Literatura, ¿es o se hace? Terry Eagleton, inglés nacido en 1943, es crítico literario y de cultura. Comenzó su carrera como estudioso de la literatura de los siglos XIX y XX, para pasar después a la teoría literaria marxista, en la línea de Williams. Además, se ha interesado por integrar los estudios culturales con la teoría literaria tradicional. A continuación, tendrán la oportunidad de leer una re-escritura1 del capítulo introductorio del libro Una introducción a la teoría literaria editado por primera vez en 1983. Ésta sea quizás su obra más conocida y allí se traza la historia de los estudios literarios contemporáneos desde el romanticismo del siglo XIX al posmodernismo de las últimas décadas.
Introducción: ¿Qué es la literatura? Eagleton, en esta introducción, intenta acercarse a algún tipo de definición de un “algo” tan escurridizo como la noción de literatura. Lo que hace, en realidad, es buscar en la historia: indaga en cuáles han sido las respuestas a la pregunta por la especificidad de la literatura que cada sociedad ha intentado dar a lo largo del tiempo. El planteo central del autor en el texto es que no hay nada natural o intrínseco en los textos que haga que los llamemos literatura, los textos que leemos como literatura no gozan de ningún tipo de esencia que los vuelva tales. A continuación se van a encontrar con cuatro teorías que el autor ha rastreado a lo largo de la historia y que intentan explicar qué sería lo que tienen los textos literarios que los otros no y que permitiría diferenciarlos del resto del universo discursivo. 1) La relación verdad/ficción. 1
Por la complejidad conceptual del texto original, en esta ocasión leerán una adaptación hecha por la docente.
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Seguramente, cuando se nos presenta la incómoda pregunta acerca de la definición de la literatura, una de las primeras ideas que se nos aparece en la mente es la de definirla como “obra de imaginación”, como aquellos textos que son ficción, que los textos que narran “lo real” o “los hechos” concretos son los libros de historia, las noticias, etc. Desde esta perspectiva, la literatura se reservaría para ella la narración de hechos de imaginación y situaciones creadas mientras que otro tipo de textos se hacen cargo de la realidad. Esta teoría plantea concretamente que lo específico de la literatura es su relación particular y ficcional respecto de lo verdadero o lo real. Ahora bien, si pensamos en un solo ejemplo, como el de las Crónicas de Colón (transcriptas por el Padre las Casas), podemos observar que un texto que se escribió hace varios años atrás y que tenía una fuerte vinculación con lo real -en tanto era un documento público que se presentaba ante los reyes para probar y comprobar lo que Colón estaba haciendo-, hoy es leído como literatura. En este sentido, cae de lleno la idea inicial de que lo que vuelve a los textos literarios es su poca relación o su relación particular con lo real, su carácter creador. Podemos encontrar un eco de lo anterior si pensamos, por ejemplo, en los libros religiosos de una comunidad que no es la propia. Mientras un católico lee la Biblia como un libro de “hechos”, un sector importante de oriente la leerá como un libro de imaginación. Para finalizar el apartado podemos preguntarnos, además, lo siguiente: “si se considera que los escritos “creadores” o “de imaginación” son literatura, ¿quiere esto decir que la historia, la filosofía y las ciencias naturales carecen de carácter creador y de imaginación?” 2) El empleo particular de la lengua. Habiendo discutido la primer idea, el autor continúa preguntándose si, en lugar de definir a la literatura con base en su carácter novelístico o imaginario sería más útil definirla en su empleo
Literatura, ¿es o se hace? característico de la lengua. De acuerdo, con esta teoría, la literatura consiste en una forma de escribir en la cual “se violenta organizadamente el lenguaje ordinario” (Jakobson). La literatura transforma e intensifica ese lenguaje ordinario: se aleja de la forma en la que se habla en la vida diaria. Esta teoría proviene de los formalistas rusos (Jakobson, Tynyanov, Shklovsky), críticos literarios que, en su análisis, dejaron de lado el “contenido” de la literatura y se centraron en la “forma”, es decir, en cómo se usaba el lenguaje en los textos. Afirmaban que, como la obra literaria estaba hecha de palabras y no de objetos o sentimientos era un error considerarla como expresión del criterio de un autor. Todo análisis del contexto de surgimiento y de lectura de la obra, quedaban fuera. El problema de esta teoría es qué entendemos por “ordinario” o “normal”. Como sabemos, cualquier lenguaje real y verdadero se compone de gamas muy complejas del discurso, las cuales se diferencian según la clase social, la región, el sexo, etc., lo que vuelve muy difícil establecer un lenguaje normal universal. Con esto se quiere decir que, lo que en Argentina se considera lenguaje normal puede que no sea igual en Rusia, por ejemplo. En definitiva, lo que los formalistas terminaron por definir no fue la “literatura” sino lo “literario”, los usos especiales del lenguaje que pueden encontrarse en textos “literarios”. Y, si analizamos un poco más a fondo, nos damos cuenta de que recursos literarios como la metonimia, la sinécdoque, la lítote, etc. son usadas constantemente en el lenguaje diario. De este modo, “lo literario” puede encontrarse no sólo en la literatura sino también en otro tipo de textos, con lo cual cae la idea de que lo específico de la literatura es su trabajo particular y “raro” con el lenguaje. Si en el metro londinense podemos leer un cartel que dice “Se
