Síntesis de la industria musical en el valle del Mantaro

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Síntesis de la industria musical en el valle del Mantaro: Desde los wankas pre hispánicos hasta la actualidad

Yhon León Chinchilla yhonchinchilla@lliuyawar.org

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RESUMEN

La consolidación de una industria musical, con un mercado directo en las fiestas patronales y ritos diversos que se celebran en el Valle del Mantaro, está estrechamente ligada a las favorables condiciones de su infraestructura geográfica y ecológica que, a través de su proceso histórico con mayor énfasis en el siglo XX, ha consolidado además una sólida estructura económica de relevancia nacional y global. La conjunción de estos factores ha permitido vislumbrar un nivel superestructural de arraigada religiosidad con fiestas patronales que se celebran a lo largo y lo ancho del valle, y una característica cultural donde lo tradicional no es avasallado por lo foráneo y lo global, más al contrario, es acogido para reforzar y fortalecer lo local.

PALABRAS CLAVE

Industria cultural, transculturalidad, fiestas patronales, Huancayo.

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INTRODUCCIÓN

El vigoroso desarrollo de la ciudad de Huancayo, “de aldea indígena a capital industrial” (Arguedas, 1977, 26) obedece a sus principales características históricas, socioeconómicas y culturales que, a su vez, se han forjado en el corazón mismo del Perú y las favorables condiciones infraestructurales de su ecología y geografía. A mediados del Siglo XX, sobre el aspecto cultural, Arguedas destacó el carácter festivo del hombre wanka: “El huanca guapea jocundamente, grita como un potro encelado, baila zapateando como una acróbata o llevando a su pareja con donaire, que en el poder del impulso interno estallará en el guapido o en el zapateo.” (Arguedas, 2012).

En este articulo presentamos los avances de investigación del proyecto “Etnografía de la industria musical del Valle del Mantaro asociados al Parque Inmaculada”, que fue realizado en el marco de la celebración del Día del Músico asociado a Santa Cecilia en noviembre del 2019. Hasta antes de la pandemia, era motivo de estupor y asombro saber que el calendario festivo del Valle del Mantaro estaba copado durante el año, era usual escuchar que “todo el año hay fiestas en el Valle del Mantaro”. Esta característica, es ciertamente, más que una herencia colonial, una herencia prehispánica1. En el antiguo Perú, se rendía culto a las principales deidades con festividades y pomposos convites. Tampoco es reciente la denominación de “ciudad feliz”2, más bien se dio lugar en el siglo XVI por los peninsulares que; asombrados por la holgura, la abundancia y la riqueza del valle, dieron origen a la leyenda del país de la abundancia y felicidad3, refiriéndose en particular a Jauja, la provincia que entonces era el centro político administrativo del valle. El cronista Estete cuenta que cuando el hermano mayor de Francisco Pizarro, llegó al antiguo valle del Mantaro lo recibieron con un festín inimaginable (Espinoza, 1971, p. 71).

1 Los manuscritos de Huarochirí, el texto más antiguo que registra ritos y mitos andinos, describe gran cantidad de festividades: «Para la fiesta, se reunía la gente de todas partes, hombres y mujeres, sus curacas y sus alcaldes. Así juntos, bailaban toda la noche hasta el amanecer, bebiendo o embriagándose; pasaban hasta la aurora danzando el baile llamado Ayllihua. Después (en el día) sallan al campo, a la pampa, y allí ya no hadan o a cosa que beber y embriagarse, “Es la fiesta de nuestra madre”, decían» (Arguedas, 1966, p. 51)

2 Jorge Yanamoto en (TEDx Talks [Canal de YouTube], 2015)

3 En la actualidad, la expresión “vamos a Jauja” o “esto es Jauja” es entre los españoles, una expresión para hacer referencia a un mundo ideal y utópico, un mundo de desenfreno y saciedad. Según la Real Academia Española (RAE), “jauja” denota todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia. En el siglo XVI, Lope de Rueda en su teatro “La tierra de Jauja”, teniendo como referencia la entonces capital wanka, imaginó un lugar ficticio de utopías posibles, «en la tierra de Jauja hay un río de miel y otro de leche, y entre río y río hay una fuente de mantequilla y requesones, y caen en el río de la miel, que no parece sino que están diciendo: cómeme, cómeme».

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En la actualidad las festividades se han mantenido vigentes y ha logrado la consolidación de una industria musical que se agrupan en el parque inmaculada donde se oferta “servicios de música” pero que; a pesar de la relevancia histórica, cultural y económica, es preocupantemente informal.

METODOLOGÍA

Recurrimos a la metodología cualitativa etnográfica en dos niveles: diacrónica (historia y etnohistoria) y sincrónica (observación participante). Las fuentes etnohistóricas procedentes de las crónicas son valiosos recursos para el estudio del fenómeno musical, a decir de Romero (2018); así como los cronistas y viajeros son considerados pioneros de la antropología, también lo son de la etnomusicología, entre los principales: Cieza de León (2005), Garcilaso de la Vega (1609) y Guaman Poma (1980). Para el siglo XX, época en que Huancayo empieza a ganar preponderancia política y económica, recurrimos principalmente a la propuesta de descripción transcultural de Arguedas (1987) pero además, recurrimos tres fuentes autoetnográficas que los investigadores del fenómeno cultural que pasaron por desapercibidos, estos son: los poemas a Huancayo de Bustamente (1930), las autoetnografías realizada por los estudiantes del Colegio Santa Isabel y que fueron dirigidos por Barrantes (1940) y los registros de Baudoin (1951), estas son fuentes que contienen una basta y valiosísima descripción etnográfica de la época Además, se hace un especial énfasis en la etnografía sincrónica dónde pudimos vislumbrar la estructura (características principales) y funcionamiento (acciones y actividades) de los agentes culturales asociados a la industria musical de Huancayo vinculados al Parque Inmaculada. El trabajo de campo etnográfico se realizó entre del 10 al 22 de noviembre del 2019 en el marco del proyecto de investigación denominado “Etnografía de la industria musical del valle del Mantaro” del Centro de Investigación Lliu Yawar, y que fue realizada por Henry Hernández Escobar y Yhon León Chinchilla con el objetivo de conocer las apreciaciones de los agentes culturales para que iniciar el proceso de denominación de parque como Patrimonio Cultural.

