomo 25. No. 2-3. Septiembre-octubre 1946. p. 137.
75
Ibid. p. 136.
76
ANH. Legajo I-21. Documento No. 417. f. 1 v.
135
77
ANH. Legajo I-21. Documento No. 417. f. 2 r.
78
Entonces Morazán dijo: “Y si, como esperamos, la justicia decide en nuestro favor; si los patriotas de que se componen los Estados…han descubierto vuestras pérfidas miras, preparaos, no sólo a abandonar la República, sino a andar errantes, como los hijos de Judea, tras la patria de los tiranos, que buscaréis en vano.” En Santana, Adalberto. El Pensamiento de Francisco Morazán. Tegucigalpa. Editorial Universidad Pedagógica Francisco Morazán, 2003. p. 105. 79 80
Trabajos de Unificación. La República. 18 mayo 1889. p. 1. La Dieta Centroamericana. La República. 5 octubre 1889. p. 1.
81
López Bernal, Carlos Gregorio. Inventando Tradiciones y Héroes Nacionales (1858-1930). Boletín Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica (AFEHC). Boletín No. 19, abril 2006. Disponible en http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=373 p. 4.
82
Ibid. p.2.
83
Ibid. p. 5.
84
En http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/franciscomorazan .
85
Francisco Morazán, Su Centenario. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales. Tomo XV, No. 5, noviembre de 1936, p. 292. 86
El Cronista. 11 de septiembre de 1942. p. 3. La “Morazanología” por Salvador Turcios en El Cronista. 15 de septiembre de 1942. p. 1. 88 Idem. p. 1. 89 Idem. p. 1. 90 La “Morazanología”. El Cronista. 15 de septiembre de 1942. p. 1. 91 Carta de Joaquín Rodas M. autor de “Morazánida”. El Cronista 30 de septiembre de 1942. p. 3. 87
92
El Cronista. 22 febrero de 1934. p. 1.
93
Ministerio de Hacienda, Crédito Público y Comercio. Reglamento del Sello Postal Conmemorativo del Centenario de la Muerte del General Francisco Morazán. Tegucigalpa: Talleres Tipográficos Nacionales, 1941. p. 3. 94
El Cronista. 15 de septiembre de 1942. p. 4.
95
El Cronista. 11 de septiembre de 1942. p. 3.
96
El Cronista. 12 de septiembre de 1942. p. 1.
97
El Cronista. 2 octubre de 1942. p. 3.
98
El Cronista. 12 de septiembre de 1942. p. 1.
99
El Cronista. 5 de octubre de 1942. p. 3.
100
Todos estos detalles de las celebraciones del 15 de septiembre en Idem. p. 3. Mayúsculas del original.
101
Morazán, Redentor. El Cronista. 12 de septiembre de 1942. p. 5. El Concurso Literario Nacional. El Cronista. 11 de septiembre de 1942. p. 3. 103 El Cronista. 12 de septiembre de 1942. p. 1. 104 El Cronista. 1 octubre de 1942. p. 3. 105 Idem. p. 3. 102
106
El Cronista. 16 de septiembre de 1942. p. 3.
107
Idem. p. 3.
108
Santana, Adalberto (s/f). El ideario de Francisco Morazán, Programa Universitario de Difusión de Estudios Latinoamericanos (PUDEL/UNAM). En www.imaginario.com.br . 109 Cuatro décadas en la historia económica de América Latina. 25 años del SELA: un balance. (Septiembre-Diciembre 2000). Edición Nº 60. 110 Ibid. 111 Ibid. 112 Modelos en América Latina: pobreza, represión, y la estrategia económica. (1988) Princenton, New Jersey: Princenton University Press.
