NANCY VALENCE Armando(Trasviña(Taylor ! !
! ! ! ! ! ! ! ! !
A quien esto no contรณ, pero encaminรณ: A Elsa. ! ! ! ! ! ! ! ! ! Edgar!!Degas!! (1834/1917)!
Este es el caso de Nancy, la francesa mexica, que...! Desde que escuché esto -y recordé quien lo dijo- estoy cavilando porque no cuadra ni ajusta con una realidad que no encaja, poco convence y aúna, pues al analizar el evento de Nancy, mi amiga, no va con la una y mil circunstancias que la vida depara. Este
es
el
suceso
ocurrido
a
dos
buenos
amigos
que
siguen siendo compinches dado que desean aliarse, concordar y amistarse, cuando empezaron hace días con la A del acuerdo y con la C de concordia que al insistir en el pacto comprobaron que el verbo negar no estaba en su círculo y decidieron, al fin, después de muchos pasos, sellar esa alianza que, a la postre, sería afín y preciada, y en cierta forma adecuada. Y los
dos
coetáneos
decidieron
al
fin
que
no
era
mal
ser
aliados, pero, coaligados, no, porque concordaron que, aún siendo avenidos y un tanto amigables o lo mínimo, diría, podrían
ser
camaradas,
compañeros
o
adjuntos,
pero
no
solidarios. Y así comenzó el concordato sin concor y ni dato. A uno llaman cerebro y corazón, al otro, así, con minúsculas, porque de lo contrario, el mayor se agiganta y los dos se disparan, y no hay Dios que los pare y esto es una pugna que no es necesaria.
2!
Pues, bien, corazón y cerebro no han congeniado como nunca en la vida desde que se tutearon, ni mucho ni poco, ni siquiera un tantito, pues mientras uno es poder, el otro es vehemencia; uno es impasible, y el otro, excitable. No
existe
verbo
entre
ellos
que
pudiera
fundir
o
identificarse en algo, porque abogar, interceder y arbitrar, pueden ser de tanteo, pero no de dominio. El cerebro es el qué, el cómo y el quién, son reflexión y cordura; juicio y sesera y no se regresa así de sencillo. En
tanto,
el
segundo,
es
ternura
y
piedad,
dolor
y
agonía, y fluctúa y remuda cada vez que la esquina da vuelta y prosigue. Corazón y cerebro, no son partes comunes de definida postura, pero, vinculados, se entrecruzan y acuerdan, pero no se federan, es adversa pareja que a veces coexiste en el espacios de ambos, pero autónomos siempre. Irreconciliable es el don de este par adversario. Decía Cervantes, el complutense preclaro, que no por viejo es pasivo, sino por lo exacto que dijo aquello que expuso: De cuyo nombre no quiero acordarme. Otra vez, corazón y cerebro que debieran ser afectos, es poco fiable esa dupla. Me encono cual ogro y ni el gruñir me apacigua, bola de
3!
pérfidos, malandrines e infames. Vean esto, es el corazón que se excita. Y decide ya, decide. Deja pensar y conmueve y se sobrepone a todo. Es el cerebro al revés. Emerge, corrige y enjuicia. Uno es sensible y el otro impasible. No son de carrera, sino de Carrara, es decir, selectísimos. Ya empezó la secuencia, pero aún no termino y lo que viene enseguida, ratifica que ambos, si no son de pelea, son antagónicos. Un polvorín explosiona a ese músculo breve, o dos, que no
duerme
y
se
acuesta,
y
señala
que
los
hechos
si
no
coexisten, persisten, pero, el producto, varía, no compaginan ni escriben la libreta entreabierta de la vida enredosa que debiera ser, más que ubérrima. Exponía tres juicios que son de vigencia y pequeñísimo avance: Tres velocidades tiene el auto
y
las
denominan,
tres en
movilizan
tanto
esos
ese
coche
cambios
innovado estacionan
que
correr
al
coche
dondequiera que sea, puede ser en el sur o en el norte, al este u oeste, pero aprende el jaleo de cómo instalarse, sin equivocar el viene y el pasa: la primera, segunda y tercera que a veces se atoran y obstruyen el paso. La primera es la fuerza que impulsa e impele; la segunda es de rumbo que manda y conduce, y la tercera, las millas que van por la vida. Aquí es, nuevamente, donde el corazón entorpece, y el cerebro,
4!
dispone,
y
vuelve
el
encuentro
entre
el
uno
y
el
otro.
Juventud, madurez y vejez, son tres formas de ser: hacer, pensar y sentir que no sólo revuelca el campo de amores, conflictos
y
arbitrios,
sino
de
duelos
e
inquinas
difícilmente pasivos y arduamente enfrentados. Retornemos a ellos: el uno y el otro son tónicos diarios de acción y coraje y de tibia agudeza, no rechazan ni niegan y van con los días que no se degluten y ni saliva dejamos. Ese corazón que palpita segundo a segundo es medida de amores, pero no de cualquiera, de altas mareas dicen que es, un órgano elástico que no se equipara con el glúteo o el bíceps, el tríceps o el sóleo, que son ayudantes más bien en esa barra de mando que cerebro se llama y pariente cercano de quien ahora se agita, porque dicen que es quien reúne y reclama lo que debe ser y no es o el que intenta, lo tienta. Todos los músculos de ese puño que Juan Cuerdas desdeña, son patrón del navío y de neuronas de guía, ejecutivo de cuenta y timonel de esa ruta tan socorrida y confusa por las tres avenidas que toda existencia transita. Los demás son lacayos que a la postre consienten y son sumisos y afásicos. Y el corazón como tal y como fibra que siente, es director de kilómetros
que,
si
lo
dejas
que
avance,
se
trastorna
y
derrumba. Nomás le dicen “te amo” y ni la cobija permiten, y no le digan ¿me quieres? porque se pone a regar, no solamente 5!
la sopa, sino el consomé y el atole y asperjar todo el mole con manguera y con soplo, no, si es quien es. En síntesis: vamos a hablar de esa dupla que motor y camino se juntan, copartícipes nobles que, si se alteran, se frenan, y si se frenan, hasta ahí llegan. Conocí tibiera
de
a
Nancy...¡mmm!...
años,
para
no
hace
gastar
ya
la
mucho
tiempo,
friolera,
de
la
varias
décadas idas de eminencias y mitras, cuando a la Válence llamaban,
con
A
tónica,
en
ese
prado
florido
de
nuestra
infancia rosácea. Ella es francesa de padres de allá, y en kínder nos dijo que su apellido era Valence. Después supe su arribo al llegar a primaria, y era el padre y la madre de Francia, hacia al sur, del distrito de Valence-sur-Rhône. decenios
y
se
De
planchó
allá por
emigró acá
la
como
pareja blusa
hace
varios
importada:
los
Valence Boubier. Vivían cerca de casa de mis padres defeños y en esa época buena se mudaron a otra que tenía un nim formidable, árbol inmenso en la acera de enfrente y que era envidia de todas las familias cercanas que ni a eso llegaban, sobre todo en verano con un calor fríe-huevos y un sudor del carajo. Ella y la madre eran, como diría el juglar, roedores de iglesias
y
no
come-curas, sino, más bien, devora-todo,
6!
devoción que inclinaba a quienes venían de zonas de beatas purísimas de donde emigraron hace ya muchos lustros, pero la hija, no, nació aquí, no sé donde. Después supe que, en efecto, aquí fue su nacencia. La permanencia en el templo y la
asiduidad
de
la
madre
que
profesaba
ese
culto,
las
compelían a ser de hábito adjunto cada semana, casa evento, cada arribo de obispo, cada óbito u origen, inclinaban la báscula con credos fanáticos y los credos con cultos. La invitación –la temida- se produjo en el templo por las monjas angélicas para servir a Dios y a su iglesia al terminar la primaria en que debía decidir su deseo de hacerlo en el viejo convento del norte. Y no supe más de su vida por la razón en pijama hasta que se juntaron los años por ese imán que posee el destino labrado que casualmente nos busca y sin penas nos halla, sin perder, además, el lazo postal que teníamos cada fin de semana o por la fecha onomástica de los dos coetáneos. Pero, si el cerebro razona que ya es garantía y gran preeminencia, el corazón se apasiona y aceita los discos de ambos engranes, y en especial los de arriba, el del gorro inclinado que no se le ocurre invitar al reencuentro con esa tibia algazara. Nomás reflexiona. De él procedieron las leyes de Newton, de Kepler y Mendel, de Einstein y otras, y sigue el árbol creciendo. Y del otro lado están los amores de Dante y Beatriz, de Pablo y Virginia, de Tristán y de Isolda, los 7!
dos de Teurel y Penélope y Ulises, la que teje y desteje, y otras tantas parejas, muchas de ellas de letras, y de Nobel, algunas, que se enmielan y vuelan como hélices pájaras. Pero, el corazón endulzado, ese órgano tibio, con todo y tener un turrón de colmena y es músculo afable, es un gran alcahuete
y
fanático
hincha,
un
verdadero
tercero
en
la
frivolidad de las damas en donde el hombre sumerge el piso que pisa por la inacción de un gracejo que presiona y dispara secuencias y ritmos hasta la última nota. El afán enloquece, se deslumbra y se lanza a un panal de sonrisas casi siempre dulzonas. ¿Por qué será?, hombres de tanta firmeza y de tanta templanza, y con el oro del mundo e inteligencia a raudales y el destino a su lado, se desbarrancan y sumen. Y las mujeres, esas santas mujeres, con la belleza en morrales y la gracia en baúles, se despeñan al ver la profunda autarquía y dan el bulto
a
cualquiera
por
una
col
del
mercado
y
cuando
el
sentido común se revienta, lo común se convierte en lo más inusual y estrena el talud por donde la recta desciende y al final se deshace. Es cuando corre el amor sin aceite ni grasa y el motor se avería. Los males nerviosos que hoy nos ocupan y también nos azoran, suman libros y álbumes por la razón que te dije y si no lo dije, olvídalo, son cortinas que cubren las ventanas y
8!
puertas del corazón camuflado que más bien medio ocultan, provocan deseos y tientan las ansias, pero no las retiran, y hay veces que, ni ocupando los vanos, eclipsan o cubren. Y he aquí lo que incita y levanta pasiones, conduce con rumbo al glamour sin amarras que no sólo afloja las bragas, sino el juicio y el seso. Hay cada sabio que dice, repite e insiste ese viejo apotegma: No hay enfermedades, sólo hay enfermos. Cierta
vez,
cuando...
¡esperen,
espera!,
dejen
decirles... ¡Oh, my god!, ¿dónde diablos pondría mis zapatos negros? Me refiero a las botas, las de oscuro. ¿Dónde estarán? Si yo fuera botín, ¿en dónde estaría? A ver, en tres partes... en tres... los guardaría en... ¡van cien pesos!, los hubiera puesto...
¡mmmm!...
tampoco...
acullá...
¡ahí...! menos...
nada... se
acabaron
nada... los
allá...
sitios
que
consideraba seguros. Pues, no están. Estarán en el cuarto, pero, en el de baño, bajo un lote de ropa y no con Chanell precisamente. ¿Quién pondría ahí?, exclamé con pasmo azorado viendo el lugar, poco viable, ahí se reían y de mí. -¿Sabes quién los puso ahí?, me espetó alguien cercano, conociéndome y aprovechando mi errata. No son cinco, ni diez, ni veinte, ni cien posibilidades...
9!
-Tú. -¡Ahh!, sí, debo haber sido yo. Perdí los cien pesos, ¡qué ingenuo! El corazón, ese nervio de pulsa y que tiene forma de nabo, es el ente causante de mil y una afecciones y sus causas
frecuentes
siendo
las
penas
y
murrias,
por
la
izquierda, y la alegría y el gozo, por la diestra, aunque hay tramos en medio, donde el tedio se cuela y se esconde taimado y nunca lo encuentras. El desconcierto predica y el escozor sobreviene, se acumulan los dos en un pozo insondable, y el desorden deviene y más tarde conspira contra el alto monarca que, encabritado, se venga, y hacen fila los quienes que contra él confabulan. Hay, entre otros alifafes y como punto y aparte, la alucinación que retuerce... la alucinación que mantienes... esa fiera felina que es el peor enemigo que muy pocos conocen como
ardor
que
enchiquera
y
a
la
tensión
solivianta
que
convierte en umbrío y brutal calabozo. En fin, el corazón tiene... ¡y vaya que tiene!... amplias reservas, un palco de honor en el teatro local donde actúa y con brillo una actriz protagónica que se hace llamar la realidad camuflada.
10!
Las
enfermedades
¿cardiovasculares?,
afectan
llamadas en
forma
¿cómo?...
dispersa
a
unos
y
a
otros, atacan con rabia, y los promedios que ostentan las cifras censuales, difieren y alarman, por ejemplo, el hombre se halla en el 45 por ciento y las mujeres, en el 60. En los padecimientos cerebrovasculares, el 26 por ciento son para hombres y el 28, para hembras. Como ven, las mujeres son, por las cifras, proclives y víctimas a esas dolencias y las que más las padecen. Y además, como morral de cigüeña desde los tiempos
antiguos,
es
transporte
de
críos
que
al
hogar
fortalece y estructura a los hijos por su habitual cercanía. Conforma el hogar y endereza a la prole y, sin embargo, según el
censo
del
10,
manifiesta
que:
“La
mortalidad
de
los
hombres superan en casi todas las edades de las mujeres”. El alucinamiento que estraga, y es un fenómeno exótico totalmente infrecuente que sobrecoge y conmueve, impresiona e impone y se presenta –no es regular- varias veces al día o una vez por semana, o sólo en segundos. No es conocido tan bien como muchos quisieran y necesitan saber, sobre todo las damas porque es de rostro enigmático y diferente de otros que semeja espejismo, hay que escarbar con agujas para conocer y tratarlo y es, comparando los tonos, nomás se asemejan, pero se muestran distintos. Son armonías análogas y no es erróneo
11!
decir que hay desconciertos que aquietan y conciertos que turban. ¿Es del corazón o cerebro esta afección que parece, o es alienígena? En este caso me encuentro para contribuir a la incógnita de ese drama que aterra y que, por ventura, a pocos afecta, son tantos los síntomas que el enfermo declara que es un gran desajuste y no hallo como enmendarlos. Pretendo entender en la orquesta de estreno la persistencia y acoso que otros seres padecen, y llamaré con el nombre de “alumbramiento” lo que Alucinación se conoce para ser más explícito. Porque es algo que, si cabe, encandila y emboba y está a nuestro lado como guardia de punto y la llaman, quizás, con justicia, “la enfermedad de este siglo” porque, Aristóteles, el Estagirita, estudió
y
describió
este
raro
fenómeno,
interpretó
y
transparentó y dio pie a lo inseguro. -¿Sí?, ¿es tan remota, de veras? Las Alucinaciones se conocen y han sido estudiadas desde que el sol ilumina, hace ya mucho tiempo, como la A de lo añejo, lo arcano y añoso. Aristóteles
dice
la
palabra
que
ahora
interpretan
y
juzgan y Visualizaciones se llama, Deslumbres o Alucinación.