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RESULTADOS

Proceso de desarrollo evolutivo de la industria de música tradicional del Valle del Mantaro

Las ostentosas bandas y orquestas típicas actuales, con sus retumbantes melodías; son parte de ritos igualmente ostentosos y pomposos que, en honor a sus principales deidades, las comunidades celebran a lo largo y lo ancho del Valle del Mantaro. Esta particularidad ha logrado adaptarse a los cambios estructurales y se mantiene vigente desde épocas pre hispanicas. Como veremos, la música siempre estuvo asociada no al arte sino a la religiosidad, y esta, a su vez, a la productividad económica; ambos aspectos están ligados indisolublemente.

Tomamos como punto de partida la narración mítica sobre el origen de los wankas4 en Wariwilka, el cual, según la mitología registrada por Cieza de León (2005) es el lugar del génesis cultural del valle y, que además, se mantuvo muy vigente como un importante espacio sagrado desde el Horizonte Medio Wari (550 d.C. 900 d.C.) hasta el Horizonte Tardío del Tawantinsuyu (1540 1532).

Durante el Horizonte Medio del Estado Wari, las poblaciones en el valle del Mantaro se asentaron en las zonas bajas (Mallma, 1996), en este periodo, Wariwilka se consolidó como el principal centro ceremonial donde se edificó un centro adoratorio junto a un puquio de agua sulfurosa, al que se le atribuían manifestaciones mágicas (Ravines & Lriarte, 1987, p. 3).

«Y que para memoria de esto [Warivilka] que cuentan, hicieron sus pasados una muralla alta y muy grande, y junto a ella un templo, adonde como cosa principal venían a adorar.» (Cieza de León, 2005). De esta época corresponde una flauta de hueso de aproximadamente 8 cm. de longitud que era parte de un ajuar funerario; fue hallado en 1995 por el antropólogo Arturo Mallma, en una tumba Wari (periodo Pukio Cucho) en el distrito del Mantaro de la provincia de Jauja, la peculiaridad del hueso musical es que tiene grabado un croquis o plano del lugar (Árias, 2014). Mallma (1996) precisa que en estos periodos se incorpora nuevas de capacidades económicas y tecnológicas de producción, sobre todo agrícolas,

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4 Aludimos a la denominación wankas o “guanca” de Cieza de León, para referirse a los pobladores del Valle del Mantaro.

las condiciones infraestructurales propiciaba la práctica de la agricultura extensiva y era clave para suministrar alimentos a cualquier parte de los andes centrales (Leiva, 2012, p. 110).

«En los valles ya habían optado por dedicarse a la actividad agrícola como base económica. En los posteriores períodos van a practicar intensivamente el cultivo de la papa. maíz, olluco, mashua. etc., y en el período Inca el maíz sería el producto con mayor corcentaje de producción (Hastorf: 1983).» (Mallma, 1996, p.75)

Tras el decaimiento del Estado Wari, y la consolidación de señorios y reinos regionales, Wariwilka se mantuvo como el principal centro adoratorio, pero es al mismo tiempo un periodo de constante enfrentamientos territoriales. Las alturas empiezan a ser pobladas con fines de defensa. Atrás había quedado un largo período de dominios foráneos, los wankas habían aprendido a defenderse, más aún, querían ahora dominar (Mallma, 1996, p. 83). De este periodo las crónicas dan cuenta sobre el temperamento belicoso de los wankas, pero también de las particularidades religiosas y festivas. En este periodo los wankas tenían al perro como uno de sus principales deidades a quien ofrecían ritos con danzas y músicas (Garcilaso de la Vega, 1609; Rivero & Tschudi, 1851, p. 166); sin embargo, no solo le ofrecían culto, sino que también de ellos hacían instrumentos de viento (Garcilaso de la Vega, 1609) y además se lo comían (Arguedas, 1966; Taylor, 2008). Costin y Earle (1989) dan cuenta que en el periodo Wanka II (1350-1460 d.C.), los sectores de la élite y la población en general “consumieron un porcentaje mínimo de carne de perro” (Santillana, 2020, p. 296).

Sobre los instrumentos musicales, las crónicas dan cuenta que los wankas tenían instrumentos de viento y percusión que empleaban en las fiestas y las guerras: «era la mayor fiesta que celebraban el convite de un perro, y para mayor ostentación de la devoción que tenían a los perros, hacían de sus cabezas una manera de bocinas que tocaban en sus fiestas y bailes por música muy suave a sus oídos; y en la guerra los tocaban para terror y asombro de sus enemigos, y decían que la virtud de su dios causaba aquellos dos efectos contrarios: que a ellos, porque lo

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honraban, les sonase bien y a sus enemigos los asombrase e hiciese huir» (Garcilaso de la Vega, 1609)

Los instrumentos musicales que usaban, evidentemente no tenían un fin estético para la contemplación; según Garcilaso de la Vega (1609), los sonidos de las “bocinas de cabeza de perro” tenían fines estrictamente ritualísticos; eran melódicas y festivas para ellos mismos pero eran verdaderamente aterradores para los enemigos. Los sonidos y melodías de estos instrumentos se empleaban como un arma y/o estrategia psicológica de defensa. Sumado a este instrumento de viento, también se empleaban aterradores tambores que eran confeccionados con la piel de los enemigos caídos en los enfrentamientos (Cieza de León, 2005, p. 225; Makhan, 1902; p. 72).

