D E P O R TADA Fernando Fraga Imaz (Montevideo, Uruguay, 1972) Entre quienes incidieron en su formación plástica figuran los profesores Walter Nadal, Clever Lara y Rogelio Osorio. A nivel nacional, realiza muestras colectivas e individuales desde fines del siglo pasado. Entre las exposiciones internacionales en que participó se destacan: (colectivas, 2003) Galerie & Kunsthandel Veldpape, Winschoten, Groningen, Holanda; 7th Uruguayan Art Exhibition en Abanico Art Gallery, Coral Gables, Miami, Florida, EEUU; y en Miami Shores Country Club, Miami, Florida, EUU; (individuales, 2004) Salón de las Artes de la Embajada de Uruguay, Washington, EEUU; (colectiva, 2004) en el Salón de las Artes de la Embajada del Uruguay, Washington, EEUU; (individual, 2015) “Collezione MacS Sezione Internazionale”, Monasterio di San Benedetto, Catania, Sicilia, Italia. Tanto en Uruguay como en el extranjero existen exposiciones permanentes de sus obras: a nivel nacional, en las galerías de arte De los suspiros (Calle de los suspiros 58, Colonia del Sacramento, Colonia) y en MVD (Mercado del Puerto; Montevideo); internacionalmente, en la Galería de Arte Artist in Residence (Coconut Grove; Miami, Florida, EEUU), en el Latin America Building del Banco Mundial (Washington, EEUU); en The Bohemian Gallery (Kansas, EEUU); y en el Museo Arte Contemporánea (Catania, Sicilia, Italia). En 2014 se filmó, con base en su obra y persona, el documental “Ventanas al mundo”, para televisión TBS Visión, Tokyo, Japón. Más información: http://www.fragaimaz.com https://www.facebook.com/ffraga
http://lsdrevista.todouy.com correo: revistalsd@gmail.com facebook: lsdrevista.deabrelabios LSD es una publicación cultural uruguaya. Su Redactor Responsable es Wilson Javier Cardozo (wilsoncardozo@gmail.com). Desde 2017 se edita únicamente en formato electrónico. Equipo permanente: Zenia García Ríos, José Luis Machado, Alejandra Grenno, Andrés Moura, Pablo Fernández. Colaboradores de este númer o: Leonardo Rossiello, Jorge Majfu d, Gloria de los Ángeles Bennetts, Winston Morales Chavarro, Fernando Sorrentino, Washington Gorosito. Invitados especiales: Fernando Fraga.
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un nuevo número de elesedé para confirmar el mismo norte (no como simple eslogan ni para acomodar el cuerpo a lo políticamente correcto) (no como sinónimo de mixtura informe o pasatiempo, ni como eufemismo para eludir nombrar las cosas por su nombre) la diversidad como derrotero (no como relleno del discurso político hegemónico u oposición a un pasado que se aborrece sin analizar críticamente) (no por sugerencia de dueños de la verdad travestidos en auspiciantes para pasar desapercibidos mientras dan sus puntadas con abundante hilo) la diversidad como derrotero porque la única droga dura es la realidad
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Jorge Majfud Albernaz (Tacuarembó, 1969). Escritor uruguayo radicado en EEUU. Arquitecto (UDELAR, 1996), máster en literatura y doctorado en Filosofía y Letras (Universidad de Georgia, EEUU, 2008). Premio de Excelencia en Investigación (Excellence in Research Award) de la Universidad de Georgia en 2006, y Faculty Award for Excellence in Scholarship and Professional Activities. compilador, editor, traductor y prologuista de Ilusionistas, de Noam Chomsky, y de Ventanas de Eduardo Galeano. Invitamos, a quien le interese acceder a otros artículos y ensayos del autor, a seleccionarlos de entre los centenares que se comparten en https://majfud.org/articulos
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Jorge MAJFUD
Mirando la fotografía de la góndola de un supermercado en Uruguay, de alguien que se preguntaba en twitter por la inexplicable variación de precios entre los supermercados y las ferias callejeras, volví a comprobar que “el pasado es un país extranjero”. Los frascos de Nescafé estaban anunciados con un cartelito de letras impresas que decía “precio bajo”. Nada nuevo, como el olvido. Hace pocos días iba caminando por Jacksonville Beach y leí el nombre de un edificio de apartamentos muy caros: Beachcomber. Recordé que ese era el origen de una de las palabras más rioplatenses que se puedan escuchar:
“bichicome”, y que significa alguien pobre que anda buscando cosas (en la playa, “beach-comber”), algo similar a la palabra “chusma”, que procede del árabe, como un cuarto de las palabras españolas, como “cheque”, “álgebra”, “algoritmo”, y tantas otras referidas a las ciencias. Hace solo quince años, allá en el lejano sur de las Américas, se decía “oferta”, no “precio bajo”, expresión que, como tantas otras, proviene del inglés “low price”, omnipresentes en los supermercados de Estados Unidos. Seguramente, dentro de un tiempo quizás, cuando uno se dé una vuelta por su país de origen y hable de oferta te salgan con
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eso de “la influencia del inglés”. (¿De dónde saldrá la antigua expresión rioplatense “cuánto sale”? ¿Habrá sido una adopción del inglés “sale”, cuando algo está en oferta, en liquidación, a “precio bajo”?) Entiendo que el lenguaje de los que emigran a otros países madura (como en cualquier caso, porque los individuos maduramos) y se adapta, como en el caso específico de quienes viven una realidad particular, cultural y lingüísticamente diferente. Eso no es un defecto, sino una evolución, parte de la rica diversidad de la experiencia humana en este planeta. Si yo no fuese sensible al spanglish, no podría entender ni hablar, ni siquiera de forma mínima, funcional, de la realidad de cincuenta millones de hispanos que viven en Estados Unidos. De mi experiencia en una cultura en la que el inglés es dominante y en la que cada día se escuchan variaciones dialectales del español que jamás se escucharían en ningún país latinoamericano, donde un provinciano de un país cree que el provinciano de otro país habla de forma incorrecta o, por lo menos, exótica. Ninguna de esas variaciones impide la comunicación si el individuo se libera de su propia arrogancia provinciana.
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Hace un tiempo, un año quizás, escuché al expresidente Julio María Sanguinetti, un hombre de ochenta años, decir que los jóvenes ya no “compran esa idea”. Era la primera vez que lo escuchaba en español. Les comenté esta rareza a unos amigos periodistas de allá y me dijeron que no les parecía raro. Lo tenían naturalizado. Por no entrar a hablar de expresiones populares en los programas televisivos de Buenos Aires, donde los jurados “daban retorno” a los concursantes, típica expresión inglesa de “feedback”. Un par de décadas atrás “retorno” en la televisión se aplicaba a una conexión de audio, no a la crítica constructiva. No es casualidad, porque desde Gran Hermano hasta los programas de competencia de cocineros (un medio como la televisión, que carece de olores y sabores, siempre está obsesionado con los programas de cocina, como las películas eróticas sin sexo, los programas deportivos sin deporte, o los programas de políticos sin ideas) son objeto de copia. O programas de cocineros famosos humillando restaurantes sucios. Todo eso, sea bueno o malo, primero se inventa y lo vemos aquí y luego se copia allá. Nada nuevo.
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Cuando dejé Uruguay ningún supermercado usaba esa expresión de “precio bajo” como etiqueta en lugar de “oferta”. Me hubiese resultado tan extraña como cuando escuché aquí en Estados Unidos por primera vez, expresiones como “I don’t buy it”, para decir “no me lo creo” o “no me lo trago”. Por entonces, aprendí a aceptar y usar estas expresiones que me parecieron propias de una cultura materialista, con miles de idioms (dichos) y expresiones referidas al dinero, a la compra o venta de algo: “no es mi negocio” (por “no me importa”); “paga atención” (por “presta atención”); “me siento como un millón de dólares” (por “me siento feliz”); “te pagaré una visita” (por “te haré una visita”); la expresión del mozo en un restaurante, muy amablemente: “¿todavía están trabajando?” (por “¿no terminaron (el placer de) la comida?”) y así un largo etcétera. Por otro lado, los países naturalmente van cambiando su lenguaje, sus expresiones y hasta sus pronunciaciones. Basta con escuchar un audio o un video de una sesión parlamentaria de medio siglo atrás. En el caso del castellano de países alejados de los centros anglosajones de poder y de irradiación cultural, los cambios son más evidentes para quienes dejaron ese país que para
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aquellos que conviven cada día con la lenta metamorfosis del lenguaje. Quien dejó su país y convive por un largo período con otra cultura y otro lenguaje, puede alterar sus expresiones, pero también mantiene un material lingüístico mucho menos alterado. En muchos aspectos, y a pesar de que también consumimos información de esos mismos lugares (diarios, radio, televisión, conversaciones por skype con familiares), nuestro lenguaje materno permanece mucho mejor conservado en un tiempo pasado. Como las mismas memorias de los lugares permanecen inalterados, lejos de los inevitables cambios de esos lugares y de los inevitables cambios de nosotros mismos. Como la misma memoria de las cosas y de la gente está sensibilizada en el que se fue, por una nostalgia mucho más profunda y recurrente. No es casualidad que, en español, el voceo del Río de la Plata y de regiones colombianas menos accesibles por el antiguo monopolio español, sea más antiguo que el tuteo de España. O que en Estados Unidos se usen expresiones y palabras del inglés que se dejaron de usar en Inglaterra tiempo atrás, como, por ejemplo, fall en lugar de outum.
