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El silencio de las drogas

&\LIBRERIA ~PAIDOS LAS HERAS 3741

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El silencio de las drogas Luis DarĂ­a Salamone

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Indice

lílílíll~~~m~ © Grama ediciones, 2014. Av. Maipú 3511, 1º A ( 1636) Olivos. Pcia. de Buenos Aires. Tel.: 5293-2275 • grama@gramaediciones.com.ar http://www.gramaediciones.com.ar

Prólogo L'etourdit de la droga ............................................................................ por Eric Laurent

Presentación ...................................................................................................

13

19

© Luis Darío Salamone, 201 4.

rvli~uA o~+,~~

Romper el silencio

Salamone, Luis Darío

l I silencio de las drogas ............................................................................

23

El silencio de las drogas / Luis Darío Salamone. - 1a ed . 2a reimp. - Olivos : Grama Ediciones, 2015.

Una defensa frente a lo real ...................................................................

35

Una clínica de los desarreglos del goce .......................................

43

El cuerpo intoxicado ......................................................................................

51

La droga: 6síntoma o estrago? .............................................................

59

Del amor y otras adicciones ....................................................................

71

Los rituales del consumo ..........................................................................

79

L.os muchachos de antes no usaban éxtasis ............................

83

256 p. ; 23 x 1 45 cm. ISBN 978-987-1982-22-6 1. Psicoanálisis. l. Título. CDD 150.195

Diseño de tapa: Andrea Di Clone - Un día perfecto Ilustraciones de tapa, contratapa, solapa y viñeta final: Jorge Cuello Tapa: "Ahora sabemos de qué te reías"

Escribir intoxicado

Contratapa: "Las drogas no hacen mal, me lo dijo la mariposa gigante"

Theóphile Gautier en El club del hachís ...................................... ..

99

Thomas de Ouincey: comedor de opio ..........................................

105

Hecho el depósito que determina la ley 11.723 Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por medios gráficos, fotostáticos: electrónico o cualquier otro sin permiso del editor. Impreso en Argentina

en colaboración con Bernarda Antoniassi Charles Baudelaire: el dandy al que le gustaban los monstruos ......................................................................................................

117

l· I borracho que no podía olvidar .........................................................

123

1 os diarios de desintoxicación ..............................................................

127


6 1 Luis Darío Salamone

Las drogas en el cine La heroína en el cine....................................................................................

137

Réquiem para un pájaro herido............................................................

149

Un lobo en la modernidad tardía.........................................................

153

Jazz, tango y rock and rol/ Simplemente Miles Davis ..........................................................................

161

El gordo golpeado por la bohemia del arrabal .........................

173

"El silencio no es tiempo perdido".

Escándalos, drogas y rock and ro/1.....................................................

183

Gustavo Cerati

El principio de Nirvana. Y el final. ........................................................

187

Casuística Y mañana serán hombres.........................................................................

201

Confundid a............................................................................................................

209

La muerte como entrada y como salida........................................

219

El tiempo en suspenso................................................................................

227

Un golpe de lo real.........................................................................................

235

El espía que surgió del frío.......................................................................

239

Bibliografía permanente.............................................................................

242

f'Jroccdencia de los textos........................................................................

243


Un ag radecimiento enorme a: Judith Miller, por estar cuanpo la necesito, 1 1ic Lau rent, entre tantas otras cosas, por su lectura y prólogo, .l. 1c ques-Alain Miller, por su orientación, 1 111 csto Sinatra, Mauricio Tarrab, Fabián Naparstek, Mabel Levato, l)arío Galante y a cada uno de los integrantes del TyA, por lo que construimos entre todos, Jorge Cuello, por su genial obra y las noches de caravana, [3crnarda Antoniassi, por las tardes que compartimos con De Ouincey, 131anca Sánchez, como siempre leyó los trabajos, los mejoró y estableció algunos de los textos, /\ndrea Di Cione, por el diseño de tapa que saldría aún mejor sin 111is opiniones, Alejandra Glaze, que siempre aguanta mis ocurrencias y le da cur',O,

Y n mi familia, que me alienta y acompaña siempre.


Para Chicha, Adolfo e InĂŠs que llegaron de la mano. Y para Pocho, primer morador de la cĂşpula.


l 'ctourdit 1 de la droga por Eric Laurent

e habla de la droga. Se habla en todas partes. Se habla de ella indistintamente. Estamos en el fin de una época, la de la "guerra contra las drogas" lanzada por el presidente Reagan 1:\ 14 de octubre de 1982 cuando, entre los diversos ingredientes cit' la revolución conservadora, decretaba que las drogas ilícitas , ,, an una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Sin 1•inbargo, la expresión misma de "guerra contra las drogas" había •, ido lanzada por Richard Nixon en 1971. n el artículo "El objeto droga" 2 yo remarcaba el momento de li(1½cula en el que nos encontraríamos con un nuevo modo de in,_ll 1sión del objeto de la droga en la civilización. Estamos ahora en lo1 ;1plicación de las primeras decisiones efectivas de legalización , \, ·1uso del cannabis en todo el continente americano. En Estados 1J111dos, en 2012 y 2013, los electores de Colorado y del estado el" Washington decidieron ser los primeros en legalizar la venta y l,1 posesión de pequeñas cantidades de marihuana para uso re< 1<'alivo y regular su distribución en base al modelo del alcohol.

S r

1 "I I alolondradicho o Las vueltas dichas de la droga". [N. de la T.] Tradujimos como "1 i! 11ln11dradi cho" el neologismo l'étourdit, que Eric Laurent utiliza evocando el título il1•I lnxto de Lacan "L'etourdif' (traducido como "El atolondradicho"), en donde al 1u 1l'(j , 11 una t final, el término equivoca "el aturdido" (/'étourd,) con "las vueltas di-

' 11 ,1•," (les tours dits). 1 , 1111 1)11l. E, "El objeto droga en la civilización", Pharmakon 12, Grama ediciones,

[l,;_ /\s., 20 12.


14 1 Luis Darío Salamone

El si lencio de las drogas l 15

El presidente de Estados Unidos se expresó públicamente sobre la cuestión comparando el alcohol y la marihuana, colocándolos en un mismo grado de peligrosidad. En estos dos estados, Colorado y Wash ington, hacía más de un año que la compra para uso recreativo era legal, pero para comprarla era necesario tener una prescripción médica. Ya no es el caso para Colorado desde enero 3 de 2014. "Por primera vez en Estados Unidos e incluso en el mundo -en los Países Bajos tan solo con la despenalización-, la marihuana es de venta lib re y accesible a cualquier persona mayor de 21 años, sin necesidad de prescripción médica". 4 En un país de América latina, el 22 de diciembre de 201 3 se promulgó una ley de legalización, y el gobierno, dentro de los 120 días, va a redactar los decretos de aplicación que regirán el cultivo, la distribución y la venta del cannabis con fines recreativos o médicos, como en Colorado. Esta experiencia de producción y de venta de cannabis bajo la autoridad directa del Estado no tiene precedentes en el mundo. La fundación George Soros apoya esta iniciativa. Comienzan entonces los verdaderos problemas. Legalizar es solo un aspecto de las cosas. La adicción permanece. Existe una dialéctica entre lo que es posible decir sobre y con la droga, y lo que permanece imposible. La droga desinhibe, empuja a decir y a escribir, pero la experiencia de la droga guarda en su corazón un silencio. El libro de Luis Daría Salamone explora esta dialéctica de múltiples formas. Explora los silencios en su variedad. Distingue la ruptura con la cadena significante y la ruptura con la dimensión de los sentidos, de aquella con la palabra que comienza a contornear el vacío. Bajo su influencia, el sujeto intoxicado puede hablar horas y, sin embargo, no decir nada. Se produce una "confusión", como lo dice uno de los sujetos en la parte de la casuística que comprende el libro. O bien se libera una escritura sin fin, pero en la que nada se escribe. Pero también, la mejor literatura pudo escribirse bajo la influencia directa de diversas sustancias. Luis Daría Salamone da ejemplos de los aspectos

3 Healy, S., "Buyers rush to Colorado as marijuana sales begin", lnternational New York Times, 2 de enero de 201 4. 4 Lesnes, C., reportaje "Le Colorado ouvre la voie monde, viernes 3 de enero de 201 4.

a la légalisation du cannabis", Le

¡i1()ch1ctivos de la experiencia del vértigo subjetivo en el que el •.11¡i ·lo libera su escritura perdiendo el sentido de los límites de la 111 ,, neostasis. 1a experiencia de la adicción es también una experiencia de la < il1 a, de una contabilidad que se ha vuelto loca. Una repetición de lo mismo, una percepción de la eternidad, un círculo del infierno, 1111 infinito, una muerte subjetiva, el ojo del ciclón. Salamone cita a Miles Davis: "El silencio es el más fuerte de los ruidos". Me gusta Charles Parker cuando dice que la droga opera una consolidación ele• todos los problemas que pueden tenerse en la vida así como li.1y una consolidación financiera de deudas múltiples. No hay más <¡lJC' un solo problema en la vida: la droga. Toda singularidad se il1•,uclve o se dispersa. El testimonio de Keith Richards, y de otros 11111•,icos, lo confirman: se trata de producir la muerte subjetiva, la ,lll';cncia de sí. Esta experiencia de una soledad fundamental en el silencio JC•úne y convoca por su especificidad todo un discurso para dar cuenta de ella. Leemos en este libro el trabajo de toda la comunidad del TyA, que es una comunidad que sostiene las elecciones terminológicas, una comunidad de trabajo conducida por Mauricio larrab, Ernesto Sinatra, Luis Daría Salamone, Fabián Napastek, y otros psicoanalistas, quienes consienten en llevar la bandera del c•sfuerzo para ser partenaires de los sujetos que eligieron "la reali1ación de su objeto". Sin embargo, la droga no es un objeto a, ya que es un goce que se impone al sujeto. Es presencia absoluta. Podrá leerse en los diferentes casos publicados cómo el anal1'>ta se desliza en lo que es imposible de tratar, soportando este lugar de lo imposible. Oué lugar para la transferencia en el caso c•n el que la mujer declara ser dependiente de la droga para no tener que ser dependiente de su pareja, aunque esté pegada a él con todo su ser y lo llame cada cinco minutos para asegurarse que c~stá bien, repitiendo: "Estoy pegada a la droga para no depender e.le Diego". [s por eso que la buena política de la transferencia en esos ca',<>', es de no preocuparse demasiado por la cuestión. Saber estar , 1111 para el sujeto, opera de manera suficiente para que se termine, para que se tranquilice, en la medida de lo posible, de una relación infernal y pasional.


El silencio de las drogas \ 17

16 \ Luis Darío Salamone

Este libro es testimonio del esfuerzo del analista para seguir siendo el partenaire de un sujeto que conoció la muerte subjetiva en esa relación con ese superyó extraño que es la droga. Freud evocaba el Hirsch Hyacinthe de Heine, abatido, tirado en los andenes de las sucesivas estaciones donde el guarda del tren lo tiraba, ya que no tenía pasaje. Este pobre Hirsch se obstinaba en ir a Karlsbad y, al cruzarse con un amigo le declara: "Voy a tomar baños ... si mi salud me lo permite". Hay algo de esto en la posición del analista en algunos de estos casos que presenta Salamone. El los ve de todos los colores y, como su salud se lo permite, puede acompañar a los sujetos hacia una pacificación de la cual seguimos los efectos terapéuticos. El tema del diagnóstico, en el que se debaten aquellos que se confían a él, no interesa mucho a Salamone. Una hipótesis histérica bastante extensiva le alcanza para los sujetos femeninos, y para los hombres le conviene una concepción bastante amplia de la neurosis obsesiva, salvo para un delirante atractivo, "el espía que venía del frío". Una neurosis fundamental forma la trama de fondo de sus reflexiones, combinada con una concepción bastante extraordinaria de la psicosis. Salamone se dirige más bien a los hermanos humanos a quienes les hace acceder a otra forma de vida. Nos hace compartir su fraternidad con estos exiliados de la vida que atraviesan su libro. Allí adjunta una selección de escritores que nos recuerdan que la escritura es una droga con la cual es tan difícil vivir como con el amor: Edgar Allan Poe, Théophile Gautier, Thomas De Ouincey, Charles Baudelaire, Bukowsky. Interroga sin nostalgia, sin romanticismo, lo que queda hoy de la fascinación que hubo por el saludo a la droga en otras épocas. lOué es, pues, lo que forma la trama del cinismo de hoy en torno a las drogas? Lejos de la objetivación del "drogado", subjetiva su relación al caso. Está en otro lugar. Está en la fraternidad con el unheimlich de las formas de vida que evoca. De los filósofos que le gustan, recuerda la formulación: "De la existencia asumida como il perpetuo, interrogarse por el sentido ausente". Agrega este modo de interrogación a las experiencias de desaparición subjetiva que explora. Todas remiten a un imposible de soportar, a un real. En ese sentido, la droga es una "defensa contra lo real" ya perturbada. Ella

1, ·¡,!11 • ul

punto de trauma hasta la eventual muerte corporal de la

, il 111 ·dosis. Salamone sabe reflejar esta posición del sujeto "entre

,¡,_,.,

rnuertes". Nos hace entenderlo en su estudio sobre el cuento

dt 1 dgar Allan Poe sobre "el silencio". 1

1 lace <

aparecer la defensa contra lo real, suficientemente

lt ",<'Spe rada para "darse muerte", más que para soportar la muer-

lt' •,ubjetiva. Toma la posición del cuerpo loco que no se encuentra y: 1 ligado al Otro. 1ncluye el sexo como una droga para aquellos •,1qutos que no lo encuentran más que en la dimensión del exceso, <> t•n la de la abstinencia total. Describe las drogas químicas que lt'll1f)lazan ahora a las antiguas drogas, el éxtasis, por ejemplo, así 1 <11110 los usos "off /abe!" de los psicoestimulantes como el Ritalin. Ut ",< ribe la experiencia contemporánea de la droga después de l1iilH r pasado por los grandes escritores que la probaron. Consi11, ·1: t que los "diarios de desintoxicación" son ·un género literario: l r,lllGOise Sagan, Jean Cocteau, Yann Andrea, Vicente Verdú, en l, 1 busqueda de la escritura que suturaría la falta. Mu estra su sensibilidad a las formas de vida de sujetos que tierw11 una relación con el exceso y el infinito, que no se sostienen fá< ilincnte en los bornes del fantasma. Nos perdemos allí con ellos, lo•, acompañamos en su lucha por la supervivencia, emergemos < 0 11 Luis Daría Salamone, un poco étourdits. 1


1

)resentación

ste es el segundo libro que reúne algunos de los trabajos escritos a partir de lo que se produce en lo que es hoy el Departamento de Toxicomanías y Alcoholismo del Instituto del Clínico de Buenos Aires (TyA) que se conformó en Buenos Aires c)n 1992, paralelamente a la Escuela de la Orientación Lacaniana. Mauricio Tarrab, Ernesto Sinatra y Daniel Silliti fueron sus prime1os directores. Jacques-Alain Miller, Eric Laurent y Judith Miller 110s acompañaron a lo largo de estos años con su asesoramiento. Muchos analistas trabajamos en esta comunidad desde entonces; con ellos hemos compartido las clases de los seminarios, ¡ornadas, congresos, conversaciones y otros tipos de actividades donde dábamos cuenta de nuestro trabajo. A lo largo del tiempo liemos ido elaborando una casuística muy rica que muestra la in< idencia del psicoanálisis en sujetos que tenían su vida bastante com plicada. Esto es un pequeño testimonio del trabajo realizado l'n una colaboración constante. Hoy el TyA es una red internacio1ial que hace su contribución brindando una perspectiva diferente ele cómo se puede incidir en la vida de alguien apostando, en lugar etc a domesticar su goce, a que el sujeto elucide cómo se encuenl In enredado por el mismo de una forma mortífera. En la primera parte se trabajan interrogantes desde teoría psi rnanalítica. En la última algo de esa casuística a la que me h<' wr e' 1ido. En el medio, entre otras cuestiones, se toman semblan1;1•, cl11 ciertos personajes ilustres a la luz de su relación con sust,111< 1; 1•,

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tóxicas y cómo se ha visto la problemática a partir del cine. Lejos de un psicoanálisis aplicado, tratamos de ver qué pueden enseñarnos sobre el uso que un sujeto hace de sustancias tóxicas. Mi agradecimiento a todos los que alguna vez pasaron por el TyA y a quienes puedan sentirse interesados por el material que se encuentra en este libro, y deseen acercarse para conformar una comunidad de trabajo comprometida con uno de los temas clave de nuestra época. Cuando mi trabajo en el tema estaba por comenzar Mauricio Tarrab me hizo entender que se trataba de una decisión; en las páginas que siguen encontrarán algunas de la consecuencias de dicha apuesta.

Luis Darío Salamone

Romper el silencio


1silencio de las drogas

"El silencio es el ruido más fuerte". Miles Davis

l tema del silencio resulta apropiado para nombrar ciertas cuestiones que se juegan en relación a la problemática con las drogas. La etimología del término adicción da la pauta ele que la dificultad que el sujeto puede tener con la dimensión e le la palabra es una cuestión que está establecida más allá del

E

p•,icoanálisis.

1. El silencio de la represión y la supresión tóxica La problemática con las drogas es un tema de suma actualidad. Sin embargo, por más que sea un asunto del cual se habla y mucho-, que se trate de algo que aparece todo el tiempo en los medios de comunicación, hay que decir que cierto manto de •,il encio recubre la cuestión del consumo de sustancias tóxicas. 'je pueden pensar en muchas razones para este fenómeno: en , •I dinero que mueve el narcotráfico, en cuestiones de poder, en .i·,untos que se piensan, o tendrían que pensarse más bien a nivel ele la política. La literatura "narco" que ha florecido, por ejemplo en México, no es mera ficción. Hay algo que resulta estructural y que hay que interrogar: se Ir ata de la relación que el sujeto puede mantener con una sustancia tóxica. Hay algo del silencio que se juega a ese nivel y resulta , ",lructural porque el sujeto puede, a partir de una droga, acallar < icrla problemática de una manera tan contundente, tan radical,


24 / Luis Darío Salamone El silen cio de las drogas 1 25

que hace que, por mucho tiempo, incluso en el psicoanálisis mismo, no se haya hablado demasiado de estas cuestiones. Para que el sujeto no hable no necesita de drogas. Por un lado, está eso que acalla la represión, el mecanismo que está en la base de cualquier neurosis. En el caso Schreber, si bien se trata de un caso de psicosis, Freud plantea que el proceso de la represión se cumple mudo y lleva a cierto mutismo. Theodor Reik, en uno de los mejores textos que se han escrito sobre el tema, titulado "En el principio es el silencio" (1926), sitúa que el paciente entra en la situación analítica rompiendo el silencio; hasta entonces ha callado sobre sus experiencias, emociones, por más que haya hablado mucho de sí mismo, no ha mostrado ese costado que aflora en un análisis. Como dice Nietzsche, hablar mucho de sí mismo también puede ser una manera de esconderse. Reik se refiere a un paraje llamado "zona de silencio" que se encuentra cercano a la isla de Vancouver, en el Océano Pacífico. En esa zona, muchos navíos se estrellaron sobre .las rocas y reposan en el fondo del mar; es una zona callada, ninguna sirena es capaz de advertir a los capitanes del peligro. El sonido del exterior no llega al navío. Reik compara esto con el material reprimido. Cuando el sujeto llega a un análisis y comienza a hablar, esos primeros rumores, apenas perceptibles, tienen su eco en esa zona de silencio. Al principio, el sujeto puede hablar con dificultad, se enfrenta a una situación extraña, comienzan a aflorar cuestiones que no quiere o le resultan difíciles de decir, es un momento de incomodidad que no tardará en mostrar su costado de imposibilidad. Con el consumo de drogas se busca también dejar de lado alg unas cosas, pero no solo se apela a la represión para llevar adelante esta situación, pues hay sustancias tóxicas que son muy eficaces para borrar aquello que resulta intolerable, al menos en un principio; podría decirse que los recursos tóxicos sirven de auxilio. Como lo plantea Freud en "El chiste y su relación con lo inconsciente", dichas sustancias sirven para aligerar la instancia crítica que impide el placer del disparate. El alcohol, por ejemplo, permite una alteración en el talante, y por eso no todos pueden prescindir de ese veneno. Ese talante alegre que es generado por vía endógena o tóxica, rebaja la inhibición, la crítica, y permite el resurgimiento de un placer sofocado.

l<es ulta interesante que alguien pueda embriagarse para , Ir '.i nhibirse, para aligerar el superyó; sin embargo, éste no tarda DI I lomar el comando de este recurso y es el que empuja al sujeto <1<)/ar. 1 os contenidos molestos, esas cuestiones que la represión no 11·11nina de desalojar, encuentran en las drogas un poderoso auxi11 , 11 para hacerlo. Esta es una forma de silencio que puede resultar 11111•, eficaz que la obtenida por la represión sin el tóxico como 111xiliar. J)e ro todo eso no es sin consecuencias: no hay represión sin 1, •!orno de lo reprimido, no hay cancelación, por más tóxica que ,1•a, sin que eso vuelva de alguna manera. En oportunidades, ese 11•lorno puede ser silencioso, en otras no tanto. Hay que decir que l. 1•, pu Is iones de muerte también son silenciosas en su accionar, 11, 1sta que su murmullo pueda tornarse estridente. Aun cuando el sujeto logre una supresión tóxica, aquello re< liazado retorna y, como suele ocurrir, no se sabe de qué manera. Este planteo se sostiene en la suposición de que una sustancia lnxica aparece como un auxiliar en un sujeto con una estructura 11< 'urótica, poniéndose al servicio de ese mutismo que es caracte11 •., lico del proceso de represión.

2. El silencio de las pulsiones y el del yo Lacan se va a detener en la diferencia que existe entre dos tér111inos: taceo y si/eo. Taceo remite a ese silencio que es una canse< t1 encia directa de la palabra no dicha, un silencio tácito que tiene q11e ver con el hecho de quedarse callado, guardar silencio; si/eo, 1•11 cambio, se vincula a ese silencio que resulta estructural de l.1~, pulsiones. Hay una diferencia entre lo silenciado, aquello que < ll'liberadamente queda en las sombras, y lo silencioso, eso mudo, 1111posible de poner en palabras y que Lacan identifica con lo real. De este modo, existe la posibilidad de pensar un silencio que l", de otra naturaleza. En Freud hay muchas referencias que re111rlen a esta otra forma de silencio ligado a la pulsión de muerte. 1>or ejemplo, en el texto "El motivo de la elección del cofre" (1913) < uando encuentra un parentesco entre la mudez del sueño y una


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figuración de la muerte; o cuando plantea en la "Presentación autobiográfica" (1924) que la pulsión de muerte, o de destrucción, trabaja sin rui do. Se va abriendo otro campo en el que la represión apunta al silencio, pero también hay un goce callado que no pasa al campo de la palabra, que guarda relación con la pulsión de muerte; en muchas ocasiones, un sujeto se adentra en este terreno gracias a las drogas. Tal como ha sido ubicado en un principio, el término que se había popularizado hace unos años era precisamente el de adicción, sin dicción, que, desde esta perspectiva, resulta bastante apropiado. Si se ha optado por el término toxicomanías fue porque el significante adicciones estaba muy desgastado, los tratamientos de las adicciones partían de identificar al adicto con ese término y procuraban refo rzar dicha identificación para lograr un control yoico. Este tipo de tratamiento se implementó primero con los alcohólicos para luego ge neralizarse en todos los casos de adicciones, y luego en otros tipos de problemáticas. La eficacia que este tipo de tratamiento puede llegar a tener no se puede poner en duda, pero se trata de pensar de qué orden es dicha eficacia. El psicoanálisis de orien tación lacaniana propone otra cosa pues sabe que la apuesta por el yo, a la corta o a la larga, resulta nociva. A pesar de la idea freudiana del yo, según la cual puede parecer por momentos una instancia muy fuerte, es sabido que el yo es sumamente endeble. No puede tornarse en un aliado del analista ni ser la única fuente de conocimiento. Con respecto al goce, este no se deja manipular, ni tan fácilmente ni por mucho tiempo. Alim entar el yo puede resultar problemático. Para Lacan "el yo está estructurado exactamente como un síntoma"; 1 afirma que es el síntoma privilegiado en el interior del sujeto, el síntoma humano por excelencia, su enfermedad mental. Por supuesto, no resulta extraño que una persona realice una apuesta de ese orden, lo llamativo es que se haya olvidado dentro del psicoanálisis -por no haber leído correctamente "El yo y el ello", donde Freud ubica

1 Lacan, J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Barcelona, 1986, p. 31.

yo se forma a partir de identificaciones-, que en su base lt, 1.1111, 'je juega es algo del orden de la alienación. Además, Freud ¡:1, •,1 •11la la difícil relación del yo con el superyó. Plantea que "es el 1111111111nento recordatorio de la endeblez y la dependencia en que ti yn •,e encontró en el pasado, y mantiene su imperio aun sobre , 1 yo rnaduro". 2 El yo está sometido al imperativo categórico del

q111- , .\

IIIH'IYÓ,

1 11 muchos abordajes que se hacen de adictos se busca re11111ducir estas coordenadas deliberadamente; para muchos psi' , ilouos las toxicomanías muestran el paradigma de lo que sería 1111 yo débil, un yo que no resiste la tentación de volver a consumir r q1 H' sería necesario reforzar. Procuran que el sujeto tenga un yo 1111 •lle, y para esto se le pide al sujeto que pase una temporada 11 i\, •1nado con un superyó exterior que lo machaca con lo que tie1 u• que hacer o dejar de hacer, hasta que el yo se vea fortalecido , ll111damentalmente, aprenda. Se llega a postular a la terapia de 11•I11erzo yoico como una suerte de prótesis psíquica. 1>ara decirlo de una manera clara, la mejor representación que ,, • puede tener acerca de cómo pensaban algunos analistas posl 11 •11dianos al superyó, es el personaje de Pinocho llamando Pepe l ,1 dio, en la versión cinematográfica de Disney, que era la concien'~1, 1 ele Pinocho, el responsable de guiarlo por el buen camino, de 11.1< c~r que vaya a la escuela para aprender. Algunos analistas se 11il11 quedado con la impresión de que el superyó le dice al sujeto 1, 1que tiene que hacer y de esa forma encuentra la ley. Pero esa 11 ,y Iicne su contracara. 1 acan ha planteado muy pertinentemente que el superyó es 111 \1 ·y y su destrucción. Para Freud el superyó tiene una afinidad i: 1111 el ello, y por lo tanto, con la pulsión de muerte; en palabras de \ 1,•11d: es el "cultivo puro de la pulsión de muerte". Por eso resulta 1, 11 peo que sea cruel con el yo, y por esto mismo, los tratamientos , 1111 • se basan en estas premisas pueden resultar crueles. Freud l 1, 1< P un listado de cuestiones asociadas al superyó, como la reac' 11111 lerapéutica negativa, el sentimiento de culpa, la necesidad ti,• castigo (asociada al mismo), que encuentra su mayor grado de

1 /111t/., p. 31


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manifestación en la melancolía, pudiendo llegar hasta el suicidio. Se puede agregar a esta lista el consumo de drogas, lo que el trabajo analítico ha demostrado. El yo es presentado por Freud como una pobre cosa sometida a tres servidumbres: el mundo exterior, el ello y el superyó. El yo es adulador, oportunista y mentiroso, pero está sometido a los vasallajes del superyó y no tarda en convertirse en un almácigo de angustia, de esa angustia de muerte que se juega entre el superyó y el yo. Resul ta increíble cómo los psicoanalistas desconocieron estos postulados freudianos; en el texto de Freud pueden encontrar aun más cuestiones a partir de las cuales se puede demostrar por qué pretender reorganizar esta relación entre el yo y el superyó es una tare a inútil, incluso arriesgada. Lacan advierte cómo sin quererlo, o incluso queriendo hacer el bien, se puede conducir a alguien hacia lo peor. Tamb ién indicaba que el superyó empuja al goce, y el goce es el camino que conduce a la pulsión de muerte, hacia un silencio definitivo. Pero antes de llegar a él, hay una forma de silencio que tiene que ver con el yo que "se hace el distraído" frente al accionar del superyó. No resulta extraño ya que, como Lacan se encargó de dejar en claro en el principio de su enseñanza, resulta evidente que el yo tiene una función de desconocimiento y, cuando se apunta a él, aunque pretenda que lo hemos vencido, no tardará en reabsorber esa enseñanza para seguir mintiéndonos, porque el desconocimiento es su función fundamental. Una demostración clásica es la que se observa en sujetos que son alcohólicos, jugadores, o que tienen cualqu ier adicción de forma evidente y notable, tanto para ellos como para el resto de las personas; pero cuando son confrontados a que padecen esta problemática, simplemente la niegan, no se dan por enterados y se dirigen alegremente al casino o a servirse una copa de vino; se puede plantear que son mentirosos, pero sucede que, como se puede observar, la función por excelencia del yo es el desconocimiento, es decir que es un embustero. Tal como la fábul a del sapo y el escorpión, que es una historia africana, aunque se atribuye a Esopo. Ella cuenta que un sapo estaba en la orilla de un lago descansando en una roca mirando el cielo; un escorpión lo observaba atrás de unos arbu stos, se acercó al sapo y le dijo: "¿Me ayudas a cruzar al otro lado del lago? Yo me

El silencio de las drogas l 29

uho arriba tuyo y me llevas". El sapo se negó pues podía picarlo y iil' ese modo moriría. El escorpión intentó convencer al sapo: "',n no sé nadar, si te pico en el lago te hundirás, y moriré junto i: 1>11ligo". Al sapo le pareció razonable el argumento y accedió. El 1",corpión subió en el lomo del sapo, y cuando ya iba por la mitad i1,,1lag o sintió un picotazo en su cabeza, inmediatamente se detuo y le preguntó al escorpión: "¿Por qué me picaste?, moriremos le>', dos". "Disculpame 'dijo el escorpión', no quise hacerlo, pero no pude evitarlo .. . esa es mi naturaleza". Eso es lo que ocurre cuando un analista se dirige al yo; tiene •,cntido común, puede ser razonable, puede incluso tener buenas intenciones y realizar el mejor esfuerzo, pero es muy probable que ,,1 tratamiento se hunda a mitad de camino pues no puede con •, u naturaleza, su función de desconocimiento es algo a lo que no puede renunciar por mucho tiempo; el yo no puede aceptar la falla, puede soportarla a duras penas por un momento, pero volverá a ese rechazo, tóxico o no, antes de llegar al terreno del deseo. Y esa parte diferenciada del yo llamada superyó muchas veces res ulta más venenosa y mortal que el escorpión. Para Lacan el superyó tiene relación con la ley, pero se trata de una ley insensata, a tal punto que implica su desconocimiento. Era insensato para el escorpión mismo picar al sapo, pero era su naturaleza, y as í actúa el superyó en el neurótico. Es la ley y su destrucción, un imperativo que llega a ser lo más devastador; Lacan nos dice que es una figura feroz. Es importante insistir en este punto para captar la inutilidad en la dirección de la cura de que el analista se convierta en una especie de superyó exterior auxiliar a partir del cual le dice al analizante qué es lo que le conviene hacer. Convendría recordar cuál es el silencio que puede convenirle al sujeto: el silencio del analista; es sobre ese fondo que se reencontrará con su decir, es allí donde podrá encontrar los ecos de ese real que lo determina, y es en ese silencio donde se juega esa función de objeto que el analista cumple para que el sujeto pueda relacionarse de otra manera con lo real. El psicoanalista no está para prohibir que el sujeto se drogue; sabe que realizar un pacto con la supuesta parte sana del yo resulta inútil, simplemente porque no hay parte sana del yo.


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3. El silencio en la cura Cuando un analizante comienza su análisis puede suponer que el silencio que el psicoanalista pone en juego le es ajeno. No tardará en percatarse de qué es lo que tiene de propio: se trata de aquello con lo cual podrá ponerse a trabajar para relacionarse de otra forma con la más íntimo. Se encontrará con el silencio del analista para poder relacionarse de otra manera con el silencio estructural de las pulsiones. El semblante del analista está para que el analizante se enfrente con lo que le resulta problemático para poder tratarlo. El neurótico irá saliendo así de ese silencio propiciado por la represión, redoblado por el consumo de sustancias, volverá a encontrarse con el lenguaje para poder enfrentarse finalmente al silencio de las pulsiones, sin sepultarlo como antes lo había hecho. El sujeto pondrá en juego en el tratamiento un silencio que es una forma de resistencia; el analista tendrá que maniobrar para no alimentarla, pero su aparición resulta algo lógico. En principio, el adicto no reconoce su adicción, no quiere concurrir a un tratamiento. Más tarde puede verse llevado a él, entonces quizás se produzca esa resistencia que no cae directamente sobre el silencio estructural sino sobre lo conflictivo, para poder hablar a partir de lo que se le presenta de sintomático más allá de su relación con el consumo. Resulta común que cuando un sujeto decide dejar de consumir aparezcan los síntomas; a partir de allí no es que el psicoanálisis se allane, pero se sigue el camino particular que puede tener cada análisis. En verdad, esto se jugó así desde el principio aunque el sujeto apareciera aplastado. Eso que permanecía acallado que hablará en el síntoma para ser interpretado, pone al sujeto nuevamente en relación a ese Otro de la alienación que habrá que desmantelar, pero de otra manera. El cinismo al que llevan los tóxicos no es el saldo cínico que resulta de un final de análisis. Si hace un tratamiento analítico, el sujeto irá de la posición cínica que tenía cuando rechazaba al Otro y al inconsciente ayudado por los tóxicos, a un saldo cínico que podrá encontrar al final del tratamiento al comprobar que ese Otro, con el que en su neurosis se relacionaba, no existe.

El silencio de las drogas / 31

Antes, cuando eligió el silencio de las drogas, siguió el camino ¡_1,,1 l('Chazo de lo simbólico, del rechazo del Otro que se le tornaba p1, 1i>lemático, del rechazo del inconsciente; luego del trabajo analil II o, se sabe de los límites de lo simbólico, de que ese Otro es 11r1~1 construcción neurótica y que frente a las pulsiones se pueden ln111.11 decisiones, que se es responsable de cómo se elige gozar y, 1•11 definitiva, vivir. 1 11f rentarse a ese otro silencio implica que el sujeto se relacion1-, con aquello que con las drogas pretendía obturar, con una falta 1p11 ', al taponarla, lo sumía en un goce mudo y mortífero. Otro excelente texto que se ha escrito sobre el tema se llama [ I ,1/cncio primordial, y habla del silencio en la cura, pero ha sido ,e I ilo por el filósofo argentino Santiago Kovadloff. Nos dice que 11 , 1•,llcncio terapéuticamente eficaz arrebata al paciente la ilusión 111, que sabe lo que dice y lo acerca a la intuición de que dice lo ti''" debiera saber". 3 El psicoanalista calla y le entrega al sujeto "c·I 111descriptible paisaje de su alteridad", entonces "lo medular , 111 •11ciado irrumpe y se deja oír". Kovadloff plantea que curarse 1t11pl1ca hacerse responsable "Del preguntar como lo huérfano de 11",puesta. De la existencia asumida como el perpetuo interrogar ¡1111 el sentido ausente". No se pregunta para responder, sino por' ¡111 • no es posible hacerlo. Es decir que se llega a un extremo ,l,111dc ya no se busca, el silencio recorta un vacío frente al cual, I" 11 t1n lado, se puede estar tranquilo, pero a la vez impulsado por 1111 , leseo que ya no encuentra los obstáculos propios y que procu, 1 l1.1cer algo con los ajenos. Estar intoxicado, entonces, ya no le li·¡,,11a al sujeto ninguna ventaja, pues en el intento de mantener 1111•·,lcsiado el sufrimiento, el sujeto metió, en la misma bolsa, su ¡,1, ,¡)io deseo. Puede encontrar satisfacción en un recorrido que u !11 ", no aparecía en su horizonte. l licodor Reik va a concluir su trabajo clásico sobre el tema con 1111,1 1derencia a Mahler que en una oportunidad dijo: "En música, I, ·, 111.'1s importante no se encuentra en la partitura"; lo mismo suce/¡ 1on el psicoanálisis. Reik ha sido uno de los psicoanalistas que 11i, l 1nn reducido el silencio a una defensa. Abraham pensaba al

l(11v,1clloff, S., El silencio primordial, Emecé, Bs.As., 1992, p. 53


El silencio de las drogas 1 33

32 1 Luis Darío Salamone

silencio como una defensa frente al erotismo anal; Fenichel, como una defensa frente a un deseo de felación; Reich recomendaba responder a ese silencio de defensa con otro por parte del analista, pero no era tan rígido, ya que pensaba que muchas veces el discurso escondía y el silencio revelaba, pero para encontrarnos con eso hay que lograr salir del silencio provocado por las drogas. Se llega, entonces, a otro puerto; Heidegger afirmó que "sólo el discurso verdadero hace posible el silencio auténtico". El analista es, como dice Miller, ese silencio en nombre del cual el sujeto habla, hasta ese punto en el que ya no hay nada para decir, hasta obtener ese silencio que no es el de la defensa, el de una intoxicación que busca tapar la falta llevando a un goce autista, solitario y silencioso. Un silencio que no se opone al acto, podríamos decir, un silencio, en nombre del cual, el sujeto actúa.

4. Desolación y silencio Hay un texto de Freud que se llama "De guerra y muerte"

(1915); allí plantea que "hemos manifestado la inequívoca tendencia a hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la vida. Hemos intentado matarla con el silencio". Hay sujetos que intentan hacer a un lado la muerte intoxicándose. Es muy frecuente escuchar en la clínica que sujetos que, de alguna manera se estaban matando con el consumo, procuran escaparle a la muerte. En muchos de estos casos, la muerte es una puerta de entrada y de salida. El temor, el intento de negar la muerte, lleva al sujeto a entrar en el consumo. Percatarse de que se están matando, cuando por ejemplo tienen una sobredosis, puede llevarlos a querer salir. Edgar Allan Poe, que tuvo problemas con el alcohol, también fumaba opio; algunos de sus cuentos fueron escritos bajo sus efectos. Hay uno entre ellos que fue catalogado como metafísico e n las ediciones que ha traducido Julio Cortázar, que lleva por nombre precisamente "Silencio". En este cuento, que es presentado co mo una fábula, el demonio habla de una lúgubre región donde no hay calma ni silencio. Todo funciona de una manera muy extraña, las aguas de un río azafranado no corren hacia el mar sino que palpitan tumultuosamente bajo el so l, un des ierto de grandes

11t il ares que suspiran son su marco. Más allá, en una floresta L! 111, tl eza se agita y los árboles hacen ruido, sin que haya viento. 1 11 111cdio de ese raro clima, en una roca se lee la palabra "deso111 1rn1"; también se ve un hombre cansado, triste, disgustado con l I lnnnanidad y con ganas de estar solo. Pero el hombre temblará , 11 1•sa soledad, una y otra vez. El demonio maldijo, y ese lugar 11111•stro fue víctima de una espantosa tempestad, lluvia, rayos y 11 ·1110, y el hombre seguía sentado allí. Entonces el demonio se , 111 i10, lanzó la maldición del silencio, todo se acalló, cesaron los 1111 111nullos, todo se apagó y en la roca se podía leer "silencio". El 11111nbre se puso pálido, no escuchaba nada, se estremeció y huyó 1 Inda carrera. El demonio le cuenta esta fábula a quien escribe el · 1_11_•11to y cuando concluyó se rió, pero el hombre no pudo hacerlo. 1>or tratarse de una fábula resulta más bien extraña. Pero eso lJI 11 • no puede callarse, que hace un ruido atronador, puede ser 1111, 1 bue na metáfora de la pulsión de muerte. Ese hombre que se 11, '!él de los humanos como un representante de la escuela cínica ~ que vive en su desolación, es maldecido por ese demonio, como 111 lince con cualquiera de nosotros nuestro propio superyó. El su1' •In, sin mucho éxito, desea acallar lo pulsional hasta que llega a 1111 •,ilencio que ya no se soporta, hasta que ese real hace su eco

11,

111, 1•, pe rturbador y procura huir. l)e la desolación, en medio del murmullo permanente, a ese il 1•1 1cio intolerable. Ese puede ser el punto de viraje que empuje 1 111 1 sujeto que consume drogas a un intento de rearmarse con li!l estilo de vida. Cuando llegue a ese límite, a ese silencio al cual 1111lió acompañado por las drogas, donde la cuestión se le torne 111•,nportable, y entonces decida buscar otro camino.

l llbllografía 111•1tc l, S., "El chiste y su relación con lo inconsciente" (1905), Obras c:ompletas, t. VIII, Amorrortu, Bs.As., 1986. 111•11d, S., "El motivo de la elección del cofre" (1913), Obras completas, LXII, op. cit. 11,•11d, S., "Presentaci ón autobiográfica" (19'24), Obras completas, t. XX, 1

,¡i. cit.


34 1 Luis Daría Salamone

Freud, S., "El yo y el ello" (1923), Obras completas, t. XIX, op. cit. Freud, S., "De guerra y muerte. Temas de actualidad" (1915), Obras completas, t. XIV., op. cit. Kovadloff, S., El silencio primordial, Emecé, Bs. As., 1992. Lacan, J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Barcelona, 1986. Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamenta/es del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1987. Poe, E. A., Cuentos completos, Círculo de Lectores, Bs. As., 1983. Reik, Th., "En el principio es el silencio", El silencio en psicoanálisis, Compilado por J. D. Nasio, Amorrortu, Bs. As., 1988.

lJna defensa frente a lo real

"Bajo el efecto de las drogas no te importa nada, solo quieres aislarte del mundo y conseguir una paz interior que no se consigue en el estado normal". Kurt Cobain

1>efenderse de la pulsión l término defensa tiene una larga historia en el psicoanálisis, Freud lo utiliza incluso antes que el de represión. La defensa apunta a suprimir todo aquello que pone en peligro la integriil:HI del yo, se levanta en contra de las excitaciones internas, como In pulsión, pero también frente a representaciones que resultan p1:.:1lurbadoras, como pueden ser las fantasías o los recuerdos. De , .1,, concepto surgieron los famosos mecanismos de defensa del 11 que contribuyeron a empestar al psicoanálisis. 1 1yo siempre procura defenderse de lo que lo perturba y la ver, 1,-11 l t\S que el yo es una instancia que está profundamente pertur1, 11 l. 1; Lacan lo decía: es el síntoma por excelencia. Siempre tiene 111, il>ll)mas, cosa que no parecen haber entendido los seguidores ti, 1 1cud. Al actuar sobre la pulsión, la defensa suele adquirir un 11, 1c ler compulsivo, lo que se ve claramente en la obsesión, si 11lt .11 1 reud comenzó a usar este término en relación a la histeria. V 1 ,1 •,ituar el origen de la defensa primaria en una experiencia de 1, ilc >1 que ha padecido el sujeto. Menciona la existencia de una del, 11· .. 1 normal y una patológica. La patológica sucede cuando una nxc il. 1ción interna se desencadena, provoca displacer y la defensa

E

, 11J lnqia resolver el problema. 1 1, •11 le a esta dificultad, los posfreudianos procuraron enseñar1• ti ·,ujcto a defenderse, pero para Freud esto no podía ser tan


36 1 Lui s Darío Sal amon e

sencillo ya que el origen de la problemática se encontraba en la sexualidad. En síntesis, el yo se defiende de la pulsión. Esta sería la lectura freudiana del término. Jacques-Alain Miller, en La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica y en otros momentos de su enseñanza, realiza una lectura lacaniana de este tema, lo que puede considerarse un gran aporte para la clínica de las toxicomanías y el alcoholismo. Plantea que situar el inconsciente con respecto al Otro resulta completamente distinto que colocarlo con respecto a lo real. Situarlo con respecto al Otro sería pensar en el síntoma como metáfora, y en las restantes formaciones del inconsciente. Pero situarlo con respecto a lo real hace que se tome en cuenta otra perspectiva. Implica, por ejemplo, pensar que el inconsciente es un soliloquio, cuestión que se remite a la última enseñanza de Lacan. En este sentido, el sujeto se defiende de lo re al. Por un camino, el psicoanálisis se maneja en el plano del significante, la posibilidad de una interpretación, el inconsciente divertido del chiste o los fallidos; por el otro, nos topamos con el psicoanálisis como imposible. Será este atolladero lo que siempre se argumenta al plantear las dificultades en la clínica de las toxicomanías. Si tomamos la vertiente de l síntoma como metáfora, no aparece como un síntoma interpretable; Miller lo ubicaba en términos de un Otro que no existe, característico de esta época, lo que se pone muy en evidencia en esta clínica donde no se encuentra fácilmente la relación del sujeto con su inconsciente; lo que sí se encuentra en esta clínica es la relación del sujeto con lo real. Ese es el otro camino que se abre a los psicoanalistas, y de lo que se trata entonces es de procurar perturbar la defensa que el sujeto tiene frente a lo real. Miller hace de esto una definición de lo que implica ser analizante: "ser analizante es aceptar recibir de un psicoanalista lo que perturba su defensa". 1 Y el acto analítico, la tarea del analista, podría calificarse como perturbar la defensa. Es decir que res catamos el viejo concepto freudiano y nos valemos de é!, pe ro tomándolo desde la orientación lacaniana, para

1 Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2004, p. 34.

El silencio de las drogas 1 37

¡,1, 111lear una dirección de la cura posible para estos casos. Por 11puesto que no se trata de plantear que esta sea una orientación .11l¡1mente para este tipo de casos, lo es para cada tratamiento, I" "o en estos hace posible una dirección de la cura, y es lo que cl1•111uestra que los sujetos por más que consuman sustancias tóxi' ,1', son analizables para los analistas que sigan esta orientación. 1 n El lugar y el lazo, Miller ubica que el lugar central que tenía 1.-, !<]presión en la enseñanza de Lacan fue perdiendo terreno para , ¡i 1t \dar sustituido por la defensa. 1 n algunos casos las toxicomanías podrían plantearse como 1111,1 defensa frente a lo real, tal como lo situó muy tempranamen¡,, Mau ricio Tarrab, en uno de los primeros trabajos que escribió ,, ,hre el tema, donde esgrimió la hipótesis de que la droga era un 1,•111ed io contra el goce. 2 Allí presentaba a la droga en un sentido l11•11d iano, como un remedio, una muleta frente a lo imposible. Hay 1111,1 fu nción de la droga que no está vinculada al exceso, sino que 1, • permite al sujeto tolerar lo imposible de soportar. Es decir, ubica J líl droga como una especie de muralla, de dique contra el goce, 111< luso una defensa. Tarrab cita a Lacan para ubicar otras posibles il, •lcns as, cuando Lacan dice que "el deseo es una defensa contra , ·I ooce", o que "el placer es lo que otorga al goce su límite"; cosa , 111iosa, también considera que el saber hace que uno pueda fre11,11 en cierto límite. 1 .ste texto de Tarrab presenta el antecedente de un concepto , ¡111 1 se ha ido forjando desde hace más de veinte años y es el de l.i func ión del tóxico. Leer este concepto a la luz de la última en1•11anza de Lacan, y la interpretación que Miller hace de ella, nos I" '' rnite concebir esa función como una defensa contra lo real, il1• ese modo, dejar de buscar el inconsciente donde el signifi' ,11ilc produce efectos todo el tiempo, donde las formaciones del 111< onsciente reinan, y encontrar la forma de operar agujereando •., 1defensa frente a lo real. Esa defensa, por otra parte, está cond, •11ada al fracaso y, cuando no lo está, puede acabar con la vida ,¡, _.:tl guien. Se trata de una clínica de la inexistencia del Otro, pero il 1111smo tiempo, si la relación a un Otro no se presenta, estamos

1 111.ili, M., "La droga, un remedio contra el goce", Malentendido 6, 1989.


38 / Luis Daría Salamone El silencio de las drogas / 39

frente a un goce autista; hay lo real, hay un goce, y también la defen sa contra este. Es decir que lo que llamamos función del tóxico, en este sentido al menos, puede leerse como una defensa frente a lo real. Hay algo que puede resultar paradójico y es situar que la droga sea una defensa contra lo real, cuando en verdad introduce al sujeto en una experiencia de lo real. Sin embargo, hay diferentes tratamientos posibles. Además de la experiencia que la clínica nos regala, se puede aprende r lo que enseñan algunos escritores, aquellos que consumían sustancias. Siempre la escritura es un vínculo privilegiado para procurar plasmar una experiencia de goce. También podemos tomar los testimonios de los rockeros, tal como será abordado en otros capítulos. Entre los músicos, Tarrab recuerda un momento de la película Imagine en el cual un fanático se le acerca a John Len non y le dice que pensó que con solo conocerlo a él sabría que todo encajaba; Lennon le responde que todo encaja solo cuando estás drogado. Lo real es lo que hace que la cosa no encaje. Kurt Cobain ubica a la droga para bloquear el vacío emocional que sentía. En su diario, Keith Richard dice que las drogas le permitían3 hacer el personaje de rockero que requería el precio de la fama. Del lado de la literatura, lo real aparece como lo que desestabiliza; Cocteau decía que la droga le proporcionaba un fijador. Podríamos volver sob re tres autores sobre los que trabajé anteriormente.4 Marguerite Duras podía soportar el vacío con el alcohol, o suplir a Dios, lo que conducía al sujeto hacia donde el sufrimiento no puede hacer sufrir, como una anestesia de lo real pese a la cual, lo real retorna. Bukowski, un alcohólico singular y cínico, también habla de una particular anestesia; el dolor era terrible, pero borracho se sentía al margen. Mientras que a Poe el alcohol, contrariamente a lo que suponían sus amigos, lo sacaba de una locura en cual se sentía amenazado de caer por su trágica vida.

3 Este tema será ampliado en el capítulo "Escándalos, drogas y rock and rolf'. 4 Cf. Salam one, L.D., Alcohol, tabaco y otros vicios, Grnma ediciones, Bs.As., 20 12.

De todos modos, la operación analítica de perturbar la defensa ,•,e aplica en todos los análisis, razón por la cual podemos afir111ar que trabajar con este tipo de casos no difiere mucho de la <línica en general. De lo que se trata es de una clínica que pone •,ob re el tapete lo real, como dice Mil/er, "privilegia lo real sobre el •,c)m blante". 5 Es importante aclarar que perturbar la defensa no implica interpretar. Se suele escuchar la queja de que en las toxicomanías no •,1' trata de un síntoma interpretable; en ese sentido, se puede ubic , 1r aquí cierta solución, pues no definimos la operación analítica a p,uti r de la interpretación. La represión recae sobre significantes, l,1 defensa no. La defensa, para Freud, implica una relación con la /H ilsió n para la cual la interpretación no es válida. Miller sostiene que para perturbar la defensa se trata de hacerlo d,• la buena manera, lo cual implica un manejo de la transferencia 1rnno cualquier operación analítica. Un cálculo que no es solo el de• la lógica del significante como sucede con la interpretación. Se lrnlará de una intervención que generará un efecto de sorpresa. 1:iara demostrar la importancia que tiene perturbar la defensa r·11 la cl ínica de la toxicomanía, me serviré de una viñeta clínica. Se li:tln de una mujer que fumaba marihuana y tenía su vida armada ilu tal forma que realizaba todas sus actividades por la tarde, porque• cuando se despertaba, a la mañana, no tenía voz. Se levantaba ''." afónica e iba recuperando el tono hasta que, por la tarde, 1, 1111 aba hablar perfectamente. Esto le impidió iniciar la carrera que 1111/Jicra querido hacer. Sin embargo, trabajaba de algo que le gus, 111,1 y le iba bastante bien, pero todas sus actividades las realizaba ¡1111 l:1 tarde. La forma que elegí de perturbar su defensa fue decir¡, i¡1H' la esperaba la sesión siguiente, pero por la mañana. 1 l<:gó, efectivamente, con un hilo de voz y le costaba una enor1111 l.1d hab lar; dijo que ella sabía cuál era la razón de su síntoma. 11 ,Jc: c• un par de años la que era su mejor amiga le había pedido ¡ur e ·1 día de su cumpleaños vaya a desayunar con ella porque 1,,111 1 .ilgo importante que decirle. Cuando llegó a la casa de su 1i11q.1 se encontró con que ésta se había suicidado. Afirmaba que

Mill,~1, ,/.</\., La experiencia de lo real en la cura psicoanlítica, op. cit. , p. 36.