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debe llevar en brazos a los perros por la escalera mecánica”, ¿Quiere decir que uno debe llevar un perro abrazado en esa escalera? ¿Corre peligro de que se le impida usar la escalera si no encuentra un perro callejero y lo toma en sus brazos? Con este ejemplo queremos demostrar que, con la intención suficiente, podemos encontrar mensajes “raros” o metáforas en casi cualquier parte. 3) La “autorreferencia”. Esta teoría plantea que la literatura es un discurso “no pragmático”. ¿Qué quiere decir esto? Que mientras los manuales de biología, por ejemplo, tienen un fin práctico evidente (dar información de estudio sobre el tema a los estudiantes), la literatura pareciera no tenerlo y, según esta teoría, se referiría o debería referirse a una situación de carácter general. Esta teoría pone el foco en la manera de hablar de la literatura y no sobre aquello sobre lo cual se habla, por eso se dice que es autorreferente. De cualquier modo, esta manera de definir a la literatura encierra sus problemas. Si decimos que la literatura es un discurso no pragmático y que, por lo tanto, no tendría una función marcada como un texto expositivo o informativo, estaríamos dejando la definición de la literatura a “la forma en que alguien decide leer, no a la naturaleza de lo escrito”. Hay textos que no se escribieron con fines pragmáticos pero eso no garantiza que en realidad vayan a leerse adoptando ese punto de vista. Es verdad que muchas de las obras que estudiamos como literatura en las escuelas y las universidades han sido “construidas” para ser leídas como literatura pero también es verdad que muchas no fueron “construidas” así. Un escrito puede comenzar a vivir como historia o filosofía y, posteriormente, ser clasificados como literatura; o bien puede empezar como literatura y acabar siendo apreciado por su valor
Literatura, ¿es o se hace? como documento arqueológico. Algunos textos nacen literarios, a otros se les impone el carácter literario. Si la gente decide que tal o cual escrito es literatura, parecería que de hecho lo es, independientemente de lo que se haya intentado al concebirlo. En este sentido, puede considerarse a la literatura no tanto como una cualidad o un conjunto de cualidades inherentes que quedan de manifiesto en cierto tipo de obras, sino como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito. No hay absolutamente nada que constituya la “esencia” misma de la literatura. Cualquier texto puede leerse sin “afán pragmático”, asimismo, cualquier texto puede ser leído “poéticamente”. Por ejemplo: si estudio detenidamente el horario y recorrido del transporte urbano en Córdoba no para averiguar qué colectivo tomo para llegar a tal lugar sino para reflexionar sobre la velocidad y la complejidad de la vida moderna, podría decirse que lo estoy leyendo como literatura. Lo cierto es que distinguir entre “lo práctico” y “lo no práctico” nos sitúa en un límite muy difuso. Evidentemente no es lo mismo leer una novela por gusto que leer un cartel en la ruta para obtener información. Pero, ¿qué decir cuando se lee un manual de bilogía para enriquecer la mente? 4) Los juicios de valor. La ideología. Como ya se adelantó anteriormente, parecería que la opinión y los juicios de valor de la gente influyen mucho en lo que históricamente se ha considerado y se considera literatura. Según esta teoría lo que se juzga como literatura debe ingresar en la categoría no de lo “bien escrito” sino en lo que se considera “bien escrito”, aun cuando se considere que en comparación con otros libros sea inferior de una forma generalmente apreciada.
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Ahora bien, si aceptamos que lo que se considera literatura depende del valor que la sociedad le dé a los textos, podemos renunciar a la idea de encontrar una definición de literatura para toda la eternidad ¿Por qué? Porque si lo que las personas piensan de las cosas (juicios de valor) varían en el tiempo-espacio, también será variable la definición de literatura. De este modo, cualquier cosa puede ser o dejar de ser literatura. Valor es un término transitorio, significa lo que algunas personas aprecian en momentos específicos, basándose en determinados criterios y a la luz de distintos fines. Estos juicios de valor, contrario a lo que podemos estar pensando, no se refieren exclusivamente al gusto personal sino también a lo que dan por hecho ciertos grupos sociales y mediante lo cual tienen poder sobre otros y lo conservan. Con esto se quiere decir que no por el capricho de una sola persona se va considerar o dejar de considerar a un texto como literario. Que, si bien la literatura no puede definirse objetivamente (como se define una célula) tampoco podemos decir que sólo es lo que la gente caprichosamente decide llamar literatura. Las sociedades reescriben las obras que leen, vuelven a darles sentidos (nuevos), las re-significan, las leen con otros ojos. Esto quizás explique por qué seguimos leyendo Shakespeare o los clásicos griegos: las personas lograr establecer una conexión entre esas obras y sus necesidades, percepciones y sistema de valores.