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Hace unos años, en una discusión en un comité de mi universidad, escuché que una profesora argumentaba en favor de un nombre para una nueva ley del programa de matemáticas porque era “more sexy”. Pocos años después, todo el mundo hablaba de títulos sexys y propuestas sexys, que no tenían nada
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que ver con ninguna sensualidad física. Quiero decir que, si en la periferia geopolítica del mundo la gente comienza a hablar de ideas sexys que no se refieren a nada relacionado con el deseo sexual, ya saben de dónde proviene todo ese “puro castellano”.
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sobre los minilibros (historia, colección de ejemplares, apoyos, situación actual) visite: http://abrelabios.com/html/ minilibros.html los ejemplares más recientes: Vendimia Rafael Courtoisie color de mi color Beatriz Santos Arrascaeta diccionario de bolsillo Marcelo Sosa Guridi fuera del tablero José Luis Machado soñé que era árbol José Luis Machado crá José Luis Machado Instrucciones para ser un superhéroe Joaquín Dholdán insonoros Wilson Javier Cardozo la primera letra Wilson Javier Cardozo
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José Luis MACHADO Con toda la incorrección política necesaria para respirar en días más electrónicos que reales, en estas impresiones del Diario vivir de José Luis Machado se recurre a una versificación que (según él mismo lo reconoce) procede de sus lecturas de Guillén. Machado toma como materia de referencia las noticias cotidianas de la prensa: lo nacional y lo internacional, lo raro y lo frecuente, la maravilla y la corrupción, todo se vuelve objeto de su pronunciamiento. Bienllegada la voz del poeta a una época de silencios y temores. En breve compartiremos un acceso a centenares de décimas que produjo especialmente a partir del último trimestre de 2018.
¡OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN! La culpa es de Guillén con sus décimas políticas ácidas, perfectas, críticas, lees una y quieres cien. Para mal o para bien llegó su libro a mi mano lo recomiendo mi hermano con razón y corazón maestro en letras y en son. ¡Gracias, poeta cubano! noviembre 23, 2018
CORRUPTISMO Yo no creo en ningún ismo pan y circo, circo y pan, por el lomo te la dan, es que son todo lo mismo. Hoy campea el corruptismo en América latina desde México a Argentina ¿delitos de cuello blanco? te roba el que tiene un banco igual que el ñeri en la esquina. noviembre 21, 2018
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RAÚL CUALQUIERA Ay pobrecito Raúl todos hoy hablan de él lo tratan como a un infiel y tan solo es un gandul. Qué guardará tu baúl acaso un título en serio dejate ya de misterios que el horno no está pa’ bollos deja de buscar apoyos tené un poco de criterio. noviembre 21, 2018
USA Venden armas como pan en cualquier supermercado nietos de confederados semillas de Ku Klux Klan. Invaden y no se van hasta destruirlo todo lo hacen de cualquier modo se cagan en todo el mundo reyes de lo nauseabundo buitres con cara de dodo. noviembre 21, 2018
¿QUÉ PASÓ? Críticas las murgas eran críticos los cantautores toditos los escritores protestantes todos eran. Pero díganme qué esperan
para criticar al Frente o acaso son diferentes estos zurditos de centro es que razones no encuentro para ser tan obsecuentes. noviembre 22, 2018
NO PARO DE SUFRIR Han cerrados varios cines para abrir casas de culto religiones de lo oculto vaya a saber con qué fines. De la Biblia hacen pasquines de la fe mercantilismo a mí no me da lo mismo por eso grito y escribo a estos que están de vivos tahúres son del cinismo. noviembre 22, 2018
SALUD, RICHARD. SALÚ. Hoy pierden todos los gremios se retira Richard Read quién batalló cual David contra patrones y dueños. Gracias a todo su empeño y el de otros laburantes su gremio salió adelante con la ley de las seis horas espero no haya demoras y que otro calce el guante. noviembre 22, 2018
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EL ACERPIJO Pegajosa la pregunta ¿Conocés a Juan Sartori? será algún primo de Astori que a la política apunta o tal vez un sacapuntas o un invento de los chinos o un gusto de capuchino que nos quieren encajar yo no me voy a fiar tal vez sea algo dañino.
SER PARTE NO ES ARTE
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¡Qué sensibles! ¡qué cosita! Mires por donde lo mires. ¡Lo qué hablaron desde el MIDES! De la obra de un artista. Lo tildaron de racista al cuadro de la nodriza, es pa’ morirse de risa, si no lo saben lo inventan hasta de arte comentan y también lo politizan.
Era la final del mundo los de River, los de Boca, qué suerte, qué cosa loca; mas fue un fracaso rotundo. Es que el ego furibundo de hinchadas en Argentina seas bostero o gallina provoca vergüenza ajena el ser humano se aliena y la bestia lo domina.
Pero uno está curtido pa’ marearse en los aplausos sus postureos son falsos y carecen de sentido ya nos tienen aburridos con discursitos baratos con pensamientos pacatos con dejos de coyuntura. -¡La culpa es de la pintura! gritaban los garabatos.
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Wilson Javier CARDOZO
Rossiello, que hace ya varias décadas reside en Suecia, se encontraba de paso en Uruguay cuando me obsequió La mercadera, aquella novela que, algunos años antes, había merecido el primer premio de narrativa del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. Creí entender que era su agradecimiento por haber intermediado para que conociera personalmente a uno de los más destacados artistas plásticos tacuaremboenses, Gustavo Alamón. En efecto, una noche de 2006 fuimos con Rossiello especialmente al encuentro que habíamos pactado con el pintor. El solo hecho de haber asistido como testigo de aquel excepcional y extraño encuentro de personas y sensibilidades constituía suficiente paga para mí, pero Rossiello agregó el obsequio de un ejemplar autografiado de La mercadera. Yo conocía el argumento central y algún otro detalle de la novela antes aún de que se publicara; el propio autor me los había confiado la primera vez que nos encontramos para dialogar (fuera del mundo virtual) en la peatonal Sarandí de la ciudad de Montevideo. Sin embargo, múltiples actividades retrasaron la lectura de ese libro que también supo aguardarme como lector. Como lastre del que difícilmente uno se despoja para disfrutar de una obra de arte, el prejuicio pareciera ser siempre el punto de partida. En este caso, era la presunción de que seguramente estaba frente a la enésima relectura o actualización de una historia bíblica. Esa idea implicaba una exigencia a priori demasiado elevada para cualquier intento por el estilo y contaba, a su favor, con el vínculo inmediato con una tríada muy singular de evangelios: El evangelio según Jesucristo (1999) de José Saramago, El evangelio de Lucas Gavilán (1979) de Vicente Leñero y Los evangelios apócrifos, escritos en los primeros siglos de nuestra era.
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La obra del escritor portugués es una pieza cuidadosamente elaborada sobre el concepto de culpa, como origen y motor de la historia humana e incluso divina. La del mexicano, una meticulosa traducción (al mundo cotidiano de la ciudad de México de la década del 70 del siglo pasado) de la versión bíblica del evangelio de Lucas. A tal punto, dice esa obra, que el reporte de ciento veinte páginas de un grupo de estudiantes de sociología se titulaba: Jesucristo Gómez. Datos para un estudio antropológico sobre el surgimiento de un líder natural. Jesucristo Gómez era, precisamente, la versión mexicana del ’70 del Cristo bíblico. Por último, y difícil de fechar, Los evangelios apócrifos complementan, de manera verosímil, un tramo de la historia de Jesús que no aparece registrada en los textos canónicos. Aquí vale la pena aclarar (lo hace la introducción de Borges a la reproducción de esta obra como parte de su proyecto de “Biblioteca personal”) que La palabra “apócrifo” ahora vale por falsificado o por falso; su primer sentido era “oculto”. Los textos apócrifos eran los vedados al vulgo, los de lectura solo permitida a unos pocos. En estos documentos desclasificados figuran milagros inesperados: por ejemplo, que un Jesús de cinco años de edad, luego de fabricar unos gorriones de barro, ordena volar a los pájaros, frente a la mirada asombrada de los demás niños que jugaban con él. O tan crueles como dejar ciegas a muchas personas que se quejaban a su padre por su comportamiento u ordenar la muerte de un niño que lo irritó por haberlo chocado mientras corría. Así, con ese punto prejuicioso de partida, el humor diseminado en cualquier parte de La mercadera distiende al lector. En la historia hay cuatro, e incluso cinco, mujeres centrales. Más aún, toda la historia está narrada desde la óptica femenina, la que las antecede y la que les dará continuidad está invadida del signo de lo femenino, en las denominaciones, en los imaginarios, en los prejuicios, en la ideología, en la religión. La narración de un viaje sin regreso sirve de excusa para mostrar lo que podría ser la diversidad social de una época concreta (aunque inubicable en la historia occidental oficial), pero también funciona como cuestionadora de las narraciones que integran la cultura recibida de nuestros antepasados. Lo que sencillamente podría tomarse por un juego de trasvestismo (todo lo protagonizado por varones atribuírselo a mujeres) se torna un juego de espejos que, tarde o temprano, indaga en el cuerpo de las seguridades de la primacía de un sexo sobre otro. Pocos libros resultan tan útiles para verificar las distancias y las interrelaciones entre el narrador y el autor, entre la historia propiamente interna de la obra (diégesis) y la historia exterior (extradiégesis), donde la propia existencia de esta obra es parte de un entorno mayor y comprensivo.
