Presentación La actividad autónoma de las masas pertenece por definición a lo reprimido de la historia. C. Castoriadis Uno de los elementos más relevantes que tuvo el conflicto que habitó el segundo cuatrimestre de nuestra facultad fue la autoorganización estudiantil en una perspectiva democrática y de base. En efecto, hay una serie de elementos en los que esta tendencia se expresó: ha sido la asamblea estudiantil (representada por la comisión mandatada) la que negociara con la Gestión de la Facultad los puntos del reclamo, logrando así el reconocimiento de ser el actor fundamental del conflicto, la insoslayable relevancia del trabajo de base y la organización sostenidos durante dos años por los compañerxs de la comisión por el presupuesto, la autoorganización de prácticos y cursos en los que algunxs docentes se habían negado a dar clases durante esos 31 días, el surgimiento de diversas comisiones horizontales de trabajo y participación (comisión por la democratización, comisión contra la mercantilización del conocimiento, comisión por la autogestión del conocimiento y la comisión anti-represiva). En efecto, estos elementos no pueden ser entendidos más que como síntomas de este “horizonte político” que atravesó el conflicto y la toma de la facultad durante un mes. Con el objeto de apuntalar estas tendencias democratizantes y de lucha es que se conformó LA REVUELTA (El cielo por asalto – CAUCE + Prisma + activistas independientes), como un espacio político que se propone impulsar la refundación de nuestro centro de estudiantes, en base a una democratización radical, en la perspectiva de disponernos en mejores condiciones para la lucha por la transformación de nuestra sociedad. Nos proponemos aprovechar el debate electoral para avanzar en la discusión sobre qué organización gremial nos queremos dar, para qué disputas políticas. La participación en esta discusión es fundamental en la medida que consideramos que el movimiento estudiantil debe darse las tareas necesarias para encarar la articulación con los otros sectores en lucha que se configuran como sujetos de cambio social. Nos proponemos aportar al desarrollo de este nuevo movimiento estudiantil emergente que, con autonomía respecto a las gestiones universitarias y el gobierno nacional, se disponga a dar las luchas gremiales y presupuestarias, pero también la lucha por la democratización de la producción de conocimiento y por la conformación de un pensamiento crítico que logre disputar el sentido mismo de la universidad. Apostamos a que el movimiento estudiantil, en base a métodos democráticos y participativos, se constituya en una parte instituyente de una fuerza social emancipatoria, en conjunto con las clases subalternas, que vuelva a instalar en el horizonte efectivo la perspectiva de una transformación radical de la vida y la sociedad. Somos conscientes de que no es la participación electoral en sí misma la que expresa y agota las posibilidades de estas tendencias. En este sentido se trata, para nosotros, de problematizar nuestro actual órgano gremial a través de prácticas que planteando un antagonismo con las tendencias burocratizantes de la conducción, puedan disputar el sentido de nuestro gremio.
Sobre la situación nacional La aparente polarización con la que nos quieren presentar la realidad política argentina constituye una escenificacion de una supuesta disputa entre dos modelos de país: “ privatistas” vs. “estatistas; “neoliberales” vs. “industrialistas”, “ajuste” vs. “justicia social” ; “dd. hh.” vs. “impunidad”. Es así que se representa una escena que encarna la farsa categorial de confrontar al “progresismo” oficial y la “oposición reaccionaria” como “alternativas” antagónicas, mientras que en realidad comparten como proyectos el interés de defender la configuración antipopular de nuestra sociedad mediante el cuidado y defensa de las estructuras económicas y sus estrategias de dominación inherentes. No es una novedad señalar que el gobierno kirchnerista emergió con el objetivo de poner fin a la crisis de dominación de 2001, encarnando un proceso de recomposición de la hegemonía de las clases dominantes sobre nuevas bases. Sin embargo, tiene estado público el debate respecto a si el gobierno nacional expresa una alternativa progresiva, un “mal menor”, frente a la oposición de derecha, que tiene en Macri a su referente paradigmático. Reconocer la popularidad que pudiera tener el gobierno (sobre todo a partir del fallecimiento de Nestor Kirchner) y su capacidad para integrar a vastos sectores de los movimientos sociales, organizaciones políticas e intelectuales críticos, nos obliga a desnudar su íntimo significado histórico, su carácter “restaurador” y normalizador, así como los equívocos sobre los que se asienta y los peligros que implica el apoyo que ha ganado en el campo popular. La forma de dominación encarada por el periodo kirchnerista implica una serie de rupturas y continuidades con el pasado neoliberal “puro y duro”. Si por un lado continúa y profundiza las tendencias regresivas fundamentales inauguradas por el periodo neoliberal (concentralización y centralización del capital, extranjerización de la economía, desigualdad en la distribución del ingreso, depredacionismo de los recursos naturales, etc.), lo articula con un moderado reformismo y ciertas concesiones propias de un periodo todavía marcado por la crisis de dominación del periodo 2001-2002. Que el proceso político actual