12!
El caso es que, el filósofo griego observó y comentó lo que tanto interesa a la conciencia de entonces: Cuando un tipo que
era
figura,
el
mismo
sujeto,
lo
acosaba
e
seguía
y
incordiaba
perseguía
e
a
su
impresionó
misma
tanto
al
helénico que consignó al pensador su hecho no habido, y en su obra “Meterológicos”, manifiesta el calvario que a diario veía el varón afectado y que a metros de él lo rastreaba. Los
alucinados
observados
y
han
husmeados
sido, en
desde
etapas
hoy
remotas
y
hace
desde
siglos,
la
Hélade
clásica, 3 siglos antes de Cristo. ¿Qué
explicación
refería
el
filósofo
griego
a
esta
acción de la mente que desbarajustaba y batía al personaje seguido? El obturador de la cámara que en su meollo existía en ese griego alterado, filmaba su propio video o su propia película y era un Tom Mix aguerrido en pos de un cuatrero que lo seguía. Un dolor de epigastrio, un asedio de muelas, un acceso de gripa, una tos ferina o una aborto de niños, o algo así, es
universal
y
presente
ayer,
hoy
y
mañana,
es
más
que
corriente y común en la vida, pero la gama de edades es la menos proclive que, con todo y eso, no es lo mismo ver en
13!
cinema que su propio yo atosigándolo. consecuencias
desconcertantes
y
Eso
drásticas,
trae o
lo
que
sea,
pero, gasta. En
el
catolicismo
o
cristianismo
que
desde
siglos
coexisten y suman prosélitos, se observa que charlan y ríen de cosas agnósticas u otras con agnosia de la testa alterada. Si no lo creen, vuelvan a leer a H. G. Wells de la centena pasada o a Manuel Carballal en el presente. Se
han
registrado
versiones
que
podrían
ser
las
que
busco y son alucinaciones genéricas, pero no localizo a las que colateralmente se encuentran en la era cristiana y pueden leerse en pasajes de la biblia, su libro, con un concepto distinto de las percepciones santeras eminentemente paganas. Se estimaba en la época griega que las alucinaciones extrañas podrían ser por carencia del concepto conciencia y achacaban la
culpa
a
dioses
o
espíritus
que
encarnaban
el
término
idólatra. Los que estudiaron vivencias como rasgos seniles después de Aristóteles, fueron Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y Teresa de Ávila que recogieron buen número de estos criterios
y
así
separaron
los
unos
de
otros:
los
de
ascendencia divina y los demoníacos. Las alucinaciones, las impares, están aún en pañales o en
las
zarzas
del
tiempo,
y
14!
es
considerada
errónea
la
etimología
que
consideraba
nace
como
del
sinónimo
latín de
allucinor
errar.
que
Monlau
Cicerón
asegura
que
alucinar se deriva de las palabras ad lucem que significa ad, cerca, y lucere, lucir, que es lo que une al verbo
arrobar.
En español aparece por primera vez en el año de 1499; en inglés en 1572; en francés en 1660, y en medicina después de esos años. Se piensa que pudo haber sido consignada por el año de 1674 cuando se habló nuevamente de ella, hasta que Jean-Étienne-Dominique,
en
el
siglo
XVIII,
estableció
el
campo científico aceptado hasta ahora: "Un hombre que tiene la convicción íntima de una sensación realmente percibida, y no hay ningún objeto cercano al alcance de sus sentidos para activar esa sensación, está en estado de alucinación, es un visionario”. Hay quienes se ven presionados por manía persecutoria que “infernal” denominan en cuyo mapa se observan voces que escucha
sólo
en
su
mente
y
se
desordena
completo,
busca
eliminarlas y haciendo otras cosas, desaparecen. Günter Grass, el escritor alemán, en su novela excelente “Pelando la Cebolla” en la página 115 relata y se cuestiona: ¿no
será
en
sentido
metafórico
transcribo y que dice?
15!
ese
párrafo
que
ahora
“El camino desde el recinto cuadrangular de la granja hasta la escuela del pueblo, no me dejó huella. Y tampoco me han
quedado
muchos
otros
recuerdos.
Sin
embargo,
veo
innumerables moscas de colores brillantes sobre las paredes de blancas baldosas en la cocina del aldeano... “
-¡Hola, Nancy, hola, ¡cuánto tiempo sin vernos, qué gran gusto!, ¿cómo se ha portado tu vida?, ¿de dónde vienes? -¡Hola,
Ric,
venimos
de
México
a
donde
siempre
me
escribes, es un placer saludarte, salimos de pronto por eso lo ignoras!, te ves como nuevo. -Si, para mis ochenta, estoy bien. -No exageres, Ric, 46, nada más, igual que yo, pero, como auto nuevo te ves, ni traqueteas ni nada. Ric, voy a Venecia este martes con mi marido, ¿no te da envidia? -Magnífico. No me da envidia porque iré yo también, tomo el vuelo a la capital, a Roma, el fin de semana y ¿qué te parece si nos vemos el jueves para comer y charlar?, yo los invito. -Perfecto.
16!
-Nos vemos el jueves, pues, ¿a las... a las... 14.30 horas en el restaurante Splendid Venice a l00 metros del Campanille? Ahí nos veremos. -Ok. Probaremos los caneloni con bechamel que son riquísimos. Arrivedercci, Nancy, saludos a Dago. -Le
diré
a
Dagoberto,
Ric,
ahí
nos
veremos,
muchas
gracias. -Chao. Dagoberto tiene una agencia de autos nuevos y viejos desde que el sol se orinaba, desde joven, con taller mecánico anexo, y le da beneficios para atender a su esposa y al par de sus hijos en la universidad donde estudian. Ese viaje lo hacen, seguramente, para pasear a la esposa, ya que, con pretexto cualquiera y podría ser este ahora para adquirir lo que fuere en el carnaval o Murano con las perlas y copas, vasos y lámparas que a los clientes obsequia, o a la mujer o a sus hijos. Ayer le asaltó la ocurrencia y hoy –no lo dudestiene forma de tickets. Las alucinaciones –parecen- como chispas fantásticas o bien encubiertas, enmarañadas o liadas, que son provocadas por el alcohol o las drogas que no es el caso de Nancy. 17!
Solventes,
aerosoles
o
pinturas
diversas
en
este
teatro
ilusorio en donde el actor se destaca, no es nada simple y común. El corazón y el cerebro, como asociados que son, son escenas
del
caos
y
de
líos
psicológicos
que
aparecen
y
asustan. La alucinación, como síntesis, es un caso mental que se llama psicosis, como hay muchas ahora, y son deterioros que turban y la consciencia destroza, y el orden normal de uno y del otro. Es sensación subjetiva. Cuando es por impacto en
el
cráneo
desorden,
es
indefenso, lo
que
o
por
deseamos
causa
saber,
distinta,
esclarecer
o y
serio
lindar.
Recuerda la nube que en la mente se forma por disociación específica y que se llama... se llama... ¿cómo se llama?... esquizofrenia, muy distante de aquella que ayer estudiábamos en raíces latinas. Rememoro al maestro que en la escuela decía ese mixto vocablo que quiere decir: squizo, dividir, y frenia, cerebro. Hay personas que ostentan gran cantidad de delirios
o
existencia.
alucinaciones Las
dispares
alucinaciones
son
que casos
pueden y
no
dañar hay
su
causa
aparente que produzca ese daño. Quizá sea ese el motivo que ahora escudriño y apenas destrabo. En realidad, no existe sujeto
ni
objeto
visible
que
engendre
tales
visones.
La
alucinación atesora síntomas graves de desarreglo y desorden que se llaman psicosis, nombre genérico de los males del alma que son efectos que alteran y alborotan sentidos, o sea, el
18!
pensamiento crepita y la percepción se transforma y trabuca el orden de arriba. Es un circo sin carpa y un espectáculo al aire,
turbio
y
menguante.
Primero,
enfermedad,
segundo,
dobleces, y alucinosis, tercero, una u otra que estorban, que indisponen y aíslan. Puede ser y no ser, es probable, que todo este atasco y problemas no simples, no esté en males curables que sólo son un diez por ciento del total y es promedio barato. Dentro de otros ocultos hay cada clase de ruinas y catástrofes serias, ¡qué ni sabes! ¿Estará dentro de estos el antídoto anónimo que debe existir e ignoramos? Más de siete mil enfermedades, todas penosas, existen en México, y en el mundo, muchísimas. Las
cuatro
primeras
que
en
el
país
se
conocen
son
los
tumores, la diabetes, accidentes y enfermedades del hígado, ¿y
saben
cuál
es
la
quinta?,
las
cerebro-vasculares.
El
corazón es rompe-metas cabezón y tozudo y busca primos que son consanguíneos, deudos cercanos que atarantan y sumen, y males extraños le llaman.
-Vamos, Nancy, Dagoberto, vamos, a visitar la Academia de las Artes aquí, en Venecia, el mejor de la zona, enfrente del puente, para menguar la comida y abonanzar la vigilia que me trae cómo bobo. Son las cuatro p. m. y es temprano aún. 19!
-Vamos, vamos. Al penetrar al recinto y después de mirar tantas obras de autores egregios y audaces: acuarelas, retratos, óleos y tintas, atriles y otros, nos quedamos sin aire al ver de repente el Hombre de Vitruvio, del siglo XV y de Leonardo Da Vinci,
el
maestro,
un
desnudo
de
hombre
en
un
círculo
inscrito y un cuadro de entorno que denota las áreas físicas de un ser terrenal y de esto hace 5 siglos. Nancy salió subsumida, o parecía estar, que no estaba en ello, se distanciaba de él y mostró indiferencia y eligió otros que estaban al lado de ella y enfocaba su aprecio aparente.
Desestimó
aquella
pintura
porque
era
de
sexo
contrario y lo evitó fríamente porque no había nada en él que lo llamara. Lo ignoró olímpicamente. No dejaba de ser una monja sin templo ni misa, pero con lógica exacta y especial derechura de esta fémina airosa.
La
pudicia o sonrojo pudo
más que el ingenio que –según ella- revelaba el producto por considerar que esta obra no entraba en lo suyo, es imagen non santa, su pundonor se estrellaba con la irreverencia sentida por las aristas del sexo que de pronto mostraba, y como mujer y católica, no concordaba con ello, prefería prescindir de él aunque lo anormal demostrara. Fue lo mismo con otras, con pieles sin ropa y bulto imponente, no veía y bajaba la vista
20!
y
buscaba
lo
suyo
que
estaba
enfrente
o
a
su
lado.
Se
abochornaba con ello la beata huidiza o a punto de esquiva se daba. ¡Qué necesidad tengo de eso! Es un sentimiento muy suyo...
cada
quién
es
así...
¡y
párale
Vargas!...
como
acostumbraba a decir. Lo
mismo
ocurrió, dijo Dago, en el primer viaje que
hicimos a Florencia, la bella, y ver la copia blanquísima de la estatua de David de Miguel Ángel, de cuatro metros de altura y de mármol entero y, además, en plena calle, y al paso de ella. Las esculturas de la Plaza de la Señoría, registraron el mismo rebote con un grupo de efebos de cuerpos adánicos. Pasó Nancy a su lado como cubriéndose el sol, o buscando
algo
arriba
en
un
piso
albi-negro
que
recorría
observando. Buonarroti, Donatello y Cellini, extrañados al verla, se miraban perplejos con inquietante embarazo nunca visto hasta ahora. -¿Y...? Pudicia, rubor, miramiento, castidad o vergüenza, o como se llame el desvío, es sentimiento contrario a esas partes al aire, o al amor propio de ella, tendencia a quedar bien con su yo y no con otros que insisten. ¡Y averígüale, Vargas!
21!
Aquello era para Nancy, por mejor adjetivo, pornografía barata, aunque la vida no apruebe. -Lo
sé,
Nancy, lo sé, te conozco, no necesitas decirlo
–acentuó Dago, su esposo. ¿Alucinación?,
¿alucinosis?,
¿percepción
aparente
o
aprehensión efectiva?, ¿es real, en efecto, o es engaño del ojo?, lo que sea, pero la verdad es que ocurre, se viene y molesta hasta el fondo del ánima, está ahí, está presente, se mueve. Hay pocos casos como este de anormalidad que sacude. Las alucinaciones visuales que hasta siglas poseen y se conocen con el nombre de AV en medicina que cualquier día llamarán AVeísmo si no emerge hombre o mujer de la ciencia que el apellido consigne y estudie a conciencia y encuentre, por fin, el antídoto útil, un contra-opuesto, o algo así, una inyección o gragea que restablezca o evite, por decir algo. ¿Ya existe?, no es difícil que ya haya surgido una ayuda eficaz y de pronto socorro. Lo cierto es que, alteraciones como
estas,
visuales,
o
no,
o
de
otro
sentidos,
según
estudios mayores de experiencias subidas de científicos aptos y que el criterio lo usen, es viable que afirme que las AV son curables. Pero. ¿dónde está el hechicero o alquimista que salga a innovar la medicina?
22!
Pero, hay que ver estos casos si existen y son, si son puntuales, si han sido objeto de estudios concretos sobre aspectos internos o hay experiencias recientes, desconocidas o
viables,
lo
trasatlántico
que
significa
rápido,
sería
que
una
vamos
buena
bogando
noticia,
en
más
que
óptima. Pero, en todos estos giros de piruetas y brincos que hoy enfrentamos en formas diversas, se acercan a casos que son remediables o son corregibles. Significaría tanto. Una alga te muerda o un gorila que pique. No hay, pues, que confiarse, hay
que
ser
precavido
apreciaciones,
ya
y
observarlos
sean
nimias
o
con
lupa.
vastas,
para
Si
toreo
entender
deterioros del corazón o cerebro, no lo hago con voz de sapiente, ni con bastón de Esculapio, sólo son intuiciones que obtengo o infiero, o las capto de otro que sabe y conoce y
arrastra
con
garras
el
campo
sin
nada.