136
113
http://www.sica.int/sica/resena_sica.aspx?IdEnt=401. http://www.sica.int/sica/resena_sica.aspx?IdEnt=401. 115 Ibid. 116 Reseña Histórica, www.sica.int. 117 Propósitos SICA, www.sica.int/propositos. 118 Principios SICA, www.sica.int/principios. 119 Marco Jurídico, www.sica.int. 120 Revista Pensamiento Morazánico. (2003). Tegucigalpa. p 130. 121 Ibid. 122 Alvarado. Nestor Enrique (Sin fecha), Morazan Politico y Maestro. Tegucigalpa: Lithopress, p.3. 123 Turcios R, Salvador. Conociendo la Historia Patria ¡Morazán! ¡Morazán! ¡Morazán!. Tegucigalpa. Ediciones Culturales diario El Cronista. T I. 1942. (Conmemoración del Primer centenario del Fusilamiento del general Morazán). 124 Honduras: Plan Nacional de Desarrollo Educativo 1994-1997, Revista Iberoamericana de Educación, y Democracia 8 (1). 125 Listado de centros educativos, Secretaria de Educación de Honduras. http://www.se.gob.hn/ 126 Francesca Randazzo (2006). Honduras, Patria de la Espera. Tegucigalpa: IHAH, p. 146. 127 Ibid. 128 La Tribuna. 23 de enero de 1982. p. 56. 129 La Gaceta. miércoles 17 de abril de 1991, Tegucigalpa CXV (26,415). Versión digital. 130 En el decreto así está escrito, por ello no se cambio la grafía. 131 Festival de Teatro Morzánico. El Heraldo, 16/sept/1992. p 28 132 Callejas propone que Honduras y El Salvador constituyan ya Federación Centroamericana. El Heraldo. 29/sept/1992. pp. 5-6. 133 Discurso del diputado Abreu al Parlamento Uruguayo en al conmemoración del bicentenario de su nacimiento. http://www.sergioabreu.com/adm/parlamento.php?id=116. 134 Morazán. http://secoff.com 135 Ibid. 136 Ibid. 137 Ibid. 138 Ibid. 139 Ibid. 140 Pring-Mill, Robert D. F. Neruda y el original de "Los Libertadores". Saint Catherine's College, Oxford. P. 1. s/f. En http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/06/aih_06_1_150.pdf. 141 Santana, Adalberto. ideario de Francisco Morazán. Investigador del Programa Universitario de Difusión de Estudios Latinoamericanos (PUDEL/UNAM). 2002. En http://www.imaginario.com.br/artigo/a0061_a0090/a0079-03.shtml . 142 http://www.congresobolivariano.org/modules.php?name=News&file=article&sid=2703 143 http://caminantesdelaluna.net/blog/?p=146 . 144 Francesca Randazzo. Op. Cit., pp. 15-16. 145 Ibid. p. 36-37. 114
137
DOCUMENTOS DE ARCHIVO Archivo Nacional de Honduras (ANH) -
“Copia impresa del decreto de separación de Centroamérica a México”. Archivo Nacional de Honduras. Legajo IB-04. Documento No. 25.
-
“Declaratoria de Ratificación de Independencia de Centroamérica del 1 de julio de 1823”(Copia impresa de la época). Legajo IB-03, Documento No. 31. 1 de julio de 1823.
-
“Copia impresa del Decreto #8 del Nombramiento de autoridades Federales”. Archivo Nacional de Honduras, Legajo IB -05 6. 24 abril de 1824.
-
Decreto de expulsión del Arzobispo Casaus y Torres (28/08/1831), Archivo Nacional de Honduras. Leg. I-B-06. Documento No. 42. 28 agosto de 1831.
-
“Reconocimiento del Imperio Británico a la Federación Centroamericana” Leg. I-B-06, Documento No. 616. 2 octubre de 1831.
-
“Conspiración de Ramón Guzmán”. Archivo Nacional de Honduras, Leg. B. I06, Documento No. 8. 1 de diciembre de 1831.
-
“Medidas contra el Cólera Morbus”. Leg. I-07 31; LegB . I-07 118; Leg. IB07 documento No. 105. 10 junio de 1837.
-
“Decreto de separación del Estado de Honduras”. Leg. IB-07, Documento No. 72. Año 1838.
-
“Decreto del Presidente del Estado de Honduras”. Legajo I-13. Documento No. 125. Comayagua, 16 de junio de 1848.
-
“Decreto del Ministerio General del Supremo Gobierno de Honduras”. Legajo I13. Documento No. 101. Comayagua, 6 octubre de 1848.
-
“Centroamericanos”. Legajo I-13. Documento No. 119. Tegucigalpa, 18 julio 1852.
-
Liberales Centroamericanos ¡Alerta!”. Legajo I-21. Documento No. 417. Tegucigalpa, 9 junio de 1871.
Archivo Etnohistórico-CDIHH -
Fondo Documentos Históricos del IHAH (FONDOC). Legajo 220/2203. “Medidas para Combatir Facciosos en Danlí”. 1844.
138
-
Fondo Documentos Históricos del IHAH (FONDOC). Legajo 220/2203. “Presencia de Facciosos Texiguats”. 1844.
Archivo Parroquial de la Catedral de Tegucigalpa: -
Acta de Bautismo de José Antonio Ruíz Zelayandía, Libro de Nacimientos 1825 – 1827.
ARTICULOS DE REVISTAS Y BOLETINES
-
Chaverri, María de los Ángeles (julio 1994). “El Repartimiento de Trabajo como Causa de la Protesta Social en Honduras Colonia: El caso de Texiguat”. Revista Paraninfo, Año 3, Número 5.