En el Intermedio Tardio, las contrucciones wankas, principalmente en sus centros administrativos se caracterizan por el levantamiento de murallas de defensa, en Huacjlas Marca (Jauja) Orellana (1973) sugiere que la plaza de Micuypampa “por ser la más amplia y por estar situada cerca del templo, probablemente se realizaban las grandes festividades religiosas y procesiones rituales” (p.114), Leiva (2012) añade la especial importancia política y administrativa del lugar donde se celebraban festividades muy parecidas a las actuales fiestas patronales:

“La plaza debió tener uso para reuniones de tipo político social o cultural, creo que el micuypampa (plaza) tuvo un carácter político y de acuerdos o negociaciones o tal vez para confraternizar entre grupos sociales o ayllus, sean entre los mismos huancas o con grupos exógenos, comiendo y bebiendo el aja (cerveza de maíz). Celebrar acuerdos de cooperación popular y reciprocidad, son hasta ahora costumbres de los pueblos de los andes, y se llevan a cabo en fiestas “patronales” donde la comida se da en grandes espacios abiertos.” (Leiva, 2012)

Al enterarse que los incas tenían planes que conquista hacia sus territorios, los wankas se vieron amenazados, mostraron temor, cesaron las fiestas y recurrieron al templo de Warivilka para solicitar protección, ahí hicieron grandes sacrificios (Cieza de León, 2005, p. 405). Mientras tanto en el Cuzco, para someterlos, se prepararon con grandes fiestas y banquetes:

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“Como se juntaron, mandó hacerles convites y fiestas, por alegrarlos cada día salía con nuevo traje e vestido, tal cual tenía la nación que aquel día quería honrar; y pasado, se ponía de otro, conforme a lo que tenían los que eran llamados al convite y borrachera; con esto holgábanse tanto cuanto aquí se puede encarecer, cuando hacían estos grandes bailes, cercaba la gran plaza del Cuzco una maroma de oro que se había mandado hacer de lo mucho que tributaban las comarcas,” (Cieza de León, 2005, p. 405)

Tras ser sometidos por los Incas en 1460, ocurren cambios en una variedad de aspectos de la economía como la tecnología, el consumo, la función que tenían determinados espacios y la celebración de fiestas (Santillana, 2020, p. 296) también se dieron más a la labor, y criaban gran cantidad de ganado (Cieza de León, 2005, p. 225). Tras la dominación incaica, ocurrió un cambio particular en la música, se reemplazó la bocina de cabeza de perro por cabeza de otros animales:

“Todas estas abusiones y crueldades les quitaron los Incas [a los wankas], aunque para memoria de su antigüedad les permitieron que, como eran las bocinas de cabezas de perros, lo fuesen de allí adelante de cabezas de corzos, gamos o venados” (Garcilaso de la Vega, 1609)

Estamos ante una forma de cambio sistemático de instrumentos musicales, tal y como ocurrió con la apropiación de instrumentos europeos durante el siglo XX. El hecho de cambiar las bocinas de cabeza de perro por el de venado, no es un acto arbitrario, cabe preguntarse si fue parte de toda una estrategia incaica de reemplazar símbolos culturales por su fuerte carga política.

En Warivilka ocurrieron diversos cambios, Garcilaso de la Vega (1609), Cieza de León (2005) y Santacruz Pachacuti (1879) dan cuenta de diversas disputas que hubo por el control del templo, este último da cuenta de otra deidad, Wallallu que según lo registrado en los Manuscritos de Huarochirí fue desplazado a la región anti (Taylor, 2008):

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«Haciendo grandissimos burlas y vituperios; de modo el dicho Ttonapa Varivillca los abia desterrado, echándoles a todos los nacas a los serros nibados y carámbanos, como en Pariaca y Uallollo.” (Santacruz Pachacuti, 1879, p. 262)

Durante el apogeo incaico las bocinas o cornetas de cabeza de venado eran un distintivo de identidad de la región central; al referirse a la música de la festividad del “Uauco taki uacon” del Chinchaysuyu, Guamán Poma (1980) hace referencia que entre cantos, las “bocinas” de cabeza de venado eran ejecutados por los varones y los tambores por las mujeres; según el detalle ilustrativo de la crónica, los tambores en mención son claramente las “tinyas” : “cantan las doncellas y mozas, dicen así tañendo su tambor: manata ruscha riccho maquillayquip uzucuycaonchi; wayay turilla, responde el hombre soplando la cabeza del venado y toca así: uauco uauco uauco uauco, chicho chicho chicho chicho. Y los uacones dice así: panoyay panoyay pano, responde el hombre yahahaha yahahaha cucipatapi acllay uarmi ricaclla hay cay patapi llanca pataricoclla yahahaha”(Guamam Poma, 1980, p. 231)

A pesar de tener el registro de canción y la ilustración, era imposible conocer el tipo celebración y la melodía musical que se entonaba; sin embargo, aunque no cita a Guamán Poma, Romero (1989) da algunas luces y refiere que en Paccha (Jauja), “la música de pincullo y tinya, es llamada también ‘huauco’ y es ejecutada por un solo intérprete” (p. 124), tal música acompaña las labores agrícolas.

Tras la llegada de los peninsulares y la eventual alianza wanka española, se evidencia una población fructífera y festiva, característica que se mantiene vigente hasta la actualidad. El cronista Estete cuenta que cuando Hernando Pizarro; el hermano mayor de Francisco Pizarro, llegó al antiguo valle del Mantaro lo recibieron con un festín inimaginable, “[los wankas] no hicieron sino bailar, cantar y beber en un taki desenfrenado, celebrando la entrada de los españoles” (Espinoza, 1971, p. 71); así mismo, Espinoza (1971) narra otros episodios con lujo de detalles:

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«Cuando Hernando Pizarro alcanzó la cumbre del Cerro que separaba Yanamarka de Hatun Xauxa y al cual se vislumbra la integridad del Valle de los huancas, muy poco interés tuvo en ver el paisaje verde de sus campiñas y chacras en aquel mes de marzo [de 1533], lo que le preocupo fue ver en la plaza de Hatun Xauxa una mancha negra que pareció ser escombros de un pueblo quemado. Pero luego se enteró que se trataba de una multitud de gente; sin embargo, no sabía si aún era un poderoso ejército que lo amenazaba o si eran los huancas que lo esperaban. Al llegar a la llakta desvaneció sus dudas y pudo respirar a gusto, el taki que los huancas de hatun xauxa le ofrecieron en su en su honor fue deslumbrante. Al instante mismo de llegar a la gran plaza salieron a recibirle unas curacas le brindaron hospedaje y reiteraron sus deseos de paz (Espinoza, 1971, p. 71)

Se anota también que para Pizarro, los únicos productos verdaderamente cuantiosos en el valle eran el maíz y los auquénidos, ninguna cosa se criaba y producía en tanta cantidad (Espinoza, 1971). Cieza de León (2005) detalla que el Valle del Mantaro está cercado de sierras de nieve, por las más partes de él hay valles, donde los wankas tienen sus sementeras, esto da cuenta de una importante capacidad de producción agrícola y ganadera aprovechando la infraestructura ecológica y geográfica disponible: “

El gobernador y su gente fueron colmado de honores, por los hatunsausinos, lurinhuancas y hananhuancas. Les dieronalimentos, frutas, cargueros, soldados y hasta mujeres sin que a los españoles les costará un solo maravedí. Recibieron en abundancia la mejor y la más sabrosa comida, carne de llama, maíz, frutas etc.; tampoco les faltó, ni a Pizarro y a sus soldados, buena ropa para abrigar sus cuerpos y huancas para el servicio, ni mujeres para la cocina y satisfacción sexual” (Espinoza, 1971).

Pero tras la implementación del nuevo orden político de evangelización católica durante la colonia, “entrando en este valle el gobernador don Francisco Pizarro

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dicen los indios, que el obispo fray Vicente de Valverde quebró las figuras de los ídolos.” (Cieza de León, 2005); sin embargo, la importancia religiosa de Wariwilka fue de tal naturaleza que los doctrineros españoles del siglo XVII edificaron un templo católico, para contrarrestar su influencia y evitar la afluencia de peregrinos. Los habitantes fueron adoctrinados y aunque cumplían con el ritual católico, jamás olvidaron que era el templo del dios viejo, al que debían mocharse y ofrendarse según las prácticas tradicionales (Gálvez Durand, 2019).

Sin embargo, Wariwilca fue sepultado y permaneció ocultado entre escombros hasta el siglo XX. El ensañamiento fue tan grande por ser un principal obstáculo para la evangelización, se instauró una política de extirpación de idolatrías: “Lo que de esto se puede colegir es, que como estos indios carecieron de fe verdadera, permitiéndole nuestro Dios por sus pecados, el demonio tuvo sobre ellos gran poder, el cual como malo y que deseaba la perdición de sus ánimas, les hacía entender estos desvaríos, como a otros que hacía creer que nacieron de piedras, y de lagunas, y de cuevas, todo a fin de que le hiciesen templos donde él fuese adorado. Conocen estos indios guancas que hay hacedor de las cosas, el cual llaman Ticebiracocha. Creían la inmortalidad del ánima.”(Cieza de León, 2005)

Durante la colonia, con las mismas políticas de evangelización e implementación de un nuevo orden político se reemplaza sistemáticamente el nombre de los pueblos, atribuyéndoles un símbolo religioso católico a cada uno de ellos: «Producida la conquista, y dado el fervor religioso de los españoles, se establecieron conventos, en casi todo el territorio conquistado. Practicada la división de conventos el año 1561, quedaron en esta región en 1586, los siguientes: Santa Fe de Hatun Xauxa, fundada en 1534, el de Santo Domingo de Huancayo, se convirtió en Priorato, el año 1590, con los Curatos de Sapallanga, Mejorada, Cochangará,

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Chongos, Chupaca y Sicaya (Cabildos de Lima. Tomo 2°, pág.273)» (Gálvez Durand, 2019, p. 109)

Durante la época de la Independencia, Huancayo, que inicialmente fuera un pequeño tambo real, empezó a ganar mayor importancia (Alberti & Sánchez, 1974) política y económica, por su ubicación geográfica se convirtió en importante lugar estratégico, militar y comercialmente. Ahí las tropas del Virrey encontraban avituallamiento y recursos de toda especie (Chávez, 1926, citado en Arguedas, 1977).

Durante la Guerra del Pacífico (1879 1883), doña Antonia Moreno esposa de Andrés Avelino Cáceres, relata en sus memorias de la Campaña de la Breña, un homenaje de bienvenida que le ofrecieron en su arribo a Huancayo, narra con especial entusiasmo las indumentarias y las músicas:

«En Huancayo […] se acercaban lindas comparsas de indios lujosamente vestidos; venían alrededor nuestro bailando, cantando y arrojando mixturas de fragantes pétalos sobre nuestras cabezas y sobre el suelo que pisábamos […] algunos indios estaban disfrazados y enmascarados” (46)». (Solarte, 2018, p. 63)

Hacia 1890, Arguedas (1987) recuerda la Monografía de Huancayo de Raez, quién brinda información sobre los instrumentos musicales en Huancayo, entre ellos la waqla, corneta de cuerno o Santiago, que usualmente está asociada a las fiestas ganaderas, (INC, 1978, p. 265). Raez detalla otro peculiar instrumento denominado “chimirria” que es fabricado con las plumas del cóndor:

«Para la fiesta de San Santiago dice en el mes de julio, usan la 'corneta de cacho', y para los Reyes, en enero, la 'chirima', Suponemos que este último nombre designa al instrumento de aliento de origen árabe que los cargadores (Chimico) de la Virgen de Cocharcas usan en su peregrinación por la sierra del Perú y Bolivia y que ellos llaman con propiedad, "chirimía". No hemos encontrado información alguna acerca del uso de este instrumento en ninguna otra provincia o pueblo del Perú. Lo toca el "Chirnico" cuando anuncia su llegada, desde cierta distancia de las aldeas, y

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cuando pasa por las calles, cargando la urna de la Virgen. Lleva también el Chimico, siempre, un lorito. La lengüeta del instrumento la fabrican los indios, de pluma de cóndor. Es instrumento exclusivo no sólo de los indios sino del cargador de la Virgen de Cocharcas, que es indio. (Arguedas, 1987)

Arguedas (1987) apunta que tanto la chirimía, como el "huauco" y el pincullo son instrumentos en desuso en el valle del Mantaro, tan en desuso o más que los trajes masculinos indios que Ráez describe.