No
entro
al
intríngulis ni al patrón de once varas, no, jamás. Si hay, en efecto,
argumentos
que
sirvan
y
no
medias
verdades
para
indagar lo indagado, yo me siento en la última y cómoda silla para otear. Yo sólo repito como loro amazónico lo que exploro y deduzco. Serán vigas o andamios, pero si logro saber de ese raro
fantasma,
película
espectro
extraña
la
o
del
fisgón, ser
que
araríamos lo
sufre
el y
todo.
Es
solicita
asistencia por sí algo consigue. Podrá decir como el otro: 23!
¡Eureka, eureka! Y algo o mucho obtendremos con el motor del esfuerzo. Y seguiremos el viaje hasta ver el azul sin nubes ni rayos que obstruyen el diáfano y etéreo semblante del sol y del cielo. Por eso busco y rebusco salidas factibles, y tal vez, emergentes, vale la pena estudiarlas o hacer algo por ellas o buscar los auxilios que tanto requieren unos y otros. Por esa razón les imploro y pido perdón si patino, no soy mago ni brujo, ni medicastro ni augur, perdón, nuevamente. El que sufre la fusta, hasta el reto suaviza. No hay ensayos que valgan que el que no se realiza.
En
tanto
soluciones
erial
posibles
(¿o o
la
algún
mies?) medio
rastrillo efectista
y que
paleta
de
sirva
de
algo, buscamos con ansia. Comienzo a sentir el jabón de los años y el agua que gasta igual que los estos. Todo pan de jabón se desgasta hasta el champú sustituto que más enjuague requiere, el chorro del tiempo hace lo propio. Ser cincuentón por las canas, el papo o la arruga o la alopecia temible por tanto greñudo, es tener buenos lentes o buen oftalmólogo, porque como dice el que dice: la cuenta que cuenta y la suma que suma, te reduce y abrevia. Y si no glosas los años, mejor ni envejezcas porque debes saber que son letras de cambio de una juventud estropeada que si no pagas a tiempo, el rédito
24!
viene, y la juventud se extenúa, es una etapa de usura que luego cobra y procede. Y algo de esto posee la curiosidad que persigo y ahora sé por las penas que pesan y pasan, los pozos que piso y más que sopeso, gravitan. Ya se agotaron los kilos y siento que me han colocado muchos lastres encima que originan las quejas que claman y aturden. Seguiré siendo cauto como el caracol que se arrastra. Cumplir los cuarenta, o esa cifra y la más, no sólo es cumplirlos, es sentirlos adentro, ¡y vaya que cuentan! Valorar cada día, cada mes y cada año que pasa pesando, no son los mismos de antes con los que ayer me jactaba
y
vanagloriaba
arrogante
como
fruta
madura,
hoy
empiezo a observar que estoy como pasa, pero, como pasa de uva,
y
no
en
su
punto,
sino
en
la
punta
que
apunta
el
puntero. Pero, con tanto ajetreo y tanto ¡arrempújale! dedicado a lo mío de lo que antes guardaba, sin haber advertido, soy papel
de
memorias
y
dedicado
sin
pausa
al
¡purrún!
del
despacho en el área específica de construcción de viviendas, edificaciones y eso. Pero,
en
todo
ese
trance,
me
he
olvidado
de
Nancy,
¿estará por llegar, o quizá, llegaría?, su vuelo está dado para las... ¡mmm!, ¿ya llegó?... me dijo que...
25!
Nancy volvió a radicar en esta ciudad con su esposo y sus dos hijos que tienen 18 y 20 años en este lugar en donde antes
vivía
y
acudía
al
Jardín
y
a
primaria
a
donde
marchábamos y a diario estudiábamos. Volví a verme con ella con más años que kilos y reanudamos la vieja y reciclada amistad que –años atrás- con tarjetas postales, telegramas y cartas y onomástico en julio (Nancy es Ana), y los fines del año y la fiesta de Reyes, nos reuníamos todos. Comentaba paseos o viajes a sitios donde ella escoltaba a sus padres defeños,
de
tal
manera
que
la
conexión
y
el
engarce
continuaba vigente como nudos de rizo. Pero, ha regresado aquí, en buena hora, ya enlazada con Dago y con sus dos jovenzuelos a los que elogia y presume. ¿Y habrá llegado? Aún viviendo
en
Puruándiro respiraba
y
luna,
más
encaramada
mal
heterodoxia invivible.
la
de La
y
allá
menguado,
ser
y
lejos
el
comunicación
a
que
dos
mil
practicando, hacer
por
proseguía
Aporo, metros cual
vivir no
Turicato
por
de
altura
siempre,
en
esa
Skype
o
la
altura ni
por
Messenger ni por Internet ni por nada, como ahora lo hacen, sino a la antigua como ambos decíamos, por correo y telégrafo y alguna vez por teléfono, pero nos reportábamos siempre cada vez que podíamos. Nunca
existió,
como
podría
pensarse,
ni
atracó
en
nuestro muelle la seducción y el halago o la atracción entre 26!
ambos
como
dos
púberes
frescos
lo
que
sería
normal
y
corriente, arrobarnos nunca, no fue barco que ancló en este puerto nutrido, ni el abitón ni la soga. ¿Por qué? He ahí la pregunta y la respuesta sin duda: No se dio y ya. Y punto. No busqué a Nancy para eso, aventuras o apaños, ni Nancy a mí para filtros, no nos procuramos ni nos preocupamos ni para bollos o roscas, y no es que escaseara el amor y el afecto, pero en forma distinta; ni la argucia o enredos, ni el gancho o anzuelo, no, su encanto era otro y abultaba a la vista y el talento por litros, en tanto su rostro evocaba a Mirón y Lisipo, el formista, y un largo inventario de imanes jalaba sus rasgos visibles, pero no a mí, no, a mí, no. Simplemente fue. No había, como dicen, química entre ambos, ni anatomía ni física, ni biología o geometría, yo preferí que así fuera, tener a una amiga en cubierta y no a una amante encubierta, es lo que vale. ¿Por qué?
Tal bolsa de dones, de rectitud y
firmeza, de sentimiento y aprecio, de tolerancia y prudencia, ni en la gama de valores lo había, de eso estuve y estoy convencido Ella
y no permuto por nada. hablaba
de
Dago
como
hablar
de
la
escuela
sin
descartar que al mirarla la cortejaba discreto desde pibes de kinder, y yo de... de esa alguien... mi novia, no, perdón, mi ex-futura, era estribillo común cuando aún prospectaba.
27!
Al llegar a las cinco y con el paño en la mano y el atardecer
de
testigo,
nos
despedimos
sin
más
como
dos
compañeros, ¡tan, tan!, para poner punto final con un badajo que hería. Al despedirnos ayer, después de una lágrima y la voz
quebradiza,
y
rechazando,
además,
la
decisión
de
los
padres de viajar de repente, nos prometimos volver y volvimos a hacer nuestra charla sin pausas ni para la próxima vez con un adiós que eludimos y ni en broma pensamos. Entrechocamos las manos, dos o tres veces, y quedé como plato sin taza a su lado, bien destazado. Pero, el contacto siguió sin herir ni lisiarse,
sin
afectarse
siquiera,
no
faltó
ocasión
para
vernos, conversar sobre el antes y actualizar el ahora y auto-enjuiciarnos severos. Era un trato distinto sin un pelo en la sopa, y al abandonar la primaria y a Nancy, de paso, me sentí como perro, pero, como perro con pulgas, porque ella era mi pulga en el canal de la oreja. Más que una amiga, era un afecto, y si pudiera decir, una aliada, camarada o adicta, compañera y compinche, era eso nomás, una hermana y como tal la sentía. Hablábamos de Pancho, de Mario y de Pepe, de Mary y Esteban, de Bertha y de otras, amigos que fueron de la etapa pre-púber
en
los
tiempos
de
ayer
en
los
dos
planteles
locales, pre-escolar y primaria, y evocábamos de ellos y casi llorábamos.
En
vacaciones
anuales, 28!
casi
dos
meses,
paliqueábamos juntos, además fui padrino de bodas de ambos cuando Dago atrapó a la inatrapable criatura, otra buena y hermosa amistad, y en lugar de ser doble, fue triple la alianza, y después sería quíntuple con los hijos y padres. Es la hermana que no tuve.
-¡Oh, perdón, soy Ric, Ricardo Vela, de 46 años de edad, los mismos de Nancy, de profesión arquitecto, y debo decir, aunque el mundo se hunda, que es mi elección privadísima ser nato y soltero, no porque haya querido, pero soy soltero íntegro, por ambos lados, por donde me mires, soy célibe, por alguien
que
vino
y
no
pudo
quedarse
y
no
fue
ni
sería
recomendable apenas, pero me quedé como árbol sin hojas, sin agua ni tierra. Yo soy Ric, célibe a fuerzas, sin ángel guardián que me cuide y sacuda mis ansias guardadas y mi soledad sin pareja. Pero así, no. Yo soy Ric, amigo de Nancy desde
los
años
de
kinder
y
del
pupitre
primario
que
al
concluir los estudios, igual que ella misma, me fui, mejor dicho, se fueron mis padres a la ciudad donde habitan dos grandes volcanes de picos enhiestos y esposos desde antes. Cursé ahí secundaria, preparatoria y universidad. Tengo un despacho de construcción que pienso heredar a Dago, hijo de Nancy,
que
tiene
pasión
de
29!
arquitecto
y
aptitud
de
empresario, persigue ese oficio y representará a ese otro que por malogro no tuve. Se llamará Construcciones Vela e hijo... pero, no digo de quien. Con cincuenta años me iré, y ya falta poco, me retiraré de la empresa, no de la vida, y sólo deseo un 50 por ciento de las utilidades anuales, no más, ¡qué más quiero!, voy a descubrir la zona oscura del mundo y no soy para nada misógino, ¡qué conste! Nos veremos luego, adiós, buenos días.
Yo de medicina sé, lo que Hipócrates de música, vuelvo a decirlo, y digo lo que digo porque he sido preciso, por la amistad que llevamos y la solidaridad que exhibimos y la empujamos parejo. Pero, decía, y ahora reanudo, ninguna de las causas que actualmente sabemos y que hoy comprobamos como alucinosis o deslumbres, puede ser atendida por médicos simples sin postgrado
específico.
Y
psiquiatras,
neurólogos
o
estudiosos
afines que tengan estudios y exploraciones sobre ello, son pocos.
Ni
las
alteraciones
que
son
causas
confiables
de
esquizofrenias agudas y que son detonantes, son depresiones normales,
son
algo
más.
La
intoxicación
por
estímulos
de
drogas diversas, delirio o demencia, quizás. O fiebres que puedan moverlas, o ceguera incipiente o momentánea, ninguna
30!
es tratada en nosocomios o clínicas por médicos post-doc, es reserva de pocos, de muy pocos galenos. Entonces, ¿qué?, ¿qué nos espera?, es lo que muchos opinan -y opinamos- y tememos equívocos al atacar sin soportes ese trastorno no fácil.
-Es el último informe que te envío, Nancy, si algo más localizo, te lo remito. Seguimos en contacto como siempre. Que estés bien. Te saludo.
Soy soltero, así es, no, misógino, hoy todo acabó, no hay quien me lance ahora ni una soga o ronzal, carantoñas o halagos, menos, una zalamería aunque sea. Preferí serlo. Se llamaba Bertila, mi ex-novia, y permanecimos así siete años continuos como pareja feliz con la identidad de pareja y la comprensión
de
asociada.
La
fidelidad
se
cayó
cuando...
cuando... Tenía yo 25 y ella 21. Después de dos veces de intentar el
endoso
consideré
por
la
amplia
conveniente
avenida
tomar
de
los
decisiones
y
sueños
y
concluir
roces, en
el
templo una anexión cimentada que se caía de madura y los dos acordamos reunir en un círculo de oro macizo dos destinos horneados y estructurar una vida con la solidez del motero y
31!
el
cemento
de
amarre
como
debe
ser.
Cuando
consideré
ya
oportuno adjuntar nuestros sinos en una mansión del futuro, robusta
y
compacta,
la
invité
a
un
comedero
de
manteles
largos para entregarle el anillo por tanto tiempo esperado tras el sí validado. El destello del sol y la luz de la luna que empezó y culminaba, eran tenues consocios de los dos que comíamos
en
la
amplia
avenida
del
amor
cuesta
arriba.
Apareció el sobresalto y el asombro de ella que saltó de improviso y revelaba en sus ojos un júbilo en andas. Su amable
perfume
invadió
nuestro
ambiente
y
el
entorno
gratísimo y muy espacioso pre-hogar. Enseguida, antes del brindis con las copas en alto, le entregué la sortija que destellaba lumínica un perpetuo y amplio cariño. Luego un beso y abrazo. Y con el timbre electrónico que el camarero nos
dio,
sin
esperar
su
presencia,
llegó
y
escanció
la
botella de Champagne hasta un tercio del borde, en tanto el cristal chocábamos con el amor en las sienes y bajo un cielo estrellado. Brindamos por ello hasta que el fondo observó su burbujear extinguido y nos solazamos los dos con el ámbar y aroma de un Pinot Noir, Chardonnay y Pinot Meunie... ex... qui... si... tos... ¡salud!... y paladeamos una y otra vez.
32!
Toqué el timbre de nuevo y un servicial se flanqueó y descargó
la
ventura
en
una
copa
espumosa
que
el
cariño
mandaba y volvimos de nuevo al regusto. Al finalizar el copeo con el corazón palpitante y el amor en el quicio como viandantes subidos en el tren de la dicha, nos revelábamos ambos. -Muchas
gracias,
Ric,
muchas
gracias,
me
haz
hecho
sentir las galaxias y el cielo, dijo Bertila, emocionada y convulsa al observar el vacío que su copa mostraba... quiero ahora... quiero... quiero pedirte algo que guardo como oro en su
cripta
inhumada
y
que
soldará
nuestras
vidas
y
dará
consistencia y calidad al mañana, como debe ser todo enlace. -Desde luego, Bertila, dime. -Es necesario que, para borrar conjeturas y despejar suspicacias, mantienes
con
debes
retirar
Nancy,
tú...
de
tu
tú...
vida no
sé
la como
relación
que
decir...
tu
amante, y entrar al salón de la vida sin desconfianza ni dudas que será nuestra ruta y ventura. -Bertila,
deja
decirte,
Nancy
es
y
será
mi
amiga
apacible como siempre lo ha sido, la mejor amiga que tengo y he tenido por años que he conservado, no de primaria, sino de kínder, una mujer de colegio que no te sustituirá ni lo
33!
haría, la quiero como es, tal y como, y será, te debo decir, la
madrina
de
bodas
como
ya
he
decidido.