-
Euraque, Darío (1993). “Zonas Regionales en la Formación del Estado Hondureño, 1830s-1930s: El Caso de la Costa Norte”, En Historia y Sociedad, Universidad de Costa Rica, Recinto de Río de Piedras, Año VI.
-
López Bernal, Carlos Gregorio (2006). “Inventando Tradiciones y Héroes Nacionales: El Salvador (1858-1930)”. Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica (AFEHC). Boletín No. 19, abril 2006. Disponible en http://afehc-historiacentroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=373.
-
Pérez, Justo. (enero-febrero 1945). “En el Centenario del fusilamiento del ciudadano Joaquín Rivera”. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales, tomo 23, números 7-8.
-
RABN (octubre 1840). “Proclama de Morazán a Texiguats y Curarenes, Cojutepeque, 2 febrero 1840”. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales, tomo 20, número 4.
-
RABN. (noviembre-diciembre 1946). “Acta de la Municipalidad de Texiguat en que se desconoce al Gobierno del General Francisco Ferrera”. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales, tomo 25, números 5-6.
-
RABN. (septiembre-octubre 1946). “Contrata para el Ferrocarril Interoceánico”. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales, tomo 25, números 2-3.
-
RABN. (Noviembre de 1936). “Francisco Morazán, Su Centenario”. Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales. Tomo XV, No. 5.
-
Valle, Rafael Heliodoro (Julio 1971). “Morazán en el Perú”. Revista Ariel. No. 40 - 42.
139
HEMEROGRAFIA -LA REPUBLICA. 18 de mayo de 1889. -LA REPUBLICA. 5 de octubre de 1889. -EL CRONISTA. 22 de febrero de 1934. -EL CRONISTA.11, 12, 15-16 y 30 de septiembre de 1942. -EL CRONISTA. 1-2 y 5 de octubre de 1942. -LA TRIBUNA. 23 de enero de 1982. -LA GACETA. 17 de abril de 1991. -EL HERALDO. 16 de septiembre de 1992. -El HERALDO. 29 de septiembre de 1992.
WEBIOGRAFIA: -
http://www.se.gob.hn/ (página de Secretaría de Educación Pública de Honduras). www.sica.int (página oficial del Sistema de Integración Centroamericana). http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/franciscomorazan. (Página oficial de la Comunidad Salvadoreña en el Exterior). Ingenieros, José. El Hombre Mediocre. Versión digital por www.elaleph.com año 2000. p. 12. Disponible en www.edu.ar (13 agosto 2008). Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Vigésima segunda Edición. Versión digital disponible en http://www.rae.es (12 agosto 2008).
BIBLIOGRAFIA MINIMA -
Aguilar, Manuel et al.(2006). Redes de Poder en C. A. durante el siglo XIX: Francisco Morazán, José María Medina y Ramón Rosa. Ciudad Universitaria, Tegucigalpa, D.C.: Informe de taller de la Carrera de Historia UNAH.
-
Alemán Bolaños, Gustavo (1956). Centenario de la Guerra Nacional de Nicaragua contra Walker. Costa Rica, Guatemala, El Salvador y Honduras en la Contienda. Guatemala: Tipografía Nacional.
-
Alvarado, Nestor Enrique. (s/f). Morazán, político y maestro. Tegucigalpa: Imprenta Bulnes.
-
Antúnez Castillo, Rubén (1968). Memorias del Profesor Rubén Antúnez Castillo. San Pedro Sula: Imprenta Suyapa.
140
-
Argueta, Mario (1992). Los Alemanes en Honduras. Tegucigalpa: Centro de Documentación de Honduras (CEDOH).
-
Argueta, Mario (1999). La Primera Generación Liberal: Fallas y Aciertos (1829-1842). Tegucigalpa: Banco Central de Honduras.
-
Barahona, Marvin (1989). La Hegemonía de los Estados Unidos en Honduras (1907-1932). Tegucigalpa: Centro de Documentación de Honduras (CEDOH).
-
Bardales B., Rafael. (1983). Morazán, defensor de la unión centroamericana. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Becerra, Longino (1993). Ideas Pedagógicas de Francisco Morazán. Tegucigalpa: Editorial Baktun.
-
Becerra, Longino. (2007). Morazán Revolucionario, el liberalismo como negación del iluminismo. Tegucigalpa: BAKTUN editorial.
-
Bonilla Bonilla, Adolfo (1999). Ideas económicas en la Centroamérica ilustrada 1793-1838, San Salvador: FLACSO 1999.