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La psicología de las mujeres-personajes evidencia una cuidada elaboración. El lenguaje y los diálogos esconden una urdimbre donde las anticipaciones se articulan para favorecer la cohesión. Se disfruta de cada demora y avance como si estuviéramos compartiendo el esfuerzo con las viajeras. En pequeñas frases (por ejemplo, A todas nos espera, en algún momento, una decepción) puede estar envuelta la clave de la resolución final del texto, convenientemente inesperada.
Para acceder a la versión íntegra y gratuita de la novela La mercadera de Leonardo Rossiello, visite el enlace sugerido en la página 46 de este número.
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Washington Daniel Gorosito Pérez (Montevideo, Uruguay, 1961). Radicado en Irapuato, México, desde 1991. Columnista de análisis internacional y asuntos de defensa en publicaciones de México, Argentina y Ecuador. Estudió Periodismo aplicado a los Medios de Comunicación Social en la Universidad del Trabajo del Uruguay. Licenciado en Sociología de la Educación. Posgrado en Enseñanza Universitaria. Diplomado en Desarrollo Humano Integral. Máster en Ciencias con Especialidad en Sociología. Actualmente es candidato a Doctor en Ciencias con Especialidad en Pedagogía. Obtuvo premios de periodismo, ensayo, cuento y poesía en Uruguay, México, Brasil, Argentina, España, Estados Unidos, Alemania y Francia. Integra 18 antologías literarias en Uruguay, México, Argentina, España, Italia y Estados Unidos. e-mail: w.daniel.gorosito@gmail.com
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Washington GOROSITO
muerte poemar
raíces Ciertos días, vuelvo sobre mis pasos y miro debajo del sol. La niebla descendente, fresca y gris, ahoga la claridad. En la oscuridad me pregunto: ¿Soy Lautreamoniano por Montevideano?
Palabras mal paridas no hacen versos. El agua inquieta sumerge las letras. Algunas flotan rebeldes y se pegan en navíos polícromos de huesos oxidados. Oleadas de metáforas desnudas aceleran el pulso del agua. Espuma de clara nieve deja la marejada. Desde lo alto el chillido de las gaviotas la anuncia. A la poesía hay que esperarla se esparce en la orilla. La leíste y murió ahogada entre la espuma
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regreso al paraíso Horacio Quiroga (Salto 1878- Bs.As.1937)
Llegan olores desde el río, ya las gotas tamborilean el techo. La selva es tú averno allí la lluvia no cesa. Tanta agua, ahoga palabras, que trasmutarías en drama, cuento o poesía. La vida y la muerte Horacio, allí están, del otro lado del río, los cuerpos fueron cuerpos enigmas indescifrables. Vas “a la deriva” cubierto por la húmeda luz del recuerdo. Desterrado, iniciarás el vuelo antes del vuelo. Juez de paz, que nunca tuvo paz. “No descansen en mis selva” le dices a los demonios, elucubrando tú obra entre la locura y la cordura. Tortuga gigante dormida. Queja ancestral de un alma que gime y expulsa lágrimas negras. Un hombre solo Horacio trastabilla, se desmorona, se hace trizas y beberá el sorbo amargo de la noche eterna buscando el “regreso al paraíso”.
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Santa María de Onetti Por eso fabriqué Santa María fruto de la nostalgia de mi ciudad. Juan Carlos Onetti
Ficción dentro de la ficción. Un sauce se arquea para beber en el río de aguas café. Santa María, inmune al desgaste de las horas y los elementos. Santa María, inventario del olvido a lo largo de la costa. Santa María, intrincado mundo interior cubierto de tinieblas blanquicientas como espuma Santa María, mirada fija y circular el cuerpo ante un espejo reflejando vergüenzas e infamias olvidadas que son gotas de vida. Santa María, el silencio sobrevive a las palabras, la muerte de la noche te hace dormir adiós al insomnio. Riachuelos de estrellas caen sobre el astillero y el “Dios Brausen” desde su ventana ve difuminarse la ciudad.
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“Como nací”, comentó Fernando Sorrentino, “el 8 de noviembre de 1942, y José Hernández el 10 de noviembre de 1834, espero que no sea erróneo afirmar que el maravilloso autor del no menos maravilloso Martín Fierro llegó a este valle de lágrimas (día más, día menos) 107 años y 363 días antes que yo.” Y agregó: “A lo largo de mi existencia he escrito y publicado alrededor de quince notas sobre el admirable Poema.” Frente a tal afirmación, la revista cultural LSD le solicitó que aportara el listado de esas notas para divulgar en conjunto los enlaces a tales materiales centrados en la obra de José Hernández. Compartimos su respuesta, plagada de hiperenlaces hacia las páginas donde se publicaron la mayoría de los trabajos aludidos. A noviembre de 2018, cuando fueron visitados especialmente, estaban activos todos los que se reseñan. Bajo la lupa de don Giovanni http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/abril_05/13042005.htm http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/mayo_05/11052005.htm http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/julio_05/05072005.htm
El forajido sentimental www.babab.com/biblioteca/fernando_sorrentino.htm
El forajido sentimental y el libro insigne (Algunas precisiones sobre Borges y el Martín Fierro) http://www.hispanista.com.br/revista/artigo80esp.htm
Gauchos alfabetizados y l’indovinello lugonese http://www.letralia.com/174/articulo02.htm
Gauchos lingüistas http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/julio_05/21072005.htm http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/agosto_05/01082005.htm http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/agosto_05/10082005.htm http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/agosto_05/30082005.htm
Hernández declara la inmortalidad del Poema http://www.ucm.es/info/especulo/numero15/j_hernan.html
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Fernando SORRENTINO
La sintaxis narrativa del Martín Fierro http://www.ucm.es/info/especulo/numero16/sintaxis1.html
La tercera parte del Martín Fierro http://www.letralia.com/171/articulo05.htm
Martín Fierro, espejo de oprimidos y estímulo de trujamanes http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/octubre_03/09102003.htm
Por su hermana: no confundir una burla con un brindis http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/diciembre_04/16122004.htm http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/diciembre_04/29122004.htm
Verdades y mentiras del señor Martín Fierro http://www.ucm.es/info/especulo/numero35/vmfierro.html
Los naciones no son los nativos, sino todo lo contrario http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/noviembre_14/13112014.htm
Nueve traductores ante un nación que es centinela http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/octubre_14/09102014.htm
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Winston Morales Chavarro (Neiva, Colombia, 1969) Poeta, novelista y periodista colombiano. Magister en Literatura Hispanoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito; profesor de tiempo completo en la Universidad de Cartagena de Indias, Colombia. Sus ensayos críticos indagan en las poéticas más importantes del siglo XX en Latinoamérica; entre otras, las de José Antonio Ramos Sucre, Carlos Obregón, César Dávila Andrade y Jaime Sáenz. Ha publicado más de catorce libros, entre los cuales se destacan Memorias de Alexander de Brucco (premio nacional de poesía de la Universidad de Antioquia), De regreso a Schuaima (primer puesto Concurso Nacional de Poesía Universidad del Quindío), Dios puso una sonrisa sobre su rostro (primer puesto IX Bienal Nacional de Novela José Eustasio Rivera) y ¿A dónde van los días transcurridos? (primer puesto Premio Internacional Literario “David Mejía Velilla”, Universidad de La Sabana). Recientemente, en el XII Festival Internacional de poesía de Curtea de Arges (Rumania, julio de 2018) se presentó Lámpara cifrada, su más reciente producción poética en versión bilingüe rumano-español. Sus textos han sido traducidos al francés, inglés, polaco, alemán, rumano, chino, italiano, rumano e incluidos en diferentes antologías nacionales y extranjeras. Más información: https://winstonmorales.blogspot.com https://es.wikipedia.org/wiki/Winston_Morales
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Winston MORALES CHAVARRO