El silencio de las drogas\ 41 40 1 Luis Darío Salamone

a partir de entonces evitaba relacionarse afectivamente con alguien por miedo a la pérdida. Comentó que se estaba encariñando conmigo y entonces afirmó: "Tengo miedo a quedarme sin vos". Como nuestro castellano no presenta diferencia entre la "z" y la "s", pronuncié el significante "voz" fingiendo cierta afonía: "Sin voz". Y corté la sesión. Esta última intervención pareció sorprenderla y desarmó el síntoma. Nunca volvió a tener problemas con la voz y cinco años después llegará a preguntarse cuál era la razón por la que había comenzado su análisis. Técnicamente la última intervención es una interpretación; como dice Lacan, está entre la cita y el enigma. La sujeto se mostró muy sorprendida de algo que resultaba obvio; en los análisis anteriores le habían interpretado el hecho de que ella estaba identificada con la amiga que no había podido hablarle, pero no habían encontrado la forma de, con lo simbólico, sacudir lo real de l síntoma. Esta interpretación tuvo su eficacia gracias a ese primer momento donde le señalé que venga por la mañana; eso perturbó su defensa de forma tal que dio lugar a que una interpretación fuera pos ibl e. La interpretación perturba la defensa, pero también se la puede perturbar con actos y dichos que no merecen, al menos técnicamente, denominarse interpretaciones. Lacan lo llamó en algún momento "vacilación calculada del deseo del analista"; anteriormente lo pensaba como un saber hacer con lo imaginario, un imaginario que estaba desteñido por la necesidad de Lacan de sacar al psicoanálisis de la dimensión yoica y que vuelve a ocupar el lugar que le corresponde hacia el final de su enseñanza. "Perturbar la defensa" es un término más pertinente para delimitar más precisamente los efectos que se consiguen, lo cual, es verdad, no deja de ser una apuesta, tanto como lo es una interpretación. Es decir, es un cálculo en el que se tiene en cuenta la estructura y la coyuntura. El psicoanál isis de orientación lacaniana, que apunta a lo real, encuentra en el perturbar la defensa una llave muy distinta de lo que fue en la historia del psicoanálisis la interpretación de la resistencia que practicaban los posfreudianos, que los dejaba en el laberinto de espejos sin salida tan propio de lo yoico. Es una maniobra que merece entrar en la gal ería de los actos analíticos,

1-i111 • los que están presentes la interpretación, incluyendo al sil, 111 1(), el corte de sesión o la sesión corta. Actos que apuntan a \1 11•, tl para lo cual sacuden la defensa y que abrirán el camino, , , ,1 11<> lo plantea Miller en Sutilezas analíticas, a mutaciones del ¡; 11 1\ disminuyendo el displacer que éste causa aumentando las

¡111 ,11>1lid ades de placer.6

l llhllografía

1111<1, S., "Las neuropsicosis de defensa" (1894), Obras completas, t. 111, A111orro rtu, Bs.As., 1980. Mili, •1, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, [h. As., '2004. Millt:1, J.-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Bs. As., '2011. Milli:•1, J.-A., El lugar y el lazo, Paidós, Bs. As., '2013. 11111111>, M., "La droga, un remedio contra el goce", Malentendido 6, Bs /\•,., 1989.

1· M1ll,:1, J. /\., Sutilezas analíticas, Paidós, Bs. As., 2011 , p. 179.


Jna clínica de los desarreglos dG'I goce "El mundo empezó a fragmentarse sobre él. Empezó a hacerse trizas, a desmembrarse en sus componentes, y él ... se hallaba atrapado ... " Tom Wolfe

1, Los desarreglos del superyó

" sorpresas y desarreglos en la cura psicoanalítica" se titula un escrito de Eric Laurent donde nos plantea que ya no estamos en la época de las sorpresas del inconsciente, 1 •,ujetos no nos traen sus síntomas que son una metáfora de 1¡¡,, 1Pprimido, no llegan como en otra época con la intensión de ,111l,11nos sus sueños y fallidos en búsqueda de un intérprete de 11 lit< onsciente; sino que estamos en una época donde el goce 11. 111 •ce en primer plano, silencioso, descarnado, lacerante. Es la IJl°H ;1 de los desarreglos del goce. El goce fálico, propio del sín!11111,1clásico, pautaba en alguna medida la relación del sujeto con u qoce. Los casos de toxicomanías, anorexia, bulimia, etc., nos 1111,_.•,lran problemáticas del sujeto con el goce donde no se ent11,1111 an fácilmente los carriles para ponerlo a trabajar mediante 111 1111bólico. 1 •, la expresión que toma Eric Laurent, "desarreglos del goce", 11 ve, para pensar lo que nos convoca: trabajar entre todos una 11111<. .1 que, si bien seguirá siendo del caso por caso, se juega con ,qoln•; que están tomados por una relación con una o varias susld111

i.1•, tó xicas.

\ 11 ¡unas veces se trata de casos donde la relación que el sujeto l1n1c: con el goce es bastante complicada, a punto tal de desarre

¡1111 lucia su vida.


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Sin embargo esta expresión "desarreglos del goce", no nos debe llevar a la idea de que existe la posibilidad de un arreglo yoico con el goce; como lo he dicho en otras oportunidades, el goce no es un animal doméstico. Es la ingenuidad en la que muchos terapeutas, incluso psicoanalistas, suelen caer. Quizás podemos pensar que el síntoma implica cierto arreglo del sujeto con el goce y la cuestión es considerar estos casos donde se juega la cuestión de otra manera, donde no funcione el operador fálico sin tratarse necesariamente de un caso de psicosis. Voy a tomar como eje un concepto al cual hemos vuelto constantemente, y sin embargo sigue mereciendo nuestra atención, porque siempre está presente en nuestra clínica y particularmente en la clínica de las toxicomanías. Siempre nos hace escuchar su voz áfona, contundente, que no le deja escapatoria al sujeto. Me refiero al superyó. Hemos hablado mucho del superyó, pero aún queda tela por cortar. Desde que Freud lo introdujo en "El yo y el ello" en 1923, ha sido motivo de discordias, de tergiversaciones. Si bien el concepto es tardío, aparece desde mucho antes bajo el nombre de censura, donde ya nos muestra las consecuencias del sentimiento inconsciente de culpa, comenzando a presentar esa topología que es propia del aparato psíquico. Freud en 1914 plantea la necesidad de formalizar una instancia psíquica que vela por la satisfacción narcisista que viene del ideal del yo, y observe al yo actual midiéndolo con el ideal. Lo denomina "conciencia moral"; sus consecuencias se perciben crudamente en el delirio de observación de los paranoicos. Observa y critica nuestras intenciones. Freud dice que el ideal se va formando por la influencia crítica de los padres, pero también de los educadores, de los maestros y de otras personas del medio, que entre todos tejen una especie de enjambre. El superyó forma parte del yo, pero sin embargo puede estar separado de él, y tiene la facultad de contraponerse al yo y dominarlo. Freud lo ubica como el monumento recordatorio a lo endeble y dependiente que el yo era en el pasado; antes el sujeto estaba sometido al Otro, ahora lo está a su superyó. Ademas tiene afinidad con el ello, es decir que guarda relación con las pulsiones.

1reud nos muestra cómo se presenta en la clínica, en la reac' 1cm terapéutica negativa, en el sentimiento de culpa que se sa11·, lace en el estar mal, y que hace que el sujeto no se muestre , 11lpable sino directamente enfermo. Se muestra sumamente se1•1o y, lo digo tal cual lo plantea Freud porque lo hace en forma 11H1lundente y en algún sentido bello, con esa extraña belleza que 1111t'de estar presente en algunas películas de terror: "se abate ,, ,hre el yo con una furia cruel". 1 1superyó le puede provocar inhibiciones al sujeto, pero taml 111 •n llevarlo al acto delictivo buscando un castigo. 1reud es contundente: el superyó es el cultivo puro de la pul11H1 de muerte. Lo repite en dos oportunidades como para que ,,, queden dudas: el cultivo puro de la pulsión de muerte. Resulta 11 año como esto ha sido ignorado por tantos psicoanalistas. ln1 h1•,o nos dice que en muchas oportunidades logra empujar al yo dll<'Ctamente a la muerte. Y agrega algo que puede resultar curio11, dice que esto sucede cuando el yo no logra defenderse de su 1111'1 tirano recurriendo a la manía. Se entiende esta pensando en , , ,1110 la melancolía puede empujar al suicidio. IJero quizás el uso de drogas en muchos casos sea en este .1•1llido una defensa, algo que le permite al sujeto alivianar su re11 1ón con el superyó. Y lo que genera es precisamente manía, 1, 1hlamos de hecho de toxicomanías. Sin embargo esa solución ' 1111bién puede ser tomada por el superyó. Y conducir a la muerte. 1>or momentos resulta difícil diferenciar el ideal del yo en Freud, I '11 que está íntimamente ligado a la elaboración que va realizando d, 1•,uperyó. En "El yo y el ello" los utiliza como sinónimos. Pero se I '' 11 •de considerar al ideal del yo amasado fundamentalmente con l 11, 11 cisismo y la identificación a los padres y sustitutos, pasando 11 1, 1rnpo de lo social, que conforma un modelo que el yo procura ( q111r. En "Psicología de las masas y análisis del yo" la función del 1il11, tl permite explicar la fascinación amorosa o la dependencia 1, 1111 sujeto frente a un hipnotizador o bien un líder. Es decir que d,¡111cn puede ser ubicado en el lugar del ideal del yo. J.1cques Lacan, en un texto muy temprano como La familia, 1il-i11 .i de forma diferenciada estas dos instancias que son una ,11',<'cuencia de la culminación de la crisis edípica, la instancia ¡i ,, 1<'prime es el superyó y la que sublima el ideal del yo. 1


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Lacan de entrada ubica al superyó en el plano simbólico. Tiene una estrecha relación con la ley, pero se trata de una ley ciega, insensata, una tiranía, es a la vez la ley y su destrucción. "Kant con Sacie" nos muestra la verdad de este imperativo categórico, un imperativo que ordena al sujeto gozar. El resultado de una voluntad de goce, esa figura insensata y feroz, está relacionada con la voz y por lo tanto con el sadismo. Como lo ha planteado Eric Laurent en un viejo texto presente en el segundo libro editado por el TyA, la droga nos lleva a la posibilidad de una ruptura con el goce fálico. Esto podemos escribirlo como Fi sub cero. Esta es una fórmula que Lacan introduce en el campo de la psicosis para plantear lo que es la ruptura de la identificación paterna para Freud o de la función del Nombre del Padre para Lacan; la significación fálica no se produce, no aparece el síntoma como una formación de compromiso. Tenemos entonces una formación de ruptura, pero una ruptura con el goce fálico sin que por ello haya una conclusión del Nombre de Padre. Si podemos hablar de ruptura es porque dicha operación ha estado en los casos de neurosis, pero con el recurso al tóxico ha logrado quebrantarse la relación con el falo, tal como lo plantea la fórmula lacaniana de la droga rompiendo el matrimonio con el mismo. Esta es la fórmula que Jacques-Alain Miller elige para dar cuenta de lo que es el goce superyoico. Se trata de un goce que no logra ser fren ado, tamizado por el falo, y por lo tanto no se localiza como fálico.

In l.1 historia de la música, pero también la relación que Miles Davir; y otros grandes músicos han tenido con las drogas. ( harlie Parker ocupa un lugar destacado en esta historia. Coniil1 •1 ,ido uno de los más grandes saxofonistas, se trata de otro de 1: ,, 111<1sicos que estropearon su organismo con sustancias tóxicas 111111< •ndo joven, a los 34 años. M,ts allá de la admiración que Davis siente por Bird, este no 1· 'I ' ele leer en él un impulso destructivo: "una de las cosas que 11t1111"i1 comprendí de Bird era por qué se entregaba a tanta acti1(1 111 destructiva. Macho, Bird estaba por encima de aquello ... Era tr d11u'nte sensible. Pero llevaba dentro de sí aquel impulso des1 11 l t• l1vo que se apartaba de lo normal". l '1ocuró dejar la heroína y si bien tomaba mucho antes de ha1111 1 parecía que no era nada al lado de la relación que comenzó , 111 •1 especialmente con el whisky. El o porto le sirvió durante la 11ilnxicación, luego agregó el consumo de píldoras, particular1:1'1111, benzedrina.2 ll.1vis nos dice que "Circulaba la idea de que tomar heroína 11 il1 ,1llevarte a tocar tan bien como Bird. Muchos músicos la to,1~1111 111 con ese propósito. Supongo que yo estaba esperando que 1 1 tl1•11lo me iluminase, no sé. Pero meterme en esa mierda fue ,11 f 11111 muy grave".3 \, ,111os que Bird era ubicado en el lugar de ideal por otros mú' ,, q11c eran capaces de introducirse en las drogas para imitar111,tlmn su música y quedaban atrapados por esa vinculación ¡111_ 1•, 110 tan sonora, salvo cuando irrumpía drogado realizando

11,Ldos.

Voy a tomar dos capítulos de la historia de la música para que podamos ilustrar cómo se pasa de ese encuentro con la sustancia tóxica a partir del ideal, al empuje superyoico que pone en juego esa dimensión mortífera del goce.

'e 11 111 ruta, con LSD

2. Para poder tocar como Bird

Jl111 <, 1pílulo de la historia de la música y las drogas podemos n11, 11 lll narrado maravillosamente en Ponche de ácido lisérgi-

En la Autobiografía de Miles Davis, músico que estuve trabajando para una serie de programas radiales a los cuales me invitaron para que plantee la relación entre el jazz y las drogas, podemos encontrar narrado de manera magistral un capítulo fundamental

tv1, /1n11¡11',

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Ouincy. Miles, la autobiografía, Primer Plano, Barcelona, 1991,


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co (1968). Tom Wolfe es considerado como el padre del llamado nuevo period ismo que definió como el género literario más vivo de la época; un estilo de prensa que tuvo su origen en los años sesenta en Estados Unidos, cuando se publicó A sangre fría de Truman Capote. Wolfe escribió con este estilo Ponche de ácido lísérgíco, describe de forma realista un viaje mítico realizado con métodos del periodismo tradicional, como entrevistas, investigaciones, toques de sensacionalismo; pero también con recursos literarios como monólogos, diversos puntos de vistas, extensos diálogos y otras cosas. Florecía el hippismo en ebullición, y en el campo de la literatura surgieron escritores que se conocen bajo el nombre de Generación Beat. Escribieron sobre las experiencias que tenían al abrir las "puertas de la percepción". Jack Kerouak y Allen Ginsberg fueron los más populares. Pero también estaba Ken Kesey, un escritor que mucha gente conoce aunque sea por una obra, o más bien por su versión fílmica: A/guíen voló sobre el nido del cuco, película diri gida por Milos Forman y traducida como Atrapado sin salida, que trata sobre la locura y el tratamiento que la sociedad le prodiga a la misma. Ken Kesey, decidió ir más allá de la escritura y realizó un viaje lisérgico que grabó en kilométricas cintas de 16 mm. En 1964 Kesey emprendió el viaje a través de los Estados Unidos junto a un grupo de amigos que se llamaban los "alegres bromistas", un viaje a bordo de un autobús pintado con colores fluorescentes llamado "Más allá", con ducido por Neal Cassady, que es el Moríarty, héroe de la nove la En el camino, de Jack Kerouack. Van por la carretera animados por el sexo, las drogas, fundamentalmente LSD y el rock and rol!. De cerca, lo persigue el FBI. Allí desfilan los Ángeles del Infierno, los Beatles, Allen Ginsberg y otros. En ese viaje alocado se desparramaron los elementos retóricos, visuales y una filosofía que se amasa con los ideales de paz y amor a partir de alucinógenos, drogas psicodélicas, carretera, amor libre, resistencia a la represión y a las guerras, que daría lugar al movimiento hippie. Es decir que los ideales están a flor de piel , pero destrás de ellos acecha el goce superyoico. Tom Wolfe escribe en su crónica del viaje: "Las pruebas del ácido han terminado. Kesey es un maníaco y las pru ebas del ácido son demenciales y todo se es tá yendo al traste. Tomar LSD en un

1pupo tan enorme desencadena demasiadas fuerzas, demasiada 1•11ergía vandálica, y hacen que sobrevengan cosas muy destrucl1vas y extrañas ... ".4

4. Del ideal al superyó Vemos que se trata de situaciones en las que la vinculación d1' los sujetos con las sustancias está en relación a los ideales, p1'ro en el camino no tarda en irrumpir un empuje al goce y sus 1lt\sarreglos. Una cosa es cuando un sujeto se droga a partir de un ideal, p1•ro esto no tarda en ser tomado superyoicamente. Pensemos por ejemplo cuántos jóvenes empiezan a fumar cigarrillo para sen111 se grandes o fumar marihuana por identificación al grupo. La articulación entre el superyó y el ideal, como lo ha obser,1do Blanca Sánchez, es que el superyó empuja al sujeto a gozar l 1, 1jo el modo que impone el ideal. Hay otra consecuencia que se desprende de esta cuestión. Se habló mucho de la caída del padre en nuestra época, se 11.ihló, diría yo, de más. Porque es verdad que cambió el estilo del ¡,,icJre, 6pero esto implica que no opere la función paterna? En los e .-1•,os que opera, lo hace. Sin dudas ha cambiado el estilo de la p,dern idad, ya no se trata del padre de antes, no tenemos la pre,1 •11cia de un padre autoritario, cambian ciertas configuraciones. 1 sto repercutió por ejemplo en la configuración del superyó. Al 1111 ope rar el Nombre del Padre de esa manera en que puede ope1 11 a partir de un amo que no recibe cuestionamiento alguno, el 1qicryó tiende a jugarse en el afuera. A eso me refería con la pre1•11lació n de una nueva topología. Aunque en verdad no es nuevo; 1,lo que antes estaba más reservado para las mujeres, que, con 11 <'nde blés supeyoica, porque la castración no las golpeaba tan111, podían ubicar el superyó en el exterior, en la figura de la madre , , t11,1partenaíre, y quedar presas de un estrago. Con esta nueva 111uclalidad entonces el estrago es generalizado.

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1 w.-,llc\ T., Ponche de ácido lisérgico, Anagrama, Barcelona, '2009, p. '260.


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También los analistas se ubican en el lugar del superyó. Hay teorizaciones al respecto como la realizada por James Strachey. Hemos trabajado en otro lado cómo el discurso capitalista funciona superyoicamente.

l~I cuerpo intoxicado

Esto determina que el objeto a como lo ha destacado Miller, está en el cenit de la civilización. Hay un empuje al goce que se juega en este superyó que no está tan regulado por la ley del padre co mo antes y que se presenta en el discurso hipermoderno, donde quizás la droga tome el relevo de ese superyó tiránico

" ... si la sombra se apaga, si ya no hay sol, el cuerpo está siempre ahí. Se lo puede palpar en las tinieblas y recomenzar la experiencia con otro pie". Jacques Lacan 1

Bibliografía Davis, M., Troupe, Ouincy Miles, la autobiografía, Primer Plano, Barcelona, 1991.

Freud, S., "El yo y el ello", Obras completas, t. XIX, Amorrortu, Bs. As., 1989. Freud, S., "Intro ducción al narcisismo", Obras completas, t. XIV, op. cit. Freud, S., "Psicología de las masas y análisis del yo", Obras completas, t. XVIII. op. cit. Lacan, J., La familia, Argonauta, Bs. As., 1987. Lacan, J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Bs. As., 1980. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Barcelona, 1985. Laurent, E., "Sorpresas y desarreglos en la cura psicoanalítica", El Caldero de la Escuela, nº 82, Bs. As., nov.-dic. 2000. Laurent, E., "Tres observaciones sobre la toxicomanía", Sujeto, goce y modernidad. Fundamentos de la clínica 11, Atuel-TyA, Bs.As., 1994. Mi!ler, J.-A., "Clínica del superyó", Conferencias porteñas, t. 1, Paidós. Bs. As., 2009. Wolfe, T., Ponche de ácido lisérgico, Anagrama, Barcelona, 2009.

1. Una soledad buscada n sujeto puede recurrir a una sustancia tóxica para paliar un sufrimiento o bien para procurarse un goce; ambos implican el tratamiento de un goce cuya morada es el cuerpo, y que ;1 • traduce en términos de un sufrimiento o un goce faltante que

U

;1• anora.

Freud 2 se refirió a aquellos métodos cuyo principal interés radi.1 en evitar el displacer. Frente a las dificultades que puede depa1,ll la relación con la sociedad, existe la posibilidad de mantener,,. alejado, a través de una soledad buscada. Esto puede deparar i.,1Prta tranquilidad ya que la estrategia consiste en protegerse del

1

111undo exterior extrañándose de él. Sin embargo, hay otros caminos posibles para evitar el sufri 1111cnto: se trata de la posibilidad de influir sobre el propio cuerpo, v,1 que el sufrimiento existe mientras lo sentimos. Freud ubica un ¡11ocedimiento tan tosco como eficaz para evitarlo: la intoxicación, q11c puede sumir al sujeto en otra forma de soledad, la de un goce 111tista, es decir que le otorga la posibilidad de acceder a un goce .111 Otro.

1 1.ican, J., "El objeto del psicoanálisis", clase del 20 de abril de 1966. Inédito l 1<\Ud, S., "El malestar en la cultura" (1930), Obras completas, t. XXI, Amorrortu,

·, /\s., 1988.


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Por medio de una droga uno puede alterar ciertas sensaciones corporales, anestesiarlas, trocarlas por otras. Se trata de un procedimiento tosco porque busca obtener un resultado de forma directa interviniendo en el organismo. Es eficaz porque la sustancia, que es extraña al cuerpo, incide en él a través de dos vertientes: por un lado, anestesia el sufrimiento, torna al sujeto insensible al mismo y, a la vez, puede deparar una sensación de placer. 3 Antonio Escohotado ordena la psicoactividad de las drogas considerando tres esferas. La primera implica el alivio del dolor, del sufrimiento y del desasosiego; la segunda, abarca a los sujetos que padecen pereza, impotencia o aburrimiento; la tercera, se vincula a la curiosidad intelectual, a la búsqueda de horizontes en el intento de escapar/e a la vida rutinaria. Si bien para Escohotado, esta tercera esfera implica un corazón aventurero, no podemos dejar de pensarla en una relación directa con el segundo punto. La "vid a rutin aria" es un nombre que el neurótico acostumbra a darle a la impotencia: cuando el deseo se apaga, todo se vuelve rutinario. Un hippie que fabricaba artesanalmente carteras para venderlas en un puesto que tenía en una plaza de Buenos Aires decía: "Mi vida es muy rutinaria, trabajo toda la semana diez horas diarias y los fines de semanas tengo que estar de vendedor en la plaza". Sin embargo, sus amigos imaginaban que se daba la gran vida sin trabajar; en realidad disfrutaba de su trabajo, lo que hacía que el mismo valiera la pena para él: no se trataba de escapar/e a la rutina, sino de encontrar satisfacción en su trabajo. Es decir que la cuestión se reduce a escapar del sufrimiento, como planteaba Freud, o bien a procurar huir de la impotencia, ya sea que se juegue en el aburrimiento o en la vida rutinaria, recuperando de alguna forma una capacidad de gozar que ha sido atrofiada por la neurosis.

. Cuando el remedio es el veneno En algunos casos recurrir a una sustancia que altere las sensa' iones corporales puede coincidir con esa soledad buscada. Reli 1giado en un goce autoerótico, alguien puede procurar evitar lo , l1 splacentero que pueda provenir, tanto de lo exterior como de lo 11ilerior, manteniéndose narcotizado, aunque esa operación difícil111onte pueda mantenerse como una solución permanente. Suele ocurrir que el remedio sea peor que la enfermedad; qui, is lo más correcto sea remitir a una palabra griega: Pharmakon. 4 ( ,on este único término se puede designar a una sustancia que es .i la vez remedio y veneno, en una topología que hace difícil preci',.lr lo que se pone en juego. Paracelso afirmó que "solamente la dosis hace que algo sea un veneno". Es un hecho que hasta la aspirina puede resultar mortal 1•n altas dosis, la quinina con dosis inferiores, y aun en menores dosis, el cianuro. Lo que envenena se juega a partir de cierta dosis, de acuerdo a una medida como puede ser el peso de alguien. A pesar del peligro que entraña un exceso de estas sustancias, una dosis regulada puede utilizarse como remedio. Se llama "margen de seguridad de la droga" a la proporción que hay entre la cantidad riecesaria para que una droga realice un efecto benéfico en el orqanismo, lo que se denomina "dosis activa media", y "la dosis letal 111edia", la dosis necesaria para quitarle la vida a un sujeto. Sin embargo, estas dos caras, no se juegan únicamente a partir ele un criterio de cantidad. Un sujeto llega a afirmar que en el mo1t1ento en que enciende un cigarrillo, sabe que de alguna manera ·,e está matando, aun cuando seguramente ese solo acto, el de lumar un solo cigarrillo, no alcance para tal propósito. Sucede que 1•1 goce direccionado de determinada manera siempre implica un vector que apunta hacia la muerte. En el baile en que danzan las pulsiones de vida y de muerte, puede uno llegar a notar cuál lleva 1•1 compás. Thanatos marca el paso del último tango. El sujeto no

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3 Escohotado, A., Aprendiendo de las drogas, Ann¡¡1,11nn, 13rn cclona, 1995.

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[I término Pharmakon ha sido utilizado para dar nombre a una revista que reúne l1abajos de todos los grupos y departamentos que en el Campo freudiano trabajan, d1\Sde el psicoanálisis de orientación lacaniana, cuestiones relativas a las toxicoma111as y el alcoholismo.


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se percata de ello hasta que se relaciona con su inconsciente, solo que ocurre que el consumo de un tóxico implica precisamente un rechazo del mismo. Es la consecuencia lógica de evitar el sufrimiento a partir del cortocircuito significante que se logra con el tóxico. La incidencia del inconsciente sobre el cuerpo fue precisamente uno de los primeros aportes freudianos, al plantear la influencia de algo que no es del orden del significante, ese más allá del principio del placer. La droga con sigue borrar la incidencia del significante, facilita, en cambio, el ingreso en el más allá del principio del placer. Abre el camino a un goce donde el significante no opera. Fue precisamente el lenguaje el que separó el cuerpo del goce, 5 hizo que el goce quede al menos acorralado en ciertas zonas, esas zonas erógenas que son como un oasis en el desierto de goce del cuerpo. Por medio del tóxi co se procura reencontrase con ese goce perdido, pero siguiendo la metáfora del desierto, solo se fabrican espejismos, o quizás pantanos donde el sujeto puede hundirse. El analista ofrece en estos casos una rama de la cual agarrase, una rama que ha tomado de ese inconsciente que el sujeto inútilmente ha rechazado, procurando reinstalar algo de la relación al Otro por medio de la transferencia. En ese sentido se trata de un retorno a la dimensión del significante, que fue constitutiva para el sujeto y que él mismo ha procurado borrar recurriendo al tóxico. Así como el lenguaje evacuó el goce del cuerpo, confinándolo a esas "reservas" que son las zonas erógenas, también ha azotado al cuerpo del sujeto con significantes amos que le deparan un sufrimiento. Las drogas, al anestesiar el cuerpo, logran que los azotes de los significantes amos dejen de producir dolor al sujeto. Sin embargo, pueden sumergirlo en un goce mucho menos soportable aún. Se trata de ir a la búsqueda de esos significantes amos para darles otro tratamiento. A partir de entonces, en lugar de anestesiar el cuerpo, el discurso analítico logra hacer que los significantes amos caigan y, al desprenderse, dejen de ser un flagelo. Desde ese momento, ya no

5 Miller, J.-A., "Algunas reflexiones sobre el fenómeno psicosomático", Matemas //, Manantial, Bs. As., 1988.

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1•,IC'n tantas razones para buscar un anestésico. Además, en el 11, il1 c,is el sujeto experimenta aquello que una relación al incons1, 111c puede implicar en su vida. Es verdad que con este movimienlu ',!' vislumbra un horizonte de angustia, pero también que a partir le ,dravesar esos territorios, se encontrará en el campo del deseo. Con respecto a su cuerpo, en lugar de estar narcotizado evi, 111clo el dolor, o buscando un goce con contraindicaciones (como .111, lc ocurrir con las drogas), al lograr salir de la impotencia, volve1.j ,1 se r la morada de un goce capaz de vivificarlo. 1 xisten otras técnicas que también procuran operar sobre el 11,,,po, incluso a partir del significante; solo que apuestan a la 111 ¡estión en lugar de a la resolución del conflicto, buscan cierta 11 1¡ulación del goce poniendo a punto la capacidad del yo para 11 1>1ralarlo. Se trata de un goce truncado, el mismo que la neuro, , común le ofrece a muchos sujetos, algunos de los que buscan 1 1, 1 droga como una solución para escapar de tanta pobreza de 1

t11sfacción.

1, Michaux y su exploración de los abismos

l lenri Michaux fue un gran poeta y pintor de origen belga, na' 11111alizado francés, que escribió sobre viajes imaginarios y relatos 11l>re sus viajes con sustancias. Varios de sus textos fueron es11ilos bajo los efectos de drogas, particularmente la mezcalina. De L1 ,elación con ella surgieron textos como: Paz en /os quebrantes ( 1!Jó9), El infinito turbulento (1957), Conocimiento en el abismo ( l 1)61), Las grandes pruebas del espíritu ( 1966). 1 1 libro Momentos6 recoge varios poemas escritos bajo los 1 1, •( los de los alucinógenos. Dice que la mezcalina le da una vida 111 H, orosa, pero el horror consiste en que el yo se transforma en 1111,1 línea, mientras que en la vida normal uno es una esfera, que p111 efecto de la droga se transforma en una línea que se quiebra i'll mi l aberraciones. Y afirma que el látigo de un carretero enfure1ido le hubiera dado un poco de reposo.

1, M11

llaux, H., Momentos, Alción, Córdoba, 2001.


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Para Michaux, la droga es "la metafísica aferrada por la mecánica"; busca la forma posible de traducir la crueldad del pensamiento, busca una operación a nivel del lenguaje que le permita unir las palabras a las cosas. Se pregunta "60ué hay en una palabra que no pueda transformarse en cuchillo?". La mezcalina lo sume en su desvarío, su poesía es una suerte de exorcismo artificial. Buscará en las drogas, entre otras cosas, una anestesia; encontrará que, a la vez, el tiempo se frena. Escribirá: "El opiáceo que detiene el dolor de entrañas, detiene también el Tiempo", procura escapar de "las prisiones recibidas por herencia", pero quedará a merced de "millones de olas de perplejidad". El poema "Hacia la completud", más allá de dar cuenta de los efectos del tóxico en el cuerpo, muestra una operación que va a contramano de la castración. Se trata de un viaje hacia lo ilimitado, hacia una plenitud que lo absorbe. Siente resonancias y presencias por todas partes, "palabras que profetizan en voz alta". Se produce también el fenómeno del doble. Luego, vienen derrumbamientos interminables y un infinito que ya no intimida, sino que afirma la posibilidad de un acceso al Todo. Con múltiples imágenes da cuenta de un goce frente al cual la función fálica desfallece. El goce se traduce también en sensaciones corporales: las palabras lo atraviesan, las manos se desprenden, el oído se colma con una carillón de antaño, siente escalofríos, temblores, a tal punto que el corazón quisiera fugarse, el pecho se desprende en una progresión de abandonos, de lo sólido se va a lo impalpable, estar ligado y desligado son intentos de traducir algo sin nombre. Parado en lo indecible, con un empuje al Uno, a la amalgama, a millares de velos, cientos de recursos se conjugan para dar cuenta de un intento de borramiento de la falta, del acceso a una unidad sin fisuras, a una felicidad definida como elemental, pero también como eliminadora. Es una realidad común a muchas intoxicaciones: ese extraño privilegio de vivir fuera del tiempo. Michaux realiza con su escritura una descripción de las consecuencias de su desasimiento del Otro, de un "armisticio de las pasiones", dando cuenta de cómo un goce que escapa a la regulación fálica, hace estallar ese anclaje que el falo produce, y nos introduce en una nueva topología del cuerpo.

Con su escritura también demuestra una tesis de Mauricio Taque sostiene que la operación toxicómana no requiere del , 11t ·rpo del Otro como metáfora del goce perdido, lo cual es co7 111 •lativo de un rechazo mortal del inconsciente. El rechazo del i1ll.onsciente se da por la vía de un goce que está en ruptura con , 1Otro, un goce asexual, sin fracturas, uno, como esa unidad sin 11 ,was de la cual testimonia Michaux. El rechazo del inconsciente ,11 •mpre remite a una dimensión mortal, porque al entorpecerse el l1111cionamiento del mismo, se estanca e impide que el deseo se

11, ,h,

¡,1111ga en juego. 1 1cuerpo intoxicado implica un repliegue de la libido sobre sí nw,rno, que conlleva un goce que tiene dos caras: el dolor recha1110 retorna, y a la vez busca ser anestesiado por la droga. Al igual , 1111, en los casos de hipocondría y afecciones orgánicas mencio11, Hlas por Freud, esta nueva economía de goce logra neutralizar 11111 un momento los síntomas neuróticos, pero con un mecanismo 1111ilar al de la psicosis: aquello que es rechazado en lo simbóli(, 1es capaz de retornar en lo real. Así, con la intoxicación, en un 1111, •nto por escapar del sufrimiento neurótico, el cuerpo funciona 1111cadamente. Pero esa locura corporal no es tanto el precio que ,, paga por recurrir al tóxico, el goce autoerótico resultado de la 11 qi\ura con el Otro no encuentra la forma de metabolizarse, resul' 111clo algo primariamente tóxico. La droga viene en segundo lu111, alimentando el circuito, es el combustible arrojado al fuego de 1,,, pulsiones. La problemática central es la sexualidad y el sujeto , 110 puede hacerle frente narcotizado. 1 n ese sentido, replantear la relación del sujeto con el Otro y , 111 su goce resulta decisivo para darle la posibilidad de vivir sin , ,LH anestesiado, de permanecer despierto para resolver las con'11ll ¡encias que la vida le depara, de elegir habitar un cuerpo que 1111 t ,5té intoxicado

1 111,1b, M., "La substancia, el cuerpo y el goce toxicómano", Más allá de /as drogas,

l 'h11,il, 1a Paz, 2000.


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Bibliografía

La droga: 6síntoma o estrago?

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"Nadie que te conoce adivina si estás hecha de sombras y olvido o de puñaladas y espinas". Darío Montecristo

os conceptos de síntoma y estrago constituyen dos pautas importantes para trabajar el uso de las drogas en hombres y mujeres, cuestión que de desprende de una ocurrencia de Mau11t io Tarrab, 1 quien afirma que la droga puede ser algo peor que un .,ntoma, que es lo que Lacan dice precisamente del estrago. A partir de: allí, entonces, es posible realizar una lectura desde estos dos 11 ~rmi nos a partir de las conceptualizaciones de Lacan en la última

L

1wte de su enseñanza. Sin duda, el término estrago nos puede resultar convincente pma denominar los efectos y el accionar que algunos tóxicos pue1 lr'n tener en ciertos sujetos, sobre todo a partir del problema que ¡Hesenta el concepto de síntoma en un sentido freudiano, pues ll'Sulta un tanto inútil para abordar la mayoría de los casos.

Del lado del estrago Lacan utiliza el término estrago 2 con dos connotaciones: por un l,1do, como algo que puede producirse en la relación madre-hija,

1arrab, M., "Algo peor que un síntoma", clase del Seminario del TyA del

18 de

lt1bre de '2001. Inédito. Nota: el término en francés es ravage que implica estrago, devastación, ruina, im1" 11 L111le daño, daño violento. Proviene del latín rapere, arrastrar, seducir, arrebatar, l11111,1r precipitadamente, robar, cercano a raviner, abarrancar. 11 i


60 / Luis Darío Salamone El silencio de las drogas 1 61

o bien en lo que puede jugarse en la relación de la mujer con el hombre. Es decir, la estragada es la mujer. Con respecto al primer caso, en el seminario El reverso del psicoanálisis Lacan plantea que "el deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos".3 Lo relaciona con estar dentro de la boca de un cocodrilo y lo problemático que puede resultar que alguna mosca pueda llegar a picarlo provocando que esa boca se cierre. Lo estragante es el deseo de la madre. Sin embargo, hay algo tranquilizador: un palo de piedra que la traba, el falo, que está allí por si la boca se cierra. Este estrago implica un punto de fracaso en la salida fálica freudiana y cierta traba en la funcionalidad del deseo. Estaría en la base de los síntomas en los cuales el falo no es un buen operador. Podemos decir que la función fálica falla o queda suspendida. 4 Hay antecedentes en Freud de esta cuestión; por 1931 proponía un término que se acerca al de estrago con respecto a la acción materna a propósito de las pulsiones de la hija: nos habla de catástrofe. En su conferencia 33ª, "La feminidad" (1932), afirma que para comprender a la mujer hay que tener en cuenta la ligazón preedípica con ia madre. Así como la amenaza de castración empuja al niño en los derroteros de Edipo y lo lleva al sepultamiento del complejo, en la mujer habría un estancamiento, la ligazón niña-madre sería en la pequeña más prolongada e intensa de lo recomendable. 5 En esta fase hay una relación de exclusividad con la madre, es decir, la figura paterna queda al margen, excluida. Lo mismo se plantea en el texto "Sobre la sexualidad femenina" ( 1931) al hablar del carácter exclusivo de la ligazón6 de la niña con la madre, con una prescindencia total del objeto padre. Eso que escapa a ley paterna es lo que resultaría estragante. Lacan, por su parte, ubica que en el Edipo la mujer está como pez 7 en el agua, algo parecido a lo que decía Freud: ella se refugia en la

3 Lacan, p. 118. J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs.As., 1992, 4 AA W., Un estrago. La relación madre-hija, Anáfora, Bs. As., 1993. 5 Freud, S., "La feminidad" (1932), Obras completas, t. XXII, Amorrortu, Bs. As., 1985. 6 Freud, S. "Sobre la sexualidad femenina" (1931 ), Obras completas, t. XXI, op. cit. 7 Lacan, J., "El atolondradiciho", Otros escritos, Paidós, Bs.As., 20 12, p. 488.

i/11.1( ión edípica como en un puerto. Está en el puerto, o como pez 11 1•I ag ua, porque la castración está de partida, no sufre la amenaza l 1, 1e e que no se preocupe tanto por salir de la situación. Sin emll!íl [Jo, Lacan plantea que esto contrasta dolorosamente con lo eslmr¡;1nte que es en la mayoría de los casos la relación con la madre. ( 'o n respecto al estrago jugado en la relación de la mujer con 1 l1ombre, en el seminario El sinthome, en la clase del 17 de fe8 1, ,1,•10 de 1976, Lacan afirma que el síntoma es el sexo al cual no , pmtenece, es decir, una mujer. Si una mujer es un síntoma para 1 l1ombre, es necesario encontrar otro nombre para lo que es el 111111bre para la mujer. Ya que el sinthome implica la no equivalencia, 1111 l 1ombre puede ser una aflicción peor que un síntoma, dice Lacan, ,, luso un estrago. El hombre toma el relevo de la madre; en lugar de l,Jl11 11arla, hacerla deseable, puede llevarla a esa seducción primera, 11 o·, lrago, una relación no mediatizada por el significante. 1 11 varias oportunidades, Freud "y esto es una evidencia clínica" ¡ i 11ilea que las mujeres, aunque creen elegir a un hombre según l 111odelo paterno, acostumbran a repetir la relación con la madre. 1111 lt1so esgrime un optimismo envidiable cuando dice que, en este , ,11l1do, segundos matrimonios son mejores, pregonando el triun1, 1de• la esperanza por sobre la experiencia. l lay algo que nos permite comprender la satisfacción pulsional ¡i 11 • t1na mujer puede encontrar en estas posiciones estragantes y , ·.t i relación al superyó. 1 1eu d plantea que en las mujeres "el superyó nunca deviene ! 111 11nplacable, tan impersonal, tan independiente de sus oríge11, ,, i1fectivos como exigimos en el caso del varón". 9 Lo de no tan 1111¡,1 •1son al ni independiente de sus orígenes afectivos aparecerá , 1 otros momentos de la obra freudiana, donde se destaca que 11 /;15 mujeres, más que en el caso de los varones, la cuestión 11, ¡i,•nde de la intimidación exterior. Es decir, estará más expuesta ¡ l.1 1t'lación con un Otro estragante. Por otra parte, la amenaza en ¡i 11 •t ¡o para la niña tiene que ver con la pérdida del amor. Sobre el ¡, 11 Ji<\ y quienes entren en la serie, recaerá una demanda fálica. 1 1

1 11 , 111,

J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, p. 99.

11,•11rl, S., "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica" 111· ">), Obras completas, t. XIX, op. cit.


62 1 Lui s Daría Salamone

La pé rdida del amor, o la desestimación de esta demanda, implica sumergirse en la angustia. Esto puede crear cierta dependencia que la lleve a aceptar cualquier tipo de exigencia por parte de ese Otro. Así, el partenaire haría las veces de ese superyó, débil como instancia interna, pero tan estragante como siempre, y menos impersonal. Ya en 1927 Hans Sachs hablaba de mujeres que tendrían un superyó postizo a partir de la relación con los hombres, de quienes se tornarían en dependientes y sumisas. 10 El hecho de perder el amor resultaría equivalente a la angustia de castración. En este punto, se encuentra una de las respuestas, además del goce que puede ocasionar, de por qué se sostienen estos amores. Si bien es mentira que el amor todo lo puede, al menos logra anular, temporari amente, la angustia de castración. Si cons ideramos al superyó como heredero del Edipo, en ese estancamiento en la ligazón con la madre que incita el goce y lo prohíbe, se j uega algo del orden de la arbitrariedad; esto se presenta en las discusiones en torno al superyó femenino. Freud va a plantear el amor a la madre con relación a la conciencia moral; debido a la arbitrariedad la conciencia moral cobra un carácter implacable y crue l. Características del superyó. El deseo materno, esa boca de cocodrilo capaz de devorar -vale la pena aclarar que el cocodrilo hembra lleva a sus crías en la boca-, tiene su correlato en el superyó. Un superyó materno, más exigente que el paterno, oprimente, devastador. Miller propone una clínica del superyó, podríamos decir de la pulsión de muerte, pero manifestada bajo su aspecto de superyó, que lejos de ser Pepe Grillo, como planteamos en otro momento, 11 para Freud es el cultivo puro de la pulsión de muerte. Capricho sin ley que empuja al goce. Miller sostiene que el goce se refiere al deseo de la madre como función sin freno simbólico y propone 2 el materna <l> / Se trata de un goce no frenado por el falo, un goce que no se localiza como goce fálico, no tiene esa medida y al no estar cautivado por el falo deviene estragante. Por otra parte,

1O Tendlarz, S., Las mujeres y sus goces, Colección Diva, Bs.As., 2002. 11 Cf. Salamone, L.D., "El silencio de las drogas", en este mismo libro. 12 Miller, J.-A., "Clínica del superyó", Conferencias porte11as, 1, Paidós, Bs. As., 2009, p. 141

El silen cio de las drogas 1 63

pl11nlc•,1 las razones por las cuales el superyó femenino trajo tantos p111lM•111as al psicoanálisis; no se lo encontraba porque, como la 111 l.1 1obada, estaba ante los ojos. Dice: "Habría que escribirlo así: 1 11pcryó, femenino". 13 1'l)( lría afirmarse que lo estragante siempre está en relación n11 1•I accionar de ese superyó femenino, desarrollo que permite 111p1cnder el problema de plantear a las drogas como un estra1. 1.,I sto valdría sólo para las mujeres? Es verdad, como se plan,•, ,1 11 leriormente, que Lacan hace jugar la cuestión del estrago 11,I l,1do de las mujeres. 11,11 adójicamente, Daniel Sillitti sostenía que no hay mujeres 1il 11 1imanas; por más que a algunos les resulte extraño, tenía ra1111 ", para pensarlo. En principio, la mujer no existe, no hay nada ,11 lo que pueda hacerse una generalización de la mujer; por otra 1·1111 ·, el goce de las toxicomanías no se puede equiparar al goce 1· 1111 1 nino, ningún vector en el lado mujer de las fórmulas de la 1mció n pueden dar cuenta del goce toxicómano. Si se plantea l 11t.1tema % no se puede hacer uso de las fórmulas de la sexua1.'111 co mo operador. 1 íl pregunta que surge es si el problema de las mujeres taxi¡ 111 11íl nas no es parecido al viejo problema del superyó femenino: ,,, , ·,e las ve, porque como la carta robada, están a la vista. Es oln una hipótesis, pero quizás no sea tan desatinado pensar a lit, loxicomanías, al menos ciertos casos en los cuales el sujeto p,_11 l' Íecto de la droga se esfuma y entra en coalescencia con el 11-,11 •lo a, del lado mujer en las fórmulas. Esto valdría para el estra1' 1, para la niña estragada por la madre que, al no poder erigirse 1, 11110 res olución a su demanda fálica, ocupa el lugar de objeto 11t I lantasma. Esa es la razón por la cual durante mucho tiempo < onfundió a la adicción con la perversión, y también por eso 111 qen problemas de diagnóstico diferencial con el campo de la p ,11 os is. 1)e to das formas, tampoco se puede hacer uso del vector que ',11 l,1s fó rmulas de la sexuación va del sujeto tachado al objeto a, lul >ido a que si bien los toxicómanos pueden estar en una posi-

1 i M11\cr, J. A, "Teoría de los goces", Conferencias porteñas, 1, op. cit., p. 149.


64 / Lu is Darío Sal amone El silencio de las drogas 1 65

ción de objeto, el estrago no le viene de otro sujeto, como en el caso de la niña con su madre o de la mujer con un hombre.

Un goce estancado 1Jna viñeta clínica podrá ilustrarnos acerca del modo por el cual

2. Del lado del síntoma Ya ha sido planteado en varias oportunidades por qué la drog a no es un síntoma en el sentido metafórico, no es un significante que aparece con relación a otro reprimido. Sin embargo, el concepto de síntoma va cambiando a lo largo de la enseñanza de Lacan. 14

En El síntoma char!atán Miller ya no distingue síntoma de fan tasma sino que los emparenta; esto ocurre con la última definició n del síntoma lacaniano. Entre el sujeto y el goce hay una mediación : la significación del Otro. La droga implica un modo de gozar que responde al autismo contemporáneo, guarda relación con todas esas invenciones para permanecer alejados del Otro. Entonces Miller propone una fórmula para la droga borrando el significado del Otro, no necesitan de las significaciones del Otro. Entre el sujeto y el objeto a aparece el losange quebrantado. Esta fórmula nos permite pensar a la droga ganando terreno en un momento de vacilación del fantasma. Este tipo de síntoma, que prescinde de una relación al Otro, es estragante debido a que no permite una contabilidad del goce. Ese es el motivo por el cual a mi juicio, el psicoanálisis puede tener una eficacia en estos casos, porque hace pasar el goce al inconsciente, es decir a la contabilidad. El cortocicuito que la droga opera al nivel del significante impedía dicha operación. La función fálica hace existir el Nombre del Padre y el Nombre del Padre concilia el goce con la contabilidad, por eso se presenta como un caso particular de 15 la función del sín toma. Otra vez, esa dificultad de diagnóstico que se presenta con la psicosis, cuando el goce deja de ser contable.

14 Miller, J.-A., El síntoma charlatán, Paidós, Bilrce/onn, 1999. 15 Miller, J.-A., "Teoría de los goces", op. cit., p. 1b (l.

¡ , .. ,lrago puede presentarse. Mariam llega a la consulta porque, teniendo más de treinta 11111•,, no ha logrado hacer nada en su vida. Vive encerrada en una li til1ilación ubicada en el fondo de la casa de su madre, a partir de 111, • deci dió dejar de dormir en el mismo cuarto que ella, tomando 1, 1)/i ol. Lo único que la saca al jardín que separa su pieza del res' d<' la cas a es un estanque de agua que había colocado su padre _11,_1 criar peces, abandonando la casa al poco tiempo, cuando Mc11iam tenía doce años. Los peces murieron al año pese a que 11 debi do a que- la madre los alimentaba todo el tiempo. Poco 1, ', pués, entra en un período durante el cual se niega a comer, ¡ 11 l1ru larmente ante la presión de la madre, presión que siempre 11 il 11a estado, y que había hecho de ella una "gordita", rasgo que la 11uil1c misma se encargará de criticar. Ante una pérdida de peso ¡;1,_; llcupante, es llevada a una institución que se dedica a tratar 11:1clros de anorexia. Al terminar el tratamiento, conoce a Carlos, definido como un 1tdH'mio, que además de escribir toma alcohol todo el tiempo. Se , 111 ¡, incha en su locura. Carlos le dice qué tiene y qué no tiene que 11 11 t! J. Se transforma en la medida de su realidad. 1'oco antes de cumplir los quince años, su madre la lleva a Al. 1il1nlicos Anónimos, aunque según el decir de la madre, "era pre1, 11iilc que chupe a que no coma". 1 1 significante "estancada" surge frente a la queja de que lo !11111 o de lo que se ocupa desde hace años es de limpiar ese lugar 11 ,,¡ que los peces murieron, por la ausencia del padre y por los 1_1",Os de la madre, que hicieron que ella no pueda estar com o IH 11. r•n el agua en su Edipo, sino que estuviera como esos peces, 1,111111'1gida en un goce estanco, sin poder salir del deseo estragan,, d, •I Otro. 1 ,1 re lación con Carlos toma el relevo de esa relación con su 111 1d1c•. Ell a sitúa un punto en común ligado a la demanda del Otro, ¡ u<.> también una diferencia: mientras la madre le decía "comé", t:o tlos le decía "tomá". Pero el deseo del Otro marca el camino en íü "p refi ero que chupes a que no comas". Un deseo arbitrario que


El silencio de las drogas \ 67

66 1 Luis Darío Salamone

,·,1,,it,nza a ser rechazada por ella. Un sueño lo ubica nuevamente 11 , ,< ,, ie con el deseo materno; Carlos la obligaba a comer, y si " , lo hacía le pegaba.- En las asociaciones comete un fallido, y , 11,11,do quiere decir que Carlos le había pegado en una oportu111i\, 1d dice "pegada". El significante es subrayado antes de cortar 1,, •,, !Sión. Decide cortar con Carlos, la relación con él es definida

1

no queda conforme con la imagen resultante del accionar y que la critica severamente por devenir gorda, que la alimentaba para que se críe "sana" como lo hacía con los peces que terminaron muriendo, o "reventando" según su propio decir, significante asociado a Carlos, quien para la madre era un "reventado". Espejo, o lago, para seguir con una metáfora acuática, en el cual ella se va a reflejar, para mirarse. Ten emos a la madre y al hombre; de ambos procuró separarse inútilmente por mucho tiempo, pero también al alcohol como estragante. Mariam va de un estrago al otro. Llamativamente, o quizás no tanto, emprende un tratamiento con el psicólogo que atendía a la madre. Tres años de tratamiento en los cuales el profesional, al igual que la madre, le decía qué tenía o qué no tenía que hacer. Por supuesto, indicaba que tenía que dejar a Carlos, también a la bebida, y cuando le manifestó su preocupación por sus kilos de más, le sugirió que haga un régimen. Abandonó el tratamiento cansada de que el psicólogo la critique todo el tiempo. Lo que encuentra en esta oportunidad es un análisis que le va a permitir cuestionar esas relaciones mortíferas sin decirle qué es lo que debe hacer. Se produce un punto de inflexión a partir de que se da cuenta de que la madre no solo alimentaba en exceso a los peces, sino que además nunca les cambió el agua, cuestión de la que se ocupaba el padre, dándoles oxígeno para respirar. Se plantea la necesidad de volver a ver al padre. El reencuentro con él la lleva a un replanteo del lugar que ocupa para ella. Se dará cuenta que lo que ella tenía era la versión del padre que le proporcionaba la madre. Llega a entender por qué el padre dejó a la madre, pero no le perdona que la haya abandonado a ella. Ese falo demasiado flaco para vivir, demasiado gordo para agradar y no reventar, que marca la inoperancia de la función paterna al abandonarla en esa relación, estancada, con el deseo del Otro, comienza a circular haciendo que ese deseo del Otro le aparezca como enigmático. Se va a preguntar "¿Qué carajo es lo que quiere mi madre para mí? Ella nunca va a estar conforme, pero lo que importa es que me pregunte qué es lo que yo quiero". Con Carlos tendrá algunas idas y vueltas. De vez en cuando salen a comer algo. La sexualidad que se juega muy violentamente

,1110 un encierro. 1)ccide buscar un trabajo de pocas horas que le permita em¡111 •11der una carrera universitaria. Luego de muchas vacilaciones l decide por Relaciones Públicas, planteando que es algo anti1i[l\ rnal para ella ya que, después de todo, siempre su problema (111• el de establecer relaciones con el Otro. En la Universidad el ¡1111\i\ema ya no serán las relaciones, sino los exámenes, el sentir ,I' 11, no puede hablar justo de lo que los profesores le piden. Sin

1,

111\iargo, logra pasarlos "siempre raspando". \iene sueños reiterados en los cuales busca todo el tiempo l ,_1•,as que no logra encontrar. No puede recordar de qué cosas 1• \rata, solo recuerda que en los sueños estaba desesperada y 11•11fa la sensación de que, si encontrara lo buscado, eso la llenaría , \t • horror. Afirma que rara vez pierde algo estando despierta. \nte11111npo la sesión cuando dice que a veces hay cosas que es mejor

1

111 •1 der\as que encontrarlas.