sea diferente al neoliberalismo de los noventa no niega el suelo común sobre el que se asientan. El reciente asesinato del compañero Mariano Ferreyra, a manos de la burocracia sindical que el propio gobierno reconoció como su “columna vertebral”, constituye un “momento de verdad” que aterra al discurso “progresista” de los defensores del gobierno. Este asesinato no es un hecho aislado sino que es consecuencia del proyecto político kirchenrista, que tiene como otra de sus aristas antipopulares el lamentable record de tener más de 6000 procesados y presos políticos, según releva CORREPI. Es en ese sentido que entendemos que la disputa entre el gobierno nacional y la oposición parlamentaria no debe llevarnos a perder de vista que ni uno ni otro ofrece una alternativa real para los sectores populares. Frente a este escenario, no basta sin duda con la autonomía y una estrategia de resistencias diseminadas, sino que debemos avanzar en la construcción de una alternativa política de las clases subalternas, en el marco del desarrollo de una fuerza social emancipatoria. Consideramos que las nuevas experiencias políticas no debieran hacer falsa virtud de la fragmentación que las ha caracterizado hasta el momento. Por el contrario, debemos avanzar desde las experiencias locales de autogestión y autoorganización hacía la construcción de un vasto movimiento social y político que permita pensar y ensayar formas de organización que comiencen a prefigurar la sociedad que deseamos construir, en la perspectiva de constituirse en una alternativa política de las clases subalternas.
Conocer para transformar: democratización de la producción de conocimiento En el movimiento estudiantil la concepción tradicional de la Universidad como un mero instrumento de dominación ha llevado a actuar subestimando el potencial de disputa por la conformación de un pensamiento crítico. En efecto, constituir a la Universidad como una trinchera contra la sociedad capitalista comporta hacer extensiva la lucha a este terreno, auto-constituyendonos, contra el academicismo, como sujetos activos, creativos y productores de pensamiento crítico. Esta construccion alternativa se expresa en la practiva en el permanente cuestionamiento de nuestros planes de estudio, estructuras de cátedra, políticas de concursos y de la re l a c i ó n del espacio universitario con las disputas de las clases subalternas y las renovadas experiencias de los sectores populares. Cuando pensamos en la democratización del proceso de producción de conocimiento no podemos hacerlo sin establecer la necesidad de una revisión profunda de diferentes aspectos,
que relacionados y subsidiarios entre sí, hacen hoy a la burocratización del saber. A un modo de enseñanza que se caracteriza por la exposición sistemática tendiente a generar las condiciones para la correcta reproducción de contenidos, le corresponde una forma de lectura que prioriza la legalidad interna de los textos minimizando su reelaboración desde nuestra contemporaneidad. En consonancia, a éstas les corresponde un método de evaluación que jerarquiza la correcta introyección de los contenidos y su correcta reproducción, instituyendo como un valor la pasividad acrítica de reponer la coherencia interna del texto. Ante esto, consideramos que es necesario vitalizar el
conocimiento en su relación con el mundo de la vida social, y entendemos que esto no implica anular la función docente, eliminar los textos, o habitar las disciplinas como deshistorizadas y sin tradición, sino cuestionar la función docente como reservorio reproductivo, combatir el texto como portador de una entidad objetiva, leer la tradición no como un saber cosificado en la mortaja seca del concepto sino desde un punto de
vista en que sea posible vivificarla con arreglo a nuestros problemas, con arreglo a los conflictos sociales de los que somos parte, con arreglo a nuestra historicidad. Este horizonte de subversión de la producción y circulación del conocimiento no puede ser más que el de devolverle al conocimiento su valor de conflictuar la normalidad, de instituir grietas en lo Real, haciendo así de la universidad y de nosotros mismos sujetos productores de conocimiento critico para la transformación social. De esta manera entendemos la Universidad como una trinchera desde donde podemos ganar posiciones, desde una perspectiva anticapitalista, en la batalla contra la forma hegemónica de la producción de conocimiento, avanzando hacia instancias de co-producción con los actores sociales en lucha, problematizando el rol socialmente asignado a nosotros como sujeto universitario y afirmándonos como un actor político que prefigure nuevas formas de conocimiento que impugnen y develen los mecanismos de dominación de la actual sociedad que luchamos por transformar.