Pero...
recapacitó... si tienes sospecha, debes pensarlo, meditarlo bien.
Nancy
no
se
irá
nunca
de
mi,
es
mi
amiga
leal
y
confiable y no pienso dejarla. -Ric, no debo pensarlo, debes pensarlo tú, no quiero una tercia o suplencia, quiero ir sola. -Bertila
–exclamó
Ric,
ahora
adusto-
debes
pensar
y
decidir y ahora mismo, te lo ruego, será amiga de ambos, y no puedo
ni
debo
permitir
que
supongas
como
una
mujer
sospechosa, es una amiga, es eso, nada más, una amiga, y será de los dos para siempre si esto funciona como debe. -Es
una
amistad
misteriosa,
Ric,
lo
sabes
bien,
y
debes, si pretendes construir este piso de ambos mantendremos por vida, de esa alianza prescindes. -Bertila, no esperaba eso de ti, y eso es grave, muy grave,
y
desmorona el intento drásticamente,
este es un
compromiso que suma y que no resta –repito- y debes pensarlo mejor. Y la condujo hasta el coche que estaba afuera aparcado, después
de
escuchar
la
exclusión
inoída,
el
ex-abrupto
o
malicia que estorbaba ese pacto y desbarataba en pedazos el
34!
intento de nupcias, circunstancia que ni siquiera pensaba como impedimento y reserva en donde la intención respaldaba el propósito de aliar ambas sendas que ahora se unían, se perdían, se incendiaban. Nada quedó bien para Ric y Bertila, menos, y no era para menos, un candado sentía que su ojal no cerraba, hacia ¡clic! y obstruía y a media agua giraba en un océano revuelto y con los sueños en vilo en un propósito que ahora, ya no sabía si ocurría, le sobraban asechos. Sobre los signos que había en torno al problema, escarbaba y movía y como robot caminaba, y si la pasión se agostaba, su percepción eran grave en una mente dañada que no discernía, si eran de hoy o de ayer, y de pronto
creí
divisar
o
entrever
como
acto
de
magia
todo
aquello que hería. Pero, resultaba estrambótico el caos que andaba después de tantos acuerdos y tantos convenios en siete años seguidos, y luego nada, y desaparecer así, para siempre, así nomás, eso hizo cambiar el oxígeno de Ric y las ópticas de ella que mostraban más bien al dolor que el alivio. Las presencias del audio y el recordado video, ¿eran percepciones en si?, fustigaban y liaban a ella y a Ric. Bertila estaba en su casa, en su refugio escondida con el serial de conflictos provocados por ella y por esa pronta clausura hace poco interpuesta y enraizada en su patio –según
35!
ella- de su pensar y sentir de muy precario equilibrio y muy poco asentado para hacer de ese pacto y luego romperlo. Pasaron
los
días,
semanas
y
meses,
y
al
notar
la
heladura en el marco de ella en su sala de invierno y de cerrada nevasca, recibió Ric una caja con anillo y firmeza de su decisión reticente que hoy reiteraba. Y como Cristo, el Creador,
al
tomar
el
vinagre
que
amargó
su
epiglotis,
consumatum est –sentenció- todo había terminado. Por supuesto, Nancy, no supo, ni intuyó nunca nada, ni Ric se lo dijo, y exclamó compungida: -¡Cómo!, ¿por qué han terminado? -La vida, mujer, la vida, ¿no conoces la vida? Pensándolo bien y con el juicio en la flama y a punto de hervor, tal vez lo dicho por ella sea,
en
verdad,
positivo
–cavilaba- porque estoy amarrado de Nancy, pero de su amplia armonía,
de
su
alma
y
dulzura,
de
su
gran
fortaleza,
ecuanimidad y prudencia, de su solidaridad y bonhomía, no solamente con unos y poco con otros, sino con todos parejo. Autodominio, tolerancia, lealtad absoluta y una vida solemne, y lo que más la endereza, el pudor, ¡y párale, Vargas!...como ella lo dice. Van a pensar que hablo cual Cristo, ¿y no es bastante ello para acreditar un halago o un registro de clase
36!
de un contexto pasado?, la configuración de una vida que es más de rodillo, eso es de concordia y si redundancia no viene de redondo, debiera. Si enamorarse se llama embelesarse y hundirse en las prendas
de
otra,
entonces,
mis
amigos,
de
inteligencia
supina, estoy perdido, enamorado y recluso. Pasaron cinco años de transitar por la senda y lo normal aplastaba hasta las piedras que herían, en tanto el tiempo cambiaba los postres del día que juntos probábamos sin que nada ocurriera ni el viento cambiara su rumbo y enfoque ni las
nubes
crecieran
en
torno
a
esa
otra
que
contemplaba
sereno, pero engordaban. Dagoberto, el hijo de Nancy, concluyó la carrera con buen rendimiento y sustentable ventaja de los tres maestros que
fueron
sinodales
de
facto
que
afirmaron
su
tesis
y
confirmaron su título. Trabajó por cuenta propia durante dos años y medio en algún negocio privado de ascendencia notoria, y al finalizar ese lapso iniciamos los trámites para compartir el despacho ante
notario
responsabilidad
y
gobierno en
sus
y
manos
dejarle y
del
el
bufete
equipo
que
construcción y diseño que iba como velas al viento.
37!
con
estaba
la en
Con esa fila de asuntos, de gestión y papeles, no sólo incumplí con la casa de Nancy, sino que omití hasta inquirir por su estado de salud al Dago mismo, mi socio en camino, y cuando cayó la moneda en la raja pequeña, habían pasado tres meses de total desunión de un animal pachorrudo con vocación de
arquitecto
que,
con
la
cesión
y
la
amnesia,
olvidaba
insensato. Ya los años no ayudan: -Perdón, Dagoberto, me empollé como nunca, ¿cómo está tu madre? -No muy bien, don Ric, lleva semanas postrada y sin problema aparente, sólo va a la cocina, prepara comida y vuelve a su lecho. No quise informarle con tanto trabajo que ha persistido, que tiene o tenemos. -¿Cómo? -Mi papá insiste en llamar a un médico idóneo y ella se opone y responde: -¿Y qué le digo?, ¿qué no tengo nada o que no siento, y que prescriba alguna aspirina? -Estás
deprimida,
Nancy,
mucho.
38!
y
eso
te
afecta,
te
afecta
-¿Te parece que estoy deprimida?, puedo bailar si te place, no, no es eso. -Y así... -concluyó Dagoberto, hijo. -La veré esta tarde, Dago, dile, por favor, que iré. -Por último, aunque sé que puedes y entiendes hasta para tres
gerencias,
aprietos,
el
pero,
si
arquitecto
algo
se
atranca
o
te
pones
Alanís
me
reemplaza,
lo
he
en
hecho
pensar como yo o para cualquier contingencia, por lo demás los arquitectos se ocupan, tú licitaciones presenta. Te irá bien, te aseguro, buena suerte. Yo estaré visitándolos, como siempre, pero no intervendré para nada, sólo a pedido de ustedes. Por la tarde, a las seis y minutos, sonó el timbre en la puerta de Nancy y era, Ric, quien llegaba. Dagoberto, su esposo, que abrió la hoja de acceso, lo esperaba
ya
y
saludaron,
entrechocaron
las
manos
y
se
disculpó Ric por la incuria e inopinado descuido de casi tres meses
de
total
aislamiento
por
la
árida
entrega
en
que
estaban inmersos. Tras el biombo zumbaban quedamente dos voces ahogadas y tibias, en voz baja.
39!
-¿Cómo está?, ¿qué es lo que tiene?, exploró la visita con la sordina en la boca. -Ese es el problema, Ric, al parecer nada tiene, nada importante,
y
la
depresión,
que
podría
ser,
la
niega
enfáticamente y sonríe asombrándose, porque considera ilógico el pronóstico y da válidos juicios. -Vamos a verla, concluyó Ric. -Haz como si todo ignoraras, dice Dago. -¡Hola,
buenas
tardes!,
¿te
sientes
mal
o
es
holgazanería? La revolución de la entrega y la ordinariez que mantuve no me ha permitido venir, pero ya, ya concluimos, todo en orden, ya vez, caminará bien, ya verás. ¿Qué te pasa? -Si les digo que ignoro, no me creerían y recelarían entonces.
No
es
depresión
como
piensen,
es
otra
cosa
distinta, no es nada grave, pero es algo extraño, ignorado, les ruego me otorguen sólo cuatro semanas y si no logra enfocarse, lo diré claramente. No quiero salir por la causa que conocen ahora y quiero probar si esos visos persisten o salen, se ausentan en caridad del Divino. Van quince días y siguen ahí estacionados. -Es lo que dice a mi, repite Dago.
40!
-¿Qué sigue estacionado?, pregunta Ric, como si nada supiera, ¿adónde?. -Al término del plazo se los diré?, prometió ella. -¡Mmmm...!, remolonearon todos. -Ahora, dime, ¿se ha incorporado mi hijo a la tarea que le diste?, ¿cómo lo ves? -Como atún en el agua. En comentar, explicar y asegurar la presencia de Dago en el grupo Vale, garantizar el buen éxito por su garra y empeño y sus aptitudes en ello, se fueron los días y la atención a esta casa, ¡baturro! Se me extravió como ocaso que nace y dormita como oso en invierno. Después
de
un
buen
rato
de
menear
la
sin
hueso,
conversaron de todo y un poquito de nada, me despedí de los cuatro, vacilante y sonriente, sin tocar para nada el motivo de aquello que tanto escamaba al hogar sin muletas y una incógnita abría su enorme bocaza que para Ric –lo sentía- y corroía como ácido. En las semanas siguientes, casi al fin de la última que fue de paréntesis, tal como dijo ella, visité la alcoba de Nancy cada tercer día y valoraba su estado y la presunción envolvía nada aleatorio esta vez y repetía Dago, el marido:
41!
-Ve a un médico, Nancy, por favor. -Nomás que compruebe, les diré, insistía ella, unos días más, por favor. Durante las noches, noches en vela, y de espesa congoja que ella ocultaba, volvía otra vez al desorden, incomodaba a todos porque si aquello no era una cosa, era la otra, lo entreveía, y en lo cual cavilaba y se encaminaba a una parda sospecha. No quiero pensar en ese cebo, son sensaciones que llegan y se alojan, porque sé bien de ellas, las conozco. Tiene avecinamiento de lo que es una crisis, o algo así, pero es impar
su
presencia
que
descompone
todo
y
que
ofusca.
Lo
cierto es que lo muestra la mente, el rostro y la vista, la preocupación se destapa cuando es una sombra que enfrenta a la pantalla aparente, enmascara y mantiene la espera. Por eso he pedido un mes para estar cierta de ello que es una muda sospecha
o
acercamiento
cercano
a
una
imagen
que
está
alrededor de si misma y de ahí vuelve a las calles y a los parques vecinos en donde percibo clarísimo. Han pasado ya las semanas, casi cuatro, y Dagoberto, su esposo, y Dago, su hijo, Alberto y yo, y algún otro allegado, entre
ellos
su
hermana,
Beatriz,
42!
la
visitamos
seguido
y
estamos en cero con las visiones que la uncen. Nancy, la pobre, la calificación se detiene, no camina, no pasa, y para estas
alturas
ya
los
hechos
preocupan
y
se
encuentran
adentro, más allá del mosqueo, y la presunción sobreviene en la más mínima charla por los eventos que oculta y la obsesión que la mueve. Cada quien interpreta y augura a su modo, se trasforman y mudan y es preciso colgar en cualquier cosa que incruste o en el gancho del juicio para ver qué sucede y anticipar al galeno lo que más o menos sucede. La familia cuestiona y no hay quien asegure, todos dudan y rondan y no pocos consideran en su círculo íntimo que avizora sus rasgos y prevé contingencias, y su sentir y pensar no suelen salir bien librados y se desmoronan de pronto. Todos aguardamos la fecha que ya demoró, y eso es bueno, y por la variedad de opiniones que a todos preocupa, nos mantiene intranquilos en su
cerco
inquietante.
Era
ferozmente
formal,
positiva
y
auténtica. Era una mano de más y una mano que soba, abundante y fecunda de caricia y amparo a los que estaba afiliada y sobre todo al adagio que declara sin más: Buenas palabras no hacen buen caldo. Era la mar de prudencia y la caución hecha rada de olas vidriosas, aceptaba el elogio, no como halago, como apostura, era un vale en la vida y una afirmación de lo suyo que refirmaba y asía: la moderación para ella era sólo una prenda y la ecuanimidad un camino de una gran avenencia
43!
donde corría expedita la razón y el origen con la mesura a su lado. Y la tolerancia, ese don, se acercaba al extremo y era su arma dilecta en toda clase de aprecios dondequiera que fuere. Entre todos en casa, consanguíneos o no, los pocos y grandes amigos que decoraban su círculo, se hermanaban unían como integrar crucigramas.
Es
una
y
joya -decían- su
paradigmática vida. Pero, la espera es espera, y el plazo es el plazo, era ahora, y retrasaba el hacerlo, y generalmente, como hoy, día de
sucesos,
todo
se
embrollaba,
tranquilidad
intranquila,
cual cazador que se embosca y entre arbustos acecha con el corazón en la boca y el pulso en jolgorio que advierte a la presa en su punto de mira. Al fin, la espera que fue, como toda demora, finiquitó en su tiempo, dio fin al tic tac del reloj que aguardaba, espera que Nancy pidió y consiguió con los suyos. Dago, su esposo, concertó la entrevista entre Ric y los hijos, que más que interviú, era librar de molestias que los maleaba
por
contingencias
las y
siglas
azares
lo
de que
daño aquello
que
fantaseaban,
incitaba.