El siglo XX es definitivamente la época en que Huancayo empieza a tener preponderancia política, económica y cultural en la región central, con un marcado carácter transcultural provocado por cambios en la estructura política y económica. En 1908, con la construcción del ferrocarril, se acentuó la inmigración de extranjeros y el intercambio con la costa, lo que dio lugar a una importante transformación en la fisonomía económica y social en los pueblos del valle del Mantaro en general (Alberti & Sánchez, 1974).

En los años 20, el clarinete fue el primer instrumento incorporado por los conjuntos musicales del valle, a expensas de la quena, que fue rápidamente desplazada (Romero, 1999).

En los años 30 se vislumbra un proceso de transculturación donde lo tradicional no es desplazado por lo foraneo, sino que lo foráneo es cobijado y es apropiado para reforzar la cultura local. Bustamante (1930), en un fino lenguaje de prosa poética, precisa muchos detalles de esta transculturalidad y anota fundamentalmente el carácter festivo y de desenfreno al momento de celebrar las fiestas patronales con música, danza, comida y bebida, en la “Fiesta del Santo”, escribe: «Iglesia y casas, cerros y campo, todo se balancea en una mareante y apretada y borracha, marea de fanatica ondulación proceaional, que hasta en la noche sin colores, monótona, interminable, continúa enredando en la danza y hechizo ancestral. Después, en la sombra, el pueblo que era procesion y baile, revuelca en un solo lecho, con el

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incognito aparejamiento del acaso, y el lubrico y embriagado llamamiento de la eternidad.» ( Bustamante, 1930, p. 41)

Los hombres y mujeres de Huancayo, son reconocidos por su ferviente carácter trabajador, apunta particularidades de la feria dominical en una conjunción entre lo local tradición con las nuevas influencias culturales producto de la migración hacia Lima, bebidas nuevas como las “cervezas” y “whiskys” y nuevos ritmos como el “jazz band”: «Retazo vivo de colores en la feria que dobla dominicalmente sus frazadas para que no huyan sus rojos ysus verdes saltando al campo tras de las indias, a meterse entre las bayetas de sus polleras multicolores que giran hilando la interminable rueda de los huaynos. Mujeres en la retreta con trajes que han venido de Lima y toses que siguieron más allá de Jauja. Trabajo, diversión y dominio. Chácaras, tiendas, pachamancas, politiqueros resabios, opíparas picantadas, alambiques clandestinos y francachelas oficiales. Alegría de pueblo campestre y de ferrocarril, en el Casino: cervezas y whiskys, cosechas y embarques y jazz band de shimmys y de cashuas” ( Bustamante, 1930, p. 41)

En la década de los años 40, los alumnos del cuarto año del colegio Santa Isabel en la dirección deEmilio Barrantes, realizan la más extensa autoetnografía sobre las costumbres y festividades de Huancayo, destacan que cada acontecimiento ritual está acompañado de músicas, bailes, comidas y bebidas. La bebida masiva, durante este periodo es todavía la “chicha” y el aguardiente. Entre los rituales familiares detalla la safacasa, el velorio, el cortapeo y el matrimonio, y las fetitividades masivas detalla la festividad de Macha de Cocharcas en Sapallanga, la Fiesta de San Roque, entre otros; en todos los rituales la música es infaltable. Sobre la composición de las orquestas típicas detalla que están conformadas por arpas, violines y clarinetes: «Efectivamente, se bebió en abundancia chacta, (aguardiente) servido por el chiuchi (niño encargado de servir a los invitados).

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También se bebió mucha chicha. Amenizaba la fiesta una orquesta tambien típica: compuesta de un arpa, violines y clarinetes.”

Es una constante esta composición de la orquesta típica, en la Fiesta de Mamacha Cocharcas, detalla también que las conformadas por arpas, violines y clarinetes:

“La orquesta se componía de arpa y violín… Todas las orquestas se trasladaron a la puerta del templo lanzando al aire las notas de diversas canciones. La gente se aglomeraba para ver la salida de la Virgen. Mientras muchos se dedicaban a bailar, los fuegos artificiales y los cohetes ardían y reventaban, aumentando las campanas esta mezcla de sonidos y ncidos, manifestación de una desbordante alegría.”

Hasta esta época las tinyas, se mantienen vigorosas como un instrumento originario que acompaña las festividades ganaderas y agrícolas. Se detalla que se elaboraban con cuero de “gato” y de “llama”, aunque también con cuero de perro, venado, carnero y zorro; en otra regiones se colocaba un ají, un diente de ajo u otro objeto con un significado mágico (INC, 1978). Citando a Schneider, Godwin (2000) propone que el alma del animal se convierte en parte del instrumento, y en las notas que emite éste se hacen oír los «muertos que cantan», que están siempre junto a nosotros. En una referencia metatextual, Aliaga Orellana presenta la waqla y la tinya en una canción del tinyakuy o Santiago, en versión original en quechua acompañado de una propuesta de traducción al castellano:

«Chukichay chukichay chukiwakrachay, chukichay chukichay, chukiwakrachay (cornetita de cuerno, cornetita de cuerno), puk puk tinyachay, puk puk tinyachay (vibrante tamboril, vibrante tamboril) tokaykapaway chukiwakrachay (suena vibrante tamboril) sonaykapaway puk puk tinyachay (vibra, vibra tamboril). Ñam chayachkamunñak ora señalka (La hora de la señal ha llegado) corre atimoy, untay wakata (ve a traer la vaca ploma) pastornintinta wallachinanchikpa (y al pastor también para adorarlos) untay