Esto no es un discurso, es un anecdotario. Me acerqué al periodismo a través de la radio. A la radio a través de la música. A la música a través de mis padres. Papá era amante de Yaco Monti y mamá de Leonardo Favio. Papá arreglaba licuadoras y radiotransistores; mi madre escuchaba canciones de Leo Dan, Palito Ortega y Sandro. Recuerdo que mi primera evocación asociada a la música se remonta a los 8 o 9 años de edad. En ese entonces vivíamos en el barrio Cándido Leguizamo, a la altura de la calle 28. Papá fanfarroneaba viéndome bailar rock and roll mientras sonaba Vanidad, un tema musical de Yaco Monti muy de moda por aquellos tiempos. Nunca supe qué pasó con Yaco Monti, pero recuerdo que alguna vez, ya más crecidito, le dediqué a una muchacha del INEM la canción Cómo has hecho, del mismo intérprete. La música llegó a mi vida para llenarme de sonidos los caminos. Puedo decir, con toda la certeza del caso, que ella es y ha sido un factor determinante a lo largo de mi existencia y de mi escritura. Antes de mi interés por la música, cuando era muy pequeño, soñaba con ser veterinario y cuidar y sanar animales (de ese sueño me queda la decisión relativamente nueva de hacerme vegano). Mas la música, con sus ondas humeantes y metafísicas, se quedó para transformarme la vida. Pasaba horas pegado a una grabadora con casetera que mi madre había comprado en Panamá y que tenía en su cuarto, allá en el barrio La Floresta, en la parte alta de la ciudad. Era un
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barrio al que no le llegaba el agua y nosotros teníamos que salir después de la medianoche a recogerla en grandes calderos y recipientes con los que pretendíamos llenar la alberca de la casa de la abuela Isabel. Yo ya escribía algunas cosas, pero mi sueño no era ser escritor, ni siquiera periodista, sino compositor de canciones a la manera de Galy Galeano y Manolo Otero. A mediados de los años 80 tuve un grupo de rock y uno de nuestros guitarristas fue Javier Méndez, un muchacho que luego se convertiría en médico y quien es hijo de Lucio Antonio Méndez, presidente del Círculo de Periodistas del Huila. Junto a Javier Méndez tocaban en el grupo Marco Antonio Pérez, Juan Diego Esterling, Juan Carlos (no recuerdo su apellido) y un muchacho
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muy bueno con los timbales y la percusión, a quien llamábamos pinta fina, porque así le decían a su padre. El grupo se llamó Ciegos y Vampiros y gracias a él tuve una de mis primeras novias y unas cuantas presentaciones en la Concha acústica y algunos colegios de la ciudad. El grupo, como mi deseo de ser músico, fue flor de un día, pese a que luego hubo una segunda temporada en la que estuvieron conmigo Mauricio Trujillo, hoy pastor de iglesia, Heber Manrique, Robert Ducuara, Toño Pérez y Marcos Arambulo. Como mi gusto por la radio crecía, decidí escuchar con mucho ahínco un programa conducido por Ciro Antonio Ruiz en Colosal Stéreo, emisora en la cual trabajé muchos años después. Posteriormente el programa estuvo
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olfato con el que hacía un scanner infalible sobre la humanidad de este muchacho que era yo y que a lo mejor él miraba como a un espárrago. De Delimiro Moreno recuerdo sus cejas excesivamente pobladas, lo cual me llevaba a suponer que era un señor algo antipático y engreído. Ninguna de las dos impresiones fue cierta. Delimiro me acogió con amistad y con respeto, tanto así que luego se convertiría en uno de los clientes más fieles en el ya desaparecido Café Borges, negocio de mi propiedad que quedaba a la vuelta del Diario del Huila, contiguo al parqueadero del Yep. En 1993 regresé a Neiva e ingresé a la radio, todo por un concurso de discjockeys organizado por Edgar Artunduaga y en el que el premio consistía
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en la vinculación inmediata a la emisora y doscientos mil pesos en efectivo. Muchos años atrás, yo había sido colaborador habitual del cura Escandón en un programa religioso que él hacía en HJKK. Tiempo después pude corroborar que a Jorge Lorenzo Escandón le iba mejor como locutor que como alcalde. Luego de Huila Stéreo, de la que Artunduaga no quería aceptarme la renuncia, pasé por Radio Activa Neiva, Radio Super Villavicencio, Radio Super Neiva, Colosal Stéreo y la Emisora Cultural del Huila. En agosto de 1993 contraje matrimonio con quien sería mi primera esposa y con el ánimo de congraciarme con Edgar, ante mi eminente ingratitud como locutor aprendiz, lo escogí como padrino de matrimonio. Edgar asistió a la iglesia y posteriormente a la fiesta. Iba muy bien acompañado, por cierto. En 1995 ingresé a la Universidad Surcolombiana y repartía mi tiempo entre el estudio, la radio, mi exesposa, mis hijos, mis libros, mis lecturas, los programas de televisión y Aniquirona. De todo eso, Aniquirona ganó la partida y en 1998 publiqué mi primer libro de poesía. Egresé de la Universidad en el año 2002 y ya había obtenido tres premios nacionales de literatura, dos de estos desestimados por algunos de mis pro-
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fesores, y estaba a dos años de ganarme la Bienal Nacional de Novela José Eustasio Rivera. Pero fue el premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia lo que aceleró mi grado en la Universidad Surcolombiana, ya que a través del jurista Rubén Darío Rivera, quien en aquel entonces fungía como miembro del Consejo académico, me enteré de la oportunidad de graduarme gracias y a través de un premio nacional de la envergadura del concedido por la Universidad de Antioquia. De modo que me gradué. Y uno de los jurados de esa sustentación fue nada más y nada menos que uno de mis más admirados y recordados maestros: Antonio Iriarte Cadena. El profesor Iriarte fue un gran amigo y un enorme faro en esas conversaciones alrededor de la música, el periodismo y la literatura. Dos años después de mi graduación como comunicador social y periodista el profesor Iriarte sería jurado, junto a Benhur Sánchez Suárez y Guiomar Cuesta, de la IX Bienal Nacional de Novela José Eustasio Rivera. Recuerdo mucho, y esto lo cuento a pesar de la suspicacia que pueda generar esta revelación, una tarde en la Universidad Surcolombiana, en Café y letras, en donde el profesor Iiriarte conversaba animadamente con Jorge Guebelly sobre una novela que lo tenía sumamente impresionado. “Es una novela que habla mucho de la
29 muerte”, decía, “una novela que alterna la narración con una banda sonora”. Yo estaba en una mesa contigua tomando café con mis contertulios de siempre: Esmir Garcés, Betuel Bonilla, Danny Montaña y Mario Sanmiguel, y sentí que el corazón se enfilaba hacia el firmamento tirado por los corceles de Helios, el dios del sol. Por supuesto que ni Esmir Garcés, ni Betuel Bonilla (también escritores) se percataron de mis sobresaltos. Ese mismo profesor Iriarte, a quien hoy cito con mucho cariño, afecto y admiración, fue quien le recomendó mi nombre al gran amigo y caricaturista Piter Bonilla para que me incluyera en su libro Cien personajes del Huila. No diré acá los términos en los que el profesor Iriarte se refirió a mí ante Piter. Después del 2002 Piter y yo, pese a nuestras distancias abismales en temas de política, comenzamos una amistad que se mantiene hasta hoy en día. Desde el año 2007 estoy vinculado a la Universidad de Cartagena e igual que el hombre que se detiene a contemplar el paisaje a las orillas de un río, es mucha el agua que he visto descender por debajo del puente; cientos de muchachos de Cartagena y el sur de Bolívar han pasado por nuestras aulas de clases y algunos de ellos, aspiro por lo menos que a unos diez,
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los he estimulado para que sientan un profundo afecto hacia las letras, hacia las artes, hacia el periodismo. Pero antes de eso, a partir de 2005, trabajé como Jefe de Relaciones Internacionales de la Usco. Recién graduado, en el 2002, fui jefe de prensa del Hospital Universitario “Hernando Moncaleano”. Hugo Fernelio Falla, gerente del hospital, me contaría en su momento que muchos periodistas pusieron su indignación en el cielo: ¿qué hace un poeta como jefe de prensa del hospital? ¿Les va a escribir rimas a los heridos en combate? Esas afirmaciones de ellos, diez años después, me recuerdan los términos en los que una profesora de mi Facultad se refirió al hecho de la posibilidad de que me vaya a Chile como becado a cursar un doctorado en la Universidad Católica, una de las más importantes del continente. Preguntó: ¿Y qué tiene que ver la literatura con el periodismo? ¿En qué le puede beneficiar a un docente de periodismo cursar un doctorado en letras? Saquen ustedes sus propias conclusiones.