La sociedad en la Universidad y la Universidad en la sociedad. La necesidad de una intervención colectiva y disruptiva del movimiento estudiantil en articulación con los otros sectores en lucha Si bien la Universidad, en tanto institución inmersa en el seno de una sociedad dividida en clases, desempeña un rol singular en el proceso de reproducción del orden de dominación social, entendemos que es también un campo de batalla en el que podemos dar una lucha por la democratización del territorio específicamente universitario. Sabemos que esta lucha consta de varios frentes. Por un lado, consideramos necesario democratizar los modos de producción, circulación y legitimación del conocimiento, avanzando en la generación de seminarios y materias colectivas que pongan en cuestión las relaciones político-pegagógicas hegemónicas, en la perspectiva de producir científicos sociales críticos y comprometidos con las distintas luchas por la transformación social (a diferencia de los actuales técnicos abstraídos de la vida social). Para todo esto resulta también fundamental impulsar reformas de los planes de estudio de las distintas carreras abriendo espacios de participación asamblearios de carácter resolutivo e interclaustral. Avanzando en este mismo sentido de democratización de las instancias de producción de conocimiento, creemos también importante en discusión las instancias actuales de examinación y evaluación, y fomentar dispositivos que hagan de la evaluación un pro-
ceso constante y productivo, cualitativamente distinto, de elaboración colectiva. Por otro lado, es de suma importancia avanzar en la democratización de los órganos de co-gobierno de la Universidad, tomando como propias las reivindicaciones históricas de incorporar como claustro al personal nodocente, de unificación de todos los docentes en un claustro único, y de establecer un mayor porcentaje de representación para el claustro estudiantil. También apoyamos, en este mismo sentido, los procesos asamblearios en las carreras de Antropología y Filosofía que han optado por participar en sus respectivas elecciones de Junta Departamental con representantes mandatados, con el afán de generar una tensión entre el carácter anti-democrático de la estructura institucional de representación, y los espacios de base como instancias genuinas de autoorganización y democracia directa. Todas estas reformas las concebimos como pasos necesarios en el camino progresivo hacia una puesta en cuestión radical de la lógica subyacente que opera en la división en claustros. Otra dimensión que no debemos dejar de lado es la de seguir peleando por todas las reivindicaciones vinculadas a mejorar las condiciones de cursada de las carreras de grado: ampliar la oferta horaria para
permitir que los estudiantes que trabajan durante el día puedan acceder al menos a un tercio de los prácticos de cada materia en horarios nocturnos (a partir de las 19 hs.), asegurar el dictado de todas las materias troncales en ambos cuatrimestres, exigir que el Estado garantice la gratuidad de la totalidad de los materiales de estudio para todos los estudiantes (con producción y distribución bajo control estudiantil), subir dichos materiales a la net para bajar gratis en forma periódica y actualizada, etc. A su vez, hay que continuar con la lucha por mayor presupuesto y por la co-participación estudiantil en el mismo, anticipando desde ahora las discusiones que el año que viene atravesarán a los distintos ámbitos educativos acerca de los nuevos proyectos de Ley de Educación Superior, para estar en mejores condiciones para dar nuestras disputas. En ese sentido, la Comisión contra la mercantilización del conocimiento nos parece que tiene un eje de trabajo estratégico para el movimiento estudiantil de cara a las luchas que se avecinan: denunciar las políticas educativas de arancelamiento y privatización encubierta, y la ingerencia de los capitales privados en la organización de la producción de conocimiento. También debemos seguir con atención y cuidado los avatares de la nueva comisión cuatripartita que surgió a partir de la toma, porque ésa es la instancia en donde va a ir adquiriendo determinaciones más concretas el compromiso que logramos arrancar a la gestión de la facultad sobre los puntos del edificio integrado. Desde LA REVUELTA, queremos particularmente empezar a discutir la posibilidad de que parte de dicha obra sea llevada a cabo por las organizaciones sociales, como las que participan de las “Cooperativas sin Punteros”, en la perspectiva de generar un movimiento estudiantil verdaderamente combativo que abra instancias de articulación permanente con otros sectores populares en lucha. En consonancia con este horizonte, desde LA REVUELTA creemos que si bien resulta indispensable mantener el apoyo presencial en los distintos conflictos e impulsar también su difusión, debemos construir una confluencia concreta con esos sectores que exceda la mera relación externa de solidaridad entre estudiantes y trabajadores, para avanzar en articulaciones más estrechas que abonen, de un modo vivo y creativo, a la conformación de una fuerza social con pretensión de radical transformación social. Dos ejemplos significativos de esta idea son la experiencia de los bachilleratos populares, coproducción
e instancias de debate y articulación como ser la realización de las Jornadas Subterráneas con el Sindicato del Subte. Finalmente, también consideramos una tarea prioritaria del movimiento estudiantil desarrollar una política de lucha por el juicio y castigo a los responsables políticos y materiales del asesinato de Mariano Ferreyra, por la exigencia de libertad para los presos políticos, y por la libertad sindical de las organizaciones del nuevo sindicalismo de base. Obviamente que nada de esto puede hacerse sino desde una orientación política independiente de las distintas fracciones de poder concentrado en nuestra Facultad y en la Universidad. Creemos que para avanzar exitosamente en todas estas luchas la tarea que se nos presenta como ineludible es la radical democratización de nuestro órgano gremial, porque sólo en la medida en que crezca nuestra capacidad y potencia organizativas, tendremos un movimiento estudiantil lo suficientemente fuerte y unido en sus diferentes expresiones como para poder dar cuerpo hasta el fondo a todas estas disputas.