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wakata cintachillason (A la vaca le pondremos una cinta), morada cintawan, mana chinKanall)Pa (una cinta morada para que no se pierda). (Barrantes, 1940, p. 51)

La tinya es empleada también en el waylaśh, que es una mezcla hibrida entre el festejo, diversión y el trabajo agrícola. Aunque no se la menciona se trata de la trilla, muy difundido en el valle del Mantaro, que consiste en separar la espiga del grano (cebada, trigo, arveja, lentejas):

“Al compás de una música especial para el caso, ejecutada con tamboriles de cuero de gato, se separan, en grupos, los solteros, solteras y casados, lo que origina en breve tiempo un motivo de mayor diversión y alegría. Los cumplidos parten de los hombres que ofrecen un vaso de chicha a determinada persona. Si ésta no termina el vaso que se le ofrece, tendrá que sufrir la imposición de una multa, la que consiste en otro vaso de la misma bebida. Y en esta forma, como una cadena al parecer interminable, se van sucediendo las libaciones entre los concurrentes. Sin embargo, todo esto se hace bailando sobre los granos amontonados en la era, al compás de la música que no cesa en su labor de aumentar la alegría de la gente.”

Las quenas y tinyas acompañan las melodías de los wakones en Mito: “Concluída la misión de los wakones, se realizaba una alegre fiesta en el orden establecido, en la cual la multitud daba vueltas alrededor de dichas autoridades al son de quenas y tamboriles de piel de llama, entre libaciones de chacta y chicha.”

Entre los géneros musicales de la época se destacan las mulisas y pasacalles: «Alrededor de este árbol bailan gran número de parejas al compás de una música monótona; después de un cuarto de hora de espera, cesa la musica y las parejas se aprestan a cortar el árbol (…) los músicos tocan los “pasacalles” y “mulizas”; algunos bailan

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alrededor del burro que, austado por el bullicio, trata de escapar, pero es detenido por el arriero que lo conduce.»

Para la década de los años 50, Baudoin (1951) deslumbrado por los “interesantes y variadismos paisajes folkloricos” que emergen y “se extraen de los valles, del cielo, de la música, de los ríos, de los bosques y de las montañas, lejanas del Valle del Mantaro”con una destacable narrativa en prosa poética realiza un eszobo de las principales festividades de Pucará, Sapallanga, Chonchos Bajo, Huayucachi, San Jeronimo de Tunan, entre otros como, para el autor en las festividades “hay emoción, poesía, pintura y amor cuandos e oyelas notas melancólicas del huayno, música que capta el folklorista inteligente y orientdo que nos usbyuda y emociona. Folklore,es la palabra que se repite, sin cansancio, a lo largo de las carreteras y a lo ancho de los campos” (Baudoin, 1951). Además cada pueblo es reconocido por un santo patron en paticular y la fiesta que se organiza para celebrarlo; por ejemplo, al hablar de San Jerónimo de Tunan, detalla:

«La plegaria telúrica, larga, infinita, dramática de los chalaysantos, durante las pandillas de Huaylas pensamos seriamente en el verso: untay huacata cintachillason, morada cintahuan, mana chincanampa”. Y cantando miraban los indios, hacia arriba, a las estrellas» (Baudoin, 1951)

Sobre la música, en el ritual del matrimonio, destaca la orquesta típica que está conformada por arpas, violines y clarinetes: «Llevado de los atractivos de esas peculiares fiestas matrimoniales, he asistido a multitud de matrimonios, donde ameniza una buena orquesta típica, compuesta de arpa, violines y clarinetes.» (Baudoin, 1951)

Para 1950 la música andina popular empieza a ser grabada para ser comercializada, fue por gestión directa de Arguedas que los registros tomados por él a unos intérpretes de la sierra llegaron a interesar a una casa grabadora, en 1953, ya se notaba en Lima un predominio de la música proveniente del Mantaro (Lloréns, 1983).

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En los 60, Arguedas detalla que las orquestas típicas, están integradas por instrumentos tomados de las orquestas modernas, como el saxofón y el clarinete. Sólo la “corneta de cacho”, que Ráez cita, sigue siendo empleada para la fiesta de Santiago, pero como una supervivencia, pues los propietarios de ganado, más o menos acomodados, celebran la fiesta con "orquesta", y los hojalateros de Huancayo fabrican ahora "cornetas de cacho", de lata, y no sólo este instrumento, sino otro, también indígena, que Ráez no cita ni aparece en otra descripción es el "llungur", gigantesco instrumento de aliento, originalmente hecho de una caña hueca selváticas. En esta época los migrantes de Huancayo consolidan colonias en Lima donde celebran sus fiestas y mantienen activas organizaciones institucionales (Arguedas, 1987). Arguedas (1987) precisa que las comunidades del valle del Mantaro se modernizaron e incorporaron a la producción y la economía mediante un proceso orgánico, sin haber sufrido desquicio en su tradición cultural y ninguna como Huancayo se ha fortalecido culturalmente:

“Y ninguna región de la sierra ha fortalecido tanto su personalidad cultural como el valle del Mantaro, cuya capital urbana y comercial es, sin duda, la ciudad de Huancayo. La coreografía y músicas folklóricas se han enriquecido, superviven las antiguas danzas y es quizás la única región donde han aparecido otras nuevas. Junto a estas canciones folklóricas ha surgido, asimismo, un vastísimo cancionero popular, de autores conocidos. Las orquestas típicas han incorporado el saxofón y el clarinete. Y como en el arte, en las demás actividades el hombre de este valle se sirve con toda legitimidad de los instrumentos ele la civilización moderna.” (Arguedas, 1987, p. 11)

Para fines de la década de los 70, en el espectro de instrumentos populares a nivel nacional, los saxofones se han incorporado con mayor preponderancia en la región Junín, el INC (1978) precisa que el saxofón se incorporó sistemáticamente en las provincias de Concepción, Huancayo, Jauja, Junín, Tarma y Yauli:

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“los saxofones han sido incorporados a los conjuntos populares [orquesta típica]. Estos conjuntos son diferentes a las bandas de música. Se incluyen en los primeros, especialmente, el Saxofón Tenor y el Contralto” (p. 257)

Para el siglo XXI, al interior de la orquesta típica se constituye de: el violín como responsable de las introducciones, el arpa como responsable de la base rítmica en una especie de bajo continuo y los saxofones y clarinetes como encargados de llevar la línea melódica y de producir un timbre especial que el autor, acertadamente, denomina de sonido continuo (Ferrier, 2012). Los estudios de Joo (Joo, 2015) nos muestran un amplio repertorio de intérpretes, cantautores y géneros musicales más representativos del Valle del Mantaro como huayno, waylaśh, santiago, muliza, chonguinada, tunantada, entre otros. Un poema de Gabriel Tiempo, todavía nos manifiesta un carácter festivo que mantienen vigentes aspectos de lo originario y tradicional: “una dulce menta como alma, una fiesta patronal adornando tu sonrisa, una hoja de coca como vestimenta; danza de cascabeles protegiendo tu sueño de flor atormentada…” Gabriel Tiempo en (Almandino, 2019)

Para 2019, año en que realizamos la etnografía, los músicos de bandas y orquestas se encuentran concentrados en el Parque Inmaculada de Huancayo consolidándose como una industria cultural destacando a la música como importante sector productivo de elevada trascendencia en términos económicos (Massé, Sáenz, Cabello & Alvarado, 2017). Podemos decir que el Parque inmaculada es el epicentro de la industria musical del Valle del Mantaro. Las numerosas festividades tradicionales (las más importantes en épocas de carnavales febrero marzo y Santiago entre julio setiembre) y rituales familiares sociales (matrimonio, cumpleaños, safacasa, etc) son los principales focos que promueven y sostienen a las Bandas y Orquestas Típicas, el desarrollo de esta Industria Cultural.

“El Parque Inmaculada de Huancayo es un espacio cultural que tiene una relación histórica con las orquestas típicas del Valle del Mantaro y por consecuencia, con arraigo social importante en las

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tradiciones del mundo andino, trascendiéndolo.” (DDC JUNIN, 2016).

El paisaje arquitectónico de los alrededores del Parque Inmaculada se ornamenta con un saturado panorama de anuncios de servicios musicales principalmente de Bandas y Orquestas Típicas (aunque también grupos tropicales y mariachis). Los servicios de música, genera otros servicios directos, sobre todo, asociados a la producción y exhibición de música, tales como: Disco ventas, sellos discográficos, venta de instrumentos y lutieres. Aunque también otros negocios que indirectamente están vinculados, como: impresión de tarjetas para festividades. Durante las épocas del Santiago se generan industrias alternas, como gran feria donde se venden tinyas, indumentarias e insumos para la festividad y, particularmente en esta época, se demanda de cantoras acompañadas de llungor y violín, fundamentalmente para celebraciones rurales. Mientras las orquestas usualmente se tocan en los Santiagos de la zona urbana.

Las bandas y orquestas típicas de “renombre” o “más conocidas” tienen oficinas a los alrededores del parque, mientras que las otras tienen sus agencias en tiendas o cantinas, hemos visto que justamente ahí firman los contratos y brindan informes. En las oficinas, atiende el mismo director, algún integrante, un manager o algún representante que maneja las agendas y los costos.

La demanda de los servicios musicales tiene temporadas altas y bajas. Durante el año hay dos temporadas altas, la primera de enero hasta marzo, que corresponde a la temporada los carnavales festivos; y la segunda, de julio a septiembre, que corresponde a la temporada del Santiago. También hay dos temporadas bajas, la primera de abril a junio, y la segunda de octubre a diciembre. Sobre los costos de los servicios varían de acuerdo a al ritual.

En un conversatorio sobre la producción musical del Parque Inmaculada donde participaron Guillermo Joo, Antoni Galindo y Nicolás Matayoshi (DDC JUNIN, 2016) enfatizan en el factor económico y cultural que mantiene a la industria musical de este espacio, además de detallar sus problemáticas, de los cuales podemos rescatar que aunque es un sector de industria cultural importante es

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un sector a la vez informal, los músicos viven del día a día, no cuentan con ningún tipo de seguro ni beneficios sociales. Sobre la formación de los músicos, sus agentes enfatizan que son mayoritariamente autodidactas5, aunque en estos tiempos, los jóvenes se están preocupando en su formación profesional. En este aspecto es importante mencionar a la Escuela de Acolla en la provincia de Jauja, que forma profesionalmente, aunque no enfatiza en música local. En 2018, los egresados y estudiantes tomaron medidas de fuerza para denunciar la corrupción y falta de profesores especializados, supo que los estudiantes tomaron el local de la institución como medida urgente de protesta, solicitando entre otras cosas una reforma estructural.

El parque inmaculado si bien es un espacio importante como foco de difusión musical, es también un espacio visto como “marginal”, con focos de delincuencia y alcoholismo6. No hay políticas que promuevan y pongan en valor cultural este parque, ya que con el potencial cultural que tiene podría convertirse en un parque Cultural y Turístico, como si ha pasado con la Plaza Garibaldi o Plaza de los Mariachis en México7, Huancayo tiene su propio parque Garibaldi8 .

Aunque lo comercial es un arma de doble filo, por influencia de música comercial, música erótica. Aunque hace tiempo había regalías por venta de discos, ahora no. Aquí también se enfatiza la importancia de la creación artística, que los agentes la identifican con sus anomalías: «En la música hay dos cosas, voz y tema, los sellos discográficos proponían los temas, haciendo que temas populares son los de traición, dolor y pena haciendo temas más comerciales9». (Guillermo Joo, comunicación personal, 21 de abril del 2018)

5 Conversación personal con Angel Rojas, departamento de comunicaciones de los Ases de Huayucachi.

6 Conversación personal con Manuel Roca, promotor musical de la Roca Studios

7 Conversación personal con Flor de María Payan, arquitecto y directora de Organización peruana de estudiantes de arquitectura.