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Gloria de los Ángeles Bennetts (Oaxaca de Juárez, México, 1991) Magíster en Investigación Educativa. Ha realizado diversas publicaciones literarias y académicas en su país, así como en Chile, Colombia, España y Perú. Actualmente es la directora general del blog y revista digital internacional de educación alternativa “Un Vistazo”, proyecto que se basa en tres premisas: comunalidad, multiculturalidad e inclusión. Más información: https://angybennettscarlock.blogspot.com https://angybennettscarlock.wixsite.com/portafoliocurricular
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Gloria de los Ángeles BENNETTS
La rueda de los días gira en torno al sol, en aquella piedra adornada con glifos procreados de la naturaleza más pura, cada uno de ellos con un significado latente dentro de los amantes. CIPACTLI En la tribu era una tradición regalarle una piedra preciosa a la mujer que te acompañaría el resto de tus días, una noche antes de ligar vuestra vida ante el gran ahuehuete que se encontraba postrado en el profundo bosque de los silbidos. Yo decidí otorgarle un ópalo arlequín, el mismo que mi madre llevaba puesto cuando me entregó en mi décimo solsticio con los sabios lagartos. Y que, ahora convertido en un gran guerrero, sería el símbolo de humildad que veneraría a la doncella que el destino había creado para mí; lo llevaría a cabo durante la ceremonia de lazo frente a la apacible luna roja.
EHECATL Hoy mi tribu ha seleccionado a las doncellas que viajarán hasta los manglares de los sabios hombres lagarto. Tal y como es la costumbre heredada por nuestros antepasados. Primero que nada, no se necesita ser atractiva, ni siquiera tener una edad para esto, tampoco es la suerte, lo único importante es que tú lo desees, que en verdad quieras remachar tu existencia con la de otra persona. Así que decidí realizar la prueba; mi corazón no estaba inquieto, ni mi alma aturdida. El destino venía hacia mí como la suave brisa que acaricia mi piel desnuda; en ese momento escogí ser inundada por aquel extraño sentimiento
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y hablé con el consejo de ancianos y las sacerdotisas de mi aldea. Mi verbo era la única arma que decidiría si estaba lista para pertenecer a otro y viceversa. Aunque mi voz era delicada mis palabras tenían gran fuerza; o eso fue lo que respondió el consejo antes de darme la noticia. ¡Toma tus pertenencias más preciadas y enlista tu espíritu para el viaje más intenso de tu vida! me indicaron; por lo cual empaqué mis talentos, experiencias y sobre todo los momentos más bellos. CALLI Mi nueva etapa había iniciado, pues del otro lado de estas tierras, aquella persona con la que entrelazaría mis más leales pensamientos sacudía mi mundo pisada tras pisada; espero que el viaje la haga conocer grandes amigos, que vea cosas esplendorosas que la maravillen y, sobre todo, que este tiempo que se ha decidido regalar, la haga una persona más sabia de lo que ya es. Pero, todos tenemos que hacer lo nuestro, así que comenzaré a darle forma a esta peculiar historia; como es la costumbre, las manos del hombre tienen que labrar el hogar indicado para reconfortar al viajero que llegará para quedarse a su lado toda la vida. El mismo tiempo que tarda el ritual de selección, es el que se ocupa para escoger la tierra, los materiales y las técnicas de construcción. Ya que este es un trabajo muy pesado, los demás hombres
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lagarto me ayudarán a volverlo realidad; ellos me contaron que es una manera en que se agradece a la luna por alumbrar las más oscuras noches, ya que ella es la viajera más codiciada por los mortales, pues su destino no estaba en parar, sino en seguir por siempre, sin siquiera poder ver atrás.
CUETZPALLIN Hoy dejo todo lo que era conocido para mí, aunque todos salimos del mismo vientre, no está permitido interactuar con personas conocidas; por ello debemos emprender este viaje en total soledad. Pero no es tan malo, ya que nos está autorizado hablar con todo aquel que necesite de nuestra ayuda o nos quiera brindar apoyo. La caminata tiene como labor hacer que pensemos en nosotros mismos, nos da tiempo para curar nuestras heridas pasadas y regenerar cada fragmento del corazón. Yo decidí detener mi
33 sendero en una inquieta cascada, con tintes a mi infancia y espuma que baldeó mis miedos; al seguir mi camino ni siquiera el atónito atardecer me hizo temblar otra vez. Me sentía como yo misma, pero más enérgica, más completa. COATL Hoy es la lunada de los hombres lagarto; todos los sabios se reúnen con jóvenes inexpertos, aquellos que fueron recibidos desde su décimo solsticio y formaron parte de su familia. Los sabios lagartos habían sido poderosos guerreros, sacerdotes increíbles, los hombres más prominentes de sus tribus; los cuales tenían algo en común, se habían entregado a los manglares por completo como muestra de sacrificio. Humanos transformados en reptiles. Cada diez años reciben hijos adoptivos, a los que enseñan a cazar, sobrevivir y, sobre todo, a dirigir sus vidas con dignidad, valor, humildad, respeto y amor. Este día es muy importante para todos los hombres lagarto, pues nos sumergimos hasta la profundidad de los manglares para recibir consejos sobre cómo compenetrar con nuestras amantes. Hasta ahora solo hemos podido conocer el afecto de hermanos, padres e hijos; pero jamás el de amantes; por eso este día es tan anhelado para nosotros.
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Hablar de las caricias, miradas, besos, abrazos, verbo, oído, atención, pasión, celos, libertad, deseo, impresiones, romance, coerción, acuerdos, defectos, soluciones, cuerpo, comprensión y un sinfín de cosas más que describen a la reproducción, es substancial para la hora en que veremos por primera vez a nuestras almas gemelas. MIQUIZTLI La segunda parada que realicé fue en un centro ceremonial; en él se encontraban muchos enfermos que requerían mi ayuda, así que decidí posponer el viaje para ayudar a quienes me necesitaban. Este día por primera vez me topé con la muerte, pude sentir su presciencia, su andar entre los fríos petates de los que yacían. Ella escuchaba con atención a niños, mujeres y hombres que expresaban sus últimas palabras. Y en aquel cielo tornasol, en el instante en que los puntos destellantes lucían su fulgor, solo quedamos el llanto que escurría de mi cara y yo. Agradecí a los dioses por haberme enviado tanto aprendizaje en un solo día y me propuse partir tal y como muchas buenas personas lo habían hecho de ese místico lugar. Justo cuando me despedía, la fiesta multicolor iniciaba sus preparativos, pues el éxodo debía celebrarse con inmensa alegría; ya que morir no era causa de sufrimiento sino de resurgimiento.
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MAZATL Desde este momento debo esperar en el hogar que construí con tanto ahínco a esa persona que me acompañará el resto de mis atardeceres; espero que le guste lo que creé para ella y que pueda dar valor a las tierras que decidí la acogieran. Los sabios lagartos me contaron que este ritual es para que dos almas que en otra vida no pudieron pertenecerse se rencuentren nuevamente, dando una segunda oportunidad a la felicidad de los amantes. Pero también algo más puede pasar durante este ritual, podemos terminar comprometiéndonos con nuestras almas gemelas, no pasa tan seguido, pero puede que el destino la guíe hasta mí. De cualquier forma, mi espíritu estará alborozado de poder darle la bienvenida a quien toque mi puerta. Tengo instaurado en mi mente cada paso del cortejo con el que le pediré quedarse a mi lado; aunque la última decisión será de ella, estoy seguro que todo se dará de forma correcta para ambos. TOCHTLI He llegado al territorio sagrado, es aquí donde mis pies descalzos deben ser acompañados por la luna y reposar durante los rayos del sol. Esta es la mejor parte, pues debo parar en uno de los hogares recién construidos por manos de hombres lagarto, tocar la puerta y esperar a que abran; aquel que esté al
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otro lado me recibirá con un ritual de cortesía y entonces yo deberé decidir si me quedo a pasar la noche con él o sigo mi camino. Las sacerdotisas de mi aldea me han dicho que tengo dos oportunidades para saber si un amante es el correcto, pero no me han dicho cuáles son exactamente, así que todo dependerá de lo que mis sentimientos, cuerpo y razón me dicten. ATL Desde la lumbrera he podido ver cómo incontables viajeras siguen su camino; algunas ni siquiera voltean a ver mi choza, otras regalan minutos en ver mi construcción, pocas se han quedado afuera decidiendo si tocan la puerta o no, pero ninguna lo ha hecho. Quizás debí hacer algo más, tal vez debí dar más de mí durante el proceso. Puede que las tierras no sean agradables a primera vista, o es solo que mi amante no se puso de acuerdo con la ruleta del destino. Decidí no tomar importancia a mis desasosiegos y actuar con espontaneidad. Coloqué un balde con agua y comida sobre una de las piedras que adornaba mi choza, esperando que quien lo tomara se reconfortara de su largo viaje, si no optaba por quedarse o, al menos, conocer a quien le puso tan humilde detalle, por lo menos lograría alegrarle la noche a alguien. Pero, algo faltaba… así que a medio día decidí ir en búsqueda de una flor de jaguar, pensaba dár-
35 sela a mi amante, aquel a quien me presentaría mi destino. Pero en aquel lugar donde brotaba tan hermosa orquídea era el territorio de descanso de una viajera durante las centellas inestables del día; y aunque me vi zambullido de curiosidad por ver su rostro, me contuve. Pues tal y como me habían aconsejado los sabios lagartos “el cuerpo de tu amante debe ser una sorpresa, no una deliberación”; decidí regresar a mi choza y esperar a la persona que tocará mi puerta.
