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Yo soy acólito

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Editorial

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Sección Yo soy Acólito

Por: Sem. Jesús Valenzuela Ojeda III de Filosofía

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Hola AMIGO acólito: ¡Felices pascuas de resurrección! ¿cómo pasaste estas vacaciones he? Yo muy bien gracias a Dios. Después de pasar esta semana santa con los demás seminaristas, y después convivir en casa con mi familia y amigos, regreso con las pilas llenas, con mucho amor y entusiasmo, ¡con querer seguir buscando a Dios que ha vuelto a la vida! Para este mes tocaremos este punto, que es tan fundamental para nosotros los que servimos a Jesús de cerca: la pascua de Cristo y su significado para nuestra vida. Jesús murió por nosotros hace casi mil años, para después vencer a la muerte y rescatarnos del pecado, con la mano fuerte y poderosa de su padre —¿recuerdas estas palabras en alguna de las misas de la semana santa?—. Y esto te lo digo para poder llegar a lo siguiente: ¡El Padre, el Espíritu Santo y Cristo hicieron esto posible porque te aman a ti amigo! Tal vez puede sonar algo monótono y trillado (es decir, que lo escuchas muchas veces y ya hasta te extraña escucharlo tanto), pero es que eso es lo importante, lo que en verdad vale, lo que debe de dar sentido lo que hacemos; sin la pascua, no serviría de nada creer en Jesús, ni hacer oración, ni el catecismo, las misas, los sacerdotes, el matrimonio de tus papás, las primeras comuniones: ¡NADA DE ESO! La vida no sería la misma, todo sería distinto, tal vez y no existieramos, quien sabe… (perdón, no era mi intención preocuparte jeje) Por eso AMIGO acólito, debemos siempre vivir estos días, a lo largo de nuestras vidas, con mucho entusiasmo, como cuando nos preparamos para un examen, o para ir a una fiesta muy muy formal con la familia, tal vez una boda en donde nos vestimos de gala; para eso es la cuaresma, por10

que la pascua requiere que nos preparemos. Y no te preocupes, la Iglesia nos regala no solo un día, sino 50, todos ellos para alegrarnos con Jesus, darle gracias por salvarnos y también para sentirnos así, abrazados y llevados a la presencia del Padre.

Te invito a que tú y yo, como reto para este mes, nos comprometamos a ver nuestro día y pensar: ¿qué cosas me ha regalado Dios hoy? ¿Cómo me salvó este día? ¿Quiénes me ayudan a sentir esto? No lo dejes pasar, porque se nos puede ir la vida sin sabernos salvados por alguien, por Aquel que la misma vida existe. Nos vemos el próximo mes con un nuevo capítulo de este camino, ¡No te lo pierdas!

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