¿Tenía
solución y la sentía?, a corto plazo, tal vez. ¿Qué será?, se preguntaban todos sin saber el origen. Decidió, finalmente, concertar
el
encuentro
que
44!
la
amistad
concedía
pues
transportaba
secuelas
que
confabulaban
por
horas,
¡y
no
adivinaban que él (¿quién?) ya sabía de antemano! Cuando el evento ocurrió entre Nancy y familia, ¡bendito sea Dios!, después de muchas plegarias que al día de ayer se doblaban a la virgen de Fátima, a la de Guadalupe y a san Judas Tadeo, tenían a los tres enredados y corresponsables a todos, y al final, esperaban algo seguro con tanto santo en el ajo. Cualquier tipo de manda, promesa u ofrenda que uno efectuara,
cualquier
cosa
que
fuera,
serían
compensados,
¡alabado sea Dios! Así lograron, al fin, valimiento y amparo con ese ruego piadoso que se mantuvo hasta ahora y el tal contratiempo
de
una
leve
molestia –suponían- aplacaban
sus almas que estaban de nervios. -Debo decirles –empezó Nancy con pausa, con la serenidad en suspendo y la computadora a la diestra estacionada en los muslos sobre la colcha alisada en donde recibió a la cuarteta que: -Pensándolo
bien
–asentó-
por
el
bajo
promedio
que
existe para ver y empollarlo, he tentaleado aquí y rebuscado allá, porque es producto, quizás, de una crisis efímera o de un real chaladura que es posible ubicar por esa serie de síntomas y se porta, no exactamente plural, sino singular como éste, caso que pocos padecen y tienen su ciclo de vida,
45!
todo un proceso integral que por ser poco hurgado, debe ser de pocos. Pero, en fin, con internado y estudio, espero sea lenitivo. Y hay que agregar que, como aspecto final, lo que ha costado estudiar y pocos que lo hacen. Son circunferencias de todo y circunvalan espacios no conocidos, y no sólo son ensayos, sino aspectos completos en los que hay que abrevar. Me obliga decirlo, porque, por no ser contenidos, que no los son, son anormalmente infrecuentes. Los
oyentes
de
casa,
Dago
y
los
hijos,
y
Ric,
de
agregado, al escuchar todo esto, no sólo estaban confusos, sino indecisos. Las percepciones que veo no tienen nada que ver con lo lúbrico o impúdico, o con la famosa libido, y sin embargo lo son, no los provoco, lo juro, los que pasan y cruzan no tienen porque sonrojarme y no tengo por que disfrazar, ese es mi problema: pero, las veo y reveo, y evito apreciarlas. Dago y los hijos cada vez más inquietos, desorientados y oscuros con lo que no reseñaban, no esclarecían. -¿Ves qué...?, no entendemos. Nancy
decía:
Es
grave
el
achaque
que
actualmente
confronto en esta edad de cincuenta y es temprana aún, porque en años mayores es donde más acaecen. Cuando el hombre o
46!
mujer cuentan más almanaques que es el tramo del clímax los últimos lustros, sin ser excluyentes, tampoco son privativos, no de sala de espera, pero ahora percibo bien lo que pasa. Son visiones que se hallan en el piso de arriba, en el hogar del cerebro, donde, sin ser por los años, que lo son, ahí se apersonan, revuelcan y saltan como el canguro y el hombre. -Nancy,
explícate,
por
favor,
exclamó
y
más
Dago,
¿qué
te
pasa? Son
casos
de
chorra
del
grande
casino,
o
aparentan, tal vez, es un acto de magia, pero en algo se fundan, originados en algo de los centros del juicio, y hay quien asegura que el 15 por ciento, o el 10, quizá, los casos se dan en adultos, pero mayores, que esta clase perturba... ¿alucinaciones?... ¿cómo la que ahora me entiesa y exploro con ciencia?, espero que el móvil me ofrezcan... No
están
ligadas
a
nada,
ni
a
excesos
¿más claro? ni
a
ganas,
vulgares, no, lo aseguro. Hay un segmento que nace en la vida presente donde siempre concurren y se desarrollan con cierta frecuencia y hay casos que existen en formas diversas, no análogos,
y
estas
son
exclusiones
que,
al
parecer,
yo
inauguro en esta edad sazonada, soy la primera que, no siendo alta ni baja la edad que poseo, es próxima a ella en donde suele exhibirse. Ese es mi problema. Lo he advertido y hoy lo
47!
confirmo. Veo cosas que otras mujeres prefieren espiar, yo nunca. -¿Alucinaciones? –inquiere Dago- ¿cómo retrato o vídeos que observas?, ¿y qué miras? -Son visiones plurales, Dago, pero es singular las que veo si no soy la primera, yo estreno en mi década, en mi edad no
provecta,
con
esa
clase
de
síntomas
de
inferior
observancia. Nada tienen que ver con el fuego o las ansias de algunas que en cinema se exhiben, no soy de facsímil y de ellas me aparto, no por ñoña o gallina, sino por el libro de años que ya leo y releo, mi edad es madura, es manifestación muy segura que revoluciona el motor de la ruta que llevo por el
asfalto
sereno,
a
la
proclividad
desorienta
y
es
inclinación que rechazo. ¿Por qué, Nancy?, ¿por qué?, ¿Cómo son tus visiones?, dinos, cuéntanos –vuelve Dago, el marido. -Son virtuoso
videos
cerebrales,
Dago,
que
no
evocan
nada
ni ambicionan lo que miro, pero percibo, los veo,
no hallo en donde meterme, y al sentir no es calor que me ampolle ni es ampolla que crezca. Es castigo de Alguien de allá arriba, porque ¡pasarme eso a mí, es indecible!
48!
-Pero,
Nancy,
no
entendemos
bien,
¿por
qué
debe
apenarte? –Dago está desesperado. -Porque veo desnudos, Dago, sin ropa ni nada, a hombres y samas, a niños y abuelos, por eso no salgo. -¿Y lo ves ahora?, es Ric quien inquiere. -No, ahora, no, Ric, es generalmente en la tarde sin precisar el horario, ni gente o lugar. Era
otra,
Nancy,
se
había
transformado.
Es
lo
nunca
esperado, y lo que más evitaba es observar los desnudos como en Venecia o Florencia, ahora los miro en mi acera o en una calle cualquiera, donde la realidad se trabuca en un desfile de cuerpos sin prendas ni joyas, despojados de todo, sin la mínima ropa y como ella señala: como Dios los echó al mundo. Además, esto hiere mi mundo, mi recato y decencia como si fuera una monja en un campo nudista. Hoy advierto lo que antes sólo en museos veía y ver me ruborizaba, lo que siempre rehuía y rechazaba como algo indebido. Hoy es película muda con un mar de partícipes que a cada rato tropieza y el rubor aparece cuando ve torsos de Adán como en campos desnudos en donde los cuerpos se muestran como normales y usuales. Su ser impedía y con pudor evitaba todo aquello que fuera lesión o desvío y daba entrada al derecho de su amplia auto-estima,
49!
procuro, pasan y siguen, no los confronto ni quiero. Son adjetivos que Nancy nunca percibe y está empecinada en no ver genitales ni sexos de damas y es un grado que la unge y otorga la flor de la ética humana. Pero, tras todo eso, me inquieta que ustedes al sentir lo que veo, debo parar sus temores, no se espanten, les pido, no moriré de esta farsa de fantasmas obscenos como esos que emergen e implican placeres. El bochorno que siento y lo que es
peor,
que
despojados,
ni
reflejo,
no
agotará
particularizar
en
mi
vergüenza
ninguno,
como
al si
ver ellos
marcharan por la amplia avenida y no repararan en nadie, no me exteriorizo. Soy mujer de cincuenta con mi esposo y mis hijos y Ric, de mi afecto. Sienten la cuña como peca en el rostro, no hay avidez ni lascivia en todo este meneo, son tumbas pretéritas de mi vida pacata y no me seducen ni me han seducido ni ayer ni anteayer. No se atormenten de ello, no soy
visible
ni
audible
en
todo
este
mundo
trotante.
Yo
esperé, como saben, tres o cuatro semanas para ver lo que había sin saber lo pasado, si continuaban aún o se habían retirado,
¡o
qué
diantres
pasaba!,
pero,
siguen
ahí
inamovibles, vigentes y lacios. Se manifiestan a ratos, en ciertos momentos, y como ustedes lo saben, yo he llevado una línea y no me aparto de ella, no conozco otra hasta ahora. La recta que sigo y que he de seguirla, no es por tranquilo, 50!
quizás por impar, me afecta ver a contrarios y con eso al viento. Por mi modo de ser, por postura mía, por convicción y principio, no por pacífica, ver veleidades no es mi proscenio ni espectáculo digno, no. Pues bien, parece que fui condenada por alguien, que me ha impuesto una multa muy elevada y costosa
que
penitencia
no
mía
y
quiero tengo
pagar que
ni
endeudarme,
admitirlo.
Esto
no
pues,
es
significa
apetencia o deseo, ni de un modo u otro, nada perverso ni avieso,
es
obscenidad
la
que
miro
a
ojos
vista.
Ahora
confirmo y lo hago ante ustedes, a ustedes nomás: Hace un mes que confronto este signo incoherente, lo observo y estudio, reveo y sojuzgo. Puede parecer a muchos común y corriente, pero a mi lo siento lascivo, indecente y procaz. No me he propuesto mirar ni tampoco a auscultar a esa grey en pelotas, soy totalmente visible para todo aquel que camina y conversa a sus horas. Menos mal que soy prueba de mi propio colegio, de lo contrario... ¡quién sabe que ocurriría! -¿Siempre ves lo mismo? –cuestionó Dago, el hijo mayor, preocupado. -Siempre veo niños, hombres y hembras, longevos y no, todo lo que marcha y conversa, y a todos parejo, en grupo o aislados, caminar por las calles, hablar con amigos, jugar entre ellos, y cada vez que los miro, están ahí ante mis
51!
ojos, ahí están, no hablan ni adulan, concurren nomás y con normalidad
los
evito
y
casualmente
entreveo,
aparecen
y
vuelven a horas diversas, puntuales o no. No hay nada en todo ello, no encuentro nada que induzca a este drama afrentoso. -Son
visiones,
madre,
son
visiones,
son
visiones
no
habidas, pero vívidas todas, desaparecerán todas ellas en la misma forma en que llegaron, veremos al médico. -Sí, Dago, pero no es todo eso. Veo desnudos sin nada, totalmente
privados
que
es
un
gran
contratiempo,
pero
no
seducen ni halagan, como si yo no existiera en ese mundo en que vivo o sólo viera en el cine o en la TV. Nancy, molesta, persistía en su frase común: Como Dios echó en este mundo. ¿Creen que es muy divertido todo ese campo sin nada? Me niego a ver a los médicos porque tendría que decir: Doctor,
veo
a
toda
persona,
hombre
o
mujer,
crío
o
viejo, despojados de ropa y con los miembros al aire, ¿se imaginan
ustedes
enclaustrada
lo
esperando
que que
pensaría? estas
He
pasado
versiones
se
un
mes
vayan
al
diablo, y nada, ahí siguen. -¿Y son permanentes?, inquiere Dago, el marido. -No, son esporádicas, tres o cuatro veces al día. -¿Las ves ahora?, repregunta Ric. 52!
-No, ahora no, casi siempre las veo a media mañana y son las primeras que advierto. A mediodía, otra vez, y en la tarde o noche, las últimas, no son tantas, pero ahí están despojados, renunciados a todo, como en pasarela de timba. Y no es que lleguen y hagan, no, por fortuna, las miro y atisbo con el ojo normal de la calle o mercado a donde voy con frecuencia, por eso no deseo ir. -¿Has sentido eso antes?, indagó el hijo menor. -Sí,
visualizaba
algo,
algo
así,
pero
totalmente
diverso, veía imágenes de sombras diametralmente confusas y elaboraba en concreto otras más que procreaba, pero nunca así, estos faltos de todo, no. Ya tuve visiones cuando era niña de párvulos, una niña devota y adicta a los templos en donde
oraba
o
cantaba,
me
arrodillaba
y
rezaba
salmos
profundos una vez cada día. Cierta vez, soñé –o aluciné- que estaban tres en convivio y que eran los de arriba: San Martín de Porras, San Judas Tadeo y San Expedito, con muy pocas ganas de finiquitar esa plática. Santa Gertrudis servía. Y llegó san Jacinto que sólo zumo bebía, pero combinado con vino o champaña de Francia. Y, como mi padre decía, más de tres veces, es melopea, él nunca ingería más de la cuenta, ¡no, nunca! En una de esas estaba cuando alguien voceó y recordé de repente lo que eso implicaba y corté el soliloquio
53!
cauto y tranquilo. Si fue sueño o quimera en mi etapa de niña, no lo supe o sabré, podría haber sido un relato que leí o me contaron, pero ya no capté, hablaban mucho y bonito. Ese rincón de vivencias fueron de inicio que tuve y gocé, me dio tal mordida la verdad contundente que ante mis ojos cruzaban unos raros visuales que hasta hoy se reanudan, y ¡en qué forma! -Ya mayor, casi púber, pisando la edad del mareo y el ojear consecuente, al salir de la escuela me encontré con un chico, compañero del aula –lo vi o imaginé- un auténtico adonis, guapo, muy bello, una estatua de Fideas, y no era de aquí, y al saludar con la mano la acarició de tal forma que temblequearon mis piernas y el corazón se salía como león de las jaulas, se hizo timbre lejano, y para los once o las doce que entonces serían, por vez primera patinaron mis ansias pre-púberes y sentí el averno chiquito y las llamas rojizas que lengüetearon mi rostro, los brazos y cuerpo, ardía toda y creí desmayarme, de pronto, el sueño salía y el constante magreo igual, ¿fue un sueño o alucinación? No supe y yo pensaría que fue el del segundo, porque traté al estudiante y admiré embelesada. Lo demás fueron –y creo ahora- sensaciones de chica de la era creciente que hoy apenas recuerdo. Fueron los primeros que tuve y que ahora revivo, no hay más. No
54!
puedo
jurar,
ni
lo
haría,
si
fue
pensamiento
o
quimera,
¿ilusión o sueño?, no lo sé, ¿cabeceada o sopor?, tal vez. Esta fue el devaneo de mi ánima núbil y asegunes que tuve en ese lapso frutal de mis ansias latentes que toda cría cultiva. Si no recuerdan, pregunten a la santa criatura que guarda en su cofre joyeles de ideales y garfios infantes, harto visibles que pueden ser fantasiosos, ninguna otra hasta hoy que compulso. Y
vio
de
reojo
a
Ricardo
que
no
sabía
si
reírse
o
enseriarse de pronto, y volvió su rostro hacia arriba como rastreando marañas. Es una prueba afrentosa -cierra Nancy- pero, mira, Dago, en estos días de cama y reflexión en casada, he pensado en tu ayuda, la de los hijos y Ric, para que en grupo investiguen si existe un neurólogo, psiquiatra o doctor, o especialista en esto. Yo no quiero enfrentarme para empezar y concluir. Ustedes deben decir que un familiar lo padece y busca escape posible, pero que tenga méritos, experiencia sobrada en este magno trastrueque, por no decir embarulle que en la hora senil acontece, según todos dicen. Yo no quiero indagar y manifestar fríamente, porque... -¿Sí...?