-
Bumgartner, Louis E. (2001). José del Valle de América Central. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Cáceres Lara, Víctor (1978). Gobernantes de Honduras en el Siglo XIX. Tegucigalpa: Banco Central de Honduras.
-
Cálix Suazo, Miguel (2005). La Posteridad Nos Hará Justicia. Volumen VI. Tegucigalpa: Guardabarranco.
-
Cálix Suazo, Miguel (2005). Autenticidad de la Estatua de Morazán del Parque Central de Tegucigalpa. Tegucigalpa: Ediciones Guardabarranco.
-
Carias, Marcos (2007). De la patria del criollo a la patria compartida. Una historia de Honduras. Tegucigalpa: Ediciones Subirana.
-
Casaús Arzú, Marta Elena y García Giráldez, Teresa (2005). Las Redes Intelectuales Centroamericanas: Un Siglo de Imaginarios Nacionales (18201920). Guatemala: F&G Editores.
-
Castañeda de Machado, Elvia. (1991). La Batalla del Amor, María Josefa Lastiri. Tegucigalpa: LITHOPRESS.
141
-
De Oyuela, Leticia (2000). De la Corona a la Libertad. Documentos Comentados para la Historia de Honduras 1778-1870. Choluteca: Ediciones Subirana.
-
Díaz Chavez, Filander. (1988). Pobre Morazán Pobre. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras S. A.
-
Escoto, Julio. (1992). El General Morazán marcha a batallar desde la muerte. San Pedro Sula: Centro Editorial, S. R. L.
-
Euraque, Darío (1995). “Los recursos económicos del Estado Hondureño 1830 1970”. En Arturo Taracena y Jean Piel, Identidades nacionales y Estado Moderno. San José: Editorial UCR.
-
Euraque, Darío (1997). El Capitalismo de San Pedro Sula y la Historia Política Hondureña (1870-1972). Tegucigalpa: Editorial Guaymuras.
-
Euraque, Darío (2004). Conversaciones Históricas con el Mestizaje y su Identidad Nacional en Honduras. San Pedro Sula: Centro Editorial srl.
-
Ferro, Carlos (1971). San Martín y Morazán. Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente.
-
Herranz, Atanasio (1993). Estado, Sociedad y Lenguaje. La Política Lingüística en Honduras. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras.
-
García Burchard, Ethel Mercedes (2007). “Dinámica Política y Construcción Nacional Estatal en Honduras (1838-1872)”. Tesis sometida a la Consideración del Programa de Estudios de Posgrado en Historia para optar al grado de Doctora en Historia. Universidad de Costa Rica.
-
Guevara Escudero, José (2007). Honduras en el Siglo XIX: Una Historia Socioeconómica 1839-1914. Tegucigalpa: Editorial Universidad Pedagógica Francisco Morazán.
-
Griffith, William J (1989). Juan Galindo, Chauvinista Centroamericano. En Cáceres, Luis René (Editor). Lecturas de Historia de Centroamérica. San José: Editorial Universitaria Centroamericana.
-
Jiménez Solís, J. Jorge. (1952). Francisco Morazán, su vida y su obra. Guatemala: Tipografía Nacional
-
Leiva Vivas, Rafael. (1992). Francisco Morazán y sus relaciones con Francia. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
142
-
León Gómez, Alfredo (1978). El Escándalo del Ferrocarril. Tegucigalpa: Imprenta Soto.
-
León Gómez, Alfredo. (1992). Memorias de un soldado a punto de morir. Tegucigalpa: Edición del Banco de Occidente.
-
Lindo Fuentes. Héctor. “De la Ilustración al Liberalismo (1750-1870)”. En Historia General de Centroamérica, de Héctor Pérez Brignoli.
-
Marroquín Rojas, Clemente. (1971). Francisco Morazán y Rafael Carrera. Guatemala: Editorial José de Pineda Ibarra.
-
Martínez López, Eduardo (1992). Biografía del General Francisco Morazán. Tegucigalpa: Alin Editora.
-
Martínez, Mario Felipe (1973). “Honduras hace ciento cincuenta años”. En De la Sociedad Colonial a la crisis de los años 3º. Héctor Pérez Brignoli y otros. Colección Academia No. 3. Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente.
-
Martinez, Mario Felipe (1982). Apuntamientos para una Historia Colonial de Tegucigalpa y su Alcaldia Mayor. Tegucigalpa: UNAH.
-
Mejía, Medardo (1990). Historia de Honduras. Tomo VI. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Mejía, Medardo. (1993). Don Juan lindo, el frente nacional y el anticolonialismo. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Ministerio de Hacienda, Crédito Público y Comercio. Reglamento del Sello Postal Conmemorativo del Centenario de la Muerte del General Francisco Morazán. Tegucigalpa: Talleres Tipográficos Nacionales, 1941.