ITZCUINTLI Después de tanto caminar hallé el hogar adecuado, se encontraba sobre las tierras ideales. Todo era tan parecido a ese sueño que tenía de pequeña y, aunque la choza no era tan majestuosa, me provocaba una aguda sensación de pertenencia. Decidí tocar a la puerta pero no abría; pensé que quizá estaba ocupado ha-
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ciendo algo realmente importante, así que toque aún más fuerte. Entonces el momento más solitario de mi viaje comenzó. Lanzaron por debajo de la puerta una runa con el símbolo de la prosperidad; significaba que el hombre lagarto que había construido esa casa estaba acompañado de una amante que había tocado su puerta antes que yo y, pudiendo hacer tantas cosas que el ritual especificaba, él tomó la decisión de serle fiel a ella. Así que seguí mi extenuante camino. OZOMATL La llaman la flor de jaguar, pero también la flor de un día… debí saberlo. Había sido una increíble noche, así como extraña. Una viajera tocó a mi puerta; era radiante, tanto que me apresó al instante. Realicé todo el ritual de cortejo que había memorizado días atrás, yo creí que la tenía cautivada, tal y como su belleza lo había hecho conmigo; poco después de haber entrado a la humilde choza que preparé para ella, saltó sobre mí. Yo, el hombre lagarto, ya no era más que un pez aturdido por una imponente tormenta que parecía querer despedazarme por completo. Me dio todo de ella, quizás más rápido de lo que esperaba; mi cuerpo quedó embelesado, mis oídos no dejaban de escuchar su dulce voz, así que ella fue quien me avisó que alguien más tocaba mi puerta.
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Las leyes dicen que, cuando algo así pasa, es decisión del hombre elegir. Podía despedir a quien estaba dentro y me había regalado todo de ella y aceptar a una viajera totalmente desconocida para mí u optar por decirle a la nueva viajera que mi hogar era próspero. A decir verdad, quizás fue la decisión más fácil de mi vida. Así que la noche me parecía algo innecesaria, mi viajera ya había respondido con la acción más pura, todo señalaba que despertaría a mi lado, dando fin a este ritual; pero no fue así. Ella se fue sin siquiera despedirse de mí, dejando en claro que yo no era su alma gemela, ni siquiera era el amante que había elegido amar durante esta vida. La primera persona que tocó mi alma, mi cuerpo, mi ser, de una forma tan pasional y caótica, se ha ido. No me queda más que resignarme, respetar su sabia decisión y seguir de pie, como el hombre lagarto que soy. MALINALLI Es extraño cómo un viaje te puede hacer echar raíces, cómo te logra colocar sobre la húmeda tierra y hacerte pensar tantas cosas a la vez. Después de lo sucedido con mi primer intento he quedado con poco ánimo para seguir adelante con esta búsqueda. Pude ver distintas casas a lo largo de la noche, pero ninguna me pareció la correcta; puede que solo sea miedo ensimismado en mi alma por aquel rechazo. No lo sé… de lo único que estoy
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segura es que debo darme otra oportunidad para terminar este ritual. Durante mi caminata nocturna pude ser partícipe de muchos eventos majestuosos, almas que se reconocían con tan solo verse a los ojos; lo único que necesitaba para que fuera totalmente perfecto es que la que se sintiera amada al ser recibida en aquellas casas fuera yo… y no ellas. Este viaje me ha parecido muy cansador, así que meditaré sobre esta cama de hierbas, esperando encontrar una respuesta, por lo menos en mis fantasías más recónditas. ACATL No dejo de pensar en ella, en aquella viajera que fríamente corrí de mi choza, sin siquiera ver su rostro, sin darme tiempo de escuchar su voz. Tal vez estaba cansada o tenía hambre, quizás solo quería un baño tibio o que alguien la hiciera reír. Ella ahora piensa que estoy reunido con mi alma gemela y yo no hago más que pensar que ella será recibida en algún lugar por otro hombre lagarto. Es tan raro cómo puede mi mente acordarse más del sonido de la puerta que del rostro tan bello de la viajera que estaba frente a mí. Pero ya no importa, debo involucrarme más en el ritual, dejar ir estos sentimientos y pensar en el alma que reconfortaré. Nuevamente pasan por mis tierras sin siquiera voltear; pareciera que todas aquellas viajeras saben bien dónde de-
37 ben parar y que mi choza no es parte de su plan. Supongo que con esto se trata de valorar a la viajera que decida quedarse a mi lado y, sobre todo, amarme. Después de mis ambiguos pensamientos, mis oídos mutilados por la soledad revivieron al escuchar una tenue voz. –Hombre lagarto, necesito ayuda… sé que va en contra de las reglas, pero, en verdad necesito que me auxilies. Una serpiente coral me ha mordido y mi cuerpo esta entumecido. Debí pisarla en algún montón de hojarasca. Entonces le respondí: –Yo te voy ayudar, viajera, pero quiero que respondas una pregunta. ¿No has tocado mi puerta porque no has llegado hasta ella? –¡Qué pregunta haces, hombre lagarto! ¿No ves que necesito tu ayuda? No la he tocado porque no he querido hacerlo, y no he querido porque estoy segura que no eres el indicado. La viajera no era mi futura amante, eso me rompió el corazón; aún así decidí ayudarla. Antes de socorrerla le pedí que cerrara los ojos y le coloqué un pedazo de tela arrancada de las prendas que portaba. Ella insistentemente me preguntó “¿por qué no quieres que te vea?, ¿acaso eres un hombre poco apuesto?”; a lo que respondí, “claro que soy apuesto, quizás el más apuesto que encontrarás por estos lares; pero ya que tú no serás mi amante quiero dejar esa sorpresa para tu alma gemela.
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No voy a fastidiar el momento en que lo encuentres y compares con mi agraciada cara…”; reí al terminar esa oración, pues quería que se disipara el miedo a la muerte. La coloqué en mis aposentos y en poco tiempo comencé atestiguar sus sollozos lamentos; las conexiones de la razón parecían estar perturbadas, la dificultad de su verbo comenzó a notarse cada vez más, su cuerpo parecía el tronco de un árbol y su corazón, esa pequeña pieza dentro de ella, estaba tan agitado que ningún poema, canto o dulce palabra parecía reanimarla. Lo único que pude hacer fue abrazarla, pues ya era muy tarde. Y en voz baja le pregunté “Viajera, ¿y si tú eres mi alma gemela?...” Ella alcanzó a responderme, poco antes de acoplar su cuerpo con las ramas del gran ahuehuete: –No llores por mí hombre lagarto, que te he dicho hace un rato… tú no eres el indicado.
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Cuando su cuerpo sucumbía en la perpetuidad, intenté quitarle la venda de los ojos, pero su respuesta fue clara, sus delgados dedos no dejaron que lo hiciera, pues ella quería morir cegada, para que en su próxima vida fuera nada más que su alma gemela quien viera sus enormes ojos ámbar. OCELOTL Acaso estoy perdida, ¿o es que mi alma quiere hacerle creer a mi razón que mis pisadas se encuentran lejos de mis deseos? Algo está pasando, mi apolillado corazón está inquietando mi cuerpo; mis manos escurren de miedo y mi voz se quiebra en la niebla del alba. Estoy de paso, pero… quiero adentrarme en este camino que sé que no debo tomar. Quizás mi verdadero amor esté en este lugar y no en el que tanto he estado escudriñando. –¿Qué estás haciendo aquí, viajera? ¿no crees que te has alejado mucho de tu trayecto? –Nunca había estado tan cerca de un guerrero atigrado. –Y quizás nunca lo estarás. La época del ritual de los hombres tigre es en el siguiente solsticio; creo que tu rumbo es hacia los manglares con los fríos pero fieles hombres lagarto. –No pretendas saber cuál es mi camino. Aunque debo aceptar que tienes toda la razón yo solo estoy descansando de todo y de nada, así que dime, hombre tigre, ¿puedo descansar en tus tierras?