1 n la Universidad conoce a un hombre que le agrada, pero distancia, no está muy segura de que esa relación pueda ser ,111<,rente a las otras. Al tiempo, se sorprende porque la relación es i\,•inasiado tranquila, pero afirma que algo le falta. Ese toque agre1vo que tenía la relación con Carlos le gustaba. El nuevo hombre 1¡11<' conoce, que también se llama Carlos, no está pendiente de 1·\\. 1, no la lleva o la trae de la casa cuando salen, no llama por te\, •lona todo el tiempo. Incluso, le parece demasiado "sanito" para 1 11. 1. La relación continúa y se va afianzando poco a poco. Piensa , 111<' lo que había sido su relación anterior, no había sido amor, 11,thía pasado por más momentos de odio que de amor. Una tenue 111:,atisfacción recorre su actual relación, aunque ya no se le pre-

¡11111e

,onla como mortífera.


El silencio de las drogas 1 69 68 1 Luis Darío Salamone

4. Algo más que un daño En la siguiente viñeta clínica se intentará verificar si se puede hablar de estrago en un hombre. Esteban consume todo tipo de pastillas, lo hace para soportar la angustia, la culpa y los temores. Considera que la razón de su sufrimiento tiene que ver con su madre. Más precisamente, con su madre que hacía el amor con otros hombres que no eran su padre, sobre todo con un almacenero, pero delante de él, cuando tenía alrededor de tres o cuatro años ; lo llevaba a sus encuentros amorosos en los que solo un mostrador o una pared lo separaban de su madre y su amante. Define a su vida como un dolor. Las respuestas eran o no sentir o escapar, y las pastillas le servían para ello. Caracteriza a los efectos del deseo del Otro como una catástrofe en su ser; si bien no menciona el término estrago, lo que afirma se aproxima bastante a esta cuestión. Asocia que sus miedos tienen relación con la devastación que provocó la madre en su persona; él estaba allí, sabía que había algo mal, pero no comprendía, como le pasa ahora. El padre estaba dibujado, y allí empezó a sentir culpa. Se pregunta si su madre, además de gozar con el almacenero, no sentía cierto placer en verlo sufrir; en ese punto él toma el relevo, goza en el sufrimiento, dice: "No sé si llamar a esto que me hizo mi vieja daño, es una palabra que queda chica, es algo más que un daño, es una masacre mental".

di 1 011sumirlo. Miller señala un parecido estructural entre este movi1n11_•1llo del discurso capitalista y el movimiento sin barrera planteado jlPI 1 1eud en "El malestar en la cultura" con respecto a la orden 17 1q11 •1yoica y la renuncia a la satisfacción pulsional. 1 1 psicoanálisis apunta a reintroducir la dimensión de la falta p1 , 111iliendo una salida de ese discurso capitalista que abona el 1 1ill1vo de la pulsión de muerte, poniéndole un freno a ese estrago · ¡i

·1ll'ralizado.

1llhllografía · .\. VV., Un estrago. La relación madre-hija, Anáfora, Bs. As., 1993. \ . VV., Más allá de las drogas, Plural, La Paz, '200'2. 111 11d, S., "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual analúmica" (19'25), Obras completas, t. XIX, Amorrortu, Bs.As., 1985. l 11•11d, S., "Sobre la sexualidad femenina" (1931 ), Obras completas, t. XXI, op. cit. 111 11d, S., "La feminidad" (193'2), Obras completas, t. XXII, op. cit. , H .in, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs. /\s., 199'2. 11 ,líl, J., "El atolondradicho", Otros escritos, Paidós, Bs.As., '201 '2. 1 H ,in, J., El Seminario, Libro '23, El sinthome, Paidós, Bs.As., '2006. Mlilt~r, J.-A., "Clínica del superyó", y "Teoría de los goces", Conferencias l 1orteñas 1, Paidós, Bs. As., '2009. f~1ll1~1, J.-A., El síntoma charlatán, Paidós, Barcelona, 1999. Hlilt-r, J.-A., "Clínica de la civilización", El banquete de los analistas, Pai-

5. Un estrago generalizado

clós, Bs. As., '2000. 1 111ab, M., "Algo peor que un síntoma", clase del Seminario del TyA del

Como lo plantea Ernesto Sinatra, la noción de estrago en la relación madre-hija se extiende y hoy podemos hablar de un estrago generalizado.16 Esto es consecuencia de la modalidad discursiva imperante. El discurso capitalista opera de una manera tal que empuja al sujeto a un goce que es capaz de generar toda una sintomatología con las características de las actuales, entre las que se encuentran el consumo de sustancias que conducen al sujeto a un goce capaz

18 de octubre de '2001. Inédito. l1•1Hllarz, S., Las mujeres y sus goces, Diva, Bs.As., '200'2.

16 Sinatra, E., Más allá de las drogas, Plural, La Pa,, '200'2.

I '/ M1llcr, J.-A., El banquete de los analistas, Paidós, Bs.As., p. 304.


'

1)el amor y otras adicciones

"Tomo, para no enamorarme, me enamoro para no tomar ... ". Versuit Bergarabat

el amor y otras adicciones es una película de Edward Zwick 'del 2011 cuyo título original es Lave and Other Drugs, comedia que vira hacia el drama cuando la protagonista pre' rild. manifestaciones del mal de Parkinson. Está basada en el lilJ111 ele Jamie Reidy, Hard Sel/: The Evolution of a Viagra Sa/esman. , Jamie (Jake Gyllenhaal), es un visitador médico ambicioso y ,111q1•riego. Tiene habilidad para vender y conquistar mujeres. Ma.1, p1 · (Anne Hathaway), es una bella joven con un diagnóstico de p II kinso n precoz. Ambos tenían dificultades para comprometerse 11111 el sexo opuesto y eran buscadores de relaciones ocasionales. 11,111do se conocen caen bajo la influencia de esa droga llamada 11111 >1. Pasan del encuentro sexual contingente a enamorarse. Lo · 1111oso es que detrás de esta historia de amor se cuenta cómo 111qió y se comercializo el Viagra, cómo se juega la guerra de los l.1111>1 atorios para imponerse en el mercado, y cómo la chica lucha ! , 111 ',U enfermedad. Si bien no es un film recomendable, su título 1, ,• .rilta interesante.

1. La droga del amor Con este título se pueden discutir algunas teorías modernas qu,,, desde la biología, no solo pretenden explicar la cuestión del ,ilil<>r, sino que directamente lo comparan con una droga.


72 1 Lu is Darío Salamone

Podemos leer el ameno libro de Diego Golembek, Sexo, drogas y biología, que parte de preguntarse irónicamente "¿qué es el amor sino una serie de reacciones fisiológicas?" Algunos científicos predican desde sus laboratorios que se trata de estimulaciones químicas, neurotransmisores y olores. O bien del aumento de la frecuencia cardíaca, enrojecimiento en la mejilla, sudoración y la actividad de ciertos centros cerebrales. Desde esta perspectiva, los científicos pueden responder a la pregunta acerca de por qué nos enamoramos o de quién lo hacemos. También por qué un hombre puede llegar a preferir una mujer más joven; sucede que los machos de cualquier especie prefieren hembras que muestren signos de fertilidad, explicación que suena muy científica pero, por cierto, es llamativa ya que los hombres muy difícilmente -aunque pueda verse un poco más en nuestros días- desean tener hijos. En ocasiones, los buscan para complacer a sus mujeres, o bien para que no los molesten tanto. Cuando ven a una mujer, los hombres heterosexuales piensan en tener relaciones sexuales, no en la reproducción de la especie. Ellas los prefieren maduros y altos, pues aseguran que se trata de elegir a quienes tienen recursos que les permitan criar al niño. Sin embargo, se advierte que no todo es instinto y que las muchachas, además de seguir las reglas de la especie, actúan por imitación, es decir, se le otorga algún lugar a la identificación histérica. Cuando nos enamoramos aparecen señales químicas, por ejemplo el aumento de los niveles de la dopamina y la disminución de la serotonina. Aclara el autor que se trata de algo similar a lo que sucede con las adicciones. Alg o que resulta fundamental para la fidelidad es la acción de ho rmonas endógenas; la oxitosina, que está presente también en el vínculo materno-filial, será la responsable de la monogamia. Por esta vía se podría también explicar un hecho que resulta tan azaroso como la elección de pareja, donde el olor tendrá mucho que ver. En el texto mencionado anteriormente, el amor es presentado como una droga dura, o una enfermedad incurable, y algunas manifestaciones amorosas se parecerán peligrosamente al trastorno obsesivo, apareciendo ideas fijas, mensajes a repetición, etc. El amor y la lujuria podrían considerarse adicciones de un sistema que busca placer, algo que impide que un adicto deje las drogas.

El silencio de las drogas l 73

l 1r~10, nclara el autor siguiendo a Tanguito, "el amor es más fuerte". •,í, es ciego, porque al estar enamorados se inhiben zonas 1·11•h1ales que resultan fundamentales para la discriminación y el pr 11· .. irniento crítico. Para peor de males, luego de hacer el amor, In 111 H ·1ació n de oxitocina produce que unos quieran quedarse con 111_1~.. La oxitocina es una hormona que el sistema límbico, que es 111 pw te del cerebro encargada del placer emocional, libera despu1}, del orgasmo, hormona que hace que una pareja se sienta n,·,,-. vinculada emocionalmente. Si la oxitocina se combina con los l1n9enos, una hormona femenina, la mujer se vuelve cariñosa 11i11versadora. Pero si se combina con la hormona masculina, la I'. 11>•,lerona, al hombre le provoca una necesidad incontenible de l¡,1111 1r . Aún no se ha descubierto la combinación hormonal que lo 111 ' , • a la necesidad incontenible de ver un partido de fútbol. 1'uede haber sexo sin amor, pero si se tienen una cantidad sulle 11•1ite de relaciones con la misma persona, el estallido hormo11111 co mo les pasó a los jóvenes de la película de la que hemos 1 ,1,1,1do el título- puede hacer que los integrantes de una pareja ¡11111 1an permanecer juntos, convirtiendo el amor en una adicción. 1 decir que si una pareja se mantiene unida por años sería por 1ilp,1 de una hormona. 1 n definitiva, según estos autores, se trata de una cascada lo 1c\acc iones químicas. Elegimos el olor de quienes tienen un ¡-,11 •ma inmunológico diferente al nuestro, porque evita que nos 11o1111oremos de nuestros familiares. Está la denominada teoría de 1_, , 01res pondencia, según la cual se elige de acuerdo a un mapa 1111 •11 lal, aunque también influye el tipo sanguíneo, ya que se atraen 11¡i 11 •ll os del mismo tipo. ( 1areth Leng, que trabaja en el cerebro de la Universidad de 1 íli1 nbu rgo, afirma que la oxitocina ayuda a que se armen lazos 1 li 11, ,cleros entre las personas, ya sea en las parejas o en el caso 11 l., ·~ madres con los hijos. La oxitocina se produce tanto en el or¡-,•,mo como en el parto. En síntesis, las hormonas endógenas, lla11, 1d,1s "drogas de la felicidad", que producimos nosotros mismos, 11111 111an llegar a ser nuestras plantaciones internas, en lugar de 111,1polas o marihuana, que producen los siguientes elementos: 1. Oxitocina, cuando existe un amor pasional, relacionado con l,1 Vl< la sexual. 1 in


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2. Dopamina, la droga del amor y la ternura. 3. Finilananina, que genera entusiasmo y amor por la vida. 4. Endorfina, que funciona como transmisor de energía y equilibra las emociones. 5. Epinefrina, un estimulante para el desafío de la realización de metas. Si estas hormonas endógenas abundan, la persona se siente ubicada, sabe quién es, a dónde va, controla sus emociones, conoce sus habilidades y sus talentos y se siente dueña de sí misma. Lo que se denomina inteligencia emocional. Resulta interesante que los científicos se pregunten cuánto du ra la pasión. No se trata de una teoría optimista que logra hacer existir la relación sexual. Aseguran que la relación no puede prolongarse por demasiado tiempo porque, entre otras dificultades, moriríamos por extenuación; entonces se calcula que tras dos o tres años sus efectos desaparecen, sin apenas dejar rastro. lPero por qué? Como suele suceder con el tiempo el organismo se hace resistente a estas sustancias y la pasión se apaga como si nos quedáramos sin combustible, y comienza así una segunda fase con un amor más tranquilo. Aunque sin dejar de estar asociada a otra ducha química, un baño de endócrinas, compuestos naturales qu e poseen una estructura similar a la morfina y otros opiáceos que otorgan una sensación de seguridad. Si sufrimos cuando muere un ser querido, dice este informe, es porque dejamos de recibir nuestra dosis diaria de narcóticos. Enamorarse puede producir el efecto de una dosis de droga y si el enamoramiento se prolonga más de seis meses, puede llegar a ser patológico y llevar a padecer algunos desórdenes mentales. Son diversos los investigadores de las Universidades de Califo rnia y de Nueva York que establecen un paralelismo con el consumo de drogas. Hagop Akiskal comparó los niveles de serotonina de los enamorados con personas que padecen trastornos obsesivos compulsivos, y destacará que si los síntomas de enamoramiento duran más de seis meses se trata de algo patológico, ya que se sufre demasiado. Arthu r Aron, de la Universidad de Nueva York, ha comprobado que el enamoramiento puede producir "el mismo efecto que el recibir una dosis de cocaína, drog a qu e es un poderoso estimu-

1111 ilo

I

lt •I sistema nervioso y además suprime el hambre en quien

1, 1 ,111·,llrne". 1

111 110 era de esperar de la conjunción del discurso de la cien-

111 ,_1.1 11 el discurso capitalista, se vende esencia de oxitocina en

u,1y, 1•s decir que todos, gracias al mercado, pueden hacer uso In l. 1hormona del amor. Este spray permite que se genere conb1 ·1:, , y atracción en el otro y por ello resulta útil para las relacio1111r 1,1<,uales, pero también para aquellas donde, por la falta de la 1il111111 J11a, se ha producido cierto aplastamiento de la relación. 1·,le sería el momento ideal para que el vendedor, luego de 111·1 li11•ve discurso anunciando sus virtudes, al estilo de los vie.1 •11dedores de tónicos mágicos, pócimas y elixires de la vida \! 111.1 abriera su mesa plegable y se disponga a vender los fa1 li1 d1Y,os sprays. Sin embargo, en la actualidad podemos adquirir 1p1od ucto por internet. Un anuncio de este medio pregona: "Uti111, l.1 oxitocina en spray cada mañana después de la ducha dia1l.1, ,,plicándola si se desea con cualquier otro perfume, ya que 1, 110 altera los olores. Si desea mejorar las relaciones laborales, p, d,1 ,, ice la oxitocina como si fuese un ambientador o mézclelo ,11 uno y aplíquelo por todos las zonas de la empresa. La oxitoci1ilt 1·11spray es de fácil utilización, ya que por su diseño lo podemos 11 111•,portar en cualquier lugar, ya sea en nuestro bolso, un maletín,

1º'

li ,•lera".

Nuestra perspectiva sobre el amor 11odemos ver, entonces, que hay teorías que aun pareciendo i1•11l 1ficas, no dejan por ello de ser bastante delirantes. Los psi' , ,. 11 1alistas deben ocuparse de otras cosas, del campo de la falta, ,11•I deseo y del goce, entre muchas otras, lo que permitirá elucu111.11 sobre temas como el amor de otra manera, la nuestra. Lacan i\11rn a que lo único que hacemos en psicoanálisis es hablar de 11 11nr. Sin embargo, no deja de ser interesante detenerse a ob1•1var aquellos detalles que nos permiten apreciar la tensión que 111 11•dc existir en esa soga que ata el amor a las adicciones.


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a) La erotomanía femenina. En principio, hay un término que es el de de toxicomanía. La cuestión maníaca puede estar presente en el amor, por ejemplo, en lo que la psiquiatría ha denominado erotomanía, una forma de relación al otro imaginario que puede ser propia de determinados estados pasionales en las psicosis, pero que también está muy presente en la forma de amar que puede tener una mujer neurótica. Jacques-Alain Miller ubica del lado hombre un estilo fetichista y del lado mujer un estilo erotómano. En un excelente trabajo de Nieves Soria titulado "La erotomanía del amor femenino" 1 sobre la sensibilidad de las mujeres al llamado del amor, ubica que se trata de que el seductor logre hacer vibrar esa cuerda íntima que, en algunas oportunidades, puede ser la del fantasma. Lacan decía que bastaba con que el hombre tocara el fantasma de una mujer para que ésta no se le resistiera. El fantasma tiene, como un instrumento musical, diferentes cuerdas; puede ser tocada la cuerda del amor sacrificial, esa necesidad que una mujer tiene de ser amada que la puede llevar al sacrificio, a un apego a un otro que puede resultar adictivo ya que, lo decía Freud, la pérdida de amor en la mujer sería el equivalente de la castración en el hombre. De acuerdo a cómo esté situada, la mujer encontrará en el amor del Otro una forma de burlar la castración. El apego al Otro no resultará algo sencillo, tendrá los ribetes de la compulsión, será un amor loco. Lacan señala en la mujer una duplicidad entre la pura ausencia y la pura sensibilidad; pura sensibilidad que está ligada al goce del órgano del partenaire, y pura ausencia jugada en el plano del amor. Nieves Soria articula la locura femenina al goce femenino, sin caer en el tema de lo ilimitado como factor en común. Ubica la escalada sin límites de la locura amorosa femenina com o un intento loco de reducir el goce femenino al goce fálico, poniendo en funcionamiento el dispositivo superyoico. En ese rechazo de la castración, en ese intento de hacer de dos uno, en esa un ión adictiva que procura, en ese intento de sostener un íncu bo ideal -demonio que visita a las mujeres por las

1 Soria, N., "La erotomanía del amor femenino", El Caldero de la Escuela 63, Bs.As., octubre de 1998.

111 H 11cs, cuando están dormidas-, la castración, que pretende ser , · pulsada por la puerta, se mete por la ventana. El análisis, al rein1111ducir la castración por donde corresponde, como lo que divide il •,ujeto, permite un amor que no resulte tan adictivo. h) El amor imposible Del lado hombre, el amor se torna adictivo cuando la mujer se , 111 .Jve imposible. No precisamente imposible de soportar, lo cual 1•1 ¡ún algunos científicos suele suceder después de los seis me1••, cuando se acaban los efectos de la oxitocina, sino imposible d1) tener, de abrazar. Es un hecho observable que muchos homlil 1·s en análisis no hablan de su mujer, hasta que ésta decide , 11 •¡arios, entonces, no dejan de hablar de ellas por años. Están li 1·, casos de aquellas que no les contestan un simple mensaje de l,• <lo, razón por la cual ellos les mandan cincuenta. Se tornan un ¡11 H o persecutorios y no tardan en comparar a esa mujer con una i\1nga, y a esa dificultad para acceder a ellas con una penosa absl1111•ncia. Pueden, incluso, realizar una cura por sustitución de ese2 11nor narcótico", al que le canta Chichi Peralta, a la "bersiutera": 11 Hno, para no enamorarme, me enamoro para no tomar". \Jor supuesto, los hombres sazonan esta cuestión, si son ob.1 .. ,ivos y suelen serlo, con una práctica compulsiva que puede 111111arse insoportable para la pareja. 1 1amor es una pasión; como lo señala Eric Laurent, el término ¡1.1•,ión permite contemplar en forma conjunta dos cuestiones que 1 11 •ud nos presentaba por separado: el afecto y el pensamiento. 1 11,mdo una dama se adueña del pensamiento de un obsesivo su 11. 1• ,ión se torna en una especia de droga.

l. La adicción nuestra de cada día \ lay algo que resulta adictivo siempre, y que va más allá de la ·,1 1•, lancia: se trata del goce. El goce siempre resulta adictivo; si 11110 goza, quiere gozar más, y se torna en algo compulsivo.

:,í \ l,1uondo referencia a la banda de música Versuit Bergarabat, autora de la frase q111 • '>t' cita.


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El problema es que en las parejas se pone en juego algo del orden de cierta dimensión de la desproporción sexual y puede pasar, por ejemplo, que una mujer no quiera tener relaciones todo el tiempo, que introduzca una dificultad, y entonces el hombre querrá hacerlo aún más.

t os rituales del consumo

Están las otras parejas donde el hombre perdió el sabor del goce y está en permanente abstinencia, como los alcohólicos anónimos, manteniendo una represión que lo inhabilita de gozar. Así se da lugar a lo que Jacques Lacan denominó la comedia de los se xos. Si puede haber un parentesco entre el amor y la adicción, es preciso señalar las diferencias. Podemos para esto tomar el seminario de Mil ler El partenaire-síntoma, en donde se puede encontrar desarrollada la definición que da Freud en "Inhibición, síntoma y angustia" del síntoma en un sentido amplio, del síntoma como un modo de satisfacción. No hay una satisfacción directa de la pulsión sino que ésta se encuentra degradada. La toxicomanía presenta un goce autoerótico que se cierra sobre sí mismo, sin una mediación del Otro, y en muchas oportunidades, sin apelar al fantasma o promover el goce fálico. El amor es una mediación que permite transformar el desierto del goce en el campo del deseo; no es sin el Otro y, generalmente, participa el fantasma abriendo la puerta al goce fálico. El amor también guarda una estrecha relación con el goce femenino, que es difícil sin amor, lo que lo diferencia de una adicción a una sustancia tóxica. Podrá haber amores adictivos, incluso tóxicos, que generen un goce nocivo para el sujeto, pero no habrá sustancia tóxica que po nga al sujeto de cara al vacío y abierto a la apuesta del deseo, para que sea capaz de dar lo que no tiene y transmitir la imposibilidad de completar al otro. Bibliografía

Golembek, D., Sexo, drogas y biología, Siglo XXI, Bs.As., 2006. Soria, N., "La erotomanía del amor femenino", El Caldero de la Escuela 63, Bs. As., octu bre de 1998. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, Paidós, Bs.As., 2008. Laurent, E., El goce sin ros tro, Tras Haches, Bs. As., 20 1O.

"... pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína ... ". Joaquín Sabina

L

as drogas, como lo sabemos, suelen contribuir a resquebrajar el vínculo del sujeto con el Otro. Muchas veces el consumo de sustancias lleva a que el sujeto, librado de vergüenza o c-r1lim ientos de culpa, cometa actos antisociales, contribuyendo 111<'squebrajamiento de los ya frágiles vínculos humanos. J)ero también hay un consumo que se da en el marco de lo ·111 1pal, que incluso entra en cierto orden simbólico. Orden contra 1, ual muchas veces los sujetos que consumen arremeten. 1 a descripción que realiza Wolgang Schivelbusch de lo que im11111 a entrar en una taberna, muestra un cambio de coordenadas 11.iles que a muchos sujetos puede resultarle estimulante. Descri1_11• algo muy parecido a lo que viví la última vez que viajé a Santa J , , y f uimos al patio cervecero. Y por supuesto brindamos. El brindi·, es un acto muy antiguo. En el Diccionario de las supersticio11•.<-; alemanas leemos que "Los usos y costumbres supersticiosos ,, •l,tcionados con la bebida deben entenderse como reliquias de ,, los y manifestaciones de fe de un culto mágico". 1 se viejo acto de brindar se mantuvo vivo a lo largo de años, ¡11•10 ese ritual, que gira en torno a una bebida alcohólica, no está 111,,sente de esa forma en relación a la comida, por ejemplo. La li1 •il ida era asimilada a la vida o incluso el alma de alguna cosa. 1'111ede simbolizar por ejemplo la sangre. He trabajado cómo se Jlll'9ª esto en el cristianismo, pero incluso ese simbolismo no sue-


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le ser muy compartido hoy por los sacerdotes. Suelen invitar a que se ingiera el cuerpo, pero no la sangre de Cristo. Para los hombres antiguos beber era algo que resultaba inquietante. Para algunas culturas se incorporaba el alma pero se podía perder la propia. El sujeto que había bebido vino de más perdía su alma y era poseído por el dios del vino. El peligro de beber podía estar en relación a un fantasma muy común: la posibilidad de ser envenenado. Lo que se pone en juego y que resulta perturbador es la emergencia misma del goce en un sujeto. La bebida libera las inhibiciones, levanta la represión y además el alcohol tiene un efecto en el cuerpo. Los rituales en consumo de sustancias tóxicas tienen como finalidad darle un marco simbólico, cierto orden, que permita neutralizar los peligros derivados de los fantasmas desencadenados y el goce que se puede llegar a poner en juego, ya sea recuperado por esos fantasmas o el goce sin mediación que se produce al intoxicarse. Los bebedores brindan, se saludan, celebran la amistad. Y delimitan un goce que puede levantar las barreras que se juegan frente a la sexualidad y la agresión. Lo que representaba una amenaza deviene en un símbolo. Es muy interesante cómo se ha jugado el ritual del tabaco. Fumar en pipa era una cosa, el cigarro implicó una economía de gestos, pero había que conservar la humedad del habano, sacarle el celofán, cortar la punta, sacar la vitola, fumar sin sacudir la ceniza. El cigarrillo casi carece de rituales. Se pone en la boca y a gozar. Simboliza la vida moderna, es el paradigma del consumo capitalista. A mano, rápido, fugaz, se puede consumir uno tras otro, invadido por la ansiedad. Con otras sustancias se hacían encuentros rituales. He trabajado el Club de los fumadores de hachís donde se juntaban grandes personalidades de la cultura de aquel entonces como Charles Baudelaire, Théophile Gautier, Gérard de Nerval, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Rimbaud, Eugéne Delacroix e incluso Balzac, pero estaban asesorados por el psiquiatra Moreau de Tours. Estaba la dosis regulada y luego procurar volcar a la letra ese goce. Sigue habiendo prácticas rituales, diferentes, atravesadas por el discurso capitalista. Perduran incluso prácticas mágicas anti-

1uri•, como temazcales donde se utilizan hongos alucinógenos o, 111j•, propio de nuestros días, las fiestas electrónicas donde reina l 1_,, lé!SiS. 8 111 embargo hoy no solo presenciamos, como ya hemos dicho, ¡11 'tcl 1cas que no están reguladas por lo simbólico, habiendo un 1,iloc ircuito en la dimensión significante, sino que muchas veces lil ,1111bólico se pone al servicio de la pulsión de muerte. 1 , 11esto Sinatra ha trabajado esa costumbre que surgió que o I onoce como El Botellón. Jóvenes que se reúnen en las calles I¡_; 1 •,paña, muchas veces convocándose por internet, para tomar ¡t,J1H les cantidades de alcohol. La cosa puede terminar mal, con il lo~, de vandalismo y poniendo en peligro la vida de algunos su-

jnlo•,. 1 11 Argentina, donde siempre mejoramos estas cosas, tenemos 111 "1, 11 ra loca" donde se mezclan todo tipo de bebidas alcohólicas , 111 pastillas; puede haber Viagra, anticonceptivos y antidepresi;•, Y no hablemos de lo que se pone en juego en muchas prácticas 1~ 1ons umo en determinados sujetos atrapados por las drogas, Como ya hemos visto, hay un concepto que nos permite estu!11 11 lo que se pone en juego en estas prácticas: el superyó, esa 111 ,l.111cia que aísla Freud como independiente del yo, que la ubica t ,11110 el cultivo puro de la pulsión de muerte y lo puede someter al , 1, , una crueldad que puede llegar al sacrificio. Laurent nos habla ¡¡¡, 1";e superyó que es la droga. 1 o que no se regula por lo simbólico lo moviliza el superyó que , 1onsiderada por Freud como una instancia simbólica que em 1,, q. 1 al goce, pero incide en lo real; esta es una de las cuestiones , 11, caracterizan nuestra época, hay un empuje al goce en nues 1111', días. 1 o simbólico puesto al servicio de la pulsión de muerte se pone 11 JI 1cgo en todo lo que se juega en el mercado de las drogas. Esta , 111ana un analizante me contaba cómo desmantelaba libros, lo , , 11 rnaba con cocaína, para mandarlo por correo. Era un trabajo ir 1, ,anal, había que improvisar en aquella época, me decía. Ahora ,l.1 lodo finamente calculado, desde las rutas de tránsito hasta Ir,:; contactos de seguridad o políticos corrompidos. Es el hecho lo lo que se conoce como crimen organizado. 11


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He viajado en algunas oportunidades a México, Colombia, Bolivia, Venezuela y otros países, donde la cuestión del negocio del narcotráfico funciona fuertemente. Cada vez que voy a México me traigo varios libros de lo que se conoce como narco literatura. Y no dejo de preguntarme si no nos espera algo de eso. Hace algunos años podía resultar impensable. Esta semana cada noche que llegué a mi casa y prendí un rato la TV para ver qué noticias había en el país se hablaba de narcotráfico, se hablaba de crímenes y sicarios, de rutas de tráfico, de carteles, de depósitos de drogas y túneles para el escape. Y se hablaba de todo esto en la provincia de Santa Fe. Le pregunté a alguien que trabaja en el tema si era posible vislum brar un futuro como el que se ve en Centroamérica. Me contestó con cientos de hojas de un proceso judicial donde se habla precisamente de carteles, de crímenes, de corrupción. Con cosas de accedo público, y les puedo pasar el link si les interesa. Es una investigación llevada adelante por el juzgado de Zafaronni. El presidente de la Asociación Antidrogas, Claudio lzaguirre, dijo que hay seis carteles funcionando en Argentina. Esto avanza. Y los psicoanalistas nos preocupamos por estar a la altura de nuestra época. Tocio parecería jugarse en el terreno de la política. Sin embargo les dejaría una pregunta: ¿cuál es la intervención que un analista puede tener en esta cuestión, más allá de su trabajo clínico? Eric Laurent nos ha pedido que no nos quedemos al margen de las discusiones sobre las cuestiones políticas que se juegan en torno a la cuestión de las drogas. Es el momento de plantear nuestra posición como una alternativa diferente a la clásica. Después de todo, ¿quiénes se ocupan como nosotros de la relación de un sujeto con su goce?

1os muchachos de antes 110 usaban éxtasis " . .. que me mate la tristeza, que me duerma, que me aturda". Cátulo Castillo 1 "Para olvidarla me vuelo la cabeza con una pastilla y me aturdo con música". Juan Carlos 2

s mi intención trazar cierto paralelismo entre las costumbres de los jóvenes de otras épocas que concurrían a las milongas para pasar el tiempo, encontrando en el alcohol un il1,1do para poder disfrutar de la noche, y los de ahora, que tam111•11 buscan lo mismo, aunque con otra música y otras sustancias, , 11< ontrando en las fiestas electrónicas el lugar propicio para el , 11 l'iu mo de éxtasis. 1.stableceré algunas diferencias, pero también los puntos de , 111vergencia que permitirán dar cuenta de cómo, en distintos mo1111 •11tos, se procuran resolver ciertas encrucijadas estructurales de w 1,crdo a los elementos con que se cuenta.

Vivir intoxicado 1 n lugar de vivir su presente, muchas veces el neurótico prefie1, habitar en el futuro con la esperanza de que vendrán tiempos 111,•1ores; o en el pasado, donde seguramente los hubo, siempre y , 11,11,do la represión haya sido lo suficientemente eficaz para bo11 , 11 lo que resulta perturbador. Eficaz hasta cierto punto, ya que lo

1 ''l_ht canc ión". Tango de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo. 1 r. lil es la solución que encuentra un joven analizante para olvidarse de una mujer.


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reprimido retorna sintomáticamente precisamente en el presente, incluso sin que el sujeto se dé cuenta. Al no encontrar placer en el momento actual, la vida se torna aburrida. Muchas veces las drogas vienen a este lugar: a procurar devolverle algo de goce al momento actual, borrando los pensamientos y fantasmas, y conectando al sujeto con una satisfacción que no es capaz de procurarse por otros medios, intentando salir de la impotencia o la insatisfacción, que son formas de nombrar esa imposibilidad de gozar. Esto lleva al sujeto a vivir intoxicado. Una de las razones sociales esgrimidas para pensar que la época en la que vivimos no es tan buena como la de antes, es precisamente la droga. Sin embargo, siempre ha habido sustancias tóxicas. En cada época y cada lugar se promueven determinadas drogas cuya emergencia no es ajena a las cuestiones de mercado. Es verdad que seguramente el discurso capitalista y determinadas sustancias le dan, en nuestro tiempo, un envión aún mayor a muchas personas para que busquen una salida de su malestar recurriendo a drogas. Desde tiempos remotos se desarrollaron rituales en los que la bebida, el tabaco o diferentes sustancias tóxicas, jugaban un papel fundamental. Muchas veces tenían por función neutralizar cuestiones que a los hombres se les tornaban amenazantes. Estos rituales comunitarios les permitían sentirse más seguros frente a los demás y controlarse entre ellos. 3 Los rituales de otras épocas estaban jugados en un universo donde lo simbólico ofrecía cierta regulación pero, si bien hay diferencias, no implica que en esta época no las haya; las leyes pretenden controlar los excesos de goce aunque tendamos a pensar que, en nuestros días, lo simbólico ha sido aplastado por lo imaginario en muchas ocasiones, y que particularmente el uso de tóxicos, en algunas oportunidades, sume al sujeto en un mundo donde las palabras carecen de importancia.

. Tiempos viejos

r I título de este capítulo está inspirado en un tango de 1926, , 11ya letra es de Manuel Romero, y la música de Francisco Canaro, ll,1111ado "Tiempos viejos". lTe acordás, hermano? iOué tiempos aquellos! Lran otros hombres más hombres los nuestros. No se conocía cocó ni morfina, 4 / os muchachos de antes no usaban gomina.

l I tango es una evocación nostálgica de la juventud perdida, d,• los muchachos de entonces, de la barra, de "las minas fieles ti, • gran corazón", de los bailes donde se peleaba por el amor, de l 1 1uventud perdida, de esos veinticinco abriles que no volverán ... lPor qué dice que eran más hombres aquellos de antes? lPor , 111ó no usaban cocó ni morfina? Si bien no estaban de moda la , ,icaína o la morfina, menos aún el éxtasis, que no existía, segura1111•nte en aquellas noches, en lo de Hansen, circulaban otras sus¡, 111cias embriagantes como el alcohol. Y seguro que también les ,•1vía a los hombres para sentirse más guapos, más compadritos, !'nito en las peleas entre ellos como con las mujeres. Si bien es · ,•,dad que los hombres se presentaban con otros semblantes, el d1 ohol tenía su importancia en los comportamientos de aquellos l 11,rnbres de antaño .

1, Los

alcohólicos románticos y los cínicos

Desde hace muchos años, con Fabián Naparstek, comenza1,11y , a pensar qué diferencia había entre los alcohólicos de antes

\ Ji,. , de ahora. /\ los de antes, los llamamos los alcohólicos románticos; en eslu·, casos, la función del alcohol está más en relación al olvido, espcc ,almente al olvido de una mujer amada y perdida. Hay muchos

3 Schivelbusch, W., Historia de los estimulantes, Anagrama, Barcelona, 1995.

11, ,1npos viejos". Tango de Manuel Romero y Francisco Canaro.


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tangos que testimonian de esto, aunque también hay muchas can ciones de rock o de cualquier otro género musical. Tomemos los tangos, donde es habitual que se relaten las razones que pueden llevar a alguien a embriagarse: predominan los abandonos o los engaños, y resulta habitual que el alcohol cumpla la función de permitir no recordar, dejar de pensar, ahogando o ahuyentando las penas en el alcohol. Muchas letras tratan sobre la eficacia que tiene el alcohol en la función del olvido, como "La última curda", donde ese recurso se presenta de una forma generalizada: 6no ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?... 5 También en algunos tangos se muestran los límites que puede tener esta solución, como sucede con cualquier otra sustancia tóxica que presenta su falla. Lo podemos ver en el tango "Frente a una copa" : . .. me emborrachó de ilusión, una mujer que fue mi vida. Y hoy que la siento perdida, se agranda esta herida que nunca la olvida ... ni con alcohol... 6

La misma problemática se presenta en "Nostalgias", donde no hay trago que logre apagar un loco amor, que más bien es un sufrir; navegando entre la nostalgia y la angustia el protagonista dice: Quiero por los dos mi copa alzar para olvidar mi obstinación y más la vuelvo a recordar.

·~111 embargo, con la misma obstinación insiste en buscar en la l 1111 ·dad una solución, y el fracaso del alcohol es lo que lo lleva a 11 .i·,lir con la bebida en busca de un consuelo, buscando ahogar 111 i111gustia, emborrachando el corazón, "para después poder brin111 por los fracasos del amor". 1 1alcohólico moderno, en cambio, se presenta como más cíni" · 1 n lugar de la nostalgia, aquello que denota su posición es la 1111l1lcrencia, incluso el rechazo del Otro. í./csulta más difícil en nuestra época encontrar a un alcohólico ¡,1110, que consuma solo alcohol; sin embargo los hay. Incluso hay · 11111 ,nes prefieren alguna bebida alcohólica determinada a cual· 11111 'I otra cosa. Por ejemplo, un analizante se embriagaba sólo con 1/.1 María.7 La dulzura era allí un rasgo a tener en cuenta. También 11 tilla incurrido, más allá de sus preferencias, en el uso de otras 11·,lancias. Charles Bukowski es un borracho al que nuestros rockeros 1111nn; Fito Páez le dedicó "Polaroid de locura ordinaria". De su 1ili1 y obra han surgido, por ejemplo, también algunas películas 11111 ·resantes como Ordinaria Locura de Marco Ferreri, Barfly de l l.11 bet Schroeder, o Factótum de Bent Hamer. Se trata de un es¡ 1lior cuya manera de escribir es tan directa que suele provocar tl1¡1cción o rechazo. Aparentemente, se trataba de alguien para , 1111en el alcohol formaba parte de su vida de una manera tal que 111 ,día ofrecernos un testimonio sobre una posición cínica, a parlir ,J, • ese recurso". 8 l)esde su muerte, han aparecido algunas obras nn lc,, i11<''d1l.1:, 1 , 111npiladas en el libro Fragmentos de un cuadcmo 11rnirh1<lo ck• t 1110, 9 que contiene ese increíble manifiesto del borracho lilul mlo 'U11 delirante ensayo sobre la poética y la condenada vida escri1() rnientras bebía media docena de latas de cerveza (altas)". Allí ,n•,liene que sencillamente no le interesaba formar parte de nada, In 1'11ergía de sus semejantes, dedicados a cambiar neumáticos,

1/,1 Maria es un licor de whisky.

e./. Salamone, L. D., "Un barfly llamado Bukowski", Alcohol,

5 "La última curda". Tango de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo. 6 "Frente a una copa". Tango de Elías Wainer y Francisco Amor.

tabaco y otros vicios, 111o1111a ediciones, Bs.As., 2012. 1l !11kowski, Ch., Fragmentos de un cuaderno manchado de vino, Anagrama, Barce l,111;1, '.)009. •


88 1 Luis Darío Salamone El sil encio de las drogas l 89

conducir una camioneta de helados, ir al Congreso, o abrirle las entrañas a alguien, ya sea en una operación quirúrgica o por el hecho de haberlo asesinado, era algo que lo superaba. Dice: "Cual quier día que pudiera estafarle a ese sistema de vida me parecía una buena victoria. Bebía vino y dormía en parques y me moría de hambre. El suicidio era mi mejor arma. Pensar en ello me daba 10 cierta paz . .. ". La religión le parecía un engaño, un truco de espejos, las mujeres eran como todo lo demás, se ponían un precio y lo obtenían , hacían exigencias que iban más allá del valor que tenían. Su padre era visto como un monstruo brutalizado. Las cosas que exigía la vida tampoco tenían valor, incluso el ataúd necesario para el descanso final resultaba algo estúpido, "toda esa hermosa madera barnizada para los gusanos ciegos del infierno". Diógenes suscribiría a muchas de las afirmaciones de Charles. Pero no se trata de la verdad que puede haber en lo que dice, se trata de una posición subjetiva que podemos denominar cínica. Bukowski nos brinda la perspectiva de un alcohólico puro, es decir, que no combina al mismo con otras sustancias. Prefiere particularmente la cerveza. Su visión del mundo es cínica, algo que no resultaba tan habitual en los alcohólicos románticos de otras épocas.

4. Las fiestas de la Casa del Ácido 11 Según plantean quienes consumen éxtasis, esta sustancia va al lugar que en otros tiempos ocupaba el alcohol. Sirve de válvula de escape frente a las presiones, y sirve a los hombres para enfrentarse a las mujeres que son, como dice Lacan, su hora de la verdad. Aunque no les sirva, y esto es algo que presento a la discusión, para salir de la impotencia. Claro que hay diferencias. En principio en los efectos. Si bien había alg o cu ltural en otra época que llevaba a que algunos pudieran trabarse en una lucha cuchillo en mano, sin duda la caña

1O lbíd, p. 73. 11 Este tema fue trabajado también en c/. Salamone, L., Alcohol, tabaco y otros vicios, Gra ma ediciones, Bs. As., 201 2.

otras bebidas alcohólicas animaban lo suficiente a los hombres , orno para entrar en estas disputas. Con el éxtasis se establecen otro tipo de relaciones entre los , onsumidores. Introduzcámonos en algunas de sus características p.tra descubrir las razones. Se trata de una droga conocida por su nomenclatura química: MD MA (metilenedioxi-N-metilanfetamina), apodada en un principio como "Adán" en honor al ser primigenio que habitaba en el p,11aíso, también llamada XTC, y establecida entre nosotros como t 1 >das is, por suponer que el término se aproxima al efecto que cau.. 1. Es quizás el miembro más relevante de la nueva generación de .11<;tancias que alteran la mente, emparentado con los psicodélil ns; pero comparándolo con el LSD, por ejemplo, se trata de un 1orn puesto que genera efectos que resultan más predecibles. Lo ,¡11c hoy no resulta predecible es si lo que se consume es éxtasis , 1iando alguien cree que lo hace. La MOMA fue una droga aislada en 1912 accidentalmente por le,·, laboratorios Merck. Nunca fue comercializado por el laborator111, pero la CIA la probó como droga de la verdad. Fue dejada de 1, 11 10 y reflotada por el ejército norteamericano. La primera comu111< ació n científica fue realizada por un químico investigador estaiJ,nmi dense llamado Alexander Shulgin, en 1976. Los psiquiatras 11111 teamericanos la usaron hasta que la policía anti narcótica nor11.•, 1rnericana decretó que carecía de uso médico. Du rante la década del 70 algunos terapeutas de pareja la en111 •qaban a sus pacientes antes de las sesiones, y encontraban 11tl!11os hostilidad entre los integrantes de la pareja. 1 n 1975 la policía allanó un laboratorio de anfetamin as en et 1•1 ilro de Inglaterra y se encontraron con una drog a qu e no pu l1,•1on identificar. El MOMA, derivado de la anfetamina, aun no ,l.iba incluido en la Ley de Consumo Inadecuado de Drogas, que 111,• mod ificada recién en el 77 para incluir cualquier derivado de 1,, , , 1nfetaminas. 1>or 1987 la juventud obrera de Inglaterra comenzó a celebrar lit·,·,lns en Ibiza. Utilizaban música con un ritmo inductor de trance q11, • hoy conocemos como electrónica. Ese nuevo sonido recibió el 11r1111bre de "Casa del Ácido" ; no se trataba de la droga consumida ttH> ele la mú sica "casa" de Chicago, tomando lo que se denomina 11


90 1 Luis Daría Salamone El silencio de las drogas 1 91

"quemaduras de ácido", en las que se utilizan canciones para crear una suerte de rítmico co!!age sónico. De todas formas, el LSO u otros psicodélicos eran utilizados como estimulantes. Las fiestas se extendieron a toda Inglaterra para difundirse luego a otros lugares del mundo, y el MOMA se convirtió en la droga de moda. 12 El uso recreativo del éxtasis había aumentado de una forma inusitada hasta que sobrevolaron fantasmas en torno a su peligrosidad, a partir de los posibles efectos que este tiene en el cerebro. Se prohibió en los Estados Unidos, luego de demostrar que provocó daño cerebral en ratas. Las autopsias de los primeros casos fatales luego del consumo, revelaron que se trataban de ataques al corazón debido a las altas temperaturas de los clubes, el baile ininterrumpido y la deshidratación. Entre 1989 y 1995 se contabilizó la muerte de alrededor de 80 jóvenes. Más que las anfetaminas, el éxtasis interfiere con el mecanismo termorregulador del cuerpo para aumentar la temperatura corporal, incluso si quien lo consume está relajado; al combinar la droga con la alta temperatura de los ambientes, se producen más muertes que por insolación. Al parecer, en los clubes donde esto aconteció, cortaron el agua de los baños para vender más bebidas. La popularidad del producto hace que los laboratorios no alcancen a producir de acuerdo a la demanda. Stuart Walton ha planteado que el éxtasis se ha convertido en una víctima de su 13 propio éxito. Generalmente, se consumen anfetaminas, puras o combinadas con otras drogas, desde ketamina a un simple medicamento que se obtiene en una farmacia. Una de las f unciones principales que el éxtasis tiene es potenciar la empatía; se dice que su primer distribuidor quiso darle precisame nte ese nombre: empatía. Es por eso que muchos sujetos recurren a ella para poder entrar en la vida social; es decir, no podemos hablar, como lo hemos visto frecuentemente con otras sustancias, de un goce cínico. Hay quienes rec urren al éxtasis por lo que Antonio Escoho14 tado ha denominado una infundada reputación de afrodisíaco,

12 Eisner, B .. Éxtasis. Historia del MOMA. Obelisco. Barcelona, 1995. 13 Walton, St., Una historia cultural de la intoxicación, Océano, México, 2 005. 1 4 Escohotado, A , Aprendiendo de las drogas, Anngrama, Barcelona, 1995.

lhq, 111cio a provocar lo que se nombró irónicamente como el "sín11, 11111 • del matrimonio instantáneo". Britney Spears se casó en el 1H_J/1 en Las Vegas con Jasan Allen Alexander, un viejo amigo, y 111 l·Hida duró 55 horas antes de anularse. Si bien es verdad que p111mca una suerte de desnudamiento emocional, también lo es iw· la libido, siguiendo al mismo autor, tiende a desgenitalizarse, lwl 1l,1ndose de una fusión sentimental pero que llega a tener un íl, 1c ter telepático.

1, El éxtasis y la clínica Algun as viñetas clínicas permiten ilustrar la función que esta l11H¡a puede llegar a cumplir en la subjetividad moderna. l Jn sujeto entró en el mundo de las drogas para desafiar a la n1111•ile, sin saber que, en verdad, la buscaba al identificarse con 1, 11, adre fallecida. Afirmaba que era como si le dijera a la muerte l 'or qué no me llevás a mí?". Más que una provocación era una ¡l,~111;1nda realizada hacia el amo absoluto hegeliano. Dejó de dro¡nr •,e] cu ando descubrió que no quería morirse. Dejó de desafiar a l 1111t1erte y consulta porque ahora la muerte lo desafía a él. Pade' 1111 terror a morirse bajo el formato de ataque de pánico; consi1, 1, 1 que se trata de la venganza de La Parca. Lo sacará de esta I "1•,1c ión comenzar a cursar el duelo por la pérdida de la madre. ( :uando recaló en el éxtasis se dio cuenta que podía pararse de 11, 1manera en lo social que le traía dificultades, particularmente 11 •,u relación con las mujeres. Se sentía un ganador, afirmaba ¡1 ,, , log raba salir de la impotencia; sin embargo, la misma aparecía 1111 otra modalidad: le resultaba imposible eyacular. Si bien esto w,, .. , particular de este caso, es un efecto muy común de la droga, , , ",u Ita interesante subrayar que el sujeto se animaba, pero no luq, ,1ba salir de la impotencia. l"•,le tipo de testimonio es habitual en la clínica de hoy en día. l1¡t11cn logra salir de su vida monótona gracias a las fiestas donde · 1111•,ume éxtasis; sin embargo, se cuestiona: "todo lo bien que la ¡1,, ,o una noche implica tres días de pasarla mal". Las cuentas no /, , 1c•rran, pero. se anima, sale de cierto aburrimiento, y puede pa-


92 / Luis Darío Salamone

sarla bien con una mujer sin caer en la eyaculación precoz, pero el inconveniente nuevamente pasa a ser la dificultad para eyacular. En oportunidades, la falta de pureza no tiene que ver con la adulteración de la sustancia, sino que se trata de lo que se denomina sinergia o la acción combinada de la sustancia con otros psicofármacos. El sujeto se refirió a una pastilla conocida como Mitsubishi, que supone que se trata de éxtasis mezclado con heroína, diciendo que la sensación era la de poder todo, pero se sentía invadido por una especie de violencia. Luego la fatiga, una fatiga mortal que le impedía volver al trabajo. Otro sujeto encontraba en las pastillas la felicidad, pero también le daba lugar a una gran ira. Todo quedaba a flor de piel: podía expresar todo. Pasaba de cierta inercia, a llevarse todo por delante. Podía encarar a una mujer perdiéndole el respeto. Empezaba sus relaciones muy bien predispuesto, pero la violencia se iba apoderando paulatinamente de él, hasta descontrolarse. Una causa judicial detuvo su recorrido. Pudo parar porque, según su decir, algo le vino de afuera. La droga le permitió salir del encierro, pero asegura que ese freno que antes sentía que tenía adentro, ahora lo buscaba afuera. Finalmente, el caso de un hombre que se rehusaba a crecer, lo cual nos permite ubicarlo en lo que Lacan denominó "el reino del niño generalizado", reino en el que suelen habitar quienes viven intoxicados. Afirmaba que el éxtasis le hacía ver las cosas de otra manera, más suelto. Aislará una expresión: "no me importa nada", cuya negación será interpretada, reconociendo una vida vacía, donde la nada imperaba y lo arrastraba hacia un vacío desolador.

5. Antes y después Por más que a partir de algunos desenlaces fatales se ha dejado establecida la problemática que implica mezclar alcohol con éxtasis, es común que, luego de pasado el momento trágico, las precauciones se disipen.

El silencio de las drogas / 93

',1 antes era muy común tomar solo alcohol, hoy no lo es tanto ¡i I(' il alg uien le alcance con recurrir a un solo tóxico. Hay quienes, 1111 cono ciendo las advertencias al respecto, consumen alcohol y 1, 1•,is. 1'mecería que en cada época se ponen de moda determina¡,, •,ustancias con sus diferentes efectos, que incluso tienen su 1 1111< ularidad en cada sujeto. Pero suele ocurrir que respondan a 11, .. ,liones que son estructurales. 1'ara demostrar esto basta con recordar un texto de Karl 111 c1ham, de 1906, titulado "Las relaciones psicológicas entre la 11alidad y el alcoholismo". 15 Allí plantea que hay hombres que .n ,tlicionan al alcohol porque les proporciona un sentimiento de li01111Jría poco frecuente. Sin embargo, el alcohol no solo destruirá In ,11blimación de los impulsos sexuales, sino que también muchos 11, nllólicos padecen de impotencia. l 'Dr eso Abraham dice que el alcohol es un "falso amigo". Los u¡,_•los que recurren a él porque creen ver aumentada su virili· / -,.-1, ya que les da una sensación de poder sexual, en cambio se ,11111",lran despojados de ese poder. Sin embargo, generalmente 11'! l!'COnocen el fraude, continúan atados al alcohol, identificánJoln con su sexualidad. De esta forma, el alcohol se convierte en 1111 •,tistituto de la sexualidad misma. (~orno sucede en algunos sujetos, en los que determinados esl1111tdos sexuales que sirven como una introducción al acto sexual , 111 puestos en primer plano en su lugar, el alcohólico pasa de 11 1 11 la bebida como un momento previo que le permita desinhibir ! , ,1 jugar todo su goce en relación al mismo. Como aquel suj<'lo n qtden mirar al objeto sexual pasa de ser un escalón prcvio a la ,iJil1•11ción del placer en el acto sexual, a convertirse en la finalidad n11·+111a, contentándose con mirar. 1: 1 alcohólico busca excitar sus sentimientos sexuales, sin 11il>rngo, puede arruinar su capacidad para la actividad sexual. 111, tl1am supone que el aumento de los celos que se observa en 111111 llos casos se da precisamente a causa de la impotencia que

Al11;1ham, K., "L<!s relaciones psicológicas entre la sexualidad y el alcoholismo", " , 11111,l/1s1s Clfnico, Paidós, Bs. As., 1980.