55!
-¿Cómo voy a decir?, veo en pelotas a todo el mundo que encuentro. -Tienes razón, Nancy, dice Dago, nosotros lo haremos y la identidad cubriremos con tranca y cerrojo, lo sé, no te apures, Nancy, me imagino lo que sientes ahora y piensas y juzgas. Te apoyamos, te apoyamos. Vamos a ir de inmediato a distribuirnos
los
médicos
hospitales
y
clínicas,
iniciamos,
mañana.
que
hay
con
sanatorios
Estarás
estudios
o
informada
en
centros. de
todo,
eso,
Mañana Nancy,
desangústiate. Hasta pronto. -Gracias,
Dago;
gracias,
hijos;
gracias,
Ric;
ojalá
localicen y pronto a ese brujo con título. Sé que existe la alucinosis temida como síntoma de casos mentales y su origen probable,
y
sé
también
que
es
reparable
del
todo
y
por
partes. Por ahí busquen, por favor, anden, indaguen. Por la tarde, reunidos los cuatro en la sala de Dago con el
tomo
telefónico
sostenido
en
las
manos,
paginando
y
buscando sanatorios y clínicas y especialistas afines, todo tipo
de
médicos,
después
de
tres
horas,
enfrascados
los
cuatro en esos médicos aptos, encontraron veinte en total y se asignaron cinco por uno con la esperanza de hallar salida efectiva y la suerte que urgía como agua para el lago. Desde el albear del nuevo día se abalanzó la cuarteta cada quien
56!
por su lado a una hora temprana y recorrieron los centros que hoy
conjuntaron
de
especialistas
y
clínicas,
dispensarios
comunes y otros privados, y al tercer día se habrían de reunir en la sala de Dago para estudiar los informes y elegir al electo, con tan poca ventura que tres de los cuatro no hallaron a nadie con requerimientos para ello, sin embargo, el cuarto, que a Alberto tocó, detectó a un neurólogo que comunicó que con sólo auscultarla, podría intentar la mejora, o el alivio en dos meses. Cada quien con su aguda y porfiada tendencia con los galenos capaces manifestaban a cada quien lo
que
sigue:
Tengo
un
familiar
con
alucinosis,
¿pueden
tratarla? Alberto,
el
menor,
fue
el
ganador
quien
encontró
al
candidato en un experto neurólogo de un centro privado que tenía en su mochila casos concretos en padecimientos visuales y efectos afines y, para estar más que seguros, el doctor de la
clínica
solicitó
ver
al
paciente
para
auscultación
y
diagnosis y concluir así los estudios en su caso específico con posibilidad y acceso al local en que estaba. El doctor Iván Ballester, neurólogo joven de preciado renombre
para
el
grupo
en
familia,
después
de
haber
auscultado e integrado expediente, determinó que su alivio era
confiable
y
que,
en
principio,
57!
requería
observar
al
paciente en la Clínica Cruces con internamiento continuo de uno a dos meses si al tratamiento responde. Por experiencias pasadas, las visitas de casa estaban prohibidas, no permitían el acceso, sólo telefónico y a veces. Informarían por e-mail de
la
ilación
en
proceso
conforme
vaya
observándose
su
estabilidad o mejora, cada día por Internet. -¿Me
dan
sus
correos,
por
favor?,
dijo
el
doctor
Ballester. Al
despuntar
el
día
nuevo
con
un
sol
quemador
que
gastaba y ardía, Dagoberto y los hijos y Ric, de pegote, con Nancy en el medio del auto en que iban, con la cabeza sumida y un delgado mantillo que evitaba el acecho que de todos rehuía. Llegó al sanatorio y como enferma novicia que ya la aguardaban, pasó en silla de ruedas hasta su lecho de interna con el galeno a su lado y los cuatro ayudantes. Al final, con un
beso
en
allegados,
la
frente
muy
se
ceñudos,
despidieron
adustos
profundamente
los
cuatro
oprimidos
y
esperanzados todos. -Dentro de un mes nos veremos, Nancy, estaremos velando por ti cada día y en Internet, por la noche, y si algo se ofrece, o algo deseas, ya sabes, comunícate, llevas el móvil para eso, lo indicas nomás, buena suerte, y hasta el próximo alivio. Adiós. Besos.
58!
Las cuatro muy serios no habían confrontado una ausencia tan larga de su entorno doméstico como madre y consorte, conmemoraban el hecho con un silencio cerrado que mantuvieron así hasta llegar al hogar y verbalizaron de nuevo con la voz incolora. Nunca había abandonado el fogón ni por horas, ni un sólo día del sitio en veinte años o más, y eso afligió a su marido e incrementó su aspereza. Y así mantuvieron la espera tediosa cada quien por su lado, en su casa, en la brega, en la escuela, encomendándose al cielo y comiéndolo a trozos y aunque no tenían que hacer que
no
fuera
acostarse,
no
sabían
cómo
hacerlo,
hasta
concluir mediodía, la tarde y la noche, y el esperado reporte del
médico
fiable
que
estaba
a
minutos
de
la
PC
de
ese
centro. A esa hora, entre las 8 y las 9, empezó el doctor el reporte que era una especie de glosa y comentarios adjuntos por la red cibernética a todos tenían conexión por e-mail, cada quien por su hebra. Cada uno en su hogar con la lap-top en las piernas, con muy escasa paciencia, inició la apostilla con
casos
abonanzara
y su
datos
sobre
espíritu
él.
Una
merodeaba
palabra entre
de
todos,
aliento porque
que el
grupo, los cuatro, con la fe encaramada y la neurosis ariba y mitigaba su crisis cada vez más aguda.
59!
A las 9 p. m. el mensaje arribó como texto puntual y fue así, desglosado:
Señores: Hemos empezado una evaluación minuciosa porque su caso, con
ser
parecido,
no
conocemos
de
todo,
es
decir,
su
presencia no es nueva, pero el efecto, sí, y no se asemeja a ninguno que hayamos tratado hasta ahora. Pensamos que esto se trata del Síndrome de Bonnet y debemos ver sus señales, como afecta y cuanto afecta al paciente y a sus nexos con respecto a la asiduidad y desvíos, deseamos ver recurrencias y que nos narre vivencias, visiones y espectros no detallados, sino del todo diverso que, si no hemos tratado en otros dolientes, el reflejo es el mismo, es de interés, vuelve y vuelve de nuevo, dice la enferma. Entonces, se individualiza el fenómeno y los síntomas hablan. Esperamos que se manifieste. El Síndrome este fue estudiado por el biólogo helvético Charles Bonnet en el siglo XVIII y de ahí su nombre que dieron al describir el fenómeno del padre de él de ochenta y pico de años. Buscó conexión con los signos que manifestaba su vista que, si es el caso, se corregirán fácilmente. Esas quimeras que pueden ser –no aseguramos- no vivenciales, no parecen ser de otro tipo, se identifican con otras llamadas percepciones o imaginerías. Las percepciones visuales afectan
60!
a gentes que, por otro lado, son mentalmente normales. A veces, estos alucinamientos son llamados “liliputenses”, por los objetos que ven y que son irreales. Estos pueden durar desde segundos hasta horas, incluso. Charles Bonnet llamó a este fenómeno síndrome psíquico, y con su apellido añadido porque repuso a su abuelo Charles Lullin, con 87 años, que estaba ciego parcial con cataratas en los ojos, de las cuales fue intervenido hace ya mucho tiempo mujeres,
y
comenzó tapices,
a
percibir
pájaros,
cosas
carruajes,
impropias:
hombres,
edificios,
andamios
diversos. Este fenómeno suele afectar a personas normales, pero de edad avanzada que tienen dificultad con la vista debido a los años que tienen. Los personas que piensan que estas visiones son productos de arriba, no son verdaderas. Y en efecto. Las personas mayores con daño en los ojos tienden a ver rasgos
visuales
escasamente
lesivos.
Las
alucinaciones
complejas se han calculado en un quince por ciento, según el propio Bonnet. En las siguientes sesiones evaluaremos de nuevo, les mantendremos
instruidos,
descuiden.
tranquila. Buenas noches. Dr. Ballester.
61!
Ella
está
bien,
está
-¡Vaya, vaya!, suspiró Dagoberto, es garantía que saben lo que están realizando, que hagan lo que deban y piensen lo que hagan, yo pensé que estimaban y no concluían nada fiable. Menos mal que cabalgan sobre pencos bizarros y por la mitad del camino, la solución va con ellos en espuelas chispeantes y no cabriolean, ya hasta el mes me parece, no sólo mucho, muchísimo, pero... bueno... que sea para bien. -¡Ring, ring! –se acercó y descolgó Dagoberto, el hijo, el teléfono negro. -¿Ya se enteraron?, era Ric, quien llamaba. -Sí,
sí,
nos
enteramos
ya,
dijo
Alberto,
estábamos
puestos desde esa hora y llegó a punto. -Bueno, contentos, ¿no?, esperaremos mañana, ojalá haya algo bueno y apreciaciones finales, que pasen buenas noches. -Buenas noches, Ric, hay que esperar a mañana haber que sucede y qué cosas nuevas nos tienen. La
información
pudo
hacer
–e
hizo-
que
los
voltios
subieran de una luz que empezaba e impresionaba al entorno, pero el picor continuaba entre telones y piernas, y no se esfumaba, en donde, en primer lugar, y en último, la cautela
62!
era parte de la previsión que velaba sin dejar sitio siquiera al temor que privaba. -Esperaremos
mañana
y
en
el
azar
confiaremos
y
no
debemos postrarnos y sobresaltarnos menos -concluyó Dago, el esposo. El nuevo día empezó con lo que tanto temíamos y a todos agriaba,
medio
amedrentaban
trabajaban
completos
y
y
medio
hasta
el
se
diván
aireaban, del
se
reposo
se
ocupaba, maniataba el letargo tan necesario y prudente sobre todo en estos momentos. Aunque parecía –y todo iba bien- con las
velas
cinglando,
pensaban
en
probables
zozobras
que
sobrecogían y ahogaban. Y en segundo lugar, porque cualquier contingencia
que
se
considerara
emboscada,
no
podía
descartarse ni dejar de preverse. Habrá mejores respuestas –de seguro- a partir de hoy en la
noche,
valorice temer
en
eso
confiamos,
progresos
-se
daban
que
ánimo-
en
serán y
que
buenas
hay
que
el
médico
noticias, esperar
escriba no
y
debemos
novedades
sin
desaliento o secuelas, pero la congoja pendía de sus barras oscuras de muy frágil textura. -No debemos dudar en este buen desenlace porque no puede quedar en mejores manos y no debemos abrigar desconfianzas ni
63!
miedo –expresó Dagoberto, que estaba más tenso que los hijos mismos. Pero, había algo que la caución no estimaba sobre un resquemor
que
subía
a
un
corcel
excitado
que
montaba
impetuoso, ni los hijos o el padre, ni el pronóstico a medias barruntaba
e
intuía
y
la
expectación
se
agrandaba.
La
preocupación cabalgaba en un rocín desmandado, pues, ni el más hábil neurólogo, ni el más diestro galeno, aminoraba y cedía ese temor alarmante de lo imprevisto y casual. -¿Estará bien de...?, martillaba el cerebro con sólo pensar el acecho en que estaba a la vuelta de la esquina listo para la uñada. -No tarda el informe, ya llega, dijeron los hijos que esperaban con ansias sin freno ni traba. Helo aquí:
Señores: La paciente nos dice que ha sufrido alucinaciones y ha recibido láser en forma alguna no relacionada con este caso que ahora veremos. Se le interrogó: -¿Ha tenido alucinaciones antes o ha recibido láser o ambos?
64!
-¿Contribuye eso?, respondió: Dada la respuesta que dio, sólo se informa al paciente y si este es el caso, procedemos con ella. Conviene que sepan ustedes y ella, el curso que llevamos. Existen enfoques que se registran en torno de este rara vivencia que no es fácil tratarla, no sólo por los tonos e imágenes blancas con negros cuando los motivos son varios, y no hay relación con lo de ella, la obsesión y persistencia de lo que ahora acontece. A veces, las más raras reacciones conforman la duda. Y esto, ¿cómo aparece? Hay, desde luego, muchas respuestas para estas vivencias que inquietan, muy precisas, y el caso favorece, no solamente al diagnóstico, sino al tratamiento. Hay ocasiones, la menor de las veces, que ya están estudiadas, en que la alucinación no es sólo eso, es simplemente el pensar de una forma obsesiva que se mantiene por días, porque tanto lo piensa, lo teme y rechaza, que rebusca las mil sensaciones que parecen verídicas aún cuando son ilususirias. Es lo primero que identificamos. Hay
quienes
ven
por
la
tarde
–un
caso
de
cinco-
espectros lumínicos que pasan veloces, ven formas chinescas o indios en negro; hojas de planta como de eucalipto en tonos verdosos. Estos de noche prosiguen. Y al repetirse, se queda tranquilo el sujeto y no piensa ya en consecuencias.
65!
El temor de quien sufre estas visiones es, además, de explicable, permisible, pero, en el fondo, es el asombro que aturde. Otro caso: una persona veía escapar de la pared de su cuarto a diferentes mujeres y las miraba en colores y de brillos intensos. Generaban espanto, y por supuesto, malicia. Pero, fue finalmente consciente de que tales imágenes no eran verídicas y no siendo reales, se fueron. Un caso más de los cinco que hoy les remito: Después de observar la tele varias horas al día, la persona se queda dormida
o
paliada,
y
al
despertar,
ve
hombres
y
mujeres
totalmente vestidos, pero sin rostro, y otros sombríos. El último: ve personas en negro por la tarde y por la noche repite. Y finalmente: Al atardecer una persona observa flores rojas y azules y de otros matices, y al comunicarlo, dejó de preocuparse y mejoró. Hay un signo común en todo esto: la mayoría piensa, con bastante frecuencia y temor sostenido, que es un rasgo senil de demencia. Por eso, muchas veces evita contar lo que ve, y
66!
cuando lo cuenta, se tranquiliza y luego se evaden estas quimeras. Saludos. Dr. Ballester.