-
Molina Chocano, Guillermo (1976). Estado Liberal y Desarrollo Capitalista en Honduras. Tegucigalpa: Banco Central de Honduras.
-
Montes, Arturo Humberto. (1958). Morazán y la Federación Centroamericana. Mexico: Libro Mex Editores.
-
Morán, John Charles (2002). José María Medina, Capitán General y Presidente de Honduras. Esclarecimiento de su Personalidad. Rectifiación Histórica Documentada. San Pedro Sula: Centro Editorial.
-
Morazán, Francisco. (1986). Memorias, Manifiesto de David, Testamento. Tegucigalpa: Secretaría de Cultura y Turismo de Honduras.
143
-
Oquelí, Ramón (1989). 1862. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Oquelí, Ramón (1992). Francisco Morazán, Obras, Volumen I: La organización del Estado de Honduras. Tegucigalpa: Litografía López.
-
Ortega, Miguel (1988, 1991 y 1992). Morazán. Laurel sin Ocaso. III Tomos. Tegucigalpa: Litográfica Hondupack.
-
Pardo, Joaquín (1973) “Movimientos preindependentistas en Centroamérica”. En Pérez, Brignoli, Héctor y otros. De la Sociedad Colonial a la crisis de los años 30. Colección Academia No. 3, Tegucigalpa: Editorial Nuevo Continente.
-
Paz Barnica, Edgardo (1993). Morazán o el Quijote de la Historia. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
-
Pérez Brignoli, Héctor (1973). La Reforma Liberal en Honduras. Tegucialpa: Editorial Nuevo Continente.
-
Pérez Chávez, Porfirio (2001). Estructura Económica de Honduras. Gobierno del General Francisco Ferrera 1840-1844. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Pérez Chávez, Porfirio (2006). Magnicidio Hondureño. Tegucigalpa: Litografías El Águila, 2006.
-
Pérez Chávez, Porfirio (2006). Santos Guardiola. Política y Guerra Filibustera. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
-
Randazzo, Francesca (2006). Honduras, Patria de la Espera. Tegucigalpa: IHAH.
-
Randazzo, Francesca (2007). “Cambios en el Imaginario de la Lucha e Institucionalización del Ejército en Honduras”. Ponencia del Seminario de Historia de Honduras. Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH). 16-18 octubre 2007.
-
Raudales Soto, Julio (1976). Cinco Tegucigalpa: Imprenta Calderón.
-
Rodríguez, Mario (1970). Chatfield, Cónsul Británico en Centro América. Tegucigalpa: Banco Central de Honduras.
-
Rosa, Ramón (1971). Historia del Benemérito Gral. Don Francisco Morazán, Ex Presidente de la República de de Centroamérica. Tegucigalpa: Ediciones Técnicas Centroamericanas.
-
Rosa Izaguirre, Ramón (2007). Extranjeros hacia Tegucigalpa (1857-1928). Tegucigalpa: Multigráficos Flores.
Ejércitos
y
un
Objetivo
Común.
144
-
Santana, Adalberto (2003). El Pensamiento de Francisco Morazán. Tegucigalpa: Editorial Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán.
-
Sarmiento, José A. (2006). Historia de Olancho 1524-1877. Tegucigalpa: 3ª Edición, Editorial Guaymuras.
-
Sierra Fonseca, Rolando (1993). Iglesia y Liberalismo en Honduras en el Siglo XIX. Choluteca: Obispado de Choluteca.
-
Sierra, Rolando (1998). La Filosofía de la historia de José Cecilio del Valle. Choluteca: Ediciones Subirana.
-
Sierra Fonseca, Rolando (2001). Colonia, Independencia y Reforma. Introducción a la Historiografía Hondureña. Tegucigalpa: UPNFM.
-
Solórzano Fonseca, Juan Carlos (1993). Los años finales de la dominación española (1750-1821). En Historia General de Centroamérica. De Héctor Pérez Brignoli. Madrid: FLACSO.
-
Torres Rivas, Edelberto y Pinto, Julio César (1983). Problemas en la Formación del Estado Nacional. San José, Costa Rica: Instituto Centroamericano de Administración Pública (ICAP).
-
Torres Rivas, Edelberto (1989). Interpretación del Desarrollo Social Centroamericano. Costa Rica: Duodécima Edición. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
-
Turcios, Salvador (1942). Conociendo la Historia Patria. Tomo I, Tegucigalpa: Ediciones Culturales del Diario el Cronista.
-
Woodward, Ralph Lee (2002). Rafael Carrera y la Creación de la República de Guatemala 1821-1871. Guatemala: Plumsock Mesoamerican Studies. Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica.