El silencio de las drogas \ 95 94 1 Lui s Daría Salamone

el sujeto padece, esa impotencia de la que procuró inútilmente escapar y que es reencontrada en el estado de embriaguez. Aquello que Abraham denomina como "falsa amistad" refiriéndose al vínculo de alguien con el alcohol, es lo que comentábamos antes cuando Escohotado, al dar cuenta de las características del éxtasis, situaba una "infundada reputación de afrodisíaco". En ambos casos, como Francisco Real, el personaje del cuento de Borges, "Hombre de la esquina rosada",16 que buscaba como Diógenes a un hombre, podría sentirse decepcionado. Hemos visto cómo, con el éxtasis, los sujetos se encuentran más predis puestos a vincularse socialmente; hombres y mujeres se acercan unos a otras, o entre ellos mismos, con mayor facilidad. Es decir que no podemos hablar de una posición cínica como en algunos modernos alcohólicos. Sin embargo, en el fondo, la dificultad para establecer un encuentro está presente, pues solo bajo los efectos de una sustancia se propicia el acercamiento; pero el goce sexual no deja de ser postergado, como ha sido señalado anteriormente. Lo estructural radica, entonces, en esa dificultad para establecer un encuentro entre los sexos. El mercado y las modas que impone producirán diferentes sustancias para solucionar un problema que, si bien no tiene solución, puede encararse por otra vía donde el deseo y el goce dejen de resultar tan inconciliables y procuren eliminarse, como aquellas épocas que Borges retratara tan bellamente, donde los compadritos, animados por una caña, se trenzaban en una disputa donde la vida y la muerte danzaban al compás de una milonga insolente o de algún tango rezongón.

Bibliografía Abraham, K., "Las relacion es psicológicas entre la sexualidad y el alcoholismo", Psicoanálisis Clínico, Paidós, Bs. As., 1980.

16 Borges, J. L., "Hombre de la esquina rosada", His toria universal de la infamia, Alianza, España, 1998.

11l·.11wski, Ch., Fragmentos de un cuaderno manchado de vino, Anagra111,1, Barcelona, '2009. · 1H 'I, B., Éxtasis. Historia del MOMA , Obelisco, Barcelona, 1995. 1 " nhotado, A., Aprendiendo de las drogas, Anagrama, Barcelona, 1995. l 11wlbusch, W., Historia de /os estimulantes, Anagrama, Barcelona,

¡ q95, 11111,1b, M.; Sinatra, E.; Sillitti, D., Más allá de /as drogas, Plural, Bolivia, '!000.

W,\Ion, S., Una historia cultural de la intoxicación, Océano, México, '2005.


Escribir intoxicado


fheóphile Gautier 1 n el Club del hachís 1

"En la lucha contra la realidad, el hombre solo tiene un arma: la imaginación". Theóphile Gautier

, sustancia 1haschich es una pasta que se hace con secreciones resinosas de THC que está presenta en las flores de la marihuana hembra. Es decir que el cáñamo o cannabis es la planta de , cual se obtiene; posiblemente sea originario de Asia Central, ,11111de se cultivaba desde hace diez milenios. 1)e acuerdo al procedimiento de cómo se obtiene la resina, 1 p1oducto será de diversas características; también suele en' ,,,11,arse adulterado, y en ocasiones se mezcla con otra planta e i111 !"'dientes como goma arábica, clara de huevo o leche conden11! 11

l.1. f= 1haschich contiene proporciones muchos más altas de THC

¡i 11, la marihuana, por lo cual resulta más tóxico, sobre todo si en 1111 ¡.11 de fumar, se come. Las experiencias visionarias que puede ¡11,,ducir si es inhalado apenas se sospechan. Ya en un tratado • 111110 del siglo I se asegura: "Tomado en exceso tiende a mostrar mo11struos, y si se usa mucho tiempo puede comunicarse con los p11ilus y aligerar el cuerpo". 1 Antonio Escohotado da testimonio 111 1111a ocasión en la que con unos amigos ingirieron una cantidad

1 1 ,1 ohotado, A., Aprendiendo de /as drogas, Anagrama, Barcelona, 2001, p.193.


100 / Luis Darío Sal amone El silencio de las drogas 1101

excesiva y fueron a visitar la pinacoteca vieja de Munich; el aires pobló de pequeños seres en suspensión, como si se encontraran dentro de una gran pecera, veía fogonazos de luz intermitente, lo retratos y paisajes emitían el calor humano de las personas viva y música acorde a sus colores, lo ganó la inmovilidad, se sentó y el tiempo se detuvo, las pinturas se transformaron en paisajes qu tenían movimientos; era como recorrer universos con una inmer sión en épocas y climas espirituales pasados, con los sonidos y aromas que le eran propios. Los celadores tuvieron que sacarlos porque estaban contemplando inmóviles, y pasaron el resto de la tarde y la noche en el coche aguantado visiones hasta el ama necer, ya que no podían manejar hasta el hotel. En ese sentido, podría recrearse una época de oro en el uso del hachís para ver qué nos enseña.

Del hachís y de la alienación mental Jacques-Joseph Moreau de Tours (1804-1884) fue un psiquiatra francés alumno de Esquirol, quien le encargó que acompañe a un paciente en un "viaje terapéutico" de tres años por Egipto, Nubia, Palestina, Siria y Asia Menor. Allí conoció al cannabis. Al regresar publicó algunas investigaciones sobre el tratamiento que recibían los alienados en Oriente, experimentó con los efectos de la planta considerando que permitía explorar las patologías mentales, y en 1845 salió su obra más importante que es Del hachís y de la alienación mental. Para él, el delirio tenía la misma naturaleza que los sueños, y explorándolos, se podía llegar a la fuente primitiva de donde se derivaban los síntomas. Fue el precursor de la psiquiatría experimental e impulsó la creación en París de varios clubs de hachisines. El más importante funcionó en el Hotel de Lauzun, hoy conocido como Hotel Pimodan, que se encuentra en la isla de San Louis. Se la alquila Charles Baudelaire, quien escribió allí los primeros poemas de Las flores del mal, y Théophile Gautier. Ambos fueron dos miembros destacados del Club de Hashischins. Pero también pasaron por sus filas Gérard de Nerval, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Rimbaud, Eugéne Delacroix y hasta Balzac.

Moreau de Tours preparaba una pasta verde llamada dawamesk, 1, ,1cJemás de hachís y agua, tenía mantequilla, azúcar, miel, alH 11<11as y avellanas picadas y algunas gotas de agua de rosas. 1 11 1il ras recetas se menciona canela, clavo y polvos de cantárida, 1dt,rnás una pequeña cantidad de opio. Se tomaba en ayuno la ,, ilrdad equivalente a una cucharadita de café de forma directa il1lt11da en una café cargado, y esto hacía de la experiencia algo 11111 , simi lar a un viaje de LSD o peyote, que a lo que produce el lid ,< hich fumado. ( harcot, entre otros, aceptó probar en sí mismo los efectos de ,w.imesk. Terminó realizando un dibujo muy complicado con fi1111, 1•, fantásticas, chinescas, desnudas, mezclando líneas góticas, 11 ilicscas y fálicas, procurando transmitir su desorden de ideas, .. t1,~ado de una atmósfera eléctrica y con una frase en inglés: / /, wo you my Jenny Road'. 1{audelaire describió de una manera increíble los paraísos arl 1111 i,1les, logrando entrar en un espacio "donde no hay ecuación rtl1t' los órganos y el placer". Frase magistral para mostrar la des111 , dización fálica, y que ha invitado a varios a comparar el efecto ·1, l 11so de sustancias tóxicas con el goce místico. Moreau oficiaba como una suerte de gurú que entregaba a _uln uno su ración, y afirmó que el haschich no podía haber enorilrado mejor intérprete que la poética imaginación de Gautier. IJn miembro del club, llamado voyant, no tomaba la droga para 11 pl.tr que, en medio de las alucinaciones, creyéndose un pájaro, , i. 11 líe salga volando por la ventana.

1utier y la hermandad del haschich l 1ierre Ju les Gautier fue un estupendo escritor, periodista y qui 1•, lotógrafo -ya que utilizó la técnica del daguerrotipo durante 11•, viajes-. Considerado uno de los mejores cronistas de viajes, ,111 ró en 1811 en Francia y murió en 187'2. Gautier, al igual que l l,11 1clelaire, fue uno de los escritores que dejó un testimonio suma1nc:11le valioso para dar cuenta de los efectos del haschich. Era un ,,:i,nnntico, pero fundó el Parnasianismo. Su fórmula más conocida 11 !l', !'1arte por eJ arte" y buscaba una confección poética perfecta.


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En el texto que se abordará a continuación, nos introduce de lleno en la época y el lugar donde se reunía lo que denominó "nuestra hermandad". Relata cómo Moreau de Tours repartía la mezcla qu consumían diciendo: "Esto se restará de vuestra parte del paraíso" Introduce una leyenda oriental que refiere al Viejo de la Montaña que se valía de la droga que le entregaba a sus súbditos para que éstos obedezcan sus órdenes estando dispuestos a matar o mo rir. Les daba haschich, palabra de la que deriva comedor de has chich, raíz del término "asesino". Luego, describe cómo la droga iba haciendo sus efectos: el agua sabía mejor que el vino, la carne. a frambuesas, y los invitados se volvían cada vez extraños, una extrañeza concreta: la nariz se les alargaba como la de un elefan te, las bocas parecían campanas ... Analizaba los comportamien· tos de los otros con una conciencia racional intermitente. En un momento afirma: "La alucinación, ese misterioso huésped, había tomado posesión de mi". 2 En ese entonces los compañeros se es· fu maban, solo quedaba de ellos una sombra en la pared, teniendo que contentarse con describir sus sensaciones. No veía a nadie, pero adivinaba, sin embargo, que una multitud estaba presente. Ensimismado, percibía muchas cabezas sin cuerpos. Sostiene que era como la imaginación de un cínico, que aun estando ebrio in· siste en seguir bebiendo. 3 Atravesaba de ese modo una "pesadi lla sin angustia" hasta que "la hilarante locura llega a su cenit". 4 En su texto describe sensaciones variopintas, como la música saliendo de su interior y entrando en lo que los orientales llaman kíef, no sentía el cuerpo. En esos momentos, "la más bella dama de Vero· na apenas habría perturbado mi corazón de hachisín". Se puede observar de qué manera logra anularse el cuerpo, y aparece un goce que desconoce la inexistencia de la relación sexual, donde la presencia, o mejor dicho inexistencia de la mujer, ya no logra perturbarlo. En el apartado siguiente, leemos cómo el kíef se transforma en pesadilla: un soplo frío anuncia el momento del miedo, donde las alucinaciones se tornan preocupantes, donde se convierte en un

2 AA VV., El club del hachís, Miraguano ediciones, Madrid, 2006, p. 40. 3 lbíd. p. 46. 4 lbíd. p. 47.

¡111•,ionero y aparecen tintes paranoicos, ya que los miembros del li 11> se transformaban en cabalistas y magos que buscaban su ¡11 1<11ción. Recurre a una descripción topológica para dar cuenta tli• un goce que se le va de las manos, usando la imagen de una 111d,1 sin fin, de un derrumbe bajo el más completo desánimo, don1111 < 1elo e infierno se unían, dos abismos; se convierte, según sus p tl,1bra, en juguete de sus ilusiones, delira y siente una profunda li1 ,leza, hasta que los vapores del haschich desaparecen.

l\lhliografía · .\. VV., El club del haschich, Miraguano ediciones, Madrid, 2006. l ,, ohotado, A., Aprendiendo de las drogas, Anagrama, Barcelona, 2001.


fhomas de Ouincey: com edor de opio ( on Bernarda Antoniassi

"Todo es finito en el presente, y lo finito es infinito en la velocidad de su carrera hacia la muerte". Thomas de Ouincey

l. Placeres y tormentos del opio ntentaremos abordar la particular relación que el opio, en tanto objeto, guarda con Thomas de Ouincey. En su libro Confesiones de un inglés comedor de opio nos dice: "El verdadero protagonista de la historia y el centro legítimo en torno al cual gira el interés no es el comedor del opio, sino el opio". Sin embargo agrega: "Mi propósito fue demostrar la eficacia maravillosa del opio para el placer y para el dolor: si lo he conseguido la acción de la pieza ha terminado.1 Esto resulta de interés ya que, como plantea JacquesAlain Miller, "quizás en la experiencia anallítica, nos preguntemos menos por la toxicomanía que por la droga en su relación con el sujeto". 2 Thomas de Ouincey es un escritor inglés nacido en 1785, y se lo ubica dentro del Romanticismo. Lacan, en el Seminario sobre La ética ... ,3 hace referencia a esta corriente diciendo que allí hay un

1

1 de Ouincey, Th., Confesiones de un inglés comedor de opio, Alianza Editorial , Madrid, 1990, p. 103. 2 Miller, J.-A., "Para una investigación sobre el goce autoerótico", Sujeto, goce y modernidad. Fundamentos de la clínica, Atuel-TyA, Bs.As., 1993, p. 16. 3 Lacan, J., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Pa1dós, íls. /\s., 1888,

p. 35.


El silencio de las drogas \ 107

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"no sé qué de nuevo, de conmovedor, incluso de irrespirable, que se desencadena al inicio del siglo x1x con la Revolución Industrial en el país más avanzado en el orden de sus efectos, a saber, In glaterra". Esta particular forma de expresión literaria aparece en un momento donde también son ofertadas en el mercado de for· ma legal determinadas sustancias. Muchos poetas recurrieron a ellas, escribiendo en ocasiones bajo sus efectos. Por otra parte, el Rom anticismo rompe con la racionalidad imperante dándole paso a la subjetividad ; tal vez por eso Freud, en algunos momentos, se sintió cerca de estos autores. De Ouincey escribió en 1821 las Confesiones de un comedor de opio inglés en forma de entregas parciales para un periódico. Un año después, las reescribirá y publicará en un libro adjuntándoles un apé ndice. Por 1845 aparecerá una continuación titulada Suspiria de profundis. Nos detendermos en el primer texto, en el cual brinda un testimonio de su relación con el opio, particularmente de cierto viraje producido en la función que cumple, pasando de lo que en el texto está establecido como "placeres del opio", a un momento donde de lo que se trata es de "los tormentos". Es preciso subrayar que de Ouincey insistió en utilizar el término "comedor de opio", y que si bien en ocasiones comió opio sólido, regularmente recurrió a la tintura de laúdano, que por entonces se vendía en cualquier botica para solucionar toda clase de males y dolores. Un amigo de la Universidad le recomendó el opio para clamar una neuralgia facial. Es en ese momento cuando adquiere tintura de opio, la que más tarde, según sus propias palabras, le permitirá sumirse "en el abismo divino del goce tan súbitamente revelado". 4 La relación con esa sustancia llegará a tener para él una importancia mística. En un comienzo, entonces, el opio aparece como un recurso para mitigar el dolor, situación que a la par le acarreaba cierta fascinación. Más tarde no será tanto la búsqueda de placer, sino el intento de aplacar el dolor suscitado, en esta nueva oportunidad

4 de Ouincey, Th., Confesiones de un opiómano inglés, CEAL, Bs. As., 1978, p. 42. El título traducido de esta forma le resta el valor que para nosotros tiene el término "comedor de opio" presente en el original (Confessions of an english opium eater)

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1ma afección estomacal, lo que hizo que recurriera una vez

in 1•, ,11 opio.

!-Jo es casual que de Ouincey se impresionara cuando alguien 1, 1li "Jcribió la sensación provocada por la ingesta de esta sustan1,, "Se ntía como si las ratas estuvieran royéndole y raspándole \¡¡•, lt' jidos del estómago".

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1 "J la descripción de un goce alojado en el estómago se puede en serie con los argumentos que el escritor esgrime para .¡1!1car su vinculación con la droga. Como antecedente de esta !11 •1c ión estomacal ubicaremos determinados hechos de su adoln ,1.e ncia, cuando a los 17 años, vagando por las calles de Lon1li 1•·,, experimenta los rigores del hambre. Lo describe del siguien1, · rn odo: "Comenzó la posterior y más cruel etapa de mis largos 11!111nientos; y podría decir, sin usar una expresión desproporcior1·,d a, de mi agonía. Porque entonces sufrí, por más de dieciséis ,.,,, anas, la angustia física del hambre en varios grados de inten11l. id ; pero tanto más amarga, quizá, como ningún ser humano que6 l 1._1ya sobrevivido a esa experiencia pueda haberla sufrido jamás". 1 n esa época dormir era peor que la vigilia, ya que los sueños ,¡ 11 •nas resultaban más espantosos que los que luego le prodigara 1·I llpio. Es el momento en el cual padece, ni bien se dormitaba, 1_111,1 contracción nerviosa espasmódica en la zona del estómago. 1·!1•11sación que posteriormente lo perseguirá en varios momentos

pi 1111'1

I, • ', U vida. Durante una crisis en la cual cae exánime, se, fl /\1111, 111 i;, \o , v1•11 prostituta, quien acudirá en su auxilio oftc'c ,1,11<!01<• 1111 v,1•,n ,\i • vino y especies en un momento en el cunl hulll<'t ,1 11•1 l1c11,ul11 , 11,llquier alimento sólido. La falta y el rcclm/0 dc'I nl11111'11\c1 e: , •,ci 11111 l ado gracias a estas sustancias estimulantes, luua1 que ser 8 el ,p11 luego ocupará el opio. Esta mujer, al igual que otras, tendrá la 1

, " ' ,1cterística de desvanecerse de su vida. /\sí, este objeto estimulante aparece en ese lugar vacío donde ·I ,1!1mento estuvo ausente. Lacan al referirse al objeto a lo remite _ , l. 1 presencia de un hueco, de un vacío, y aclara: "El objeto a no

'i//t/c /.,p.9. ¡ 1/,/c /., p. 2 1.


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es el origen de la pulsión oral. No se presenta como alimento pri migenio, se presenta porque no hay alimento alguno que satisfaga nunca a la pulsión oral, a no ser contorneando el objeto eterna 7 mente faltante". Podríamos decir, hará un intento de munirse d un objeto para la oquedad. La drog a, entonces, llegó de la mano de una mujer destinada a desaparecer, en el intento de colmar ese lugar que ningún objeto puede cubrir. Incluso cuando se le ofreció un espléndido desayuno, luego de meses de soportar hambre, apenas pudo probarlo. Cualquier comida le producía náuseas, rechazaba el alimento. Solo tenía ganas de beber vino, que merecía tanta reverencia de su parte como la que posteriormente tendría el opio. Según él, esta inclinación al vino favoreció el desarrollo de su enfermedad mental. De Oui ncey se ocupará en Las confesiones ... de cuestionar el saber que circulaba en torno a los efectos del opio en el cuerpo. El falso saber que la droga le generaba lo autorizaba a hacerlo. Solo acepta como proposiciones verdaderas las descripciones objetivas que no toquen demasiado su particular relación de goce con el objeto. El "comedor de opio" procura establecer cierta regulación fijando por anticipado el número de veces y las fechas en las que lo consumía. Se define como un comedor de opio diletante; durante diez años lo tom ó sin que le provocara demasiado trastornos, sin embargo, dará testimonio de una postración severa en la que cayó luego de un consumo inmoderado. Nos dice: "Cuando comencé a tomar opio todos los días no podía hacer otra cosa". 8 Esta situación coincide con cierto viraje en el cual el consumo del tóxico dificultaba su desempeño en la vida social. Luego de la ingesta, de asistir a la ópera y a los mercados considerados por él como actos de gratificación, pasa a buscar la soledad y el silencio. Las multitudes se tornaron opresoras y la música sensual y grosera. El intento de vinvular su adicción con lo social desfallece, culminando en cierto impasse sobre el Otro.

1 a introducción a los tormentos del opio comienza cuando co1111 •1 lo se convierte en "un artículo de su dieta diaria". No quiere dar cuenta acerca de la causa, solo dice que por 11) 13 cae en un abatimiento melancólico y que recrudece la afee! 1t1 11 del estómago que padecía en su adolescencia. El goce que 1(1!!ll na da cuenta de la falla de la droga como solución. 1a primera etapa estaba descripta como los placeres del opio y 1r:,umida en términos de felicidad; dice haber tomado la felicidad ''·-·11 forma sólida y líquida, hervida y sin hervir".9 Confiesa que su p1111lo débil fue siempre ser demasiado eudemonista. El eudemo111•,1110 es una teoría ética fundada en la idea de felicidad como bien 11p1emo. De Ouincey afirma poseer un excesivo deseo de felici,111 1y una dificultad para enfrentarse al sufrimiento propio y ajeno. 1 n la segunda etapa irrumpe el goce, se habla de dolores y 1, 11111entos. Dicho goce repercute en su producción literaria, sufre 1.111il alteración el factor temporal. 1.)ese a los intentos de bajar las dosis, no tuvo éxito, pues llegad,> a un punto la reducción le causaba un intenso sufrimiento que ,l,•l1ne como una irritación del estómago difícil de poder narrar. El 11p10 comienza a paralizar sus facultades intelectuales. Lo invade 111 ,, 1se nsación de desamparo e incapacidad que hace que aplace r'I 11 abajo de cada día. Dice haber caído en un estado de postrn , 1011, impotencia, mortal languidez; palabras con las que cxprc",íl 1•I .1•11timiento de desecho en el cual se encontraba surniclo. ~;olo 1, ,1111)daba la angustia y el sufrimiento. 1 1goce en juego aparece como algo impo•.ihl" cl1 • < 011111111, rn, 1J1,no precipitarse en un abismo insondnbl<\ uJJJHJ 1111 t'',li1d11 <i,• ,_li .. ,olación, de desesperación suicida inl'bblt•. l_,1 ',(•11•,¡1c1011 <11 • c·,pacio y tiempo se ve alterada, dilatándose hasta u,m 111l1111lucl i1u•xpresable. Los sueños relatados tienen la característica de que, .. dvo excepciones, presentaban circunstancias de horror físico. ·\1ilcs de esto, padecía horrores morales o espirituales, pero en r; I<' punto el goce aparece morando en el cuerpo. 1 s a partir de llegar a este estado, frente a este goce desboca, lo, que dice: "Me di cuenta de que iba a morir si seguía tomando

7 Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicou nálisis, Paidós, Bs.As., 1978, p. 187. 8 de Ouincey, Th., Confesiones de un inglés comedor de opio, op. cit. p. 73.

1ti<' Ouincey, Th., Confesiones de un opiómano inglés, op.cit., p. 70.


11 O I Luis Darío Sal amone El silencio de las drogas l 111

opio: me decidí por lo tanto a que si era necesario, moriría par arrojarlo de mi vida". 1º Así vemos cómo Thomas de Ouincey se confronta con un límit que en ocasiones lleva a algunos sujetos a intentar buscar otra solución que la ofrecida por la droga; este límite es la muerte.

· JI 11 • los sueños obtenidos bajo los efectos del opio lo lleven a un

, •,l.1do de postración, en el cual se verá acosado por mitológicas liq111as femeninas.

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I As huellas de La Mujer

11. El opio, la mujer y la muerte

1. El acoso de las Eunémides

Los tormentos del hambre, que sirvieron de antesala para que de Ouincey se convirtiera en un comedor de opio, retornarán ligados a esa sustancia con la cual se procuraba un estado artificial que le permitía mitigar el sufrimiento. Sufrimientos que llevaron al autor a identificarse con Orestes cuyo drama, narrado por Eurípides, relata los padecimientos de quien, por dar muerte a su madre, fuera permanentemente acosado por las Euménides, infatigables Furias encargadas de vengar a los parricidas. Llamadas en su origen Erinias, nacieron como consecuencia de las gotas de sangre caídas sobre la Madre Tierra por la castración de Urano. Con serpientes por cabello, cabeza de perro y alas de murciélago, blandiendo látigos, se lanzaron en una persecución incansable, atormentando al matricida hasta hacerle perder el juicio. La tragedia comienza con Orestes yaciendo en su lecho acompañado por su hermana Electra. De Ouincey relata haber sido perseguido por visiones repugnantes de fantasmas espectrales, similares a los de Orestes, pero a diferencia de éste, ni siquiera en el sueño encontraba una tregua sino que, por el contrario, los tormentos se acentuaban. En Suspiria de Profundis afirmará que el propósito de las Confesiones ... "era revelar algo de la grandeza que encierran en potencia los sueños del hombre". 11 Será una constante en su vida

1O lbíd. p. 79. 11 lbíd., p. 7.

Una gran parte de las Confesiones ... de Thomas de Ouincey , .. ,lán dedicadas a dar cuenta de su relación con una serie de 11111jeres que, sin duda, dejaron su marca. Cuando se traslada a 11J11dres comienza una etapa de sufrimiento signada por el ham1,11\ En una casa desocupada que le es ofrecida como refugio, .i • encuentra con una niña de diez años, abandonada y también t 1>1 roída por el hambre, a la cual le ofrece su protección contra 111•, fantasmas que la acechaban. De Ouincey amaba a esa niña pie consideraba una compañera de desventuras. Años más tarde, 11tlcntará vanamente reencontrar sus huellas. El intento de reen1 11cntro, pero con más ímpetu, girará más tarde en relación a otra 111ujer: Ann, pero también culminará en un fracaso. Se trata de ,1quella joven prostituta, una huérfana que no había cumplido los dieciséis años y se encontraba desamparada, quien, como hemos 1°,to, supo socorrerle en una crisis en la cual de Ouincey cae des111ayado en la calle, ofreciéndole alcohol y especies para reani111arlo. Desde entonces, consideró que le salvó la vida y se sintió 1111ido a ella como si se tratara de una hermana. Cierto día partió a 1 :1ton con la intención de obtener garantías para un préstamo, y ti regresar ya no pudo encontrarla por más que inició una desesp1)rada búsqueda. Cada vez que visitó Londres buscó a Ann en las " .mi ríadas de rostros de mujeres con la esperanza de ,•11contrarla", 12 antes que verla carcomida por los estragos que el 11,~mpo y la profesión pudieran haberle causado en su cuerpo, hu · li1cse preferido verla en una sepultura, como Magdalena arrebatad.i por la muerte. La otra mujer de importancia en su vida es Margaret, quien l11era su esposa, analogada con Electra, hermana de Orestes. Si

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I ') de Ouincey, Th., Confesiones de un inglés comedor de opio, op. cit., p. 48.


112 / Luis Darío Salamone El silencio de las drogas / 113

bien la comparación está en función de los consuelos brindado en la segunda etapa de sus sufrimientos, resulta pertinente r cardar que fue Electra quien empujó a su hermano a cometer el matricidio que fuera la causa de sus pesares. Así, más allá del intento de mitigarlo, la mujer se ubica como causa del malestar. Hay una insistencia en comparar a estas mujeres con hermanas Precisamente, el fallecimiento temprano de sus dos hermana mayores dejaron su huella, y lo vincularon por vez primera con 1 muerte. La primera en perecer fue Jane, a los tres años y medio, siendo un año mayor que él. Por entonces la muerte era algo poco inteligible como para que le provocara dolor, su respuesta fue 1 perplejidad. Solo sabía que Jane había desaparecido, como luego lo haría de su vida la niña y la joven prostituta. De Ouincey dice qu esta muerte, dada su ignorancia, no lo afectó; pero evidentement dejó una marca y se resignificó a partir de la muerte de Elizabeth cuando tenía ocho años, dos más que él. ¿Qué podemos pensar en relación a la función que estas muje res han cumplido en su vida, como para que ocuparan un lugar tan destacado en sus Confesiones? Hay un rasgo que insiste: termi nan desvaneciéndose. Desaparecen, tal como lo hiciera el boti cario que le despachara por vez primera el opio. De este modo, aquel que le diera a conocer la droga, se ubica en la serie de estas mujeres. De Ouincey subraya que los reyes tendrían que dejar la vida de este modo, rehuyendo a la muerte; deberían evaporarse, tal como lo hiciera Edipo en Colono, probablemente cerca de la gruta de las Euménides. 13

3. La mujer inexorable: la muerte

En Suspiria de Profundis narra cómo en sus sueños se le apa recía Levana, diosa romana. En su nombre un mortal elevaba en sus brazos al recién nacido, ritual que erguía al pequeño como rey de este mundo. Su función es la de guiar y velar por la educación

13 Sófocles, Tragedias Completas, Editorial Grupo Zeta, Barcelona, 1989, p. 38(i, nota 29.

hile 1•, niños, es la encargada de domeñar lo disoluto que las criah11i1•, humanas albergan en su ser, como las tentaciones, la pelea, 1 i', p,1siones. Levana ama el dolor y comulga con los poderes que lit1(!•11 temblar el corazón del hombre. Actúa por delegación, su 1,i 110 nunca fue visto. De Ouincey ha tenido el raro privilegio de n1tl1•rnp larlo en sus sueños bajo los efectos del opio, la ha visto 1, il 11. ir con sus ministros: Las Penas. Una tríada femenina muy ¡· 11 ltc u/ar, al igual que las Gracias, las Furias o Euménides, las Mu, ,, las Parcas, son representantes femeninas en número de tres . 1 ,,, i:'enas son tres hermanas que pertenecen a una misteriosa J 1111ilia, su andar es por sendas alejadas pero su dominio es infi1,tle 1. De Ouincey las llama Nuestras Señoras del Dolor, para que 1111 ·,o piense en una pena determinada, sino en las abstracciones 11 il H'r entes a las diferentes modalidades del sufrimiento humano. ., · c~ncuentran envueltas de atributos relativos a la vida y a las l1111ciones que devienen de lo carnal". 14 En sus sueños las ha sor/ 11 e•11d ido hablando de él con Levana, despreciando las debilidades !11•/ leng uaje; en sus reinos, domina el silencio infinito. Sin embar1e 1, él podía descifrar las señales heráldicas que ellas dibujaban en li1 '.o tinieblas, y que lo implicaban. Nuestras Señoras del Dolor son: Nuestra Señora de las Lágri 111,1s, Nuestra Señora de los Suspiros y Nuestra Señora de las l 111ieblas. La mayor de las tres, que agoniza y se lamenta dí8 y 1111c he pidiendo por rostros desvanecidos, penetra como csp<'< li;tl 11tlruso en las alcobas de quienes no pueden conciliar C'I ',u<·no . .-,11 mirada puede ser tierna o ruda. Su reino es el más ~Jume!<•, poi e••,o le cabe el nombre de Madonna. La segunda, Nuc ~lr él S<'norn de• los Suspiros, no llora, no se lamenta, de tanto en lanlo susp ira presa de una inmensa resignación. Lleva sus ojos clavados en el polvo, visita al desamparado, al penitente, al esclavo. Su reino se e•>diende entre los que vagan sin hogar, los Parias. La menor de l.1•, tres, Nuestra Señora de las Tinieblas, es la que enfrenta a Dios. ',1 ,s ojos desprenden "la luz terrible del dolor ardiente". 15 Es lamaelto de las locuras y la que insinúa los suicidios.

'1 de Ouincey, Th., Las confesiones. Suspiria de profundis, Andrómeda, 1978, p. llJ9.

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11) lbíd., p. 203.


El silencio de las drogas \ 115 114 \ Luis Darío Salamone 1• ,·xteriormente. Si la ruina fuese condicional o subsistiese una tlud, 1, lo lógico sería estallar en exclamaciones o implorar compa1¡i:11i. l)ero cuando se tiene la certeza de que la ruina es absoluta, 1 11 11 ido la compasión no es un consuelo y es imposible tener la 111t' IHH esperanza, todo es distinto. Se apaga la luz, la voz ... Por lo 11w 11 os yo, al darme cuenta de que las terribles puertas se habían 1 , ·11, ido y que de ellas colgaban crespones negros, como de una ti 1111 •de ya ocurrida, no hablé, no me quejé, no hice ningún gesto. 1111 hondo suspiro salió de mi pecho y quedé en silencio durante

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Esta mitología a la que recurre de Ouincey nos evoca el artículo de Freud de 1913, "El tema de la elección de un cofrecillo", 16 don de encontramos una relación entre el silencio y la muerte como representación de éste. Allí aparecen estas mujeres tan mentadas por de Ouincey. Freud afirma que "la creación de las Moiras fu resultado de un atisbo que reveló al hombre cómo él era también una parte de La Naturaleza, y se hallaba sometido, por tanto, a 1 ley inmutable de la muerte". 17 Freud trabaja el tema de la elección de las tres hermanas en la tragedia de Shakespeare, Rey Lear. De Ouincey recurre a una mitología para tramitar ese real que lo trastorna: un real ligado a la inexistencia de La mujer y a la muerte que aparece en serie. Freud menciona tres relaciones inevitables del hombre con la mujer: la madre, la compañera, y la ineluctable destructora: la muerte. Al igual que el rey Lear, de Ouincey "busca en vano el amor de la mujer; tal como primero lo obtuvo de su ma· dre, y solo la tercera de las mujeres del Destino, la muda diosa de la Muerte, le tomará en sus brazos". 18 De lo afirmado hasta aquí se desprende precisamente una de las funciones que el opio a cumplido para de Ouincey: aparece en un momento muy particular de su vida como recurso frente a estas mujeres que se desvanecen y que le presentifican la inexistencia de La mujer, lo que en la enseñanza de Lacan se formula como no hay relación sexual. El sueño que el opio le procuraba no lo alejaba de enfrentarse con ese real, sino que por el contrario en las figu ras de estas mujeres, retorna, lo que nos muestra la función fallida de la droga como recurso para obturar lo imposible de soportar. En Suspiria de Profundis parecía haber encontrado cierta tramitación de lo inexorable, aquello frente a lo cual los ruegos son estériles. Recortamos sus propias palabras: "El sentimiento que acompaña a la repentina revelación de que todo está perdido crece en silencio dentro del corazón, es demasiado profundo para expresarse en palabras o gestos, y ninguna de sus partes se tras-

16 Freud, S., "El tema de la elección de un cofrecillo", Obras completas, t. 11, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981. 17 /bíd., p. 1873. 18 lbíd., p. 187 5.

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días" .19

lllbliografía

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1<l de Ouincey, Th., Las confesiones. Suspiria de profundis, op. cit., p 1 33.


C~harles Baudelaire: el dandy al que le gustaban los monstruos

"Cielo o infierno, ¿qué importa?". Charles Baudelaire

1. Las malas costumbres ean Paul Sartre, en su biografía de Baudelaire, escribió que el escritor no tuvo la vida que se mereció. Otro de sus biógrafos, Frarn;ois Parché, escribió que las faltas y excesos nunca le fueron gratuitos, sin consecuencias, sino que, por el contrario, desencadenaron implacablemente una cadena de efectos. Baudelaire tuvo una personalidad paradójica; por un lado ÍlH' un dandy, alguien refinado. El dandismo fue una suerte ele r<',1< ción ante las malas costumbres, continuación de In rnrl<i•,1¡1 <1, , antaño que se transformó en una expresión ele clernr o d1 • ; 1( ¡i 11 •I momento. A Baudelaire le gustaba preconi;ar e•,;1 rHH 1v~1 ,1, lrl11d, cuestión que no solo concordaba con el pr irne, liñbilo cil) ciduui ción proveniente del padre, sino con el placer e11conlrado por el niño en la elegancia de su madre; treinta años más larde añoraría con nostalgia la impresión recibida por el cosquilleo de la seda, el tintineo de las joyas, el aroma fuerte de las pieles. Su madre no aco rdó con la opinión de que cuando se tiene un hijo como él, una madre no se vuelve a casar; entonces entró en escena el odiado padrastro, el señor Aupisk, militar cuya brillante carrera contrastaba con los fracasos del joven poeta. Por otro lado, Baudelaire se excitaba ante la rareza, ante la fealdad. Era un dandy al que le gustaban los monstruos.

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Una mulata traída de Santo Domingo, Jean Duval, será su amante, su compañera de pasiones y de miserias. Se endeudar(¡ de tal manera que los usureros lo obligarían a mudarse constante mente. Ya cercano al final de su vida, en la búsqueda improbabl de algún respiro, escaparía de París a Bélgica. Pero en su vida resulta interesante otro encuentro: el hábito del alcohol, aun cuando su preocupación por la elegancia, según nos dicen, hizo que nadie lo viera ebrio. Primero se aficionó al vino, luego al aguardiente y a la cerveza, y al opio bajo la forma de láudano y al hachís. Por entonces, formó parte del "Club de los fumadores de hachís", junto con Theophile Gautier, tal como ha sido desarrollado en el capítulo dedicado a este otro escritor. Los desórdenes, que lo llevaron a dilapidar su herencia, hicieron que su madre le impusiera una tutela judicial. De esta forma se le aseguraba la casa y el pan para el resto de su vida, si bien, especialmente a alguien como él, no le impediría conocer la pobreza. Pero las miserias fueron de otro orden. Las disputas con su amante se fueron torn ando violentas, y terminó agradeciendo no contar con un arma cuando la idea de asesinato comenzó a rondar por su cabeza. Luego de lastimarla con un candelabro, se fue a vivir solo. Un nuevo encuentro cambiaría su vida, en esta oportunidad con un alma gemela. Baudelaire descubriría la obra de Edgar Allan Poe. En una carta describe ese momento como "una emoción singular que tenía tanto de horror como de arrebato". Poe había muerto, pero las analogías que encontraba le resultaban fascinantes, especialmente la miseria y el alcohol. Se convirtió en su traductor, pues se encontró con poemas y cuentos llevados a la perfección. A él mismo se le habían ocurrido ideas como esas, pero de una forma muy vaga. Muchos temas soñados y frases pensadas por él se encontraban allí, escritas en otro idioma. Solo debía traducirlo. El "tedio de la bruma", el hastío fundido en la neblina, caracteres entrañables de su poesía, lo inundarían, como él lo expresa, "tomando las proporciones de la inmortalidad". La palabra que mejor define ese estado es spleen; varios poemas de Las flores del mal y un libro de poemas en prosa, nos traen ese significante. Se quejaba en sus cartas de profundas depresiones que anulaban su voluntad. La idea de la muerte comenzó entonces a obsesionar/o. Walter Benjamín dejó algunos trabajos y notas que configuraron el libro El París de

I /, 111delaire. Allí nos dice que esa particular belleza que se encuentra , 11 los comienzos de sus poemas se debe a que, lo que se pone en 1111•90, es el hecho de que un sujeto emerge de un abismo. El spleen ; •, pensado por Benjamín como un dique de contención contra el 111 11,imismo; Baudelaire no es pesimista porque presenta un tabú en ,•I luturo, aunque un horror puro lo invade en ese spleen. La aparición de Las flores del mal trajo aparejado un artículo , 11tico en Le Fígaro que desencadenaría demandas judiciales. Sus 11nigos no pudieron evitar la tempestad. Si bien el tribunal descarlti el delito de ofensa a la moral religiosa, se atuvo al de ultraje a l. 1moral pública y las buenas costumbres. Se ordenó la supresión ti<~ seis poemas del libro y se condenó al autor a una multa de 300 11 ancos, y a los editores a u na de 200. Benjamín sostiene que no hay una clave secreta ni un orden 111genioso en los poemas que conforman Las flores del mal, pero •,u estructura está basada en que su lirismo está acuñado en una ,~xperiencia íntima y dolorosa. Baudelaire sabía que arrastraba su dolor, su taedium vitae, su spleen desde siempre, y a partir de eso ,onformó la signatura de su propia experiencia. El juego de azar, 1•I coleccionismo, el consumo, son actividades que buscan aplacar <·I spleen. La niebla es el consuelo de una soledad a la que se soporta con aura de silencio. Una de sus obras en la que en esta oportunidad nos interesa detenernos es Los paraísos artificiales. Es allí donde busca un 0x lrañamiento de sí mismo, consiguiendo en las drogc1s llllíl nyt1cL1 para penetrar en el taedium vitae y convertirlo en s¡J/c < 11. En sus propias palabras, las drogas le pcrmill'n "cl<",C:111•,,11 1•11 lln baño de tinieblas", da dos vueltas a la cerradwa, ',u •,ul(•cl.tcl au menta y refuerza las barricadas que lo soparan del mundo. fJ01 üSO uno de sus poemas en prosa lleva como título "Embriagáos", exhortación pariente del "Goza" que profiere el superyó. Allí nos dice que hay que estar siempre ebrio para evitar sentir el terrible lardo del tiempo, para no ser su esclavo martirizado. "iEs la hora de embriagarse!", de vino, de poesía, de lo que sea. Una de Las flores del mal la titula Sed non sasiata, cita de la sátira de Juvenal, donde se relatan los excesos de Mesalina, que salía de los brazos de sus amantes cansada, "pero no saciada"; allí nos habla del opio y de diferentes vinos, brebajes que insisten una y otra vez, vino 1 1


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que merecerá un apartado para cantarle a su alma, y al vino de los traperos, de los asesinos, de los solitarios y de los amantes; sin embargo asegura preferir el licor de la boca de una mujer hacia la cual, en caravana, los deseo caminan. No siempre.

2. los paraísos artificiales La soledad de Baudelaire encuentra la compañía de "la pequeña redoma de láudano, vieja y terrible amiga". Ingiere un preparado logrado con la maceración en alcohol del polvo de opio, aromatizado por esencias y vino de Málaga, coloreado con azafrán, que conti ene el uno por ciento de morfina. Escribe Del vino y del hachís comparados como medios de multiplicar la individualidad, que servirá de base para Los Paraísos, y que se publicaron en principio como Encantos y torturas de un fumador de opio, siguiendo ese d6irote ro que va desde el descubrimiento de la sustancia hasta su punto de falla. Baudelaire comienza el libro hablando de la afición al infinito. Nos dice que en esa perversión del sentido del infinito se encuentra la razón de los excesos, desde la embriaguez solitaria, hasta el manantial de goces morbosos que prodiga el opio. Considera que las drogas más apropiadas para arribar a lo que llama el "ideal artificial" son el haschich y el opio. Se propone analizar los goces patológicos que esas drogas prodigan, estudia su historia, sus efectos, las etapas que se van sucediendo tras el consumo, las alucinaciones, sus efectos en el espíritu, la deformación o exageración de los sentimientos habituales y el estrago moral causado, el terrible día siguiente, la dificultad para volver al trabajo, la voluntad herida, los melancólicos restos de la fiesta. Luego, sigue los caminos de De Ouincey, paso a paso, y narra los placeres y los tormentos del opio. La droga no tardará en presentar lo que hemos denominado su punto de falla. La sustancia es eficaz para tratar lo que genera un malestar en el sujeto, hasta que deja de serlo y se convierte en un aliado de dicho malestar. Pero quizás lo más importante de su derrotero es cuando nos plantea poéticamente cuál es el efecto de la sustancia tóxica. Uno creería que el sujeto fuma, pero en realidad el sujeto es fumado por la pipa.

Cuando las alucinaciones se producen, los objetos exteriores ,1Clquieren una apariencia monstruosa, se alteran y penetran en 1111estro ser o bien nosotros entramos en ellos. "Estás sentado y lwnas; pero crees estar sentado en tu pipa y que es tu pipa la que 1,, fuma; y es tu propio ser el que se desvanece bajo la forma de 11ubes azuladas". Todo parece estar bien, pero algo preocupa e inquieta: 6cómo hacemos para salir de la pipa? Pueden pasar segundos, pero esta l,mtasía parece durar una eternidad. Baudelaire realiza un estudio comparativo entre el vino y el liaschisch; mientras el primero exalta la voluntad y te hace sociable, el segundo la aniquila y te aísla, es un arma para el suicidio. Y culmina con unas palabras de Barbereau, un filósofo poco conocido: "No comprendo por qué el hombre racional y espiritual •,e sirve de medios artificiales para llegar a la beatitud poética, puesto que el entusiasmo y la voluntad bastan para elevarlo a una )xistencia supernatural. Los grandes poetas, los filósofos, los proletas, son seres que, por el puro y libre ejercicio de la voluntad, co nsiguen llegar a un estado en el que son a la vez causa y efecto, sujeto y objeto, hipnotizador y sonámbulo". Pese a sus incursiones en los paraísos artificiales, él afirma pensar exactamente lo mismo.

3. El descenso al Maelstrom La enfermedad venérea que Baudelaire padcrn1 e 0111<'11/ú :1 hacerse notar. Por temor a que le ordenaran sup , irn11 l:1•, d1oq;1•; que consumía, se había rehusado a consu ltar con 'Jll n1!'d1< u. ~><' atendía con las opiniones recogidas de amigos: cJuchus fr ,ns, yo duro de potasio, jarabe de liquen de Islandia. También estaban las drogas; para el asma que lo mantenía sentado en la cama por las noches, tomaba cápsulas de éter contra lo ahogos y, para combatir los cólicos tan frecuentes como duros, fuertes dosis de opio. El declive se tornaba inevitable. Sufrió una congestión cerebral ligera de la cual se repuso. Presentó su candidatura a la Academia F"rancesa y luego la retiró. El tratamiento con mercurio y zarzaparrilla resultaba estéril, tan to como la serie de conferencias dictada, en Bruselas a las cuales


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no concurrió prácticamente nadie. Como dice Parché, la grandeza y la notoriedad no van siempre de la mano. Los estados de sopor en los que caía le hacían dudar de sus facultades mentales. P.. partir de 1865 tuvo muchas crisis. Un médico al que le relató el proceso llegó a darle un día el diagnóstico de histeria. Comen· zaba su descenso al Maelstrom. Se le declaró una parálisis, y una afasia avanzó hasta hacerle perder prácticamente el uso del habla. Con la parálisis general declarada retornó a París para ponerse al cuidado de su madre. A partir de la primavera de 1867 no se levantó de su lecho. Dicen que a su amante mulata, compañera de tantos años, se la solía ver por el bulevar, arrastrándose con la ayuda de muletas. Murió el 31 de agosto de 1867, unos pocos lo acompañaron hasta el cementerio de Montparnasse. Parché nos dice que Bau· delaire no era un dandy de salón, al estilo Musse, era un "dandy sobre tod o de los cafés, de los restaurantes, de los talleres de pintura, de los caminos y de los malos lugares".

Bibliografía

Baudelaire, Ch., Los paraísos artificiales, Ediciones del Belenio, Bs. As., 1958. Baudelaire, Ch. Les flores del mal, Planeta, Barcelona, 1987. Benjamín, W., El París de Baudelaire, Eterna Cadencia, Bs. As., 201 2. González-Ruano, C., Baudelaire, Madrid, 1953. Porché, F., Baudelaire. La biografía, Taurus, Bs. As., 1992. Sartre, Jean-Paul, Baudelaire, Anagrama, Barcelona, 1969. Séché, A. y Bertaut, J., Baudelaire, Anaquel, Bs.As., 1945. El Caldero de la Es cuela Nº 59, Bs.As., abril-mayo 1998.

El borracho que no podía olvidar

"Sé que moriré en la calle. Solo como un perro, alcoholizado". Víctor Hugo Viscarra

1. Autocondenado a la marginalidad íctor Hugo Viscarra fue un escritor boliviano nacido en La Paz que vivió entre 1958 y 2006. Describió un mundo de alcohólicos, criminales, mendigos y otros habitantes de la 1H1che, pero desde dentro. Para eso se condenó a sí mismo a la ,narginalidad. Decía que era un antropólogo, un especiali sta en ,11,Lros. Su obra es una ventana que nos permite mirar tutJlll 10•,, «,ll lejones lúgubres, un mundo inhóspito, del cual nos hncc cono e t•r su lenguaje; para ello rompe un código de silencio i1npl1< ilo 1 .,racterístico de la coba, el hampa boliviana, cscrib1Pndo t111 ldllo

V

·,obre su lenguaje secreto. En una entrevista que le realiza el periódico chileno I a Né1 c1ón dice: "He tenido mis universidades: celdas, callejones clandesti 11os, casas abandonadas, puertas de calle, alojamientos ... viviendo 1 on mi gente, que es imi submundo!, mío solito. Me he criado en la l>ilsura, y he conocido muchos basureros y desde ahí escribo. Soy 1111 antropólogo porque alguien tiene que reventarse por mi gente y <'SO me da premio. Además me tratan de alcohólico, me gusta el ,dcohol. Como te decía he vivido en la calle y gracias al alcohol he •,obrevivido". Quienes lo buscaban lo hacían en algún boliche o en la calle, por ahí aparecía y al rato ya no estaba, como pasa con las luciér-


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nagas. Allí lo encuentra Germán Monje, que lo andaba buscando para comentarle del interés de publicar su obra por parte de una editorial española, al terminar un viernes de soltero. Cree recono cerio y le pregunta si es él. Tuvo que sacar su carnet de identidad de la chaqueta para responderle. Le dijo que estaba mal, con un nudo en la garganta le habló de una tal Nancy, una prostituta, y se largó a llorar. La emergencia de angustia lo empuja a comprar alcohol. En Alcoho/atum & otros drinks, crónicas para gatos y pelagatos, nos regala una "Radiografía de la noche", aunque esto podría definir toda su obra. Puede haber noches que invitan a la bohemia, a la alegría compartida, a los placeres prohibidos, al descanso, pero las noches a las que nos invita Víctor Hugo no son poéticas, son las noches de quienes nacieron "bajo el cielo encapotado de la desdicha y la miseria", y entonces buscan en el alcohol barato transportarse a un mundo de fantasía, de embrutecimiento, de olvido. Así nos muestra una función clásica del alcohol, tomar para olvidar. Pero nos dice que la noche es exigente como cualquier mujer, y aquí se dibuja otro mecanismo, el endiablado accionar del superyó; por eso se cobra sus tributos y quienes abusan del alcohol para alejar las tristezas, para calmar sus tormentos, suelen mudarse del piso de la calle, a la mesa de cemento de la morgue.

2. Las cicatrices no se borran Su principal obra se titula Borracho estaba, pero no me acuerdo. De esta manera desmantela lo que desde el psicoanálisis podemos entender como la función principal que el alcohol suele tener, y que ha sido mencionada anteriormente: el barrido de los recuerdos, el ahogamiento de la angustia, el olvido. Entonces, con pequeñas crónicas, deja constancia de lo que han sido las cicatrices de su vida: "Nací viejo -nos dice-. Mi vida ha sido un trán sito brusco de la niñez a la vejez, sin términos medios", y supone la edad exacta a la que morirá, caso contrario nacionalizaría una pistola para suicidarse. Asegura que quisiera olvidar el período de su niñez, pero no logra hacerlo, le resulta verdaderamente impo sible; las cicatrices, consecuencia del mal de rabia de su nerviosa

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111, 1dre, no se borraban, les estaba vedado el olvido, aunque nada ,p,1lo guarde en los recuerdos. Asegura que quienes recuerdan , 1 Hl tristeza su infancia, nunca más podrán ser felices. En su relato la madre le rompió varias escobas en su espalda, le , 1,1vaba las uñas en la boca hasta dejarle una cicatriz, le dejó otra ,•11 la muñeca al clavarle un cuchillo, le daba palizas memorables. 1 11una oportunidad le echó alcohol de quemar para prenderle fue, ¡o y lo salvó un casero que llegó oportunamente. Él quería ignorar lil', cicatrices, borrarlas con la indiferencia, pero no podía. Se escapó a los doce años y conoció un trato más sádico que ,•I de la madre, el de los agentes de la Oficina de Menores, y luego , 11, estar preso con delincuentes comunes pasó a estar bajo la lt 1te la del padre. Fue a vivir a un callejón donde se había instalado 111 1 grupo de bebedores empedernidos. El padre era militar, buelHl gente, nos asegura. Conocía todos los estados civiles: viudo, , l1vorciado, casado; él lo iba a recoger a los boliches los viernes do soltero cuando se emborrachaba y, si se enojaba, sabía cómo <almario, con boleros, "una tristeza no catalogada en diccionario ,tlguno se apoderaba de su alma y su espíritu". Cuando murió, el ella del cumpleaños de Víctor Hugo, no reclamó su herencia, solo 11• quedó de recuerdo la foto de su aviso necrológico. Mientras lanto, había aprendido a vagar sin extraviarse. Se había sentido .ibandonado. Nos dice que hay quienes tiemblan más por el abandono que por el frío. Había sentido frío en el alm a, se había se ntido deprimido, miserable, entonces le daban ganas de mc lc rsC' C' r1 l,1•; 1 antinas que aparecían en el camino, el peligro era lP1mi11;11 ;tl rn ilólico o terminar intoxicado, tirad o en la call e. J)C' ro die<' c¡u1 •, 1: 11 1lcfinitiva, aprendió a beber más por neces idad quC' poi vi<1 0.