La transformación de nuestra subjetividad y de la realidad que ella habita reclama ensayar y desarrollar, aquí y ahora, formas alternativas de poder popular que prefiguren la sociedad que aspiramos alcanzar: desde la organización interna de nuestro colectivo, pasando por las instancias de autoorganización del movimiento estudiantil, hasta su articulación con los movimientos sociales. En este marco, apostar a la construcción de un nuevo movimiento estudiantil implica la refundación de las organizaciones gremiales en una perspectiva democrática y auto-organizada. Luego de décadas de hegemonía de la Franja Morada en el movimiento estudiantil, la izquierda que recuperó los centros de estudiantes no pudo superar en varios aspectos el modelo de organismo gremial exterior y productor de servicios. Pese a los méritos que podemos destacarles a los centros de estudiantes recuperados por la izquierda (partidaria o independiente), en tanto gremios que pudieran tener un carácter combativo, no podemos ocultar los problemas actuales que la afectan, y que se derivan tanto de la situación general del movimiento estudiantil como de la política que hoy impulsan sus corrientes mayoritarias. Entendemos que no es posible pensar otra forma de relaciones sociales en la Universidad, que jerarquice las instancias de democracia directa y diluya y tensione las mediaciones representativas, sin poner en cuestión la estructura de nuestras organizaciones gremiales. En este sentido, nuestra disputa por la democratización de todos los ámbitos en donde se desarrolla la vida política de la Universidad es una tarea imprescindible para que el movimiento estudiantil adopte formas de organización que respondan a la necesidad de discusión democrática y organización colectiva de la acción y transforme a los gremios en una herramienta de lucha que prefigure relaciones sociales de nuevo tipo. Por esto mismo nos diferenciamos de las agrupaciones de izquierda que consideran suficiente ganar las elecciones de Centro de Estudiantes como conquista para la lucha sin cuestionar la estructura de las organizaciones gremiales que conducen. Creemos que la única manera de que el centro de estudiantes sea orgánico a las reivindicaciones y a las luchas
del movimiento estudiantil es mediante un cambio estructural de su forma actual, donde el debate y la capacidad de decisión comiencen a dirimirse en espacios abiertos y verdaderamente democráticos. Así podemos empezar a diluir la separación entre representantes y representados, y con ellos la apropiación del organismo gremial a través de mecanismos de democracia directa. De todas formas no consideramos que sea posible la abolición por decreto de esta separación, sino que será la acción consciente, autónoma y organizada del movimiento estudiantil la que constituya relaciones sociales distintas en los nuevos espacios de participación. Sabemos que los cambios de este tipo no se decretan, ni dependen de normativas ni estatutos, pero también que no es menor la diferencia entre un espacio identificado con la eventual gestión surgida de las urnas y un espacio adecuado a la participación, pensamiento y acción colectiva. Tampoco se trata de idealizar las asambleas y comisiones como si en sí mismas fueran garantes de la expresión de las mayorías, sino de entenderlas como herramientas que desarrollan su potencialidad en la medida en que son asumidas por el conjunto de los estudiantes como instancias de participación masiva y en las que se desempeña una practica crítica. Por eso los objetivos del centro no pueden estar escindidos de su estructura organizativa, en la medida en que no hay perspectiva política desprendida de las prácticas con las que pretendemos conseguirla. De este modo, nos parece fundamental impulsar con el conjunto del estudiantado un proceso estatuyente, producto del cual surja un Estatuto del Centro de Estudiantes que sea expresión de una nueva forma organizativa. Pero en esto tenemos que ser claros, para que cualquier modificación que apunte en los sentidos que mencionábamos sea posible el proceso tiene que contar con la participación activa de los estudiantes, únicos garantes de una profunda democratización. En última instancia, si lo que predomina es una actitud
desinteresada y prescindente, cualquier cambio se quedará solo en una interesante declaración de principios y deseos. Nuestra propuesta para la refundación del CEFyL (ver imagen) está constituída por 4 instancias: reemplazo de la actual presidencia por un cuerpo colegiado de 15 miembros, con representantes elegidos en elecciones, como órgano de representación permanente, con tareas de orden operativo y de coordinación; jerarquización de la instancia de la Asamblea, con un funcionamiento periódico, como instancia fundamental del CEFyL; conformación de un cuerpo de delegados, para generar una comunicación política entre el CEFyL y las cursadas; comisiones de trabajo de base, de participación directa, en reemplazo de las actuales “secretarias” que dependen del resultado electoral y que no son más que sellos vacíos de participación.