-
Yankelevich, Pablo (1988). Honduras. México: Alianza Editorial.
-
Zepeda, Ismael (2007). “Honduras y las Relaciones Internacionales (18501900)”. Seminario de Historia de Honduras “Medardo Mejía”, 17-19 octubre de 2007, Tegucigalpa, D.C.
-
Zelaya, Oscar (2007). “Dictaduras, Imperialismo y Educación un Intercambio de Hechos y Acciones hacia Comienzos del siglo XX”. Tesis de Maestría. Tegucigalpa: Universidad Pedagógica Francisco Morazán.
-
Zúñiga Huete, Angel (1992). Morazán. Tegucigalpa: Grupo Bulnes Impresores.
145
ANEXO
146
PROPUESTA MUSEOGRAFICA PARA LA CASA DE MORAZÁN, ANTIGUO ARCHIVO NACIONAL DE HONDURAS
Las hojas siguientes registran una propuesta de distribución de salas con exhibiciones (objetos, imágenes, etc.) para el Museo en la Casa de Morazán. La distribución refleja un dialogo con el Plan Interpretativo y con la disponibilidad actual de recursos para dicha exhibición en las 3 diferentes salas. Estos mismos se comprenden mejor mediante una presentación en un proyector de data-show de los espacios con que contamos, y en una maqueta que se elabora por técnicos del IHAH y consultores contratados con ese propósito.
147
DISTRIBUCION DE SALAS, PRIMERA PLANTA MUSEO, CASA DE MORAZAN I. SALA DE RECEPCIÓN CASA MORAZAN (ENTRADA) 1. Imagen, pintura o grabado de la Casa Morazán. 2. Planos de la Casa Morazán. 3. Documento de compra-venta de la Casa Morazán en 1795 (Transcripción en Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, julio, agosto, septiembre, T. XXI, No. 1-2-3, septiembre 1942. Puede buscarse el documento original en el Archivo Nacional de Honduras, el Archivo del Instituto de la Propiedad o el Archivo de la Corte Suprema de Justicia). 4. Decreto No. 69, del Congreso Nacional de febrero de 1954, sobre compra de la Casa e instalación del Museo y Archivo Morazánico. 5. Pintura de Francisco Morazán.
SALA I.
1. 2. 3. 4. 5.
CRISIS COLONIAL, LA INDEPENDENCIA Y EL ESTADO NACIONAL (1780-1821)
Mapas de la Capitanía General de Guatemala. Grabado de la Plaza Mayor de Antigua, Guatemala. Mapa de la división política-administrativa de Honduras a inicios del siglo XIX. Mapa sobre los límites de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa. Mapa de regiones históricas de Honduras (Artículo de María de los Ángeles Chaverri, publicado en YAXKIN). 6. Pintura de José Cecilio del Valle. 7. Grabado de Plaza Central de Tegucigalpa a inicios del siglo XIX. 8. Grabado de pila bautismal de la catedral donde bautizaron a Francisco Morazán. 9. Acta de bautismo de Francisco Morazán (Actualmente extraviada, no se localizó en archivo eclesiástico de la parroquia de Tegucigalpa). 10. Pintura del padre Francisco A. Márquez (Se encuentra en la iglesia de San Antonio de Oriente). 11. Pinturas o grabados de la familia de Francisco Morazán (padres y hermanos). 12. Fotografía de Escribanía de León Vásquez donde Morazán trabajó en su juventud. 13. Pinturas de movimientos independentistas (colaboración de alumnos de Escuela Nacional de Bellas Artes). 14. Impreso original del Acta de Independencia de C. A. 1821 (Archivo Nacional de Honduras). 15. Copia manuscrita de Acta de independencia de Tegucigalpa (Reproducción existente en Museo Villa Roy). 16. Impreso original del Acta de independencia de Comayagua (Archivo Nacional de Honduras).
148
17. Impreso original de la ratificación de la independencia por Congreso Centroamericano en 1823 (Archivo Nacional de Honduras). 18. Constitución federal de 1824 (¿Archivo Nacional de Honduras?).