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–Mis tierras son tus tierras, así como de cualquier viajera que se atreva a visitarlas; siempre y cuando seas tú quien cace la cena. –Y dime, hombre lagarto, ¿acaso pretendes cocinar lo que cace? –Yo nunca pretendo, viajera; solo prometo y cumplo. Al terminar de degustar la cena, el hombre tigre me preguntó si me quedaría a dormir o seguiría con mi viaje; estaba tan cansada que le dije que descansaría hasta el amanecer y fue así como él se quedó a mi lado, resguardando cada uno de mis tantos sueños. Antes del primer destello, me desperté con la eufonía del gran ahuehuete; por algo lo llaman el bosque de los silbidos. –Supongo que, como toda buena viajera, conoces el ritual de conquista de los hombres lagarto, así como el de los hombres tigre. Aún así no tengo la certeza que lo nuestro se ha dado porque así lo hemos querido ambos. –En estos casos no se supone, se pregunta. –¿Tú quieres seguir con el ritual de conquista? –Sí… quiero. El hombre atigrado me llevó a una gran caída de agua y, aunque mis ojos estaban abiertos por completo, solo me dejaba guiar por él. Nos bañamos de piel a piel, y enseguida su pintura de guerra se derritió sobre la modesta cascada, mi cuerpo color cacao estaba apenado frente a su ímpetu de cazador. Pero tal y como lo señalan sus costum-
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bres, él esperó a que su presa hiciera el primer movimiento. El ritual se daría por finiquitado cuando él atestiguara lo sucedido al pronunciar mi nombre ante la naturaleza, misma que había sido testigo de nuestras almas entrelazándose. Pero eso nunca sucedió, pues para que eso pasara tenía que habérselo dicho antes. Puedes dejar que atesore cualquiera de las dos cosas más importantes para una viajera (nombre o cuerpo), al confesar tu nombre no solo le das un pedazo de ti sino que le otorgas poder para desposarte; así que, yo solo decidí seguir con mi difuso viaje. CUAUHTLI La hora había llegado, el ritual dio fin con el principio del solsticio y yo, “el guerrero lagarto”, sigo aún sin conocer a mi alma gemela… lunas y soles atrás me la he pasado queriendo encontrar lo que hice mal, queriendo conocer el error que cometí, pero al parecer mi ignorancia nubla mi juicio.
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Solo quedan dos cosas por hacer, esperar con la muda y tajante soledad hasta el siguiente ritual a que una viajera toque mi puerta o salir a encontrar respuestas. En este momento, lo único que podrá curar este dolor que me carcome por dentro es el silbido del gran ahuehuete, así que levanté cada pieza de mi ser, las junté y fui a buscarlo. Como decían los sabios lagartos, el secreto de la experiencia es el mejor consejo para un guerrero. Salí tan de prisa como me fue posible y, aunque las espinas de las rosas que me guiaban por aquella vereda eran afiladas, resistí sin chistar; no hacía más que pensar que eran mi penitencia. Al estar frente al espíritu más preciado de los hombres lagarto y el bosque de los silbidos me hinqué como muestra de respeto. Pero aquel ser que silbaba dentro del tronco más grande que había visto en toda mi existencia enseguida exclamó: –¡Levántate, guerrero! No hay mayor respeto que un hombre te busque para aconsejarle y, mejor aún, que lleve a cabo aquello que le dices. No has cometido ningún error, hombre lagarto, solo que estabas cegado por la belleza cuando tu alma gemela tocó a la puerta. –¿Se refiere a esa hermosa viajera que una noche tocó mi puerta? –Me refiero a ese momento en que la ilusión, la fantasía y la felicidad de algo que aún no existía te deslumbraron. Viste aquella encantadora luna y olvi-
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daste la estrella que sería capaz de caer del cielo para quedarse a tu lado. Pero ese no es ningún error mi querido guerrero, solo es tu naturaleza humana haciéndose notar. –Y ahora, ¿qué es lo que debo hacer? –Debes liberarte de tus miedos, tu ira, tu orgullo, tu monotonía y, sobre todo, de ti mismo. Ningún hombre encadenado debe pretender amar y ninguna mujer que ama debe ser encadenada. Tienes que ir al pico más alto del bosque de los silbidos y ver todo desde una perspectiva más clara y lúcida. Después de escuchar al sabio ahuehuete, caminé sin retorno y, a cada pisada, murmuraba al intenso sol el declive de mi tormento. Cuando pude hallar aquel punto que rozaba con el atardecer comprendí que todo era más claro, no por la distancia entre el manglar y yo, sino por el tiempo que le había otorgado a mi mente y a mi corazón para ponerse de acuerdo. Un fuerte sosiego llenó mis pulmones y enseguida pude percibir un atronador alarido, fue hasta ese momento que me di cuenta de la pena que cargaba mi alma. Es tan extraño cuando uno decide dejar de atormentarse, pues es el momento en que todo parece una excusa para reír a carcajadas. El hombre lagarto por fin dio forma a sus cadenas convirtiéndolas en una coraza brillante, él entendió que cada viajera que pasó por su vida ayudó a forjar su destino, mismo que estará sellado en cada decisión que tome; pues las
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personas que lo han nutrido para bien o para mal durante el proceso de su existencia lo acompañarán por siempre, dentro de su accionar, su personalidad y su complejidad. COZCACUAUHTLI Mi caminata se había vuelto pesada, así que decidí elevarme hasta el pico más alto del bosque de los silbidos y ver desde ese punto todas las chozas que los hombres lagarto habían construido para las viajeras. De principio a fin existía un camino en el que muchas rosas yacían sepultadas, pero no habían fenecido sin antes hacer sufrir con sus finas espinas a quien dejó enrojecido aquel extendido sendero. Al llegar a la cima tuve la mejor vista panorámica; frente a mis ojos se presentó un arcoíris de fuego. Tal y como me lo habían contado las sacerdotisas de mi aldea, un monumental arco neón circunhorizontal de aspecto flamígero, que sin ningún problema opacó a la sublime luna que se asomaba impresionada en el este de la medianoche. Cuando el fenómeno pretendía apagarse por las envidiosas constelaciones me di cuenta que no estaba sola; pero no fue hasta que pude observar de cerca su vestimenta cuando descubrí que era un frío pero fiel hombre lagarto. Estaba completamente extrañada; no era normal que durante el ritual de solsticio un hombre la-
41 garto estuviera lejos de los manglares, o era un rebelde de sus costumbres o solo un hombre confundido por el rechazo. Sus pies estaban completamente lastimados por la naturaleza que había tomado cartas en el asunto después de que dejara un camino de hermosas rosas sepultadas en la enrojecida y húmeda tierra. Como una buena viajera esperé a que el guerrero lagarto me pidiera ayuda, pero su orgullo fue más intenso que el dolor. Me alisté para descansar lo que restaba de la noche y desatracar de ese lugar lo más temprano posible; el hombre lagarto no parecía querer (o, mejor dicho, poder) sosegarse así que lo dejé a solas con sus demonios. OLLIN Justo cuando estaba por curar mis heridas con la triturada hierba de viento y tierra apareció una viajera; en esta época de ritual de solsticio no podía ser más que una anarquista de las costumbres o un alma rechazada; de cualquier modo, decidí no molestarla, creí que ya había pasado por mucho como para insistir con preguntas cínicas que tenían respuestas lógicas. El verla disfrutando del magnánimo arcoíris de fuego me alivió rápidamente las heridas causadas por las fieras rosas rojas; esperé a que conciliara sus sueños para que se sintiera más reconfortada al saber que un guerrero lagarto estaría para cui-
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darla de cualquier dificultad. A las pocas horas de que la viajera se recostara en el pastizal, mis párpados se tornaron pesados dejando mi estado de alerta en somnolencia. De pronto un destello dorado despertó mi mente, al abrir por completo mis ojos la extraña viajera no se encontraba donde la había dejado reposando; mis pies parecían curados, tan cansado estaba que no sentí sus manos recorrer mi piel esparciendo la fresca y triturada hierba sobre mis heridas. Bajé lo más rápido que pude aquel empinado y empedrado camino, pero su silueta se había vuelto invisible en lo que restaba de los pastizales; durante el camino a casa empecé a creer que ella solo existía en mi loca imaginación; de cualquier modo, no había podido ver claramente su rostro, así que mi mente inquieta pronto la olvidaría. Antes de que el ritual diera su fin llegué a casa; como era de esperar ninguna viajera estaba en mi puerta, me resigné a que no todo en la vida sale como lo planeamos, pues el amor sabe el tiempo indicado para llegar, así que en vez de lamentar como las cosas se habían suscitado, me puse feliz al darme cuenta que tenía un hogar adonde regresar. Estaba preparándome para salir a cazar cuando noté un insólito comportamiento en las aves, de pronto macabros rayos en forma de flamas azuladas salieron de la tierra desplazándose por el aire, dando comienzo a la peor sacudida que había sentido en mi corta exis-
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tencia. Mi choza se derrumbó frente a mis ojos y, poco después, todo se inmovilizó. TECPAL Después de recuperar el aliento y ver que el guerrero lagarto estaba dormido, decidí curar sus heridas; un sentimiento me invadió por completo, era como si ya conociera al hombre lagarto. Enseguida recordé haber visto unos ricos frutos antes de llegar a la colina, así que decidí darle una sorpresa al cansado guerrero. Al subir nuevamente la colina noté que el hombre lagarto tenía prisa en irse del lugar sin siquiera agradecer el detalle que tuve con sus heridas; un nudo en mi garganta empezó a incomodarme y de mis ojos pronto salió una lágrima de indignación. Decidí dejarlo ir sin reclamar, pero antes quise ver a qué choza regresaba, así que decidí seguirlo discretamente. En realidad, no me preocupaba el guerrero lagarto, solo no quería regresar desolada hasta mi aldea. Debo decir que estaba completamente lejos de su hogar, podría decirse que casi en la entrada del manglar de los hombres lagarto, eso me hizo sentir más curiosidad. Él frenó en aquella choza, la primera y única a la que decidí tocar la puerta durante este extenso viaje, misma en la que me habían rechazado. Cuando alguien no es para ti, no hay modo de que obliguen las circunstancias, supuse.