La asamblea: Es un espacio de toma de decisiones que supone la participación directa de los estudiantes y por ello pensamos que debe ser un órgano fundamental de construcción colectiva. La democratización real que ésta asuma depende de la participación y el compromiso de todos y todas.
El cuerpo colegiado: Es el espacio de representación permanente. Estaría compuesto por 15 miembros de diferentes listas, elegidos anualmente de manera proporcional, en elecciones no obligatorias. La idea es que en períodos de baja movilización garantice, en reuniones semanales, las funciones básicas del centro de estudiantes. Estas son: llamar a Asamblea Ordinaria, llamar a elecciones de cuerpo de delegados y colegiado, viabilizar recursos para las comisiones de trabajo, y garantizar que se forme una comisión abierta revisora de cuentas.
El cuerpo de delegados: Lo central de esta instancia es fomentar la participación de todos desde nuestro espacio más cotidiano: las aulas. Supone la discusión en los cursos y su articulación en un todo integrado. Es el encargado de desarrollar la discusión entre los estudiantes rompiendo con la artificial separación que dictamina que en las aulas se estudia y no se hace política, y que ésta se restringe a los pasillos. Las delegadas y los delegados (revocables y rotativos) tienen la tarea de llevar lo discutido en sus cursos a una reunión general abierta y volver a ellos con lo que allí se haya planteado. La reunión de delegados será resolutiva en base a mandatos mayoritarios.
Las comisiones de trabajo: Son ámbitos de participación abierta a todos los estudiantes donde se discuten y garantizan actividades propuestas por las asambleas, delegados y en las mismas comisiones. Las actividades son financiadas por un presupuesto que surja de los balances sobre los ingresos obtenidos de los servicios. Además, las propuestas más importantes deben ser refrendadas por la Asamblea, así como también la creación de nuevas. Estas comisiones de participación directa, abiertas a cualquier estudiante, reemplazarían a las actuales secretarías cuya composición se encuentra sujeta al resultado del proceso electoral. Un ejemplo paradigmático de esta instancia es la existente comisión de lucha por el presupuesto, así como las nuevas comisiones de democratización, de lucha contra la mercantilización, de autogestión educativa, y la comisión antirrepresiva.
Balance del conflicto y la autoorganización estudiantil El balance que tenemos que hacer del conflicto plantea los debates que debemos darnos hoy para pensar qué Centro de Estudiantes necesita el movimiento estudiantil de Filo de cara a las tareas que el movimiento tiene por delante. En este sentido, el desafío está en plantear una perspectiva que nos permita seguir construyendo un centro democrático y combativo que pueda continuar la pelea que iniciamos con la lucha de este cuatrimestre. La multiplicación de las expresiones combativas del movimiento estudiantil en general, y de Filo en particular, da cuenta de un proceso de acumulación de experiencias militantes de diversa índole que confluyen en lo que se dio en llamar el “estudiantazo”. La respuesta tanto del macrismo como del kirchnerismo a este proceso fue la misma: unos y otros desconocieron su responsabilidad por la situación actual de la educación pública a la vez que denunciaron la “politización” de los reclamos estudiantiles. Frente a estos ataques, la pelea educativa se intensificó y se extendió. La masividad alcanzada tuvo su expresión más fuerte en la marcha en conmemoración de La Noche de los Lápices, que llenó la Plaza de Mayo denunciando al gobierno nacional y al de la ciudad por el vaciamiento de la educación pública. Contra los pronósticos de quienes (de un lado y del otro) especulaban con que después del 16 se terminaba el conflicto, el movimiento siguió avanzando y aquella masiva demostración en la calle fue el impulso para seguir luchando y conquistar nuestras reivindicaciones Sin embargo, las tácticas políticas de algunas corrientes antepusieron, en varias oportunidades, las vías ins-
titucionales y de cogobierno al desarrollo del movimiento estudiantil al desatender dos elementos centrales que dejó el conflicto y la organización que éste se dio: la de puesta en cuestión de los órganos de gobierno universitario y la centralidad de la Asamblea como sujeto político fundamental del movimiento estudiantil. Ejemplo de ello fue la posición impulsada y mantenida por La Juntada desde las primeras asambleas (a la que luego se sumó Izquierda Socialista), la cual asumía ir directamente a Consejo Directivo sin una instancia previa de discusión y negociación con la gestión, para enfrentarnos con ella en relación desigual, en un espacio de “cogobierno” antidemocrático y burocrático. Desde el nuevo espacio político que conformamos, donde confluimos con otras agrupaciones y activistas independientes, planteamos la necesidad de construirnos desde la asamblea como un sujeto político que pueda autoorganizarse conformando su propia identidad política. Es por eso que sosteníamos, no como capricho ni para dilatar el conflicto sino como una perspectiva para alcanzar un verdadero triunfo, una reunión negociadora con la gestión bajo nuestras condiciones (con la facultad tomada, reunión pública) que tuviera a nuestra comisión mandatada por la asamblea estudiantil como sujeto central.