3. El último trago A Víctor Hugo Viscarra lo han llamado "El Bukowski boliviano" o "Viskarrowski"; sin embargo, resultan injustas las comparacio11os, pues que ambos tengan una estrecha relación con el alcohol y la escritura, no deja de hacerlos únicos, aunque tienen un punto , •n común. Si, contrariamente a lo que sucede con los borrachos, 110 olvid an, es porque escriben. La escritura ocupa el lugar del su-


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jeto lúcido en los banquetes, de aquel que se quedaba sin beber para poder recoger lo que se filosofaba. In vino veritas, entonces pueden transmitirnos una verdad, una que conocen desde dentro. A pesar de Víctor Hugo, su último trago no fue de alcohol, ni la calle su última morada. Su estómago en ruinas no admitía licores, apena cucharadas de sopa. El reumatismo, una neumonía crónica, alteraciones digestivas y, especialmente una cirrosis galopante, lo mataron. Murió en la cama de un hospital a los cuarenta y nueve años. Había dicho que no pasaría los cincuenta años y que, si lo hacía, se pegaría un tiro. Antes de partir le puso de título A visos necrológicos a su último libro. También había profetizado que moriría "solo y como un perro, pero libre, tomando el último trago". El alcohol que lo acompañó tantos años, no le permitió semejante despedida, lo abandonó antes del trago final.

Bibliografía

"Hacía mucho tiempo que no vivía conmigo misma". Frarn;oise Sagan.

1. El estremecimiento de la sustancia

Álex, A, Los mercaderes Cuervo, 2012. Viscarra, V. H., Borracho Bs. As., 201 O. Viscarra, V. H., 2006.

Los diarios de desintoxicación

del Che y otras crónicas a ras de suelo, El

estaba, pero me acuerdo, Libros del Náufrago,

Borracho estaba, pero me acuerdo, Correveidile, La Paz,

Viscarra, V. H., Coba. La Paz, 2004.

Lenguaje secreto del hampa boliviano, Correveidile,

Viscarra, V. H., Alcoholatum & otros drinks, Correveidile, La Paz, 2007. Viscarra, V. H., Avisos necrológicos, Correveidile, La Paz, 2005.

E

I uso de drogas empuja al sujeto a cierta fijación en un goce que ha sido caracterizado como autista. Esto puede llevar a la suposición de que una clínica como la psicoanalítica, que pone a la palabra en el centro de la escena, podría verse imposibilitada de operar. Sabemos, desde Freud, que el psicoanálisis es una operación imposible, pero contrariamente a esa suposición de que en este tipo de casos conseguir efectos resulte imposible, por razones de estructura, los mismos están prácticamente asegura.dos por dos cuestiones. En primer lugar, porque en el psicoanálisis se trata siempre de una operación que recae sobre el goce, al menos si compartimos una orientación, aunque esto no siempre sea seguro por más que alguien se llame lacaniano, por eso es importante trabajar en una Escuela de psicoanálisis, en un lugar que nos enfrente todos los días a la pregunta sobre qué es un analista. En segundo lugar, porque es importante tener en cuenta que el goce es autista. No solo en los casos de quienes consumen sustancia tóxicas. Siempre. La fuga del sentido, el seminario de Jacques-Alain Miller, tiene un capítulo dedicado precisamente al autismo del goce. Hay conceptos psicoanalíticos que permiten suponer una relación al Otro y otros que no. Es la formalización del concepto de goce lo que


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lleva a Lacan al planteo de la no relación sexual. El goce no s

abre al Otro -por eso Miller lo llama autista- sino que se relaciona solo con uno mismo. Por algo ese goce que uno tiene más a mano es pensado como una adicción primordial. El goce no es exactamente equiparable a la libido freudiana, ya que esta circula, inviste y desinviste a alguien; un analizante, que por supuesto es analista, decía que tenía una "libido juguetona", porque saltaba todo el tiempo de una persona a otra. La libido puede encontrarse imantada por el Otro, llevando a que el sujeto se encuentre atraído, dominado incluso por el Otro. Pero el goce no busca abrirse camino hacia el Otro, para eso está el amor; el goce no busca el lazo social, por lo que Lacan lo ubica del lado del idiota. Tampoco en este plano el sujeto se juega en el campo de la palabra. Miller lo afirma de una forma contundente: "El goce no es una relación ... Después de todo, el concepto mismo de sustancia supone una cierta autonomía del ser". Es decir que el concepto de sustancia se opone al de relación, y pensamos al goce como sustancia, pues es así como Lacan construye el concepto de goce como sustancia gozante, que hace obstáculo a la relación sexual. Ese goce que no implica una relación es definido por Miller como "el estremecimiento de la sustancia". Estos desarrollos desembocarían de lleno en una clínica de las toxicomanías; sin embargo, esto sería una teoría general del goce. En la clínica con sujetos toxicómanos, en oportunidades, esto se juega de manera más evidente, más contundentemente, porque en estos casos es evidente la no relación con el Otro para la obtención de un goce. Ese goce puede provocar cierto recalentamiento en el sujeto. Lacan incluso define al goce como un camino hacia la muerte; las drogas pueden poner al sujeto en una autopista pisando a fondo el acelerador que lo empuja hacia el final. Entonces, puede llegar a percibir que es necesario detenerse, tiene que romper esa fijación al goce y creo que es el momento donde la relación con el mundo, con el Otro, con los objetos, presenta un desorden, un desacoplamiento muy particular, como frenar de golpe y sacudirse violentamente por el golpe de la angustia. Es en este contexto que pueden resultamos sumamente útiles los que suelen ser llamados Diarios de desintoxicación, para

, ,1plar qué se juega en esos momentos donde el sujeto decide 1 l1, 1cnerse.

'J. La mujer fatal Hay un diario que fue escrito por Jean Cocteau durante la esta-

il1a en la clínica de Saint-Cloud entre diciembre de 1928 a abril de 1<)29. No era su primera desintoxicación. Cocteau dice que volv1ú a intoxicarse porque encontró el desequilibrio nervioso nueva111cnte y prefería, a la total ausencia de desequilibrio, un equilibrio ,11 lificial. Lo interesante es que Cocteau consideraba que con sus lt•xtos hacía un aporte importante a la toxicomanía. Como suele ocurrir, lamenta que la medicina en lugar de perlc)ccionar la desintoxicación no se dedique a volver al opio inofen·.ivo. lOué nos enseña? Sostiene, por ejemplo, que muchos médicos ignoran las trampas de una desintoxicación, se conforman 1 on una supresión, y el sujeto sale destrozado de un prueba inútil. r ntonces reconoce que volvió a intoxicarse porque los médicos ·,olo purgan, "no buscan curar las causas primeras que llevan a la 111loxicación", razón por la cual reapareció el desequilibrio nervioso, y entonces apeló al opio. Para Cocteau la eficacia del opio impli< a establecer un pacto, algo que se sella, y hacer un tratamiento moralizante de la cuestión es como pedirle a Tristán que mate a lsolda asegurándole que luego se sentirá mucho mejor. Piensa que salir de la intoxicación es como salir de llt1<1 hi liernación, de la extraña economía de las tortugas, las mnr rnolw, y los cocodrilos, y que hay algunos sujetos que necesitan de un correctivo y recurren a las drogas, pues para ellos "el mundo es un lantasma hasta que una sustancia le da cuerpo"; el problema es que a veces el remedio que encuentran los puede matar. Establece una diferencia entre hombre y mujer; en el hombre la droga adormece el sexo y en la mujer el corazón. En el hombre t>Xiste una especie de fijador, y sin él la vida se vuelve intolerable, os algo que le permite dormir al condenado a muerte. Cocteau •,ie nte que le falta ese fijador. Nos habla del tedio del fumador curado. Todo lo que hacemos en la vida es en el tren expreso que corre hacia la muerte. Fumar opio es bajarse del tren en marcha.


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Afirma que lo que hace un fumador es pagar una falta y que vuelv al opio en su contra No hay un amante más exigente que la droga, planteo que no conduce a pensar en el superyó. Sus celos llevan a castrar al fu mador. El opio es la mujer fatal. De este modo, el primer síntom que reconoce en el proceso de desintoxicación es el retorno de 1 sensualidad. La intoxicación ocupa para Cocteau el lugar de una mujer, y hace las veces de una práctica sexual. Mujer exigente, por cierto Uno de los últimos aforismos del diario resume la problemática en cinco palabras: "Si el opio lo quiere" ...

3. Buenos días, tristeza de lo cotidiano Tenía apenas 18 años, en 1954, cuando publicó la novela qu la hizo famosa; se trata de Franc;oise Sagan y su libro Bonjour, trístesse. "Buenos días tristeza" es un verso perteneciente a un poema de Paul Éluard, del cual toma el título. Miller escribió a su vez un texto llamado "Buenos días sabiduría", cada uno saluda a lo que se encuentra. Esta "chica terrible" tuvo una vida turbulenta, muchos amare con hombres y mujeres, como Ava Gardner; se casó primero con un playboy y después con un homosexual. Era adicta a mucha cosas, fundamentalmente al casino, lo cual la llevaba a quiebra financieras, pero también a las fiestas extravagantes, al alcohol y a las drngas. Participó de muchos escándalos y sufrió un acciden te automovilístico en el verano de 1957, por el cual durante tre meses de le administró a diario un sucedáneo de la morfina, a 1 cual se volvería aficionada. Fue en la clínica especializada dond escribió un diario que llamó Tóxica. Se trata de pequeñas nota en las que plasma su sufrimiento, su martirio, su miedo, y dond dice: "Casi he lamentado no estar verdaderamente drogada, por que recordaría mi infancia de una manera desgarradora", y afirm que la única solución es esperar que sea doloroso de verdad. E decir que drogada puede sentir algo que le resulta desgarrador; sin embargo, hay algo de la verdad del sujeto que no se atrapa. Afirma que hacía mucho tiempo que no vivía con ella misma. S

111 11cntra con su soledad, y utiliza una expresión muy bella para l 11 cuenta de la relación con la escritura: dice ser una prisionera 110 11r1a soledad inactiva. Lamentará no ir más a ese paraíso artili, 1,tl del no sufrimiento. Para enfrentarse al aburrimiento, donde ·, q11e quedaba era la huida, es hora de saludar a la tristeza de lo , , il 1cliano, para finalmente solicitar la medalla a la desintoxicación, ,¡111 · alaba su coraje mientras ella sonríe con beatitud y estupidez. n sus últimas notas escribe que poco a poco se habituó a la 1rl(•, 1de la muerte como una idea neutra, y no encuentra una frase, 111111 ni o amoral, para terminar el diario que ha sido saludable. Viaj,ll, 1, vivirá y escribirá de verdad, cansada ya de tener miedo.

'1. La desnudez de la palabra Yann Andrea escribe un diario de la desintoxicación de Mar/111 ~rite Duras, internada en el Hospital de Urgencia del Hospital , 11 · i=>arís a los 68 años. Torna nota de la relación de Duras con el d1 ohol, del estado deplorable en que se encontraba, con una tre1111 •nda depresión, el cuerpo hinchado por el alcohol y el estómago q1u•mado por el vino. No pasaba una hora sin tomar para apacif/11,tr el cuerpo, para disminuir el miedo. Ella dice que nadie puede 11,1< er nada por ella, solo ella puede tomar una decisión. Estaba i",< ribiendo El mal de la muerte y consideraba realmente cnft•m10 quien no bebía una gota de alcohol. 1 n otra oportunidad he trabajado el libro de Yann /\nclr<\ít 111n·~ i/1-lalladamente, 1 solo referiré que tiene visiones, bicho', qtH' ;1pr1 1,•1 en por todas partes, pero lo que se manifiesta, en los lér mino!:> d1_• quien la trata, es una perturbación de lo imaginario. 1 1 alcohol es presentado como un alivio al dolor, un aligera11111•nto, un contrapunto a la página escrita. Sin alcohol se encuen11,1 más expuesta al sufrimiento, a la soledad, a la desnudez de la 11.tlabra.

1 e /. Salamone, L. D., "Marguerite Duras: donde el sufrimiento no puede hacer sutabaco y otros vicios, Grama ediciones, Bs.As., 2012.

1111 ", Alcohol,


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5. Días sin fumar También me he referido en otra oportunidad 2 al diario de Vicen te Verdú Oías sin fumar. No podemos dejar de recordarlo entre lo que podemos llamar diarios de desintoxicación. Para el escritor y periodista español el cigarrillo era una compañía insoslayable. De cide dejar de fumar y describe sus síntomas de abstinencia, sín tomas que forman un sistema circular dentro de la oscuridad del adicto. Fumar le produce faringitis, pero dejar de fumar le seca la garganta y le produce faringitis. Fumar le genera dolor de cabeza. pero dejar de hacerlo le incrementa la tensión y le produce dolor de cabeza. La frontera entre la salud y la enfermedad es un tanto difusa y la vida, razona, no es propiamente salud. La adicción es presentada como algo que servía no para procurarse place r, sino para atenuar el dolor. Resulta interesante la sensación que se le presenta a Verdu cuando el cigarrillo ya no forma parte de su vida: se le representa la idea de que es un sujeto castrado.

6. Otra escritura Lo que cada uno dibuja con su escritura, lo que logran contornear, es lo que se juega en la abstinencia: la confrontación brutal con una falta que la droga obturaba y sus consecuencias subjetivas. La angustia ante la carencia y el desgarramiento frente a la decisión de abandonar un goce. El psicoanálisis invita a un proceso de escritura que permita circunscribir esta cuestión de otra forma. Es el destino común de un análisis que lleve al sujeto hasta ese límite, pero por un camino lógico. Un derrotero que se va construyendo a partir de los puntos de falla de los tóxicos y, fundamentalmente, de las decisiones del sujeto.

2 Cf. Salamone, L. D., "A través del humo", Alcohol, tabaco y otros vicios, Gramil ediciones, Bs. As., 2012.

No se trata de que el sujeto tenga que andar procurando con11 olar su goce, no se trata de que lo frene el Otro o su propio yo. 1 1 análisis lleva a que el Otro pierda consistencia, pero por otros ,nedios que los de la operación cínica que posibilita el consumo. 1leva a que el superyó se desacelere lo suficiente como para que 1•1 goce sufra cierta mutación y que el sujeto pueda palpitarlo de la lorma en que más le plazca.

Bibliografía

Miller, J.~A., La fuga del sentido, Paidós, Bs.As., '201 '2. Cocteau, J., Opio, Bruguera, Bs. As., 1998. Sagan, F., Tóxica, Ático de los libros, Barcelona, '201 O. Andréa,Y., M.O. Marguerite duras, Tuquest, Barcelona, 1985. Verdú, V., Días sin fumar, Anagrama, Barcelona, 1989.


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La heroína en el cine

"Ahora me doy cuenta de que la muerte es un proceso más que un suceso". Trainspotting. lrvine Welsh

1. Más allá del amor a la vida a historia del cine es sumamente prolífica en películas que tratan sobre la cuestión de las drogas. Como lo ha demostrado Jorge Assef, 1 el análisis de un puñado de films puede permitirnos leer la subjetividad de una época. En esta oportunidad, ·,e realizará el análisis de tres películas que ya son clásicas y tratan •;obre la relación de una o varias personas con sustancias tóxicas. 1 a primera es de 1955, la segunda de 1996 y la tercera de 2000, pero basada en una novela de 1978. Es decir que están enmarcadas en la segunda parte del siglo pasado, y nos brindan una lectura de cómo se va gestando la relación entre algunos sujetos y las drogas tal como termina jugándose en nuestros días. Las !res películas muestran la preferencia de la heroína por parle de ·;us protagonistas, aunque también se pone en juego la adicción a otras sustancias, a pastillas e incluso a la televisión. Los laboratorios Bayer pasaron de ser una pequeña fábrica al plano internacional, por dos drogas que se anunciaron juntas por décadas: la aspirina y la heroína. En el prospecto de la última se hacía saber que adormece el temor, hace desaparecer la tos, que

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1 Assef, J., La subjetividad hipermoderna. Una lectura de la época desde el cine, la •,e miótica y el psicoanálisis, Grama ediciones, Bs.As., 2013.


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a diferencia de la morfina produce un aumento de la actividad, y que los morfinómanos pierden el interés por la morfina. Debe su nombre a las virtudes heroicas que presentaba, superando a la morfina en potencia y evitando sus efectos secundarios. Un siglo antes, la morfina había sido preferida al opio. Una cuarta parte de los soldados americanos utilizaron heroína durante el conflicto bélico con Vietnam. Fue sobre todo a partir de los años setenta que se la consideró como una droga complicada, no se le encontraba utilidad terapéutica, creaba hábito en forma inmediata y una sobredosis podría resultar mortal muy rápidamente. Como Jacques Lacan lo plantea en "Psicoanálisis y medicina", la ciencia y sus apuestas generan ciertos efectos en la dimensión del goce, lanzando al mercado productos que van desde tranquilizantes hasta alucinógenos. La heroína puede inyectarse, fumarse o aspirarse nasa/mente, pero Escohotado supone que lo que se conoce como el flash de la heroína resulta imposible si no se ha establecido una relación del sujeto con la aguja. La manía de inyectarse guarda relación con el hecho de estar poseído por la ansiedad de cambiar instantáneamente de ánimo. Algunos adictos coinciden en que el enganche es fundamentalmente con la aguja; también he escuchado a sujetos que probarían cualquier sustancia, pero jamás se inyectarían. La heroína inyectada corta con el sufrimiento instantáneamente. El flash, más que un placer positivo, puede pensarse como la interrupción de un desasosiego. Como lo plantea Jacques-A/ain Miller, la heroína nos muestra cómo se juega el autismo contemporáneo del goce, un goce que se prefiere al sexual, que está más allá del amor a la vida, que se lo puede preferir a todo, llegando incluso al crimen para obtenerlo. La heroína, a diferencia de otras sustancias, separa al sujeto del Otro de una forma radical, invitándolo a que ocupe el lugar de desecho. El hedonismo cínico contemporáneo lleva al sujeto a convertirse en un objeto de la voracidad superyoica. Estas películas permiten ver cómo se ponen de relieve algunas de las teorías que se han puesto en juego en los últimos años, como ser, por ejemplo, que el consumo, a partir del accionar estragante del superyó, el consumo más que ser por parte del sujeto, es del sujeto mismo;

, ·, decir que el consumidor es el consumido. La teoría de la toxi' lllílanía generalizada desarrollada por Ernesto Sinatra a partir de tlqunas ideas planteadas por Jacques-Alain Miller y Eric Laurent; , , la cuestión del objeto plus de goce en el cenit de la civilización, li,1bajada por el mismo Miller a partir de algunas referencias de l.1cques Lacan, que nos permite ver cómo se juega la cuestión del uoce en esta modernidad tardía o hipermodenidad, como prefie1, 111 llamarla.

2. La mujer como síntoma o como estrago Comenzaremos recordando lo que ha sido quizás el primer lásico sobre el tema, o al menos el más recordado: El hombre ele! brazo de oro (The man with the golden arm, Estados Unidos, 1955),2 un film dirigido por el austriaco Otto Preminger, basado en I¡¡ novela de Nelson Algren. El título remite a la capacidad que tiene el protagonista como <'rupier en un garito de juego; también a su afición por tocar la hatería, pero sobre todo, al costo, en todos los sentidos posibles del término, que tiene la heroína, esa sustancia que corre por las venas del veterano de guerra que vive entre la droga, la música, el ¡ueg o y dos mujeres. La película aparece luego de la censura que en los años treinta pesaba sobre el cine norteamericano, tratando una temática que <'ra tabú entonces, como lo era la de las adicciones. Sin embargo, la llamada Legión de Decencia seguía teniendo su peso como uuardianes de la moralidad norteamericana. En los años 60 el uso de las drogas tendría una difusión masiva ,l partir de los movimientos juveniles y el lugar que tenía en la cullura del rock. Pero en la década anterior, al calor del jazz, la adicción a la heroína ganaría cada vez más terreno; allí estaban Charlie l)arker, Chet Baker o Dick Twardzik, que fallecería a los 24 años. 1

') He comentado este film en el Ciclo de Cine y Psicoanálisis organizado por Carlos C.ustavo Motta en la Escuela de la Orientación Lacaniana,


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Frank Sinatra interpreta magníficamente a Frankie Machin..,, que sale de prisión desintoxicado y habiendo descubierto su vo cación como baterista de jazz, lo que le abre una posibilidad d cambiar su estilo de vida. Pero, como de buenas intenciones est hecho al camino al infierno, terminará habitando en el mismo in fiemo que pretendía haber dejado de lado. Una pieza clave par esto resulta ser su esposa que, inválida, no deja de demandarlo. El mérito de Preminger es mostrar con absoluta crudeza la re /ación de alguien con la heroína sin dar golpes bajos o leccione de moralina. Retrata, no solamente el consumo y sus efectos, sino la abstinencia de una forma sorprendente para lo que era el cin de entonces. El tratamiento del personaje que hacen los autore resulta interesante porque el intento de cambio que el sujeto pon en juego tras la prisión desaparece, abriéndole camino a la repeti ción y mostrando que, si las cosas no cambian desde las raíces, a lo único que se puede apostar es a la neurosis de destino. Frankie, para responder a la demanda de su entorno y de su esposa Zosh (Eleanor Parker), pero fundamentalmente a su propio superyó, vuelve a una vida conocida en la que es croupier en partidas ilegales de póker, conoce el trabajo, el dinero se obtiene rápido, y la droga le queda al alcance de la mano. Uno de los aspectos más interesantes de la película lo presentan las dos mujeres que forman parte de la vida del protagonista. Una, representa a la mujer como superyó, como estrago; la otra, permite hacernos pensar en la mujer como síntoma. Mientras Zosh, su posesiva esposa, finge ser inválida para llenarlo de culpa, y retenerlo en un matrimonio que ya estaba acabado, Mol/y (Kim Novak) es una vieja amante dispuesta, con pulso firme y amor, a ponerle freno al goce devenido de su relación con la droga. Así, aparecen desdobladas dos formas en que lo femenino puede jugarse para un sujeto. Si bien desde la orientación lacaniana no vamos a pregonar una curación por el amor, lo que la clínica de estos casos muchas veces nos muestra es que el partenaire del sujeto, sin necesidad de hacerlo de una forma tan instrumentada como lo hace Zosh, puede alimentar la relación del sujeto con la sustancia, muchas veces simplemente plegándose al consumo y siendo ella misma víctima del estrago. En cambio, una mujer con

lll1,1 posición como la que presenta Molly, puede ayudar a poner/¡• /reno al sujeto que encuentra en una droga su posibilidad de ¡, i,ar, trocándolo por otra modalidad de goce que ate al sujeto a , 111,1 mujer. Por supuesto, que no se trata de que el amor sea una .i>lución siempre, y muchos menos que haya que apostar a esto, 1,, que puede atar a un hombre a una mujer es un hecho contin' ¡, •rite y que esto se torne en algo necesario. En otro film, Adiós a t.,s Vegas, el amor de una mujer hermosa, contra las expectativas ,/, · los espectadores, no pudo detener el camino del personaje protagonizado por Nicolas Cage hacia la muerte.

3. El plus de goce en el cenit de la civilización Si bien es una película que ha sido comentada en reiteradas 11portunidades en el seminario del Departamento de Toxicomanías y Alcoholimo, en el libro de Jorge Assef La subjetividad hipermoclcrna . .. , Trainspotting (1996) es una película escocesa dirigida por Danny Boyle, basada en la novela de lrvine Welsh, que resulta 111soslayable para el tratamiento de esta temática. Nunca el tema de las drogas había sido tratado de esa manera provocando una reacción lógica, desde los elogios hasta la acusación, por ser inciladora del consumo. El término trainspotting remite a un pasaje del libro C'll <'I CJll<' 13eg bie y Rentan conocen a un borracho en la cslac io11 c/1• lr<'rlt",, < uando los amigos están haciendo sus neccsidadc',, y c•I borr,1c 110 les pregunta si están haciendo trainspotting. LI gusto c¡u(' tiPrH'll los ingleses por contemplar los trenes se denomina de csla for rna. Pero, también al argot escocés que significa "buscar una vena para inyectarse droga". En nuestro país la película lleva por subtítulo Sin límites, y fue presentada como La naranja mecánica de los ,tños 90. Versa sobre un grupo de jóvenes de Edimburgo adictos a la heroína. Muestra muy bien una época donde los ideales han caído y lo que importa es el goce de cada uno. Rentan (Ewan McGregor) es alguien adicto a la heroína que muestra los intentos de terminar con su adicción a la sustancia. El comienzo del film resulta memorable, ya que es toda una declaraión de principios. Rentan y un amigo corren perseguidos por guar-


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dias de seguridad, diciendo que a diferencia de otros que eligen un vida con una estabilidad, hijos y posesiones, etc., etc., él en cambio elige no elegir la vida; y si le preguntan las razones, simplement no las hay, no se necesitan razones cuando hay heroína. Pero lo que quedará claro es que se trata de un goce que no se consigu gracias a la sexualidad. Le interesa vivir como un heroinómano, es decir que lo único que a él y a sus amigos les importa es el plus de goce que consiguen al inyectarse. Al igual que la madre del perso naje de Réquiem para un sueño, su madre es presentada como una adicta social, en este caso al Valium, del cual Rentonse proveerá en el intento de desintoxicación que realizará. Intentará dejar la heroína y para eso recurrirá a supositorios de opio para paliar los efectos de la abstinencia. Esto lo lleva a un viaje por el interior de un indoor, que no es la única referencia a lo anal en el film. La función del tóxico es planteada de una manera muy cla ra: "Cuando estás drogado solo te preocupas por eso, por estar drogado; pero cuando no lo estás, te preocupas por todas esas mierdas que tiene la vida". El adicto no se preocupa por las responsabilidades, ni en el trabajo, ni en el amor, ni en el campo de la moral, solo se preocupa por conseguir la próxima dosis. Más adelante, frente a una tragedia, preparará la dosis para aliviar el dolor. La otra preocupación que es dejada de lado es el paso del tiempo y la muerte, envejecer hasta que la historia se acabe. "La única desventaja es soportar la idiotez de los otros que te dicen que arruinás tu vida". Logra dejar el consumo por un tiempo pero las dificultades son cada vez mayores. Quedará claro, cuando está limpio de drogas, lo que es "la hora de la verdad" para Rentan; curiosamente aparece denominada de esa forma en la letra de una canción que repite el significante "tentación", y que suena cuando va a bailar en su búsqueda: se trata de una mujer. Y queda claro también que, cuando la droga no está, emerge la impotencia y la insatisfacción. La heroína lo había librado de su apetito sexual, pero ahora regresó para vengarse. El momento del consumo es puesto bajo el signo de la impotencia, la salida del mismo bajo el de la insatisfacción. Cuando están limpios de drogas cada uno de los amigos se confrontan a la dificultad para relacionarse con una mujer. Rentan tiene relaciones,

, •,u pesar, con una menor de edad; uno de sus amigos fracasa l 1. qo los efectos de una borrachera y de la demanda femenina; el ,,110 discute con su novia porque no encuentran el video casero que habían filmado para excitarse porque había sido sustraído por r, 11 amigo. Hay uno de ellos que no consume sustancias tóxicas, l lt'gbie, pero manifiesta una violencia que es presentada como su 1dicción. El aire fresco no alcanza para despejar la realidad de que son 1111 producto del discurso capitalista: un resto. Entonces, deciden, , h~mocráticamente, volver a la heroína. También consumen todas las drogas que pueden llegar a en( ontrar, dice: "Tomábamos morfina, diamorfina, ciclocina, codeína, lumazepán, nitrazepan, fenobarbital, amital sódico, dextropropoxikno, metadona, nalbufina, petidina, pentazocina, buprenorfina, dcxtromoramida, clometiazol. .. las calles rebosan drogas que puedes tomar para combatir la infelicidad ... y nosotros las tomábamos !odas". Así, muestra otro rasgo de esta época donde se consume lodo, lo que sea, y eso muestra también que lo que viene en algún punto fracasa. Resulta habitual que el consumidor busque constantemente probar algo nuevo, una voracidad de lo nuevo que tiene la marca del superyó, porque se busca una nueva forma de acceder al goce, 1in goce que escape a la ley. El protagonista afirma, incluso, que •;i estuviera prohibida, se inyectarían vitamina C, dejando en clrno cuál es la relación entre la adicción y la ley, por más que t",lc•1no•, Pn una época donde la cuestión del padre pareciera dcsdibujrn ,,n. 1 n Réquiem para un sueño, la siguiente película que será analirn da, aparecerá el hecho de burlarse de la ley en una escena en la que uno de los personajes se imagina robándole el arma a un policía para mofarse de él; se trata de un fantasma imaginario, aunque ~s verdad que puede tratarse solo de la perspectiva de los realizadores de la película. No hay una carencia de ley, hay una burla que deja al sujeto en una posición donde la misma resulta ineficaz. Se trata de un mecanismo cercano al de la renegación. Por eso Miller nos dice que si en la época victoriana, la época en la que Freud trabajó y desarrolló los fundamentos del psicoanálisis, el ideal de la sociedad era la obsesión, la represión y sus formaciones reactivas, y sus síntomas como consecuencia del intento de regular el


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goce; pero hoy nos encontramos más bien con la perversión como forma de lazo social, con el empuje insaciable a un goce nuevo. Volviendo al film, un hecho fatal ocurre. Allison, una amiga que consume con ellos, descubre que su bebé ha muerto por negli· gencia. Ante esta tragedia, la reacción de Rentan es preparar otra dosis para soportar el dolor. No importa cuánto roban, cuánto consumen, siempre se nece· sita más; el desbastador accionar del superyó es relatado como un apilar miserias sobre miserias. Se vuelve al inicio de la película; Rentan y Spud son luego cap· turados por robar, Spud irá preso, Rentan quedará en libertad por entrar en un programa de rehabilitación donde se le suministra metadona. Aunque la cura por sustitución fracasa, él presenta la paradoja de que el estado le costea su adicción. Rentan se aburre y se deprime, vuelve a las andadas y tiene una sobredosis; las inyecciones ahora son para salvarlo y para hacerle un análisis de HIV que da milagrosamente negativo. Sus padres lo encierran, y tras el infierno de las alucinaciones, donde aparecen sus amigos y el bebé muerto, empieza una nueva vida en Londres trabajando en una agencia de alquileres inmobiliarios, hasta que algunos de sus amigos, el violento y el ahora traficante, aparecen nuevamente. Vuelven a su ciudad natal porque uno de sus amigos ha muerto y surge la posibilidad de un negocio muy provechoso con una partida de heroína. Rentan se inyecta para verif icar si la droga es buena. Luego de concretarse el negocio, le robará a sus amigos el bolso con el dinero, dejando una parte para Spud, quien no se anima a seguirlo. No quiere dar respuestas falsas a la pregunta de por qué lo hizo, la verdad es simplemente que es una mala persona. Ahora sí, puede empezar una nueva vida. Jorge Assef ha destacado la estructura circular del argumento, el final se parece al principio, la lógica es la misma. Pero, si antes el protagonista se diferenciaba del espectador, ahora lo incluye en su propia serie, él será como nosotros, en verdad nosotros también somos com o él: hijos del discurso capitalista. Como lo plantea Mauricio Tarrab, el sujeto de la modernidad tardía es un consumidor-consumido ya sea por la heroína o por los objetos del mercado. Y por más que desde el comienzo se le presenta la posi-

li1l1uad de elegir, ese "iElije\", es en verdad un imperativo tras el que ,1• escucha el empuje al goce promovido por el superyó. Veinte años después, con los mismos actores, para la Navidad, ·,1 Santa Claus no se demora, Boyle anunció la secuela: la segunda 1i.nte de Trainspotting nos mostrará cómo siguió la historia.

4. El sujeto consumido La película que será objeto de análisis, Réquiem para un sueño (l?equiem far a dream, '.2000), fue dirigida por Darren Aronofsky, a 3 partir de la novela homónima de Hubert Selby Jr. de 1978. A los 19 años, Selby Jr. era marino mercante cuando contra\º tuberculosis que se le complicó al no disponer de antibióticos. \~egresó a Nueva York donde era hospitalizado constantemente, 1ecibió un tratamiento experimental a base de estreptomicina que complicó su situación, fue operado, los cirujanos le eliminaron va1ias costillas, uno de sus pulmones colapsó y le extirparon parte de otro. Durante ese periodo consumió pastillas, morfina y heroína. Luchó por décadas contra la adicción a estas sustancias. Quizás este fragmento de la vida del escritor sirva como antesala para comprender en dónde pudo inspirarse para lograr transmitir la crudeza de la historia y su trágico final. En una escena de este film podemos vc1 8 Selby Jr. como un guarda que se ríe de sus perso najes. El film se centra en las relaciones más importantes del p1 otauo nista, Harry Goldfarb (Jared Leto) , su madr e, que li ti nc \ p1 oblP11Ht', con la televisión, Sara Goldfarb (Ellen Burstyn) , su novi a M,11iu11 Silver (Jennifer Connelly), para la cual operará estragantc rnc ntc, y un amigo Tyrone C. Love (Marlon Wayan s) . Los cuatro personajes, atrapados por su adicción, se deslizan en una pendiente que los lleva a la degradación de su condición de sujetos, haciendo pedazosComienza sus vidas. con una puja generacional entre el hijo y la madre. La madre es adicta a la televisión. Harry va a la casa materna para

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3 He comentado este film en el ciclo de cine coordinado por Pablo Ru sso, que se realiza en la Escuela de la Orientación Lacaniana.


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llevarse el televisor para empeñarlo y poder comprar heroína. La madre irá a buscar el aparato empeñado, y no es la primera ve que lo hace, entrando en un circuito de complicidad. Los tiempos cambian, pero la cuestión adictiva atraviesa las generaciones, solo cambia el objeto de consumo. La madre es fanática de un concurso televisivo. Quien lo con duce se parece mucho a un predicador que se dirige a su público como si se tratara de un secta religiosa, mostrando cómo se puede poner en juego una estructura religiosa en esta época donde reina la imagen. Un supuesto llamado telefónico de los productores de ese programa termina de trastornar su vida; Sara pretende que le entre un vestido rojo que usó en la graduación de su hijo y la dieta no es sencilla, las anfetaminas le traerán una dificultad muy seria. El mismo hijo le pide que las deje cuando ve los efectos que le provocan, entre ellos, alucinaciones. Los jóvenes quieren salvarse la vida como narcotraficantes, pero la situación se complica cuando es asesinado quien le suministraba drogas, y Tyrone es arrestado. Surge la posibilidad de comprar una cantidad importante de heroína, hecho que fracasa y lo que rein a es el descontrol. La escena de la transacción por las drogas es muy interesante; una multitud desesperada, ansiosa, incontrolable, se da cita en un superme rcado. El caos muestra cómo se pone en juego una sociedad de consu mo, desesperada por conseguir su porción de goce. En una escena, la heladera amenaza a Sara, mostrando cómo el sujeto es consumido en medio de lo real alucinatorio. Los problemas de salud, las alucinaciones de Sara, el brazo infectado por las inyecciones de Harry, las crisis de abstinencia de Mario n, su degradación para conseguir drogas, en fin, la tragedia, aparece como inevitable. La madre será hospitalizada, atada, alimentada por la fuerza por enfermeros, recibirá electroshock; al hijo se le am putará el brazo para detener la gangrena que amenaza con consumirlo, mientras su novia está prostituyéndose para conseguir drogas y su amigo preso por querer venderlas. El tratamiento que hace Aronofsky de las imágenes montadas con la estupenda música del Kronos Ouartet es apabullante. La historia se divide en tres estaciones del año: verano, otoño e in vierno. La primavera, no parece vislumbrarse.

Con semejante final, podría pensarse en un film un tanto moralista; sin embargo, no parece haber sido recibido así por la crítica o el público. En verdad, nos muestra cómo uno puede extraviar·,e y olvidar sus sueños al elegir vivir narcotizado. Los narcóticos pueden ser inductores de sueños, pero el sueño quizás muera, o llegue a transformarse en una pesadilla.

5. Lo que no tiene remedio Como lo ha planteado Zygmunt Bauman, aquello que podemos denominar una "sociedad de consumidores" refunda las relaciones entre los sujetos a imagen y semejanza de la relación que se produce entre los consumidores y los objetos de consumo. Los consumidores tienen la capacidad de transformarse en un producto consumible. El sujeto se disuelve en un mar de productos donde, como lo plantea Georg Simmel, los cosas son experimenLadas como insustanciales, presentándose uniformemente planas y grises, flotando en un río de dinero. Esto hace que, en la subjetivid ad de los consumidores, resulten importantes las elecciones de consumo que determinan un goce que lleva al exceso y, como lo plantea Bauman, nunca resulta suficiente. Más allá de las lecturas ambientalistas del padre, su inoperan cia puede verse en las consecuencias que genera. En estas hi slorias, se pone sobre el tapete lo que sucede cuando la funci ón paterna falla, cuando no se logra articular el deseo a la ley, poniéndole un freno al goce. Como lo plantea Eric Laurent, ponerle un freno al goce implica abrirle al sujeto un camino que no sea el del goce mortífero, sino abrirle el camino a la posibilidad de un goce distinto a lo que se ve en el hedonismo contemporáneo que muestra su cara mortal en las toxicomanías. Esta falta de freno, esta dificultad para orientar un goce que no resulte mortífero, como lo ha planteado Miller, deja al sujeto hipermoderno desamparado, desorientado, sin una brújula, o quizás con el objeto plus de goce como única orientación. El sujeto, entonces, queda aislado, sin un anclaje, y enceguecido por su goce navega por costas peligrosas sin un faro que lo guíe.


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Las drogas, tanto las lícitas como las ilícitas, pretenden remo diar aquello que precisamente no tiene remedio alguno, como lo plantea Ernesto Sinatra, como los problemas que se generan partir del deseo que acostumbra presentarse "problemático y fe bril"; o bien, lo perecedero de la vida, allí donde la muerte mira al sujeto y le hace una mueca; o también la falta de armonía entre lo sexos, ya que siempre se presenta en las relaciones entre sujeto aquello que no funciona. Es posible leer las consecuencias de la globalización del uso de tóxicos en el rechazo del inconsciente, con los efectos qu dicha cuestión implica; sin embargo, la misma no se presenta ge neralmente como una solución que convenza al sujeto por cierna siado tiempo, pues si así fuera no cuestionaría su adicción; lo que sucede es que conlleva un aplastamiento de la subjetividad y lo que se pone en juego es un proceso de autodestrucción donde un goce mortífero se apodera del sujeto para sacudirlo, para acelerar incluso su camino hacia la muerte.

r~équiem para un pájaro herido

"Soy Charlie Parker a pesar de las drogas, no gracias a ellas".

'rd, además del apodo del saxofonista Charlie Parker, es el nombre de una película de 1988, dirigida por Clint East-

B

wood y protagonizado por Forest Whitaker, dedicada a la

Bibliografía Assef, J., La subjetividad hipermoderna. Una lectura de la época desde el cine, la semiótica y el psicoanálisis, Grama ediciones, Bs. As., 2013. Bauman, Z., Vida de consumo, Fondo de Cultura Económica, Bs. As.,

2007. Escohotado, A., Aprendiendo de las drogas, Anagrama, Barcelona, 1995. Lacan, J. "Psicoanálisis y medicina", Intervenciones y textos 1, Manantial, Bs. As., 1985. Laurent, E., "Siglo XXI: no relación globalizada e igualdad de términos", El goce sin rostro, Tres Haches, Bs. As., 201 O. Miller, J.-A., Laurent, E., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Bs. As., 2005. Miller, J.-A., "Una fantasía", Revista Lacaniana de psicoanálisis 3, agosto de 2005. Motta, C. G., Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 201 3. Sinatra, E., ¿Todo sobre las drogas?, Grama ediciones, Bs. As., 201 O. Tarrab, M., "El riesgo de la modernidad", Más allá de la drogas, Bolivi a,

2000. Welsh, l., Trainspotting, Anagrama, Barcelona, 201 O.

vida del músico. Según Woody Allen, de todas las películas sobre jazzmen que ha visto, y probablemente haya visto a todas, es la que resulta más digna; esto es un elogio teniendo en cuenta el gusto de Allcn poi ,1 jazz clásico, del cual Parker, Dizzy Gillespie, Miles Oavis y 0\1 o•,, suponen un proceso de transformación que rompe con <'I sw111u, improvisando a partir de una melodía y variando lo s ac md<",. Clint Eastwood vio actuar a Parkcr por 19'16, crn111clo \1•11in In año s, y desde entonces lo siguió hasta su t, ansfo11nm 1ó11 t'll u11 mito. Es lógico que Eastwood estuviera interesado en lilrna1 una película sobre él desde hace tiempo. Desde su primer film: Escalofrío en la noche (Play misty forme), el director muestra su amor al jazz, incluso en la película en la que él mismo actúa, pasa con su novia un fin de semana en el festival de jazz de Monterrey. Al parecer Charlie Parker consumía benzendrina desde los quince años, pero resultó determinante para su relación con las drogas un accidente automovilístico que tuvo a los dieciséis años, después de casarse con su primera mujer, a partir del cual buscaba una forma de mitigar el dolor de costillas. Las drogas y la música se tras!ormaron en los dos ejes que se jugaron en su vida.


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Una cita de Francis Scott Fitzgerald sirve de epígrafe a la p lícula: "No hay segundas oportunidades en las vidas americanas", Resulta apropiado ya que el escritor sea quizás quien mejor hay retratado la era de oro del jazz; pero también como un anticipo d lo que vendrá: la historia de quien es considerado como uno d los mejores saxofonistas del mundo, caminando inevitablement hacia su autodestrucción. La película está armada a partir de los flash back que canfor man un cuadro que se acerca al estilo musical de Bird, dando lugar a la improvisación. La música, las drogas y el alcohol, son los prin cipales partenaires de Bird, pero además nos muestra la relación con una de sus esposas: Chan, que hace lo que puede. También están las otras mujeres, que no cobran tanto protagonismo. Y eso músicos que lo acompañaban o seguían, creyendo ingenuament que si se drogaban podrían tocar como él. Y los síntomas que co mienzan a sacudir su cuerpo. Después de una función llega a su casa y le dice a su mujer: "Me vinieron a visitar mis úlceras, les di codeína pero se quedaron de todos modos". Logró estar siete meses limpio de alcohol y drogas luego d sufrir una crisis. Cuando término de grabar en California, incendió su cuarto del hotel en el que se alojaba y salió corriendo gritando desnudo a vagabundear por las calles. Lo recibieron en un hospi tal estatal. La muerte de su hija lo había sumido en una depresión de la que procuró escapar con un intento de suicidio. Internado, busca pleito con otros pacientes porque no le suministraban algo qu lo calme. La esposa, acostumbrada, le comenta al psiquiatra que, cuando todo lo demás falla, él provoca una pelea. Cuando no pu de emborracharse sustituye eso por el dolor que le hace olvidar las otras cosas por un rato. Antes se distraía conversando, pero no puede hacerlo desde que le sangran las úlceras. Evitar el dolor, físico o emocional, era la función que la droga tenía para él. En el film el psiquiatra quiere convencer a su pareja que se le apliquen electroshocks. Ella se niega diciéndole que e un creador, ante lo cual el doctor le pregunta si quiere un músico o un esposo. "Ambos vienen unidos", le responde la mujer. Miles Davis en su autobiografía relata otra perspectiva; dicn que Bird fue sometido efectivamente a un tratamiento de ele

l1!Jshock, y que en una oportunidad casi se partió la lengua de un 111ordisco. Así lograron frenarlo, pero al salir volvió a Nueva York y ,1 ,., propios vicios. Las conductas de Bird por su relación con el consumo le traían p1oblemas con su fuente de trabajo, no querían contratarlo, o per1 lí.1, destruía o empeñaba su saxo o los instrumentos de quienes locaban con él. También vendía los derechos de sus composicio11t ·s a un precio irrisorio. Miles Davis escribe que cuando lo conoció, le resultaba impo,1ble acomodarse al estilo de vida de Charlie Parker: tanto beber, l.into comer, tanta droga... Cuando estaba desesperado por pin1 liarse era capaz de hacer cualquier cosa por conseguir una dosis, ,•inpeñar un instrumento, una maleta, un traje, propios o de sus , oleg as. Lo admiraba como músico, pero como persona era difícil de so portar. Solía decirle a los traficantes que Davis le pagaría lo que les debía él, es decir que los lanzaba sobre sus amigos, y se 11 ataba de tipos muy peligrosos. Como hemos visto, el trompetista l11vo una relación intensa con las drogas, pero sin embargo no 1 om prendía la actividad autodestructiva del saxofonista, que lleqaba incluso a inquietarlo. Según Davis, Parker vivía aislado, era •,ali sta, tenía su propio mundo musical y resultaba imposible imi l.irlo, no podían hacerlo ni siquiera los grandes saxofonistas qu pretendían tomarlo por modelo. En una escena de la película, Bird trae a su memoria un 1crnc'1 rlo de una noche cuando tenía quince años que jam ás olvidé11 él. Se' despertó, preguntándose que le pasaba, sintiendo el dolo1 rn n•, 1J1ande de su vida; alguien le dijo entonces que era un drogncl1cl o. ',ie mpre pensó que si no hubiera preguntado, no andaría así. E.1 dolor y la adicción quedaron coagulados desde entonces. No importa que abran un Club dedicado a él: Birdland. Podía improvisar como nadie, pero su programa de goce permanecía ininutable. Apenas sí lograba ensayar alguna variante tomando alco1101 para evitar la heroína, pero entonces su virtuosismo se converlía en un desastre. Borracho, su carrera declinaba. Dizzy Gillespie ya no quería tocar con él. No lo querían contratar. Por su adicción 1,, revocan la licencia para actuar en lo cabarets. Le avisan que su lucidez pendía de un hilo, y él asegura que ',<' moriría ese año. El declive no tenía fin; luego de la muerte de


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su hija y los intentos de suicidio, padece de úlceras perforadas, hemorragias internas, cirrosis avanzada y problemas cardíacos; fallece en la casa de una amiga condesa amante de músicos en 1955 a los 34 años, por un colapso cardiocirculatorio. El médico que realizó la autopsia calculó que tendría unos 65 años. GOué nos puede enseñar Bird a los psicoanalistas además de que la pulsión de muerte provoca estragos, de los cuales no s logra escapar aunque se trate de un genio, de un sujeto diferente? Hay un texto de Jacques-Alain Miller titulado "El porvenir del Mycroplasma laboratorium" que resulta capital para entender lo que se juega en la singularidad de un sujeto en su relación a su goce. A partir de una contingencia se instala un modo de gozar que se torna necesario para el sujeto. El psicoanálisis apunta precisamente a situar, a recortar a partir del discurso, cierta escritura del programa de goce. Se procura que esa escritura se torne legi ble para permitirle al sujeto un grado de libertad con respecto a la misma, a partir de lo cual logre vivir, al menos, con el menor males tar posible. Es lo que intentamos hacer cuando nos llega un sujeto arrasado por su goce. El superyó no solamente le grita al sujeto que goce, le ordena gozar, lo empuja a seguir el derrotero de su programa de goce, una partitura que deja poco margen a la im provisación. El psicoanalista busca poner una pausa, localizar es programa, y ver si puede alterarse algo de ese funcionamiento. A Charlie Parker lo llamaban Bird porque al tocar lograba man tener las notas altas por un tiempo, como si fuera un pájaro. Esta película narra la historia de alguien que fue capaz de crear músic como la de los pájaros. Pero se trata de un pájaro herido, aturdido, que apenas aletea, por la heroína y el alcohol que corre por sus v nas. Un pájaro que no puede dejar de interpretar su propio réquiem.

Bibliografía Davis, M., Troupe, O., Miles, la autobiografía, Primer Plano, Barcelona, 1991. Miller, J.-A., "El porvenir del Mycroplasma laboratorium", en El Caldero el, la Escuela. Nueva serie, Nº 6, Bs. As., 2008. Russell, T., Bird. Biografía de Charlie Parker, Ediciones B., Barcelona, 1989.

Un lobo en la modernidad tardía

"A diario consumo suficientes drogas como para sedar a Manhattan, Long lsland y Oueens durante un mes. Tomo barbitúricos 1O a 15 veces al día para el dolor de espalda, anfetaminas para concentrarme, el alprazolam me quita el stress, la marihuana me relaja, la cocaína me despierta, y tomo morfina porque es increíble". Jordan Belfort

1. El sueño americano en la hipermodernidad

E

lobo de Wall Street (1913) es la quinta película en la que

Leonardo di Caprio es dirigido por Martin Scorsese. Contrasta notablemente con la mágica versión que el director realiara de La invención de Hugo Cabret, su producción anterior. En ,,sta oportunidad se basa en las memorias escritas por el mismo ,Jordán Belfort, un agente de bolsa de Nueva York, quien al final de lil película hace un carneo presentando el seminario que dictará el 1{c lfort de la ficción, personificado por Di Caprio. Nos presenta una versión posible de lo que sería el sueño amell(ano en los tiempos de la hipermodernidad. Un sueño que está /1 •ñido de exceso, de mucho dinero y de todo lo que se pueda 1onseguir con él, y de la combinación de drogas, como lo vemos 1 •11 nuestro epígrafe, de sexo desenfrenado, de una ambición sin limites. Estamos en la era de las politoxicomanías. Cualquier droga pi 1c de venir bien, se trata de experimentar, pero el protagonista rr us hace saber que de todas las drogas prefiere una, e inhala co1 , 1ína utilizando un billete para poder revelarnos finalmente cuán 11 lictivo es: se refiere al dinero. fodo comienza con un comercial donde se promueve a una 111 rn a, mientras nos muestran cómo los sujetos en dicha compañía


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se mueven intoxicados por las drogas y el alcohol, apostando quién da en el blanco arrojando enanos. Lo que sigue narra cómo el protagonista llegó a tener una es posa estupenda, una gran mansión en Long lsland, una Ferrari y muchísimo dinero. Mark Hanna le da consejos a Jordan Belfort para que se ma neje en Wall Street de la mejor manera. La fórmula es bastant simple. Hay que consumir drogas, masturbarse y tener sexo con prostitutas. Le asegura que cuando tenga experiencia pensar en dinero mientras se masturba, y esto le permitirá estar relajado. Con la cocaína se mantendrá alerta, rápido, en las revolucione necesarias. Se volverá adicto a la bolsa en cuestión de segundos. Y aprenderá a vender humo. Llega a ser un prometedor corredor de bolsa hasta el llamado Lunes Negro en el que la compañía quiebra. Decide probar suert en una pequeña compañía en la que despliega la habilidad obteni da para hacer negocios y no tarda en abrir su propia empresa. Un vecino le propone trabajar con él y reclutan un grupo de traficante de poca monta para convertirlos en vendedores de primera línea. El ascenso es vertiginoso, llegan lujos, tapas de revistas como Forbes que lo retratan como un Robín Hood perverso que les rob a los ricos en su propio beneficio, mujeres y muchas drogas. S gana el sobrenombre: e/ lobo de Wa/1 Street. Su matrimonio se va la lona y la modelo Naomi Lag al la pasa a ser su pareja, que paree estar más acorde con su nuevo estilo de vida; asegura que tener sexo con ella era como inyectarse de heroína. Las cosas se complican, un agente del FBI le pisa los talone .... Ab,re una cuenta en un banco suizo, la cuenta se pone a nombr de Emma, una tía de Naomi, pero la mala suerte hace que fallezca. Se le propone que haga un arreglo con el FBI aceptando un delito menor y apartándose de la empresa. Pero a último momento cambia de idea. Decide ir a Suiza en su yate desafiando una tormenta para so lucionar el problema con la cuenta que estaba a nombre de la tf, de su pareja. Lo que sigue es un símbolo de aquello en lo que s ha convertido su vida: un naufragio. El yate no resiste el temporal y se hunde, rescatándolos marinos italianos con quienes sigue 1 fiesta; pero el destino trágico no está dispuesto a ceder, el avión

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que venía a buscarlos explota. Todo se confabula para que la pendiente a un fracaso, tan estrepitoso como el ascenso, se torne 11 icvitable. Es arrestado uno de sus compañeros de fechorías que lo del:1la al FBI. Lo acusan de lavado de dinero del narcotráfico. Se le 11)duce la condena de veinte a tres años de prisión si delata a sus ,1rnigos. Todo se desmorona. Naomi quiere separase. Discuten, la 1¡olpea. Belfort, completamente drogado, quiere escapar con su 1tija en un auto; pero choca. Lo detienen mientras graba el comercial de uno de sus cursos 1le persuasión general. La prisión domiciliaria, el brazalete electrónico, las fianzas, no lo frenan. Los tratados de colaboración con la ley no son simples. lcrmi na en la cárcel. Por ayudar al gobierno tiene que cumplir 36 111eses de prisión. Llega a la cárcel aterrorizado, pero comprende que es rico y todo está a la venta. Cumplida la condena se dedicara a dar conferencias para transmitir los conocimientos que tiene , ,n el negocio de la bolsa.