SALA II:
CONQUISTAS, DESACIERTOS Y LEGADOS (1823-1876)
1. Mapa de Centroamérica en 1829 por George A. Thompson. 2. Retrato de Dionisio de Herrera (Museo Villa Roy). 3. Documentos relacionados con Francisco Morazán, cuando éste era funcionario del gobierno de Dionisio de Herrera (En poder de la Fundación del Museo del Hombre Hondureño). 4. Retrato de María Josefa Lastiri de Morazán. 5. Aguamanil de María Josefa Lastiri de Morazán (Se encuentra en Museo Villa Roy). 6. Acta de Matrimonio de Francisco Morazán con María Josefa Lastiri (Supuestamente se encuentra en Archivo Eclesiástico de la Parroquia de Comayagua). 7. Vajilla que perteneció a María Josefa Lastiri de Morazán (Prestada por Cordelia de Amato a la Fundación del Museo del Hombre Hondureño en 1992). 8. Libreto de ópera que perteneció a María Josefa Lastiri de Morazán (Concedido en calidad de préstamo por Leticia de Oyuela para exposición que en 1992 organizó la Fundación del Museo del Hombre Hondureño). 9. Decreto por el cual el Congreso Federal nombra a Manuel José Arce, presidente de la Federación. Junto a este una cita de las memorias de Morazán que considera este acto como la causa de las posteriores desgracias de la región al haber negado la presidencia a José Cecilio del Valle. 10. Retrato de Manuel José Arce, primer presidente de la Federación Centroamericana. 11. Mapa de la producción económica de la Federación Centroamericana (Elizabeth Fonseca, Evelio Inestroza). 12. Monedas del período de la Federación (El Banco Central de Honduras posee varias de ellas). 13. Pintura de la batalla de La Maradiaga en mayo de 1827 por A.C. Ferrant. 14. Recreación virtual de la batalla de La Trinidad. 15. Fotografía del actual monumento de la Batalla de La Trinidad. 16. Maqueta de la batalla de La Trinidad (Museo de Historia Militar). 17. Figura de cera de Morazán 18. Fotografía de Manuel Escobar, un soldado de Morazán (Facilitada por Evelio Inestroza). 19. Cuadro con cronología de las batallas de Francisco Morazán (1827-1829). 20. Grabado de la Plaza Mayor de Guatemala de 1829, cuando entran triunfantes las fuerzas morazanistas. 21. Grabados de Morazán hechos por F. Cisneros. 22. Sistema de Enseñanza Extendida o Lancasteriano (sería conveniente conseguir un código) 23. Replica del traje de gala de Francisco Morazán.
149
24. Imágenes de partidarios de Francisco Morazán: Vicente Villaseñor, Cleto Ordóñez, Nicolás Raoul, José Trinidad Cabañas, Pedro Joaquín Valenzuela. 25. Imágenes de enemigos de Francisco Morazán: Braulio Carrillo, Antonio de Aycinena, Miguel García Granados, Juan José Aycinena, Mariano Aycinena, Ramón Casaus y Torres y Rafael Carrera. 26. Sinopsis de las redes sociales de Francisco Morazán. 27. Grabado de Rey Luís Felipe de Orleáns, de Francia, quien reconoció la Federación de C.A. 28. Documento del reconocimiento de Federación Centroamericana por parte de Inglaterra (Archivo Nacional de Honduras). 29. Informe de Morazán al Congreso Federal 1836 donde habla sobre la educación. 30. Mapa, escudo y bandera del Estado de Los Altos. 31. Mapa con las fechas de separación de la Federación de cada uno de los países centroamericanos. 32. Imágenes de la Casa donde Morazán permaneció en David, Panamá; en San José, Costa Rica y de la casa de Pedro Mayorga, donde fue capturado. 33. Copia de testamento manuscrito de Francisco Morazán (facilitado por Lic. Patricia Castillo). 34. Pintura por A.C. Ferrant sobre fusilamiento de Francisco Morazán y Villaseñor en San José, Costa Rica. 35. Representación con figurillas de cera del fusilamiento de Francisco Morazán (Escuela Nacional de Bellas Artes). 36. Pintura del entierro de Francisco Morazán en San Salvador. 37. Imagen del mausoleo de Francisco Morazán en San Salvador. 38. Imágenes de hijos de Francisco Morazán: Adela Morazán Lastiri, José Antonio Ruiz y Francisco Morazán 39. Acta de bautismo de José Antonio Ruiz (Archivo Eclesiástico de Parroquia de Tegucigalpa). 40. Charreteras de José Trinidad Cabañas (Museo Villa Roy). 41. Bono sobre el proyecto del Ferrocarril Interoceánico durante gobierno de José María Medina (Donado por Elizeth Payne al IHAH, se encuentra en Archivo Etnohistórico). 42. Documento de 1871, firmado por “Unos Liberales” donde se compara al presidente José María Medina (1864-1872) con Francisco Morazán (Archivo Nacional de Honduras). 43. Poema de 1871 dedicado a José María Medina, donde se le compara con Francisco Morazán y José Trinidad Cabañas. 44. Réplicas a tamaño natural de Francisco Morazán y otros personajes de la época.