Desde La Revuelta creemos que el conflicto dejó un gran saldo para nuestro movimiento, tanto por la importancia potenciadora del triunfo como por la creación de nuevas instancias de participación que superaron la reivindicación edilicia. Tomando como referencia y ejemplo la perseverante lucha que se dio la comisión por el presupuesto, hoy existen nuevas expresiones que demuestran la necesidad que tenemos los y las estudiantes de Puan de debatir qué educación queremos y cómo nos organizamos en función de nuestras perspectivas políticas. Así es que contamos hoy, además de con la ya mencionada, las comisiones de democratización, de autogestión del conocimiento, la comisión contra la mercantilización del conocimiento (LES-CoNEAU) y la anti-represiva. Para preguntarnos por el Cefyl necesario hoy día debemos partir de poner en el centro del debate las discusiones que se dieron en cada momento del conflicto. Y ese punto de partida es imprescin-
dible para discutir cuál es la perspectiva que puede aportar a profundizar el camino de lucha iniciado. Es necesario afianzar una perspectiva militante que se construye todos los días sobre la premisa fundamental de que la independencia política de los sectores que luchan y su organización radicalmente democrática son las únicas garantías sobre las cuales podremos avanzar en nuestras reivindicaciones. La posibilidad de enfrentar a la política de la gestión de la universidad así como a la del gobierno nacional tiene que partir de un debate que esté a la altura de la pelea que en Filo venimos dando. Desde La Revuelta, hoy más que nunca, seguimos abonando tanto a este debate como a la construcción de un nuevo movimiento estudiantil que le sea consecuente.
Fotos: Natalia Pastor - Red Eco - RNMA
Un mapa político
(o sobre los debates que atraviesan a la izquierda en la universidad) Desde La Revuelta queremos explicitar las razones por las que no participamos de ninguno de los principales frentes de izquierda que se presentan en las elecciones del centro de estudiantes y decidimos embarcarnos en la tarea de construir una alternativa superadora. Cabe destacar que, a diferencia de la Franja Morada y las agrupaciones del kirchnerismo, y pese a las diferencias, entendemos a los frentes de izquierda preexistentes como compañeros con los cuales apostamos a construir la más amplia unidad posible en los hechos. Entre los compañeros/as del campo de la izquierda, encontramos, entonces, como principales fuerzas a los frentes del Bloque y La Juntada. Por un lado, el Bloque (PO, PTS, IS, MAS, y la recién integrada 29 de mayo) que dirige el Centro de estudiantes desde el 2008 , surge de una experiencia frustrada de un Frente más amplio (PO, MST, PCR, Los Necios y otros) que dirigió el Centro de estudiantes desde el 2006. La política del Bloque radica en la independencia de la gestión y del gobierno nacional, afirmándose como la conducción de un Centro que lucha y apoya al resto de las luchas sociales. Más allá del carácter positivo de esto, desde La Revuelta vemos en el Bloque serios límites para avanzar e impulsar una apropiación y participación gremial por parte del estudiantado. La identificación del Cefyl con una fotocopiadora por parte de muchos estudiantes es un problema que el Bloque acarrea hace años, y no es casual; al Bloque le cuesta ver la necesidad de reformar el centro para darle vida y participación, la necesidad de impulsar comisiones de base, abrir la discusión sobre los fondos y recursos del Centro, sobre el estatuto, lo imperioso de impulsar un trabajo en torno a la producción y circulación del co-
nocimiento, etc. Esta situación, articulada con la tendencia a la auto referencialidad -en pos de la construcción de su propia fuerza política- y de homologar el órgano gremial (el Cefyl) a la conducción, coloca al Bloque en serios problemas para desplegar la organización de un verdadero movimiento estudiantil desde las bases. Por su parte, la “izquierda independiente” organiza su desarrollo político capitalizando la crítica de la izquierda tradicional en varios de los aspectos señalados, lo cual no la exime de repetir varios de esos errores. El frente La Juntada surgió en el 2008 en oposición a la izquierda tradicional y en el 2009 sumó a Los Necios (otrora co – conducción del Centro junto al PO, PCR y MST) una de las razones por las que Prisma se fue de ese frente. La Juntada quisiera considerarse heredera de la experiencia política surgida en diciembre de 2001 - donde, por fuera de los aparatos políticos de la izquierda, se encaró la búsqueda de nuevas formas de expresión para la lucha anticapitalista - pero paradójicamente intenta serlo despolitizando dicha experiencia en un doble sentido. En primer lugar, en su dimensión “metodológica”, ligada al desarrollo de prácticas políticas y formas de construcción que eviten el verticalismo propio de la izquierda tradicional, La Juntada convierte lo que fuera una búsqueda a partir del 2001 de una auténtica renovación de nuestras prácticas políticas en un mero discurso electoral efectivo. Esto se evidencia en el desprecio por el trabajo de base real, en las mar-