-Bueno, ese médico es taumaturgo y tiene algo de brujo porque
contestó
lo
que
tanto
temíamos
sin
necesidad
de
inquirirle y externarle el monte de dudas e indecisiones que abultan. La aprensión que teníamos -acotaron los hijos- se volvió
menos
cero.
Familiar
o
amistades
pueden
temer
percepciones que trastornan y agitan. Coloca las trancas en el zaguán de la vida que nos encierran y anulan. ¡Ah, buen consuelo! Mueve la piedra que lanza al bracear sin orden ni tino. ¡Qué alivio!, secundó Dago, ya libre de toda
esa
cediendo,
-lo
sentía-
aunque
calamidad
cascabeleando
y
y
debacle,
tronando.
ahora
¡Te
vamos
imaginas!,
después de chango, peludo, o de seismo, bailongo, y de nueve grados la danza, ¡gracias, Dios mío!, nos has liberado de esa debacle. Creo –dijo el padre a los hijos- que con ese descarte, vamos bien cuesta arriba hasta al fin sin alarmas.
67!
-Veremos hoy que sucede, hoy en la noche, ¡hagamos todos changuitos! -¡Ring, ring!, otra vez el teléfono, debe ser Ric de seguro. -¡Hola!, ¿sí? -¿Te acuerdas de aquello de lo que tanto temíamos? -Sí. -Ha quedado eliminado, ¡qué bueno!, ¿no? una argolla menos al cuello, va de gane, Ric, hasta la noche. Dice el Dr. Ballester en su e-mail esperado y puntual a las nueve: Las alucinaciones... ¡hola, buenas noches!... que son visuales o pueden, se dividen en simples y complejas. Las simples se caracterizan por la percepción de relámpagos o luces alternas, por líneas o dibujos que están conformados y pueden
mirarse
diversas
hechuras:
animales,
figuras
brillantes o personas diversas que nada tienen que ver con los deseos o codicias. Son presencias de gentes con años longevos y tienen que ver con abuelos, o lo que la edad acarrea, se presentan con frecuencia entre los 70, 80 y 90, y es menos común entre 50 y 60, como esta que vemos.
68!
Finalmente, oftálmicas, vesanias,
se
atribuye
catarata
o
Parkinson,
también
glaucoma,
epilepsias,
o
empleo
a
enfermedades
delirium de
tremens,
psicotrópicos,
esquizofrenia y otras. En el próximo informe haremos otro estudio a la señora Nancy
con
más
de
lo
suyo
que,
hasta
ahora,
no
se
han
reanudado visiones como las que ayer percibía. Buenas noches. Dr. Ballester.
(Un aparte) Nancy: ¿no será, acaso, y debemos descartar ese caso que se llama Sinestesia?, sensación secundaria, ¿o algo que tenga que ver con ese maremágnum que tienes? Dicen que no, dicen que sí, pero lo aclaro, nada es suficiente cuando
la
solución
se
procura
y
está
silenciada
entre
biombos. Me explico: La Sinestesia es el poder que poseen ciertas personas que experimentan mezclas cromáticas captadas por los cinco sentidos y es rarísima y excéntrica, pero se refiere a la desfiguración de los ojos, del oído y otros sentidos, pero aquí las visiones son de anatomía no precisa. En neurología quiere decir, “a un lado de las sensaciones vitales” y la 69!
explican así: El tipo común es aquel que mira colores cuando oye o descifra signos o números que como Lope de Vega decía: Marino, gran pintor de los oídos y Rubens, gran poeta de los ojos... O como alguien diría: ¿Palpas la atmósfera, saboreas lo anodino u olfateas lo invisible? Sin embargo, a pesar de la variedad de fenómenos que son específicos,
se
ha
logrado
establecer
situaciones
que
la
disciernen que se llaman Alucinación o Conciencia Alterada. Te lo dejo ahí para que lo pienses. ...y hasta aquí, continúan ellos)
-No está mal este informe respecto a síntomas raros en donde otros datos ella pespuntea, está en el término medio o, quizá, por encima. En un mes se recobra –aseguró el galeno- y debe lograrlo, pues, restablecerse, lo que es salir de ello, ojalá y Dios nos ayude. La referencia a parámetros no sólo se impone como indicio de avances, sino apremia lo suyo, expresó Dagoberto con ánimo de que todo eso que atisba al parecer, evoluciona. Con respecto a la edad que posee, cercana a sesenta, es un trecho menor que los otros, pero, por la aproximación,
70!
sólo vislumbra la etapa y es un caso que estudian y ahora sondean. Tiene puntos y muchos a favor de ella misma, según indica el neurólogo, piensa el esposo. -¿Y se ha operado los ojos?, preguntó Dago, el hijo mayor. -Se operó y hace ya mucho tiempo de cataratas en uno, pero de eso hace...¡uyyy!... mucho años, y actualmente cambia de lentes cada tercia de años de acuerdo a las cifras que la óptica dicta. De la conjuntivitis no hay nada, son daños de ojos harto comunes, sólo la opacidad en uno de ellos. La opacidad que señalan en ese órgano básico suele ser cortical en
forma
de
estrella,
aunque
a
veces
se
deforma.
Es
de
importancia, cuando la cirugía lo requiere en los casos de merma parcial o total. Pero no es el caso de ella. Cuando Nancy tenía –ahora recuerdo, piensa Dago- trece o quince años y estaba inaugurando su ámbito púber y era una pibe con credo, devoción y ascendencia, con un ojo imploraba y con el otro fisgaba a mozuelos del muelle con carátula maja y era, en verdad, una niña de cauto flirteo donde pudo fijar su mortero. Dijo Dagoberto, padre: chiquilla que ojea y que a los
trece
no
atrae,
sabrá
de
los
nunca.
En
esa
edad
me
incautó y aprisionó su mirada. Pero, no solamente la evoco por su gracia y salero, sino por ser, la que al mirar me 71!
aprehendía y la ilusión me acercaba. Le di un beso atrevido y ahí fue el desbarajuste en donde caí como liebre al que le dieron un tiro. Pocos días después, semanas o meses, cuando el
amor
consiguió
recobrar
su
velamen
como
un
lienzo
enroscado, me dijiste -ahora lo evoco- cuando el afecto se sube, el apego se nota, y el ayer y el ahora se vuelven sumisos y siervos humildes. Me conmoviste, de veras, cuando deseaste incautarme y al amor despertabas, le dabas vuelta a la rueca cada rato de aquellos que como agua brotaba de la fuente
copiosa.
Aquel
día,
cuanto
tus
labios
sellaron
la
desunión de la niña con la púber que entraba, el escenario volvióse sed y apetito, y no fue parte del sueño sino del sueño mismo y la vibración que nacía. Lo viví, lo sentí, lo gocé,
volvió
a
ser
mi
candor
y
la
piel
de
mocete,
fue
película en vivo, no negativa ni foto que revelé con cariño. Respondiste divina, como nunca lo hiciste y estrenabas tus ansias de moza atractiva. ¡Y caí como regla en el hondo vacío! No lo diré nunca, desinquiétate, sólo me importa que no
desconozcas
lo
que
marcó
nuestras
vidas
de
muy
pocos
abriles que apenas verdeaban. Le di cuerda al motor y aún avanzo con él y recorro la rúa de tu sino querido, ¿importa?, es capaz que enrojezcas. Recuerdo esa etapa que pulsa y que vibra cuando me alucinaste y para siempre alumbraste, te lo
72!
digo a ti solamente cuando el álbum ya sepia pueda ser el testigo de esa recta que andamos. Evocarlo me llena y me anima de nuevo. -¡Vamos, vamos, es hora ya del reporte y debe haber resultados...vamos... aquí están: Señores: Las alucinaciones pueden durar poco o mucho, depende de ellas,
considerándose
composición
y
las
algunas
de
semanas
réplicas.
No
tienen
o
meses
por
qué
por
la
poseer
significado específico de quien las compulsa, pueden mudar por
deseos
o
desaparecer
simplemente
cerrando
los
ojos
y
negándose a verlas. Es como todo en la vida. Las imágenes que se miran, van desde seres mayores, hasta adultos y niños, ancianos
y
normales
con
otros, buena
pudiendo visión
y
afectar no
este
mal
precisamente
a
personas
longevos.
El
síndrome aparece en un porcentaje bajísimo de un 4 por ciento por disminución de la vista. Llegan a considerarse pacientes del corazón y la mente, pero erróneamente. A su vez, las personas con detalles visuales, es conveniente inquirir si han
padecido
alucinaciones
por
otra
causa
específica.
Finalmente, cualquier tipo de ellas no son, ni pueden ser, de origen
psiquiátrico,
es
decir,
73!
no
tienen
por
que
ser
de
demencias. Esto es importante, porque es un gran lenitivo que al paciente modera y debemos reafirmarlo. Ahora trascribo lo que Freud escribía con respecto a desnudos –tomen en cuenta que hablamos del siglo XIX, segunda mitad, o principios del XX- que, para su tranquilidad, no son nuevos como dicen. Escribe Freud sobre el tema “desnudo”, especificándolo: “Las
primeras
imágenes
de
desnudos
femeninos
habían
surgido en el balneario pocas horas después de haber visto efectivamente
la
sujeto
a
otras
bañistas
desnudas
en
la
piscina general. Eran, pues, simples reproducciones de una impresión
real,
impresiones enlazado
a
se
habiendo
reproducían,
ellas
un
de
suponerse
era
intenso
porque
que
la
interés.
si
tales
paciente
Como
había
explicación
manifestó la sujeto que había sentido vergüenza por aquellas mujeres que se mostraban en tal forma, y que desde entonces se avergonzaba de desnudarse ante cualquier persona. Habiendo de considerar este pudor como algo obsesivo, deduje, conforme al mecanismo de la defensa, que la paciente debía de mantener reprimido el recuerdo de un suceso en el que no se había avergonzado, y la invité a dejar de emerger todas aquellas reminiscencias Rápidamente
relacionadas
reprodujo
con
entonces
74!
el
tema
del
pudor.
una
serie
de
escenas
cronológicamente descendentes desde los diecisiete a los ocho años, en las que se había avergonzado de hallarse desnuda ante su madre, su hermano o el médico. Por último, esta serie de recuerdos culminó con el de haberse desnudado una noche, teniendo
seis
años,
ante
su
hermano,
sin
haber
sentido
vergüenza ninguna. A mis preguntas confesó que tal escena se había repetido muchas veces, pues durante varios años habían tenido ella y su hermano la costumbre de mostrarse mutuamente sus desnudeces al ir a acostarse. Esta confesión me explicó su repentina idea obsesiva de que la espiaban mientras se desnudaba
para
acostarse.
Tratábase
de
un
fragmento
inmodificado del antiguo recuerdo reprochable, y la sujeto sentía ahora la vergüenza que antes no había experimentado”. Dejaremos,
pues,
para
el
próximo
informe
el
aspecto
concreto en relación con la enferma y a su estado actual que... luego les diré. Saludos. Dr. Ballester.
Cada informe que llega, como el que ahora tenemos, nos alza y reaviva, señaló Dagoberto, y nos deja claro que el restablecimiento está en la punta de la lengua, y está a
75!
punto
de
atraque
con
una
gran
esperanza
en
cuanto
a
su
estancia y alivio que ambos van de la mano. Vamos bogando en un mar sosegado y es el mar más confiable que cualquier otro igual que, para el buen nigromante, interpreta el egreso para una fecha inminente, lo esperamos, o en el plazo mediano, tal vez, ¡qué bueno!, ¡magnífico!, nos llena de gozo y regalo este término. Las
alucinaciones,
como
tales,
no
son
fans
de
hospitales, por lo que hasta ahora se ve, y los tratamientos que operan los dan de baja enseguida por ser funcionales, bromeó Dagoberto, con sello optimista y feliz. -¿Ya habló Ric con ustedes?, preguntó el padre a los vástagos: -No, contestaron ambos, anteayer nos comunicamos con él no ahora. -Voy a preguntarle si... -¡Ring, ring! -Ahí está. Sí. Ya hemos leído el informe, largo, largo, ¡qué bueno! Oye, ¿no te ha comentado Nancy si alguna vez ha tenido otro tipo de alucinaciones como para antecedente?
76!
-No, nunca, debo pensar que jamás los ha tenido en otro tiempo, apuntó Ric, misterioso. (Dos años antes de que ella arribara a esta aldea de sus juegos,
Nancy
fue
categórica.
Me
dijo:
Si
alguna
vez
te
preguntan sobre estas raras visiones que ahora estudiamos, tú niégalo, será nuestro secreto. Habrán de apartarse luego. Dice ebn (En Buenas Manos): “Quieres indagar por tu cuenta, como ahora lo hacemos, la sugerencia es que lo hagas con música
suave,
de
fondo,
para
inducirte
a
un
estado
de
apertura, empieces por temas sencillos y cortos que produzcan bienestar en tu vida, como por ejemplo, imaginar un lugar que ya has visitado y que te guste en especial, y pasar de nuevo un rato disfrutando al mismo tiempo que, abriéndote a lo que pueda ser distinto. La imaginación es valiosa”. A otra cosa).
-¿Tampoco a ustedes les ha dicho? -No, no, dijeron los hijos. -Por si llega a preguntar el doctor y ella lo oculta. Gracias, Ric. Esperaremos el informe de mañana martes. Buenas noches. Al
día
siguiente,
temprano,
cuando
salió
Dago
a
la
empresa y Alberto estaba por irse a la escuela en que iba 77!
como
a
las
once
del
día,
estando
abismado
en
el
libro,
sucedió algo que lo dejó congelado, no solamente abrumado, sino muy... -No esperaba que esto ocurriera y hoy son dos cuestas que subo por esta misma ladera, dijo el padre, y el hijo, todo
confuso,
al
masticar
todo
aquello,
se
estropeaba
y
gastaba. Decía Alberto que hoy, consultando los textos, se quedó, tal vez, entre nubes -y aún así lo hesita- cuando de pronto llamaron a la puerta y al proceder a abatirla, se encontró con su madre que venía alborozada: -¿Qué haces aquí, madre? Y ella sonriente contesta, poniendo un dedo en la boca sobre sus labios tostados: -¡Sshhhh!, quiero darle una sorpresa a tu padre y a tu hermano. Me han dado de alta. ¿No estás contento? -¡Claro, claro!, pero, ¿estás bien? -Por
supuesto,
hijo,
deja
quitarme
esta
ropa
y
acomodarme contigo. -Sí, sí, dame tu maleta... Y como un ¡clic! de la cámara, en un instante brevísimo, desapareció todo aquello y no quedó nada de Nancy, sólo los
78!
libros que él apiló quedó revolviendo la duda y una honda crisis que araba con un desbarajuste indecible. -¿Fue
un
sueño
repentino
o
lo
viví,
en
efecto?