2. El lobo sin luna llena Nos encontramos, en la figura del protagonista de esta pelícu1. 1, con ese sujeto que describe Jacques-Alain Miller como propio tic nuestra modernidad tardía. Un sujeto sin límites, desbrujulado, desinhibido, hijo de una civilización que tiende a la inmoralidad, ,•rnpujado por un goce. Tan desinhibido como para arrojarle lan1¡estas a los agentes del FBI que pretenden acorralarlo para po11crle límites al que es incapaz de conocerlos, a quien se permite 111halar cocaína directamente del ano de una prostituta, a quien 1,1rnás acepta un no como respuesta. La necesidad de burlarse 1le las convenciones sociales queda demostrada en un acto tan ,111tiguo como el que practicaba Diógenes el cínico: la masturba' 1ón pública, realizada por su socio cuando conoce a la que será la ii1lura mujer del protagonista. Retomamos el planteo lacaniano del objeto a en el cenit de la , 1vilización. La fórmula de un objeto que empuja al sujeto a go1ar '"; muy simple:


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a->$

Lo que pone en juego es un goce que se puede presentar como el reverso del fantasma neurótico, y es aquel que estamo acostumbrados a ver irrumpir en el campo de las perversion Es la consecuencia de ese empuje al goce que invita a atraves inhibiciones, y lo real desborda al sujeto. La causa del hombre lobo es la luna llena. Ella convierte al hom bre en un animal salvaje dispuesto a devorar lo que se le cruc Lo que causa a este lobo no es la luna, lo que lo causa es un goc desenfrenado. Es verdad que los hombres lobos de la historia del cine suelen presentarse de esa manera, pero mientras dure la luna llena. Después descansan. Este lobo no tiene descanso. Y si logra algún freno es consumiendo drogas, mientras duran los efectos, para retomar ni bien estos se disipan. Por eso toma barbitúricos como si se tratara de golosinas. El desenfreno es su manera de vi vir la pulsión. La voracidad no tiene límite y el goce se torna tóxico, El lobo de Wall Street cree, en su omnipotencia, que puede ser dueño de sus actos, sin embargo está bajo la dictadura del objeto a que lo empuja a un goce desbocado. Esa dictadura del plus de gozar lo lleva a la cima y al precipicio, devasta sus relaciones y al propio sujeto. Lejos de comandar un "eso marcha", conduce al sujeto a un ascenso tan vertiginoso como su caída. Las personas, nos asegura, son cien por ciento los amos de su propio destino. Y uno sabe que en cualquier momento ese destino será de fracaso. Se lo ve, cuando arenga con el micrófono a sus empleados, utilizando su carisma para transformarse en un predicador de goce, un predicador que les habla a sus fieles para que crean que con siguiendo dine ro serán capaces de gozar todo lo que quieran. El dinero, como se hace saber en varias partes de las películas, tam bién es una droga. Y como la droga que consume, lo consume al sujeto. Por eso la tía Emma le pregunta si permite que el dinero lo consuma entre otras sustancias. No es posible un registro de la falta en ese estado de intoxi cación, pero tampoco un principio de realidad. La analogía con Popeye o King Kong permiten tener noción de una omnipotencia sin fisuras que le permite ir más allá de los límites. Belfort es un

111 ll eviviente,

podría haber muerto varias veces sin darse cuenta,

1, •r minar más aboyado que su Ferrari. 1 1sujeto en algún punto sabe que si vive al límite, en el horizon1, puede estar la muerte, pero no le importa, por eso las campañas , 11 il 1drogas

moralistas fracasan. Queda revelado en un diálogo en •·1 que, ante la pregunta sobre qué tal es estar sobrio, responde 11nplemente "espantoso", y ante la pregunta de si es aburrido, la 11••,puesta es: "Me quiero matar". El sujeto solo tiene una forma de 11 •( .uperar algo del goce perdido intoxicándose, aunque el precio ¡111cda llegar a ser la muerte. Como en la escena del yate en la 1< 11 me nta, lo que le importa no es tanto el hecho de morir, sino el

,¡,, no morir sobrio.


Jazz, tango y rock and roll


Simplemente Miles Davis

"Sé lo que he hecho por la música, pero no me llaman 'leyenda'. Simplemente me llaman Miles Davis". 1

1. Más de aquel jazz i bien el origen del término jazz es incierto, algunos sostienen, con una extrañísima precisión, que la historia comienza el 17 de noviembre de 1887 a la una de la madrugada, con nlguien que luego de varios whiskys de fabricación casera, en una marisquería de Nueva Orleans, comienza a tocar una vieja corneta que había tenido su época de gloria en la Guerra de Secesión, cortando el ritmo de las frases musicales, lo que luego se llamaría •, incopación, reproduciendo el sonido de un banjo qu e esc uchaba nn la plantación en la que había trabajado años atrás co rn o esdi vo. Pronto el local quedó demasiado pequeño por la ca 11l1dad di • uente que se amontonó para escucharlo y termin ó inl erpt c• l;111do :1 la luz de las estrellas. Ese estilo musical no lard ó en se~, 1111l' r pr< ' lado por bandas nocturnas que animaban los bailes o las tr avcs ías que realizaban los barcos a vapor por el Miss isipi. Su precursor fu e un barbero llamado Thermidus Brown, pero se lo conocía como Jazz-Bo, por su elegancia al vestir. Brown murió ahogado una noche, siete años después, al trope;ar y caer de un barco luego de haber bebido varios días, angustiado porque había perdido la oportunidad de la fama y, según creía, la inspiración que dio origen a un género musical.

S

1 Davis, M. Troupe, Ouincey. Miles, la autobiografía, Primer Pl ano, Barcelona, 1991, p. 98


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Podrá haber historias más ciertas que esta, pero difícilment una tan buena que hilvane las características de esta música y su relación con un estado alterado por el consumo de una sustan cia embriagante. En este capítulo nos ocuparemos de uno de su referentes que nos legó, además de su obra, una Autobiografli conmoved ora donde la pasión por la música se entreteje con el consumo de drogas.

2. Un buen soplo El primer recu erdo que atesoró de su infancia era una llamar da, la llamarada azul de un fogón; tenía tres años entonces, per aquella imagen se le presentaba tan clara como la música. An tes de eso, solo había niebla. La memoria no puede precisar si esa llamarada la había generado él mismo, jugando; pero desd el recuerdo retorna la exaltación que lo invadió provocada por 1 repentino, lo súbito. Es el primer registro que tiene del miedo, un miedo que se tornó desafío, es decir aventura, y generó una suer te de alegría fantasmagórica. Lo asocia con alguna frontera, con algún filo posible. Es el momento en el que el mismo Miles Davl sitúa el comienzo de su filosofía de vida. No podía saber de 1 cosas del mundo en aquel entonces, pero debía avanzar, ir hacl adelante, alejarse del calor amenazante de esa llamarada. No le gustaba mirar atrás, pero sin embargo llega al punto d conjeturar que en el violento tornado que azotó St. Louis al po tiempo de haber nacido puede estar el origen de su mal caráct el tornado le dejó tras su paso una violenta creatividad. Y dejó algu nos ventarrones, se necesita un buen soplo para tocar la trompet Con estas disquisiciones comienza Miles Davis su Autobiograf/¡ que escribió con la ayuda del periodista y escritor Ouincy Troup

3. Nunca sigas el canto de ese pájaro Cuando el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reau le entregó en 1987 un reconocimiento por su carrera a Ray Char les, invitó a la Casa Blanca a afroamericanos ilustres. Miles Davl

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;" presentó con pantalones negros de cuero, un chaleco enci111ado a otro y una chaqueta con una serpiente roja en la espalda. 1Jna dama de la alta sociedad le preguntó a ese hombre, alejado du toda etiqueta, qué méritos tenía para estar allí. Miles no tardó 1•11 contestarle: "Bueno, he cambiado el rumbo de la música cinco 1> seis veces. Ahora, dígame: 6qué ha hecho usted de importancia, ,1parte de ser blanca?". Viniendo de otro podría ser una falta de rnodestia, pero sin dudas Miles Davis forma parte de la historia del Ji!IZ, y los giros que le imprimió a esa historia tienen que ver con su ,,•chazo a repetir al otro o repetirse a sí mismo. Davis nos dice que a los doce años la música se había cont •rtido en lo más importante de su vida. A los trece años recibió 1111a trompeta como regalo de cumpleaños. Pertenecía a una famil1i1 acomodada, aficionada a la música, de East Saint Louis, lugar donde llegaban buques en los cuales tocaban orquestas, muchas v<·ces dirigidas por trompetistas. Luego de participar en una orquesta local y tener una hija a los diecinueve años, en septiembre de 1944 se fue a Nueva York p¡tra tocar con los grandes, buscando a Bird y Dizzy. En esa época, 110 fumaba, no bebía, no probaba drogas. Bird, en cambio, además dt' ser el mejor saxo de la historia, era adicto a la heroína. De l lrrd reconocerá su genialidad con la música como su dificultad , on los demás debido a su relación con el consumo, y asegura 110 comprender lo que lee en él como un impulso autodestructivo. 1•;tamos hablando de Charlie "Bird" Parker y Dizzy Gillespie, con , 111ienes formaría parte del trío fundador de un nuevo estilo ele jnn: ,•I Be-bop. Miles llegó a Nueva York a estudiar música, le habían ense 11,1do que la ignorancia era esclavitud y, el conocimiento, libertad. ',1' convirtió en lo que se denomina un científico del sonido; si 1111a puerta chirriaba podía decir el tono exacto en el que lo ha111.t hecho. Al tiempo viajó a St. Louis para decirle a su padre que l1,1bía decidido abandonar el Juilliard, donde estudiaba, porque le ,,11'3eñaban cosas de blancos, y este le dijo algo que no olvidar1, 1jamás: que lo que decida hacer, sea lo que fuera, que lo haga 1111 •n. Y le hizo escuchar el canto de un pájaro (bird, en inglés) que lli:qaba del exterior, del sinsonte, ave que copia el canto de otros p[qaros porque no tiene uno propio. Entonces le dijo que él tenía


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que buscar su propio canto. Quizás por eso, pese a la admiración que sentía por Charlie "Bird" Parker,jamás intentó imitarlo como lo hacían tantos, aunque les resultara inútil.

4. Festivales, drogas y mujeres Miles nos relata su encuentro con las drogas: "Mientras estab en la banda de B empecé a esnifar cocaína. Hobart Dotson, el trompetista que tocaba junto a mí, me aficionó. Un día me dio un dosis pura. Sin embargo, quien me introdujo en la heroína, tambi én mientras estaba en la banda de B, fue Gene Ammons, un saxofo nista. Recuerdo cuando esnifé cocaína por primera vez. No sabí lo que era, tío. Todo, de pronto, me pareció más brillante, y noté un súbito chorro de energía. La primera vez que usé heroína, qued inconsciente y no me enteré de lo que pasaba. Macho, era un sensación fuera de lo común. Me sentí completamente relajado", No hay una responsabilidad subjetiva, el que lo metía en el asunto para él era el otro. Bird le había dicho que si alguna vez lo sorprendía pinchando lo molería a palos. Bird, por su parte, estaba cada vez peor, no le pagaba y era capaz de empeñar su saxo o los instrumentos de su amigos si estos se descuidaban. Las drogas volvían loco a Charli Parker a punto tal que en 1946 terminó internado en un pabellón psiquiátrico de Nueva York donde le aplicaron electroshock. Miles reparte su tiempo entre la música, las drogas y las mujere..,, Es invitado a festivales en París, y allí se enamora de Juliette Gréco y se encuentra con una sociedad diferente donde las personas d piel negra no son discriminadas. Por primera vez siente que la músi ca no era la totalidad de su vida, y ella le enseñó a amar al margen de la música. Juliette le pidió que se quedara en París, Sartre 1 sugirió que se casara. Pero volvió a Nueva York. Se sintió tan depri mido que consumió heroína, perdió el control, sintió que caía en un pendiente hacia la muerte, y le costó cuatro años desengancharso. Asegura que jamás consumió como algunos músicos, para to car como Bird. Lo que lo llevó a ese terreno fue la depresión que sintió al volver de París, y extrañar a aquella mujer. Con el consumo deJó de ir a su casa en la cual estaban Irene y sus hijos. Una discusión

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un policía que lo golpeó duramente hizo que se aficionara al liox. Lo asediaba la angustia y la heroína era su evasión. Por otra parte, asegura que "cuando tomas heroína constanli •rnente pierdes el deseo de tener relaciones sexuales con una 111ujer...", al menos eso le pasó a él. 2 Dice que esto no le pasaba a , >1 1as personas que conocía, pero él había gozado de la sexualidad , on Irene o Juliette, pero después de empezar a consumir no le 111leresaba hacerlo y si lo hacía no gozaba. En lo único que pen,.1ba era en cómo conseguir más heroína. Al principio la aspiraba, 110 se inyectaba, pero un amigo le dijo que se sentiría mejor si lo l1rtcía. Así empezó lo que define como una película de horror que duró cuatro años. Si no consumía enfermaba; al principio era como 1,,ner gripe, le chorreaba la nariz, le dolían las articulaciones; después empezaba a vomitar. Una miseria espantosa que procuraba ,•vitar. Tomaba cuatro o cinco dosis al día. Quiso desengancharse desde el momento en que se sintió mal por primera vez. Reconoce que inyectarse heroína cambió totalmente su personalidad, pasan1lo de ser tranquilo y honesto a todo lo contrario, y la razón de dicho cambio era la ansiedad por conseguir heroína. Haría cualquier cosa para no sentirse enfermo, lo que implicaba disponer de l1croína día y noche para poder inyectarse. Se encontró haciendo lo que antes le reprochara a Bird, le sacaba dinero a prostitutas, 1i le sacaba cosas a los amigos para empeñarlas o vend erl as. O ,,rnpeñaba su propia trompeta. Resume ese momento en es tos i<'rmi nos: "Todo se derrumbaba". 3 Por 1952 consideró la posibilidad de intentar abandonn1 la':i drogas, y comenzó a entrenar, ya que siempre le había gustado ,,1 boxeo. El entrenador le dijo que jamás entrenaría a alguien que lt 1vie ra el hábito de las drogas. Miles negó tenerl o y el entrenador 11' dijo que no le tomara el pelo, que volvi era a St. Louis para tratar de dejar el vicio. Nadie le había hablado así. Llamó a su padre y le• pidió que viniera a buscarlo, e inmediatamente fue a pincharse. 1>rometió no drogarse, fue a la granja de la familia, pero no tardó 1•11 encontrar a alguien que le vendiera heroína. Cuando el padre , rn1

') l

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se enteró le dijo que no le daría más dinero, y así la abstinencia, 1 que él llama el mono, enloqueció a Miles, que maldijo a su padr que se limitó a hacer una llamada, y aparecieron dos personas qu lo llevaron a la cárcel donde estuvo encerrado una semana, voml tando, y que iba a morir, pero sobrevivió con una idea, de que par cortar el hábito solo tenía que tomar una decisión. Ni bien salió d prisión se volvió a inyectar. El padre había decido llevarlo a reali un tratamiento de rehabilitación a la prisión federal para adictos d Lexington, pero como no había cometido ningún delito tenía qu encarcelarse por voluntad propia, y decidió no hacerlo; llevaba do semanas sin drogarse. Volvió a Nueva York. Allí volvió a inyectars sabiendo que dejaba el hábito o moriría. No pensaba morirse. La policía comenzó a endurecerse, le hacían arremangar la misa buscando pinchazos nuevos. Por esa razón muchos yonqw se inyectaban en las venas de la piernas. Una noche estaba completamente drogado, dando cabezazo con ropas viejas y sucias, se le acercó Max Roach elegantemen te vestido, lo miró y le dijo que tenía un buen aspecto y le metl doscientos dólares en el bolsillo. Se sintió tan avergonzado qu en lugar de correr a pincharse, llamó a su padre para decirle qu quería recuperarse, y este le ordenó que viajara inmediatamente, En la granja familiar el padre le dijo que si a él lo torturaba un mujer podía sugerirle que la cambiara por otra, pero tratándose d drogas, solo podía darle su amor y apoyo, el resto dependía de ,1 Se dio vuelta y lo dejó solo. Miles se encerró en una casa de hu pedes con llave hasta dejar el hábito. Transpiraba, le dolía todo, t nía el cuello rígido, no le respondían las piernas, las articulacion le dolían terriblemente; compara el sufrimiento con una terrible tritis y una gripe aguda, con una crudeza que no puede dominar La tortura duró siete u ocho días. Hasta que todo terminó. Pero hubo idas y vueltas. Para no volver a las tentacione Nueva York, fue a actuar a Detroit, y una mujer lo llevó a un psi quiatra. Este le preguntó si se masturbaba, Miles le respondió qu no, y este le dijo que tenía que masturbase todos los días ant de tomar alguna droga, pero Miles pensó que el psiquiatra deborf1 estar en un manicomio. Se pinchaba para no sufrir, para no enfermar. Fue otro mot1v1 de vergüenza lo que hizo que cobrara fuerza: un gánster lo interp

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111 por tratar mal a una chica, y pudo haberlo matado; sin embargo 11• dijo que era patético, miserable, un lastimoso hijo de puta, un vunqui asqueroso. Eso le hizo daño porque tenía razón. La droga 1•1r1 muy mala en Detroit, ya no le hacía nada, solo se pinchaba por la sensación que este acto le provocaba. Tomó como ejemplo 1un boxeador, Sugar Ray Robinson, un deportista disciplinado y r11ujeriego, muy serio en su trabajo. Decidió manejarse así y volvió 1 Nueva York a comenzar de nuevo. Cuando dejó de inyectarse heroína continuó tomando cocaína il,• vez en cuando, que no le creaba un hábito, y no enfermaba si l I dejaba. Aunque le secaba la boca, lo cual no era bueno para un 1rornpetista. Davis dice que desde su adicción se encerró en sí mismo para protegerse de un mundo que consideraba hostil. Esto nos muestra q1rc por un lado tenemos el encierro que se consigue al obtener 1111 goce autoerótico con sustancias, pero que la cuestión también 1l.1ñe a una decisión subjetiva. La adicción es solo una forma de ,•ricierro entre otras. En 1955, por no cumplir sus obligaciones económicas con su 111¡0, su ex mujer lo manda a la cárcel por tres días. Al menos así 111 cuenta él, aunque en esto tampoco muestra su responsabilidad. ,\llí se entera de la muerte de Bird, lo que fue un golpe. Davis co 11Hmta que al morir Bird, así como antes los músicos se inyectaban p, 11 a tocar como él, ahora se esforzaban por dejar la heroína. Luego Davis permaneció bebiendo demasiado y consumk'n do cocaína, sufriendo intensos dolores a causa de una ancrni,1 lrilciforme. Esto lo tornó irritable y tuvo crisis de celos con rran 11",, la única mujer entre tantas que tuvo que soportarlo en esa l.1reta. Llegó a acusarla de engañarlo con un amigo homosexual. l:I pensaba que estaba cuerdo y en la cima del mundo. Ella lo mi1 tl>a como si estuviera loco, lo cual, confiesa, era cierto. Se había , <lrivertido en una especia de fantasma de la Ópera, se deslizaba ¡1rn el túnel que había debajo de su edificio, paranoico, perdido. 1 <lrnenzó a sufrir, según lo denomina él mismo, la alucinación de 1 ¡i tr' en su casa había un extraño, registraba los armarios, debajo ,1,, la cama, en el sótano, echaba a todos los que estaban en su , , 1•,a y buscaba al extraño por horas. Frances terminó dándole la , ,,ón para llamar a la policía, que vino y registró todo, mientras ella


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aprovechó para marcharse a la casa de una amiga. Una infección hepática lo frenó. Fue otra mujer, Cicely, quien lo ayudó a dejar lo alcoholes fuertes, aunque por un largo tiempo tomó cerveza.

5. Aquellos años de silencio En el desfile incesante de mujeres, Jackie llegó a su vida; para le/amente salía con Marguerite, entre otras. En esa época estaba medio loco por la cocaína. En un momento en que tomaba a todas horas volvió de tocar en un concierto y la encontró narcotizada; ella que jamás había probado una droga, se encontraba a punto de perder el conocimiento, y cuando logró que se recuperara le preguntó por qué se había tomado todas sus píldoras, a lo que le contestó, con lágrimas en los ojos, que si iba a matarse con cocaína y otras porquerías, ella quería morirse antes; al ritmo que llevaba moriría pronto y ella no quería vivir sin él. Lo conmovió, fue a buscar cocaína y ella la había tirado. Él se molestó, pero reconoció haber encontrado una mujer fuera de lo corriente. Por 1970 había acordado grabar un álbum con Jimi Hendrix, y lo estaba esperando para reunirse junto con Gil Evans cuando se enteran que Jimi había muerto, asfixiado por sus propios vómitos. Otro golpe. Jackie procuraba apartarlo de la cocaína, y lo conseguía, pero solo por momentos. Miles comenta cómo después de un accidente muy grave en 1972 con su Lamborghini, estu vo internado tres meses. Al regresar ella le hizo prometer que se mantendría alejado de las drogas, y comenta irónicamente que s mantuvo alejado más o menos un minuto. Ella se fue y, nos dice, "Sin ella, mi vida se hundió en una zona oscura a lo largo de los dos años sigu ientes. Coca a todas horas, sin interrupción, y muchos dolores". 4 Se encontraba en San Pablo en 197 4, había bebido vodka sin parar y fumado mariahuana, cosa que hacía muy raramente, ter minando internado, y la banda e incluso él supusieron que era el final. Al día siguiente estaban tocando en la función que habían

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11'programado. Un día estaba al borde de la muerte y al siguiente locando estupendamente. Por más que Davis negara todo el tiempo su parecido a Bird, siente que lo miraban de la misma forma ,¡ue él lo hacía al saxofonista. Alcohol, píldoras y drogas lo llevaron a un colapso, a una úlcera ilcmorrágica, escupía sangre y cada vez pensaba más seriamente 1'n retirase. Pensó que su ausencia sería de seis meses. El silencio duró seis años. La actividad principal que tenía en esa época t'ra tomar cocaína; llegó a consumir quinientos dólares al día, y a ustar con todas las mujeres que podía. Era adicto a las píldoras, c1 la cerveza Heineken y al coñac, pero principalmente estaba la cocaína que aspiraba o se inyectaba, a veces incluso en la pierna ¡unto a heroína, lo que se denomina speedba/1. Nos dice que no era la persona mejor dotada para cuidarse a sí mismo. A esta época la denomina "los años de silencio", porque no salía de su casa por periodos de más de seis meses. En esta época Davis reconoce haber llevado al acto todas sus fantasías sexuales, lo que para otros era solo fantasía, nos dice, él lo convertía en un acto. Admite que probablemente la cocaína tuvo mucho que ver en eso. Pero después de un tiempo llegó el hartazgo y "todo esto se transformó en aburrimiento y rutina". 5 Nuevamente preso por incumplir sus obligaciones de soporte eco nómico, esta vez la intervención fue de Marguerite. Cocaína, píldoras, todo se reducía a deambular a la deriva. Como lo plan teó Jacques-Alain Miller en Comandatuba, se presc'nlé11ln ,1 •,1 mismo como un sujeto contemporáneo, desh inibido, p<'IO :1 l:1 v1' desamparado, sin brújula. La operación del tóxico le pe11nil1t1 ,1,;1/i ar sus fantasmas, pero su goce lo mantenía a la de, iva. La división subjetiva que era rechazada retornaba de lo real. Dice que eran cuatro personas, dos con la coca y dos sin ella. Mirarse al espejo era ver una película de horror. Días sin dormir, atiborrado de drogas, acompañado por alucinaciones, voces y ruidos inexistentes, seg ún las categoriza él mismo. Apareció Cicely, y lo ayudó a aflojar con la cocaína, incluso con el cigarrillo, cuando lo amenazó con dejar de besarlo si seguía fumando. Le hizo ver que jamás sería

lbíd., p 332 5

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un simple consumidor social. Aunque sigue con las sustitucione ..., empezó a beber cuba libre en lugar de coñac. Pero fundamente lo que le ayudó es retornar a la música. Nos dice: "Fue infernal tratar de desengancharse de aquella drogas, pero finalmente lo hice porque tengo una voluntad de hi rro cuando me aplico a mantener una decisión". Sin embargo hace una lista de las cosas que usaba para co locarse: champaña, cerveza, coñac, cocaína ... Y sigue la lista d amigos desaparecidos: Bill Evans, Charlie Mingus... Cuando la coca perdió interés encontraba goce en la velocidad, saltaba todo los límites de velocidad en su Ferrari. Fumaba tres o cuatro paquetes de cigarrillos por día. Su doctor le dijo que si quería vivir tenía que dejar todo. Pero siguió haciendo lo mismo. Había sustituido la cocaína por abundante cerveza. Orinaba con sangre, sus movimientos se volvían torpes. Y entonces, como antes lo hiciera con la heroína, cortó con todo. Empezó a dibujar y pintar mucho, lo que consideraba una actividad terapéutica; pintar tenía un efecto sedante para él, se obsesionaba con eso como antes lo había hecho con otras cosas.

6. Variaciones sobre la bohemia Patrick Mignon nos dice que hay dos accesos a las drogas a través de la música. Por un lado, los mensajes que describen ciertos efectos. Muchísimas canciones hacen referencia a sustancias y a lo que generan. Por otro lado, están las biografías que ponen en juego determinadas elecciones que van de la marginalidad a la celebridad. Nos dice que la historia de la relación entre la música y las sustancias tóxicas es la de variaciones sobre las formas de la bohemia. Se ponen en juego identificaciones, que son pasaportes de entrada para acceder a una comunidad, y luego se juega en un contexto más amplio, donde las fronteras entre la bohemia y la vida convencional se disuelven. El desarrollo de la industria farmacéutica y la musical corren en forma paralela. No tendría por qué implicar necesariamente su articulación. Pero como ha dicho Lacan, la ciencia se encarga d brindarnos sus productos. Y cuando se trata de algo que sirve al

¡oce y está al alcance de la mano, se transforma en una tentación. 1'or otra parte, como lo plantea Mignon, la historia del jazz se vin1 11la a las seducciones que pueden ofrecer lo prohibido. Durante l,1 prohibición el cabaret era el refugio de las figuras del momento, •,ed ucidos por lo marginal, atraídos por las drogas y el alcohol que ,•staba prohibido. Hacerse músico era descubrir las posibilidades de los instrumentos, pero también el lenguaje secreto de la droqa. En este sentido resulta muy interesante el planteo de Jean Cocteau para pensar la entrada al jazz y las drogas; dice que "la rnúsica colma el vacío". Hay un elemento religioso que se pone en 111ego, una comunión que se busca en la música, en la danza, en las sustancias, y que pretende hacer algo con esa fosa que separa ,1 los sujetos. Forma de nombrar aquello que los psicoanalistas localizan como la relación sexual que no existe. Pero además hay 1ma elección, frente al éxito, que arrastra al sujeto hacia el fracaso. Sin embargo la música y las drogas piden ir más lejos, atravesar pruebas. La elección de la heroína, o su persistencia, se debe a que le da al músico algunas ventajas. No le impide tocar intoxicado, lo libera de algunas molestias, como malestares físicos o ansiedad, permitiendo afrontar compromisos o estar en la vanguardia. 1

7. lCómo sobrevivir al programa de goce? No hay duda del legado musical del Miles Dnvi!,. 1·r11npoc o el<· que por momentos la ha pasado bastante mal, lundnrnc11léllnH·11lc• en lo que concierne a su relación con el goce adictivo. Partió de no tener ningún interés por sustancias estimulantes a estar completamente enredado, con intentos desesperados para poder salir del asunto, volviendo a tropezar a cada instante. Como él lo plantea, era alguien tenaz en lo que se proponía. Luchaba con la fuerza de la voluntad, pero hay goces que resultan indomeñables. Encontró en algunas ocasiones algo que le hacía de límite: la vergüenza, pero eso no le impidió llegar hasta la locura. Cuando procuró desprenderse de la heroína, extrañó la sensación de los pinchazos. El alcohol estuvo siempre, más allá de que cambiara de tragos. Y luego la cocaína, que quizás no le representaba padecer la absti-


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nencia por la cual se atraviesa con la heroína, pero que tambien lo empujó a un goce donde los fantasmas se realizaban, pero sin conseguir alejarlo de la locura. Pese a los intentos, no lograba escapar de los dictados de su superyó, que como sabemos puede resultar más implacable en el intento de ser controlado, porque como nos enseñó Freud, el superyó no se contenta con renuncias y se torna más exigent .... Solo el psicoanálisis puede liberar a un sujeto de las repeticione donde el goce juega su partida. Por eso los avatares narrados por los consumidores siempre nos suenan como un ir y venir a lo mismos lugares. Son habitantes de una soledad que puede estar plagada de personajes, de mujeres, como la que nos narra Mile Davis en su autobiografía; pero son personajes de paso, que no logran arrancar al sujeto de la soledad de su goce. Si una mujer lograba apagar su goce mortífero era solo por momentos. Como lo dice Miles Davis, lo que cuenta en sus memorias, es 1 historia de su supervivencia; logró sobrevivir, pese a su program de goce, mejor que Bird; las cicatrices, nos dice, son el testimonio de que se ha podido levantar y vencer la adversidad haciendo la cosas lo mejor que pudo. No logró, sin embargo, evitar quedar su mido, durante años, en el silencio de las drogas, un silencio dond su música dejó de hacerse escuchar.

Bibliografía Davis, M. - Troupe, O., Miles, la autobiografía, Primer Plano, Barcelona, 1991. Mignon, P., La democratización de la bohemia: drogas, jazz y música pop, Nueva Visión, Bs. As., 1994. Muñoz Puelles, V., El jazz. Ritmo, técnica, improvisación, Editorial L Máscara, Valencia, 1998.

El gordo golpeado por la bohemia del arrabal

"Hoy va a tocar como Dios. Siempre toca como Dios cuando más cerca está del diablo" (Zita)

1. Las drogas en el tango

e

uando le comenté a mi padre, joven en la década de oro del tango, que estaba escribiendo un texto sobre Aníbal Troilo porque me interesaba la relación de Pichuco con el alcohol y la cocaína, se mostró sorprendido. Nadie pone en duda de que el alcohol tenga que ver con las noches de tangos, pero las dror¡;1•; t~n cambio parecen estar más asociada al mundo del rock. Sin <·111 bargo, las letras de los tangos de principio del siglo xx no•, 11111<'', lran que las drogas eran algo habitual, también c•n uq1H'I e .ip11l1 lo de la historia de la música. Luis Roldán habín c";crilo "Mrilcl1lo lango" en 1916, en el que una empleada seducida y aba11dor1t1d.1 busca consuelo en la cocaína. La primera ley que penaliza el consumo de drogas en Argentina •,e establece en 1926. Cuando las sustancias como la cocaína o la morfina pasan a ser ilegales, van desapareciendo de la poética lang uera, quedando apenas referencias. "Corrientes y Esmeralda", ele Celedonio Flores, todavía por 1934, nos presenta una clásica <·squina porteña donde se juegan "curdelas de grapa y locas de pris", que es otra forma de referirse a la cocaína. A partir de esa época se mantienen apelaciones a aquellas t,ustancias que no estaban por fuera de la ley, como el alcohol o el lnbaco. Pero en torno al consumo de sustancias tóxicas comienza


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a jugarse un extraño silencio. Ya que los protagonistas de est historia hacían un uso frecuente tanto de la morfina como de 1 cocaín a, co mo bien lo plantean Francisco Canaro y Manuel Rom ro cuando compusieron en 1926 "Tiempos viejos", donde se utili otro sobrenombre más habitual para referirse a la cocaína: cocó La no utilización de drogas (y de gomina), si seguimos lo que no dice el tema, lo hacían diferentes a aquellos hombres de antaño, Cuando el tango comienza a difundirse y escapa de los bajo fo ndos sus letras se adaptan, pierden el lunfardo y las referencia a las drogas. Un ejemp lo es el tango "Los dopados", compuesto por Juan Carlos Cobián en los años veinte. En 1942 Enrique Cadícamo 1 escri be versos a partir de un pedido de Aníbal Troilo, quien querí, estrenarlo con letra. Cobián se encontraba afuera del país y el escritor quería pedirle autorización. Troilo le dice que se ponga trabajar, que cuando Cobián regresara al país se encontraría con un éxito. Cad ícamo decide cambiarle el título por "Los mareados", El tema nos habla de cómo el sujeto encontró a ese amor que est a punto de entrar en el pasado: "Rara ... como encendida te hallé bebiendo linda y fatal ... Bebías y en el fragor del champán, loca reías, por no llorar ... Pena me dio encontrarte pues al mirarte yo vi brillar tus ojos con un eléctrico ardor .. ." Se ha señalado en varias oportunidades que en la letra result difícil no escuchar alusiones a los efectos de algo más que el aleo hol. Ouizás se trate de un retorno de lo reprimido al dejar de lado el título original del tango, que hacia referencia directa al estar dopado, es decir, al estar en un estado particular luego de haber consumido fármacos o sustancias estimulantes. Hay una versión cantada por Roberto Goyeneche en la cual "el Polaco" se sincer y en la letra vuelve al significante "dopado". A partir de los años cuarenta, cuando el tango se ha escapad de los suburbios y los prostíbulos y llega a los clubes de barrio y entra a las casas de familia, se borran las aluciones a las drog as, Aunque el uso de drogas estaba cada vez más presente entre lo artistas y sus seguidores.

El silen cio de las drog as / 175

L n este capítulo simplemente queremos rendirle nuestro horrH •naj e a uno de los máximos exponentes de este género tan por-

l,•110.

. Pichuco Sabemos lo que implicó Aníbal "Pichuco" Troilo en la historia dt•I tango. Otra leyenda porteña, Osvaldo Pugliese, lo expresó en "';los términos: "Troilo unificó la historia del tango. Él incluye a lodos los demás". Por eso mereció el título de Bandoneón Mayor d1 Buenos Aires . Nació el 11 de julio de 1914, y cuando tenía 8 años falleció su p,1d re. Sobre su tumba, a la que llevó flores del patio de su casa, 11110 el juramento de que estudiaría bandoneón. A los nueve años y,1 tenía su instrumento. Estudió con Juan Amendolaro seis me',<'S, porque el maestro ya no tenía nada que enseñarle. Y comenzó ,1 tocar públicamente a los once años, todavía de pantalón corto. 1 )e l cine pasó a los cafés, a los cabarets. De tocar a la tarde a ha' crlo de noche, a ser un hombre de copas. Leopoldo Marechal describe lo que se vivía en las noches de 1quella época en "Historia de la calle Corrientes": "El verd adero 1 olor de la gente se manifiesta en los cafés, donde el público es 111ás actor que espectador. Los hay de muchas clases: los que s ded ican a la música popular, verdaderas cátedras del tango, en que una multitud silenciosa y por dem ás reverente escucha las 1iltimas novedades, aplaude el virtuosismo de los bandoneo ni stas y saborea los detalles de la instrumentación, cada vez más refi 11nda." Y allí se lo veía tocar su bandoneón, con la mirada hipnotizada por algunos tragos y otros estimulantes. Como le escribió Horacio 1 errer en "El Gordo triste", ese hermoso tango que le dedicó a l1oilo y compuso junto a Astor Piazzolla: "Los enigmas del vino le ,1carician los ojos". Alguna vez el Gordo explicó ese momento: "Ocurre que cuan1lo toco el bandoneón estoy solo, o con todos, que viene a ser lo 111ismo". Esto no le impedía interpretar magistralmente, por el con11 ario. Y a la hora de componer o revisar los arreglos se manejaba 1


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de forma impecable, defendiendo su estilo. Como lo describió Ha racio Ferrer, con "esa encantadora mezcla de lógica y capricho". Musicalizó casi sesenta tangos y forjó un estilo que recorri diversas orquestas y cantores a los que ayudó a formar. Los tem que compuso se encuentran entre los mejores de la historia del tango. Lo mismo podemos decir de los músicos y cantores qu desfilaron por sus orquestas. Quizás porque, según lo confesó, su padre le dejó al morir la pena de no recordar su voz, lo acomp ñaron las voces de grandes cantores como Francisco Fiorentin Alberto Marino, Floreal Ruiz, Roberto Goyeneche, Edmundo Riv ro, Tito Reyes, Ángel Cárdenas y otros. Sus composiciones arman una galería impresionante de temas memorables, por citar sol algunos: "Responso", "Contrabajeando", "María", "Garúa", "Desen cuentro", "Una canción", "Toda mi vida", "La última curda", "Sur• "Romance de barrio", "Che bandoneón", "Barrio de tango", "Te 11 man Malevo", "Pa' que bailen los muchachos", "Mi tango triste", • Pedro Mafia", "A Homero", "El último farol ... ". Astor Piazzolla, uno de sus músicos y arreglador, decía qu ponía doscientas notas y Pichuco le borraba cien. Raúl Garello n da las razones de semejante actitud: "Él manejó los silencios com ningún otro músico". José Gobello decía que Pichuco tenía carisma. Y que eso plicaría todo si pudiéramos explicar qué es el carisma. Garello dir que "en esa carrera de obstáculos que es la vida, Pichuco quem las velas por las dos puntas, como Charlie Parker, como Miles D vis y otros grandes".

3. Zita con Troilo En 1938 aparece en su vida Zita, nacida en la ciudad Rodhes, Grecia. Lo conoció en el café Germinal, al que entró su abuela luego de quedarse clavada en la puerta escuchand la orquesta. Él la vio y fue un flechazo, terminó la actuación y s rigió a la mesa donde estaban, casándose por civil al poco ti em y la iglesia llegó años después cuando murió la madre de Troil Entre peleas y reconciliaciones sería el único amor reconocl por Pichuco en su vida. Es un buen ejemplo de lo que Jacqu

El silencio de las drogas l 177

1acan plantea cuando sitúa a la mujer como síntoma de un hom l>1e. Pero no se trata de uno que no logra limitar del todo su goce. No hay que idealizar en este sentido a la mujer como síntom a; en ocas iones logra apaciguar el goce, dándole cierto anclaje a lo real, poro no eliminarlo. Nunca hubo en Troilo una intención de hacerlo. /\lgu na vez dijo: "Mil veces me preguntan por qué tomaba tanto sa liiendo que me hacía mal. Y mil veces contesté: porque me gusta". Lo cierto es que hay un antes y un después en su vida luego do conocer a Zita. Troilo dirá que el día que la conoció a ella, se 1cabó el planeta. Julián Centeya, autor del magnífico tema "La vi llt~gar", nombra en el idioma del tango lo que es un amor sin calen dario: Zita es su ladera. Forma arrabalera de nombrar aquello que Jncq ues-Alain Miller ha denominado como partenaire-síntoma. Zita contará, con amorosa resignación, que su marido salía a , om prar soda con la bolsa de los mandados y regresaba tres días dt\s pués, iy sin la soda! Será ella quien procurará protegerlo de 1111 goce que lo amenaza: su propia bohemia arrabalera. Aunque 111 siquiera con Zita podrá controlar ese empuje. Julia Constenla ,l1ce que Zita podía compartir la bohemia de su marido, pero que l1ltlitarla resultaba imposible. Las noches de borracheras sembrarán anécdotas. Un día Pi' ltuco fue a tomar un café al bar cercano a su casa. Se encontró , ,,n amigos y tomaron varias copas. La policía los llevó presos a l,,clos. En el Departamento de Policía el Gordo se despabila un poco y pregunta "¿A quién venimos a sacar?". Y un amigo le resp<lnde: "A nadie, los presos somos nosotros". Osear López Ruiz, quien fuera durante veinticinco años músico d,• diferentes agrupaciones de Piazzolla, escribió un libro que re 1 .-,ue historias de aquellos años. Comenta que Pichuco se tom aba 11. da el agua de los floreros y no le hacía asco a la cocaín a, hábito 11111y desarrollado, asegura, en los tangueros de aquellos ti empos. 1L111 a un momento emotivo en el que Troilo, luego de unas copas, ,, ucha los arreglos que realizó Astor de "Responso" y le pide 1 ¡1 1 1• toque "Adiós Nonino", mientras lloraba. Va al baño y regresa 1¡, .. ,co hablando públicamente de su encuentro con alguien con el , 11, ti co mpartió la cocaína. Solo él, afirma, era capaz de vociferar ¡,11lilicamente su adicción. 1 s conocida su opinión al comparar la calidad de la cocaína en


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los '60 con la de 25 años atrás: "Nada de polvo, mucho más qu granos. Parecían diamantes. Alguien pelaba de esa merca y en seguida se llenaba de narices". Hasta la relación con la cocaína teñía de nostalgia para el tanguero. Así pasará largas noches, entre el alcohol y la cocaína. "No vivo como debería hacerlo, sino como me sale", era su forma de decir aquello que Miller plantea acerca de que el goce nunca es el qu debería ser, siempre hay un error con respecto a lo que sería el goce conveniente para uno, si es que el mismo existiera. Como el Gordo lo reconocía: "El peor enemigo de Troilo es él mismo".

4. Vivir al bardo Si un amor le permite a muchos sujetos salir de los carriles d un goce pulsional, es porque la satisfacción de la misma suel tornarse autoerótica, la satisfacción se cierra sobre sí misma. Mu chos hombres se encuentran muy cómodos con esto y una muJer suele ser alguien capaz de perturbar dicha comodidad y abrir 1 puertas a un goce diferente. Podría pensarse que la dimensión del amor es lo que permite una salida al Otro, pero esto no result sencillo en los hombres, cuyo goce se juega en relación al objet de la pulsión. Mientras la generosidad de "Pichuco" y su afición por el jueg se transformaban en una amenaza financiera, la relación con el alcohol y la cocaína amenazaban su integridad física. El dinero no le importaba demasiado. En los comienzos actu en radio El Mundo, e iba a pura pérdida, después de pagar a lo músicos le quedaba un saldo negativo de catorce pesos. Hug Baralis relata cómo el Gordo los sorprendía en los recesos de 1 actuaciones en el cabaret jugando al pase inglés. Y después d retarlos enérgicamente, realizaba su apuesta. Cuando la Caja N cional de Ahorro le otorgó un premio, manifestó su intensión d donar el dinero al Hospital Muñiz. Pero como al otro día perdl todo en el hipódromo, vendió el Cadillac que tenía para poder r lizar la donación. A este estilo de vida Pichuco lo llamaba "vivir al bardo", signl ficante que remite a embrollo, a problema, y deriva del mismo el

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\t•rbo bardear, que es apócope del lunfardo "balurdo". En la entrevista a María Esther Gilio le confesaría a la periodista 1p re tenía unas ganas de morirse que no podía más. Murió el 18 de 1rinyo de 1975. A la medianoche, porque como ya lo había dicho: '":;oy hombre de la noche para todo, hasta para morirme".

o. Hermanos de la noche-tiempo

Troilo comentó cómo componía en una oportunidad. Partía de l,1 letra, la masticaba, la aprendía de memoria y la tenía todo el día 1•11 la cabeza envolviéndola en la música. Si bien no escribía las lt'lras, como me lo ha sugerido Blanca Sánchez, su música le daba •,onido a la voz áfona que envuelve la palabra. Con Cátulo Castillo tuvo una hermandad muy provechosa, del· indo temas memorables como "Desencuentro", un significante que explica cómo el amor no logra recubrir la inexistencia de una r<·lación entre los sexos. Juntos compusieron ese sermón de vino, en el cual alguien busca un licor que aturda, entre lágrimas de ron, que es "La última 111rda". En un diálogo con el bandoneón alguien interroga: "¿No >'<\S que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el :tlcohol?" Pero antes de ese final memorable nos hace saber que, l1,1s ese retazo de olvido, palpita un amor ausente. "Pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón, y busca en el licor que aturde, la curda que al final termine la función corriéndole un telón al corazón ... Cerrame el ventanal que arrastra el sol su lento caracol de sueño ... " fambién con Cátulo escribieron "Una canción", donde alguien qnrra la copa de alcohol hasta el final y le pide a una mujer con ,,lor a ron en su bata de percal, que le cante una canción para ma-


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tarle la tristeza, para dormirlo o, al menos, para aturdirlo un poco, Están los dos en curda y él le pide, con "la pena sensiblera", que 1 da la borrachera, que repita una vez esa canción y que le sirva un poco más de ron: "La copa de alcohol hasta el final y en el final tu niebla, bodegón ... Monótono y fatal me envuelve el acordeón con un vapor de tango que me hace mal ... " Cátulo Castillo escribió que la musa tanguera que lo inspiraba a Troilo quizás sea la misma musa negra de Baudelaire, y que el mú· sico era capaz de morder una amarga filosofía ciudadana que se terminaba transformando en amistad, con una sensibilidad siem· pre atenta al llamado de la noche, entre tangos, naipes y copas. Como hermanos de la noche-tiempo, define Julián Centeya a la relación entre Aníbal Troilo y Homero Manzi, su letrista preferido. De Homero Manzi, Troilo decía que era como un hermano con la misma sensibilidad, que el poeta "estaba en el misterio". Para Troilo, Manzi, más que un letrista, había sido un acontecimiento, su creacionismo era el resultado de un poeta que, nos dice Pichuco, conversaba con la vida vivida. Juntos compusieron una de las piezas más bellas, titulada "iChe bandoneón!", donde otra vez el poeta dialoga con el instrumento para hacerle frente al dolor, al corazón que sufre, a la muerte de mujeres; entonces con el alcohol llega la confesión, donde la pena, la copa y el tango entran en una equivalencia simbólica: "Bandoneón, hoy es noche de fandango y puedo confesarte la verdad copa a copa, pena a pena, tango a tango, embalado en la locura del alcohol y la amargura." Por más que esté "de olvido el corazón" ella retorna cada noche como una canción en las gotas del llanto del bandoneón. El final

11 •su Ita

realmente conmovedor: "Tu canto es el amor que no se dio y el cielo que soñamos una vez, y el fraternal amigo que se hundió cinchando en los tormentos de un querer. Y esas ganas tremendas de llorar que a veces nos inundan sin razón, y el trago de licor que obliga a recordar si el alma está en 'orsái', iche bandoneón!"

Es llamativo que el licor, tan asociado al olvido, obligue a recordar, si el alma está en "orsái", metáfora futbolera para decir que se está jugando en posición adelantada, es decir que se está fuera de juego. Un capítulo aparte merecen los homenajes rendidos a Pichuco por los mismo tangueros. Astor Piazzola compuso la "Suite Troileana", en cuatro actos, con los nombres de sus pasiones más importantes: Bandoneón, Zita, Whisky y Escolase. Juan Gelman dijo que en Troilo la búsqueda del detalle muestra "... la totalidad que Troilo vivía con su música. El vino, la droga, los lres días de perderse en la ciudad son justamente eso: detalle s". Lo central de su vida era cuando se sentaba con su bandonnón, cerraba los ojos, y conversaba con el instrumento; pcrmili<'!rHlrn10· , así entrar con él en el misterio. Pichuco y su bandoneón eran inseparablns comprn H ~, ( i·, dt> las noches porteñas. El gordo quedaba herido por In bolH~llllíl d«•I arrabal. Por eso en una oportunidad en la que lo llamó n la w~,a Julián Centeya, lo atendió Zita y le pidió que lo llamara más tarde, porque el Gordo estaba "cicatrizando". Homero Expósito escribió los versos de "Ese muchacho Troilo" que musicalizó Enrique Francini, y allí lo justifica: "Por eso el gordo Troilo tiene tantos pecados con razón, que al lado de Jesús y al lado del ladrón también ganó su cruz de angustias y de alcohol ... "


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Escándalos, drogas y rock and rol/

Bibliografía Amuchástegui, l., Troilo. Ídolos del espectáculo argentino, Clarín, 2008. Autores Varios, La historia del tango. Aníbal Troi!o, Corregidor, Bs. A.. ,, 1999 Autores Varios, Aníbal Troilo, Tango de colección, Cadícamo, E., Mis memorias, Bs.As., 1989.

Clarín, 2005.

Ferre, H., El gran Troilo, Ediciones del Soñador, Bs. As., 2009. Ferrer, H., El libro del tango, Ediciones Ossirio-Vargas, Bs. As., 1970. García Jiménez, Estampa de tangos. Rodolfo Adolfo editor. Bs. A 1968. Gilio, M. E., 1998.

"Nunca en mi vida he tenido problemas con las drogas, sino con la policía". Keith Richards

Aníbal Troilo Pichuco. Conversaciones, Perfil libros, Bs. A

López Ruiz, Piazzolla, loco, loco, loco, De la Urraca, Bs.As., 1994. Marín, C., La vida de Aníbal Troilo, Bonum, 197 4. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, Paidós, Bs.As., 2008. Salas, H., El tango, Planeta, Bs.As., 1995. Tang os citados: "Maldito tango" ( 1916), de Luis Roldán. "Corrientes y Esmeralda" (1934), de Celedonio Flores. "Tiempos viejos" (1926), de Francisco Canaro y Manuel Romero. "Los mareados" (1942), de Juan Carlos Cobián y Entique Cadícamo. "El gordo triste", de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla. "La última curda" (1956), de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo. "Desencuentro " (1962), de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo. "Una can ció n" (1953), de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo "iChe bandoneón!" (1949), de Homero Manzi y Aníbal Troilo. "Ese muchacho Troilo", de Homero Expósito y Enrique Francini.

n un trabajo de Eric Laurent publicado en la revista Pharmakon 12 titulado "El objeto droga en la civilización", 1 se puede leer una referencia al libro de memorias Vida, que puede

E

1•11señarnos algo tanto con respecto al tema del uso de drogas , orno a la cuestión del escándalo, ya que la vida en cuestión es la dn Keith Richards. No debería escandalizarnos que Eric nos remita 1 Keith. El viejo Stone, seguramente, tiene algo para enseñarnos. El término rocca, que proviene del latín aunque es de origen , ,,llico, dio lugar al término rock en inglés o roca en castellano. l 't•ro rock en inglés significa moverse en vaivén de un lugar a otro. Nock and rol/, quiere decir "mecer y rodar". Suele usarse una expresión: "arrojar la piedra del escándalo"; ·" trata de algo que repentinamente rompe el clima que puede 11x1sti r entre las personas. Posiblemente esto provenga de los vangelios de San Juan, y de esa famosa intervención de Jesús 11 1le la amenaza de lapidación de la mujer adúltera: "Quien esté l1 i>1c de pecado, que arroje contra ella, la primera piedra", denun1 1 ,indo la hipocresía moral. También la palabra escándalo remite a una locución griega: ,A.1ndalón, que implica obstrucción, bloque, piedra que se pone en ul camino y entorpece la marcha, llevando a la indignación.

I / '1,;umakon 12. Grama edi ciones, Bs.As., ?O 1 1.