cadas prácticas de auto-referencialidad y auto-construcción en detrimento del movimiento en su conjunto y en sus expresas expectativas institucionales, a costa del desarrollo de la auto-organización desde abajo. Algunos de estos aspectos se pusieron en evidencia en el conflicto de este año, tal como lo desarrollamos en este material (ver pág. X) Por otro lado, en manos de La Juntada se diluye la radicalidad propia de la experiencia de 2001, en lo que parece más un intento de reconstrucción del viejo progresismo que el desarrollo de una nueva perspectiva emancipatoria, tal como se pone de manifiesto en su ensalzamiento acrítico de los nuevos gobiernos latinoamericanos como la alternativa deseable para nuestros pueblos. En esta referencia no sólo se diluye el carácter combativo y radical de la “nueva izquierda” surgida en 2001-2002, sino que se desmiente nuevamente la apelación a las “nuevas prácticas”. Sin pretender agotar una caracterización de estos gobiernos, que merece un análisis más largo y sutil, esto pone en evidencia nuevamente la licuación en mera discursividad de las “nuevas prácticas” políticas de la izquierda cuando se reivindica acríticamente dichos gobiernos, donde las “prácticas políticas”, mucho más que en la
izquierda tradicional, se caracterizan por vínculos verticales (directamente entre el “lider” y “las masas”) y organizaciones burocráticas, en la pretensión de verticalizar y subordinar el movimiento social a los designios e intereses del Estado. Creemos desde La Revuelta que el desarrollo de verdaderas prácticas políticas alternativas frente a la sociabilidad hegemónica cobra sentido sólo en la perspectiva en que pretenden superar, aquí y ahora, la sociedad de clase y las relaciones de poder que le son funcionales, en cada uno de los territorios que habitamos. Nuevamente aquí la discusión es qué movimiento estudiantil queremos construir: si buscamos que los estudiantes organizados democráticamente se autoconstituyan como un sujeto político, prefigurando las relaciones sociales a las que aspiramos, o si la institución y los órganos de gobierno antidemocráticos subordinan la organización que nos damos.
LA REVUELTA en la carrera de Filosofía ¿Por qué creemos que tiene sentido intervenir en las elecciones de junta con la lista Filosofía en asamblea? Sabemos que la fisonomía de nuestra carrera –en lo que refiere a planes de estudio, órganos de gobierno, estructura académica- tiene su origen en la recomposición democrática de la UBA hegemonizada políticamente por el radicalismo a comienzos de los años ochenta; tristemente, desde aquéllas fechas hasta la actualidad no se han efectuado sobre ella cambios significativos en relación a estos tres pilares estructurales. El espíritu general impulsado por esos sectores ha sido el de configurar una Universidad acorde a las necesidades de la democracia liberal recién recuperada, impartiendo una matriz de creciente profesionalización y especialización en las instancias de producción y circulación del conocimiento, y generando una casta de intelectuales que piensan la práctica filosófica completamente escindida del conjunto de problemáticas de la vida social. De esta manera, las condiciones de producción del conocimiento y sus formas de organización son determinadas mediante mecanismos de adaptación y selección que se despliegan a lo largo de una carrera egoísta y competitiva de
acumulación de currículum. Así surge la figura de una subjetividad academicista que garantiza el mantenimiento de lo existente tanto dentro de la Universidad como en el resto de los ámbitos de la sociedad, sea tanto por apatía o desinterés, como por convicción o explícita legitimación ideológica. Las redes y actores que hicieron posible el estado actual de nuestra carrera ameritan cierta contextualización. Durante la década de los ochenta ingresa a la facultad un conjunto de profesores formados en la tradición anglo-americana que fueron ganando terreno frente a la ecléctica tradición continental. Algunos de los nombres más conocidos de esta nueva camada docente son: Rabossi, Cabanchik, Guariglia, Barrio, Cassini. Ahora bien, los grupos políticos docentes siempre han requerido para su supervivencia de un sector estudiantil funcional con el cual intercambiar apoyo político por favores académicos,