SALA III:
DE LA REFORMA LIBERAL AL PRIMER CENTENARIO DE SU MUERTE. REALIDADES, MITOS Y DEBATES
1. Mapa de Centroamérica del año 1892. 2. Foto de primera estatua de Francisco Morazán inaugurada en San Salvador en 1882. 3. Foto de estatua de Francisco Morazán en el puerto de Amapala, donde Marco Aurelio Soto inauguró su gobierno.
150
4. Documento sobre la iniciativa de integración de los Estados Unidos (Doctrina Monroe). 5. Fotografía del Parque Morazán de Tegucigalpa a inicios del siglo XX. 6. Fotografías de estatuas de Francisco Morazán en las dos principales ciudades de Honduras, Tegucigalpa y San Pedro Sula. 7. Fotografía del bajorrelieve de Francisco Morazán en el Congreso Nacional. 8. Fotografías de bustos de Francisco Morazán en los distintos municipios de Honduras. 9. Fotografías de estatuas de Morazán en países de Latinoamérica y el mundo145. 10. Decreto de Duelo Nacional por Centenario de Muerte de Francisco Morazán en 1942 (Diario el Cronista de septiembre de 1942). 11. Creación de Ave. Centenario Morazán o calle Morazán por la Alcaldía del Distrito Central en 1942 (Archivo de la Municipalidad?) 12. Estampillas conmemorativas al primer centenario de la muerte de Francisco Morazán (1942). 13. Estampillas conmemorativas al bicentenario de Francisco Morazán en 1992. 14. Poemario “Cantos Democráticos al general Morazán” por Claudio Barrera, 1943. 15. La pervivencia de Morazán sostenida por Jacobo Cárcamo en gran parte de su obra, 1954. 16. “Canto a la Encontrada Patria y su Héroe” Clementina Suárez, 1957. 17. Iconografía de Morazán: retratos, dibujos y grabados. 18. Artículo de Rómulo E. Durón titulado “Morazán y el Número 5”. 19. Artículo sobre la figura de Morazán, escrito pocos días después de la Guerra entre Honduras y El Salvador en 1969. 20. Poema a Morazán por David Moya Posas. 21. Letra de canción “General Morazán” por Alux Nauhalt de Guatemala. 22. Decreto por el cual la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), adopta el Himno La Granadera como himno oficial. 23. Decreto de Creación de la Corte Centroamericana de Justicia 24. Decreto de Creación del PARLACEN 25. Símbolos de la Federación Centroamericana y de los posteriores intentos de unión teniendo como trasfondo la versión instrumental de La Granadera. 26. Letra y música del himno La Granadera. 27. Letra y música del himno a Morazán. 28. Conmemoración de la Batalla de La Trinidad teniendo como trasfondo musical la composición “La Batalla de La Trinidad” del hondureño José Luís Suazo. 29. Poemas sobre Morazán (Pablo Neruda, Eduardo Bahr, Rafael Moya Posas, Clementinas Suárez, entre otros). 30. Tres pinturas sobre Morazán obras de Darío Escoto resguardadas por el IHAH.
SUGERENCIAS 1. El área del patio puede ser utilizada para la presentación de la obra teatral infantil “El General Morazán me Contó” del autor hondureño Hermes Reyes la cual fue presentada en el marco del Proyecto “Museo de Arte Vivo” que la UNESCO y el IHAH desarrollaron durante el primer semestre del 2008 en el Museo de Historia Republicana en Villa Roy.
151
2. Concursos de poesía alusiva a Morazán. 3. Concursos de maquetas sobre batallas de Morazán, de pintura o dibujo sobre la figura de Morazán, entre otras posibles actividades referentes a la imagen del prócer. 4. Es recomendable organizar una exposición bibliográfica, desde las primeras biografías que se escribieron en el periodo de la Reforma Liberal hasta los estudios más recientes sobre su vida. 5. Existe también el proyecto del compositor nacional Alex Palencia de una obra de Opera Rock sobre Morazán. Este artista hondureño tiene varios años de estar trabajando en dicha ópera que involucra a varias decenas de actores. Como una forma de acercarse a las generaciones más jóvenes, Palencia concibe un concepto musical amplio con representaciones de pasajes de la vida de Morazán igualmente abiertos a las más diversas corrientes de interpretación política. Esta obra puede convertirse en primer paso hacia la apertura de nuevos espacios para el desarrollo de más y novedosas manifestaciones artísticas alrededor de la figura de Morazán. 6. Presentación de documental sobre la Batalla de la Trinidad que está siendo producido por la Secretaría de Cultura Artes y Deportes.
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
163
164
165
166
167