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Sin embargo, los escándalos se buscan deliberadamente par ganar renombre, y nada como la historia del rock nos lo demucs tra. De más está decir que si rock remite a roca, stone a piedra. John Thompson ha trabajado la cuestión del escándalo desdo la política,2 y afirma que la cuestión del escándalo es uno de lo gajes del oficio de aquel que vive en la esfera pública. En aqu llos que tienen éxito, podemos decir, cuando lo privado pasa a 1 público, el escándalo es una amenaza permanente, sobre todo en nuestra época donde los medios de comunicación han alterado d manera notable la esfera de lo público. En el primer capítulo de Vida ya se muestra la relación qu tenía en su momento más escandaloso Keith Richard con la drogas; era la era Nixon, 1975, es decir, la época de la guerr contra las drogas, y vemos por qué esto fracasó. Allí iban los Ro lling, considerados por las autoridades el grupo de rock and rol/ más peligroso del mundo -según le dijeron oficialmente a su abo gado- por las carreteras norteamericanas, con bolsas de hierba, coca, haschís, pexote y mezcalina, entre otras cosas, no solo en la puertas del coche, sino también en los bolsillos de la gorra que s quitó para saludar a los policías que lo detuvieron con un delicado floreo, y preguntándole si habían contravenido alguna ordenan municipal. Tenían prohibido entrar a Estados Unidps, se habían comprometido a que no iba a haber nada de drogas, y allí estaban, injustamente sospechados de contrabando. Injustamente, porqu Keith se queja: "La hemos comprado toda para nosotros, y la he mos pagado". 3 Eric Laurent se refiere al hecho de que Richard, por diez año consecutivos, fue el número uno, no en el ranking de cancione de rock, sino en una lista fatídica publicada por el New Musical Express de las diez estrellas de rock próximas a morir. 4 Hay qu decir que él sigue vivo y han muertos varios; la última fue Amy Winehouse, de 27 años, que fue encontrada muerta en su depar tamento de Londres. A Richard estar en esa lista no solo lo divertía y lo hacía incl uso sentir orgulloso, sino que se sintió disgustado

2 Thompson, J ., El escándalo político, Paidós, Barcelona, 2001. 3 Richards, K., Vida, p. 21 4 lbíd., p. 338

euando comenzó a bajar en la línea. También lo divierte mucho

la historia de que cada tanto va a Suiza a cambiarse la sangre. 1.s una historia que hizo correr él mismo cuando fue a una clínica para desengancharse de la heroína; lo dijo como un chiste, pero no como algo un poco más verdadero que un presunto pacto que había hecho con el diablo. Al momento de escribir estas memorias, hacía treinta años que dejó las drogas; si sobrevivió, nos dice, es porque consumió la mejor, de esa que ahora no se consigue. Lo que afirma es que su estrategia fue interpretar el personaje que inventaron para él, que fue la gente quien lo imaginó, la que lo ha creado, inventado una suerte de héroe popular. Él se ha limitado a interpretar ese papel escrito por el público, y se limita a seguir el guión que le escriben los otros. Con respecto a las drogas y la policía pisándole los talones, simplemente llegó hasta el punto de lo insoportable. En las memorias va a contar acerca de su relación con la cocaína, la heroína y todas las drogas que consumió; respecto del escándalo en la vida de Keith Richards, al menos primariamente, hay que decir que no es la consecuencia directa del uso de tóxicos; el 5 escándalo es algo finamente calculado, programado, provocado. No existe ninguna banda de rock que no sea comercial -lo son hasta inlcuso Los redonditos de ricota, a pesar de que sus fanáticos puedan ofenderse, es posible de demostrarse-, y los Rolling Stones no se salvan de eso. Por 1964 comenzaron a ver cómo le sacaban partido a la prensa, y todo fue increíblemente rápido. Se tornaron en insoportables y surgió de allí la idea de que nadie dejaría que su hija se case con uno de ellos. Su mala fama era el camino a la fama y Keith Richards asegura: "Los medios resultaron muy fáciles de manipular". Había dos formas de causar escándalo: una provocada y otra capitalizada. Un ejemplo del primer caso es cuando Andrew Oldham llama a la prensa y les propone que si quieren ver cómo echan a los Rolling Stone del Gran Hotel de Bristol, un día y hora determinada. La primera vez que los llevan presos fue por orinar

5 lbíd., p. 160.


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en un garaje; no lo hicieron para que los lleven presos, sino que no tenían un baño a mano, pero ellos capitalizaban estos actos. Lue go, por supuesto, las drogas eclipsaron el superyó permitiéndoles hacer algunas travesuras que alimentaban su fama. Pero hasta las drogas eran utilizadas para forjar esta imagen.

El principio de Nirvana. Y el final

Bibliografía " ... es mejor quemarse que apagarse lentamente". Kurt Cobain, carta de suicidio.

Laurent, E., "El objeto droga en la civilización", Pharmakon 12, Grama ediciones, Bs.As., 2011. Richards, K., Vida, Península, Barcelona, 201 O. Thompson, J., El escándalo político, Paidós, Barcelona, 2001.

e

aminar por la cornisa implica un riesgo que puede generar adrenalina. Resulta difícil tener éxito sin asumir riesgos, pero también puede resultar riesgoso el éxito una vez que se ha obtenido, ese éxito que es buscado con mucho esfuerzo pero que, sin embargo, el sujeto no puede tolerar. Como lo ha dicho el mismo Kurt Cobain, para algunas personas no hay nada peor que la fama.

1. El principio de Nirvana Hay un significante que deriva del sánscrito y remite a cxlin ció n: nirvana. No se trata de un significante que se pueda definir rnuy bien con palabras, mostrando de esta manera su empalme con lo real. Remite a "extinción" porque, en la doctrina budista, para lograr llegar a un estado de pureza, resulta necesario extinguir los deseos mundanos. Son estos deseos los que llevan a la infelicidad, al sufrimiento. Por un lado, habría que considerar a qué llamaríamos deseos mundanos, o en todo caso cuáles no los serían. Podemos creer en lo espiritual, pero hasta para eso es 11ecesario creer. La solución de escaparle al sufrimiento dejando de desear no •,ería aceptable para el psicoanálisis. Se trata de una solución que um prende regularmente la neurosis, sin necesidad de apelar a lo PSpiritual.


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Nirvana remite a la calma, a la quietud, al cese, al enfriamiento; también a la paz, donde la actividad mental se detiene. Hay un uso metafórico muy bello: el término se aplica al soplo que es capaz d apagar una vela encendida por pasiones que, en oportunidade . . , se tornan incontrolables. Entonces, se trata de que se apague es vela, la de la lujuria, del odio, de la ignorancia. El término fue tomado en occidente por Schopenhauer, pero es una psicoanalista inglesa, Bárbara Low, analizante de Hann Sachs y miembro fundador de la Sociedad Psicoanalítica Británi ca, quien se lo acerca a Freud. Se definirá como una "tendenci a la reducción, a la constancia, a la supresión de la tensión d excitación interna". En "Más allá del principio del placer", Freud reconstruye su teoría pulsional y esta problemática le suscita un comentario; afirma que la tendencia dominante de la vida anímic es la de rebajar, de mantener constante, incluso de suprimir, 1 tensión interna de estímulo. Realiza allí una referencia a este prin cipio de Nirvana aislado por Bárbara Low, y de allí va a directo a 1 necesidad de sostener el concepto de pulsión de muerte. Si bien esta idea está sugerida desde hace mucho tiempo por Freud, e recié n en este texto donde se le da el desarrollo necesario para que encuentre su lugar en la teoría psicoanalítica. Además, se dej claramente planteada la polaridad entre las f:?Ulsiones de vida y de muerte. Algunos psicoanalistas no pudieron ·s·eguir a Freud en este punto, quien ya estaba acostumbrado a que lo pulsional fuer un problema para sus discípulos, pues le había pasado lo mismo con la cuestión de la sexualidad. Hay cierto rechazo a considerar lo pulsional, incluso por parte de los psicoanalistas mismos. Par Lacan, no entender el lugar de la pulsión de muerte implica des conocer la doctrina freudiana en su totalidad. Freud plantea una característica pulsional que resulta central para entender problemáticas como las de las toxicomanías. La pulsión de muerte es muda, es decir, puede actuar sin ser escu chada por el sujeto, sin que llegue a percibir su accionar, hasta qu haya cumplido su finalidad. Resulta frecuente que quienes siguen un camino hacia la muerte no se percaten de esto, que lo perciban los otros y procuren detenerlo, a veces, sin demasiado éxito. Esto sucede particularmente cuando se trata del consumo de sustan cias tóxicas porque el sujeto, por más que perciba esa inercia qu

lo empuja a la muerte, marcha anestesiado y no le importa dema•,iado, se encuentra arrastrado por lo pulsional. En términos de 1 acan, podemos decir que el goce pide más goce, que el superyó pide y pide goce, o para ser más precisos, ordena gozar.

2. El principio y el final de Nirvana Los años 1967 y 1994 marcan el principio y el final de la vida de Kurt Cobain, el líder de la banda Nirvana, que provocó una revolución dentro del rock, tanto por su música como por sus letras. Expandió mundialmente el grunge, un sonido de Seattle que lleva su marca. Escribió el tema emblemático de su banda: "Sme//s like teen spiríf' ("Huele como a espíritu adolescente"), con un título que encontró escrito en una pared como una broma por un amigo, sin saber que se trataba del nombre de un desodorante. Allí canta: "Soy el peor en lo que hago mejor". Su biógrafo, Charles Cross, dice que amplió el panorama emocional del rock con una mezcla de alienación, rabia y angustia. La vida de Nirvana fue muy corta, porque fue corta la vida de Cobain, que pasó de una pobreza a una riqueza difícil de soportar, aunque no fue un golpe de suerte, sino que él fue su gestor. Lejos de lo que suele suponerse, la banda tardó varios años en imponerse, al menos cuatro. Kurt no se cansó de mandar centenares de cartas a las compañías discográficas. Si no le respondían, insistía para que, al menos, le envíen una respuesta negativa. Lejos de la imagen que uno puede encontrar en Los últimos días, el film de Gus Vant Sant, luvo una participación muy activa en el armado de su éxito. Sus intereses no solo eran musicales; el libro Cobain íntimo permite conocer mejor su dimensión como artista y su afición al coleccionismo. Coleccionaba varios objetos llamativos como cajas con forma de corazón, muñecas de porcelana, juegos de mesa, figuras de acción, revistas y libros raros, entre otras cosas. Traba ¡aba con estos objetos, los intervenía, les agregaba alntm toqu<' u11 poco macabro. Krist Novoselic, el bajista ck N11v,111il, clr¡() q111• ·.11 arte era decadente y retorcido porque lodo c•1 él "1111 ¡><u 11 11• .,_ 11111 y jodido".


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La cantidad de objetos que llevaba a su casa hacía que estu viera siempre repleta; entonces, buscaba casas más grandes quv, por esta compulsión a adquirir objetos, quedaban a su vez chicas. Su infancia no fue sencilla. Era un chico inquieto. Durante el se gundo curso de la primaria, sus padres y maestros pensaron qu ... , por su inagotable energía, debía consultar un médico. Luego d eliminar el colorante número 2 de su dieta y limitar el azúcar, a los siete años lo medicaron con Ritalín para controlar la hiperactividad y el déficit de atención. De adulto, en muchas oportunidades, cifra rá en ese hecho su recurso a las drogas para procurar solucionar sus problemas. Ya por 197 4 se habían escrito algunos trabajos en los que se planteaba que ese remedio que se acostumbra dar a los niños, podía generar un reflejo pavloviano aumentando las po sibilidades de provocar un comportamiento adictivo en una etapa posterior de la vida. Otros científicos pensaban exactamente lo contrario: si la hiperactividad no es tratada en la infancia el niño podría al ser más grande automedicarse con drogas ilegales. Más allá de lo que se diga en relación a su depresión,jamás fue tratado en su adolescencia por eso. Había en su familia muchos casos de adicción y varios de sus parientes se habían suicidado; su abuelo materno había intentado hacerlo apuñalándose delant de su familia, y más tarde murió en el hospital:Pel lado del padre, un tío abuelo murió como consecuencia de su alcoholismo y otros dos se suicidaron con armas de fuego. Él acostumbraba a contar que su tío se había matado por la muerte de Jim Morrison. A los 9 años, sus padres se separaron y siempre escribió sobre est hecho, junto al uso de Ritalín, como uno de los causantes de su problemas. También relatará un hecho traumático, que fue el en· contrar al hermano de un amigo colgado de un árbol en el bosque. En una oportunidad se le escuchó cantar: "Me esforcé mucho por tener un padre y, en su lugar, tuve un papito". 1 Era común qu dijera que de adulto sería una estrella de rock y que se iba a sui cidar joven.

1 Clarke, M. y Woods, P. (editores), El enigma Kurt Cobain, Ma non troppo, Barcelo na, 2007, p. 19.

3. Crimen y castigo

El suicidio pasaría a ser algo frecuente en sus diarios, en donde plantea que nuestra generación se está suicidando inconscie ntemente, pero también deja datos personales al respecto, com o cuando afirma que su primera relación sexual por poco no lo lleva al suicidio. Se trató de un hecho acontecido en la casa de unos amigos donde tomaron alcohol y después tuvo un episodio con la hermana de un amigo que padecía una deficiencia mental; no llegó muy lejos y terminó asqueado por como olía. En su diario, escribió que fue crimen y castigo. Sintió tanta culpa, que no fue al colegio por una semana y cuando volvió lo expulsaron. El padre de la niña lo acusó de violación. Terminó declarando en la estación de policía. Sobre este hecho hay relatos contradictorios; sus am igos no recuerdan que el incidente haya sido tan grave. Sucede que mucho de lo que Kurt cuenta de su vida es un invento. Realizó algunos cambios en los relatos para que a sus biógrafos no les resultara tan difícil convertirlo en un mito. Escribió en su diario que había decidido tener una aventura sexual porque había pensado en el suicidio y había decidido tener sexo antes de morir. Establece allí una articulación entre la sexualidad, y una profunda vergüenza. Su relación con las drogas comenzó con experimentos con LSD, marihuana y otras sustancias, pero esto no era tan frecuente en principio. Las drogas no eran de tan fácil acceso, como sí lo era el alcohol. Con respecto a la función de la sustancia en su psiquismo, decía que se emborrachaba para bloquear el vacío emocional interior que sentía. Pocas veces salía de su habitación, dormía, dibujaba, tocaba la guitarra. En su diario planteó que esta fue una época de "total depresión, odio total y resentimientos que podían durar rneses". Por sus peleas con su madre y sus novios, ella lo expulsó de la casa a los diecisiete años. La última canción de Nevermind es something in the way (Algo en el camino) narra cómo dormía en la calle, bajo un puente en Averdeen. Aunque su compr11í('I o dt' banda dice que eso es parte de su revisioni srno, PI < 11111, 1 y 1 •I ll 1u,11 no eran propicios para esa aventura. Pasaba In rH>< lu• 1•11 lúS pnr


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ches de los amigos, o en habitaciones libres, a veces en el hospital haciéndose pasar por el familiar de un enfermo, y también se 1 pasaba leyendo en una librería. Sintió el abandono, y sintió que no había sido deseado. No ser deseado es precisamente una de la cuestiones que puede llevar, según Lacan, al acto suicida.

4. De lo anal a Nirvana En lo musical, obviamente su gran influencia es el punk; sin embargo, en los diarios aparecen AC/DC, Zeppelin y otras ban das. Hay siempre un contraste entre lo que es y lo que él quier hacer trascender. Sabía que tenía que construir su vida para 1 posteridad. Con respecto al significante elegido para nombrar su band ..., Nirvana, a Kurt le atraía porque tenía un aire de misticismo oriental y sonaba sofisticado. Los nombres que había elegido con ante rioridad remitían a lo anal: a su primer grupo lo llamó Fetal Matter, Luego, Skid Row, que hace referencia a skid mark, las manchas en la ropa interior. Le fascinaba el cuerpo humano y, particularment..,, esa zona dedicada a la eliminación de residuos. Había pensado en Gut Bomb que quiere decir "bomba visceral", é0nombre del grupo; afortunadamente, se decidió por Nirvana. Tenía problemas intestinales muy serios que se convirtieron en un verdadero calvario, más allá de los médicos que visitara y d la medicación a la que recurriera. Fue la excusa por la cual s drogaría. La heroína fue aquello con lo que buscó una solución, y también aquello que lo llevó a la perdición. El apogeo y el comienzo final tienen como punto en común un éxito arrasador, más allá de todo lo esperado, del álbum Nevermind. El disco comenzó a ser catalogado como pop en lugar de punk. E éxito no fue ajeno a un accionar de Cobain, que se declaraba on contra de enfermedades como el consumismo, pero no dejaba d llamar por teléfono para seguir la lista de éxitos. Charles Cross no dice que "los desafíos físicos y mentales de Kurt parecieron crecer en proporción directa con su fama. Mientras que el público de 1 banda aumentaba, también lo hacían su dolor de estómago y su

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depresión. Aparentemente, su carrera estaba despegando, pero ni la fama ni el dinero parecían hacerlo más feliz". 2 Al fin consiguió lo que tanto había buscado, pero a la vez se iln unciaba su desmoronamiento. El éxito trajo enormes expectalivas y presiones. Invertiría en colecciones caras. Si bien ya venía consumiendo drogas con el objetivo de borrar sus sentimientos, de anestesiarlos, la situación se complicaría. Había probado marihuana, alcohol, LSD, anfetaminas, y otras cosas; sin embargo, no so n muchos los que plantean que su proceder con las drogas con anterioridad a la fama merezca calificarse de adicción. Había dejado de fumar para no arruinar su voz, y el alcohol le traía problemas con el estómago. El problema mayor sería la heroína; sus diarios personales son una suerte de historia clínica, en donde relaciona el problema de las drogas con sus dolencias estomacales; dice: "La única cosa que encontré que funcionaba eran los opiáceos fuertes". Usar heroína era una opción para salir de gira. Se juró que no iría de gira si no tenía la enfermedad controlada o curada. Consultó a muchos doctores en diversas ciudades, pero todo le resultaba inútil, los problemas estomacales no hacían más que cre cer. En enero de 1992 sufre una sobredosis. Es reanimado a último momento, cuestión que se volvió habitual en los dos años sig uientes. No habrá intento de rehabilitación que tenga éxito.

5. La mejor droga del mundo Courtney Love, su mujer, bromeará diciendo que ellos se unieron gracias a los productos farmacéuticos. En su primer encuentro brindaron con una botella de jarabe para la tos con codeína. Cross dice que eran muy parecidos, y compartirán los mismos demonios, co mo las drogas. Esa relación lo llevó a la paternidad; el embara zo de Love desató la creatividad de Kurt que pintaba dibujos de fetos mutantes, y su mujer le insistió para que, al menos, dejara de hacerlo delante de ella. Trabajó también con fotocopias de las

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2 Cross, Ch., Cobain íntimo, Caelus Books, China, 2008, p. 83.


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ecografías y con figuras alienígenas, temas que siempre le intere saron y se volverían una obsesión. Un nuevo intento de tratamiento fue una cura de sustitución con metadona, pero solo lo ayudó temporalmente. Le recomen ciaron también un tratamiento grupal, pero antes de sentarse en una habitación a hablar con extraños de sus problemas, preferí pagar el costo de la adicción. Con la metadona se fue de gira, hizo incluso una broma dedicada a aquellos que lo consideraban un enfermo: en un festival subió al escenario en sillas de ruedas. Kurt seguía su batalla. Su mujer dio a luz en el hospital en el que él estaba internado, asistió al nacimiento con el suero intrave noso puesto. Al otro día, compró drogas y una pistola preocupado por la posibilidad de que Je arrebaten el bebé y le propuso a Lov un pacto suicida que esta rechazó. Hablaba de su hija como de aquello que le había dado la mayor felicidad y de lo cual se sentía muy orgulloso. A partir de una not que dio la esposa a una revista, en la que se insinuaban problema con drogas, una trabajadora social denunció a la pareja. Les fu retirada la custodia. Haber sido declarados por el estado como padres incompetentes los humilló. Las canciones de Kurt se tornaban cada vez más cínicas. En una entrevista realizada a Los Ángeles Time, dijo que eligió consu mir drogas, pero urgió a los chicos a que no se dejaran atrapar por ellas. Allí afirmó que prefería estar vivo, que no quería sacrificars ... , ni él ni a su familia. Y regaló el titular a diversos medios cuando dijo: "Tener en brazos a mi bebé es la mejor droga del mundo". En oportunidades se cuestionaba si era un buen padre; a veces la paternidad le aplacaba los miedos y le permitía cierto optimismo.

6. El riesgo del éxito Sin em bargo, la cantidad de heroína que consumía fue en au mento tras la publicación del álbum In útero. Sufrió varias sobredo· sis. La droga lo estaba alejando de su familia, la música y el ar!..., la vida se convirtió en un infierno. En el aislamiento más profundo, esta dimensión está muy bien planteada en la película de Gus Van Sant. En su diario escribe que "los factores psicológicos se han ins

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l.tlado y son tan dañinos como los efectos físicos". Los problemas t•stomacales lo llevaron a una serie de médicos y análisis inútiles. Consultó a un especialista en adicciones que le citó a Shakespeare, le dijo que podía ser o no ser. Primero intentó matarse, en l<o ma, tomando una dosis letal de Rohypnol con champagne. Dejó una nota de suicidio en la que citaba lo que le había dicho el especialista: "Como Hamlet, tengo que elegir entre la vida y la muerte. 1 .stoy eligiendo la muerte". Estuvo en coma, se difundió su muerte, pero salió adelante. Dejó de escribir, de tocar la guitarra, de pintar, rompió los canales de la sublimación. Le dijeron que moriría de sobredosis, a lo que replicó que, en cambio, se pegaría un tiro. Dicen que repetía: "lOué voy a hacer ahora?" y que tenía el sentimiento de estar huyendo. Un día, compró una escopeta Remington y se pegó un tiro en un invernadero. En su carta de suicidio escribió: "Ya hace demasiado tiempo que no me emociono, ni escuchando ni creando música, ni tampoco escribiéndola, ni siquiera haciendo Rock'n'Ro/1. Me siento increíblemente culpable". Es evidente que Cobain trabajó, y mucho, para llegar adonde llegó, y que cayó cuando finalmente consiguió el éxito. Freud, en "Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo analítico", planlea que nos mostramos confundidos y sorprendidos cuando ciertos hombres se enferman cuando se les cumple un deseo hondamenl arraigado y perseguido: son los que fracasan al triunfar, aquellos que producen un vuelco trágico. La enfermedad se produce por el lriunfo. Lo normal sería esperar que el problema fuera la fr usl1 ación, pero sin embargo, es la conciencia de culpa, esa que aparee en la carta de Kurt, la que azota. Vemos el despliegue del superyó en todo su accionar. En el uso de sustancias tóxicas esto resulta paradigmático, porque las drogas son excelentes para el empuje al goce; el superyó que pide más goce encuentra su mejor aliado, y ni hablemos si, como consecuencia de ese accionar, aparece la culpa. 1 e va como anillo al dedo a la pulsión de muerte, porque que para 1 reud el superyó es eso, el cultivo puro de la pulsión de muerte. Como lo recuerda Jacques-Alain Miller, para Freud el superyó es una fórmula de la pulsión de muerte que, en Jugar de dirigirse ni mundo para destruir, entra en el campo libidinal para atentar contra el mismo sujeto. Se trata, en definitiva, de un avatar de la pulsión de muerte.


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7. De la intoxicación al síntoma Hay varias cuestiones por las que es interesante detener en la vida de Kurt Cobain, más allá del gusto por su música. En principio, lo que dice Kurt en relación a su medicación infantil. N alcanza para justificar su adicción, pero miles de niños son diag nosticados como hiperactivos y medicalizados con metilfenidato, con el que se pretende curar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Hay estudios que señalan la posibilidad de qu cause adicción, ya que contiene sustancias con efectos similar a la cocaína y el opio. Algunos lo defienden, otros, en cambio, lo denominan "la cocaína de la infancia". El caso de Kurt, al meno .., permite abrir una polémica que resulta necesaria. Más del setent y cinco por ciento de las recetas con esta droga son extendida a niños, siendo el trastorno diagnosticado unas cuatro veces má frecuente entre los varones que entre las niñas, lo cual segur mente nos habla de una práctica compulsiva. También a Courtney Love se le prescribió Ritalin cuando era niña. Años después preguntará: "Cuando eres un niño y tienes esta droga que te ha sentir eufórico, 6a qué otra cosa recurrirás cuando eres adulto?" La propuesta del psicoanálisis es ir de la intoxicación al sínto ma, a la formalización de un síntoma que ponga en juego las con diciones necesarias para la posibilidad de un análisis. No se pued obviar la pregunta por qué hubiera pasado si Cobain se hubier topado con alguien que hubiera puesto en forma ese trastorno tomacal, que hacía de su vida una tortura y que ningún diagnósti médico podía ayudar a solucionar. En su diario escribió que cambiaría sus éxitos por un buen diagnóstico: "Solo déjenme tener mi propia, inexplicable y rara en fermedad estomacal, y denomínenla con mi nombre". Eso es lo que reclamaba, no un diagnóstico, no una etiqu ta, simplemente un nombre para su síntoma, pero no un nombr que le llegara del saber médico, sino un nombre que quizás podr(1 haber encontrado él mismo, si un analista hubiera llegado a escu charlo. No se puede afirmar que la historia hubiera sido otra, apenas una conjetura, pero es solo para poder captar lo que lo psicoanalistas pueden llegar a hacer en un caso de este tipo. Hay que escuchar al sujeto en su división, y el síntoma, en el sentid

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itnalítico del término, es la mejor evidencia de esto. El síntoma ,rnalítico es entendido de una forma simple: se trata de un significante que insiste y remite al goce, implica un padecimiento. Esos síntomas estomacales, a los que el saber médico no les podía poner un nombre, hubieran podido ser la puerta de entrada. Es fácil decirlo, e incluso suena convincente; pero hay que tener presente que se trata de alguien que había captado la cueslión de no haber sido deseado -algo que él mismo plantea en sus diarios-, y que había elegido las drogas para rechazar a su inconsci ente. Lacan afirma que en esa irresistible pendiente al suicidio nos encontramos con sujetos caracterizados por haber sido niños no deseados, y entonces rechazan entrar en juego, o más bien procuran salirse del mismo. No aceptan lo que son, entonces son proclives al pasaje al acto porque, como lo plantea Miller, todo acto implica un suicidio del sujeto; el sujeto puede renacer de él, pero será un sujeto diferente. Ya en 1920 Freud nos recordaba que el sujeto no sabe nada del acto suicida. Es, precisamente, lo que subraya Lacan en su texto "Televisión", cuando dice que el suicidio es el único acto que liene éxito sin fracaso, y que si nadie sabe de él "es porque procede del prejuicio de no querer saber nada". Este rechazo del saber es alimentado gracias al uso de tóxicos que requieren, para contribuir a conseguir este efecto, de un uso compulsivo, y llevan a un aislamiento, a un goce autoerótico que s solidario de Thanatos. El inconsciente no opera como podría hacerlo, no es posible una contabilidad del goce, y esa dimensión rrutista de un goce que no es dialectisable se torna mortífera para 1 sujeto. El rechazo del saber es solidario de la pulsión de muerle, y le abre el terreno para que opere a sus anchas. Entonces, el •, ujeto no se arriesga al deseo, lo que hace es poner en riesgo su propia vida.

Bibliografía Clarke, M. y Woods, P. (editores), El enigma Kurt Cobriin, Mn Barcelona, 2007. Cobain, K., Diarios, Mondadori, Reservoir Books, 2006.

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Cross, Ch., Heavier than Heaven. Kurt Cobain : la biografía, Debolsillo, México, 2011 . Cross, Ch., Cobain íntimo, Caelus Books. China, 2008. Freud, S., "Más allá del principio del placer" (1920), Obras completas, t XVIII, Amorrortu, Bs. As., 1989. Freud, S., "Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo analítico", Obras completas, t. XIV, op. cit. Lacan, J., Radiofonía & Televisión, Anagrama, Barcelona, 1977. Miller, J.-A., "La ética del psicoanálisis", Introducción a la clínica lacani na, RBA, Barcelona, 2007. Soria Oafunchio, N., "Una disputa del acto", Lacaniana 4, Bs.As., 2006,

Casuística


Y mañana serán hombres ...

"De ahí en adelante había pues de decirse: el día de su tercer aniversario nuestro pequeño Osear rodó por la escalera de la bodega y, aunque no se rompió nada, desde entonces dejó de crecer". Günter Grass. El tambor de hojalata

1. El reino del niño generalizado

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ric Laurent desarrolla la teoría del niño generalizado en varias oportunidades. Encuentra su fundamento en una intervención de Jacques Lacan, en el "Discurso de clausura de las jornadas sobre la psicosis en el niño". Allí se refiere a las Antimemorias de André Malraux. El futuro capellán de Vercors realiza una observación:" ... lo que pasa es que, en el fondo, no hay gente madura". Malraux insiste con una frase: "El hombre es lo que hace". Y es evidente que lo que hacen los hombres de hoy, muchas veces, es cosa de niños. En las Antimemorias Malraux se refiere a los campos de concentración, a la necesidad de los personajes de ignorar la muerte; como lo plantea Eric Laurent, ese encarnizamiento en hacerse el distraído tiene un costado profundamente infantil. En el mundo de hoy en día, donde la ciencia y el discurso capitalista han operado, el padre ha dejado de presentar <J I estatuto de padre trágico para adoptar el estatuto de padre humi llado. Un padre que es un trabajador aplicado, pero con el cual 110 se cuenta para asegurar la distribución de un goce de manera < onveniente. Esta teoría resulta perfectamente aplicable para ciertos casos 1•n que la droga es un recurso posible para instalarse en este reino del niño generalizado.


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2. Primavera y pesadilla Osear, en el momento en que se presenta, solo fuma ma rihuana. Hace tres años dejó de consumir cocaína. Su problemu son los miedos. Comenzó a fumar a los 22 años pensando qu esto le perm itiría hablarle a las mujeres. Dice que los primero meses f ueron una primavera, después fue todo una pesadilla. Fumando pretendió dejar de lado la tristeza. Después de la co limba, en la cual estuvo a punto de ir a las Malvinas, quedó triste. Al volver, no se sintió seguro, el miedo no le dejaba avanzar. Los problemas no comenzaron en esa época. Su madre siem pre le pegaba. Sus padres se separaron cuando él tenía cin años, y no volvió a ver al padre, que murió cuando él tenía nuev Cuan do recibió la noticia de que había fallecido en un accidentu, no se inmutó. Le costó perdonarlo; un día fue al cementerio par decirle que ya podía entenderlo, que a un hombre le pasan cosa .., que hoy ama y mañana no. Una sola cosa le dejó el padre: el fan tismo por un equipo de fútbol, equipo que cada vez que pierde 1 deja angustiado, y entonces, fuma. Tiene seri as dificultades para dormir, vive tensionado, nervio Antes padecía de furúnculos que fueron suplantados por probl mas en el estómago, por dolor de cabeza. Por las noches le ag rran ataques de frío en los cuales se queda duro, temblando. Cuando no puede dormir, se acurruca como un niño. Apoyand la cabeza en la almohada la gira y fantasea con las cosas que 1 gustaría hacer a! otro día, y que, indefectiblemente, no podrá r lizar. Consum ió cocaína durante ocho años. Era un tormento. Asoc:I la cocaína a su madre, pues en esa época se peleaba mucho e ella. La define como una especie de carga pegajosa que siernpr estuvo presente. A ella le agarraban ataques de nervios y "lo < gaba a palos". Él se escapaba; aún hoy no soporta escuchar a un mujer gritando. Le golpeaba la cabeza, de ahí, posiblemente, 1 frecuentes dolores que padece. Siente que la vieja lo atraviesa una mirada fulminante. Después tiene que hacerse curar el mal d ojo. Pensaba que a los 18 años iba a ser mayor de edad y ~;or(, libre. A los hombres no se les pega; el problema es que no puod ser un hombre.

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No podía tener una buena relación sexual, le costaba tener una erección o tenía eyaculación precoz. El miedo, los nervios, le hacen hacer todo muy rápido.

3. El patito feo Relaciona insistentemente el miedo al temor a que la madre le pegue. Tiene la sensación de que su cara es capaz de transfigurarse por el pánico, se le desencaja y se siente feo. El lugar que le ha sido asignado es el del patito feo. Su madre le decía que a él lo habían dejado abandonado los gitanos, o que lo habían tirado unos coyas que habían bajado de la montaña. Esta cuestión de "se r tirado" recorrió su vida.

4. Los dolores del alma Tienen que realizarle una pequeña intervención qu1rurg1ca y liene pánico a la anestesia. "A ver si se olvidan de despertarme". Manifiesta un miedo profundo a la muerte. Es en ese punto donde In historia de Las Malvinas hizo mella, esa sensación de quedarse cluro, congelado, de alguna forma era el destino posible en una Ir inchera del Atlántico Sur. Pero ya a los 11 años, cuando un amiqo le dijo que lloraba siempre por miedo a morirse, tuvo la certiclumbre de la posibilidad de la muerte. Sabía que en Las Malvinas iba a verse con la muerte; sin emliargo, cantaban: "los vamos a reventar". Recuerda la frase de un leniente que decía: "El soldado es conciente de su inconsciencia". Y algo de eso había. Pero a la noche sentía miedo. Decían que l1 abía operativos, que había comandos ingleses en la costa para dinamitar aeropuertos. El fuma solo de noche y lo hace para cal111ar los dolores del alma. Le hace olvidarse por un instante que él me acurrucado en ese rincón de las miserias. El vicio es lo que lo ll1•va adonde no quiere ir. La droga operó como un amplificador de In•, problemas que tenía y con ella procuró tapar la angustia, pero o111 resolver los problemas. Comienza a hablar de los problemas 1on la cuestión del sexo.


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5. Desconectar la cabeza del pito Osear plantea con lucidez cuál es la función específica de 1 droga: desconectar el cable que une la cabeza "al pito", evitand que lleguen las sensaciones. Cuando tenía 11 años se apoyó sobre su prima por detrás. L madre lo vio y le dijo: "Vos me vas matar". Ouedó con mucha culp Relaciona este hecho con el temblor que le provocaba estar con una mujer. A los 23 años estaba con una chica en un zaguán y aparece 1 madre de ella. Le jode que lo espíen y lo vincula a la eyaculación precoz. Si termina rápido hay menos posibilidades de que lo v "la viejan. La marihuana pasó a ser su novia, la defendía: "Metete conmigo, pero con ella no". Pero la verdad es que terminó siendo "un pajero", Llora., dice que no decidió ser un pajero, que se perdió de vivir. A 1 noche fuma y divaga, eso también lo considera una forma de mas turbarse, pero con el pensamiento. Recuerda que cuando tenía años estaba acostado con su madre y comenzó a tocarse el pito; él no sabía lo que hacía, la madre le pegó uno de sus gritos fulminan tes. Recuerda que una vez rozó a la madre y sintió que el pito se 1 paraba. Se sintió una porquería, por calentarse con la vieja.

6. El tambor de marihuana El sentirse chiquito lo vincula a esa mirada fulminante, la mirad de la madre lo achica. Se siente ojeado, va a una curandera, y lu go dirá que al salir de la sesión se sintió como curado del mal d ojo, no podía parar de bostezar. Trata de esconderse como si fuer un chico. Se siente un chico que quiere hacer cosas de grand~. Le llama la atención un aviso de TV que dice: "Un niño que no fu niño es un grande que no es grande". "Yo soy chico, no quiero ser grande", y asegura que nunca asumió compromisos. Le molesta la palabra "chico" y procura luchar contra eso. "Hac años me plantaba en 'No voy a crecer'. Si yo hacía fuerza con la cabeza podría frenar el crecimiento anatómico. No estoy prepara do para crecer". Los grandes tienen muchos problemas. Osear es

,•I nombre del personaje de la novela de Günter Grass El tambor ,Je hojalata, un niño que a los tres años decide dejar de crecer. /\ Osear no le gusta lo que ve en los padres, no queda claro cuál ,~sel hombre de la madre, si aquel del cual lleva el apellido o un primo al que la madre siempre amó. El del apellido, degradado, ,tcomodaticio, pusilámine, cambia el retrato de Beethoven por el de Hitler, pero cuando éste cae se quejará, "Beethoven, ese sí que ,,ra un genio". Luego de la desaparición de Hitler, y del padre, de la cual Osear es responsable, reanuda el proceso de crecimienlo que había sido interrumpido. Mientras tanto, Osear utiliza un lambor de hojalata como forma de comunicación con el mundo exterior, o de no comunicación. Osear, no el del libro de Grass o la película de Volker Schondorff, sino el niño que decidió dejar de crecer del caso que presentam os, en lugar de tirarse por una escalera recurre a la marihuana. Con las drogas pensó que iba a poder enfrentar situaciones; con la marihuana, que iba a poder hablar; con la cocaína, que iba a poder coger bien. Lo que hizo fue escapar. Le molestaba el tener el pene chico. "Claro, si uno es chico, tiene el pito chico". Con la cocaína el pito parecía diez veces más ch ico. Le pasa lo mismo que a su pene. Lo siente chiquito y se siente chi quito, si está bien el pito está bien, si está nervioso el pito se sie nte nervioso o tiene contracturas. Intervengo diciendo: "Vos no sos un pito". La droga lo confunde, es como huir. Pero huir de huir no tiene sentido. Relaciona la dependencia de la droga con la dependencia de la madre. La relación con la madre se subsume en un significante: absorbido. En una oportunidad comete un fallido: quiere decir inhalar y dice absorber. El "ser pegado" a la madre y por la madre, contrasta con lo mal que "le pega" la droga. Sitúa a lo 22 años el inicio del sexo, y el inicio de la droga. Dejó la cocaína porque le pareció que se iba a morir. Relaciona la marihuana con la impotencia, ya que le costaba tener un buen sexo. Algo le daba miedo. La marihuana cortaba ese cable, entonces ya no era un problema la falta de armonía entre la cabeza y el pito. Si a la cabeza le gusta una mina eso que siente no se lo puede mandar al pito. La marihuana bloquea el camino.


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Cosa rara: comenzó a soñar. Él era un guerrero vikingo, pero un guerrero que huía, sabía que iba a perder la guerra. Si lo matan no sirve. Siente un dolor en el alma, se anima a ir a hablarle a su ex novia. La amó siempre pero escapó, no por la guerra sino por 1 posibilidad de matrimonio, lo cual le parece más peligroso. EII le cuenta que está embarazada de tres meses. La evitaba por n enfrentarse a perderla. Hace cuatro años que estaba viviendo en pareja. Dice que la perdió por irresponsable, por la droga, por n poder decidir. El esperaba que el tiempo hubiera estado suspendl do gracias a la marihuana y pudiera continuar a partir de ahí. Per el tiempo pasó. El tiempo no puede detenerse, es como la muert Cuando vino a Buenos Aires desde el interior, preguntaba cada rato"¿ Y papá?"; "ya va a venir", le contestaban. Cuando ven(, tuvo un accidente, su auto chocó y murió en el acto. Cuando su madre se lo informó él no reaccionó y se fue a jugar con los sol dados. Su hermana lo agarró de los pelos y le gritó: "6Murió papá y vos seguís jugando?" Jugaba para no enfrentarse a las cosas, er su refugio en esa ciudad extraña. Afirma que la droga también una especie de juego, jugar a esconderse de la policía, a conocer gente, a conocer punteros. "Jugaba y no me angustiaba. Ahora 1 angustia es terrible, perdí todo". Intervengo: "Dejaste de jugar y t diste cuenta de que habías perdido". Dice: "Ella (su ex-novia), estaba esperando a que creciera, y prefería jugar, no comprometerme. Ahora quiero mostrar que em pecé a crecer. Quiero mañana poder ser un hombre". El caso de Osear es el reverso de ese caso que nos present Ernesto Sinatra en ¿por qué los hombres son como son?, en 11 capítulo titulado "Ser un hombre de verdad"; allí era el alcohol 11 que lo hacía sentir hombre; en nuestro caso, es la droga lo que 1 impide serlo. Quizás no sea solo en este caso. Por el contrario, 1 droga es uno de los elementos que hace que no haya gente m dura. Una persona grande sería alguien responsable de su flº y las toxicomanías pueden enmarcarse en lo que Miller denom1n "patologías de la ética". No es un problema de edad, es de la responsabilidad del go Si el sujeto decide detener su crecimiento antes de enfrentar s la castración, paga con un precio muy caro: su deseo.

El silencio de las drogas 1 207

Osear, el de la película, se aferra a su tambor, y es un niño por cas i dos décadas. Con su repiqueteo desafinado y anacrónico se aturde y aturde al Otro para que no haya comunicación. Así evita com portarse como una persona madura, dejando de crecer. En Osear, el de nuestro caso, la marihuana cumplía dicho objetivo. Va con su tambor de marihuana por el mundo hasta que el análisis lo enfrenta a la disyuntiva de ser hombre, hasta que decide asumir ese goce que pretendía aplacar desconectando ese cable que une la cabeza con el pito, tras la confusión generada por el repiquetear silencioso de la droga.


Confundida

"Alguien puede ayudarme, alguien que sepa de amor... " Escrito por Camila sobre un ejemplar de

Prohibido suicidarse en primavera.

1. La confusión como escape

e

amila llega al tratamiento planteando que ha consumido principalmente alcohol, marihuana y cocaína, ocasionalmente ácido. Esto, hasta el momento de realizar una terapia con un psiquiatra a raíz de un estado de depresión, que tuvo como secuela el incorporar a su lista de consumo Lexotanil y Xanax. Afirma que le da miedo depender de las pastillas, al igual que lo hace su madre, que no solo padece de depresión sino que, cuando la ve nerviosa a ella, le ofrece una pastilla. No puede sostener nada, ningún tipo de responsabilidad. Ni estudios, ni trabajo. Tiene que sacarse el DIU y no lo puede hacer. Hay algo en lo que insistirá una y otra vez, y es que se siente confundida. No está segura de nada de lo que hace, a punto tal que tiene miedo de tener accidentes. Cualquier intención de realiar algo se evapora al instante. La confusión será el rasgo con el que se presentará durante meses. En parte, la cuestión es atribuida al consumo de drogas. Dice tener ciertas "paranoias": está convencida de que su padre y su novio no la ayudan para que intente realizar un tratamiento, fundamentalmente su pareja parece estar en contra de ella. La trastorna la idea de que pueda morirse gente que quiere, hasta el punto de temer volverse loca. Siente que está pendiente de algo


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que tiene que pasar. No puede estar sola por miedo a morir v., , Sobre todo, siente su cuerpo de una manera extraña, no funciona como antes, tiene palpitaciones y casi no duerme. No está segura de nada de lo que hace, tiene miedo de tenor accidentes. Tener un accidente es el primer fantasma que se de peja, y a partir de entonces cuestiona su consumo seriamente. E:1 otro fantasma que la acompaña es el temor a volverse loca. Luego de hacerlo a diario, deja de consumir cocaína. Al princ1 pio, la invade una emoción, pero luego le da miedo. Piensa "a mil", algo del descontrol la llevaba a sentirse mal. Asegura que estab ciega y podía ver cosas. Una vez estuvo escribiendo durante di horas sin poder parar; escribió papeles, libros, intentó escribir todo, Después le dio vergüenza lo que escribió y lloró; entonces dejó d tomarla. Dejó porque se dio cuenta de que se estaba volviendo loca. De todas formas, la cabeza le cambió. Se sacó una vendad los ojos y pudo ver lo que los otros no veían, y si no lo hace más o por tratarse de algo sin límites. También consumió ácido, y lo qu sintió es imposible de expresar, pero se trataba de sensaciono del orden de lo horrible. Pasa entonces a fumar marihuana y tomar pastillas todo el tiempo, su vida se limita a esas actividades. Consi dera que lo que le pasa es simplemente del orden de la cobardí "Si no estoy confundida sufro", es su premisa. Solo le queda con sumir y sumirse en la confusión.

2. Pendiente de lo peor Su relación con la droga comenzó a los 17 años, cuando ern pezó a fumar a partir de que la invitaron. Al principio se sentía rar .., como si viviera en otra dimensión con respecto a su familia, ducr de un saber, de una experiencia que ellos no tenían. La droga 1 saca de la angustia. Cuando no consume, en cambio, se altera y se pone violenta. Pero la dependencia más fuerte la tiene con Diego, su novio La relación de él con la cocaína es muy fuerte. Toma mucho y 1 agresivo. Está pendiente de Diego y lo llama por teléfono cada un co minutos. No lo deja trabajar, solo quiere que esté con ella. Furn sin interrupciones, desde que se levanta hasta que se acuesta.

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Se siente irritada y deja de tomar pastillas. El primer día se siente nerviosa. Se angustia y deja de comer. Lo mismo había hecho con el alcohol. Tomaba descontroladamente y lo abandonó de un día para el otro, luego de que le apareciera una alergia en la piel. Una botella de whisky le duraba dos días. Dice: "Yo era alcohólica, ahora soy alérgica". En el estado de confusión en que se encuentra le cuesta asistir a las sesiones, llama continuamente para confirmar horarios, si la atiende el contestador corta. En una oportunidad llega a las once de la noche a una entrevista pactada para las ocho. En la siguiente sesión se muestra angustiada terriblemente por vez primera. A partir de entonces está a la búsqueda de un motivo para enlazar su angustia. No quiere pensar, pero quisiera tener una conducta que le permitiera disfrutar en una forma más inteligente. Se siente fracasada porque retorna a las pastillas. Hay un intento de vivir con Diego en el que afirma que pierden el equilibrio. Con respecto al padre, dice que es todo muy loco, le hacía decir cosas que no quería y le pegaba, descargándose con ella, historia que comienza a los 15 años. Era todo muy descontrolado, sin parámetros. Iba a su pieza y la insultaba y le pegaba sin motivos. Esto se enlaza con ese estar pendiente de algo que va a ocurrir, de lo peor. Tomaba para que el tiempo transcurriera más rápido. Su padre consume alcohol y pastillas. Si se pone violento toma Lexotanil. Había realizado un intento de trabajar en el negocio del padre, pero está tan mal que éste le pide que no vaya más. El abuelo paterno también era adicto; trabajaba en una farmacia, tomaba Valium y otras cosas. Alucinaba: veía caballos. Le aplicaban e/ectroshocks. El padre tiene todo empapelado con caballos. "Todo es muy enfermo", afirma. La relación de Camila con las sustancias tóxicas responde a identificaciones con el Otro, particularmente paterno, que comienzan a revelarse. Con respecto al consumo de Camila, el padre le confiesa: "Me siento impotente, no puedo decirte que no tomes Lexotanil, cuando yo lo compro". [ I padre la induce al consumo de pastillas mostrando su relación con las mismas; no resulta raro que se muestre impotente para su regulación.


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3. La única realidad es la soledad 1

El "porro" tiene la función de hacerle olvidar la importancia d la realidad. Pero a medida que fuma con más frecuencia, se v acentuando el tema de la soledad, la única realidad que se le torn imposible de borrar. Hay cosas que no puede a controlar, se le caen los objetos d las manos. El peso de la responsabilidad la golpea al enfrentar 1 posibilidad de un trabajo. Fuma la mitad, de otra forma no podrf, trabajar, pero se siente muy presionada. Comienza a sentir como un inconveniente la necesidad loca, 1 desesperación que siente por Diego. A partir de entonces, cuando se siente desesperada, me llama. Se siente más confundida qu antes. Se da cuenta que juega en Diego actitudes de los viejos, como ser los celos. El padre le dijo que tenía otro hijo, ella no 1 cree, es capaz de inventar algo tan loco como eso. Su confusión se articula con que el padre no es muy claro con ella. La locura del padre y la sumisión de su madre eran una suert de infierno. Esto sumado a que el padre la buscaba para desear garse. La obligaba a decir cosas que no quería y le preguntaba: "6Me querés?", "6Me querés más que a mamá?". Todo muy confu so. Encima le decía que ella era un "bicho raro". La madre no pudo salir a la calle durante cinco años por celo ..., la torturaba. Hace nueve años anduvo con otro hombre. Al ente rarse el padre se paseaba por la casa con una escopeta carga da. Hizo un escándalo. No pensó que se iba a matar, no lo ere capaz. Lloró y se fue a dormir. No fue la única vez, pasaba bas tante seguido. Le gritaba a la madre: "puta". Cada hecho relatado será nombrado como "muy confuso". Su madre le dijo que quería a otro hombre. "Hay cosas que a uno le gustan pero que no 1 conviene, como fumar". O sea que, ante la manifestación de qu el deseo de la madre no se articula al padre, irrumpe la confusión, y el fumar. Cuando estaba haciendo el tratamiento psiquiátrico porque s había cortado, la madre le cuenta cosas de su niñez que la golpea

1 Forma popular de referirse a los cigarrillos de marihuana.

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ron. Su abuelo abusó de ella. Le dolió mucho, se sintió muy extrana, el que se lo contara le jodió la vida. Trae a las sesiones un par de libros escritos, inmersa en una terrible angustia y quiere dejármelos. Se los acepto. Se trata de los libros sobre los cuales ella escribiera en el momento previo a abandonar la cocaína. Fundamentalmente en uno, Prohibido suicidarse en primavera, su escritura se confunde con la del texto. Escribe su propia historia de amor sobre la escritura de Alejandro Casona. En el otro, las Cartas Filosóficas de Voltaire, aprovecha los espacios en blanco. "Cada uno tiene su historia y yo no puedo tener la mía. Necesito que me ayudes", me suplica llorando. "Estoy más sola que nunca".

4. Jesús en la habitación de al lado Cuando se quedaba sola la acosaba un fantasma que define como muy real. Estaba en su habitación y tenía que tener la puerta abierta para poder dormir. Sentía la presencia de alguien en la habitación de al lado y no podía ni ir al baño. Ese alguien era Jesús. Le producía temor. Se esforzaba por ver, pero no quería mirar por miedo a que estuviera. En esa época empezó a tomar pastillas y a fumar. Al principio la fantasía la aliviaba, pero después despertó temor. Comenzó a tomar alcohol como consecuencia de la sale dad. Jesús en la habitación de al lado le daba, en principio, la tran quilidad de una figura sustituta del padre ante la que no tendría que estar expectante por la irrupción de su locura. Cierta acción sintomática se presenta; mira el reloj a cada rato. "Trato de controlar el tiempo". Le digo que se quede tranquila que el tiempo lo controlo yo. Siente que, por la noche, alguien marca un número de teléfono en su dormitorio, pero no hay nadie. Siente que aprietan el botón del baño. Tiene miedo a empezar a ver cosas. Cuando consumía veía sombras, pero ella lo provocaba. Antes de consumir se sentía observada. Opina que se trata de algo del orden de la sugestión. Un significante nombra estos momentos: acobardada. No toma más pastillas pero fuma más. Una infección en la pierna le despierta el miedo a tener Sida.


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Le ofrecen un trabajo. A la angustia por tener que enfrentar una responsabilidad se le suma la de un análisis preocupacional en el que le detectan que tiene sífilis. El análisis de SIDA le da negativo, pero siente temor a morir de un paro cardíaco. El especí fico de sífilis, también le dará negativo. Intenta controlar el fumar porros. No toma más pastillas. Ahora el miedo es a depender d los demás. El miedo a estar sola es presentado como la consecuencia d una idea que tiene de fusión con el otro, que la lleva a no dormir ya que da lugar a otro miedo: que de noche entre un desconocido y la mate. Dice que las drogas no son el problema. En otro momento 1 hubiera echado la culpa, pero ahora no tiene excusas. Hay qu pagar un precio po r ver las cosas. El cami no parece tornarse más áspero. Está sumamente in quieta por la confusión. Todo resulta del orden de lo imposible, todo se encuentra pegoteado, sin distinciones, confuso. El problP ma es que está todo como en una sola pieza, como si fuera un sola masa. En fin, se pregunta, "qué hacer con la confusión". Fren te a ese panorama la intervención no se hizo esperar, y la despido con una problemática más inquietante: "Qué hacer con la fusión".

5. Un fantasma que se dibuja sobre el Otro sin límites "Mis viejos llevan una situación bastante rara. Lo mío y de Dio go no se sostie ne. La confusión era una alternativa de escape". Siente temor a que afecte a su pareja la locura de los padres. No asiste a dos ses iones y toma ácido como escape. Una angustia intensa aparece. Diego no quiere estar con ell .... , no le tiene confianza. Ella le mintió. Él estaba con otra chica y 1 dijo que participó en una fiesta para que saliera con ella, sostuvo la mentira un año en el que sufrió. "El problema más grande es mi dependencia. Yo no quiero dl pender de él. Las pastillas no solucionan nada pero no me siento tan desesperada. Prefiero las pastillas a depender de las personas" Diego decide interrumpir la relación. Piensa todo el tiempo, aceleradamente. Tiene miedo de estar loca. Toma Lexotanil y Xa c

nax. Se plantea que si no vuelve a ver a Diego mejor, prefiere que no llame. Está cansada de estar sintiéndose siempre mal. No puede hacerse responsable. Se anota en Sociología, ella que tenía tantos problemas de comunicación con los demás, pero en UBA xx 1, para no cruzarse mucho con la gente. Diego le confiesa que había tenido una relación homosexual. Siente miedo a que le haya contagiado una enfermedad. Se siente mal y se realiza una serie de análisis. El de SIDA da nuevamente negativo, pero tiene sífilis y toxoplasmosis. Inicia los tratamientos correspondientes y se extrae el DIU, cuestión que hacía años evitaba. No quiere exponerse más a riesgos. No deja de serlo el estar siempre agarrada de algo o alguien, Diego o pastillas. "No quiero volver a depender de una persona", afirma. Tiene una pesadilla: quiere llamar a Diego por todos los medios y no puede. Sueña que se estaba muriendo. Como cuando esperaba que se le pasara el efecto del ácido. Pero ahora no lo había provocado y eso la asustó. No tenía control, con el ácido era distinto, sabía cuándo le iba a pasar. Esa noche redacta una carta, escrita sin parar, como cuando tomaba "merca",2 que me entrega. Allí plantea su miedo a morir. Le asusta estar inconsciente pensando que se está muriendo y no poder reaccionar. Ya no quiere disfrazar las cosas para no sufrir. Porque hace mucho que sufre igual. Da mil vueltas para enfrentar la propia realidad, el temor, la angustia, la soledad. "En realidad me estoy enfrentando con mi propia muerte", dice. Le asusta no haber querido saber cosas con relación a su pareja. La misma noche que expresa esto, sueña algo muy raro con Diego. Estaban juntos y no sentían lo mismo, como que había algo no compartido. Antes no había diferencias. Hay una diferencia entre lo que siente y lo que conviene. Bajo este sueño le llega la noticia de que no hay proporción sexual. Estar con Diego la confunde, pero ahora está en otro lugar, es mejor para los dos. Hay cosas en común pero también diferencias. Abandona, luego de algunas idas y vueltas, tanto la marihuana como las pastillas.