8 Conversación personal Con Daniel Rajo, director de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Junín del Ministerio de Cultura DDC Junin.

9 Fotógrafo profesional y autor de libros sobre música del valle del Mantaro.

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La composición de la orquesta típica en Huancayo al 2019, consta de un promedio 14 músicos con mayor preponderancia en los saxofones: un violín, un arpa, un par de clarinetes, 5 saxofones de tipo tenor y 5 de tipo contralto. En los matrimonios, cumpleaños, “safacasas” usualmente se le añade timbales.

Al 2019, durante las festividades del Santiago, que en otros tiempos era eminentemente ganaderas, era usual contemplar festejos de las familias que ya no tenían animales, esta situación esgrimen los lugareños para plantear que los wankas conservaron ese espíritu festivo ritual andino que hasta ahora caracteriza al valle con sus tantas fiestas (Garcia Miranda, Juan Jose; Tacuri, 2006).

Suplicios

de los músicos en la cuarentena

En 2019 la expresión: “algún día no serás Huancayo, ni los años a las pinzas, menos aún la posibilidad de un desengaño” de Ojeda (2019) podría parecernos irreal como el título de su libro, pero estábamos ante una profecía, en 2020 Huancayo ya no fue el Huancayo que conocimos: festiva, feriantes, comerciante y sobre todo bastante acostumbrados a las aglomeraciones; tras la pandemia que nadie esperaba, se paralizó todo; las festividades de valle se han puesto en pausa, siendo la industria musical la más duramente afectada, a decir de la novela del Eternauta, en la pandemia, todos estuvimos (estamos) como Robinsenes Cruzoes, encerrados en nuestras propias casas rodeados de un mar de muerte incertidumbre. Todos, menos el sector informal, entre ellos el sector de la industria musical, la pandemia llegó a los músicos en un clima de atomización y dispersión organizativa. En la etnografía realizada en noviembre del 2019, por motivo de la celebración del Día del Músico, pudimos escuchar los muchos discursos de división y mea culpa. Al 2020 el sector musical continua en su exigencia al Gobierno para que se les incluya entre beneficiarios del bono familiar universal y se implemente políticas de reactivación económica para el sector.

DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Huancayo, y el Valle del Mantaro, tienen un importante capital cultural musical; en el proceso de desarrollo de su historia, sin duda, hay muchos eslabones perdidos o que simplemente pasamos desapercibidos; sin embargo,

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este acercamiento etnográfico; diacrónico y, sobre todo sincrónico, nos da pistas de que la adaptación a todos los cambios sufridos se determinan fundamentalmente en las bases infraestructurales del valle, es decir en sus medios de producción con tierras productivas efectivas para la agricultura y ganadería. Hacer un correlato entre los cambios en la estructura económica, política y religiosa festiva no es un acto arbitrario; en ningún momento nos referimos a la música como arte o identidad, entendemos que estos aspectos que pertenecen al campo superestructural, tienen eminentemente su causa en factores externos: político y económicos.

Los cambios, a modo de evolución o extinción, siempre están vinculados a cambios en el orden estructural. La originaria corneta o bocina de cabeza de perro que fue reemplaza por los incas por cabezas de venado (Garcilaso de la Vega, 1609), el cambio tuvo un motivo eminentemente político, el desplazamiento de su principal símbolo cultural (dios perro) que tenía como fin principal no solo la adoración a la divinidad sino que, en un sentido estrictamente social, tenía una función de cohesión social, al ser reemplazado por la cabeza de venado, no solo se cambió de instrumento o de divinidad (Tickse Wiracocha) sino que se quebró la función de cohesión social. Raez, citado por Arguedas (1987), plantea que el mismo instrumento, la bocina de cabeza de venado (wawku), que fue muy vigente en la época del Tawantinsuyo, a fines del S. XX se extinguió, mientras aún se mantenían otros instrumentos de viento como la waqla y el llungur, ambos asociados a rituales ganaderos; sin embargo, aunque no cita a Guamán Poma, Romero (1989) da algunas luces y refiere que en Paccha (Jauja), “la música de pincullo y tinya, es llamada también ‘huauco’ y es ejecutada por un solo intérprete” (p. 124) y que música acompaña las labores agrícolas. En el Valle del Mantaro, estos instrumentos se mantienen y se ejecutan para la “wanka danza” de Chongos Bajo. Lo peculiar de la cultura en el valle del Mantaro es la capacidad de adaptar y apropiarse de elementos foráneos para construir un nuevo carácter y registrar un momento de cambio especifico en la historia. Estos cambios y transformaciones estructurales tienen un correlato en los instrumentos musicales que estás evolucionando y cambiando. Sin, embargo una constante es que las tierras se mantienen siempre productivas, al tiempo que vienen alternando la agricultura y ganadería a las

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nuevas formas de economía. A partir del S. XX la se consolida minería en la región, también se consolidad la feria y el comercio como actividades principales. En todas las épocas y a pesar de las guerras sufridas, el Valle del Mantaro se ha mantenido como un territorio productivo, manteniendo sus características superestructurales intactas, en este caso las festividades. En 2020, en pleno Estado de Emergencia y congelamiento de las festividades, el sector que se ha mantenido constantes la ganadería, agricultura y minería, y los músicos han encontrado otras formas de agenciarse. Otra característica fundamental es que lo tradicional no es avasallado por lo foráneo y lo global, más al contrario, es acogido para reforzar la cultura local.

CONCLUSIONES

La industria musical de la ciudad de Huancayo ha logrado consolidarse como sector productivo por la vigencia de sus principales características superestructurales: la celebración de ritos festivos, que a pesar de los diversos cambios y reformas políticas desde épocas prehispánicas se han mantenido por otro factor determinante: las condiciones favorables de su infraestructura geográfica y ecológica y la estructura económica productiva constantemente.

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