Yo
juraría lo segundo, ha sido tan claro y tan evidente que sigue
en
presencia
pie y
vacilante, rauda
doblemente
salida.
Le
azorado
costaba
por
trabajo
su
pronta
estar
como
estaba con las olas revueltas, regresaba la cinta al ¡toc, toc! de la puerta y a su ropa en la silla ya sin signos de ella, a sus palabras tan claras, y a todo, a todo eso, y al aturdimiento en ascenso que zarandeaba pasmado, ¡lo respiré y lo sentí!, ¡padre, padre!, ¡pasó todo enfrente de mí, qué sucede! Narró todo eso a su padre sin orden y arreglo, nublado y plomizo, en tanto algo se movía entre su alma y estampa que no
se
explicaba,
su
aparición
y
su
ausencia
de
manera
enigmática. -¡Pero, pero... estaba ahí... padre... y señalaba el vano de la puerta sin huellas ni aroma, ni vestigios ni polvo, era un hueco retrato que dejaba su imagen. (¡Nomás eso nos faltaba!, y movió la cabeza el padre a diestra y siniestra!)
79!
-Eres
la
viva
imagen
de
tu
madre,
Alberto,
no
me
extraña, ¡caramba, ¡hasta eso! -¡Nunca había pasado esto, papá! -Te ruego que no lo comentes este atípico caso, y a tu madre, menos, que todo quede aquí, en paz, espera y medita, aconsejó el papá segmentado. -Pero, pa... y se echó a llorar sin consuelo. -Te pasó y ya pasó, lo creo todo, eres el tronco del árbol que crece igual que tu madre, no cabe duda, dime nomás cuando vuelva si repite, ¡vaya, vaya! -Lo que se hereda, se hereda –se conformó. -... Otro mensaje más, veamos, es hora ya, y esta aquí:
Buenas noches. -El caso de la señora Nancy no es tan severo y tajante ni tan difícil ahora, con tratamiento saldremos. Primero hay que estimar lo siguiente: No está en la edad que esto ocurre con tanta frecuencia; segundo, no tiene nada que ver con el Eros;
tercero,
no
existe
daño
80!
ocular;
y
cuarto,
las
visualizaciones que observa se dan por porciones y no se han repetido hasta ahora, no precisamos su origen. La depresión se descarta, es mujer positiva y muy madura. Puede tener alucinaciones
de
otro
tipo,
periódicas
o
no,
que
podemos
tratar, pero como ésta, no. Con tratamiento saldremos y, este mes, con modelo afín y diagnosis, pero,
si
deben
hace
conciencia
considerar
que
las las
aísla,
por
visiones
no
lo
general,
actúan,
no
participan. Además, en el tiempo que lleva aquí con nosotros, no han regresado, repito, y eso cuenta. La depresión –que no existe- no ayuda, y esto es definitivo. El
tratamiento
varía
según
la
causa.
Nuevo
ejemplo:
remover cataratas y mejorar la visión puede ser efectivo. El síndrome podría -o puede- provocar algún tipo de cambios, pero no hay evidencia. Lo que es recomendable es mejorar la luz de la casa para aclarar el entorno y la condición del ambiente y disminuir el aislamiento que eso ayuda, hay que cuidar los espacios donde debe haber luz suficiente. Lo más importante de todo es que no tiene efectos mentales y eso conforta. Finalmente, para personas de años, que no es el caso de ella, las enfermeras son parte, es compañía, es oído y
consejo,
prioritario,
charlan y
colar
y
atiende, información
81!
el
ambiente
restituye
y
cruzado
es
provoca
la
charla optimista, alienta la mente y despeja temores, mejora todo. Eso ayuda, es saludable. Es lo que hacemos ahora, en forma neutra, y debe continuar así porque es útil y práctico. El hombre cuando cuenta los años, se afinca en un mundo no apto
para
estimula ello,
si
él,
y no
aunque
proyecta
rodeen
las
aprensiones
complace,
no
ayuda,
visitas,
mayores no
hay
y
la
adustez
críticas.
que
dar
no
Todo
lugar
a
desazones ni a lágrimas, cualquier acto no anima, ensombrece. La soledad no conversa, no apapacha, no comparte, se abstiene y no aporta nada a ninguno pues no interactúa. Hay que evitar eso. Seguiremos comunicándonos. Buenas noches. Dr. Ballester.
-Tiene razón el doctor. Los reportes siguieron con ciencia y conciencia, con ánimo vivo, día tras día, reponiendo y alzándose, dándole cuerda al acierto y a los días que siguieron y que, un día con otro, dejará el sanatorio en donde se enclaustró por semanas o meses de abrigo como si estuviera en su casa, y de ser así, se reintegrará luego, esperemos. Satisface a Nancy e impulsa
sus
ánimos
y
de
las 82!
visualizaciones
nada,
ni
su
sombra siquiera, nada de ellas quedaron. Como en el hogar, en efecto, tiene todo en la clínica en forma completa, tiene tareas específicas o desempeñan cargos con ella las y los serviciales,
además
de
médicos
y
enfermeras
la
han
hecho
sentir como en casa y, como diría el que comercia, con la báscula al piso y pesando y vendiendo. Y no exagero: la sala en que vive, está a metros de ser, con servicios y ayudas que integran su ámbito, su aposento sentido. No gastan palabras nomás por emplear para hacer amigos y buenos, que lo son, en efecto, que si amputamos el “casi”, diríamos que está en su vivienda. Son, en verdad, buenos aliados, y si responden al médico
para
crear
ese
ambiente
que
tanto
precisa,
con
virtudes lo logran y afán agrandado. Ha habido momentos en que, por el común tratamiento que todo respira y tan fecundo resulta, enfermeras
sustituye y
el
al
hogar
personal
de
ampliamente. servicio,
y
de
Los
médicos,
ambulancias,
incluso, la conocen ya por el nombre de “la doña” y cada uno se rota y conversa con ella como afables aliados para atenuar su clausura en donde hasta chistes relatan. Cuando el ánimo sube hasta invitaciones provoca. Un día de los buenos, el doctor Ballester comunicó su salida y fue de magia para ellos, Dago y los hijos y Ric de corbata.
83!
Cinco días antes del mes, dejó su internado y la dieron de alta en virtud del alivio y su real mejoría. Y de ahí salió como nueva a la vida de casa que tanto aspiraba. Tuvieron tal alborozo al sentir el anuncio como para enfiestar a la esposa, madre y amiga de todos, que nos hizo pensar en Moravia cuando dijo: La amistad es difícil y más extraño el amor que hay que salvar como sea. Había comunicó asombro
llamado
con sin
el
agrado hache
doctor
lo
y
que
una
a el
los
cuatro
diagnóstico
fiesta
sin
zeta,
allegados dijo,
¿será
fue
y un
cierto?,
descosía la alegría y desbarataba el aviso por todos querido. En comunicados previos expresó el doctor Ballester que la paciente lograba una recuperación sorpresiva, cada día, cada hora, cada instante, y con el tiempo que estuvo en la clínica esa desaparecieron los síntomas y cayeron al hoyo y la alucinación que tenía se fue por arte de magia al corralón del
olvido
siempre
y
se
las
visiones,
que
desvanecieron
apesadumbraban
pornográficas
clínica
Cruces,
felices
que,
penosas
fue,
aparte
todas.
como de
El
vara
todo,
y
y
herían.
tiempo de
pagar
se
largaron Eran
invertido
por
burdas en
la
aurúspice,
vacaciones
no
la
incluía
charla
festiva. Aquellas visiones se fueron al caño, una por una, al canalón
de
la
ducha.
Facturaron
84!
al
diablo
sin
sobre
ni
timbres. Se marcharon y a Nancy la dejaron tranquila, se fueron
los
muchos
Adanes
y
las
Evas
ayunas
de
todo
y
a
tiempo, pues para su azoro, el pronóstico huyó al norte del cero: había superado el atasco y la felicidad regresaba como buena
accionista
de
una
próspera
vida
donde
se
había
recostado en el diván del regalo y en la salud de su brecha por
demás
transitada.
La
Paroxetina
10
que
el
doctor
prescribió hizo milagros, sin duda, desde la dosis primera hasta el trago final que con el tiempo dejó. La evaluación concluía y dijo adiós a visiones, a desnudos y miembros que descalabraban su vista, enterraron ojeos con visos insanos, y la captación de espejismos, la mediación y el etcétera, todo se fue. Estos, por un lado, favorecieron la crisis, de tal modo que, para el día de hoy, se encontraba lozana como cabo de guardia y el sartén y la olla para hornear nueva vida se encontraba feliz. Debo pensar que, a partir de este lunes, el freír la llamaba, y las viandas y postres, manjares y platos, serán de ella de nuevo. Hemos concluido, por fin, gracias a Dios, el Altísimo. Desde ese momento, dijo Dago a los hijos, pisé firme y seguro,
cuando,
desde
que
entró
al
dispensario,
me
desbalanceaba de todo y sentía que me iba. Me puse a ordenar mis pisadas y a alcanzar de nuevo los bríos.
85!
De
pronto
Ric
escuchó
el
¡toc!
en
la
puerta
que
anunciaba que alguien arribaba. -¿Quién es?, sin tener ni vestigios de quien toqueteaba. El otro hijo se hallaba en su sitio de brega en la escuela superior dando fin a su curso y el otro en la empresa. -¿Quién podrá ser?, dijo Ric. Deslizó las argollas y desprendió las cadenas y encontró que era Tichi, la hermana de Nancy, con los ojos revueltos y móviles como canicas girando. Tichi, con 30 años, o más, es compulsiva
compradora,
idólatra
de
ello,
reglamentaria
y
fanática, que si ofertaran el cielo en abonos holgados, lo adquiría. Y el pobre marido, carente y ayuno, le hizo ídem la vida. Nancy no amaba a su hermana, no, sobre-protegía, era el bebé que no tuvo y la bebé que mimaba cuantas veces podía y casi siempre lo hacía. -¡Hola, Tichi, cómo estás? -Preocupada, Ric, preocupada, ¿cómo esta Nancy?, siento que algo me ocultan, maquillan y doran, no favorece a su estado, ¿cómo está, dime, ahora? -Has llegado en el momento oportuno y estoy a punto de irme. Ha telefoneado el doctor y ha confirmado su egreso el día de hoy a las once, ha evolucionando de peor a mejor sin 86!
consecuencia alguna, y nos preparamos todos para ir por ella, ¿vamos? -¡Oh, qué bien!, claro, claro, con gusto, te acompañamos los dos, es más de lo idóneo de saber y escucharlo, ¡vamos, vamos! -En dos minutos nos vamos. Los hijos de Dago irán, pero más tarde, una hora después, ya he hablado con ellos y en ese lapso
estarán
junto
a
nosotros.
Con
la
desesperación
de
subida y la intranquilidad de bajada, la dupla sentóse. El médico informó, no por Internet, por teléfono, porque dar la noticia sin expectación ni treta, parecería tibio, y, la verdad es que, como especialista, la algazara que embarga. No se da de alta a cualquiera. Poder visitarla y trasportar a su casa y este mismo día, es ascender a volcanes por laderas no fáciles. Así es la vida. ¡Vamos, vamos, los hijos llegarán tarde, vamos! A las doce que lleguen conduciremos a casa, debe estar impaciente y con
ganas
de
ir
a
sus
cosas,
deslumbrada
por
todo,
la
decisión la embargaba. Fueron primero, en efecto, las primeras visitas que tuvo en
la
sala
de
Nancy
con
el
fuego
en
los
ojos.
Entraron
primero los dos, el esposo y Beatriz, y enseguida Ric y Dago.
87!
-Hola, Nancy, ¿cómo estás?, ¿que hoy sales de aquí?, me dijo Dago, radiante. -Hola, buenos días, saludó el marido. Una imagen de asombro se extendió en la mirada de la dama
internada,
penetrar
la
fue
pareja
la
primera
del
impresión
esposo
y
que
Beatriz
mostró
y
empezó
al a
descomponer sus facciones manteniéndose así frente a ellos. Nancy los vio, volvió a mirar, recorrió sus perfiles y se estrujó con la mano sus párpados amplios como si no los captara y extendió su pantalla con un rasgo de espanto, e incorporándose en la cama, les dijo: -¡Beatriz...,
hola!...
pero...
pero...
¿cómo?
¿por
qué?... ¿por qué están desnudos?
Desanduvieron las horas, las semanas y días que rasparon el jade de esa bella criatura y se enzarzaron al verla al oír su
pregunta
residuos
al
mientras
los
escuchar
a
la
días
se
pasmaron
enferma,
y
se
perspectivas
hicieron que,
sin
nada, el alivio se iba y la certidumbre callaba, una a una, en picada.
88!
Para ello, el doctor Ballester, Dago y los médicos y el séquito interno, desorbitaron su ojos, las miradas cruzaron, descreídos y túrbidos, y así se enduraron.
(¿Por qué se asombran?, dijo Ric, el amigo, yo no sé si la vi o es imagen zurcida, o entreví en mi conciencia, pero, no es coetáneo el registro que haya visto o calcado, si lo vi, no es de hogaño, ni está en mis ojos como imagen de ahora o sensación del ayer que perviva, la memoria que está en el film de mis ojos se registra de nuevo como añeja figura que dista mucho de ser fresca o inédita. No me extraña por eso que es el obrar del pretérito, pero, para no conmoverlos mucho más de lo visto, mejor me contengo, ya veo que están sin
concierto,
no
estaban
así,
por
algo
será.
No
te
preocupes, Nancy, la otra es mejor. Mejor digo con Borges: No hables a menos que puedas mejorar el silencio.)
-Se desencajó Dago, todo convulso y contrito, no dejaba de ver a su Nancy que estaba otra vez descompuesta en su sala de estar. -¡Ahora, sí!, ¡no puede ser!, ¡no!, menudo lío, explotó alguien atrás. Se enmadejaba todo.
89!
90!