--2 Forma popular de referirse a la cocaína.


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Atraviesa un período donde plantea generalizaciones, casi filo sofa en torno a los grandes temas de la vida. Le pido precisionc .. , que vaya al grano, que me diga a qué se refiere en su vida con creta. Lo particular que emerge tiene que ver con las dificultade para relac ionarse, pero sexualmente. Antes tenía excusas, estab en otro estado. La relación que estableció se le presenta como un reflejo de la de los padres. El padre es posesivo y la madre somete. Ella es posesiva y se somete. "Pero lo mío es otra historia", concluye. "No volvería a drogarme. Me confundía mucho. Diego es rar..,, si le agrego mi cuota de confusión no podría estar con él. Ahor trato de que el mundo no se termine con él. Mi sexualidad es alg que no puedo entender. Por ahí no tengo en claro mi sexualidad porque traté de confundirme mucho tiempo". Se refiere a los 12 años, donde tiene su primera relación d orde n ho mosexual. También a los 18 años donde tiene relacion con un hombre, Sebastián. "No sé si trataba de confundirme, em pecé a tomar alcohol y otras cosas porque no disfrutaba. Era inc modo, recu rrí a las drogas para no sentirme mal y evitarlo". Pero los dos hombres con los que se relacionó sexualmente en su vida le piden cosas extrañas, propias de un placer homosexual Ella responde con asco, con un rechazo. No puede disfrutar p temor a que le pidan eso. Con Diego pasa actualmente lo mi sm Solo que él percibió su rechazo y ya no le pide nada. Si lo hic1ur estaría dispuesta a parar y hablar. Él no tiene límites en la persocu ción del placer, es incluso capaz del sacrificio. Eso la asusta. Sobr el fondo de ese Otro sin límites comienza a dibujarse un fanta srn del cual ya escuchamos el ruido de sus cadenas, el mismo quo 1 sacudía en las noches de soledad y le provocaba insomnio, qu cobrab a un carácter persecutorio cuando caminaba por las call ese que ni la presencia de Jesús en la habitación de al lado podf1 apaciguar. Diego no tiene límites, le gustan perfiles como In Schoklender. Por eso dice: "El miedo más grande es que me mCit

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6. Un cuerpo extraño Quisiera tomar un punto sobre el que me hizo reflexionar esta analizante. Siempre las curas que dirigimos nos dejan al menos una enseñanza, o varias. En este caso, me llevó a pensar cómo el sujeto marcaba, a partir del consumo de drogas, un antes y un des pués en la relación con su cuerpo. Camila decía que su cuerpo se le presentaba como raro, como im posible de describir, escapando a lo que pudiera articular sobre él. El tóxico puede tener cierta eficacia en la realización de un quiebre entre el cuerpo y el lenguaje. Sabemos que el significante divide al sujeto, y el tóxico pretende emparchar esa escisión, procurar soldar ese corte constitutivo para borrar al sujeto, lo que obviamente tiene consecuencias en el cuerpo. Silvie Le Poulichet3 evoca la figura de un cuerpo circular obtenido a partir de la operación del pharmakon. Mientras que el sujeto es abolido, este no perdería su cuerpo. El tóxico logra el advenimiento de un cuerpo nuevo, incluso dentro de una dimensión alucinatoria, que no se elabora dentro de la articulación significante, y de esta manera quedaría expuesto a los estragos del goce. Pero como lo que se pretende neutralizar es el "cuerpo extraño" de la sexualidad, en ocasiones deriva en cierta homeostasis. Esto nos remite al remedio contra el goce en el cual Mauricio Tarrab 4 entrevió, hace varios años, esta salida. Volviendo a esa figura circular, podemos pensar que la estruclura moebiana propia del sujeto es la que queda elidida. Lo que se presenta es algo del orden del círculo que no permite encontrar esa torsión propia del inconsciente; el adentro y el afuera se confunden, o se funden, volviendo al equívoco que nos permitió Camila. Se trata de reinstalar esa otra dimensión, es la operación e ontraria a la de la droga la que nos toca hacer. Habrá, entone es, posibilidades para que el corte interpretativo opere sobre la 1 •structura, para que el sujeto soporte el cuerpo extraño de su •,cxualidad y la confusión se disipe.

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i l e Poulichet, S., Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo, Amorrortu, 1h. As., 1990, pág. 75. 1 larrab, M., "La droga: un re medio contra el goce", Malentendido 6. "Psicoanálisis y ¡1.•,1c¡uiatría", B s.As., mayo de 1990.


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7. Algunos comentarios Pese a revelar una estructura histérica, Camila está identifica da a la locura, identificación que viene por la vía paterna. Tanto el abuelo como el padre son presentados en su relación a la locura. La confusión es una manera en que esto emerge. Sin embargo, los fenómenos presentados son los clásicos "estados alterados de la conciencia", no revelan ser frutos de una estructura psicótica, no aparecen, por ejemplo, alucinaciones verbales al estilo de las psicosis. Resulta llamativo que tanto la sífilis como el alcoholismo también pueden llevar a formas de locura. Tanto al padre como a Diego, su novio, Camila les supone un goce sin límites, es decir algo del orden de la locura. Es en esa serie que ella encuentra una forma de engancharse a través de la droga. Tanto la cocaína como el alcohol la llevan a la locura, esto es por su identificación a este rasgo. Como lo plantea Lacan, un análisis implica reescribir la historia. Camila afirma que está buscando escribir otra historia, es su forma de plantear el tema de separarse de los significantes que la determinaron. La historia de que la madre fue violada por su abuelo la toca en el punto de su fantasma, toca el punto en que el sujeto es tomado como objeto para un goce ilimitado del Otro. El miedo a que la maten implica el punto máximo en que aparece en tregada a ese goce ilimitado del Otro, mostrando el punto de falla de la función paterna. El análisis la lleva a plantear un encuentro con el goce fálico, un goce limitado. La droga muestra sus dos caras. Por un lado, aquella que 1 permite escapar de la angustia, pero, por otro lado, aquello que era un remedio, la empuja a lo peor. El análisis la lleva a establecer que hay algo entre ella y el otro que marca una diferencia; en otros términos, la confronta a la diferencia entre los sexos, lo cual impli ca que no se puede sostener la ilusión, como ella lo plantea, de un "goce total", ya que esto la podría llevar a la muerte.

La muerte como entrada y salida

"A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa". Edgar Allan Poe

1. Pelear la vida l caso de Roberto, que desarrollaré a continuación, es un fiel representante de nuestra época, incluso podríamos incluirlo bajo el lema de "Todos consumidores", inspirados en un texto de Ernesto Sinatra. Roberto es un consumidor, alguien tomado por los endiablados mecanismos del discurso capitalista, como todos, solo que él recurre a la droga para expresarlo. Por otro lado, cuando todavía estaba en tratamiento, al presentarlo en la comunidad del TyA, surgieron tres diagnósticos diferentes: un caso de psicosis estabilizado en un rasgo de perversión; un caso de perversión y un caso de neurosis obsesiva. Algunos colegas se preguntaban si este no sería un caso de histeria. Hay algunos datos que permitirían plantear esta posibilidad, sin embargo, dejaré esta cuestión abierta para detenerme en cuánto de inclasificable tiene este caso. Aunque hay que decir que ahora que el caso tuvo un desarrollo, la estructura, a mi juicio, se pone en mayor evidencia. Roberto consumía a diario cocaína, cada día más. Le produce paranoia, se queda colgado horas tras la mirilla de la puerta pensando que lo va a venir a buscar la policía. Por otra parte, sentía celos de su actual pareja a la cual trastorna injustificadamente. Es ella quien lo presiona a realizar un tratamiento; luego de consultar un psiquiatra, un centro de ayuda toxicológica y una institución

E

psicoanalítica, me es derivado.


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Lo primero que plantea es que consume como un acto de re beldía y para olvidarse de las presiones. Lucha contra el SIDA quP dice haberse contagiado en una de sus innumerables aventura con una mujer. El enterarse de que contrajo HIV lo lleva consumir desenfrenadamente, si bien la droga ya formaba parte de su vida. Él contagió a su ex-mujer, con la cual tiene tres hijos. Luego de consumir tenía un hábito: salir a manejar. Podía ir a Mar del Plata y volver sin parar. Podía estar doce horas manejando a toda velocidad. Recorto un significante que lo acompaña en su vida: acelere. El "acelere" marca su relación con el trabajo, con la mujeres, con las drogas. Liga el consumo a lo sexual; con relación a ambas cosas s coloca como desenfrenado. Una de las vías que desplegará es qu no tiene límites en la persecución del placer, de ningún tipo, desd la masturbación hasta la práctica que uno pueda llegar a imagi narse; se hace habitué de lugares swingers, y tampoco ha tenido problemas en tener alguna historia con travestis, aunque le cuest confesar este punto. Relata que la droga no le hacía sentir nada, que no tuvo nun un padre que lo guíe, pues murió de un infarto a los 15 años d Roberto. Siente que le faltó alguien en quien recostarse. La drog le permitió encontrar un escape, "salirse de la órbita". Ahora sient que ha tocado fondo, se empieza a sentir mal cuando está drogado Mientras sigue escrupulosamente un tratamiento, por otro lado, reconoce que se mata. "Pelea la vida", me dice; le digo que m bien parece peleado con la vida.

2. Pensar la muerte Roberto es consecuente en revelar las funciones que el tóx1 cumple, que se articulan: una es liberarlo de la culpa. Pero ahnr se siente muy culpable luego de tomar, se angustia terriblemcntu, no puede tapar el dolor. Siente miedos, no puede confiar en ól Con la droga creía encontrar la posibilidad de realizar una fant sía, buscaba el delirio. Puede estar solo, sin droga no. La drou también tapa el SIDA, y en particular, tapa la cuestión de pcn'..i&r la muerte.

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Recorta una frase de una película de Tarantino: "Sos tan perdedor que no te das cuenta de cuando ganás"; eso le pasaba con la droga, pero ya no siente placer al consumir, no le encuentra sentido. Antes reconocía que le hacía mal, pero allí estaba ese placer sin límites. Plantea que se siente culpable y que vivía "de trampa", "de joda". Lo suyo fue cambiar las mujeres por la droga. Matando el aburrimiento, quiere afirmar, pero comete un fallido y dice "matando el aburrido". Interrumpo la entrevista cuando pretende rectificarse impidiéndole que lo haga. Por primera vez se muestra angustiado. La angustia irrumpirá fuertemente la sesión siguiente, casualmente; pide permiso para ir al baño y allí se encuentra con un barquito de nuez en cuya vela de papel está dibujada una calavera pirata, gentileza dejada por un chico de siete años que atendía antes de él. Sale mudo, tarda varios minutos en comentar la impresión que le causó, fue como ver la muerte; se miró al espejo, vio la calavera y un miedo indescriptible lo azotó.

3. Perder la cabeza "La droga reemplazó a las mujeres, el problema es empezar de cero habiendo conocido esa mierda". El ser acelerado se vinculará al evadirse, a un enfrentar las cosas escapando a toda velocidad, con riesgos de chocar y matarse. La droga, al igual que las mujeres, le hacían perder la cabeza. Coqueteaba con las mujeres como con la muerte, hasta que Julieta puso un límite. Sin droga y con Julieta la práctica swinger no le va más, los celos lo trastornarían. Comienzan a hablar sobre la posibilidad de tener un hijo. Llama por teléfono para avisarme que gracias al tratamiento negativizó el HIV, lo que no implica la curación sino que no se detecta en sangre. Ahora toma con menor frecuencia y puede "cortarla", pero no soporta la realidad. El acelere encuentra otro vínculo: el miedo a morirse. Por miedo a morirse salía a matarse. La droga también es pensada como si se tratara de algo normalizador, tapa el agobio, le permite disfrutar de una fantasía. Ahora siente que no vale la pena el estar colgado.


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En su vida se ha boicoteado, y no se refiere solo al consumo; tiene un juicio penal por estafa, al que se le suma uno por daños raíz de un accidente automovilístico. Puede terminar en la cárcel y se pregunta qué culpa está pagando; una primera respuesta qu se le ocurre es el haber contagiado a su ex-mujer.

4. La oveja negra Vuelve a consumir y ante la presión de su pareja va a Alcohó licos Anónimos. Comenzará a ir frecuentemente. Alguien le dijo "acá te vas a encontrar con una ferretería", y él necesita herra mientas para dejar de consumir. Va prácticamente todos los días a dos grupos diferentes. Y le sirve, contrariamente a lo que le había ocurrido antes con el grupo de toxicomanías, al que volverá por sugerencia del grupo, pero sin mejor éxito. Aclaramos que para Roberto el alcohol, salvo hace mucho años, jamás volvió a ser un problema, motivo por el cual comienza a tener problemas en Alcohólicos Anónimos: no lo aceptan por no ser alcohólico. Esto lo ata más al grupo, ocupa el lugar que ocupa ba en su familia: el de la oveja negra. Hablando con su madre se entera de que su padre era aleo hólico; él lo vio borracho solo una vez. Su madre le había puesto límites, pero tenía una tendencia a la autodestrucción. Era débil igual que él. La debilidad cobra el estatuto de significante y e trabajado en relación con las mujeres, las drogas, el meterse en problemas, sentirse impotente. Se siente enganchado con la de bilidad al no tener patrones, valores, siente que le faltó la imagen de un hombre.

cual afirmó haber hallado lo que le acontece. La idea de la que parte es interesante. Un caballero hacía lo que le correspondía: luchaba contra enemigos, eliminaba dragones y rescataba damas en apuros. De su armadura emanaban rayos brillantes, la gente del pueblo confundía su llegada o su partida con la salida o la puesta del sol. Sus cruzadas no tenían fin en su esfuerzo por ser el número uno, por complacer a los otros. Menos a su mujer y a su hijo. El caballero se enamoró a punto tal de su armadura que empezó a usarla para cenar, hasta para dormir. Con el tiempo se olvidaron de su cara. Si su hijo quería ver el rostro de su padre, su madre señalaba el retrato que había en la chimenea. La armadura lo había llevado a no sentir nada. Su mujer lo puso en la encrucijada: "La armadura o yo". El caballero procuró sacarse el yelmo pero no pudo. Tampoco el herrero. El caballero estaba atrapado en su armadura. Entonces debe realizar viaje orientado por el mago Merlín. Aquí nos apartaremos del viaje propuesto por el libro, del intento de cambiar su yo por otro yo verdadero, tan propio de la filosofía norteamericana, para trabajar las andanzas de Roberto. Sus cruzadas son de otra naturaleza. Lucha contra el SIDA que dice haberse contagiado en una de sus innumerables aventuras con una mujer. El contagió a su ex-mujer, con la cual tiene dos hijas. Por un lado, sigue escrupulosamente el tratamiento, pero por el otro se mata. El consumo se liga a lo sexual; respecto de ambas cuestiones se coloca como desenfrenado. Como se ha visto anteriormente, una de las vías que desplegará es que no tiene límites en la persecución del placer, lo que comienza a generarle problemas.

6. La máquina infernal de la vida 5. El caballero de la armadura gastada y sus andanzas El título alude a un libro de Robert Fisher de bastante circul ción titulado El caballero de la armadura oxidada. Al escuchar d1 cho título insistentemente en boca de Roberto, el mismo encontr un eco en mí que no encontrará el tan recomendado libro en el

Encuentra una definición para el análisis: es un cactus con espinas que se caen, y florece. Al menos eso espera, porque se da cuenta de que no soporta vivir; al dejar de drogarse, dice: "Me conecté con la máquina infernal de la vida". En este punto viene su referencia al caballero de la armadura oxidada. Se ha quitado la armadura, se le ha ido gastando. Lo que


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encuentra no es un yo verdadero, purificado, sino un yo oxidado por "esa mierda" en la que ha vivido. Considera que abandonó una armadura que llevaba puesta y ahora siente dolor. Esporádica mente consume, pero puede soportarlo. Se da cuenta de que no soporta vivir, y al dejar de drogars afirma: "Me conecté con la máquina infernal de la vida". Se suceden sueños en los que la droga juega un papel prin cipal. Cuando no consume empieza a soñar que consume. En un sueño quiere consumir y se le acaba, por lo que se despierta desesperado. Luego sueña que consume y se siente mal, la droga no le alcanza para eliminar su malestar. En otro "pega un saque", dice que no se quiere poner mal y la tira al inodoro. La ansiedad es canalizada por la masturbación. Afirma que "1 merca viene disfrazada de mujer", pero comienza a hablar de su relaciones con hombres. En la infancia, con el homosexual que 1 daba cigarrillos si accedía a dejarse "tirar la goma" y, en una opor tunidad, a que lo penetrara. Más tarde trabajó en un boliche gay. Luego, da cuenta de su relación con el ex-socio, con el que tien una relación que define como dependiente, es homosexual y lo busca constantemente. No se perdona un acto de zoofilia, ante de debutar, con una yegua. Pero lo que "le jodió" fue venderse; afirma que "la droga ayudaba a equilibrar esa mierda", Empieza a hablar de su padre, de un duelo que le quedaba por realizar. Recuerda que empezó bebiendo de más, después pasó la droga, quizás para diferenciarse, pero ya no encuentra diferen cias con su padre; se lamenta el haberlo rebajado como lo hizo su madre. Sitúa su inmadurez con relación a su madre. Se sient resentido porque se sintió rechazado, la droga le permitía sentir dolor sin dolor. El significante que insiste ahora es "irritado" por todo; algo no encaja y no sabe de qué se trata. Tiene el síntoma de celos qu tenía cuando se drogaba pero sin droga. Siente desconfianza, y la relaciona con un recuerdo infantil: una vecina hermosa que tenía un marido enfermero que al volver a casa la encuentra con otro. La desconfianza comienza a vincularse con el no ser querido, con el rechazo de su madre, la falta de apoyo, y finalmente con su ac cionar. Busca la mentira en el otro, porque no soporta la mentir en él, paga una vez más por su culpa.

Toma y se siente culpable. Dice haberse dado cuenta que en sus fantasías busca a la mujer. Sin embargo, drogado no puede hacer nada, pero la fantasía era fuerte. Se da cuenta que últimamente toma cada vez que habla con su madre, le produce algo negativo, "le tira siempre malas ondas". El problema es su voz, no lo que le dice. Siente miedos, antes no tenía miedo a nada. Se empieza a cuidar. Se pregunta "6De qué sirve adelantarse para buscar la muerte?"

7. Las puertas Ahora su armadura está desgastada, todo se basa en la "tentación": las drogas, las mujeres, la masturbación, "la joda" ... Está dispuesto a presentar batalla. Alcohólicos Anónimos por primera vez deja de resultarle tan importante. Ya no se trata de cambiar su armadura por otra, esa ha sido su equivocación. Bromea: "No me dejes caer en la tentación". Dice estar dispuesto a eliminar el último eslabón: no va a comprar más droga, pero se encuentra con gente que se la pasa, lo llaman y le ofrecen. Asegura que lo miro con cara de no confiar en él y que lo tiento de risa. Me dice: "Vas a ver. Voy a dejar de hacerlo, voy a cerrar las puertas a las drogas. 6Sabés Jorge?". Jorge es el principal de aquellos que lo tientan. Cada vez que se encuentra con él termina consumiendo. Dice estar dispuesto a cerrar una puerta; por otra parte, se le ha abierto otra, le indico la utilización del diván para el próximo encuentro, luego de un año y cuatro meses de entrevistas. Dejo en este punto el desarrollo del caso para precisar el tema de "la muerte como entrada y salida"; esto tiene que ver con una evidencia clínica que he corroborado en todos estos años. Aquello que lleva al sujeto a la droga puede ser el encuentro con la sexualidad, evidente en la pubertad, pero también al chocar fuertemente con la idea de la muerte. Cuando ésta es subjetivada en análisis, cuando el sujeto no necesita "borrarse" de ella es también la puerta de salida, el punto donde se afloja la relación con la sustancia. La locura, sobre todo en las mujeres, también tiene en ocasiones esta función de bisagra, de antes y después, de entrada y salida.


El tiempo en suspenso

"La importancia de la temporalidad-percepción de la experiencia en términos de tiempo que cambia, conciencia de un tiempo propio del deseo que comienza a regir la vida, aparece como armazón narrativo fundamental en las autobiografías de los aficionados a las drogas". Giulia Sissa 1

1. El accidente

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n el auto, además de Carlos que manejaba, iban su hermano Marcelo, un amigo y su novia. La chica había salido en una época con su hermano. Marcelo le decía a cada rato "más rápido", y él aceleraba. La avenida por la que venían a toda velocidad, llegaba a su fin. Había dos posibilidades: doblaban a la derecha y salían cruzando la vía (del otro lado se encontraba el cementerio), o entraban en otra avenida por la izquierda. Su amigo le dijo "doblá a la derecha", su hermano le dijo que lo haga a la izquierda. Pegó un volantazo, no pudo frenar lo suficiente, el auto mordió el cordón y comenzó a dar vueltas. Después solo recuerda flashes, gritos, y una especie de explosión; cuando lo llevaban al hospital en una camilla y le daba la impresión de que la gente lo miraba espantado, los médicos hablaban, y escuchó una voz que decía "este no se salva". Después empezó el dolor. Hasta que logró aturdirlo. Su novia, que no iba con ellos, fue la primera persona que vio al despertar. Lo primero fue preguntar por Marcelo. Ella se puso a llorar. Supo que había muerto. La sacaron de la habitación con

1 Sissa G., El placer y el mal, Manantial, Bs. As., 1997.


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una crisis. El padre le confirmó la muerte de su hermano. También había muerto su amigo, aunque no en el instante, sino camino al hospital. La chica se había salvado, pero estaba grave.

2. Detener el tiempo Hacía ya cinco años del accidente; desde entonces el tiempo había pasado en vano. Había terminado con quien era su novia en aquel momento, la cual había procurado inútilmente sacarlo del estado depresivo. Había dejado de estudiar. Vivía de noche y s juntaba con una barra que no eran los amigos de antes. Se dro gaban todo el tiempo y lo único que hacían era hablar de drogas. Vivía atontado y la única emoción que sentía era cuando iba al ba rrio bajo, a conseguir drogas. Conocía un submundo. El mundo d antes ya no existía. Consumía marihuana todo el tiempo, y cocaína ocasionalmente. La cocaína no le interesaba, solo tomaba cuando alguien le ofrecía, casi por compromiso. A él no le interesaban las emociones fuertes, y la cocaína lo aceleraba. Lo que él quería era dormir, salirse tranquilamente de la realidad. Algo de él había muer to en aquel accidente. Si se dedicaba a algo, era a dejar que pase la vida. Simplemente dejaba que el tiempo quede en suspenso.

3. Una especie de zombie Son sus padres quienes deciden traerlo a un tratamiento. Ellos piden la primera entrevista en la que presentan el cuadro de situa ción y expresan que lo que quieren es que su hijo no se drogue, trabaje y estudie. Fundamentalmente, no querían que el único hijo que les quedaba también muriera. Habían rezado, lo habían lle vado a varios médicos que en un par de oportunidades lo habían derivado a psicología. Había visto a una psicóloga pero se negaba a ir. Le había dicho que él se sentía culpable por la muerte del her mano y del amigo. Prefirió no ir más, pues él ya sabía que tenía 1 culpa y prefería que no lo torturen, demasiado se había torturado solo. Después había encontrado en el aturdimiento la solución. Carlos se había dejado llevar hasta el consultorio. En la primera entrevista plantea dos condiciones para aceptar venir: que no le

haga preguntas con respecto al accidente, y que concurrirá cinco veces para que le dé un diagnóstico y decidir si continúa. En las cuatro primeras entrevistas habla poco; de cómo consigue drogas, de sus amigos, de lo que habla con sus amigos, que es solo de drogas, de lo que ve en televisión, de lo aburrida que parece su vida. Esto último es lo que puede rescatarse. Empezó a hablar del accidente en la quinta entrevista, diciéndome que ese era el día en el cual habíamos quedado que yo le iba a dar su diagnóstico. El accidente es pensado como un quiebre, significante que aparece en la misma entrevista en tres oportunidades. A partir de entonces él también está quebrado. Me pregunta por el diagnóstico, y le respondo: "Estás quebrado". El significante "quebrado" cobrará peso. Terminará dando cuenta de los efectos ocasionados por la droga. También se deslizará a la cuestión de sentirse dividido, como lo estaba entre su hermano y su amigo. Los dos habían tenido por novia a la misma chica y estaban distanciados, y él sentía una especie de tironeo entre ambos y no sabía para dónde ir. Le hizo caso a su hermano y aceleró. El problema apareció cuando uno le pidió que doblara para un lado, y el otro, hacia el otro. Antes del accidente no consumía aunque había probado algunas veces. El día del accidente no había tomado pese a que su amigo le había ofrecido. Estaba lúcido, iban a buscar a su novia y a la hermana para ir a bailar, estaba descansado, pero se abatató. Tenía claro que fumaba para tapar, fundamentalmente subraya la cuestión de evadirse, de colgarse, de salirse del tiempo. Sabía que era inútil, pero se sentía tan mal que no le quedaba otra. Leo la negación y le digo que le quedaba otra. Me pregunta si puedo ayudarlo. "Ellos -por los padres- tienen miedo de que me muera, no entienden que morí, resucité, y ahora soy una especie de zombie".

4. El duelo Carlos decide seguir viniendo, incluso pide venir más veces de las que habían propuesto los padres; acepto. Ocupa un lugar importante en el análisis, no tanto el accidente, sino la relación con el hermano y con el amigo. Esto permite que algunos significantes amos caigan.


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El amigo le decía cuando lo convidaba a fumar marihuana: "Col gate un poco", y él ahora se colgaba. Su hermano le decía que era un "tarado", y ahora se sentía un tarado. Dice: "Siempre haciéndoles caso". Interrumpo la entrevista. Se angustia. Le pregunto si puedo volver a verlo en un par de horas y me dice que no puede. Al bajar, un tiempo después, lo encuentro en el escalón, llorando. Lo invito a subir al consultorio y me dice que no. Esa noche me llama por teléfono, necesita verme. Le doy una entrevista y cuenta que sintió por primera vez que su hermano y su amigo estaban muertos. Se reprochó una vez más el accidente pero también la vida de porquería que estaba llevando. Afirma que se escapó mucho tiempo y tiene ganas de volver y me pregunta cómo tiene que hacerlo; frente a eso le pregunto cómo había hecho para irse. "La falopa",2 me contesta, delimitando ia uti lidad de la droga. La falopa va dejando de resultarle necesaria. Al principio sigu fumando, afirma que sin saber ahora bien para qué. Decide sepa rarse de la barra de amigos, si no le resulta imposible salir. Pacta un encuentro con la chica que se había salvado del accidente con él, la ex-novia de su hermano y de su amigo. Comenta que "se llo raron" todo y que se dijeron que la vida continúa. Ella ahora tien otra pareja, por lo menos intentó hacer algo con su vida. Se reprocha por qué siempre les hacía caso a todos. "Mi her mano decía acelerá y yo aceleraba". Siempre estaba corriendo para llegar a ningún lado, al cementerio, para ganarle al tiempo. "A partir de entonces saqué el pie del acelerador, no me subí más a un auto, no manejé más". Le planteo que en realidad hizo lo mismo en su vida.

5. El tiempo vuelve a correr Vemos en este caso que la función que la droga tiene es evi dente: aplacar la angustia suscitada por el accidente, calmar ol sentimiento de culpa por la muerte de su hermano y de su amigo, evadirse de la realidad, pero quiero destacar esa función de poner

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·el tiempo en suspenso. Carlos dice que ha vuelto a usar un reloj, ya que desde el accidente no lo hacía. El tiempo ha vuelto a correr. Carlos se identificaba con las personas muertas, hubiera querido estar en su lugar para no sentirse tan culpable, y de alguna manera lo hacía. Estaba muerto en vida. De esa manera paliaba la culpa, el muerto era él. Eso le permitía salirse del mundo, habitar en un submundo donde vivía aturdido, y detenía el tiempo. El análisis le permite una elaboración de las muertes; hablar de sus culpas, hace que caigan las identificaciones con los que habían fallecido, y que no confunda el hecho de no apretar el acelerador con dejar de vivir. Carlos ha abandonado el consumo, tanto de marihuana como de cocaína. Continúa su análisis con la propuesta de rehacer su vida. El tiempo sigue su curso y ahora se plantea qué hacer con él. Siente que algo extraño le pasó con el tiempo en estos años; no es que lo haya perdido, estuvo entre paréntesis. Exactamente lo mismo que había pasado con su deseo. El tiempo había sido el de su deseo, suspendido a partir de un accidente, de un acontecimiento imprevisto. Las entrevistas aceitaron el engranaje como para que la maquinaria pueda comenzar a funcionar nuevamente, como para que tolere lo imprevisto que le pueda deparar su deseo.

6. Vacunarse contra la muerte En Los paraísos artificiales Baudelaire subrayó el efecto conseguido por el tóxico: "El tiempo había desaparecido por completo. Hace un momento era de noche y ahora es de día. 6He dormido o no he dormido? 6Ha durado mi embriaguez toda la noche y, como no tenía noción del tiempo, la noche entera no ha representado para mí más que un segundo?... "3 La noche de Carlos duró aproximadamente cinco años. Silvie Le Poulichet4 planteó cómo el pharmakon introduce una inmediatez con relación al consumo donde queda excluida la dimen---

2 Término popular con el que se nombra a la droga.

3 Baudelaire, Ch., Los paraísos artificiales, M.E. editores, 1994, p. 256. 4 Le Poulichet, S., Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo, Amorrortu, Bs. As., 1990.


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sión de la ausencia. El efecto sería el de la disolución de repre sentaciones, una suerte de filtro de olvido. Es el principal beneficio atribuido a la operación del pharmakon. Todo corte, toda ruptura, todo accidente podría neutralizarse. En el TyA se ha considerado la importancia de determinar la función del tóxico. 5 De lo que se trataría es de la desaparición del sujeto, de su bo rramiento, la supresión tóxica logra un efecto que la represión no consiguió. Los retornos de esta supresión suelen resultar un tan to más devastadores. El dolor se anestesia, pagándose el precio del deseo. El borramiento del sujeto es ilustrado por Baudelaire en la alegoría del fumador y la pipa: "Estáis sentado y fumando; pero creéis estar sentados en vuestra pipa y que es ella la que os fuma; y es vuestro propio ser quien se desvanece en el humo azulado". Y nuevamente se encuentra presente el efecto en la temporalidad: "Os sentís bien y solo os preocupa una cosa: saber cómo salir de la pipa. Esta fantasía dura toda una eternidad. Un intervalo de lucide os permite con mucho esfuerzo mirar el reloj. Esa eternidad ha du rado un minuto". 6 La experiencia clínica nos muestra que el conflicto que pretend narcotizarse suele ser del mismo color que el que al sujeto lo lleva a salir del asunto, una vez que la droga fracasa. Como he precisado en el capítulo anterior, los temas privilegiados suelen ser la locura en 1 histeria y la muerte en la obsesión. En el caso de Carlos, la muerL, con el accidente, irrumpe en la vida del sujeto, pero resurge tras 1 narcosis en el análisis permitiendo una elaboración. Mientras tanto, el intento es el de domesticar la muerte,7 tornarla menos imprevista. Carlos lo planteó en los siguientes términos: "Más allá de cómo no drogáramos o con qué lo hiciéramos, sentía que en el fondo no vacunábamos contra la muerte, o por lo menos, lo intentábamos". En este caso, la dimensión del suspenso también puede s pensada en relación a la muerte, de la sorpresa a la narcosis. En análisis comienza el suspenso en el sentido hitchcocktiano del tér mino. Luego del duelo emerge la pregunta de si estaba muerto

5 Silliti, D., Sinatra, E., Tarrab, M., Más allá de la droga, Plural, La Paz, 2000. 6 Baudelaire, Ch., Los paraísos artificiales, op. cit., p. 254. 7 Mongin, O., "Desincorporación", en: Ehrenberg, A., Individuos bajo influencia, Visión, Bs.As., 1994.

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esperaba aletargar la llegada de una muerte antes de tiempo. Del intento de poner el tiempo en suspenso, a trabajar los interrogantes que surgen del suspenso ocasionado por la muerte como un acontecimiento imprevisto. En las últimas entrevistas el significante quebrado se articula al padre en algo que va más allá del accidente. Era un empresario exitoso pero las cosas le fueron mal y quedó fundido (quebrado). Esto sume al padre en una depresión que afecta la vida familiar. Su madre, ama de casa, queda desorientada; desde entonces, su hermano y su amigo habían tomado el relevo como figuras a quien admirar. Al morir ellos siente que se queda solo, su padre estaba peor, y estar drogado era vivir de la misma forma que él, pero como anestesiado.

Bibliografía Baudelaire, Ch., Los paraísos artificiales, M.E. editores, 1994, p. 256. Le Poulichet, S., Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo, Amorrortu, Bs.As., 1990. Mongin, O., "Desincorporación", en Ehrenberg, A., Individuos bajo in-

fluencia, Nueva Visión, Bs. As., 1994. Silliti, D., Sinatra, E., Tarrab, M., Más allá de la droga, Plural, La Paz, 2000. Sissa G., El placer y el mal, Manantial, Bs.As., 1997.


Un golpe de lo real

"Las drogas son una apuesta con tu mente". Jim Morrison

uestra clínica encuentra su orientación en lo real, pero en nuestros días, lo real suele presentarse más que dividiendo al sujeto, aplastándolo. Como lo desarrollaron JacquesAlain Miller y Eric Laurent en El Otro que no existe y sus comités de ética, los sujetos de hoy están determinados por el aislamiento de su goce. En el TyA procuramos contar con una casuística que nos permita plantear cómo el psicoanálisis puede intervenir en casos donde una sustancia tóxica le permite obtener al sujeto ese goce autista. El desarrollo que Miller realiza en torno a la cuestión de perturbar la defensa, como vimos en reiteradas oportunidades, si bien es importante para cada caso, brinda a la clínica de quienes trabajan con sujetos que consumen drogas, una llave única que le permite al analista operar. Ella sitúa la cuestión del inconsciente con respecto a lo real, en lugar de con respecto al Otro, sacando a los psicoanalistas de la impotencia que muchas veces mostraban en estos casos por no encontrar la forma de operar, dado que ese Otro era rechazado. Por supuesto que para poder llegar a eso es necesario lograr que alguien sea analizante, es decir -como dice Miller- que acepte "recibir de un psicoanalista lo que perturba su defensa".

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1. Del ataque de pánico a la angustia Agustín llega a la consulta diciendo que padecía ataques de pánico. Un psiquiatra lo había medicado, y se sentía un poco más tranquilo, pero dos o tres veces al día sufría una crisis en la que se le aceleraba el ritmo cardíaco, transpiraba sudor frío, sentía que no podía respirar y tenía la sensación de que la muerte se lo llevaría. Supone que se debe a que ha consumido muchas drogas y a que ha sido una mala persona. Se considera un "hijo de perra". Pri mero robaba, luego vendió drogas para sustentar su consumo. Su negocio creció enormemente y le empezó a ir tan bien en la vida como nunca lo hubiera imaginado. Hasta que llegaron los ataques. No quiere comportarse como un niño miedoso. El panorama no parecía muy propicio para el comienzo de un análisis; afirma que nunca se analizó y que no tiene el más mínimo interés en hacerlo, que hubiera preferido la medicación pero no le funci onaba, que viene porque lo mandaron. Entiendo que es necesario que intervenga de una forma efectiva. Me manifiesto sumamente sorprendido de que venga porque lo mandaron, y le pregunto para qué viene en realidad a verme, y antes que atine a dar una respuesta lo despido. La próxima vez que viene se muestra enojado, me amenaza, me dice que a él nadie lo deja con la "palabra en la boca". Parece dispuesto a hablar, pero lo hace lanzando amenazas. Me dice que si él me paga yo tengo que escucharlo, que él anda armado y me muestra una navaja. Le pregunto por qué anda con eso encima, y asegura que nunca se sabe cuándo uno necesitará usarla. Lo miro a los ojos, tomo su muñeca, apoyo con firmeza la mano con la navaja en mi escritorio y le pido que me la deje. Para mi sorpresa, o quizás la de ambos, abre su mano y la deja en el escritorio. En la siguien te entrevista comenta que su mejor amigo consumió las drogas que él le había vendido, salió a la ruta y se mató en un accidente. Cuando lo llamaron por teléfono, fue inmediatamente hasta el lugar, sentía que tenía que verlo con sus propios ojos y lo encontró cuando lo subían a una ambulancia, destrozado. Le preguntan si lo conoce, y él lo niega con un gesto de la cabeza; había quedado mudo y sentía cómo su corazón latía con fuerza. Ver al amigo ensangrentado le provoca una conmoción. Por días,

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se quedó sin palabras. Se siente culpable, aunque afirma: "No tuve nada que ver con eso, no tuve ... " Lo interrumpo bruscamente, diciéndole que el problema era que, para él, algo tenía que ver. Se angustia, llora y dice que no puede seguir así. Esta intervención, además de interpretar la negación, vuelve a la necesidad que había manifestado de ver con sus propios ojos al amigo accidentado, encuentro con un real que conmociona lo que el sujeto tenía armado sin medir consecuencias. Él se vio en el amigo, y la muerte giró en torno suyo, enmudeciéndolo. Fue un golpe del cual no pudo reponerse. Dice que, en ese momento, sintió la crisis de angustia más grande de su vida. Le subrayo que su problema es ese: la angustia. No volverá a referirse al ataque de pánico a partir de entonces.

2. Angustia, síntoma y fantasma A partir de entonces, comenzará a relatar la historia de su angustia. De niño vivía angustiado. Aparecerá un recuerdo de los siete años olvidado en el desván, de entrar al cuarto de su abuelo y encontrarlo muerto, con un cigarrillo en la mano; era un "fumador compulsivo", no podía parar. Su padre se había ido de la casa cuando tenía cuatro años y el abuelo había ocupado su lugar, pero no por mucho tiempo. Los otros momentos de angustia habían sido en los encuentros sucesivos que había tenido con mujeres. Desde pequeño, cuando le gustaba una mujer, se mantenía lo más lejos posible. En la adolescencia, había ido con amigos a ver una prostituta. Lo único que recuerda es una terrible angustia previa que logró disipar fumando marihuana. Después vinieron otras drogas; no recuerda haber tenido sexo sin estar drogado. La angustia, si no era mitigada por las drogas, no lo dejaba respirar. "Quedarse sin aire" es un sintagma que se pone en juego cada vez que se encuentra en una relación comprometida. Llorando, dice que su padre se fue y lo dejó sin herramientas, que su abuelo se suicidó fumando, según lo supo años después: tenía cáncer de pulmón.


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Padre inexistente más una madre opresiva, es planteado por Agustín como la fórmula que da lugar al "quedarse sin aire". El síntoma se articulará a un fantasma de "morir asfixiado". La asfixia es metáfora de la muerte para Agustín. Incluso, su gran temor infantil era el de ser enterrado vivo. La boca abierta del abuelo y la de su amigo, serán imágenes que lo persiguen en sueños y se presentarán en la transferencia al contar historias de su época de traficante de drogas, al confesar un intento, de contenido agresivo, de dejarme con la boca abierta. La angustia irá cediendo en la medida que el fantasma es construido. Siempre resulta complejo transmitir las dificultades que presentan estos casos, pero el vértigo del tiempo de la sesión, haberle perturbado la defensa en ese movimiento en que se le pide que abandone la navaja en el escritorio del consultorio o el "dejarlo con la palabra en la boca", los cortes, ya sea de sesión o interpretativos que com parten la misma topología, permitieron que alguien que se presentaba rechazando al inconsciente pusiera en forma una ficción -después de todo de eso se trata el inconsciente-, y pueda encarar lo real a partir de otro sesgo.

El espía que surgió del frío

"Si el loco persistiera en su locura, se volvería sabio". William Blake

lee se presenta en el consultorio porque quiere dejar de consumir cocaína y marihuana. Asegura que tomar drogas lo alejó se sus hijos, más adelante planteará que el que lo alejó de sus hijos era en realidad un juez, cuando se enteró que él les ofrecía drogas y, más adelante aún, se planteará si en realidad esto no lo provocó porque sus hijos lo volvían locos. Es decir que buscó una excusa para mantenerse a distancia de ellos. Tenía la certidumbre de que, si seguía tomando drogas, su cuerpo aparecería muerto. Ese era su problema, o no le aparecía el cuerpo, no lo sentía, o este solo podía ser un cadáver. Revela tempranamente cuál es el papel que las sustancias cumplen en su economía psíquica, es decir, la función del tóxico. Asegura que "consume drogas para tener un cuerpo". Los tóxicos le permiten sentir su cuerpo, sino es como si este no existiera, como si fuera un ser etéreo, fantástico. Esta sensación de no tener un cuerpo lo desesperaba, pero el intento de tenerlo lo había llevado a ponerse en situaciones de peligro. Quería dejar de drogarse, pero en la primera entrevista me realiza una amenaza: "Si yo consigo dejar la marihuana, me convierto en un asesino serial", y para que entienda a lo que se refiere comienza a regalarme libros sobre asesinos seriales, y una pequeña biblioteca dedicada al tema se configura en mi consultorio gracias a las contribuciones de Alee. No era para preocuparse demasiado, me había dado una larga lista de los analistas a los que había con-

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currido, y reunían dos características tranquilizadoras: eran todos conocidos y estaban vivos. Se refiere a los años críticos en los que presentaba cuadros delirantes, en los que los delirios tendían a la infinitización y hacían que se sienta absolutamente perdido. Era peor que estar colgado por la marihuana. Por más que se viera en el espejo sentía que no tenía cuerpo, pensaba que era como un fantasma olvidado en un altillo. Las drogas le devolvieron el cuerpo de una manera extraña. Se drogaba y sentía frío, pero al menos algo sentía. Concurre a un psiquiatra que lo medica con algo muy liviano que le permite dejar la cocaína. Asegura que no pretende tomar por mucho tiempo medicación, piensa que estar lúcido no es una opció n tan mala. A lo largo de las entrevistas comienza a florecer un eje delirante que cobra cad a vez más fuerza. Plantea que él es un espía. La idea surge del encuentro con una historieta de espías que encuentra en una vieja revista Mad. "Seré espía, dice, pero no loco". Concurre a equiparse a "La casa del espía", se compra libros y mira películas. Una tarde, supuestamente, es contratado por el gobierno ruso. Habla frecuentemente con el embajador de Rusia quien le da misiones a cumplir. El cuadro delirante es nutrido, pero se circunscribe a un aspecto de su vida. Decide dejar de fumar y volcarse por entero al espionaje. Debe vigilar a una familia chechena que amenaza con colocar bombas. Debe espiar sin ser visto. Los contactos con el embajador de Rusia son cada vez más curiosos; en una oportunid ad trae una medalla que me envía el gobierno por haberlos ayudado a encontrar a su hombre más valioso. Deja un mensaje en mi casa avisando que debemos viajar a Moscú al día siguiente, lo cual dejó un poco preocupada a mi familia. Pero más allá de estas pequeñas molestias, su nueva vocación se revela como una solución. Habla por teléfono con sus hijos y asegura estar preparado para verlos. Sin drogas, pero con la construcción de un sinthome, el cuerpo no se le desvanece, le sucedía algo parecido a James Joyce cuan do dejaba caer su cuerpo en ese episodio donde le propinaron una paliza. En eso lee Jacques Lacan el error en el nudo de Joyce donde lo imaginario, inherente al cuerpo, queda suelto.

En nuestro caso, primero fueron las sustancias las que le permitieron sentir su cuerpo, era como "pincharse con una aguja para saber si estaba despierto"; al menos lograba saber que lo tenía porque lo dejaba frío, pero era una solución que lo empujaba a la muerte, o al menos esa era su idea, no se sentía capaz de controlar el exceso. El delirio de ser un espía le da la posibilidad de un anclaje en el que su cuerpo no tiene que ser inyectado de goce para poder existir. Últimamente trabaja como detective en una empresa que se dedica al rastreo de personas, y esto no es un delirio. De todas formas, prefiere su trabajo como espía al de detective. Lo de ser detective es para las horas extras, asegura. Puede vivir el presente metido en un cuerpo, como lo dice él mismo, y tiene un sueño. Para él, antes, no existía una línea divisoria entre el sueño y la realidad; ahora sabe que tendrá que esperar, trabajar y hacerse conocido. Entonces, el día de mañana podrá ser el protagonista de una película: El espía que surgió del frío.


Bibliografía permanente Han sido consultados, cada vez que he trabajado algún tema, los siguientes libros y revistas editados por el TyA, Departamento de Toxicomanías y Alcoholismo del Instituto Clínico de Buenos Aires o integrantes del mismo. VV.AA., Sujeto, goce y modernidad Fundamentos de la Clínica, AtuelTyA, Bs. As., 1993. VV.AA., Sujeto, goce y modernidad 11. Fundamentos de la Clínica, AtuelTyA, Bs. As., 1994. VV.AA ,, Sujeto, goce y modernidad ///. De la monotonía a la diversidad, Atuel-TyA, Bs. As., 1995.

Del hacer al decir. La clínica de la toxicomanía y el alcoholismo, Plural, La Paz, 1998.

VV.AA.,

VV.AA.,

Mujeres anoréxicas, hombres toxicómanos, Plural, La Paz, 2001. El psicoanálisis aplicado a las toxicomanías, TyA, Bs. As., 2003. Lo inclasificable de las toxicomanías, Grama ediciones, Bs. As.,

VV,AA.,

Apostillas del TyA Córdoba, CIEC-TyA, Córdoba, 2011.

VV.AA., VV.AA.,

2008.

VV.AA., ¿ Todos Adictos?, Primer Coloquio Internacional del TyA, Grama

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Sillitti, D., Sinatra, E., Tarrab, M., Más allá de las drogas, Plural, La Paz, 2000. Naparstek, F. y colab., Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo, Grama ediciones, Bs.As., 2005. Naparstek, F. y colab., Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo 11, Grama ediciones, Bs.As., 2009. Naparstek, F., Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo 111, Grama ediciones, Bs. As., 201 O. Salamone, L. D., Cuando la droga falla, Editorial Pomaire, Venezuela, 2010. Salamone, L. D., Alcohol, tabaco y otros vicios, Grama ediciones, Bs. As., 2012. Sinatra, E.,¿ Todo sobre las drogas?, Grama ediciones, Bs.As., 201 O. Sinatra, E., Los nuevos adictos. La implosión del género en la feminiza ción del mundo, Tres Haches, Bs. As., 2013. Tarrab, M., En las huellas del síntoma, Grama ediciones, Bs.As., 2005. Revista Pharmakon. Publicación de lo que es hoy la Red Internacional TyA Número 1 a 13. Los diferentes números han sido publicados bajo la responsabilidad del TyA Argentina, Brasil y España.

Procedencia de los textos 1. El silencio de las drogas Conferencia Pública en la UACM, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México DF, el 1 de abril de 2011. Publicado en portugués en el libro Um tratamento possivel da toxicomanía ... com Lacan, Farla, M. W.,Mezencio, M. e Rosa, M. (editoras), Scriptum Editora, Belo Horizonte, 2014. 2. Una defensa frente a lo real Trabajo escrito a partir de una clase del seminario del TyA, Departamento de Toxicomanías y Alcoholismo del ICdeBA. 6Cómo perturbar la defensa?, 1 de agosto de 201 3; y de una presentación en las xxw Jornadas do Traba/has do CMT: Os excessos contemporaneidade: a dose de cada um, Belo Horizonte, agosto de 201 3. 3. Una clínica de los desarreglos del goce Clase inaugural del Seminario del TyA, Departamento de Toxicomanías y Alcoholismo del ICdeBA, 201 4. 4. El cuerpo intoxicado Trabajo presentado en el Seminario de residentes del Hospital Moyana, 2010. Publicado en el libro El cuerpo en psicoanálisis, Pomaire, Mundo psicoanalítico, Caracas, 2011. 5. La droga: lsíntoma o estrago? Trabajo presentado en las x Jornadas del TyA, "El psicoanálisis aplicado a las toxicomanías", realizadas el 16 de noviembre de 2002, en Buenos Aires. Publicado en el libro El psicoanálisis aplicado a las toxicomanías, TyA, Buenos Aires, 2003. 6. Del amor y otras adicciones Conferencia internacional en la UPAL, Universidad Privada Abierta Latinoamericana, Cochabamba, Bolivia, dictada el 28 de agosto de 2012. 7. Los rituales del consumo Texto presentado en la "Conversación: Consumos actuales, entre sustancias y objetos: saldos y retazos de sujetos", Inauguración del TyASanta Fe, 14 de marzo de 201 4. 8. Los muchachos de antes no usaban éxtasis Trabajo publicado en la revista Actualidad Psicológica. "Clínica de las adicciones", Nro. 391, Año XXXV, noviembre de 201 O.


9. Theóphile Gautier en El club del hachís Trabajo presentado en la Asociación Cuyana de Estudios Psicoanalíticos, Mendoza, 2013.

19. Escándalos, drogas y rock and rol/ Trabajo presentado en las IV Jornadas de Enlaces. "Bordes entre lo público y lo privado", 1 de octubre de 2011 .

1O. Thomas de Ouincey: comedor de opio Recopilación de dos textos escritos en colaboración con Bernarda Antoniassi, presentados en el seminario del TyA en 1994. Publicados en Pharmakon 3, Publicación de los Grupos e Instituciones de Toxicomanías y Alcoholismo del Campo Freudiano, Buenos Aires, 1995.

20. El principio de Nirvana. Y el final Trabajo presentado en el Seminario del TyA, 2012. Publicado en el libro Sin límites: conductas de riesgo, Pomaire, Mundo psicoanalítico, Caracas, 2012.

11. Charles Baudelaire: El dandy al que le gustaban los monstruos Trabajo presentado en la reunión mensual del Círculo de Poetas Malditos de Buenos Aires, octubre del 2013. Publicado en El tonel de Diógenes número 2, Bolivia, 2014. 12. El borracho que no podía olvidar Texto presentado en la Feria del libro de Mendoza en 2012. Publicado en Pharmakon 13, Revista de la Red Internacional TyA, Buenos Aires, 2013.

13. Los diarios de desintoxicación Trabaj o presentado en las 1v Jornadas del TyA-Córdoba, "Adicciones, el desorden de los objetos", Córdoba, noviembre de 2012.

14. La heroína en el cine Trabajo publicado en la revista Actualidad Psicológica. "Cine, videos y psicoanálisis" Nro. 426, Buenos Aires, enero-febrero de 2014.

21. Y mañana serán hombres Texto presentado en las Jornadas del TyA realizadas en 1999 y publicadas en el libro que recoge sus trabajos: Sexuación y semblantes ¿mujeres anoréxicas, hombres toxicómanos?, Plural, Bolivia, 2002. 22. Confundida Caso presentado en la cátedra de Psicopatología de la Universidad de Buenos Aires el 7 de noviembre de 2000. 23. La muerte como entrada y como salida Caso presentado en el Tercer Encuentro Americano de Campo Freudiano, xv Encuentro Internacional del Campo Freudiano. "La variedad de la práctica del tipo clínico al caso único en psicoanálisis", Be/o Horizonte, agosto de 2007 . Publicado en la Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Año 4, Número 7, 2008. 24. El tiempo en suspenso Caso publicado en la revista Psicoanálisis y el Hospital. El ser hablante y la muerte. Año 1O, Número 20, Noviembre 2001.

15. Réquiem para un pájaro herido Comentario de la película Bird, realizado en el Cine Club de Caballito, mayo de 2012.

16. Un lobo en la modernidad tardía Texto escrito en el avión rumbo al 1x Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis: "Un real para el siglo xx1"; luego de ver el film de El lobo de Wall Street, de Buenos Aires a París, abril de 2014.

17. El gordo golpeado por la bohemia del arrabal Trabajo re escrito a partir de una intervención en el Congreso Argentino del Tango realizado en Buenos Aires en julio de 201 O. 18. Simplemente Miles Davis Trabajo escrito sobre notas tomadas para un especial en la radio sobre el jazz y las drogas.

25. Un golpe de lo real Caso presentado para la Jornada Clínica del 1x Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis: "Un real para el siglo xx1", París, abril del 2014. 26. El espía que surgió del frío Caso presentado en el v1 ENAPOL, Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, xv111 Encuentro Internacional del Campo freudiano, Buenos Aires, 2013 .



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