y esa fue la función que cumplió la Franja Morada hasta su desaparición. Los que vinieron después a sustituirlos fueron distintos grupos que desempeñaron exactamente el mismo papel: Sartre, Prima Facie, Rizoma, Poiesis (la hoy en día actual mayoría en junta). Históricamente, estas agrupaciones “independientes” han ganado las elecciones de Junta en filo gracias a esta tradición liberal que entiende la organización política como algo ajeno a la vida académica. Para todos ellos la política en Junta consiste en gestionar la miseria de lo dado, asegurándose a sí mismos un ascenso académico rápido en la carrera político-académica por la repartija de medallas, honores y poder. En efecto, cuando Poiesis comenzó su mandato ninguno de sus representantes ocupaba cargos en la carrera, hoy la mayoría de ellos tienen adscripciones, están a cargo de prácticos, son secretarios del Congreso de AFRA, y hasta fueron nombrados asesores del senador de la nación Samuel Cabanchik, además de votar jurados bochornosos según los intereses clientelares que defienden las camarillas a las que ellos responden, y votar también sistemáticamente en contra de las iniciativas impulsadas por sectores estudiantiles. Cabría agregar que en los últimos años se ha conformado también un sector opositor vinculado a la gestión de la facultad, que aún siendo de signo político distinto a la hegemonía analítica, opera como aliado y defensor de los intereses del decano Trinchero, constituyendo sus prácticas de una manera equivalente a la de la camarilla “analítica/radical”. Este sector, que tiene la representación por mayoría de Graduados en Junta (lista Genealogía), para las actuales elecciones también organizó su expresión estudiantil, El Pliegue. Sin embargo, desde hace ya varios años, también se han logrado afianzar en la carrera distintos espacios de construcción de base, con sus intermitencias y sus momentos de flujo y reflujo, que han hecho un diagnóstico crítico de toda esta situación y han ido avanzando en distintas prácticas alternativas, problematizando radicalmente los distintos aspectos que hacen al todo de la vida en la carrera: haciendo énfasis en la necesidad de creación de instancias de auto-organización colectiva lo más amplias posibles, buscando discutir cuál es el perfil de graduado que tenemos y a qué intereses responde, repensando las relaciones político-pedagógicas que sustentan el proceso educativo en las aulas, tratando de entender por qué hay más de un 90% de deserción, buscando abrir
un proceso de reforma del plan de estudios verdaderamente democrático, impulsando seminarios colectivos e instancias que permitieran incorporar contenidos generalmente proscritos de la carrera, así como diversas actividades de discusión sobre la enseñanza de la filosofía, impulsando la lucha contra las condiciones de precarización laboral y desfinanciamiento, etc. Así es como la necesidad de converger en un espacio asambleario para avanzar colectivamente en la elaboración de las problemáticas de la carrera surge nuevamente en el marco del conflicto reciente que propició los 31 días de toma de la Facultad. Desde La REVUELTA apostamos a ampliar y potenciar este espacio en el que confluyen distintos estudiantes-activistas independientes y el conjunto de las fuerzas políticas de izquierda que hay en la carrera, para que cada vez sea mayor el número de estudiantes que participen activamente de las discusiones y las decisiones políticas de la carrera, sustituyendo el mecanismo natural de delegación propio de la democracia formal por la partipación democrática directa en instancias asamblearias de base. Creemos que es necesario avanzar en la democratización de la realidad política e institucional de nuestra carrera, y con esta perspectiva es que para nosotros cobra sentido la idea de participar en estas elecciones con la lista Filosofía en asamblea, sosteniendo el compromiso de que los representantes de la Junta sean mandatados en este espacio asambleario de convocatoria periódica y de carácter público y abierto. A su vez, consideramos que la construcción política no se reduce a la intervención en la Junta Departamental y por eso es que queremos construir entre todos una agenda política propia de la asamblea que exceda el entorno camarillesco de la Junta, sin por ello negarnos a dar una disputa también desde ahí adentro. De esta forma, mediante la intervención en las elecciones a partir de esta lista buscamos tensionar ese espacio anti-democrático que es la Junta Departamental, estableciendo una relación entre su estructura representativa y nuestro espacio asambleario y abierto de decisión, de manera que los representantes electos que surjan de esta lista no hablen a título personal ni sean portavoces de los intereses particulares de ninguna de las agrupaciones políticas que participan de este proceso asambleario, sino que expresen la voz común construida entre todos.
Mariano Ferreyra
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