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Ahora mi curiosidad insana residía en ver el rostro de la viajera que le había dado prosperidad a su hogar y por la cual yo había vagado durante todo este tiempo. Me escondí detrás de un pochote esperando a que salieran de la mano, mostrando su prosperidad y rompiendo mi corazón en pequeños fragmentos; pero lo único que vi fue a un guerrero solitario entristecido por perder su pequeña choza. Mi cuerpo recibió daños, no por ese apocalíptico terremoto sino por ver el esfuerzo del guerrero desperdigado en aquel lugar. QUIAHUITL El terremoto provocado por la carcajada del gran ahuehuete después de ver la desdicha de dos almas gemelas que no se reconocían aun estando de frente terminó, por fin, dejando a la curiosa viajera y al inocente hombre lagarto sin palabras. La única choza que se desmoronó fue la de los confusos amantes y, sin decirse nada, iniciaron la reconstrucción de la misma. Él estaba tan sorprendido por su desgracia que ni siquiera le tomó importancia a la viajera que amablemente decidió auxiliarlo, pues quizá solo su lástima era la que la mantenía con él y, al terminar la reparación, lo dejaría desairado como todas las demás. Ella estaba tan apenada por acecharlo que prefirió no hacerle plática alguna.
43 Todo el tiempo que se demoró la restauración de la choza el ambiente se tornó insípido, parecía que dos nocivos enemigos se habían juntado para sanar un hábitat destruido y que, al final, ambos sabían que se despedirían para siempre lo más fríamente posible. No obstante, aquellos amantes que trabajaban enérgicamente sin siquiera mirarse, escuchaban claramente las benevolentes notas que salían de instrumentos de cuerda y viento, mismos que se originan desde el imponente bosque de los silbidos. Sonaban a todo fulgor exhibiendo las ceremonias de lazo que se llevarían a cabo tras el atardecer; cientos de guerreros lagarto y viajeras estaban a punto de entrelazar sus vidas frente al viejo y gran ahuehuete, mientras que ellos simplemente le daban la espalda al auténtico amor. Cada día que pasaba, las ceremonias eran más escasas; pero las conmemoraciones en los manglares eran cada vez más épicas; durante el atardecer se juntaban dos almas y, antes del amanecer, toda la comunidad bailaba al son de las flautas de arcilla, tambores y trompetas de conchas marinas; celebrando a los nuevos amantes, a la vida misma y, sobre todo, al caprichoso destino, que nunca parecía estar del todo claro pero siempre de frente a ellos. Mientras tanto, los amantes desconocidos trabajaban de día y festejaban junto a todos de noche, callando su
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desgracia ante los desposados; pese a todo el tiempo que sus almas se acompañaban la una a la otra, no parecía nacer de ellos algún sentimiento de confort. Pues su única meta parecía ser la de terminar la choza para así poder saber su tormentoso final. Es así como lo que es para nosotros acaba en un sendero distinto, es así como lo que era para ti termina siendo de otro, sin siquiera entender cómo, por qué o cuándo concluyó antes de lo pensado. La choza estaba restaurada; al mismo tiempo, todos se alistaban para dirigirse a la última ceremonia, por supuesto irían con sus mejores galas, tal y como la tradición lo imponía en los códices. El solsticio llegaba a su fin, como el ritual de los hombres lagarto; solo faltaba el último lazo, mismo que se llevaba en la colina más alta del bosque de los silbidos. El momento más esperado por aquellos que no habían encontrado durante el ritual de cortesía a su eterno amante se había iniciado; todos los que estaban dispuestos a participar tenían que acudir con máscaras elaboradas con impresionantes mosaicos brillantes de turquesa y obsidiana. Era ahora la luna roja quien tomaría el papel de jueza para aquellas almas que no habían podido reencontrarse. La danza de los amantes comenzó con el ritmo de la música y el compás inerte del anochecer; la lluvia se hizo presente. De las muchas viajeras que se
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encontraban bailando alrededor de la fogata, una resaltaba para los ojos del guerrero lagarto, pues parecía haberlo elegido entre tantos y, enseguida, lo transportó a un mundo distinto, uno donde nada ni nadie estaba a su alrededor. Ella danzó cautivando al guerrero lagarto que por fin sentía conocer entre tantos; después de un tormentoso viaje en el que tuvo que ver muertes, soportar el rechazo, romper corazones y pasar días con un total desconocido, por fin su palpitar le señalaba al indicado, aun teniendo su rostro cubierto por una máscara. Sus pies descalzos se entrelazaban contra la consumida hierba, sus hombros ligeramente descubiertos mostraban al hombre lagarto sus distintivos lunares a manera de impresionantes constelaciones. En el fulgor más preciso de la canción, el hombre lagarto agradeció que los destellos de la luna cayeran sobre el cuerpo olor canela de la viajera, que como una ligera catarata se vertían de ella provocándole un escalofrío que le calaba hasta la más profunda de sus heridas y, aunque las estrellas parecían protagonizar la sombra distorsionada alrededor de su eje, comprendió que ella era su alma gemela. De forma insólita, unas luces violetas se asomaron trayendo consigo el ensordecedor silencio y, antes de que la viajera pudiera arrebatarse la máscara
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y la sonrisa del guerrero se desdibujara de su rostro, el ritual había terminado. XOCHITL Los amantes que habían logrado reunirse tenían que cabalgar hasta el gran ahuehuete antes de que la luna roja se extinguiera del cielo tornasol para consumar el ritual; así que la viajera de piel cacao y el guerrero lagarto, que llevaba puesta una armadura de piel de cocodrilo platinada, se dirigieron a toda velocidad; tal pareciera que estaban siendo perseguidos y que la vida se les escapaba de las manos pues fueron los primeros en llegar hasta un altar adornado por flores de jaguar que también envolvían las raíces del inmenso árbol. Se plantaron frente a frente y, antes de que se quitaran el uno al otro las máscaras de obsidiana, el hombre lagarto colocó alrededor de los lunares de la viajera un collar que sujetaba una piedra preciosa; al desnudar sus rostros, los ojos de ella permanecieron sellados, pues quería abrirlos solo para aquel que la hubiese desposado por completo. Como la tradición lo señalaba, ella debía darle una de las dos cosas más preciadas, en el orden que prefiriera: cuerpo y nombre; así que ella pronunció “ópalo de fuego”. A lo que el guerrero lagarto respondió sellando con un beso en la frente de su ahora amante, cumpliendo así con la ceremonia de lazo en el ritual del solsticio de los hombres lagarto.
45 Cuando Ópalo abrió por fin sus ojos, no encontró a ese frío desconocido con el que había pasado tiempo días atrás, sino que frente a ella estaba aquel guerrero platinado que un día conoció en el pico más alto del bosque de los silbidos, ese de ojos verde olivo con el que nunca pudo cruzar palabra alguna. Se miraron mutuamente, felices por haber sido elegidos para conocer a su alma gemela, siendo este no el último de sus suspiros, pues la rueda de los días gira en torno al sol, en aquella piedra adornada con glifos procreados de la naturaleza más pura, cada uno de ellos con un significado latente dentro de los amantes.
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GLOSARIO Estas palabras están escritas en zapoteco, una de las lenguas madre de la cultura mexicana; representan los días de la piedra del sol, mismas que giran al contrario de las manecillas del reloj. CIPACTLI: Lagarto EHECATL: Viento CALLI: Casa CUETZPALLIN: Lagartija COATL: Serpiente MIQUIZTLI: Muerte MAZATL: Venado TOCHTLI: Conejo ATL: Agua ITZCUINTLI: Perro OZOMATL: Mono MALINALLI: Hierba ACATL: Caña OCELOTL: Tigre CUAUHTLI: Águila COZCACUAUHTLI: Zopilote OLLIN: Movimiento TECPAL: Pedernal QUIAHUITL: Lluvia XOCHITL: Flor
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La mercadera © Leonardo Rossiello ISBN 978-997 4-649-49-1 Arte de portada e ilustraciones de interiores: equipo de abrelabios edición electrónica (Mb 8,48) para divulgación por parte de LSD y abrelabios
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